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INTRODUCCION

A modo de ingresar a un gobierno que sea fiel expresión de voluntad popular, el general
Morales Bermúdez convoco a elecciones para la instalación de la Asamblea
Constituyente, cuya misión habría de ser la redacción de una nueva carta política que
rija en adelante los destinos del país. Los años ochenta en nuestra actual forma de
gobierno; se consagro la vigencia del sistema democrático, cuyo basamento reposa en la
voluntad popular; proclama la plena vigencia de los derechos humanos y la realización
del hombre dentro de una sociedad justa y solidaria.
LOS AÑOS OCHENTA: EL RETORNO A LA DEMOCRACIA
Y LOS PARTIDOS POLÍTICOS EN EL PERÚ

Con el inicio de la década de los ochenta, se inicia también en el Perú su retorno a la


democracia. Después de doce años de dictadura militar, una nueva democracia renacía y su gran
tarea histórica era definir el rumbo del país. El velasquismo había prácticamente, acabado con el
viejo orden oligárquico que había gobernado, pero tampoco había logrado constituir un nuevo
orden. En estas circunstancias, tres grandes bloques políticos surgidos en los años veinte, el
aprismo, el socialismo y el reformismo conservador, se disputarían la hegemonía. Con grandes
expectativas en la ciudadanía, se iniciaba en el Perú esta nueva experiencia democrática. Los
actores políticos tenían la gran oportunidad de ejecutar programas y desarrollar ideologías
largamente postergadas. Pero el ambiente político de la década de los ochenta estaría muy
cargada y activa, a causa principalmente de la crisis económica y de una violencia política que
cobraría tantas muertes.
LA VUELTA A LA DEMOCRACIA.
El proceso de retorno a la democracia se cumple gradualmente y sin mayores dificultades, tal
como lo había prometido el gobierno militar presidido por el General Francisco Morales
Bermúdez. Primero se dio la elección de la Asamblea Constituyente que aprobó y promulgó la
Constitución de 1979 y luego la convocatoria a elecciones generales para el próximo año. El
Perú encontraba las posibilidades inéditas, desde el punto de vista histórico, de consolidar una
democracia y un sistema de partidos representativo. Por primera vez en la historia, se establecía
en el país una democracia sin exclusiones políticas, permitiendo la participación de todos los
sectores políticos, incluido el APRA y los partidos de izquierda, y plenamente inclusiva en
términos sociales, con la ciudadanía y el voto de los analfabetos.
La ampliación total del derecho al voto, las expectativas ciudadanas reprimidas durante décadas
de dominio oligárquico y control militar, así como el dinamismo de vastos sectores de la
sociedad organizada, posibilitaron que los partidos políticos aparecieran como los encargados
de canalizar la participación ciudadana en la política. Así, desde 1978 el número de partidos se
incrementó considerablemente. La sociedad civil, que era también, cada vez más activa
políticamente, tomaba posición tanto del lado de los intereses del empresariado como de los
trabajadores y de los nuevos movimientos sociales. Se establecían, al parecer, bases sólidas para
poder superar el tradicional problema de representación política de nuestra sociedad.

FERNANDO BELAÚNDE POR SEGUNDA VEZ.


