Está en la página 1de 1

Lo bello y sublime

Según Burke, es aquello bien formado y placentero estéticamente, mientras que lo


Sublime es aquello que tiene el poder de hacernos evocar y destruirnos. La
preferencia de lo Sublime por sobre lo Bello fue la que marcó la transición entre
el Neoclásico y la era Romántica.
Los orígenes de nuestras ideas respecto de lo bello y lo sublime, para Burke,
pueden ser entendidos gracias a sus estructuras causales. De acuerdo a la física y
metafísica aristotélica, la causalidad puede ser dividida en causa formal, material,
eficiente y final. La causa formal de la belleza es la pasión del amor; la causa
material se relaciona con aspectos de algunos objetos como la pequeñez, la
suavidad, la delicadeza, etc; la causa eficiente es el calmante de nuestro
nerviosismo; la causa final es la providencia divina.
Lo que es más original y peculiar en la visión de Burke respecto a la belleza es
que no puede ser entendida bajo los viejos cánones como proporción o perfección.
Lo sublime a su vez tiene una estructura causal que no responde a la de la
belleza. 
Lo bello y sublime en objetos arquitectónicos
Edmund Burke sostiene que las grandes dimensiones tales como el desierto o el
mar son ejemplos de lo sublime en tanto y en cuanto la sensación de infinitud que
provoca en la vista se encuentra acompañada del sentimiento de lo inabarcable.
Burke menciona que, si a las cosas de grandes dimensiones agregamos una idea
de terror, parecen mucho mayores sin comparación.
El estímulo de lo sublime, que en este caso se representa por las enormes formas
arquitectónicas o los espacios oscuros, es un estímulo psicológico independiente
que ante todo despierta un placer negativo que tiene su origen en el temor.

También podría gustarte