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¿LO QUE MÁS VALORO? ¡LO QUE MÁS VALOR!

A decir de los que saben, la magia que le imprime el uso correcto de los signos de puntuación en la
gramática es vital para los fines que se persigan, los signos de puntuación componen la
arquitectura del pensamiento escrito. Delimitan las frases y los párrafos, establecen la jerarquía
sintáctica de las proposiciones para conseguir estructurar al texto, ordenan las ideas y las
jerarquizan. Su finalidad última es la fidedigna comunicación, expresar a la perfección los
conceptos y los ritmos internos, los cuales serian invisibles de otra manera. Asintiendo que es
absoluta la necesidad de la observancia a esta norma, no voy a detenerme en, como escuche
decir a dos personas que le conocen muy bien desde su escritura, la obsesa observancia que
realizaba el poeta José Antonio Ramos Sucre que consumían buena parte de su tiempo de
realización escritural que lo llevaron a la supresión de posesivos y de el «que», para no caer en
algunos usos o repeticiones innecesarias. Está permitida divagación, la realizo a ex profeso, para
significar que el titulo con que designo esta publicación, está estructurado para definir sin deslices
la caracterización personal del Maestro Ryancarlos Sulbarán. Es un personaje integro, de una sola
pieza. Con una estructura personal solida, que lo identifica. Es un leal comprobado y
comprometido estructural. Su apasionamiento es hacia la virtud y el entendimiento de las cosas
que le interesan. Es la razón de su virtuosismo en la ejecución de su instrumento preferido, la
viola. Todo esto debajo de una personalidad en apariencia inadvertida, sin ambiciones materiales,
más allá de la vida digna y apacible que como seres humanos merecemos. Es un ser humano
excepcional en todos los ámbitos y que gracias a Dios me permito llamar…amigo.
Gracias Maestro.

Día de la entrega por parte del Maestro Artesano Mario Montilla de la pieza representativa de la
técnica del Kintsukuroi para el conversatorio, en el santoral Onofre, Santo Ermitaño. A quien si
no lo hubiera encontrado el abad san Panufcio, ya moribundo, y no hubiera escrito su vida es
seguro que no conoceríamos a este personaje originalísimo. Hoy cuando a nuestra sociedad lo
profundo le sabe a raro y los compromisos definitivos o las decisiones comprometedoras de por
vida no están de moda. Onofre, sin embargo, nos ofrece un testimonio admirable de profundidad
interior capaz de abarcar todo su paso por la tierra.
Si en la Iglesia no existieran estos absolutos testimonios del Absoluto, todo sería aún más relativo
de lo que es. Gracias, san Onofre, por liberarnos de relativismos estériles con tu testimonio.

JOSE GREGORIO PALENCIA COLMENARES.


(O lo que queda de él)

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