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Introducción:
El modelo tradicional del historicismo fue relevado por en la historia europea por otras
formas de investigación histórica socio científica.
En los últimos 20 años se comenzaron a poner en dudas las premisas en las que se
apoyaban la investigación histórica y la historiografía desde el origen de la historia
como disciplina científica en el siglo XIX. En ese mismo siglo la historia recibió un
tratamiento científico desde lo profesional y paso a ser una disciplina llamada ciencia
histórica, diferenciándose del concepto de historiografía.
Pero este cambio no debe hacer olvidar los aspectos comunes que enlazaban la ciencia
histórica del siglo XIX con la historiografía tradicional practicada en la antigüedad,
como la distinción entre la historia y el mito, como la practicaban Herodoto y Tucídides
que veían en la historiografía una forma de literatura, de narrativa, cuya primera
preocupación no eran los conocimientos adquiridos metódicamente sino mantener vivos
en la memoria los grandes acontecimientos. El objetivo no dejaba de ser la narración
verídica que comprobaba sus fuentes con talento crítico. Hay 3 aspectos en común entre
las ciencias históricas a lo largo del tiempo, 1_ la exposición histórica describe a
personas que realmente existieron y acciones que tuvieron lugar verídico. 2_la
exposición sigue estas acciones en su sucesión diacrónica, existe un solo tiempo
unidimensional donde un suceso hace desencadenar a otro. 3_presupone que las
acciones humanas reflejan las intenciones de los que actúan.
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Estas premisas de realidad, de progresión y de acción determinan el carácter narrativo
de la historia desde Tucidides hasta Ranke y son las que se han ido poniendo en tela de
juicio. Junto a ese tipo de historia también se encuentra la visión de contar la historia
desde la perspectiva de la clase dominante. La idea de que los hombres hacen la ciencia
(Treitschke), los hombres masculinos dueños del poder. Esta visión fue compartida por
casi todos los historiadores desde la antigüedad, y es por eso que la historia siempre se
ocupó del poder, del estado como centro del poder, cuya existencia permite darle a las
exposiciones históricas una estructura coherente. Esta afirmación apoya la idea de que
el curso de la historia humana constituye una unidad continuada, ya no se habla de
historias como hizo Ranke, sino de la historia. Tiene que ver que en el siglo XIX la
historia es equiparada con el desarrollo de los estados europeos.
La nueva historia social insistía en que el modo de proceder del historiador era el de un
científico, era impensable que la historia fuera cultivada por un aficionado.
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En los últimos 20 años esta concepción fue cuestionada. Muchos historiadores
comenzaron a escribir y a comprender la historia con un enfoque distinto. En el centro
ya no figuran las acciones de personalidades relevantes, ni las impersonales estructuras
o procesos de la economía o de la sociedad, sino las existencias de personas concretas e
individuales que habían permanecido excluidas de la historia tradicional.
La apertura de una nueva historia social y cultural debe apreciarse en relación a los
cambios fundamentales que han sufrido las condiciones en las cuales se desenvuelve la
vida moderna.
El progreso del saber condujo a un desencantamiento del mundo, unido a la idea de que
la historia llegó a su fin. Se puso también en duda la finalidad de la ciencia histórica.
Para Marx y para Nietzsche, el saber fue siempre un medio de poder. Pero para Marx el
desenmascaramiento de los elementos ideológicos de la ciencia, se puede llegar a un
conocimiento objetivo, libre de ideologías, y a la emancipación, punto de vista que fue
rechazado por Nietzsche.
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Cada vez más historiadores han llegado a la convicción de que la historia se halla más
unida a la literatura que a la ciencia, así se han cuestionado cada vez más los
presupuestos fundamentales de la ciencia histórica tal como se estableció en el siglo
XIX.
Para comprender la crítica del carácter científico de la ciencia histórica debe tenerse en
cuenta su fondo político y el de crítica social. Por ejemplo, el modo de vida burgués es
percibido por sus críticos del siglo XIX (Kierkegaar, Nietzsche, etc.) como una amenaza
a la espontaneidad espiritual creativa como nivelación e insensibilidad. Más tarde esta
crítica cultural desempeño un papel importante en el pensamiento antidemocrático en la
época de 1945. Sin embargo no hay que relacionar precisamente esta reacción a la
modernidad con una derecha política.
Al igual que con el término de “derechas”, debemos tener cuidado con el término de
“izquierdas”. Lo que nos ocupa no es el marxismo que, en lo esencial, representaba los
conceptos tradicionales de ciencia, crecimiento y progreso, sino una nueva izquierda
que pone en dudas estos conceptos. Esta nueva izquierda adopta de la crítica social de
derechas la convicción de que la ciencia no conduce al conocimiento objetivo, sino
constituye un medio de poder de dominación de las masas por aquellos que pueden
ejercer el poder.
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Para la nueva izquierda, el interés se centra en aquellos hombres a los que hasta ahora la
historiografía no ha tenido en cuenta porque eran considerados como objetos de poder y
no como factores de la historia. Así surge un nuevo modo de comprender el poder. La
historiografía marxista parte del supuesto de que el poder centralizado lo ejercen
aquellos hombres que determinan la marcha del estado o de la economía.
El principal propósito de este libro es el de examinar con espíritu crítico las ideas
teóricas y la practica efectiva de investigación y exposición de esta nueva aproximación
a la historia, cuya importancia ha crecido notablemente en los últimos 20 años.
PRIMERA PARTE
La ciencia histórica, es cambio es una manifestación del mundo occidental moderno; las
sociedades no occidentales la adoptaron en el transcurso de su propia modernización.
La ciencia, y en especial una ciencia que se halla unida a los valores y a las intenciones
humanas como la ciencia histórica, debe verse dentro del marco social, cultural y
político en el que se desarrolla. Una historia de la ciencia histórica que sea puramente
inmanente a lo científico no es posible. La ciencia nunca puede ser reducida a los
resultados del pensamiento o de la investigación, sino que es un modo de vida y de
comportamiento que Pierre Bourdieu ha llamado hábito. Este modo de vida exige que
haya una comunidad de científicos provistos de todo un conjunto de prácticas de trabajo
y de comunicación. Es por eso que una historia de la ciencia histórica no puede
separarse tampoco de las instituciones en las que se desarrolla el trabajo científico.
