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Son muchas las corrientes que ponen de manifiesto cómo nuestra percepción
del mundo está filtrada por el lenguaje. Aquellos que tienen una gran riqueza
semántica aprecian con mayor facilidad los matices de la vida. Sin embargo,
aquellos cuya riqueza en el lenguaje está más limitada y/o tienden a emplear
términos absolutistas codifican la realidad de una manera diferente…
Se sabe que las personas que padecen estado de ánimo depresivo, suelen
utilizar términos absolutos en la atribución de los fenómenos. Y estos
conceptos, limitan su realidad.
Parece increíble que el ser humano haya sido capaz de consensuar tantas
palabras para otorgarle significado y forma a los objetos y los hecho que
acontecen.
Quizás una persona cuando lee casa, aunque tenga en su mente la funcionalidad
de una casa, la imagen que tiene asociada a esa palabra no tiene que ser igual a
la de otra persona.
Aquello que construimos para unirnos y entendernos, a veces, hace una función
opuesta.
La forma que tenemos de utilizar el lenguaje marca sin duda nuestro estado
emocional
No es lo mismo decir: “Soy un desastre” que decir “me falta habilidad en esto”
Puedes hacer la prueba tú mism@, verbaliza una frase y presta atención a cómo
te sientes, y haz lo mismo con la otra. Comprobarás cómo tu estado emocional
cambia.
Masaru Emoto, fue un autor japonés que afirmaba que las oraciones, palabras y
sonidos dirigidos al agua influirían sobre la forma de los cristales de hielo
obtenidos del miso. Según él, la forma de los cristales depende de si las palabras
son afirmativas y/o negativas.