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1/10/21 22:41 ALIEN – MGSuppawut8
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ALIEN
Ese Sentimiento Extraterrestre
Libro 1
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CHICAS BREVE EXPLICACIÓN DE LA SAGA CALLUVIA PARA LAS PERSONAS QUE

LA LEEN POR PRIMERA VEZ.
Cada libro es una historia de una pareja diferente enlazados de alguna

forma a los personajes principales.
En este primer libro los nombres originales de los personajes principales

son el príncipe Hart o Harry que aquí será Gulf y el Terrícola Adam
Crawford como Mew. Está referencia les va a servir para los siguientes
libros.
SINÓPSIS
Desterrado por sus padres al tercer planeta en el sistema Sol, el Príncipe

Harht’ngh’chaali del Segundo Gran Clan está completamente fascinado por
sus habitantes. Asumiendo el nombre humano “Gulf”, trata de pasar por un
humano para sobrevivir, pero ser humano es mucho más difícil de lo que
Gulf esperaba. Los humanos son tan confusos.
Mew Suppasit no está buscando el amor. Financieramente seguro y

atractivo, está en un buen lugar en su vida. No quiere enamorarse del
hombre peculiar que trabaja en la cafetería cerca de su oficina. Gulf es
ridículo, y ridículamente entrañable.
Lleva camisetas y flores feas en su cabello, y tiene una palabra amable para
todos. Mew cae duro y rápido. Poco sabe que Gulf no es lo que parece y
cualquier cosa entre ellos es imposible. Desafortunado amor entre un
hombre humano y un príncipe alienígena de un mundo a media galaxia de
distancia.
CAPÍTULO 1
Planeta Tierra
Gulf amaba a los humanos. Todo acerca de ellos era tan fascinante. Incluso
sus nombres eran refrescantemente cortos e interesantes, no como los
nombres en casa.
Toma el nombre de Gulf, por ejemplo. Bueno, el punto era, no era su

verdadero nombre. Su verdadero nombre era muy difícil de pronunciar
para los humanos. Las propiedades musculares de las lenguas humanas
eran limitantes para ciertos tipos de articulación fonética, incluida la
lengua materna de Gulf.
A Gulf le gustaba su nombre humano elegido mejor que el verdadero, de

todos modos. “Gulf” era lo suficientemente similar a su nombre de pila y
sonaba tan bonito e inusual. No pudo evitar sonreír cada vez que alguien
se dirigía a él como Gulf. Los humanos tendían a mirarlo de forma extraña
cuando los miraba alegremente, pero a Gulf no le importaba. Había leído
en Internet que estaba bien ser extraño y peculiar siempre y cuando uno
no fuera demasiado extraño. Ojalá no lo fuera. — Uh, amigo, ¿vas a
sonreírme todo el día o finalmente me vas a dar mi dinero?
Arrancado de sus reflexiones, Gulf sonrió serenamente al gran hombre

rosado que le estaba frunciendo el ceño. (Gulf no entendió por qué los
humanos llamaban a los rosados “blancos” y a los marrones “negros”. ¿Los
humanos eran ciegos al color? ¿Por qué importaba tanto el color de la piel?
¿No eran las personas solo personas? Los humanos eran tan confusos.) —
Claro, amigo —dijo Gulf, imitando los patrones de habla del hombre. Su
investigación dijo que los humanos respondieron positivamente a imitar su
comportamiento. Gulf era muy bueno en eso. Le gustaba más el acento del
hombre. El ceño fruncido del hombre se profundizó. Miró a Gulf de manera
extraña. —¿Te estás burlando de mí? —Él chasqueó los nudillos por alguna
razón. —¿No? —Dijo Gulf, confundido, y le dio su cambio. El hombre lo
fulminó con la mirada, agarró su café y su cambio, y se fue, la campana
tintineando suavemente mientras salía de la cafetería.
Gulf trabajaba en este pequeño lugar llamado Star Coffee. ¡Él

absolutamente lo amó! Dejando de lado el nombre apropiado, era
tranquilo y encantador, y también era el único lugar dispuesto a
contratarlo. Gulf había descubierto que para sobrevivir en este planeta
necesitaba dinero, y la forma más fácil de ganar dinero era encontrar un
trabajo.
Desafortunadamente, también había descubierto que para un hombre

joven sin educación, las opciones de trabajo eran muy limitadas. Gulf
todavía estaba un poco enojado con sus padres por darle solo documentos
de identificación falsos con el nombre que había elegido y una pequeña

cantidad de dinero humano antes de dejarlo en una ciudad llamada
Londres hace dos meses. —Te enseñará una lección —le habían dicho—. Te
hemos echado a perder demasiado. Tal vez la experiencia finalmente te
haga crecer.
Gulf había estado secretamente complacido en ese momento.
Si sus padres pensaron que era un castigo, no lo conocían en absoluto.

Siempre había soñado con salir de su planeta y ver el universo. Los
humanos, o los terranos, como los llamaban a casa, siempre lo habían
fascinado. Su sociedad aún no había alcanzado el nivel tecnológico y
cultural requerido para el contacto, pero no pasaría mucho tiempo, tal vez
mil años a lo sumo a menos que los humanos se destruyeran antes de eso.
Por ahora, la Tierra se usaba solo para viajes cortos y educativos, o cuando
los padres querían castigar a sus hijos por hacer cosas malas como leer las
mentes de otras personas sin permiso. (Gulf les había dicho a sus padres
que no quiso hacerlo, pero, lamentablemente, nadie le creyó).
De todos modos, tener un trabajo real y humano era fascinante. A Gulf no

le importaba trabajar en Star Coffee. Su jefe accedió amablemente a darle
su salario en efectivo y a Gulf ni siquiera le importó que parecía ganar
menos que los otros empleados. Se enorgullecía de la pequeña pila de
dinero humano que recibía cada mes. Ya no había dinero físico en Calluvia,
no lo había habido durante unos pocos miles de años.
Trabajar en la cafetería le convenía mucho. Era un trabajo que no era

sospechoso para un joven humano de dieciocho años. Esa era su edad
según sus documentos falsos. Gulf en realidad no tenía dieciocho años;
tenía veintitrés años en los años de Calluvia, pero como el año de Calluvia
era más corto que un año de la Tierra, probablemente tenía alrededor de
dieciocho o diecinueve años de los Terran. Gulf no estaba seguro; las
matemáticas nunca habían sido su punto más fuerte.
—Hola.
Desgarrado de su sueño una vez más, Gulf miró al siguiente cliente.
Era un hombre joven con un traje oscuro. Su piel no era tan rosada como la
del hombre anterior. Era más dorada que rosa. Tenía unos ojos muy
oscuros, muy bonitos. A Gulf le gustaban los ojos oscuros. Eran tan raros en
Calluvia, a diferencia de los propios ojos violeta de Gulf.
—Hola —dijo Gulf, mostrando al humano una sonrisa amistosa. Había

aprendido que los humanos le daban propinas más grandes cuando hacía
eso. Gulf se sintió un poco mal por explotarlo, pero un hombre tiene que
comer, como dicen los humanos.
El humano le devolvió la sonrisa, entregándole un billete de cinco libras.
—Un cappuccino, por favor.
Cuando Gulf regresó con su café, el chico dijo:
—Gracias, Gulf.
—¡Oh! —Dijo Gulf, sonriéndole—. ¿Cómo sabes mi nombre?
El humano le dirigió una mirada extraña.
—Está en tu tarjeta de identificación.
—Oh —dijo Gulf, sonrojándose. Qué embarazoso.
La sonrisa del chico se ensanchó, algo como diversión parpadeando en sus

ojos. Gulf quería saber los pensamientos del humano tan mal que tuvo que
hundir sus dedos en sus palmas para distraerse. Mal, mal Gulf, se regañó a
sí mismo. A sus padres no les divertiría si descubrieran que estaba
explotando su telepatía nuevamente. (Gulf nunca tuvo malas intenciones.
Simplemente tenía una mente curiosa. Literalmente.)
—Quédate con el cambio, amor —dijo el hombre. Gulf decidió que le

gustaba este humano. Le gustaban todos los humanos, de verdad, pero
este era muy agradable. Tal vez él haría un buen amigo.
Gulf se alegró ante el pensamiento. Había querido hacer amigos desde su

llegada, pero en las primeras semanas no había tenido la suficiente
confianza en su capacidad de pasar por un humano y no se había atrevido.

Tal vez era hora de intentarlo. Gulf estaba seguro de que era un humano
muy convincente. Claro, la gente pensó que era extraño, pero nadie
sospechó la verdad.
—¿Cómo te llamas? —Dijo Gulf con entusiasmo.
Las cejas oscuras del humano se levantaron un poco.
—Mew —dijo.
—¿De verdad? —Dijo Gulf, complacido de saber algo sobre el nombre y no

habría incómodos silencios en la conversación. — ¡Así se llamaba el primer
humano!
Mew lo miró fijamente.
Gulf se desinfló un poco. ¿Se había equivocado?
—Sí —dijo Mew después de un golpe—. Algo así.
Aliviado, Gulf sonrió más brillante.
—¿Ya has encontrado a tu Eva?
Mew parpadeó y ladeó la cabeza hacia un lado, mirando a Gulf.
—No exactamente —dijo al fin—. No me balanceo de esa manera, me temo.
Gulf frunció el ceño, confundido una vez más. Su chip de traducción debe
haber estado funcionando mal. Mew no parecía asustado, y Gulf no
entendía qué tenía que ver un balanceo con el estado de la relación de
Mew. —¿Balancearte de esa manera? —Dijo, esperando que su confusión no
pareciera tan extraña.
¿Eres un extranjero? —Dijo Mew, riendo suavemente. Gulf asintió,

complacido de que hubiera una explicación plausible para su ignorancia.
Raro —dijo Mew—. No tienes acento.
—Soy muy bueno en los acentos —dijo Gulf con sinceridad. Su chip de
traducción solo podía llevarlo tan lejos. No le ayudó mucho con los
acentos y la jerga—. Entonces, ¿qué quisiste decir?
—Quiero decir que no me gustan las mujeres de esa manera.
Me temo que no hay Eva para mí.
—Oh —suspiró Gulf. Cuando Mew comenzó a fruncir el ceño, sonrió—. ¡Esto
es genial! ¡Nunca he conocido a una persona homosexual en mi vida!
—Lo dudo. Probablemente lo hayas hecho, simplemente no te diste cuenta.

Nos parecemos a los heterosexuales. Tan desconsiderado de nosotros.
Mew lo había dicho seriamente, pero Gulf no fue engañado.
Él hizo un puchero.
—Sí, búrlate de un extranjero que lucha con tu cultura y tu idioma.
Mew se rió, golpeando ligeramente a Gulf en la nariz.
—Lo siento, no pude resistirme, eres adorable, niño.
Gulf frunció la nariz.
—No soy un niño. Tengo ve-dieciocho años. —Bueno, tengo veintiséis años
—dijo Mew, mirando su reloj—. Y me tengo que ir.
Gulf frunció el ceño.
—¿Ya?
No pudo ocultar su decepción, y Mew le sonrió.
—¿Estás decepcionado? —Sí —dijo Gulf.

Mew se rió entre dientes.
Mi hora de almuerzo está por terminar.
—¿Cuál es tu trabajo?
—Soy analista financiero en el banco al otro lado de la calle — dijo Mew

con una sonrisa que hizo que Gulf sospechara que lo estaba burlando.
—Eso suena interesante —dijo Gulf.
—En realidad no —dijo Mew—. Pero paga bien, y supongo que no puedo
quejarme. Realmente me tengo que ir. Fue un placer conocerte, Gulf.
—Igualmente —dijo Gulf con seriedad—. ¡Ven aquí de nuevo!
Lo haré —dijo Mew antes de estirarse y tocar la flor escondida detrás de la

oreja de Gulf—. Sabes, en cualquier otro tipo esto parecería extraño, pero
te queda bien.
Gulf le sonrió.
—¡Gracias! —Le gustaba la forma en que la flor morada se veía en su

cabello castaño. Casi hacía que sus ojos parecieran morados.
Gulf observó un poco triste cuando Mew tomó su café y se fue.
Esperaba que no fuera la última vez que lo viera.
MEW regresó a la cafetería dos días después. No estaba solo esta vez.
Gulf observó con curiosidad mientras Mew y su compañero hablaban,

bebiendo sus bebidas. Él no había sido el que les había atendido,
Samantha lo había hecho mientras él estaba en un descanso, y ahora Gulf
se quedaba tambaleando. ¿Debería ir a decir hola? Mew no había mirado
en su dirección ni una sola vez. Tal vez no se acordaba de Gulf. —¿Qué pasa
con esa cara triste, Gulfza1 ? —Dijo Samantha.
Gulfza. Los apodos humanos eran fascinantes.
Gulf le contó sobre su dilema.
¿Debo ir a saludarte?
Samantha volvió a mirar a la pareja.
—Mejor no. Tal vez estén en una cita.
—¿Una cita?
Samantha se encogió de hombros.
—Sí. Los dos son calientes, y me parecen bastante amistosos.
Desconcertado, Gulf volvió su mirada hacia Mew y su compañero

masculino. Parecían bastante amistosos. El compañero de Mew era un
joven de piel oscura, que poseía un rostro simétrico con rasgos simétricos,
que se consideraba universalmente hermoso. Pero Gulf no estaba seguro
del atractivo sexual del hombre de la forma en que los humanos lo
sabrían. A veces las diferencias entre sus especies eran tan frustrantes.
¿Crees que la cita de Mew es atractiva? —Dijo Gulf.
Mew era su amigo (con suerte). Gulf quería que fuera feliz.
Samantha se encogió de hombros otra vez.
—Él es muy guapo. Aunque, en mi opinión, tu Mew está fuera de su alcance.
(1 N.T. Gulfza, Gulf, apodo cariñoso para los que llevan el nombre de Gulf.)
Gulf sonrió. ¡Sabía lo que significaba esa expresión!
—¿Eso crees? —Dijo, tratando de mirar a Mew objetivamente. Pero fue tan
difícil. La sexualidad de los calluvian era muy diferente de la de los
humanos. La sexualidad humana más cercana en la que podía pensar era
la demisexualidad, y eso tampoco era del todo exacto. Hasta que el vínculo
de la infancia de Gulf con su prometido se convirtiera en un vínculo
matrimonial cuando cumpliera veinticinco años en dos años, su deseo
sexual no existiría, e incluso entonces solo se sentiría atraído por su
compañero de unión. Bueno, hubo susurros de que a veces las personas
tenían relaciones sexuales sin un vínculo, pero Gulf pensó que era absurdo.
Todos sabían que tu compañero te completaba, y que el enlace telepático
hacía que el sexo fuera perfecto. Los calluvian habían estado practicando
vínculos matrimoniales durante miles de años. Se demostró
científicamente que un vínculo era superior a la forma en que se habían
hecho las cosas en el pasado.
Todos los niños de calluvian estaban vinculados telepáticamente a otro y

crecieron conociendo a su compañero desde una edad muy temprana. Gulf
pensó que era muy inteligente.
Pero ahora presentaba un problema, ya que Gulf realmente no podía ver a
los humanos como lo hacían otros humanos. Gulf pudo ver que Mew, con
su figura alta y atlética, cabello oscuro y ojos oscuros era estéticamente
agradable a la vista, pero no podía juzgar adecuadamente su atractivo
sexual. Diablos, Gulf no sabía qué era el sexo, o mejor dicho, solo lo sabía
en teoría.
—Sí, él es un buenorro —dijo Samantha con un suspiro de ensueño— . Esa

mandíbula cincelada… ese rastrojo… esa oscuridad ardiente… mmm…
¡Delicioso!
Gulf se echó a reír. En momentos como este, estaba tan contento de que no
podía hacer el ridículo por cosas como la lujuria. Le parecía tan ridículo.
Su risa hizo que Mew volviera la cabeza. Mew le asintió con una sonrisa.
Gulf saludó alegremente. La sonrisa de Mew se ensanchó, volviéndose
divertida y… algo más. Le dijo algo a su compañero y se dirigió al
mostrador.
—Hey, Gulf —dijo, inclinándose contra el mostrador. Gulf se preocuparía

por su traje inmaculado, pero sabía que el mostrador estaba
impecablemente limpio. Él mismo lo había limpiado.
—Hola! —Dijo Gulf—. ¿Cómo va tu cita?
Mew resopló.
—Jake no es una cita. Es mi amigo y colega. ¿Crees que soy una cita tan
barata que llevaría mi cita a esta cafetería?
—Hey —dijo Gulf con un puchero.
Mew sonrió.
—Sólo bromeo, bebé. Este es un establecimiento de primera clase.

Cualquiera sería honrado siendo traído aquí en una cita. Gulf asintió muy
importante.
—Exactamente —Bebé. Mew le había llamado un bebé. Fue un poco extraño,

porque no era un bebé, pero Gulf ya sabía que los humanos a menudo no
querían decir las cosas en el sentido literal. Bebé. Decidió que le gustaba
que lo llamaran “bebé”.
Recordando que se suponía que debía estar trabajando, dijo:
—¿Querías algo?
—En realidad no —dijo Mew, mirando a su amigo, quien los observaba con
las cejas levantadas—. Sólo he venido a saludarte.
Gulf le sonrió.
—Hola a ti también. He estado pensando en ti, en realidad, preguntándome

si vendrías otra vez. Me gustabas mucho y esperaba que pudiéramos ser
amigos.
Mew lo miró por un momento.
—No tienes un hueso tímido en tu cuerpo, ¿verdad? — Murmuró,

sacudiendo la cabeza, pero sus ojos sonreían—. Está bien, dame tu
teléfono, te daré mi número.
Gulf se desinfló.
—No tengo un teléfono móvil —admitió en voz baja. Incluso él sabía lo

inusual y extraño que era la falta de un teléfono móvil para un humano.
Mew parpadeó.
—¿De verdad?
Gulf asintió. Supuso que podía mentir y decirle a Mew que había perdido
su teléfono, pero odiaba mentir y no era muy bueno en eso.
—Realmente no conozco a mucha gente en este país, así que nunca pude
comprar uno —Gulf se encogió de hombros con una sonrisa avergonzada—.
De todos modos, no tengo dinero de sobra para uno.
Las cejas de Mew se unieron.
—¿Eres huérfano?
—¡No! —Dijo Gulf rápidamente, el mero pensamiento de la muerte de sus

padres lo estaba molestando enormemente—. Mis padres están en casa.
Normalmente son muy comprensivos, es solo que… —Se mordió el labio—.
Hice algo malo y se enojaron conmigo. Dijeron que debería aprender a ser
un adulto responsable, por lo que me desterraron. No me mires de esa
manera. Es sólo temporal. Ellos lo superarán. Me aman. Soy su hijo menor,
el bebé de la familia.
Sonriendo, Mew le pellizcó la mejilla.
—Eso puedo creerlo.
Sin pensarlo, Gulf le tocó la mano…
Eres la cosa más entrañable que he conocido.
Oh, no.
Gulf realmente no quiso hacerlo. No lo hizo. Simplemente olvidó que los

humanos, como especies no telepáticas, estaban completamente
desprotegidos contra la telepatía táctil, la forma más simple de telepatía
que podía ser bloqueada por un escudo mental básico que incluso los
niños dominaban fácilmente en casa. Pero él no estaba en casa. No tenía
derecho a violar la privacidad de los humanos al espiar sus pensamientos.
Sus padres estarían tan enojados con él si se enteraban.
—Lo siento —dijo Gulf, retirando sus dedos y haciéndolos girar detrás de su
espalda. Sin embargo, no pudo evitar sentirse complacido de que Mew
pensara que era atractivo. Significaba que eran amigos, ¿verdad? —De
todos modos —dijo, ignorando la extraña mirada que Mew le estaba dando
—. Si no estás saliendo con Jake, ¿dónde está tu otra mitad?
Mew dijo:
—En ninguna parte. Estoy casado con mi trabajo, me temo. —Eso es muy
malo —dijo Gulf, triste en nombre de Mew. Sabía que los humanos eran
seres sociales—. Todos necesitan un fuerte vínculo emocional. Mew le
dirigió una mirada divertida. —Pareces mi vieja abuela. ¿Y cuántos vínculos
emocionales has tenido, oh sabio?
—Te estás burlando de mí —Gulf hizo un puchero—. Haré que sepas que ya
conozco a la persona con la que voy a estar para el resto de mi vida.
La divertida sonrisa de Mew se esfumó.
—Esa es una declaración muy seria de un joven de dieciocho años — dijo

después de un momento—. ¿Y quién es la afortunada?
—Su nombre es… —Gulf dudó por un momento. Odiaba mentir, pero no
había forma de que pudiera darle a Mew el verdadero nombre de su
compañero de unión, Leylen’shni’gul, por la misma razón por la que no
podía decir el suyo. Así que eligió uno que sonaba lo suficientemente cerca
en un idioma terrano. —Su nombre es Leyla. Nos conocemos prácticamente
toda nuestra vida.
—Wow —dijo Mew, una arruga apareciendo en su frente—. ¿Y la amas tanto
que estás seguro de que estarás con ella toda tu vida?
Gulf reprimió un suspiro. Era muy difícil explicar cómo funcionaba el

vínculo con un humano. —Compartimos un vínculo especial —dijo Gulf
tentativamente. Lo hicieron. Él y su compañera habían estado vinculados
desde que tenían dos años—. Ella siempre está en mis pensamientos y yo
estoy en los de ella —Gulf sonrió, complacido de no haber mentido una
sola vez hasta ahora. Tenían una conexión telepática, aunque él no podía
sentirla en la Tierra debido a la distancia física entre ellos—. Estamos
comprometidos y… nos casaremos en dos años —agregó, orgulloso de
haber encontrado equivalentes humanos al estado de su vínculo.
Mew sonrió débilmente.
—Eso es muy joven para casarse.
Gulf se encogió de hombros.
—Realmente no. Esa es la edad en que las personas se casan en casa.
—¿Y dónde estaría esa casa? —Dijo Mew—. No me has dicho de dónde eres.
Gulf se quedó helado por un momento antes de recordar el consejo que su
mejor amigo le había dado: —Si te preguntan, solo dile a los terranos que
eres un extraterrestre. Nunca te creerán y solo pensarán que estás siendo
gracioso. Gulf dijo en tono de conversación:
—En realidad, soy un extraterrestre del sistema estelar en la constelación

de Sagitario.
—Ah —dijo Mew con una sonrisa—. Eso explica tus espeluznantes ojos
alienígenas.
—¡Qué! ¿Qué pasa con mis ojos?

Mew le lanzó una mirada extraña.
—Son de color violeta oscuro, Gulf. Seguramente te das cuenta de que es

bastante inusual?
Las esquinas de la boca de Gulf giraron hacia abajo. ¿Por qué nadie le
había dicho que sus ojos no eran muy humanos? Podría haber usado
lentes de contacto de colores. Había visto un anuncio en la televisión.
—Oye —dijo Mew, levantando la cara de Gulf con el pulgar. Él estaba

frunciendo el ceño—. ¿Estás molesto? No seas tonto.
Tus ojos son muy hermosos, inusuales pero hermosos.
Sonrojándose, Gulf le sonrió.
—¡Eres tan amable conmigo! Me gustas mucho. ¿Te gustaría ser mi amigo?
Me encantaría tenerte como mi amigo.
—¿Cómo eres siquiera real? —Murmuró, pasando su pulgar sobre la mejilla

de Gulf—. Sí, me encantaría ser tu amigo, amor.
Gulf le sonrió, el calor y la felicidad llenaron su pecho mientras miraba los

sonrientes ojos oscuros de Mew. Echaba de menos esto, tener una
conexión con otra persona. Puede que no sea telepática, como estaba
acostumbrado, pero se sintió bien. Por primera vez desde su llegada a la
Tierra, Gulf se admitió a sí mismo que había estado un poco solo aquí. Solo
un poco.
Pero ya no más.
CAPITULO 2
—Oye —dijo Helene, metiendo la cabeza en la oficina de Mew—. Estoy a

punto de salir. Voy a ese pequeño lugar italiano a la vuelta de la esquina.
¿Quieres ir conmigo?
—Sí —dijo Jake—. Estoy hambriento. Me perdí el almuerzo hoy.
—Lo siento, no puedo —dijo Mew, apagando su computadora.
Jake resopló.
—Mew tiene una reunión muy importante en esa cafetería al otro lado de la
calle.
Mew le lanzó una mirada de asombro y tomó la caja de su escritorio antes
de salir.
Pero Jake no se desanimó.
—En serio, hombre —dijo, alcanzando a Mew—. ¿Por qué no le pides al niño
que salga? ¿Qué te detiene? Claro, es casi un adolescente, pero no es como
si fuera ilegal o algo así. Ya estoy harto de verte comerlo con tus ojos. Es
nauseabundo.
—No lo como con mis ojos —dijo Mew.
—Por favor. Te vi casi babeando el otro día cuando el niño te sonrió. Si
fueras un perro, habrías estado moviendo tu cola y lamiendo toda su cara.
Mew suspiró con los dientes apretados.
—Déjalo ir, Jake. Gulf es un amigo, eso es todo. Nada puede salir de eso. —
¿Por qué no?
Mew mordió,
—Porque es heterosexual y comprometido.
Y no fue la única razón.
Gulf era… demasiado bueno para alguien como él. Gulf era tan brillante,
era bueno, feliz y amable, todo lo que podía desear, todo en una persona.
Mew a veces tenía que pellizcarse para asegurarse de que no había soñado
con Gulf: era una de esas raras personas que eran hermosas por dentro y
por fuera.
Es solo un estúpido enamoramiento, se dijo a sí mismo. Un estúpido
enamoramiento juvenil con un niño. Gulf podría haber sido legal, pero a
veces parecía tan ingenuo e inocente que hizo que Mew quisiera envolver a
Gulf en sus brazos y ocultarlo del mundo cruel y sucio. También era sucio,
porque a pesar de todo el afecto y la protección que sentía por el chico
extraño, todavía quería. Quería enterrarse en la dulzura de Gulf y
ensuciarlo con sus codiciosas manos y boca, joderlo y arruinarlo. Mew se
sintió como un maldito pervertido por querer eso, porque Gulf realmente
pensó que eran amigos. Y lo eran. Por supuesto que lo eran. No era culpa
de Gulf que quisiera más.
—Lo siento, hombre —dijo Jake, dándole una palmada en el hombro.
Mew se encogió de hombros. No quería hablar de eso.
Tras despedirse de Jake, Mew se dirigió a la conocida cafetería al otro lado
de la calle.
La campana sonó alegremente cuando empujó la puerta para abrirla. Gulf
levantó la vista y le sonrió. Mew le devolvió la sonrisa y caminó hacia el
mostrador.
La cafetería estaba bastante ocupada esa noche y había un par de clientes
frente a él. Mew aprovechó la oportunidad para mirar a Gulf mientras
servía a los demás.
Gulf tuvo su cabello castaño peinado hacia atrás esa noche. Su piel de
porcelana se veía tan impecable y suave como siempre. Sus ojos violeta
eran amables y atentos mientras Gulf escuchaba a la anciana delante de él,
sus labios rosados sonreían rápidamente cuando le daba una propina
generosa. Mew podría relacionarse. Últimamente gastó más dinero en esta
pequeña cafetería de lo que probablemente era saludable.
La anciana finalmente se despidió, y dos niñas pequeñas, unas gemelas,
dieron un paso adelante, señalando con entusiasmo la torta de chocolate.
—Danos el pastel, por favor —dijeron juntas y comenzaron a vaciar sus
bolsillos para revelar cuál era probablemente el total de sus ahorros,
monedas rodando por todas partes, incluso en el suelo.
Gulf sonrió a las niñas pequeñas, luciendo completamente encantado en
lugar de molesto cuando comenzó a contar las monedas.
—¿Es vuestro cumpleaños?
Las chicas negaron con la cabeza.
Nos gusta el chocolate —dijo una de ellas.
—Y pastel —dijo la otra.
—Así que estamos matando dos pájaros de un tiro —impartió la primera
con una mirada importante.
Gulf parpadeó hacia ellas. Mew podía decir que estaba un poco
confundido, probablemente él tampoco conocía esa expresión, pero Gulf
sonrió ampliamente a pesar de su confusión y les dio el pastel.
—Aquí está, amores.
Mew pudo decir que el dinero de las chicas no estaba lo suficientemente
cerca para el pastel y trató de no sentirse completamente encantado
cuando Gulf sacó algo de dinero de su bolsillo y lo agregó a las monedas
de las niñas. El siguiente cliente era un hombre de la edad de Gulf. —Lo
siento, amigo, pero ¿qué llevas puesto? —Dijo con una risa.
Gulf frunció un poco el ceño y se miró a sí mismo. Mew sonrió levemente.
En las últimas tres semanas desde que conoció a Gulf, se había
acostumbrado a las peculiaridades de Gulf, y había dejado de darse cuenta
de lo extraño que Gulf se vestía. Era bueno que el dueño de la cafetería no
pareciera creer en los uniformes.
Este día llevaba un par de jeans viejos y una camisa de gran tamaño
debajo de su delantal. La camisa era de color naranja brillante con toques
de verde y azul. Era realmente horrible, pero en Gulf de alguna manera se
veía lindo.
—No entiendo —le dijo Gulf al cliente, parpadeando.
El chico resopló.
—No me atraparían en esa cosa naranja que llevas puesta. Demonios, ¡ni
siquiera a mi abuela la pillaría llevándola, ni muerta!
Mew sintió una oleada de irritación hacia el chico cuando la cara de Gulf
cayó.
—Oh —dijo Gulf, tocándose la camisa—. La compré con mi primer salario.
—Lo siento, pero es horrible —dijo el chico—. Café negro, por favor.
Gulf le sirvió en silencio y se despidió con una sonrisa educada.

No lo es —dijo Mew en el momento en que estaban solos—.
No es horrible, Gulf. Te ves adorable en eso.
Gulf le sonrió y volvió a acariciar la tela de su camisa.
—No tienes que mentir —dijo, agitando la mano con desdén — Sé que mis
gustos parecen raros y… sí —Agarró un trapo y limpió el impecable
mostrador.
—Oye —dijo Mew, poniendo una mano en el hombro de Gulf. Cuando Gulf lo
miró, Mew dijo: —No estoy mintiendo, bebé. Que se joda ese idiota. La
camisa es un poco extraña, para ser honesto, pero la estás llevando genial.
Gulf se rió, sus ojos finalmente brillaron.
—Es muy suave —admitió—. Es por eso que la compré. Pero no pensé que el
color fuera terrible ni nada. La amo. Me alegra en los días grises y
lluviosos, ¡y hay muchos días así!
—Mientras la ames, que se joda lo que todos los demás piensan —dijo Mew
—. Pero por lo que vale, creo que te ves muy bien —Siempre lo haces.
Gulf se rió entre dientes.
—Gracias—. Le entregó a Mew su orden habitual—. ¿Algo más?
—Sí, en realidad —Mew puso la caja que había traído de su oficina en el
mostrador—. Esto es para ti.
Gulf miró de la caja a Mew, con sorpresa en su rostro.
—¿Para mí? ¿Como un regalo?
Sí —respondió Mew.
Gulf miró el calendario en la pared, sus cejas se fruncieron un poco.
—No sabía que esta era una ocasión para dar regalos —dijo con
incertidumbre.
—No lo es —Mew se encogió de hombros—. Simplemente me gusta dar
regalos a todos mis amigos, no se requiere ninguna razón —mintió,
esperando que Gulf no le contara a Jake sobre esto; nunca escucharía el
final de eso. Mew casi podía escuchar la burla de Jake. ¿Dónde está mi
regalo, Suppasit? —Oh —dijo Gulf, mordiéndose el labio—. Pero no tengo un
regalo para ti.
No importa, Gulfza —dijo Mew—. Vamos, ábrelo mientras no haya clientes.
—En realidad, se supone que ya estamos cerrados —dijo Gulf, caminando
hacia la puerta y cerrándola. Regresó al mostrador, con la cara brillante de
emoción al agarrar la caja.
No debería haber sido tan atractivo, Jesús.
Mew observó a Gulf abrir la caja con cuidado y examinar su contenido.
—Es un teléfono móvil —dijo Gulf después de un momento, con una
expresión extraña en su rostro.
—Espero que te guste.
—Lo hago —dijo Gulf en voz baja. Miró la etiqueta y frunció los labios,
vacilación en sus ojos—. Pero no es caro? Creo que he visto este en la
televisión.
Como el último modelo de Samsung de su teléfono estrella, ciertamente no
era barato, pero Gulf no necesitaba saber eso. —No te preocupes, no afectó
mis ahorros —dijo Mew. No fue una mentira. Como soltero confirmado, no
tenía muchas personas en las que gastar su dinero. Ayudó financieramente
a sus padres, pero vivían en el campo e insistieron en que no necesitaban
mucho, por lo que su cuenta bancaria estaba cómodamente llena.
Gulf le dio una mirada.
—No soy un idiota, Mew. Sé que este teléfono no es barato.
No puedo aceptarlo.
Parecía tan cariñosamente obstinado que Mew quería besar el pequeño
ceño fruncido entre sus cejas y luego sus fruncidos labios rosados.
Mew reprimió una mueca. Lo tenía tan mal que ya no era divertido.
—No puedo devolverlo —dijo—. Y ya tengo un teléfono móvil.
Supongo que malgasté el dinero por nada.
Gulf rio.
—Eres terrible, lo sabes, ¿verdad? —Gulf se acercó y lo besó suavemente en
la mejilla—. Muchas gracias. De verdad. ¡Ahora puedo ser como cualquier
humano normal!
Eres una bola tan rara —dijo Mew con cariño, diciéndose a sí mismo que su
mejilla no estaba hormigueando por el contacto inocente. Él no era tan
patético.
—Lo soy —Gulf encendió el teléfono con la mirada más linda de gran
concentración en su rostro. A veces, Mew pensaba que, dondequiera que
estuviera la casa de Gulf, no podía ser muy avanzado tecnológicamente;
Gulf constantemente parecía vacilante e inseguro con todo tipo de
dispositivos tecnológicos. Mew había intentado varias veces preguntar por
la casa de Gulf, pero Gulf solo repitió la misma respuesta que le había
dado la primera vez, que era un extraterrestre, antes de reír y cambiar de
tema. Eso hizo que Mew se preguntara. Era extraño que un joven de
dieciocho años viviera en otro país aparentemente sin apoyo ni
supervisión. Pero él no empujó. Gulf hablaría cuando estuviera listo. —
¿Puedo tener tu número? — Dijo Gulf con una sonrisa complacida, como si
le hubiera gustado decirlo. —Ya lo puse ahí —dijo Mew—. Así que puedes
llamarme o enviarme un mensaje de texto cuando quieras. Gulf parpadeó
rápidamente antes de asentir y apartarse.
—Me estaba preguntando… —dijo entrecortadamente—. ¿Estás libre ahora?
¿Te gustaría venir a mi casa, ver una película o algo?
¡Conseguí Netflix ayer! ¿Podríamos ve Netflix y relajarnos?
Mew se atragantó con su café y comenzó a toser.
Gulf estaba a su lado inmediatamente.
¿Estás bien? —Dijo, acariciando a Mew en la espalda. La cara de Gulf era
completamente inocente. Por supuesto que lo era. Gulf no tenía ni idea.
Mew se aclaró la garganta, aflojándose un poco la corbata.
—Bien.
—Entonces, ¿qué pasa con ver Netflix y relajarnos? Él debería decir que no.
Realmente no debería pasar más tiempo con este tipo heterosexual,
ocupado y comprometido. Era positivamente masoquista.
Pero Gulf lo miraba con una expresión tan esperanzada, con sus ojos
violetas grandes y serios, y joder, este niño ya lo tenía completamente
envuelto alrededor de su dedo meñique. —Está bien —dijo Mew—. Pero…
realmente necesitas buscar lo que significa ‘Netflix y relajarse’. No querría
que la gente se hiciera una idea equivocada, Gulf.
Cinco minutos después, Gulf salió de la habitación trasera, con el rostro
rojo escarlata.
—¿Listo para ir? —Dijo Mew, sacando las llaves de su auto.
Gulf solo asintió.
—Le pregunté a Samantha qué significaba ‘Netflix y relajarse’2 —dijo
cuando tomó el asiento del pasajero en el auto de Mew—. Estoy tan
avergonzado.
Mew resopló, arrancando el motor.
—Tienes suerte de haber cometido el error conmigo y con nadie más.
Alguien más pensaría que los estabas guiando. Gulf se rió entre dientes,
presionando sus manos contra sus mejillas enrojecidas.
—Menos mal que te tengo para decirme cuando soy un extranjero tonto.
—Bueno, me dijiste que eras un extraterrestre. Para un extraterrestre, tu
comprensión del inglés es excelente. — Gracias —dijo Gulf con una
expresión que Mew no pudo leer.
—Entonces, ¿dónde está tu lugar? —Mew preguntó.
Gulf le dio la dirección y Mew la introdujo en el sistema de navegación.
El viaje no duró mucho. Veinte minutos después, Gulf lo dejaba entrar a su
apartamento.
La primera impresión de Mew fue el pequeño tamaño del lugar. El
apartamento consistía en una pequeña cocina y una pequeña habitación
que era apenas lo suficientemente grande como para acomodar un viejo
sofá marrón, una pequeña mesita de café y un televisor. No había cama.
Mew miró el sofá corto y duro y reprimió una mueca cuando imaginó a Gulf
durmiendo en él. Parecía más que un poco incómodo.
—No es mucho —dijo Gulf, pareciendo un poco tímido. — Deberías haber
visto mi primer apartamento en Londres — dijo Mew con una risita,
sentándose en el sofá. Era tan incómodo como se veía—. Era más grande,
pero tenía tres compañeros de piso.
—Voy a conseguir palomitas de maíz. ¿Elijes algo para ver? Mew zumbó de
acuerdo y Gulf salió de la habitación, desapareciendo en la cocina. Mew
miró a su alrededor, un poco inquieto. El piso era francamente
claustrofóbico.
Pero no dijo nada cuando Gulf regresó con un tazón de palomitas de maíz y
dos Colas light. Gulf se veía tan emocionado y complacido. Mew no quería
arruinar su estado de ánimo haciéndolo sentir avergonzado. El alquiler era

caro en Londres. Era admirable que Gulf pudiera arreglárselas solo. Gulf se
dejó caer junto a Mew y extendió una manta sobre sus piernas, colocando
el tazón con palomitas de maíz entre ellos.
Mew cerró los ojos por un momento. Fue una lucha mantener su cuerpo
relajado. El sofá era demasiado pequeño.
—¿Por qué no elegiste una película? —Dijo Gulf.
—Quería que lo hicieras.
—Está bien, ¡pero no te quejes si no te gusta!
Mew observó a Gulf buscar en Netflix, tratando de reprimir el impulso de
poner un brazo alrededor de los hombros de Gulf y acercarlo aún más.
En un intento de distraerse, tomó la pila de DVD de la mesa de café y
levantó las cejas cuando vio los títulos.
¿Estás interesado en la ciencia ficción?
¿Gulf se estaba sonrojando?
—Samantha es una gran fanática de la ciencia ficción —dijo Gulf—. Me
prestó un par de películas que no estaban en Netflix. Parecían interesantes.
—No pensé que La Guerra de los Mundos era el tipo de película que
disfrutarías. Es bastante violenta y asquerosa — Gulf había mencionado
que no le gustaba la violencia en las películas.
Gulf frunció el ceño al ver el DVD en la mano de Mew.
—No me gustó mucho. La trama no tenía sentido para mí. Es ridículo que
los extraterrestres quieran invadir la Tierra. ¿Para qué? ¡Hay millones de
planetas sin vida sensible!
Mew lo miró con leve sorpresa.
—No sabía que te sentías tan apasionadamente al respecto — dijo, un poco
divertido—. ¿De verdad crees en los alienígenas, Gulf?
Gulf lo miró.
—¿Tú no?
Mew se encogió de hombros.
—Nunca lo pensé realmente —Él alisó la arruga entre las cejas de Gulf con
su pulgar—. Pero quién sabe. Creo que es estadísticamente imposible que
la vida inteligente solo pueda desarrollarse en la Tierra cuando hay miles
de millones de estrellas ahí fuera. Sería bastante arrogante por nuestra
parte pensar así. Gulf asintió.
—La vida inteligente es bastante rara en el universo… —Hizo una pausa—.
Quiero decir, creo que es bastante raro —se corrigió, bajando la mirada—.
Pero no puede ser tan raro, ¿verdad? Hay cien mil millones de estrellas
solo en esta galaxia.
Claro, no todas las estrellas tienen planetas, y no todas son habitables,

pero las probabilidades siguen siendo muy buenas de que hay miles de
civilizaciones inteligentes solo en esta galaxia. —¿Pero cuántas de ellos
estarían alrededor el tiempo suficiente para desarrollar un viaje
interestelar? —Mew murmuró, fascinado por el fuego en los ojos de Gulf.