El objetivo de la primera parte del libro es examinar los cambios que se fueron
produciendo en el concepto que los historiadores han tenido de sí mismos desde el siglo
XIX periodo en que la historia se estableció como disciplina científica, hasta su
momento crítico en donde comenzaron a reflexionar nuevamente sobre el status
científico de la ciencia histórica.
En el siglo XIX en occidente se produjo una ruptura con el modo en que se venía
investigando escribiendo y enseñando la historia. Lo decisivo era transformar a la
historia en una disciplina especializada. Hasta entonces habían existido dos formas
distintas de historiografía una de orientación erudita y otra, la literaria. Estas dos se iban
fusionando a medida que la historia dejaba de ser un género literario para convertirse en
una disciplina especializada.
Los historiadores del nuevo estilo, representados por Ranke, consideran la historia como
una ciencia, aunque consideran que la exposición de la historia deben seguir los criterios
literarios. Los historiadores alemanes del siglo XIX escriben como buenos autores
literarios para un amplio público culto.
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Como disciplina científica, la historia desde el principio tenía mucho en común con
otras ciencias. Las ciencias modernas presuponen un marco social, cuyos integrantes
deben haber llegado a un acuerdo acerca de las reglas a seguir en la investigación y en
el discurso científico. Son entonces, a fin del siglo XVIII Y siglo XIX, las universidades
las que desempeñan el papel más importante. Para el origen de la ciencia histórica
resulta decisiva la moderna universidad alemana en Berlín, fundada en 1810. La
disciplina “historia” refleja el ambiente político y cultural en el que nace: un moderno
orden social en el que la sociedad burguesa ha quedado integrada en un estado
monárquico burocrático. Dentro de este marco surgió el “HISTORICISMO CLÁSICO”,
que si bien se hallaba unido al ideario político y filosófico de la ilustración, al mismo
tiempo lo examinaba con ánimo crítico.
Carl Menger critica a la escuela histórica prusiana le reprocha que mediante un modo
descriptivo de exposición histórica impida la clara formación de conceptos, lo cual
según él, seria esencial de toda cientificidad. En cambio para Meinecke, la inexistencia
en lo singular representa el nivel más elevado hasta el momento de la comprensión de lo
humano. Él ve la aportación particular que el espíritu alemán ha hecho a la cultura
occidental. Otros pensadores como Dilthey, Windelband, destacaban la independencia
de la historia como ciencia cultural o del espíritu, cuyo objetivo es la comprensión de
unidades de sentidos individuales, eso requiere una conceptualidad que tenga en cuenta
el sentido de la existencia humana.
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Para el historicismo clásico son de gran importancia la instancia en la independencia del
pensamiento histórico, como la confianza en que el mundo histórico tenga un sentido,
entonces así, la historia obtiene la clave de acceso a la cultura europea.
Ranke ve es Estado como un hilo rojo de la historia reciente (al igual que Hegel), el
estado debe contemplarse como un individuo cuyo desarrollo viene determinado por
unos principios internos de crecimiento, todo intento de analizar sus acciones en
conexión con otros factores (social, económico etc.) aparece como antihistórico.
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La nueva universidad nació con la derrota prusiana ante la Francia napoleónica, se la
llamo una revolución desde arriba generó el surgimiento de una sociedad burguesa. La
universidad debía servir a las necesidades de la burguesía y del estado burocrático
monárquico por eso hubo que modernizar el plan de estudio, formaba a funcionarios del
estado ya desde antes pero ahora debía formar profesionales liberales. Los estudios
debían unir saberes técnicos con formación humanística. Para Ranke la historia era algo
más que la reconstrucción factual del pasado, era un bien cultural en sí mismo no se
podía abandonar la simbiosis entre el arte literario y la veracidad.
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La mayoría de los historiadores franceses, a excepción del socialista Blanc y
Tocqueville, veían la historia de modo parecido a sus colegas alemanes, como un
triunfo de la burguesía. La existencia en el elemento burgués caracteriza a otros países
como estados unidos.
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Hacia el fin del siglo XIX se acentúa una insatisfacción con el concepto de ciencia y con
la práctica científica que se había impuesto en la investigación histórica, y en la
historiografía.
En Alemania, Francia y Estados Unidos, entre otros, se entabla una viva discusión
acerca de los fundamentos de la investigación histórica y de la historiografía, los cuales
se pretenden que correspondan a las nuevas condiciones sociales y políticas.
Había que ampliar el objeto de la historia para acerca la sociedad y la cultura al centro
de la contemplación histórica, y la investigación histórica debería trabajar con un
concepto de ciencia que ofreciera criterios metódicos rigurosos no solo para la
investigación de los hechos, sino también para el reconocimiento y la explicación de las
interrelaciones históricas.
En Alemania esta discusión estalló con la controversia que suscitó la historia alemana
de Karl Lamprecht, quien cuestionaba dos principios fundamentales de la ciencia
histórica establecida: el papel central del estado en la exposición histórica y la narración
referida a las personas.
Según él la ciencia histórica debería sustituir el método descriptivo por uno genético.
Este punto de vista chocó con una gran crítica debido a que el libro poseía grandes
errores dado la rapidez con que fue creado y con poco esmero. Tampoco las tesis eran
sostenibles. En sus escritos, Lamprecht distinguía entre las viejas tendencias de la
ciencia histórica que se dedicaban a la estructuración de los hechos, pero no poseían
ningún método científico para la aprensión de interrelaciones más amplias, y las
tendencias nuevas que se aproximaban al objeto de su investigación con planteamientos
teóricos y principios metodológicos. La idea de una ciencia histórica se basaba en la
suposición de que detrás de las manifestaciones históricas se ocultaban ideas que
conferirían a la historia su coherencia. La nueva ciencia histórica debía equiparar la
historia a las ciencias empíricas sistemáticas. Pero Lamprecht trabajaba con una
psicología colectiva en la que se ocultaba la difusa idea tomada del pensamiento del
romanticismo. Esto hizo que Max Weber que apoyaba un enfoque sociohistórico y
empírico considerara la revista de Lamprech como un disparate especulativo.
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basaba, se hallaban estrechamente relacionadas con la particular evolución alemana
hacia un estado que unía los intereses de la autoridad con los de la burguesía.
