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01 Sam Crescent - Fucker Next Door
01 Sam Crescent - Fucker Next Door
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***
C
assie salió de la tienda de comestibles. Su carrito estaba
completamente lleno de comestibles, y es posible que se
haya excedido en algunas de las ofertas. Bueno, podría
hornear una gran cantidad para llevar al centro de cuidados o a la
cafetería. Había mucha gente en su antiguo parque de casas rodantes que
apreciaría la comida que hacía.
Amaba cocinar. El mayor problema era que no podía comerlo todo.
Esta era otra razón por la que esperaba tener una gran familia algún día. Su
amor por la cocina y la repostería sería bastante útil. Tal como estaba, no
parecía que iba a ser pronto.
Sacando su celular, comenzó a desplazarse a través de sus contactos
hasta que encontró una compañía de taxis para que viniera y la llevara a su
casa.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó Slade. Se paró frente a ella con
una pequeña bolsa marrón en sus brazos.
—Llamaré a un taxi para que me lleve a casa.
—Estoy aquí. Puedo llevarte a casa.
Habían pasado unos pocos días desde su pequeño encuentro en su
patio trasero, y todo parecía ir sin problemas entre ellos. Sus comentarios
idiotas habían disminuido a casi nada. Por supuesto, cuando las mujeres
vinieron al trabajo queriendo hablar con él, tuvo que escucharlo muy
educadamente explicar su situación. Él no tenía citas... nunca.
Hubo un tiempo en que se sintió mal por ellas hasta que supo por
Jessica que Slade era conocido por ser muy sincero. Ofrecía un buen
momento, y nada más. Eran las mujeres decididas a hacerlo cambiar de
opinión lo que parecía ser el mayor problema. Esto solo sirvió para hacerla
sentir como el peor ser humano en el mundo por juzgarlo. Ella no había
sabido nada más y al instante asumió lo peor de él.
Aun así, lo encontró triste, pero luego supo por qué Slade estaba
pasando por eso. Después de lo que pasó con Andrew, no creería ni
confiaría en nadie más su corazón. Sin embargo, no tenía mucha opción en
el asunto, realmente no. Le encantaría tener una experiencia en la que no
hubiera riesgo de enamorarse. ¿Era posible simplemente divertirse?
¿Encontrar un chico y solamente follar?
—¿Estás bien? ¿Pareces perdida en tus pensamientos?
Saliendo de su propia excitación, sonrió.
—Un viaje sería genial, gracias.
Empujó el carrito hacia el auto, y se sorprendió cuando él se hizo
cargo, colocando sus bolsas en el baúl de este.
Cuando el carrito estuvo vacío, ella lo llevó de vuelta a uno de los
espacios, y luego subió a la parte delantera de su auto. Esta era la primera
vez que había estado en su auto, y era un poco extraño para ella, y sin
embargo, completamente íntimo.
—Entonces, ¿cómo has estado? —le preguntó Slade.
—He estado bien. ¿Y tú?
—Estupendo, realmente genial. ¿Caminaste hasta la tienda?
—Sí. Me gusta caminar. Sobre todo, porque parecía que iba a ser un
día muy agradable. —Bajó la ventana para que entrara un poco de aire en
el auto. Slade arrancó, y se dirigieron de vuelta a su casa. Ella saludó a un
par de personas a su paso—. Vi a un par de mujeres pasar por tu casa ayer.
¿Por qué iban a destrozar tu auto?
Había tenido el teléfono en su mano, cuando vio que una de las
mujeres empiezo a patear su neumático. Fue un poco aterrador, la mirada
malvada en sus ojos.
—No tomaron muy bien que las rechacé.
—Ah, puedo entender eso.
—¿Puedes?
—Ninguna mujer quiere ser rechazada.
—No lo hice la primera vez, pero siempre soy claro. Es sexo y nada
más. No soy un mal tipo en esto.
—No dije que lo fueras, Slade. Agh, de acuerdo, pensé que lo eras,
pero estaba equivocada, y lo siento. Sí, me trago mis palabras, y puedo ver
por esa mirada en tu rostro que estás muy contento con todo esto.
—Totalmente. Es bueno escuchar a una mujer admitir cuando se
equivoca con alguien.
—He oído que eres un tipo muy abierto y honesto. Algunas mujeres
solo quieren ser la que te haga cambiar de opinión.
—¿Alguna vez has hecho eso? —preguntó Slade.
—¿Qué? ¿Hacer cambiar de opinión a alguien? No, tampoco querría.
Eso depende de alguien más.
—Así que, ¿tú no haces lo de las relaciones? —preguntó.
—No. —No había tenido una en mucho tiempo.
Detuvo su auto, y salieron.
Cassie esperó que él abriera el maletero de su auto, y cuando se
detuvo, parecía congelado en el tiempo ella lo miró. Él la miraba fijamente.
—¿Qué?
—¿Sabes sobre esa cosa de “de vecinos a amantes”?
—Sí.
—¿Crees que empezó con un viaje en auto?
Cassie se echó a reír.
—No, creo que comenzó con muchas cosas más. Tal vez hubo algunos
paseos en auto, y luego pasar tiempo juntos, estar el uno con el otro todos
los días, decorando. Al poco tiempo no hay citas a la vista, y luego boom,
están teniendo sexo. No me preocuparía, Slade. No creo ni por un segundo
que un viaje en auto a casa, y nos estemos dirigiendo hacia el altar.
Él también empezó a reírse. Ella agarró varias bolsas, y cuando fue por
la tercera, Slade se la quitó.
—Las llevaré.
—Excelente, gracias.
Cassie entró a su casa y fue directamente a la cocina. La luz natural
era algo que le gustaba de la casa. Abriendo las puertas traseras para dejar
entrar más aire fresco, colocó las bolsas en el mostrador y comenzó a
vaciarlas.
—¿Esperas una fiesta o algo?
—Lo sé. Soy una loca por las ofertas, y todo esto me costó como la
mitad del precio. —Estaba acostumbrada a crecer sin nada, por lo que
ahora tenía que asegurarse de que había suficiente para comer en la
casa—. Estará bien.
—Si necesitas ayuda para comer todo esto, me avisas. Soy un experto
en comer, y me encanta la comida.
Se rio.
—Puede que recuerde eso.
—Bien, mejor consigo mis propios bistecs en la nevera. —Se estaba
yendo, y cuando abrió la puerta el mango se rompió.
—Bueno, mierda —dijo.
Ella hizo una mueca.
—Sí, eso ha estado flojo desde hace algún tiempo. Tengo que decir
que la reparación de las manijas de la puerta no es mi fuerte.
—Tengo un repuesto. Déjame ir y agarrarlo. Voy a arreglar el daño.
—Está bien. Voy a dejar la puerta abierta.
Para el momento que Slade regresó con una pequeña caja de
herramientas en la mano, ella había puesto todo en su lugar, y estaba
haciendo una ensalada.
—¿Quieres almorzar? —le preguntó Cassie—. ¿Podría asar algunos
camarones, y hacer algo un poco más que algunas hojas de ensalada?
—Absolutamente. Me muero de hambre.
Mientras Slade arreglaba la manija de la puerta, terminó la ensalada
de tomate y mozzarella, con un aderezo de albahaca. Rápidamente cocinó
algunos camarones, y los arrojó en la mezcla añadiendo un poco de rúcula
para terminar. Sirvió por igual mientras que Slade terminaba.
Colocó sus comidas en un plato, con un poco de té helado, y
acordaron comer en el patio.
Cassie se sentó, empujando su cabello hacía un hombro antes de
alcanzar su plato.
—El único problema con el verano es mantenerse al día con todo. —
Tenía que cortar el césped y la maleza de su huerto.
—¿Qué vas a hacer con todas tus verduras? —preguntó—. Hay más
de lo que puedes usar.
—Enlato. —Sus mejillas se calentaron cuando admitió su antigua
habilidad.
—¿En serio? Guau, enlatas. Pensé que aún era bastante anticuado.
Ya sabes que tenemos tiendas por todas partes con productos enlatados.
Cassie empezó a reírse.
—Hay algo sobre hacerlo en casa. Además, a veces soy un poco
fatalista. Me preocupa que, si no aprendo esa habilidad, pronto un día, la
voy a necesitar. Además, lo disfruto. En el último día de la cosecha, reúno
mis verduras, y las llevo adentro, planeando durante el fin de semana cómo
las haré. Es divertido. —Trató de no temblar por segunda vez ese día. ¿Enlatar
es divertido? Es como decir que quitarte el vidrio de tu pie es divertido. Sus
pasatiempos eran patéticos para una persona promedio.
