Está en la página 1de 7

LA NOVELA ANTERIOR A LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA

Los autores de la Generación del 98 utilizan la novela como vehículo de expresión y lo convierten en el género por excelencia
de la literatura del siglo XX. Los autores pertenecientes al Novecentismo o Generación del 14 lo cultivan mucho, junto con el
ensayo, y proponen buscar nuevas vías narrativas.
LA NOVELA EN LA GENERACIÓN DEL 98

Los temas que prefieren son España, las causas de la decadencia, la historia, los pueblos, las gentes... además de la reflexión
sobre el hombre y su destino. Estos autores se preocupan por la intrahistoria. Otro elemento fundamental en las novelas de la
Generación del 98 es la descripción del paisaje como reflejo de un estado de ánimo.
En cuanto a la forma, estos autores se basan en la simplicidad y la claridad. Huyen de la retórica vacía y de los largos periodos
oracionales. Lo más importante es el argumento, el fondo, y la forma no debe ser un obstáculo para la comprensión del
mensaje implícito en la novela. Entre los miembros de la Generación del 98, los principales novelistas son:

Valle-Inclán (1866-1930) Su obra evoluciona hacia una creación personal e innovadora: el esperpento. Su primera gran obra
fue las “Sonatas”: Presentan las memorias de Marqués de Bradomín. Se caracterizan por una prosa modernista. Los temas
principales son el amor y la muerte. Más tarde escribió “Tirano Banderas”: Intenta reflejar las aspectos lingüísticos y las
costumbres de América. Tema central, el dictador que tiraniza a los hombres. Su última obra fue una trilogía incompleta de
carácter histórico llamada “El ruedo ibérico”.
Miguel de Unamuno (1864-1936) Impregna a sus temas de un fuerte contenido filosófico, inquietudes personales. Sus obras
más importantes son “Amor y pedagogía” “Niebla” , la que mejor refleja las características temáticas y formales de sus nivolas
(relación entre el creador y sus criaturas) y “San Manuel Bueno, mártir”. En su obra transmite su preocupación por la
personalidad del hombre y la angustia de la existencia humana.