Previo a esto, había una discusión entre Schasfer que defendía los pareceres extendidos
en el gremio de los historiadores y Gothein quien quería incluir en la investigación
histórica y en la historiografía aspectos históricos sociales e históricos culturales.
El ataque contra Lamprech generó que este quede aislado como historiador, también, en
la disciplina “historia” los enfoques socio históricos quedaros obstaculizados e
impedidos por mucho tiempo.
En América hubo discusión parecida entre los historiadores que no compartían ni las
ambiciones de Lamprech, ni las concepciones científicas de Durkheim. Pero estaban
convencidos de que una ciencia moderna debía ocuparse más de la sociedad y empezar
a intimar más con los métodos sociocientíficos.
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En Alemania estaban en contra de Lamprech por miedo a la democratización, en
América, el interés por una nueva historia iba unido al esfuerzo por escribir la historia
para una sociedad democrática moderna. De aquí salen los historiadores progresistas
que se identificaban con los objetivos de la era progresista de los primeros años del
siglo XX en América.
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expresables en fórmulas matemáticas, sino que solo podían ser comprendidas
históricamente y dentro de un marco de valores e instituciones de un pueblo. Esta
escuela de Schmoller adopto de la práctica científica del historicismo clásico 2 aspectos,
1_ la insistencia en el poder central del estado, y 2_ y los métodos de críticas de las
fuentes. Veía la necesidad de integrar a los obreros en el estado. De esta escuela
surgieron los primeros estudios sobre la vida de los obreros industriales, esmerados
sobre la artesanía del medioevo.
Para varios historiadores sociales esta manera de trabajar no era suficiente, debido a que
los procedimientos se hacían de forma individuales entre la ciencia del espíritu y las
culturales y las ciencias naturales. Insistían en que las ciencias espirituales y culturales
para acceder al rango de ciencia necesitaban de una conceptualización rigurosa.
Hintze y Weber fueron importantes para las ciencias históricas, su origen se encuentra
en la nueva escuela histórica de economía nacional, pero aspiran a lograr una nueva
conceptualidad precisa y la comprobación de las premisas teóricas y metódicas de la
práctica.
Mientras los críticos de Lamprech apelaban al concepto de que la historia como ciencia
se basaba en el proceso de individualización, Hintze destacaba que la historia tenía que
ver con fenómenos colectivos recurriendo a conceptos abstractos.
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Weber busca una sociología comprensiva, pero para el comprender significa un proceso
racional. Comprender no excluye la explicación ni el análisis.
Para W Y h la distancia que mediaba entre la historia y la sociología no era tan grande.
Hintze rompe con el núcleo idealista del historicismo clásico de Ranke y Hegel, él ve al
estado como una institución o empresa, cuya estructura y función histórica deberían ser
examinadas objetivamente. Weber niega con mayor énfasis la unión de valores y
ciencia, insistiendo en la neutralidad de la ciencia, que puede analizar el concepto de
valor pero que no puede fundamentar científicamente la validez de esos valores.
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Weber continúa adherido a una visión de una historia universal y de una ciencia objetiva
en lo que respecta al método.
Ni Marx ni Weber se desligaron por completo del concepto histórico filosófico y de los
de teoría científica relacionado con los del idealismo alemán.
Los historiadores ingleses y americanos (EE UU) solían trabajar con un concepto de
sociedad que reflejaba un orden social distinto del de los países europeos continentales.
En estos lugares seguía siendo característico un bajo nivel de burocratización de la
sociedad. La sociedad burguesa estaba mucho más independizada del estado, estos 2
países anglosajones se esforzaban mucho menos por conseguir una concepción
sistematizadora que los historiadores alemanes y franceses.
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tendencia a predeterminar los procesos históricos no solo en la fe en el progreso de
Marx sino también en el pesimismo de weber.
Se debe distinguir entre la aplicación de métodos cuantitativos, tal como viene siendo
habitual desde hace muchos decenios en la historia social y en la historia económica
particularmente; y una ciencia histórica concebida según el modelo de las ciencias
basadas en la rigurosa generalización. Entre estos dos polos, en los años 60 y 70 nace en
América una corriente de investigación que se autodenomina “HISTORIA COMO
CIENCIA SOCIAL”, extendida en Francia y Escandinavia, que propone como objetivo
la pura investigación empírica.
La historia cuantitativa, tal como fue comprendida por los representantes de la nueva
historia económica en estados unidos, es una ciencia que trabaja con modelos teóricos.
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La historia económica (FOGEL, máximo exponente) se basa en 4 supuestos. 1_ existen
leyes de bronce que determinan el curso de la economía formuladas originalmente por
Adam Smith y David Ricardo. También Marx creía en las leyes de bronce de la
naturaleza, pero estas no eran puramente económicas, sino que eran historizadas e
impulsadas por los conflictos sociales. 2_ supuesto de que la economía capitalista se
caracteriza por un crecimiento imparable que adopta formas parecidas en las sociedades
modernas o en procesos de modernización. 3_ el proceso de modernización económica
conduce necesariamente a una modernización política, sociedad de mercado libre y
democracia liberal. 4_ el método cuantitativo no solo es aplicable a los procesos
económicos, sino también a los sociales.
Para Fogel, el historiador debía ser un especialista con una formación técnica, el cual se
comunica con otros especialistas en el lenguaje formal de la ciencia.
Los historiadores han dejado en claro que ellos no son una escuela, sino que comparten
un espíritu que invita a buscar nuevos métodos y enfoques de investigación. En las
publicaciones de los annales, los enfoques son variados pero dentro de un mismo
discurso que excluye las formas tradicionales de la historia política y cultural narrativa.
Los annales se han convertido en una escuela científica más o menos institucionalizada,
hecho que ha puesto limites a su discurso. Se hallan influenciados por el modelo de sus
fundadores, Lucien Febvre y Marc Bloch. El libro de Lucien Febvre sobre el condado
señala la transición hacia un nuevo género de ciencia histórica. Las magnitudes que
habían desempeñado el estado, la economía, la religión, la literatura y las artes, pierden
sus límites y se convierten en áreas parciales dentro de una cultura que lo abarca todo.
Esta cultura es entendida desde el punto de vista de las ciencias humanas como un
enfoque antropológico, como el modo de sentir y de vivir de toda la población.
