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Aporofobia: Los discursos del odio

1. Los aspectos que podemos reflejar en la lectura “discurso del odio” y


compararla con la sociedad colombiana, es que sostiene que el origen de
esta patología social se encuentra en la expectativa de reciprocidad. Explica
que vivimos en sociedades contractualistas, en las que la cooperación está
basada en el principio del intercambio. La sociedad se rige por ciertas normas
de reciprocidad indirecta fundamentadas en la idea de que “el juego de dar y
recibir resulta beneficioso para el grupo y para los individuos que lo
componen”. No obstante, de ese esquema se excluye a los sujetos de los
que no se puede sacar ningún provecho, y que, se intuye, pueden traer
problemas. El pobre, el marginado, el vulnerable, no participa en ese juego
del intercambio porque no parece que tenga nada bueno que ofrecer a
cambio, ni siquiera indirectamente. En el caso de la aporofobia, se percibe
una discrepancia entre la manera en que alguien se ve a sí mismo (“soy una
buena persona”) y su comportamiento (“no ayudo o miro hacia otro lado
cuando me cruzo con una persona vulnerable”). Este sentimiento puede
provocar que se busque una autojustificación para racionalizar el
comportamiento, creando motivos para rechazar a las personas en situación
de pobreza (por ejemplo, culpabilizarles de esa situación). En vez de
entender la pobreza como un fracaso social, se reacciona despreciando y
culpando a los pobres de su situación, o en el mejor de los casos,
aplicándoles una presunción de culpabilidad. El pensamiento económico
dominante justifica que crecimiento macroeconómico y reducción de la
pobreza no vayan de la mano, porque percibe la desigualdad como un
estímulo para el esfuerzo y el crecimiento, que produce una jerarquía de
triunfadores y perdedores. Es en ese contexto, en el que datos de pobreza
alarmantes se perciben como naturales.

2. Toda forma de discurso de odio es discriminatoria hacia otras personas.


Estas personas son a menudo percibidas como diferentes (“los otros”), bien
por razón de su origen, religión, género, orientación sexual, u otras
características o condiciones personales. Los grupos vulnerables al odio
varían en cada lugar y en cada momento histórico. No obstante, si nos
situamos en el momento actual y en el contexto europeo, es posible distinguir
una lista de grupos vulnerables que son especialmente susceptibles de ser
objeto de discurso de odio. Según la Recomendación N.º 15 de la ECRI, los
grupos vulnerables al odio suelen incluir personas solicitantes de asilo y
refugiadas, las personas migrantes, las personas negras, las comunidades
de personas judías y musulmanas, las personas gitanas y
otras comunidades religiosas, históricas, étnicas y lingüísticas minoritarias, y
las personas LGBTI. Además de estos grupos, la recomendación destaca
también que las mujeres, las personas sin recursos,
los niños y jóvenes pertenecientes a estos grupos y las personas con
diversidad funcional son especialmente vulnerables al odio.

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