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Resumen Examen Clinica
Resumen Examen Clinica
Índice:
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Clase sobre biografía de Freud e introducción al psicoanálisis
Freud nace en mayo de 1856 en el imperio austríaco. Su padre era 21 años mayor que su madre, es
el primer hijo, tiene dos medios hermanos de la edad de su madre y cinco hermanos más, él es el
más consentido. Familia judía, emigran a Viena cuando Freud tenía cuatro años escapando del
antisemitismo y la pobreza. Freud estudió medicina/neurobiología. Escuelas de pensamiento que lo
influyen: ilustración (movimiento en contra del oscurantismo religioso), romanticismo (enfoque en
lo pasional/ irracional (dicotomía pulsión de vida, pulsión de muerte)), positivismo (para conocer la
realidad hay que partir de lo dado, del dato positivo). Intenta estudiar al ser humano con lo que
estaba de moda: el estudio del cerebro, las neurociencias. Busca crear en una época donde se
buscaba clasificar y excluir. Clínica de su época: histeria. A los 29 años gana una beca y va a París
donde se encuentra con Charcot. Con Charcot se entera de que también hay histéricos (en Viena se
creía que eran solo mujeres). Charcot hipnotizaba y en el estado inconsciente daba la orden de
solucionar el síntoma. Freud abandona este método porque los síntomas regresaban después de un
tiempo, no era una verdadera cura. En esa época la histeria era considerada como mentiras de las
personas. Cuando vuelve a Viena lleva sus descubrimientos y se encuentra con resistencias. Va a
Nancy y se encuentra con Berheim (padre de la sugestión, la historia de vida de los histéricos tiene
que ver con su histeria). Se casa con Martha, tiene 6 hijos, abre una clínica y se dedica únicamente a
esto por años, olvidando la investigación. Con Breuer hipnotiza pero no da órdenes sino que
pregunta por la historia del síntoma. Breuer estaba convencido de que era producto de un episodio
traumático. Freud abandona la hipnosis porque no curaba, no todos eran hipnotizables y demandaba
mucha energía. Pasa a preguntar para llegar al trauma, una paciente le pide que la deje hablar y con
eso nace la técnica de la asociación libre y deja de buscar el trauma para pasar a la atención flotante.
Carta 69
En esta carta, Freud anuncia por primera vez (aparte de una insinuación en la Carta 67) sus dudas
acerca de la teoría de la etología traumática de las neurosis.
Introducción al narcisismo
Freud había estado usando el término “narcisismo” mucho antes de 1914. Ya en 1909, Freud
declaraba que el narcisismo era un estadio intermedio entre el autoerotismo y el amor de objeto.
En 1911 el descubrimiento del narcisismo condujo a Freud a establecer (en el Caso Schereber), la
existencia de una fase de la evolución sexual intermedia entre el autoerotismo y el amor objetal.
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En 1914, en la “Introducción al narcisismo”, introduce el concepto de narcisismo considerando las
catexis libidinales. Aludiendo a una especie de principio de conservación de la energía libidinal,
Freud establece la existencia de un equilibrio entre la “libido del yo” y la “libido de objeto”: cuanto
más aumenta una, más empobrece la otra. El yo debe considerarse como un gran reservorio de
libido de dónde ésta es enviada hacia los objetos.
El rodeo por la patología permite a Freud deducir el estado originario de la libido; en particular, el
desvío por las afecciones en las que hay una desinvestidura del mundo exterior, acompañada por un
completo repliegue del enfermo sobre sí. Freud indaga el destino de la libido retirada de los objetos,
basándose en la observación de enfermos esquizofrénicos, los que le parece la mejor respuesta a
este interrogante. Postula, tomando como ejemplo el delirio de grandeza, un estado original del yo
en el cual éste, investido totalmente por la libido, ponía de manifiesto una omnipotencia absoluta.
