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El Código Orgánico Integral Penal y La Agenda de Los Derechos de Las Mujeres
El Código Orgánico Integral Penal y La Agenda de Los Derechos de Las Mujeres
Como punto de partida asumiré la breve deinición que Varela hace sobre el
feminismo al airmar que “es una teoría de la justicia que trabaja día a día para que
los seres humanos sean lo que quieran ser y vivan como quieran vivir, sin un des-
tino marcado por el sexo con que hayan nacido”.1 En efecto, el feminismo es una
teoría política, una ética, un sistema de valores, una forma de estar en el mundo,
y propone una mirada sobre las cosas –incluidas muchas de las que nos parecen
naturales–. Mi propuesta en estas líneas es usar esas “gafas”, esa “linterna”, que
nos propone el pensamiento feminista para revisar algunos aspectos del Código Or-
gánico Integral Penal, que entró en vigencia en el Ecuador el 10 de agosto de 2014.
No es posible una mirada feminista en este campo sin, al menos, nombrar
las tensiones que existen entre quienes confían en la intervención del Estado –in-
cluidas sus herramientas punitivas más extremas– y quienes proponen una crítica
estructural al papel que el Derecho en general, y el derecho penal en particular, ha
jugado en el sistema de opresión contra las mujeres y subordinación de “lo feme-
nino”. Mientras las primeras se inscribirían en las líneas del feminismo liberal, las
otras han construido una vertiente de pensamiento que se conoce como crítica o
análisis feminista del derecho:
Ha contribuido al desarrollo del análisis feminista del derecho (...) la tendencia que
ha orientado al feminismo hacia la elaboración de explicaciones propias, las cuales
enmarcan las injusticias y desigualdades experimentadas por las mujeres como pro-
ducto de un sistema de opresión más amplio. Los estudios feministas sobre el Estado
revelan el papel central del derecho como elemento que reproduce la opresión de las
mujeres; frente a esto, la estrategia de búsqueda de cambios legales muestra sus lími-
tes y propone la cuestión de saber qué papel dará dichos esfuerzos de reforma legal.
Esta relexión no parece casual sino que obedece a la experiencia acumulada en los
últimos años. El desarrollo de las denominadas políticas de la igualdad, que tanto ha
ayudado a operar cambios fundamentales, se enfrenta a graves límites y apunta de
nuevo algunos problemas que parecían haberse olvidado.2
Evidentemente todo el Código Penal tiene que ver con las mujeres y sus
derechos, la criminalización de la protesta, la falta de garantías procesales, los de-
litos de opinión, etc., también hacen parte de la agenda política y ciudadana de las
mujeres; sin embargo, para ines de este artículo se han seleccionado para el aná-
lisis los artículos del COIP que fueron propuestos por organizaciones de mujeres3
durante el proceso de creación de la ley y artículos que se reieren a mecanismos
especíicos a través de los que el derecho penal ha reforzado los roles sociales cul-
turalmente asignados a las mujeres.
Al revisar las pretensiones planteadas por la agenda de los derechos de las
mujeres, en lo referente a la nueva legislación penal, identiicamos los siguientes
puntos:
• Tipiicación del femicidio y el feminicidio como delitos especíicos.
• Reconocimiento de las mujeres como sujeto en la nueva legislación penal,
para evitar que el enfoque de neutralidad anule los derechos especíicos de
las mujeres, así como transversalizarla desde una perspectiva de género.
• Expedición de la Ley Integral para la erradicación de las violencias de género
contra las mujeres: física, psicológica, sexual, política y patrimonial, desde
una perspectiva de interculturalidad, diversidad sexual y movilidad humana.
Esta ley debe regular todo lo relacionado a la prevención, atención y protec-
ción de las víctimas de violencia de género; la reparación y restitución de sus
derechos; así como la sanción, desde una visión protectora de las víctimas,
2. Roberto Bergalli y Encarna González, “La cuestión de las mujeres y el derecho penal simbólico”,
en Anuario de Filosofía del derecho (Madrid: Ministerio de Justicia, 1992), 44.
