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Marte 

es el cuarto planeta desde el Sol (después de Mercurio, Venus y la Tierra) y el séptimo


planeta del sistema solar en cuanto a masa.
Tiene dos pequeños satélites con cráteres llamados Fobos y Deimos, que algunos astrónomos
consideran que son asteroides capturados por el planeta al comienzo de su historia.
Marte recibe su nombre del dios romano de la guerra,

Estudios realizados
El lanzamiento de sondas espaciales de Marte, ha permitido su estudio, entre ellas se han
destacado los Estados Unidos y la antigua Unión Soviética. El lanzamiento de las naves
espaciales soviéticas y estadounidenses no tripuladas, lanzadas entre 1964 y 1976, han
suministrado información exhaustiva sobre este planeta.
A partir de estos datos, los científicos determinaron que su atmósfera se compone
fundamentalmente de dióxido de carbono (CO2) y pequeñas cantidades de nitrógeno, oxígeno y
vapor de agua. Como la atmósfera es muy poco consistente, hay una diferencia en las
temperaturas de hasta 100 grados entre el día y la noche. Por lo general, las temperaturas son
tan frías y las presiones tan bajas, que el agua no existe en Marte, de modo que el planeta
parece un desierto frío y de gran altitud.

Aspecto desde la tierra

A simple vista, sin la utilización de un telescopio, Marte es un objeto rojizo (se le conoce
también como el ‘planeta rojo’) de brillo muy variable. Cuando se halla más cerca de
la Tierra (55 millones de kilómetros), es, después de Venus, el objeto más brillante en el cielo
nocturno. Puede observarse más fácilmente cuando está en oposición (cuando se forma la línea
Sol-Tierra-Marte) y cuando se encuentra cerca de la Tierra. La concurrencia de ambas
circunstancias se produce cada 15 años, cuando el planeta llega al perihelio (su mayor
acercamiento al Sol) casi en oposición.
Mediante un telescopio se puede ver que la superficie tiene regiones brillantes de color rojizo y
otras zonas más oscuras, cuyo contorno y tono cambia con las estaciones marcianas. El tono
rojizo se debe a la oxidación o corrosión de su superficie. Se cree que las zonas oscuras están
formadas por rocas similares al basalto terrestre, cuya superficie se ha erosionado y oxidado.
Las regiones más brillantes parecen estar compuestas por material semejante, pero menos
erosionado y oxidado, y en apariencia contienen partículas más finas, como el polvo, que las
zonas oscuras. La escapolita, mineral relativamente raro en la Tierra, parece estar muy
extendido; quizá sirva de reserva para el dióxido de carbono(CO2) de la atmósfera.
A causa de la inclinación de su eje y la excentricidad de su órbita, los veranos son cortos y
calurosos y los inviernos largos y fríos. Enormes casquetes brillantes, en apariencia formados
por escarcha o hielo, señalan las regiones polares del planeta. Se ha seguido su ciclo estacional
durante casi dos siglos. En el otoño marciano se forman nubes brillantes sobre el polo
correspondiente. Una fina capa de dióxido de carbono se deposita sobre el casquete polar

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durante el otoño y el invierno; es la parte estacional del casquete. Al final del invierno, el
casquete polar puede descender a latitudes de 45°.
En primavera y al final de la larga noche polar, la parte estacional se va deshaciendo y muestra
el casquete helado del invierno, que es permanente. Los límites del casquete polar retroceden
hacia el polo cuando la luz del Sol evapora la escarcha acumulada. En pleno verano, la recesión
de la parte permanente se detiene y permanece un sedimento de hielo y escarcha hasta el otoño
siguiente. Se piensa que esta parte permanente está compuesta sobre todo por agua helada.
Mide 300 km de diámetro en el polo sur y 1000 km en el polo norte. Aunque no se conoce su
espesor real, debe contener hielo y gases helados de un espesor aproximado de 2 kilómetros.
Además de las nubes de dióxido de carbono helado, en el planeta hay otros tipos de nubes. Se
observan neblinas y nubes de hielo a gran altitud. Estas últimas son el resultado del
enfriamiento asociado con las masas de aire que se alzan por encima de obstáculos elevados.
Durante los veranos del sur son especialmente notables extensas nubes amarillas compuestas de
polvo levantado por los vientos.