Ese estado de omnipotencia del yo define en adelante lo que se llama narcisismo primario. Es un
estado primitivo, que se caracteriza por la ausencia de total relación con el ambiente, por una
indiferenciación entre el yo y el ello, y su prototipo lo constituirá la vida intrauterina, de la cual el
sueño representaría una reproducción más o menos perfecta. El narcisismo designa un estado precoz
en el que el niño catectiza toda su libido sobre el mismo. Con narcisismo primario se hace
referencia al primer narcisismo, el del niño que se toma a sí mismo como objeto de amor antes de
elegir objetos exteriores. El narcisismo primario es una libidinización primaria del yo. A partir de
esta carga libidinal el yo puede investir a los objetos. Freud introduce una diferenciación en la
libido de acuerdo a la localización: si está en el yo es libido yoica o narcisista, si está en el objeto es
libido objetal. Con narcisismo secundario designa ese mismo estado cuando reaparece por el retorno
al yo de las investiduras de objeto, es decir, designa una vuelta sobre el yo de la libido, retirada de
sus catexis objetales. El yo constituye el reservorio de la libido, desde el cual ésta se distribuye
sobre los objetos exteriores, con retorno al lugar de origen si estos objetos no brindan satisfacción.
El conocimiento del narcisismo puede realizarse a partir de tres vías: La enfermedad orgánica: la
persona afligida por un dolor orgánico y por sensaciones penosas, resigna su interés por todas las
cosas del mundo exterior que no se relacionen con su sufrimiento; La hipocondría: se exterioriza en
sensaciones corporales penosas y dolorosas, pero, a diferencia de la enfermedad orgánica, no tienen
su fundamento en alteraciones orgánicas comprobables. La vida amorosa del ser humano: los seres
humanos tienen abiertos frente a sí dos caminos para la elección de objeto: elección de objeto del
apuntalamiento (elección de objeto según el modelo de la madre) y elección de objeto narcisista
(elección de objeto según el modelo de la propia persona) el primero es característico del hombre y
el segundo de la mujer.
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Pulsiones y destinos de pulsión
La diferencia entre estímulo y pulsión es que el primero es externo, y por lo tanto se puede huir de
él, mientras que el segundo es interno y por ende permanece constante hasta su satisfacción. La
pulsión es un concepto fronterizo entre lo anímico y lo somático. La libido es la fuerza con la cual
se exterioriza la pulsión sexual. Elementos de la pulsión: Esfuerzo: es el factor motor, aquello que
nos mueve. Meta: satisfacer la pulsión. Objeto: aquello donde la pulsión se satisface. Fuente: lo
somático, de donde proviene la excitación, la zona erógena. Hay dos tipos de pulsiones que más
adelante serán agrupadas en la pulsión de vida, estas son: yoicas o de autoconservación y sexuales.
Estas últimas en principio buscan el placer de diferentes fuentes, recién cuando se es adulto se llega
a una etapa del desarrollo sexual más elevada y se unen estas fuentes al servicio de la reproducción.
Por ejemplo, el tomar teta se apuntala en una pulsión de autoconservación porque satisface el
hambre, pero también es una pulsión sexual porque produce placer, la pulsión sexual en un
principio no existe por si misma. Los destinos de la pulsión pueden ser entendidos como variedades
de la defensa contra la pulsión, la pulsión que en la infancia se disfrutaba de una determinada
manera ahora tiene que tener otros destinos que protejan al aparato del displacer. Estos son:
trastorno hacia lo contrario, vuelta a la persona propia, represión, y sublimación. Los dos últimos se
tratan en otros textos (pero igual los defino brevemente: represión: envía las representaciones que
generan displacer al inconsciente, sublimación: desvío de metas inmediatas a metas superiores). El
trastorno hacia lo contrario es por un lado en cuanto a la meta de activa a pasiva (por ejemplo, en el
par de opuestos sadismo masoquismo la meta activa del martirizar en el sadismo es vuelta pasiva en
ser martirizado en el masoquismo) y por el otro en cuanto al contenido, la mudanza de amor en
odio. En la vuelta a la persona propia lo que cambia es el objeto (por ejemplo el masoquismo puede
ser entendido como un sadismo vuelto hacia el propio yo)
Lo inconsciente
- LO inconsciente, no el inconsciente.