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Febvre y Bloch han seguido la historiografía social y económica alemana. Mientras la
mayor parte de los trabajos sobre la historia regional en Alemania se centraba en la
administración y en la constitución, lo que les interesaba a Lamprechy y Febvre era la
estrecha unión de las estructuras sociales, económicas y políticas con los modos de
pensar y de comportarse dentro de determinada región. En Francia, por ejemplo, la
geografía era una disciplina que situaba el espacio geográfico en un marco histórico
cultural. El enfoque sociológico de Durkheim, transmitido a los historiadores de los
annales a través de Simiand. Durkheim quería transformar la sociología en una ciencia
rigurosa, esto para Simiand, su discípulo, significaba matematización. También para
Durkheim el objeto central de una ciencia de la sociedad es la conciencia colectiva,
donde las normas, las costumbres y la religión son elementos importantes. Estas
influencias explican la estrecha imbricación entre geografía, economía y antropología
en la historiografía francesa, una imbricación que se pone en movimiento con la
discusión sobre el método en oposición en la insistencia en el estado, la administración
y el derecho propia de la tradición alemana.
Esta revista de los annales, en sus orígenes adopto el nombre de “anales de historia
económica y social” después de 1946 paso a llamarse “anales, economías, sociedades y
civilizaciones”. La historia debía convertirse en la ciencia guía, pero en otro sentido del
que tenía el historicismo de Ranke, este anteponía la historia del estado a los campos
parciales. Los historiadores de los annales anulaban los límites entre las disciplinas
parciales para integrarlas en las ciencias del hombre. Los Annales renunciaron a
formular una teoría de la historia o de la historiografía. La finalidad de los annales era
ofrecer un foro a las diversas corrientes y a los nuevos enfoques.
En el aspecto político, los annales. Los historiadores de los annales (Febre, Bloch,
Braude, Duby, Vovelle, Furet,etc.) lograron unir la cientificidad rigurosa con la buena
literatura y ganarse la aceptación de un amplio público.
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herramientas que proporcionaba el tratamiento electrónico de datos, así, en los años 60
y 70, surgieron las grades síntesis de Braudel, Duby, entre otros. Por otro lado,
aparecían artículos altamente especializados que estaban escritos en una jerga que
resultaban incomprensibles para el profano.
En las obras de los historiadores de los historiadores de los annales, no existen un punto
central o una institución central que sirva como hilo conductor de una historia. El estado
y la economía quedaron integrados en una consideración global de la sociedad.
Existe una continuidad entre las concepciones de historia y los métodos de Febvre y
Bloch y la de los historiadores posteriores de annales. Los anales reflejan los cambios
más relevantes en el pensamiento histórico del siglo XX, habiéndoles conferido sus
propios caracteres. Aquí las estructuras figuran en primer plano, pero tienen una
dimensión mental, para Bloch, las herramientas con las que trabajan los hombres en una
sociedad determinada, son para él siempre la clave de acceso a su modo de pensar y de
vivir.
Braudel subraya los fundamentos materiales de la historia, como materiales entiende los
factores geográficos, climáticos, biológicos, tecnológicos y los condicionados por el
mercado, los cuales son configurados por los hombres. Por geografía entiende una
geografía humana, destaca el elemento humano.
El enfoque material, casi materialista constituye solo una cara de la historiografía de los
annales en los años 60 y comienzos de los 70. Mayor procedencia para los años
posteriores fue la historia de las mentalidades que se la diferenciaba de la historia de las
ideas del historicismo y de la historia intelectual que en 1940 había ganado importancia
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en los Estados Unidos. La historia ideológica y la historia intelectual parten del supuesto
de que las personas tienen ideas claras y que son capaces de transmitirlas. El concepto
de mentalidad en cambio designa posturas mucho más difusas que las ideas y son
propiedad de un grupo colectivo y no el resultado de determinados individuos.
En los años 70, la historia de las mentalidades se asocia con una historia serial, donde
largas secuencias de datos son procesados electrónicamente, testamentos por ejemplo, a
fin de estudiar un proceso.
En los trabajos de los historiadores de los últimos 80 años llaman la atención 2 cosas: es
descuido de la historia posterior a 1789, y la revolución industrial, y la concentración en
la época premoderna, en el antiguo régimen y en la edad media. Este abandono tiene
que ver con el hecho de que las concepciones y métodos se pueden aplicar mejor a las
sociedades relativamente estables que a aquellas que se hallan sujetas a rápidos
cambios. También este abandono puede estar relacionado con un cansancio respecto al
mundo moderno.
En los años 30 los annales analizaron los problemas de la moderna sociedad industrial
en las grandes ciudades del mundo desarrollado, también al mundo colonial. También
analizaron las nuevas formas políticas, fascimo, bolchevismo, new deal.
Los annales nunca dejo dejó de ser un fenómeno francés, arraigado en las tradiciones
científicas francesas. Pero como modelo a seguir han ejercido una gran influencia
internacional, esta influencia se extendió también a países socialistas, donde muchos
historiadores reconocen que los annales brindaban un acceso mejor a la cultura material
y a la vida cotidiana del obrero que el dogmático marxismo. Esto se debe a que las
concepciones de ciencias de los annales son más complejas que las de otras, esto
incluye contradicciones en la teoría de la ciencia y en la práctica científica de los
annales. Por un lado se encuentran enfoques en pro de un pronunciado cientificismo y
de una objetivación de la historia, en los años 60 y 70, Furet y otro, dicen que no existe
una historia social científica que no trabaje con métodos cuantitativos. Por otro lado
Bloch, Febvre, Duby y otros han tenido en cuenta fuentes como el arte, costumbres y
herramientas que llevan a modo de pensamientos cualitativos más sutiles. Esto
relativizo el límite que separa la ciencia de la literatura. También el enfoque
antropológico que desde el principio formó parte del pensamiento de los annales, ha
logrado que se cuestionara la pretensión de exclusividad de las ideas occidentales acerca
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de la ciencia. Con el rechazo de esta pretensión, esta también relacionado el
escepticismo con respecto a la civilización moderna. Así el pensamiento histórico y la
práctica historiográfica se aproximan de forma cada vez más crítica a todas las ideas
tradicionales sobre la historia como ciencia rigurosa.
