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Buenos días hermanos y hermanas.

El día de hoy me gustaría empexar leyendo


parte de la escritura que se encuentra en Doctrina y Convenio 41, el versículo 1;
dice, Escuchad y dad oído, oh pueblo mío, dice el Señor y vuestro Dios, vosotros
que me oís, y a quienes me deleito en bendecir con la mayor de todas las
bendiciones;
Algo muy importante que nos habla aquí es que Dios nos ama a todos y que está
dispuesto a bendecir a cada uno de sus hijos de grandes maneras. Leyendo el
discurso del Elder Dale G. Renlund de la conferencia de abril del 2019, él habla de
que muchas veces pensamos que las bendiociones vienen por la acumulación o
porque Dios ya ha elegido a quienes bendecir. Pero el afirma que Dios no trabaja
de esa forma y que no llegamos a entender la forma en la cuál el nos bendice.
Me gustaría usar el ejemplo que él da para poder entender mejor de la forma en la
que Dios nos bendice. Comparemos las bendiciones celestiales a un enorme
montón de leña. Imaginen en el centro un pequeño montículo de yesca, cubierto
por una capa de astillas de madera. Después hay palos, luego pequeños troncos y
finalmente troncos enormes. Ese montón de leña contiene una inmensa cantidad
de combustible, capaz de producir luz y calor durante días. Imaginen junto al
montón de leña una única cerilla, del tipo de las que tienen punta de fósforo.

Para que se libere la energía del montón de leña, es necesario encender la cerilla
y prender la yesca, la cual comenzará a arder rápidamente y hará que se
enciendan los troncos más grandes. Una vez que comienza la reacción de
combustión, esta continúa hasta que se quema toda la leña o hasta que el fuego
quede desprovisto de oxígeno.

Encender la cerilla y prender la yesca son pequeñas acciones que permiten que
se libere la posible energía de la leña. Nada sucede hasta que se enciende la
cerilla, independientemente del tamaño del montón de leña. Si se enciende la
cerilla pero no se acerca a la yesca, la cantidad de luz y calor liberada solo de la
cerilla es minúscula y la energía de combustión del montón de leña permanece sin
ser liberada. Si en algún momento no hay suministro de oxígeno, la reacción de
combustión se detiene.

Algo que podemos ver aquí es que para poder prender la fogata se necesita que
nosotros hagamos alguna acción. Nostros debemos actuar por medio de la fe para
que podamos ver nuestras bendiciones. No es actuar y hacer el bien solo para
recibir bendiciones, sino es poder hacer obras para demostrar nuestra fe a Dios. Y
algo muy importante es que Dios no nos pide un gran esfuerzo pero por ese
pequeño esfuerzo podremos recibir grandes bendiciones.

En Doctrina y Convenio 130 versículos del 20 al 21 dice, Hay una ley,


irrevocablemente decretada en el cielo antes de la fundación de este mundo,
sobre la cual todas las bendiciones se basan; y cuando recibimos una bendición
de Dios, es porque se obedece aquella ley sobre la cual se basa.
Dios nos ha dado una ley que debemos obedecer y al cumplirla aunque sea
mínima o ilogica para nosotros podremos recibir bendiciones. En eso me hace
acordar del pueblo de Israel. En uno de los relatos en Números, se nos cuenta que
Jehová envió serpientes ardientes y voladoras mientras ellos se hallaban en
camino a la tierra prometida. Si estas serpientes les picaba ellos podían morir,
pero Dios les dio una “Cura” la cual era mirar a una serpiente de Bronce y el que
viera sería sanado de la mordedura de la serpiente. Muchos de ellos pensaron que
cómo una serpiente de Bronce les iba a sanar y al no creer y hacer su mínimo
esfuerzo de mirar la serpiente murieron, mas los que hicieron ese mínimo esfuerzo
Dios los sano.

