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Resumen para exámen de CLÍNICA I –

diciembre 2019- Alfonsina Acuña

Índice:

- Clase sobre biografía de Freud e introducción al psicoanálisis………………………………… 2


- Carta 69…………………………………………………………………………………………. 2
- La Interpretación de los sueños, capítulo VII…………………………………………………... 2
- Mis tesis sobre el papel de la sexualidad en la etiología de las neurosis……………………….. 4
- Tres ensayos de teoría sexual, Partes II y III…………………………………………………… 4
- Sobre la dinámica de la transferencia…………………………………………………………... 5
- Consejos al médico sobre el tratamiento psicoanalítico………………………………………... 6
- Puntualizaciones sobre el amor de transferencia……………………………………………….. 7
- Recordar, repetir y reelaborar…………………………………………………...……………… 8
- Introducción del narcisismo…………………………………………………………………….. 8
- Pulsiones y sus destinos………………………………………………………………………… 10
- Lo inconsciente…………………………………………………………………………………. 10
- Conferencias de Introducción al Psicoanálisis números 17, 18, 20, 23………………………… 12
- Más allá del principio del placer……………………………………………………...………… 14
- Psicología de las Masa y análisis del Yo………………………………………………………... 15
- El Yo y el Ello…………………………………………………………………………………... 16
- El sepultamiento del complejo de Edipo……………………………………………………….. 17
- La escisión del Yo en el proceso defensivo……………...……………………………………... 17
- Construcciones en el análisis…………………………………………………………………… 18
- Inhibición, síntoma y angustia caps. 2, 3, 4 y 8………………………………………………… 20
- Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis Números 30 y 31...…………………….. 20

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Clase sobre biografía de Freud e introducción al psicoanálisis
Freud nace en mayo de 1856 en el imperio austríaco. Su padre era 21 años mayor que su madre, es
el primer hijo, tiene dos medios hermanos de la edad de su madre y cinco hermanos más, él es el
más consentido. Familia judía, emigran a Viena cuando Freud tenía cuatro años escapando del
antisemitismo y la pobreza. Freud estudió medicina/neurobiología. Escuelas de pensamiento que lo
influyen: ilustración (movimiento en contra del oscurantismo religioso), romanticismo (enfoque en
lo pasional/ irracional (dicotomía pulsión de vida, pulsión de muerte)), positivismo (para conocer la
realidad hay que partir de lo dado, del dato positivo). Intenta estudiar al ser humano con lo que
estaba de moda: el estudio del cerebro, las neurociencias. Busca crear en una época donde se
buscaba clasificar y excluir. Clínica de su época: histeria. A los 29 años gana una beca y va a París
donde se encuentra con Charcot. Con Charcot se entera de que también hay histéricos (en Viena se
creía que eran solo mujeres). Charcot hipnotizaba y en el estado inconsciente daba la orden de
solucionar el síntoma. Freud abandona este método porque los síntomas regresaban después de un
tiempo, no era una verdadera cura. En esa época la histeria era considerada como mentiras de las
personas. Cuando vuelve a Viena lleva sus descubrimientos y se encuentra con resistencias. Va a
Nancy y se encuentra con Berheim (padre de la sugestión, la historia de vida de los histéricos tiene
que ver con su histeria). Se casa con Martha, tiene 6 hijos, abre una clínica y se dedica únicamente a
esto por años, olvidando la investigación. Con Breuer hipnotiza pero no da órdenes sino que
pregunta por la historia del síntoma. Breuer estaba convencido de que era producto de un episodio
traumático. Freud abandona la hipnosis porque no curaba, no todos eran hipnotizables y demandaba
mucha energía. Pasa a preguntar para llegar al trauma, una paciente le pide que la deje hablar y con
eso nace la técnica de la asociación libre y deja de buscar el trauma para pasar a la atención flotante.

Carta 69
En esta carta, Freud anuncia por primera vez (aparte de una insinuación en la Carta 67) sus dudas
acerca de la teoría de la etología traumática de las neurosis.

Interpretación de los sueños (cap. 7)


La función de los sueños es mantenernos dormidos, por eso los estímulos exteriores se incorporan
en los sueños. Se puede soñar con un deseo que apareció en la vida de vigilia y que por una
condición externa el sujeto no pudo satisfacer en su momento, estos pertenecen al sistema
consciente y son llamados infantiles. Se puede soñar también con deseos provenientes del aparato
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inconsciente que han tenido que ser reprimidos y que aparecen desfigurados porque generan un
displacer que puede llegar a impedir la función del sueño. O, se puede soñar con mociones de
deseos actuales, que es soñar con la satisfacción de deseos que aparecen mientras el sujeto duerme.
Los sueños que interesan a Freud son los provenientes de lo inconsciente, por lo general los sueños
de los adultos son los de este tipo. Para que se den los sueños tiene que haber un deseo inconsciente
que se una con restos diurnos (preocupaciones o deseos que surgieron en la vida de vigilia y que
fueron percibidos conscientemente).
Todo sueño se da en imágenes visuales y en tiempo presente. Los sueños tienen 2 partes, el
contenido manifiesto: lo que soñamos literalmente, y el pensamiento onírico latente: lo que
queremos decir con ese sueño, su significado, lo que se esconde o está detrás de éste. El objetivo de
la interpretación de los sueños es traer esos pensamientos oníricos latentes. Cuanto más desfigurado
esté el sueño más resistencias habrá a la hora de realizar la interpretación. Cuando las asociaciones
libres no llevan a ningún puerto una buena técnica es pedirle al paciente que repita el relato del
sueño más de una vez y prestar atención a las modificaciones que va haciendo entre los relatos. Un
sueño posterior nos permite muchas veces confirmar nuestra interpretación y continuarla. Toda una
serie de sueños que suceden a través de semanas o meses enteros reposan con frecuencia sobre los
mismos fundamentos y deben ser sometidos conjuntamente a la interpretación. Los sueños
diferentes soñados en una misma noche deben ser tomados como una totalidad.
El sujeto al prepararse para dormir se despoja del mundo exterior, esto permite que al dormir
emerjan los deseos reprimidos que en la vigilia no podrían ser aceptados. Las desfiguraciones se
presentan por la presencia del yo.
- Desfiguración onírica: desfiguración del contenido latente. Consecuencia de la censura onírica
- Censura onírica: actúa sobre los elementos displacenteros del sueño que tienen que desfigurarse.
Es la resistencia actuando en el sueño.
- Trabajo del sueño: es el trabajo que ocurre en la transposición de los pensamientos oníricos
latentes al contenido manifiesto. El trabajo que se da a la inversa es la interpretación del sueño. Las
tareas del trabajo del sueño son:
* La condensación: los elementos latentes similares se fusionan
* El desplazamiento: se trasladan elementos importantes a otros menos importantes
* El miramiento por la figurabilidad: al pasar los pensamientos a imágenes se pierde contenido
* La elaboración secundaria: entre el sueño y el relato de éste se presentan pequeñas diferencias.
Estas modificaciones no son azarosas, las variaciones se introducen por algo
- Los sueños de angustia o pesadillas se explican porque el deseo inconsciente se desfigura muy
poco o no se desfigura.
- Los sueños infantiles son deseos conscientes sin desfiguración
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“El neurótico sueña lo que el perverso hace”

