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LA FUERZA VITAL

Las monedas de la vida

Con citas de EGW, libro,


Artículo
Indice
_Hace miles de años el hombre hombre tenía
mucha más fuerza vital.................................................................

_La fuerza Vital, capital de monedas prestado.....................

_La fuerza vital expele el veneno y correge


las condiciones causantes de la enfermedad .....................

_El cuidado de la madre y la herencia de fuerza vital........

_Al pasar los años el vigor disminuye dejando


menos vitalidad .............................................................

_Temperatura de la comida y la fuerza vital .......................

_Una honda pena doméstica y la fuerza vital ......................

_Consecuencias en la fuerza vital por la

_irregularidad en la hora de la comida ..........................................


_Gasto innecesario de fuerza vital por el exceso de comida

_Consecuencias de comer en exceso .....................................

Una sensación de hambre .....................................................

Exigencia de la fuerza vital del cerebro para que


auxilie al estomago de su recargo .......................................

Una sensación de hambre .....................................................

Esfuerzos cuidadosos en conservar el resto de


fuerza vital ............................................................................

Las mujeres poseen menos fuerza vital que los varones ..

El modo de hablar y la fuerza vital ..................................

Articulos, citas de libros adventistas sobre la fuerza vital


Hace unos miles de
años el hombre tenía
mucha más fuerza
vital
Dios dotó originalmente al hombre de una fuerza vital tan grande
que le ha permitido resistir la acumulación de enfermedad atraída
sobre la especie humana como consecuencia de hábitos pervertidos,
y ha subsistido por espacio de seis mil años. Este hecho es de por sí
suficiente para evidenciarnos la fuerza y energía eléctrica que Dios
dió al hombre en ocasión de su creación. Se requirieron más de dos
mil años de delitos y satisfacción de las pasiones bajas para hacer
sentir en grado apreciable la enfermedad corporal a la familia
humana. Si Adán, al tiempo de su creación, no hubiese sido dotado
de una vitalidad veinte veces mayor que la que los hombres tienen
actualmente, la especie, con sus presentes métodos de vida y sus
violaciones de la ley natural, se habría extinguido. Al tiempo del
primer advenimiento de Cristo, el género humano había degenerado
tan rápidamente, que acumuladas enfermedades pesaban sobre
aquella generación, y abrían paso a una marea de dolor y a una carga
de miseria indescriptible. EC 16.2
Me ha sido presentada la desdichada condición del mundo en la época
actual. Desde la caída de Adán, la raza humana se ha estado
degenerando. Me han sido mostradas algunas de las causas de la
deplorable condición presente de hombres y mujeres formados a la
imagen de Dios; y la comprensión de lo mucho que es menester hacer
para contrarrestar, aunque sea en pequeña escala, la decadencia física,
mental y moral, causó dolor y desaliento a mi corazón.
Dios no creó a la humanidad en su débil condición presente.
Este estado de cosas no es obra de la Providencia sino del
hombre; ha sido ocasionado por hábitos errados y abusos,
por la violación de las leyes que Dios estableció para regir la
existencia del hombre. Por ceder a la tentación de satisfacer
el apetito, Adán y Eva fueron los primeros en perder su
elevado, santo y feliz estado. Y a la misma tentación se debe
el que los humanos se hayan debilitado. Han consentido
que el apetito y la pasión ocupen el trono y reduzcan a la
esclavitud a la razón y la inteligencia. EC 17.1
La violación de la ley física, y su consecuencia, el sufrimiento
humano, han prevalecido por tanto tiempo, que hombres y
mujeres consideran el presente estado de enfermedad,
sufrimiento, debilitamiento y muerte prematura, como la
porción que tocara en suerte a la humanidad. El hombre salió
de las manos de su Creador perfecto y hermoso, y a tal punto
lleno de vitalidad, que transcurrieron más de mil años antes
de que sus apetitos corrompidos y pasiones, y la general
violación de la ley física, hiciesen sentir notablemente sus
efectos sobre la raza humana. Las generaciones más
recientes han sentido el peso de la enfermedad y los
achaques más rápida y duramente aún que cualquier otra
generación. La vitalidad ha quedado muy debilitada por la
satisfacción del apetito y la pasión lujuriosa. EC 17.2
Los patriarcas desde Adán hasta Noé, con pocas excepciones,
vivieron aproximadamente mil años. Desde los días de Noé,
la longevidad ha venido disminuyendo. En los días de Cristo
se llevaban a él de toda ciudad, población y aldea, enfermos
de toda clase de males para que él los sanara. Y la
enfermedad se ha mantenido invariablemente en aumento a
través de generaciones sucesivas desde aquel período.
Debido a la continuada violación de las leyes de la vida, la
mortalidad ha aumentado hasta un grado alarmante. Los
años del hombre se han acortado al punto de que la
presente generación baja a la tumba aun antes de la edad en
que las
generaciones que vivieron durante los dos primeros milenios
