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La política educativa en pandemia

A partir de la pandemia mundial ocasionada por el virus covid-19, se generaron una serie de
desafíos a la política educativa de nuestro país, cosa que también sucedió a nivel planetario.
Dichos desafíos vinieron de la mano de la suspensión de las clases presenciales en 2020 y de
todos los obstáculos que género el desarrollar un sistema de educación a distancia en poco
tiempo.

Luego de un 2020 con clases virtuales en todos los niveles educativos de casi todo el país, el
varano 2021 trajo al debate público la vuelta o no a las aulas, de qué manera y en qué
condiciones. En un año electoral pareciera que “el cuándo le está ganando al cómo” y lo que se
deberá discutir de fondo son las condiciones que deben darse para volver a las clases
presenciales de forma segura para todos y todas. Como señala la ex vice ministra de educación
de la provincia de Buenos Aires, Adriana Puiggros uno de los desafíos debería ser el debatir
acerca de cuáles son los contenidos prioritarios para este año (2021), que debido a los cambios
de orden social y cultural son necesarios repensar, por ejemplo el tema de ecología, señala
Puiggros, como eje transversal a toda la política educativa.

Otro desafío que trajo la pandemia, a la cuestión educativa, tiene que ver con las condiciones
edilicias y presupuestarias, problemas en infraestructura, por ejemplo, que se vienen
acumulando y se potencian con las necesidades sanitarias que la pandemia impuso.

La modalidad virtual de la enseñanza puso de manifiesto la enorme brecha en el acceso digital


de la población de nuestro país, y cómo esta acentuaba más aun las desigualdades en el acceso
a una enseñanza de calidad. Ahora bien, no hay que pensar que conectividad plena es
sinónimo de enseñanza de calidad, si bien es una condición necesaria en estos tiempo de
aislamiento, la efectivización de la enseñanza no se logra solo con que todos tengan
dispositivos y acceso a internet. De ahí el desafío de poner a la tecnología al servicio de la
enseñanza para mejores aprendizajes, y esto se logra mediante el rearmado el modo mismo de
enseñar, tiene que haber un cambio pedagógico, no se trata de reproducir los modelos de la
presencialidad de modo virtual.

En relación con lo anterior, de estudios realizados después de la experiencia virtual del 2020,
se evidenció cómo repercutió ésta en la vida familiar y sobre todo de las mujeres. Donde 9 de
cada 10 adultos que acompañaron en las tareas escolares fueron mujeres y el 78% de las
maestras son mujeres, estos datos nos hablan de que son ellas las que han sostenido el
sistema educativo argentino.

En cuanto al nivel medio un desafío pendiente es la reorganización de su estructura, en


condiciones de normalidad solo el 55% se recibían en tiempo y forma, y en condiciones de
virtualidad esto se acentúa aún más. Las deficiencias de la estructura misma de la escuela
secundaria quedó al descubierto en la pandemia; 10 u 11 docentes comunicándose con cada
alumno/a hace más complejo el trabajo institucional articulado e integrado que requiere la
continuidad pedagógica virtual. Un desafío a futuro será generar políticas educativas que
propongan un trabajo más integrado entre las materias, las disciplinas, las áreas y por ende los
y las docentes,

Un caso particular fue la experiencia universitaria durante la pandemia. En este nivel la


cuestión tecnológica ya se venía trabajando desde hace varios lo que hizo que el impacto de la
virtualidad fuera menos brusco que en el nivel medio. Lo anterior sumado al alto porcentaje de
estudiantes con acceso a internet y disponibilidad de dispositivos, pudo hacer que se
sostuvieran la mayoría de las trayectorias académicas de los estudiantes. Aun así la virtualidad
trajo grande desafíos ya que como relata Verónica Weber, coordinadora tecnológica Educativa
de la UNAHUR, “tuvimos que repensar la arquitectura de la propuesta de enseñanza” una vez
más, no basta con la conectividad, hay que redefinir el cómo de la propuesta educativa.