Mis tesis sobre el papel de la sexualidad en la etología de las neurosis


En primera instancia Freud consideró que para contraer una neurosis la sexualidad tenía un rol
importante pero que no era exclusivo, sino que también se podía contraer por otros motivos. Años
posteriores va a decir qué estaba equivocado, que para contraer una neurosis si necesariamente tiene
que haber una vivencia sexual, y no sólo eso, sino que además la vivencia sexual tiene que darse en
la infancia previo a la madurez sexual. Ahora lo que va a decir es que estas vivencias de seducción
muchas veces se debían a invenciones de recuerdos, invenciones que fueron generadas en la
pubertad por el aparato psíquico con el fin de proteger al mismo de la sexualidad infantil. *Lo
importante no es la experiencia en sí, sino como se resignifica*

Tres ensayos de teoría sexual:


- Freud se encuentra en una época donde la sexualidad se consideraba orientada a la reproducción,
era instintiva, con un objeto fijo y propia de la adultez.
- No fue el primero en decir que los niños tenían sexualidad, pero si en decir que ésta no era algo
excepcional y patológico.
- Constitución bisexual universal
- Zonas erógenas: porción de piel o de mucosa que produce placer al ser estimulada.
- Pulsiones sexuales: impulso psíquico que tiene su fuente en una excitación interna y que tiene
como fin suprimir o calmar el estado de tensión que genera sirviéndose de un objeto para lograrlo.
En la sexualidad infantil están apuntaladas sobre las pulsiones de autoconservación (por ejemplo, un
bebé que toma teta además de alimentarse siente placer)
- Autoerotismo: la sexualidad infantil es autoerótica, esto significa que el objeto que satisface la
pulsión está en el propio cuerpo (en la fase oral, por ejemplo, en el dedo)
- Meta: la meta es la satisfacción, mediante la estimulación adecuada de la zona erógena. A veces
sentimos una tensión que se percibe como una picazón que procede desde el interior del organismo
y se proyecta en una zona erógena, un aumento de energía psíquica que produce displacer. Para
cancelar este displacer y lograr la satisfacción se necesita bajar la energía psíquica aplicando un
estímulo externo.
- Pulsiones parciales: en la sexualidad infantil las pulsiones sexuales son parciales, esto es que
buscan el placer de manera independiente, sin necesidad de articularse con otras. Recién en la
pubertad se subordinan a un fin particular (la reproducción, el coito) y a una zona erógena en
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particular (los genitales). Lo que ocurre con los perversos es que alguna de estas pulsiones parciales
de la infancia ha quedado fijada.
- La persona que se encarga de los cuidados del niño es la que erotiza y erogeniza a éste. Por esto, el
primer objeto de amor siempre es incestuoso. En la pubertad se elige un objeto de amor que
simbólicamente represente a ese objeto de amor inicial que se ha tenido que perder.
- Amnesia infantil: Olvido de la infancia por represión del complejo de Edipo. Es necesario que
exista esta represión inicial para que pueda haber represiones futuras, una vez iniciada la pubertad
determinadas vivencias van a reanimar estas vivencias sexuales infantiles y por asociación se
tenderán a reprimir.
- Niños perversos polimorfos: su sexualidad no tiene fines reproductivos y puede tomar diferentes
formas.
- Exteriorizaciones de la sexualidad infantil: prácticas que los niños llevan a cabo luego de haber
independizado la pulsión sexual de las funciones biológicas de autoconservación, estas prácticas no
tienen más que un fin puramente placentero
- Fase oral: apuntalada a la lactancia, satisface hambre y sexualidad en el mismo acto, incorporar.
- Fase anal: apuntalada a la defecación, polaridad retener-expulsar.
- Fase fálica: sobreviene el complejo de Edipo, anudada al complejo de castración, lo crucial de esta
fase es “¿tengo o no tengo falo?”, genital: micción, masturbación infantil.
- Período de latencia: divide en dos el desarrollo sexual. Se instala el superyó, hay un cese de toda
actividad sexual y se constituyen los diques morales, estos son los sentimientos de asco, vergüenza,
ética, etc., que generan displacer respecto a las pulsiones sexuales. La pulsión sexual se desvía de su
meta inmediata hacia metas superiores, que estén valoradas socialmente (el arte, el deporte, los
estudios, etc.) Sobreviene la amnesia infantil por represión del complejo de Edipo.
- Fase genital: segundo empuje de la sexualidad. Resignificación de las experiencias de la infancia.
Se sublima el erotismo por la ternura hacia los padres.
- Fuentes de excitación: mecánicas (hamacas, mecerse, medios de transporte, etc.), musculares
(peleas), situaciones terroríficas, trabajo intelectual.

Sobre la dinámica de transferencia:


Todo ser humano, por efecto conjugado de sus disposiciones innatas y de los influjos que recibe en
su infancia, adquiere una especificidad determinada para el ejercicio de su vida amorosa, o sea, para
las condiciones de amor que establecerá y las pulsiones que satisfará, así corno para las metas que
habrá de fijarse. Esto da por resultado un clisé (o también varios) que se repite de manera regular en
la trayectoria de la vida, en la medida en que lo consientan las circunstancias exteriores y la
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naturaleza de los objetos de amor asequibles. Sólo un sector de esas mociones determinantes de la
vida amorosa es consciente, la otra parte sólo tuvo permitido desplegarse en la fantasía o bien ha
permanecido por entero en lo inconsciente. Si la necesidad de amor de alguien no está satisfecha de
manera exhaustiva por la realidad, la persona se verá precisada a volcarse con unas representaciones
libidinosas hacia cualquier persona. Es entonces del todo normal que la investidura libidinal
aprontada en la expectativa de alguien que está parcialmente insatisfecho se vuelva hacia el médico.
Para semejante seriación se vuelve decisiva la «Imago paterna», empero, la trasferencia no está
atada a ese modelo; también puede producirse siguiendo la imago materna o de un hermano varón.
En la cura analítica la trasferencia se nos aparece como el arma más poderosa de la resistencia. El
mecanismo de la trasferencia se averigua, sin duda, reconduciéndolo al apronte de la libido que ha
permanecido en posesión de imagos infantiles; pero el esclarecimiento de su papel en la cura sólo si
uno penetra en sus vínculos con la resistencia. La trasferencia sobre el médico sólo resulta
apropiada como resistencia dentro de la cura cuando es una trasferencia negativa, o una positiva de
mociones eróticas reprimidas. Cuando nosotros cancelamos la resistencia haciéndola consciente,
solo hacemos desasirse de la persona del médico esos dos componentes del acto de sentimiento. En
cuanto al otro componente susceptible de conciencia y no chocante, subsiste y es en el psicoanálisis,
al igual que en los otros métodos de tratamiento, el portador del éxito.