SEGUNDA PARTE
Los annales y la demografía histórica de pos guerra han allanado el camino hacia una
historia se centra en las capas amplias de la población. De este modo la “nueva historia
cultural” rechaza el estudio de los procesos anónimos y los métodos cuantitativos de la
nueva historia social que la precede. La nueva historiografía narrativa se dedica a los
itinerarios vitales, los sentimientos y los modos de comportamientos de los pobres e
insignificantes. Al contar la historia desde una persona o un acontecimiento dramático
se analiza el funcionamiento de una cultura o sociedad del pasado.
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Las nuevas corrientes de la historiografía y del pensamiento histórico en la antigua
República Federal de Alemania se diferencian de los demás países occidentales, por
ejemplo la historiografía social francesa de anales se ha dedicado a la investigación de
la época premoderna, preindustrial. Una gran parte de la investigación alemana federal
en cambio, se dedicaba a la época industrial. Gran parte de esta investigación se movía
en nuevas direcciones metodológicas y conceptuales, debido a dos motivos, 1_ la
necesidad moral y política de afrontar los crímenes de la época nacional socialista y 2_
la tarea de investigar las causas de la catastrófica evolución. Se planteaba la cuestión de
qu si Alemania había seguido, el transcurso de la fundación del imperio en el S XIX, un
camino especial que se apartaba de los modernos estados industriales donde había
tenido lugar una modernización económica y técnica en el marco de una
democratización política que se vio bloqueada en Alemania. Los historiadores alemanes
continuaron interesándose por el estado y la política, mientras que en otros países como
Rusia y Polonia, una historiografía social, interdisciplinaria y analítica le disputa la
primacía a la historia política narrativa que aún seguía en Alemania. La revisión crítica
de las tradiciones autoritarias de la historia alemana y de la ciencia histórica con ella
relacionada no tuvo lugar aquí hasta los años 60.
Para el surgimiento de una orientación crítica de una generación más joven fue
importante la publicación de los ensayos de Eckart Kehr, que se citó en el contexto de la
controversia suscitada por los trabajos de Fischer. Para Kehr y para los jóvenes
historiadores que retomaron sus ideas en los años 60, fue fundamental la tesis de un
desarrollo anacrónico en Alemania. Afirma que la industrialización alemana se firmó
dentro del seno del estado autoritario tradicional, cuyos valores e ideales procedían de
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una sociedad y de una cultura más antigua, pre industrial. Por eso la política alemana
que condujo a la primera guerra mundial, era para Kehr, Fischer y Wehler un resultado
de las tensiones que había generado la contradicción entre la modernización económica
y social por un lado y el atraso político por otro.
Para Kehr y para Wehler la ciencia histórica tiene una función crítica, para Wehler
consiste en mensurar las condiciones reinantes con criterio de una sociedad razonable, si
bien este se aleja de Marx, parte de la idea de que el desarrollo de la sociedad alemana
ha estado determinado por la durabilidad de una de una desigualdad social y estructural,
sin embargo, este lee a Marx con los ojos de Weber, concibiendo el poder, la economía
y la cultura como 3 dimensiones que configuran cualquier sociedad, que se compenetran
y se condicionan unas con otras.
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políticos, a saber, que a la industrialización le corresponde una evolución hacia una
sociedad de ciudadanos jurídicamente libres, políticamente responsables y emancipados.
Pese a que Wehler coloca a la cultura como “una dimensión de la sociedad”, al poder y
a la economía, definiéndola como un complejo de interacciones simbólicas, se le ha
reprochado que descuida el aspecto cultural de la historia. Los hombres desaparecen
atrás de las estructuras y la cultura es tratada en sus formas, como iglesias,
escolarización y universidades. Apenas se estudia las formas de la vida cotidiana. En
efecto, su historia social alemana, Wehler concede, por ejemplo, a la mujer y a la vida
cotidiana poco espacio. Tener en cuenta los trabajos de este, ellos estaban pensados
como proyectos de síntesis y no como trabajos empíricos, como historia de la sociedad,
no como historia social. No obstante, la concepción de Wehler de una historia social
crítica dio impulso a una gran cantidad de investigaciones y discusiones socio históricas
empíricas. La historia social crítica introdujo un nuevo matiz en la investigación, esto
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es, la perspectiva política, con la vista dirigida al pasado alemán y una asociación
mucho más fuerte entre la teoría y la empírea. Los temas que ocupan a los historiadores
sociales críticos alemanes de los añs70 contaban en Inglaterra, pero también en
América, con una larga tradición, en los años 70 y 80 fueron adoptados en Francia. Pero
le solía faltar la clara referencia a las teorías del cambio estructural, la misión del
historiador no solo consiste en contar, sino también en explicar.
A finales de los años 60, Kocka emprendió el primer intento de emplear modelos
teóricos en el análisis de desarrollo socio histórico. Se intenta traspasar los límites de las
estructuras y de los procesos objetivos y enlazar estos con la ciencia política de los
afectados. Esta relación de las condiciones laborales con las realidades existenciales de
los obreros y con sus culturas, desempeñan un papel importante en los trabajos
empíricos de los años 70 y 80, se ocupan de la vida del obrero, sus condiciones de
viviendas, tiempos libres y familia. El concepto de clase ocupa un lugar desicivo.se basa
en una concepción de capas sociales que modifica el concepto de clase marxiano pero
que presupone la relación entre las conciencias de clase y las relaciones de producción.
De ninguna manera se niegan las estructuras y los procesos que son accesibles a los
métodos cuantitativos y a la estricta conceptualización, pero si se humanizan y se llenan
de un contenido que coloca los modos de vida en el centro de la investigación.
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La demografía histórica, tal como surgió en Inglaterra y Francia, desempeñó aquí un
papel especial. Por primera vez en el ámbito germanoparlante se efectuaron
evaluaciones de fuentes masivas a gran escala con ayuda del ordenador. Sin embargo, a
diferencia de la demografía histórica, la practicada en Inglaterra y en Francia se atribuye
aquí una mayor importancia a la historia de la familia moderna y al proceso de
modernización. Aspectos socio estructurales son vinculados a los demográficos. Llegan
a discutirse temas como la pubertad, la sexualidad y a juventud; se enlazan los métodos
estadísticos con la reconstrucción de los itinerarios vitales individuales mediante los
métodos de la historia oral.