Pío Baroja (1872-1956) El tono agrio y pesimista es una constante .El tema principal de su obra es la protesta contra la
sociedad. Las consecuencias son: Un Escepticismo absoluto por aspectos religiosos y éticos. Una presencia importante de la
acción. Su concepción novelística está basada en la espontaneidad y el antirretoricismo. Predominan los párrafos cortos y su
léxico es claro y sencillo, con presencia de coloquialismos, descripciones fugaces. Entre sus obras más representativas están “El
árbol de la ciencia”y “Zalacaín el aventurero”.
José Martínez Ruiz “Azorín” (1873-1967), “Don Juan” y “Doña Inés” Pretende que sus novelas sean un reflejo delicado y lírico
de lo esencial de la realidad. Azorín. Su técnica descriptiva es sutil en la que prima la sensibilidad y brevedad. Uno de los temas
que más le preocupan es el paso del tiempo.
Estos autores publicaron sus novelas hasta el comienzo de la Guerra Civil, con lo que desempeñaron una especie de magisterio
sobre los autores más jóvenes que se iniciaban en la narrativa.
NOVECENTISMO O GENERACIÓN DEL 14
Se trata de filósofos, historiadores y escritores: José Ortega y Gasset, Eugenio D’Ors, Salvador de Madariaga, Gregorio Marañón,
Gabriel Miró, Ramón Pérez de Ayala, Ramón Gómez de la Serna y Juan Ramón Jiménez.
Las características comunes que presenta este grupo tan heterogéneo son las siguientes:
1. Se vuelven a plantear el problema de España, aunque le dan un tratamiento más intelectual y preciso.
2. Desean que España se mire en el espejo de Europa para modernizarse. Estos intelectuales viajan frecuentemente y tratan de
incorporar o divulgar los avances científicos o filosóficos que se producen.
3. Todos son universitarios con vocación política. Se acercan al poder para intentar impulsar un cambio real y efectivo en
España. Algunos de ellos impulsaron la llegada de la II República.
4. Comparten un estilo brillante y perfeccionista. Buscan la rigurosidad y la obra bien hecha.
5. Desvinculan el arte de la vida, y lo convierten en arte deshumanizado. Desarrollan una prosa de gran perfección formal.
Gabriel Miró (1879 –1930) Su prosa destaca por el uso de la descripción. Además de la descripción, el lirismo y una tristeza
vaga son otros dos elementos que deben ser tenidos en cuenta en su obra. A través del paisaje, expresa sus sentimientos y
expone sus preocupaciones íntimas. El paisaje se convierte así en un vehículo privilegiado de expresión. Las cerezas del
cementerio (1910), Nuestro Padre San Daniel (1921) y su continuación El obispo leproso (1926).
Ramón Pérez de Ayala (1880–1962) Mezcla en sus novelas los elementos locales de su Asturias natal con lo extranjero. Se trata
de un novelista intelectual, erudito, meticuloso en lo que a la forma se refiere, clásico y elegante, con ingredientes de ironía y
humor. Los personajes encarnan los conceptos e ideas del autor, es frecuente que el desarrollo del argumento se detenga para
dar paso a reflexiones sobre el arte y las cosas. Narrador tolerante, que justifica en sus novelas cualquier actitud siempre que
esté de acuerdo con la naturaleza del que la adopta. Muestra un gran interés por el análisis psicológico de los personajes, a los
que disecciona espiritualmente frente al lector.
Entre las novelas de la primera época destaca Troteras y danzaderas (1913), situada en el Madrid bohemio de principios de
siglo. Relatos costumbristas y satíricos, con un toque de pesimismo muy cercano a las preocupaciones de los autores del 98.
Las novelas de la segunda época son más simbólicas y abstractas. La ideología pasa al primer plano, y la reflexión por parte del
autor: Belarmino y Apolonio (1921)y El curandero de su honra (1928).
Ramón Gómez de la Serna (1891-1963) Autor inclasificable, cultivó todos los géneros, además de inventar la greguería
(‘metáfora + humor’), y sirve como puente entre el Novecentismo y los movimientos de vanguardia. Siempre intentó renovar y
ser original estéticamente, así como contemplar las cosas desde los ángulos más insólitos. En su intento por desmoronar el
relato clásico, introduce en sus novelas imágenes, metáforas y continuos juegos de palabras.Su producción novelística es muy
extensa y de temática variada: Seis falsas novelas (1927) o El caballero del hongo gris (1928).

LA NOVELA DESHUMANIZADA

Surge un grupo de autores preocupados más por el arte que por los problemas humanos. Ortega consideraba que, ya que la
novela estaba agotada como género, había que insistir en otros aspectos.
LA NOVELA SOCIAL

Frente a la novela deshumanizada, surge a partir de los años 30 un movimiento que reclama la rehumanización del arte, la
vuelta a las preocupaciones humanas. La novela El nuevo romanticismo (1930) de José Díaz Fernández será el detonante de
esta nueva literatura. Hechos históricos contemporáneos a estos autores motivaron que estos tomaran conciencia de la realidad
y sintieran la necesidad de denunciar aquellos aspectos más rechazables de la sociedad. Los temas giran en torno a la guerra
de Marruecos y la situación de los obreros y campesinos, con lo que a veces estas novelas se convierten en reportajes sociales.
Ramón J. Sender (1902-1982) Con Imán (1930) apuntala el género que estaba naciendo. Tiene una gran cantidad de títulos,
entre los que destacan Mr. Witt en el Cantón, Crónica del alba (1942) y Réquiem por un campesino español (1960). La
preocupación por la denuncia social y el intento por mostrar la realidad tal y como es son dos elementos comunes en sus obras.
LA NOVELA HUMORÍSTICA