Otros desafíos en el orden universitario se presentaron a la hora de los exámenes finales, o los
cambios en la gestión institucional (sin papeles, sin tramites presenciales), o al como
reproducir eso que pasa en los pasillos, entre clase y clase, es decir, la participación política de
los estudiantes, todo ello empuja a repensar a la formación universitaria de modo más
integral.

En este escenario de pandemia, surgen varias ventajas y desventajas en el plano educativo.

Por nombrar algunas, es una oportunidad de pensar esos cambios que en la teoría se vienen
debatiendo desde hace tiempo, pero que finalmente no se han llevado a la práctica. Por
ejemplo, el modo en que se evalúa, la fragmentación excesiva del conocimientos en múltiples
materias, la enorme cantidad de contenido enciclopédico, la posibilidad de combinar sistemas
mixtos o bimodales de enseñanza.

Además, por el lado de la educación terciaria y/o universitaria el hecho de la enseñanza virtual
y remota trajo aparejado que a muchas personas que no residían en el mismo lugar donde
estudiaban, se les hiciera más fácil continuar los estudios, por motivos de transporte y tiempo,
lo que a su vez también sumó una desventaja si lo analizamos desde lo que significó que todas
las tareas estuvieran concentradas en el hogar: trabajo remoto, estudio virtual, tareas de
cuidado, niños y niñas estudiando virtualmente. Esto último significó la sobre carga de tareas,
como dijimos anteriormente, principalmente en las mujeres, quienes debimos adsorber la
mayoría de las tareas que la condición de pandemia imponía.

Otra desventaja se observa en el plano de las relaciones sociales y políticas que la enseñanza
presencial implica. En efecto se perdió o disminuyó eso que pasa en los pasillos, entre clase y
clase, esas conversaciones e intercambios que hacen a la participación política de las personas.
El efecto virtual hizo que ciertos lazos sociales fueran más difíciles de sostener, y aunque la
salida remota fue una buena solución en el momento de ninguna manera reemplaza la
conexión que se da en la presencialidad, o por lo menos no lo ha hecho en este tiempo, lo que
significa un desafió el poder reproducir o producir que dichos vínculos sean efectivos en esas
condiciones.

La gran desventaja fue el desigual acceso a conectividad y a dispositivos que tenemos en


nuestra sociedad. Familias con un solo dispositivo compartido, internet como un bien
comercial en un contexto de educación virtual, etc., hicieron que esa brecha digital, que ya
existía, viniera a potenciar las desigualdades en el acceso a una educación de calidad. Ya
dijimos que conectividad no es sinónimo de aprendizajes de calidad, pero en este caso son la
base desde la cual arrancar.

Rasgos actuales de la profesión docente:

 Estabilidad laboral que implica: vacaciones, derechos laborales, aguinaldo, obra social,
pero difícil de alcanzar, por lo complicado de titularizar un cargo. En la educación
estatal se hace por medio de un sistema de puntajes. El 35% de las maestras son
suplentes.
 Bajos sueldos. La profesión docente se ubica en el puesto número 16 de 18 ramas
laborales según un estudio comparativo del Observatorio Educativo de la UNIPE. Lo
que implica la necesidad de tener más de un cargo o muchas horas, para sostener la
calidad de vida (esto es controvertido ya que iguala calidad de vida con poder
adquisitivo y por ende poder de consumo)
 Importancia de la labor docente para la sociedad (percepción del 78% de los docentes
encuestados)
 Profesión demandada e inserción laboral rápida: por el incremento de la
obligatoriedad hay un aumento de la demanda de docentes.
 Protagonismo gremial en la lucha salarial: los incrementos salariales del sector docente
se deben a la lucha y reclamos de los gremios por las mejoras del salario base que
ofrece el Estado.
 Fuerte presencia de mujeres: el 78% de las docentes son mujeres (CTERA) en la
Argentina.
 Compromiso docente por la educación de las y los estudiantes. A veces como
vocación, otras como compromiso con la sociedad.

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