que siguieron a la creación entraran en la escena de sus
actividades. EC 18.1
La enfermedad ha sido transmitida de padres a hijos de una
generación a otra. Niños de cuna están miserablemente
perjudicados a causa de los pecados que cometieron sus
padres, en detrimento de su vitalidad. Han recibido en
herencia hábitos incorrectos en el comer y vestir y una vida en
general relajada. Muchos nacen dementes, deformes, ciegos,
sordos y un sinnúmero son deficientes intelectualmente. La
ausencia de principios que caracteriza a esta generación, y
que se manifiesta en su desprecio de las leyes de la vida y la
salud, es asombrosa. Prevalece la ignorancia sobre este
asunto, cuando la luz está brillando alrededor. La principal
ansiedad de los más es: ¿Qué comeré? ¿qué beberé? y ¿con
qué me vestiré? No obstante todo lo que se ha dicho y escrito
respecto de cómo debiera tratarse nuestro cuerpo, el apetito
es la gran ley que gobierna a hombres y mujeres, por regla
general. EC 18.2
Las facultades morales se debilitan porque los hombres y las
mujeres no desean vivir en obediencia a las leyes de la salud y
hacer de este importante asunto un deber personal. Los
padres transmiten a su posteridad sus propios hábitos
pervertidos y las repugnantes enfermedades que corrompen la
sangre y enervan el cerebro. La mayoría de las personas vive
en ignorancia de las leyes de su propio ser y satisface el apetito
y la pasión a expensas de su inteligencia y moralidad; y, al
parecer, desean permanecer ignorantes de los resultados de
su violación de las leyes naturales. Complacen el apetito
depravado haciendo uso de venenos de acción lenta, los cuales
corrompen la sangre y minan las fuerzas nerviosas, y en
consecuencia atraen sobre sí mismos las enfermedades y la
muerte. Sus amigos llaman al resultado de ese proceder
designios de la Providencia. Con ello ofenden al cielo. Se
rebelaron contra las leyes de la naturaleza y
sufrieron el castigo por abusar así de dichas leyes. Los
sufrimientos y la muerte prevalecen ahora por doquiera,
especialmente entre los niños. ¡Cuán grande es el
contraste entre esta generación y aquellas que vivieron
durante los primeros dos mil años! EC 18.3
La fuerza Vital,
capital de monedas
prestado
La intemperancia en el comer y beber, en trabajar y
en casi todas las cosas, existe por todas partes. Los
que hacen grandes esfuerzos para ejecutar cierta
suma de trabajo en un tiempo dado y siguen
trabajando cuando su criterio les dice que deberían
descansar, jamás son vencedores. Están viviendo de
capital prestado. Están gastando la fuerza vital que
necesitarán en un tiempo futuro. Y cuando se exija
la energía que emplearon con tanta imprudencia,
desfallecerán por falta de ella. Habrá desaparecido
la fuerza física; decaerán las facultades mentales. Se
darán cuenta de que han perdido algo, pero no
sabrán lo que es. Su tiempo de necesidad habrá
llegado, pero sus recursos físicos estarán agotados.
Todo aquel que viola las leyes de la salud, deberá
algún día sufrir en mayor o menor grado. Dios nos
ha dotado de fuerza corporal, necesaria en
diferentes períodos de nuestra vida. Si
imprudentemente agotamos esta fuerza por el
ajetreo constante, seremos perdedores algún día.
Nuestra eficacia se menoscabará, si acaso nuestra
vida misma no se destruye.—Consejos para los
Maestros Padres y Alumnos acerca de la Educación
Cristiana, 144, 145. La Temperancia, página 123
La fuerza vital expele el
veneno y correge las
condiciones causantes
de la enfermedad
Una práctica que prepara el terreno para un gran acopio de
enfermedades y de males aun peores es el libre uso de drogas
venenosas. Cuando se sienten atacados por alguna enfermedad,
muchos no quieren darse el trabajo de buscar la causa. Su principal afán
es librarse de dolor y molestias. Por tanto, recurren a específicos, cuyas
propiedades apenas conocen, o acuden al médico para conseguir algún
remedio que neutralice las consecuencias de su error, pero no piensan
en modificar sus hábitos antihigiénicos. Si no consiguen alivio inmediato,
prueban otra medicina, y después otra. Y así sigue el mal. MC 88.1

Hay que enseñar a la gente que las drogas no curan la enfermedad. Es


cierto que a veces proporcionan algún alivio inmediato momentáneo, y
el paciente parece recobrarse por efecto de esas drogas, cuando se debe
en realidad a que la naturaleza posee fuerza vital [ el cuerpo posee
fuerza vital] suficiente para expeler el veneno y corregir las condiciones
causantes de la enfermedad. Se recobra la salud a pesar de la droga,
que en la mayoría de los casos sólo cambia la forma y el foco de la
enfermedad. Muchas veces el efecto del veneno parece quedar
neutralizado por algún tiempo, pero los resultados subsisten en el
organismo y producen un gran daño ulterior. MC 88.2

Por el uso de drogas venenosas muchos se acarrean enfermedades para


toda la vida, y se malogran muchas existencias que hubieran podido
salvarse mediante los métodos naturales de curación. Los venenos
contenidos en muchos así llamados remedios crean hábitos y apetitos
que labran la ruina del alma y del cuerpo. Muchos de los específicos
populares, y aun algunas de las drogas recetadas por médicos,
contribuyen a que se contraigan los vicios del alcoholismo, del opio y de
la morfina, que tanto azotan a la sociedad. MC 88.3