Por alguna razón, Gulf realmente se sentía fuertemente sobre el tema.
—Es cierto —dijo Gulf, asintiendo—. La verdad es que muchas civilizaciones
se destruirían a sí mismas si su nivel tecnológico fuera lo suficientemente
alto —Gulf se metió un puñado de palomitas de maíz en la boca—. De todos
modos, ¡basta ya! —Dijo, agarrando otro DVD—. ¿Qué pasa con este? Creo
que es una secuela de la película que vi ayer. Me gustó mucho. —Hmm, he
visto la primera película, pero no la secuela —dijo Mew.
Así fue como terminaron viendo Star Trek en la Oscuridad.
La película estaba bien, pero, de nuevo, Mew pasó la mayor parte de la
película viendo a Gulf y escuchando sus comentarios, por lo que no podía
estar tan seguro. —Este asunto de la Directiva Principal tiene mucho
sentido — dijo Gulf en algún momento—. Interferir en el desarrollo natural
de otra civilización es una idea realmente mala. Puede tener consecuencias
realmente desafortunadas. No entiendo por qué Spock aceptaría ese plan
loco en primer lugar. Mew se rió entre dientes, pasando sus dedos sobre la
mejilla de Gulf. —Cariño, es sólo una película. No te lo tomes tan en serio.
Los alienígenas no son reales, ¿recuerdas? Bueno, tal vez lo sean, pero aún
no los conocemos.
Gulf lo miró con los ojos muy abiertos antes de reírse torpemente.
—Soy un extraterrestre, ¿recuerdas?
Mew puso los ojos en blanco con una sonrisa cariñosa y volvieron a mirar
la película.
Pero pronto, Mew se dio cuenta de que Gulf se había quedado muy callado.
Mew apretó el hombro de Gulf.
—Oye, ¿estás bien?
Gulf se estaba mordiendo el labio, su mirada distante y pensativa. Mew
rara vez lo había visto tan sombrío.
—¿Crees que mentir está siempre bien?
Mew frunció el ceño, desconcertado por la pregunta al azar.
Creo que depende de las circunstancias —dijo, mirando a Gulf—. A veces
mentir es la mejor opción.
Gulf asintió. Todavía no miraba a Mew.
—¿Qué pasa, amor? —Dijo Mew.
Gulf tragó y forzó una débil sonrisa.
—No importa. He estado de un humor raro últimamente. Supongo que sólo
estoy nostálgico. Nunca he estado fuera de casa durante tanto tiempo —Él
sonrió torcidamente—. Supongo que realmente soy un bebé —Miró
alrededor de la pequeña habitación—. Me encanta aquí, pero se siente
solitario, ¿sabes?
Da un poco de miedo estar solo. Hasta que llegué aquí, apenas tomé
decisiones en mi vida y ahora las tomo todos los días. ¿Pero sabes lo más
raro? Me gusta. Creo que voy a extrañar la libertad de tomar mis propias
decisiones. No será posible en casa.
Mew se quedó mirando su cabeza inclinada. Cuanto más aprendía sobre la

casa de Gulf, menos le gustaba. —Gulf —dijo—. ¿Está… la situación de tu
hogar, está bien?
Gulf parpadeó antes de reír.
—No está tan mal. Mi vida en casa es muy… cómoda y tranquila. No tengo
que trabajar un día de mi vida si no quiero. Quiero decir, se esperan ciertas
cosas de mí, pero no estoy obligado a hacer la mayoría de ellas. Mi familia
me adora y yo también los adoro —Gulf suspiró— . Los extraño mucho —
Gulf toqueteó en su nuevo teléfono sin hacer nada—. Me gusta aquí, pero
hasta que te conocí, me sentí un poco solo. Extraño tener… conexiones con
personas. Ahora entiendo por qué mis padres eligieron esto como un
castigo —Él se rió entre dientes—
. No deberías haberme dado este teléfono. Es tu culpa si te molesto cada
vez que me siento solo en mi cabeza. —Puedes molestarme cuando
quieras, Gulf —dijo Mew, estudiándolo.
Nunca lo había visto tan deprimido—. Oye.
¿Quieres un abrazo?
Gulf parpadeó hacia él.
—¿Un abrazo?
Sonriendo, Mew abrió los brazos.
—Ven aquí.
Gulf se mordió el labio antes de moverse y acurrucarse en el regazo de
Mew.
Mew se quedó inmóvil. Esto definitivamente no era lo que había tenido en
mente.
Después de un momento, envolvió sus brazos alrededor de la espalda de
Gulf y apretó, con la esperanza de que solo irradiara confort y tranquilidad
amistosa y no pareciera un monstruo posesivo que quisiera llevar a este
chico dentro de su piel y esconderlo del mundo. Mío.
—Mmm —murmuró Gulf, enterrando su rostro en el hueco del cuello de
Mew—. Esto se siente bien. Nadie me ha abrazado desde que era un niño.
La frente de Mew se arrugó.
—¿Qué? —Honestamente, cuanto más aprendía sobre la casa de Gulf, más
preocupado estaba—. ¿Qué hay de tus padres?
Gulf no dijo nada por un tiempo.
—Las cosas son diferentes en casa —dijo—. Preferimos… la cercanía
espiritual en casa antes que la física.
Mew resopló.
—Parecen un grupo de hippies.
—¡Hey! —Dijo Gulf—. ¿Qué tiene de malo ser un hippie? — Nada — dijo Mew,
acariciando la espalda de Gulf y permitiéndose enterrar su nariz en el
cabello de Gulf. Olía a algo dulce. Míomíomío.
Mew logró sacar de su mente los pensamientos posesivos espeluznantes,
pero sus brazos aún se apretaban alrededor de Gulf hasta que no quedaba
espacio entre ellos. Gulf hizo un ruido de satisfacción, presionando más

profundamente en él y actuando en general como un mono pegajoso.
Parecía un poco hambriento. No era de extrañar si no había sido abrazado
en años.
Mew dejó caer un beso sobre la cabeza de Gulf, el afecto se apoderó de él,
abrumando su intensidad.
Y luego vino el miedo.
Porque el joven acurrucado en sus brazos no era suyo, no importaba
cuánto lo deseara. Había algo en Gulf que parecía
irreal, como si un día Gulf desaparecería de su vida tan repentinamente
como había llegado.
CAPÍTULO 3
Gulf le había dicho la verdad a Mew: habían pasado años desde que
alguien lo había abrazado. Recordaba haber sido abrazado cuando era
niño, pero a medida que creció, su familia comenzó a darle espacio, como
era costumbre. En casa, el abrazo se consideraba una invasión de la
privacidad de uno, ya que el contacto físico aumentaba las posibilidades
de transferencia telepática.
Gulf debe haber olvidado lo bien que se sintió, porque rápidamente se
convirtió en la cosa favorita de Gulf en el mundo. Estaba un poco
avergonzado por lo mucho que lo quería, pero a Mew no parecía importarle
que Gulf estuviera constantemente en todo su espacio personal, deseando
ser abrazado y sostenido. Al principio, abrazar había sido solo un sustituto
de la evidente ausencia de sus vínculos telepáticos con su familia y su
compañera de unión, pero a estas alturas, Gulf temía que fuera más que un
poco adicto a ello.
Mew fue un increíble abrazador. Gulf se sintió cálido, querido y adorado
cada vez que el cuerpo fuerte de Mew rodeaba al suyo. Fue increíble,
realmente, cómo un simple abrazo podría hacer que se sintiera mucho
mejor, dando un salto en los pasos de Gulf durante la mayor parte del día.
El único inconveniente era que Gulf había tenido que esforzarse por
fortalecer sus escudos mentales, cuidando de no leer la mente de Mew sin
su permiso. Gulf no era un santo. Siempre había sido naturalmente curioso,
y realmente, realmente tenía curiosidad sobre lo que Mew pensaba de él,
pero no quería explotar su telepatía. Se sentía deshonesto. Mew no se
merecía eso. —¿Va a venir tu novio hoy? —Dijo Samantha, alejándolo de sus
pensamientos.
Gulf la miró con el ceño fruncido.
—¿Qué?
Samantha sonrió.
—Vamos, Gulf, no te hagas el tonto. ¡No soy estúpida! —No entiendo —dijo
Gulf lentamente—. ¿De qué estás hablando?

Samantha puso los ojos en blanco.
Alto, oscuro y guapo, viene aquí todos los días como un reloj? ¿Te da
propinas obscenamente grandes? ¿Suena alguna campana?
Gulf rio.
—¿Mew? No seas tonta, no es mi novio! Es un amigo.
Samantha lo miró fijamente.
—¿Me estás tomando el pelo?
Gulf se tragó su confusión, no entendía qué tenía que ver el pelo de
Samantha con la conversación, pero el contexto era bastante claro, por lo
que no preguntó, y dijo:
—No, no lo hago. Lo digo en serio. Mew es mi mejor amigo.
Tengo una… prometida en casa —Sin mencionar que los calluvian no tenían
novios o novias. Tenían compañeros y Mew, obviamente, no era el suyo.
Samantha lo miró extrañamente.
—Gulf, te sientas en su regazo cuando no hay otros clientes —entonó ella.
—¿Y? —Dijo a la defensiva—. ¡Me gusta y a Mew no le importa!
La expresión de Samantha se volvió escéptica.
—Mira, me gustan los hombres que expresan sus emociones y se sienten
cómodos con el contacto físico, es el siglo XXI, pero debes admitir que se
ve bastante extraño cuando te sientas en su regazo durante media hora y
te aferras a él como un bebé koala.
Gulf frunció los labios, empezando a enojarse.
—¿Estás insinuando que no es normal que haya amigos en este país?
—Realmente no lo es —dijo Samantha con una mirada pellizcada—. Lo
siento, pero ¿cómo puedes ser tan inepto socialmente, Gulf?
Gulf miró hacia abajo, recogiendo un brownie en el plato delante de él.
Odiaba sentirse tan estúpido y socialmente torpe. Tenía amigos en casa y
ciertamente no los abrazaba, los adultos no se abrazaban en Calluvia, pero
pensaba que era normal para los humanos. Mew fue su único amigo aquí.
¿Cómo se suponía que sabía que su amistad era extraña según los
estándares humanos? ¿Por qué Mew no le había dicho que Gulf se estaba
comportando de manera extraña y que estaba siendo demasiado pegajoso
para un amigo? Gulf sabía que Mew tenía debilidad por él, pero ¿eso no le
impediría decirle a Gulf que era menos idiota?
—No lo sabía —murmuró Gulf, su estado de ánimo arruinado. Había estado
tan ansioso por el final de su turno (por lo general, Mew también aparecía
en ese momento) y ahora lo temía, terriblemente avergonzado.
¿Por qué no le dijo Mew?
La pregunta lo molestó por el resto de su turno.
Cuando escuchó el timbre de la campana cuando su turno se acercaba a su
final, Gulf no necesitaba volverse para saber que era Mew. Él lo sabía, de
alguna manera.
Gulf respiró hondo varias veces, tratando de combatir la sensación de

mortificación y fallando.
—Hey, bebé —dijo Mew.
A regañadientes, Gulf se dio la vuelta.
La sonrisa fácil en los labios de Mew se desvaneció.
—¿Estás bien, Gulf?
Normalmente, en este punto, Gulf se acercaba a él, apoyaba la cabeza en el
hombro de Mew y se apoyaba en él, pidiendo un abrazo en silencio. Mew lo
complacería, asegurando sus brazos alrededor de Gulf, y hablarían por un
rato, discutiendo sus respectivos días, o simplemente charlando sobre
todo y nada. Gulf no se había dado cuenta de lo extraño que era, o lo
mucho que lo quería hasta que no pudo hacerlo más.
—¿Por qué no me dijiste que estaba siendo un amigo terrible?
—Dijo Gulf.
La expresión de Mew no cambió.
—¿Qué?
Samantha me dijo que los amigos no se abrazan tanto —dijo Gulf, bajando
su mirada hacia el mostrador—. Que soy demasiado pegajoso.
Silencio.
Luego Mew rodeó el mostrador y levantó la cara de Gulf con los dedos.
—Oye, no seas tonto. No eres un amigo terrible. Estoy más que feliz de
abrazarte si eso es lo que quieres.
El estómago de Gulf cayó.
—¿Pero qué hay de lo que quieres?
Una extraña mirada apareció en el rostro de Mew.
—Estoy disfrutando abrazándote —Él se rió entre dientes, sus dientes
brillando—. ¿De verdad pensaste que solo lo estaba soportando? Tengo
muy poca paciencia para eso. —Pero no abrazas a Jake y él también es tu
amigo —señaló Gulf, dándose cuenta de repente de que nunca había visto
a Mew abrazar a Jake.
Mew levantó las cejas.
—¿Cómo lo sabes? Tal vez nos abrazamos todo el tiempo cuando no nos
ves.
Una sensación extraña y desagradable se instaló en el estómago de Gulf.
No estaba seguro de qué era, pero no le gustaba.
—¿Lo haces? —Dijo, tratando de no pensar en Jake envuelto en los brazos
de Mew. Se sintió mal, de alguna manera.
Mew resopló.
—No. Jake pensaría que estoy loco si intentara acurrucarlo.
Bien. No quería que Mew tuviera a nadie más que a él. — ¿Ves? — Dijo Gulf,
confundido por sus propios pensamientos.
¿De dónde viene este sentimiento propietario?
Siempre había sido bueno compartiendo.
Mew le dirigió una mirada larga e ilegible.
Gulf, si quieres que deje de abrazarte, solo dilo. —No —dijo Gulf, agarrando
la corbata de Mew y jugando con ella nerviosamente—. Por favor, no te
detengas, pero siempre que lo desees, también.
Mew le sonrió, esa sonrisa suave y ligeramente torcida que parecía reservar
solo para Gulf, y dijo:
—Sí.
Gulf sonrió un poco y, colocando sus brazos alrededor del cuello de Mew,
apoyó su mejilla en el hombro de Mew. Suspiró feliz cuando los brazos
duros y musculosos de Mew lo envolvieron con fuerza, haciéndolo sentir
cálido, seguro y tan bien. Era un sentimiento tan adictivo.
Gulf aflojó la corbata de Mew, desabotonó el botón superior de la camisa
de Mew y apoyó la cara contra la garganta de Mew, respirando hondo y
codicioso. Amaba tanto el olor de Mew. Deseó poder embotellarlo y
ponerlo en su almohada para poder dormir mejor. Zumbó de placer cuando
los fuertes dedos de Mew le masajearon la nuca y los omóplatos, le dolían
un poco después de su largo turno. A veces pensaba que Mew también era
un telépata. Mew siempre parecía saber lo que necesitaba.
—¿Estás libre? —Murmuró Gulf, acariciando la garganta de Mew con los ojos
cerrados—. ¿Noche de película? ¿Quieres? — era un poco vergonzoso lo
incoherente que se ponía cuando se acurrucaban. A Mew le pareció
divertido y le había dicho a Gulf que solo estaba hambriento de contacto.
Gulf no estaba tan seguro de eso, pero de cualquier manera, era
vergonzoso.
Mew suspiró.
—Lo siento, Gulf, no puedo.
—¿Por qué no? —Dijo Gulf, sus sueños de pasar un par de horas felices
acurrucado contra Mew rompiéndose en mil pedazos.
—Tengo una cita esta noche —dijo Mew.
Gulf abrió los ojos.
—¿Una cita? —Repitió—. ¿Con quién?
Alguien a quien conocí en el trabajo —dijo Mew, dejando caer sus brazos y
alejándose de Gulf—. Tengo que irme a casa y cambiarme ahora o llegaré
tarde, en realidad.
—Oh —dijo Gulf, sintiendo frío de repente—. No dejes que te retenga.
—Nos vemos mañana —dijo Mew, rozando sus labios contra la sien de Gulf
—. Adiós, bebé.
—Adiós —dijo Gulf sin su alegría habitual. No entendía por qué su estado
de ánimo se desplomó.
Regresó a su apartamento una hora después y se sentó frente al televisor.
A Gulf normalmente le encantaba, encontraba la tecnología humana
encantadoramente anticuada, aunque a veces frustrante, pero esta noche
no podía atraer el interés por nada en la televisión.
Suspirando, Gulf fue a la cocina y sacó un poco de helado del congelador.
Mew había insinuado que los humanos comían helado cuando se sentían
tristes y supuestamente eso ayudaba. Gulf también tomó una cuchara,
volvió al sofá y se puso a cavar.
Media hora después, el helado se había ido, pero Gulf no se sentía
particularmente mejor, simplemente incómodamente lleno. O bien el
helado funcionaba solo en humanos, o había malentendido a Mew. Esto
último sucedió con bastante frecuencia.
Gulf tomó el control remoto y comenzó a navegar por el canal. Pero nada
pudo mantener su interés, y después de una hora, se dio por vencido y
decidió irse a dormir. No tenía ganas de comer, todavía lleno del helado.
El sofá se sentía más incómodo de lo habitual, crujiendo cada vez que se
movía.
Gulf se preguntó si debería encontrar otro trabajo mejor pagado para
poder pagar un piso mejor, pero le encantaba la cafetería. Además, la
oficina de Mew estaba al lado de la cafetería.
Pensar en Mew hizo que el estómago de Gulf se revolviera incómodo y se
obligó a cambiar la dirección de sus pensamientos.
Gulf pensó en su casa, en sus padres y hermanos. Ya llevaba meses en la

Tierra. Sin la presencia de Mew, Gulf no podía ignorar el fuerte silencio en
el fondo de su mente. No sabía que el silencio podía ser tan fuerte. Ahora
entendía por qué sus padres habían elegido un planeta tan lejano para
enviarlo: no había duda de que querían que empezara a apreciar sus
vínculos familiares en lugar de usarlos para satisfacer su curiosidad. Las
personas tendían a dar las cosas por sentado y las valoraban más después
de perderlas. Estar solo en su cabeza era tan inquietante.
Cuando Mew estaba con él, era mucho mejor.
Suspirando, Gulf se dejó caer sobre su estómago. Fue terrible al pensar en
Mew. Tal vez debería hacer más amigos. El problema era que Gulf no era
muy bueno para hacer amigos humanos. Parecía gustarles a los humanos,
pero también parecían encontrarlo demasiado extraño y socialmente
inepto. Gulf a menudo no entendía los chistes humanos o se reía en
momentos inapropiados, ofendiendo a la otra persona. Sólo
Mew parecía encontrar su torpeza social entrañable en lugar de ofender.
—Eso es un minuto entero que no pensé en Mew —dijo Gulf con otro
suspiro. Realmente era terriblemente pegajoso, ¿verdad?
Un repentino estallido de música lo sobresaltó. Gulf tardó un momento en
darse cuenta de que era su teléfono móvil. Gulf se acercó y lo tomó de la
mesa de café.
—Oye —dijo Gulf, radiante en la oscuridad. No necesitaba ver el
identificador de llamadas; sólo había una persona que podía ser.
—Oye, bebé —dijo Mew. Su voz sonaba un poco extraña—.
¿Cómo estás?
—Mucho mejor ahora que llamaste —dijo Gulf.
Mew se rió suavemente.

—Dios, realmente no tienes un hueso tímido en tu cuerpo, ¿verdad?
Gulf frunció el ceño. No entendía por qué su tendencia a decir lo que él
pensaba era tan inusual. Él creía que la comunicación era clave en todas
las relaciones. —Sigues diciéndolo como si fuera algo malo —
dijo Gulf. —No es malo en absoluto —¿Mew sonaba cariñoso? —Eres una
raza moribunda, Gulf.
Sus palabras fueron un poco confusas.
Gulf frunció la nariz. —¿Estás borracho? —Sólo un poco borracho — admitió
Mew.
—¿No estás en una cita? —Dijo Gulf. Apenas era un experto en citas, pero
incluso él sabía que no era apropiado emborracharse en una cita.
—Sólo estoy achispado —insistió Mew. Gulf no estaba seguro de creerle. La
voz de Mew nunca había sonado así: lenta y pesada. —De todos modos, es
aburrido —dijo Mew—. Él habla aburrido. Se ve aburrido. Sus ojos también
son aburridos. Gulf se mordió el labio para no reírse. ¡El discurso de Mew,
arrastrando las palabras, fue tan divertido!
—¿Todavía estás en una cita?
—Sí, pero ahora estoy en un baño —dijo Mew—. Quería llamarte, escuchar
tu voz. ¿Alguien te dijo que tu voz es como una melodía?
Gulf sonrió. Sabía que su voz sonaba melódica para los oídos humanos; las
cuerdas vocales de los calluvian eran diferentes.
—Sí, pero es muy dulce de tu parte decirlo.
Mew rió, el sonido un poco hueco.
—¿Dulce? Realmente no. Tú eres el dulce. Tan dulce que podría comerte.
Gulf se echó a reír.
—Realmente estás borracho, no achispado. —Nah —dijo Mew—. Yo diría
cosas mucho peores si estuviera borracho.
—¿No tienes que volver a tu cita? —Dijo Gulf. No es que quisiera que Mew lo
hiciera, pero después de su conversación con Samantha, estaba decidido a
ser un mejor amigo. — Supongo que debería —dijo Mew. No sonaba tan
emocionado por la perspectiva.
—¿Quieres venir a mi casa? —Gulf soltó antes de que pudiera detenerse. Era
oficial: era un amigo horrible—. Podemos ver una película juntos —Y
abrazarnos.
Había silencio en la línea.
Entonces Mew dijo:
—A la mierda. Estaré allí en media hora.
Gulf sonrió.
Cuando el timbre de la puerta sonó media hora después,
Gulf abrió la puerta y abrazó a Mew con fuerza. No pudo evitarlo.
A pesar de su resolución de no ser pegajoso, se sentía… necesitado. No
pudo explicarlo ni racionalizarlo.
—¿Cómo estuvo tu cita? —Dijo con retraso—. ¿Fue realmente tan malo?
Mew suspiró, su aliento rozando la mejilla de Gulf.
—No quiero hablar de eso —dijo. Su voz ya no era tan molesta como lo
había sido en el teléfono (el aire fresco debe haber ayudado), pero era
obvio que no estaba del todo sobrio. Gulf consideró discutir antes de darse
cuenta de que tampoco quería hablar de la cita de Mew.
—Samantha me prestó la serie original de Star Trek —dijo Gulf en su lugar,
uniendo sus manos y tirando de Mew al sofá.
—¡Deberíamos verla! ¡Los efectos especiales son divertidísimos!
Lo hicieron. Se durmieron en el sofá durante el tercer episodio.
Cuando Gulf abrió los ojos a la mañana siguiente, fue recibido por la vista
de la cara dormida de Mew. Deben haberse movido mientras dormían,
porque Gulf estaba tendido encima de Mew ahora, con sus caras a
centímetros de distancia. Un repentino deseo de hacer algo confundió a
Gulf. No entendía exactamente lo que quería.
Simplemente sabía que le gustaba mirar a Mew, y que no era suficiente.
Vacilante, Gulf levantó la mano y acarició la mandíbula cincelada de Mew.
El rastrojo oscuro arañó su palma. Se sintió extraño. Aunque no estaba mal.
Una repentina imagen brilló en su mente: el rastrojo de Mew arañando la
sensible piel del vientre de Gulf. El estómago de Gulf se apretó.
—¿Gulf?
Gulf alzó los ojos y sonrió levemente cuando vio que Mew lo estaba
mirando con ojos adormecidos y pesados. Tuvo suerte de que Mew no
fuera un telépata y no podía saber qué pensamiento tan extraño que Gulf
acababa de tener. — Suéltame, Gulf —dijo Mew, su voz áspera.
Frunciendo el ceño, Gulf se apartó de él y lo miró con preocupación.
—¿Tienes resaca? ¿Tiene la cabeza ganas de dividirse? —Así era como se
describe una resaca en el libro que Gulf había leído hace unos días.
—No —dijo Mew, cerrando los ojos. A pesar de sus palabras, sonaba dolido
—. Sólo dame un minuto.
Sacudiendo la cabeza, Gulf se dirigió al baño, desconcertado.
Nunca entendería a los humanos.
CAPÍTULO 4
—Odio este lugar —dijo Mew dos semanas después. Gulf, que estaba
abriendo la pizza que habían pedido, miró hacia arriba.
Mew se lamió los labios. Se preguntaba cuándo finalmente dejaría de tener
ganas de besar cada centímetro de la piel de porcelana de Gulf cada vez
que Gulf lo miraba. Ese día no pudo llegar lo suficientemente rápido.
—¿Odias mi piso? —Dijo Gulf.
Mew se encontró con su mirada herida, negándose a ser movido por ella.
Aunque sabía que a Gulf le gustaba este lugar, no iba a seguir fingiendo
que era agradable solo para mantener a Gulf feliz.
—¿No crees que es claustrofóbico, Gulf? —Dijo Mew—. Es diminuto, oscuro y

demasiado húmedo. Realmente odio dejarte aquí cuando me voy a casa.
Con los labios fruncidos, Gulf miró alrededor de la pequeña habitación.
—Esto es todo lo que puedo pagar.
Mew frunció el ceño. Eso no podría ser cierto. Le dio a Gulf propinas
ridículamente grandes con la esperanza de que Gulf usara el dinero para
conseguir un lugar mejor.
—¿Qué haces con las propinas que recibes? —Hay un ciego sin hogar que se
sienta a la vuelta de la esquina de la cafetería —dijo Gulf—. Él necesita ese
dinero más que yo.
Mirando la cara seria de Gulf, Mew no tuvo el corazón para decirle que el
hombre no estaba ciego en absoluto. Mew se pellizcó el puente de la nariz.
No fue culpa de Gulf que él pensara lo mejor de todos. No estaba enojado
con Gulf.
Estaba enojado con el imbécil que usó la amabilidad de Gulf para estafarle.
—Gulf —dijo—. ¿Te gustaría vivir conmigo? Tengo una habitación libre. Y te
llevaré al trabajo para que no tengas que usar el metro.
Gulf lo miró fijamente.
—¿De verdad?
Mew sonrió a Gulf, tratando de ignorar la voz en la parte posterior de su
cabeza que decía que estaba cometiendo un gran error.
—De verdad.
—Solo si me dejas pagarte por la habitación —dijo Gulf.
—Por supuesto.
Una pequeña sonrisa apareció en la cara de Gulf antes de convertirse en
una cegadora.
—Gracias —dijo antes de lanzarse repentinamente hacia adelante y abrazar
a Mew—. Eres mi persona favorita —dijo suavemente contra el cuello de
Mew.
La garganta de Mew se apretó. Se dijo a sí mismo que no leía demasiado.
—Tú también eres mío —No estaba seguro de cuándo había sucedido,
cuando este extraño y ridículo chico se había arrastrado hasta su corazón y
se había establecido allí. Joder, a veces no podía creer que solo habían
pasado seis semanas desde que conocía a Gulf. Antes de Gulf, Mew siempre
había pensado que era un cliché cuando las personas decían que se sentía
como si hubieran conocido a alguien para siempre.
—Estoy tan contento de que mis padres me hayan enviado aquí — murmuró
Gulf, rozando sus labios contra la garganta de Mew—. Tú eres mi mejor
amigo.
Cierto.
—Sí —dijo Mew, mirando a la pared detrás de Gulf.
Cierto.
CAPÍTULO 5
Gulf era un compañero de piso terrible.

Era desordenado, era terrible lavando la ropa, ponía los pies sobre la mesa
de café, dejó sus cosas por todo el apartamento y monopolizó la televisión
para ver Discovery Channel. Gulf también se creía un decorador de
interiores. Obtuvo pequeñas cosas raras en una venta de garaje y decoró el
piso, alegando que el lugar carecía de carácter.
Un día, Mew llegó a casa para ver una pintura gigante en la sala de estar
que mostraba algo que se parecía vagamente al vómito de alguien.
—¿Qué es esto, Gulfza? —Dijo Mew, dividido entre reír y besarlo. Gulf le
sonrió.
—Es arte, tonto. ¿No es maravilloso? ¡El artista me lo vendió por tan solo
diez libras!
A veces, Mew estaba casi seguro de que Gulf estaba tomándole el pelo,
pero al mirar la expresión sincera y abierta de Gulf, sabía que no lo hacía.
Cristo, Mew no sabía que era posible adorar a una persona tan ridícula.
El día que Gulf descubrió el yoga fue lo peor. Le pidió a Mew que fuera con
él a comprar una esterilla de yoga y luego no pudo decidirse entre una
marrón, “sensible”, y una rosa “alegre”. Al final, compró la marrón y Mew le
compró la rosa.
Después de conseguir las esterillas de yoga, Gulf miró tutoriales en video y
aparentemente decidió que tenía que hacer yoga todas las noches con
nada más que un par de diminutos pantalones cortos blancos que no
dejaban nada a la imaginación. Mew lo odiaba. Odiaba las piernas de Gulf,
sus rodillas de forma extraña y sus ridículos pantalones cortos blancos.
Excepto que él realmente, realmente no lo hizo. —Eres un masoquista,
amigo —le dijo Jake un día, un mes después de que Gulf se había mudado
con él.
Él y Jake estaban descansando frente al televisor de Mew, viendo un

partido de la Liga de Campeones. Gulf, que no entendía el tema del fútbol,
estaba en la cocina, canturreando algunas canciones y cocinando, lo cual
era su última obsesión. Gulf era bastante bueno en eso, en realidad,
aunque todo lo que cocinaba era un poco demasiado picante.
Mew dijo:
—Sólo somos amigos. Déjalo.
Ignoró la mirada de lástima en la cara de Jake y centró su atención en el
partido.
Gulf sacó la cabeza de la cocina.
—¿Alguien quiere helado? ¡Hice helado!
—Claro, amor —dijo Mew.
—¿De qué tipo? —Preguntó Jake, lanzándole a Mew una mirada que ignoró.
—Limón —respondió Gulf.
—Hmm, no gracias —dijo Jake. Cuando Gulf desapareció de nuevo en la

cocina, Jake miró a Mew—. ¿Desde cuándo te gusta el helado de limón?
—Cállate —dijo Mew sin mucho calor.
Gulf regresó con un tazón de helado y una cuchara. Se los dio a Mew y se
acurrucó contra él.
—¿Quién está ganando? —Dijo sin mucho interés, deslizando un brazo
alrededor de la mitad de Mew.
—Barcelona —dijo Mew, ignorando la mirada de Jake, y cavó en el helado.
Se llevó la cuchara a la boca, tragó y reprimió una mueca. Realmente no
era un fanático de los limones.
—No te gusta —dijo Gulf, su rostro cayendo.
—No, está bien —dijo Mew—. Simplemente no me gustan mucho los
limones.
Las esquinas de la boca de Gulf giraron hacia abajo. —¿Por qué no lo

dijiste? —Murmuró Gulf—. ¿Cuál es el punto de mí aprendiendo a cocinar si
no te gusta?
—¿Estás aprendiendo a cocinar para mí?
—Por supuesto —dijo Gulf, mirando a Mew como si fuera un estúpido—.
Dijiste que te gustaba la comida casera, y quería…
—Él desvió su mirada, mordiéndose el labio—. Haces tanto por mí. Quería
devolverle algo.
Con el pecho apretado de afecto, Mew le dio un beso en la nariz.
—No tienes que hacerlo, amor.
—Pero me gusta —dijo Gulf en voz baja. Todavía no estaba mirando a los
ojos de Mew, un ligero rubor en sus mejillas—.
Me gusta hacer cosas por ti. Me hace sentir bien.
Mew de repente se preguntó si era la razón por la que Gulf insistía en lavar
su ropa, a pesar de ser bastante terrible en eso. —Está bien — dijo Mew,
metiendo el mechón perdido del cabello de Gulf detrás de su oreja. El
cabello de Gulf siempre lo había fascinado. Era tan suave y brillante que se
sentía inhumano, como la seda más fina. El pelo no era lo único sobre Gulf
que parecía etéreo: su piel era extraordinariamente impecable y suave al
tacto, sus ojos eran violeta y profundos. Mew tenía que evitar
constantemente tocarlo y acariciarlo por todas partes.
—Necesitas un corte de pelo, bebé —dijo Mew, pasando sus dedos por el
cabello de Gulf. Intentó no mirar la pequeña boca rosada de Gulf.
Gulf cerró los ojos, apoyándose en el tacto.
—He estado pensando en dejarlo crecer. ¿Qué piensas?
—Es tu pelo, Gulf —dijo Mew, levantando un poco las cejas. Últimamente,
Gulf había estado pidiendo su opinión sobre su apariencia todo el tiempo.
Mew no estaba seguro de qué pensar de eso. Si no lo supiera mejor,
pensaría que Gulf quería verse bien para él, lo cual… era bueno que él lo
supiera mejor.
Amigos.
Eran sólo amigos.
—Sé que es mi cabello —dijo Gulf, rodando los ojos con una sonrisa— .
Pero, ¿crees que me vería bien con el pelo largo? Intenté dejarlo crecer una
vez cuando tenía doce o trece años, porque quería ser como mi hermano
mayor, pero me veía ridículo. Pero ahora realmente tengo pómulos,
¿entonces tal vez pueda llevarlo ahora? ¿Qué piensas?
Mew rozó su pulgar sobre dichos pómulos.
—Te verías bien —dijo, quitando la mano cuando notó que Jake los estaba
mirando—. Pero te ves bien ahora, también. Una hora más tarde, mientras
seguía a Jake a la puerta, Mew dijo:
—No lo hagas.
Jake lo miró con gravedad.
—Sólo ten cuidado, hombre. Parece un tipo realmente agradable, pero los
buenos suelen ser los peores. No te das cuenta cuando te apuñalan en el
estómago porque estás muy distraído por sus bonitas sonrisas.
Mew no dijo nada. Tenía la sensación de que era demasiado tarde para él
de todos modos.
—A Jake no le gusto, ¿verdad? —Dijo Gulf cuando Mew regresó a la sala de
estar.
Mew suspiró interiormente. Probablemente había sido demasiado esperar
que Gulf no se diera cuenta. Gulf podría ser muy perceptivo para alguien
que estaba completamente ajeno a ciertas cosas.
—Solo está un poco celoso —mintió, sentándose junto a Gulf—.
Él solía ser mi mejor amigo. Solíamos salir todo el tiempo. Gulf miró hacia
abajo, una arruga infeliz apareciendo entre sus cejas.
—No es tu culpa —dijo Mew, pasando un brazo alrededor de Gulf y
apretando su hombro.
—Pero lo es —dijo Gulf—. Tomo mucha atención y tiempo — Gulf levantó la
mirada—. ¿Sabes la parte horrible? —Dijo, con las mejillas rosadas—.
Realmente no lo siento. Me siento terrible porque no me siento mal por
eso. Me gusta tener toda tu atención. Eres mío, no de él.
No leas mucho en ello.
Mew se aclaró la garganta.
—Puedo ser de ambos. Tuyo y suyo. No es mutuamente excluyente. Es
normal tener algunos amigos íntimos.
Gulf frunció los labios.
—No lo llamas bebé.
Mew parpadeó.
—¿No? —¿Qué tenía eso que ver con algo?
Una pequeña arruga apareció entre las cejas de Gulf. — Mientras sea tu
único bebé, él también puede ser tu amigo, supongo.
Mew dio un resoplido.
—Gracias por tu permiso, pequeño tirano.

Gulf rió, teniendo la gracia de parecer avergonzado. —Lo siento, estoy
siendo horrible. No sé por qué estoy siendo tan horrible al respecto. Jake
es muy agradable, pero… — Envolvió su brazo alrededor de la mitad de
Mew y escondió su rostro contra su pecho—. Nunca tuve un amigo como tú
— confesó en voz baja— . Tengo muchos amigos en casa, pero esto es
diferente. Eres diferente. Yo… —Levantó la cabeza para mirar a Mew a los
ojos—. Estoy tan feliz de haberte conocido. Me haces muy feliz, todo cálido
y mareado por dentro.
Mew se dijo a sí mismo que era la barrera del idioma. Gulf simplemente
tuvo problemas para expresarse y no entendió cómo sonaban sus palabras.
—Me alegra que nuestra amistad te haga feliz —dijo Mew, besando a Gulf
en la sien—. Entiendo lo que quieres decir: es raro encontrar una persona
con la que te encuentres tan bien.
Gulf asintió.
—Gracias —dijo, tirando de la camiseta de Mew—. Por aguantar mi rareza —
aclaró con una sonrisa tímida, tirando de la camiseta de Mew de nuevo.
—¿Qué estás haciendo? —Dijo Mew—. ¿Te está ofendiendo mi camiseta o
algo?
—Me gusta cuando vistes camisas de vestir y botones, solo puedo
desabotonar los botones superiores y poner mi cara allí y olerte.
Mew lo miró fijamente. Por supuesto, había notado el hábito de Gulf de
deshacer el botón superior de su camisa cuando se abrazaban, pero
siempre había pensado que era solo una de las extrañas peculiaridades de
Gulf.
Gulf frunció la nariz y se echó a reír.
—¿Dije algo raro otra vez? Dije algo raro, ¿no?
Cristo, él era tan jodidamente lindo. Mew odiaba y amaba la total falta de
filtro de Gulf.
—¿Te gusta cómo huelo? —Dijo, su voz más ronca de lo que le hubiera
gustado.
Gulf asintió, frunciendo el ceño un poco.
—Al principio pensé que era tu colonia. La probé, pero no huele igual. Es tu
piel. Huele realmente, muy bien —Miró la camiseta de Mew con frustración
antes de suspirar y poner su cabeza en el hombro de Mew con un puchero.
Hubiera sido adorable si Mew no estuviera ocupado tratando de controlar
su cuerpo. No quería imaginarse a Gulf frotando la cara contra su pecho
desnudo, acariciándolo como un gatito, luego besando su piel, lamiendo
sus pezones.
Mew cerró los ojos, intentando pensar en las cosas más repugnantes y
horribles para reprimir su excitación.
—Gulf —dijo.
—¿Mmm? —Dijo Gulf, presionando su nariz contra el lado del cuello de
Mew.
Mew apretó los dientes mientras los labios de Gulf se frotaban contra su
piel. Su polla comenzó a endurecerse, a pesar de sus mejores esfuerzos por
no reaccionar. —Gulf, suficiente —logró, mirando fijamente la horrible
pintura en la pared.
—¿Pero, por qué?
—Porque soy solo humano.
Gulf levantó la cabeza, mirándolo desconcertado.
Y joder, Mew ya no podía hacerlo.
—Soy gay, Gulf —dijo, alejando a Gulf y poniéndose de pie—.
¿No lo entiendes? Soy homosexual. Eres un chico atractivo.
Gulf lo miró fijamente, parpadeando, pareciendo perdido. Maldito infierno.
¿Cómo podría ser Gulf tan ingenuo? ¿La posibilidad de que Mew lo deseara
era tan descabellada que ni siquiera se le había ocurrido? Nunca había
sido tan obvio que Gulf simplemente ni siquiera lo veía como un ser
sexual. Y maldita sea, fue un golpe para su ego… Mew estaba dispuesto a
admitir que siempre había sido un poco arrogante. No era engreído, pero
sabía cómo se veía. Nunca había tenido problemas para conseguir a quien
quisiera, excepto por este extraño, ridículo y encantador chico por el que
tenía sentimientos reales. Mew estaba bastante seguro de que había ironía
en esto, en alguna parte.
—Yo… —dijo Gulf, con los ojos muy abiertos—. No puedes, sabes que no,
sabes que no puedo, no es porque tú…
—¿No soy yo, eres tú? No te molestes, Gulf. Lo entiendo —Se dio la vuelta y
se dirigió a su habitación.
Media hora más tarde, hubo un golpe tentativo en la puerta. —Vete, Gulf —
dijo Mew, sin abrir los ojos. Jake tenía razón. Debería poner cierta distancia
entre él y Gulf, dibujar algunos límites saludables. — Mew, por favor —dijo
Gulf.
Sonaba triste.
No, maldita sea. Límites saludables.
—¿Puedo entrar? —Dijo Gulf. Su voz se quebró—. Por favor.
Mierda.
Mew se levantó de la cama y se dirigió a la puerta. Sin embargo, no la
abrió, porque sabía que una mirada a la cara molesta de Gulf destruiría su
resolución.
—Gulf, ve a la cama —dijo—. Hablaremos mañana cuando ambos estemos
más tranquilos.
—Estoy tranquilo —afirmó Gulf, sonando de todo menos eso. —No lo estás
—dijo Mew.
—Está bien, no lo estoy, pero no estaré más tranquilo si tengo que esperar
hasta la mañana para hablar contigo.
Mew suspiró y se deslizó para sentarse en el suelo, de espaldas a la puerta.
—Está bien, habla. Aunque sea breve.
—¿Así? ¿A través de la puerta?