- NO aparece con Freud, lo habla la filosofía, la literatura y la psicología experimental.
- NO es opuesto a la consciencia.
- Primera tópica: consciente, preconsciente, inconsciente (tópica: división del psiquismo en áreas)
- Preconsciente: no hay ninguna resistencia por lo que uno puede extraer representaciones en el
momento que quiera simplemente apelando a la memoria, aquí habitan los recuerdos susceptibles de
consciencia.
- Inconsciente: insusceptible de consciencia. Si uno quiere traer a la consciencia las
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representaciones reprimidas las resistencias no lo permitirán.
- Reprimir: consiste en quitarle la carga energética a una representación del preconsciente y
conservarla a nivel inconsciente, “esfuerzo de desalojo”, para ser reprimida la representación debe
causar un displacer mayor al placer que pueda causar y chocar con mandatos éticos y estéticos.
Cuando nacemos no tenemos consciente/preconsciente/inconsciente, la represión primaria hace que
esta tópica se construya. Lo reprimido de forma primaria va a querer regresar y ahí aparece la
represión secundaria, “esfuerzo de dar caza”. Como las mociones de deseo quieren aparecer todo el
tiempo finalmente aparecen desfiguradas en el preconsciente, “retorno de lo reprimido”. La
represión es móvil, esto significa que lo que esté reprimido en un momento puede no estarlo en otro
y viceversa. En los sueños y en las personas alcoholizadas la represión se afloja.
- El comportamiento se basa en lo inconsciente, el sujeto se comporta siempre de la misma manera
y no entiende por qué se comporta como lo hace, no puede recordar la causa inconsciente que
explica su comportamiento. Las acciones de ese comportamiento son los retoños del inconsciente.
- Manifestaciones de lo inconsciente: los actos fallidos, los sueños, los chistes, los síntomas, las
ocurrencias que tenemos que no sabemos de dónde vienen. También aparecen en los experimentos
post hipnóticos.
- Dentro de lo inconsciente hay ausencia de contradicción, ósea que las mociones de deseo pueden
convivir sin excluirse entre sí, no hay duda ni negación, es atemporal, está regido por el proceso
primario, se dan los fenómenos de condensación y desplazamiento (la energía se desplaza de una
representación a otra o se condensa la energía de varias representaciones en una sola) y la realidad
exterior se sustituye por la realidad psíquica. En los procesos preconscientes si hay influencia entre
las representaciones, hay censura, hay ordenamiento temporal, está regido por el proceso
secundario y por el principio de realidad, es decir que si va a haber un miramiento por la realidad
exterior. El sistema preconsciente va a ser responsable del manejo de la consciencia y la motilidad,
mientras que el sistema inconsciente maneja la descarga de afecto. Los procesos inconscientes
tienen una influencia más plástica sobre los procesos somáticos que los procesos preconscientes.
- El acto psíquico siempre va a ser primero inconsciente y va a pasar por una censura, una especie
de exámen que si se aprueba pasa al preconsciente, y si no es reprimido y se queda en lo
inconsciente. Freud se propone analizar ese pasaje de lo inconsciente a lo consciente y el rol que
tiene la represión en esto, plantea así tres supuestos:
* El primero dice que una representación puede estar en ambos aparatos a la vez, es decir que puede
haber una nueva transcripción en el aparato consciente y a su vez puede seguir la transcripción
original en lo inconsciente
* En el segundo supuesto Freud abandona la primer teoría y ahora plantea que para que exista el
pasaje de lo inconsciente a lo consciente tiene que haber un una mudanza en las investiduras. Las
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investiduras son las fuerzas que actúan desde lo inconsciente queriendo penetrar a la consciencia.