Wenceslao Fernández Flórez (1884-1964) Es uno de los pocos autores españoles dedicados casi en exclusividad a la novela de
humor, aunque ese tono humorístico irá agriándose a causa del escepticismo. Dedicó la mayor parte de su vida al periodismo,
al artículo diario, lo cual le quitó el tiempo y la dedicación necesarios para la novela. Sus primeras obras son naturalistas e
introducen elementos regionales gallegos, con toques eróticos y costumbristas: Volvoreta (1917) y Ha entrado un ladrón
(1920). Su humor se va convirtiendo en más intelectual y crítico, con lo que las novelas de la segunda etapa se desarrollan en
lugares imaginarios. Critica los prejuicios sexuales, el apego irracional a la tierra y el falso heroísmo, todo lo cual le lleva al
escepticismo: El secreto de Barba Azul (1923) es una de sus mejores novelas. En ella llega a conclusiones tan negativas como
que la única solución para la humanidad sería el “suicidio colectivo universal”. A su última etapa corresponde el título más
conocido El bosque animado (1944). Situada en el bosque de San Salvador de Cecebre, se trata de una novela de difícil
clasificación, impregnada toda ella por un rico simbolismo gallego.
LA NOVELA DESDE LOS AÑOS 40 HASTA LOS 70
Con la guerra civil española la literatura se convierte en una vía de escape para unos, o en un instrumento de denuncia para
otros. Durante los años cuarenta, autores como Camilo José Cela con La familia de Pascual Duarte (1942), o Miguel Delibes con
La sombra del ciprés es alargada (1947) abren nuestra literatura a una actitud de compromiso con la realidad, de realismo. Los
autores que les siguen repiten los mismos modelos narrativos, basados en el reflejo fiel de la sociedad española de los años
cuarenta y cincuenta. La censura y la imposibilidad de publicar novelas extranjeras en nuestro país condicionan el panorama
literario, hasta el punto de que la novela se limita a los contenidos sociales y a la crítica solapada al régimen de Franco. Durante
los años sesenta comienza a agotarse esta fórmula, y a los contenidos sociales se les añaden algunas innovaciones
estructurales y argumentales. A partir de los setenta, sobre todo desde el final de la dictadura de Franco, las tendencias
novelescas se diversifican y es muy difícil dar unas características comunes a todas ellas.

Camilo José Cela (1916-2002) Comienza su producción con La familia de Pascual Duarte. Se da a conocer y comienza a publicar
regularmente. Sus novelas no son de denuncia social, sino más bien documentales, se limita a presentar situaciones más o
menos duras, como la difícil vida de los españoles durante los años cuarenta, o la violencia imperante, el autor se mantiene al
margen de la narración, con lo que puede ser calificado como narrador omnisciente o narrador observador. Su gran novela es
La colmena (publicada en 1951 en Buenos Aires a causa de su prohibición en España). En ella presenta tres días en la vida de
un gran número de personajes en el Madrid de 1942. El ambiente es mísero y desesperanzado. Introduce toques de ternura
que no bastan para ocultar la mediocridad de la vida de los españoles durante esos duros años inmediatos a la Guerra Civil. El
autor se mantiene al margen y cuenta todo lo que hacen y dicen sus personajes, sin intervenir: es la denominada técnica
objetivista. Se considera que esta novela abre el camino a la novela social que se desarrolla durante los años cincuenta. Destaca
por su maestría en el uso del lenguaje, en Mrs. Caldwell habla con su hijo (1953) o La Catira (1953), en la que recrea el español
usado en Venezuela. Entre los relatos cortos, denominados “Apuntes carpetovetónicos”, destacan El bonito crimen del
carabinero (1947) y El gallego y su cuadrilla (1951). Es muy interesante la producción de Cela dedicada a los viajes, bellas
narraciones sobre distintos lugares de España, como Viaje a la Alcarria (1948).

Miguel Delibes (1920) A partir de la publicación de La sombra del ciprés es alargada (1948), ha continuado una trayectoria
literaria bastante coherente y uniforme. El camino (1950) es la primera de sus novelas rurales. Daniel el Mochuelo hace una
conmovedora evocación de su infancia la noche anterior a su partida a la ciudad para estudiar. En Las ratas (1962), se muestra
más crítico que en las anteriores, presenta la dura vida de unos campesinos desde el punto de vista de un niño, Nini. Esta
tendencia crítica y social culmina con Los santos inocentes (1981). Trata sobre la difícil existencia de una familia que malvive
durante la posguerra en un cortijo extremeño sometida a los caprichos del señorito Iván, un cacique altivo, egoísta y orgulloso.
Además de las novelas rurales, escribe otra serie de obras que pueden ser calificadas como urbanas. Cinco horas con Mario
(1966), marca un hito dentro de la renovación de la novela. Se trata de un largo monólogo que corre a cargo de Carmen
mientras que vela el cadáver de su marido. Es una especie de descubrimiento o expresión verbal del pensamiento interior de la
protagonista. Esta novela no está exenta de una aguda crítica social.

