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Trabajo: nuevas modalidades y proyecciones

Estamos en el módulo dedicado a los principales temas de índole social que esta asignatura plantea trabajar. Hemos comenzado con la
pobreza y las desigualdades en el marco de las dinámicas del progreso social, hoy puestas en jaque a partir de los cambios disruptivos
que estamos transitando.
 
El mundo del trabajo no es ajeno a este fenómeno, sino que está en el centro de los impactos y los nuevos modelos que proponemos
considerar. Vamos a dedicar la presente unidad a comprender la construcción social del trabajo en las sociedades modernas y conocer
como se ha manifestado a lo largo del siglo XX, considerado como un periodo de fuerte progreso en materia de cantidad y calidad del
trabajo.
 
Luego vamos a concentrarnos en un amplio repertorio de situaciones que caracterizan el mundo del trabajo actual, en plena
transformación a la luz del cambio tecnológico. Y con esa base, vamos a adentrarnos en la esfera de los pronósticos acerca de uno de
los principales debates de nuestro tiempo: cómo vamos a trabajar en el futuro y las posibilidades de que el trabajo pueda existir como tal
para las mayorías sociales en entornos de alta tecnificación.

La construcción social del trabajo y su progreso en el siglo XX

El trabajo en plena transformación a principios del siglo XXI

Una mirada sobre el futuro del trabajo

Referencias
LECCIÓN 1 de 4

La construcción social del trabajo y su progreso en el siglo XX

El trabajo es la actividad que las personas desempeñan para generar el sustento necesario para la vida en sociedad,
con aspiraciones generales de lograr bienestar y cumplir, en el mejor de los casos, con sueños y expectativas
vinculadas a la vocación y el sentido de la vida. 

A lo largo de la historia, el trabajo ha sufrido una tensión permanente. Entre su faceta de indispensable necesidad
para vivir y costear los consumos que supone tal empresa, por un lado, y la aspiración de realizar los talentos e
inquietudes más profundas de las personas bajo el ideal siempre vigente de no vivir para trabajar, sino trabajar para
vivir. 

En el marco de esta tensión que conlleva una actividad tan cara a los sentimientos y posibilidades de progreso de
las personas, las sociedades fueron adoptando criterios y pautas para definirlo y encuadrarlo, en cada momento
histórico. Por ello decimos que existe una construcción social del trabajo. Lo que se entiende y se remunera como
trabajo es definido en esa especie de acuerdo social implícito en función de:

A. La dinámica de las actividades económicas que existen en cada tiempo y lugar para satisfacer
necesidades de consumo de cualquier índole. Son las fuerzas de la creación de valor y la destrucción
creativa, que hemos visto anteriormente, las que generan proyectos y organizaciones de bienes y
servicios que requieren del trabajo de las personas en distintos niveles y categorías, y por ende
ejecutan procesos de selección y contratación de forma continua.

B. Las inversiones y prioridades que se definen desde el Estado. Siempre ha existido un actor
público central que define estrategias y proyectos, de forma inteligente o no, pero que al hacerlo
genera actividades que demandan o promueven el trabajo. Pueden ser trabajos públicos o privados,
lo cierto es que cuando el Estado con su enorme poder define sectores prioritarios y diseña políticas
en tal sentido, siempre establece marcos y posibilidades para el desarrollo laboral de muchas
personas.

C. Las regulaciones públicas que encuadran las actividades laborales.  Desde que trabajar era
sinónimo de esclavitud, las sociedades han ido progresando en el desafío de proteger al trabajador a
través de derechos y generar marcos que permitan la dignidad de las personas en el mundo del
trabajo. Por ello, siempre el trabajo en una sociedad depende del marco regulatorio que la misma se
da a través del Estado (tipos de contrataciones laborales permitidas, convenios colectivos de trabajo
por rama de actividad económica, etc.).
Fueron siglos de trabajo inhumano, basado en el esfuerzo físico de las personas bajo condiciones de baja o
inexistente salubridad, remuneraciones arbitrarias e inexistencia de protección de derechos o seguridad social
(salud, accidentes de trabajo, aportes jubilatorios, etc.), los que fueron creando el caldo de cultivo para convertir al
trabajo en una actividad digna y regulada, principal sustento de las personas y vital en la organización de una
sociedad. 

El trayecto mundial para institucionalizar y regular el mundo del trabajo es largo y lleno de obstáculos. Podemos
recordar como hito fundacional de este criterio de la construcción del trabajo al episodio de los “Mártires de Chicago”
de 1886, cuando un grupo de trabajadores en USA fue condenado a prisión perpetua y la horca por haber desatado
una rebelión bajo la solicitud de la jornada laboral de 8 horas. Recordemos que hasta entonces era normal que el
trabajo tuviera jornadas extenuantes, a veces superiores a las 12 horas diarias, sin descanso de fin de semana. Las
personas vivían para trabajar y morían muy jóvenes, pagando el precio de cuerpos y mentes agotadas. 