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que presupone la coherencia entre la sociedad y la evolución. Todo fenómeno empírico
debe ser comprendido en el marco de esta totalidad, va también unida una perspectiva
normativa, sin la cual no es posible comprender ni la ciencia social histórica ni el
marxismo, la idea de una sociedad racionalmente organizada, liberada de antagonismos
y de dominación. También el marxismo se vio obligado en los años 70 y 80 a revisar
sus premisas macrosociales y macrohistoricas.
La historia del marxismo como teoría científica está caracterizada por la contradicción
entre las pretensiones del materialismo histórico y dialectico de ser una ciencia rigurosa
en el sentido de las ciencias naturales y la perspectiva sociocrítica que rechaza el afán
de objetividad como forma de positivismo. El materialismo tal como es representado
por Friedrich Engels significa una visión del mundo que pese a apelar a la dialéctica, lo
entiende con arreglo a conceptos en parte mecanicistas y en parte darwinistas. Marx dio
pie a una visión semejante cuando en su “crítica a la economía política”, presento el
transcurso de la historia mundial como el de un proceso predeterminado por leyes y
condiciones de un modo mecánico por la base económica. Marx, a través de su
concepción problematizante e interdisciplinar de la sociedad, impulsaba la posibilidad
de una dedicación científica a la historia, y por otro lado la limitaba por su esquema
histórico filosófico, el cual predeterminaba los resultados de la investigación empírica.
Con la revolución bolchevique y el socialismo real, esta concepción de la historia se
convirtió en el marxismo_ leninismo que se diferenciaba dela marxismo marxiano por la
base institucional que recibía en un régimen dictatorial. Los teóricos hablaban de la
unidad de lo lógico y de lo histórico, y postulaban que la historiase cumple como un
proceso histórico natura, unitario, regulado por leyes. Esto se daba por el poder central
del partido, equivalente a la convicción de una victoria del socialismo y comunismo.
También este poder condujo a una instrumentalización de la ciencia histórica como
principal arma ideológica de la lucha de clases.
Un gran defecto de la teoría de Marx, es que no fue capaz de ir más allá de la unión
esquemática entre teoría y exposición. Los conceptos de clase carecen de una base
empírica, la conexión entre política y sociedad es dada por supuesta. Quedando una
historia desde arriba que se concentra en las acciones y decisiones de personalidades
conspicuas. Lo que la diferencia de la historiografía burguesa es su actitud y su
valoración política y polémica, esto es básico de la concepción marxista leninista, ha
impedido una historia social que hubiese emprendido la investigación con
29
planteamientos marxistas de las interrelaciones sociales o que se hubiera dedicado a la
vida de las capas amplias de la población. Con el derrumbamiento del socialismo real,
esta concepción pierde relevancia por completo.
Entre los historiadores/as de los países occidentales, Italia, América Latina, Francia y
Japón, también Gran Bretaña, el ideario marxista desempeñaba un papel importante,
pero incluso en estos países el marxismo se hallaba en crisis.
Lo que hacía interesante al marxismo en occidente era su postura crítica ante las
relaciones de una sociedad moderna industrial capitalista, y su compromiso político con
los perjudicados. Estas mismas relaciones cuestionaban (época pos industrial) las
concepciones básicas en las que se fundamentaba el marxismo, las cuales se hallaban
ancladas en el siglo XIX, la fe en un crecimiento ilimitado basado en el progreso técnico
científico, además del afán de propagar la civilización europea por todo el mundo. Los
críticos posindustrial percibían la concentración marxiana en macroagregados como
productividad, las clases, el estado demasiado restrictiva en vista de las formas
extraeconómicas y extraestructurales de ejercer poder y dominio en la vida cotidiana.
Lukacs: el capital de Marx era una crítica al pensamiento economicista del capitalismo
y a su racionalidad, donde todas las relaciones humanas son codificadas. Esta
interpretación refiere al concepto de alienación que Marx coloca en el centro de su
crítica, la cual constituye también el núcleo de la interpretación de Marx por la teoría
crítica de la escuela de Francfort. Sus representantes trabajan con un concepto de
ciencia que sustituía el objetivismo positivista, determinante en el marxismo ortodoxo y
leninista, por un concepto de comprensión que parte de las premisas de que las
sociedades humanas encarnan sistemas de valores cuyo significado debe ser
comprendido.
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discusiones con historiadores sociales y de la economía no marxista sobre la formación
de un sistema económico y de un orden social moderno.
Mientras que para los estructuralistas, orientados en Althusser, las relaciones sociales
objetivas son decisivas para el desarrollo de la conciencia de clase, para un gran número
de marxistas angloparlantes e italianos (Thompson, Rudé, Hobsbawn,etc.) la conciencia
desempeña un papel decisivo. En esto se diferencian nos sólo de los marxistas
estructuralistas, sino también de la historia de las mentalidades de los annales y de la
antropología histórica de Levi Strauss. El centro de gravedad de su investigación sigue
siendo la lucha de clases o el problema de la dominación. Continua siendo marxista la
insistencia en la relación entre la conciencia y el modo de producción y el conflicto
entre los que ejercen la dominación y los dominados. Es nuevo el realce de a conciencia
y de la cultura como factores decisivos en la acción social. La historia es ahora
considerada desde abajo. Los marxistas orientados hacia la cultura continúan partiendo
del carácter conflictivo de cualquier sociedad, a diferencia de la historia de las
mentalidades que excluyen el contexto político y postulan conciencia colectiva.
Un importante impulso para este tipo de historiografía lo dio Edward Thompson con su
libro “la formación histórica de la clase obrera en Inglaterra” y con sus posteriores
enfrentamientos teóricos con la ortodoxia marxista y con el estructuralismo marxista de
Althusser. Thompson distingue entre el marxismo como sistema cerrado y una tradición
de investigación y crítica abiertas. La primera se encuentra en la tradición de la teología.
La segunda es una tradición de la razón activa que se libera de la idea que los problemas
de nuestro tiempo pudieran comprenderse mediante el análisis riguroso de un texto
publicado hace cientos de años. La idea de Marx de que la existencia social determina la
conciencia social es problemática, si no nos damos cuenta de que hombres y mujeres
son seres dotados de razón que reflexionan sobre lo que les sucede a ellos y al mundo.