3. Me reiero a la Agenda de las Mujeres del Ecuador, en la que a su vez se recogen y organizan otras
esfuerzos. La agenda está compuesta por los aportes de: Comisión de Transición hacia el Consejo
de Igualdad de las Mujeres y la diversidad de género, Gobierno Provincial del Azuay, Gobierno
Provincial de Loja, Gobierno Provincial de Tungurahua, Asamblea de Mujeres Populares y Diver-
sas, Cabildo y Municipio de Cuenca, Colectivo Nosotras, Foro Permanente Nacional de la Mujer
Ecuatoriana, Organización Ecuatoriana de Mujeres Lesbianas, Plataforma Feminista, Red de Mu-
jeres Rurales de América Latina y el Caribe, Servicio Jesuita a Refugiados y Migrantes Ecuador,
Red de Mujeres Políticas del Ecuador.
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4. Hay motivos suicientes para identiicar al Código como una herramienta más en la construcción
de un Estado policiaco, autoritario, pero merece un análisis más extenso y complejo.
5. Uso para esta sección parte de un artículo de mi autoría en proceso de publicación en el libro Los
derechos de las mujeres en la mira (Quito: Corporación Humanas).
6. Diana E. H. Russell, The Origin And Importance Of The Term Femicide. December, 2011. Dispo-
nible en ‹http://www.dianarussell.com/origin_of_femicide.html› (traducción libre).
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años más adelante el artículo se publicó en Jill Radford, y Diana E. H. Russell, “Fe-
micide: The Politics of Woman Killing” (Nueva York: Twayne Publishers, 1992).
Para Russell y Caputi “femicidio es la palabra que mejor describe los ase-
sinatos de mujeres por parte de los hombres, motivados por el desprecio, el odio,
el placer o el sentido de propiedad sobre ellas”. Estas autoras plantean que el fe-
micidio está en el “extremo inal del continuum del terror contra las mujeres, el
cual incluye una gran variedad de abusos verbales y físicos, como la violación, la
tortura, la esclavitud sexual (particularmente en prostitución), el incesto y el abuso
sexual infantil extrafamiliar, la agresión psicológica, el hostigamiento sexual (en
el teléfono, en las calles, en la oicina y en el aula de clase), la mutilación genital
(clitoridectomía, escisión e inibulación), la heterosexualidad forzada, la esterili-
zación forzada, la maternidad forzada (por la criminalización de la anticoncepción
y el aborto), la psicocirugía, la denegación de alimentos a las mujeres en algunas
culturas, la cirugía cosmética y otras mutilaciones en nombre de la belleza”. Con-
cluyen que “cuando estas formas de terrorismo resultan en muerte, esta constituye
femicidio”.7
Quien tradujo el término al español fue Marcela Lagarde –feminista, acadé-
mica y política mexicana– que no solo sugirió y popularizó el término “feminici-
dio” en lugar de “femicidio”, sino que amplió el concepto, al otorgarle connota-
ciones más allá de describir el asesinato de una mujer como un acto resultado de
la voluntad individual de un sujeto. Lagarde pone el feminicidio en un contexto de
violencia estructural contra las mujeres, lo cual amplía también las responsabilida-
des de su cometimiento:
7. Russell Diana E. H. y Jane Caputi, “Femicide: Speaking the Unaspeakable”. En Ms. Magazine 1,
n.º 2 (September-October, 1990), 34-37.
8. Marcela Lagarde, El feminicidio de Ciudad Juárez ante la Corte Interamericana de Derechos
Humanos (México: En Tiempo de Paz, 2010), 58-68.
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9. En el RO, suplemento 555, de 24 de marzo de 2009, se publicó la reforma legal a través de la cual
se incorporó al Código Penal el Capítulo innumerado “De los delitos de odio”.