La única esperanza de mejorar la situación estriba en educar al pueblo


en los principios correctos. Enseñen los médicos que el poder curativo
no está en las drogas, sino en la naturaleza [ en el cuerpo]. La
enfermedad es un esfuerzo de la naturaleza para librar al organismo de
las condiciones resultantes de una violación de las leyes de la salud. En
caso de enfermedad, hay que indagar la causa[ 01]. Deben modificarse
las condiciones antihigiénicas[ 02] y corregirse los hábitos erróneos[ 03].
Después hay que ayudar a la naturaleza [ al mismo cuerpo] en sus
esfuerzos por eliminar las impurezas[ 04] y restablecer las condiciones
normales del organismo [ 05]. MC 88.4
(Libro traducido como El Ministerio de Curación)
El cuidado de la madre y la
herencia
de fuerza vital
Si la madre se ve privada del cuidado y de las comodidades que merece, si se
le permite que agote sus fuerzas con el recargo de trabajo o con las congojas
y tristezas, sus hijos se verán a su vez privados de la fuerza vital, de la
flexibilidad mental y del espíritu siempre alegre que hubieran debido
heredar. Mucho mejor será alegrar animosamente la vida de la madre,
evitarle la penuria, el trabajo cansador y los cuidados deprimentes, a fin de
conseguir que los hijos hereden una buena constitución, que les permita
pelear las batallas de la vida con sus propias fuerzas. MC 290.5
Libro traducido como El Ministerio de Curación
No haya pesadas cortinas, ni enredaderas que, por muy hermosas que
sean, hagan sombra a las ventanas; ábranse éstas y sus persianas, y no
se deje que crezcan árboles tan cerca de la casa que quiten la luz del sol.
El sol podrá ajar cortinas y alfombras y deslucir los marcos de los
cuadros; pero en cambio hermoseará con los colores de la salud las
mejillas de los niños.

Quienes hayan de cuidar ancianos deben recordar que éstos, más que
nadie, necesitan cuartos abrigados y cómodos. Con los años, el vigor
declina y mengua la fuerza vital con que resistir a las influencias
malsanas. De ahí que sea tan necesario proporcionar a las personas de
edad mucha luz y mucho aire puro.

La limpieza escrupulosa es esencial para la salud del cuerpo y de la


mente. El cuerpo elimina continuamente impurezas por conducto de la
piel, cuyos millones de poros se obstruyen pronto con la acumulación de
desechos si no se la limpia por medio de frecuentes baños. Entonces las
impurezas que debieran evacuarse por la piel sobrecargan los demás
órganos de eliminación.

A muchas personas les aprovecharía un baño frío o tibio cada día, por la
mañana o por la noche. En vez de aumentar la propensión a resfriarse,
el baño, tomado debidamente, fortalece contra el frío, pues estimula la
circulación. La sangre es atraída a la superficie, de modo que circula con
mayor facilidad, y vigoriza tanto el cuerpo como la mente. Los músculos
se vuelven más flexibles, la inteligencia más aguda. El baño calma los
nervios. Ayuda a los intestinos, al estómago y al hígado, y favorece la
digestión.
Importa también que la ropa esté siempre limpia. Las prendas de vestir
que se llevan puestas absorben los desechos que el cuerpo elimina por
los poros, y si no se mudan y lavan con frecuencia, el cuerpo volverá a
absorber todas esas impurezas.

Cualquier forma de desaseo fomenta la enfermedad. Los gérmenes


mortíferos abundan en los rincones obscuros y descuidados, en los
desechos pútridos, en la humedad y el moho. No se toleren cerca de la
casa los desperdicios de verduras ni los montones de hojas caídas que se
pudren y vician el aire. No debe haber tampoco dentro de la casa cosas
sucias o descompuestas. En ciudades consideradas completamente
sanas, más de una epidemia de fiebre se debió a substancias pútridas
toleradas alrededor de la casa de algún propietario negligente.

La limpieza perfecta, la abundancia de sol, la cuidadosa atención a las


condiciones sanitarias de todo detalle de la vida doméstica, son
esenciales para librarse de las enfermedades y para alegrar y vigorizar a
los que vivan en la casa.
Al pasar los años el
vigor disminuye
dejando menos
vitalidad
Those who have the aged to provide for should
remember that these especially need warm,
comfortable rooms. Vigor declines as years advance,
leaving less vitality with which to resist unhealthful
influences; hence the greater necessity for the aged to
have plenty of sunlight, and fresh, pure air. MH 275.4

Libro: The Ministry of Healing


Temperatura de la comida y
la fuerza vital
Los manjares no deben ingerirse muy calientes ni muy
fríos. Si la comida está fría, la fuerza vital del estómago se
distrae en parte para calentarlos antes que pueda
digerirlos. Por el mismo motivo las bebidas frías son
perjudiciales, al par que el consumo de bebidas calientes
resulta debilitante.—El Ministerio de Curación, 235
(1905). CRA 125.5

