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Autor: CILLO, Alicia Beatríz

Libro: “Entre Colegas”


Tema: RESPONSABILIDAD PROFESIONAL
Edición: única
Editorial: Colegio de Obstétricas de la Provincia de Buenos Aires, Distrito I – La
Plata
Lugar: La Plata
Año: 2005
Páginas: Módulo II, Capítulo III, págs. 83 a 124
ISBN: 987-22095-6-1

RESPONSABILIDAD PROFESIONAL

El vocablo “responsabilidad”, deriva del latín “respondeo” que quiere decir


"responder”, y significa la obligación de responder por nuestros actos.

Entraña la obligación o deber en que se coloca una persona determinada de


“resarcir, indemnizar o satisfacer” cualquier pérdida, detrimento, perjuicio o daño
causado por ella, por otra persona que de ella depende, o por alguna cosa que le
pertenece.

El problema de la responsabilidad, se presenta en todos los órdenes de materias


relativas a la actividad humana: en la moral, en la religión y en el derecho en sus diversas
manifestaciones (derecho público, privado, civil, penal, etc.).

El hombre como “ser en el mundo” es “responsable” de sus actos y omisiones;


siendo la razón de esa responsabilidad: la “libertad” de su voluntad y la “conciencia” de
sus hechos.

Aceptada la doctrina del libre albedrío, "la responsabilidad sería la condición de la


personalidad libre y consciente de sus actos que, como autor de ellos debe responder de su
conducta ante sí mismo y ante la sociedad, bien por haber cometido un acto ilícito o por
haberse abstenido de ejecutar lo que la ley moral o civil ordenaba cumplir" (Royo Vilanova).

Antecedentes históricos:

Desde la antigüedad, la práctica de las profesiones sanitarias siempre ha estado


sujeta a normas, la responsabilidad fue admitida y prevista en las legislaciones. El
emperador Hammurabi, fundador del Imperio Babilónico, que reinó desde 1.728 hasta
1.688 A. C., realizó la recopilación de leyes que hoy se conocen como el “Código de
Hammurabi”. En este código, grabado sobre un bloque de basalto de 2.25 metros de alto
por 1.90 metros de base y en escritura cuneiforme, encontramos referencias a la
responsabilidad médica.
El “Código de Hammurabi”, diferenciaba en ese entonces, lo que hoy
denominamos responsabilidad civil y penal, de manera que los fallos no dolosos ni graves
estaban castigados con sanciones económicas o indemnizaciones a los perjudicados por
los médicos, mientras que ante fallos con resultados graves, el médico podía perder una o
ambas manos si era cirujano, con la única finalidad de evitar que siguiese operando .

En “Egipto”, existían colegios secretos y se debía actuar acorde a las reglas y


fórmulas establecidas por éstos, incurriendo en falta si no se observaban esas normas.
En “Roma”, la relación médico-enfermo, era considerada un arrendamiento de
servicios bajo la forma de contrato consensual.

“Alejandro Magno”, estableció la pena de crucifixión para el médico que


abandonara libre y voluntariamente a un enfermo.

Ya el derecho romano, establecía la culpabilidad del médico aún cuando habiendo


procedido bien, los resultados fuesen negativos debido a cierto abandono, lo que podría
considerarse negligencia. En el Fuero Juzgo, la condena podía quedar en manos de los
familiares del enfermo perjudicado, a quienes se les entregaba en ocasiones al médico
para que hiciesen justicia.

En todos los tiempos y en las distintas civilizaciones hubo médicos que, aunque con
distintas metodologías o creencias, debieron responder de su bien hacer, ya fuese ante el
pueblo, el juez o el jefe de la tribu... Y lo que varió a lo largo de los tiempos fueron los
conceptos de “culpa y pena”.

Dos procesos publicitados en Francia en el siglo XIX, sentaron las pautas de


valoración de la actividad profesional y son orientadoras en la actualidad en esta temática:
 En el primer caso, el Dr. Helie (1.895) fue llamado a atender un parto distócico con
presentación de hombro; al encontrarse con el brazo derecho fuera de la vulva, lo
amputó sin intentar ninguna otra maniobra. Al presentarse de inmediato el otro
brazo, procedió de igual forma a amputarlo. Concluido el parto, el padre del recién
nacido lo denunció ante el tribunal de Domfront, el cual previo dictamen de la
Academia de Medicina, sentenció que el médico había actuado “imprudentemente
y con una precipitación increíble”, no habiendo intentado ninguna maniobra
obstétrica, ni llamado a otro facultativo en consulta y condenándolo a pagar una
indemnización vitalicia al menor.
 En el segundo caso, el Dr. Thouret Noroy (1.832) practicó una sangría; detenida la
hemorragia, colocó un vendaje, formándose a posteriori una tumoración dolorosa.
El médico regresó y dispuso la aplicación de pomadas locales, pero el paciente
empeoró, negándose el profesional a volver a examinarlo. Otro médico diagnosticó
aneurisma arteriovenoso con lesión de la arteria braquial, desencadenando una
infección gangrenosa, que fue la determinante de la amputación del brazo. Iniciada
la acción judicial, el tribunal sentenció que había existido “impericia, negligencia
grave, falta grosera y olvido de las reglas elementales” y condenó al médico al
pago de una indemnización vitalicia. El fallo fue confirmado por el Tribunal de
Casación, ante el cual pronunció el fiscal Dupin su famoso dictamen: “…queda a
cargo del juez, en cada caso, determinar cuándo alguien debe ser considerado
responsable de un acto cometido en el ejercicio de su profesión… Para que haya
responsabilidad civil no es necesario buscar si existió intención; basta que haya
habido negligencia, imprudencia, impericia grosera, y por lo tanto inexcusable”.

Varios autores, coinciden en que estamos en presencia de responsabilidad, “en


todos los casos en que una persona queda obligada a reparar un daño sufrido por
otra”.

Actualización del tema:

El contacto de los usuarios con el Sistema Nacional de Salud está presidido, en el


momento actual, por una cierta conflictividad. Hasta un cierto momento de nuestra
historia reciente (década de los 70) las relaciones se producían sin una especial
confrontación. Pero a partir de estas fechas asistimos a un incremento de los reclamos,
constituyendo tal circunstancia al enrarecimiento de los ambientes donde se llevan a cabo
las funciones sanitarias.

Los reclamos por mala praxis han crecido en los últimos años no sólo en Argentina
sino también en la mayor parte del mundo, y la Obstetricia es una de las especialidades de
mayor riesgo.