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LEGISLACIÓN INTEGRAL
CONTRA LA VIOLENCIA DE GÉNERO
familiar, cause lesiones, será sancionada con las mismas penas previstas para el delito
de lesiones aumentadas en un tercio.
Artículo 157.- Violencia psicológica contra la mujer o miembros del núcleo familiar.-
La persona que, como manifestación de violencia contra la mujer o miembros del nú-
cleo familiar, cause perjuicio en la salud mental por actos de perturbación, amenaza,
manipulación, chantaje, humillación, aislamiento, vigilancia, hostigamiento o control
de creencias, decisiones o acciones, será sancionada de la siguiente manera:
1. Si se provoca daño leve que afecte cualquiera de las dimensiones del funciona-
miento integral de la persona, en los ámbitos cognoscitivos, afectivos, somáticos,
de comportamiento y de relaciones, sin que causen impedimento en el desempeño
de sus actividades cotidianas, será sancionada con pena privativa de libertad de
treinta a sesenta días.
2. Si se afecta de manera moderada en cualquiera de las áreas de funcionamiento
personal, laboral, escolar, familiar o social que cause perjuicio en el cumplimiento
de sus actividades cotidianas y que por tanto requiere de tratamiento especializado
en salud mental, será sancionada con pena de seis meses a un año.
3. Si causa un daño psicológico severo que aún con la intervención especializada no
se ha logrado revertir, será sancionada con pena privativa de libertad de uno a tres
años.
Artículo 158.- Violencia sexual contra la mujer o miembros del núcleo familiar.- La
persona que, como manifestación de violencia contra la mujer o un miembro del
núcleo familiar, se imponga a otra y la obligue a tener relaciones sexuales u otras
prácticas análogas, será sancionada con las penas previstas en los delitos contra la
integridad sexual y reproductiva.
En el Ecuador desde hace más de una década las mujeres organizadas desde
la sociedad civil han destapado un problema muy grave, la existencia de centros de
rehabilitación que ofrecen terapias o tratamientos para cambiar la orientación y/o
identidad de personas homosexuales.11
Estos supuestos tratamientos van desde la internación forzada en los centros
hasta torturas que pueden ser baños de agua fría, descargas eléctricas, abuso se-
xual, etc. A pesar de que en los últimos años el Ministerio de Salud ha clausurado
algunas de estas “clínicas” nadie ha sido sentenciado por estas causas. Ni los en-
cargados del trato con las personas internadas, ni los propietarios y representantes
legales, ni los funcionarios cuya omisión o directa complicidad ha permitido y
alentado estas prácticas han sido sentenciados nunca.
Esta escandalosa realidad ha puesto en la agenda de las mujeres la búsqueda
de los responsables y su sanción. En el nuevo Código Penal se puede encontrar un
tipo que serviría para sancionar casos como estos entre los delitos contra la inte-
gridad personal:
11. Ver la serie de notas e investigaciones que ha realizado Artikulacion Esporádica sobre el tema:
‹http://artikulacionesporadika.blogspot.com.ar/search?q=Cl%C3%ADnicas›.
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Artículo 151.- Tortura.- La persona que, inlija u ordene inligir a otra persona, grave
dolor o sufrimiento, ya sea de naturaleza física o psíquica o la someta a condiciones o
métodos que anulen su personalidad o disminuyan su capacidad física o mental, aun
cuando no causen dolor o sufrimiento físico o psíquico; con cualquier inalidad en
ambos supuestos, será sancionada con pena privativa de libertad de siete a diez años.
La persona que incurra en alguna de las siguientes circunstancias será sancionada con
pena privativa de libertad de diez a trece años:
1. Aproveche su conocimiento técnico para aumentar el dolor de la víctima.
2. La cometa una persona que es funcionaria o servidora pública u otra persona en el
ejercicio de funciones públicas, por instigación suya, o con su consentimiento o
aquiescencia.