—Sabes qué, puede que tenga que ver esto en vivo y directo.
—¿Quieres verme enlatando?
—Tendría que verlo para creerlo.
—Podría mostrarte mi cazuela, y mis frascos. —Todos estaban en su
despensa listos para el día.
Terminaron su almuerzo, y ella lo llevó dentro, mostrándole la gran
cazuela de enlatar, y luego se movió un poco más abajo, para que él viera
algunos de los frascos del evento de enlatado del año pasado.
—Mira, te lo dije. Soy algo rara de este modo.
Tomó una que decía salsa.
—Esto fue hecho de todos los ingredientes cosechas?
—Sí. Bastante impresionante si me lo digo a mí misma. Es genial con
frituras.
—¿Puedo tomarla? —preguntó.
Al principio iba a decir que no, pero luego se dio cuenta de que sólo
estaba siendo tonta.
—Seguro. Espero que la disfrutes.
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Al final, Slade se decidió por un crucero para sus padres como regalo
de aniversario. Él y Cassie habían recogido unas cuantas chucherías, un
portarretratos, un álbum fotográfico y un florero para llevar a la cenar.
Tenía un mes hasta la cena, pero estaba todo reservado y listo, tenía
todo arreglado.
Sentado en su patio, empapándose del sol un sábado por la mañana,
trató de no escuchar a Jessica, Cassie y William mientras hablaban acerca
de las citas en línea. Los niños jugaban alrededor, no le gustaba no estar allí
y ser parte de eso.
Finalmente, después de veinte minutos de solo escuchar pequeños
pedazos de conversación, levantó su cerca y entró a su patio.
—¿Eso no es allanamiento? —le preguntó Jessica. William y Jessica
estaban sentados a cada lado de Cassie mientras ella tenía una laptop
posada en sus rodillas.
—No, él lo llama amistad con acceso —dijo Cassie, sonriéndole.
Demonios. Realmente amaba su sonrisa, y se encontraba a sí mismo
dándole razones para hacerlo.
—¿Qué están haciendo? —les preguntó Slade, moviéndose detrás de
Cassie, para ver un sitio web de citas.
—Jessica dijo que necesitaba conocer nuevas personas, así que
comencé por una página de un sitio web de citas —señaló Cassie.
Era una linda foto tomada cuando ella había estado cultivando en su
pequeño huerto.
A Slade no le gustó la punzada de celos que lo invadió al ver su foto
en un sitio de citas.
—¿Alguien ya te ha contactado? —preguntó.
—Tres chicos. Uno es un contador.
—Aburrido. Esos chicos no hacen nada más que hablar de números,
impuestos y reglas. Siguiente —dijo.
—Un profesor de ciencias…
—No necesitas perderte en productos químicos y mierda. Sigue
adelante.
—Eres un poco pesado, Slade. Esto es serio, y si no vas a tomarlo
enserio, puedes hacer tu camino a la cerca. —Cassie lo miró y fijamente.
—Bien, bien, bien. El siguiente.
Ella hizo unos clics, y luego lo detuvo.
—Un bombero.
No podía decir nada acerca del bombero.
—Creo que tenemos un ganador —dijo Jesica—. Organiza la cita y
que sea cerca para que estés segura, William verá a los niños, y yo puedo
llevarte a tu cita.
—Yo la acompañaré —dijo Slade—. Me quedaré cerca por si el chico
resulta ser un total perdedor y peligroso, él no sabe dónde vive. ¿Puedo
tomar un té helado? —preguntó.
—Seguro, está en el refrigerador. Sabes donde lo mantengo. —Asintió,
y se fue, dirigiéndose hacia el refrigerador para llenar un vaso. Jessica lo
siguió dentro de la cocina, y le sonrió.
—Sabes, Slade, estás actuando todo celoso con Cassie.
—No estoy celoso, solo siendo cauteloso. ¿Sabes cuán peligrosos son
esos sitios en línea?
—Todos sabemos lo peligrosos que son.
Tomó un sorbo de té de limón, y miró a Jessica. Ella tenía los brazos
cruzados, y lo observaba.
—¿Qué? —le preguntó.
—Sabes, si te gusta Cassie, podrías invitarla a una cita.
—Yo no salgo, y Cassie y yo somos amigos. Nada más. —No le gustó
el mal sabor en su boca por decir esas palabras.
—¿Cuánto tiempo ha pasado desde que tuviste una mujer, o saliste
en una cita?
—Estoy tomando un descanso —dijo.
—Sabes, esta casa y tu casa, han visto a muchas parejas solteras
encontrar…
—Romance, lo sé. Escuché los rumores, pero todo es basura. Cassie y
yo somos amigos. Me preocupo por ella, y no quiero verla herida. —Tomó
otro largo trago de su té, y miró por la ventana de la cocina.
Cassie perseguía a los niños. Usaba su traje de baño con un par de
pantalones cortos. Su polla se engrosó mientras veía sus tetas rebotar, y su
interior se retorció mientras veía recoger a una de las niñas y balancearla en
sus brazos. En ese momento, Slade podía verla haciendo eso con sus hijos.
Un anhelo distinto a todo lo que había conocido se despertó en su
interior, y ya no quería ver a otras parejas con sus hijos siendo familias felices.
Lo deseaba él mismo. Lo deseaba tanto que tuvo que agarrarse al
mostrador cuando la realidad empezó a imponerse.
No había estado con otra mujer y se sentía atraído por Cassie, cada
vez más.
Sacudiendo la cabeza, se rehusó a creer que estuviera
enamorándose de ella.
—No —dijo, volviéndose para encontrar que el espacio donde Jessica
estaba parada ahora estaba vacío.
No había manera de que tuviera sentimientos por Cassie. Ellos eran
amigos, y otras personas necesitaban parar de pensar que podían interferir
entre ellos.
Dejando la cocina, tomó asiento en la silla de Cassie. William se sentó
a su lado y por varios segundos ninguno de los dos habló.
—Tienes una maravillosa familia —le dijo Slade.
—Gracias. Cuando Jessica y yo nos dimos cuenta de que estábamos
embarazados a tan temprana edad, tuvimos miedo también.
—¿Tienes solo veinticinco?
—Sí, y tenemos tres hijos. Mis padres son dueños de uno de los negocios
en la ciudad, y he estado trabajando mi camino desde que tenía dieciocho
años —dijo William—. Haría cualquier cosa por mi familia.
Jessica y Cassie estaban corriendo al rededor riendo.
—Sabes Cassie trató de darnos a Jessica y a mi este lugar —comentó
William.
Slade giró hacia él.
—¿Lo hizo?
—Sí, pagó el anticipo y vino a nuestra casa, para entregar las llaves.
Ambos sabíamos lo que este lugar significaba para Cassie. Por mucho que
quisiéramos un lugar más grande, finalmente hemos encontrado un lugar
propio. Estamos en proceso de arreglar todos los trámites. Le dijimos a Cassie
que se quedara con esta.
Todo lo que estaba descubriendo sobre Cassie le demostraba lo
buena mujer que era en realidad.
—¿T ienes que ponerte un vestido? —le preguntó Slade.
Cassie dio un giro y se rio.
—¿Te gusta?
—Creo que te ves hermosa.
—No suenas demasiado feliz sobre esto.
—Lo estoy. Estoy muy feliz por ti.
—Entonces ¿cuál es el problema? —cuestionó, metiendo su cabello
detrás de sus orejas—. Esta es mi primera cita oficial.
—¿Que hay con Chuck?
—Esa fue una cita doble. Así que no es lo mismo. Al menos no lo creo.
Nos reuniremos en un restaurante italiano.
—Lo sé. Tengo todos los detalles, y me quedaré para asegurarme que
todo está bien.
Cassie se movió hacia Slade, y lanzó sus brazos a su cuello.
—Realmente aprecio que seas un increíble amigo. —Se alejó y
cuando iba a moverse, la abrazó fuertemente.
Cerrando sus ojos, trató de ignorar sus reacciones ante su cercanía.
No quería que él se alejara o la dejará sola.
La liberó y no lo miró directamente. No pudo, no en ese momento.
—Si en algún momento no eres feliz, quiero que me lo digas.
—¿Quieres que te dé una especie de código? —preguntó Cassie.
—Sí. —La miró por unos instantes—. Quiero que me saludes. —El
levantó su mano e hizo un saludo.
Ella rio.
—Quieres que haga eso.