Observación mediante naves espaciales

Polo norte de Marte.

Las sondas espaciales Viking tomaron más de 50 000 fotografías de Marte, que abarcaban casi
la totalidad de la superficie del planeta. El polo norte marciano está cubierto por una capa de
hielo de agua y, durante el invierno, presenta también una capa de dióxido de carbono sólido.
El conocimiento más detallado de Marte se debe a seis misiones llevadas a cabo por naves
espaciales estadounidenses entre 1964 y 1976. Las primeras imágenes de Marte fueron
obtenidas por el Mariner 4 en 1964, y las misiones Mariner 6 y 7, que lo sobrevolaron,
proporcionaron mayor información en 1969. El primer satélite artificial de Marte (el Mariner 9,
lanzado en 1971) estudió el planeta durante casi un año, proporcionando a los científicos su
primera visión global y las primeras imágenes detalladas de sus dos lunas.

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En 1976, dos sondas Viking se posaron con éxito en la superficie y llevaron a cabo las primeras
investigaciones directas de la atmósfera y de la superficie. La segunda sonda Viking dejó de
funcionar en abril de 1980; la primera sonda operó hasta noviembre de 1982. La misión
también incluía dos satélites que estudiaron el planeta durante casi dos años marcianos.
En 1988 la Unión Soviética envió dos sondas, Phobos 1 y 2, para posarse en la luna Fobos;
ambas misiones fracasaron, aunque una difundió algunos datos y fotografías antes de perder
contacto por radio.
A finales de 1996 la NASA lanzó dos naves no tripuladas (Mars Global Surveyor y Mars
Pathfinder) a Marte, lo que supuso el inicio de una nueva serie de expediciones al planeta
vecino. La Mars Global Surveyor entró en órbita de Marte en septiembre de 1997. La sonda
proporcionó el primer mapa de alta resolución de la superficie del planeta en junio de 1999;
también reveló, en marzo de 2000, marcadas diferencias entre sus casquetes polares, y en mayo
de 2003 tomó fotografías de la Tierra, las primeras de nuestro planeta realizadas desde Marte.
En noviembre de 2006 se perdió el contacto con la Mars Global Surveyor debido,
probablemente, a problemas de orientación en uno de sus paneles solares.
La Mars Pathfinder alcanzó la superficie marciana el 4 de julio de 1997 y durante tres meses
envió datos a la Tierra sobre la atmósfera, el suelo, las rocas y el polvo del planeta. La sonda
transportaba un vehículo todoterreno, el pequeño robot Sojourner, el primero en rodar sobre la
superficie del planeta, que recorrió más de 90 m alrededor del módulo de aterrizaje,
analizando rocas y muestras del suelo. Los datos obtenidos por los tres sistemas con los que
contaba la Mars Pathfinder para determinar la composición y características de las rocas
indican que la sonda se asentó en lo que fue un entorno marciano húmedo. En general, esta
misión proporcionó a los científicos importantes informaciones sobre el presente y el pasado de
Marte.
La segunda fase del programa de exploración marciana incluía las sondas Mars Climate Orbiter
y Mars Polar Lander. La primera, lanzada el 11 de diciembre de 1998, desapareció el 23 de
septiembre de 1999, cuando intentaba entrar en órbita de Marte. La Mars Polar Lander fue
lanzada el 3 de enero de 1999 y once meses después, cuando intentaba aterrizar en la superficie
de Marte, se perdió todo contacto con ella.
La siguiente misión de la NASA al planeta vecino, la Mars Odyssey 2001, despegó de cabo
Cañaveral el 7 de abril de 2001 y, tras un viaje de unos 460 millones de kilómetros, entró en
órbita de Marte seis meses más tarde. Los primeros datos obtenidos por la sonda, en diciembre
de 2001, revelaron la existencia de hidrógeno en la superficie del planeta. En febrero de 2002,
tras alcanzar su órbita definitiva y desplegar una antena de largo alcance que mejoraba su
comunicación con la Tierra, comenzó su verdadero trabajo científico.
A comienzos de marzo se dieron a conocer las primeras imágenes de la superficie marciana
obtenidas por la sonda. Dos meses más tarde, las señales enviadas por el espectrómetro de
rayos gamma de la nave mostraban la existencia de hidrógeno a menos de un metro de
profundidad, en una zona próxima al polo Sur; este hidrógeno indicaría la presencia de hielo
bajo la superficie del planeta.