Convocada las elecciones generales para mayo de 1980, el APRA lanza la candidatura de su
secretario general Armando Villanueva del Campo, lo acompañan Andrés Townsend Ezcurra y
Luis Negreiros Criado. El primero de ellos, de tendencia más conservadora, había sido
derrotado antes por Villanueva del Campo en un congreso partidario que mostró fisuras;
posteriormente, Towsend se alejaría del partido. Esta crisis en la dirección dl APRA no era más
que la secuela dejada tras la muerte de su fundador Haya de la Torre. Por otro lado, Acción
Popular, que se había abstenido de participar en el proceso anterior (Asamblea Constituyente de
1978) y que había evitado el desgaste político que este le podría haber ocasionado, lanzaba la
candidatura de su fundador Fernando Belaúnde Terry. Sin mayor esfuerzo, Belaúnde resultaba
ser el candidato de la oposición a la dictadura militar por haber sido despojado del mando en
1968. Otros partidos en carrera fueron, en el sector conservador, representado por el Partido
Popular Cristiano con Luis Bedoya Reyes; y la izquierda, que luego de su exitosa participación
en 1978 no pudo lograr una candidatura unitaria y se dividió en cinco candidaturas, que no hizo
más que confundir al electorado.
De esta manera, las primeras elecciones generales, en esta fase de retorno a la democracia,
dieron como ganador por segunda vez a Fernando Belaúnde Terry con el 46% de los votos
válidos, derrotando a su más cercano competidor, el candidato aprista, en sólo una primera
vuelta electoral, tal como lo mandaba la nueva Constitución. Acción Popular obtuvo mayoría
absoluta en la cámara de diputados y la primera mayoría relativa en la de senadores. Tuvo que
contar con el apoyo del Partido Popular Cristiano para alcanzar, también, la mayoría en la
cámara de senadores. El gobierno de Belaúnde reinstauró la elección de alcaldes, que se había
suspendido en 1968 con la llegada de los militares. En 1980 y 1983 se realizaron elecciones
municipales; a la primera le correspondió el triunfo a Acción Popular con Eduardo Orrego,
mientras que a la segunda a Izquierda Unida con Alfonso Barrantes. Se empezaba ya a
manifestarse, de esta manera, la volatilidad del electorado peruano. Este primer gobierno
democrático, después de la dictadura, tuvo que enfrentar dos grandes problemas del país: la
crisis económica recrudecida a la mitad de su mandato, y la aparición y posterior desarrollo del
movimiento subversivo que más dolor y muerte a ha causado a la nación, Sendero Luminoso.
ALAN GARCÍA Y EL PRIMER GOBIERNO APRISTA.
Con las elecciones presidenciales de 1985, el Perú vivió su quinto proceso electoral
consecutivo; esta se desarrolló en medio de una profunda crisis económica y el recrudecimiento
de la violencia política en el país. El APRA, con Alan García Pérez, gana estas elecciones y
conquista también, la mayoría absoluta en las dos cámaras legislativas. El partido aprista,
después de más de medio siglo de intentos por llegar al poder, lograba conquistar la presidencia
de la república. Su joven candidato supo captar la mayoría de los votos y en especial la de los
no apristas que antes se lo había negado. En este gobierno se repitió lo mismo que el anterior,
empezó con gran apoyo de la ciudadanía e incluso, el APRA gana las elecciones municipales de
1986 con Jorge del Castillo. A la mitad de su gestión esta aprobación ya no era la misma,
especialmente porque se vio imposibilitado de cumplir con sus promesas electorales.
Posteriormente tuvo que enfrentarse a una situación sumamente crítica en el ámbito económico,
a consecuencia del fracaso del modelo que aplicó. Empeorando aún más la situación, con una
postura sumamente populista, se enfrentó a la banca internacional, entre sus intenciones estaba
el no pago de la deuda externa y la nacionalización de la banca. Esta última provocó la reacción
de los sectores derechistas que se reagruparon y se convirtieron en ese momento en el principal
opositor al gobierno, desplazando en esta posición a la Izquierda Unida, que por entonces
también pasaba internamente por serios problemas. En 1989 se llevaron acabo las elecciones
municipales y su resultado significó el inicio de un fenómeno que se manifestaría en toda su
magnitud el año siguiente. El movimiento Obras salía vencedor con Ricardo Belmont a la
cabeza, una persona nueva en la política y ligada principalmente a las comunicaciones y la
televisión. El sistema de partidos instaurados desde 1978, ingresaba así, a lo que sería el inicio
de una grave crisis, por primera vez en el Perú, los electores no votaron mayoritariamente por
ellos. De esta forma, la insatisfacción de la ciudadanía se expresaba en las ánforas no solo con el
rechazo al partido político de gobierno, si no, a todo el sistema de partidos.
ALBERTO FUJIMORI Y LA CRISIS DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS.