—Sí, y después yo iré a tu rescate y te sacaré de allí.
—Eres un buen amigo. —Estaba tan nerviosa—. ¿Estás listo para irnos?
Dudó, y ella esperó.
—Sí, estoy listo. Manos a la obra.
—Estoy tan nerviosa.
—¿Cuál es el nombre del tipo?
—Dijo que es Greg.
—¿Y no le creíste? Sino le crees ahora, no hay oportunidad de que lo
hagas alguna vez.
Cassie se rio.
—No lo sé. Supongo que ahora mismo, me estoy volviendo loca
porque todo lo que veo son todas las horribles historias de lo que otras
mujeres han sufrido. —Además no le gustaba el hecho de que se sentía
culpable.
Ese único abrazo de Slade había causado muchos sentimientos
encontrados en ella.
Reacomodándose el cabello, se lamió los labios, y luego juntó los
dedos. Todo el tiempo estuvo al tanto de Slade sentado a su lado.
Pasaban mucho tiempo juntos. Cuando estaban en el trabajo, a
menudo se le había unido mientras terminaba el crucigrama. Para almorzar
si no estaba fuera, comían juntos. De alguna manera sus compras en el
supermercado también las habían hecho juntos. De hecho, pasaba más
tiempo con Slade que con cualquier otra persona.
Daniel incluso había comentado cómo terminaban las frases del otro.
—Entonces, ummm, ¿alguna mujer especial va a hacer una visita?
—Nop. Ninguna mujer.
No había oído nada de sus sexys aventuras en su patio trasero desde
hacía tiempo. Siempre encontraba una razón para visitarla y se sentaban
durante horas, charlando y riéndose. Incluso la había ayudado a mantener
su huerto.
Encontró un lugar de estacionamiento cerca del restaurante y
caminaron juntos. Llevaba unos tacones modestos y un vestido realmente
ajustado que mostraba sus curvas. Esta había sido una adquisición de lujo
que Jessica la convenció de hacer.
Una vez dentro, le dijo al maître que esperaba a alguien y resultó que
Greg ya estaba allí.
—Estaré en el bar —le dijo Slade.
El maître tomó la iniciativa, y entonces ella se movía hacia el asiento
de la ventana del restaurante, pero todavía cerca del bar. Por el rabillo del
ojo, vio a Slade sentarse y eso la ayudó a relajarse un poco.
—¿Tú eres Cassie Love? —dijo el hombre, sentándose más recto.
—¿Greg?
—Sí, ese soy yo. Tu foto no te hizo justicia. —Le tomó la mano y le dio
un beso en la mejilla. Sacó al maître del camino y empujó su asiento para
ella.
Se sentía un poco incómoda, pero lo había atribuido a toda esta
novedad.
—Lo siento mucho. Estoy tan nerviosa. Si digo algo estúpido, por favor
ignórame —dijo.
—¿Es tu primera cita en línea? —le preguntó Greg.
—Sí, realmente lo es. ¿Se nota?
Se rio.
—Solo un poco, pero eso está más que bien.
—¿Es tu primera vez?
—No. Tú eres mi cuarta.
—Oh, bueno, entonces deberías ser un profesional, y puedes dirigir la
conversación, ¿no? —Sonrió, y esto le hizo reír.
—No me llamaría profesional. La cuarta cita podría significar que soy
realmente malo.
—O tengo mucha suerte. La cuarta vez es la vencida. —Agarró su
vaso de agua y tomó un sorbo.
¿Por qué dejé que Jessica me convenciera?
Estoy tan jodidamente nerviosa.
Estaba tan nerviosa que incluso pensaba en palabrotas. Su corazón
estaba acelerado y al mismo tiempo sentía que traicionaba a Slade. Miró
hacia el bar y lo vio jugando con su celular.
No le estaba prestando mucha atención.
—¿Quieres un poco de vino? —le preguntó Greg.
—No bebo mucho. Creo que decía eso en mi perfil.
—Sí, también decía que trabajabas como recepcionista en la oficina
del alguacil. Eso debe ser emocionante —comentó, inclinándose hacia
adelante.
No sabía qué hacer con sus brazos. ¿Debería cruzarlos, e inclinarse
hacia delante, mostrando interés? Eso pondría sus codos en la mesa, ¿no
sería grosero? ¿Y si cruzaba los brazos? No, eso demostraría que estaba a la
defensiva.
¿Cuáles eran las malditas reglas?
Descansando las manos en su regazo, forzó una sonrisa.
—Yo no lo llamaría emocionante. Es una oficina de un alguacil de
pueblo pequeño. Un par de chicos borrachos, o la ocasional persona, uhm,
de grafiti. El paranoico borracho, eso es todo. ¿Qué hay de ti? Eres bombero.
Eso debe ser realmente aterrador pero gratificante.
Asintió.
—Lo es. En su mayor parte, da miedo. Entrar en edificios en llamas no
es fácil, y cuando pierdes gente, es aún más difícil.
—Me lo puedo imaginar. Nunca podría hacer un trabajo como el tuyo.
Hubo un tema del que Greg estaba más que feliz de hablar, y se sentó
escuchándolo. Habló de algunas de las personas que había salvado, y le
mostró algunas fotos de gatos que había rescatado. También había un
perro, un conejo y un conejillo de indias.
Disfrutaron su comida. Ella tenía algún tipo de plato de pasta, ni
siquiera recordaba el nombre, mientras él comía un filete grande. Al final de
la comida, estaba lista para irse a casa, y sabía que no había manera de
una segunda cita. Había sido divertido, pero no había chispa.
—¿Necesitas que te llame un taxi? —le preguntó Greg.
—No, no, mi amigo está aquí, esperando para llevarme a casa. —Se
pararon de la mesa y sonrieron—. Esto fue divertido.
—¿Divertido pero no otra vez?
—Yo…
—No te preocupes por eso. No teníamos esa chispa realmente. —
Asintió hacia ella, y se fue.
Fue un final extraño para una de las experiencias más incómodas de
su vida. Se sentó junto a Slade y se pidió un trago de whisky.
—¿Se ha ido? —preguntó Slade—. ¿Qué le dijiste?
—Que eres mi chulo y si no se iba, le vas a dar una paliza.
Slade se rio.
—¿Qué has dicho realmente?
—Que fue divertido, pero no volvería a pasar, adiós.
—¿En serio?
—Prácticamente. Fue tan incómodo, y no sabía de qué hablar con él.
Nos leíamos los perfiles del otro, y todo parecía tan frío. Era tan raro que ni
siquiera sabía lo que comía. —Agitó la cabeza—. Nunca más. No voy a
hacer las citas en línea. Jessica también mencionó las citas rápidas. No
sucederá. Esto ha sido un verdadero abridor de ojos.
Agradeció al camarero y dejó caer el líquido picante.
—¿Lista para ir a casa?
—Síp. Desde luego que sí.
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—Si les estás dando comida para ayudarlos a sobrevivir, ¿por qué
estamos ayudando? —preguntó Slade.
—Hicimos un trato y vas a cumplir tu parte, y yo cumpliré la mía. —
Cassie colocó la caja en el suelo dentro de la nueva casa de Jessica y
William. Era grande y los niños ya estaban en algún lado, gritando y riendo.
Slade colocó su caja en el suelo y tomó a su mujer en sus brazos.
Agarrando las mejillas de su culo, acarició su cuello.
—No queremos que uno de los niños mire.
—¿Vale la pena arriesgarse? —preguntó.
Ella se rio entre dientes.
—Te pedí ayuda y me dijiste que me costaría anal. —Ella se apartó, y
acunó sus mejillas. Presionó un beso en sus labios—. Pensé que era un buen
premio.
Lo besó de nuevo y luego se fue.
Slade observó su trasero en los pantalones cortos hasta la rodilla que
llevaba. Quería llevarla a su casa y hacer las paces con ella, pero había
aceptado ayudar a sus amigos a mudarse. No quería cargar mierda, pero
estaba encontrando que su vida era mucho más divertida estando con
Cassie.
—Realmente aprecio que nos hayas ayudado —dijo Jessica—. Nos ha
llevado mucho tiempo encontrar este lugar.
—Siempre estoy feliz de ayudar. —Se giró para dejar la habitación,
pero las siguientes palabras de Jessica hicieron que se detuviera.
—¿Estás jugando con ella?
Se volvió hacia Jessica, sorprendido por su arrebato.
—No estoy jugando con ella. —Ni siquiera iba a fingir que no sabía de
lo que hablaba.
Se echó a reír.
