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NANDA, Serena. Antropología cultural. Adaptaciones socioculturales.

México, Wadsworth
Inc./Iberoamérica, 1.982. p. 10-14.

LO QUE APRENDEMOS DE LA ANTROPOLOGIA


Entendiendo las diferencias humanas

La antropología contribuye a nuestro entendimiento de las diferencias trasmitidas genéticamente entre


los grupos humanos, así como de aquellas que resultan del aprendizaje. Mejorando nuestra
comprensión de la importancia de la cultura en la adaptación humana, la antropología nos capacita
para ver más críticamente las ideas populares sobre la naturaleza humana. La antropología ayuda a
eliminar la ceguera del etnocentrismo, la tendencia a ver el mundo a través de los estrechos lentes de
nuestra propia cultura y posición social. El turista americano es etnocéntrico cuando, al presentársele
un puñado de liras italianas, pregunta “¿cuánto es esto en dinero real?” Un antropólogo americano,
trabajando en la sociedad Diribi en Nueva Guinea, causó gran confusión entre la gente. Los Diribi no
se podían imaginar qué clase de trabajo estaba haciendo el antropólogo. No venía ni del gobierno, ni
de la misión, ni era doctor. Por fin lo clasificaron como storimasta, alguien que se interesa en las
historias, vidas y costumbres de otras gentes, pero no podían creer que a alguien se le pagara por tal
actividad. No cabia en ningún concepto de trabajo. Tal como ellos lo conocían (Wagner 1975). En mi
propio trabajo de campo antropológico entre las mujeres de la India, me expresaron compasión
porque mis informantes habían oído que en “América los hijos abandonan el hogar de los padres
cuando se casan”. Me resultó difícil convencer a alguien de que estaría complacida cuando mis dos
hijos establecieran sus propios hogares.

En todo el mundo, la gente es etnocéntrica. Tienden a ver las cosas desde el punto de vista de sus
patrones culturales, a valorar lo que ellos han sido enseñados a valorar, a ver el significado de la vida
en los propios fines definidos culturalmente. Pero el etnocentrismo es más que solamente los
prejuicios en la percepción y el conocimiento; es también la práctica de juzgar a las otras culturas con
las normas de la propia. La mayoría de los pueblos en el mundo consideran su propia cultura como
superior y muchos consideran a las gentes de otras culturas como menos que humanos.

Aunque todos los pueblos son etnocéntricos, la etnocentricidad de las sociedades occidentales ha
tenido mayores consecuencias que la de las sociedades pequeñas menos avanzadas
tecnológicamente y geográficamente aisladas. Las circunstancias históricas que condujeron a la
difusión de la sociedad occidental nos han dado una fuerte creencia en su rectitud y superioridad.
Hemos estado en la posición de imponer nuestras creencias y prácticas a otros pueblos porque
nuestra superior tecnología militar y nuestra tecnología industrial han proporcionado una abundancia
de bienes de consumo que otra gente aprende rápidamente a desear. Su aceptación de refrigeradores
y lavadoras nos ha llevado a creer que nuestros valores e instituciones sociales son también
superiores.

La paradoja es que, aún cuando el etnocentrismo obstruye la comprensión, parece necesario contar
con ciertas dosis de éste para que sirva como una especie de pegamento para mantener unida a una
sociedad. Cuando la cultura de un grupo pierde valor para ellos, pueden experimentar una gran
tensión e incluso perder interés en la vida. En la medida que el etnocentrismo evita construir puentes
entre las culturas, contribuye a la inadaptación. Cuando una cultura está motivada por el
etnocentrismo para transgredir a otros, el daño puede ser enorme. De esta clase de etnocentrismo al
racismo hay un corto plazo, y éste se ha dado en el pensamiento occidental, tanto popular como
científico. La idea de que la variación cultural y, específicamente, que la superioridad cultural resulta
de la variación “racial” o genética parece tener sentido: las gentes que se ven diferentes también se
comportan diferentemente. La teoría de que los pueblos de Asia y Africa y los nativos de Norte y
Sudamérica eran biológicamente inferiores fue un consuelo para los europeos, quienes explotaron sus
recursos naturales, tomaron sus tierras, y los usaron como esclavos y sirvientes. Hasta las
postrimerías del siglo diecinueve, todavía los científicos mantenían esas ideas. Este racismo científico

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fue usado como una justificación para construir estructuras económicas, políticas y sociales que
favorecieron los intereses de la raza “superior”. Aún hoy, a pesar de un siglo de evidencia en contra, el
racismo y la discriminación racial son todavía factores poderosos en las sociedades contemporáneas.

