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El lenguaje, ese sistema de signos que utiliza una civilización para comunicarse oralmente o de

forma escrita, no sólo es un sistema de comunicación, sino también de creación de realidad.

Son muchas las corrientes que ponen de manifiesto cómo nuestra percepción del mundo está
filtrada por el lenguaje. Aquellos que tienen una gran riqueza semántica aprecian con mayor
facilidad los matices de la vida. Sin embargo, aquellos cuya riqueza en el lenguaje está más
limitada y/o tienden a emplear términos absolutistas codifican la realidad de una manera
diferente…

Se sabe que las personas que padecen estado de ánimo depresivo, suelen utilizar términos
absolutos en la atribución de los fenómenos. Y estos conceptos, limitan su realidad.

Y es que el lenguaje determina la arquitectura de nuestra mente. Nuestros pensamientos están


formados por el lenguaje y dependen de él.

Parece increíble que el ser humano haya sido capaz de consensuar tantas palabras para otorgarle
significado y forma a los objetos y los hecho que acontecen.

A pesar de que compartimos un código común, el significado que cada uno le otorga a cada
concepto, está condicionado por la experiencia de cada uno.

Quizás una persona cuando lee casa, aunque tenga en su mente la funcionalidad de una casa, la
imagen que tiene asociada a esa palabra no tiene que ser igual a la de otra persona.

Aquello que construimos para unirnos y entendernos, a veces, hace una función opuesta.

Carl Jung (uno de los psiquiatras y psicólogos más estudiados) pionero de la psicología profunda,
habló de un inconsciente colectivo. En él, afirmaba que todos los seres estábamos conectados y
que muchas de las conductas que realizábamos pertenecían a un legado universal. Él afirmaba
que todos los seres tienen un baúl de memoria experiencial que comparten, de ahí que haya
miedos universales como son el miedo a la oscuridad, a la muerte…. De la misma forma que
compartimos una biblioteca común de sabiduría.
Esta teoría de Jung ha recibido muchas críticas, pero también se ha posicionado como una teoría
que explica muchos fenómenos de la psique humana. Según Jung el inconsciente colectivo es
como una plataforma común que está compuesta por arquetipos que modelan nuestra
individualidad. Él lo define como un segundo sistema psíquico cuya naturaleza es universal e
impersonal. Él utilizó este concepto para explicar los significados comunes de los símbolos y los
mitos.

El lenguaje nos ayuda a codificar la realidad, y tal como hemos nombrado anteriormente el
lenguaje encierra en si mismo experiencias.

De ahí el poder de las palabras.

La programación neurolingüística, conocida como PNL, fue creada por Richard Bandler y John
Grinder, en su enfoque sostienen que existe una conexión entre los procesos neurológicos, el
lenguaje y los patrones de comportamientos que se aprenden a través de la experiencia.

Existen algunas palabras que están cargadas emocionalmente y que el solo hecho de verbalizarlas
ya hace que ese estado te invada.

La forma que tenemos de utilizar el lenguaje marca sin duda nuestro estado emocional

No es lo mismo decir: “Soy un desastre” que decir “me falta habilidad en esto”

Puedes hacer la prueba tú mism@, verbaliza una frase y presta atención a cómo te sientes, y haz
lo mismo con la otra. Comprobarás cómo tu estado emocional cambia.

Masaru Emoto, fue un autor japonés que afirmaba que las oraciones, palabras y sonidos dirigidos
al agua influirían sobre la forma de los cristales de hielo obtenidos del miso. Según él, la forma de
los cristales depende de si las palabras son afirmativas y/o negativas.

En sus investigaciones sacó imágenes y muchas pruebas de sus descubrimientos. Él afirmaba que
nuestro organismo tiene un 80% de agua y que nuestras palabras afectaban al correcto
funcionamiento del organismo.
En las siguientes imágenes podemos ver los resultados de sus investigaciones.

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