—William me dijo que me mantuviera fuera de esto. Cassie puede vivir
su vida de la manera que ella quiera y tengo que aceptar eso. Ella es mi
mejor amiga. La vi lastimada por ese hijo de puta y no quiero verla
enamorarse de ti.
—No voy a lastimarla.
—Crees que no vas a hacerlo y eso en sí mismo me dice que eres un
jodido idiota. —Jessica puso sus manos en sus caderas—. ¿Te das cuenta de
que eres el único tipo con el que ha estado desde Andrew? ¿Desde que
tenía dieciocho años? No ha habido nadie más en su vida. Ambos están
actuando como si esto fuera algo divertido. Que seguirán adelante y
seguirán siendo amigo, pero no lo serán. ¿Qué pasa cuando ella encuentre
a alguien más? ¿Qué pasa si te aburres? ¿Qué pasa si ya están enamorados
el uno del otro y están fingiendo que no es el caso?
Solo la idea de que Cassie estuviera con alguien más hizo que su
estómago se torciera. Nadie más se la merecía.
—No lo sé. —No había palabras que él pudiera dar, ya que no sabía
la respuesta a eso.
—Odio esto. Es como que puedo ver que esto va de dos maneras
diferentes —dijo Jessica.
—¿De qué maneras lo ves? —Era la amiga de Cassie y él le estaba
dando el respeto para expresar su opinión.
—O ustedes se enamorarán y vivirán una vida feliz.
—¿O?
—O van a romperse los corazones mutuamente. Sé que si esto se
arruina, Cassie nunca volverá a ser la misma.
El silencio cayó entre ellos. Slade no dijo nada especialmente cuando
Cassie y William entraron en ese momento.
Sonrió y fingió que Jessica no solo le había hecho pensar en toda la
mierda que había estado tratando de evitar.
No había forma de que pudiera pensar o incluso tratar con que Cassie
estuviera con alguien más, o que se enamorara de otra persona. Ella había
cancelado y eliminado su foto de dos sitios de citas, y nunca volvió con
Greg. Él sabía, en el fondo, que por muy divertido que lo estuvieran pasando,
no sería algo para siempre. Cassie era una buena mujer y se merecía a
alguien que la amara.
Lo que no podía hacer era dejarla ir.
No quería.
Por una vez, tampoco quería compartirla. Nunca había tenido estos
instintos posesivos y protectores para nadie más, sin embargo, con Cassie,
estaban fuera con toda su fuerza.
—¿Estás bien? —le preguntó Cassie un par de horas más tarde.
Había estado trabajando un poco en la bruma, siguiendo a William y
Jessica señalando hacia donde querían que se metieran las cajas y
simplemente resolviendo sus propios pensamientos.
—Sí, estoy bien. ¿Por qué?
—Es solo que estás... actuando extraño. ¿Jessica te ha dicho algo?
—¿Eres feliz? —preguntó.
—¿Qué? Sí, por supuesto. ¿Por qué no lo sería?
—Lo siento, simplemente no estoy en el lugar correcto en este
momento. Todo está bien. No te preocupes por eso.
Ella atrapó su muñeca, impidiéndole irse.
—Jessica dijo algo, ¿verdad?
—No es nada, y no, ella no lo hizo. —Mintió con facilidad—. Hagamos
todo esto para que podamos ir a comer.
—Está bien.
Salió de la habitación y se concentró en descargar la camioneta.
Cuando todas las cajas se distribuyeron alrededor de la casa, se despidieron
de la feliz familia y evitó la mirada de Jessica. No le gustaba la mierda que
había estado diciendo y sobre todo porque golpeó tan cerca de casa en
él.
Llegando al bar, aparcó.
—¿No estoy cocinando? —preguntó Cassie.
—No esta noche. Bistec, papas y un poco de baile están a la orden.
Vamos. —Salió de su camioneta y se dirigió hacia Cassie para ayudarla a
salir.
—Estás de un humor realmente extraño. —Se sentaron en la parte
posterior de la pista de baile. Asintió a Bethany, quien lo saludó con la mano.
—Lo siento.
—Jessica dijo algo, ¿verdad? —preguntó Cassie—. Ella ya me ha dado
todo el discurso de vas a estar triste o a salir lastimada. Solo está cuidando
de mí. No lo pensaría demasiado.
—Ella es tu amiga, Cassie. Por supuesto, cuidará de ti. Yo sol... ella dijo
algunas cosas y me hizo pensar.
—¿Quieres terminarlo?
Slade se echó hacia atrás y miró a Cassie. Su cara era ilegible. No
sabía lo que estaba pensando o sintiendo.
—No, yo no. ¿Tú sí?
Cassie no pudo responder porque llegaron a tomar su orden.
—No, no lo hago —dijo Cassie, al momento en que tuvieron su
privacidad—. No tienes que empezar a enloquecer. Sé que esto no es una
especie de amor, o un felices por siempre. No tengo intención de pronunciar
palabras de amor para ti, Slade.
¿Qué pasa si es lo que quiero?
—No he estado en una relación real por algún tiempo. No quería
terminar como mis padres. Odiándose mutuamente y luego causar un dolor
de corazón para alejarse el uno del otro.
—Slade, no soy así.
—Solo has estado con Andrew. ¿Cómo sabes si te estás enamorando
de mí? —la cuestionó.
Ella suspiró.
—¿Vamos a hacer esto ahora? ¿Quieres follarte a una de las mujeres
de ahí, Salde? ¿Ya estás aburrido?
—¡Joder no!
—Entonces ¿cuál es tu problema? No estoy aburrida. No te he dicho
que te amo, y estás actuando como si te hubiera dicho que estoy
embarazada. No escuches todo lo que dice Jessica, ¿bien? Es mi amiga.
Tiene permitido hacer toda la cosa de preocupación y amenaza. No me
culpes de eso. —Se puso de pie, y esta vez él atrapó su cintura.
—¿A dónde vas? —preguntó.
—Voy a ir a bailar con alguien, y no tienes que ser tú. Si quieres ser un
idiota, puedes sentarte aquí, y serlo.
Ella irrumpió en la pista de baile, solo que con un Slade enojado.
Estaba actuando como un imbécil, y por eso, no pudo evitar reaccionar a
él. Parecía que quería meterse bajo su piel y volverla loca.
Slade no sabía que estaba mal con él. Empujar a Cassie no era lo que
quería hacer. Corriendo los dedos por su cabello, se forzó a observarla
mientras era arrastrada a los brazos de otro hombre.
Las manos de Slade se apretaron en puños mientras los celos corrían
por él, y luego se tomó su tiempo para observarla. Cassie no se veía libre en
su baile. Mantenía al tipo a un brazo de distancia, y no había sacudida de
sus caderas, o nada.
Solo estaba bailando con una persona. No había conexión.
Deja de ser un maldito idiota, y ve y consíguela.
No necesitaba que se lo dijeran dos veces. Cruzando la pista de baile,
envolvió su brazo en su cintura, y la arrastró hacia él.
—Lo siento, hombre, pero esta mujer me pertenece —dijo Slade.
El tipo levantó sus manos.
—Sin problema.
Cassie envolvió sus manos alrededor de su cuello, pero sin moverse. Su
espalda estaba presionada a su parte delantera y él mantuvo su mano en
su estómago.
—¿Terminaste de ser un estúpido? —le preguntó.
—Sí.
—¿Aun seguiremos follando?
—Diablos sí.
Slade mordisqueó su cuello, oliendo su esencia.
Te estás enamorando de ella.
Ella es tuya para tomar.
Tómala.
Slade ignoró todos esos pensamientos suyos, terminaron de bailar, y
después hicieron su camino de regreso a su mesa, justo a tiempo para
comer.
E
ntrando a la casa de Slade, Cassie se rio. Las pocas cervezas que
había bebido con el filete y papas fueron suficiente para darle
un poco de zumbido. Lo que tampoco ayudaba eran las manos
de Slade sobre todo su cuerpo mientras la provocaba. Estaba en llamas, y
todo era su culpa.
Ni siquiera encendió la luz. La presionó contra la pared tan pronto
como la puerta estuvo cerrada, su boca en la de ella mientas tomaba
posesión de sus labios.
Slade capturó sus manos, presionándolas sobre su cabeza, y se
entregó a él, sin oponer resistencia.
—Eres tan jodidamente hermosa. Todo el día y toda la noche he
querido inclinarte, y follarte tan malditamente duro.
Juntó sus muslos, gimiendo mientras lo hacía. Los pantalones cortos
que usaba parecían presionar contra su clítoris así que cuando cerraba sus
piernas, creaba un pequeño pulso agradable que la hacía doler por más.