[Se disminuye la vitalidad del estómago cuando éste


debe calentar mucho alimento frío—124] CRA 126.1

166. Muchos cometen un error al beber agua fría con sus


comidas. Los alimentos no deben ser lavados en el
estómago. Tomada con las comidas, el agua disminuye el
flujo de la saliva; y cuanto más fría, tanto mayor es el
perjuicio para el estómago. El agua o la limonada heladas,
tomadas en las comidas, detendrán la digestión hasta
que el organismo haya impartido suficiente calor al
estómago de manera que pueda reasumir su tarea.
Masticad con lentitud, permitiendo que la saliva se
mezcle con los alimentos. CRA 126.2

Cuanto más líquido se lleve al estómago con las comidas,


tanto más difícil será la digestión de los alimentos; pues
el líquido deberá ser primeramente absorbido.—
Christian Temperance and Bible Hygiene, 51; Counsels on
Health, 119, 120 (1890). CRA 126.3
Una honda pena
doméstica y la
fuerza vital
En algo mejor podemos ocuparnos que en dominar la
humanidad por la humanidad. El médico debe educar a
la gente para que desvíe sus miradas de lo humano y las
dirija hacia lo divino. En vez de enseñar a los enfermos a
depender de seres humanos para la curación de alma y
cuerpo, debe encaminarlos hacia Aquel que puede salvar
eternamente a cuantos acuden a él. El que creó la mente
del hombre sabe lo que esta mente necesita. Dios es el
único que puede sanar. Aquellos cuyas mentes y cuerpos
están enfermos han de ver en Cristo al restaurador.
“Porque yo vivo—dice,—y vosotros también viviréis.”
Juan 14:19. Esta es la vida que debemos ofrecer a los
enfermos, diciéndoles que si creen en Cristo como el
restaurador, si cooperan con él, obedeciendo las leyes de
la salud y procurando perfeccionar la santidad en el
temor de él, les impartirá su vida. Al presentarles así al
Cristo, les comunicamos un poder, una fuerza valiosa,
procedente de lo alto. Esta es la verdadera ciencia de
curar el cuerpo y el alma. MC 187.2
Se necesita mucha sabiduría para tratar las
enfermedades causadas por la mente. Un corazón
dolorido y enfermo, un espíritu desalentado, necesitan
un tratamiento benigno. A veces una honda pena
doméstica roe como un cáncer hasta el alma y debilita la
fuerza vital. En otros casos el remordimiento por el
pecado mina la constitución y desequilibra la mente. La
tierna simpatía puede aliviar a esta clase de enfermos. El
médico debe primero ganarse su confianza, y después
inducirlos a mirar hacia el gran Médico. Si se puede
encauzar la fe de estos enfermos hacia el verdadero
Médico, y ellos pueden confiar en que él se encargó de
su caso, esto les aliviará la mente, y muchas veces dará
salud al cuerpo. MC 187.3
Consecuencias en
la fuerza vital por la
irregularidad en la
hora de la comida
La irregularidad en las comidas destruye el tono sano de
los órganos de la digestión, en perjuicio de la salud y del
buen humor.—El Ministerio de Curación, 298. CN 364.1

En ningún caso debiera haber irregularidad en las


comidas. Si se come el almuerzo una hora o dos antes del
tiempo usual, el estómago no está preparado para la
nueva carga; porque no ha digerido el alimento ingerido
en la comida anterior y no tiene fuerza vital para la nueva
hora. Así se sobrecarga el organismo. CN 364.2

Tampoco debieran demorarse las comidas una o dos


horas para adecuarse a las circunstancias o para que se
pueda efectuar cierta cantidad de trabajo. El estómago
demanda el alimento en el tiempo en que está
