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nacimiento a los cinco años. La primera infancia marca el periodo más significativo en la formación
del individuo, puesto que en ella se estructuran las bases del desarrollo y de la personalidad, sobre
las cuales las sucesivas etapas se consolidarán y se perfeccionarán. En este sentido, la calidad y
cantidad de influencias que reciban los niños y niñas del entorno familiar los moldearán de una
forma casi definitiva.
El entorno de socialización inicial más importante para el infante y que precede en el tiempo a
cualquier otro entorno social lo constituye el entorno familiar, la familia como agente socializador
incide directamente en la formación de hábitos y conductas para llevar un estilo de vida saludable,
si la familia por medio del dialogo, la sana alimentación, la compañía y el ejemplo enseñan buenas
prácticas alimenticias, deportivas y también de higiene. Los infantes vivirán diversas experiencias en
pro de su salud de manera significativa y las harán parte de su vida.
Es importante que los padres lleven una vida activa y con hábitos sanos en la que los niños infantes
que si lo hace el adulto él también puede aprenderlo. Es decir, si la familia practica hábitos
saludables es mucho más fácil convencer a los infantes de que hagan lo mismo.
La adquisición sobre los patrones de comportamiento, conocimientos y actitudes se realizan en gran
parte por el aprendizaje vicario o llamado también aprendizaje social: es aprender o educarse
mediante la observación a otros individuos. Para Bandura, la mayor parte de la conducta humana
se aprende por observación mediante modelado. Cabe indicar que, entre más pequeños son los
niños, son más receptivos a la influencia y al aprendizaje de hábitos y rutinas de salud, y también a
los malos hábitos y conductas.
A continuación, veremos un vídeo que nos habla más sobre el aprendizaje vicario y de su autor
Albert Bandura:
Es evidente que los niños son el reflejo de las acciones y comportamiento de los padres, por ello, es
importante que el actuar de los padres esté siempre orientado a proporcionar modelos dignos de
imitar por parte de aquellos que están en proceso de desarrollo personal.
Es necesario que las relaciones entre padres e hijos, durante la primera infancia, sean experiencias
positivas y constructivas, basadas en afecto, confianza, respeto y buena comunicación, de manera
que favorezcan a la formación de hábitos y conductas sanas, y el infante lo considerara como
aspectos básicos para un estilo de vida saludable y que rechacen las pautas de comportamiento que
impidan la adquisición de un bienestar físico y mental.
HABITOS SALUDABLES:
ACTIVIDAD FÍSICA
El juego es una herramienta educativa que permite a niños y niñas aprender nuevos conocimientos
de forma agradable y tranquila.
ALIMENTACIÓN SALUDABLE:
Ha sido demostrado que los niños presentan una mayor predisposición a consumir alimentos
saludables y a llevar una vida activa si tienen el ejemplo de sus padres y de otros miembros de la
familia, además tienen la responsabilidad de escoger qué alimentos dar, con cuánta frecuencia y en
qué lugar. La clave es que sean ejemplo para los niños pues ellos aprenden a comer teniendo en
cuenta los patrones de alimentación que ven en el hogar (1). Padres y cuidadores deben
proporcionar diversidad de alimentos, que aporten los micronutrientes, vitaminas y minerales
requeridos para el desarrollo y bienestar de niños y niñas, como: carnes, pescado, huevo, leche y
productos lácteos, arroz, pan, pasta, frutas y verduras entre otras. Se puede recomendar el consumo
de vísceras una vez por semana para evitar la aparición de enfermedades como la anemia. Para
educar con la comida es muy importante que los niños aprendan a controlar el consumo de fritos,
sal y azúcar.
La alimentación debe hacerse, idealmente, en casa. La presentación de los alimentos puede ser
divertida, colorida y llamativa incluyendo frutas y verduras de todos los colores y en diversas
preparaciones. Es importante que los niños continúen recibiendo acompañamiento y motivación
por parte de padres y cuidadores a la hora de comer, pues ellos siguen aprendiendo mediante el
ejemplo recibido al interior del hogar
HIGIENE
L a salud bucal es mucho más que una sonrisa bonita, con dientes blancos y parejos, pues permite
que las personas cumplan funciones esenciales como alimentarse, comunicarse, socializar y
expresarse adecuadamente en los diferentes momentos del curso de vida. Además, contribuye
positivamente al bienestar físico, mental, social y en general aporta al desarrollo humano.
Durante la primera infancia los esfuerzos deben estar dirigidos a fortalecer los conocimientos,
actitudes y prácticas de salud bucal de los padres y cuidadores pues, a través de ellos, los recién
nacidos, niños y niñas aprenden e incorporan la rutina diaria de higiene bucal. Es importante que
esta rutina se realice en espacios amigables y de protección. Si los padres y cuidadores acompañan
con amor, los niños y niñas aprenderán acerca de la importancia de cuidarse y cuidar a los otros y
lograrán incorporar el hábito de salud bucal para toda la vida.
El adulto que está a cargo del cuidado del niño debe motivarlo con frases alentadoras, reconocer y
valorar los gestos positivos frente al hábito. El lugar y el momento son clave para lograr captar la
atención del niño o la niña, por eso se sugiere crear espacios en los que ellos puedan desarrollar
habilidades y dar respuesta a las necesidades propias de su edad. Si ven a los padres hacerlo,
aprenderán más fácilmente.
Por otro lado, es importante enseñar a tener precaución con la exposición al sol, y acostumbrarlos
a la utilización de protectores solares.
Acostumbre a los niños y niñas a lavarse las manos, incluidas las uñas, antes de tomar alimentos y
siempre después de haber ido al cuarto de baño o de venir de jugar.
Hay algunas que son excelentes, como dar un beso de buenas noches y otras que no lo son tanto,
como ponerle más atención al celular que a los niños.
Algunos de los malos hábitos en niños pequeños impactan directamente sobre su salud. Otros,
perjudican las relaciones y la convivencia. Lo cierto es que deben corregirse tempranamente para
que no se instalen definitivamente en los niños.
es una opción para dejar las malas costumbres de los niños, como por ejemplo saltarte comidas, ya
sea el desayuno o el almuerzo, ya que esto puede afectar su salud.