LA NOVELA SOCIAL DE LOS AÑOS CINCUENTA

El camino a la narración realista estaba abierto: Cela o Delibes habían abierto una veta que daría mucho de sí. No
podemos olvidar los primeros atisbos de la novela social surgidos a finales de los años veinte. Siguiendo el modelo de todos
estos precedentes, durante los años cincuenta surgen bastantes autores que comienzan a publicar novelas con una clara
finalidad crítica y con voluntad social. Utilizan la técnica objetivista, se limitan a contar lo que ven sin intervenir en la narración.
Esta tendencia no será general, y por ello se distinguen dos grupos:

Realismo objetivista: Los autores reflejan la realidad cotidiana tal y como la perciben. Escriben sobre la pobreza,
la miseria, la injusticia social o la soledad, llevados por una solidaridad humanitaria exenta de partidismos políticos. La
mayor parte de estos autores mantuvieron estrechos contactos personales: Ignacio Aldecoa, Carmen Martín Gaite, Ana María
Matute.
Realismo social: El compromiso social de los autores es bastante más profundo que los anteriores, ya que conciben la literatura
como un instrumento de denuncia. Se ven limitados por la censura y por la falta de libertad de expresión. Escriben del lado de
los obreros y de los habitantes de los suburbios y critican a la clase burguesa, acomodada e ineficaz. Están comprometidos
políticamente y dejan a un lado la imaginación para centrarse en el objetivismo: Juan García Hortelano, Juan Marsé ,Juan
Goytisolo , Luis Goytisolo, José Manuel Caballero Bonald.

LA NOVELA DE LOS AÑOS SESENTA: ENTRE LA PREOCUPACIÓN SOCIAL Y EL EXPERIMENTALISMO

Los escritores españoles se dejan influir por los autores europeos, norteamericanos o latinoamericanos, las novelas pasan a ser
más complejas y experimentales, dirigidas a un lector con mejor preparación intelectual que en los años cincuenta. Las
novedades no afectan sólo al argumento o la estructura, también a la ortografía, algunos autores suprimen los signos de
puntuación, o los párrafos, y es frecuente que se mezclen los géneros. Pretende denunciar la situación social, y se persigue la
belleza formal. La experimentación contribuye a esta finalidad con la introducción de otros elementos, como el perspectivismo
argumental o los continuos saltos hacia atrás o hacia delante en el argumento. Dos novelas son consideradas los modelos de
las nuevas tendencias: Tiempo de silencio (1962) de Luis Martín Santos y Señas de identidad (1966) de Juan Goytisolo.

Luis Martín Santos (1924-1964) Marca un antes y un después en la novela española con la publicación en 1962 de Tiempo de
silencio. Supone el final de la novela social y el inicio de la renovación intelectual de esta década. Narra la historia de Pedro,
quien acusado de realizar un aborto ilegal, es expulsado de su puesto de investigador. Su novia es asesinada, y él, muy
deprimido, se marcha a su pueblo. Toda la novela es un largo monólogo interior con influencia de Kafka o Joyce. El lenguaje es
bastante culto y elaborado, lo cual dificulta la comprensión de la narración. Aparecen todas las clases sociales del Madrid de los
años cuarenta.

Juan Benet (1927-1993) Volverás a Región (1967) contribuye a acabar con el realismo social. Está formada por monólogos
organizados sin orden cronológico puestos en boca de distintos personajes, con lo que es difícil de interpretar. Relata la
degradación de un lugar imaginario de España: Región. Puede ser calificada como novela hermética. Se caracterizan por la
dificultad lingüística y sintáctica.

Francisco Umbral (1935) Parte del realismo social en novelas como Travesía de Madrid (1966) o Las vírgenes (1969). Tiene un
gran número de obras que constituyen un grupo muy heterogéneo: autobiográficas, evocadoras de su ciudad o tiernas y
emotivas. Colabora habitualmente con varios periódicos como columnista de opinión.