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Una nueva misión de la NASA, la Mars Exploration Rover (MER), formada por dos vehículos
todoterreno gemelos destinados a explorar la superficie marciana, se inició el 10 de junio de
2003 con el lanzamiento del primero de ellos, Spirit; el segundo, Opportunity, fue lanzado el 28
de junio del mismo año. Ambos se posaron sobre la superficie de Marte en enero de 2004. Con
una misión inicial prevista de 90 días, dos años después continuaban con su trabajo de
exploración sobre la superficie marciana.
El 12 de agosto de 2005 la NASA lanzó hacia Marte la Mars Reconnaissance Orbiter (MRO),
una misión que se espera esté operativa orbitando el planeta hasta 2010. El 10 de marzo de
2006 la sonda fue capturada por la gravedad de Marte, entrando en una órbita provisional
elíptica. A los seis meses alcanzó una órbita baja en torno a Marte, desde la que desarrollaría su
misión principal: el estudio de la atmósfera y la superficie del planeta rojo, incluida la búsqueda
de agua.
En noviembre de 2006 la sonda comenzó su fase científica; durante las dos primeras semanas
de observación, su cámara de alta definición HiRISE (High Resolution Imaging Science
Experiment) obtuvo unas 100 imágenes de muy alta resolución de la superficie del planeta. El
avanzado sistema de comunicaciones de la MRO sirve también para enviar información a la
Tierra desde otras sondas marcianas.
La primera misión de la Agencia Espacial Europea (ESA) a Marte, la nave no tripulada Mars
Express, fue lanzada el 2 de junio de 2003 desde el cosmódromo de Baikonur (Kazajistán). La
misión incluía un módulo de descenso, el Beagle 2, destinado a recoger información sobre la
atmósfera, el suelo y el subsuelo del planeta. El 19 de diciembre de 2003 el Beagle 2 se separó
de la Mars Express en dirección a la superficie marciana. Seis días después, el 25 de diciembre,
la Mars Express entró en órbita de Marte, y el módulo debía posarse sobre el planeta y enviar
una señal hacia la sonda estadounidense Mars Odyssey 2001; pero la señal no llegó y los
posteriores intentos de comunicación con el Beagle 2 tampoco tuvieron éxito. Una comisión de
investigación creada para analizar lo sucedido emitió un informe que incluía diversas
recomendaciones sobre gestión, financiación y mejoras técnicas para misiones futuras, pero en
el que no se señalaba ningún problema técnico concreto como causa del accidente.
Japón lanzó, en julio de 1998, la sonda Nozomi, también con destino a Marte.
En el proyecto intervinieron otros cinco países, que contribuyeron al desarrollo de los
instrumentos de investigación. Su principal objetivo era el estudio de la atmósfera superior del
planeta y su interacción con el viento solar. En diciembre del mismo año, un problema técnico
provocó un consumo excesivo de combustible, que obligó a redefinir la trayectoria de la sonda
y, en abril de 2002, partículas altamente energéticas procedentes del Sol alcanzaron la sonda,
provocando una paralización temporal de sus sistemas. Estaba previsto que la Nozomi entrara
en órbita de Marte en diciembre de 2003, pero la agencia japonesa JAXA anunció entonces el
abandono de la misión tras confirmarse la imposibilidad de que la sonda entrara en órbita por
falta de combustible.