El 1 de mayo de 1886, la protesta de estos trabajadores logró lo que nunca antes, por imperio del miedo y las
presiones patronales, se había logrado: 340.000 personas se manifestaron en distintas ciudades de USA, Chicago
especialmente, para exigir el fin de la explotación laboral y la jornada de 8 horas. Luego vino la represión, juicios a
los cabecillas, y muertes. Será esta fecha la que origina el Día Mundial del Trabajador (salvo en USA), que al decir de
Eduardo Galeano (1989), es el único día verdaderamente universal de la humanidad entera, el único donde coinciden
todas las historias y las geografías, todas las lenguas y las religiones del mundo. 

Eran tiempos de agitación social y política profunda. Movimientos socialistas y anarquistas agitaban con más fuerza
que nunca a partir del desarrollo de una creciente conciencia de clase obrera y trabajadora y a la luz de pensadores
y escritores de gran influencia como Karl Marx. Y comenzaron a llegar las primeras conquistas de los trabajadores
convertidas en políticas y derechos sancionadas por Estados nacionales. Es en Alemania donde la protección al
trabajador cobra, por primera vez en la historia, un formato de sistema de seguridad social, con la sanción en 1883
de la Ley de Seguros de Enfermedades, en 1884 la Ley de Seguros de Accidentes de Trabajo, y en 1889 la Ley se
Seguro Contra la Invalidez y la Vejez. 

Estas primeras implementaciones de seguridad social y derechos de los trabajadores, y su creciente expansión en
alcance y cobertura, con matices y tiempos propios en cada país del mundo, harán del siglo XX el gran siglo de la
dignidad y seguridad laboral, bajo la premisa de la construcción social del trabajo. Este siglo fue un gran generador
de trabajo cada vez más digno y mejor pago para las personas, más allá de los matices y particularidades de cada
país y el marco de enfrentamiento que vivió gran parte del siglo entre los países más grandes y sus aliados (guerras
mundiales primero y décadas de Guerra Fría después entre USA y la URSS). 

La segunda y la tercera revolución industrial y tecnológica que hemos estudiado, generaron fuertes impactos,
agudizando por un lado las condiciones indignas del trabajo de las personas, pero generando las corrientes de
opiniones y la proliferación de nuevas actividades económicas que facilitaron exponer la problemática y resolverla
de forma progresiva. La humanidad demostró fuerte capacidad de adaptación a los cambios históricos y
tecnológicos. Los trabajos se hicieron cada vez más limpios, dignos y seguros. Y los que fueron desapareciendo por
obsoletos se fueron reemplazando sin mayores dificultades por los nuevos que se fueron generando. Valga de
ejemplo: en 1910 existían 12 millones de trabajadores agrícolas en USA, mientras que 100 años después quedaban
solo 700 mil, con una población 3 veces mayor que alimentar. En muchas otras actividades y sectores se repite este
patrón de evolución y cambio del trabajo. Acaso, ¿no es signo de evolución que no necesitemos que tanta gente
deba trabajar en tareas manuales a la intemperie para alimentar al resto y, en cambio, consigan empleo en
actividades menos expuestas al desgaste físico y el agotamiento mental? 

Un símbolo de este camino es la Organización Internacional del Trabajo, creada en 1919 luego del enorme impacto
social y político de la Primera Guerra Mundial, bajo una estructura donde están representados tanto las autoridades
de los países, como de los empresarios y los trabajadores. La OIT ha sido fuente de estudios, políticas y
recomendaciones para dignificar y promover el trabajo humano en todas sus manifestaciones. Y justo en este año
2019 cumple un centenario desde su nacimiento, en momentos en que como nunca antes está en discusión la
naturaleza y el futuro del trabajo. Todo esto hace de la OIT un organismo especial, pluralista y diverso, que oficia de
foro global en la permanente tarea de predicar y promover la mejora del trabajo. 

Una síntesis apropiada de este camino de organización del trabajo en el siglo XX es el Programa Estratégico de
Trabajo Decente que lleva adelante la OIT (2016, https://bit.ly/2MJFLG4), en sintonía con el Objetivo Número 8 de
Desarrollo Sostenible de la ONU (s.f., https://bit.ly/2MJSpF0) (Trabajo Decente y Crecimiento Económico) y que
tiene los siguientes objetivos globales, respaldados por múltiples acciones y programas en marcha:

Promover las oportunidades de trabajo decente.

Mejorar la protección social.

Fortalecer la actividad tripartita y el diálogo social.

Garantizar los principios y derechos laborales fundamentales.

Bajo estos grandes objetivos globales, la OIT invita a cada país a desarrollar sus propios programas de trabajo
decente y a reportar sus resultados anualmente para monitorear el avance de ese Objetivo 8 de Desarrollo
Sostenible de la ONU, con el que la gran mayoría de los países del mundo se han comprometido para el año 2030.
Nunca el mundo estuvo tan organizado y activo para avanzar en la construcción de trabajo decente para las
personas. Las metas son ambiciosas: crear más de 600 millones de trabajos en el mundo para 2030, solo para
seguir el ritmo del crecimiento de la población en edad de trabajar, es decir 40 millones de trabajos por año. Y
también mejorar las condiciones de 780 millones de personas que trabajan pero no superan el umbral de U$$ 2
diarios para salir de la pobreza.

