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JURISPRUDENCIA DE TUTELA-Unificación
DEFECTO FACTICO-Dimensiones
DEFECTO PROCEDIMENTAL-Configuración
Magistrado Ponente:
Dr. Luis Ernesto Vargas Silva
SENTENCIA
I. ANTECEDENTES
1.2 Por tales hechos, el Juzgado Segundo (2º) Penal del Circuito de Facatativá
adelantó un proceso penal por homicidio culposo en contra del señor José
Hernando Hidalgo Linares, que culminó con sentencia de veintisiete (27) de
octubre de dos mil (2000), en la que se declaró la responsabilidad penal del
señor Hidalgo, y se le condenó al pago de una indemnización por daños y
perjuicios morales y materiales a la señora Luz Mary Jaimes Carvajal y sus
menores hijos.
1.3 La sentencia fue recurrida por la señora Jaimes Carvajal, con el fin de
solicitar que se declarara como terceros civilmente responsables al señor Pablo
Antonio Muñoz, propietario del vehículo de servicio público, y a la empresa
Transportes Expreso Cundinamarca Limitada y Cia. S.C.A.
1.5 En atención a lo dispuesto por el fallo del Tribunal Superior del Distrito
Judicial de Cundinamarca, Sala de Decisión Penal, la peticionaria inició un
proceso ordinario de mayor cuantía, por responsabilidad civil extracontractual,
en contra del señor Pablo Antonio Muñoz Garzón y de la empresa Transportes
Expreso Cundinamarca Ltda. y Cia S.C.A.
El magistrado Ariel Salazar Ramírez salvó su voto, por considerar que la Sala
de Decisión debió ejercer las facultades oficiosas que le otorga la ley en
materia de decreto de pruebas, especialmente si se toma en cuenta que, como
ocurrió el caso bajo estudio, la responsabilidad extracontractual fue
comprobada en un proceso penal y en la primera instancia del proceso civil.
Para el Magistrado, revocar el fallo después de 5 años de actuaciones
judiciales por motivos formales no resulta razonable.
3. De la acción de tutela.
El peticionario interpuso acción de tutela en contra del Tribunal Superior del
Distrito Judicial de Bogotá, Sala de Decisión Civil, por considerar que al
proferir la sentencia de segunda instancia, esa autoridad vulneró derechos
constitucionales y patrimoniales de Luz Mary Jaimes Carvajal y sus hijos. A
continuación se sintetiza la argumentación expuesta en la demanda:
Finalmente, argumentó que la Sala de Decisión Civil del Tribunal Superior del
Distrito Judicial de Bogotá se equivocó al considerar que no se encontraba
acreditada la legitimidad por pasiva, pues la demanda se interpuso en contra
del señor Pablo Antonio Muñoz Garzón, propietario del vehículo al momento
del accidente. El señor Pablo Rodrigo Muñoz Peña, contra quien consideró el
Tribunal que debió dirigirse la demanda, al parecer recibió como herencia el
automotor, pero el demandado sólo podía ser el dueño del vehículo al
momento del accidente. Para el profesional del derecho, revocar “en tres
renglones” once años de actuaciones judiciales comporta un desconocimiento
de los artículos 228 y 229 de la Carta, por obstruir el acceso a la
administración de justicia y dar prevalencia a las normas procesales sobre las
sustantivas, y una vulneración del artículo 29 superior, por establecer
exigencias procesales ajenas a la Constitución y la Ley.
4. La demanda fue admitida el once (11) de agosto de dos mil ocho (2008),
por la Sala de Decisión Civil de la Corte Suprema de Justicia.
El Juzgado Trece (13) Civil del Circuito de Bogotá solicitó al juez de tutela
denegar el amparo solicitado por el actor, por considerar que, tanto en el fallo
proferido en primera instancia, como en el fallo del Tribunal Superior del
Distrito Judicial de Bogotá, Sala de Decisión Civil, se efectuó un análisis
probatorio adecuado y se observaron las normas procedimentales que regulan
la materia, por lo que no puede afirmarse que se haya configurado una vía de
hecho judicial.