Consejos al médico sobre el tratamiento psicoanalítico


A) No intentar retener especialmente nada y acogerlo todo con una igual atención flotante. De este
modo evitamos seleccionar el material que se nos ofrece siguiendo en esta selección nuestras
esperanzas o tendencias, corriendo el riesgo de solo descubrir lo que ya sabemos, o de falsear la
posible percepción.
B) No podemos recomendar la práctica de tomar apuntes durante las sesiones con el analizado.
Aparte de la impresión que produce en algunos pacientes, se oponen a ello las mismas razones que
antes consignamos al tratar de la retención en la memoria
C) La anotación de datos durante las sesiones del tratamiento podría justificarse con el propósito de
utilizar el caso para una publicación científica. Pero resulta que estos son fatigosos para el lector.
Además, cuando éste no quiere tomar en serio ni al análisis ni al analista, ningún protocolo, por
exacto que sea, le hará la menor impresión
D) Antes de terminar el tratamiento no es conveniente elaborar científicamente un caso y reconstruir
su estructura, e intentar determinar su trayectoria fijando de cuando en cuando su situación, como lo
exigiría el interés científico. El éxito terapéutico padece en estos casos utilizados desde un principio
para un fin científico y tratados en consecuencia.
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E) He de recomendar calurosamente a mis colegas que procuren tomar como modelo durante el
tratamiento psicoanalítico la conducta del cirujano, que impone silencio a todos sus afectos e
incluso a su compasión humana y concentra todas sus energías psíquicas en su único fin: practicar
la operación conforme a todas las reglas del arte. La justificación de esta frialdad de sentimientos
está en que crea para ambas partes interesadas las condiciones más favorables, asegurando al
médico la deseable protección de su propia vida afectiva y al enfermo el máximo auxilio.
F) Exigirle al psicoanalista que se haya sometido a una purificación psicoanalítica y haya adquirido
conocimiento de aquellos complejos propios que pudieran perturbar su aprehensión del material
suministrado por los analizados.
G) Si el médico le permitiera al paciente la visión de sus propios defectos y conflictos anímicos y le
hiciera posible equipararse a él, comunicándole las intimidades de su vida incapacitaría al sujeto
para vencer las resistencias más profundas y fracasaría siempre en los casos de alguna gravedad,
provocando en el enfermo una curiosidad insaciable que le inclinaría a invertir los términos de la
situación y a encontrar el análisis del médico más interesante que el suyo propio. Esta actitud
abierta del médico dificulta asimismo una de las tareas capitales de la cura: la solución de la
transferencia.
H) La tendencia a utilizar regularmente el tratamiento analítico para la sublimación de instintos
podrá ser siempre meritoria, pero nunca recomendable en todos los casos.
Resulta equivocado plantear al analizado una labor mental determinada, tal como reunir sus
recuerdos, reflexionar sobre un período determinado de su vida, etc. Por el contrario, tiene que
aceptar que para llegar a la solución de los enigmas de la neurosis no sirve de nada la reflexión ni el
esfuerzo de la atención o la voluntad y sí únicamente la paciente observancia de las reglas
psicoanalíticas que le prohíben ejercer crítica alguna sobre lo inconsciente y sus productos.

Puntualizaciones sobre el amor de transferencia


Cuanto estorbe proseguir la cura puede ser la exteriorización de una resistencia, y en el surgimiento
de una apasionada demanda de amor la resistencia tiene sin duda una participación grande. Uno
debe guardarse de desviar la trasferencia amorosa o de corresponderle. Uno retiene la trasferencia
de amor, pero la trata como una situación por la que se atraviesa en la cura, que debe ser
reorientada hacia sus orígenes inconscientes y ayudar a llevar a la conciencia lo más escondido de la
vida amorosa de la enferma, para así gobernarlo. La paciente, cuya represión de lo sexual no ha sido
cancelada, sino sólo empujada al trasfondo, se sentirá entonces lo bastante segura para traer a la luz
todas las condiciones de amor, todas las fantasías de su añoranza sexual, todos los caracteres
singulares de su condición enamorada, abriendo desde aquí el camino hacia los fundamentos
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infantiles de su amor. El enamoramiento que sobreviene dentro del tratamiento analítico se
singulariza por algunos rasgos que le aseguran una particular posición: 1) es provocado por la
situación analítica; 2) es empujado hacia arriba por la resistencia que gobierna a esta situación, y 3)
carece en alto grado del miramiento por la realidad objetiva, es menos prudente, menos cuidadoso
de sus consecuencias, más ciego en la apreciación de la persona amada de lo que querríamos
concederle a un enamoramiento normal. Pero no nos es lícito olvidar que justamente estos rasgos
que se desvían de la norma constituyen lo esencial de un enamoramiento.

Recordar, repetir, reelaborar


El analista no se enfoca en nada en particular, sino que trabaja con lo que trae el paciente e intenta
discernir dónde están las resistencias para hacerlas conscientes, una vez que estas han sido
reconocidas y vencidas entonces el recordar aparece sin ninguna dificultad. Estos recuerdos
aparecen en actos.
La repetición es la transferencia de los acontecimientos del pasado no solo sobre el médico sino
sobre todos los otros ámbitos de la vida presente, a esto Freud lo llama compulsión a la repetición,
la forma que tiene el neurótico de recordar. Si la transferencia es suave y positiva el paciente va a
recordar con bastante facilidad, pero si aparecen más resistencias el recordar va a dejar su lugar para
que aparezca el repetir. Este repetir patológico es la causa de lo que Freud llamaba (y que es muy
común) el empeoramiento durante la cura. El analista debe dar lugar para que se pongan en juego
las repeticiones, gracias a esto todos los síntomas van a cobrar un nuevo significado transferencial,
a adquirir un significado particular en la relación entre el paciente y el analista, dando lugar a lo que
Freud llama neurosis de transferencia que va a sustituir la neurosis ordinaria y va a ser asequible al
trabajo terapéutico. Una vez resuelta esta neurosis de transferencia también se va a resolver la
neurosis ordinaria. El vencimiento de la resistencia empieza en el momento en el que el médico se
da cuenta que está ahí e intenta hacérsela consciente al paciente, pero es preciso darle tiempo para
que éste reelabore estas resistencias. Reelaborar: reconducir esto que se repite al elemento del
pasado correspondiente poniéndolo en palabras y venciendo las resistencias.