acostumbrado a recibirlo. Si se demora este tiempo, la
vitalidad del organismo disminuye y finalmente llega a un
punto tan bajo que el apetito se esfuma por completo. Si
entonces se come. el estómago no puede digerir
adecuadamente el alimento. Este no se puede convertir
en buena sangre. Si todos comieran a intervalos regulares,
sin probar nada entre las comidas, estarían listos para sus
comidas y encontrarían placer en comer lo que los
restaura para su esfuerzo.—Counsels on Diet and Foods,
179. CN 364.3
Gasto innecesario de
fuerza vital por el
exceso de comida
Muchos que han adoptado la reforma pro salud han
abandonado todo lo perjudicial; pero ¿se sigue de ello
que porque han dejado estas cosas, pueden comer tanto
como quieran? Se sientan a la mesa, y en vez de
considerar cuánto deben comer, se entregan al apetito y
comen en exceso. Luego, el estómago debe trabajar
hasta el extremo durante el resto del día para eliminar la
carga que se le ha impuesto. Todo alimento ingerido, del
cual el organismo no deriva beneficio, es una carga para
la naturaleza en su trabajo. Estorba la máquina viviente.
El organismo queda obstruido y no puede realizar su
trabajo con éxito. Los órganos vitales quedan recargados
innecesariamente, y la fuerza nerviosa del cerebro es
desviada al estómago para ayudar a los órganos
digestivos a realizar su obra de disponer de una cantidad
de alimento que no beneficia al organismo. 2TI 324.2 De
esta manera la fuerza del cerebro es disminuida por las
exigencias que se le imponen para ayudar al estómago a
llevar su pesada carga. Y después de realizada la tarea
¿qué sensaciones se experimentan como resultado de
este gasto innecesario de fuerza vital? Una sensación de
debilidad y desfallecimiento, como que se debiera comer
más. Tal vez esta sensación se produce precisamente
antes de la hora de comer. ¿Cuál es la causa? La
naturaleza se quedó agotada por su trabajo; de ahí viene
esa sensación de cansancio. Y pensáis que el estómago
dice: “más alimento”, cuando su cansancio dice
claramente: “dadme reposo”. 2TI 324.3
El estómago necesita descansar a fin de recuperar sus
energías agotadas, para dedicarlas al próximo trabajo.
Pero en vez de concederle un período de descanso,
pensáis que necesita más alimento e imponéis otra
carga a la naturaleza y le negáis el reposo que necesita.
Es como el caso de un hombre que trabaja en el campo
durante toda la primera parte del día hasta cansarse. Al
llegar a casa a las doce, dice que está cansado y agotado;
pero se le indica que vuelva a trabajar para obtener
alivio. Así es como tratáis al estómago. Está totalmente
agotado. Pero en vez de darle reposo, se le da más
alimento, y luego se desvía la vitalidad de otras partes
del organismo hacia el estómago para ayudar en el
trabajo de la digestión. 2TI 325.1
Consecuencias de
comer
en exceso
155. A menudo esta intemperancia se manifiesta en el acto,
en forma de dolor de cabeza, indigestión y cólicos. Se ha
puesto una carga en el estómago de la cual éste no se puede
hacer cargo, y sobreviene una sensación de opresión. La
cabeza está confundida, el estómago está en rebelión. Pero
estos resultados no siempre siguen al comer en exceso. En
algunos casos el estómago está paralizado. No se siente
ninguna sensación dolorosa, pero los órganos de la digestión
pierden su fuerza vital. El fundamento de la maquinaria
humana resulta gradualmente minado, y la vida se hace muy
desagradable.—Carta 73a, 1896. {CRA 119.3}