7.2 A pesar de que el peticionario alega que la Sala de Decisión Civil del
Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá actuó con ligereza por no
decretar de oficio una prueba que consideraba imprescindible para acreditar la
legitimación para actuar de la demandante y sus hijos, al revisar el expediente
no se encuentra un error grosero en la sentencia atacada, capaz de ocasionar la
vulneración o amenaza al debido proceso.
Competencia.
1.4 Por otra parte, la excepcionalidad de la acción garantiza que las sentencias
judiciales estén amparadas adecuadamente por el principio de cosa juzgada
que prescribe su inmutabilidad, y que los jueces conserven sus competencias,
autonomía e independencia al decidir los casos de los que conocen.
1.7 Dentro del marco expuesto, en sentencia C-590 de 2005, la Sala Plena de
la Corporación señaló los requisitos formales y materiales de procedencia de
la acción.
2.2 Para la Corte, el defecto fáctico puede darse tanto en una dimensión
positiva, que comprende los supuestos de una valoración por completo
equivocada, o en la fundamentación de una decisión en una prueba no apta
para ello, así como en una dimensión negativa, es decir, por la omisión en la
valoración de una prueba determinante, o en el decreto de pruebas de
carácter esencial.
2.6 Por último, para que la tutela resulte procedente por la configuración de un
error fáctico, “El error en el juicio valorativo de la prueba debe ser de tal
entidad que sea ostensible, flagrante y manifiesto, y el mismo debe tener una
incidencia directa en la decisión, pues el juez de tutela no puede convertirse
en una instancia revisora de la actividad de evaluación probatoria del juez
que ordinariamente conoce de un asunto” (Resaltado fuera del original).
Por ello, frente a una posición común que señala que la actividad del juez
difiere en cuanto al método de la que utiliza el científico, debido a que el
primero no cuenta con la posibilidad de la experimentación; y que se asemeja
a la del historiador, en cuanto pretende comprobar la veracidad de hechos
pasados, responde con acierto Taruffo que la actividad probatoria y de
verificación de hipótesis llevada a cabo por el juez puede no tener la
intensidad metodológica de la que adelanta el científico, o que las semejanzas
con la actividad del historiador no son tan marcadas pues el segundo persigue
fines muy diversos, es posible afirmar que las semejanzas y diferencias
aludidas no son de carácter esencial u ontológico, sino de orientación,
finalidad y relevancia.
El juez entonces acude cada vez más a la ciencia y a la técnica para conocer la
realidad; aplica a la información recogida todos los medios de evaluación
racional que tiene a su disposición y que, en términos generales, son los
mismos que se encuentran al alcance del resto de la sociedad, pues de otra
forma sus conclusiones escaparían al control social; su análisis, empero, debe
ser riguroso si pretende dar una base fáctica adecuada a su decisión; y el único
límite y a la vez norte de su actividad es la relevancia jurídica del material
probatorio que, como se expresó, es lo que diferencia su actividad de la de
otros profesionales interesados por la determinación de los hechos, o por
efectuar juicios sobre la veracidad de enunciados referidos a los hechos.
En el caso de los principios, estos indican que hay un objetivo que debe
cumplirse en el máximo nivel posible jurídica y fácticamente. La eficacia de
los principios puede verse limitada por la obligación del juez de buscar la
eficacia de otros principios que puedan hallarse en conflicto en un caso
concreto. En tales eventos, el juez debe determinar cual principio debe
prevalecer en el contexto del caso concreto, garantizando la menor afectación
posible del principio que deba ceder. Este proceso se conoce como
ponderación y equivale a la determinación del peso específico de cada
principio en el caso concreto.
Lo expuesto permite aseverar que la correcta aplicación del derecho, bien sea
mediante la atribución de consecuencias jurídicas a determinadas situaciones
de hecho, bien sea mediante la ponderación de principios en un caso concreto,
solo se logra si se parte de una base fáctica adecuada. Por lo tanto, la verdad es
un presupuesto de la vigencia del derecho material o, dicho de otra forma, de
la justicia de las decisiones. Como lo ha reiterado la Corte, el derecho
procesal, en el marco de un estado constitucional de derecho, debe buscar la
solución de conflictos, pero desde una base justa y no sólo eficiente, basada en
el establecimiento de la verdad.