—Sí —dijo Mew sucintamente. Gulf no necesitaba saber cuánto poder tenía
su rostro sobre él. Le quedaba algo de orgullo.
Escuchó a Gulf sentarse al otro lado de la puerta.
Por un largo momento, solo hubo silencio.
—Lo siento —dijo Gulf al fin—. Lo siento por ser un idiota y no darme
cuenta de lo incómodo que te estaba poniendo.
Mew frunció el ceño. Eso no era lo que esperaba.
—Solo… —dijo Gulf—. He estado un poco protegido toda mi vida. Nunca he
estado tan cerca de… personas solteras sexualmente activas mucho. Así
que nunca había sido un problema antes, ¿sabes? Por eso no se me había
ocurrido que pudieras sentirte… atraído por mí — Todavía había una nota
de desconcierto en la voz de Gulf, como si no pudiera creerlo por completo.
A pesar de sí mismo, Mew sonrió. Gulf era tan extraño. ¿No se había visto
en el espejo? A veces realmente era como un extraterrestre, porque sus
estándares parecían muy diferentes de los normales.
Mew se pellizcó el puente de la nariz.

—No es tu culpa, Gulf —dijo con un suspiro—. Este es mi problema, y ya sé
cómo lidiar con eso.
—¿Cómo? —Dijo Gulf.
—Habrá reglas. Los dos las seguiremos.
—¿Qué tipo de reglas?
—Seremos amigos como Jake y yo somos amigos. Casi podía oír a Gulf
fruncir el ceño. Era un poco perturbador lo vívidamente que podía
imaginarlo. —Pero, pero — balbuceó Gulf, sonando aplastado
positivamente.
—Gulf —dijo Mew, cerrando los ojos—. Por favor, no lo hagas más difícil.
Gulf estuvo en silencio por un largo tiempo.
Por fin, dijo, sonando completamente desinflado:
—Está bien. Si eso es lo que quieres —Mew lo oyó levantarse e ir a su
propio dormitorio, la puerta se cerraba silenciosamente tras él.
—Lo que quiero —repitió Mew antes de reír, el sonido áspero y feo en el
silencio de la habitación. No, eso no era lo que él quería. Pero apenas
importaba.
CAPÍTULO 6
—Mew se siente atraído por mí —dijo Gulf.

Samantha dejó de limpiar el mostrador y levantó la cabeza.
—¿Y?
Gulf frunció el ceño, sin entender por qué no estaba sorprendida.
—Eso es. Mew se siente atraído por mí.
Ella arqueó las cejas.
—¿Se supone que eso es una noticia para mí? ¿Por qué crees que lo he
estado llamando tu novio? Te mira como si fueras su sol personal.
Gulf frunció el ceño. Ella estaba equivocada. Mew no lo miró de esa
manera. Sentía que Mew apenas lo miraba últimamente.
Gulf negó con la cabeza.
—Como lo entiendo, es solo atracción física. Es gay y me considera
físicamente atractivo —No es que él entendiera muy bien el concepto de
atracción física. En momentos como este, Gulf sentía más que nunca que
no pertenecía a este mundo.
Samantha puso los ojos en blanco.
—Claro, y yo soy la reina. ¿Cuál es el problema, Gulfza? El tipo es
increíblemente atractivo y sexy, bueno, simpático, no sin sentido del
humor, y te adora. Estoy prácticamente verde de envidia —Ella sonrió—.
Apuesto a que es genial en la cama.
Parece que es genial en la cama.
Frotándose detrás de su cuello, Gulf se rió entre dientes. —No seas ridícula.
Mew es mi amigo, no un… —Se sonrojó al pensar en la intimidad física
fuera de un vínculo matrimonial.
La actitud casual de los humanos hacia el sexo todavía lo desconcertaba
un poco. Cuando descubrió que los humanos podían tener relaciones
sexuales tan pronto como a los doce años, se quedó absolutamente
pasmado. En casa, la mayoría de las personas no tenían relaciones
sexuales antes de su ceremonia de unión a la edad de veinticinco años.
El sexo fuera de un vínculo era tan tabú en casa que se sentía avergonzado
incluso de pensar en ello. No era que los calluvian fueran mojigatos con el
sexo. Fue solo que… hasta la ceremonia de unión, se suponía que los
calluvian no deberían estar interesados en el sexo. Había rumores de que a
veces, cuando el vínculo de la infancia era débil, era posible sentir
atracción sexual hacia alguien que no era el compañero de uno, pero Gulf
no estaba seguro de cuán veraces eran esos rumores. Su propio vínculo
con la infancia siempre había sido perfectamente fuerte y nunca había
sentido ni siquiera un atisbo de atracción sexual hacia nadie. Nunca le
había molestado. No había tenido ninguna razón para sentirse molesto por
algo que era incapaz de sentir, todavía. Pero ahora tenía curiosidad. Quería
entender a Mew. Por primera vez en la historia, Gulf se preguntó si se
estaba perdiendo algo debido al vínculo.
Habían pasado más de cuatro mil años desde que los calluvian habían
comenzado a practicar lazos desde la infancia. La práctica había sido
puesta en marcha por una razón.
Todo comenzó cuando un miembro menor del Primer Gran Clan secuestró a
la reina del Tercer Gran Clan y la forzó a un vínculo arcaico e
inquebrantable. Aunque había habido precedentes de vínculos forzados en
el pasado, nadie había intentado forzar un vínculo inquebrantable en el
gobernante de un Gran Clan. El alboroto había sido enorme. Ese tipo de
vínculo se había vuelto obsoleto por una razón, era imposible de disolver,
por lo que un violador mental se convirtió efectivamente en un consorte
real a pesar de los esfuerzos de los adeptos de la mente para romper el
vínculo. Finalmente, la reina tuvo que renunciar a favor de su hermano.
Para empeorar las cosas, el Primer Gran Clan se negó a ser responsable de
las acciones perjudiciales de sus miembros contra la Tercera Casa Real, a
pesar de que estaba legalmente obligado a hacerlo. Como resultado, el
escándalo político se convirtió en un conflicto militar, finalmente involucró
a todos los grandes clanes en la guerra más grande de todo el planeta en
la historia de Calluvia que casi destruyó a toda la población cuando las
armas biológicas usadas en la guerra afectaron la salud y la capacidad
reproductiva de la población.
La Gran Guerra terminó años después, cuando todos se dieron cuenta de lo

cerca que estaban de la extinción. Tomó décadas recuperarse de esa guerra
devastadora y sus consecuencias.
Para evitar que algo así volviera a suceder, el Consejo de los Grandes
Clanes había ideado el camino para unir los núcleos telepáticos de los
niños desde temprana edad. Un vínculo infantil funcionó de manera
diferente a cualquier otro vínculo telepático, profundizando en la psique
del niño y haciendo imposible que alguien fuerce un vínculo matrimonial.
En cualquier otro momento, una propuesta de este tipo habría llevado a un
debate sobre temas de consentimiento, ya que los niños no podían dar su
consentimiento, pero después de años de derramamiento de sangre y
décadas de reconstrucción, nadie quería que algo así volviera a suceder y
casi todos simplemente habían estado aliviados por la solución. Bueno, no
todos.
Algunas personas se habían negado a seguir la ley y dejaron a sus Grandes
Clanes, pero no era apropiado reconocer su existencia en compañía
educada. Renegados, fueron llamados en susurros. Los renegados no
reconocieron la autoridad de ningún Gran Clan. Eran efectivamente
forajidos, pero nadie sabía dónde vivían. Algunos dijeron que vivían en un
lugar alto en las Grandes Montañas, pero Gulf no creía que fuera verdad.
¿No los encontraría la tecnología moderna si ese fuera el caso?
De todos modos, los renegados eran las únicas personas en Calluvia que
no tenían vínculos desde la infancia. Gulf siempre había pensado que los
renegados estaban equivocados. El hecho de que no hubiera habido
conflictos de este tipo nuevamente demostró que la Ley de Vinculación
estaba en lo cierto. Se había demostrado científicamente que la unión de
los núcleos telepáticos de los niños hacía que su telepatía fuera más
estable y su temperamento más moderado. Los sociólogos insistieron en
que los lazos de la infancia básicamente habían salvado a su sociedad de
la autodestrucción, algo que le sucedió a demasiadas civilizaciones
avanzadas.
Pero, ¿cómo podría explicárselo a Samantha? Sobre todo porque Gulf no

entendía completamente cómo funcionaba el vínculo. Había muy poca
información sobre el vínculo en la base de datos pública. ¿Por qué el
vínculo impidió que las personas sintieran atracción? ¿Por qué algunas
personas vinculadas eran capaces de sentir cierta atracción sexual
mientras que otras no podían sentir nada hasta la ceremonia de
vinculación? ¿Qué pasó durante la ceremonia de unión? ¿Cómo se convirtió
un vínculo de la infancia en un vínculo de matrimonio? Gulf le había
preguntado a su hermano una vez, pero Ksar había dicho que Gulf
realmente no quería saber. Cuando Gulf le preguntó a su madre, ella le
lanzó una mirada extraña y cambió de tema. Fue tan raro. ¿Por qué estaban
tan callados sobre eso? ¿Qué estaban escondiendo? ¿Por qué?
—Estoy comprometido, ¿recuerdas? —Dijo Gulf, por falta de algo mejor que
decir.
—Por favor —dijo Samantha con una burla—. En todo el tiempo que has
trabajado aquí, nunca te ha llamado, Gulf.
¿Qué tipo de relación es esa?
Gulf hizo una mueca. Odiaba no poder defender a Leylen’shni’gul. Pero
revelar que no era humano y hacer un contacto no autorizado con los
terranos de manera efectiva sería una violación de una de las leyes
intergalácticas más importantes. Incluso si Gulf no fuera arrestado por eso,
no tenía ninguna duda de que el escándalo sería utilizado como arma por
los enemigos políticos de su madre. Si su madre no lo matara por ponerla
en una posición tan débil, el hermano de Gulf lo haría.
—No es culpa de Leyla que no pueda mantenerse en contacto —dijo Gulf.
Eso era cierto. Últimamente apenas podía sentir el vínculo entre ellos. Su
conexión telepática había desaparecido inmediatamente después de su
llegada a la Tierra, pero todavía podía sentir su vínculo en el fondo de su
mente, como una presencia constante y tranquilizadora. Sin embargo, a
medida que pasaba el tiempo, el vínculo se había debilitado gradualmente,
y Gulf temía que se desvaneciera completamente pronto, al igual que sus
vínculos con su familia lo habían hecho a su llegada. Por supuesto, nunca
había oído hablar de un vínculo de la infancia que se desvaneciera
completamente. Era bastante común que las conexiones telepáticas más
débiles se desvanecieran si la distancia física era demasiado grande para
mantenerlas, pero el vínculo infantil era demasiado fuerte para eso. Por lo
que Gulf sabía, nunca sucedió. Y, sin embargo, su mente estaba muy
tranquila últimamente, por primera vez en su vida. Junto con la distancia
entre él y Mew, esto era lo más deprimido que Gulf se había sentido.
Gulf suspiró ante el pensamiento de Mew.
—No lo compro —dijo Samantha.
Gulf tardó un momento en recordar de qué estaban hablando.
Cierto. El “abandono” de su compañera.
—No me molesta —dijo Gulf sacudiendo la cabeza. ¿Por qué no pudo
Samantha concentrarse en el problema real? —Mew se siente atraído por

mí. ¿Qué debería hacer?
Ella le dio una mirada.
—¿Qué quieres decir? Si no lo quieres, solo díselo y múdate de su lugar.
—No —dijo Gulf, frunciendo el ceño. Él no quería mudarse.
Le encantaba vivir con Mew, y quería vivir con él todo el tiempo que
pudiera, mientras aún pudiera. Sus padres podrían recordarlo en cualquier
momento.
Su estómago se anudó ante el pensamiento. Echaba mucho de menos a su
familia, pero la idea de dejar a Mew lo hacía sentir enfermo y asustado.
Al darse cuenta de la extraña expresión en el rostro de Samantha, Gulf dijo:
—¿Qué?
—Gulf —dijo ella lentamente—. Entiendes que debe ser… incómodo para él,
¿verdad? La atracción no correspondida no es
una broma. Debe ser difícil para él vivir contigo. —Yo… —Gulf tragó— . Lo
hago. Por eso estoy pidiendo consejo. No quiero hacerle daño. Samantha
suspiró.
—No sé qué decir. Esa es una situación difícil. ¿Estás seguro de que no te
atrae en absoluto? Cuando te veo con él, su atracción por ti realmente
parece correspondida.

—¡No seas tonta!
—¿Tonta? —Dijo ella, su voz llena de exasperación—. Gulf, muestras los
signos clásicos de atracción: inclinas tu cuerpo hacia él, sonríes mirándolo
a los ojos, estás constantemente sobre él, encuentras más excusas para
tocarlo. Hace solo unos días, te vi acariciarle el cuello y ¡parecía que te lo
estabas tirando! Francamente, el hecho de que no te atraiga es más
sorprendente para mí. ¿Estás seguro de que no lo hace?
—Estoy… estoy —balbuceó Gulf, con la mente acelerada—.
¿Creo que sí?
Ella lo miró fijamente.
—¿Cómo puedes no saberlo?
Gulf se preguntó qué diría si le dijera que era un extraterrestre con una
composición biológica completamente diferente. En este punto,
probablemente sería más creíble que su olvido e inexperiencia.
—Soy algo que probablemente llamarías demisexual —dijo con cuidado—.
Estoy más cerca de asexual. Realmente no me atrae. Tengo que estar…
conectado emocionalmente con la persona para sentir cualquier atracción
sexual —Necesitaba estar conectado telepáticamente, lo que obviamente
no estaba, al menos no con Mew.
Samantha tenía una expresión de pellizco en su rostro.
—Gulf —dijo ella lentamente—. ¿Estás diciendo que no te sientes
emocionalmente conectado con Mew? Porque esa es la mayor cantidad de
tonterías que he escuchado.

Gulf la miró, sintiéndose completamente perdido.
—¿Puedes describir cómo son los signos de atracción? —Dijo
entrecortadamente, lamiendo sus labios—. Es probable que sea una
pregunta estúpida, pero ¿me lo dirías?
Samantha le sonrió.
—No es una pregunta estúpida si te identificas como demisexual o asexual
—Ella se quedó pensativa—. Bueno, no soy un hombre, pero cuando me
siento atraída por alguien, me siento entusiasmada con ellos, quiero
tocarlos todo el tiempo, sonrío más alrededor de ellos, quiero
complacerlos, quiero lucir bien para ellos, quiero que piensen que soy
graciosa e interesante.
Obviamente hay signos físicos…
—¿Qué signos físicos?
Ella lo miró fijamente.
—¿Realmente quieres saber lo que siento cuando estoy encendida?
Gulf luchó por no sonrojarse. Esto fue tan increíblemente embarazoso. Pero
él necesitaba saber, porque todo lo que ella había descrito sonaba muy
familiar. Confusamente familiar. Mordiéndose el labio, Gulf asintió. Él no
era un bebé. Podía hablar de sexo. No era un gran problema para los
humanos y se suponía que él era un humano.
—Está bien —Samantha se sonrojó—. Mi piel se estremece cuando me toca.
Tengo una sensación de calor en la parte baja de mi estómago. Quiero sus
manos sobre mi cuerpo. Quiero estar cerca de él para que no haya espacio
entre nosotros. Quiero sus labios sobre mí, en todas partes —Ella estaba
roja ahora—.
Me mojo si me atrae mucho el chico, pero obviamente es diferente para los
hombres. Los hombres se ponen duros —Ella sonrió un poco— . No
esperaba tener esta charla hasta que tenga hijos adolescentes.
Gulf no le devolvió la sonrisa. Si bien algunas de las cosas que ella había
dicho no se aplicaban a él, algunas eran más que un poco familiares.
Siempre quiso estar cerca de Mew, presionar su cuerpo contra él. Quería
las manos de Mew sobre su cuerpo todo el tiempo. Nunca había imaginado
la boca de Mew sobre su cuerpo, pero ahora que lo hizo, el pensamiento no
era… desagradable. Hizo que su corazón latiera más rápido y su piel se
calentara.
Pero no entendía del todo lo que mojarse o ponerse duro tenía que ver con
sentirse atraído por alguien. Bueno, él entendía la mecánica del sexo, pero
como nunca la había experimentado, era difícil de imaginar.
—Supongo que llamarías a mis padres… puritanos —dijo Gulf, eligiendo sus
palabras con cuidado. Sabía que su olvido debía parecer extraño en la era
de Google—. Ellos desaprueban el sexo fuera del matrimonio. Nunca me
hablaron sobre sexo y me desanimaron de que aprendiera sobre eso.
Los ojos de Samantha se ensancharon.
—¿De verdad?
Gulf asintió, sintiendo una punzada de culpa por mentir. Sus padres no
eran realmente tan prudentes. Los calluvian simplemente no discutían el
sexo a menos que fuera necesario.
—…¿Gulf?
Encogiéndose de hombros, Gulf miró a Samantha.
—Lo siento, ¿qué?
Ella sacudió su cabeza.
—No consigo algo. Si nunca te has sentido atraído por alguien, ¿cómo
puedes estar comprometido con esa chica? —Ella hizo una mueca—. Por
favor, no me digas que es un matrimonio arreglado.
Pero después de lo que dijiste sobre tus padres, eso no me sorprendería.
—Es un matrimonio arreglado —reconoció Gulf, aunque nunca había
pensado en el vínculo de su infancia en esos términos— . Pero me gusta mi
prometida. Ella es buena.
—Honestamente —dijo Samantha—. ¿De dónde eres otra vez?
¿Siglo quince? Es positivamente medieval.
Gulf se rió entre dientes, preguntándose qué diría si supiera que la gente
de Gulf estaba en realidad miles de años por delante de los humanos
tecnológicamente. Pero era bastante curioso que las costumbres de su
gente estuvieran más cerca de las costumbres que los humanos habían
practicado hace varios siglos.
—Entonces, ¿te sientes atraído por Mew o no? —Dijo Samantha.
Gulf desvió su mirada. La respuesta que debería haber sido simple fue
cualquier cosa menos eso. Tenía algunos sentimientos extraños hacia Mew
que nunca había sentido antes. Él se sintió extrañamente atraído por Mew.
¿Pero fue excitación?
No, probablemente estaba confundido. No se puso ni “mojado” ni “duro”

alrededor de Mew. Eso tenía que significar que no se sentía atraído por él,
¿verdad?
—No —respondió Gulf—. No creo que me sienta atraído por él —Se frotó la
nariz con un suspiro—. Necesito averiguar qué hacer. No me gusta la
solución de Mew.
—¿La solución de Mew?
Gulf sintió que las comisuras de su boca bajaban. —Ha sido diferente en los
últimos días. —¿Diferente?
—Es, como, amigable, pero es distante —Gulf se agarró el labio inferior
entre los dientes y se miró las manos. Dijo en voz baja:
—No me ha llamado ‘bebé’ o ‘amor’ en dos días.
Silencio.
—Déjame aclarar esto, Gulf —dijo Samantha, su tono muy seco—. Quieres
que te llame amor y cariño, y estás molesto porque ya no lo hace.
—Bebé —corrigió Gulf, frunciendo el ceño—. No cariño. Ella le dio una
mirada extraña antes de reírse. —Dios, eres tan raro, Gulf —Pero entonces,
ella se puso seria—. ¿Quieres mi consejo? Averigua lo que sientes por él
antes de que sea demasiado tarde. Tal vez sea solo yo, pero no me enojo
porque mi mejor amigo no usa palabras afectuosas conmigo.
Gulf abrió la boca y la cerró.
Ella tenía razón. No debería haberle molestado. Nadie en su familia lo
llamaba así y Gulf no dudaba del amor de su familia.
Pero fue diferente con Mew. Amaba ser el amor de Mew y el bebé de Mew.
Él quería que Mew lo llamara amor y bebé, lo cual era… probablemente
algo extraño que desearle de un amigo.
Gulf hundió la cara en sus manos, gimiendo en una mezcla de vergüenza y
frustración. —Ya no entiendo nada.
Samantha solo se rió.
CAPÍTULO 7
Las palabras de Samantha aún estaban en su mente cuando

Gulf subió al auto de Mew después del final de su turno. — Hola — dijo Mew
con una sonrisa neutral. Parecía cansado y menos inmaculado de lo
habitual, su rastrojo tan espeso que casi podía llamarse barba.
Probablemente sería duro al tacto.
Gulf miró hacia otro lado, curvando sus dedos en su regazo y resistiendo la
tentación de besar a Mew en la mejilla. Cuanto más tiempo estuvo sin
contacto físico con Mew, más difícil se volvió reprimir los impulsos de esa
manera.
—¡Hola! —Dijo Gulf, tratando de sonar alegre. Por el bien de Mew, él había
estado tratando de actuar como si la distancia entre ellos no le molestara.
Gulf esperaba que fuera convincente, pero no estaba seguro.
—¿Cómo estuvo tu día? —Dijo Mew, saliendo del estacionamiento.
Gulf trató de no fruncir el ceño. Debería haber sido “¿Cómo estuvo tu día,
amor?” con Mew pasando sus dedos por el cabello de Gulf o acariciando su
nuca mientras Gulf se acurrucaba contra él.
—Bien —respondió Gulf, frotándose las palmas de las manos sobre los
muslos. Odiaba no poder tocar a Mew. Si la amistad de Mew con Jake era
así, no era de extrañar que Jake hubiera estado celoso—. ¿Cómo estuvo el
tuyo?
Mew murmuró algo no comprometido, sus ojos en el tráfico.
Un silencio un poco incómodo se instaló entre ellos durante el resto del
viaje. Gulf odiaba cada segundo de ello.
—¿Podemos hablar? —Dijo Gulf cuando llegaron a casa.
Mew se quitó la chaqueta y levantó la cabeza.
—¿Qué? —dijo. Su rostro no revelaba nada.
¿Me odias ahora?
Gulf abrió la boca, pero no salió nada. Perdió su coraje. No pudo

preguntarlo. Tenía miedo de preguntar. Siempre estaba en el fondo de su
mente que ni siquiera necesitaba preguntar si realmente quería saber.
Podía averiguarlo fácilmente. Nunca había tenido más miedo de usar su
telepatía en su vida.
Gulf se humedeció los labios.
—¿Quieres que me mude? —Dijo con voz entrecortada—.
Puedo mudarme si eso es lo que quieres.
Mew sacudió la cabeza rígidamente, sus hombros tensos mientras
desabotonaba los botones superiores de su camisa sin mirar a Gulf.
—No seas tonto, Gulf.
Gulf se quedó mirando el pecho medio desnudo de Mew. Deseaba poder
enterrar allí su rostro, respirar el aroma de Mew y quedarse así para
siempre.
Un sentimiento fuerte y desconocido se apoderó de él. Se sentía un poco
como mareos, pero era casi agradable. ¿Tal vez había atrapado algún bicho
alienígena? Aunque había recibido todas las vacunas adecuadas antes de
abandonar su planeta, siempre había una pequeña posibilidad.
Probablemente debería ir a acostarse. Por si acaso.
Gulf murmuró que no tenía hambre y se dirigió a su habitación.
Su estómago cayó cuando Mew ni siquiera trató de detenerlo. Tal vez él
realmente debería mudarse. Fue su último pensamiento cuando Gulf cayó
en un sueño extraño y agotado tan pronto como su cabeza tocó la
almohada. Soñaba con el silencio, algo estirándose y rompiéndose con un
chasquido. De repente, se estaba quemando de adentro hacia afuera,
sintiéndose sediento, hambriento y demasiado sensible… Gulf se despertó
con un sobresalto, su respiración era pesada e inestable, su corazón latía
con agitación.
Se incorporó, sin saber con qué había estado soñando. Respiró dentro y
fuera, tratando de calmarse.
Pero no pudo. Había algo mal. Había algo mal con él. Se sintió apagado,
inestable, su control sobre su telepatía se hizo pedazos. Podía sentir
débiles ecos de los pensamientos de otras personas. Un piso más abajo,
una mujer estaba enojada con su marido por ver el fútbol y no prestarle
atención, y su marido se preguntaba cuándo se quedaría dormida para que
él pudiera escaparse para encontrarse con otra mujer.
Gulf respiró hondo, tratando de controlar su telepatía. Supuso que debería
estar agradecido de que era de noche y que no había muchas personas
despiertas. Las personas dormidas no emitían pensamientos claros, solo
un zumbido de fondo que podía ignorar más fácilmente.
Gulf presionó sus dedos contra sus sienes y cerró los ojos, concentrándose
en reconstruir sus escudos mentales. Se puso rígido cuando se dio cuenta
de que algo estaba mal en
su mente. Algo faltaba. Su vínculo. Su vínculo con Leylen’shni’gul se había
ido, cada débil resto de él. Pero eso no fue todo. Sus sentidos nunca
habían sido tan fuertes. Podía oír mejor. Podía escuchar incluso las
respiraciones constantes de Mew en la otra habitación.
Mew.
Un anhelo lo golpeó con tanta fuerza que Gulf se estremeció. Tenía que
llegar a Mew. Necesitaba a Mew.
Gulf salió de la cama y salió de su habitación. Se detuvo unas cuantas
veces, sorprendido por lo agudo y vívidamente que podía sentir el frío
suelo bajo sus pies descalzos. Todo parecía más vivo: las sensaciones, los
olores, los sonidos, la extraña hambre dentro de él.
Temblando, Gulf empujó la puerta de Mew y se dirigió a su cama. Debería
haber sido imposible ver tan claramente en la oscuridad, pero, para
confusión de Gulf, podía ver bastante bien.
Mew estaba durmiendo sobre su espalda, su pecho largo y musculoso
subía y bajaba constantemente.
Estaba medio desnudo.
Gulf no estaba seguro de por qué estaba tan obsesionado con ese hecho,
pero de repente eso era todo en lo que podía pensar mientras miraba a
Mew. Necesitaba… necesitaba algo. Él quería algo. Quería desnudarse,
meterse en la cama de Mew y frotar su piel desnuda contra la de Mew.
Gulf tragó, confundido y escandalizado por sus pensamientos pero incapaz
de detenerlos. Sintió de nuevo un extraño y agradable vértigo, y luego un
fuerte dolor en la parte inferior de su cuerpo.
—¿Gulf?
La voz soñolienta y ronca de Mew le hizo cosas extrañas. —Sí, soy yo —logró
Gulf. Su propia voz sonaba extraña, espesa y sin aliento.
Mew se sentó, entrecerrando los ojos en la oscuridad.
—¿Qué pasa? ¿Qué estás haciendo aquí?
—Yo… —dijo Gulf—. Necesitaba verte.
—¿En medio de la noche? —Dijo Mew, acercándose a la lámpara de la
mesilla. Cuando la luz suave iluminó la habitación, Mew mantuvo sus ojos
en la cara de Gulf, evitando cuidadosamente mirar su cuerpo.
Gulf inspiró y respiró profundamente, intentando y sin dar sentido a los
cambios en su cuerpo. Al menos, había logrado controlar su telepatía, pero
era un pequeño consuelo cuando todo su cuerpo parecía estar mal.
—Creo que… creo que estoy enfermo —gruñó Gulf. Tal vez realmente había
atrapado algún bicho alienígena después de todo.
—¿Qué? —Mew estaba a su lado de inmediato, con la mano en la frente de
Gulf—. Estás un poco caliente —dijo, frunciendo el ceño. Sus largos dedos
acariciaron la mejilla de Gulf.
Gulf se estremeció, una extraña sensación recorría su cuerpo. El dolor
palpitante en su mitad inferior se intensificó. Gulf dejó escapar un
pequeño sonido cuando el dedo de Mew rozó su oreja.
—Estás temblando —dijo Mew. Su otra mano ahuecó la mejilla de
Gulf.
Gulf se apoyó en el toque de Mew. Echaba de menos las manos de Mew.
Quería que Mew lo tocara todo el tiempo.
—¿Bebé?
Gulf gimió, presionando su cara contra el pecho de Mew y acariciando con
su nariz. Bebé. Él era el bebé de Mew. —Sí — murmuró, envolviendo sus
brazos con fuerza alrededor de Mew. Se sentía tan bien, pero el dolor en la
parte inferior de su cuerpo en realidad aumentó, volviéndose casi
insoportable—.
Te necesito.
—Joder —dijo Mew—. Gulf, estás duro.
Gulf abrió los ojos y parpadeó. ¿Qué?
Mirando hacia abajo, Gulf miró fijamente.
Su ropa interior estaba estirada. Su polla estaba erecta.
Eso no fue todo. Sus calzoncillos se sentían un poco pegajosos. Algo, algo
pegajoso, se estaba escapando de su agujero. Eso… nunca le había pasado
antes. Por supuesto, Gulf sabía lo que significaba, pero no debería haber
ocurrido. No debería haber sido posible.
Pero fue inútil negarlo: esto era atracción sexual. Excitación. Su cuerpo
quería sexo. Su cuerpo quería a Mew. Debería haber sido imposible. Él no
estaba unido a Mew.
No, él no estaba unido a nadie. Lo había olvidado. Su vínculo se había ido.
Con el vínculo roto, esto era probablemente normal. Probablemente. No
estaba seguro.
—Gulf —dijo Mew con rudeza. Su rostro estaba de repente tan cerca. Sus
labios se deslizaron por la esquina de la boca de Gulf, solo el roce de
labios más tenue, más breve, más enloquecedor, y su aliento era agudo y
caliente, y sus manos temblaban un poco cuando revoloteaban sobre la
espalda de Gulf, como si no estuviera seguro. Gulf dejó escapar un sonido,
una especie de súplica impotente, desesperada, ahogándose, porque lo
necesitaba más cerca, y Mew estaba repentinamente allí, sus caderas
presionadas contra las de Gulf, y su cuerpo se sentía largo, duro y perfecto,
justo allí.
La respiración de Mew era irregular.
—Vete ahora si no quieres esto —Los labios de Mew rozaron el lóbulo de su
oreja, y Gulf gimió silenciosamente, clavando sus uñas en los omóplatos de
Mew. Quería a Mew más cerca, más apretado, quería más. Le sorprendió
una repentina necesidad de saber cómo sabría la boca de Mew. Mew dejó
escapar un sonido bajo y dolorido y arrastró sus labios a través de la línea
de la mandíbula de Gulf. Su boca estaba tan cerca. —¿Estás seguro, bebé?
Gulf no estaba seguro de nada, pero quería que este dolor, este hambre
desapareciera y tenía la sensación de que solo Mew podía saciarlo.
Él asintió aturdido, separando sus labios justo a tiempo para la lengua de
Mew. Gimió, disfrutando del sabor de la boca de Mew, de su rastrojo
rascándole la barbilla. Se sintió tan bien.

Muy bueno. Los dedos de Mew se enterraron en el cabello de Gulf,
manteniéndolo quieto mientras Mew le daba un beso magullado tras otro,
besándole como si quisiera escalar dentro de Gulf y vivir allí, y Gulf quería
que lo hiciera.
—Joder, eres tan dulce —dijo Mew entre los besos adictivos, inclinando la
cabeza de Gulf de la forma que quería con manos fuertes pero suaves.
Gulf se fundió con él, sus pensamientos se confundieron con un brumoso
placer mezclado con la necesidad. No importa lo duro que Mew lo besara,
no parecía aliviar el dolor necesitado en la parte inferior de su cuerpo. En
todo caso, lo empeoró.
Estaba sufriendo terriblemente, deseando. —Te necesito — murmuró Gulf
contra la boca de Mew, tratando de besar a Mew más fuerte—. Por favor. —
Sí —dijo Mew, empujando a Gulf hacia la cama. Gulf cayó sobre el colchón
sin gracia, haciendo un ruido frustrado cuando perdió el contacto físico
con Mew. Pero en poco tiempo, Mew estaba detrás de él, besando su cuello
con los labios separados, dejando rastros húmedos, sus grandes manos
vagando por todo el pecho de Gulf, su estómago tembloroso…
Gulf se estremeció cuando las manos de Mew amasaron sus muslos. Tan
cerca…
Como si escuchara sus pensamientos, Mew le quitó la ropa interior y
envolvió una mano grande alrededor de la palpitante polla de Gulf. Gulf
jadeó, su boca se abrió cuando Mew comenzó a acariciar su polla
lentamente. Se sentía tan bien pero tan frustrante, y en poco tiempo,
Gulf estaba lloriqueando, retorciéndose constantemente y tratando de
aliviar el dolor en su interior. No entendía lo que necesitaba, pero esto no
era suficiente. Quería, quería…
Quería dejar de sentirse vacío. Quería que la cosa dura se presionara
contra su culo: la polla de Mew. Sí, eso era lo que él quería.
Gulf se acercó y la agarró. Era gruesa, y larga, y pesada en su mano. Se
sentía perfecto. La quería, la quería dentro, quería que lo llenara.
La empujó entre sus piernas, pero su objetivo falló, y la polla de Mew se
frotó contra su muslo interno.
Mew contuvo el aliento.
—Gulf… —dijo en la nuca de Gulf, apretando su polla contra el culo de Gulf
por un momento antes de juntar los muslos de Gulf y frotar su polla que
goteaba entre ellos. Gulf jadeó cuando la polla de Mew se frotó contra la
sensible piel de sus muslos internos y rozó su agujero. Esto no era lo que
quería, quería a Mew dentro de él, pero sus palabras murieron en sus
labios cuando Mew comenzó a empujar, jodiendo sus muslos.
Gulf no podía decidir si lo odiaba o lo amaba. Gimió débilmente cada vez
que la polla de Mew rozaba su agujero, tan cerca, tan bien, no lo suficiente.
Estaba casi sollozando de frustración antes de que Mew finalmente tomara
la polla de Gulf de nuevo en su mano y comenzara a bombearla fuerte a
tiempo con sus embestidas. Esto era mejor, pero aún no era suficiente,
quería ser llenado, quería que el dolor desapareciera, quería… La polla de
Mew golpeó con fuerza contra su agujero, casi atrapando el borde. Gulf
gritó, su boca se aflojó cuando el placer se apoderó de su cuerpo. Su polla
se suavizó en la mano de Mew, la exigente palpitación en su agujero
finalmente disminuyendo. Se sentía tan bien, como si estuviera flotando en
una nube.
—¿Bien? —Dijo Mew, su voz tensa y apenas reconocible. Le dio la espalda a
Gulf.
Gulf asintió soñadoramente y miró a través de sus pesados ojos mientras
Mew se incorporaba, tomó su propia polla en su mano y comenzó a
bombearla con fuerza y rapidez, sus ojos oscuros vagaban por todo el
cuerpo de Gulf. —¿Puedo correrme en ti, Gulf? —Mew dijo en seco. Gulf
asintió, aunque no estaba del todo seguro de qué estaba aceptando. No
importaba, por el momento dejaría a Mew hacer lo que quisiera. Siempre
dejaba que Mew hiciera lo que quisiera. Observó a Mew apretar la
mandíbula, observó cómo su magnífico cuerpo se tensaba y se ponía
rígido, antes de que un gemido bajo se rompiera en la garganta de Mew y
luego Mew se vino, su eyaculación cubriendo el pecho y los muslos de Gulf.
—Tan jodidamente hermoso —murmuró Mew, sonando borracho y aturdido
mientras miraba el cuerpo de Gulf debajo de él—. Tan hermoso, el más
dulce, el más bonito, malditamente te adoro.
Gulf sonrió, arreglándose un poco. Mew lo adoraba. Mew pensó que era
hermoso y dulce.
—También te adoro —dijo Gulf adormilado mientras Mew limpiaba su
pecho y muslos con algunos pañuelos. Bostezó y enterró su cara en el
pecho de Mew cuando Mew finalmente se estiró a su lado.
—El mejor regalo de cumpleaños de todos —murmuró Mew, pasando sus
dedos por el cabello de Gulf.
Gulf tardó mucho esfuerzo en abrir los ojos.
—Espera, hoy es tu cumpleaños?
Mew le sonrió, lo besó en la nariz y asintió.
—Tengo oficialmente veintisiete años desde hace dos horas. —Debiste
decírmelo. No te conseguí un regalo. —No necesito un mejor regalo —dijo
Mew, acariciando su nuca.
Gulf le sonrió adormilado.
—Todavía te estoy preparando una cena de cumpleaños y estamos
celebrando en casa después del trabajo. —Está bien —dijo Mew—. Ahora
duerme, amor. Hablaremos mañana.
Gulf cerró los ojos y se dejó llevar, escuchando el latido constante del
corazón de Mew. Se preocuparía por su vínculo y las consecuencias de sus
acciones mañana. En este momento se sentía demasiado bien para
preocuparse por nada. Estaba en los brazos de Mew, cálido, seguro y
apreciado.
Nada malo podría pasar.
CAPÍTULO 8
Gulf se despertó sintiéndose bien y feliz. Suspiró adormilado, hundiéndose

más profundamente en su almohada de olor increíble. Su asombrosa
almohada se movió. Gulf hizo un puchero y se aferró a él más fuerte.
—Déjame ir, Gulf —dijo Mew con una risita, besándolo en la sien—. Tengo
que ir a trabajar.
—No te vayas —murmuró Gulf, acariciando el pecho de Mew.
Olía muy bien—. Es tu cumpleaños. Te mereces un día libre.
No tengo turno hoy. Podemos celebrar.
—No puedo —dijo Mew, acariciando la mejilla de Gulf con sus dedos—.
Podemos celebrar en la noche. Ahora abre tus lindos ojos para mí.
Gulf obligó sus ojos a abrirse y los frotó. Cuando su mirada nublada se
centró en Mew, su aliento quedó atrapado en su garganta. Los ojos oscuros
de Mew tenían tanto afecto y calor que derritieron el corazón de Gulf.
Entonces, se dio cuenta de que estaba tirado en el pecho de Mew. El pecho
muy desnudo de Mew. Mew está muy desnudo de todo.
Gulf sintió que se sonrojaba. La noche anterior parecía tan surrealista
ahora. ¿Realmente había sucedido?
—Oye —dijo Mew, su voz aún profunda y ronca por el sueño. — Feliz
cumpleaños —dijo Gulf, sintiéndose un poco tímido y desconcertado.
—Gracias, amor —dijo Mew, mirándolo con ojos nublados. Se veía tan…
bien. Gulf sintió que algo le tiraba de su estómago, sus labios
hormigueaban con la repentina urgencia de presionarlos contra la línea de
la mandíbula de Mew. Su polla se contrajo.
—No me mires así —dijo Mew con una suave risita—.
Realmente tengo que ir a trabajar, bebé.
Bebé. Mew lo había llamado amor y bebé de nuevo. ¿Eso significaba que
habían vuelto a la normalidad? ¿O la noche anterior había cambiado todo?
Gulf frotó su mejilla contra el pecho de Mew, inseguro. ¿Qué pasó anoche…
estaba mal? No se sintió mal. Pero el sexo fuera de un vínculo matrimonial
se consideraba incorrecto en casa.
Técnicamente, no estaba vinculado en este momento. Pero todavía fue
prometido a Leylen’shni’gul. Había un contrato de matrimonio y todo.
No fue su culpa que el vínculo se hubiera disuelto. Gulf suspiró, dándose
cuenta de que estaba discutiendo consigo mismo como un loco.
—¿Qué pasa con esa cara? —Dijo Mew, levantando la cara de Gulf para
encontrar sus ojos. Sus labios se apretaron brevemente—. ¿Algún
arrepentimiento?
Gulf no sintió arrepentimiento. Y ese era el problema, ¿no? ¿No debería
sentirse culpable? ¿Era inmoral lo que había hecho con Mew? No estaba
seguro. Un vínculo infantil era diferente del concepto humano del

compromiso romántico. Gulf no se sentía como si hubiera traicionado a
Leylen’shni’gul. Él no le había hecho ninguna promesa, sus padres lo
habían hecho por él hacía años. Gulf supuso que ahora podía entender por
qué los renegados pensaban que la unión entre los niños cuando no
podían dar su consentimiento estaba arruinada.
Gulf sacudió la cabeza en respuesta.
—No me arrepiento. Es solo que… tú sabes de Leyla. La expresión de Mew
se oscureció. Abrió la boca pero luego miró el reloj en la pared y rodó fuera
de la cama. —Joder, estoy muy tarde. Hablaremos cuando regrese, ¿de
acuerdo?
Gulf asintió. Vio a Mew prepararse para el trabajo. En diez minutos, Mew
estaba listo para irse.
—¿Abrazo de despedida? —Dijo Gulf inseguro. Quería algo más que un
abrazo de despedida, pero se sintió un poco avergonzado por los
pensamientos sin sentido que cruzaron por su mente al ver a Mew vestirse.
No se reconoció a sí mismo, y eso lo desconcertó. ¿Era una persona
diferente sin el vínculo? ¿El vínculo cambió tanto a una persona?
En lugar de responder, Mew se acercó a la cama y atrajo a Gulf hacia él.
Gulf le devolvió el abrazo con entusiasmo, sus pezones hormiguearon
cuando se frotaron contra la tela del traje de Mew. Él separó sus labios,
queriendo un beso.
—¿Cómo se supone que debo dejar esta habitación? —Dijo Mew,
suspirando en su mejilla.
Gulf volvió la cara y sus labios se encontraron en un beso húmedo y
necesitado que hizo que Gulf se mareara. Siempre le había parecido
curioso que tantas civilizaciones compartieran la costumbre de los besos
románticos con los labios. Gulf había besado a su compañera una vez,
había sido curioso y ella también lo era, pero ambos habían encontrado la
experiencia incómoda y sin sentido. No había sentido nada como besar a
Mew. Besar a Mew se sintió tan natural y necesario como respirar. Él no
sabía cómo parar.
En el momento en que Mew se alejó, las rodillas de Gulf se sentían como
una gelatina y nuevamente estaba dolorosamente duro.
—Volveré pronto —dijo Mew, sus pómulos enrojecidos y sus ojos casi
negros mientras miraba a Gulf con una intensidad estimulante—. Tan
pronto como pueda.
Cuando la puerta se cerró detrás de Mew, Gulf se recostó en el colchón y
miró el techo sin verlo, sintiéndose sin aliento y caliente por todo el
cuerpo.
¿Cuál fue este sentimiento abrumador que lo hizo querer correr tras Mew y
pegarlos juntos? Gulf no estaba seguro de que le gustara. Era la cosa más
intensa, y más aterradora, que había sentido nunca.
***
Gulf se sintió bastante contento consigo mismo.