CITA MÁS COMPLETA

Eating merely to please the appetite is a transgression of


nature’s laws. Often this intemperance is felt at once in
the form of headache, indigestion, and colic. A load has
been placed upon the stomach that it cannot care for,
and a feeling of oppression comes. The head is confused,
the stomach is in rebellion. But these results do not
always follow over-eating. In some cases the stomach is
paralyzed. No sensation of pain is felt, but the digestive
organs lose their vital force. The foundation of the
human machinery is gradually undermined, and life is
rendered very unpleasant. Lt73a-1896.28
Muchos de vosotros a veces habéis sentido una especie
de sopor en el cerebro. Os habéis sentido desganados
ante cualquier trabajo que requería esfuerzo ya sea
mental o físico, hasta después de haber descansado de
esta sobrecarga impuesta al organismo. Luego aparece
de nuevo esa sensación de debilidad. Pero vosotros decís
que se necesita más comida y hacéis que el estómago
soporte una doble carga. Aun cuando seáis estrictos en
cuanto a la calidad de la comida, ¿glorificáis a Dios en
vuestros cuerpos y espíritus, que son suyos, al serviros tal
cantidad de comida? Los que colocan tanta comida en su
estómago, y de ese modo recargan el organismo, no
podrían apreciar la verdad aunque la oyeran explicada en
detalle. No podrían despertar el entumecido
discernimiento del cerebro para tomar conciencia del
valor de la expiación y del gran sacrificio hecho para el
hombre caído. Es imposible para tales personas apreciar
la grande, preciosa, y sumamente rica recompensa que
está reservada para los fieles vencedores. Nunca debiera
permitirse que la parte animal de nuestra naturaleza
gobierne la parte moral e intelectual. CSI 155.2
¿Y cómo influye el comer en exceso sobre el estómago?
Lo debilita, los órganos digestivos flaquean, y la
enfermedad, con su secuela de males, aparece como
resultado. Si las personas ya estaban enfermas, de este
modo aumentan sus dificultades y disminuye su vitalidad
cada día de su vida. Hacen que su fuerza vital trabaje
innecesariamente para digerir la comida que colocan en
sus estómagos. CSI 156.1
Exigencia de la
fuerza vital del
cerebro para que
auxilie al estomago
de su recargo
288. Generalmente no se enseña a los niños la
importancia de cuándo, cómo y qué deben comer. Se
les permite satisfacer sus gustos a voluntad, comer a
toda hora, a servirse de fruta cuando les da la gana, y
esto, acompañado de pasteles y tortas, pan,
mantequilla y fiambres que consumen constantemente,
los vuelve golosos y dispépticos. Los órganos digestivos,
como molino que se hace trabajar sin cesar, se debilitan,
se exige la fuerza vital del cerebro, para que auxilie al
estómago en su recargo de trabajo, y así las facultades
mentales se debilitan. El estímulo anormal y el desgaste
de las fuerzas vitales los vuelve nerviosos, impacientes
por la restricción, dominados por su voluntad e
irritables.—The Health Reformer, mayo de 1877. CRA
215.1
Una sensación de
hambre
El exceso de comida recarga el organismo, y crea
condiciones morbosas y febriles. Hace afluir al estómago
una cantidad excesiva de sangre, lo que muy luego enfría
las extremidades. Impone también un pesado recargo a
los órganos digestivos, y cuando éstos han cumplido su
tarea, se experimenta decaimiento y languidez. Los que
se exceden así continuamente en el comer llaman
hambre a esta sensación; pero en realidad no es más que
el debilitamiento de los órganos digestivos. A veces se
experimenta embotamiento del cerebro, con aversión
para todo trabajo mental o físico. MC 236.3
Estos síntomas desagradables se dejan sentir porque la
naturaleza hizo su obra con un gasto inútil de fuerza vital
y quedó completamente exhausta. El estómago clama:
“Dadme descanso.” Pero muchos lo interpretan como
una nueva demanda de alimento; y en vez de dar
descanso al estómago le imponen más carga. En
consecuencia es frecuente que los órganos digestivos
estén gastados cuando debieran seguir funcionando bien.
MC 236.4
Esfuerzos
cuidadosos en
conservar el resto
de fuerza vital
Cuando se han contraído hábitos dietéticos erróneos
debe procederse sin tardanza a una reforma. Cuando el
abuso del estómago ha resultado en dispepsia deben
hacerse esfuerzos cuidadosos para conservar el resto de
la fuerza vital, evitando todo recargo inútil. Puede ser
que el estómago nunca recupere la salud completa
después de un largo abuso; pero un régimen dietético
conveniente evitará un mayor aumento de la debilidad, y
muchos se repondrán más o menos del todo. No es fácil
prescribir reglas para todos los casos; pero prestando
atención a los buenos principios dietéticos se realizarán
grandes reformas, y la persona que cocine no tendrá que
esforzarse tanto para halagar el apetito. MC 237.3
La moderación en el comer se recompensa con vigor
mental y moral, y también ayuda a refrenar las pasiones.
El exceso en el comer es particularmente perjudicial
para los de temperamento lerdo. Los tales deben comer
con frugalidad y hacer mucho ejercicio físico. Hay
hombres y mujeres de excelentes aptitudes naturales
que por no dominar sus apetitos no realizan la mitad de
aquello de que son capaces. MC 237.4
Las mujeres poseen
menos fuerza vital que
los varones
Las mujeres poseen menos fuerza vital que el sexo
opuesto, y se hallan mucho más privadas del aire
tonificante y vigorizador por tener que vivir dentro de
casa. An Appeal to Mothers, 27
El modo de hablar
y la fuerza vital
Muchos que podrían ser hombres útiles están gastando
su fuerza vital y destruyendo sus pulmones y sus órganos
vocales por su modo de hablar. Algunos ministros han
desarrollado el hábito de recitar apresuradamente lo que
tienen que decir, como si estuvieran repitiendo una
lección y quisieran terminarla lo más pronto posible. Esta
forma de hablar no es conveniente. Siendo cuidadoso,
todo ministro puede acostumbrarse a hablar clara y
efectivamente, en lugar de amontonar las palabras
precipitadamente sin tomar tiempo para respirar.
Debieran hablar moderadamente, de modo que los
asistentes puedan fijar las ideas en su mente mientras él
avanza en su sermón. Pero cuando se trata el asunto con
tanta prisa, ellos no pueden retener los puntos en su
mente, no tienen tiempo de recibir la impresión que es
importante que tengan, ni dan tiempo para que la verdad
los afecte como podría hacerlo. 2TI 544.2
Articulo, cita de libro
adventista sobre la
fuerza vital
Book: A Critique of the Book Prophetess of Health
Autor: Ellen G. White Estate
Vital Force