El muslo de Slade se movió entre sus piernas, y ella jadeó mientras
frotaba justo en el lugar correcto para hacerla querer más.
—¿Quieres mi polla, nena?
—Pensé que acordamos que iba a ser en mi culo. —Agarró su culo,
tirándolo más cerca.
Se sentía tan bien.
Ella lo quería.
—Tenemos demasiada ropa puesta.
—Tienes razón en eso. Necesitamos desnudarnos. —Slade alcanzó su
blusa, y en un tirón, la tuvo partida en dos. La empujó por sus brazos y la dejó
caer al suelo.
—Me gustaba esa camisa —dijo ella.
—La usas para la jardinería. Es una fea, fea camisa.
Ella se rio. Agarrando su camisa, no tuvo la fuerza para rasgarla, y él
ayudó mientras la arrancaba de su cuerpo.
Corriendo sus manos por su pecho musculoso, agarró sus caderas,
moliendo su coño en su muslo.
—¿Tu coño necesita un poco de atención?
—Sí. Estoy tan mojada.
Le acunó él coño a través de la mezclilla, pero no era suficiente.
En segundos ambos estaban luchando para desnudarse, y solo
cuando lo estuvieron, ella se lanzó de vuelta a sus brazos.
Slade la presionó contra la pared, sus manos ahuecando sus tetas,
rudamente. Pellizcó un pecho, y luego el otro, antes de darle a cada curva
una ligera palmada.
—¡Mía!
Reclamó sus labios, su mano moviéndose arriba alrededor de su
cuello. Su pulgar levantó su barbilla así no tenía más opción que tomar el
beso que estaba dándole. Su dominancia la encendió incluso más.
La sensación de sus dedos en su cuello la hizo jadear, y ella cerró los
ojos, disfrutando de su toque. La forma en que la sostenía, sentía en ese
momento como si perteneciera a él. Era embriagador, asombroso, y oh tan
malditamente bueno. El agarre en sus manos se apretó, y abrió sus ojos, para
mirarlo.
—No me gustó que alguien más te tocara.
—La próxima vez, no me dejes bailar con nadie más. —Se inclinó más
cerca, y ssonri—. ¿Qué vas a hacer, Slade?
Sus manos la liberaron, y antes de que supiera lo que estaba pasando,
sostuvo sus caderas, la levantó, y la sumergió duro en su polla. La tenía
metida entre la pared, y su cuerpo.
Ambos jadearon mientras llenaba su coño. Ella envolvió los brazos en
su cuello, gimiendo mientras le tomó unos pocos minutos acostumbrarse a
su dura polla.
—No me puse un jodido condón. No podía esperar —dijo Slade.
—Estoy... estoy con la píldora. Estoy limpia.
—No espero que me creas, pero yo también estoy limpio.
Ella se rio.
—Por supuesto que te creo. Pules tus botas.
—¿Qué tiene eso que ver con nada?
—Te tomas tu tiempo con tu apariencia, y aunque piensas que mi
limpieza es graciosa, tu lugar siempre está impecable. Me imaginé que eras
un fanático de la salud en todas las cosas.
La sonrisa en su rostro era malvada.
—¿Sabes lo que eso significa?
—Nop. Soy inocente, oficial. Nunca he sido traviesa en toda mi vida.
—Si ya no tengo que usar un condón, puedo llenarte con mi semen —
dijo.
Ella sabía que le gustaba ver su reclamación sobre su piel. Era una
persona muy física, y entre más sucio, mejor para él.
A Cassie no le importaba. Le encantaba su mente sucia,
especialmente dado que siempre era beneficiada por ella. Cuando se
ponía sucio, ella obtenía placer, ¿y qué mujer en su sano juicio se quejaría
de eso?
Slade bombeaba en su interior, y Cassie miró hacia abajo, queriendo
ver su polla dentro de ella.
Estaba demasiado oscuro, y él gimió.
—Arriba, a la habitación. Quiero lo que me prometiste. —Salió, y ella
se apresuró adelante. Slade le dio una pequeña bofetada a su culo,
haciéndola gritar.
Corriendo a su habitación, saltó en la cama, extendiendo sus muslos.
Había descubierto que cuando la atrapada jugando con su coño, siempre
funcionaba en volverlo salvaje, y lo quería salvaje. Lo quería en el punto de
no retorno.
Cuando había pedido su ayuda en mudar a sus amigos, no sabía qué
querría a cambio. Ante la mención de anal, su primer instinto había sido
decirle que se fuera a la mierda. La cosa era... había leído un montón de
libros eróticos, y hablaban con detalles del anal.
Estaba... curiosa sobre eso.
No había nadie más con quien alguna vez se sentiría más cómoda.
Cassie sonrió incluso mientras llenaba su coño con dos de sus dedos
antes de sacarlos para provocar su clítoris. El recuerdo de su rostro
sorprendido se quedaría con ella por un largo tiempo.
Slade se paró en la puerta, y ella deslizó sus dedos sobre su clítoris,
viéndolo, esperando a que reaccionara.
—Sabes lo que estás haciéndome, ¿no es así?
—Se siente tan bien, Slade.
—Muéstrame qué tan húmeda estás.
Sostuvo sus dedos en alto, y se movió hacia ella, atrapando su
muñeca, y chupó sus dedos, probando su coño.
—¿Quieres que reclame mi deuda? —preguntó.
—Sí.
—Entonces ponte de rodillas, y muéstrame ese culo que ahora me
pertenece.
Ella se movió a sus rodillas y se inclinó hacia adelante.
—Extiende tus mejillas ampliamente. Quiero verte.
Cassie hizo lo que pidió, y cerró sus ojos. Le acarició el culo, y ella dejó
salir un pequeño jadeo. Su toque la trajo a la vida.
Sus dedos se movieron por el centro de su culo, corriendo por su ano
y hacia abajo.
Cerró sus ojos, disfrutando de la sensación inusual.
Estaba nerviosa, pero confiaba en Slade.
Los sonidos de un cajón abriéndose y cerrándose llenaron el aire,
haciendo eco en las paredes. Su emoción estaba construyéndose con
cada segundo.
—Sabes, tienes el culo más agradable que he visto alguna vez. Es tan
redondo, tan jugoso, y he querido follarlo por tanto tiempo como puedo
recordar.
Ella giró su cabeza.
—No hablas en serio.
—Lo hago. No me malinterpretes, quería tus tetas primero. Te vi
agachada, y esas bellezas casi se salían de la blusa que estabas usando.
Pensé que había muerto e ido al cielo. Una mujer con un par de tetas
perfectas, y un agradable trasero jugoso. Mi suerte no conoce límites.
Imagina mi sorpresa de saber que no te gustaba demasiado.
—No te conocía. Pensé que eras como los otros hombres que he
conocido.
—Nunca me pongas en la misma categoría que Andrew. Ese chico es
un idiota por lo que hizo, y escuché que está mudándose de vuelta a la
ciudad. ¿Lo quieres en tu vida?
—Infiernos, no. Sigue hablando de él, y preferiría encender las noticias
que escuchar más cosas sobre él. —Iba a apartarse, pero la atrapó antes
de que lo hiciera—. SI no lo supiera mejor, Slade, pensaría que estás celoso.
No respondió su pregunta, y ella jadeó cuando presionó el lubricante
frío contra su ano.
Sus dedos comenzaron a trabajar el lubricante contra su culo,
trabajando en círculos, y luego comenzó a presionar hacia adelante.
—Tu culo es tan apretado —comentó—. Voy a ser el único hombre
que llene esto.
Ella se emocionó por sus palabras, y había notado toda la noche que
se había estado refiriendo a ella como si le perteneciera.
Cassie pensó que sus palabras de posesión la habrían molestado. La
estaban excitando. Ella quería escucharlas, las amaba.
Agarró las sábanas debajo de ella con fuerza mientras él empujaba
un dedo en su trasero. No se detuvo hasta que estuvo bajo los nudillos.
—¿Quieres que me detenga? —le preguntó, su voz suave.
—No. —Era doloroso pero también... extrañamente agradable. No
sabía si quería alejarlo, o pedirle más.
Comenzó a bombear ese dedo en su culo, tomándose su tiempo,
trabajando dentro y fuera, y luego otra vez.
Cassie contuvo la respiración mientras le introducía un segundo dedo.
Esta vez, comenzó a estirar su culo.