Las fuerzas que se oponen a la investidura son las contrainvestiduras, estas fuerzas devienen de la
represión e implican un gasto constante de energía. En la represión primaria aparece una
contrainvestidura cuando una representación intenta salir del inconsciente. En la represión
secundaria cuando una representación inconsciente penetra en la censura se le saca la investidura
preconsciente a esa representación inconsciente y se le coloca una representación sustitutiva, esta
representación sustitutiva es el síntoma que actúa como contrainvestidura. Mientras el síntoma esté
ahí la representación inconsciente nunca va a poder penetrar, para que esta pueda aparecer hay que
desanudar ese síntoma. En un segundo momento habrá un representante sustitutivo de lo reprimido
que va a funcionar como contrainvestidura y va a permitir la racionalización de la descarga de
angustia (uno va a poder pensar que se tiene angustia a este nuevo representante que aparece en la
consciencia). En un tercer momento se ponen en marcha mecanismos de evitación del objeto
fobígeno mediante la angustia, no como descarga de afectos sino también como señal para poner en
marcha mecanismos de huida, evitación, etc.
* El tercer supuesto es la teoría de la representación cosa- representación palabra. La representación
cosa pertenece a lo inconsciente, es una investidura libidinal de objetos, de esos primeros objetos
que el sujeto ha tenido que resignar, una pura huella mnémica carente de significado. Para que haya
un pasaje de lo inconsciente a lo consciente hay que poner en palabras aquella representación cosa.
Ahora bien, lo que pertenece a lo consciente no es la representación palabra, es la representación
cosa más la representación palabra, la significación de esa pura huella mnémica. En otras palabras
para hacer consciente lo inconsciente hay que ponerlo en palabras.
Conferencia 17
Los síntomas, al igual que los actos fallidos y los sueños, poseen un sentido y guardan relación con
la vida íntima del enfermo y con una situación del pasado. Freud llama a los síntomas
“exteriorizaciones del inconsciente”. En las neurosis podemos encontrar síntomas típicos, que
encuentran su sentido en casos semejantes, con la diferencia individual de cada uno, con tendencia a
repetir acciones fastidiosas a veces contradictorias entre sí; y síntomas individuales, propios de cada
paciente, derivados de situaciones y vivencias únicas y personales. La tarea del analista es descubrir
esta situación del pasado en la que la idea estaba justificada y la acción respondía a su fin. Los
síntomas típicos son los que van a ayudarnos para enmarcar al paciente en un diagnóstico, y los
individuales sirven de material para desentramar la vivencia particular.
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Conferencia 18
Breuer afirmó que los síntomas desaparecen al llevar a la conciencia los procesos inconscientes que
contienen el sentido de éste, esto sigue siendo la base de la terapia psicoanalítica. "La Neurosis
nace de la incapacidad de tramitar una vivencia teñida de un afecto hipertenso". El síntoma puede
provenir de impresiones venidas del exterior, que fueron alguna vez conscientes y después pasaron
a ser inconscientes, pero también puede no haber sido consciente nunca. La Neurosis traumática
tiene una fijación al momento del accidente, la persona sueña con el suceso y queda sujeto a él.
Toda neurosis contiene una fijación de esa índole pero no toda fijación lleva a la neurosis, ni
coincide con ella, ni se produce a raíz de ella. Freud decía que las pacientes no querían liberarse y
que en la mayoría de los casos la fijación se da en una fase temprana de la vida.
Conferencia 20:
Sexual es todo lo que con el propósito de obtener una ganancia de placer se ocupa del cuerpo, en
especial de las partes sexuales del otro sexo y apunta a la unión de los genitales y a la ejecución del
acto sexual. Hay un grupo de individuos, cuya sexualidad se aparta de lo habitual, los perversos,
estos son los homosexuales, los que cambian la meta sexual renunciando a la unión de los genitales
o la reemplazan con otra parte del cuerpo, los fetichistas que una pieza de indumentaria les llena el
deseo, y los que reclaman el objeto total, los que han establecido su deseo sexual en los actos que
normalmente serían preliminares, los sádicos que desean infligir dolor y martirizar a su objeto y los
masoquistas, cuyo placer está en soportar dolor.