Se pueden señalar como causas de esta situación:


 El aumento de la actividad de los profesionales de la salud, debiendo pasar muchas
horas haciendo consultorio, clínicas, hospitales, atendiendo un sinfín de casos y con
frecuencia el emolumento obtenido no le alcanza para subsistir.
 La falta de coincidencias en el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades se
presenta con habitualidad, ya que la medicina no es una ciencia exacta.
 El progreso de la medicina, que permite tratar enfermedades que hace poco eran
incurables.
 Los progresos realizados en la tecnología sanitaria, a lo que hay que añadir el
moderno ejercicio de la medicina en equipo y el carácter multidisciplinar de la ciencia
sanitaria, que contribuyen a dotarla de complejidad y, por ello, a aumentar el riesgo.
 El conocimiento científico progresa constantemente y la praxis profesional debe
adecuarse al mismo. Una conducta que era correcta hace sólo unos años, aplicada hoy
puede llevar a una mala praxis porque los conocimientos han cambiado (riesgo de
desconocer lo nuevo).
 La divulgación por los medios de comunicación de los problemas médicos y de sus
soluciones, casi siempre presentadas con carácter triunfador, lo que da lugar a que el
paciente considere su curación como un derecho.
 Los cambios de mentalidad: hasta la primera mitad del siglo XX se puede decir que
la regla general era la resignación ante los problemas de la vida, el sufrimiento o la muerte.
Pero hoy día existe otra creencia, que se traduce en ocasiones en la persecución del
médico (y por extensión del profesional sanitario) con la finalidad de encontrar un culpable
y de obtener una indemnización, como último valor de una sociedad de consumo, o sea,
se ha incrementado la intolerancia social a los malos resultados, se presume que cualquier
mal resultado proviene de un error profesional, especialmente en los partos (ya que son
hechos normales).
 La calidad de la relación profesional/paciente, tantas veces deteriorada, es un factor
clave para prevenir los riesgos de esta intolerancia.

Definición:

Podemos definir la “responsabilidad” de los profesionales de la salud, como la


obligación que tienen éstos, de dar cuenta ante la sociedad, por los actos realizados en su
práctica profesional, cuya naturaleza y resultados sean contrarios a sus deberes, por
incumplimiento de los medios y/o cuidados adecuados en la asistencia del paciente;
pudiendo adquirir a veces, relevancia jurídica; y que de estos actos pudieran derivar
consecuencias, como ser daños en el cuerpo o en la salud o la muerte de los pacientes
que estaban bajo su asistencia.

La responsabilidad de los profesionales de la salud, es una variante de la


responsabilidad general que atañe a todas las personas independientemente que ejerzan o
no una profesión; la diferencia existe cuando a través del ejercicio profesional surge un
elemento objetivo “el daño”, y que éste tenga relación directa con el accionar profesional,
y que desde el punto de vista legal, se encuentre encuadrado dentro de los denominados
“delitos culposos”, en los cuales no existe intencionalidad de provocar un daño; éste se
produce por imprudencia, impericia, negligencia e inobservancia de los deberes a su cargo.

El Prof. Nerio Rojas, en la obra “Medicina Legal” expone con singular claridad los
elementos que hacen a la Responsabilidad Profesional. Deberá demostrarse su
concurrencia en forma fehaciente, ya que la ausencia de uno de ellos hace decaer toda
forma de responsabilidad. Los elementos son:

 Autor: es el profesional con diploma y título habilitado, que ejerce la medicina o


ciencia de la salud en las condiciones estipuladas en la ley de su ejercicio profesional.

 Acto profesional: esta instancia es decisiva, porque debe tratarse de una acción
efectuada en su carácter de profesional de la salud, cuando asiste a un/a paciente.

 Elemento subjetivo: consiste en la demostración de la “culpa” por parte del


profesional. El carácter distintivo de la culpa es la falta de previsión de las consecuencias
del acto, por parte de una persona con capacidad de previsión (el profesional). El caso
contrario sería un accidente excusable.

La “culpa” exige la demostración de:


a) Impericia: cuando faltan la capacidad, habilidad, experiencia y
conocimiento de quien emprende una asistencia, un tratamiento, particularmente cuando
éstos no han sido certificados por alguna institución reconocida legalmente. Consiste en la
incapacidad técnica para el ejercicio de determinada profesión y equivale a la
“inobservation des regles d’art” de la doctrina francesa; a la “malpractice” de los
anglosajones y al “kunstfehler” de los alemanes.

Es necesario mencionar el concepto de “error” en medicina, el que puede surgir de


simple ignorancia, en cuyo caso se deben examinar las condiciones que llevaron a su
ocurrencia:
 puede haber ocurrido actuando el profesional apremiado en alguna
circunstancia y para evitar un mal mayor, circunstancia denominada “Estado de
necesidad”, de la cual quedará exonerado de responsabilidad;
 la otra es la “ignorancia atrevida”, como puede acontecer, por ejemplo, en
el caso de un médico generalista no calificado para intervenir en una cirugía ginecológica y
que movido por un afán puramente económico, se aventura en una operación que
requiere experiencia y en la que se produce una lesión en la paciente; en este caso el error
cometido no se puede excusar.

b) Imprudencia: consiste en una acción temeraria que se efectúa a pesar de


haberse previsto el resultado adverso que ocasionará el daño en el paciente. Esto equivale
a efectuar un acto sin las debidas precauciones. Es la conducta opuesta a la que
aconsejarían la experiencia y el buen sentido de un especialista en determinado aspecto de
la medicina, para lo cual no se pueden tomar riesgos.

Todos tenemos en la sociedad un deber de cuidado. En el ámbito externo el


derecho se encarga de señalar las pautas dentro de las que uno puede moverse
libremente, señalando como límite el derecho del otro. Esa conducta externa debe ser
observada racionalmente y así el derecho castiga el error que produce daño.

El profesional no se compromete a curar, sino a proceder de acuerdo con las reglas


propias de su ciencia. Ante una demanda es natural que el profesional se oponga a las
pretensiones del paciente y quiera exonerarse; puede hacerlo, mediante la prueba de la
diligencia y cuidado o del caso fortuito (si esto es lo que se alega). El paciente es el que
debe demostrar que el daño sí fue causado, que la culpa es del profesional y que existe un
“nexo de causalidad” entre la culpa de éste y el daño sufrido por el paciente. Si el
paciente no prueba la responsabilidad del demandado, éste será absuelto.

c) Negligencia: es cuando a pesar de tener el conocimiento de lo que debe


hacerse, no se aplica y por lo tanto se produce un daño. Equivale a descuido u omisión.
Aquí entran en juego un sinnúmero de posibilidades, entre las que se incluyen: los
registros defectuosos en las historias clínicas; las actitudes de confianza en la evolución
esperada que llevan a descuidar la observación continua (distinta de permanente, pues
algunos jueces esperan que el profesional se pase acompañando al paciente las 24 horas
del día); la entrega de responsabilidades a personal subalterno sin suficiente preparación o
sin competencia (ej.: un anestesiólogo que encarga a una enfermera de la recuperación
post anestésica del paciente). La negligencia ha sido el medio para determinar la
responsabilidad, generadora frecuente de culpa profesional.

d) Inobservancia de los deberes a su cargo: cuando el profesional, no


cumple con las obligaciones propias del cargo que está ejerciendo en ese momento. Por
ejemplo, una obstétrica de guardia que no controla a sus practicantes o no pasa las
novedades de las pacientes internadas y/o en trabajo de parto a la guardia siguiente. Si de
esta conducta resultare un daño, la profesional no respondería por imprudencia,
negligencia o impericia, sino por no cumplir con su obligación de contralor o por no pasar
las novedades a las colegas que la relevarán en su función.

 Elemento objetivo: consiste en el perjuicio causado al paciente. Éste consiste en


daños en el cuerpo o en la salud o en la muerte del paciente, o sea en la producción de
lesiones u homicidio, ambos de carácter culposo. Esta valoración es de carácter penal
existiendo otra de carácter civil, de tipo económico, por la cual los damnificados podrán
solicitar una reparación económica de acuerdo al perjuicio producido.