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Atmósfera

La atmósfera de Marte está formada por dióxido de


carbono (95 %), nitrógeno(2,7 %), argón (1,6 %), oxígeno (0,2 %), y trazas de vapor de
agua, monóxido de carbono y gases nobles diferentes del argón. La presión media de la
superficie es de 0,6% la de la Tierra, equivalente a la presión de la atmósfera terrestre a una
altura de 35 km.
La temperatura de la superficie varía mucho según el día, la estación y la latitud. Las
temperaturas máximas en verano pueden alcanzar los 17 °C, pero las temperaturas medias en la
superficie no sobrepasan los –33 °C. Debido a la poca consistencia de la atmósfera, son
normales las variaciones de temperatura de 100 °C. A unos 50° de latitud hacia el polo, las
temperaturas son aún más frías (menos de –123 °C) durante todo el invierno porque el
componente fundamental de la atmósfera, el dióxido de carbono, se congela en los sedimentos
blancos que constituyen los casquetes polares. La presión atmosférica total de la superficie
fluctúa en un 30% debido al ciclo estacional de los casquetes polares.
La cantidad de vapor de agua presente en la atmósfera es muy pequeña y variable. La
concentración es más alta cerca de los extremos de los casquetes polares cuando se retiran en
primavera. Marte es como un desierto muy frío, de gran altitud. Las temperaturas y las
presiones de la superficie son demasiado bajas en la mayor parte del planeta para que exista
agua en estado líquido. Sin embargo, se cree que puede haber agua bajo la superficie en
determinados lugares.
En ciertas estaciones, algunas zonas de la superficie son azotadas por vientos tan fuertes que
levantan la tierra y lanzan polvo a la atmósfera. En el hemisferio sur, entre primavera y el
comienzo del verano, se produce un acontecimiento climático importante cuando Marte está
cerca del perihelio y el recalentamiento de las latitudes del sur cercanas al ecuador es más
intenso. Se forman tormentas de polvo de tales proporciones que oscurecen la superficie del
planeta durante semanas e incluso meses. El polvo de estas nubes es muy fino y tarda mucho
tiempo en volver a posarse.

Superficie e interior

La superficie de Marte puede dividirse en dos zonas más o menos hemisféricas por un gran
círculo inclinado unos 30° respecto al ecuador. El hemisferio sur muestra terrenos antiguos
horadados por cráteres que datan de la historia más temprana del planeta, cuando los planetas
estaban sujetos a un bombardeo meteórico más intenso que el que sufren en la actualidad.
Desde entonces se han producido considerables erosiones de los cráteres y muchos de ellos
(incluso los tres más grandes) han sido parcial o totalmente rellenados.
El hemisferio norte presenta menos cráteres; es, por tanto, más joven y se supone que su
superficie está constituida por coladas volcánicas. Se han identificado los dos centros más
importantes de actividad volcánica: la meseta Elísea y el engrosamiento de Tharsis. Algunos de
los mayores volcanes del Sistema Solar se dan en Tharsis. Olympus Mons, una estructura que