—Necesito prepararte para meter mi polla. A este paso, nunca
encajaré. —Trabajó en su trasero, estirándola mientras lo hacía.
Algunas sensaciones eran incómodas, y otras le encantaron. Había
cierta tensión allí, pero cuando jugaba con su coño, el placer se hacía
cargo. Los pequeños mordiscos de dolor lo valieron.
—Voy a usar un condón, bebé. —Pasaron los segundos mientras ella
se lo imaginaba enfundándose. Esto era, ella iba a conseguir su culo follado.
Slade presionó contra su culo, y ella jadeó cuando comenzó a llenarla
lentamente. Había leído tanto que empujó hacía atrás sin que él se lo
ordenara mientras empezaba a hundirse dentro de ella.
Cuando un par de centímetros de su pene estuvo dentro, la agarró
por las caderas y lentamente llenó su culo hasta que tuvo toda lq polla en
su interior.
Slade se mantuvo quieto, dándole la oportunidad de acostumbrarse
a su pene.
—¿Estás bien, cariño?
—Sí. Es grande.
Él se rio entre dientes, lo que hizo que su polla presionara, haciéndola
gemir.
Lentamente, la sacó de modo que solo la cabeza estaba dentro, y
luego la llenó de nuevo. Sus embestidas fueron lentas, y cuando ella le pidió
que se detuviera, que esperara, lo hizo. Slade se tomó su tiempo, sacando
su propio placer de ella antes de continuar.
La llevó al orgasmo antes de que encontrara el suyo, llenando el
condón. La estrechez de su culo la hizo sentir cada pulsación de su polla
cuando llegó.
No había forma de que ella pudiera hacer esto con nadie más. Esto
era algo que solo podía sentir por alguien que le importaba, o incluso peor,
a quien amara.
¿Amaba a Slade?
***
Querida Cassie,
Quise abrirme y decirte querida hija, pero no sé cómo tomarías eso.
No he visto ni escuchado de ti desde que eras una niña pequeña. Eso es
completamente mi culpa. En los últimos años he llegado a ver que mis
acciones cuando eras más joven, no fueron las de una madre, sino las de
una mujer que era egoísta, que buscaba atención y era una prostituta. Tu
padre era un buen hombre, y no sé cómo resultó. No he tenido noticias de
Bill después del primer año de llamadas telefónicas en las que me suplicaba
que volviera a casa.
Me fui porque sabía que nunca saldría de ese tráiler con él. Tenía
ambiciones, y él y una hija no eran parte de eso. Durante los primeros años,
no me importó. Estaba viviendo la gran vida. Yo era la amante, no la esposa.
Cuando iba a ciertas funciones, las mujeres me odiaban, las esposas en su
mayoría. Algunos de los hombres me adoraban, y no me veían como lo que
realmente era. Era una destructora de hogares, una perra, y lo más
importante, una puta. En mi mente, no tomaba dinero de los hombres con
los que estaba. Por supuesto, siendo una amante, es todo lo que haces.
Estaba equivocada, y no me di cuenta de mi error hasta mucho después.
Cuando me di cuenta de lo que había perdido, ya era demasiado
tarde. Eras toda una adulta, y tenía miedo de ir a visitarte, Cassie. Sé que
debería hacerlo, y enviar esta carta es solo un acto de egoísmo aún mayor.
Si rompes esto y no me buscas, lo entiendo. Sé en el fondo de mi corazón
que no valgo tu tiempo.
Me estoy muriendo, y parece que solo vales algo para alguien
cuando estás vivo y puedes separar las piernas. Eso es algo muy frío para
decir, ¿verdad? Bueno, me han enseñado una dura lección en la vida.
Pensé que ser una amante era el mejor de todos los mundos. Tenía un
hombre cuando pensaba que lo quería. Ropa, un departamento, todo lo
que podía hacer. Ni siquiera tuve que trabajar un día en mi vida. La realidad
es que estaba a su disposición cuando lo consideraba necesario. Desearía
poder decir que fui inteligente y me di cuenta de eso por mi cuenta, pero
eso no es cierto. Es mentira.
Él está pagando por mi cuidado. No viene de visita, y lo último que
escuché es que ya se había movido a una nueva amante. Una joven de
unos veintitantos años con la misma vida que yo tenía delante de mí. Si
tuviera la fuerza, le advertiría lo frío y solitario que es. Solía fingir que era mejor
así. Que no tenía que preocuparme por nadie. La verdad es que, a menos
que él me quisiera, siempre estaba sola. Nadie quería ser amiga de una
mujer como yo. Cometí ese error. La enfermera me preguntó si tenía algún
remordimiento. Tengo tantos, pero el más grande fue alejarme de ti. Yo era
una madre horrible y una esposa desagradable. Bill merecía algo mejor.
Luego estás tú, mí querida hija. Lo siento por todo lo que te hice pasar.
Sé que no puedo y no debo pedir tu perdón, pero nunca he hecho lo
correcto.
Te amo, y espero que encuentres una vida maravillosa, con felicidad
y un hombre que te quiera por completo. Quien no quiera dormir en otra
habitación porque echa de menos tu cercanía, tu calor, tu fuego. Espero
que tengas a alguien en tu vida que te ame hasta tu último aliento, y seguirá
tomando tu mano, porque no soporta estar solo.
Tu madre,
Trixie
Cuando Slade bajó la carta, sus ojos estaban llenos de putas lágrimas.
Era un hombre adulto y una mierda así no debería afectarlo. Trixie, la madre
de Cassie, había jodido con los sentimientos de su hija, y él no iba a hacerle
daño así. Iba a romper la carta, pero no pudo hacerlo. Bajó la vista a la
última parte de nuevo.
Quien no quiera dormir en otra habitación porque echa de menos tu
cercanía, tu calor, tu fuego. Espero que tengas a alguien en tu vida que te
ame hasta tu último aliento, y seguirá tomando tu mano, porque no soporta
estar solo.
Había pasado mucho tiempo desde la última vez que se había ido y
dormía solo. Incluso cuando su periodo había llegado, y ella había dicho
que estaba bien si quería irse a casa, se había quedado, acurrucado contra
ella y le había frotado el estómago hasta que se sintió mejor. Slade no quería
vivir la vida sin Cassie en ella.
En las últimas semanas, se había encontrado anhelando la compañía
de Cassie, y a menudo iba a buscarla. Sabía cómo tomaba su café, e
incluso algo de la comida que le gustaba.
Ella era parte de su vida y nunca quería dejarla ir.
La única pregunta ahora era ¿qué demonios iba a hacer?
A
Cassie no le gustaba el silencio en el auto. Iban hacia el
restaurante donde sus padres los estaban esperando. Los
pocos regalos que habían comprado ya estaban envueltos y
en la parte trasera del vehículo. En su bolso estaban los detalles del crucero.
—Estás muy callado hoy —dijo.
Slade había estado muy callado los últimos días, incluso en el trabajo,
lo cual era extraño. Habían pasado la mayor parte del tiempo viendo
televisión, y ni siquiera habían tenido relaciones sexuales.
—Lo siento. Tengo muchas cosas en la mente últimamente. Ojalá no
fuéramos a esta maldita y estúpida farsa. Lo siento. —Tomó su mano y
presionó un beso en sus nudillos.
—Está bien. Sé que estás bajo mucha presión en el trabajo.
A los Anderson no les gustó que Slade les pusiera una multa por
alteración del orden público por el ruido. No solo eso, también había pedido
que llamaran al regulador de construcción. Cuando fue al sitio, y nadie
podía proporcionarle uno, o al encargado, Slade se había enojado.
Supuso que eso tenía más que ver con el regreso de Andrew a la
ciudad. El hombre que había hecho su vida una miseria en su último año de
secundaria había regresado. Lo había visto un día que salía del restaurante.
Él había estado paseando por la calle, y al principio Cassie se había
escondido detrás de un letrero, pero luego, se rio y salió con la cabeza en
alto. Ya no era una niña tímida. Había estado tan feliz con la forma en que
había reaccionado, había vuelto a casa para ver a Ray, y a la anciana
Mary, para contarles. Por supuesto, habían comido un pastel de coco con
ella, por si acaso. Jamás le gustaba ir al parque de remolques con las manos
vacías. Ray y Mary habían estado felices por ella, y les había contado todo
sobre Slade.
Un par de veces en los últimos años había ofrecido ayudarles a
encontrarles un lugar fuera de allí, pero ninguno lo haría. Era su hogar, y no
guardaban rencor contra ella por irse. Dijeron que nunca fue su hogar.
