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Bienestar

MASCOTAS Y ETICA

Maritza Jiménez

Tener una mascota tiene sus evidentes beneficios psicológicos, y, como el yoga, adoptar un
animalito hoy en día es una actividad que gana cada vez más adeptos.

Entre éstos, el perro es uno de los preferidos por su inteligencia, fidelidad y capacidad para
acompañarnos. Sin embargo, al tomar esa decisión es muy importante que tengamos en cuenta el
compromiso que asumimos, pues buena alimentación, aseo, control médico regular, amor y
afecto, no siempre son suficientes

En ese sentido, el programa de César Millán, El encantador de perros, ha impulsado toda una
cultura que nos invita a reflexionar muy seriamente sobre nuestra actitud ética como dueños
responsables de cualquier ejemplar canino.

Aunque algunos han criticado el método de César, acusándolo de excesivo rigor, personalmente
he confirmado la efectividad de sus sencillas reglas en el tratamiento a nuestros animales:
Ejercicio, disciplina y afecto.

Lo primero que nos ha enseñado este psicólogo de perros mexicano cuya fama ha dado la vuelta
al mundo, es que la mayoría de los problemas de conducta de nuestros perros proviene de
nosotros mismos, cuando los humanizamos en exceso o proyectamos en ellos nuestras debilidades
y frustraciones.

Los perros tienen un lenguaje, y sus propias reglas de comportamiento, nos dice César, y la
primera es el concepto de liderazgo. Las manadas necesitan un líder, y cosas tan simples como
dejarlo que camine adelante, produce confusión al animalito sobre quién controla la situación.

Compasión o lástima, incluso excesivo amor, pueden ser interpretados como signos de debilidad y
conducir a nuestro perro a asumir el liderazgo, con una consecuente carga emocional que lo llena
de angustia. Surgen así muchas de las que llamamos “conductas indeseables”, como agresividad,
excesivo ladrido y desobediencia, entre otras.

Sé tú el líder, tranquilo y asertivo, recomienda César. Y luego, observar permanentemente las


señales sutiles de postura, movimientos y expresiones faciales de nuestros perros, para identificar
a tiempo el surgimiento de esas conductas.

Admiro a César por su aporte a la comprensión del mundo canino mediante el desarrollo de un
método propio, sobre la base de la observación y en armonía con las reglas de la naturaleza. Pero,
sobre todo, por sus principios fundamentados en la ética y la responsabilidad que tener un perro
implica.
Otra de las recomendaciones importantes de este método es sacar a pasear a nuestros perros.
Algunas personas piensan que no es necesario si viven en una casa grande. Pero el perro, animal
de manadas, necesita salir por el bien de su salud física y mental.

Sin embargo, el paseo también tiene sus responsabilidades, y la principal de ellas –César también
lo dice-, es recoger sus deposiciones. Hay personas que darían la vida por su perro, pero, al
sacarlos, se olvidan de que otros ciudadanos, niños incluidos, tienen derecho a caminar por las
calles sin tropezarse a cada metro con las muestras de excrementos que nuestras amadas
mascotas van dejando.

Otros suben con frecuencia al Avila con sus perros. Personalmente creo que no es bueno para
ellos, y que constituye no solo un irrespeto a la fauna natural de esa zona, sino una seria amenaza,
pues las moscas que se posan en las heces de perros y gatos suben a los nidos, transportando
enfermedades a las aves.

Por eso, no soy partidaria de llevar mi perro a la montaña, pero si usted es de otro parecer, y
decide subir al suyo, por favor, ¡al menos recoja sus excrementos!

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