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Cap. I. Ética Del Encuentro Interpersonal
Cap. I. Ética Del Encuentro Interpersonal
El encuentro con otro ser humano y las relaciones humanas en general, penetran
profundamente en la estructura de la persona humana y constituyen en gran parte el
camino de la realización.
Esta forma de ser del hombre, necesaria y única en el orden existencial, se traduce en
instituciones concretas de orden social. Son las sociedades, las asociaciones y en último
término la sociedad misma, que no es otra cosa que el trasfondo común de las diversas
instituciones de carácter colectivo y comunitario.
Para que pueda darse una comunicación verdadera es necesario que las personas
descubran en el otro un "Tú" y se relacionen entre sí como otros "Yo", como alguien,
como personas:
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Sólo a part!r, de esa convivencia, de esa relación en la que somos personas, es posible
entrar en dialogo, en colaboración, en contradicción y competencia con otros. Para el
bien o para el mal, el hombre se encuentra con los demás.
En la vida pública, como en la vida privada el hombre queda a menudo reducido solo a
un instrumento manipulado para fines personales. Algunas formas más comunes son:
a) La esclavitud.
b} La prostitución. Entre las que hay muchos menores, además de esclavos y esclavas
sexuales.
e) El funcionario mecánico.
Estas cinco formas de manipulación del hombre deben ser profundizadas analizando
cómo se dan en nuestra realidad y ampliando con diversas otras formas.
El hombre es persona cuando hay un "Yo" que le trata como a un "Tú"; cuando aparece
una relación interpersonal.
2. RELACION INTERPERSONAL
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El otro que está enfrente, es el primer dato que determina y modifica el significado del yo
personal, y de esta manera orienta el ejercicio de la libertad. Ciertamente, en el
encuentro personal el yo es incitado a modificarse hasta el punto de aceptar la
originalidad, la libertad y la personalidad del "Tú".
Es necesario descubrir en el otro un "Tú" y relacionarse con él como alguien, para que
pueda existir una convivencia interpersonal. Pero no basta con eso. Es necesario,
además, que el Yo se manifieste en cuanto "Yo". Únicamente habrá un "Tú", si existe un
"Yo".
+ Papel Social
Es necesario tener en cuenta que en la vida social todos nosotros tenemos un "status"
concreto, que corresponde a nuestro "rol social". Esto es necesario y bueno.
Si los que forman parte de un grupo o comunidad no hacen más que desempeñar
papeles sociales, es difícil que se pueda dar una convivencia interpersonal. Será un
"drama", se carecerá de lo vital, de lo cordial, de lo íntimo.
+ La máscara
En ocasion_es e_l "Yo" se presenta delante de un Tú no de una manera real, sino como
mera aponen~~ª·, Es el .~omplejo del fariseísmo; esto es, una inautenticidad total; es lo
qu_e se ~lama Mascara que puede entenderse en un sentido físico O en un sentido
ex1stenc1al; aquella no es más que la consecuencia de ésta.
El Yo selamanifiesta
oculta ind· ºd como
1
máscara
• en cuan t o s1multoneamente
· •' se expresa y se oculta:
1v1 ua personalidad de cada uno y 1 , t de
aparentar ante los demás lo , expresa a voluntad de es e
que 1a mascara representa.
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4. FORMA AUTENTICA DE MANIFESTACION
e) Apertura: debe salir de su "Yoísmo". El hombre es un ser abierto, tiene que vivir en
la apertura.
d) Bajo la mirada del "Tú" divino. Toda relación del Yo con el Tú se hace a través de la
relación con el Tú divino. Si uno no se abre al otro (el prójimo), no podrá tampoco
encontrar al Otro (Dios).
No basta co_n el des~ubrimiento del otro como un "Tú". No basta con la manifestación
del Yo como auténtico "Yo". Para que exista una comunidad es necesaria la aparición
del "nosotros".
La alteridad es el fondo común del que emergen los otros, con quienes tenemos que
caminar en nuestra vida, pues son la concreta inmediatez.
Querámoslo o no, nos encontramos participando en un gran juego en el que unos y otros
disponemos del mismo espacio: el alimento, el puesto social, el lugar del trabajo, el mismo
aire que respiramos. Son elementos que pertenecen al "nosotros".
Este nosotros implica tener que aceptar los mismos derechos de cada uno a disfrutar de
la parcela de mundo que les corresponde.
Esta tolerancia supone el aceptar al otro tal cual es, asumiéndolo en su circunstancia
concreta. La delimitación del campo de cada uno permite asegurar al otro el ámbito de
libertad que le corresponde sin recurrir a la violencia, sino dando cauce a la fidelidad y
confianza.
El nosotros es necesario para el ejercicio de la propia libertad. Sin los otros sería imposible
la existencia humana sobre la tierra, puesto que todo cuanto poseemos -cuerpo,
educación, cultura, mundo- lo recibimos de ellos. La presencia del otro en nuestra vida,
lejos de destruirnos, nos realiza y nos libera.