Una de las cosas más importantes que podemos aprender estudiando antropología es que las
grandes diferencias entre los grupos humanos son el resultado de la cultura y no de la “raza” o de la
herencia biológica. El estudio de la raza, esto es, el intento de clasificar a la gente en términos de
características físicas compartidas, fue el interés principal del período temprano de la Antropología,
Se gastó una gran energía midiendo varias clases de atributos físicos, color de la piel, forma de la
cabeza, peso, constitución corporal y textura del pelo. Pero muchos problemas surgieron con el
concepto de clasificación racial. Algunas poblaciones humanas, como por ejemplo los polinesios, los
habitantes del sur de la India, los bosquimanos africanos, fueron difíciles de colocar en un grupo
porque tenían atributos físicos de más de una raza.

Muchos de los llamados rasgos raciales de diagnóstico no aparecieron simultáneamente; una


población puede contar con una forma característica de nariz de una raza y el color de la piel de otra.
Además, algunas características físicas como el color de la piel y la estatura se encontró que eran
afectadas por el medio ambiente. No pudieron ser usadas como indicadores de clasificación racial o
de conexión histórica entre diferentes poblaciones humanas. Incluso los intentos relativamente
recientes de usar los rasgos genéticos como el tipo sanguíneo para definir razas humanas ha
encontrado complicaciones. Mientras más aprenden los científicos sobre los factores responsables de
la diferencia relativa en frecuencia de genes entre grupos humanos, más “razas” tienen que agregar a
sus esquemas clasificatorios. Como las similitudes biológicas entre grupos humanos sobrepasan las
diferencias, y debido a que las clasificaciones raciales nos dicen poco o nada sobre otras clases de
variación, algunos antropólogos desean abandonar completamente la palabra “raza”. Quieren a su
vez, concentrarse en el estudio de la variación entre las actuales poblaciones humanas. Está claro
que todos los humanos pertenecen a la misma especie y que las características biológicas esenciales
a la vida humana son comunes a todos nosotros. Sabemos que un ser humano de cualquier parte del
mundo puede adoptar los patrones culturales y de conducta de cualquier grupo en el que le toque
nacer. La adaptación a través de la cultura, y el potencial para el desarrollo cultural y la creatividad
son parte de la herencia universal.

Relatividad cultural

La antropología nos ayuda a entender a las gentes cuyas formas de vida es diferente de la nuestra
pero con las que compartimos un destino humano común. La idea de que dada cultura debe ser
enfocada en sus propios términos es llamada relatividad cultural. La relatividad cultural es un
instrumento para entender otras culturas. Con esta actitud entendemos patrones culturales en
términos de la cultura total de la que son parte. La relatividad cultural no significa que todos los
patrones deban ser juzgados como igualmente “buenos”; cada quien tiene un conjunto de valores que
sirven como criterio para juzgar la conducta humana. Significa que otros patrones tienen sentido, aun
cuando no lo deseemos para nosotros mismos.

El valor de la antropología no reside tan sólo en que nos enseña a ver las culturas desde dentro; la
antropología demuestra que los patrones culturales tienen causas y efectos que pueden ser
entendidos desde el punto de vista objetivo del observador externo. La habilidad para contemplar
objetivamente la cultura es el primer paso hacia una mejor comprensión de nuestra propia conducta y
sociedad.

Entendiéndonos nosotros mismos

La perspectiva crítica de la antropología nos permite una mejor comprensión de nuestra propia
conducta. Mediante la idea de que casi toda la conducta humana es aprendida y no heredada
biológicamente, la antropología nos da la esperanza de poder lograr cambios en nuestra cultura.
Mediante la introducción de la idea de que todas las partes de una cultura están interrelacionadas, la