La cena estaba lista, la mesa estaba puesta y el pastel en el que había
trabajado tanto la mayor parte de la tarde se veía delicioso (estaba un
poco torcido, pero Gulf esperaba que no fuera obvio). Ojalá supiera
delicioso, también. Gulf lo miró ansioso, preguntándose no por primera vez
si debería haber comprado un pastel de cumpleaños de la panadería a la
vuelta de la esquina. Le gustó la idea de hornear un pastel casero para
Mew, pero ¿y si no era bueno? ¿Y si Mew lo odiaba?
Bueno, ya era demasiado tarde de todos modos. Mew debería estar en casa
pronto.
Mientras se limpiaba las manos con la camiseta, Gulf miró la mesa por
última vez, asegurándose de que todo fuera perfecto…
Sintió una sensación de cosquilleo familiar.
Frunciendo el ceño, Gulf miró su cuerpo y se quedó helado, sus ojos se
ensancharon.
Un campo de fuerza blanco semitransparente comenzaba a rodear su
cuerpo, haciéndose más denso con cada segundo. Luego, una sensación
familiar de arrastre lo recorrió, y Gulf apenas logró pensar: No, cuando fue
arrastrado por el espacio, el blanco de las estrellas se desvaneció en un
borrón. Los humanos estaban equivocados al suponer que los
extraterrestres llegarían en naves espaciales. Los alienígenas, al menos los
alienígenas del rincón de la galaxia de Gulf, habían dejado de usar naves
espaciales hace miles de años, cuando ese método de transporte se había
vuelto obsoleto con la invención del teletransportador transgaláctico. Las
naves espaciales ahora se usaban solo para distancias cortas por parte de
compañías turísticas y de clases más bajas que no podían pagar el TTCI:
teletransportación transgaláctica casi instantánea.
—Bienvenido a casa, Su Alteza.
Gulf miró sin comprender los techos altos y las paredes transparentes que
le daban la ilusión de estar afuera.
Él estaba en casa.
—¿Su Alteza?
Si estaba en casa, significaba que no sabría si el pastel que había horneado
para el cumpleaños de Mew era bueno.
—¿Su Alteza?
Mew, que estaba a media galaxia de distancia.
Mew, que volvería a casa a un piso vacío.
Mew, a quien era poco probable que volviera a ver.
Gulf tragó, su garganta se atascó y su pecho se apretó.
—¡Su Alteza!
Él se estremeció y miró a su alrededor. Al darse cuenta de que la voz
pertenecía a la IA3 del palacio, se sintió tonto, tonto y extraño. Se había
acostumbrado demasiado a estar en la Tierra, a su tecnología

encantadoramente anticuada.
3 N.T. IA – acrónimo de Inteligencia Artificial
Gulf se aclaró la garganta, tratando de deshacerse del grueso bulto alojado
allí.
—¿Sí?
—Su Majestad y el Rey-Consorte lo están esperando en el estudio de Su
Majestad.
—Gracias, Borg’gorn —Gulf salió de la sala del transportador y se dirigió al
estudio de su madre, sus pies pesados y su corazón aún más pesado.
Había estado ausente durante meses. Extrañaba el palacio, extrañaba a sus
padres, extrañaba a sus hermanos, pero no podía reunir la emoción y la
felicidad que probablemente se suponía que estaba sintiendo en este
momento. Podía sentir sus conexiones familiares volviendo a la vida en su
mente, pero ahora parecían ruidosas e intrusivas en lugar de
reconfortantes. Gulf apretó sus escudos mentales, rodeando su mente lo
mejor que pudo. Estaba fuera de práctica; no había necesitado proteger su
mente de los telépatas en la Tierra. La
Tierra, que estaba a miles de años luz de distancia. Forzando el
pensamiento de su mente, Gulf empujó la puerta del estudio de su madre
para abrirla.
Sus padres volvieron la cabeza.
Gulf sonrió y esperó a que lo reconocieran primero.
Zahef’ngh’chaali fue el que lo hizo.
—Harht —dijo su padre, mirándolo con una cálida sonrisa—.
Bienvenido a casa. Te extrañamos.
Gulf sintió que su padre lo buscaba telepáticamente y bajó sus escudos
mentales, permitiendo que la mente de su padre lo abrazara. Suspiró
cuando el calor familiar y la comodidad de la mente de su padre lo
envolvieron. Había echado de menos esto, pero se encontró deseando un
abrazo físico, por fuertes brazos que lo sujetaban con fuerza…
Su garganta se cerró de nuevo y Gulf parpadeó rápidamente, tratando de
deshacerse de la repentina humedad en sus ojos. —Harht’ngh’chaali, salud
y tranquilidad —dijo su madre, su voz un poco más severa que la de su
padre. La reina Tamirs’shni’chaali siempre había sido el padre severo, pero
Gulf supuso que se trataba de ser la reina del segundo Gran Clan de
Calluvia. Por supuesto que su madre era severa; tenía que serlo cuando era
responsable de tantas personas. No significaba que ella no amaba a sus
hijos; Gulf sabía que ella lo hacía.
—Salud y tranquilidad, madre —dijo, tratando de no sonar moderado. El
saludo tradicional parecía extraño después de los saludos informales de
los humanos.
Las cejas de su madre se fruncieron cuando su mente tocó la de él.
—Estás molesto —dijo ella—. ¿Estás molesto porque esperabas que te
llamáramos a casa antes?

—¿Puedo volver? —Gulf soltó. Cuando sus padres lo miraron fijamente,
agregó con incertidumbre: —¿Sólo por un momento? Estaba en medio de
algo cuando me transportaron a casa. Sus padres intercambiaron una
mirada, comunicándose telepáticamente a través de su vínculo. El vínculo
que ya no tenía en su mente. ¿Fue roto irrevocablemente?
—¿Por qué quieres volver al Sol III? —Dijo por fin su madre.
—Terra —corrigió su padre suavemente a su esposa. —Los humanos lo
llaman Tierra ahora, en realidad —dijo Gulf, tratando desesperadamente de
pensar en una buena razón. Tenía miedo de que “el cumpleaños de Mew”
no fuera aceptado como una razón suficiente. La teletransportación a larga
distancia a un planeta a media galaxia era muy costosa y consumía muchos
recursos, incluso para los herederos directos de grandes clanes como Gulf,
pero no era la única razón por la que la gente podía usarlo por capricho. La
Tierra era un planeta pre-TTCI; cualquier visita a planetas pre-TTCI fue
regulada por el Ministerio de Asuntos Intergalácticos. En general, solo se
permitía un viaje por año por persona. —Responde la pregunta,
Harht’ngh’chaali —dijo su madre. De repente odió el sonido de su propio
nombre. Sonaba tan pretencioso. Desafortunadamente, cuanto más alto
era uno, más largo era su nombre. A Gulf le gustaban los nombres humanos
mucho más.
Pero él no era humano. Parecía haber olvidado eso. —Me gustaría que me
llamaras Gulf —dijo Gulf, mirando hacia abajo.
—Gulf —repitió su madre rotundamente.
Gulf asintió.
—Me acostumbré al nombre mientras estaba en la Tierra.
—Es un poco… bárbaro, querido —dijo la reina Tamirs.
—Creo que es encantador —dijo Zahef.
Su esposa le lanzó una mirada agria. Zahef le sonrió inocentemente. Gulf
casi se rió. La gente siempre decía que se parecía mucho a su padre, y en
momentos como este, podía ver de dónde venían, a pesar de que era la
imagen de su madre. — No seas tonto, Zahef’ngh’chaali —le dijo su madre a
su padre—. Gulf suena tan simple y bárbaro como los nombres de los
renegados.
—No se parece en nada a sus nombres —dijo Gulf, aunque no tenía idea de
si era cierto o no. Nunca antes había conocido a un renegado. —Había
reyes humanos llamados Gulf! Su madre dejó escapar un largo suspiro,
pero Gulf sabía que había ganado.
—Muy bien, Gulf —dijo ella—. Ahora, ¿finalmente nos dirás por qué quieres
volver al Sol III?
Gulf se movió de un pie al otro.
—No tuve tiempo de despedirme de mis amigos. —¿Amigos?
—Dijo su madre, con las cejas volando hacia arriba—.
¿Hiciste amigos humanos?

—¿Por qué lo dices como si los humanos fueran una especie de animales?
—Dijo Gulf a la defensiva—. No pasará mucho tiempo antes de que inventen
el viaje interestelar.
—Cariño —comenzó la reina Tamirs con cuidado.
Gulf odiaba, odiaba, odiaba cuando su madre lo llamaba
“cariño” siempre sonaba tan condescendiente, incluso si no era la
intención de su madre.
—Querido, según las últimas estimaciones, los humanos están a al menos

mil años de desarrollar su equivalente del TTCI — dijo su madre.
—Sin embargo, desarrollarán naves espaciales mucho antes que eso — su
padre, lo bendiga, la interrumpe—. Quizás en quinientos años.
—Las naves espaciales son una tecnología obsoleta —dijo la reina Tamirs
con una burla—. Demasiado lento e ineficaz. No cuentan. En cualquier caso,
no veo por qué querría ser amigo de miembros de una… civilización tan
joven.
—¿No dicen las enseñanzas de Gul’barshyn que el orgullo es un pecado? —
Dijo Gulf enfáticamente.
Un leve rubor apareció en los pómulos de su madre. Su padre se echó a
reír, ganándose una mirada plana de su esposa.
—Muy bien, Gulf —dijo su padre, sonriendo.
La reina Tamir no parecía divertida en lo más mínimo. — Harht’ngh’chaali —
comenzó ella.
—Gulf —la corrigió Gulf.
—Gulf —admitió su madre, pareciendo dolida—. Te enviaron al Sol III como
castigo por tu grave violación de la privacidad mental de otra persona…
—Tenía curiosidad y ella es mi hermana, ¡no solo una persona aleatoria! —
Dijo Gulf, con mal humor—. Sanyash no debería haberme molestado. Ella
sabe que no puedo resistirme a los secretos.
—Te enviamos al Sol III como castigo por tu grave violación de la privacidad
de otra persona —repitió su madre, como si no hubiera dicho nada—. No
fue un viaje turístico. Tenías que aprender humildad, aprender que tus
vínculos familiares son un privilegio, no algo para abusar porque sientes
curiosidad — Su madre lo miró—. No te enviamos al Sol III para hacerte
amigo de los humanos. Por lo tanto, no veo razón para que vuelvas.
¿Quieres despedirte de tus… amigos? ¿Qué dirías, en todo caso?
Los humanos piensan que la vida extraterrestre no existe.
Tendrías que mentir para explicar tu partida.
Los hombros de Gulf se hundieron. Lo peor era que sabía que su madre
tenía razón. No podía explicarle a Mew a dónde iba o por qué ni siquiera
podían hablar por teléfono. Pero, peroGulf miró a su padre suplicante.
—Tal vez sea lo mejor, hijo —dijo su padre con suavidad.
Gulf se dio la vuelta y abandonó el estudio antes de que pudiera estallar
en lágrimas, como el bebé grande que aparentemente todavía era.

Caminó hacia sus habitaciones, su visión era borrosa y su pecho
dolorosamente apretado cuando se imaginó a Mew regresando a casa en
un apartamento vacío en su cumpleaños. ¿Cuánto tiempo esperaría Mew
antes de darse cuenta de que Gulf nunca regresaría?
CAPÍTULO 9
El piso estaba vacío. Gulf no se escondía en ninguna parte para

sorprenderlo con la canción de feliz cumpleaños que Mew había esperado
cuando regresaba a casa.
Gulf no estaba en ninguna parte.
Mew se quedó mirando la mesa por enésima vez desde que regresó a su
casa: el pastel de cumpleaños ligeramente torcido que había en ella.
Revisó su teléfono de nuevo. No hubo llamadas perdidas de Gulf, ni
mensajes de texto que explicaran por qué no estaba en casa o adónde
había ido. Gulf había dejado su teléfono móvil en la cocina.
Mew se dijo a sí mismo que debía dejar de sentirse un enfermo de amor
aprensivo. Gulf probablemente había salido y perdido la noción del
tiempo. Se estaba preocupando por nada.
Solo habían pasado unas horas.
Diez horas más tarde, Mew se había quedado sin razones posibles para la
ausencia de Gulf. No se había dormido la noche anterior después de darse
cuenta de que todas las cosas de Gulf aún estaban en casa, incluido el
pasaporte de Gulf.
Fue casi divertido. Era casi gracioso que hubiera aprendido el apellido y la
nacionalidad de Gulf de su pasaporte después de meses de conocer a Gulf.
Gulf Calluvianen. Al parecer, Gulf era finlandés.
Fue casi divertido. Era casi divertido lo rápido que una persona podía pasar
de la felicidad a la desesperación y la preocupación enfermiza.
Cuando se involucró con la policía, ya no había nada remotamente
divertido sobre la situación.
—Debe ser un error —dijo Mew, apenas moviendo los labios. —No hay error,
señor Suppasit —dijo el oficial. —El pasaporte es falso. Una falsificación
muy impresionante, pero falsificación sin embargo.
Mew se dio la vuelta y se fue, sacando su teléfono para llamar a Scott, un
amigo suyo que trabajaba para el MI6. Debía ser un error. Gulf no era, no
era un maldito criminal o algo así.
Nunca lo creería.
Seis días después, Scott volvió a llamar y dijo:
—No hay coincidencias en ningún país. Si no lo supiera mejor, diría que el
tipo nunca existió, Mew.
Mew se quedó mirando fijamente la horrible pintura que Gulf había
comprado hacía un mes. Gulf había estado tan contento consigo mismo por
haber obtenido “una ganga”. A lo lejos, se oyó agradecerse a Scott antes de

colgar.
Luego se vistió y se dirigió al trabajo.
—¿Está todo bien, querido? —Le preguntó la señora Wayne, su vecina,
mientras compartían un ascensor.
—Sí —dijo Mew.
—No he visto a tu amigo en una semana —dijo—. El chico dulce prometió
cuidar mis flores mientras yo esté fuera. ¿Podrías recordarle eso?
Mew aflojó la mandíbula.
—Se ha ido —dijo—. Él te mintió. Todo lo que hizo fue mentir. Apenas
registró su aturdido rostro mientras salía del ascensor sin siquiera
despedirse. Probablemente ella estaba ofendida por su rudeza, pero Mew
no podía preocuparse.
No le importaba.
CAPÍTULO 10
Planeta Calluvia
—Su Alteza el Príncipe Seyn’ngh’veighli del Tercer Gran Clan desea verte, Su
Alteza —anunció Borg’gorn.
Gulf levantó la vista del modelo 3D de la Tierra. Se suponía que estaba
actualizando la base de datos con la nueva información que había
aprendido sobre los humanos, pero en vez de eso, había terminado
mirando el modelo 3D del planeta durante aproximadamente media hora.
O mejor dicho, en una pequeña isla en él.
—Déjalo entrar —dijo Gulf con retraso, enderezándose y mirando a la
puerta. Él no podía esperar a ver a Seyn. Tenían la misma edad y habían
crecido juntos. Gulf siempre lo había considerado su mejor amigo. Seyn
también iba a ser familia en menos de dos años cuando cumpliera
veinticinco años y su vínculo infantil con el hermano de Gulf se convirtió
en un vínculo matrimonial. Cuando Gulf había regresado de la Tierra, se
había decepcionado al enterarse de que Seyn estaba fuera del planeta y no
regresaría por un tiempo. Quería hablar con alguien en quien pudiera
confiar plenamente y Seyn era la única persona en la que confiaba para no
juzgarlo.
Sonrió cuando la puerta se abrió y Seyn entró, tan elegante como siempre.
Los ojos verdes de Seyn se iluminaron cuando vio a Gulf.
—Harht —dijo Seyn, extendiendo su mente hacia la de Gulf. Suprimiendo la
necesidad de abrazar a su amigo, Gulf lo abrazó telepáticamente. La mente
de Seyn siempre se había sentido tan plateada como el cabello de Seyn,
con un borde familiar de emoción e impaciencia. Seyn siempre estaba en
movimiento, una mariposa social a la que le gustaba conocer gente nueva
y hacer muchos amigos. Si amaba, amaba ferozmente. Si odiaba, odiaba

con la misma fiereza. Siendo bastante moderado, Gulf siempre había
pensado que debía ser agotador ser Seyn, pero últimamente… lo entendía
mejor. Mucho mejor.
—Estaba empezando a pensar que habías sido secuestrado por los
bárbaros en Sol III —dijo Seyn con una sonrisa.
Gulf frunció el ceño y le dio un golpe telepático.
—Los humanos no son bárbaros. No seas un snob. Y ya he regresado hace
años. No es mi culpa que estuvieras fuera del planeta.
Seyn arrugó la nariz y sonrió tímidamente.
—Ugh, estaba siendo un snob. Menos mal que te tengo para decirme
cuando actúo con esnobismo y alto nivel. —Ksar debe haberte contagiado
—dijo Gulf con una pequeña sonrisa.
Ahora fue el turno de Seyn de darle un golpe telepático.
—Ni siquiera bromees al respecto —dijo con el ceño fruncido, dejándose
caer en el sofá junto a Gulf—. Tienes permiso para matarme el día que
comience a actuar como Ksar. —Lo siento —dijo Gulf, sabiendo que era un
tema delicado para Seyn.
Palmeó el hombro de Seyn—. Él no es un monstruo, ya sabes.
Seyn se burló.
—Él es tu hermano. Por supuesto que dirías eso. De todos modos, no estoy
aquí para hablar de ese gilipollas. —Miró a Gulf con curiosidad— . ¿Qué
pasa, Harht?
—Gulf —dijo Gulf—. Me acostumbré al nombre y me gusta mucho.
Seyn solo asintió.
—¿Así que qué hay de malo? Emites algunas vibraciones realmente
negativas.
Gulf suspiró, agitó la mano para quitar la imagen 3D de la Tierra y abrió la
configuración de seguridad de la habitación.
—¿Qué estás haciendo? —Dijo Seyn.
Gulf apagó silenciosamente las cámaras y miró a su amigo.
—Ya no tengo el vínculo con Leylen’shni’gul. —Qué… ¿Hablas en serio? —
Dijo Seyn con los ojos muy abiertos. Por supuesto que se sorprendió. Era
inaudito.
Gulf asintió.
—Sentí que se debilitaba gradualmente en la Tierra y luego se rompió, creo.
Justo la noche antes de que mis padres me recogieran, en realidad. —Luchó
contra un sonrojo, recordando esa noche, y dijo rápidamente: —Pensé que
el vínculo podría reconstruirse cuando regresara a casa, al igual que mis
otros enlaces telepáticos con mi familia, pero han sido veintidós días y no
ha pasado nada. No sé qué pensar.
Seyn estaba frunciendo el ceño.
—¿Has hablado con Leylen’shni’gul? ¿Todavía siente el vínculo en su
extremo? Gulf negó con la cabeza.
—Ella todavía está en ese internado en Meniiuf II. No se permiten

comunicaciones a menos que sea una emergencia —Él vaciló—.
No sé si debería decírselo a alguien.
Seyn enarcó las cejas.
—¿Por qué no? Estoy seguro de que los adeptos de la mente solo
reestablecerán el vínculo. Quiero decir, ha estado en tu mente por siempre;
no debería ser difícil.
—Yo… —Gulf se mordió el labio y miró alrededor de la habitación,
paranoico que alguien escucharía—. No estoy seguro de querer recuperar el
vínculo.
Silencio.
Cuando Gulf se atrevió a mirarlo otra vez, encontró a Seyn mirándolo.
—Está bien —dijo Seyn lentamente—. ¿Quién eres y qué le has hecho a mi
mejor amigo? ¿Siempre te burlaste de mí cuando me quejé y me quejé de
mi vínculo con tu hermano, y ahora, de repente, tampoco quieres el
vínculo? Nunca tuviste un problema con Leylen’shni’gul.
Gulf suspiró.
—Es solo que… —Se pasó una mano por el pelo—. Me siento mucho mejor
sin eso. Me siento como si hubiera estado medio ciego toda mi vida. Todos
mis sentidos están mejor ahora —Era cierto. El mundo se sintió mucho más
vibrante, los colores más brillantes, sus sentidos aumentaron, su telepatía
mucho más fuerte. Se sintió mejor, más fuerte, más. Nunca antes había
estado en contra del vínculo, pero no sabía de qué había sido privado. Y
ahora no podía imaginar volver a eso. Por otro lado, si volviera a unirse, tal
vez dejaría de sentirse tan… terriblemente adolorido por dentro. Las
emociones aparentemente negativas ahora también eran mucho más
fuertes.
—No lo entiendo —dijo Gulf—. ¿Por qué el vínculo empeora nuestros
sentidos? Siempre nos han dicho que el vínculo nos ha mejorado.
Seyn miró hacia otro lado, sus cejas pálidas se acercaron.
Cuando volvió a hablar, su voz era vacilante.
—Escuché algunos rumores cuando estuve en el planeta Bienr el año
pasado… pensé que eran mentiras, pero… tal vez no lo eran.
—¿Qué rumores?
Todavía frunciendo el ceño pensativamente, Seyn jugó con un mechón de
su largo cabello plateado.
—Tienen estas leyendas… del contacto con nuestros antepasados. Les
tenían miedo, Harht. Afirmaron que algunos de nuestros antepasados
podrían matar con sus mentes.
Gulf se echó a reír, pero cuando notó lo grave que era Seyn, la risa murió
en su garganta.
—Seguramente no es cierto —dijo.
Seyn se encogió de hombros.
—Han pasado miles de años. Siempre pensé que era jodidamente extraño
que nuestros libros de historia fueran tan secretos acerca de las décadas
entre la Gran Guerra y la Ley de Vinculación. El contacto con el planeta
Bienr también sucedió en esa época.
Gulf frunció las cejas, Gulf lo consideró. Era cierto que los sesenta años
transcurridos entre el final de la Gran Guerra y la introducción de la Ley de
Vinculación había apenas documentados. Lo que era bien conocido era el
hecho de que las armas biológicas utilizadas en la guerra afectaban
enormemente a la población, lo que hacía a las mujeres estériles y
empeoraba la calidad del esperma de los hombres. Desesperados por
evitar que la población se extinga, los científicos de Calluvia iniciaron un
programa genético experimental que tenía como objetivo reparar los
sistemas reproductivos de las personas. Lo había arreglado, pero debido a
las pruebas limitadas, hubo consecuencias imprevistas. Los experimentos
genéticos habían causado mutaciones de varios tipos, volviendo a traer
rasgos físicos extintos y afectando la telepatía de las personas. La base de
datos histórica no tenía mucho detalle, solo mencionando que las
mutaciones no físicas desaparecieron cuando se implementó la Ley de
Vinculación. Según los informes del Consejo, la desaparición de las
mutaciones telepáticas fue solo un efecto secundario inesperado del
vínculo infantil.
—Pero, ¿qué tiene eso que ver con el vínculo que embota nuestros
sentidos? —Dijo Gulf, levantando las rodillas y abrazándolas. Desde su
regreso a casa, se encontró constantemente anhelando la comodidad del
contacto físico que los humanos daban con tanta libertad. Mientras los
calluvian se tocaban entre sí, lo hacían en su mayoría a puerta cerrada y
mucho menos frecuentemente que los humanos, prefiriendo el contacto
telepático. Gulf se preguntó si este nuevo deseo de contacto físico tenía
que ver con la ausencia del vínculo. Intentó no pensar en otra razón para
su necesidad de comodidad física.
Pensar en eso dolía.
Seyn zumbó, mirando contemplativa.
—La telepatía es nuestro sexto sentido. Si el efecto secundario de la Ley de
Vinculación fue la desaparición de las mutaciones telepáticas, tiene
sentido que el vínculo afectara a nuestros otros sentidos, ¿verdad? — Los
labios de Seyn se adelgazaron—. Y cuando el Consejo se dio cuenta de que
el vínculo afectaba a los sentidos de las personas, por supuesto, lo
mantuvieron en secreto. Probablemente es por eso que nos obligan a
hacer el vínculo estúpido tan jóvenes: los bebés son demasiado pequeños
para recordar y darse cuenta de que algo está mal —Él negó con
la cabeza—. Pero es un poco ridículo ir tan lejos para protegernos de los
vínculos forzados, ¿no?
Gulf se mordió el interior de la mejilla cuando algo se le ocurrió.
Dijo lentamente:
—¿Y si es una mentira que se introdujo la Ley de Vinculación para

protegernos de los vínculos forzados? ¿Y si el vínculo se inventó
específicamente para deshacerse de las mutaciones telepáticas?
Se miraron el uno al otro.
—Si tienes razón… —dijo Seyn. —Si tiene razón, por supuesto, al Consejo no
le importarán los pequeños efectos secundarios, como los sentidos
apagados, siempre y cuando las mutaciones también se hayan suprimido —
Se puso de pie de un salto y comenzó a pasearse por la habitación—. Sabía
que el vínculo era estúpido, pero no tenía idea de que en realidad estaba
estropeando mi cuerpo en más de un sentido —De repente se detuvo y se
giró, mirando a Gulf—. ¿Crees que yo también puedo hacerlo? ¿Ir a un
planeta muy lejano como Sol III y deshacerme de mi vínculo con el idiota
de tu hermano de esa manera?
Gulf suspiró. No le sentó bien cuando Seyn habló tan mal de su hermano.
—No creo que sea tan simple —dijo Gulf—. Si fuera así de simple, todos los
que viajaron a planetas distantes se romperían los lazos.
Seyn negó con la cabeza.
—La teletransportación transgaláctica se mejoró hace solo diecisiete años.
Hasta ese momento, no podíamos viajar tan lejos. Y dijiste que tu vínculo
se había roto completamente solo después de meses de tu estancia en Sol
III. No creo que ningún calluvian haya permanecido tanto tiempo en
planetas tan distantes. Hasta ti.
Gulf tuvo que admitir que Seyn tenía razón. Hasta hace muy poco, no
podían viajar a planetas tan distantes como la Tierra utilizando la
teletransportación. Su conocimiento de la Tierra se había basado en gran
parte en lo que sus planetas aliados, que estaban ubicados más cerca de la
Tierra, sabían al respecto, y la información no se había actualizado en
mucho tiempo. —Apenas puedes desaparecer durante meses —dijo Gulf—. Y
no tienes idea de cómo sobrevivir en la Tierra.
Seyn desechó sus preocupaciones.
—Si pudiste hacerlo, me las arreglaré bien.
Gulf le dio una bofetada telepática.
—¡Oye!
Seyn se echó a reír.
—Sabes que tengo razón. Me sorprende que no te hayas matado o muerto
de hambre. Eres demasiado ingenuo y amable para tu propio bien. Gulf
hizo un puchero.
—No lo soy. Yo era un humano muy creíble. ¡Aprendí a usar una máquina de
café en diez minutos!
Seyn le dirigió una mirada en blanco.
—No tengo idea de lo que acabas de decir —dijo—. Pero de todos modos.
Está decidido: voy al Sol III, quiero decir, a la Tierra.
Gulf suspiró ante la expresión de absoluta determinación en el rostro de
Seyn.
—Sabes, me molesta que odies tanto a mi hermano y estés dispuesto a
hacer cualquier cosa para deshacerte del vínculo con él. ¿Por qué no
quieres convertirte en su rey-consorte? Es un gran honor y realmente serás
mi familia, entonces.
La expresión de Seyn se suavizó un poco.
—Harht, no lo tomes como algo personal, ¿de acuerdo? — Dijo—. Solo trata
de ponerte en mis zapatos. ¿Te gustaría estar unido de por vida a un
bastardo tan frío y cruel como Ksar? ¿Sabes que nunca me sonríe? ¡Nunca!
Él siempre me mira como si yo fuera un pequeño insecto molesto bajo sus
pies. Demonios, ¡me ignora la mayor parte del tiempo! Es decir, a menos
que me esté criticando por algo…
—Pero…
—¡Y eso no es todo! —Dijo Seyn—. Él me bloquea completamente de su
mente. ¿Sabes todo lo que dice la gente acerca de que el vínculo es un
camino a la mente de tu compañero? Es una tontería, en lo que respecta a
nuestro vínculo. Él nunca ha tocado mi mente. Cada vez que trato de
acercarme a él, me encuentro con esa pared fea e impenetrable que me
hace sentir mareado y enfermo. ¿Por qué querría estar unido por la vida a
una persona así?
Gulf suspiró. Sí, él podía ver de dónde venía Seyn. Ksar no era muy fan del
afecto telepático, incluso con su familia. Sus escudos mentales estaban
constantemente arriba y nunca dejaba entrar a nadie.
—Si logras que tu vínculo se disuelva, Ksar no tendrá vínculos nuevamente
—dijo Gulf—. Ha estado esperando hasta que alcances la mayoría de edad.
Seyn se burló.
—No es culpa mía que su primer compañero muriera. Chica con suerte.
—¡Seyn! —Dijo Gulf con reproche—. La muerte no es broma.
Seyn dijo a la defensiva:
—No estoy bromeando. La muerte es preferible al destino de ser el
compañero de Ksar. Ni siquiera había nacido entonces. No es mi culpa que
Ksar tenga que esperar hasta que llegue a los veinticinco. Es demasiado
viejo para mí de todos modos. —Él es sólo ocho años mayor —dijo Gulf—. Si
tu vínculo se disuelve, no tendrá otras opciones. Todos los demás están
emparejados.
Seyn no parecía particularmente comprensivo.
—Él siempre puede estar unido a algún pobre bebé y esperar hasta que
crezca. Es lo que me hicieron, ¿no?
Gulf suspiró y se rindió. No sirvió de nada discutir con Seyn sobre Ksar. Y
para ser totalmente honesto, Ksar no se lo puso fácil para defenderlo:
realmente era extremadamente frío con Seyn y criticó todo lo que hizo.
—Bien —dijo Gulf—. Digamos que encuentras una manera de llegar a la
Tierra y quedarte allí durante meses. Digamos que tienes el vínculo con
Ksar disuelto. ¿Qué vas a hacer entonces?
Seyn lo miró a los ojos y sonrió.

—No lo sé. Pero seré libre de tomar mis propias decisiones. Estaré libre de
él. Tendré la libertad de hacer lo que quiera. Gulf sintió una oleada de
anhelo tan fuerte que le dolía el pecho. Para hacer lo que quisiera… Habían
pasado veintidós días. —¿Qué fue eso? —Dijo Seyn, frunciéndole el ceño—.
¿Estás bien?
Gulf respiró hondo, tratando de controlarse mejor. Sabía que estaba
proyectando emociones negativas, lo había estado haciendo durante días.
—Conocí a alguien en la Tierra —dijo, mirando sus manos—.
Nos hemos convertido en… muy cercanos. Lo extraño tanto — Las palabras
se sentían tan inadecuadas en comparación con el anhelo feo y feroz que
estaba torciendo y lastimando sus entrañas.
—Oh —dijo Seyn. Se dejó caer en el sofá y puso un brazo alrededor de los
hombros de Gulf. Gulf se apoyó en el toque con entusiasmo, pero para su
decepción, la comodidad física no hizo nada para satisfacer el anhelo que
lo estaba comiendo desde adentro hacia afuera. Quería los brazos de Mew,
no los de Seyn. —Espera —dijo Seyn—. Si ya no estás vinculado, ¿puedes
sentir atracción sexual?
Gulf sintió que le ardían las mejillas. Miró la cara ansiosa de Seyn.
—Eres descarado. No deberías estar preguntándote sobre tales cosas.
—¡Bah! —Dijo Seyn—. En lo que a mí respecta, es natural. Es el vínculo
estúpido que nos convirtió en seres sin sexo —Él frunció el ceño
sombríamente—. Sabes, me sorprende que el vínculo nos permita tener
relaciones sexuales en absoluto. En realidad, si la tecnología de los úteros
artificiales ya se hubiera inventado en ese momento, estoy seguro de que
ni siquiera se habrían molestado en devolvernos la posibilidad de tener
relaciones sexuales.
Gulf abrió la boca para decirle que no fuera ridículo, pero la cerró cuando
se dio cuenta de que Seyn probablemente tenía razón. El Consejo había
realizado una única enmienda a la Ley de Vinculación quince años después
de la introducción de la ley. La ceremonia de unión a la edad de veinticinco
años no estaba en la ley original. El Consejo probablemente no había
esperado que el vínculo infantil suprimiera los centros de excitación sexual
del cerebro junto con las áreas que afectan a la telepatía y otros sentidos.
Gulf ahora se preguntaba qué harían los adeptos a la mente que realizaban
la ceremonia de unión para arreglar los centros de excitación sexual de la
pareja sin cambiar nada más sobre el vínculo. Sonaba complicado. ¿Era la
capacidad de sentir excitación la única diferencia entre el vínculo infantil y
el vínculo matrimonial?
—Casi me hace desear que la tecnología de úteros artificiales todavía no
existiera —dijo Seyn—. Entonces no me habrían unido a otro hombre.
Gulf puso los ojos en blanco. Por supuesto que se trataba de Ksar. Seyn
nunca perdió la oportunidad de quejarse de su vínculo con Ksar y de su
injusticia.
Cuando Gulf notó la mirada curiosa que Seyn le estaba dando, dijo:
—¿Qué?
—¿Es verdad que los humanos todavía tienen cosas como la
heterosexualidad y la homosexualidad?
Gulf asintió.
—La heterosexualidad es considerada la norma allí.
Seyn hizo una mueca.
—Eso apesta. Sin embargo, sería genial recibir opciones en lugar de tener
una relación sexual, sexual. Es una pena que tu vínculo se rompiera tan
tarde y no tuviste la oportunidad de explorar tu verdadera sexualidad sin
la mierda del vínculo.
Gulf cuidadosamente evitó los ojos de Seyn.
—Tal vez deberíamos ir a la Tierra juntos —dijo Seyn de repente.
El corazón de Gulf dio un vuelco. Pero se obligó a sacudir la cabeza. De
nada servía despertar sus esperanzas. —No seas tonto. Nadie nos dejaría ir.
¿No crees que no lo intenté? Los viajes a los planetas preTTCI están
regulados por el Ministerio de Asuntos Intergalácticos. Se pueden hacer
excepciones especiales, pero debe haber una muy buena razón.
Teniendo en cuenta que el Lord Canciller de la rama del Ministerio de
Calluvia es Ksar, buena suerte al intentar convencerlo de que tienes una
buena razón para visitar la Tierra. —Maldita sea. —Seyn miró a Gulf—. ¿No
puedes hablar con él? Puede que sea un idiota de alto mando, pero es tu
hermano.
Gulf hizo una mueca. Había estado evitando a Ksar tanto como pudo
después de su regreso a casa. Ksar era demasiado observador. Él era un
telépata bastante fuerte, y Gulf tenía miedo de que notara el cambio en la
telepatía de Gulf, notar que el vínculo de Gulf había desaparecido.
—Ksar no lo aprobará si no hay una razón buena y racional — dijo Gulf—.
Así que ni siquiera intenté hablar con él sobre eso después de que mis
padres dijeron que no.
—Todavía tienes más posibilidades de convencerlo que yo — dijo Seyn—. Al
menos él no te odia.
—Él tampoco te odia —dijo Gulf de manera poco convincente. En realidad,
no estaba seguro de que Ksar no despreciara a Seyn: definitivamente
estaba en su peor comportamiento con Seyn.
—Cierto —dijo Seyn con un resoplido—. Siempre has sido un mentiroso
terrible. Me sorprende que los humanos no sospecharan nada. Supongo
que tienes suerte de que no crean en los extraterrestres.
Gulf intentó sonreír, pero no pudo, de repente recordó su conversación con
Mew sobre alienígenas.
—Algunos de ellos piensan que hay extraterrestres, pero en realidad no
creen que se parezcan a los humanos. Tienen ideas muy extrañas sobre los
extraterrestres.
—Los seres humanos se parecen a nosotros, ¿verdad? ¿Puedo pasar por un
humano?
Gulf miró a Sean de manera crítica: sus largos mechones plateados, sus
grandes ojos verdes, su nariz recta y su boca ancha. Seyn era más alto que
el promedio, su cuerpo atlético pero de alguna manera delicado y elegante
también. Fue considerado muy hermoso para los estándares de Calluvia.
Gulf no podía decir que había visto a un humano que se parecía a Seyn,
pero, de nuevo, solo había visto una pequeña parte de la Tierra.
—Creo que sí —dijo Gulf—. Pero no importa. No vamos a la Tierra.
Seyn sonrió.
—¿Quieres apostar?
Gulf debería haber sabido que no debía apostar con Seyn en nada, porque
siete días después, Seyn le envió un mensaje que decía:
—Prepárate y ven a mi casa a las diez de la noche. Nos vamos. Gulf se
quedó mirando el mensaje, su corazón latía en algún lugar de su garganta.
Él iba a la Tierra.
CAPÍTULO 11
Planeta Tierra
—¿Quieres venir conmigo al nuevo pub de Miller? Escuché buenas cosas

sobre el lugar.
—No esta noche, Jake —dijo Mew, con los ojos en la pantalla de su
ordenador—. Tengo trabajo que completar. —Mentira — dijo Jake— . Stanley
no pudo elogiarte lo suficiente esta mañana; dijo que estaba adelantado
en todos sus plazos.
Mew continuó escribiendo.
—Estoy ocupado —dijo secamente.
Jake dejó escapar un suspiro.
—Dime que no vas a dormir aquí de nuevo.
—No duermo aquí. Sucedió un total de dos veces.
—Mira, esto no es saludable, hombre —dijo Jake—. Primero te niegas a
abandonar tu lugar, ahora lo evitas como la plaga. Mew no dijo nada,
manteniendo sus ojos en la pantalla. Hubo un silencio tan largo que
comenzó a pensar que Jake se había ido.
—Han pasado meses —dijo Jake en voz baja—. Él no va a volver.
Mew apretó la mandíbula y no dijo nada.

