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Contenido del dogma[editar]

La Iglesia católica considera la infalibilidad del papa como efecto de una especial asistencia que Dios
haría al romano pontífice cuando este se propone definir como «divinamente revelada» una
determinada doctrina sobre la fe o la moral.1

Definición dogmática[editar]

La Constitución Pastor Æternus, promulgada por el papa Pío IX el 18 de julio de 1870, tras su


elaboración y aprobación por el Concilio Ecuménico Vaticano I, contiene la definición solemne del
Dogma de la Infalibilidad Pontificia, que es del tenor literal siguiente:
...con la aprobación del Sagrado Concilio, enseñamos y definimos ser dogma divinamente revelado que el Romano
Pontífice, cuando habla ex cathedra, esto es, cuando, ejerciendo su cargo de pastor y doctor de todos los cristianos, en
virtud de su Suprema Autoridad Apostólica, define una doctrina de Fe o Costumbres y enseña que debe ser sostenida
por toda la Iglesia, posee, por la asistencia divina que le fue prometida en el bienaventurado Pedro, aquella infalibilidad
de la que el divino Redentor quiso que gozara su Iglesia en la definición de la doctrina de fe y costumbres. Por lo
mismo, las definiciones del Romano Pontífice son irreformables por sí mismas y no por razón del consentimiento de la
Iglesia. De esta manera, si alguno tuviere la temeridad, lo cual Dios no permita, de contradecir ésta, nuestra definición,
sea anatema.

La constitución dogmática Lumen Gentium del Concilio Vaticano II, ratifica esta doctrina, para aclarar la
definición de la infalibilidad papal, en su párrafo 18:
Este santo Concilio, siguiendo las huellas del Vaticano I, enseña y declara a una con él que Jesucristo, eterno pastor,
edificó la santa Iglesia enviando a sus apóstoles como él mismo había sido enviado por el Padre (cf. Jn., 20,21), y quiso
que los sucesores de estos, los obispos, hasta la consumación de los siglos, fuesen los pastores en su Iglesia. Pero
para que el episcopado mismo fuese uno solo e indiviso, estableció al frente de los demás apóstoles al bienaventurado
Pedro, y puso en él el principio visible y perpetuo fundamento de la unidad de la fe y de comunión. Esta doctrina de la
institución perpetuidad, fuerza y razón de ser del sacro primado del romano pontífice y de su magisterio infalible, el
santo concilio la propone nuevamente como objeto firme de fe a todos los fieles y, prosiguiendo dentro de la misma
línea, se propone, ante la faz de todos, profesar y declarar la doctrina acerca de los obispos, sucesores de los
apóstoles, los cuales junto con el sucesor de Pedro, vicario de Cristo y cabeza visible de toda la Iglesia, rigen la casa de
Dios vivo.2

Ex cathedra[editar]

Tres condiciones deben reunirse para que una definición pontificia sea ex cathedra3 y se le aplique la
infalibilidad pontificia:

Cuando el papa declara algo acerca de cualquier cuestión de fe o de moral.


Cuando el papa declara algo «como pastor y maestro supremo de todos los fieles que confirma en la
fe a sus hermanos». (En cambio no goza de la infalibilidad absoluta cuando habla en calidad de
persona privada, o cuando se dirige a un grupo solo y no a la Iglesia toda).
Cuando el papa declara algo como un «acto definitivo» (o sea cuando expresa claramente que esa
declaración es definitiva y que no se podrá cambiar en el futuro).

Diferencia entre infalibilidad e inerrabilidad[editar]


La enseñanza de la infalibilidad pontificia no sostiene la inerrabilidad del papa o imposibilidad que el
papa se equivoque cuando da su opinión personal sobre algún asunto particular.4 Tampoco sostiene
que el papa esté libre de la tentación o de cometer pecados. Según la guía doctrinal de la Iglesia, la
enseñanza del papa está libre de errores solo cuando es promulgada como «solemne definición
pontificia», pues estaría asegurada por la asistencia del Espíritu Santo prometido.

Fundamento escritural[editar]
La doctrina católica sostiene que Jesús estableció su Iglesia fundamentándola sobre la persona
de Simón Pedro (y, por consiguiente, de los papas que lo sucederían posteriormente), cuando le dice
«lo que ates en la Tierra quedará atado en los Cielos, y lo que desates en la Tierra quedará desatado
en los Cielos» (por lo tanto, le estaría dando potestad suprema), y a quien le encarga la misión de
«apacentar a sus ovejas» y «confirmar a sus hermanos» en la fe. Además Jesús prometió que enviaría
el Espíritu Santo para que gobernase la Iglesia y la iluminara con la verdad, y que Él mismo
permanecería con ella hasta el fin de los tiempos.
La conjunción de estas promesas son tomadas por la Iglesia católica como fundamento de la doctrina
de la infalibilidad, al entender que Jesús prometió una asistencia real y permanente a la Iglesia, por sí y
por el Espíritu Santo, y por consiguiente a la persona a la que le estaba encargando "confirmar en la
fe" al resto de los cristianos, es decir, a Pedro y los papas que lo sucederían.
De este modo la Iglesia católica entiende que es preciso que Dios preserve a la Iglesia, y al papa que
es el sumo pontífice y su Cabeza Visible, de cometer errores en materia de fe o de moral, a fin de que
pueda guiar correctamente a los obispos como a los fieles y quede garantizada que la doctrina
enseñada por ella es cierta.

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