Video 1. Programa Trabajo Decente de la OIT


La labor de la OIT

Fuente: Zarmarimas [Zarmarimas]. (7 de julio de 2009). No fue culpa tuya. [YouTube]. Recuperado de


https://www.youtube.com/watchlist=PL51XsftZ_Jy3FWshrwlXVe1FDPk4l2Dqi&time_continue=214&v=R6eoqFbcknY&feature=emb_logo[FS1] 

 Podemos ver reflejado mucho de este camino de construcción social del trabajo en distintas
actividades o sectores del trabajo. Especialmente, por ejemplo, en el sector de la gastronomía, que
es muy intensivo en mano de obra para distintos roles y ha sido a lo largo de la historia, en el país y
en el mundo, objeto de abusos y discriminaciones por parte de la patronal. Se trata de un rubro con
jornadas de trabajo largas y complejas en cuanto a franjas horarias y con tendencias históricas a
retacear el salario en virtud de la existencia de las famosas propinas, que generalmente se dejan en
cabeza de los mozos, pero que en muchos casos se comparte con diversas fórmulas entre todo el
equipo de un local o empresa gastronómica. 

Por ejemplo, en Argentina a principios de siglo, comienzan a proliferar las instancias de


sindicalización de trabajadores del rubro, como cocineros, mozos, barmans, mucamas, etc. Recién
en 1948 se constituye la Federación Argentina de la Industria Hotelera (FOAIH), agrupando bajo su
organización a todos los gremios específicos que se habían creado en los últimos 40 años. Y en
1999 adquiere su formato final como Unión de Trabajadores Hoteleros y Gastronómicos de la
República Argentina (Utgra). Esta representación sindical más integral, que ha seguido modelos de
otras partes del mundo, ha sido en general muy efectiva en impulsar la dignificación y
fortalecimiento del trabajo gastronómico, especialmente a través de soluciones y regulaciones
vinculadas a las categorías de los distintos roles en empresas gastronómicas y hoteleras, la
consideración de las propinas y su relación con los salarios, las indemnizaciones por despidos y la
duración de las jornadas de trabajo, especialmente del llamado turno noche, y las horas extras que
deben abonarse al trabajador por encima del salario, etc. 

Es la gastronomía una actividad por demás relacionada a nuestros consumos habituales de


alimentación, esparcimiento y descanso, un sector que simboliza la construcción social del trabajo
que la humanidad ha transitado durante el siglo XX.
LECCIÓN 2 de 4

El trabajo en plena transformación a principios del siglo XXI

Ese siglo de avances sostenidos en la construcción social del trabajo, comenzó a mostrar signos de agotamiento a
finales del mismo. Justo cuando la Humanidad parecía haber logrado ciertos consensos en torno a la democracia
liberal y la economía de mercado, luego de la caída del Muro de Berlín y el fin de la Guerra Fría, comenzaron a crecer
las opiniones e indicadores negativos en torno al mundo del trabajo humano, que tantos progresos había
evidenciado durante las décadas previas. 

Un libro de 1995, el “Fin del Trabajo”, del autor que ya hemos citado en el módulo anterior, Jeremy Rifkin, llegó para
reflejar esta especie de cambio de tendencia. La capacidad de la humanidad para seguir protegiendo y expandiendo
el trabajo humano comenzaba a estar seriamente amenazada. Este autor recoge la tesis histórica acerca de que, en
virtud del cambio tecnológico, cada vez serán necesarios menos trabajadores para producir los bienes y servicios
que necesitamos y que, a diferencia de otras épocas o revoluciones tecnológicas, esta vez sería muy difícil que los
trabajadores desplazados fueran reabsorbidos por otras actividades o trabajos que pudieran crearse. 

Por otra parte, Rifkin (1995) fue uno de los primeros en advertir que esta revolución tecnológica ya no se limitada,
como las anteriores, a reemplazar trabajadores de baja calificación (obreros, peones de agricultura, operarios en
general) sino también a aquellos que ocupaban roles con mayor utilización de las capacidades cognitivas frente a
las físicas. Es decir, nunca antes la humanidad había tenido que enfrentar el desafío de pensar la reconversión y
recreación laboral de tantas personas juntas y de tanta diversidad en sus perfiles y calificación. 