Las elecciones generales de 1990, el tercero en la era de la democratización, dio resultados
sorprendentes, el desconocido candidato presidencial ingeniero Alberto Fujimori derrotaba, en
segunda vuelta, al prestigioso escritor y candidato de la derecha peruana Mario Vargas Llosa.
Los partidos políticos grandes del país, sufrían una pérdida antes impensada en las preferencias
electorales, frente a un candidato que basó su simpatía en el uso de un discurso completamente
diferente al de los políticos tradicionales. Fujimori, con Cambio 90, una agrupación política sin
pasado, organización partidaria, ni mayores recursos, se convertía en el llamado outsider,
arrebatando el triunfo al candidato del Frente Democrático (FREDEMO) que había realizado
una larga y costosa campaña electoral por espacio de casi tres años. Las preferencias apristas e
izquierdistas, que habían luchado duramente contra las propuestas neoliberales de Vargas Llosa,
inclinaron el triunfo a favor de Fujimori en la segunda vuelta, quien ofrecía contraponer un
programa distinto al que anunciaba escritor, algo que por cierto, estando en el poder no pudo
cumplir.
EL PROBLEMA PRINCIPAL: LA GOBERNABILIDAD.
El colapso del sistema de partidos políticos en el Perú no puede ser explicado por su supuesta
falta de funcionamiento, pues en los años ochenta se puede decir que si funcionaba un sistema
de partidos representativo, que cumplía con los requisitos mínimos. El problema principal que
afrontó la democracia peruana pareció ser mas de gobernabilidad que de representación. En el
Perú de esta década, el sistema de partidos lograba canalizar las preferencias de los electorales,
expresaba las demandas de los principales grupos de interés y movimientos sociales y, por
último, se desarrolló dentro del marco establecido por la Constitución vigente de 1979. El
proceso peruano estaba abierto a diversos desenlaces, incluido el de consolidación de su sistema
de partidos. Lo que finalmente ocurrió resultó, como anteriormente se ha afirmado, totalmente
imprevisto. El Perú junto a otros países cercanos compartía similares problemas en su
naturaleza y hasta en magnitud: procesos de elevada inflación, altas expectativas ciudadanas en
un contexto de crisis, restricciones externas y hasta las amenazas de vuelta militar al poder. El
desenlace político que vivieron estos países fueron diversos, por lo que el colapso peruano no
puede deducirse simplemente a estas dificultades. Es cierto que en el Perú es necesario sumar a
la violencia política. Sin menospreciar la importancia de este fenómeno terrorista, su efecto no
resultaría significativo, una muestra de esto sería, por ejemplo, que no hubo una correlación
entre los niveles de popularidad presidencial de Belaúnde y García y el número de acciones
terroristas. La ciudadanía espera del presidente y su gobierno la solución de los graves
problemas, si estos no son resueltos se produce la frustración política y el castigo electoral
hunde al presidente y a su partido. Así ocurrió con los dos presidentes constitucionales antes de
Fujimori: Belaúnde y Alan García. En general, partidos pierden y ganan elecciones, y los
electores premian o castigan con sus votos el desempeño gubernamental. Los perdedores de
ayer pueden convertirse en los vencedores de mañana al desgastarse en el poder los ganadores
de ayer. Y los ciudadanos inconformes con el gobierno de hoy pueden mantener la esperanza de
que las cosas serán diferentes con la próxima administración. Y quienes ocuparon el gobierno,
se desgastaron y perdieron, pueden también aspirar a volver al poder, previa recomposición y
renovación.
CONCLUSION

El retorno a la democracia significaba mucho para el Perú. La ciudadanía en general


tenía grandes expectativas en que la vida en democracia traería mejoras para el país.
Existía en esta época una población más activa políticamente y el abanico de partidos y
las opciones de representación de la sociedad era también más amplia, prácticamente
todos se podían sentir representados. Quedaba claro, que la representatividad no fue un
problema para el sistema, sino, podríamos decir que fue todo lo contrario. La
consolidación y el fortalecimiento del sistema de partidos políticos no se dio, el
desenlace final suscitado con la crisis en que caen los partidos más importantes se da de
manera casi imprevista. Buscando una explicación de que fue lo que llevo a que esto
sucediera, se han podido encontrar muchas situaciones y circunstancias que podríamos
llamar hasta extrañas, como el denominado outsider de Fujimori. Lo que sí se puede
definir como el problema principal del sistema de los partidos políticos es la
gobernabilidad, es decir, su capacidad estando en el poder de solucionar los problemas
del país. Los electores con su voto premiaron o castigaron a los gobernantes y a sus
respectivos partidos.

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