3. Se cometa con la intención de modiicar la identidad de género u orientación sexual.
4. Se cometa en persona con discapacidad, menor de dieciocho años, mayor de
sesenta y cinco años o mujer embarazada.
La o el servidor público que tenga competencia para evitar la comisión de la infrac-
ción de tortura y omita hacerlo, será sancionado con pena privativa de libertad de
cinco a siete años.
Durante buena parte del debate legislativo y del debate público la atención y
las tensiones se encontraron alrededor de la tipiicación del aborto. Si bien algunos
sectores desde la sociedad civil defendían la línea de la despenalización,12 en el
seno de la Asamblea ese nunca fue el planteamiento. Básicamente la discusión giró
alrededor de “ampliar” uno de los casos en que un aborto no es punible al cambiar
12. Me reiero a la posibilidad de interrumpir un embarazo solo por decisión de la mujer, sin que medie
otra condición, pero siempre dentro de un plazo; en general las leyes en países más abiertos al tema
siguen manteniendo diferencias y sanciones dependiendo del momento de la gestación en que se
haga la intervención.
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Artículo 149.- Aborto consentido.- La persona que haga abortar a una mujer que ha
consentido en ello, será sancionada con pena privativa de libertad de uno a tres años.
La mujer que cause su aborto o permita que otro se lo cause, será sancionada con pena
privativa de libertad de seis meses a dos años.
Artículo 150.- Aborto no punible.- El aborto practicado por un médico u otro profe-
sional de la salud capacitado, que cuente con el consentimiento de la mujer o de su
cónyuge, pareja, familiares íntimos o su representante legal, cuando ella no se encuen-
tre en posibilidad de prestarlo, no será punible en los siguientes casos:
1. Si se ha practicado para evitar un peligro para la vida o salud de la mujer embara-
zada y si este peligro no puede ser evitado por otros medios.
2. Si el embarazo es consecuencia de una violación en una mujer que padezca de
discapacidad mental.
Hay conductas que no deberían estar contempladas en derecho penal y que causarían
menos daño del que produce su penalización. Entre ellos, el aborto. No se airma que
el derecho y el estado no deben ocuparse de ellos, lo que sí se airma es que el derecho
penal es el medio más desproporcionado e inútil para hacerlo. No solo que la ilega-
lidad no precautela la vida del no nacido sino que pone en riesgo la vida de la madre
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que aborta. Está probado que menos vidas cobra la despenalización del aborto que su
criminalización. Pero más allá de argumentos a favor o en contra de la igura, lo cierto
es que su despenalización generaría un debate innecesario e infructuoso que lo único
que lograría es entorpecer la discusión del resto de instituciones del derecho penal.
Hay que avanzar, al menos, hacia la despenalización del aborto de mujer violada, que
ha sido ya despenalizado jurisprudencialmente en Colombia y en México. Reformas
de este tipo requieren una gran voluntad política, una sociedad menos patriarcal y una
cultura más tolerante; por ello, como airma una profesora feminista, la precaución es
apropiada.13
El derecho penal del siglo XIX releja un mundo donde las mujeres son considera-
das seres inferiores a los hombres; donde su transgresión no se interpreta meramente
como el comportamiento de un individuo, sino como el comportamiento que está
transgrediendo las expectativas o roles sociales atribuidos a su género. La transgre-
sión no es solo violación de la norma jurídico penal, sino violación del rol asignado.
Dicho de otra forma, el punto de atención es la ruptura con las pautas de comporta-
miento referidas a aquellos aspectos estructuradores del género. La conducta sexual y
13. Ramiro Ávila Santamaría, La (in)justicia penal en la democracia constitucional de derechos. Una
mirada desde el garantismo penal (Quito: Ediciones Legales/Universidad Andina Simón Bolívar,
2013), 213.
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REFLEXIONES FINALES
14. Roberto Bergalli y Encarna González, La cuestión de las mujeres y el derecho penal simbólico, 43.
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BIBLIOGRAFÍA