A partir de Rifkin, muchos autores, analistas y proyectos de investigación comienzan a profundizar sobre la
transformación del trabajo y a fundamentar con evidencias las miradas negativas sobre el mismo. Podemos
sintetizar tres grandes fenómenos propios de esta nueva revolución industrial, caracterizada por la extrema
digitalización, que abrían una época de complicaciones severas para la sustentabilidad del trabajo humano:

A. La carrera por el crecimiento y la productividad no siempre alimenta un círculo virtuoso (tan


propio del siglo XX, especialmente de los años de Posguerra) de consumo y empleo. Comenzaba a
evidenciarse que ya no es tan lineal la secuencia de producir más con menores recursos, e impulsar
la demanda de bienes y servicios, y a partir de esa expansión de demanda aumentar la producción y
el empleo. Comienzan a haber en la Humanidad fuertes comunidades que promueven consumos
responsables y más medidos, la economía colaborativa comienza a priorizar el uso limitado de los
bienes en lugar del desenfreno por poseerlos y los costos decrecientes impulsan con más fuerza que
nunca los precios bajos o bien la gratuidad de productos y servicios (que como ya expresamos en el
módulo anterior, revisten especial interés para los consumidores, pero conllevan el riesgo de
disminuir u obturar los procesos de inversión y empleo creciente).

B. La tercera revolución industrial, en su fase más madura, y la cuarta revolución en sus primeras
etapas, tienen el común denominador de reemplazar átomos por bits. Es decir, abren y espiralizan
el mundo de las computadoras. Con múltiples beneficios en materia de procesamiento, trabajo en
equipo y gestión de la información y el conocimiento, sin lugar a dudas. Pero también con una
inevitable propensión a adoptar actividades y tareas que seres humanos realizaban de forma total o
parcial, de forma directa. No existen sectores o actividades inmunes a esta irrupción de sistemas o
artefactos tecnológicos que propongan tomar a su cargo, con beneficios de costos e incluso de
calidad, actividades que nos eran propias, de forma cada vez más agresiva.

c. La globalización, verdadero mantra del mundo conectado y plural, comienza también a mostrar
que tiene un correlato creciente de impacto asimétrico entre países y regiones. En otras palabras,
la globalización avanzada y la expansión del comercio por todo el planeta, arrojan ganadores y
perdedores. La expectativa de que los países y regiones puedan destacarse de forma progresiva en
aquellas creaciones de valor que mejor hacen, exportarlos, y generar las divisas para importar todo lo
que necesitan y que otros países del mundo hacen mejor y más barato, se ve erosionada por las
distintas velocidades, escalas y políticas de los países, especialmente de aquellos que mayor
desarrollo tecnológico o poder político para imponer condiciones, tienen. Mientras países como USA,
Alemania o Japón pueden explotar a fondo sus ventajas en la economía del conocimiento y vender al
mundo valor agregado que genera nuevas oportunidades de trabajo, otros países de enorme tamaño
como China o India, se llevan las fábricas del mundo a partir de su dotación masiva y barata de
recursos humanos. Hay muchos matices y oportunidades para otros países, pero la asimetría emerge
como un problema relevante para que todos puedan encontrar beneficios sustentables en el
comercio internacional y generar empleo creciente en consecuencia.

Así, estamos en presencia de un proceso muy relevante. Y por ello, uno de los grandes expertos de la economía
mundial,   Dani Rodrik[MMD1]   (Las Paradojas de la Globalización, Antoni Bosch), han expresado en varias
oportunidades que el éxito de la globalización con aceleración tecnológica, dependerá de la creación de modelos
que aseguren un reparto equitativo de los dividendos digitales. Es decir, que los frutos de esta expansión de la
productividad y la comercialización internacional, gracias a las tecnologías, puedan generar mejores oportunidades
laborales para las mayorías. 

Los tres grandes fenómenos que acabamos de describir se combinan de forma muy fluida y van construyendo el
escenario de luces y sombras en el que hoy nos encontramos en materia de trabajo humano. Como ya hemos
expresado, los procesos humanos deben ser leídos y analizados en forma de película, es decir, en movimiento a
partir de sus estados presentes, pero sobre todo su evolución y proyecciones. No obstante, si miramos la foto de
hoy para caracterizar en líneas generales la realidad del trabajo humano a escala global, podemos encontrar lo
siguiente:
Desacople entre empleo y trabajos:

Estamos pasando de un mercado de trabajo caracterizado por una mayoría de personas que accedían a empleos estables, permanentes y en
relación de dependencia, a uno donde cada vez más se verifican configuraciones de varios trabajos complementarios en cabeza de las
mismas personas. Es decir, nuevas modalidades de trabajo emergen y se combinan con distintas características e intensidades según el
rubro y cada persona. Tienen en común que suelen ser a tiempo parcial, bajo demanda y bajo esquemas contractuales más flexibles, o bien
en forma independiente.
 
Según cifras de la consultora Deloitte (Liderando la Empresa Social: reinvención con un Enfoque Humano, 2019), el 20% de la fuerza laboral
del mundo ya se encuentra encuadrada dentro de estas nuevas modalidades, más flexibles e independientes. Más aun en USA, país que está
viviendo una verdadera revolución avanzada de transformación del trabajo, donde ya el 35% del trabajo se explica por este tipo de
modalidades. Prácticamente la totalidad del crecimiento del empleo en los últimos 10 años (recordemos que es un país que está en lo que se
conoce como pleno empleo) puede ser explicado por los “acuerdos alternativos de trabajo”, contratos que reflejan este tipo de relaciones
laborales más contingentes y flexibles (9 millones de personas que trabajan de esta forma entre 2005 y 2015).
 
