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CÓMO PONER LÍMITES:

“Los límites ofrecen protección + seguridad


+ amor”.

Con un mensaje muy cortó y claro. Evita los discursos o explicaciones, su


cerebro no puede procesar tanta información y le estás dificultando el aprendizaje
del límite. Necesita saber claramente qué puede hacer y qué no, sin conocer
demasiado los detalles. Para un menor de 3 años, es suficiente con saber que “se
cruza de la mano de mamá, es más seguro”. Si le das más explicaciones deja de
ser una norma clara y, por tanto, pierde su eficacia.

Asegúrate de que te ha escuchado. No le expliques una norma mientras estás


haciendo otra cosa. Díselo mirándole a los ojos.

Expresa el límite o norma con afecto y seguridad. Utiliza un tono de voz


normal pero afirmativo. Sobre todo, no lo expreses como pregunta.

No se negocia. Los padres ponen las normas que se deben cumplir, pues ellos
saben qué es bueno y adecuado para su hijo. Ante la normal rebeldía del niño de
esta edad no hay negociación. En la infancia no se negocia, se guía con firmeza
amorosa. En todo caso se pueden dar alternativas.

Repite: Tantas veces como necesite esos pocos límites. Su cerebro requiere la
repetición para poder fijar esa información, es decir, para aprenderlo Puedes ir
variando para aplicar la misma norma: unas veces dilo con palabras, otras con
miradas o con gestos.

Evita abusar de la palabra “no”


dile “para” en lugar de “no” Con el fin de interrumpir una acción, y explícale
aquello que no debe hacer: “¡Para de hacer ruido, es molesto!”. “¡Para de saltar
sobre el sofá, salta en el suelo!”.

Poner límites sin negociar y sin excederse: Mamá y papá ponen las normas y
ellos las cumplen, les guste o no (sin negociación en la mayoría de casos, por
ahora). Ante sus negativas, nosotros decidimos y ellos no tienen derecho a voto,
aunque sí tienen derecho a enfadarse, gritar y descargar su rabia.

Firmeza: En ocasiones, nos sentimos culpables de mantenernos firmes


mientras ellos lloran, gritan y, a veces, pasamos mucha vergüenza porque montan
el espectáculo donde sea. ¿Te sientes culpable de amar a tu hijo y educarlo para
que, en un futuro, sea un joven con criterio y seguridad? Está en tus manos
mostrarle ese camino ahora o dejar que sea un jovencito impulsivo y caprichoso.

Ambos padres deben estar de acuerdo con las normas y límites, y lo que sucederá
si se rompen. De lo contrario, el hijo aprende rápidamente a manipular las
situaciones para saciar su ansia natural de poder. Si mamá le dice “no” pero papá
no le dice nada (o viceversa), centrará su atención en cómo obtener su deseo, en
vez de aprender a aceptar e integrar una norma que le ayudará a autorregularse
en sus frustraciones.

Cuando nosotros les decimos NO a sus peticiones les estamos ayudando a


crecer. Les estamos enseñando que en esta vida no todo es placentero, que
también hay que convivir con las desilusiones.

Establecer límites de comportamiento acordados con el pequeño. Debe saber qué


se espera de él, qué le está permitido y qué no debe hacer.

Rutinas diarias: ayudan a ofrecer esta consistencia. Fijar horarios más o menos
estables para la hora del desayuno, de la comida, de la merienda, del parque, del
baño, de la cena y de irse a dormir favorece una regularidad y orden que
beneficia, por sí mismo, a que el peque sepa qué debe hacer y cómo, y, por tanto,
a que aprenda a autorregularse.

“La disciplina con amor da buenos resultados cuando se aplica


apropiadamente. Estimule el afecto cariñoso que es posibilitado en el respeto
mutuo entre padre e hijos. Todos estos beneficios tienen un costo: exigen,
valentía, constancia o firmeza o convicción diligencia y un esfuerzo entusiasta,
en resumen, ¡hay que atreverse a disciplinar un ambiente de amor profundo! Dr
James Dabson

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