Gonzalo Torrente Ballester (1910-1999) Triunfa en 1972 con La saga/fuga de J. B. Anteriormente había publicado la trilogía Los
gozos y las sombras, formada por El señor llega (1957), Donde da la vuelta el aire (1960) y La Pascua triste (1962), adaptada
posteriormente a la televisión en una serie televisiva de gran éxito. Mientras que la trilogía Los gozos y las sombras es de tipo
realista tradicional, La saga/fuga de J. B. pertenece a la experimentación más avanzada de cuantas novelas se habían
publicado: es irónica y mítica, mezcla de realidad y fantasía, situada en un pueblo gallego imaginario del cual el autor nos va
dando datos a través de leyendas y anécdotas aparentemente desordenadas.
LA NOVELA DESDE LOS AÑOS SETENTA HASTA HOY
Con la llegada de la democracia cada autor emprende un camino personal con la pretensión de diferenciarse al máximo de sus
contemporáneos. Rasgos:
1. Durante los años setenta hay autores que siguen cultivando la novela experimental e intelectual que tiene su origen
principal en Tiempo de silencio. Suelen prestar más atención a la forma que al contenido, ya que el argumento llega a casi
desaparecer. Abundan las historias fragmentadas y los monólogos interiores. Este tipo de novela está dirigido a un lector
inteligente y culto, con formación suficiente para comprender las dificultades sintácticas que los autores plantean.
2. La mayoría de los autores de este periodo se muestran contrarios al régimen de Franco y comienzan a publicar entre 1968 y
1975.
3. Con la llegada de la democracia, la novela se hace más fácil y accesible de manera que se comienza a extender y a
popularizar como el género más importante del final del siglo XX.
4. Una gran parte de los autores vuelven a la narración tradicional.
5. Comienzan a surgir nuevos subgéneros dentro de la novela con la finalidad de ampliar el panorama literario. Encontramos
desde finales de los años setenta novelas policíacas, novela negra, de intriga, de ciencia-ficción, de aventuras, rosa, de
espionaje.
6. El mercado impone su peso a la literatura, de manera que se comienza a publicar con la finalidad de vender una
gran cantidad de obras. Los autores se popularizan como creadores y recreadores de opinión en los distintos medios de
comunicación. El término inglés best seller se asienta entre nuestros autores como sinónimo de calidad y triunfo.
7. En los últimos veinte años ha crecido el número de publicaciones a causa de la gran cantidad de premios literarios que
existen y del comercio que las editoriales han instaurado a través de grandes cadenas de distribución.
8. Los autores más exitosos suelen publicar un libro cada uno o dos años para no perder el interés por parte de los lectores.
9. En los últimos tiempos se están imponiendo la novela de aventuras y la novela histórica.

Manuel Vázquez Montalbán (1939-2004)Es el creador del detective Pepe Carvalho, protagonista de Yo maté a Kennedy (1972).
Tiene un gran número de publicaciones de todo tipo, entre las que destacan algunas de sus últimas novelas, como Un
polaco en la corte del rey Juan Carlos (1996).

Julián Ríos (1941) Publica Larva (1983) como germen de lo que sería una serie de seis novelas, de las que publicó dos en
España: Babel de una noche de San Juan (1984) y Poundemonium (1986). El resto lo publicó posteriormente en Argentina.

José María Merino (1941)Cultiva el relato tradicional en la Novela de Andrews Choose (1976). Es característica en Merino la
unión de la realidad y la fantasía. Esto lo podemos observar en El caldero de oro (1981) o No soy libro (1992). Escribe, en
colaboración con Juan Pedro Aparicio, El transcantábrico. Viaje en el hullero (1982) y un libro de viajes titulado Los caminos del
Esla (1980).

Luis Mateo Díez (1942)Cultiva las novelas realistas al estilo de los autores del XIX. Suele incluir elementos imaginarios y
humorísticos, como ocurre en La fuente de la edad (1986). Últimamente ha publicado algunos libros de cuentos y relatos
cortos, como Memoria y palabra (2000).