 Relación causal: para que haya responsabilidad (civil o penal) debe quedar bien
demostrado que el perjuicio (lesiones o muerte) es la consecuencia directa del acto
profesional. La demostración del vínculo entre el acto profesional y las lesiones o muerte
del paciente, es la condición imprescindible para exista responsabilidad. A esta
determinación se llega a través de la labor técnica pericial, realizada por profesionales
idóneos designados por el juez a tal efecto.

¿Cómo puede ser catalogada la Responsabilidad Profesional?:

En términos amplios, la responsabilidad profesional puede ser catalogada como:

 Personal: cuando sólo se debe responder ante la propia conciencia de un acto


inmoral.

 Profesional: significa, dar cuenta ante organismos encargados de vigilar que unas
normas de conducta se cumplan, por ejemplo, ante los respectivos colegios profesionales.

 Jurídica: responder ante la sociedad, en cabeza de sus jueces, por una trasgresión a
la ley; esta responsabilidad puede a su vez ser de tipo civil o penal.

Tipos de Responsabilidad:

Los profesionales de la salud en su ejercicio diario, se encuentran sujetos a una


“responsabilidad moral o ética” por una parte y por otra a una “responsabilidad
jurídica”.
 Responsabilidad ética: el profesional, tiene una responsabilidad ante su propia
conciencia, es una responsabilidad moral, privativa de su conciencia individual, que
teóricamente debiera ser la más rigurosa, ya que es el fundamento deontológico del
crédito profesional.
Esta especie de responsabilidad, aparentemente privativa de la conciencia
individual, debe ser concretada. A fin de determinar y precisar las responsabilidades
morales, surge la denominada “moral o deontología”, que es el conjunto de normas que
deben seguir los profesionales del sector salud, en el ejercicio de su profesión, en sus
relaciones con la sociedad, con los enfermos, con las autoridades y con sus colegas.

Así, la ética se define como el conjunto de reglas y principios que rigen la conducta
moral y profesional de los profesionales de la salud.

“La ética profesional no es más que la traducción de las normas generales de la


moral humana que el profesional de la salud debe aplicar en su profesión”.

Es decir, que incurrirá en esta especie de responsabilidad, si infringe las reglas que
rigen la conducta moral o profesional.

Esta responsabilidad ética, o también denominada comúnmente responsabilidad


profesional, consecuencia de la inobservancia de los deberes profesionales, no siempre
genera responsabilidad jurídica; existen diversos preceptos a los cuales el facultativo debe
someterse en el ejercicio de su profesión y cuyo cumplimiento no acarrea sanción positiva.

 Responsabilidad Jurídica: la conducta del profesional, activa o pasivamente, sea


por acción o por omisión, en su ejercicio, puede responsabilizarlo, bien sea en el campo
“penal o civil”, o en ambos.

Es así, como el mismo hecho puede ser juzgado desde un “punto de vista penal”,
para establecer si configura o no delito, y en su defecto, si merece sanción: “presidio,
reclusión u otra”; o bien desde el “punto de vista civil”, destinado a acoger o rechazar
una petición de “resarcimiento o indemnización patrimonial”.

a) Responsabilidad penal: la responsabilidad profesional puede dar lugar a


responsabilidad penal, cuando el hecho incriminado constituye una infracción voluntaria o
imprudente, tipificada como delito o falta. El profesional, puede ser penalmente
responsable de sus actos en diversas circunstancias:
1.- cuando actúa como hombre, con independencia de su condición profesional,
que en todo caso le puede servir como medio de realizar el delito; existe intencionalidad o
malicia, es decir, “dolo”, del que surge directamente la condición de delito; la
responsabilidad en este caso es la de cualquier ciudadano que delinque.
2.- la ley impone al profesional, una serie de obligaciones, penalmente sancionadas
si se omiten, relativas a las condiciones para el ejercicio de la profesión, a la prescripción
de medicamentos, al libramiento de un certificado falso de enfermedad, al aborto, a la
obligación de denuncia, al falso testimonio de los peritos, etc. En todos estos supuestos se
dan delitos cualificados por la condición profesional de su autor, sin la cual aquéllos no
existirían.
3.- con todo, la circunstancia jurídica más habitual en la responsabilidad penal es la
de “imprudencia punible”.

En el ámbito penal la conducta sancionable debe ser típica o sea que debe estar
configurada en el Código Penal; en estos casos las penas recaen sobre las personas. Por
eso se dice que este tipo de responsabilidad “penal” es subjetiva, debiéndose demostrar
la relación directa o “nexo de causalidad” entre el accionar profesional y el daño, sin lo
cual no puede hablarse de delito. Al ser absolutamente personal, este tipo de
responsabilidad es “intransferible” y cesa con la muerte del individuo.

Las consecuencias del accionar culposo pueden ser el daño en el cuerpo o en la


salud o la muerte o sea “lesiones u homicidio”, ambos de carácter “culposo”. Cabe
destacar, que una de las sanciones que se impone en caso de comprobarse, en este tipo
de conducta antijurídica es la “inhabilitación”. Los artículos del Código Penal, que
respectivamente tratan esta cuestión del “homicidio culposo y de las lesiones culposas”,
son el 84º y el 94º. Nuestro ordenamiento legal no prevee figuras propias de la llamada
mala praxis, se encuentran en el capítulo de “delitos contra las personas”, siendo los
bienes jurídicos protegidos: la vida, la salud y la integridad corporal.

El 29 de septiembre de 1.999 el Congreso Nacional modificó por Ley 25.189 los


artículos mencionados quedando redactados como sigue:

Artículo 84º: Será reprimido con prisión de seis meses a cinco años e inhabilitación
especial, en su caso, por cinco a diez años, el que por imprudencia, negligencia, impericia en
su arte o profesión o inobservancia de los reglamentos o de los deberes de su cargo, causare
a otro la muerte.
El mínimo de la pena se elevará a dos años si fueren más de una las víctimas fatales,
o si el hecho hubiese sido ocasionado por la conducción imprudente, negligente, inexperta, o
antirreglamentaria de un vehículo automotor.

Artículo 94º: Se impondrá prisión de un mes a tres años o multa de mil a quince mil
pesos e inhabilitación especial por uno a cuatro años, al que por imprudencia o negligencia,
por impericia en su arte o profesión, o por inobservancia de los reglamentos o deberes a su
cargo, causare a otro un daño en el cuerpo o en la salud.
Si las lesiones fueran de las descriptas en los artículos 90 o 91 y concurriera alguna de
las circunstancias previstas en el segundo párrafo del artículo 84, el mínimo de la pena
prevista en el primer párrafo, será de seis meses o multa de tres mil pesos e inhabilitación
especial por dieciocho meses.