Prophetess of Health on pages 154-6 introduces the


doctrine of vitalism as a basis for Ellen White’s
philosophy of life and longevity setting it forth in this way:
CBPH 73.6 “Ellen White’s sexual attitudes,” it is asserted,
“rested squarely on the popular vitalistic physiology of
Broussais that Sylvester Graham had been preaching
since the early 1830s. Puzzled by the organic processes
that sustained life, the vitalists had invented a mysterious
‘vital force’ (or energy) that supposedly interacted with
inanimate matter to produce the vital functions of the
body... CBPH 73.7
“To illustrate the concept of vital force, nineteenth-
century authors frequently compared it to capital in a
bank account, gradually depleted over the years by
repeated withdrawals. Again Mrs. White was no
exception. As she saw it, God had made the original
deposit by granting each individual, according to sex, ‘a
certain amount of vital force.’ (For some inscrutable
reason he had been more generous with men than
women.) Those who carefully budgeted their resources
lived a normal lifetime, but those who by their
intemperate acts used ‘borrowed capital,’ prematurely
exhausted their account and met an early death.”—p.
154. CBPH 73.8
A few of Mrs. White’s statements related to this
subject are quoted, but not enough to give a full
picture of her teaching. CBPH 73.9
A survey of her use of the term “vital force” in
the Comprehensive Index to the Writings of Ellen G.
White is most illuminating and helpful. CBPH 73.10
Such a survey shows that she used interchangeably
a wide range of terminology. She speaks of “vital
force” (Appeal to Mothers, pp. 26, 27, 28; The Ministry of
Healing, 234), but also uses the term “vital
forces” (Appeal to Mothers p. 28; 4SG 131, Selected
Messages 2:414, Counsels on Diet and Foods, 426). In the
quotation from Appeal to Mothers which Prophetess of
Health cites, two more terms appear: “vital capital” and
“vital energies.” Elsewhere in her writings we find: “vital
energy” (Temperance, 74, Testimonies for the Church
4:97), “constitutional force” (Selected Messages
2:414, Counsels on Diet and Foods, 426), “life force” (The
Ministry of Healing, 235), “life forces” (My Life Today,
151), “life and vitality” (Counsels on Diet and Foods, 131),
“life-giving power” (My Life Today, 151), and “vitality”
(21 117). CBPH 73.11
A study of these passages reveals that all these terms
refer to just about the same thing. It is especially
significant to note that the term “vital powers” is used
as a synonym for “vitality” in Testimonies for the Church
2:364 and that “vitality” according to Ellen White, can be
increased as well as depleted. “Vitality increases under
the influence of the Spirit’s action,” she writes (Medical
Ministry, 12). “Walking is preferable to riding. The
muscles and veins are enabled better to perform their
work. There will be increased vitality, which is so
necessary to health” (Testimonies for the Church 2:529).
She also speaks of air giving “energy and vitality”
(Testimonies for the Church 2:533). CBPH 73.12
What is it that makes the difference between life and
death? Why did Adam live so much longer than
people today live? Why does the human body age and
die? Prophetess of Health belittles the concept of “vital
force,” saying “Puzzled by the organic processes that
sustained life, the vitalists had invented a mysterious
‘vital force’ (or energy) that supposedly interacted with
inanimate matter to produce the vital functions of the
body” (p. 154). Note that Prophetess of Health identifies
the “processes that sustained life” as organic. Ellen
White would disagree: “Many teach that matter
possesses vital power—that certain properties are
imparted to matter, and it is then left to act through its
own inherent energy; and that the operations of nature
are conducted in harmony with fixed laws, with which
God Himself cannot interfere. This is false science, and is
not sustained by the word of God... CBPH 73.13
Nature testifies of an intelligence, a presence, an
active energy, that works in and through her laws”
(Patriarchs and Prophets, 114). CBPH 73.14
Here the presuppositions of Prophetess of Health, which
exclude supernaturalism, come face to face with the
presuppositions of Ellen White, which affirm that God,
not “organic processes,” is the sustainer of life. CBPH
74.1
Ellen White saw each individual as endowed with
vitality—the vital energies, forces, or powers which
sustained life. These forces could be taxed, sapped,
worn away, squandered, expended, lessened, or
exhausted—to use the verbs she used. But they could
also be increased through “the influence of the Spirit’s”
action and by healthful endeavors such as walking. CBPH
74.2
While Ellen White, as in other cases already referred to,
couched certain important points somewhat in the
language of the times, it is our studied conclusion that
coercive evidence is lacking which would provide an
explanation or her use of these terms through a rigid
interpretation of vitalism. CBPH 74.3
On the point of women having less vital force, as Ellen
White uses the term broadly and rather loosely, should
not the dressing and living habits of females of that time
be considered as a factor in interpreting the statement?
A sentence employing the word “vitality” written in 1867
would seem to support the point: CBPH 74.4
I saw the beneficial influence of outdoor labor upon
those of feeble vitality and depressed circulation,
especially upon women who have induced these
conditions by too much confinement indoors.—
Testimonies for the Church 1:562. CBPH 74.5 We do not
begin to understand just what life is—how it is sustained
or why it is inevitably lost. But we are not inclined to
dismiss Ellen White’s concept of a “vital force” as
ludicrous. We have no doubt that she was right in
designating various factors which tend to weaken vitality
and shorten life, factors such as drugs, overeating,
hurtful food and drinks, tobacco, excessive sexual activity,
doubt, excessive grief, and perplexity, and factors
through which life might be enriched or extended. CBPH
74.6 Prophetess of Health pages 155, 156 speaks of Ellen
White’s reliance on L. B. Coles and Horace Mann for her
concepts of “vital force,” sympathy existing between the
mind and the body, and “the electric currents in the
nervous system.” For a treatment of paralleling passages,
see pages 29-31; 53-55, and Chapter Seven, pages 76 and
77. CBPH 74.7
Article: Preserving the vital force
provided: by the Health and Temperance Department
of the General Conference of Seventh-day Adventists

Link:
https://www.ministrymagazine.org/archive/1987/06/preserving-the-vi
tal-force
Preserving the vital force
Harried executives and overworked house wives have at least one thing in
common--they are using tremendous amounts of energy. Often it is energy
they can't really afford to put into the task at hand, but they feel they have no
alternative and must continue the frantic pace of their lives to survive.

Living requires expending energy. This is not always obvious. It is easy to


see the energy spent on a game such as volleyball. There is sweating,
gasping for breath, and much shouting. But even the effort spent in grief, in
the form, of crying and tears, uses energy. The formation of tears takes
energy from the body as the tear glands are pressed into service for the
peculiar production of this fluid accompanying grief.

All the activities in which the body is engaged take energy to perform,
and this defines one of the forms of stress. Stress is the normal wear and
tear caused by living and coping with people, situations, and problems.

How can we know if we have enough energy to cope with today's needs?
To a great degree this depends on the kinds of needs that we face daily. We
meet needs by calling on one of three types of energy. This article will deal
with the kind of energy called adaptation energy.