—Solo acéptalo y sigue adelante.
—Lo he hecho —dijo Mew, muy uniformemente—. Es por eso que estoy aquí.
Trabajando.
—No estás trabajando, Mew. Estás trabajando hasta más no poder. Para fin
de año, serás inmensamente rico o muerto de agotamiento. No estoy
seguro de cuál es más probable en este momento —Jake hizo un sonido de

irritación—. Olvídate de ese niño. Él se fue sin decir adiós.
Es una pequeña mierda ingrata…
—Sal —dijo Mew.
—Vamos, amigo, sabes que tengo razón…
—Vete —dijo Mew de nuevo. Debió haber algo feo en su voz, porque Jake se
estremeció y se fue sin decir una palabra más. Cuando la puerta se cerró
tras él, Mew se recostó en su silla y se pasó una mano por los ojos
cansados. Jake tenía razón: estaba trabajando demasiado. Pero el trabajo
era bueno. El trabajo mantenía su mente ocupada.
Mew se pellizcó el puente de la nariz.
Por el amor de Dios.
Habían pasado casi dos meses. ¿Cuánto tiempo iba a sentirse como una
mierda? Sentirse como una mierda por alguien que aparentemente no
existía.
Todavía era difícil creer que todo lo que Gulf le había dicho era una
mentira, pero los hechos no mentían: Gulf Calluvianen no existía. Casi hizo
que Mew pensara que Gulf solo había sido producto de su imaginación.
Excepto que él no era el único que había visto a Gulf. El era real. Él había
sido real.
El pensamiento trajo un dolor familiar a su pecho. A pesar de su ira,
todavía no podía descartar la posibilidad de que algo le hubiera pasado a
Gulf. La gente no solo desaparecía, especialmente sin llevarse su pasaporte
y sus posesiones. Jake siguió diciéndole que lo dejara ir, le decía que Gulf
era una mierda desagradecida por irse así. Mew deseaba poder seguir ese
consejo, pero el problema era que no podía creerlo por completo. Después
de su enojo y dolor iniciales, Mew había pensado cuidadosamente en su
relación y no podía creer que Gulf, su sincero, dulce e inocente Gulf, era en
realidad una persona de mierda.
Jake se había burlado cuando Mew le había dicho eso.
—¿Sincero? ¿Inocente? ¡Él mintió incluso sobre su nombre! Vamos, sé que lo
tienes mal por él, pero seguramente no puedes ser tan ciego. Era un zorro
que fingía ser un conejo, y tú lo compraste.
Jake tenía razón. Racionalmente, Mew lo sabía.
Irracionalmente, seguía pensando en la forma en que Gulf le sonreía, en la
forma en que se acurrucaba en él, en la forma en que temblaba bajo su
toque, en la forma en que respondía a sus besos, con la boca ansiosa,
dulce y jodidamente inocente. Una persona puede mentir, pero el lenguaje
corporal no puede. ¿O simplemente se estaba engañando a sí mismo?
Probablemente. Porque ninguna explicación tenía sentido. Mew incluso
consideró la posibilidad de que Gulf se hubiera ido porque se había
sentido culpable por engañar a su prometida, pero eso no explicaría el
pasaporte falso y ninguna . identidad. Sin mencionar que Gulf no habría
hecho un maldito pastel para él.
El pastel aún estaba caliente cuando Mew había llegado a casa. Había sido
lo más enloquecedor. Literalmente podía oler el champú de Gulf en el aire,
como si Gulf hubiera estado allí. Jake puso los ojos en blanco cada vez que
trataba de argumentar que Gulf no podría haberse ido por su propia
voluntad.
—A menos que haya sido secuestrado por extraterrestres, no hay excusa
para él. ¡Deja de ser tan ciego, hombre! Deja de inventar excusas para el
pequeño idiota. Olvídate de él. Hay un montón de peces en el mar. Qué
demonios, ya ni siquiera te reconozco.
Sí, Jake tenía razón.
Tenía que ser realista. Gulf era un mentiroso. Todo lo que había hecho era
mentir. Gulf, si su nombre era incluso Gulf, se había ido y no quería que lo
encontraran.
Tal vez había llegado el momento de seguir adelante.
CAPÍTULO 12
Gulf normalmente era una persona bastante temperamental, pero después

del mes pasado, estuvo muy tentado de estrangular a Seyn. Le dolían los
pies, le dolían las piernas y se sentía asqueado. —¿Cómo se suponía que
supiera que este estúpido planeta era tan estúpidamente grande?
Gulf no dijo nada y siguió caminando. No era la primera vez que Seyn se
defendía a sí mismo, aunque Gulf nunca lo había culpado en voz alta.
No necesitaba hacerlo, considerando el hecho de que habían estado
caminando durante días desde el puerto de Grimsby a Londres.
Era enormemente frustrante que hubieran malgastado un mes entero
tratando de ir de Los Ángeles a Londres. Para ser justos, y Gulf quería ser
justo, Gulf sabía que en parte era culpa suya que no le hubiera dado a Seyn
la ubicación exacta, asumiendo que Seyn le diría a su amigo del planeta
Touscsse que los teletransportara a Londres. Pero, por supuesto, Seyn no lo
había pensado. ¿Cómo sabría Seyn que Los Ángeles estaba a medio planeta
de Londres? Seyn tampoco tenía idea de que sería problemático viajar por
la Tierra sin documentos y dinero terrano. Como nunca había estado en
ningún planeta pre-TTCI, Seyn había estado operando bajo la idea errónea
de que los terranos todavía estaban atrapados en algún tipo de Edad
Media. Si tan solo Gulf no hubiera asumido que Seyn se encargaría de los
aspectos prácticos. No por primera vez, Gulf deseaba tener su teléfono
móvil o al menos poder recordar el número de Mew. Pero, de nuevo, no
estaba seguro de encontrar el coraje para llamar a Mew, incluso si pudiera.
—Ya casi estamos allí —dijo Seyn, consultando el mapa que tenía en la
mano.
—Nuestros padres nos matarán —dijo Gulf.
Seyn se encogió de hombros despreocupadamente. Gulf se dijo a sí mismo
que mantuviera la calma. Llevaban días viajando, y ambos estaban
cansados e irritados. Discutir no ayudaría en nada.

Pero, por supuesto, a Seyn no le preocupaba la ira de sus padres. Seyn
tenía a sus padres envueltos alrededor de su dedo meñique. Seyn siempre
podía salir de problemas hablando. —Ksar nos matará —dijo
Gulf.
Eso finalmente hizo que Seyn pareciera un poco aprensivo.
Pero no duró mucho.
—Al infierno con Ksar —dijo Seyn—. Para cuando nos encuentre, ya no
importará. Ya casi no puedo sentir el vínculo — Él sonrió, luciendo
extremadamente complacido—. Nuestro vínculo nunca ha sido fuerte; no
debería tomar mucho tiempo ahora. De todos modos, deja de preocuparte.
—Es fácil para ti decirlo —murmuró Gulf, dejando caer su mirada.
Seyn golpeó su hombro contra el de Gulf.
—Deja de pensar en ello. Lo que está hecho, hecho está. No es como si te
gustara jugar con las mentes de esos humanos.
Gulf hizo una mueca.
—Aun así lo hice —dijo en voz baja. No le sentaba bien que hubiera usado
su telepatía para engañar a esos humanos en la ciudad de Nueva York para
que les permitieran abordar su barco. La elección de un barco como medio
de transporte a Inglaterra había hecho que Gulf fuera lo suficientemente
infeliz. Si tuviera que usar su telepatía con humanos, habría preferido
usarla para subir a un avión, pero Seyn se mostró inflexible en que no
confiaba en “esas cosas obsoletas” para no estrellarse y matarlo.
—No teníamos otra opción —le recordó Seyn.
Eso era bastante cierto. El comunicador de Seyn no funcionaba en largas
distancias, lo que significaba que no podían enviar un mensaje al amigo de
Seyn a Touscsse para que este último pudiera teletransportarlos a la
ubicación correcta. No tenían dinero ni documentos terranos. La telepatía
era la única opción.
No lo hizo bueno.
—Podrías haber usado tu telepatía para llevarnos a Londres — murmuró
Seyn—. Nunca he caminado tanto en mi vida.
Gulf lo fulminó con la mirada.
Seyn tuvo la decencia de sonrojarse.
—¡Solo digo!
—Lo odiaba —dijo Gulf—. No lo voy a hacer de nuevo.
—Personalmente, no creo que sea un gran problema —dijo Seyn—. No le
hiciste daño a nadie. Solo conseguimos un viaje gratis en esa nave. Había
un montón de espacio para cientos de personas.
—Es el principio de la cosa.
Seyn resopló.
—No recuerdo que estuvieras tan preocupado por la privacidad de otras
personas cuando usaste tu vínculo familiar con tu hermana para leer su
mente. ¿No fue la razón por la que tus padres te desterraron a la Tierra?
Gulf se sonrojó.
—¡Estaba curioso! Y es diferente. No se trata de privacidad. Se trata de libre
albedrío. No está bien manipular a los seres conscientes para que hagan
algo. ¿Querrías que alguien se metiera con tu mente y te obligara a hacer
algo?
Seyn se estremeció.
—Ugh. Tienes razón. Lo siento —Le dio a Gulf una larga mirada—. Ya no eres
un telépata de Clase 1. ¿Te das cuenta de eso, verdad?
Gulf frunció los labios y asintió.
—¿Estás seguro de que tu amigo no olvidará ponerse en contacto con
nosotros dentro de tres meses? Seyn notó claramente el cambio en el
tema, pero no hizo ningún comentario al respecto. —¿Crees que soy un
idiota, Gulf?
Gulf sonrió un poco. Al menos algo bueno había salido de toda la prueba:
Seyn se había acostumbrado a llamarlo Gulf. No se habían molestado en
darle otro nombre a Seyn, imaginando que su nombre sonaba lo
suficientemente humano. —No —dijo Gulf—. Pero creo que eres muy
impulsivo y un poco irresponsable.
—¿Irresponsable? ¿Yo? Al menos no escapé de mi casa porque quería ver a
algún humano —dijo Seyn con una mirada aguda. Gulf desvió su mirada.
Por supuesto que Seyn tenía razón. Si bien Seyn tenía una razón bastante
razonable para venir a la Tierra, quería deshacerse de su vínculo no
deseado, la razón de Gulf no era racional en lo más mínimo.
Solo quería ver a Mew.
Extrañaba a Mew terriblemente, de una manera que nunca había extrañado
a nadie más en su vida. Si era sincero, la demora de un mes lo frustraba
tanto no porque temía la ira de sus padres, sino porque habían pasado dos
meses desde que había visto a Mew. Retrasarse debido a una razón tan
trivial cuando estaba tan cerca era enormemente frustrante.
No ayudaba que mientras más tiempo pasaba, más inseguro se había
sentido Gulf. Dos meses fue mucho tiempo. ¿Y si… y si Mew no quería verlo?
¿Y si estaba enojado?
¿Y si Mew se había olvidado de él?
—Tengo mucha curiosidad por ese ser humano ahora —dijo Seyn—. No
entiendo por qué estás tan apegado a él. Apegado.
Gulf imaginó estar físicamente unido a Mew, tan apretado que no había
espacio entre ellos, y sintió un dulce dolor que se extendió por su cuerpo.
Gulf se sonrojó, dándose cuenta de que estaba sintiendo un deseo sexual
además del emocional.
—Fue muy amable conmigo —dijo Gulf torpemente. Todavía no podía
decirle a Seyn toda la verdad. Estando unido, Seyn no lo entendería de
todos modos.
—Anímate —dijo Seyn—. No debería faltar mucho ahora.
Estaremos allí antes del atardecer.
El latido del corazón de Gulf se aceleró ante la idea de ver a Mew pronto.
Mew, quien exigiría explicaciones, y con razón. ¿Cómo iba a explicar su
desaparición? ¿Cómo iba a explicar dónde había estado? ¿Y cómo iba a
explicar la presencia de Seyn?
¿Mew incluso lo dejaría explicar?
CAPÍTULO 13
La Tierra no era en absoluto como Seyn había imaginado. Había tanta

gente, por una parte. Era raro ver un planeta tan densamente poblado en
estos tiempos ya que la mayoría de los planetas tenían colonias múltiples.
Lo que también era extremadamente raro era ver a su mejor amigo como
un naufragio ansioso. Gulf siempre había sido la persona más positiva y
relajada que Seyn había conocido. Pero era irreconocible cuando tomaron
el ascensor hasta el piso de su amigo humano: Gulf estaba increíblemente
tenso, su cuerpo rígido y se estaba mordiendo el pulgar, un hábito de la
infancia que solía aparecer cuando Gulf estaba extremadamente nervioso y
uno que Seyn no había visto en años. — Tranquilízate —dijo Seyn, tratando
de proyectar tranquilidad y serenidad—.
¿Por qué hay que estar nervioso? Es solo un humano.
—No seas tan xenófobo —dijo Gulf con una mirada de desaprobación, que
era lo que Seyn había buscado. Gulf había necesitado la distracción.
—Simplemente no entiendo por qué estás tan nervioso —dijo Seyn
encogiéndose de hombros.
Y él realmente no lo hizo. Gulf había sido extrañamente secreto acerca de
la persona de Mew, poco dispuesto a compartir mucho, lo cual era extraño
para Gulf. Normalmente no se callaba sobre las cosas que le gustaban.
Por eso Seyn se estaba volviendo cada vez más curioso acerca de ese
humano.
Finalmente, las puertas del ascensor se abrieron y Gulf se dirigió a la
puerta de la derecha.
Seyn lo siguió, mirando a su amigo con creciente preocupación. Gulf estaba
irradiando tanta ansiedad que también comenzaba a afectarlo. ¿Qué
estaba mal con él? Gulf inspiró audiblemente y llamó a la puerta. ¿Estaba
su mano realmente temblando o era la imaginación de Seyn? En cualquier
caso, la ansiedad y la emoción estaban saliendo de Gulf en oleadas tan
fuertes que Seyn retrocedió involuntariamente, incómodo.
Por fin, la puerta se abrió.
Seyn miró con interés al humano del otro lado. Era alto y clásicamente
guapo, con interesantes ojos oscuros, su mandíbula firme y masculina. Era
encantador de mirar, o lo sería si no fuera por los círculos oscuros bajo sus
ojos.
El humano se puso rígido cuando vio a Gulf. Ni siquiera miró a Seyn. Sus
ojos oscuros se centraron en Gulf.
—Hola —gruñó Gulf con voz temblorosa.

Seyn lo miró con sorpresa. Pero Gulf tampoco lo miró, sus ojos bebían con
avidez en el humano, casi desesperadamente.
El humano miró a Gulf por lo que pareció una eternidad, con la mandíbula
apretada.
—Así que estás vivo. Es bueno saberlo —Su tono era frío y duro.
Gulf se veía positivamente aplastado.
—Mew —dijo, y su voz se quebró.
El humano juró por lo bajo, agarró a Gulf y lo aplastó contra su pecho.
Y Gulf… Gulf se derritió absolutamente en los brazos del hombre con un
alto gemido.
Seyn lo miró fijamente.
Observó confundido mientras Gulf se aferraba al humano, haciendo
pequeños ruidos felices mientras el humano acariciaba su cabello y
murmuraba algo en la oreja de Gulf.
Observó cómo las manos del hombre acariciaban la espalda de Gulf y
finalmente se acomodaban en la parte inferior de la espalda de Gulf. Gulf
prácticamente ronroneó.
Seyn se aclaró la garganta.
—¿Um, Hola?
El humano, Mew, se puso rígido y levantó la cabeza de donde estaba
acariciando el cabello de Gulf. Miró por encima del hombro de Gulf a Seyn.
—¿Quién es ese? —Dijo Mew. —Es solo Seyn, —murmuró Gulf, su voz
amortiguada por la camisa del humano.
—¿Y quién es Seyn? —Dijo Mew, su mirada recorrió a Seyn de manera
evaluadora.
La mirada hizo a Seyn un poco incómodo. Seyn siempre había sido más
empático que telépata. Podía sentir olas de hostilidad saliendo del
humano sin siquiera intentar leer su mente.
—Es mi amigo de la infancia —dijo Gulf.
Seyn asintió.
—Me voy a quedar con Gulf aquí por un tiempo.
Las cejas de Mew se juntaron.
—¿Es eso así? ¿Y quién dice que Gulf es bienvenido a quedarse aquí?
Seyn pensó que era una cosa ridícula decir considerando que el chico tenía
a Gulf en un fuerte abrazo.
Gulf suspiró. Finalmente dejó de aferrarse al humano y dio un paso atrás.
—Lo siento por irme así —dijo en voz baja, tomando la mano del humano y
mirándolo a los ojos—. Te he extrañado mucho. Alguna emoción cruzó el
rostro de Mew antes de que se cerrara.
—Vamos a hablar en la cocina —Miró a Seyn brevemente—. Puedes esperar
en la sala de estar.
Seyn asintió y los siguió al interior del piso. Se dejó caer en el sofá,
contento de esperar. No querría estar en los zapatos de Gulf en este
momento. Su amigo tenía muchas explicaciones que hacer, y no solo a

Mew.
CAPÍTULO 14
Gulf miró la distancia entre él y Mew, estaban demasiado separados para

su gusto, antes de enfocarse en la cara de Mew.
Era imposible de leer.
Mew dijo secamente:
—Habla.
Gulf se mordió el labio.
La mirada de Mew se dirigió a su boca por un momento antes de que Mew
lo mirara a los ojos.
—Estoy esperando.
—No sé qué decirte —admitió Gulf.
—La verdad sería una buena idea —dijo Mew lacónicamente. Si pudiera
decirle la verdad a Mew, lo habría hecho hace tiempo. Interpretando
correctamente la mirada miserable en el rostro de Gulf, Mew resopló.
—Cierto —Se pasó la mano por el pelo y se dio la vuelta, con los hombros y
la espalda tensos por la frustración.
—¿Es Gulf incluso tu nombre? —Dijo al fin.
El corazón de Gulf dio un vuelco.
—Sí —A todos los efectos, él era Gulf. Incluso sus padres y mejor amigo lo
llamaban Gulf ahora.
—Gulf Calluvianen no existe —dijo Mew rotundamente. El estómago de Gulf
cayó. Entonces Mew supo que su pasaporte era falso.
—¿Te importa explicarlo? —Dijo Mew. —Aparentemente, no existes —Cuando
Gulf no dijo nada, Mew se echó a reír—.
Fue todo lo que me dijiste una mentira?
—¡No! —Dijo Gulf, dando un paso adelante. Deseaba poder contarle todo a
Mew, pero él y Seyn tendrían muchos problemas por su viaje no autorizado
a un planeta pre-TTCI sin añadir más. Si rompieran más leyes, ni siquiera
sus posiciones sociales los salvaría. El Ministerio no ocultaba nada: había
Dalvars, una especie que podía detectar mentiras, trabajando para el
Ministerio y sabrían si Gulf intentaba mentir al respecto. —Tu pasaporte es
falso, Gulf.
—Sí, pero… lo juro, ¡no soy un criminal o algo así! Simplemente no podía
usar mi nombre real aquí.
Mew no dijo nada, todavía de espaldas a él.
—Por favor, créeme —Gulf caminó hacia Mew y le tocó el brazo de forma
tentativa.
—No —Mew mordió—. No puedo pensar cuando me tocas. Suspirando, Gulf
apoyó la mejilla contra la espalda de Mew y murmuró:
—Si pudiera decirte la verdad, lo haría, pero no puedo. Es más grande que
yo. Más grande que nosotros. Romperé múltiples leyes internacionales si lo

hago.
Mew se echó a reír.
—Pareces un agente secreto en una mala película de espías.
Gulf sonrió.
—Sería un horrible agente secreto.
Mew dejó escapar un suspiro, sus músculos se relajaron un poco.
—Tienes que darme algo, Gulf.
—Me fui porque mis padres enviaron por mí. No me dieron tiempo para
despedirme. Traté de convencerlos de que me dejaran hablar contigo, pero
fue inútil.
—¿Así que estuviste en casa todo este tiempo? —Dijo Mew.
—Sí.
—Con tu novia —dijo Mew sin ninguna inflexión.
—No. Ella ha estado fuera en un internado.
Silencio.
Finalmente, Mew se dio la vuelta. Miró a Gulf a los ojos y dijo: — ¿Sigue
siendo tu prometida?
Gulf contuvo el aliento en su garganta. Dudó, sin saber cómo responder a
la pregunta, sin saber cuál era la respuesta. Por un lado, ya no había
vínculo. Por otro lado, no había hablado con Leylen’shni’gul todavía. Hasta
que él hablara con ella, no pensó que responder negativamente a la
pregunta de Mew sería la correcta. Por no hablar de que sus padres habían
firmado un jurídicamente vinculante contrato de compromiso en su
nombre.
Incluso si el vínculo se había ido, legalmente no era libre.
Gulf se encogió de hombros un poco.
Los ojos de Mew brillaron oscuramente.
—¿Por qué volviste, Gulf?
—Yo… te extrañé —dijo Gulf, un poco tímido y confundido. ¿No fue obvio?
Ya le había dicho eso a Mew.
—Pero todavía tienes una prometida en casa —dijo Mew, y había algo muy
feo en su tono, una emoción desagradable que Gulf casi podía sentir a
pesar de sus apretados escudos mentales—. ¿No te sentiste culpable por
extrañarme mientras tenías una novia?
—No es lo que piensas —dijo Gulf entrecortadamente—. No lo entiendes.
—Eso es correcto —dijo Mew—. No lo hago. No entiendo quién eres o por
qué estás aquí, ¿y sabes la peor parte? —Él se rió entre dientes sin humor
—. A una parte de mí no le importa una mierda. Quiero mantenerte con
todas tus mentiras y verdades a medias — Él apoyó la frente contra la de
Gulf, sus manos acunando la cara de Gulf—. ¿Qué diablos me hiciste?
Debería echarte de aquí.
Debería llamar a la policía. No debería quererte aún. Gulf apenas registró
sus palabras, el calor se esparció por su cuerpo, delicioso y dulce. Después

de unos meses, tener a Mew tan cerca era abrumador.
—Estás temblando —dijo Mew, sus dedos acariciando la mejilla de Gulf, su
cuello, haciendo que Gulf se estremeciera cada vez que tocaban su piel—.
Mírate —dijo Mew, con un matiz en su voz—. ¿Se supone que debo creer que
tienes una novia? Eres mío.
Gulf no podía hablar, meciéndose en el toque de Mew, y necesitaba…
—No —dijo Mew contra su oído, su respiración áspera e irregular—. Ahora
no. Tenemos a tu amigo esperando en la sala de estar —Quitó las manos de
Gulf y dio un paso atrás. Gulf lo miró con nostalgia. Entonces, sus palabras
finalmente se registraron. Cierto. Seyn. Se había olvidado completamente
de él.
Mew metió sus manos en los bolsillos de sus pantalones de chándal.
—Hablando de tu amigo —dijo, aclarándose un poco la garganta. Parecía
enojado, pero cuando Gulf miró hacia abajo, pudo ver a Mew ajustando el
bulto en sus pantalones de chándal.
Gulf se lamió los labios.
—¿Qué hay de Seyn?
—¿Qué está haciendo aquí? —Dijo Mew.
—Seyn me ayudó a escapar de mi casa —dijo Gulf antes de que pudiera
detenerse, su mente aún confusa.
Mew le dirigió una mirada extraña.
—¿Te escapaste de casa? ¿Por qué necesitarías escapar? —De repente se
puso rígido, sus ojos se volvieron más fríos—. Gulf, ¿tu familia es… abusiva?
—¡No! —Dijo Gulf rápidamente—. Mis padres son simplemente… muy
tradicionales. Realmente quieren que me case con mi novia, y no quiero
hacerlo —Gulf bajó la mirada antes de mirar a Mew por debajo de las
pestañas—. Quiero estar contigo, mientras pueda. ¿Puedo?
Una mezcla de emociones conflictivas parpadeaba sobre el rostro de Mew.
—¿Tanto como puedas? —Repitió, con una expresión en blanco.
Gulf hizo una mueca de dolor, pero estaba decidido a ser honesto al
respecto.
—Quiero quedarme, pero… —El amigo de Seyn había quitado sus chips de
identificación y los había reemplazado por otros temporales para que solo
él pudiera contactarlos y teletransportarlos a casa, si querían irse a casa.
Esa era la única precaución que Seyn había acertado. Pero eso no
significaba que no serían encontrados de todos modos.
—No puedo decirte más que esto —Gulf se encontró con los ojos de Mew—.
Sé que no es suficiente. Entiendo si ya no confías en mí. Si quieres que me
vaya, me voy. La mandíbula de Mew se apretó. Miró a Gulf antes de que
repentinamente lo acercara, inclinándose y chupando con fuerza su cuello,
su boca caliente y posesiva.
—No vas a ninguna parte —dijo con dureza antes de salir de la habitación.
Gulf lo miró fijamente, sin aliento.
CAPÍTULO 15
Mew pidió pizza, porque no había nada comestible en la cocina. Apenas

había estado allí desde la desaparición de Gulf, prefiriendo pedir comida
para llevar y comer en la sala de estar. Ver su cocina vacía, ver todos los
pequeños artilugios innecesarios que Gulf había insistido en comprar, lo
había enfurecido terriblemente. Así que había evitado la cocina como una
plaga.
Pero ahora Gulf estaba de vuelta.
Gulf estaba de vuelta.
Mew apenas podía apartar sus ojos de él mientras comían sus pizzas. Tenía
que recordarse a sí mismo que Gulf no era tan inocente y genuino como
parecía, que no debía perdonarlo tan fácilmente. Pero no podía dejar de
mirar fijamente, hambriento por verlo.
Sus ojos se encontraron a través de la mesa, y Gulf le sonrió, sus pómulos
se volvieron un poco rosados. Mew quería besarlos, luego lamer hasta esa
boca rosada hasta que Gulf estuviera temblando de nuevo y haciendo esos
pequeños ruidos suyos.
—Mmm, esto es lo mejor que he comido aquí! ¿Cómo es que no me has
hablado de la pizza? —Dijo Seyn antes de tomar otro bocado de pizza y
gemir con aprecio.
Gulf arrugó la nariz.
—Porque he visto a gente en la televisión decir que no es saludable
comerla.
Mew los miró con desconcierto. Había pensado que el extraño olvido de
Gulf sobre tantas cosas obvias era solo una peculiaridad de él, pero su
amigo parecía compartirlo. Seyn era tan raro como Gulf.
Y al igual que Gulf, parecía un personaje que se había escapado de un
cuento de hadas de Disney. Era etéreamente hermoso con una piel
extrañamente blanca, un largo cabello plateado y profundos ojos verdes.
Parecía un maldito prmaldit. También había algo… fuera de su aspecto. No
era el color del cabello; Seyn no fue el primer tipo que Mew había visto que
se teñía el pelo con colores extraños. No, era otra cosa. Alguna cualidad
que Gulf tenía también.
—¿Cuánto tiempo te vas a quedar aquí? —Dijo Mew, mirando a Seyn.
Seyn se detuvo a medio masticar. Él intercambió una larga mirada con Gulf.
Casi parecía como si estuvieran comunicándose sin hablar. Deben haber
sido muy cercanos. — Espero que esté bien que me quede con vosotros
hasta que encuentre un trabajo —dijo Seyn y tomó un sorbo de té.
Mew reprimió un resoplido. Le sería imposible responder negativamente
sin verse como un imbécil. Este tipo no era tan despistado socialmente
como Gulf tendía a serlo. — Tendrás que compartir con Gulf —dijo Mew—.
No hay habitación libre. A menos que quieras dormir en el sofá. —Él puede
tomar mi habitación —dijo Gulf, mirando a Mew por debajo de sus pestañas
—. Puedo compartir contigo.

Mew se humedeció los labios y asintió.
Gulf bajó la mirada de nuevo.
Mientras tanto, Seyn se atragantó con su té y comenzó a toser, con los ojos
como platos.
—¿Vas a compartir una cama con Mew? —Dijo, mirando a Gulf como si le
hubiera crecido una segunda cabeza. Gulf miró su pizza como si fuera la
cosa más interesante del mundo.
—Prefiero compartir una cama con Mew que contigo. Ni siquiera sabes
cómo abrazar.
Seyn lo miró con una mirada vagamente escandalizada. Mew se habría
reído si no estuviera ocupado tratando de no mostrar cuánto le afectó la
mera idea de que Gulf durmiera en su cama. Dormir. Cierto. —Está bien —
dijo Seyn, dándole a Gulf la mirada de “hablaremos más tarde”.
—¿Cuánto tiempo hace que se conocen? —Dijo Mew, compadeciéndose de
Gulf, que parecía que estaba a punto de estallar en llamas. No debería
haber sido tan entrañable. Cristo, era jodidamente imposible permanecer
enojado con esa cara.
—Tanto que parece desde siempre —dijo Seyn, haciendo que Mew se
estremeciera y apartara los ojos de Gulf. Cuando volvió a mirar a Seyn, lo
encontró estudiándolo con curiosidad.
Verdad. Le había hecho una pregunta a Seyn.
—¿De verdad? —Dijo Mew, después de aclararse la garganta. — Nuestros
padres son viejos amigos y su hermano mayor es mi novio, por lo que nos
vimos obligados a socializar —dijo Seyn. Él sonrió—. Si no lo fuéramos, no
habría sido amigo de una magdalena tan ingenua. Me sorprende que no se
matara mientras estaba solo aquí.
—No soy tan despistado —dijo Gulf con un puchero—. Deja de exagerar.
—Espera —dijo Mew—. Seyn está comprometido con tu hermano? Me dijiste
que yo era la primera persona gay que conocías.
Los ojos de Gulf se ensancharon. Intercambió una mirada de pánico con
Seyn.
—No soy gay —dijo Seyn—. Soy, soy, bisexual…
—¡Demisexual! —Dijo Gulf al mismo tiempo.
Mew sonrió sin alegría.
—Debieron hacer un esfuerzo para coordinar vuestras historias. Gulf dejó
caer su cara en sus manos y gimió.
—No te mentí —murmuró entre sus manos—. Realmente eres la primera
persona homosexual que he conocido. La sexualidad de Seyn es…
complicada —Miró a Mew a través de sus dedos—. Estás enojado conmigo,
¿verdad?
Él debería estarlo. Pero a pesar de las mentiras descaradas de Gulf, no
parecían malicioso, o quizás Mew era un terrible juez de carácter.
—Por supuesto que estoy enojado —dijo Mew. Lo estaba, pero sobre todo
con sí mismo por no estar lo suficientemente enojado. Puede que no esté
tan enojado con Gulf como las mentiras constantes de Gulf se merecía,
pero eso no significaba que estaba bien. Porque no estaba bien. Una parte
de él no podía creer que estuviera listo para perdonar a Gulf tan
fácilmente.
Si fuera alguien más, les habría dicho que se fueran a la mierda.
Él ni siquiera los habría dejado entrar en su piso.
La cara de Gulf cayó.
—Oh, por el amor de… ¡Él no te odia, Gulf! —Dijo Seyn, poniéndose de pie
con un resoplido exasperado—. No entiendo por qué te vuelves tan
estúpido con esto, hombre —Él fingió bostezar—. De todos modos, estoy
cansado. ¿Me muestras la habitación? —Dijo, lanzándole a Gulf una mirada
significativa.
Gulf ni siquiera lo miró, con los ojos fijos en Mew.
—¿Realmente no me odias?
—Gulf —dijo Seyn con impaciencia.
—No lo hago —dijo Mew y suspiró—. Ve. Muéstrale tu habitación, bebé.
La cara de Gulf se iluminó.
—¿Todavía soy tu bebé?
Mew sonrió, recordando la firme insistencia de Gulf en ser su único bebé,
lo que sea que eso significara.
—Si quieres serlo.
Gulf estaba fuera de su silla y en su regazo en un instante. — Quiero
hacerlo —murmuró en el oído de Mew, su cuerpo presionando fuertemente
contra el de Mew—. Quiero ser tu bebé. Siempre.
Mew sintió que su cuerpo se tensaba en respuesta. Tiró de Gulf con más
fuerza hacia él y se metió en la suave piel debajo de la oreja, respirándole.
Joder, no podía estar enojado con él.
Gulf dejó escapar un feliz suspiro.
—Eché esto demasiado de menos —dijo, su voz ronca con honestidad—. Tus
brazos rodeándome. Tú.
—Sí —murmuró Mew. Maldito infierno, lo había extrañado.
El olor de Gulf, la forma en que encajaba contra el cuerpo de Mew, la
mezcla embriagadora de deseo y adoración que llenaba su cuerpo cada vez
que se tocaban: había echado de menos todo eso.
Gulf enterró sus dedos en el cabello de Mew, empujando la boca de Mew
más cerca de su cuello, respirando con jadeos cortos. Mew hundió sus
dientes en la piel de Gulf, chupando suavemente. Gulf jadeó e inclinó su
cabeza hacia un lado, dándole un mejor acceso, sus dedos recorriendo los
bíceps de Mew mientras Mew cubría su cuello con marcas. Gulf. Su bebé, su
ángel, su ser humano favorito, su niño bonito… Un sonido ahogado hizo
que Mew recordara que tenían audiencia.
Poniéndose rígido, Mew miró por encima del hombro de Gulf, su boca aún
presionada contra el delicado cuello de Gulf.