Un ejemplo de imprudencia (hacer más de lo debido), sería llevar adelante un acto


sin tener todos los elementos para poder realizar el mismo; de negligencia (hacer menos
de lo debido), sería realizar una operación mutilante con diagnóstico de cáncer tan sólo
con examen clínico; o de impericia (falta o insuficiencia de conocimientos), equivocarse
groseramente en un diagnóstico o en un tratamiento medicamentoso. La inobservancia
de los reglamentos o deberes a su cargo es también un hecho negativo que casi siempre
es acompañado por una actitud de indiferencia o negación hacia las disposiciones, un
ejemplo de este supuesto es el caso en el que ya existe jurisprudencia en la cual una
enfermera no advirtió que una recién nacida sufriera quemaduras en el interior de una
incubadora en el Hospital Ramos Mejía, por contacto directo, “…dicha profesional tenía la
obligación de permanecer continuamente en el sector de recién nacidos patológicos, el que
no debía abandonar sin que llegara un sustituto…” (Cámara Nacional del Crimen y
Correccional-Capital Federal-Sala 3, abril de 1.980).

b) Responsabilidad civil: en el fuero civil, un paciente o sus


derechohabientes pueden reclamar indemnización por presuntos daños en el accionar
profesional; en forma paralela o posteriormente al proceso penal, se puede sustanciar una
causa civil por daños y perjuicios. No es necesario instalar una acción penal para el reclamo
civil, que puede hacerse sin pasar por la instancia penal. Si se comprueba que el
profesional es culpable, el resarcimiento será económico.

La responsabilidad civil puede ser: “contractual”, cuando se origina en el


incumplimiento de obligaciones nacidas a través de un contrato o “extracontractual o
aquiliana””, cuando se origina en el daño al patrimonio de otra persona con quien no
existe un vínculo contractual y tiene como fuente una conducta que rompe el deber de
diligencia, cuidado y prudencia de las personas en sociedad.

La responsabilidad civil es “transferible”, es decir, puede transferirse a los


herederos, quienes eventualmente deberán responder con su patrimonio de los hechos
ocasionados por su pariente.

En algunas oportunidades el profesional puede ser sobreseído en un juicio penal


pero como la sentencia es “no vinculante”, ello no implica que quede eximido de una
eventual condena civil. Asimismo, de más está decir que un profesional condenado
penalmente difícilmente eludirá la responsabilidad civil. En este ámbito muchas veces la
demanda se entabla contra el profesional y las instituciones en las que se desempeñó
profesionalmente, siendo “solidariamente responsables”. El resarcimiento civil surge de
la comprobación que existe entre el agente y el resultado dañoso producido
independientemente de si el profesional obró con impericia, negligencia o imprudencia.

En este aspecto son pertinentes los artículos 1.113, 902 y 512 del Código Civil, los
que se transcriben:

Artículo 1.113: “La obligación del que ha causado un daño se extiende a los daños
que causaren los que están bajo su dependencia, o por las cosas de que se sirve, o que tiene
a su cuidado”.
Artículo 902: “Cuanto mayor sea el deber de obrar con prudencia y pleno
conocimiento de las cosas, mayor será la obligación que resulte de las consecuencias posibles
de los hechos”.
En lo concerniente a los médicos, debe entenderse que será mayor la
responsabilidad cuanto mayor sea la especialización alcanzada en una rama de la
medicina.

Artículo 512: “La culpa del deudor en el cumplimiento de la obligación consiste en la


omisión de aquellas diligencias que exigiere la naturaleza de la obligación, y que
correspondiesen a las circunstancias de las personas, del tiempo y del lugar”.

O sea, que si se trata tanto de un médico como de cualquier profesional de la salud,


habrá culpa si “omite” cumplir con las diligencias que le impone la naturaleza de su
obligación, entendiéndose por ésta, la atención correcta del paciente de acuerdo al
momento en que realizó la prestación y a las características y medios disponibles.

Vías de reclamo
 Penalmente: cuando la agresión al bien jurídico protegido (la vida, la salud, la
integridad corporal) se produce por infringir algún deber de cuidado (aunque sea un
hecho culposo); debe existir previamente la prohibición de determinada conducta,
tipificada en el Código Penal.
 Civilmente: la responsabilidad profesional, se encuentra encuadra dentro del
concepto de la responsabilidad general para todos los individuos. Responde igual que otra
persona con actividades diferentes por sus actos. Si le es imputable un daño, debe
repararlo.
 Administrativamente: Nada tiene que ver con la sanción civil o penal.
La pena comprende desde el apercibimiento hasta la inhabilitación.

¿Obligación de Medios o de Resultados?

Ateniéndose a la concepción jurídica y genérica que divide a las obligaciones en


obligaciones de “medios” y obligaciones de “resultados”, la obligación del
médico/profesional de la salud es de “medios” y “no de resultados”, ya que éste tiene el
compromiso de poner todo el empeño y la técnica al servicio del paciente. Repetidamente
la jurisprudencia ha sostenido que “el médico/profesional de la salud contrae una
obligación de medios, consistente en la aplicación de su saber y de su proceder a
favor de la salud del enfermo”, excepto en Cirugía Plástica y Anatomía Patológica, en las
que la obligación es de resultados (esto último es cuestionado y discutido por muchos
autores).

Bajo esta óptica, la relación profesional/paciente es de carácter “contractual”, por


cuanto nace del incumplimiento del contrato tácito o cuasi contrato de prestación de
servicios, aunque el paciente no haya contratado directamente sus servicios o que éstos
fueran gratuitos. Es responsable por las consecuencias dañosas que deriven de la mala
realización de esta labor, correspondiéndole al paciente o a sus familiares, demostrar la
culpa en el acto profesional y el daño que le hubiere provocado ese accionar, pudiendo
reclamar ante los tribunales la indemnización económica pertinente para su resarcimiento.

Es ya jurisprudencia sentada la teoría de la obligación contractual en la relación


profesional/paciente. Esta fórmula profesional/paciente (contrato) puede alterarse por la
fórmula profesional/familiar (por no estar lúcido el paciente o ser menor de edad) o
profesional/mutual (por ser esta entidad la que contrata al profesional). Esta forma entraría
dentro de lo que se conoce como contrato en favor de terceros.

Ya se ha aclarado, que no se trata de un contrato de resultado, ya que no engendra


más que una obligación de medios, que consisten en prestar los cuidados que precise la
salud del paciente, ajustados a los principios científicos y deontológicos vigentes; quiere
decir, que la obligación de indemnizar del profesional no surgirá porque el paciente o sus
familiares se hayan sentido frustrados al no haberse conseguido los resultados
terapéuticos que esperaban, sino cuando se demuestre que haya habido incumplimiento
de la obligación del profesional de realizar todos los actos exploratorios, diagnósticos,
terapéuticos, etc., que el estado actual de la ciencia exige en el tratamiento de la dolencia
en cuestión.

La otra forma de relación profesional, es la llamada “extracontractual”, que se da


cuando, por ejemplo, cuando un médico atiende a un paciente accidentado en la vía
pública o en otras situaciones de emergencia, en que no existe una obligación
previamente pactada pero sí, un deber de cuidado. En estos casos ni el paciente ni ningún
familiar han solicitado su actuación; estas situaciones traen aparejadas implicancias
jurídicas distintas en una u otra condición.

Teoría de la Relación Contractual:

Louis Josserand fue el primer propugnador de la naturaleza contractual de la


responsabilidad médica, en una ponencia ante la Cámara Civil. La tendencia que Josserand
observaba en la jurisprudencia francesa, acabó por afirmarse definitivamente después del
famoso fallo del 20 de mayo de 1936 de la Cámara Civil de la Corte de Casación, el que fue
pronunciado de acuerdo con las conclusiones del Procurador General Matter. En su parte
sustantiva, el fallo declara que: “entre el médico y su cliente se forma un verdadero
contrato que, si no comporta, evidentemente, la obligación de curar al enfermo..., al
menos comprende la de proporcionarle cuidados…, conforme a las adquisiciones de
la ciencia”.