Introducción al narcisismo
Freud había estado usando el término “narcisismo” mucho antes de 1914. Ya en 1909, Freud
declaraba que el narcisismo era un estadio intermedio entre el autoerotismo y el amor de objeto.
En 1911 el descubrimiento del narcisismo condujo a Freud a establecer (en el Caso Schereber), la
existencia de una fase de la evolución sexual intermedia entre el autoerotismo y el amor objetal.
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En 1914, en la “Introducción al narcisismo”, introduce el concepto de narcisismo considerando las
catexis libidinales. Aludiendo a una especie de principio de conservación de la energía libidinal,
Freud establece la existencia de un equilibrio entre la “libido del yo” y la “libido de objeto”: cuanto
más aumenta una, más empobrece la otra. El yo debe considerarse como un gran reservorio de
libido de dónde ésta es enviada hacia los objetos.
El rodeo por la patología permite a Freud deducir el estado originario de la libido; en particular, el
desvío por las afecciones en las que hay una desinvestidura del mundo exterior, acompañada por un
completo repliegue del enfermo sobre sí. Freud indaga el destino de la libido retirada de los objetos,
basándose en la observación de enfermos esquizofrénicos, los que le parece la mejor respuesta a
este interrogante. Postula, tomando como ejemplo el delirio de grandeza, un estado original del yo
en el cual éste, investido totalmente por la libido, ponía de manifiesto una omnipotencia absoluta.
Ese estado de omnipotencia del yo define en adelante lo que se llama narcisismo primario. Es un
estado primitivo, que se caracteriza por la ausencia de total relación con el ambiente, por una
indiferenciación entre el yo y el ello, y su prototipo lo constituirá la vida intrauterina, de la cual el
sueño representaría una reproducción más o menos perfecta. El narcisismo designa un estado precoz
en el que el niño catectiza toda su libido sobre el mismo. Con narcisismo primario se hace
referencia al primer narcisismo, el del niño que se toma a sí mismo como objeto de amor antes de
elegir objetos exteriores. El narcisismo primario es una libidinización primaria del yo. A partir de
esta carga libidinal el yo puede investir a los objetos. Freud introduce una diferenciación en la
libido de acuerdo a la localización: si está en el yo es libido yoica o narcisista, si está en el objeto es
libido objetal. Con narcisismo secundario designa ese mismo estado cuando reaparece por el retorno
al yo de las investiduras de objeto, es decir, designa una vuelta sobre el yo de la libido, retirada de
sus catexis objetales. El yo constituye el reservorio de la libido, desde el cual ésta se distribuye
sobre los objetos exteriores, con retorno al lugar de origen si estos objetos no brindan satisfacción.
El conocimiento del narcisismo puede realizarse a partir de tres vías: La enfermedad orgánica: la
persona afligida por un dolor orgánico y por sensaciones penosas, resigna su interés por todas las
cosas del mundo exterior que no se relacionen con su sufrimiento; La hipocondría: se exterioriza en
sensaciones corporales penosas y dolorosas, pero, a diferencia de la enfermedad orgánica, no tienen
su fundamento en alteraciones orgánicas comprobables. La vida amorosa del ser humano: los seres
humanos tienen abiertos frente a sí dos caminos para la elección de objeto: elección de objeto del
apuntalamiento (elección de objeto según el modelo de la madre) y elección de objeto narcisista
(elección de objeto según el modelo de la propia persona) el primero es característico del hombre y
el segundo de la mujer.

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Pulsiones y destinos de pulsión
La diferencia entre estímulo y pulsión es que el primero es externo, y por lo tanto se puede huir de
él, mientras que el segundo es interno y por ende permanece constante hasta su satisfacción. La
pulsión es un concepto fronterizo entre lo anímico y lo somático. La libido es la fuerza con la cual
se exterioriza la pulsión sexual. Elementos de la pulsión: Esfuerzo: es el factor motor, aquello que
nos mueve. Meta: satisfacer la pulsión. Objeto: aquello donde la pulsión se satisface. Fuente: lo
somático, de donde proviene la excitación, la zona erógena. Hay dos tipos de pulsiones que más
adelante serán agrupadas en la pulsión de vida, estas son: yoicas o de autoconservación y sexuales.
Estas últimas en principio buscan el placer de diferentes fuentes, recién cuando se es adulto se llega
a una etapa del desarrollo sexual más elevada y se unen estas fuentes al servicio de la reproducción.
Por ejemplo, el tomar teta se apuntala en una pulsión de autoconservación porque satisface el
hambre, pero también es una pulsión sexual porque produce placer, la pulsión sexual en un
principio no existe por si misma. Los destinos de la pulsión pueden ser entendidos como variedades
de la defensa contra la pulsión, la pulsión que en la infancia se disfrutaba de una determinada
manera ahora tiene que tener otros destinos que protejan al aparato del displacer. Estos son:
trastorno hacia lo contrario, vuelta a la persona propia, represión, y sublimación. Los dos últimos se
tratan en otros textos (pero igual los defino brevemente: represión: envía las representaciones que
generan displacer al inconsciente, sublimación: desvío de metas inmediatas a metas superiores). El
trastorno hacia lo contrario es por un lado en cuanto a la meta de activa a pasiva (por ejemplo, en el
par de opuestos sadismo masoquismo la meta activa del martirizar en el sadismo es vuelta pasiva en
ser martirizado en el masoquismo) y por el otro en cuanto al contenido, la mudanza de amor en
odio. En la vuelta a la persona propia lo que cambia es el objeto (por ejemplo el masoquismo puede
ser entendido como un sadismo vuelto hacia el propio yo)

Lo inconsciente
- LO inconsciente, no el inconsciente.
- NO aparece con Freud, lo habla la filosofía, la literatura y la psicología experimental.
- NO es opuesto a la consciencia.
- Primera tópica: consciente, preconsciente, inconsciente (tópica: división del psiquismo en áreas)
- Preconsciente: no hay ninguna resistencia por lo que uno puede extraer representaciones en el
momento que quiera simplemente apelando a la memoria, aquí habitan los recuerdos susceptibles de
consciencia.
- Inconsciente: insusceptible de consciencia. Si uno quiere traer a la consciencia las
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representaciones reprimidas las resistencias no lo permitirán.
- Reprimir: consiste en quitarle la carga energética a una representación del preconsciente y
conservarla a nivel inconsciente, “esfuerzo de desalojo”, para ser reprimida la representación debe
causar un displacer mayor al placer que pueda causar y chocar con mandatos éticos y estéticos.
Cuando nacemos no tenemos consciente/preconsciente/inconsciente, la represión primaria hace que
esta tópica se construya. Lo reprimido de forma primaria va a querer regresar y ahí aparece la
represión secundaria, “esfuerzo de dar caza”. Como las mociones de deseo quieren aparecer todo el
tiempo finalmente aparecen desfiguradas en el preconsciente, “retorno de lo reprimido”. La
represión es móvil, esto significa que lo que esté reprimido en un momento puede no estarlo en otro
y viceversa. En los sueños y en las personas alcoholizadas la represión se afloja.
- El comportamiento se basa en lo inconsciente, el sujeto se comporta siempre de la misma manera
y no entiende por qué se comporta como lo hace, no puede recordar la causa inconsciente que
explica su comportamiento. Las acciones de ese comportamiento son los retoños del inconsciente.
- Manifestaciones de lo inconsciente: los actos fallidos, los sueños, los chistes, los síntomas, las
ocurrencias que tenemos que no sabemos de dónde vienen. También aparecen en los experimentos
post hipnóticos.
- Dentro de lo inconsciente hay ausencia de contradicción, ósea que las mociones de deseo pueden
convivir sin excluirse entre sí, no hay duda ni negación, es atemporal, está regido por el proceso
primario, se dan los fenómenos de condensación y desplazamiento (la energía se desplaza de una
representación a otra o se condensa la energía de varias representaciones en una sola) y la realidad
exterior se sustituye por la realidad psíquica. En los procesos preconscientes si hay influencia entre
las representaciones, hay censura, hay ordenamiento temporal, está regido por el proceso
secundario y por el principio de realidad, es decir que si va a haber un miramiento por la realidad
exterior. El sistema preconsciente va a ser responsable del manejo de la consciencia y la motilidad,
mientras que el sistema inconsciente maneja la descarga de afecto. Los procesos inconscientes
tienen una influencia más plástica sobre los procesos somáticos que los procesos preconscientes.
- El acto psíquico siempre va a ser primero inconsciente y va a pasar por una censura, una especie
de exámen que si se aprueba pasa al preconsciente, y si no es reprimido y se queda en lo
inconsciente. Freud se propone analizar ese pasaje de lo inconsciente a lo consciente y el rol que
tiene la represión en esto, plantea así tres supuestos:
* El primero dice que una representación puede estar en ambos aparatos a la vez, es decir que puede
haber una nueva transcripción en el aparato consciente y a su vez puede seguir la transcripción
original en lo inconsciente
* En el segundo supuesto Freud abandona la primer teoría y ahora plantea que para que exista el
pasaje de lo inconsciente a lo consciente tiene que haber un una mudanza en las investiduras. Las
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investiduras son las fuerzas que actúan desde lo inconsciente queriendo penetrar a la consciencia.
Las fuerzas que se oponen a la investidura son las contrainvestiduras, estas fuerzas devienen de la
represión e implican un gasto constante de energía. En la represión primaria aparece una
contrainvestidura cuando una representación intenta salir del inconsciente. En la represión
secundaria cuando una representación inconsciente penetra en la censura se le saca la investidura
preconsciente a esa representación inconsciente y se le coloca una representación sustitutiva, esta
representación sustitutiva es el síntoma que actúa como contrainvestidura. Mientras el síntoma esté
ahí la representación inconsciente nunca va a poder penetrar, para que esta pueda aparecer hay que
desanudar ese síntoma. En un segundo momento habrá un representante sustitutivo de lo reprimido
que va a funcionar como contrainvestidura y va a permitir la racionalización de la descarga de
angustia (uno va a poder pensar que se tiene angustia a este nuevo representante que aparece en la
consciencia). En un tercer momento se ponen en marcha mecanismos de evitación del objeto
fobígeno mediante la angustia, no como descarga de afectos sino también como señal para poner en
marcha mecanismos de huida, evitación, etc.
* El tercer supuesto es la teoría de la representación cosa- representación palabra. La representación
cosa pertenece a lo inconsciente, es una investidura libidinal de objetos, de esos primeros objetos
que el sujeto ha tenido que resignar, una pura huella mnémica carente de significado. Para que haya
un pasaje de lo inconsciente a lo consciente hay que poner en palabras aquella representación cosa.
Ahora bien, lo que pertenece a lo consciente no es la representación palabra, es la representación
cosa más la representación palabra, la significación de esa pura huella mnémica. En otras palabras
para hacer consciente lo inconsciente hay que ponerlo en palabras.