Seyn los estaba mirando con los ojos muy abiertos.
—Gulf —dijo Seyn—. Unas palabras. Gulf no se movió del regazo de Mew.
—Ahora —dijo Seyn.
Gulf miró a Mew con nostalgia.
—¡Gulf! —Seyn gruñó—. Necesito hablar contigo. Ahora. Gulf suspiró y se
bajó del regazo de Mew.
—Volveré pronto —dijo, sus ojos suaves y vidriosos. Mew asintió,
observándolos irse y reprimiendo el impulso paranoico de agarrar a Gulf y
nunca perderlo de vista. Se echó hacia atrás en su silla y suspiró. Por el
amor de Dios, Gulf solo iba a otra habitación.
Mew miró su reloj. Era cerca de la medianoche y mañana tenía que
levantarse temprano. Una ducha sonaba como una buena idea mientras
Gulf hablaba con su amigo.
CAPÍTULO 16
—¿Estás loco? —Dijo Seyn en cuanto entraron en la antigua habitación de

Gulf—. Si hubiera sabido de esto, nunca te hubiera llevado a la Tierra
conmigo.
El estómago de Gulf se sacudió con nervios. Cruzó los brazos sobre su
pecho.
—No sé de qué estás hablando.
Seyn le dio una bofetada telepática.
Gulf apretó sus escudos mentales y lo fulminó con la mirada.
Seyn le devolvió la mirada.
—No te hagas el tonto. ¿Qué estás haciendo, Gulf?
Gulf desvió su mirada.
—No sé a qué te refieres.
—Correcto —Seyn suspiró—. Sabes que es inútil. No importa lo apegado que
estés a este humano, nunca podrás ser tú mismo con él. Nunca se te
permitirá quedarte aquí. No se nos permite permanecer indefinidamente
en los mundos pre-TTCI. —Nadie sabe dónde estamos, excepto por tu
amigo —dijo Gulf con fuerza.
—No te engañes. Puede que no lo sepan ahora, pero eventualmente lo
descubrirán —Seyn negó con la cabeza, mirándolo con tanta pena que le
revolvió el estómago a Gulf —No te apegues demasiado a él, Harht. Trata
de mantener una distancia razonable. Ya eres demasiado cariñoso con él —
Seyn lo miró fijamente—. ¿Era realmente necesario sentarte en su regazo y
dejar que te besara el cuello? ¿Es otra costumbre humana que no conocía?
Gulf parpadeó. ¿Realmente Seyn no se había dado cuenta de que su
relación con Mew era menos que platónica? ¿Era él genuinamente ajeno?
Era difícil de creer. Pero, de nuevo, Seyn estaba vinculado y las áreas de su
cerebro responsables de la atracción sexual fueron suprimidas por el
vínculo. A pesar de la audaz conversación de Seyn, no tenía experiencia en

lo que respecta al sexo y las relaciones. Seyn no tenía idea de cómo se
sentía la atracción. Tal vez él no podía reconocerla. Gulf casi lo envidiaba.
Las cosas habían sido mucho más fáciles cuando su cuerpo no se
comportaba de forma tan extraña, atraído por Mew como un imán. Había
sido adicto al toque de Mew y a la atención de Mew mucho antes de que se
rompiera su vínculo, pero ahora era mucho peor. Ahora había otra
dimensión en sus sentimientos, una que era más difícil de suprimir.
—Prométeme que pondrás algo de distancia entre él y tú — dijo Seyn,
mirándolo fijamente.
—Lo prometo —dijo Gulf, sintiéndose como el peor tipo de mentiroso. Haría
lo mejor que pudiera, pero sabía que era demasiado débil en lo que a Mew
se refería.
Para alivio de Gulf, después de eso, Seyn cambió de tema. Seyn pasó la
siguiente hora preguntándole a Gulf sobre las costumbres humanas y
algunas cosas que Mew había mencionado que lo confundían. Finalmente,
después de lo que pareció una eternidad, soltó a Gulf. Gulf tomó una
ducha rápida en el baño y se puso ropa limpia, feliz de descubrir que Mew
no había quitado la ropa de Gulf de su guardarropa. Para cuando
abandonó su antigua habitación, el resto del apartamento ya estaba
oscuro.
Gulf abrió la puerta del dormitorio de Mew y entró. Mew había dejado las
ventanas francesas abiertas y la luz de la luna iluminaba bastante bien la
habitación. Junto con la mejoría de la vista de Gulf, podía ver todo
perfectamente. Mew parecía dormir rápido, su pecho subía y bajaba
uniformemente. Solo estaba en sus bóxer.
Gulf apartó los ojos y se quitó la ropa interior tan silenciosamente como
pudo. Estaba un poco decepcionado de que Mew estuviera dormido, pero
tal vez fue lo mejor. No creía que pudiera cumplir su promesa a Seyn si
Mew estaba despierto y lo tomaran desde donde lo dejaron. Gulf se metió
en la cama y se puso de costado, mirando a Mew. Miró el hermoso perfil de
Mew y sintió que su garganta se cerraba.
Mew era humano. En la oscuridad y la tranquilidad de la noche no había
escapatoria de ese hecho.
Mew era humano.
Y Gulf no lo era.
Gulf podría odiarlo, pero las preocupaciones de Seyn eran válidas. Su
relación con Mew tenía fecha de vencimiento. Él no sería capaz de
permanecer en la Tierra por tiempo indefinido.
Tarde o temprano, él y Seyn serían encontrados y deportados.
Su familia nunca lo dejaría quedarse con Mew, incluso si el Ministerio no
estuviera en la foto. Sus padres nunca aprobarían o aceptarían su relación
con Mew. Probablemente estarían horrorizados.
Mew era humano, un miembro de una civilización pre-TTCI. Mientras que
Gulf pensaba que los humanos eran interesantes y realmente fascinantes,

era consciente del hecho de que las personas en casa no compartían su
opinión. En el mejor de los casos, las civilizaciones preTTCI fueron miradas
con desdén. En el peor de los casos, fueron despreciadas. Tener una
relación íntima con un miembro de una civilización preTTCI era algo
inaudito. A los ojos de la sociedad, una relación de este tipo no se
consideraría mejor que la de los humanos modernos si se considerara una
relación con un neandertal. Por lo que Gulf sabía, incluso antes de ingresar
a la Unión de Planetas y estar sujeto a las leyes del Ministerio, su planeta
tenía muy pocas relaciones con las civilizaciones anteriores al TTCI. Los
calluvian se enorgullecían de ser una de las civilizaciones más antiguas de
la galaxia y tendían a despreciar a las civilizaciones más jóvenes como la
Tierra. Gulf siempre había pensado que tal actitud era de muy mal gusto,
pero era consciente de que la mayoría de la gente en casa pensaba de
manera diferente. Sus padres dijeron que era ingenuo. Su hermana dijo
que era demasiado idealista. Ksar dijo que era demasiado suave.
Ellos nunca entenderían o aprobarían.
Tragando, Gulf se acercó a Mew, solo un poco.
Mew frunció el ceño mientras dormía, sus cejas se juntaron antes de que
sus párpados se abrieran.
—¿Gulf? —Murmuró, alcanzando a Gulf—. Ven aquí. Gulf se dio la vuelta
hasta que su cara estuvo contra el hombro desnudo de Mew.
Estaba tan aliviado que Mew ya no parecía estar enojado con él. — ¿Qué
hora es? —Dijo Mew, con una ronca capa de sueño todavía en su voz.
—Veinte minutos después de la una —respondió Gulf, cerrando los ojos.
Arrastró su nariz sobre la curva de los bíceps de Mew, inhalando
profundamente—. Me encanta mucho tu olor. Lo echaba de menos. Nada
huele tan bien como tú.
Mew resopló.
—Estoy seguro de que hay algo que huele mejor.
No para mí.
Gulf negó con la cabeza. Había algo en Mew que lo hacía sentir tan…
primitivo. Cuando estaba con Mew, no se sentía como un príncipe de una
civilización antigua. Se sentía como un esclavo de su cuerpo y sus
impulsos. Se sintió empujar su cara contra la axila de Mew y respirar su
olor masculino y sudor. Mío. Mi hombre. Tenía ganas de rogarle a Mew que
lo marcara en todas partes. Sentirse como de Mew, en todas las formas
posibles.
Una sonrisa torcida retorció los labios de Gulf.
—Quiero oler tanto de ti que creo que felizmente te dejaría mearme —
Estaba bromeando. Más o menos.
Mew Dio una risa tensa.
—No puedes decir cosas así.
—¿Por qué no? —Dijo Gulf, besando suavemente el hombro de Mew.
—Porque solo soy un hombre de sangre roja —dijo Mew—. Y estás

comprometido con alguien, pero dices que quieres oler a mí. ¿Te das
cuenta de cómo se ve, Gulf?
—¿Bastante mal? —Dijo Gulf, frotando su cálida mejilla contra el hombro de
Mew. Él entendió que, desde el punto de vista de Mew, Gulf estaba
comprometido con alguien, tenía una relación romántica con alguien, por
lo que estaba mal que él quisiera a Mew. Pero no fue así. Gulf deseaba
poder explicárselo a Mew, pero no sabía cómo. Mew no era Samantha. No
podía decirle a Mew que era un matrimonio arreglado sin que Mew le
hiciera preguntas más incómodas, preguntas que no podía responder
honestamente. — Probablemente piensas que soy una persona terrible —
dijo Gulf. Se podría pensar que era una persona terrible si estuviera en el
lugar de Mew y tenía la misma información limitada que hizo Mew.
Mew dejó escapar un suspiro.
—Simplemente no puedo reconciliar las cosas que sé sobre ti con las cosas
que veo.
—¿Qué ves?
Mew se apoyó en un codo, mirando a Gulf.
Estaban muy cerca.
Gulf se humedeció los labios, su corazón latía con fuerza contra su caja
torácica. Puso su mano sobre el pecho de Mew. El corazón de Mew también
latía rápido, su piel se calentaba bajo la palma de Gulf. La temperatura del
cuerpo humano era un poco más alta que la de los calluvian, y Mew
siempre se sentía maravillosamente cálido. Se sentía aún más cálido ahora.
— Veo… —Mew se fue apagando, sus nudillos acariciando la mejilla de Gulf,
luego por su cuello.
Gulf se estremeció, la piel de gallina corría sobre su piel. Se apoyó en el
toque de Mew, aspirando un suspiro cuando la mano de Mew bajó por su
pecho. Se humedeció los labios y miró fijamente a la boca de Mew con
avidez, una necesidad ahora familiar en su cuerpo. De querer. Quería atacar
la boca de Mew con la suya: besarla, morderla y lamerla. Quería tirar a Mew
encima de él, extender sus piernas y rogarle a Mew que lo haga sentir bien
con su polla, como la última vez. Cuando la mano de Mew se movió para
acariciar su estómago tembloroso, Gulf no pudo soportarlo más. —Vamos a
tener relaciones sexuales —soltó—. Quiero tener sexo contigo. Tanto. Mew
hizo un ruido extraño y estrangulado que sonaba como una media risa,
medio gemido, su cuerpo rígido, sus músculos casi vibrando de tensión.
—Gulf…
—Por favor —dijo Gulf, deslizando su mano en los bóxer de Mew y sacando
su polla. La acarició con avidez. Se sentía increíble en su mano, tanto dura
como sedosa.
Una parte de él no podía creer su propia audacia. Esa parte de él le dijo
que se avergonzara de lo mucho que lo quería: quería tener relaciones
sexuales con alguien que no era su compañero de unión, con un miembro
de otra especie, con un hombre que la raza de Gulf consideraría poco

mejor que un bárbaro. Pero esa parte de él era muy pequeña y se
debilitaba con cada minuto que pasaba. A Gulf no le importaba. No le
importaba lo que la gente en casa pensaría de él si pudieran verlo ahora.
Quería a
Mew, quería todo lo que pudiera conseguir, quería tener a Mew dentro de
él, quería que Mew lo follara. La palabra “follar” siempre le había parecido
sucia y vulgar a Gulf, tanto en los idiomas calluvian como en el de Terran,
pero ahora pensaba que encajaba en la base porque quería quemar su
cuerpo. Quería ser follado. Quería que Mew lo follara. Lo quería con una
desesperación que empeoraba al saber que su tiempo con Mew era
limitado.
—Vamos a tener relaciones sexuales —dijo Gulf, apretando la polla de Mew
—. Te quiero mucho.
Mew maldijo y de repente rodó sobre él, sujetándolo al colchón con su
cuerpo largo y pesado. El muslo de Mew se apretó entre sus piernas, contra
su dura polla, y Gulf gimió. Envolviendo sus piernas alrededor de las
caderas de Mew, se levantó y besó a Mew torpemente, lamiendo su boca.
Mew gimió y le devolvió el beso, su lengua metiéndose en la boca de Gulf a
un ritmo que Gulf deseaba que hiciera con su cuerpo. Retorciéndose, Gulf
se apoyó contra la polla de Mew, intentando y no aliviar el dolor en su
ingle.
—Mew —susurró contra la boca de Mew.
—¿Qué, bebé? —Mew murmuró entre los besos largos, húmedos y
vertiginosos.
—Lo necesito —dijo Gulf, retorciéndose infructuosamente debajo de Mew,
tratando de acercarlo más—. Te necesito. Mew giró su cabeza contra el oído
de Gulf, su respiración inestable. —¿Qué necesitas, Gulf?
Las cejas de Gulf se fruncieron. ¿No lo había dejado claro ya? — Necesito
que me folles.
Mew respiró hondo.
¿Estás seguro? —Dijo, su voz tan profunda que era casi irreconocible.
Gulf asintió aturdido, agarrando las nalgas de Mew.
—Quiero sentirte dentro de mí.
Mew emitió un sonido bajo y gruñido antes de arrastrar su boca húmeda
por el cuello de Gulf.
—Sí —dijo con voz áspera, chupando mordidas de amor en la piel de Gulf—.
Sí. Solo necesitamos… —Mew se arrancó con una maldición ahogada y
alcanzó el cajón. Revolvió en él por unos momentos antes de jurar de
nuevo—. Tengo condones, pero no tengo lubricante.
Gulf parpadeó, sin saber de qué estaba hablando.
—No importa —murmuró, tratando de jalar a Mew hacia él. Mew se rió con
dureza.
—Necesitamos lubricante, Gulf. Necesito prepararte, abrirte para mi polla.

La polla de Mew.
Gulf se estremeció, su propia polla palpitaba y su agujero goteaba, tan
vacío. Sacudió la cabeza. —No lo necesito —logró—. Estoy listo, lo juro.
Podía ver el ceño fruncido de Mew mientras lo miraba en la oscuridad.
—Gulf…
—Estoy listo —casi se quejó Gulf, agarrando la mano de Mew y metiéndola
en su ropa interior. Sin pasar por su dura polla, Gulf presionó los dedos de
Mew contra su agujero resbaladizo y gimió ante el contacto.
Mew respiró bruscamente.
—¿Te preparaste para mí antes de ir a la cama? —Él empujó un dedo y Gulf
se estremeció. Sí, esto era lo que tanto había necesitado. A distancia, se
dio cuenta de que Mew estaba preguntando algo y asintió, esperando que
fuera la respuesta correcta. No le importaba, mientras Mew lo mantuviera
lleno. Mew acarició el interior del agujero de Gulf con dos dedos,
abriéndolos. Se sentía tan bien, pero no fue suficiente.
Gulf quería más. Gulf quería, él quería… Miró la polla de Mew, de pie,
gruesa y larga, y su agujero se apretó alrededor de los dedos de Mew.
La quiero —dijo Gulf, agachándose y agarrando la polla de Mew de nuevo.
Era aún más dura ahora. Gulf gimió, imaginando lo bien que se sentiría,
llenándolo y estirándolo hasta el límite—. Ponla adentro.
Mew juró por lo bajo, apartó la mano de Gulf y rápidamente hizo rodar algo
sobre su polla.
—Abre las piernas para mí, bebé —dijo, acomodándose entre los muslos de
Gulf.
Gulf lo hizo y observó con impaciencia cómo Mew guiaba su polla dentro
de él. Gulf dejó escapar un suspiro tranquilo y feliz mientras la dura
longitud lo llenaba lentamente. Demasiado lento. Frunciendo el ceño, Gulf
movió sus caderas, tratando de profundizarlo.
Mew siseó.
—Gulf, despacio. Te vas a lastimar —A pesar de sus palabras racionales,
sonó desesperado, sus manos acariciando los muslos de Gulf y su polla
comenzó a moverse dentro de Gulf. —No quiero lento —logró Gulf,
gimiendo cuando Mew comenzó a empujar más fuerte—. Se siente bien. No
sabía que el sexo se sentiría tan bien.
Mew dejó que su peso presionara a Gulf en el colchón. —Soy tu primera vez
—murmuró en el cuello de Gulf, agarrando los muslos de Gulf con fuerza
mientras se estrellaba contra él—. Nadie te ha hecho esto nunca. Solo yo.
Sólo mío. La posesividad en la voz de Mew envió una emoción loca a través
del cuerpo de Gulf. Jadeando, se movió para encontrarse con los empujes
de Mew. Quería más, más duro, más profundo, pero por alguna razón, Mew
seguía cambiando el ángulo y la longitud de sus embates. Gulf gimió de
frustración, agarrando la espalda de Mew, tratando de empujarlo más
profundo.
—Shhh —dijo Mew—. O tu amigo nos oirá.

Gulf se sonrojó, recordando que Seyn estaba al otro lado de la pared. Pero
su vergüenza no lo detuvo de querer más de la polla de Mew, y se mostró
entusiasmado al encontrarse con los empujes de Mew, su agujero
apretándose en la polla de Mew. Se sentía tan bien dentro de él, muy bien,
grueso y perfecto, pero quería más.
Joder, no puedo encontrar tu próstata —Mew se quejó, los músculos tensos
y las cejas fruncidas en concentración mientras continuaba cambiando el
ángulo de sus empujes.
—¿Próstata? —Gruñó Gulf, sin entender.
—Cristo —Mew rió a medias con un gemido, arrastrando los labios sobre el
cuello de Gulf mientras su polla salía disparada de Gulf—. Siento que soy
un asaltacunas. Pero quiero, te quiero, muy, mal — Cada palabra estaba
marcada por un fuerte empuje—. Tócate, bebé — dijo Mew—. Acaricia tu
polla por mí.
Eres tan bonito, tan hermoso, te sientes tan maravillosamente. Gulf
prácticamente pisó el elogio. Hizo lo que le dijeron, deslizando su mano
entre ellos y agarrando su polla abandonada. El alivio fue inmediato. Dejó
escapar un largo gemido y comenzó a mover su mano con fuerza y rapidez,
al mismo ritmo que los empujes de Mew. Pero aún necesitaba más.
—Más duro —susurró con voz quebrada, apretando la espalda de
Mew con sus piernas—. Quiero más fuerte, necesito, por favor — Estaba tan,
tan resbaladizo, dolorido por dentro, sollozando cada vez que Mew sacaba
su polla. Sabía que no le dolería, no importaba lo duro que Mew fuera con
él; solo quería más y más profundo—. ¡Más!
Mew salió, haciéndolo gemir. Puso a Gulf en sus manos y rodillas antes de
golpear contra él, profundo y duro. Gulf gritó, sus ojos humedeciéndose. Sí,
allí mismo. Se sintió tan bien, tan satisfactorio. Ya no le importaba que
Seyn pudiera escucharlo, gimiendo sin sentido con cada empuje profundo.
Mew también gemía, el colchón crujía debajo de ellos, la cabecera
golpeaba contra la pared con la fuerza de los empujes de Mew. — Dios,
joder, joder, joder —gruñó Mew, mordiendo la espalda de Gulf, cerrando la
mano alrededor de la polla de Gulf y apretándola con fuerza—. Tan
jodidamente apretado, tan bueno, tan perfecto para mí… —Su polla golpeó
algo dentro de él.
Gulf sollozó y sintió que su mundo explotaba, inmensas olas de placer
mecían su cuerpo y le quitaban el aliento. Cayó sobre el colchón,
sintiéndose deshuesado, con la cabeza dando vueltas de placer. Podía
sentir las manos de Mew vagando sobre su piel, tocando, acariciando,
guiándolo a través de las réplicas, incluso mientras Mew continuaba

empujándolo hacia él. Aunque Gulf se sentía satisfecho, los empujes de
Mew aún se sentían bien y no quería que Mew se detuviera nunca. Pero
finalmente se detuvo, gimiendo, su cuerpo se puso rígido sobre él.
Gulf suspiró decepcionado cuando Mew se retiró.

—Podrías haberte quedado en mí.
Mew se rió entre dientes, rodó sobre su espalda y atrajo a Gulf a sus
brazos.
—Insaciable —murmuró, su voz ya adormecida—. Nunca pensé que serías
tan de armas tomar en la cama. Gulf no sabía qué decir a eso. ¿Fue malo?
¿O fue un cumplido?
Antes de que pudiera preguntar, sintió que Mew se quedaba dormido.
Sonriendo, Gulf hundió su rostro en la axila de Mew e hizo lo mismo,
sintiéndose seguro y amado en los brazos de Mew.
Casa. Esto se sintió como el hogar.
CAPÍTULO 17
Mew siempre había pensado que era algo espeluznante ver a alguien
dormir. Nunca había entendido la necesidad de hacerlo. Pero esa mañana,
mientras veía que Gulf dormía acurrucado contra él con la mejilla apoyada
en su pecho, Mew entendió perfectamente el sentimiento. No podía alejar
sus ojos. No estaba seguro de poder alejar sus ojos ni por todo el dinero
del mundo.
Gulf se veía aún más encantador cuando dormía, su piel de porcelana
contrastaba con sus pestañas oscuras y cabello castaño, y el pecho
bronceado de Mew.
Él era tan hermoso.
Y él era suyo.
¿De verdad? Dijo una voz sarcástica en el fondo de su mente que sonaba
muy parecida a la de Jake. Ni siquiera sabes si su nombre es realmente
Gulf. Sabes una mierda sobre él. Excepto por el hecho de que él tiene una
novia en casa.
Mew apretó sus labios juntos.
Era cierto que había demasiadas cosas sobre Gulf que simplemente no
cuadraban.
Era tan inocente e ingenuo a veces que era difícil creer que Gulf fuera
capaz de mentir, mentirle durante meses. Y si Gulf realmente tenía una
novia, ¿qué decía de él como persona que estaba tan ansioso por la polla
de Mew? (O sobre Mew, para el caso. Siempre había pensado que era un
hombre mejor que eso).
Y luego estaba el sexo. Había sido…
Tratando de ignorar su erección matutina, Mew se obligó a pensar
racionalmente sobre el sexo.
La noche anterior había habido algo que le molestaba en el fondo de su
mente, pero su excitación le había impedido pensar en ello.
El hecho de que Gulf se hubiera preparado para el sexo anal antes de irse a
la cama era tan extraño para él. Esa fue la misma persona que se sonrojó
ante las insinuaciones, la misma persona que no sabía qué era una
próstata. Y se suponía que Mew debía creer que Gulf se había estirado y se
había deslizado tan a fondo que había permanecido maravillosamente
hábil durante todo el sexo. Entonces, o bien Gulf estaba fingiendo ser
ingenuo e inexperto, o…
¿Cuál era la alternativa?
—Buenos días.
Mew volvió sus ojos hacia Gulf y lo encontró parpadeando con una sonrisa
suave y adormilada.
Cristo, Mew quería jodidamente consumirlo, besarlo desde su cabeza
despeinada por el sueño hasta sus impecables dedos pálidos.
—Buenos días —dijo Mew, aclarándose un poco la garganta—. ¿Has dormido
bien?
Gulf asintió, bostezando.
—No he dormido tan bien en años.
—Bien —dijo Mew, inclinándose.
Su alarma se disparó, haciéndolo detenerse. Mierda. Trabajo. Si empezaba
a besar a Gulf ahora, definitivamente llegaría tarde.
Suspirando, Mew se extrajo de los brazos de Gulf y se levantó de la cama,
ignorando estoicamente el puchero de Gulf.
—Necesito estar en el trabajo antes de lo habitual —dijo Mew con una
mueca, agarrando un par de bóxer nuevos y dirigiéndose rápidamente
hacia el baño.
Hizo una pausa, notando una extraña expresión en el rostro de Gulf.
—¿Todo bien?
Gulf bajó las pestañas.
—Yo solo… ya te extraño. No quiero que te vayas —Él se rió entre dientes,
frotándose la nuca—. Sé que es una tontería. Mew deseaba poder reírse y
decirle a Gulf que realmente estaba siendo tonto, pero a decir verdad, en
el fondo de su mente, todavía existía el temor persistente de que Gulf
desapareciera nuevamente. Sin importar lo que se dijera a sí mismo, no
podía convencerse completamente de que no volvería a casa a un piso
vacío esa noche.
—No es tonto, amor —dijo Mew, riéndose interiormente de su propio
apego. Si hace medio año alguien le hubiera dicho que lo tendría tan mal
por alguien, los habría llamado locos—. Yo también te extraño ya.
Gulf le sonrió. Mew tuvo que alejar sus ojos por la fuerza y hacer que sus
pies se movieran hacia el baño. Cristo. Se sentía como un adolescente con
su primer enamoramiento. ¿Qué le había hecho ese chico?
Cuando salió del dormitorio, recién salido de la ducha y vestido para el
trabajo, encontró a Gulf en la cocina, frunciendo el ceño ante el contenido
de la nevera. —No hay comida —dijo Gulf—. Así que estoy calentando la
pizza sobrante —Se volvió hacia Mew con una mirada perpleja—. ¿Por qué
no tienes comida?
Mew no respondió. Caminó hacia Gulf, lo apretó contra la nevera y apretó

sus labios contra los de Gulf. Gulf tembló y abrió la boca con impaciencia,
convirtiendo el suave beso en uno sucio mientras chupaba la lengua de
Mew con pequeños ruidos felices. Hizo que Mew se imaginara qué ruidos
haría Gulf con la boca llena de su polla, y gimió, besando a Gulf con más
fuerza.
Alguien se aclaró la garganta.
Gulf saltó lejos de Mew, con las mejillas rosadas y sin aliento, y tan
hermoso. Le costó un esfuerzo apartar la mirada de él. Pero la apartó.
Seyn los estaba mirando, sus ojos pasaban de Gulf a Mew y de regreso.
Había una expresión muy extraña en su rostro cuando Seyn clavó sus ojos
en Gulf. Gulf, que parecía estar estudiando cuidadosamente evitando la
mirada de Seyn.
—¡Pizza! —Dijo Gulf, girándose hacia el microondas.
Mew notó con ligero desconcierto que Gulf continuaba evitando los ojos de
Seyn durante el desayuno. De hecho, Gulf apenas habló con Seyn, mientras
que Seyn pasó la mayor parte del tiempo mirando a Gulf como si le hubiera
crecido una segunda cabeza. Casi parecía como si estuviera tratando de
comunicarle algo a Gulf, pero Gulf no lo había notado o decidió ignorarlo.
—Oye, Mew —dijo Seyn, finalmente cambiando su mirada a la cara de Mew.
Mew se sirvió una taza de café y lo miró.
—¿Qué?
Seyn clavó sus ojos en los de Mew. De repente, un dolor de cabeza sordo
comenzó a crecer en su cabeza y Mew frunció el ceño, frotándose las
sienes. Por lo general, no era uno de tener dolores de cabeza.
—¡Seyn! —Gulf dijo bruscamente.
Seyn se estremeció, pero Mew ya no le prestó atención. Se quedó mirando
a Gulf. Nunca había visto a Gulf enojado, mucho menos furioso. Pero ahora
estaba innegablemente furioso, enrojecido y fulminando con la mirada a
su amigo, que de repente parecía culpable y defensivo. Qué coño… Estos
dos eran tan jodidamente extraños.
—No hagas eso —Gulf mordió, todavía frunciendo el ceño a su amigo.
—Está bien, ¿qué está pasando? —Dijo Mew, sintiéndose más que un poco
harto de todo el secreto entre estos dos. Al menos su dolor de cabeza
había desaparecido.
—Nada —dijo Seyn después de un largo momento de él y Gulf mirándose el
uno al otro. Él suspiró—. Estás cometiendo un gran error, Gulf —dijo, su voz
más suave ahora—. Tus padres te matarán —Él se rió entre dientes,
sacudiendo la cabeza—. No tenía idea de que lo tuvieras en ti. ¿Es incluso
legal hacer eso con él cuando estás…?
Gulf se sonrojó y se puso de pie.
—Vas a llegar tarde al trabajo si no te vas ahora —le dijo a Mew, agarrando
su brazo.
Mew frunció el ceño y miró a Seyn, que tenía una expresión casi compasiva
en su rostro mientras miraba a Gulf.

—Mew, vamos —dijo Gulf—. Te lo explicaré más tarde. Mew lo estudió.
Gulf se estaba mordiendo el labio, sus ojos violetas muy abiertos y
suplicando.
—Bien —dijo Mew, soltándose. Pero solo porque no tenía tiempo ahora.
Exigiría respuestas por la tarde.
Ya era suficiente.
Estaba cansado de secretos y mentiras.
CAPÍTULO 18
—No —dijo Gulf tan pronto como estuvieron solos en el apartamento.

Seyn negó con la cabeza.
—Gulf.
—Y no te atrevas a hacerle eso a Mew otra vez —dijo Gulf, mirándolo—. Fue
una violación de su privacidad. No tenías derecho a leer su mente.
Antes de que Seyn pudiera decir algo, Gulf se volvió y desapareció en la
habitación de Mew.
Seyn suspiró y se masajeó la cabeza, tratando de deshacerse del dolor de
cabeza que había desarrollado cuando Gulf le dio un golpe telepático
enorme por entrometerse en la mente de Mew. Seyn todavía no estaba
acostumbrado a cuán fuertes se habían vuelto las habilidades telepáticas
de Gulf después de que su vínculo se había roto. Seyn siempre había sido
el telépata más fuerte y empático entre los dos, y su cambio de roles lo
tomó por sorpresa. Claro, Seyn había visto a Gulf usar sus nuevos poderes
sobre los humanos, pero recibirlos era diferente. Por primera vez, Seyn se
sintió un poco nervioso. Ahora entendía mejor por qué Gulf estaba tan
perturbado por sus mayores habilidades.
Las razas telepáticas siempre habían sido consideradas con cierta cautela y
sospecha por otras razas en la galaxia. Pero todos sabían que no todos los
telépatas eran igualmente peligrosos. La prueba telepática estándar fue
inventada por el Ministerio para clasificar a los telépatas, siendo la Clase 1
la más inocua y la Clase 7 la más peligrosa. Gulf había sido un telépata de
Clase 1 en el STT, la clase telepática más débil además de t-nulls, pero la
cabeza de Seyn aún sonaba por la fuerza del golpe telepático de Gulf, ¡y
tenía sus escudos mentales encendidos! Gulf era al menos clase 3 ahora.
Por lo menos.
Lo hizo sentir un poco incómodo, porque Seyn estaba clasificado como
Clase 2, incluso con el vínculo que restringía su núcleo telepático. Trató de
no pensar en cómo se clasificaría en el STT cuando finalmente se rompiera
su vínculo con Ksar. También trató de no pensar en los antiguos calluvian
que podían matar con sus mentes. Probablemente era una leyenda urbana
de mierda, pero si fuera cierto… esos mutantes habrían sido clasificados
como Clase 7.
Seyn apartó el pensamiento con una risita. Estaba siendo tonto. Los
telépatas de clase 7 ya no existían en la galaxia. Todo el mundo sabía eso.
Tenía cosas más apremiantes de las que preocuparse de todos modos.
Como el hecho de que su mejor amigo había perdido la cabeza. Seyn sintió
que su piel se calentaba al recordar lo que había visto en la mente de Mew
antes de que Gulf lo empujara.
Incluso con los recuerdos de Mew y todo el ruido que había escuchado la
noche anterior, aún era difícil creer que Gulf realmente hubiera tenido…
relaciones sexuales con su humano. Hubo una parte de Seyn que
alegremente animó a Gulf por ir en contra de todas las arcaicas y
sofocantes tradiciones de su gente. Esa parte de él era inmensamente
curiosa acerca de cómo se sentía. Esa parte de él estaba decidida a probar
el sexo tan pronto como su estúpido vínculo finalmente se rompió. Pero, a
diferencia de Gulf, él no tenía la intención de quedar tan enamorado de un
miembro de una civilización pre-TTCI. ¿Cómo podía ser Gulf tan estúpido?
Ya estaba demasiado apegado a su humano. Añadir sexo encima de eso fue
una idea terrible. Es posible que Seyn no entienda por completo el amor
romántico, pero tenía una buena idea de cómo eran sus amigos de otros
planetas. Si lo entendía correctamente, el apego intenso y la atracción
sexual eran los componentes principales del amor romántico para los seres
sensibles sexuales. Gulf ya había estado demasiado apegado a su humano.
Agregar sexo a la mezcla había aumentado exponencialmente sus
posibilidades de lastimarse cuando sus padres inevitablemente los
encontraban y los arrastraban a casa. Las leyes del Ministerio les prohíben
tener una residencia permanente en planetas pre-TTCI. Gulf y su humano
no tenían futuro.
Seyn negó con la cabeza. Él no sabía lo que Gulf estaba pensando.
Si estaba pensando en absoluto.
Suspirando, Seyn se dirigió a la habitación de Mew y llamó poco antes de
abrir la puerta.
Gulf estaba tumbado de espaldas en la cama. Sus ojos se posaron en Seyn
y un ceño fruncido apareció en su rostro. Pero no dijo nada, esperando que
Seyn hablara primero.
Seyn se acercó y se sentó en la cama.
—Sabes, cuando estuve en el planeta Sivaxu el año pasado — comenzó
Seyn—. Intentaron enseñarme sus maneras. No eran religiosos, sino
creyentes. Creían que todos tenían un camino escrito en las estrellas. Sin
importar lo que hicieras, no podrías cambiar tu camino de manera
significativa si el cambio no estuviera ya escrito en las estrellas.
—No entiendo.
—Sabes que no puede terminar bien —dijo Seyn con cuidado—. Él es un
humano y tú eres tú. Sabes que es inútil. Él tiene su propio camino para
viajar, Gulf. Nunca fuiste destinado a cruzarlo o cambiarlo. Termínalo antes

de que sea demasiado tarde. Él no es para ti. Él no es tuyo y nunca será
tuyo.
Gulf bajó la mirada, sus largas y oscuras pestañas sospechosamente
húmedas contra sus pálidas mejillas. Hizo que el pecho de Seyn doliera,
pero sabía que era necesario decir las palabras. Gulf era un alma tan gentil.
Solía ignorar la dura realidad, determinado a creer en el mejor resultado,
sin importar lo poco realista que fuera.
—¿Crees que es tan fácil? —Gulf susurró con fuerza—. ¿Apagar tus
emociones? ¿Terminar las cosas cuando todo lo que quieres es él?
Seyn abrió la boca y la cerró sin decir una palabra. La verdad era que
realmente no tenía idea de lo que Gulf estaba pasando. No tenía idea de
cómo se sentía querer estar con alguien. Y él era tan, tan curioso. Seyn le
dio un codazo a la rodilla de Gulf.
—¿Cómo es? —Dijo, adoptando un tono más ligero. Había cumplido con su
deber y le había advertido a Gulf; se le permitió satisfacer su curiosidad.
Gulf parpadeó y luego se sonrojó cuando Seyn sonrió. — Vamos, Gulf —dijo
—. ¡Derrama! ¿Es el sexo tan bueno como dicen?
Es muy privado, ¿no te parece?

—¡Oh vamos! —Dijo Seyn, haciendo pucheros—. No fue muy privado cuando
estabas gimiendo y rogándole a Mew que te lo hiciera más duro anoche.
Gulf se sonrojó y se cubrió la cara con una almohada.
—¡Cállate!
Seyn sonrió.
—¿Qué? ¡Tengo orejas! ¡No es mi culpa que seas una puta en la cama! Gulf le
dio una patada.
—Te odio —murmuró en su almohada—. Y tal vez eres más una puta en la
cama que yo. Simplemente no lo sabes todavía — Gulf levantó la almohada
de su cara y sonrió inocentemente a Seyn—. Le preguntaré a Ksar después
de tu noche de bodas.
Esa pequeña mierda.
Gulf comenzó a reírse al ver la cara de Seyn.
—Nunca va a suceder —Seyn mordió, levantando la barbilla.
Sobre su cadáver.
CAPÍTULO 19
Gulf genuinamente trató de esperar el regreso de Mew del trabajo, pero a

las once de la mañana ya tenía un montón de emociones. Las palabras
anteriores de Seyn, que Mew no era realmente suyo y nunca lo sería,
formaron un nudo de ansiedad en la boca del estómago. Quería ver a Mew.
Así fue como terminó en la oficina de Mew antes del almuerzo. En
retrospectiva, probablemente no fue su mejor idea. Apoyado en el
escritorio de la oficina de Mew, Gulf trató de ignorar la conversación de

Jake y Mew.
El intentó.
De verdad.
Pero con sus sentidos intensificados, su silenciosa discusión no fue
silenciosa para él en absoluto. No pudo evitar escucharlo. — ¿Estás
bromeando, hombre? —Jake siseó furioso, mirando a Gulf por encima del
hombro antes de volverse hacia Mew—.
¿Lo estás perdonando? ¿Así?
Mew estaba apoyando su hombro contra la pared del fondo, sus brazos
cruzados sobre su pecho. Su postura era relajada y confiada, pero sus ojos
entrecerrados revelaban que no era nada más que relajado.
Sus hombros se veían tan increíbles en esa camisa azul, la tela acentuaba
si ancho.
Gulf se retorció. Ya que habían tenido relaciones sexuales, o quizás, ya que
su vínculo se había roto, seguía atrapado en ese tipo de pensamientos
cada vez que miraba a Mew. No era que viera a Mew de una manera
diferente. Era solo que… además de querer ser sostenido en los brazos de
Mew, él también seguía mirando esos brazos. Quería pasar sus manos
sobre esos brazos, deslizar sus manos debajo de la ropa de Mew y sentirlo
en todas partes, sentir su piel cálida y sus músculos duros. —Sí —dijo Mew,
su voz tranquila pero firme—. Sé cómo se ve, pero no conoces a Gulf. Yo lo
hago.
Jake enarcó las cejas.
¿Tú? —Él resopló—. ¡Por el amor de Dios, Mew! ¡No entiendo cómo puedes
ser tan ciego con él! Ese pequeño imbécil te ha estado mintiendo todo el
tiempo, desaparece sin previo aviso y luego reaparece meses más tarde sin
explicación, ¿y lo perdonas? ¿Así? ¿Es tan bueno chupando tu polla? Un
músculo saltó en la mandíbula apretada de Mew. Se inclinó hacia Jake y
soltó algo en voz muy baja para que Gulf lo escuchara. Gulf miró hacia
abajo, tratando de no sentirse ofendido por las acusaciones de Jake.
Entendió por qué Jake estaba enojado. Desde el punto de vista de Jake,
Gulf se veía… no bien. Pero no le gustaba que Jake estuviera haciendo que
Mew se sintiera mal y enojado.
—Si tienes un problema conmigo, deberías hablarlo conmigo — dijo Gulf
amistosamente—. Estoy aquí, ya sabes.
Jake se volvió hacia él con el ceño fruncido.
—Mira, no me malinterpretes —dijo—. No tenía nada contra ti. Pero luego
hiciste un acto de desaparición, y mi mejor amigo era un gilipollas
miserable cuando te habías ido…
—Jake —dijo Mew, una advertencia en su tono.
—Bien —dijo Jake, levantando las manos con un resoplido—.
Estoy callando. ¿Pero no tienes una novia o algo así?
—Yo… —dijo Gulf—. Es complicado.
—Increíble —dijo Jake, sacudiendo la cabeza—. Lo que sea — Miró a Mew—.

No me digas que no te advertí cuando te joda de nuevo.
Salió de la oficina de Mew, murmurando algo enojado en voz baja.
El silencio cayó sobre la habitación.
Gulf miró a Mew vacilante. No le gustaba la expresión en su cara.
—La cosa es que —dijo Mew con una sonrisa sin humor—, Jake tiene razón.
A Gulf se le cayó el estómago.
Mew se acercó a Gulf, la expresión de su rostro casi sombría. Poniendo sus
manos sobre el escritorio a ambos lados de Gulf, Mew lo miró fijamente.
Vas a joderme —dijo, con un tono muy suave, contradiciendo la mirada

sombría y sin sonreír en sus ojos—.
¿No es cierto, bebé?
Gulf tragó, lamiendo sus labios.
Mew se inclinó y presionó su nariz contra la mejilla de Gulf, acariciándola.
—Sí, lo harás.
Sacudió la cabeza aturdido.
—Lo harás —dijo Mew de nuevo, dejando caer un beso apenas allí en la
esquina de la boca de Gulf. Gulf hizo un pequeño sonido y separó sus
labios ansiosamente, persiguiendo la boca de Mew con la suya.
—Joder —dijo Mew, acunando la cara de Gulf en sus manos. Besó la otra
esquina de la boca de Gulf—. ¿Cómo estás tan jodidamente…? Es como si
fueras creado para joderme. Me has estado mintiendo, todavía me estás
mintiendo, pero a una parte de mí no le importa una mierda. Y me enoja —
Finalmente besó a Gulf de verdad, sus labios codiciosos pero suaves. Gulf
le devolvió el beso, hambriento, muy hambriento, deseando tragarse a
Mew, deseando tenerlo, llevarlo dentro de sí mismo y nunca dejarlo salir.
Quería ser besado más fuerte, más profundo, para siempre. Él quería tanto.
Hasta Mew, nunca supo que era posible querer tanto a una persona,
desearla, querer estar físicamente unido a ella. Ya estaba tan duro, duro y
dolorido. Quería, quería, quería que Mew lo empujara sobre el escritorio, lo
llenara y los completara.
Mew gimió y rompió el beso, apoyando su frente contra la de Gulf.
—No aquí —dijo lacónicamente antes de zambullirse para otro beso.
Demasiado pronto para el gusto de Gulf, Mew se retiró de nuevo. Gimiendo,
Gulf trató de juntar sus bocas. Mew se rió con ganas y prácticamente saltó
lejos de él. —Maldita sea, Gulf — dijo, su respiración inestable, sus mejillas
sonrojadas y ojos oscuros vidriosos. Se aflojó la corbata y desvió la mirada
—. No me mires así.
—¿Así cómo? —Dijo Gulf, frotándose los hinchados y excesivamente
sensibles labios.
Como si quisieras que te follara en mi escritorio.
—Pero quiero —Gulf cruzó las piernas con fuerza y puso una mano en el
bulto de sus pantalones, tratando de aliviar el dolor.
Mew gimió, pasándose la mano por el pelo.