Planiol y Ripert, se pronuncian aceptando la responsabilidad contractual del


profesional, en los siguientes términos: “El médico que acepta atender a la curación de
un enfermo es responsable contractualmente, si descuida la atención en la
oportunidad requerida o si la abandona durante el tratamiento, sin verse obligado a
ello por fuerza mayor o por la actitud del enfermo mismo”.
Argumentan igualmente a favor de la responsabilidad contractual los autores Lalou, Marty
y Raynaud y Henri, León y Jean Mazeaud.

El contrato es un acto jurídico que genera obligaciones. Según Kant, el contrato es


una limitación que la persona impone voluntariamente a su libertad. Es así que, el sujeto
que contrata se obliga, promete dar, a hacer o a no hacer algo que, si no fuera por ese
convenio, no tendría como carga.

Se ha discutido mucho en el campo de la Jurisprudencia, qué tipo de contrato es el


que se establece entre el paciente y el profesional. Entre las teorías que han sido
estudiadas, se incluyen: la del mandato, la de locación de servicios, la de locación de obra,
la de contrato innominado y muchas otras, aceptándose que el acto profesional es una
forma especial de contrato denominado de “asistencia médica/asistencia profesional”.

Pero, ¿cuáles son los elementos de ese contrato?


Existen elementos esenciales, que pueden ser “naturales o accidentales” en la
formación de los contratos civiles.

Los elementos “naturales” son los que existen en el contrato, aunque no se


expresen; siendo obvio, por ejemplo, que en el contrato de prestación de servicios
profesionales, va incluida la obligación del paciente de remunerar el trabajo del
profesional, o sea esto es natural, obvio, sobreentendido, como lo es también, la
obligación del profesional de poner toda su pericia y conocimientos para recuperar la
salud del paciente. Sin embargo, las partes pueden modificar estos elementos, mientras
que no atenten contra el orden público o las buenas costumbres, de modo que, si por
ejemplo, el profesional desea atender al paciente de forma gratuita, puede hacerlo.

Los elementos “accidentales” son los que deben pactarse adicionalmente, porque
la ley no los sobreentiende, y consisten en cuestiones que las partes acuerdan: por
ejemplo, que el profesional lo visite tres veces por día, o que el profesional operará al
paciente con láser y no con bisturí, etc.

De los contratos emanan obligaciones y los elementos que conforman estas


obligaciones del contrato son: “sujeto, objeto y vínculo”.

El cuerpo de una persona viva no es “cosa”, es un substrato de la personalidad,


pertenece a ésta, sin constituir nada independiente frente a ella. Al no ser cosa, no podría
ser objeto de un contrato, ya que éste importa que una parte se obligue a dar, hacer o no
hacer una cosa, pero el paciente no entrega su cuerpo, sino que solicita al profesional un
determinado servicio, que efectúe algo con su mayor diligencia, prudencia y cuidado, con
el fin último de obtener una mejoría en su salud; no es el objeto del acto, la persona en
cuanto tal, sino que el objeto del contrato es un servicio, una actividad, un hacer algo, una
prestación profesional que recae en beneficio del paciente.
Los “sujetos”, son el profesional y el paciente, que ejercitan su principio de libertad
y voluntad, alrededor de un “objeto”: la recuperación o conservación de la salud, mediante
un “vínculo jurídico”, es decir, actuando bajo el amparo de la ley que genera para una y
otra parte obligaciones y derechos recíprocos, que como ya hemos mencionado, es una
obligación de medios y no de resultados, por lo tanto, el compromiso del profesional, es
utilizar todos los elementos adecuados para la consecución del fin, sin ofrecer resultados,
ya que el profesional no puede prometer, asegurar, ni garantizar la cura del paciente.

Es indiscutible que el paso de la responsabilidad del profesional del campo de lo


ilícito al de los contratos, además de lo que significa en cuanto al rigor de los conceptos,
se consideró muy beneficioso para los pacientes, quienes son en definitiva las víctimas del
daño injusto, en razón de que en los contratos, en caso de incumplimiento, se presume la
culpa lo cual no ocurre en los cuasidelitos.

Visión judicial de la Mala Praxis:

Cuando por acción u omisión, no se pone a disposición del paciente todos los
recursos disponibles en tiempo y forma, lo que genera por estos motivos la producción de
un daño.

Esto no se refiere exclusivamente a los recursos físicos o tecnológicos, sino a la


actitud profesional de cuidado y dedicación. Se debe tener presente, que en medicina,
pese a todos los avances, las enfermedades que realmente se curan por la acción médica,
no son muchas, por lo que deberemos de alguna manera hacer algún cambio conceptual a
nuestros fines, y pensar, que medicina, más que “curar” es “cuidar”, y eso es lo que el
juez tendrá presente al momento de la sentencia.

¿Cuándo se configura una Mala Praxis?:

Es imprescindible la presencia de los siguientes elementos, los que deberán ser


demostrados:

 Obligación preexistente: es el elemento fundamental de la responsabilidad


profesional en los casos, en que la omisión de la prestación profesional, constituye el
presunto origen del daño o perjuicio, o dicho de otro modo, el dejar de hacer lo que se
tiene obligación de hacer por un compromiso previo.

 La existencia evidente de una falta: entendiéndose por falta, la torpeza, la


imprudencia, la falta de atención, la negligencia o la inobservancia de las reglas del arte y
la técnica de la profesión. Es lo que los juristas han expresado como: incumplimiento de
la lex artis”. Se trata de un hecho derivado de una conducta humana, que puede
presentarse por dos vías distintas: “la acción o la omisión”.

Un peritaje legal acerca de la existencia y gravedad de la falta, debe partir del hecho
de que la práctica profesional se compone de dos elementos: “arte y ciencia”, pero una y
otra derivan de la “experiencia” y de los dones naturales del profesional, entre los cuales
la “inteligencia” ocupa un lugar destacado. Ambos elementos, arte y ciencia, van unidos
al “saber”, es decir a los conocimientos acumulados en la vida profesional.

Se tratará de establecer, si el profesional ha cumplido con su obligación y si ha


ejercido una actividad precisa y concreta para diagnosticar, a través de las exploraciones
clínicas y pruebas específicas, el estado del paciente y si ha aplicado la terapéutica
necesaria para curarlo, aliviarlo o rehabilitarlo, o si ello no hubiera sido posible, si ha
intentado reducir sus molestias o dolores.

Es importante recordar, que el profesional de la salud, vinculado por un contrato de


prestación de servicios, “no tiene obligación de resultados, pero sí de medios”: los que
el ejercicio profesional exige en cada caso.

 La existencia evidente de un daño: para que un profesional incurra en


responsabilidad, es necesario que la falta cometida haya ocasionado daños o perjuicios en
la otra persona. Estos perjuicios pueden ser sufridos por:

a) El propio enfermo: estos daños pueden ser: “somáticos”: agravación,


complicaciones o muerte; “pecuniarios”: gastos, como resultado de haberse alargado la
enfermedad, haber tenido que consultar a otros especialistas o haber tenido que recurrir a
otras terapias; “morales”: que pueden ser variados.

b) Los deudos del paciente: en este caso los perjuicios son de orden moral y
económico, como por ejemplo, si se tratase de la muerte de un familiar que además es
sostén de familia.