En los síntomas neuróticos hay satisfacciones sexuales sustitutivas, en ningún neurótico faltan
deseos homosexuales. En la neurosis histérica los síntomas aparecen en todos los órganos y
perturban todas las funciones, se sustituyen los genitales por otros órganos. La sintomatología de la
histeria permitió que a los órganos del cuerpo se les reconociera, además de su papel funcional, una
significación sexual. La investigación psicoanalítica ha considerado la vida sexual del niño debido a
que en el análisis de los síntomas en los adultos, sus recuerdos provenían por lo general desde los
primeros años de infancia.
Conferencia 23
Para que un síntoma advenga deben cumplirse ciertas condiciones: debe existir cierta predisposición
a las fijaciones libidinales y sumarse a esto un trauma externo que atente contra los modos de
satisfacción actuales del yo. A la suma de ambos factores Freud la denomina Series
Complementarias (a lo largo de su obra propone varias). A su vez, la predisposición a fijaciones
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libidinales se genera a partir de una nueva serie complementaria: el factor prehistórico,
constitucional, sumado al vivenciar sexual infantil. Las fijaciones son puntos híper intensos en el
recorrido evolutivo libidinal.
La libido emprende la retirada de la modalidad actual de satisfacción cuando no puede cumplirla, se
produce una regresión en busca de viejos modos de satisfacción que hayan resultado exitosos, una
regresión a un punto de fijación, lo que implica una modalidad de satisfacción perversa (porque no
es de la sexualidad actual sino de la infancia), sumado a una sobreinvestidura de las fantasías.
Dichas fantasías eran tolerables al yo antes de la sobreinvestidura (porque no estaban muy cargadas
de afecto, por lo que podían alejarse de la consciencia con facilidad). Ahora se vuelven intolerables
al yo (porque son perversas) y este les opone una contrainvestidura. Este es el momento en que
opera la defensa sobre las fantasías deformándolas para que puedan pasar al sistema preconsciente
El yo y el ello
El yo es la organización coherente de los procesos anímicos en una persona, tiene como función
controlar la consciencia, la motilidad y todos los procesos parciales, mientras dormimos sigue
ejerciendo la censura onírica y de él parten las represiones. Cuando en el análisis uno intenta
acercarse a lo reprimido se exteriorizan ciertas resistencias que se oponen, estas resistencias no son
conscientes, por ende hay una parte del yo inconsciente, que no es lo reprimido sino lo represor.
Esto hace que Freud cambie su concepto de inconsciente, el conflicto no es entre consciente e
inconsciente como antes se cría, sino que es entre el yo coherente y la parte escindida que está
reprimida. Todo lo que está reprimido es inconsciente pero no todo lo que es inconsciente está
reprimido.
El ello es la parte inconsciente del yo, el yo es la parte del ello afectada por el mundo externo, lo
reprimido es una parte del ello, lo reprimido es separado tajantemente del yo por medio de la
represión y se comunica con el yo a través del ello. La percepción ocupa el mismo papel en el yo
que la pulsión en el ello, es decir que el yo va a tener que lidiar con las exigencias que provienen del
mundo exterior, mientras que el ello va a tener que lidiar con las exigencias que provienen de las
pulsiones. El yo es sobre todo una esencia cuerpo, es decir que parte de las sensaciones corporales.
El superyó es el ideal del yo, cuando un objeto de amor es resignado se vuelve a construir dentro del
yo, esta es la forma que tiene el yo de dominar al ello. El superyó se forma por la internalización de
los padres, que son el primer objeto de amor, que representan el ideal, pero también como una
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formación reactiva frente a estas elecciones libidinosas. El ideal del yo es el heredero del complejo
de Edipo y por lo tanto expresión de las más potentes emociones y destinos libidinales del ello.