—No digas eso —dijo. Parecía dolido—. ¿Cómo se supone que debo trabajar
cuando me miras de esta manera? —Puedo irme —ofreció Gulf, aunque era
lo último que quería. Él no quería estar lejos de Mew. Miró a Mew con
anhelo. Deseaba poder unirse físicamente todo el tiempo, deseaba poder
sentir a Mew en su mente. —No quiero meterte en problemas —dijo Gulf
cuando Mew no dijo nada—. Puedo irme. Mew se pellizcó el puente de la
nariz y suspiró. —Sí, probablemente es mejor si lo haces. No puedo
concentrarme en nada contigo aquí. Ve antes de que me despidan.
Podemos encontrarnos durante mi hora de almuerzo. —Está bien —dijo
Gulf, saltando de la mesa de Mew—. Te espero en la cafetería.
Mew asintió enérgicamente.
Ninguno de ellos se movió. Se miraron el uno al otro.
Mew rió y se dio la vuelta.
—Joder, esto es ridículo. Vete. Ahora.
Gulf se fue, sonriendo para sí mismo.
En el pasillo, se detuvo y luego corrió adentro para besar a Mew una vez
más. Solo una vez más.
Se fue veinte minutos después, sintiéndose completamente besado,
mareado y amado.
Gulf se rió entre dientes, presionando sus dedos contra sus labios
hinchados, demasiado sensibles.
Realmente estaban siendo ridículos. Solo fueron unas horas.
¿Qué podría pasar en unas pocas horas?
CAPÍTULO 20
El tiempo se arrastraba cuando esperabas algo, notó Gulf, suspirando para

sí mismo.
—¿Algo está mal con tu café, Gulf?
Gulf miró su café intacto antes de sacudir la cabeza. —Está bien — dijo,
sonriendo a Samantha. Ella estaba realmente enojada con él cuando lo
había visto por primera vez (—¿Cómo pudiste desaparecer así? ¡Estaba
preocupada, imbécil!), Pero afortunadamente ella lo había perdonado.
—Solo estoy… —Gulf se retorció cuando ella le lanzó una mirada de
complicidad.
—Oh, Dios mío —dijo ella, sonriendo—. Finalmente lo follaste.
La campana sonó.
—Yo… —dijo Gulf antes de darse cuenta de que los ojos de Samantha
estaban en otra parte.
—Mierda —murmuró ella, mirando algo detrás de Gulf—.
Mira ese buenorro, Gulf.
Curioso, Gulf se volvió…
Y se congeló.
Un hombre alto y ancho de hombros estaba junto a la entrada, barriendo

una mirada fría de ojos plateados alrededor de la cafetería. Su largo
cabello azul medianoche estaba atado hacia atrás y no hizo nada para
suavizar el corte afilado de su mandíbula firme o el acero en su mirada
mientras sus pálidos ojos se encontraron con los de Gulf.
Gulf trató de hacerse más pequeño. —¡Te está mirando, Gulf! — Susurró
Samantha emocionada—. ¿Cómo eres tan afortunado? Primero Mew y
ahora…
—Es mi hermano —dijo Gulf con un suspiro, mirando con resignación cómo
Ksar se dirigió hacia él.
Ksar estaba enojado. Podría parecer tranquilo y sereno, pero Gulf sabía
que en realidad estaba enojado. No era que pudiera leer los
pensamientos de Ksar. Nunca pudo, y, para su sorpresa, Gulf todavía no

podía penetrar los escudos mentales de Ksar a pesar de sus capacidades
telepáticas, que habían mejorado mucho. No es que se estuviera
esforzando mucho. Técnicamente, estaría cometiendo un crimen si lo
hiciera. Pero conocía a Ksar. No necesitaba leer su mente para poder decir
que su hermano no estaba contento con él. Para ponerlo a ligeramente.
—¿¡Hermano?! —Samantha exclamó justo cuando Ksar los alcanzó.
—Gulf —dijo Ksar con cuidado.
Gulf pensó que era la primera vez que Ksar realmente lo llamaba Gulf. No
estaba sorprendido. Ksar podría ser un acosador de las reglas en casa,
pero como Lord Canciller del Ministerio de Asuntos Intergalácticos, estaba
bien versado en las costumbres de otros planetas y nunca haría algo que
traicionara que no fueran humanos. Incluso la forma en que estaba vestido
era impecablemente humana. Mientras Gulf no tenía esperanzas en la
moda humana, Ksar llevaba un traje oscuro de aspecto caro que no era tan
diferente de los que Mew usaba. Al pensar en Mew, Gulf se asustó un poco.
El almuerzo de Mew iba a comenzar pronto. Mew podría entrar en la
cafetería en cualquier momento.
—Hola —dijo Gulf, tratando frenéticamente de decidir qué hacer. Presentar
a Mew a Ksar sería una idea terrible. Pero no podía simplemente irse con
Ksar. Gulf había prometido esperar a Mew. Sin mencionar que Gulf tenía
miedo de que si se iba con Ksar, nunca volvería a ver a Mew. No lo dejaría
pasar a Ksar para teletransportarlo a casa tan pronto como estuvieran
fuera de la vista de los humanos.
Samantha se aclaró la garganta y Gulf finalmente recordó sus modales.
—Esta es Samantha, mi ex compañera de trabajo —dijo, gesticulando entre
ella y Ksar—. Mi hermano, Ksar. Mierda. ¿Debería haber inventado un
nombre más humano para Ksar? ¿Suena Ksar lo suficientemente humano?
Ksar le lanzó una mirada de asombro, pero asintió cortésmente a
Samantha. —Encantado de conocerte — murmuró.
Ella se sonrojó, tocándose el pelo y mirando a Ksar por debajo de las
pestañas.
—El placer es todo mío —dijo ella, su voz sonaba un poco rara.
Por primera vez, Gulf entendió el significado de la vergüenza de segunda
mano. Ya no estaba tan despistado en tales asuntos y podía ver que
Samantha se sentía atraída por Ksar. Deseaba poder decirle que no se
molestara.
Si Ksar notó que ella estaba coqueteando con él, él no lo demostró, sus
ojos se movieron hacia Gulf.
—¿Dónde está él?
—¿Quién? —Gulf chilló. ¿Ksar sabía de Mew?
—Seyn —dijo Ksar, dándole una mirada extraña.
Cierto.
Antes de que Gulf pudiera contestar, el timbre sonó de nuevo, y algunos
clientes entraron a la tienda.
—Lo siento, tengo que volver al trabajo —dijo Samantha con pesar.
—¡Puedo ayudar! —Dijo Gulf rápidamente, poniéndose de pie. Excepto que
Ksar lo agarró de la muñeca y lo sentó. —Él no puede — le dijo a Samantha
en un tono vagamente de disculpa, sin parecer una disculpa en lo más
mínimo. Tan pronto como ella asintió y los dejó solos, Ksar dijo en voz
baja:
—Explícate, Harht.
Gulf se hundió en su asiento en derrota.
—¿Cómo me encontraste?
Ksar le dio una mirada plana.
—¿Realmente pensaste que no lo haría?
—Pero a Seyn se le quitaron los chips de identificación —dijo Gulf. Esperaba
que su familia lo encontrara eventualmente, pero no esperaba que
sucediera tan pronto.
Algo parpadeó en los ojos de Ksar. Se encogió de hombros. — No fue difícil
darse cuenta de que podrías estar en Terra después de que intentaste
convencer a mamá de que te dejara volver. Además, todos nuestros
vínculos familiares contigo se cortaron de nuevo, lo que hace que sea
obvio que te encuentras en un planeta lejano —Una mueca desdeñosa
torció los labios de Ksar—. No me sorprende que Seyn no haya tenido la
previsión de ver esto, pero esperaba algo mejor de ti. ¿Es contagiosa la
estupidez?
—No seas malo —dijo Gulf, frunciendo el ceño ante el tono frío y cortante
de su hermano. Nunca entendió el abierto desdén que Ksar tenía por Seyn.
Ksar solía estar tan concentrado, pero era francamente malo con Seyn—. No
es amable hablar de esta manera acerca de tu compañero.
Una mirada agria cruzó la cara de Ksar ante el desagradable recordatorio
de que Seyn no era solo el mejor amigo de Gulf sino también su
compañero de unión.
Por primera vez, Gulf entendió completamente por qué Seyn quería romper
su vínculo con Ksar tanto. Gulf tampoco querría estar unido de por vida a
alguien que lo despreciaba. Sin mencionar que claramente había algo
defectuoso en el vínculo de Ksar y Seyn, porque no era normal que a los
compañeros de unión no se gustaran el uno al otro. El vínculo usualmente
lo impedía. Deben ser realmente incompatibles si ni siquiera el vínculo
podría hacer que se encariñaran entre sí. —¿Amable?
No soy amable, Harht —dijo Ksar con leve diversión en su voz.
—Tú eres el único que es delirante al respecto.
—No estoy delirante —dijo Gulf—. Sé que pretendes ser cruel, pero en el
fondo te importa mucho.
Ksar solo negó con la cabeza, mirando a Gulf como si fuera la criatura más
tonta que jamás había visto, pero todavía le gustaba su buen juicio. ¡Lo que
demostró que Gulf tenía toda la razón! ¿Verdad?
—No sé cómo diablos estás relacionado con nuestra madre o conmigo —
dijo Ksar, torciendo los labios. —Eres como un pollo eclosionado en un
nido de k’hlers.
—Ahora estás siendo malo contigo mismo y con tu madre — dijo Gulf. Claro,
su madre y Ksar podían ser severos y despiadados, pero no se parecían en
nada a los k’hlers, los venenosos depredadores calluvian similares a las
serpientes terranas, solo que con alas.
—Estoy siendo honesto, no malo —murmuró Ksar antes de clavar sus ojos
plateados en los de Gulf—. ¿Por qué estás aquí?
¿Por qué querías volver a la Tierra?
Gulf se lamió los labios secos. Antes de que pudiera decir nada, el timbre
de la puerta volvió a sonar y Mew entró en la tienda.
Gulf se congeló.
Mew le sonrió antes de que su mirada se dirigiera a Ksar, quien todavía
tenía su mano alrededor de la muñeca de Gulf. La sonrisa de Mew
desapareció, sus hombros se tensaron visiblemente.
Caminó hacia la mesa, sus ojos seguían fijos en la mano de Ksar en
Gulf.
Como si sintiera algo, Ksar se giró justo cuando Mew los alcanzó.
—¿Quién es este, Gulf? —Dijo Mew, pasando a Ksar por encima del hombro
y poniendo una mano en la nuca de Gulf. Ambos hombres intercambiaron
una mirada fría sobre Gulf, la expresión de Mew vagamente hostil y la de
Ksar de sospecha. Gulf se mordió el labio, mirándolos cautelosamente.
Eran de altura y construcción similares. Gulf no estaba seguro de cuál de
ellos ganaría si hubiera un altercado físico. Tentativamente, extendió sus
escudos mentales a Mew, protegiéndolo de las maniobras telepáticas. No
es que pensara que Ksar lo haría, después de todo era un crimen, pero no
lo dejaría pasar. Ksar podría ser absolutamente poco ético si pensara que
era necesario. Gulf sabía que su hermano era un poco hipócrita en ese
sentido. Insistió en que todos debían seguir las reglas y leyes, pero parecía
que no tenía ningún problema en ignorar las reglas si le convenía.
Gulf esperaba que Ksar no intentara entrometerse en la mente de Mew. Si

lo hiciera, encontraría el escudo de Gulf, lo que haría que Ksar fuera más
que sospechoso. Un telépata de Clase 1 no debería haber podido extender
sus escudos mentales a otra persona, y se suponía que Gulf era de Clase 1.
—Este es mi hermano, Ksar —dijo Gulf.
Atrapando la mirada incrédula de Ksar, Gulf se dio cuenta de que se había
recostado en el toque de Mew. Se apresuró a enderezarse. —¿Hermano? —
Dijo Mew.
—Ksandr, —corrigió Ksar secamente—. Alexander. ¿Y usted es?
Mew miró a Gulf antes de regresar sus ojos oscuros a Ksar.
—Mew Suppasit —dijo, su tono aún frío.
—Es mi compañero de piso —dijo Gulf rápidamente.
Sintió que Mew se ponía rígido e hizo una mueca por dentro.
Tenía tantas explicaciones que hacer.
—Compañero de piso —repitió Ksar, mirando la mano de Mew en el cuello
de Gulf. Su rostro era completamente inescrutable.
—Sí —dijo Mew con voz cortada.
—Londres es caro —dijo Gulf, rompiendo el tenso silencio. — Estoy seguro
de que lo es —murmuró Ksar antes de sonreír amablemente. Fue un poco
desconcertante. Ksar rara vez sonreía amablemente sin una razón—. Pero
ahora estoy aquí y ya no tienes que preocuparte por eso. Me encargaré de
ello. Gulf sintió la irritación de Mew. Antes de que pudiera decir algo, Ksar
dijo, mirando a Gulf:
—Mamá está ansiosa por tu regreso. Vamos a buscar a Seyn y nos iremos.
Mew aspiró un suspiro.
Gulf agarró la mano de Mew y no se movió de su silla. —Gulf —dijo Ksar, sus
ojos pálidos se clavaron en él. Gulf respiró hondo, miró la cara sombría de
Mew y negó con la cabeza.
—No voy a ir —dijo, mirando a Mew.
La tensión en la mandíbula de Mew disminuyó un poco.
—¿Perdón? —Dijo Ksar irritado.
Gulf se puso de pie y miró a Ksar. Casi se estremeció ante la expresión en el
rostro de su hermano.
—Quiero quedarme —dijo de manera entrecortada, dando un paso hacia
Mew hasta que su espalda fue presionada contra el pecho de Mew. Se
calmó considerablemente tan pronto como Mew puso una mano en su
cadera, anclándose a él. —Quiero quedarme aquí —dijo, esta vez más firme.
Ksar lo miró fijamente antes de que su mirada cayera lentamente sobre la
mano de Mew en la cadera de Gulf. Gulf sintió que se sonrojaba. Si Ksar
tenía alguna duda acerca de la naturaleza de su relación con Mew,
seguramente ya no la tendría. Y entonces Gulf lo sintió, un pesado toque
telepático que deshizo todos sus escudos mentales en cuestión de
segundos. Nunca había sentido algo así y solo podía mirar a Ksar. No fue
solo una inmensa violación de la privacidad; debería haber sido imposible.
Gulf era al menos un telépata de Clase 3 ahora que su vínculo había

desaparecido. Todos los calluvian modernos supuestamente no eran más
fuertes que la Clase 2. Ksar no debería haber podido hacer esto. Debería
haber sido imposible. —¿Dónde está tu vínculo? —La voz de Ksar sonó en
su mente, fría y áspera.
Gulf negó con la cabeza aturdido. Él no entendió. ¿Cómo había hecho esto
Ksar? Ksar estaba en condiciones de servidumbre.
Su telepatía no debería haber sido tan fuerte.
—Respóndeme, Harht.
Gulf se estremeció, un dolor de cabeza dividiendo su cabeza.
—Para, duele —pensó para Ksar.
Inmediatamente, la presión disminuyó, pero Ksar continuó mirándolo.
—Te lo explicaré más tarde —le dijo Gulf a Ksar telepáticamente—. Lo
prometo.
—Más tarde no. Ahora. DesGulfte del humano o te arrastraré fuera de aquí
por la fuerza.
Gulf le dio a Ksar una mirada suplicante, pero su hermano no se conmovió.
Suspirando, Gulf se volvió hacia Mew.
—Tengo que volver a tu apartamento con mi hermano —dijo, mirando sus
dedos enredados. Los dedos de Mew eran mucho más oscuros que los
suyos. Parecían casi marrones contra su piel clara. Su mano también
empequeñeció a Gulf. Hizo que Gulf se sintiera extraño. Quería esconder su
mano dentro de la de Mew. Quería esconderse bajo la piel de Mew y
quedarse allí para siempre—. Quiere ver a Seyn.
Están comprometidos — aclaró en caso de que Mew lo hubiera olvidado,
jugando con los dedos de Mew.
—Gulf —dijo Mew.
Mordiéndose el labio inferior, Gulf levantó los ojos hacia los de Mew. La
cara de Mew estaba extrañamente quieta y en blanco.
—No te vas a ir —declaró—. ¿Verdad?
Ksar se aclaró la garganta detrás de Gulf, impaciente. Gulf lo ignoró, su
mirada se encontró con la de Mew. Quería decirle a Mew que no iría a
ninguna parte, que lo estaría esperando cuando Mew regresara a casa esta
noche.
Pero… ¿podría él hacer tal promesa? Por la ley de Calluvia, no era libre de
hacer lo que deseaba. No se le permitiría quedarse en un planeta como la
Tierra. Los planetas anteriores al TTCI estaban fuera del alcance de la vida,
y solo se permitían visitas ocasionales. La ley prohibió interferir con el
desarrollo de las civilizaciones jóvenes o compartir con ellos
conocimientos y tecnología superiores. Gulf entendió por qué la ley era
necesaria. Antes de que se introdujera la ley, había habido muchos
precedentes catastróficos en el pasado, con sociedades incapaces de
manejar sabiamente las ventajas tecnológicas. Así que sí, Gulf lo entendió.
No significaba que estuviera de acuerdo con eso.
—Yo —dijo Gulf—. Yo… —Buscó algo que decir, algo que tranquilizara a Mew,
a ambos, que no era la última vez que se veían. Pero miró el rostro pétreo
de Ksar y no pudo pensar en nada que le permitiera permanecer en la
Tierra. Ksar podría amarlo, pero Gulf no tenía muchas esperanzas de
convencer a su hermano para que lo ayudara. Ksar nunca lo entendería.
Ksar probablemente lo atraparía a él y a Seyn y los devolvería a casa,
donde los adeptos de la mente restablecerían el vínculo de Gulf con
Leylen’shni’gul.
Básicamente, fue inútil.
—Yo —gruñó Gulf, con la garganta llena de una terrible emoción que no
pudo nombrar mientras miraba los ojos oscuros de Mew.
—Gulf, suficiente —dijo Ksar, su tono feroz—. Vámonos. Gulf tragó, mirando
la impaciente y poco impresionada cara de Ksar. Miró de nuevo a Mew, su
visión nadando. El pánico aumentó rápidamente, amenazando con
ahogarlo. Él no podía respirar. Él no podía respirar.
—Bebé —dijo Mew, su expresión sombría se convirtió en una de
preocupación—. ¿Estás bien?
Un fuerte sonido salió de la garganta de Gulf y estrelló su cara contra el
pecho de Mew, aferrándose a él con todas sus fuerzas, silenciosas lágrimas
corrían por sus mejillas y mojaban la camisa de Mew. Él no podía respirar.
A lo lejos, podía escuchar la voz de Ksar, pero era como un ruido blanco.
Todo lo que pudo escuchar fue la voz baja y suave de Mew, susurrándole al
oído mientras las manos de Mew le acariciaron la espalda, tratando de
calmarlo. Gulf trató de calmarse, pero no pudo porque, porque finalmente
se dio cuenta de que era la última vez que Mew lo sostenía, la última vez
que oiría la voz de Mew, la última vez que respiraría el aroma de Mew o
sentiría la fuerza del cuerpo de Adams a su alrededor, contra él.
Fue golpeado con otra ola de pánico aplastante, y se aferró más fuerte a
Mew, sin querer dejarlo ir.
Le tomó a Gulf un tiempo darse cuenta de que estaba murmurando algo.
—No quiero ir, no me hagas ir, te necesito, no me hagas ir, te necesito.
—Harht —la voz de Ksar llenó su cabeza—. Cesa esto inmediatamente. Estás
hablando en calluvian.
Gulf cerró la boca pero no pudo calmarse por mucho que lo intentara. Su
corazón latía rápido en su pecho, sus dedos apretados en la camisa de
Mew, no queriendo soltarse. Él no lo estaba dejando ir. Él no estaba. Él
nunca lo haría.
—Cariño —dijo Mew, pasando sus dedos por el cabello de
Gulf—. Mírame. Por favor. Vamos, muéstrame tus lindos ojos.
Gulf dejó que Mew levantara su rostro del pecho de Mew. Apenas podía ver
a Mew a través del borrón de las lágrimas, por lo que tardó unos
momentos en darse cuenta de que Mew lo estaba mirando de forma
extraña.
—Gulf —dijo—. Tus lágrimas son de color rosa. Gulf parpadeó, tratando de
entender por qué era significativo. Detrás de él, oyó a Ksar suspirar.
—Las lágrimas humanas son incoloras, Harht —la voz de Ksar sonó en su
cabeza—. Buen trabajo. Buena suerte explicándolo.
Pero Gulf no podía preocuparse. No podía sentir nada más que el
aplastante, doloroso anhelo y la sensación de pérdida inminente.
—¿Qué demonios…? —Murmuró Mew, desconcertado en su rostro cuando
tocó la mejilla de Gulf para limpiar sus lágrimas—.
¿Estás sangrando en algún lugar?
Gulf volvió la cabeza para besar sus dedos.
—Harht —la voz de Ksar se quebró en su mente.
Gulf lo ignoró, acariciando la mano de Mew.
—Gulf —dijo Mew, pero no se estaba alejando, rozando su mano sobre la
mejilla de Gulf, dejando que Gulf lo acaricie. Gulf levantó los ojos para
encontrarse con los confusos oscuros de Mew, y luego susurró:
—Te amo.
Mew contuvo el aliento. Gulf también escuchó a Ksar hacer un ruido agudo,
pero sus ojos permanecieron en Mew. Mientras Mew permaneció en
silencio, más le dolía el pecho de Gulf. — Gulf, no puedes simplemente…
necesito una puta explicación por una vez, oh, joder —Mew se lanzó y lo
besó, con la boca hambrienta, húmeda y tan perfecta—. Yo también, bebé
— murmuró contra la boca de Gulf— . Te amo. Gulf se derritió en el beso, su
cuerpo haciendo esa cosa ridícula en la que trató
de moldearse en el de Mew. Todo lo demás desapareció, solo había Mew en
todas partes, y no lo suficiente de Mew… Fue arrancado de Mew. Al abrir los
ojos, Gulf se encontró mirando el rostro pedregoso de Ksar.
—Nos vamos —dijo Ksar, muy uniformemente. Gulf se estremeció. Un Ksar

aparentemente tranquilo era mucho peor que uno enojado.
Antes de que pudiera decir algo, Ksar lo arrastró hacia la salida. Gulf volvió
a mirar a Mew, esperando que los detuviera, pero Mew no lo hizo,
quedándose muy quieto. Había algo muy extraño en él: su mirada estaba
desenfocada y confundida, como si no tuviera idea de lo que estaba
sucediendo o dónde estaba. Ni siquiera miró a Gulf, frotándose las sienes
con una expresión de pellizco en la cara.
Con creciente horror, Gulf se dio cuenta de que Ksar le había hecho algo.
—¿Qué le hiciste? —Dijo Gulf, tratando de liberarse del agarre de Ksar—.
¿Qué hiciste?
Ksar no respondió, su cara se endureció mientras lo arrastraba hacia un
taxi. Empujó a Gulf dentro y le dijo al conductor la dirección de Mew con
voz dura.
—¿Cómo sabes la dirección de Mew? —Dijo Gulf, mirando hacia atrás en la
cafetería—. ¡Déjame volver! Por favor, Ksar.
El conductor miró inseguro entre ellos.
—Conduzca —dijo Ksar, y por supuesto, su aire de autoridad hizo que el
conductor obedeciera.
Gulf abrió la boca para hacer más preguntas, exigir que Ksar lo devolviera a
Mew, pero la mirada con la que Ksar lo encontró le hizo cerrarla. Ksar
emitió tanta ira y desaprobación que le revolvió el estómago a Gulf.
Gulf dobló las manos sobre su regazo y se dio la vuelta, la ira y el
resentimiento quemaron sus entrañas. Él no sabía cómo tratar con ellos.
Nunca había sentido tal ira, especialmente hacia su propio hermano.
Pero había otra emoción más fuerte incluso que su ira: el sentimiento de
aplastante pérdida.
Sentía que había dejado una parte de sí mismo en la cafetería.
Una parte de él que nunca regresaría.
CAPÍTULO 21
Tan pronto como llegaron, Ksar salió del auto y dijo fríamente:
—Espero que no esperes que te arrastre como un niño otra vez.
Camina.
Gulf caminó, mirando a la espalda de Ksar pero sin atreverse a hablar. Por
primera vez, comprendió por qué la actitud de la gente hacia Ksar iba
desde el desprecio al miedo. Seyn abrió la puerta con una sonrisa que
desapareció tan pronto como vio a Ksar. Él palideció y luego rápidamente
se sonrojó.
—No voy a ir —fue lo primero que dijo Seyn, con una expresión maliciosa
en su rostro.
—Me encargaré de ti más tarde —Ksar pasó junto a él en el piso con un
tenso: —Cierra la puerta, Harht.
Gulf cerró la puerta y cruzó los brazos sobre su pecho.
—Yo tampoco voy a ir.
Ksar se dio la vuelta, mirándolos a ambos con una mirada tan asesina que
hizo que Gulf se acercara un poco más a Seyn. Tuvo que recordarse a sí
mismo que este era su hermano, no un extraño. Pero por más que lo
intentara, no podía olvidar la fuerza de la telepatía de Ksar, las cosas que
Ksar podía hacer y que no debería haber podido hacer. Tal vez Ksar era un
extraño después de todo.
—¿Sabes qué? —Dijo Seyn, lanzando sus mechones plateados sobre su
hombro—. Me niego a ser tratado como un niño culpable. Si tienes algo que
decir, deja de intentar intimidarnos y solo dilo.
—Si no quieres que te traten como a un niño, deja de comportarte como tal
—dijo Ksar, con una mueca torciendo los labios por un momento mientras
miraba a Seyn antes de mirar a Gulf—. Explícate. Gulf lo fulminó con la
mirada.
—¿Por qué? Ya lo sabes todo. Lo viste todo en mi mente, sin pedir permiso.
—¿Qué? —Dijo Seyn, moviendo la cabeza para mirar a Gulf—.
Él… pero ¿cómo?
Por supuesto que Seyn estaba confundido. Seyn sabía cuánto más fuerte se
había vuelto la telepatía de Gulf. Gulf deseaba saber la respuesta a la
pregunta de Seyn. Ksar se desabotonó la chaqueta y la arrojó al sofá. —No
vi todo —dijo—. Me sorprendió demasiado el hecho de que mi hermano
supuestamente vinculado mantenía relaciones sexuales con un miembro
de una civilización pre-TTCI.
Gulf se sonrojó.
—No tenías derecho a entrometerme en mi mente de esa manera. ¡Has
violado la ley!
—Creo que el Consejo me disculparía en este caso —dijo Ksar—. No hubiera
entrado en tu mente si no te hubieras
comportado como un imbécil con ese humano. ¿Qué pasó con tu vínculo?
—Mi vínculo se rompió hacia el final de mi última estancia en la Tierra —
dijo Gulf—. No lo quiero de vuelta. Mis sentidos están mucho mejor sin eso.
Ksar le dio una mirada plana. —Estoy seguro de que esa es la razón por la
que no quieres recuperar tu vínculo.
—Mi telepatía nunca ha sido más fuerte.
—Sí —dijo Ksar, su tono muy seco—. Vi cómo la usaste para llegar a esta
ciudad.
—Eres un hipócrita —dijo Seyn cuando Gulf apartó la mirada con aire de
culpabilidad—. No tienes derecho a juzgar a Gulf por eso cuando violaste
su privacidad de la peor manera posible —Sus ojos verdes se estrecharon.
—Por cierto, ¿cómo es posible? Gulf es al menos Clase 3 ahora.
Supuestamente eres clase 2. Supuestamente.
—No te he dado permiso para hablar —dijo Ksar, lanzando una mirada fría
a Seyn. —Aléjate de eso. Este es un asunto de familia.
Seyn le sonrió dulcemente y le lanzó un beso.
—Pero soy prácticamente familia, ¿verdad?
Un músculo se contrajo en la mandíbula de Ksar.
Aún no.
—Nunca —lo corrigió Seyn—. Si te metiste en los recuerdos de Gulf, sabes
por qué vine a la Tierra. También quiero deshacerme del vínculo.
La cara de Ksar no traicionó absolutamente ninguna emoción. — Tengo
asuntos más importantes con los que lidiar en este momento que tus
berrinches. Ve a otra habitación y espera hasta que termine con Harht.
Seyn se sonrojó.
—Tú, no puedes simplemente, ¡no puedes tratarme así! —Se enderezó en
toda su estatura y miró a Ksar—. Soy el príncipe Seyn’ngh’veighli del Tercer
Gran Clan, no tu maldito esclavo. — Entonces actúa como tal —dijo Ksar
antes de mirar a Gulf bruscamente—. Deja de preocuparte por lo humano.
Él estará bien. Simplemente quité su memoria de tu pequeño colapso.
Gulf apretó los labios.
—No te creo —dijo—. Júrame que no borraste sus recuerdos de mí — dijo,

expresando el miedo que lo había estado atormentando desde que Mew ni
siquiera lo miró cuando habían salido de la cafetería.
Ksar se quedó callado por unos momentos, su cara era difícil de leer.
—No lo hice, pero hubiera sido lo mejor, ¿no? —Dijo al fin—. Es mejor para
todos los involucrados si él no te recuerda. Él nunca te verá de nuevo.
Gulf sintió que sus ojos ardían, un bulto grueso formándose en su
garganta. Miró a Ksar suplicante. La expresión de Ksar seguía siendo
pétrea.
—Consigue tus cosas, ambos. No dejes nada atrás. No vas a volver. Nos
vamos.
El pecho de Gulf dolía. Dolorido, como si alguien hubiera torcido su
corazón en sus manos como un trapo para escurrirle toda la sangre.
Seyn hizo un sonido de simpatía y puso un brazo alrededor de los hombros
de Gulf, mirando ceñudpo a Ksar.
¿Cómo puedes ser tan jodidamente desalmado con tu propio hermano?
¡Bastardo!
Los labios de Ksar se torcieron en una sonrisa burlona. —Si no lo supiera
mejor, creería que eras un hijo de baja raza de una puta Sarvakhu, no un
hijo de reyes. Cuidado con tu mala lengua, niño.
Seyn frunció el ceño.
—¡No me llames niño!
—¿Cómo debo llamar a un niño mimado?
Gulf dejó de escuchar. En cambio, miró fijamente el rostro pétreo de su
hermano y se dio cuenta de que no había ningún cambio en su mente. Ksar
había tomado una decisión. Gulf nunca volvería. Él nunca regresaría.
Nunca volvería a ver a Mew.
—Lo amo —susurró Gulf—. ¿No importa?
Ksar y Seyn dejaron de discutir y volvieron la cabeza hacia él.
Seyn suspiró.
—Lo siento mucho, Gulf.
Pero Gulf no lo miró. Miró el rostro inexpresivo de su hermano.
—¿No importan mis sentimientos? —Gulf odiaba cómo se rompía su voz en
la última palabra, pero era difícil tragarse que su hermano mayor, el que le
había enseñado a montar zhylk’ki y lo consolaba cada vez que Gulf se
había caído, el que lo había dejado seguirlo como a un cachorro cuando
Gulf era un niño; a Ksar no le importaba su felicidad. Dolía. Dolía de una
manera diferente a la herida que sentía al pensar que nunca volvería a ver
a Mew.
La expresión de Ksar cambió, solo un poco.
—No lo amas —dijo irritado—. Lo que sientes es la infatuación. No estás
acostumbrado a la falta de vínculo. Todo es nuevo para ti. Tienes
demasiados sentimientos que no sabes cómo manejar.
Pasará. Gulf negó con la cabeza.
Lo necesito —dijo, mirando a Ksar a los ojos—. Lo necesito con mi mente,

con mi corazón y con mi cuerpo. A su lado, Seyn se atragantó, pero Gulf no
se sonrojó. Esto era demasiado importante para que se avergonzara. La
mandíbula de Ksar se apretó. Parecía claramente incómodo, como si no
esperara que Gulf fuera tan sencillo y descarado.
—Estás confundiendo la lujuria con el amor —dijo Ksar—.
Eres demasiado joven e inexperto para saber la diferencia. —Espera — Seyn
cortó bruscamente—. ¿Qué se supone que significa eso? ¿Cómo se sabe la
diferencia?
—Eso no es de tu incumbencia —Ksar no lo miró, sus ojos plateados
todavía estaban en Gulf—. ¿Crees que te quiere, Harht? —Dijo—. Vi su
mente.
Gulf boquiabierto. ¿Mew no lo amó de vuelta?
—Está bastante enamorado de ti —admitió Ksar, con bastante renuencia—.
Pero la persona de la que está enamorado es un humano lindo y peculiar
que conoció en una cafetería, no un alíen telepático —La mirada que Ksar
le dirigió fue casi compasiva—. Subestimas cuánto la verdad cambiaría sus
sentimientos por ti.
—No sabes eso —dijo Seyn.
—Lo hago —dijo Ksar, todavía mirando a Gulf—. He sido testigo de bastantes
contactos con civilizaciones aisladas como los terranos. La mayoría de las
veces van terriblemente mal. Aparte de la xenofobia, las razas no
telepáticas tienden a desconfiar mucho de los telépatas. No les gustan los
alienígenas que pueden meterse con sus mentes y hacer que cumplan sus
órdenes.
—Estoy seguro de que el hecho de que te metieras con la mente de
Mew no ayudaría ahora —dijo Seyn sarcásticamente. —No, no lo haría —dijo
Ksar—. Así que incluso si te dejara decirle, su reacción te aplastaría, Harht.
No quiero que te lastimen.
—Ya me estás haciendo daño —dijo Gulf en voz baja. Incluso si Ksar tenía
razón, incluso si la reacción de Mew a la verdad fuera horrible, no podría
ser peor que este horrible sentimiento de pérdida y culpa que retorcía sus
entrañas. Quería a Mew.
Quería verlo, apoyarse contra él y esconderse en sus fuertes brazos. Quería

que Mew lo besara detrás de la oreja, lo llamara su bebé y le dijera que
todo estaría bien, que Mew lo atrapó. Si lo peor era peor, Gulf quería tener
la oportunidad de explicarlo todo y despedirse. Mew se lo merecía. Mew
merecía una explicación.
—Por favor —dijo Gulf, mirando a Ksar a los ojos y abriéndole la mente,
dejando que Ksar lo viera.
Haciendo una mueca, Ksar rompió el contacto visual y dijo: — Esta
conversión no tiene sentido. No puedes permanecer sin unir.
Necesitamos restaurar tu vínculo con Leylen’shni’gul lo antes posible.
—¿Por qué?
Ksar suspiró, una expresión de preocupación cruzando su rostro.
—Tu compañera y sus padres llegaron al palacio poco después de que te
fueras. Informaron que Leylen’shni’gul dejó de sentirte en su mente. Ella
todavía tiene el vínculo, pero es defectuoso y débil ahora. Les aseguré que
era simplemente debido a la distancia entre tú y ella, pero se están
poniendo nerviosos y sospechosos, especialmente porque nadie sabe
dónde te encuentras. Necesitamos restaurar su vínculo antes de que
puedan informarla al Consejo.
—¿Por qué? —Dijo Gulf, mirando a Seyn, que ahora estaba extrañamente
callado. Seyn estaba mirando a Ksar con una extraña mirada en su rostro.
—Porque no pueden descubrir que su vínculo está roto —dijo Ksar—. ¿Qué
crees que pasará si lo hacen? Gulf cruzó los brazos sobre su pecho. —No
creo que puedan arrestarme por deshacerme accidentalmente de mi
vínculo. Y técnicamente, no pueden volver a vincularme con
Leylen’shni’gul, porque la Ley de vinculación solo afecta a niños pequeños.
Ksar se pasó una mano por la cara, sacudiendo la cabeza.
—No seas ingenuo. Por supuesto que pueden —Miró a Gulf—.
Todavía tienes un contrato de compromiso vinculante con
Leylen’shni’gul. ¿De verdad crees que el Consejo te dejará ser? ¿El único
telépata potencialmente de alto nivel en medio de ellos mientras su propia
telepatía es suprimida por el vínculo? Gulf se dejó caer en el sofá,
frunciendo el ceño profundamente. —Estoy bastante seguro de que voy a
probar como Clase 3 a lo sumo. No soy tan peligroso. Ksar le dio una
mirada pellizcada.
—¿Y crees que solo tomarán tu palabra? —Él se rió entre dientes—. ¿Puedes
nombrar muchas civilizaciones con telépatas registrados más altos que la
Clase 3?
Gulf se mordió el labio. Podía ver el punto de Ksar. Podía pensar en solo
dos razas que estaban clasificadas como Clase 4 en el examen telepático
estándar.
—Yorgebs y Tajickssu —dijo Gulf.
—¿Y realmente crees que solo hay dos razas en toda la galaxia que tienen
telépatas de Clase 4? ¿O que ya no hay telépatas de nivel superior?
—Es posible engañar a la prueba del Ministerio —dijo Seyn en voz baja
antes de que Gulf pudiera responder—.
Probablemente sea más fácil engañarlo cuanto más fuerte sea el telépata.
Ksar asintió enérgicamente.
Nunca te creerán que solo eres Clase 3. Te vigilarán todo el tiempo, al
menos. Un pequeño delito menor será usado en tu contra como una excusa
para procesarte o usarte como una herramienta para su agenda.
—¿Qué agenda? —Dijo Gulf.
Algo frío golpeó en los ojos de Ksar.
—Ciertos miembros del Consejo insisten en que la prueba del Ministerio no
es concluyente y que tener un telépata a cargo de un Gran Clan no debería

permitirse, ya que podría dar lugar a un abuso de poder y supuestamente
es “injusto” para los miembros nulos telepáticamente del Consejo.
Las cejas de Gulf se fruncieron. Siempre había habido algo de tensión entre
los calluvian telepáticos y telepáticamente nulos, y Gulf estaba consciente
de que últimamente había sido peor, pero ¿seguramente no era así?
—Pero la mayoría de los miembros gobernantes de los grandes clanes son
telépatas. Ksar le dio una mirada plana.
—Los miembros gobernantes de los grandes clanes no son las únicas
personas en el Consejo. ¿Debo recordarte que las casas reales solo tienen
veinticuatro votos y el resto de los votos pertenecen a miembros elegidos,
la mayoría de los cuales son telepáticamente nulos?
Cierto.
—¿Y crees que me usarían para promover su agenda? —Dijo
Gulf.
—No lo creo —dijo Ksar—. Sé que lo harán. Ya usaste tu telepatía contra los
humanos. Un caso como este es la excusa perfecta que han estado
buscando. Es por eso que no puedes permanecer sin desvincular, Harht.
El corazón de Gulf se hundió. Si lo que Ksar estaba diciendo era verdad, no
tenía otra opción. Nunca se perdonaría a sí mismo si su madre perdiera el
trono por su culpa.
—Los nulos deberían haber impulsado la derogación de la Ley de
Vinculación en su lugar —se quejó Seyn—. Uno podría pensar que es en su
mejor interés. En lugar de estar siempre amargados porque no tienen
telepatía, ¿por qué no hacen algo al respecto?
Porque no hay garantía de que derogar la Ley de Vinculación mejore las
cosas para ellos. Deben tener miedo de que los telépatas se vuelvan aún
más poderosos si se eliminan sus vínculos.
—Sí —dijo Ksar—. Algunos creen que sin el vínculo, las personas que ahora
son telepáticamente nulas se convertirían en telépatas de Clase 1, pero los
telépatas se convertirían en… algo mucho peor.
Gulf hizo una mueca. En cierto modo, podía entender por qué los calluvian
telepáticamente nulos estaban asustados. Los telépatas de alto nivel
supuestamente podrían borrar y reemplazar completamente la memoria de
una persona. Podrían hacerte creer que tu madre era una extraña. Podrían
hacerte creer lo que quisieran. Ningún escudo mental te protegería de
ellos. Podrían dañar o bloquear áreas de tu cerebro, volviéndolo paralizado
o sordo. Podrían hacerte pensar que estabas siendo torturado. Los
telépatas de clase 7 supuestamente podrían matar con sus mentes,
apagando tus órganos vitales con tan solo un pensamiento.
Era comprensible por qué los miembros telepáticamente nulos del Consejo
se sentirían incómodos con la posibilidad de tener telépatas tan
poderosos entre ellos. Y Gulf dudaba que incluso los telépatas en el
Consejo apoyaran la derogación de la Ley de Vinculación. Algunos de ellos

probablemente se verían tentados por la posibilidad de un poder
ilimitado, pero si revocaban la ley y rompían todos los lazos, ¿dónde
estaba la garantía de que serían los poderosos? La derogación de la ley
podría revisar completamente la jerarquía social, que obviamente no era lo
mejor para el Consejo. La gente en el poder nunca quiso el cambio a
menos que les beneficiara. La Ley de Vinculación nunca sería derogada. Y
Gulf sería considerado una amenaza si el Consejo descubriera su falta de
vínculo.
Gulf se recostó contra el sofá.
—¿Qué opciones tengo? ¿Además de regresar y restaurar mi vínculo con
Leylen’shni’gul?
La mirada que le dio su hermano fue casi simpática.
—Ninguna.
—Mentira —dijo Seyn.
Gulf volvió la cabeza.
¿Qué?
La mirada de Seyn estaba fija en Ksar.
—No estás unido a mí, ¿verdad?
Gulf frunció el ceño. ¿De qué estaba hablando Seyn? Miró a Ksar y encontró
su expresión cuidadosamente en blanco.
—No tengo idea de lo que estás hablando —dijo Ksar uniformemente. Seyn
se echó a reír.
—¿Tú piensas que soy estúpido? Cuando describiste los síntomas de
Leylen’shni’gul, me sonaron muy familiares. No te siento en el otro extremo
del vínculo, y mi vínculo es débil y defectuoso —Él inclinó la cabeza hacia
un lado—. Entonces, ¿qué tan alto nivel estás? Clase 4? Clase 5? ¿Peor? ¿O
debería decir mejor? Supongo que ahora sabemos por qué eres un imbécil
tan astuto.
Un músculo comenzó a palpitar en la mandíbula de Ksar.
Sin embargo, él no negó nada.
Gulf miró a su hermano.
—¿Ksar? ¿Es eso cierto?
Ksar barrió una mirada calculadora de Gulf y Seyn.
—Ni siquiera pienses en borrar nuestros recuerdos —dijo Seyn, tensándose
—. Mis escudos mentales son demasiado intrincados y personalizados para
que puedas reconstruirlos perfectamente. Sabré que se han metido con
ellos y voy a pensar en adeptos. No querrás que ellos descubran lo que
hiciste, o el estado de mi vínculo, en realidad.
Los labios de Ksar se adelgazaron, demostrando que realmente había
estado considerando borrar sus recuerdos. Gulf no podía creerlo.
Seyn sonrió sin humor.
—Así que puedes ir sin un vínculo, pero Gulf no puede, ¿eh?
Maldito hipócrita. —Es diferente —dijo Ksar.
Seyn enarcó las cejas.