Nuestros tribunales han tenido como aspectos indemnizables: afectaciones


corporales concretas, aunque no supongan minusvalía económica; pérdidas por beneficios
futuros; perjuicios estéticos.

 La existencia evidente de la relación causal entre la falta y el daño: para que


exista responsabilidad tiene que haber una relación de causalidad entre la falta cometida y
el perjuicio ocasionado. Sólo cuando se demuestre este “nexo” de unión podrá aceptarse
que la falta profesional ha sido el fundamento u origen de aquel daño. Poder demostrar
esta relación de causalidad ofrece serias dificultades, por lo que es necesaria la
intervención de peritos especialistas en el tema.

Para poder llevar con éxito la peritación legal, el perito debe alcanzar:
a) un conocimiento preciso del objeto de la peritación;
b) un análisis minucioso de los hechos iniciales y de sus consecuencias;
c) el estudio exhaustivo de las intrincaciones eventualmente presentes;
d) un razonamiento y un método legal riguroso.

El perito tratará de establecer la relación de causalidad en tres niveles:


a) a nivel de la propia atención profesional, determinada por los documentos
clínico/asistenciales;
b) a nivel de las alegaciones, espontáneas o provocadas por el interrogatorio
efectuado al profesional;
c) a nivel de las comprobaciones y estudios personales llevados a cabo por el
propio perito.

Una vez reunidos estos elementos de prueba, el perito deberá establecer las
correlaciones existentes, en su caso, entre las lesiones denunciadas y sus propias
constataciones. De ello deducirá la existencia o ausencia de la relación de “causalidad”
alegada, que resuelva de forma definitiva el problema planteado.

Para recordar:

Para hablar de Mala Praxis, es imprescindible la presencia de tres elementos:


 que exista evidencia de una falta = “culpa”
 que exista evidencia de daño en el paciente = “daño”
 que exista evidencia de nexo causal entre la falta y el daño = “nexo”

No se puede hablar de Mala Praxis, cuando:


 hay “daño” sin que exista “culpa”
 hay una “falta” sin que exista “daño”
 cuando “falta y daño” están presentes sin que exista “determinismo causal”
entre ellos, o sea cuando falta el “nexo”.

Factores de Riesgo en las demandas por Mala Praxis:

Aunque no exista una fórmula mágica e infalible para evitar la mala praxis, se hace
necesario aplicar todos los esfuerzos en la creación de condiciones y mecanismos capaces
de contribuir en la disminución de esos malos resultados y la “prevención” es uno de los
pilares fundamentales para disminuir el origen de demandas por responsabilidad
profesional.

Existen diversos factores claves para disminuir los problemas legales que padecen
los trabajadores de la salud, en su diario ejercicio profesional. Algunos de ellos, no
relacionados directamente con la práctica asistencial en sí misma y que son más difíciles de
resolver, los llamados: “factores de tipo no asistencial”, los que comprenden los
generados por las formas de organización en el sistema de prestación de salud; los medios
de comunicación; los abogados; la sociedad; el sistema educativo de pre y postgrado; los
avances tecnológicos; y otros, que sí forman parte de la atención cotidiana y que deberían
ser de más fácil resolución, y que son los llamados “factores de tipo asistencial”, que
comprenden, entre otros: practicar la profesión fuera de los límites de competencia;
garantizar el buen resultado; no suscribir el consentimiento informado; no redactar bien las
historias clínicas; no archivar correctamente la documentación; no mantener buena
relación profesional/paciente, etc.

 Factores de tipo no asistencial:

Generados por las formas de organización en el sistema de prestación de salud:


- Escasez de personal y de elementos para trabajar en el sector salud;
- Escaso tiempo para la atención de los pacientes;
- Mala retribución, que obliga a la sobrecarga horaria;
- Relación profesional/paciente despersonalizada;
- Congelamiento de cargos o ausencia de ascensos de categoría en el sector público;
- Escasos o nulos concursos públicos, que podrían fomentar la capacitación
permanente para mantener los cargos y ofrecerían posibilidades a los profesionales
capacitados que se encuentran fuera del sistema;
- Inferencias por parte de las obras sociales y las prepagas sobre qué profesional
asiste a los pacientes, en qué lugar, los estudios que se deben solicitar y los
fármacos que se deben recetar.

Generados por los medios de comunicación:


- Incremento en la adquisición de conocimientos médicos indiscriminados y
distorsionados por la población general;
- Casos puntuales de presunta mala praxis que se exponen en los medios de
comunicación, generando descrédito social.

Generados por los abogados:


- Actividad de los abogados dirigida en contra de los profesionales en forma
indiscriminada sin analizar los fundamentos de la acusación.

Generados por la sociedad:


- Los adelantos técnicos crearon la idea en el paciente que su curación es un derecho
absoluto, siendo la práctica profesional de resultado infalible;
- El estado socioeconómico general que lleva a la interposición de demandas en
forma indiscriminada con fines meramente lucrativos;
- La medicina informática: los pacientes consultan por Internet sobre las patologías y
conductas profesionales.

Generados por el sistema educativo de pre y postgrado:


- Insuficiente formación sobre responsabilidad profesional en la currícula de grado;
- Deficiente formación asistencial, motivada por la práctica masiva de los alumnos
que no permite el trato personalizado con el paciente;
- Dificultad en la actualización permanente de conocimientos en el postgrado.

Generados por los avances tecnológicos:


- La llegada de la alta tecnología, trajo consigo un deterioro de la relación
profesional/paciente, con sobreabundancia de solicitud de estudios y una
deshumanización de la atención.

 Factores de tipo asistencial:

Práctica fuera de los límites de la competencia:


- No se deben llevar a cabo prácticas no contempladas en la legislación vigente o en
las Incumbencias del título profesional.

Garantizar el buen resultado:


- No se debe prometer al paciente un resultado exitoso;
- La promesa de un buen resultado lleva implícita una violación del deber de informar
adecuadamente.

No suscribir el consentimiento informado:


- El consentimiento informado es una declaración de voluntad efectuada por el
paciente, mediante la cual luego de haber sido debidamente informado, decide
prestar su conformidad;
- En él se deberán mencionar tanto los beneficios como los riesgos de la práctica
profesional;
- El consentimiento deberá estar rubricado con las firmas, tanto del paciente como
del profesional, la aclaración de las firmas y el Nº de documento.

No redactar bien las historias clínicas:


- La historia clínica, es la constancia escrita de todas las comprobaciones realizadas
por el profesional, desde el inicio de la asistencia hasta el alta;
- Asume especial relevancia a la hora de esclarecer controversias en un juicio; por lo
tanto, la información registrada en la misma es fundamental;
- Debe ser ordenada; completa; coherente y sistemática;
- De la historia clínica, deberá surgir claramente: cuál fue el daño; la atención
brindada al paciente; si pese a una correcta atención se produjo el daño (no existe
mala praxis); si existieron faltas que determinaron el daño (prueba de mala praxis);
- Puede confeccionarse manuscrita, mecanografiada o computarizada; ésta última es
beneficiosa porque provee mayor legibilidad, confiabilidad y disminuye la cantidad
de papel de los archivos, pero por otro lado como se puede acceder desde
cualquier computadora, aumentaría el riesgo de que la información llegue a
personas no autorizadas;
- La historia clínica computarizada es legal, porque no existe ley que indique lo
contrario; su valor probatorio puede ser relativo por la posibilidad de adulteración.