Eduardo Mendoza (1943)Es uno de los principales novelistas de los últimos años. Comienza su carrera literaria en 1975 con La
verdad sobre el caso Savolta, caracterizada por la intriga y la acción. Narra los abusos que los dueños de una fábrica de armas
ejercen sobre sus empleados y los intentos de un humilde periodista por descubrir los sucios negocios de contrabando de los
patronos. Tiene una clara finalidad de denuncia social y de crítica hacia la burguesía acomodada de principios del siglo XX. En
una línea parecida, aunque más cerca de la novela policíaca, El misterio de la cripta embrujada (1979) y El laberinto de las
aceitunas (1982). La ciudad de los prodigios (1986) es una de sus grandes novelas. A través de la vida de Onofre Bouvila, un
modesto niño, narra la evolución de la ciudad de Barcelona desde finales del siglo XIX.

Luis Landero (1948) Comienza a escribir bastante tarde. Tres de sus novelas sirven para situarlo entre los mejores novelistas
actuales: Juegos de la edad tardía (1989), Caballeros de fortuna (1994) y El mágico aprendiz (1999).
Arturo Pérez Reverte (1951) Desde sus primeras novelas, cosecha un gran éxito, ya que han sido traducidas a veinte idiomas y
algunas de ellas adaptadas al cine. Publica novelas basadas en hechos históricos, como El húsar (1986), El maestro de esgrima
(1988), La tabla de Flandes (1990), La sombra del águila (1993) o la serie de novelas basadas en el capitán Alatriste. Intenta
desmitificar los conflictos bélicos o instituciones en obras como Territorio comanche (1994) y La piel del tambor (1995).
Colabora como articulista de opinión con diversas publicaciones.

Julio Llamazares (1955)Triunfa en 1985 con Luna de lobos. Narra la historia de cuatro combatientes republicanos (maquis)
huidos a las montañas al término de la Guerra Civil, donde tienen que sobrevivir. El autor evoca su infancia en El río del olvido
(1989) y en Escenas del cine mudo (1994).

Antonio Muñoz Molina (1956) Nacido en Úbeda (Jaén). En sus novelas suele mezclar elementos policíacos, históricos y
misteriosos. Comienza su carrera en 1986 con Beatus ille. El éxito le llega muy pronto, ya que recibe el Premio Nacional de
Literatura dos veces. En Beltenebros (1989) desarrolla sus facultades de escritor de novela policíaca con gran éxito en una hábil
mezcla de elementos amorosos e intrigantes. Ardor guerrero (1996) es una evocación no exenta de crítica de sus recuerdos del
servicio militar. Sus últimas novelas son Sefarad (2001) y Las ventanas de Manhattan (2004).

LA NOVELA Y EL CUENTO HISPANOAMERICANOS DE LA


SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XX
La novela y el cuento del siglo XX se estancaron en las primeras décadas del siglo. Mientras que la poesía no había dejado de
evolucionar, la novela y el cuento permanecieron hasta los años cuarenta apegados a las formas anticuadas.
1. LAS PRIMERAS DÉCADAS DE LA NOVELA HISPANOAMERICANA: LA NOVELA REGIONALISTA

Hasta los años cuarenta, la novela y el cuento hispanoamericanos pasaban por el cauce del realismo costumbrista, sin
experimentar una revolución de sus estructuras y su lenguaje, como la que supuso el Modernismo en poesía.
2. LOS PIONEROS DE LA RENOVACIÓN: LOS INICIOS DEL REALISMO MÁGICO

Entre 1945 y 1960 se observa en la narrativa hispanoamericana unas características nuevas que la hacen diferente de la novela
desarrollada hasta entonces. Estos cambios se deben a una nueva forma de ver el mundo y la vida. A estas novedades se
añaden las influencias de la narrativa europea y norteamericana del momento.
Los cambios principales fueron:
- Se abandona el interés prioritario por los espacios rurales y naturales y la denuncia explícita de problemas sociales, y surgen
temas nuevos en los que se integra lo urbano y los problemas del hombre contemporáneo.
- Se introduce en las novelas lo fantástico, lo onírico y lo irracional, dando lugar al realismo mágico o lo real maravilloso.
- Formalmente, se produce un gran cambio, que se abandona la estética realista decimonónica y se adoptan las nuevas
técnicas narrativas.
Se considera que el relato que marca el cambio de rumbo es El pozo (1939) de Juan Carlos Onetti. A esta obra seguirán otras en
los años cuarenta: El señor Presidente de Miguel Ángel Asturias, y El túnel de Ernesto Sábato. Y en los cincuenta: Pedro Páramo
de Juan Rulfo; La hojarasca de Gabriel García Márquez y La región más transparente de Carlos Fuentes.
3. LA NOVELA DE LOS SESENTA: LOS AÑOS DEL BOOM. EL REALISMO MÁGICO