Una vez establecidas las consideraciones precedentes sobre los fines del
proceso, y la relación entre la verdad y la justicia, resulta claro que el decreto
oficioso de pruebas constituye una manifestación del deber de juez de indagar
la verdad de los hechos antes de tomar una decisión determinada, con pleno
sustento en la adopción de la forma política del Estado Social de Derecho, en
donde el juez deja de ser un frío funcionario que aplica irreflexivamente la ley,
para adoptar el papel de garante de los derechos materiales.
En fallo civil proferido en primera instancia por el Juzgado Trece (13) Civil
del Circuito, el veintiséis (26) de junio de dos mil siete (2007), se condenó a
los demandados a pagar una suma de aproximadamente 43 millones por
concepto de lucro cesante, y 600 gramos oro -25 millones de pesos
aproximadamente- por perjuicios morales. Es decir, el juez de primera
instancia estimó los perjuicios en una suma cercana a los 70 millones de
pesos. Posteriormente, en fallo de segunda instancia, la Sala Civil de Decisión
del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá revocó la sentencia de
primera instancia.
No puede por lo tanto afirmarse que esa autoridad desconoció los fallos
penales, pues aquellos, como se sabe, solo surtieron efectos inter-partes. La
posición del Tribunal, según la cual resultaba preciso efectuar un análisis
probatorio independiente del llevado a cabo en el proceso penal, puede ser
discutible, pero no es de ninguna manera irrazonable. La valoración de las
pruebas, además, se ajustó a lo prescrito por la ley en cuanto al estado civil.
Previo el análisis del cargo, debe recordarse que, como se expresó al estudiar
el primer cargo, la ausencia de legitimación es considerada por la Corte
Suprema de Justicia -órgano de cierre de la jurisdicción civil- como un
presupuesto de la pretensión que, en consecuencia, puede ser verificado de
oficio por los falladores de primera y segunda instancia en el proceso civil. Si
el juez encuentra comprobado que el actor carece de legitimación debe
desestimar las súplicas de la demanda o, en segunda instancia, revocar la
decisión estimatoria del a-quo. En tal sentido, la decisión controvertida es, a
primera vista, una decisión de fondo, contraria a los intereses de los
demandantes y no un fallo inhibitorio.
Para adoptar una decisión conforme con lo ordenado por el artículo 228 de la
Constitución, en la cual se diera prevalencia del derecho material, la autoridad
accionada no requería decretar una nulidad ni retrotraer el proceso a su fase
inicial como lo sugirió el representante de la peticionaria. Lo único que debía
hacer era decretar de oficio las pruebas que resultaban imprescindibles para
adoptar un fallo ajustado a la realidad que se insinuaba a partir de los
elementos aportados al proceso.
III. DECISIÓN.
RESUELVE:
Primero: REVOCAR las sentencias de tutela proferidas por la Sala de
Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia en primera instancia el
veintidós (22) de agosto de dos mil ocho (2008), y la Sala de Casación
Laboral de la Corte Suprema de Justicia el siete (7) de octubre de dos mil ocho
(2008), en segunda instancia y, en su lugar, CONCEDER la tutela de los
derechos fundamentales al debido proceso y el acceso a la administración de
justicia de la señora Luz Mary Jaimes Carvajal.
Partiendo del principio de cosa juzgada y seguridad jurídica, la jurisprudencia nacional ha aceptado
la procedencia de la acción de tutela contra providencias judiciales, de manera muy cauta y
exigente, con el fin de salvaguardar tales principios y mantener la independencia de los jueces.
Para ello en reiterada jurisprudencia, La Corte Constitucional, ha ido decantado el tema,
estableciendo ciertas exigencias adicionales a la legales, para su procedencia, tanto de orden formal,
como sustancial, entre las ultimas, la configuración del DEFECTO FACTICO, relacionado con la
prueba.