Thompson rechaza la doctrina de la infraestructura y la superestructura. El no ve a la
clase como una estructura o una categoría, sino como algo que tiene lugar en las
relaciones entre los seres humanos. “la experiencia de clase se halla determinada por las
relaciones de producción del entorno en que uno nace en contra de su voluntad”. La
conciencia de clase es el modo en que se interpretan y transmiten culturalmente estas
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experiencias: tradiciones, sistemas de valores, ideas y formas institucionales. La
formación de la clase obrera es un desarrollo en el ámbito de la historia política y
cultural y en el de la historia económica, no fue el producto automático del sistema de
fábricas. Los cambios en las relaciones de producción y en las condiciones de trabajo
causados por la revolución industrial no fueron impuestos a ningún material en bruto,
sino al inglés nacido libre que incorporó conceptos, modos de comportamientos y
valores establecidos tiempos atrás. Por eso Thompson dice que en esta transformación
los obreros desempeñaron un papel activo. La clase obrera no solo fue creada, sino que
al mismo tiempo fue su propio creador.
Las relaciones de producción son englobadas aquí, en el marco de una cultura concreta
que no puede ser comprendida sin las experiencias de hombres y mujeres reales. Esta
concepción puede aproximarse de un modo crítico a las tradiciones científicas de origen
marxista y sociocientifico, para las cuales son decisivas las estructuras sociales o
económicas. La historia es clave para comprender las relaciones sociales.
Es difícil reconstruir los procesos mentales de hombres que no pertenecían a las capas
sociales altas y que por ellos no han dejado testimonios de sí mismos. Los trabajos que
lo intentan se apoyan en sumarios judiciales, se ocupan de sucesos o personas
extraordinarias. El intento de Ginzburg de asociar las manifestaciones casi ateas de
Manocchio a una antiquísima cultura campesina mediterránea, y de relacionar la
ejecución del molinero con los esfuerzos de las nuevas élites del poder económico y
político por suprimir esa cultura, es un ejemplo de la fusión de la investigación
microhistórica con las especulaciones macrohistoricas del legado marxista aplicadas a la
gente corriente.
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idea metódica básica procede directamente de la ciencia social histórica y consiste en el
empeño por confirmar empíricamente “la teoría sobre la relación entre el cambio
económico, el social y el demográfico en la Europa de la edad moderna.
Lo que a primera vista aparece como profundo abismo en las veces violentas disputas
entre los representantes de la ciencia social histórica y los de la microhistoria oculta las
afinidades que existen entre ambas tendencias. Los estudios microhistoricos que hemos
tratado no descuidan en absoluto la interrelación entre la historia regional o local y los
grandes procesos del cambio económico, social y cultural, pero aportan una imagen más
matizada de esos procesos.
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de la invención, pero también de sus hallazgos cuyas formas presentan más puntos en
común con sus equivalentes en la literatura que con los que pueden tener en las ciencias.
Existe una diferencia entre una teoría que niega a la exposición histórica todo derecho a
considerarse a sí misma como realista, y una historiografía que es plenamente
consciente de la complejidad del conocimiento histórico, pero que parte del supuesto de
que los hombres reales tuvieron pensamientos y sentimientos reales, los cuales
condujeron a acciones reales. Si bien Kant o Weber no admitieron ya ningún criterio
material de la verdad, si hubo para ellos un criterio formal arraigado en la lógica de la
investigación que gozaba de validez universal y constituía el fundamento de la ciencia
objetiva. Esto es cuestionado por teóricos de la ciencia moderna.
Para la teoría lingüística eran básicas 2 ideas relacionadas entre sí: el lenguaje forma un
sistema autónomo cerrado en sí mismo, el cual posee una estructura sintética. Y por otro
lado, el lenguaje no es un medio para comunicar sentido o unidades de sentido sino a la
inversa, el sentido es una función del lenguaje. El hombre no se sirve del lenguaje para
transmitir sus pensamientos, sino lo que el hombre piensa está condicionado por el
39
lenguaje. He aquí la idea central de la concepción estructuralista de la sociedad y de la
historia: el hombre se mueve en un marco de estructuras que no son determinadas por
él, sino que lo determinan a él. El siguiente paso es la crítica de Michel Foucault, e la
cual desaparece el hombre como factor activo y, con él, la intencionalidad humana
como elemento creador de sentido.
Contra lo que se dirigen las críticas es contra los conceptos ideológicos, el texto debe
ser liberado de su autor. Al mismo tiempo se radicaliza el modo de entender el lenguaje.
Para Saussure, el lenguaje tenía todavía una estructura, una unidad entre la palabra y la
cosa a la cual se quería referir. Para Derrida en cambio, esa unidad ya no existe, no
existe ningún punto de apoyo desde el cual fuera posible fijar un significado, significa
para la historiografía un mundo sin significado, sin actores humanos, sin coherencia.
Ahora los textos vuelven a entender la historiografía como un género puramente
literario. Según LaCapra, ésta debe recuperar la calidad retórica que poseía desde la
antigüedad. White va más allá, para é todo intento de escribir una historia coherente
sobre la base de unos hechos está asociada a una serie de decisiones metacientíficas
condicionadas por un limitado número de posibilidades, que determinan como el
historiador configura la exposición histórica.
Con la insistencia en el lenguaje se habla cada vez con mayor frecuencia del discurso
como forma en la que tiene lugar la comunicación entre los hombres. La dedicación al
discurso desempeña un papel relevante en los trabajos histórico sociales e histórico
culturales, también en la historia política e intelectual. El concepto de discurso es un
medio para acercarse a la compleja realidad histórica. Las ideas o el lenguaje
determinan una evolución histórica, por ejemplo, la formación de la idea moderna del
estado.
Pocock y Skinner no pretenden escribir la historia social, parten del análisis de textos.
El objetivo es el de comprender el sentido de un texto, las intenciones del autor y
englobarlo en el contexto de la época en la que se originó, es decir, en el discurso de la
época.
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discurso común, reemplaza las antiguas ideas sobre agrupaciones sociales, como la de la
clase en el sentido marxista. Pero el lenguaje se hace más complejo y más ambiguo. Ya
no es posible reconstruir el significado de los conceptos a partir de los textos clásicos.