Todos los trabajos en forma independiente o cuentapropista entran dentro de esta categoría que no para de crecer y responde a nuevas
modalidades. Inclusive, el llamado empleo en plataformas o bajo demanda, como se conoce al trabajo de personas a través de los encargos
de plataformas tecnológicas para distintas necesidades de los usuarios, como Rappi, Uber, Glovo, Lift, etc. Esta expansión de modalidades
independientes genera fuerte polémica actualmente y muchas iniciativas de regulación para proteger y acompañar a las personas que se
desenvuelven a través de las mismas.

Expansión de las desigualdades en el mercado laboral:

Como una extensión de la temática general de desigualdades que tratamos en la lectura anterior, se produce en el mercado de trabajo una
brecha creciente en lo que podemos considerar los mejores empleos, mejores pagos, y bajo condiciones de alta satisfacción para el
trabajador, y los peores, cuyas remuneraciones no crecen o lo hacen de forma raquítica, y que transcurren en condiciones deficitarias para el
trabajador.
 

Las estadísticas reflejan de forma clara que los trabajos más calificados, en danza con las nuevas tecnologías, crecen en remuneraciones y
condiciones de trabajo. Y en general, las economías tienen dificultades para cubrir la totalidad de la demanda (programadores de software,
científicos de datos, expertos en biotecnología, expertos en computación en la nube, etc.). Por otro lado, los trabajos del medio, como
administrativos, contables y muchos otros, tienen grandes dificultades para sostenerse si no se reconvierten hacia otras funciones mejor
remuneradas. Y los trabajos de la base de la pirámide, como operadores, ordenanzas, recolectores, personal de atención y soporte, en general
se sostienen al no ser reemplazados totalmente por las máquinas aun, pero con remuneraciones decrecientes.
 
Los trabajos más favorecidos comienzan a conocerse como SuperJobs. Requieren de una combinación de habilidades técnicas y humanas
(blandas), y son menos operativos y más interpretativos, orientados a servicios y a la resolución de problemas de forma creativa. Hablamos
de managers, arquitectos, analistas, diseñadores, científicos, etc. Los trabajos menos favorecidos sufren aun esquemas de tareas repetitivas,
con controles y estándares asfixiantes y bajos entrenamientos Y muchas veces suelen perder su condición de estabilidad y relación de
con controles y estándares asfixiantes, y bajos entrenamientos. Y muchas veces suelen perder su condición de estabilidad y relación de
dependencia por esquemas de contingencia y precariedad muy marcadas.

Automatización de tareas:

Entre los costos y el valor. Ya hemos expresado que una buena parte del impacto de las revoluciones tecnológicas tercera y cuarta, tiene que
ver con la inserción de tecnologías en los procesos productivos y de servicios. Ergo, las máquinas toman tareas a su cargo de forma
creciente. Hemos entendido en los últimos años con más claridad, que todos los trabajos tienen tareas específicas que son propensas a ser
absorbidas por las tecnologías, es decir, más que un reemplazo de trabajos enteros (que también sucede, por cierto) se trata de un fenómeno
de cambio en la manera de trabajar para todas las ocupaciones dado que siempre hay tareas que conviene, por razones de menores costos y
mayor calidad, entregarlas a dispositivos tecnológicos.
 
Diversidad de estudios expresan que entre 65% y 80% de todas las tareas que ejecutamos en el mundo del trabajo podrían ser ejecutadas por
tecnologías de forma más eficiente. Las que menos pueden ser reemplazas son aquellas que mayor componente de variabilidad, interacción
e incertidumbre tienen. Esto genera temor y expectativas al mismo tiempo. No habrá manera de sostener tareas que las maquinas hacen
mejor y más barato, pero existen enormes oportunidades de que podamos rentabilizar nuestro tiempo laboral haciendo tareas que requieren
mejor uso de nuestras capacidades más humanas.
 
Esta ambivalencia se traduce en una doble opción cada vez más visible para las empresas: incorporar tecnología para reemplazar horas de
mano de obra y bajar costos. O hacerlo para diseñar mejores productos, negocios, y procesos de atención y retención de clientes. Es decir,
hacerlo solo para mejorar la rentabilidad de los negocios actuales, o hacerlo para potenciar la dinámica del capitalismo más puro: crear valor

y satisfacer necesidades humanas. Mientras una primera etapa de automatización digital tuvo un claro predominio de la perspectiva del
costo, comienza a haber cada vez más manifestaciones que ponen primero al valor, generando grandes oportunidades para el desempeño
humano, de la mano de las nuevas tecnologías.