—¿Alguna vez piensas en tu madre? —le preguntó Slade.
—¿Mi madre?
—Sí. Lo siento, es una pregunta extraña. Lo sé. Es solo que tenía
curiosidad.
—No. No pienso en ella para ser honesta. Nunca fue una mujer
agradable. ¿Por qué?
—Sin razón. ¿Alguna vez quisiste ser madre, tener una familia, muchos
hijos? —preguntó Slade.
—Sí, de hecho, lo hacía. —Comenzó a reír—. Probablemente sea una
locura ahora, pero quería ser el tipo de madre que llevaba un delantal, y
horneaba pasteles dulces para mis hijos cuando se sentían miserables. El tipo
de mujer que cuando se acercaba a otro padre, sabían que iban a recibir
mi ira. Quería ser el tipo de madre que sus hijos sabían que estaban bien
cuidados y que eran amados.
Ella no se molestó en preguntarle qué quería. Slade le había dicho
muchas veces que su futuro se basaba en follar y divertirse. Había
demasiadas mujeres para que él se estableciera con una.
Su pregunta la hizo detenerse. ¿Quería terminar con lo que tenían?
Sabía que sucedería un día, y probablemente pronto. Se movía de una
mujer a la siguiente, sin mirar atrás. Su tiempo juntos había sido a contra reloj.
—¿Quieres que lo acabemos?
Se obligó a mirarlo y hacer la pregunta. Por fuera, esperaba que
pareciera tranquila, reservada y lista para lo que fuera que iba a decir. Por
dentro, estaba llorando. Su corazón se estaba rompiendo, y odiaba el
hecho de que había llegado a amar a este hombre a su lado. Slade no era
el tipo de hombre que quería como marido. O al menos, no lo era cuando
empezaron esto.
Maldición. Se había prometido que no se iba a enamorar de él, y
ahora las advertencias de Jessica atravesaban su cabeza, burlándose de
ella, porque la verdad era que se había enamorado profundamente de
Slade. Le encantaba cómo roncaba, lo cual él no sabía. Era muy lindo, y
solo lo hacía cuando estaba agotado.
Incluso cuando dejaba la tapa del inodoro arriba, lo adoraba. No
ponía la tapa en la pasta de dientes, y a menudo no volvía a poner el
teléfono en el soporte. Bebía leche directamente de la caja, y odiaba eso.
Pero ella lo amaba, y ahora iba a dejarla rota.
Apretó los dientes, tratando de mantener el nudo en la garganta.
Trató de concentrarse en otras cosas, pero no podía.
—¿Qué? No. ¿Quieres terminarlo? Porque pensé que las cosas iban
realmente bien —dijo.
Wow, eso no le dio un impulso de confianza en absoluto.
Ella solo asintió, y luego miró por la ventana.
Golpeando sus dedos en su muslo, Cassie se preguntó qué demonios
iba a hacer. Vivía justo al lado de Slade. Tenía una mala reputación, y en
este momento, no creía que alguna vez fuera capaz de verlo enamorarse
de otra persona.
—¿Algo te molesta? —preguntó Slade.
—No. Está bien. Estoy nerviosa. Esta es la primera vez que veo a tus
padres. ¿Por qué preguntaste por mi mamá?
—Sin razón. Solo conversando.
Algo se sentía mal, y no le gustaba. Había una incomodidad entre
ellos. Dejó escapar un suspiro. Cuando llegó a su límite, no tuvo tiempo de
hacerle más preguntas, ya que finalmente habían llegado al restaurante.
Su automóvil fue tomado, y Slade le ofreció su brazo.
El restaurante era realmente lujoso, y estaba contenta de haber
hecho el esfuerzo extra con el maquillaje y el vestido de cóctel.
—Te ves hermosa —dijo, presionando un beso en su cabeza.
Esta era una de las cosas que amaba de él. Anticipaba todas sus
necesidades, y en este momento, la estaba volviendo loca. ¿Sabía que ella
sentía algo por él? ¿Era por eso por lo que había estado distante?
Dijo que no quería terminar las cosas, pero ¿por cuánto tiempo?
¡Mierda! Ella no quería estar en este lugar, y lo odiaba más que
cualquier otra cosa.
Forzó una sonrisa en sus labios cuando Slade le presentó a sus padres.
Su madre era hermosa. Tenía el cabello largo y negro, y ojos grises que
brillaban. Cassie vio lo hermosa que era, y se sorprendió por lo que Slade le
había dicho.
Su padre lucía exactamente como Slade.
—Esta es la primera vez. Por lo general, nuestro hijo nunca trae a sus
mujeres aquí —dijo su padre.
De acuerdo, ahora estaba aún más conmocionada.
—Hank, no —dijo su madre—. Perdona a mi esposo. Sus modales no
son lo que se supone que deberían ser.
—No quise decir nada con eso. Joanne tiene razón. Tengo una
tendencia a meter la pata.
—Síp, tu boca no es lo único que te mete en problemas.
Esto se estaba volviendo aún más incómodo.
Slade le tendió la silla y ella le dio las gracias. El camarero trajo algunos
menús mientras Slade led pasaba la bolsa de regalos.
—Esto es parte de su regalo de aniversario —dijo.
—Y aquí está la otra mitad —dijo Cassie, entregándosela a Slade.
Joanne, su madre, se la quitó.
Cassie estaba nerviosa mientras Hank seguía mirándola, y luego a
Slade.
—¿Tienes algo que decirnos, hijo? —cuestionó Hank.
—No tengo nada que decir, ¿por qué?
La hostilidad fue una sorpresa. Cassie juntó sus dedos, y esperó que la
comida pasara sin ningún problema.
—Oh, mira, Hank, nos está enviando a un crucero.
—Debes mantenerlo a tu lado todo el tiempo, mamá.
—No otra vez.
Cassie permaneció sentada mientras Hank se inclinaba hacia
delante, y veía lo molesta que estaba Joanne.
—¿Cuál es tu problema? —preguntó Hank.
—Tú eres mi problema, y toda esta mierda que fingen. No la amas.
Nunca lo hiciste. En lugar de dejarla vivir su propia vida y encontrar algo de
felicidad, haces que se quede de alguna manera.
—Hoy no —dijo Joanne—. Iré al baño, y cuando regrese, será mejor
que hayan resuelto cualquier problema que estén teniendo.
Cassie vio a Joanne irse, e inventó una excusa, siguiendo a la otra
mujer al baño.
—Lamento mucho que tengas que ver eso —dijo Joanne—. Yo…
siempre ha sido tenso entre esos dos.
—Slade me dijo que Hank te engañó.
Joanne se rio.
—Siempre tuvo un problema con Hank. Entonces dime, ¿cuánto
tiempo has estado enamorada de mi hijo?
Cassie la miró y supo que no podía mentirle.
—Desde que logré conocerlo. Al principio, no me agradaba, y nunca
nos entendíamos. Cuando me mostró su lado real, ¿quién podría evitar
enamorarse de él?
Joanne sonrió.
—Esa es la mejor respuesta que podría haber esperado.
***
C
assie permanecía de pie fuera de la habitación del hospital
donde su madre estaba siendo tratada. El cáncer terminal la
había atrapado, y según la enfermera, tenía menos de un mes
de vida.
Le había pedido a Slade que esperara fuera del auto. Este no iba a
ser un viaje que tardara mucho. Cuando le hubo mostrado las cartas el día
después de confesarle su amor, Cassie había luchado contra la decisión de
venir aquí.
Al principio, le había dicho a su madre que podría pudrirse después
de todo lo que había hecho. Ahora, no quería irse sin conseguir un cierre por
su cuenta. La carta había respondido muchas preguntas, pero necesitaba
ver a su madre por sí misma.
Al entrar en la habitación, la cama estaba vacía, pero la silla al lado
de la ventana tenía a una mujer que no se parecía en nada a lo que Cassie
recordaba de ella.
El cabello había desaparecido, y usaba una pañoleta sobre la
cabeza. Se veía frágil, vieja y… solitaria.
Trixie se volvió hacia ella, y hubo ese momento en el que Cassie vio
que su madre la reconoció.
—Cassie —dijo.
Incluso su voz sonaba débil.
Durante mucho tiempo Cassie contempló a la mujer que había
odiado la mayor parte de su vida. Incluso después de leer la carta que le
había enviado a su padre, no había sentido pena por la mujer. Su madre
había escrito cuán apenada estaba por ser una esposa de mierda y que
esperaba que hubiera encontrado a la mujer perfecta, y que viviera una
vida maravillosa.