Nosotros podemos desencadenar grandes bendiciones. Algo importante es que al


ejercer nuestra fe y actuar las recibimos. Alma hijo cuando tenía gran pesar y
deseaba que esa culpa fuera quitada oro al Señor y él lo bendijo. Dios espera
escucharnos, él sabe las cosas que necesitamos o las cuales nos gustaría ser
bendecidos pero muchas veces es necesario poder orar para que él pueda saber
que es lo que necesitamos. Pero no es solo orar cuando necesitamos, porque en
ese caso tendríamos a Dios como el cajero automático de Bendiciones, donde
nosotros hacemos una oración, no hacemos nada más y recibimos la bendicipon y
solo recurrimos a él cuando neceistamos la bendicipon.

Para poder también recibir grandes bendiciones tenemos que ser constantes con
esas pequeñas obras. Con el todo los días hacer nuestras oraciones, leer las
escrituras, ayudar en la casa, tomar de la santa Cena, asistir a la iglesia, ministrar
y poder servir a los demás. Estas cosas son básicas y no demandan mucho
tiempo ni energía diarios de parte de nosotros. Me gustaeía relatarles la historia de
Michael y Mariam donde ellos nos muestran el cómo mantener con pequeños y
constantes actos de fe la hoguera de bendiciones encendida. Al principio de su
matrimonio, Michael y Marian no oraban ni asistían a la Iglesia. Estaban ocupados
con tres niños pequeños y una próspera empresa de construcción. Michael no se
consideraba un hombre religioso. Una noche, su obispo fue a la casa de ellos y los
animó a que comenzaran a orar.

Cuando el obispo se fue, Michael y Marian decidieron que tratarían de orar. Antes
de acostarse, se arrodillaron al costado de la cama y, con nerviosismo, Michael
comenzó. Después de algunas palabras entrecortadas de oración, Michael se
detuvo abruptamente y dijo: “Marian, no puedo hacerlo”. Cuando se puso de pie y
comenzó a alejarse, Marian lo agarró de la mano, hizo que se volviera a arrodillar
y dijo: “Michael, tú puedes hacerlo. ¡Inténtalo otra vez!”. Con ese estímulo, Michael
terminó una breve oración.

Los Holmes empezaron a orar con regularidad y aceptaron la invitación de un


vecino de asistir a la Iglesia. Cuando entraron en la capilla y escucharon el primer
himno, el Espíritu les susurró: “Esto es verdad”. Más tarde, sin ser visto y sin que
se le pidiera, Michael ayudó a sacar basura del centro de reuniones. Al hacerlo,
sintió una clara impresión: “Esta es Mi casa”.
Michael y Marian aceptaron llamamientos de la Iglesia y sirvieron en su barrio y
estaca. Se sellaron el uno al otro y sus tres hijos a ellos. Tuvieron más hijos,
llegando a un total de doce. Los Holmes prestaron servicio como presidente de
misión y compañera… dos veces.

La primera oración torpe fue una acción pequeña pero llena de fe que
desencadenó las bendiciones del cielo. Los Holmes alimentaron las llamas de la fe
al asistir a la Iglesia y prestar servicio. Las pequeñas acciones avivan nuestra
capacidad de caminar por la senda de los convenios y conducen a las bendiciones
más grandes que Dios puede brindar.

Recordemos también que el recibir bendiciones no es en el tiempo que nosotros


deseamos, esas bendiciones vienen después de haber “cumplido una ley de Dios
cómo nos mencionaba Doctrina y Convenios pero al tiempo de Dios, porque
aunque esperemos que sea inmediato no lo será, sino recordemos a Moisés a
quien se le mando a guiar al pueblo de Israel a la tierra prometida la cual nunca
habitó. Pero si no ha llegado alguna bendición tanto deseada pensando y
estrsandonos por que más debemos hacer sigamos el consejo de José Smith de
“[hacer] con buen ánimo cuanta cosa esté a [su] alcance; y entonces…
permanecer tranquilos, con la más completa seguridad, para ver… que se revele
su brazo”.

Testimonio…

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