Proviene de la herencia filogenética de la humanidad
Construcciones en el análisis
El trabajo analítico aspira a inducir al paciente a que abandone sus represiones, que pertenecen a la
primera época de su evolución, y a reemplazarlas por reacciones de una clase que corresponderían a
un estado de madurez psíquica. Con este propósito a la vista debe llegar a recoger ciertas
experiencias y los impulsos afectivos concitados por ellas que en ese momento ha olvidado. Para
ello nos da fragmentos de esos recuerdos en sus ensueños de gran valor por sí mismos, pero
grandemente desfigurados, por lo común, por todos los factores que intervienen en la formulación
de los ensueños. También, si se entrega a la «asociación libre», produce ideas, en las que podemos
descubrir alusiones a las experiencias reprimidas y derivativas de los impulsos afectivos
suprimidos, lo mismo que de las reacciones contra ellos. Y finalmente existen indicios de
repeticiones de los afectos que pertenecen al material reprimido que se encuentran en acciones
realizadas por el paciente, algunas importantes, otras triviales, tanto dentro como fuera de la
situación psicoanalítica. Nuestra experiencia ha demostrado que la relación de transferencia que se
establece hacia el analista se halla particularmente calculada para favorecer el regreso de esas
conexiones afectivas. De este material bruto -si podemos llamarlo así- es de donde hemos de extraer
lo que buscamos. El trabajo analítico consta de dos porciones completamente distintas, que se
llevan a cabo en dos localizaciones diferentes, que afecta a dos personas, a cada una de las cuales le
es asignada una tarea distinta. La persona que está siendo psicoanalizada ha de ser inducida a
recordar algo que ha sido experimentado por ella y reprimido. La tarea del psicoanalista, es hacer
surgir lo que ha sido olvidado a partir de las huellas que ha dejado tras sí, o más correctamente,
construirlo. El tiempo y modo en que transmite sus construcciones a la persona que está siendo
psicoanalizada, así como las explicaciones con las que las acompaña, constituyen el nexo entre las
dos partes del trabajo analítico, entre su propia parte y la del paciente. Para el analista la
construcción es solamente una labor preliminar. No es una labor preliminar en el sentido de que
haya de completarse antes de que pueda empezarse el trabajo siguiente. Ambas clases de trabajo se
realizan simultáneamente, una de ellas marchando un poco por delante y la otra siguiéndola. El
psicoanalista termina una construcción y la comunica al sujeto del análisis, de modo que pueda
actuar sobre él; constituye entonces otro fragmento con el material que le llega, hace lo mismo y
sigue de este modo alternativo hasta el final. Ya al comienzo, se presenta la cuestión de qué
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garantías tenemos de que mientras trabajamos en ellas no cometemos errores y ponemos en peligro
el éxito del tratamiento presentando alguna construcción que sea incorrecta. Naturalmente,
constituye una pérdida de tiempo, y el que no haga otra cosa sino presentar al paciente falsas
combinaciones no creará muy buena impresión en él ni irá muy lejos en su tratamiento; pero un
pequeño error de esta clase no causará ningún perjuicio. Lo que en realidad ocurre en tales casos es
más bien que el paciente permanece inconmovible por lo que se le ha dicho y no reacciona ni con
un «sí» ni con un «no». Esto posiblemente sólo significa que su reacción queda pospuesta: pero si
no resulta nada más podemos concluir que hemos cometido un error y debemos admitirlo así ante el
paciente en alguna ocasión favorable para no poner en peligro nuestra autoridad. Esta oportunidad
se presentará cuando llegue a la luz nuevo material que nos permita hacer una construcción mejor y
corregir así nuestro error. De este modo la construcción errónea desaparece como si nunca se
hubiera hecho. Un simple «sí» puede significar que reconoce lo justo de la construcción que le ha
sido presentada; pero también puede carecer de significado o incluso merece ser descrito como
«hipócrita», puesto que puede ser conveniente para su resistencia hacer uso en sus circunstancias de
un asentimiento para prolongar el ocultamiento de la verdad que no ha sido descubierta. El «sí» no
tiene valor, a menos que sea seguido por confirmaciones indirectas, a menos que el paciente
inmediatamente después de su «sí» produzca nuevos recuerdos que completen y amplíen la
construcción. Solamente en tal caso consideramos que el «sí» se ha referido plenamente al sujeto
que se discute. Un «no» de una persona en tratamiento analítico es tan ambiguo como un «sí» y aún
es de menos valor. En algunos casos raros se ve que es la expresión de un legítimo disentimiento.