No archivar correctamente la documentación :


- Considerando que el plazo que tiene el paciente para iniciar una demanda es de
diez años y que el profesional pueda no acordarse de lo sucedido, es de suma
importancia el archivo correcto de toda la documentación.
Criticar el desempeño de otros colegas:
- A veces, algunos profesionales informan a los pacientes que la consecuencia de su
mal actual, se debe a un error cometido por el profesional que lo había asistido con
anterioridad; esto no es bueno, ya que esta conducta incita al paciente a iniciar
acciones legales contra aquél.

Abandonar al paciente:
- No es conveniente abandonar al paciente, por lo que la violación de este deber de
cuidado, no sólo le generaría sanciones de orden civil, sino también de orden ético,
administrativo y penal.

No mantener una buena relación profesional/paciente:


- El deterioro de esta relación es uno de los motivos del incremento de los juicios por
responsabilidad profesional, por lo tanto mantener la relación profesional/paciente,
es un factor clave para prevenir los riesgos de demandas por mala praxis;
- Es importante: acompañar al paciente y a su familia; mantener una actitud calma y
respetuosa, comprendiendo el dolor e incluso la irracionalidad de los familiares;
responder todas las preguntas y evacuar todas las dudas, explicando lo sucedido en
todo momento; no emitir juicios morales que puedan ejercer cierto efecto en los
pacientes;

Desconocer los deberes profesionales y los derechos de los pacientes:


- Entre nuestros deberes: obrar sin demora; informar debidamente al paciente, etc.;
- Entre los derechos de los pacientes: confidencialidad de la información; a la libre
elección entre las opciones que le presentamos, etc.

No guardar el secreto profesional:


- La violación del secreto profesional está contemplado en el enunciado del art. 156
del Código Penal, en el que queda claro que la guarda del secreto también
comprende a administrativos, enfermeros, farmacéuticos, estudios jurídicos,
laboratorios, etc.

No respetar las normas de bioseguridad:


- Los agentes de salud que intervienen en ambientes quirúrgicos están
continuamente sometidos a riesgos, por lo que deben conocer y respetar las
normas vigentes.

Conocer la responsabilidad del equipo de salud:


- Un equipo de salud es un grupo de especialistas que intervienen en una fase
determinada de la asistencia a un paciente; se conforma e interactúa con el que
presta el servicio. Por ejemplo, en un parto o cesárea, pueden intervenir: médico
obstetra, médico ayudante, obstétrica, neonatólogo, anestesista, instrumentista,
enfermera;
- El paciente no puede elegir a los demás integrantes del equipo, por lo que el
trabajo que realiza cada miembro del equipo es incumbencia estricta de sus
integrantes, pero debemos diferenciar la responsabilidad civil del equipo:
a) Responsabilidad solidaria: con imputación solidaria a todos los
miembros del equipo; es la obligación legal de responder o resarcir un daño
provocado por varias personas, resultando imposible individualizar la
responsabilidad. El perjudicado puede reclamar a cualquiera de ellos una íntegra
reparación, restándole al que haga frente a la misma una acción de repetición
contra los demás responsables.
b) Responsabilidad individual: cuando se identifica claramente la
responsabilidad de uno de los miembros del equipo, los demás integrantes no
responden.

Obtener otros elementos de prueba:


- realizar búsquedas bibliográficas sobre lo que correspondía hacer, o consultar a
expertos;
- no discutir con personas extrañas que pudieran constituirse en testigos de cargo;
- comparar anotaciones y resultados de la búsqueda bibliográfica con lo consignado
en la historia clínica y extraer conclusiones;
- Guardar fotocopia foliada de la historia clínica.

Plazos para iniciar un juicio de Responsabilidad Profesional

Las demandas civiles por responsabilidad profesional tienen un plazo para ser
iniciadas por los presuntos damnificados, denominándose a ese lapso de tiempo
“prescripción” vencido el cual, dicho derecho desaparece.

El plazo de prescripción de las acciones civiles (que se cuenta a partir del hecho
dañoso) es de 10 y 2 años, ya sea que la relación profesional haya sido contractual o
extracontractual indistintamente.

Seguros de Responsabilidad Profesional

Dado que tanto la Medicina como las otras ramas del Arte de Curar, (bioquímicos,
odontólogos, kinesiólogos, obstétricas, enfermeros, etc.) no se tratan de ciencias
“exactas”, no permiten que se puedan ofrecer resultados; como ya se ha mencionado se
trata de un contrato de “medios” y no de “fines”; por lo tanto, nadie puede garantizar
resultados, sólo la manera en que será alcanzado el objetivo del acto profesional.

Por esta razón hace algunos años los reclamos se fundaban en probar la Impericia,
la Imprudencia o la Negligencia, pero la realidad actual nos muestra la existencia de un
enorme número de profesionales, en su mayoría ineficientemente remunerados, que
deben atender una cantidad pautada de pacientes.
Este tipo de fenómenos que ocurren en obras sociales o convenios mal
administrados, afectan a la calidad de la atención, quiebran la relación entre el profesional
y el paciente o directamente impiden que se establezca, dando lugar a conflictos que
favorecen el inicio de acciones de responsabilidad profesional.

Ya no se busca probar solamente la Impericia, la Negligencia o la Imprudencia,


nuestros tribunales han considerado que la falta de obtención del consentimiento del
enfermo como paso previo a la realización de un procedimiento, el diagnóstico tardío y la
falta de información al paciente, podría dar lugar a la responsabilidad del profesional aún
cuando éste hubiera actuado diligentemente. Asimismo, las acciones de responsabilidad
profesional crecieron en números y en montos registrándose algunos que superan el
millón de pesos.

Todo ello, ha traído aparejado, que todos los profesionales de la salud, se


desenvuelvan ya sea en el ámbito público como privado, deban contratar un seguro de
cobertura por Responsabilidad Profesional.

Las premisas que se deben tener en cuenta al elegir un seguro son:

 Alto nivel de profesionalidad en la administración de riesgos;


 Sumas aseguradas acordes a los nuevos montos indemnizatorios reconocidos;
 Buena capacidad reaseguradota;
 Defensa legal del profesional en todos los ámbitos en los que pueda recibir
reclamos;
 Costo adecuado al producto y accesibilidad

Tipos de seguro y pólizas:

 Seguros Individuales: El que por obligación, contrato o convenio debe tener todo
trabajador de la salud para poder garantizar la reparación de un daño.
 Seguros Institucionales: El que debe poseer una institución dedicada a cualquiera
de las ramas del arte de curar; al igual que el individual, para poder garantizar la
reparación de un daño. En estos seguros, algunas compañías cobran un sobreprecio al
personal jerárquico como lo son los jefes de servicio, responsables de área, etc.

Ante todo convenio y contratos de servicios, el prestador está obligado a presentar


la póliza de seguros para que puedan ser evaluados los ítems descriptos más arriba. Esto
significa la muestra de una “garantía”, en la que alguien va a responder por ese
profesional o institución si se cometiere un daño.