Surgió ligado a un fenómeno extraliterario que facilitó que esta novela fuera conocida en el exterior: el apoyo de las editoriales
españolas, especialmente a partir del éxito de La ciudad y los perros (1962) de Mario Vargas Llosa. Hay que añadir la
coincidencia en un corto espacio de tiempo de una sucesión de novelas (y novelistas) deslumbrantes: La ciudad y los perros de
Vargas Llosa; Rayuela de Julio Cortázar. Y sobre todo, el éxito de Cien años de soledad (1967), de Gabriel García Márquez, que
fijó la atención de la crítica y el público internacionales en este grupo de escritores y en algunos de sus antecesores.
En cuanto a los temas, aunque no resulta sencillo sintetizarlos, destacan:
- La crisis existencial del individuo. Son recurrentes los temas de la sexualidad, la muerte, la soledad y la incomunicación.
- El dictador: la primera irrupción narrativa de esta figura de la historia hispanoamericana se produjo con Tirano Banderas de
Valle-Inclán.
- La historia de Hispanoamérica: Han surgido muchas novelas históricas de calidad excepcional: Las lanzas coloradas de Arturo
Uslar-Pietri; El siglo de las luces de Carpentier; La guerra del fin del mundo de Vargas Llosa; incluso Cien años de soledad
puede integrase en este grupo.

4. LA NOVELA MÁS RECIENTE

La narrativa de estos años reduce la complejidad técnica iniciada en obras anteriores para crear una novela a la que el lector
pueda acceder fácilmente, aunque esto no suponga un abandono total de la experimentación. Sigue la narración realista que
incluye el habla coloquial, también se recurre al realismo mágico.
Nombres y títulos fundamentales de este período: El amor en los tiempos del cólera de García Márquez; Tres tristes tigres de
Guillermo Cabrera Infante; La casa de los espíritus de Isabel Allende.

5. EL CUENTO HISPANOAMERICANO

Junto con la novela, el cuento ha sido un género narrativo ampliamente cultivado en Hispanoamérica desde los años cuarenta
hasta la actualidad. Los narradores de los años cuarenta y cincuenta han sido grandes cultivadores del cuento literario. Destaca
la aportación extraordinaria de Jorge Luis Borges. Son importantes las narraciones de Juan Rulfo (El llano en llamas, en los que
retrata la dureza de la vida rural mexicana en su primitivismo y su pobreza física y moral), los relatos de Alejo Carpentier
(Guerra del tiempo, sobre la imposibilidad de definir y dividir el tiempo) y Juan Carlos Onetti (Tiempo de abrazar, Tan triste
como ella y otros cuentos).
Por lo que respecta a los años sesenta hasta la actualidad, los relatos cortos de los narradores del boom hispanoamericano han
pasado inadvertidos debido a la importancia de sus novelas, como es el caso de García Márquez (Relato de un náufrago, Doce
cuentos peregrinos) o Vargas Llosa (Los jefes, Los cachorros).
Uno de los principales renovadores del género es Julio Cortazar, quien muestra en sus cuentos una realidad compleja
(Bestiario, Las armas secretas, Historias de Cronopios y de Famas, en los que revela el absurdo de lo cotidiano con gran sentido
del humor).
Mario Benedetti refleja en Montevideanos, La muerta y otras sorpresas y Con y sin nostalgia la vida diaria y las circunstancias
políticas de su país desde una postura comprometida y cercana al lector gracias a la utilización de un lenguaje sencillo y
coloquial.
Otros narradores importantes son Augusto Monterroso (La oveja negra y demás fábulas, Movimiento perpetuo); Isabel Allende
(Los cuentos de Eva Luna); Antonio Skármeta (El entusiasmo, Tiro libre).

También podría gustarte