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antropología también nos ayuda a entender por qué los cambios con frecuencia son muy difíciles de
hacer en sólo un área. Y la idea antropológica de que las culturas son un diseño de vida trabajado
durante un largo periodo, nos ayuda a entender por qué la gente se resiste al cambio, incluso cuando
éste es “por su propio bien”. La antropología también nos ayuda a entendernos a nosotros mismos
como individuos influidos por nuestros propios patrones culturales y por nuestra sociedad como un
todo. La perspectiva antropológica - esto es, el estudio comparativo de las culturas totales - contribuye
a una mejor comprensión de los conflictos y los problemas sociales contemporáneos. También puede
llevar a maneras constructivas de resolver esos problemas. La perspectiva antropológica nos permite
ver que nuestra propia cultura es sólo un diseño para vivir entre muchas, en la historia de la
humanidad. Es una adaptación a una especie de medio ambiente con un particular nivel de
tecnología, que se debe a un conjunto particular de circunstancias históricas. Un punto de vista
externo a nosotros mismos y a nuestra sociedad es, tal vez, la más importante contribución que puede
ofrecer la antropología.

EL CONCEPTO DE RAZA

La complejidad del concepto de raza es ilustrada en las siguientes declaraciones, que son parte de las
propuestas de la UNESCO firmadas en 1964 por varios científicos importantes de todo el mundo.

1. Todos los seres humanos pertenecen hoy a una sola especie, la Homo sapiens, y todos
tienen de un tronco común. Existen diferencias de opinión en relación a cómo y cuándo los
diferentes grupos se diversificaron de este tronco común.

2. Las diferencias biológicas entre seres humanos son debidas a diferencias en la herencia, en
la constitución y a la influencia del medio ambiente en este potencial genético. En la mayoría
de los casos, esas diferencias se deben a la interacción de esos dos conjuntos de factores.

3. Hay una gran diversidad genética entre todas las poblaciones humanas. No existen en la
especie humana razas - en el sentido de poblaciones genéticamente homogéneas.

4. Muchas de las obvias diferencias físicas en la apariencia promedio entre poblaciones que
habitan en diferentes áreas geográficas del mundo tienen un componente genético. En la
mayoría de los casos, éste consiste en diferencias de frecuencia de características
hereditarias iguales.

5. En los humanos, así como en otros animales, la composición genética de cada población está
sujeta a la influencia modificadora de diversos factores, tales como la selección natural, que
tienden hacia la adaptación al medio, las mutaciones, o modificaciones al azar en la
frecuencia de características hereditarias cualitativas. Algunas de estas características físicas
tienen un valor biológico universal para la supervivencia de la especie humana,
independientemente del entorno natural. Las diferencias sobre las cuales se basan las
clasificaciones raciales no afectan estas características y, por consiguiente, no es posible
hablar desde el punto de vista biológico en términos de una inferioridad o superioridad general
cualquiera de uno u otro grupo racial.

6. La especie humana, distribuida ahora por todo el mundo, tiene un rico pasado en migraciones,
expansiones y contracciones territoriales. En razón de la movilidad de las poblaciones
humanas y de factores sociales, el apareamiento entre miembros de diferentes grupos
humanos ha jugado un papel mucho más importante en la historia humana que en la de los
animales. Nunca ha sido probado que la interprocreación tenga desventajas biológicas para la
humanidad como un todo. Por el contrario, la interprocreación contribuye a la unidad de la
especie en su diversidad.

7. La mayoría de las clasificaciones raciales de la humanidad no incluyen los rasgos o atributos


mentales como criterio de clasificación. La herencia puede tener una influencia en la

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variabilidad mostrada por individuos entre una población dada, en respuesta a las pruebas
psicológicas comúnmente aplicadas. Sinembargo, ninguna diferencia ha sido detectada
convincentemente en la dotación hereditaria de los grupos humanos en relación a lo que es
medido por esas pruebas. Por otro lado, una amplia evidencia confirma la influencia del medio
ambiente físico, cultural y social en las diferencias, en respuesta a estas pruebas.

8. Ni en el campo de las potencialidades hereditarias concernientes a la inteligencia global y a la


capacidad para el desarrollo cultural, ni en el de los rasgos físicos, hay justificación alguna
para el concepto de razas “inferiores” o “superiores”. Los pueblos del mundo, hoy, parecen
poseer igual potencial biológico para alcanzar cualquier nivel de civilización. Las diferencias en
los logros de diferentes pueblos deben ser atribuidas solamente a su historia cultural.
(Propuesta sobre los aspectos biológicos de la raza. Cortesía de la UNESCO, 1964).

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