Nuevas habilidades para el mundo del trabajo y arbitrajes entre oferta y demanda en el mercado de trabajo:

Se acumulan evidencias diariamente acerca de las competencias más necesarias para los trabajos que crecen en esta economía y la
sociedad del conocimiento. En la próxima lectura vamos a profundizar sobre ello. Alcanza en este punto con expresar que, si bien hay
muchas clasificaciones de esas habilidades decisivas para los trabajos de hoy, es inexorable poner el foco en las llamadas habilidades
blandas, personales e interpersonales. Por supuesto que las competencias técnicas necesarias para cada posición laboral siguen siendo
importantes, pero la relevancia mayor según la demanda del mercado, la tienen ese conjunto de habilidades relacionadas con nuestra más
profunda humanidad, como comunicación, empatía, negociación, creatividad, trabajo en equipo, manejo de la incertidumbre, etc.
 
El conocimiento que una persona pueda tener en cualquier campo o rama disciplinar queda obsoleto con mayor frecuencia que nunca antes.
Estamos conminados a ser aprendices permanentes. En cambio, las competencias vinculadas al dominio personal, interpersonal, y
emocional, son bases cada vez más firmes y necesarias para acceder a distintos trabajos, lograr buenos desempeños y ampliar el potencial
de las personas En este marco el mecanismo de “arbitrar” entre la oferta de trabajadores y la demanda de ellos se hace cada vez más
de las personas. En este marco, el mecanismo de arbitrar entre la oferta de trabajadores y la demanda de ellos, se hace cada vez más
dinámico y flexible. Se requiere mucha data para conocer las habilidades de las personas en cada momento y cruzarlas con las que
demandan los trabajos en la sociedad del conocimiento. Los rezagos que existan en las habilidades existentes frente a las demandadas,
pueden cubrirse con acciones focalizadas que permitan a las personas desarrollarlas rápidamente. Y ello es lo que comienza a hacerse con
mucha fuerza en el mundo a través de distintas plataformas educativas.

Trabajo no remunerado o poco remunerado por el mercado:

Otro elemento que caracteriza este presente en plena transformación del mercado laboral global, tiene que ver con la expansión de roles y
actividades que usualmente no son remuneradas por mecanismos de mercado, pero que no pueden ser encasilladas en actividades propias
del ocio o del voluntariado. De la mano de las nuevas economías y especialmente de esta instancia colaborativa y de bienestar común que
explicaba Rifkin (1995) y otros autores, se revalorizan y expanden una multiplicidad de actividades que agregan valor, satisfacen a quienes
las ejecutan, pero tienen limitaciones o restricciones para ser “vendidas” en el mercado bajo los criterios habituales de oferta y demanda.
 
Trabajos comunitarios, cuidados de niños propios o ajenos, apoyo educativo para niños, asistencia personal a personas con necesidades de
acompañamiento, tareas de enfermería y cuidado de personas, etc. Estas y otras actividades están en pleno análisis bajo la expectativa de
consolidarlas dentro del mundo del trabajo, especialmente si las tecnologías seguirán haciendo mucho del trabajo repetitivo en reemplazo de
personas. Más tiempo humano queda disponible para este tipo de tareas usualmente no remuneradas. La innovación pasa por encontrar
mecanismos para financiar estos trabajos para millones de personas. Y allí el rol del Estado es imprescindible, quizás no para contratar de
forma directa (empleo público) sino para que generar los marcos e incentivos para que ello sea posible.

El desacople entre empleo y trabajos que hemos planteado como una de las características de la transformación que vive

actualmente el mundo laboral, implica que:

Hay menos trabajo para la gran mayoría de las personas.

El trabajo se hace necesariamente más precario o con menos protección.

Cada vez más personas tendrán trabajos bajo distintas modalidades en lugar de un empleo permanente
y estable.

SUBMIT
Figura 1. Evolución de empleos según su calificación

Fuente: El País, 2019, https://bit.ly/34VBBBj  

De esta forma, estamos ante un mundo del trabajo en plena transformación. Y es por ello que tanto se habla y
especula sobre el trabajo del futuro. Como elemento final, podemos expresar que en el escenario actual, sin hacer
futurología, es cada día más importante que el mundo pueda procesar un cambio de paradigma: ha llegado quizás la
hora de proteger más a la persona del trabajador, que al trabajo en sí que en cada momento de su vida le toque
realizar. Mientras la persona es permanente, y necesitará cada vez mayor apoyo, formación y sostén para seguir el
ritmo de los cambios, el trabajo específico empezará y terminará varias veces en la vida de una persona.

 Todos estos movimientos que transforman el mundo del trabajo en la actualidad, aplican con amplia
vigencia en el trabajo gastronómico y sus múltiples roles o posiciones. Aunque tradicionalmente
este sector ha sido intensivo en mano de obra para la gran mayoría de los trabajos que agrupa en su
interior, claramente la automatización está llegando a todos ellos, apropiándose de tareas
específicas. 
Muchos estudios de mercado están mostrando que si bien los consumidores valoran, a la hora de
concurrir por servicios gastronómicos, los servicios personalizados, también valoran mucho la
rapidez, la precisión en la entrega de los pedidos, y la conveniencia de pantallas táctiles para
concretar sus encargos. Especialmente se registra en los jóvenes que hacen de móviles y tabletas el
centro de su vida. Esta creciente preferencia de mercado, refuerza la situación de la baja de costos
frente a las regulaciones laborales que han encarecido el trabajo gastronómico a la luz del proceso
de protección social del trabajador propio del siglo XX. 

