Está en la página 1de 3

Álvaro Montes de Oca García Arqueología Medieval

17/11/2021
Comentario sobre el texto de Alejandro García San Juan, Al-Andalus en la historiografía del
nacionalismo españolista (siglos XIX-XXI). Entre la Reconquista y la España musulmana.
El texto es una excelente revisión de los hitos historiográficos españoles relacionados con el
análisis y la inclusión en la visión españolista de Al-Andalus. El autor centra su análisis en el
recorrido puramente historiográfico en el cual, mediante un criterio cronológico va a ir
desmenuzando las diferentes etapas, o épocas, en fases más o menos estáticas para poder
enmarcar esta evolución.
Primero nos introduce en las claves que encauzarán este debate, por un lado la marcada
importancia de la historiografía en la construcción del discurso nacionalista, una importancia que
no será académica sino política en muchos casos. También la convivencia de explicaciones de
carácter nacionalista, y otras opiniones más cercanas a la iglesia católica, dos visiones que en
muchos casos parecen contrapuestas, en nuestro país tendrán una relación muy importante.
Estas dos visiones, la católica y la nacionalista acaban generando dos posiciones, o visiones
generales, recurrentes en el devenir historiográfico. Por un lado la de mayor peso católico será el
mito de la Reconquista, el más antiguo, y otros paradigmas posteriores, más cercanos al siglo XVII,
que proponen una 'España musulmana'.
Es importante, en mi opinión, la introducción del trasfondo medieval en el discurso españolista ya
que demuestra que si hubo una conmoción en los grupos desplazados después de la ocupación
árabe, y que ya desde el siglo VIII aparece en las crónicas este sentimiento de 'Perdida' o 'Ruina',
ideas que a veces tienen un carácter mas providencialista, que por sentimiento nacional. Pero no
quita con que haya una conciencia de la confrontación, pero sobretodo estará potenciado por la
idea de legitimar la guerra que comienza una vez se asienten en la Península Ibérica los grupos
musulmanes. Por lo tanto, si, en los comienzos de la Edad Media hay un sentimiento de
restauración y de perdida, pero su trasfondo político-nacionalista se comenzará a forjar a partir del
siglo XVIII, ya que los que fueron coetáneos lo formularon para darle legitimación a sus actos, más
que por el continuismo de una entidad nacional, aunque de la misma manera estas realidades de
restauración/reconquista, legitimación de la guerra/expulsión del invasor, permearán en el
discurso historiográfico.
Como adelantaba antes, y según el autor este cambio definitivo de expulsión se reconducirá, a
partir del siglo XVIII, a una idea más integradora de 'España musulmana', pero no será inmediato,
sino hasta mediados del siglo XIX cuando comenzará a plasmarse. Durante todo el XVIII veremos
cómo se funda el término 'Reconquista' tal y como lo conocemos, supliendo al uso de
'restauración' usado por primera vez por José Ortiz y Sanz en su estudio 'Compendio cronológico
de la Historia de España'. No solo eso se reafirmará de carácter nacionalista la idea de liberación
del yugo mahometano, y que Pelayo será el que comienza esta 'venganza' contra los invasores y a
favor del Dios cristiano. Pero durante todo el siglo XVIII y XIX se irá conformando el carácter más
nacionalista, carácter que se debe a los principios de la ilustración irá dejando en un segundo
plano este sentido cristiano, para dejar sitio a lo 'español'. Este sentimiento de lo 'español'
responde a las tendencias burguesas y su entrada en la vida pública, en el cual el individuo gana
importancia.
Estas dos visiones, la liberal-laica y la conservadora-católica, ambas visiones tendrán una
convivencia y desarrollo parecido, ya que en la mayoría de las ideas planteadas, como el carácter
cristiano de España, o la belicosidad del pueblo español, aunque diferirán en la importancia y
quien supedita a quien, además serán estos ilustrados los que comiencen a proponer explicaciones
alternativas, y comiencen a integrar Al-Andalus en la narrativa histórica española, mientras que los
sectores más apegados a la Iglesia serán mucho menos abiertos a este cambio.
En este siglo XIX se empezarán a desarrollar muy poco a poco investigaciones y estudios de los
primeros arabistas, sobre todo por la introducción de estos estudios en los ámbitos académicos,
como la Real Academia de la Historia, donde más que abrirse a nuevas tendencias se convertirán
en los productores del discurso hegemónico que buscará sobretodo legitimar cuestiones a nivel
político-social, más que intentar integrar este periodo en la historia nacional. Lo que si veremos
una aceptación muy lenta, sobretodo terminando el siglo, del carácter nacionalista en la narración.
Por ejemplo Simonet, en su 'Historia de los Mozárabes de España' (1867), aunque continuista en
los valores providencialistas, y la visión barbárica del invasor, comenzó a considerar españoles a los
musulmanes, lo cual no les convertía en herejes, sino que tenía en cuenta, obviamente a aquellos
que tuvieran valores 'Españoles', mantendrían ese sentimiento sin importar su religión.
Por otro lado los autores que abrirán el siglo XX serán decisivos para incluir en el discurso
historiográfico a Al-Andalus, y evitar que se la relegue por motivos meramente ideológicos. En este
siglo se frenará, debido a la dictadura, un debate abierto dentro del País y veremos nuevos
