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Los colonos de las Nuevas Poblaciones vistos a través de sus objetos devocionales.

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“En Buenos Aires, como en el resto de América hispánica, las normativas sobre el uso y la función
de los ejidos encontraron su fundamento más temprano en el Derecho Indiano. Mucho se ha
discutido sobre la definición de este sistema normativo sin lograr un acuerdo general, pero sí un
consenso medianamente aceptado5. En este sentido, consideramos que el Derecho Indiano es el
derecho que «rigió» en las Indias aunque puede diferenciarse un Derecho Indiano General o en
sentido amplio (que incluyó el Derecho de Castilla —el Fuero Real y Las Partidas— como así
también los usos y costumbres de los indígenas) y un Derecho Indiano en sentido estricto
(conjunto de leyes dictadas específicamente para las Indias). Recientemente se ha prestado
también atención a la influencia del Derecho Común romano-canónico siendo este Ius Commune
del castellano y el castellano Ius Commune del Indiano”. p.690.

Puesto que las disposiciones que integraron lo que se denominó posteriormente «Derecho
Indiano» no pretendieron nunca ser completas ni abarcadoras de varias regiones sino, en cambio,
resolver situaciones concretas, una de sus características fue su pronunciado «casuismo». A pesar
de ello, y por la multiplicidad de normas que se fueron generando a través de los años, se
proyectaron varias recopilaciones que pretendieron generar un ordenamiento general a las Indias.
El resultado más acabado fue la Recopilación de Leyes de los Reinos de Indias de 16807. Junto a
esta obra existieron también un conjunto de disposiciones de origen local —Derecho Indiano Local
— que regularon varios aspectos de la vida en América y «la costumbre» también se erigió en
fuente de derecho8. Las disposiciones de la Recopilación se mantuvieron bastante vigentes aún
con las modificaciones que se realizaron en el siglo XVIII e incluso se aplicaron en mayor medida
durante el reinado de los Borbones, a pesar de que estos últimos se diferenciaron de los Austrias
en cuanto a las políticas para el Nuevo Mundo9. Las normas señaladas en el libro IV título VII de la
Recopilación establecían la finalidad que tenían los ejidos en los pueblos de españoles. De los
terrenos reservados, eran el área destinada al posible aumento de la población:

El termino y territorio, que fe diere á poblador por capitulación, fe reparta en la forma siguiente:
saquese primero lo que fuere menester para los folares del Pueblo y exido competente, y deheffa
en que pueda paftar abundantemente el ganado, que han de tener los vecinos, y más otro tanto
para los propios del lugar: el refto de el territorio y termino fe haga quatro partes: la una de ellas,
que efcogiere, fea para el que efta obligado a hacer el Pueblo, y las otras tres fe reparten en
fuertes iguales para los pobladores10.

En cuanto a los ejidos se estipulaba: «[...] fean en tan competente diftancia, que fi creciere la
población, siempre quede baftante efpacio, para que la gente fe pueda recrear, y falir los ganados
fin hacer daño»11. Una vez adjudicadas las tierras de labor (que no eran las ejidales) se ordenaba
comenzar a poblar el área que implicaba: construir sementera, edificar y empalizar. Debido a la
dificultad para contener el ganado y los males que este «acarreaba» en las zonas sembradas se
ordenaba que:

Luego, y fin dilación, que las tierras de labor fean repartidas, siembren los pobladores todas las
femillas que llevaren, y pudieren haber, de que conviene que vayan muy proveídos; y para mayor
facilidad, el Governador dispone una perfona, que ocupe ensembrar y cultivar la tierra de pan y
legumbres, de que luego fe puedan foccorrer: y en la dehesa echen todo el ganado que llevaren, y
pudieren juntar, con fus marcas y feñales, para que luego comience á criar y multiplicar, en partes
donde este seguro, y no haga daño en las heredades, sementeras, ni otras cofas de los Indios.12

Promediando el siglo XVIII el estado español elaboró La Real Instrucción de 1754. El ordenamiento
obedecía a la necesidad de lograr un mayor control fiscal puesto que no se había logrado
regularizar la situación de muchos propietarios mediante la Moderada Composición. Este conjunto
de leyes instruía a los funcionarios de la Corona que nombraran ministros para ejercer la venta de
las tierras y baldíos y establecía normativas sobre las tierras ejidales de los pueblos indígenas:

En lo que se refiere a las de comunidad, y las que les están concedidos a sus pueblos para pastos y
ejidos se mantendrá la posesión de ellas y reintegrándolos en las que se les hubiesen usurpado,
concediéndoles mayor extensión en ellas, según la exigencia de la población; no usando tampoco
de rigor con las que ya poseyeren los Españoles y gente de otras castas [...]17 p.693.

[...] para hacer útil al Estado esta más numerosa porción de habitantes de la campaña, para que
ésta progrese y produzca cuanto su ferocidad promete es de absoluta necesidad reducirlos a
poblaciones, distribuirles tierras, poner coto y términos en los pastos y aguadas, deslindar las
propiedades, y beneficiar los realengos, estableciendo antes los terrenos de pan llevar a diferencia
de las estancias… p.694.

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