La empresa norteamericana Momentum Machines, desde el año 2009 desarrolla robots capaces de
cocinar hamburguesas, agregarles vegetales, salsas, y colocar todo dentro del pan. La empresa se
jacta de que sería imposible servir hamburguesas de tan buena calidad y a tan buen precio sin la
automatización culinaria. Si esta tecnología se expande exitosamente, se calcula que 3.6 millones
de empleos en cadenas de comida rápida en USA podrían desaparecer. 

Como correlato, también los movimientos en este mercado laboral confirman las hipótesis positivas
de la transformación, que podemos y debemos expandir. Muchos restaurantes y empresas
gastronómicas del mundo están embarcadas en la construcción de valor a partir de la
diferenciación, los nuevos servicios, blend de productos, y distintas implementaciones que requieren
de posiciones laborales de mayores capacidades. Asesores culinarios o nutricionistas que recorran
mesas con información y consejos, camareros especializados en experiencias interculturales,
analistas de datos del comportamiento del consumidor gastronómico, especialistas en contenidos
para generar engagement en redes sociales, chefs especializados en distintas técnicas y escuelas
de cocina, etc. 

Todo esto y mucho más, está en marcha con distintas velocidades y características en el mercado
gastronómico. Seguramente habrá mucho empleo y oportunidades de trabajo independiente aquí,
pero dependerá de crear los modelos y regulaciones que los hagan posible a la escala que se
necesitan, en danza con las tecnologías.
LECCIÓN 3 de 4

Una mirada sobre el futuro del trabajo

Los distintos elementos que caracterizan el trabajo en la actualidad están en movimiento, es decir, son parte de
procesos de transformación que recién comienzan. Por ende, mucho del futuro del trabajo que tantas páginas y
minutos de las reflexiones de expertos ocupa hoy en todo el mundo, dependerá de la evolución y desenlace de
dichos procesos. 

No obstante, hay un factor que emerge como el gran común denominador de los pronósticos acerca de los trabajos
del futuro: la danza de humanos con tecnologías. No hay dudas que, en el campo o en la industria, en las finanzas o
la economía social, en la empresa o en el Estado, en relación de dependencia o de forma independiente, etc.,
trabajaremos montados sobre tecnologías que nos permitirán acceder a plataformas, información, reportes y
herramientas para hacer mejor la parte que nos toca como humanos, dejando en manos de ellas todo aquello que
resuelven con menores costos u mayor eficacia. 

Las grandes preguntas son: ¿habrá lugar para todos en esos procesos de trabajo del futuro donde una buena parte
de las tareas están a cargo de robots y sistemas? Los trabajos que se pierden, reemplazados por la automatización,
¿podrán ser reemplazados por esos nuevos que se prometen, más analíticos y de valor agregado? ¿O quizás ya no
sea imprescindible que todos trabajemos en el sentido tradicional del término, dado que la productividad
tecnológica generará la riqueza que necesitamos para distribuirla entre todas las personas bajos nuevos modelos
que puedan crearse y regularse desde el Estado? ¿O será un mundo de mayoría independiente, trabajando en forma
de cuentapropistas, por proyectos, sin urgencias ni horarios insoportables, apoyados en nuestros celulares,
software barato, e impresoras 3D? 

Es muy pronto aún para hacer pronósticos, porque esta cuarta revolución industrial y tecnológica recién empieza y
todavía conocemos poco acerca del alcance real de la inteligencia artificial. Pero si podemos decir que cada día se
ve con más claridad que cuando se llega a nuevas tecnologías en producción, es decir, que se pasa de la fase de
prototipos y comienzan a ser usadas en procesos de trabajo, emerge la necesidad de nuevas tareas humanas no
contempladas debidamente antes que ellas existieran. Es lo que se conoce como la última milla de la tecnología:
siempre requiere de tareas humanas para ser configuradas, preparadas, aprovechadas, interpretadas y
mantenidas. Pero ello requiere de preparación de las personas para una rápida y amplia adopción de las
tecnologías, lo cual puede hacerse sin mayores dificultades. 

Donde aparecen los mayores riesgos, y donde el ingenio y la capacidad organizada de los seres humanos, a través
de sus autoridades públicas, se pondrá a prueba con mayor crudeza, será en el camino para subir a todas las
personas, especialmente a los de estratos más bajos, a esos trabajos de mayor calidad en reemplazo de los
trabajos feos, sucios y aburridos del pasado.  

Allí está el gran desafío y donde distintos aspectos nos permiten ser optimistas, a pesar de la dura transición que
tenemos por delante. Estos aspectos son:

El potencial de la economía social (que hemos visto en el módulo anterior).

