Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
16 Premisas de Una Teori A Cri Tica Del Derecho y de Los Derechos Humanos 1
16 Premisas de Una Teori A Cri Tica Del Derecho y de Los Derechos Humanos 1
4ª.- Una nueva cultura de “derechos”, pues, nos exige reflexionar, entre otras
cuestiones, sobre lo jurídico; es decir, sobre el marco en el que se sitúan las normas
positivas y, especialmente, sobre el papel que podemos cumplir los juristas (o las personas
comprometidas con el derecho) a la hora de afrontar el sufrimiento humano (cuya
reproducción se debe, sobre todo, a la “cosificación” del sistema de posiciones que
ocupamos en el acceso a los bienes exigibles para satisfacer las necesidades humanas
materiales e inmateriales)
5ª.- Tanto los autores formalistas como los positivistas abstractos que hemos citado
con anterioridad, lo que pretenden, con toda su buena voluntad, es otorgar el máximo grado
de certidumbre a las decisiones judiciales. Constituyen un magnífico ejemplo de buenas
intenciones a la hora de presentarnos el “estado de derecho” como algo dado de una vez por
todas. Pero, tales “buenas intenciones” les induce a postular la “creencia” de que existen
mecanismos (formales o abstractos) internos a los ordenamientos jurídicos –y
completamente autonomizados de las prácticas sociales que están en su base— que
permiten satisfacer las demandas de certeza y seguridad interpretativas que exigen los
conflictos entre derechos (o, como afirma Hart, las “zonas de penumbra” de las normas
jurídicas).
12ª.- Por estas razones, cuando hablamos de “derechos” (o, más concretamente, de
normas jurídicas), lo hacemos de formas de acceso a los bienes que están condicionadas por
los contextos materiales (sistemas de valores y sistemas de posiciones con respecto a los
bienes) de los que –y para los que— surgen. Y, asimismo, si queremos “traducir” nuestra
reivindicación de derechos humanos al lenguaje del derecho, nunca debemos olvidar el
hecho según el cual las normas jurídicas no son neutrales, ni están divorciadas, de un marco
de referencia material concreto.
De este modo, la labor de “traducción” jurídica de los resultados de los procesos de lucha
debe estar atenta a tres cuestiones (relacionadas con los tres obstáculos arriba
mencionados): a) cómo se integran/traducen tales resultados en el ordenamiento jurídico; b)
si se acomodan o no a los principios y formas procedimentales hegemónicas, o fuerzan los
procedimientos a favor de las luchas sociales; y c) si, a la hora de su aplicación, el
tratamiento individualizado que otorga el derecho no difumina el carácter colectivo de la
reivindicación. Es decir, el jurista debe admitir que no es un lingüista ni un psicólogo, sino
un “trabajador” que, en el sentido marxista del término, a la vez que transforma los medios
e instrumentos que usa, tiende a transformar el marco de referencia para el cual tales
medios e instrumentos (en nuestro caso, las normas y las decisiones judiciales y
administrativas) han sido creados.
14ª.- Por tanto, cuando reflexionamos sobre las garantías jurídicas de los resultados
de las luchas por la dignidad percibimos que no existe ni indeterminación global, ni
determinación esencial. Tanto una opción como la otra acaban esencializando algo: la
“indeterminación”, esencializa la función del poder judicial a la hora de admitir demandas y
de construir jurisprudencia; la “determinación”, el derecho positivo, como si éste fuera algo
al cual hay que llegar a través de un proceso cognitivo absolutamente determinado
internamente por los procedimientos internos del ordenamiento jurídico.