Tomando asiento frente a su madre, Cassie miró fijamente a la mujer
que sentía que le había arruinado la vida.
—Estoy tan contenta de que vinieras.
—Yo no creo estarlo —le respondió—. De hecho, desearía no haber
venido. —Cassie negó con la cabeza, incluso mientras las lágrimas llegaban
a sus ojos—. ¿Todo esto valió la pena? Estás sola, y no sabes nada.
Las lágrimas cayeron del rostro de Trixie.
—No, esto no valió la pena.
—Sin embargo, solo lo lamentaste porque te diste cuenta de cuán sola
estás. —Cassie se rio y negó con la cabeza, las lágrimas bajando por su
rostro. Se sentía triste por la mujer sentada frente a ella, pero eso no la hacía
sentir mejor. No había grandes revelaciones.
—¿Dónde está Bill? —preguntó Trixie—. Pensé… que había venido
contigo.
—Está muerto. Ha estado muerto por casi seis años. —Cassie miraba
fijamente a su madre—. Te fuiste y él se sumió en una espiral. Perdió su
trabajo, su reputación, y se volcó a la bebida. Se convirtió en un alcohólico,
provocó una pelea, y fue asesinado.
Trixie inclinó la cabeza, y Cassie se limpió las lágrimas.
—Fue un error venir aquí. Lamento que estés sola, y que desearas
perdón o lo que fuera. Bien. Te perdono. Si es lo que necesitas, entonces te
perdono.
No había conexión, ni amor. Si acaso, Cassie estaba enojada con ella,
y no podía atreverse a herir a la mujer que estaba muriendo.
—Lo lamento, Cassie.
—Sé que lo haces. Me voy a casar —comentó Cassie—. Me enamoré
de un adjunto de alguacil, no lo conoces. —Cassie sonrió. De la manera en
que lo veía, Trixie probablemente habría tratado de dormir con él.
—¿Por lo menos puedes sentarte conmigo por un rato? —le preguntó
Trixie—. Realmente me gustaría si lo hicieras.
***
Durante el siguiente mes, Cassie visitó a su madre cada día. Slade la
llevaría al hogar de cuidado, donde se sentaría con ella. Mirarían al jardín, y
hacia el fin de la vida de su madre, incluso comenzarían los planes para la
boda de Cassie.
Su madre eligió el vestido, y también le entregó la banda de oro que
Bill le había dado.
—¿No lo vendiste?
—Intenté venderlo muchas veces. Nunca pude separarme de él —dijo
Trixie—. Estoy avergonzada de que muriera de esa manera. Lo conduje a la
bebida, y a ser un padre horrible. Lamento no poder recompensarte, Cassie,
cariño.
Una semana después, Trixie murió, y Cassie enterró su cuerpo en la
misma parcela en la que estaba descansando Bill.
Daniel estuvo allí, con Jessica, William y Slade. Estuvieron detrás de ella
mientras bajaba al último de sus padres a la tumba. Al descansar la cabeza
contra el hombro de Slade, la envolvió con sus brazos, sosteniéndola cerca.
—Te amo —dijo Cassie.
—Desearía no haberte mostrado esas estúpidas cartas —dijo,
susurrando las palabras contra su oído.
—Me alegra que lo hicieras.
—Eso te hizo entristecer —dijo Slade—. No me gusta verte triste.
Ella le sonrió.
—Conseguí un cierre, Slade. No había manera de que pudiera haber
conseguido alguna otra cosa. Nunca fui cercana a ella cuando estuvo en
mi vida. Al final, conseguí algo, y es todo lo que puedo pedir.
—Siempre me tendrás, nena. Siempre.
Cerró los ojos, y supo que nunca se desharía de él. Siempre lo
atesoraría.
***
C
assie frotaba su estómago hinchado mientras sonreía hacia la
casa que le cambió la vida. Ahora habían estado felizmente
casados por cinco meses, y también estaban embarazados.
Un pequeño bebé estaba en camino, y con ello, habían escogido
juntos una nueva casa. Las parejas que se habían juntado antes que ellos
habían vendido las casas exactamente al mismo tiempo, y no querían
romper el hechizo, la maldición o la coincidencia que juntaba a la gente.
Creía lindo que Slade deseara darle una oportunidad a otra pareja.
—¿Estás bien, nena? —le preguntó Slade, apareciendo detrás de ella.
Le envolvió sus brazos alrededor de la cintura, acunando a su hijo, y besando
su cuello.
Cerrando los ojos, se deleitó en su atención, y en su amor.
—Sí, estoy bien. ¿Así que crees que escogimos a la pareja correcta?
—Sabes, eso hace que me pregunte si algo estaba en las cartas
cuando escogí esta casa. Vine aquí después de ti. Ya estabas acomodada.
¿No crees que eso es aterrador?
—Tres tipos diferentes ofertaron por tu casa, pero todos fracasaron.
Supongo que realmente estaba destinado que estuviera contigo —dijo,
riendo.
—Tengo la sensación de que te estás burlando de mí en este
momento.
Ella se cubrió la boca, tratando de ocultar la risita.
—No creo que el que dos casas estén juntas determine si una pareja
se junta.
—¿No lo crees?
—No. —Se giró en sus brazos—. Hay mucho más en ello que solo una
casa.
—Bueno, Sra. Coal, creo que esta es la última caja. Pretendo llevarte
a casa, y vamos a estrenar nuestra cama nueva.
—¿Lo vamos a hacer?
—Sí. Todo este fin de semana tu coño es mío. Tenemos un pequeño
llegando pronto, y antes de que él o ella lo haga, quiero follarte en todas y
cada una de las habitaciones de la casa, y hacerla tuya.
Su coño latió cuando una nueva ola de excitación la invadió. Desde
que había quedado embarazada, se había encontrado cada vez más
excitada. Slade le mordió el cuello, volviendo su necesidad incluso mayor.
—Salgamos de aquí.
—Te dije que encontraría otra razón para que no desempacáramos
—comentó.
Ella se rio, y mientras salían de su casa, vio los dos grandes camiones
dirigiéndose hacia ellos. Ya tenían otra casa, a la que habían estado
llevando cajas durante toda la semana. Subiéndose al asiento del pasajero,
observó mientras la mujer a la que Slade le había vendido la casa salía y
comenzaba a llevar cosas a esta. El chico al que ella le había vendido
estaba cubierto en tinta, y parecía que iba a ser una pesadilla al lado de la
cual vivir.
—Les doy un año —dijo Slade.
—¿Un año para qué?
—Un año antes de que sean pareja.
Ella puso los ojos en blanco.
—Todavía crees que las casas unen parejas.
Slade encogió los hombros.
—Tengo al amor de mi vida sentado a mi lado, embarazada de mi
hijo. Tengo que creer en algo. —Tomó su mano, presionando un beso en sus
nudillos—. Vamos, sé que por un largo tiempo fui el follador de la puerta de
al lado. No te tomó mucho tiempo cambiar de opinión.
—Bien. —Miró a la pareja. La chica era remilgada, correcta, y parecía
que iba a la iglesia. Arrugando sus labios, tenía la fecha prevista—. Seis
meses.
—Eso no es mucho.
—Sé que no lo es. Pero tampoco creo que vaya a tomar tanto.
—Nena, tienes una apuesta.
No, ella tenía al hombre de sus sueños, y un futuro que siempre deseó.
Tal vez él tuviera razón, y los sueños o bendiciones sí se volvían realidad.
Wynter Griffin finalmente ha encontrado su independencia después de
años de ser controlada por sus padres. ¿El único problema con su nueva
paz? Su vecino fiestero y aficionado a la música rock. La paciencia se le ha
agotado y le exige que deje de hacer ruido o llamará a la policía.
A Zane Webster le gusta su vecina. Su cabello rubio, sus ojos azules y su
dulzura le recuerdan a una princesa. Todo lo que ella tiene que hacer es
pedirlo, y él está más que dispuesto a darle lo que quiere.
La culpa corroe a Wynter, y no tarda en hacerse amiga del chico malo.
Después de emborracharse una noche, se le escapa que es virgen y que
necesita desesperadamente deshacerse de ese título. Zane acepta
ayudarla, siempre que lo hagan a su ritmo. Con Zane, por fin puede vivir su
vida al máximo. Incluso le enseña a enamorarse.
Pero, ¿qué ocurrirá cuando sus padres le exijan que crezca y haga lo que
le dicen? ¿Qué elegirá Wynter? ¿Pueden dos personas tan diferentes
encontrar la felicidad juntas?
Next Door Series #2