Conferencia 17
Los síntomas, al igual que los actos fallidos y los sueños, poseen un sentido y guardan relación con
la vida íntima del enfermo y con una situación del pasado. Freud llama a los síntomas
“exteriorizaciones del inconsciente”. En las neurosis podemos encontrar síntomas típicos, que
encuentran su sentido en casos semejantes, con la diferencia individual de cada uno, con tendencia a
repetir acciones fastidiosas a veces contradictorias entre sí; y síntomas individuales, propios de cada
paciente, derivados de situaciones y vivencias únicas y personales. La tarea del analista es descubrir
esta situación del pasado en la que la idea estaba justificada y la acción respondía a su fin. Los
síntomas típicos son los que van a ayudarnos para enmarcar al paciente en un diagnóstico, y los
individuales sirven de material para desentramar la vivencia particular.

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Conferencia 18
Breuer afirmó que los síntomas desaparecen al llevar a la conciencia los procesos inconscientes que
contienen el sentido de éste, esto sigue siendo la base de la terapia psicoanalítica. "La Neurosis
nace de la incapacidad de tramitar una vivencia teñida de un afecto hipertenso". El síntoma puede
provenir de impresiones venidas del exterior, que fueron alguna vez conscientes y después pasaron
a ser inconscientes, pero también puede no haber sido consciente nunca. La Neurosis traumática
tiene una fijación al momento del accidente, la persona sueña con el suceso y queda sujeto a él.
Toda neurosis contiene una fijación de esa índole pero no toda fijación lleva a la neurosis, ni
coincide con ella, ni se produce a raíz de ella. Freud decía que las pacientes no querían liberarse y
que en la mayoría de los casos la fijación se da en una fase temprana de la vida.

Conferencia 20:
Sexual es todo lo que con el propósito de obtener una ganancia de placer se ocupa del cuerpo, en
especial de las partes sexuales del otro sexo y apunta a la unión de los genitales y a la ejecución del
acto sexual. Hay un grupo de individuos, cuya sexualidad se aparta de lo habitual, los perversos,
estos son los homosexuales, los que cambian la meta sexual renunciando a la unión de los genitales
o la reemplazan con otra parte del cuerpo, los fetichistas que una pieza de indumentaria les llena el
deseo, y los que reclaman el objeto total, los que han establecido su deseo sexual en los actos que
normalmente serían preliminares, los sádicos que desean infligir dolor y martirizar a su objeto y los
masoquistas, cuyo placer está en soportar dolor.
En los síntomas neuróticos hay satisfacciones sexuales sustitutivas, en ningún neurótico faltan
deseos homosexuales. En la neurosis histérica los síntomas aparecen en todos los órganos y
perturban todas las funciones, se sustituyen los genitales por otros órganos. La sintomatología de la
histeria permitió que a los órganos del cuerpo se les reconociera, además de su papel funcional, una
significación sexual. La investigación psicoanalítica ha considerado la vida sexual del niño debido a
que en el análisis de los síntomas en los adultos, sus recuerdos provenían por lo general desde los
primeros años de infancia.

Conferencia 23
Para que un síntoma advenga deben cumplirse ciertas condiciones: debe existir cierta predisposición
a las fijaciones libidinales y sumarse a esto un trauma externo que atente contra los modos de
satisfacción actuales del yo. A la suma de ambos factores Freud la denomina Series
Complementarias (a lo largo de su obra propone varias). A su vez, la predisposición a fijaciones
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libidinales se genera a partir de una nueva serie complementaria: el factor prehistórico,
constitucional, sumado al vivenciar sexual infantil. Las fijaciones son puntos híper intensos en el
recorrido evolutivo libidinal.
La libido emprende la retirada de la modalidad actual de satisfacción cuando no puede cumplirla, se
produce una regresión en busca de viejos modos de satisfacción que hayan resultado exitosos, una
regresión a un punto de fijación, lo que implica una modalidad de satisfacción perversa (porque no
es de la sexualidad actual sino de la infancia), sumado a una sobreinvestidura de las fantasías.
Dichas fantasías eran tolerables al yo antes de la sobreinvestidura (porque no estaban muy cargadas
de afecto, por lo que podían alejarse de la consciencia con facilidad). Ahora se vuelven intolerables
al yo (porque son perversas) y este les opone una contrainvestidura. Este es el momento en que
opera la defensa sobre las fantasías deformándolas para que puedan pasar al sistema preconsciente