En Sewell y en Huns, el análisis lingüístico se transforma en antropología histórica. Los
historiadores no se pueden limitar a reunir las manifestaciones de los implicados acerca
de sus intenciones. Los valores, las expectativas y las reglas tácitas que confieren
expresión y forma a las intenciones y actividades colectivas, forman lo que quisiera
llamar la cultura política de la revolución; esta cultura política proporciona la lógica de
la acción política revolucionaria. Dado que la comunicación no se limita al hablar y al
escribir, debemos indagar en las formas más inteligibles de muchas otras actividades: de
acontecimientos y de instituciones, de las prácticas de las organizaciones de artesanos,
de rituales y ceremonias. No se trata ya de los pensamientos de una serie de autores,
sino de la reconstrucción de un discurso a partir de fuentes fragmentarias.
Definir la clase obrera o las clases obreras a través de los sistemas de pautas lingüísticos
“los discursos”, en los que los hombres viven y perciben los diferentes procesos
económicos y políticos.
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Aquí la cultura es entendida como el factor decisivo de la configuración de las formas
de convivencia humana.
Consideraciones finales
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al final de la cual estaría la sociedad racional, tal como la veían Kant, Condorcet, Hegel,
Comte e incluso Marx.
Ha llegado a su fin el consenso de que existe una historia y que ésta desemboca en el
moderno mundo occidental, pero esto no significa que la historia haya terminado,
porque no existe una historia, sino múltiples historias. Esta visión es fundamental para
la microhistoria. La historia se ha revelado mucho más compleja. Este planteamiento
renuncia al empeño que Marx todavía perseguía: el de descubrir el curso de la historia.
La microhistoria no es determinada por su objeto, sino por los planteamientos de los
historiadores. El concepto del fin de la historia se haya determinado por el mismo
supuesto que el pensamiento histórico tradicional, del que solo puede haber una historia
que progresa en el tiempo, y de que si esta pierde su significado como un todo, la
historia necesariamente debe llegar a su fin. Pero a esa única historia existen las
historias de los muchos hombres, agrupaciones y culturas que están más cerca de la
realidad. Al igual que tampoco existe un único tiempo lineal, sino que existen muchos
tiempos, el de la iglesia, el de los comerciantes de la edad media, el de las estructuras, el
tiempo rápido de los acontecimientos, los tiempos cortos, etc. Todos son condicionados
por los planteamientos del historiador y por el objeto de ese planteamiento. La historia
no ha perdido su significado, sino que gracias a la multiplicación de las perspectivas ha
ganado en significados.
Esta paranoia de la historiografía del siglo XX, ha buscado mostrar que la incertidumbre
sobre la posibilidad de una historia objetiva no ha conducido al fin de una investigación
histórica y de una historiografía científica. Fueron puestas en tela de juicio las
concepciones científicas hermenéuticas y analíticas de la historia, de que había un
objeto de la historia el cual podía ser aprendido científicamente, Ranke, ese objeto
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consistía en un hombres vivos englobados en unidades superiores como nación, estado,
religión que encarnaban valores y visiones del mundo. Estas no podían ser reconstruidas
de manera empírica, y que si se formaba un abstracto, perderían el sentido.
Otra tendencia acentuaba el entorno material y las realidades estructurales en las cuales
tienen lugar las acciones y los pensamientos humanos, estaban convencidos de que estas
podían ser comprendidas científicamente en su objetividad.
En los últimos ha tenido lugar una verdadera explosión de temas relevantes para la
historiografía. Nunca antes la investigación histórica se había dedicado a tantas capas de
la población. Los nuevos temas requerían nuevos métodos que fuesen más allá tanto de
la crítica de fuentes del historicismo clásico como de los modelos cuantitativos de las
ciencias sociales empíricas. Ahora hay una multiplicidad de estrategias de investigación.
Los historiadores no han renunciado a las pretensiones de tratar la historia
científicamente, si bien ya no son tan inflexibles al trazar el límite entre ciencia y
literatura. La profesionalización también ha limitado la posibilidad de hallar nuevos
caminos no convencionales en la historiografía y en el pensamiento histórico. Los
historiadores, incluso cuando se ocupan de aspectos culturales, partían del supuesto de
que no se ocupaban de hombres imaginarios, sino de hombres reales a los que querían
entender.
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humano, sino también a plantearse como los hombres han contribuido a la formación y
transformación de esas estructuras. La historia cultural más reciente, parte, cuando
narra, de planteamientos y concepciones que contribuyen a la nueva historia social. La
historia es un dialogo con el pasado, que si bien puede adoptar formas variadas, siempre
ha de respetar la autonomía de los hombres que contribuyen el tema de la investigación
histórica.
La duda sobre la posibilidad de una historia científica está ligada al malestar provocado
por la sociedad y la cultura moderna. Esta sociedad ha sido considerada como el legado
de la ilustración. Entendida originariamente como una emancipación, liberación a través
de la razón. La crítica al carácter emancipador de la ilustración procedió a finales del
siglo XIX y en la primera mitad del XX de pensadores como Nietzsche y Heideger,
quienes rechazaban la idea de la igualdad de derechos y de la superación de la violencia.
La crítica fue luego adoptada por los representantes de la teoría crítica, Adorno y
Marcuse, quienes veían en la razón el instrumento con el que los hombres no solo
dominan la naturaleza, sino a los hombres. En nombre de la razón el mundo es cada vez
más destruido.
Esta actitud crítica frente al mundo moderno determina gran parte de la nueva
historiografía antropológico_ cultural. Al contrario de la ciencia histórica marxista, las
nuevas tendencias rechazan las ideologías que pretenden arreglar el mundo, las cuales
en su opinión han conducido a los sistemas totalitarios del siglo XX.
Toda historiografía surge de una perspectiva ligada a una persona, a una época y a una
cultura, por eso contiene un componente ideológico. Tofo intento de negar este
elemento de perspectiva no ha hecho más que encubrir los juicios de valor y los
presupuestos ideológicos en los que se basa la ciencia.
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El objetivo de la dedicación científica a la historia es la aproximación a un pasado
vivido y hecho por hombres reales. Por ello, la investigación de la historia se nos
aparece como un diálogo continuo que no puede ser conducido de forma
exhaustivamente racional ni puramente arbitraria, pero que en todo momento debe
orientarse hacia la realidad.
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