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muestra todas las características de un volcán basáltico, se eleva por encima de los 25 km y
mide más de 600 km de diámetro en su base. No hay pruebas concluyentes de que exista
actividad volcánica habitual en ninguna parte del planeta.
Extendidas por Marte aparecen fallas y otras formaciones que recuerdan a la fractura de la
corteza provocada por el engrosamiento y por la expansión locales. Por otra parte, no se han
encontrado accidentes provocados por una compresión a gran escala. Los cinturones
montañosos tan habituales en la Tierra no existen en el planeta, indicando la ausencia de
tectónica de placas. Esto sugiere que tiene una corteza más espesa y una historia térmica más
fría que la Tierra. Sin embargo, una escarpadura cercana al ecuador podría ser una falla de
desplazamiento horizontal, lo que indicaría, después de todo, alguna actividad de tectónica de
placas.
Hay evidencias que indican la posible existencia de hielo subterráneo, como las capas en forma
de pétalo que rodean algunos cráteres, las extensas áreas de terrenos colapsados y los suelos
cuarteados de las latitudes más septentrionales. Los descubrimientos geológicos más
espectaculares han sido, con mucho, los canales que recuerdan las cuencas de los ríos secos.
Se conocen dos tipos principales: los grandes canales de desagüe y los canales pequeños. Los
grandes canales de desagüe se han podido formar por el repentino desbordamiento de grandes
cantidades de agua de las áreas de terrenos colapsados. Estos canales discurren desde el
hemisferio sur, que presenta mayores altitudes, hasta el hemisferio norte, de terrenos más bajos.
La causa del derretimiento localizado en las áreas de origen sigue siendo incierta, pero este
proceso probablemente date del primer tercio de los 4600 millones de años de historia del
planeta. En los canales pequeños, los rastros de la erosión por el agua son menores. Como en la
actualidad no hay agua en la superficie, los canales han servido como prueba de que en el
pasado Marte tenía presiones más altas y temperaturas más cálidas.
Sin embargo, hoy es un desierto azotado por el viento. Existen grandes extensiones de dunas de
arena y otras formas de erosión creadas por el viento, que atestiguan la eficacia de los procesos
de sedimentación y de erosión en el actual medio ambiente del planeta.
Poco se conoce sobre el interior de Marte. La densidad media relativamente baja del planeta
indica que no puede tener un núcleo metálico extenso. Más aún, el núcleo que podría estar
presente no será fluido, ya que Marte no tiene un campo magnético medible. A juzgar por su
capacidad de soportar formas topológicas tan enormes como Tharsis, la corteza de Marte debe
tener un grosor de unos 200 km (cinco o seis veces el grosor de la corteza terrestre). Un
sismómetro a bordo del Viking 2 no consiguió detectar “martemotos”.

La búsqueda de la vida

La idea de que podría haber existido, o incluso de que exista, vida en Marte, tiene una larga
tradición. En 1877 el astrónomo italiano Giovanni Schiaparelli reivindicó haber visto un
sistema de canales por todo lo ancho del planeta. El astrónomo estadounidense Percival Lowell

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postuló entonces que las débiles líneas eran canales y probaban que seres inteligentes se habían
esforzado por construir un sistema de irrigación imprescindible en un planeta árido.
Posteriores observaciones de naves espaciales han demostrado que no hay canales en Marte.
Además, las zonas oscuras que una vez se creyeron oasis, no son verdes, como los efectos de
contraste les habían hecho parecer a los observadores terrestres, y sus espectros no contienen
vestigios de materiales orgánicos. Los cambios estacionales que experimenta el aspecto de estas
zonas no se deben a ningún ciclo vegetativo, sino a los vientos estacionales que
levantan arena y polvo.
Es probable que el agua sólo se dé en forma de hielo encima o debajo de la superficie, o como
rastros de vapor o cristales de hielo en la atmósfera. Sin embargo, la prueba más evidente en
contra de la existencia de vida es la ligereza de la atmósfera y el hecho de que la superficie está
expuesta, no sólo a dosis letales de radiación ultravioleta, sino también a los efectos químicos
de sustancias muy oxidantes (como el peróxido de hidrógeno) producidas por fotoquímica.
Quizá el resultado más fundamental y de más largo alcance obtenido por las sondas Viking es
que el suelo no contiene material orgánico (no hay razón para suponer que los dos lugares en
los que se posaron no son representativos). Aunque los meteoroides carbonáceos aportan
pequeñas cantidades de moléculas orgánicas a la superficie de Marte, este material parece
destruirse antes de tener la oportunidad de acumularse. Los resultados de los análisis del suelo
en búsqueda de moléculas orgánicas llevados a cabo por las sondas Viking, no proporcionan
ninguna prueba de la existencia de vida. Los datos recogidos por la sonda Mars Pathfinder
servirán probablemente de ayuda a los científicos que buscan signos de vida pasada, aunque la
misión no estaba diseñada para investigar esta cuestión.
Una pregunta más difícil es si ha existido vida alguna vez, dadas las incontestables pruebas de
cambio climático y los indicios de una atmósfera anterior más cálida y más densa. Para
responderla habría que recoger muestras del subsuelo y trasladarlas a la Tierra para un análisis
deta

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