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RESPONSABILIDAD PROFESIONAL
Antecedentes históricos:
En todos los tiempos y en las distintas civilizaciones hubo médicos que, aunque con
distintas metodologías o creencias, debieron responder de su bien hacer, ya fuese ante el
pueblo, el juez o el jefe de la tribu... Y lo que varió a lo largo de los tiempos fueron los
conceptos de “culpa y pena”.
Los reclamos por mala praxis han crecido en los últimos años no sólo en Argentina
sino también en la mayor parte del mundo, y la Obstetricia es una de las especialidades de
mayor riesgo.
Definición:
El Prof. Nerio Rojas, en la obra “Medicina Legal” expone con singular claridad los
elementos que hacen a la Responsabilidad Profesional. Deberá demostrarse su
concurrencia en forma fehaciente, ya que la ausencia de uno de ellos hace decaer toda
forma de responsabilidad. Los elementos son:
Acto profesional: esta instancia es decisiva, porque debe tratarse de una acción
efectuada en su carácter de profesional de la salud, cuando asiste a un/a paciente.
Relación causal: para que haya responsabilidad (civil o penal) debe quedar bien
demostrado que el perjuicio (lesiones o muerte) es la consecuencia directa del acto
profesional. La demostración del vínculo entre el acto profesional y las lesiones o muerte
del paciente, es la condición imprescindible para exista responsabilidad. A esta
determinación se llega a través de la labor técnica pericial, realizada por profesionales
idóneos designados por el juez a tal efecto.
Profesional: significa, dar cuenta ante organismos encargados de vigilar que unas
normas de conducta se cumplan, por ejemplo, ante los respectivos colegios profesionales.
Jurídica: responder ante la sociedad, en cabeza de sus jueces, por una trasgresión a
la ley; esta responsabilidad puede a su vez ser de tipo civil o penal.
Tipos de Responsabilidad:
Así, la ética se define como el conjunto de reglas y principios que rigen la conducta
moral y profesional de los profesionales de la salud.
Es decir, que incurrirá en esta especie de responsabilidad, si infringe las reglas que
rigen la conducta moral o profesional.
Es así, como el mismo hecho puede ser juzgado desde un “punto de vista penal”,
para establecer si configura o no delito, y en su defecto, si merece sanción: “presidio,
reclusión u otra”; o bien desde el “punto de vista civil”, destinado a acoger o rechazar
una petición de “resarcimiento o indemnización patrimonial”.
En el ámbito penal la conducta sancionable debe ser típica o sea que debe estar
configurada en el Código Penal; en estos casos las penas recaen sobre las personas. Por
eso se dice que este tipo de responsabilidad “penal” es subjetiva, debiéndose demostrar
la relación directa o “nexo de causalidad” entre el accionar profesional y el daño, sin lo
cual no puede hablarse de delito. Al ser absolutamente personal, este tipo de
responsabilidad es “intransferible” y cesa con la muerte del individuo.
Artículo 84º: Será reprimido con prisión de seis meses a cinco años e inhabilitación
especial, en su caso, por cinco a diez años, el que por imprudencia, negligencia, impericia en
su arte o profesión o inobservancia de los reglamentos o de los deberes de su cargo, causare
a otro la muerte.
El mínimo de la pena se elevará a dos años si fueren más de una las víctimas fatales,
o si el hecho hubiese sido ocasionado por la conducción imprudente, negligente, inexperta, o
antirreglamentaria de un vehículo automotor.
Artículo 94º: Se impondrá prisión de un mes a tres años o multa de mil a quince mil
pesos e inhabilitación especial por uno a cuatro años, al que por imprudencia o negligencia,
por impericia en su arte o profesión, o por inobservancia de los reglamentos o deberes a su
cargo, causare a otro un daño en el cuerpo o en la salud.
Si las lesiones fueran de las descriptas en los artículos 90 o 91 y concurriera alguna de
las circunstancias previstas en el segundo párrafo del artículo 84, el mínimo de la pena
prevista en el primer párrafo, será de seis meses o multa de tres mil pesos e inhabilitación
especial por dieciocho meses.
En este aspecto son pertinentes los artículos 1.113, 902 y 512 del Código Civil, los
que se transcriben:
Artículo 1.113: “La obligación del que ha causado un daño se extiende a los daños
que causaren los que están bajo su dependencia, o por las cosas de que se sirve, o que tiene
a su cuidado”.
Artículo 902: “Cuanto mayor sea el deber de obrar con prudencia y pleno
conocimiento de las cosas, mayor será la obligación que resulte de las consecuencias posibles
de los hechos”.
En lo concerniente a los médicos, debe entenderse que será mayor la
responsabilidad cuanto mayor sea la especialización alcanzada en una rama de la
medicina.
Vías de reclamo
Penalmente: cuando la agresión al bien jurídico protegido (la vida, la salud, la
integridad corporal) se produce por infringir algún deber de cuidado (aunque sea un
hecho culposo); debe existir previamente la prohibición de determinada conducta,
tipificada en el Código Penal.
Civilmente: la responsabilidad profesional, se encuentra encuadra dentro del
concepto de la responsabilidad general para todos los individuos. Responde igual que otra
persona con actividades diferentes por sus actos. Si le es imputable un daño, debe
repararlo.
Administrativamente: Nada tiene que ver con la sanción civil o penal.
La pena comprende desde el apercibimiento hasta la inhabilitación.