According to the late Dr. Hans Selye, probably the world's foremost
researcher on stress, the living organism is endowed at birth with a certain
amount of energy. When this energy--the energy needed for adaptation to
life and its stresses--is depleted, the organism dies. Thus death comes as
the result of a loss of adaptation energy.

Long before Dr. Selye began his experiments, however, the concept of
adaptation energy was elucidated by Ellen White. She wrote, "God endowed
man with so great vital force that he has withstood the accumulation of
disease brought upon the race in consequence of perverted habits, and has
continued for 6,000 years.... If Adam, at his creation, had
not been endowed with 20 times as much vital force as men now have, the
race, with their present habits of living in violation of natural law, would
have become extinct... . Man came from the hand of his Creator perfect
and beautiful in form, and so filled with vital force that it was more than a
thousand years before his corrupt appetite and passions, and general
violations of physical law, were sensibly felt upon the race." 1

The adaptation energy noted by Hans Selye and the vital force Ellen G.
White spoke of seem to be the same commodity--the energy that is
God's gift not only to the human race at its inception but to each of us
individually.

The importance of this vital force in maintaining health is underscored


by this statement: "Those who make great exertions to accomplish just so
much work in a given time, and continue to labor when their judgment
tells them they should rest, are never gainers. They are living on borrowed
capital. They are expending the vital force which they will need at a future
time. . . . God has provided us with constitutional force, which will be
needed at different periods of our life. If we recklessly exhaust this force by
continual overtaxation, we shall sometime be losers. Our usefulness will be
lessened, if not our life itself de stroyed."
2

This is the picture that too many of us, God's people, are painting in our
lives day by day. We are working, playing, and living so hard that we are
actually borrowing from tomorrow's energy stores. Ellen White has
indicated other ways in which we may deplete this precious store of energy.
The negative result of doing so lends credence to the practicality of God's
laws. Among the activities and factors that will hasten the loss of vital force
or adaptation energy are (1) poisonous drugs, (2) excessive grief, and (3)
3 4

tobacco.5

Physicians can often tell who have been expending this treasure too rapidly.
Such infirmities as ulcers, certain skin rashes, inflammation of the lower
bowel, and asthmatic attacks can be caused by a too rapid expenditure of
vital force by overworked executives, harried house wives, and hard-
pressed students.

According to Selye, when the vital force is expended, we die. The writings of
Ellen White tend to confirm this. How important it is, then, for each of us
to guard stringently that most vital of all energy stores, the "vital" energy.

JESUS' SECRET ENERGY SOURCE


On His way to the home of Jairus, a ruler of the Jews, Jesus was proceeding
through the crowded, narrow streets, being bumped and jostled. Suddenly He
cried out, "Who touched Me?" To this query the disciples answered, "Many
people have touched You!" But Jesus realized that this was not an ordinary
touch. It was the touch of faith that implored healing, for virtue had gone out
of Him. It takes energy for even God to heal!

On one Sabbath day Christ preached the sermon at the synagogue, healed
a man with an unclean spirit, cured Peter's mother-in-law of a fever,
taught His disciples, and, after the sun went down, healed all in the city of
their infirmities (Mark 1). Certainly the Master spent a tremendous
amount of energy on that day.

What He did next offers hope to all of us whose world and ministries are
tremendously demanding. That energy that created the worlds and heals
the sick, that God the Creator has given to man as a trust and by which he
lives his life, can be renewed. The last part of the first chapter of Mark
indicates that after Christ had completed all the activities described above,
He lay down for just a while, and "in the morning, rising up a great while
before day, he went out, and departed into a solitary place, and there
prayed."
It might appear that the most judicious thing to do after such an exhaust
ing day would be to stay in bed as long as possible. That is probably what
most of us would have done. Just why, then, did Jesus get up to pray?
Perhaps the answer is found in this statement: "Vital energy is imparted to
the mind through the brain." 6

We can actually receive more life from God by bringing our minds in
contact with the Life-giver. No wonder Christ came from the sessions
with His Father "refreshed and invigorated." Perhaps the greatest
7

challenge to the faith of a Christian is to develop such an intense prayer


life that it invigorates rather than tires, refreshes rather than exhausts,
gives rather than takes.

In this world of hurry and bustle, where effort sometimes seems more
important than results and where we are caught up in the fever of
performance, it is good to know that the Christian has special counsel
on avoiding the deleterious effects of this stress-filled existence.

Prayer! This is the means that God has designed to bring us into contact
with Him for the imparting of vital force to our lives. When this is coupled
with habits of temperance and the other precepts of health reform, life
becomes the wise expenditure of energy that maximizes our service to the
world around us and allows us to use profitably the time that God has
given us.

1 Ellen G. White, Testimonies, vol. 3, po. 138,


139.
2 Ellen G. White, Counsels on Health, p. 99.
3 Ellen G. White, Selected Messages, book 2, p. 281.
4 The SDA Bible Commentary, Ellen G. White
Comments, vol. 3, p. 1146.
5 Ellen G. White, Temperance, p. 64.
6 Ibid.,p. 74.
7 Ellen G. White, Testimonies, vol. 4, p. 528.

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