Más allá del principio de placer


Hasta el momento Freud venía planteando que todos los procesos anímicos están regidos por el
principio del placer que busca evitar el displacer para acercarse al placer. Ahora plantea que si esto
fuera universalmente cierto entonces todos los resultados de los procesos anímicos serían
placenteros y no es así.
- Objeciones al principio de placer:
* Principio de realidad: busca el placer pero no inmediato, tolera algo de displacer para alcanzar el
placer mediante un rodeo. No es una objeción completamente porque al final si se alcanza el placer
* Pulsiones parciales reprimidas: cuando éstas encuentran satisfacción mediante caminos colaterales
el yo lo siente como displacer. No es una objeción completamente porque hay placer en el ello o en
lo inconsciente
* Sueños de neurosis de guerra: después de la primera guerra mundial se conocen casos de ex
combatientes que soñaban una y otra vez con vivencias traumáticas de esa guerra y despertaban con
renovado terror.
* Análisis del juego del niño: Freud observa como un niño en su juego simbólicamente hace
desaparecer a su madre y se pregunta por qué hace esto sí que su madre desaparezca para el niño es
algo displacentero. Una interpretación que él hace es que busca hacer activo lo vivido pasivamente,
o sea trata de elaborar el trauma de que la madre desaparezca, que lo vive pasivamente, haciéndolo
activo en el juego. Otra interpretación es que se está vengando de la madre.
* La repetición en transferencia: en la repetición en la transferencia también vuelven ciertas
vivencias, vividas de niño en la situación del complejo de Edipo, que Freud no cree que hayan sido
placenteras en ese momento (experiencias de celos, desengaños, etc.)
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* El destino fatal de algunas personas que repiten una y otra vez las mismas situaciones penosas en
su vida. (ej.: fracasos amorosos)
- Sistema percepción consciencia: la consciencia está en la frontera entre el mundo exterior y el
mundo interior, recibe las excitaciones que provienen del mundo exterior y del interior le llegan las
sensaciones de placer y displacer. El sistema de percepción consciencia no tiene huellas mnémicas.
La superficie de este sistema percepción conciencia funciona como una membrana que nos protege
de la cantidad hipertrófica de energía que viene desde el mundo exterior. En ciertas situaciones esta
energía perfora la membrana y entra al psiquismo produciendo el trauma. El sistema percepción
consciencia no tiene una membrana para las excitaciones internas, por ende estas pulsiones pueden
provocar traumas desde adentro.
Luego Freud pasa a hablar de la pulsión de muerte, ésta tiene que ver con las pulsiones yoicas
porque estas buscan conservar al individuo para que pueda llegar a la muerte por causas internas. La
pulsión de vida (yoicas y sexuales) se opone a la pulsión de muerte porque busca la reproducción y
por ende la prolongación de la especie.

Psicología de las masas y análisis del yo


Freud afirma que toda psicología social es también individual pues el yo siempre tiene presente en
sus pensamientos y acciones al otro, ya sea como modelo a seguir, como objeto de amor, como
enemigo, o como auxiliar/ amigo/ compañero
- Instinto gregario: es la naturaleza de querer sentir que se pertenece a un grupo, ya que el grupo es
elemental para la supervivencia humana.
- Alma colectiva: cuando una persona está dentro de una masa cambia su personalidad o su
conducta, se ve sumiso ante la conducta de los demás y tiende a hacer lo que los demás hacen, esto
es el contagio social, que está relacionado con las neuronas espejo.
- Identificación: hay en nuestro sistema una cuestión de querer pertenecer a un grupo donde hay
personas que son similares a nosotros ya sea en cuestiones físicas, psicológicas o comportamentales
- Horda primitiva: tiene que ver con que hay un líder en un grupo que después va a ser suplantado
por quienes están debajo, por eso las culturas enseñan a los pequeños a hacer las cosas que hacen
los mayores.
- Sugestión: el líder no es un dios, sin embargo opina y los demás creen que lo que dice está bien, y
por lo tanto lo siguen, y por lo tanto las masas se mueven, se mueven por una opinión de un líder en
la cual confían, y esto es natural porque el ser humano prefiere que alguien piense por él a
cuestionarse por sí mismo, y es por eso es que los filósofos, o los narcisistas, o los perversos no van
a encajar en los grupos, porque ellos suelen actuar de acuerdo a sus convicciones
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- Enamoramiento de hipnosis: cuando dos personas aman la misma cosa o el mismo objeto es
común que quieran formar un grupo. La distancia que separa el enamoramiento de la hipnosis no es
muy grande. Hay coincidencias claras, como ser la sumisión, la obediencia y la falta de crítica hacia
el hipnotizador como hacia el objeto amado.
Freud describe tres tipos de masas: las masas efímeras, las masas altamente organizadas como
puede ser la iglesia y unas masas más estables y duraderas como la familia. Todas ellas coinciden
en que ejercen una poderosa influencia sobre el psiquismo individual del sujeto. Las primeras son
agrupaciones breves y espontáneas de individuos que por lo general se comportan de una forma
agresiva, se han reducido las inhibiciones personales y los individuos hacen cosas que no harían
individualmente, por lo general están bajo el liderazgo de una persona carismática y se disuelven si
éste no está. El segundo tipo son masas donde habitualmente no está permitido ingresar o salir
fácilmente, sino que todo está regulado y hay penalizaciones por apartarse de las normas. Hay un
sistema de jerarquías a veces destacadas por símbolos. El tercer tipo de masas son duraderas en el
tiempo y están unidas por la libido que garantiza su perdurabilidad en el tiempo.

El yo y el ello
El yo es la organización coherente de los procesos anímicos en una persona, tiene como función
controlar la consciencia, la motilidad y todos los procesos parciales, mientras dormimos sigue
ejerciendo la censura onírica y de él parten las represiones. Cuando en el análisis uno intenta
acercarse a lo reprimido se exteriorizan ciertas resistencias que se oponen, estas resistencias no son
conscientes, por ende hay una parte del yo inconsciente, que no es lo reprimido sino lo represor.
Esto hace que Freud cambie su concepto de inconsciente, el conflicto no es entre consciente e
inconsciente como antes se cría, sino que es entre el yo coherente y la parte escindida que está
reprimida. Todo lo que está reprimido es inconsciente pero no todo lo que es inconsciente está
reprimido.
El ello es la parte inconsciente del yo, el yo es la parte del ello afectada por el mundo externo, lo
reprimido es una parte del ello, lo reprimido es separado tajantemente del yo por medio de la
represión y se comunica con el yo a través del ello. La percepción ocupa el mismo papel en el yo
que la pulsión en el ello, es decir que el yo va a tener que lidiar con las exigencias que provienen del
mundo exterior, mientras que el ello va a tener que lidiar con las exigencias que provienen de las
pulsiones. El yo es sobre todo una esencia cuerpo, es decir que parte de las sensaciones corporales.
El superyó es el ideal del yo, cuando un objeto de amor es resignado se vuelve a construir dentro del
yo, esta es la forma que tiene el yo de dominar al ello. El superyó se forma por la internalización de
los padres, que son el primer objeto de amor, que representan el ideal, pero también como una
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formación reactiva frente a estas elecciones libidinosas. El ideal del yo es el heredero del complejo
de Edipo y por lo tanto expresión de las más potentes emociones y destinos libidinales del ello.
Proviene de la herencia filogenética de la humanidad

El sepultamiento del complejo de Edipo


Cuando el niño ve los genitales femeninos piensa que en un momento la niña tuvo falo y que éste le
fue quitado, entonces empieza a creer en las amenazas de castración que le hacen los adultos al
masturbarse. La masturbación es la descarga de las excitaciones que provienen del complejo de
Edipo y le da al niño dos formas de satisfacción distintas: una activa en la que se identifica con el
padre y ocupa su lugar para poder poseer a la madre, y una pasiva en la que se identifica con la
madre y ocupa su lugar para ser poseído por el padre. Si él ocupa el lugar del padre y posee a su
madre como castigo va a perder el pene, por otro lado, para ocupar el lugar de la madre para ser
poseído por el padre tiene que perder el pene. Esto hace que estalle un conflicto entre el narcisismo
por esta parte del cuerpo predilecta para el niño contra la investidura libidinosa de los objetos
parentales. En la mayoría de los casos gana la primera y la energía libidinosa se sublima en la
identificación con el padre y la introyección como superyó, por su parte lo libidinoso de la
investidura de objeto se sublima y se vuelve tierna.
En el caso de las niñas, ellas piensan que fueron castradas y sustituyen ese pene que no tienen por
un hijo, buscan que sea el padre quien les de este hijo. El complejo de Edipo en este caso se sepulta
por la frustración de ese deseo. La investidura acerca del deseo de tener un pene y tener un hijo va a
subsistir en lo inconsciente y va a seguir produciendo efectos en la niña