Los elementos “accidentales” son los que deben pactarse adicionalmente, porque
la ley no los sobreentiende, y consisten en cuestiones que las partes acuerdan: por
ejemplo, que el profesional lo visite tres veces por día, o que el profesional operará al
paciente con láser y no con bisturí, etc.
Cuando por acción u omisión, no se pone a disposición del paciente todos los
recursos disponibles en tiempo y forma, lo que genera por estos motivos la producción de
un daño.
Un peritaje legal acerca de la existencia y gravedad de la falta, debe partir del hecho
de que la práctica profesional se compone de dos elementos: “arte y ciencia”, pero una y
otra derivan de la “experiencia” y de los dones naturales del profesional, entre los cuales
la “inteligencia” ocupa un lugar destacado. Ambos elementos, arte y ciencia, van unidos
al “saber”, es decir a los conocimientos acumulados en la vida profesional.
b) Los deudos del paciente: en este caso los perjuicios son de orden moral y
económico, como por ejemplo, si se tratase de la muerte de un familiar que además es
sostén de familia.
Para poder llevar con éxito la peritación legal, el perito debe alcanzar:
a) un conocimiento preciso del objeto de la peritación;
b) un análisis minucioso de los hechos iniciales y de sus consecuencias;
c) el estudio exhaustivo de las intrincaciones eventualmente presentes;
d) un razonamiento y un método legal riguroso.
Una vez reunidos estos elementos de prueba, el perito deberá establecer las
correlaciones existentes, en su caso, entre las lesiones denunciadas y sus propias
constataciones. De ello deducirá la existencia o ausencia de la relación de “causalidad”
alegada, que resuelva de forma definitiva el problema planteado.
Para recordar:
Aunque no exista una fórmula mágica e infalible para evitar la mala praxis, se hace
necesario aplicar todos los esfuerzos en la creación de condiciones y mecanismos capaces
de contribuir en la disminución de esos malos resultados y la “prevención” es uno de los
pilares fundamentales para disminuir el origen de demandas por responsabilidad
profesional.
Existen diversos factores claves para disminuir los problemas legales que padecen
los trabajadores de la salud, en su diario ejercicio profesional. Algunos de ellos, no
relacionados directamente con la práctica asistencial en sí misma y que son más difíciles de
resolver, los llamados: “factores de tipo no asistencial”, los que comprenden los
generados por las formas de organización en el sistema de prestación de salud; los medios
de comunicación; los abogados; la sociedad; el sistema educativo de pre y postgrado; los
avances tecnológicos; y otros, que sí forman parte de la atención cotidiana y que deberían
ser de más fácil resolución, y que son los llamados “factores de tipo asistencial”, que
comprenden, entre otros: practicar la profesión fuera de los límites de competencia;
garantizar el buen resultado; no suscribir el consentimiento informado; no redactar bien las
historias clínicas; no archivar correctamente la documentación; no mantener buena
relación profesional/paciente, etc.
Abandonar al paciente:
- No es conveniente abandonar al paciente, por lo que la violación de este deber de
cuidado, no sólo le generaría sanciones de orden civil, sino también de orden ético,
administrativo y penal.
Las demandas civiles por responsabilidad profesional tienen un plazo para ser
iniciadas por los presuntos damnificados, denominándose a ese lapso de tiempo
“prescripción” vencido el cual, dicho derecho desaparece.
El plazo de prescripción de las acciones civiles (que se cuenta a partir del hecho
dañoso) es de 10 y 2 años, ya sea que la relación profesional haya sido contractual o
extracontractual indistintamente.
Dado que tanto la Medicina como las otras ramas del Arte de Curar, (bioquímicos,
odontólogos, kinesiólogos, obstétricas, enfermeros, etc.) no se tratan de ciencias
“exactas”, no permiten que se puedan ofrecer resultados; como ya se ha mencionado se
trata de un contrato de “medios” y no de “fines”; por lo tanto, nadie puede garantizar
resultados, sólo la manera en que será alcanzado el objetivo del acto profesional.
Por esta razón hace algunos años los reclamos se fundaban en probar la Impericia,
la Imprudencia o la Negligencia, pero la realidad actual nos muestra la existencia de un
enorme número de profesionales, en su mayoría ineficientemente remunerados, que
deben atender una cantidad pautada de pacientes.
Este tipo de fenómenos que ocurren en obras sociales o convenios mal
administrados, afectan a la calidad de la atención, quiebran la relación entre el profesional
y el paciente o directamente impiden que se establezca, dando lugar a conflictos que
favorecen el inicio de acciones de responsabilidad profesional.
Seguros Individuales: El que por obligación, contrato o convenio debe tener todo
trabajador de la salud para poder garantizar la reparación de un daño.
Seguros Institucionales: El que debe poseer una institución dedicada a cualquiera
de las ramas del arte de curar; al igual que el individual, para poder garantizar la
reparación de un daño. En estos seguros, algunas compañías cobran un sobreprecio al
personal jerárquico como lo son los jefes de servicio, responsables de área, etc.
Las estadísticas indican, que generalmente, los reclamos se efectúan durante los dos
primeros años posteriores al hecho causal. Aún así, este tipo de pólizas ya dejarían un
período sin posibilidad de cobertura, pero, además, puede darse que aparezcan reclamos
mucho tiempo después.
Tanto una como otra póliza, cubren solamente la atención del paciente como acto
“privado”, esto significa que si la atención se efectuó mediante una prepaga o una obra
social, el profesional podría no estar cubierto.
Conclusiones