Existen en el mercado asegurador básicamente dos tipos de pólizas:

 Pólizas "CLAIMS MADE": Cubre únicamente la posibilidad de una demanda por un


hecho ocurrido y denunciado durante el período de vigencia de la misma. Se debe tener
cuidado con este tipo de pólizas ya que bajo las condiciones de la legislación Argentina se
pueden presentar reclamos hasta diez años después de ocurrido el hecho originario de la
demanda.

Este sistema, obliga al profesional a renovar permanentemente la póliza en la


aseguradora donde la suscribió originalmente, dado que es imposible determinar si sobre
la práctica realizada, puede sobrevenir un reclamo durante el primero, segundo o tercer
año posterior.

Las estadísticas indican, que generalmente, los reclamos se efectúan durante los dos
primeros años posteriores al hecho causal. Aún así, este tipo de pólizas ya dejarían un
período sin posibilidad de cobertura, pero, además, puede darse que aparezcan reclamos
mucho tiempo después.

 Pólizas "OCURRENCE": Cubren cualquier demanda por un hecho ocurrido durante


el período de vigencia de la póliza y mientras el profesional asegurado esté obligado a
responder por la praxis, aún cuando el mismo no hubiese renovado su cobertura.

Tanto una como otra póliza, cubren solamente la atención del paciente como acto
“privado”, esto significa que si la atención se efectuó mediante una prepaga o una obra
social, el profesional podría no estar cubierto.

La cobertura a praxis ejercidas a través de obras sociales, prepagas, etc., tanto


individual como institucional, depende de la compañía de seguros. En estos casos es
conveniente aclarar en la póliza si el seguro cubre medicinas prepagas y obras sociales.

Conclusiones

¿Quieres ser médico, hijo mío?

Aspiración es ésta de un alma generosa, de un espíritu ávido de ciencia.


Deseas que los hombres te tengan por un Dios,
que alivia sus males y ahuyenta de ellos el temor.
Pero, ¿has pensado en lo que va a ser tu vida?...

¡No cuentes con el agradecimiento de tus enfermos!

Cuando sanan, la curación se debe a su robustez;


si mueren, tú eres quien los ha matado.
Mientras están en peligro, te tratan como a un dios:
te suplican, te prometen, te colman de halagos.
Apenas empiezan a convalecer, ya les estorbas.
Cuando les hablas de pagar los cuidados
que les has prodigado, se enfadan y te denigran.
Cuanto más egoístas son los hombres, más solicitud exigen.
Los Consejos de Esculapio
Dios romano de la medicina
Los diez mandamientos para evitar las demandas de Mala Praxis

 El paciente nunca es objeto, es sujeto: convendría denominarlo sujeto activo, es


decir partícipe necesario de su tratamiento y de las decisiones que esto conlleva; por lo
tanto se lo debe tratar como tal.
 No mentir: se dice que para mantener una mentira se necesitan diez personas; en
las declaraciones y escritos nunca se debe incurrir en este error. Se debe escribir todo tal
cual ocurrió. Por ejemplo, si un cirujano debió operar con personal no capacitado debe
hacerlo constar, de lo contrario deberá mentir la enfermera, el anestesista, el cardiólogo, la
mucama, etc. para sostener esta mentira. Todos serán condenados por falso testimonio.
 Ser prudente: sensato, con buen juicio, significa tener el criterio adecuado y una
conducta profesional que surja del razonamiento y la información.
 Adquirir pericia: todo profesional debe formarse, acreditar su formación y
demostrarla con hechos (por sus frutos lo conoceréis, San Mateo, 15-20); no debe hacerse
lo que no se sabe; no se debe efectuar una práctica en un lugar que no sea el adecuado.
 Ser diligente: cuidadoso; esmerado; poner los medios necesarios para prestar un
servicio; estar verdaderamente al servicio del paciente considerándolo un “todo”.
 Dejar constancia: todas las edades fueron caracterizadas por algo: la edad de
piedra, la edad de los metales, etc.; hoy vivimos la edad del "papel”; en la Justicia lo que
no está escrito “no existe”.
 Reconocer los límites: significa que el profesional abandone su soberbia y sepa
decir “no sé” o “no puedo”.
 Informar por objetivos: es un método que consiste en ir informando al paciente y
sus familiares en forma escalonada o por etapas. Definir claramente los procedimientos
que se van a utilizar. Ejemplo: La cirugía y sus riesgos; luego, hablar de las complicaciones
y cuando aparezca la complicación, informar cómo se la combatirá y cómo los familiares
pueden colaborar.
 Hacer sentir a los familiares colaboradores: recordar que el 20% de los juicios es
inducido y fomentado por los familiares. Cuidarse especialmente de los que no viven con
el enfermo y son de otra ciudad.
 Cobrar lo justo: esta es una consigna muy importante y el aspecto más difícil. No
se debe cobrar de más ni tampoco de menos. Cobrar de más, produce en el otro un
sentimiento de estafa. Cobrar de menos, genera desconfianza y no permite al médico
disponer de los recursos suficientes para capacitarse y equiparse (por lo tanto no tiene qué
ofrecer al paciente).
Bibliografía:

 Basile, Alejandro A.: “Fundamentos de Medicina Legal – Deontología y Bioética”,


Editorial El Ateneo, Buenos Aires, año 2001, Cap. II
 Fraraccio, José Antonio V.: “Medicina Legal – Conceptos clásicos y modernos”,
Editorial Universidad, Buenos Aires, año 1997, Cap. I
 Patitó, José Angel: “Medicina Legal”, Ediciones Centro Norte, Buenos Aires, año
2000, Cap. III
 Bedrossian, Eduardo y Keklikián, Roberto: “Riesgo Legal”- “Demandas por Mala
Praxis”, (artículo electrónico)
 Russo, Gerardo: “Mala Praxis Médica”: “La nueva industria del juicio”, (artículo
electrónico)
 Barbarelli, Juan José y Babio, Gastón Oscar: “Prevención del Riesgo Legal de la Praxis
Médica en el lugar de trabajo”, trabajo presentado ante las ………..
 Caneparo, Ruben y Ribera, Germán: “Aproximación Legal a la Mala Praxis”, (artículo
electrónico)
 Vázquez Ferreira, Roberto: “Derecho Médico y Responsabilidad por Mala Praxis”-” Los
nuevos cambios en el ejercicio de la Medicina”, (artículo electrónico)
 Curci, Osvaldo Héctor: “Responsabilidad Médica”, Revista Nuestro Hospital, Año 4, Nº
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 Veloso de Franca, Genival: “Política de Prevención del Riesgo de Mala Praxis”,
Conferencia pronunciada en las Jornadas de Gestión Riesgos Médico Legales para Clínicas
y Hospitales, Santiago de Chile, marzo de 2002 (artículo electrónico)
 Guzmán Mora, Fernando: “Criterios para definir la Responsabilidad Civil del Acto
Médico”, (artículo electrónico)
 Zuccherino, Ricardo Miguel: “Aportes para una teoría General de la Praxis Médica”,
(artículo electrónico)
 Gisbert Calabuig, J. A.: “Responsabilidad Profesional”, (artículo electrónico)

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