Mucho más frecuentemente expresa una resistencia que ha podido ser evocada en el sujeto por la
construcción presentada, pero que también puede proceder de algún otro factor de la compleja
situación analítica. Como todas estas construcciones son incompletas y cubren solamente pequeños
fragmentos de los sucesos olvidados, podemos suponer que el paciente basa su contradicción en la
parte que todavía no ha sido descubierta. Por lo regular no dará su asentimiento hasta que sepa la
entera verdad. Parece, por tanto, que es del mayor interés que hay formas indirectas de
confirmación que son dignas de crédito en todos los aspectos. Una de ellas es la forma de expresión
utilizada: «Yo no pensé nunca» (o «No debería haber pensado») «esto» o «en esto». Lo que puede
ser traducido sin vacilaciones por: «Sí, tiene usted razón, acerca de mi inconsciente.» Una
confirmación igualmente valiosa está implicada cuando el paciente contesta con una asociación que
contiene algo similar o análogo al contenido de la construcción. Una confirmación indirecta por las
asociaciones que se ajustan al contenido de una construcción -que nos dan un «también» -
proporciona una base para juzgar si la construcción va a ser confirmada en el curso del análisis. Es
particularmente notable que por medio de una parapraxia una confirmación de esta clase se insinúa
en una negación. No pretendemos que una construcción sea más que una conjetura que espera
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examen, confirmación o rechazo. No pretendemos estar en lo cierto, no exigimos una aceptación
por parte del paciente ni discutimos con él si en principio la niega.
El camino que empieza en la construcción del analista debería acabar en los recuerdos del paciente,
pero no siempre llega tan lejos. Con mucha frecuencia no logramos que el paciente recuerde lo que
ha sido reprimido. En lugar de ello, si el análisis es llevado correctamente, producimos en él una
firme convicción de la verdad de la construcción que logra el mismo resultado terapéutico que un
recuerdo vuelto a evocar. En ciertos análisis la comunicación de una construcción evidentemente
acertada ha evocado en el paciente un fenómeno extraño y al principio incomprensible. Se les han
provocado vivos recuerdos pero lo que han recordado no ha sido el suceso que constituía el objeto
de la construcción, sino detalles relacionados con aquél.
Tal vez pueda ser una característica general de las alucinaciones a la que hasta ahora no se le ha
concedido atención suficiente que en ellas reaparezca algo experimentado en la infancia y luego
olvidado. Debería abandonarse el vano esfuerzo de convencer al paciente del error de sus
delusiones y de su contradicción con la realidad, y, por el contrario, el reconocimiento de su núcleo
de verdad proporcionaría una base común sobre la cual podría desarrollarse el trabajo terapéutico.
Este trabajo consistiría en liberar el fragmento de verdad histórica de sus distorsiones y sus
relaciones con el presente y hacerlo remontar al momento del pasado al cual pertenece. Con
bastante frecuencia, cuando un neurótico es llevado por un estado de ansiedad a esperar la llegada
de un suceso terrible, en realidad se halla bajo el influjo de un recuerdo reprimido (que intenta
entrar en la conciencia, pero no puede hacerse consciente) de que alguna cosa que en aquel tiempo
era terrorífica ocurrirá realmente. Los delirios de los pacientes se aparecen como los equivalentes de
las construcciones que edificamos en el curso de un tratamiento psicoanalítico: intentos de
explicación y de curación, aunque es verdad que en las condiciones de una psicosis no puedan hacer
más que sustituir el fragmento de realidad que está siendo negado en el presente por otro fragmento
que ya fue rechazado en remoto pasado. Será la tarea de cada investigación individual revelar las
conexiones íntimas entre el material del rechazo presente y el de la represión primitiva.
Conferencias 30 y 31
Estas conferencias hablan de temas que se encuentran en los textos “la interpretación de los
sueños”, “lo inconsciente” y “el yo y el ello” por lo que no es necesario abordarlas.
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