La escisión del yo en el proceso defensivo


Supongamos, pues, que el yo de un niño se halla bajo el influjo de una exigencia instintiva poderosa
que se halla acostumbrado a satisfacer y que súbitamente es asustado por una experiencia que le
enseña que la continuación de esta satisfacción traerá consigo un peligro real casi intolerable. Debe
entonces decidirse, o bien por reconocer el peligro real, darle la preferencia y renunciar a la
satisfacción instintiva, o bien por negar la realidad y pretender convencerse de que no existe
peligro, de modo que pueda seguir con su satisfacción. Así, hay un conflicto entre la exigencia del
instinto y la prohibición por parte de la realidad. En la práctica el niño sigue ambos caminos
simultáneamente. Por un lado, con la ayuda de ciertos mecanismos rechaza la realidad y rehúsa
aceptar cualquier prohibición; por otro lado, al mismo tiempo, reconoce el peligro de la realidad,
considera el miedo a aquel peligro como un síntoma patológico e intenta, por consiguiente,
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despojarse de dicho temor. De esta manera las dos partes en disputa reciben lo suyo: al instinto se le
permite seguir con su satisfacción y a la realidad se le muestra el respeto debido. Pero este éxito se
logra a costa de un desgarrón del yo que nunca se cura, sino que se profundiza con el paso del
tiempo

Construcciones en el análisis
El trabajo analítico aspira a inducir al paciente a que abandone sus represiones, que pertenecen a la
primera época de su evolución, y a reemplazarlas por reacciones de una clase que corresponderían a
un estado de madurez psíquica. Con este propósito a la vista debe llegar a recoger ciertas
experiencias y los impulsos afectivos concitados por ellas que en ese momento ha olvidado. Para
ello nos da fragmentos de esos recuerdos en sus ensueños de gran valor por sí mismos, pero
grandemente desfigurados, por lo común, por todos los factores que intervienen en la formulación
de los ensueños. También, si se entrega a la «asociación libre», produce ideas, en las que podemos
descubrir alusiones a las experiencias reprimidas y derivativas de los impulsos afectivos
suprimidos, lo mismo que de las reacciones contra ellos. Y finalmente existen indicios de
repeticiones de los afectos que pertenecen al material reprimido que se encuentran en acciones
realizadas por el paciente, algunas importantes, otras triviales, tanto dentro como fuera de la
situación psicoanalítica. Nuestra experiencia ha demostrado que la relación de transferencia que se
establece hacia el analista se halla particularmente calculada para favorecer el regreso de esas
conexiones afectivas. De este material bruto -si podemos llamarlo así- es de donde hemos de extraer
lo que buscamos. El trabajo analítico consta de dos porciones completamente distintas, que se
llevan a cabo en dos localizaciones diferentes, que afecta a dos personas, a cada una de las cuales le
es asignada una tarea distinta. La persona que está siendo psicoanalizada ha de ser inducida a
recordar algo que ha sido experimentado por ella y reprimido. La tarea del psicoanalista, es hacer
surgir lo que ha sido olvidado a partir de las huellas que ha dejado tras sí, o más correctamente,
construirlo. El tiempo y modo en que transmite sus construcciones a la persona que está siendo
psicoanalizada, así como las explicaciones con las que las acompaña, constituyen el nexo entre las
dos partes del trabajo analítico, entre su propia parte y la del paciente. Para el analista la
construcción es solamente una labor preliminar. No es una labor preliminar en el sentido de que
haya de completarse antes de que pueda empezarse el trabajo siguiente. Ambas clases de trabajo se
realizan simultáneamente, una de ellas marchando un poco por delante y la otra siguiéndola. El
psicoanalista termina una construcción y la comunica al sujeto del análisis, de modo que pueda
actuar sobre él; constituye entonces otro fragmento con el material que le llega, hace lo mismo y
sigue de este modo alternativo hasta el final. Ya al comienzo, se presenta la cuestión de qué
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garantías tenemos de que mientras trabajamos en ellas no cometemos errores y ponemos en peligro
el éxito del tratamiento presentando alguna construcción que sea incorrecta. Naturalmente,
constituye una pérdida de tiempo, y el que no haga otra cosa sino presentar al paciente falsas
combinaciones no creará muy buena impresión en él ni irá muy lejos en su tratamiento; pero un
pequeño error de esta clase no causará ningún perjuicio. Lo que en realidad ocurre en tales casos es
más bien que el paciente permanece inconmovible por lo que se le ha dicho y no reacciona ni con
un «sí» ni con un «no». Esto posiblemente sólo significa que su reacción queda pospuesta: pero si
no resulta nada más podemos concluir que hemos cometido un error y debemos admitirlo así ante el
paciente en alguna ocasión favorable para no poner en peligro nuestra autoridad. Esta oportunidad
se presentará cuando llegue a la luz nuevo material que nos permita hacer una construcción mejor y
corregir así nuestro error. De este modo la construcción errónea desaparece como si nunca se
hubiera hecho. Un simple «sí» puede significar que reconoce lo justo de la construcción que le ha
sido presentada; pero también puede carecer de significado o incluso merece ser descrito como
«hipócrita», puesto que puede ser conveniente para su resistencia hacer uso en sus circunstancias de
un asentimiento para prolongar el ocultamiento de la verdad que no ha sido descubierta. El «sí» no
tiene valor, a menos que sea seguido por confirmaciones indirectas, a menos que el paciente
inmediatamente después de su «sí» produzca nuevos recuerdos que completen y amplíen la
construcción. Solamente en tal caso consideramos que el «sí» se ha referido plenamente al sujeto
que se discute. Un «no» de una persona en tratamiento analítico es tan ambiguo como un «sí» y aún
es de menos valor. En algunos casos raros se ve que es la expresión de un legítimo disentimiento.
Mucho más frecuentemente expresa una resistencia que ha podido ser evocada en el sujeto por la
construcción presentada, pero que también puede proceder de algún otro factor de la compleja
situación analítica. Como todas estas construcciones son incompletas y cubren solamente pequeños
fragmentos de los sucesos olvidados, podemos suponer que el paciente basa su contradicción en la
parte que todavía no ha sido descubierta. Por lo regular no dará su asentimiento hasta que sepa la
entera verdad. Parece, por tanto, que es del mayor interés que hay formas indirectas de
confirmación que son dignas de crédito en todos los aspectos. Una de ellas es la forma de expresión
utilizada: «Yo no pensé nunca» (o «No debería haber pensado») «esto» o «en esto». Lo que puede
ser traducido sin vacilaciones por: «Sí, tiene usted razón, acerca de mi inconsciente.» Una
confirmación igualmente valiosa está implicada cuando el paciente contesta con una asociación que
contiene algo similar o análogo al contenido de la construcción. Una confirmación indirecta por las
asociaciones que se ajustan al contenido de una construcción -que nos dan un «también» -
proporciona una base para juzgar si la construcción va a ser confirmada en el curso del análisis. Es
particularmente notable que por medio de una parapraxia una confirmación de esta clase se insinúa
en una negación. No pretendemos que una construcción sea más que una conjetura que espera
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examen, confirmación o rechazo. No pretendemos estar en lo cierto, no exigimos una aceptación
por parte del paciente ni discutimos con él si en principio la niega.
El camino que empieza en la construcción del analista debería acabar en los recuerdos del paciente,
pero no siempre llega tan lejos. Con mucha frecuencia no logramos que el paciente recuerde lo que
ha sido reprimido. En lugar de ello, si el análisis es llevado correctamente, producimos en él una
firme convicción de la verdad de la construcción que logra el mismo resultado terapéutico que un
recuerdo vuelto a evocar. En ciertos análisis la comunicación de una construcción evidentemente
acertada ha evocado en el paciente un fenómeno extraño y al principio incomprensible. Se les han
provocado vivos recuerdos pero lo que han recordado no ha sido el suceso que constituía el objeto
de la construcción, sino detalles relacionados con aquél.
Tal vez pueda ser una característica general de las alucinaciones a la que hasta ahora no se le ha
concedido atención suficiente que en ellas reaparezca algo experimentado en la infancia y luego
olvidado. Debería abandonarse el vano esfuerzo de convencer al paciente del error de sus
delusiones y de su contradicción con la realidad, y, por el contrario, el reconocimiento de su núcleo
de verdad proporcionaría una base común sobre la cual podría desarrollarse el trabajo terapéutico.
Este trabajo consistiría en liberar el fragmento de verdad histórica de sus distorsiones y sus
relaciones con el presente y hacerlo remontar al momento del pasado al cual pertenece. Con
bastante frecuencia, cuando un neurótico es llevado por un estado de ansiedad a esperar la llegada
de un suceso terrible, en realidad se halla bajo el influjo de un recuerdo reprimido (que intenta
entrar en la conciencia, pero no puede hacerse consciente) de que alguna cosa que en aquel tiempo
era terrorífica ocurrirá realmente. Los delirios de los pacientes se aparecen como los equivalentes de
las construcciones que edificamos en el curso de un tratamiento psicoanalítico: intentos de
explicación y de curación, aunque es verdad que en las condiciones de una psicosis no puedan hacer
más que sustituir el fragmento de realidad que está siendo negado en el presente por otro fragmento
que ya fue rechazado en remoto pasado. Será la tarea de cada investigación individual revelar las
conexiones íntimas entre el material del rechazo presente y el de la represión primitiva.