planteamientos, o incluso el mantenimiento de los teoremas clásicos, de exiliados, aunque no
significa que se contrapongan a la visión que comparte el régimen, como es el caso de Sánchez
Albornoz, que será de marcada tendencia continuista, y será también de los primeros en hacer
convivir la idea de 'España musulmana' y 'Reconquista', sin prestar atención a la contradicción en sí
de mantener ambas afirmaciones. Lo que si es cierto que está visión perdurará hasta nuestros días,
y que, sin eclipsar a autores coetáneos, recibirá toda la atención, aunque su marcado interés
ideológico en sus estudios será criticado por compañeros como Américo Castro, también desde el
exilio, el abogaba por la 'coexistencia de las tres castas'. Aun así terminando el siglo XX, sobre todo
después de superar la dictadura, aparecerán las primeras tesis negacioncitas sobre la
'Reconquista', como la de A. Barbero y M. Vigil en 'La formación del feudalismo en la Península
Ibérica' (1978), pero no llegarán a permear en la academia, ya que esta se convertirá en reducto de
españolismo en desuso, y manteniendo ideario decimonónico, permitiendo así publicaciones y
puestos en la Real Academia de la Historia a aquellos que enarbolen con fuerza el mito español,
incluso de los pocos autores que a finales del siglo XX defienden la 'España musulmana' lo hacen
desde puntos de vista muy retrógrados, como es el caso de Joaquín Vallvé, que rezuma tendencias
nacionalistas y bucólicas sobre el periodo de Al-andalus, en el cual acaba pesando más ese
sentimiento de lo 'Español', como reflejan estas frases suyas; ‘muy pronto se sintieron hispanos por
habitar el paraíso terrenal o al-Andalus’ o ‘nunca olvidaron la posibilidad o la esperanza de
recuperar los territorios perdidos’ que deja clara esa tendencia ideológica a lo Sánchez Albornoz de
que la Historia sirva al ideario nacionalista.
Por último el texto enfrenta no la resolución y la final integración del mito, en general, españolista
el cual aún en pleno siglo XXI perdura. Perdura con la aparición en escena de las teorías de
exclusión sobre Al-Andalus, las cuales vienen marcadas no solo con negar lo externo, sino también
todo aquello que pueda ganar importancia, como es el 'nacionalismo' andaluz, que se basa en el
carácter de andalusí para legitimar su proyección histórica, como destila el trato a Blas Infante por
parte de especialistas de la época como el ya recurrente Sánchez Albornoz, que además será
referente para los historiadores de pleno siglo XXI como Alvarez-Ossorio o Serafín Fanjul, que
buscan, no pormenorizar la época andalusí, sino negarla totalmente, en el que la convivencia no
existió, que no hubo arraigo de estas gentes en el territorio, y que además no querían convivir,
continuando esta idea decimonónica sobre el bárbaro y el civilizado. Sobretodo estos autores de
principios de siglo dejan claro un síntoma del nacionalismo, e incluso de la simiente social
española; Si es de fuera malo, pero si el de fuera hace algo bueno, es bueno. Con esto me refiero al
viraje de esto autores que denostan este capítulo de nuestra historia de manera puramente
narrativa, sin que en la mayoría de los casos busquen analizar o referenciar una época, sino que
buscan un continuismo españolista muy ligado al discurso hegemónico mundial anti-islamista, ya
que debido a los primeros años de siglo XXI, el denominado 'choque de civilizaciones' ha traído de
vuelta esta visión del mundo entre civilización y barbarie, en el cual Occidente es la civilización, y el
Medio Oriente/Oriente Próximo son el demonio y terror del mundo occidental.
Es bastante penoso, y deprimente que en pleno siglo XXI la conciencia histórica española se
encuentre en tan lamentable estado, que seamos un país que no solo no puede reconciliarse con
su historia más inmediata, sino que es incapaz de quitarse la venda de la interpretación que,
afianzada por 40 años de dictadura, se comenzó a labrar en el siglo XVIII, lo cual es terrorífico,
aunque también muestra con claridad donde deberían redoblarse los esfuerzos de extirpar
idearios políticos de las instituciones académicas y culturales, ya que su mera presencia significa
subjetividad y estancamiento en el desarrollo de una narrativa científica, en la que se represente la
historia de nuestro país, antes y después de unificarse como tal, y entender que la reformulación
de los mitos nacionales no han de atender a pautas personales, románticas, bucólicas, sino a la
propia realidad vivida. Mi mayor duda es, sabiendo como es este país y de qué manera solemos
articularnos, si cuando consigamos superar las barreras de la historiografía decimonónica
volveremos o no volveremos a realizar una narración partidista y basada en una emoción, no en
datos adquiridos por una investigación exigente, y una crítica y contextualización doblemente
fuerte, porque lo que si marca ese carácter 'español' es la envidia, el tener la última palabra, y
apropiarse de lo que sea, aunque lo haga tu enemigo, si es bueno o está bien visto, yo también
quiero. Por eso mi 'miedo' a que una vez superado este, como tantos otros escollos académicos
fruto de la dictadura, con raíces en el siglo anterior a esta, intentaremos cobrarnos venganza de los
que secuestraron nuestra Historia, o intentaremos integrar todas las realidades posibles, para que
el día de mañana todos podamos contar la misma historia de nuestro país sin sentirnos
avergonzados, o sin tener el peso en una de las dos manos.

También podría gustarte