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Martina es una mujer de 38 años, que se describe a sí misma como “una mujer abandonada” hija

de una madre presuntamente alcohólica y depresiva y un padre alcohólico, por lo que una de sus
tías paternas decide llevársela a su casa a sus 3 años y criarla. De esta tía ella dice “me hubiese
dejado con mi mamá o con mi papá, me hubiese dejado en la calle, pero cualquier cosa era mejor
que ella es toxica, ella no me quería” recuerda haber llorado desde muy pequeña porque sus papa
no estaban con ella, recuerda haberse sentido triste toda su vida, tanto que cuando cursaba
primer grado le robo una pastilla a su tía y se la tomo porque se quería morir, de adolescente se
rasguñaba con hojillas, cerca de sus 25 años se paró frente a una ventana para quitarse la vida.
Sobre sus ganas de morir dice “ni de eso soy capaz.” Esta mujer dice que la felicidad a ella no le
dura, que ella nunca ha sido feliz y que ahora que el tiempo ha pasado, que ha logrado alcanzar
muchas cosas que creyó que la harían feliz, como tener un hijo, una pareja, un lugar donde vivir
lejos de su familia de origen, adelgazar, implantes mamarios, ortodoncia y un sinfín de objetos, “se
le acabo la esperanza (…) porque todo lo que he tenido es lo que me ha tocado, quede
embarazada del que me toco no del que quería, vivo donde me permitieron no donde yo quiero,
todo en mi vida desde que nací es lo que me tocó (…) yo veo que los demás tienen todo mejor,
pero a mí no, a mi toco lo que me toco, lo peor y me dicen mal agradecida por no querer lo que
tengo, yo sé que hay gente que está peor, pero eso a mí no me importa, yo lo que quiero es
arrancarme este dolor que tengo como metido en la piel, yo me quiero despertar y dejar de
sentirme así, vivir con esta señora Martina no es fácil, la vida de Martina no es fácil”

Freud señala la elección de objeto narcisista en la melancolía (1914) y describe la identificación


regresiva al objeto perdido de modo que el objeto ocupa un lugar en yo: “la sombra del objeto
cayó sobre el yo” para él la depresión esconde agresividad contra el objeto perdido y revela la
ambivalencia del deprimido enfrentado al objeto de su duelo. En el caso de Martina el duelo por
sus padres, a quien ama y odia. Los amo –parece decir– pero más los odio; los quiero, pero para
no perderlos los instalo dentro de mí; como los odio este otro en mí es un yo dañino, yo soy
dañina, no soy nada ese “a mí me toco lo peor (…) los demás tiene todo mejor” esa queja contra sí
misma es en realidad una queja contra otro. Esta lógica supone un superyó severo y toda una
compleja dialéctica de idealización y desvalorización de si y del otro una creencia de que aun si la
hubiesen dejado en la calle ella estaría mejor, pero lo que representa todo este movimiento es el
mecanismo de la identificación, identificación con una madre deprimida que la abandonó, por lo
que ella hoy no logra salir de ese lugar, de esa identificación con la deprimida y abandonada.

Por otra parte Martina presenta una discordancia constante entre la representación de sí misma y
el yo ideal, uno que no alcanza ni habiendo alcanzado mucho de lo que quiso y que convirtió en
“felicidad” pareciera que la representación yoica que tiene frente a su yo ideal esta disminuida y
desvalorizada, tal vez por la identificación con estos padres desvalorizados. Por otro lado parece
que hay una brecha inmensa entre la representación de si misma y su yo ideal, que provoca que
nunca nada la satisfaga y por más que haya logrado objetivos en su vida ella los vea como
insuficientes. Su depresión tiene rasgos narcisistas.

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