Los sectores de la economía que prometen necesitar cada vez más mano de obra a pesar de la
tecnología (por ejemplo, la economía de los cuidados, que va a generar millones de empleos futuros
vinculados a enfermerías y rehabilitaciones).

La creación de esos nuevos empleos basadas en las nuevas tecnologías y especialmente la


inteligencia artificial. Según datos del Foro Económico Mundial (citado en El País, 2019,
https://bit.ly/34VBBBj) para 2022 se crearán 50 millones más de empleo de los que se habrán
destruido.

La expansión esperable del trabajo por proyectos, independiente, a tiempo parcial, bajo demanda,
que si bien nos obligará a movernos en terrenos más flexibles y menos previsibles, puede ayudarnos
a construir el bienestar de ese sueño eterno de la humanidad que hemos mencionado anteriormente:
dejar de vivir para trabajar, y trabajar solo para vivir, como cada uno quiera, pueda, y sienta. 

Podríamos estar yendo hacia un mundo inmensamente rico, donde la gente no necesite
trabajar, o solo algunos que así lo quieran trabajarán en las artes, las humanidades, los
deportes, la meditación u otras actividades destinadas a hacernos la vida más
placentera. En síntesis, la automatización del trabajo y los robots podrían llevarnos a un
futuro triste, como el de los caballos, o a un mundo feliz, donde ya nadie tenga que
trabajar contra su voluntad o en trabajos indeseables. (Oppenheimer, 2019, p.65).

Una de las grandes esperanzas de la expansión tecnológica a futuro es que funcione y se multiplique lo que se conoce como la

“última milla de la tecnología”, que implica:

Que la tecnología no reemplaza tareas ni trabajo humano.

Que la tecnología siempre requiere tareas humanas complementarias que antes de su introducción no
estaban debidamente identificadas o cubiertas.

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 Siguiendo con el análisis del trabajo aplicado al sector de la gastronomía:  

Mirando al futuro, si los precios de los robots que hacen pizzas en USA caen como
todos los demás precios de productos tecnológicos, ¿qué pasará cuando se vendan
robots cocineros que cuesten 2000 o 3000 dólares, trabajen turnos de 24 horas, y no se
tomen vacaciones? ¿Cómo podrán competir con ellos los restaurantes con cocineros
humanos, que en USA cobran sueldos de alrededor de 40000 dólares al año? Lo más
probable es que veremos cada vez más restaurantes automatizados. Siempre seguirán
existiendo restaurantes artesanales para quienes estén dispuestos a pagar más, pero
la tendencia de los robots cocineros será difícil de parar (Oppenheimer, 2019, p.112).

Podemos agregar a esta reflexión de Oppenheimer, que el futuro del trabajo en este sector de la
gastronomía, como en tantos otros, depende de múltiples situaciones que se pueden aprovechar
para convertirlas en oportunidades. Vemos a futuro nuevos roles necesarios para gestionar
negocios de gastronomía con tecnología, vemos una fuente inagotable de innovación mezclando
alimentos, culturas, experiencias. Vemos nuevos modelos y formatos de negocios que puede tener
éxito (deliverys, plataformas, restos temáticos, autoservicios, coworking de cocineros, etc.). Y sobre
todo vemos una fantástica combinación de humanos compartiendo tareas con tecnologías y robots,
en lugar de a estos copando las nóminas laborales en el sector. De nosotros depende.
LECCIÓN 4 de 4

Referencias

El País (2019). Entre el buen trabajo y el empleo basura en la era de los robots. Recuperado de
https://elpais.com/economia/2019/11/14/actualidad/1573727513_890411.html

Galeano, E. (1989). El libro de los Abrazos. México: Siglo XXI Editores

Oppenheimer, A. (2019). ¡Sálvese quien Pueda! El futuro de trabajo en la era de la automatización. Argentina: Editorial
Debate.

Organización Mundial del Trabajo  (2016). El Plan estratégico de la OIT para el 2018-2021. Recuperado de
https://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/---ed_norm/---relconf/documents/
meetingdocument/wcms_531676.pdf

Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (s.f.). Objetivo 8: Trabajo decente y crecimiento económico.
Recuperado de https://www.undp.org/content/undp/es/home/ sustainable-development-goals/goal-8-decent-work-
and-economic-growth.html

Rifkin, J. (1995). El fin del trabajo. Nuevas tecnologías contra puestos de trabajo: el nacimiento de una nueva era.
Recuperado de https://s7d00f109a9e98130.jimcontent.com/download/version/
1336274934/module/6066165182/name/Jeremy%20Rifkin%20-%20El%20Fin%20del%20Trabajo. pdf

Rodrik, D. (2018). Las Paradojas de la Globalizacion. Editorial Antoni Bosch. 

Deloitte, Liderando la Empresa Social: reinvención con un enfoque humano. Tendencias Globales de Capital Humano
2019. https://www2.deloitte.com/content/dam/Deloitte/cr/Documents/ human-capital/estudios/HCTrends2019-
esp.pdf

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