Conferencias 30 y 31
Estas conferencias hablan de temas que se encuentran en los textos “la interpretación de los
sueños”, “lo inconsciente” y “el yo y el ello” por lo que no es necesario abordarlas.

Inhibición, síntoma y angustia (caps. 2, 3, 4 y 8)


La inhibición es una limitación funcional del yo, esto quiere decir que ciertas áreas o actividades
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van a tener dificultades para desarrollarse de forma satisfactoria, las que se mencionan en este texto
son: la sexualidad (ej.: eyaculación precoz), la locomoción (ej.: desplazarse de manera
independiente), la alimentación (ej.: anorexia) y el trabajo (ej.: imposibilidad de sostener un
trabajo). Esta limitación funcional del yo tiene que ver con que el ejercicio de estas funciones
provocaría angustia.
El síntoma tiene un beneficio primario: ligado a la formación del síntoma, en él hay una satisfacción
sustitutiva que no puede ser satisfecha de otra manera. Satisface el principio de placer. Ayuda a
seguir, a funcionar, no es algo que vaya en contra. Y un beneficio secundario: la persona logra, por
ejemplo, que le den horas libres en el trabajo, que le presten atención, etc. Aparecen después del
síntoma, no está vinculado a su formación. El mecanismo que está detrás del síntoma es la
represión, uno de los retornos de lo reprimido. El síntoma ayuda a conectar con lo inconsciente,
para el psicoanálisis éste habla, dice algo que no puede ser dicho de otra manera y hay que saber
leerlo. El síntoma con el que trabajamos en el psicoanálisis es lo que el paciente plantea como un
problema a trabajar, eso que se va armando en la transferencia. El síntoma cae cuando la pulsión se
satisface por otra vía, la cura sucede por añadidura, no por buscarla.
La angustia es un “afecta” (en el sentido de que nos afecta) que puede aparecer e irse de repente,
está ligada al cuerpo, tiene carácter displacentero, tiene acciones de descarga (como la aceleración
de los latidos del corazón) y comprende también la percepción de estas descargas. La angustia se
distingue del miedo porque a diferencia de este último no tiene un objeto específico. No es lo
mismo que depresión o tristeza, la depresión es un conjunto de síntomas según el DSM, y la tristeza
tiene que ver con el humor. Tampoco es ansiedad ya que Freud no habla de ansiedad. Freud tiene
diferentes teorías de la angustia. Según Andreé Green son 3 teorías, pero se suele hablar de 2 (la 1 y
la 2):
- Teoría 0) Teoría pre psicoanalítica (1894-95, en textos sobre neurosis de angustia del tomo 3): la
angustia es una forma de descargar una tensión física sexual, la cura es que el sujeto se satisfaga.
- Teoría 1) (conferencia de 1916) La angustia viene después de la represión, la energía de la
represión se transmuda en angustia. Aquí distingue dos tipos de angustia: la angustia realista y la
angustia neurótica. La angustia realista es involuntaria, va a ser frente a un peligro notorio externo y
va a tener la función de prepararse frente al peligro para poner en marcha mecanismos de huida,
aunque a veces puede ser paralizante, está al servicio del principio de autoconservación. La angustia
neurótica surge frente a un peligro que no es notorio para las demás personas, el objeto no está
claro. No es involuntaria porque es generada por el yo para poner en marcha el mecanismo del
principio del placer desplazado. Puede ser ligada al objeto (ej. Fobias), expectante (no aparece
ligada a ningún objeto, es la sensación de que va a pasar algo malo) o ligada al síntoma (ej.:
angustia por tener dolores de cabeza recurrentes). Puede haber formaciones mixtas donde haya un
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peligro real externo notorio pero que la persona reaccione de forma desmedida frente a ese peligro
- Teoría 2) (1925) El yo es el amáselo de la angustia, es el único capaz de producir y de sentir la
angustia. En esta teoría está primero la angustia y después la represión (al revés que en la anterior),
cuando un contenido inconsciente produce un monto de displacer demasiado grande el yo emite una
señal de angustia para que se produzca la represión. Las sensaciones físicas de la angustia vienen
del trauma del nacimiento (Otto Ring), esta angustia sería una forma de volver a él. (El trauma de
nacimiento hace referencia a que cuando un bebé está en el útero tiene sus necesidades satisfechas
sin hacer nada, pero al nacer se encuentra ante el peligro de que estas necesidades no sean
satisfechas de forma inmediata y no pueda hacer nada al respecto. El trauma de nacimiento va a ser
el modelo de todas las angustias que seguirán el resto de la vida). Para Freud no hay un trauma del
nacimiento, están las huellas mnémicas de nacimiento. El tope máximo de angustia que uno puede
experimentar es el que sintió en el nacimiento.

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