—Ilumínanos por qué es diferente.
—Nuestro vínculo nunca se completó —dijo Ksar, su voz más lenta, como si
estuviera eligiendo sus palabras con cuidado—. No estoy completamente
seguro de por qué. Tal vez fue debido a nuestra diferencia de edad o al
hecho de que yo era mucho mayor que la edad a la que los niños se habían
vinculado. Tal vez la muerte dolorosa de mi primer compañero dañó mi
capacidad para formar un nuevo vínculo. De cualquier manera, nuestro
vínculo había sido defectuoso desde el principio. Nunca me pudiste sentir
a través del vínculo, así que no sabías que no era normal. El vínculo de
Leylen’shni’gul con Harht había sido perfectamente funcional, y ella,
obviamente, puede darse cuenta de que algo está mal con el vínculo ahora.
Nunca se podría notar la diferencia.
—Así que usaste mi indiferencia contra mí mientras toda mi vida me
preguntaba si algo andaba mal conmigo —La voz de Seyn vaciló un poco,
pero Gulf no creyó que Ksar lo notara. Seyn se rió entre dientes—. Bonito. Y
aquí pensé que no podía odiarte más. Solo por curiosidad, ¿qué ibas a
hacer dentro de dos años? ¿Falsificar la realización del vínculo? Joder con
mi cabeza y hacerme pensar que nuestro vínculo estaba bien? La cara de
Ksar estaba terriblemente en blanco. Gulf tenía una horrible sospecha de
que Seyn no estaba equivocado. —No he tomado una decisión todavía —
dijo Ksar—. Pero esa fue una de las opciones.
Seyn palideció de furia.
Ignorándolo, Ksar movió su mirada hacia Gulf. —En cualquier caso, es
irrelevante para ti. Leylen’shni’gul definitivamente se daría cuenta, ella ya
lo ha hecho. Y antes de que preguntes, ella no está unida a mí, así que no
puedo exactamente ‘jugar con su cabeza’ y hacerle creer que su vínculo
está bien, al menos no de manera indefinida. No es factible.
Los hombros de Gulf se desplomaron. Jugar con la cabeza de
Leylen’shni’gul sería una cosa terrible para hacer de todos modos. Gulf se
dijo que estaba contento de que no era una opción.
Ksar dijo:
—Si no regresas, sus padres irán al Consejo. Las consecuencias… ni siquiera
puedes imaginarlas. No tienes elección, Gulf.
Gulf.
Por alguna razón, el uso de su nombre humano por su hermano dolía.
Finalmente lo hizo real. Él estaba volviendo. No tenía elección.
Gulf se tragó el nudo en la garganta y dijo:
—Solo déjame escribirle una nota, entonces. No puedo desaparecer sin una
palabra de nuevo. No puedo hacerle eso, Ksar.
Su hermano lo estudió por un largo momento antes de asentir.
—Sé breve. No digas nada que pueda meterte en problemas.
Date prisa. Estamos perdiendo el tiempo.
Gulf se dio la vuelta y desapareció en la habitación de Mew. Tomó un
bolígrafo y un trozo de papel del cajón de la habitación de Mew. Tuvo que

concentrarse mucho para asegurarse de que su letra estaba en inglés. El
chip de traducción fue un poco impredecible cuando se trató de escribir.
No ayudó que su visión estuviera borrosa por las lágrimas y que le
temblara la mano mientras escribía un mensaje corto e inadecuado.
Al final, Gulf apenas podía ver las letras, o cualquier otra cosa, para el caso.
Dejó caer el papel en la cama de Mew y se secó los ojos.Mirando alrededor
de la habitación, su mirada se posó en la fotografía de Mew con sus brazos
alrededor de sus padres. Él estaba sonriendo ampliamente, guapo y feliz.
Los ojos de Gulf se llenaron de lágrimas de nuevo. Gulf se mordió el
tambaleante labio antes de quitar la imagen de su marco, doblarla con
cuidado y ocultarla en su bolsillo.
—¿Estás listo, Harht? Nos vamos —dijo Ksar desde la puerta. Seyn estaba
de pie junto a él, con una expresión hosca en su rostro, su muñeca
firmemente agarrada de la mano de Ksar. — Toma mi mano —ordenó Ksar,
ofreciéndole a Gulf su otra mano.
Miró alrededor de la habitación por última vez, a la nota en la cama, y dio
un paso hacia su hermano.
Si Ksar notó que sus ojos estaban húmedos, no hizo ningún comentario al
respecto, ya que sus manos se juntaron y el mundo, la Tierra, se
desvaneció y se los llevó.
Esta vez para siempre.
CAPÍTULO 22
Mew golpeó la puerta con impaciencia. Cuando no hubo respuesta, se dijo

a sí mismo que debía controlarse. No había razón para estar ansioso.
Pero no importaba lo que se dijera a sí mismo, la inquietante sensación
que le había estado molestando durante toda la tarde solo aumentaba.
Mew culpó al hermano de Gulf. Todo el encuentro había sido apagado, un
poco extraño, en realidad. Mew no podía recordar por qué dejó que Gulf se
fuera con su hermano cuando había decidido no hacerlo. Solo podía
recordar a Gulf prometiéndole que lo esperaría en casa. Gulf le había dicho
eso.
Mew sacó sus llaves y abrió la puerta.
Sus dedos estaban firmes. Su estómago no estaba atado en nudos duros.
No tenía ninguna razón para sentirse así. Tal vez Gulf estaba en la ducha.
Tal vez tenía los auriculares puestos y no podía escuchar sus golpes.
Mew abrió la puerta.
La sala de estar estaba vacía.
La cocina también estaba vacía.
Una sensación enfermiza de déjà vu hacía difícil respirar.
—¿Gulf? —Gritó ásperamente, su pecho se contrajo cuando el silencio fue la
única respuesta.
Se dirigió a la vieja habitación de Gulf. Estaba vacía. Con el corazón
latiendo en algún lugar de su garganta, Mew fue a su habitación. Estaba
vacía, también. No había rastro de Gulf en ninguna parte.
La mirada de Mew cayó sobre el trozo de papel sobre la cama. Lo miró por
unos segundos antes de cruzar lentamente la habitación. Él lo recogió.
La escritura a mano era inestable e irregular, las letras inclinadas a la
izquierda en lugar de a la derecha.
Querido Mew,
Lo siento. Espero que algún día puedas perdonarme y, mirando atrás, decir
que fuiste feliz de haberme conocido. Sé que yo lo haré. Fuiste lo mejor
que me ha pasado. Me siento muy afortunado de haberte conocido. Solo
deseo… deseo muchas cosas, pero supongo que no importa. Por favor,
créeme cuando digo que nunca te mentí sobre mis sentimientos. Me hiciste
sentir muy feliz y amado.
Por favor no te enojes conmigo. O enójate conmigo si eso es lo que
necesitas para sentirte mejor.
Te amo. Te amo mucho. Espero que vivas una vida larga y feliz llena de
risas y amor. Espero que cuando seas un hombre viejo, mires hacia atrás y
recuerdes al niño tonto y raro que una vez amaste con un poco de cariño
en lugar de ira. Sé que siempre te recordaré.
Sé feliz. Por favor.
Tuyo,
Gulf.
CAPÍTULO 23
Planeta Calluvia
Gulf se había preguntado dónde Ksar incluso encontraría un adepto a la

mente dispuesto a restaurar el vínculo de Gulf y mantener la boca cerrada,
pero esa pregunta fue respondida cuando Ksar lo hizo él mismo tan pronto
como llegaron a casa, con facilidad y habilidad que hizo que Seyn frunciera
el ceño con suspicacia. El hecho de que Ksar ni siquiera hubiera necesitado
la presencia de Leylen’shni’gul para hacerlo era ciertamente algo, pero Gulf
realmente no tenía ganas de interrogar a su hermano. Se alejó de Ksar y
Seyn, dejándolos en su discusión.
Tener el vínculo de vuelta se sintió… extraño. Se sentía mal, como una
camisa incómoda y ajustada que había usado durante años y que había
estado bien porque no había conocido nada mejor. Pero ahora lo hizo, y la
sensación era enloquecedora, como una picazón que no podía rascar. Gulf
casi había esperado que el vínculo lo hiciera incapaz de extrañar a Mew,
pero ahora se daba cuenta de lo ridículo que había sido. Había empezado
a tener sentimientos por Mew mucho antes de que su vínculo con

Leylen’shni’gul se hubiera roto. Parecía que era completamente posible
sentir amor romántico sin la capacidad de sentir atracción sexual. Incluso
con el vínculo que bloqueaba las partes de su cerebro responsables de la
atracción, el amor de Gulf por Mew todavía no se parecía en nada a su
amor por su familia. Estaba teñido de necesidad cruda y anhelo vacío por
algo, pero era como si hubiera una desconexión entre su cerebro y su
cuerpo. Se sentía como la sensación de sed que no podía satisfacer porque
ya no tenía boca para beber. Fue muy frustrante. Gulf apresuradamente
bloqueó a Leylen’shni’gul de su mente; de lo contrario ella supondría que
algo andaba mal con él. Tampoco quería que ella sintiera el resentimiento
que sentía hacia ella. Nada de esto fue su culpa. Gulf lo sabía. Él no
debería sacar su frustración sobre ella. Ella no se lo merecía.
Con eso en mente, Gulf incluso logró sonreírle a
Leylen’shni’gul cuando se encontró con ella y sus padres durante la cena
formal esa noche.
—Me alegro de que hayas vuelto —dijo ella, sonriéndole a través de la
mesa.
Gulf la miró fijamente. Ella era hermosa y de voz suave. Habían tenido una
relación amistosa toda su vida. Cómodo. Eso era lo que habían sido. Gulf
trató de imaginar tocarla y tener intimidad con ella. Él no pudo. De hecho,
se sentía bastante mareado ante la perspectiva.
Eventualmente, Gulf se rindió y se enfocó en la comida, apenas registrando
las conversaciones a su alrededor. Apenas podía oírlos de todos modos.
Por un momento, se preguntó si había algo mal en su audición. Cada
sonido parecía amortiguado y distante. Pero luego, cuando se puso una
cucharada de sopa en la boca y apenas la saboreó, Gulf recordó la razón: el
vínculo estaba suprimiendo todos sus sentidos, no solo los responsables
de su telepatía o su capacidad de sentir excitación. Gulf suspiró. Eso
llevaría un tiempo acostumbrarse.
***
La fatiga y apatía comenzaron un mes después de su regreso a casa. Gulf
nunca había sido una persona enfermiza, por lo que su falta de apetito lo
sorprendió un poco, pero pensó que era inevitable ya que apenas podía
comer la comida blanda. Intentó que nadie se diera cuenta de que no se
sentía tan bien. Él no quería el escrutinio de su familia.
Gulf todavía no tenía idea de lo que sus padres sabían. No le habían
hablado en profundidad sobre su viaje no autorizado a la Tierra. Para ser
justos, tampoco lo había hecho Sanyash: su hermana solo sacudió la
cabeza y dijo que estaba contenta de que hubiera recuperado el sentido.
Pero, de nuevo, Sanyash no lo veía mucho, ya que vivía con su esposo en
una colonia espacial de investigación a pocos años luz de distancia. Sus
padres no tenían esa excusa. Gulf podía sentir la decepción y la
desaprobación de su madre cada vez que lo miraba, pero ella le había

hablado muy poco al respecto. Su padre le había dicho en tono de broma
que no fuera un mocoso y les advirtiera que la próxima vez que decidiera
desaparecer.
La falta de castigo había sorprendido a Gulf, pero él se había encogido de

hombros. Todavía no sabía lo que Ksar les había dicho a sus padres, y no le
importaba mucho. De hecho, Gulf encontró que era difícil para él
preocuparse por casi nada. Se sentía apático. Entumecido. Todo parecía
aburrido. El mundo era aburrido. La comida era insípida. Los colores eran
incoloros. Racionalmente, Gulf entendió que debió haber sido el vínculo
embotando sus percepciones, pero no hizo nada para cambiar cómo se
sentía. Racionalmente, podría haber comprendido que había vivido con el
vínculo durante la mayor parte de su vida y que había estado bien, pero
después de saber cuánto mejor y más afilado podía ser todo, era difícil
acostumbrarse a la suavidad de todo, de su vida. El vínculo solo se sentía
mal. Se sentía como si lo hubieran armado mal, también. Por lo tanto,
considerando el estado general de su estado de ánimo en estos días, su
fatiga y apatía no le preocuparon a Gulf. Probablemente solo estaba
aclimatándose. Se pondría mejor.
Tenía que hacerlo.
***
Pasaron los meses. La sensación de que lo armaron mal solo aumentó, el

vago anhelo se convirtió en un gran dolor. Algo le dolía profundamente
dentro de él, haciéndolo girar en nudos. Su falta de apetito era imposible
de ocultar ahora, y Gulf no podía reunir suficiente energía para fingir que
estaba bien. El no estaba bien.
—Creo que me estoy muriendo —dijo Gulf un día cuando Seyn preguntó por
qué Gulf se veía tan pálido y enfermizo. Gulf se preguntó si había atrapado
algo en la Tierra y eso lo estaba matando lentamente.
Seyn pareció horrorizado al escuchar eso, por alguna razón. — ¿Qué
demonios te pasa? —Dijo, golpeando a Gulf en la cabeza—. ¿Cómo puedes
decirlo como si no te importara? Gulf lo miró y se dio cuenta con cierta
sorpresa de que realmente no lo hacía. No le importaba si vivía o moría.
Probablemente fue malo. ¿No es así?
—¡Ni siquiera te reconozco ya! —Dijo Seyn, poniéndose de pie—. Solías ser
la persona más positiva que he conocido, siempre tan nauseabundamente
optimista sobre la vida, y ahora eres… —Se cortó, sus ojos verdes se
estrecharon—. Por supuesto.
Ksar debe haberlo jodido cuando restauró tu vínculo. Antes de que Gulf
pudiera decirle que estaba equivocado y que el vínculo era perfectamente
funcional, Seyn salió de la habitación de Gulf.
Gulf suspiró y se preguntó si debería ir tras él, pero requeriría demasiada

energía. Energía que ya no podía reunir. No estaba seguro de cuánto
tiempo había pasado antes de que la puerta se abriera de nuevo.
—¡Sólo míralo! —Dijo Seyn—. ¡Ni siquiera parece que se haya movido de ese
sofá desde que lo dejé en la mañana! ¿No ves que no es normal?
Ksar lo siguió a la habitación con una expresión decididamente poco
impresionada en su rostro. Gulf estaba algo sorprendido de que Seyn
hubiera encontrado a Ksar. Gulf apenas había visto a Ksar últimamente.
Ksar siempre estaba ocupado, lo cual no era sorprendente, considerando
sus innumerables tareas.
—No deberías haberte metido con su mente —dijo Seyn—. No eres un
adepto profesional de la mente. ¡Sin duda lo jodiste y ahora está muy raro
y enfermizo!
—No ‘jodí’ nada, como lo dijiste con tanta elocuencia —dijo Ksar, pero
luego frunció el ceño, mirando a Gulf—. ¿Harht? Gulf tardó unos momentos
en darse cuenta de que le estaban preguntando algo.
—¿Qué? —Dijo con retraso.
—¿Ves? —Dijo Seyn.
Los ojos plateados de Ksar se estrecharon. Estudió a Gulf cuidadosamente.
—Borg’gorn, realice una exploración médica completa sobre el Príncipe
Harht —dijo Ksar. —Se inicia el escaneo —dijo la IA.
Gulf se encogió de hombros, sintiéndose vagamente molesto de que su
opinión ni siquiera fuera preguntada, pero en el fondo sabía que
probablemente era una buena idea. Algo debe estar mal con él.
Últimamente sentía que había estado… desapareciendo de la existencia.
—¿Y bien? —Dijo Ksar, mirando a Gulf con atención mientras Seyn paseaba
por la habitación.
La IA del palacio respondió:
—¿Le gustaría escuchar los resultados ahora, Su Alteza? —Tan pronto como
Seyn’ngh’veighli se vaya. —No voy a ninguna parte —Seyn caminó hacia
Gulf, se sentó a su lado y le pasó un brazo por los hombros. Gulf trató de
no encogerse y alejarse del contacto. El afecto físico no era característico
para Seyn, para toda su raza, y sin embargo, recientemente, Seyn lo había
estado tocando tan a menudo. Hizo que Gulf se sintiera un poco humillado.
No quería la compasión de nadie.
Él no quería nada.
Quería que todos lo dejaran en paz.
Gulf hizo una mueca, tratando de sacudirse el mal humor. Seyn tenía razón:
esto era muy diferente a él. Él no era esta persona de mal humor, tenue. —
Puede proceder, Borg’gorn —dijo Seyn.
—Pido disculpas, Su Alteza, pero no puedo recibir órdenes de usted. Solo el
Príncipe heredero tiene autorización para acceder a los registros médicos
de los miembros del Segundo Gran Clan, además de la Reina y el Rey-
Consorte.
Suspirando, Gulf se frotó la cara.

—Deja que se quede Seyn, Ksar. Borg’gorn, adelante, dime qué me pasa.
—¿Con su permiso, príncipe Ksar? —Dijo Borg’gorn.
Ksar le lanzó a Seyn una mirada de disgusto, pero asintió.
—Adelante.
—No hay virus extraños en el sistema del príncipe. Sufre de desnutrición
severa y depresión.
—¿Así que estoy bien? —Gulf interrumpió la IA. No le gustaba tanto la
naturaleza intrusiva de los escáneres de la IA. —Yo no diría eso, Su Alteza —
dijo la IA—. La malnutrición y la depresión son simplemente síntomas del
problema, no el problema en sí.
—¿Qué quieres decir? —Dijo Ksar.
La IA respondió con su voz cuidadosa:
—A juzgar por su actividad cerebral y sus niveles hormonales, parece que la
condición del príncipe Harht’ngh’chaali se debe a que es un retroceso.
Seyn se puso rígido contra Gulf.
Las cejas de Ksar se fruncieron.
—¿Perdón?
Gulf frunció el ceño, confundido. Por supuesto, sabía que era un retroceso,
pero siempre había sido un hecho inútil en lugar de algo relevante.
No era bien sabido que un pequeño porcentaje de su raza compartía rasgos
biológicos con los surl’kh’tu, su ancestro primitivo que vivió hace alrededor
de un millón de años. El gen de retroceso se manifestó por primera vez
después de los mismos experimentos genéticos que causaron mutaciones
telepáticas, pero a diferencia de la telepatía, los cambios fisiológicos no se
podían cambiar al vincular el núcleo telepático de la persona, por lo que
todos fingieron que el problema no existía. Lo que implicaba ser un
retroceso no era algo discutido en una compañía educada, y por una razón.
Gulf sabía mucho acerca de los retrocesos solo porque era uno.
Biológicamente, los retrocesos eran bastante diferentes de los calluvian
modernos. Los surl’kh’tu habían sido intersexuales y, aunque los retrocesos
no eran intersexuales, conservaban la capacidad de producir lubricación
natural cuando se despertaban. Siempre había sido un pequeño hecho
irrelevante para Gulf. Todavía no entendía qué tenía que ver con nada. —
No veo cómo es relevante para el tema en cuestión —dijo Ksar, como si
leyera los pensamientos de Gulf. Por lo que Gulf sabía, bien podría ser.
—¿No es obvio? —Murmuró Seyn, su cuerpo muy quieto contra Gulf—. Se ha
demostrado científicamente que los surl’kh’tu fueron muy selectivos.
Tenían una sola pareja durante toda su vida. Los científicos piensan eso es
por qué finalmente se extinguieron, eran demasiado selectivos. Si su
compañero moría, no tomaron otro compañero.
El corazón de Gulf dio un vuelco. Parpadeó, sus oídos zumbaban mientras
miraba a Seyn. Él no entendió. —De hecho —dijo Borg’gorn—. Además, los
científicos del Instituto Rivixu han demostrado que después del primer
acto de apareamiento, el cuerpo de un surl’kh’tu produjo una cierta

hormona que los hizo… físicamente necesitan a su pareja —La IA en
realidad sonaba incómoda—. Un mecanismo biológico fascinante que
aseguró la reproducción y la supervivencia. Se ha teorizado que este rasgo
evolutivo se formó como una respuesta a una población en rápido
crecimiento de derv’kh’tu, una subespecie telepática de los calluvian
arcaicos, que se mudan a su hábitat.
Pero no fue suficiente, como todos sabemos, el derv’kh’tu eventualmente
desplazó al surl’kh’tu. Se pensó que los surl’kh’tu fueron superados y se
extinguieron. Fueron vencidos antes del derv’kh’tu. evolucionó a los calla
modernos, pero la existencia de retrocesos sugiere que las dos
subespecies se cruzaron en cierta medida.
Gulf negó con la cabeza, su mente tambaleándose. Las palabras de
Borg’gorn no tenían sentido.
—Pero no lo era, es un terrano —Ni siquiera podía decir el nombre de Mew.
Borg’gorn dijo con cuidado
—No creo que importe, Su Alteza. Aunque no ha habido precedentes de
cruzamientos entre terranos y calluvian, los cruces deben estar dentro de
los límites de lo posible. Gulf se lamió los labios, por un momento,
permitiéndose imaginar a los niños con la sonrisa de Mew y los ojos
oscuros.
Le dolía el pecho, porque nunca pasaría.
—¿Seguramente no crees que tenga algo que ver con Harht? —Dijo Ksar
bruscamente—. Mi hermano no es un surl’kh’tu. Están extintos desde hace
mucho tiempo. Simplemente tiene algunos rasgos comunes con ellos.
Borg’gorn dijo:
Sabemos que los rasgos surl’kh’tu no son igualmente fuertes en todos los
retrocesos. Algunos retrocesos son apenas diferentes de la mayoría de los
calluvian, mientras que otros comparten un número inusualmente alto de
rasgos con el surl’kh’tu. No es imposible para Su Alteza compartir ese rasgo
biológico particular con sus antepasados…
—Tonterías —dijo Ksar—. El surl’kh’tu podría haber necesitado literalmente
a sus compañeros, pero no hay pruebas científicas de que los retrocesos
compartan ese rasgo con ellos.
No ha habido precedentes.
Seyn se burló.
—Por supuesto que no ha habido precedentes. A diferencia de nosotros, los
surl’kh’tu en realidad eligieron a sus compañeros. Los retrocesos nunca
tuvieron la misma oportunidad, porque la Ley de Vinculación se introdujo
poco después de que se documentaron los primeros retrocesos.
—Nadie pidió tu opinión —dijo Ksar.
Seyn se sonrojó con furia y lo fulminó con la mirada. —Te odio tanto —dijo
con sentimiento—. No puedo esperar para ser libre de ti.
Por primera vez desde su regreso a casa, Gulf recordó el estado parcial del
vínculo de Seyn con Ksar. Como Seyn no le había contado a nadie sobre la
telepatía de Ksar, debían haber llegado a algún tipo de acuerdo.
Probablemente. Gulf no estaba seguro. No le había importado lo suficiente
como para preguntar, y eso extendió la sensación de frío miedo a través de
su cuerpo. Si ni siquiera le importaba el futuro de su mejor amigo y el de
su hermano, ¿qué decía sobre el estado de su mente?
—Pero Seyn tiene razón —dijo Gulf, tratando de pensar. Fue difícil. Pensar
era difícil. Era tan difícil concentrarse—. ¿Cuáles son las probabilidades de
estar vinculado a la persona que habrías elegido si no estuvieras
vinculado? Probablemente extremadamente pocas. — Tal vez —concedió
Ksar, sin siquiera mirar a Seyn. Miró a Gulf—. Volvamos al tema que nos
ocupa. ¿Se supone que debo creer que
Harht no puede vivir sin ese terrano? Un dolor abrasador quemó las
entrañas de Gulf ante la simple mención de Mew. Gulf luchó por
concentrarse en la conversación.
—Como no hay precedentes, solo puedo formular hipótesis — dijo
Borg’gorn—. Pero las lecturas del príncipe Harht son muy preocupantes.
Puede que no necesariamente muera, pero creo que su salud física y
mental seguirá deteriorándose —Una pausa—. ¿Puedo hablar libremente,
príncipe Ksar?
Ksar asintió con la cabeza.
—Iba a informarle esta noche que tenía preocupaciones sobre la salud del
príncipe Harht. Me he tomado la libertad de observar al joven príncipe
desde su regreso del Sol III. Me he dado cuenta de que su concentración se
ha ido deteriorando a un ritmo alarmante. Ayer pasó seis horas y media sin
moverse, sin mirar a nada que pudiera ver. Tuve que decir su nombre siete
veces para que reaccionara. Si la conciencia del príncipe de su entorno
sigue deteriorándose a este ritmo, es muy probable que finalmente caiga
en un estado de coma, tal vez con una conciencia muy limitada de su
entorno. Recomiendo inyecciones diarias de los supresores de hormonas
surl’kh’tu para hacerlo estar más alerta y concentrado, pero no puede ser
una solución a largo plazo. Eventualmente dejarán de funcionar.
Seyn le apretó el hombro a Gulf, la preocupación se deslizaba en oleadas.
Gulf estaba más preocupado por el hecho de que no se sentía muy
preocupado.
—¿Y está absolutamente seguro de que la causa es el gen de la regresión?
—Dijo Ksar.
—Siempre hay un margen para el error, pero tengo noventa y nueve punto
dos por ciento de certeza —respondió la IA—. Además de la hormona
mencionada en su sistema, hay cambios significativos en el herovixu del
joven príncipe, el área del cerebro que es específica para los retrocesos.
Los labios de Ksar se doblaron en una línea delgada antes de que sus ojos
se fijaran en Gulf.
—Háblame, niño. ¿Es realmente tan malo?

Gulf se humedeció los labios secos.
Yo… no lo sé. Ni siquiera me he dado cuenta de que me he alejado durante
horas. Pero siento… —Luchó por explicarlo—. Siento que hay un agujero en
mí que me está chupando desde adentro hacia afuera.
La cara de Ksar era sombría.
—¿Y eso es por él? ¿El terrano?
Gulf se estremeció, acurrucándose en sí mismo. No quería hablar de Mew.
Incluso pensando en Mew dolía. No estaba seguro de poder hablar sobre
Mew sin romperse y rogarle a Ksar que le permitiera regresar a la Tierra. No
podía ser tan egoísta. No sería tan egoísta. No arruinaría a su familia con
su egoísmo. De todos modos, sería inútil, porque Ksar había tenido razón:
el Consejo y el Ministerio nunca lo dejarían vivir en la Tierra, y él no podría,
no lo haría, no seguiría engañando a Mew cuando no podía permanecer en
la Tierra permanentemente. Sería egoísta. Mew merecía algo mejor. Mew se
merecía a alguien que pudiera hacerle feliz. Alguien que pudiera ser
honesto con él.
Entonces, ¿qué sentido tenía hablar de eso?
—¿Importa? —Dijo Gulf, apenas moviendo los labios. Los ojos de Ksar se
estrecharon. Todo lo que tomó fue una mirada, y los frágiles escudos
mentales de Gulf se derrumbaron, permitiendo que su hermano entrara.
Gulf no se resistió. No pensaba que podría hacerlo aunque quisiera.
Finalmente, momentos u horas después, Ksar dejó su mente. La mandíbula
de Ksar se apretó, su expresión vagamente enferma.
—Tu mente es un desastre. Algunas partes no reaccionan en absoluto a los
estímulos. Borg’gorn tiene razón. Tu mente se está muriendo, Harht.
Gulf miró a su hermano sin comprender.
Seyn acercó a Gulf, proyectando confort y protección. —Vas a hacer algo
para ayudarlo, ¿verdad? —Dijo mirando a Ksar. Gulf negó con la cabeza.
¿Qué podría hacer Ksar? Ksar podría haber sido el Príncipe heredero de su
Gran Clan y el Lord Canciller de la rama del Ministerio de su planeta, pero
no tenía el poder de protegerlo del Consejo o del Ministerio. Nadie lo hizo.
Dejando a un lado los problemas legales, el escándalo solo destruiría a su
familia si otros calluvian se enteraran de Mew. —No te preocupes por mí —
dijo Gulf—. No voy a deshonrar a nuestra familia.
Ksar cerró los ojos por un momento.
—Harht…
—Lo sé —dijo Gulf, mordiéndose el labio para evitar que temblara. Tenía un
poco de miedo de morir, después de todo, pero casi le dio la bienvenida al
miedo. Era mejor que la aburrida apatía y el hambre sin nombre.
—¿Pero no podemos simplemente llevarlo de contrabando a la Tierra? —
Dijo Seyn—. ¿Como yo lo hice?
—¿Y luego qué? —Dijo Ksar fríamente—. Es imposible borrar el historial del
teletransportador. Tarde o temprano, se encontraría a Harht y las
consecuencias serían mucho peores. E incluso si no lo encontraran, nunca

sería capaz de pisar un planeta y ver a su familia. ¿Es ese el tipo de vida
que quieres para él? ¿Crees que él estaría feliz de vivir así, sin todos sus
vínculos familiares? Los telépatas no están destinados a vivir sin
comunicación telepática durante largos períodos de tiempo. Él sería
miserable.
La barbilla de Seyn se levantó.
—Al menos estaría vivo y cuerdo. ¡Debemos hacer algo!
Ksar se quedó muy quieto.
—No haremos nada —dijo irritado—. Irás a casa y mantendrás la boca
cerrada sobre todo lo que has escuchado. —¿Cómo puedes ser tan
despiadado? —Exclamó Seyn, poniéndose de pie—. ¡Es tu hermano!
—Sí —dijo Ksar—. Es mi hermano, y este es un problema familiar. Tú no eres
familia. Vete. Te quedaste demasiado tiempo de lo que es educado hace
mucho tiempo. Seyn se sonrojó con furia y humillación antes de salir
corriendo. —¿Por qué siempre eres tan desagradable con él? —Murmuró
Gulf.
La cara de Ksar se cerró.
Eso es irrelevante. Tenemos cosas más importantes que discutir.
—¿Qué cosas importantes? —Dijo Gulf, mirando sus manos. ¿Qué había para
discutir, de verdad? Se estaba muriendo o iba a convertirse en un vegetal.
Gulf casi esperaba que muriera; esa parecía ser la mejor opción. No quería
ser una carga para su familia. De todos modos, nunca volvería a ver a Mew.
No había podido despedirse de él en persona, y ahora nunca lo haría. Mew
nunca sabría que Gulf se había ido. A Mew probablemente no le importaría,
de todos modos. Mew probablemente lo odiaba. Por supuesto que Mew lo
odiaba. Mew probablemente ya lo había olvidado. Mew probablemente se
había enamorado de alguien más. Alguien humano. Alguien normal. Alguien
que… —Harht — dijo Ksar—. Respira. ¡Gulf!
La orden en la voz de su hermano le hizo darse cuenta de que le dolían los
pulmones. Gulf abrió la boca y la cerró. Él respiró. Lo intentó.
La expresión de Ksar se suavizó. En unos largos pasos, estaba al lado de
Gulf. Y luego sus brazos estaban alrededor de Gulf. Gulf se aferró a su
hermano, sus ojos se cerraron. Ksar no lo había abrazado en años.
Cuando Ksar se retiró, su expresión era sombría y dura.
Levantó la cara de Gulf y lo miró a los ojos.
—No puedo prometerte que será fácil, Gulf —dijo Ksar—. No lo será. Pero te
prometo que encontraré una solución. —Algo frío y feo parpadeaba en sus
ojos—. Por cualquier medio necesario.
CAPÍTULO 24
Ksar estaba más o menos satisfecho cuando abandonó la oficina de la

reina. Se sorprendió gratamente de no haber tenido que influir en las
mentes de sus padres para hacerlos más… abiertos acerca de la situación

de Harht. Parecía que no era el único en la familia con una debilidad por su
miembro más joven. Concedido, la Reina no se había alegrado de escuchar
las noticias, pero en general, todo fue más suave de lo que Ksar había
esperado. La preocupación de sus padres por Harht había superado su
consternación por la situación. Harht iba a necesitar el apoyo
incondicional de sus padres mientras Ksar resolvía el problema del vínculo
de Gulf con Leylen’shni’gul y el hecho de que legalmente Gulf no podía
tener una relación con el humano. Ksar apretó los labios. Todavía no podía
decir que estaba contento con el hecho de que Gulf literalmente
necesitaba a su humano.
Inicialmente, había sido escéptico sobre la evaluación de Borg’gorn de la
situación hasta que comprobó la mente de Gulf. Lo que había visto en la
mente de Gulf era más que inquietante. La mente de Gulf siempre había
sido cálida y brillante, llena de pensamientos felices, aunque ingenuos.
Ahora era aburrido y sombrío, sin vida y sin ninguna emoción. El cerebro de
Gulf estaba confundido y lento, su núcleo palpitaba con una necesidad tan
cruda que casi hizo que Ksar se enfermara. Gulf también tenía un dolor
inmenso, pero su cerebro no parecía funcionar correctamente para que lo
sintiera completamente. El vínculo en torno al núcleo telepático de Gulf no
mejoró las cosas, se metió con la mente y el cuerpo que ya sufrían. Ksar no
podía imaginar vivir constantemente con ese tipo de dolor y necesidad
insatisfecha. No creía que Gulf pudiera durar mucho sin volverse loco o
que su cerebro finalmente se apagara. Así que, independientemente de sus
propios pensamientos sobre el asunto, tendría que conseguirle a Gulf lo
que necesitaba: ese humano suyo.
Ksar apretó los dientes y se dirigió hacia su oficina. Estaba molesto por la
situación. Aunque, tal vez molestia no era la palabra correcta. La rabia fría
encajaba mejor. Quería matar a ese humano. Harht todavía era un niño. El
problema no era la edad de Harht; Ksar había estado en cientos de
planetas y era muy consciente de que la mayoría de las
razas consideraba que era bastante mayor. Harht tenía veintitrés años, la
edad suficiente para tomar sus propias decisiones. No, el problema no era
la edad de Harht, per se; fue la ingenuidad y la confianza de Harht. Harht
había estado demasiado protegido toda su vida. Ni siquiera había asistido
a una escuela fuera del planeta, como la mayoría de los príncipes de
Calluvia. Sus padres siempre habían mimado demasiado a Harht y él había
crecido asquerosamente ingenuo y agradable.
Ksar no había tenido la oportunidad de observar a Mew Suppasit por
mucho tiempo, pero estaba familiarizado con el tipo: el tipo guapo y
confiado que jodía todas las cosas atractivas.
Harht se merecía algo mejor.
Pero no importaba ahora, ¿verdad?
Ksar presionó su mano contra el escáner y la puerta de su oficina se abrió

de golpe.
—Borg’gorn, la información que solicité —dijo, sentándose detrás de su
escritorio.
Un holograma apareció frente a él.
La AI respondió:
—Los datos no están completos, pero la investigación inicial indica que el
veintitrés por ciento de los letrados cancilleres del Ministerio desearían
que se suavizaran las leyes relacionadas con los viajes preTTCI. El cuarenta
y seis por ciento no tiene sentimientos particularmente fuertes al respecto.
El treinta y uno por ciento está firmemente de acuerdo con la ley. Ksar
tarareaba pensativamente. El veintitrés por ciento fue mejor de lo
esperado. Él podría trabajar con eso.
—¿Ha aceptado mi invitación la reina consorte del Sexto Gran Clan?
—Sí, su Alteza. Ella estará aquí en breve.
—Bien —Ksar se recostó en su silla y cerró los ojos. Su mente corría con
posibilidades, considerándolas y descartándolas rápidamente.
Deseó no tener que elegir esa ruta.
Por un momento, se preguntó de nuevo si hubiera sido más fácil
simplemente llevar de contrabando a Harht a la Tierra como lo había
sugerido Seyn, pero descartó la idea nuevamente. Para hacer eso, habría
tenido que someter completamente las voluntades de los técnicos de
teletransportadores, borrando sus recuerdos una y otra vez cada vez que
veían en la historia del teletransportador que Harht había
teletransportado a la Tierra. Incluso si fuera factible, y no lo era, ya que
Ksar estaba demasiado ocupado, no había nada que pudiera haber hecho
para mantener fuera de la mente a los compañeros de los técnicos; se
habrían dado cuenta de inmediato que algo andaba mal.
No, la ruta política era más segura y menos complicada a largo plazo.
Había tomado la decisión correcta.
—La Reina-Consorte del Sexto Gran Clan está aquí, Su Alteza —dijo
Borg’gorn.
Ksar abrió los ojos y se enderezó en su silla.
—Déjala entrar.
La puerta se abrió y la reina consorte Zeyneb’shni’waari entró con
confianza.
Ksar no se puso de pie. Sería algo educado, pero ciertamente no era
requerido o esperado de él. Como el Príncipe Heredero del Gran Clan
Segundo y el futuro rey de su clan, la posición social de Ksar era más alta
que la de Lady Zeyneb y ambos lo sabían. Lady Zeyneb no era ni amiga ni
aliada, todavía, y cualquier falsa cortesía solo la haría sospechar. No podía
parecer demasiado ansioso.
—Ksar’ngh’chaali —dijo con una sonrisa—. Me sorprendió gratamente
recibir su mensaje, dado que se negó a respaldar mi moción la última vez.
—¿Lo hizo? —Ksar murmuró, mirándola a los ojos. Una mirada rápida a sus
pensamientos no reveló nada que él no hubiera esperado: tenía curiosidad
y estaba ansiosa por aprovechar esta oportunidad para promover sus
objetivos políticos. Ella también estaba preocupada por él. No confiaba en
él. Bueno. Ella no era completamente tonta. No necesitaba aliados tontos.
—En realidad es la razón por la que solicité esta reunión — dijo Ksar— .
Estoy dispuesto a reconsiderar mi postura.
Zeyneb ladeó la cabeza hacia un lado.
—¿Y qué cambió tu mente?
Ksar sonrió.
Ella se movió, un poco inquieta.
—Tu hermano adoptivo es el Lord Canciller del Planeta Kiwufhi — dijo—. He
oído que va a proponer un proyecto de ley en la próxima sesión del
Ministerio.
Ella frunció el ceño, pareciendo confundida pero intrigada. Ksar sabía que
no le interesaba demasiado la política intergaláctica.
—¿Qué tipo de ley? —Dijo ella.
—Derogación de la ley 156 del Ministerio —dijo Ksar. la lo miró fijamente.
—Estoy segura de que debes haber oído mal —dijo ella lentamente— . Eso
sería un suicidio político y social. Nunca pasaría.
—Al igual que el proyecto de ley que desea proponer en el Consejo — dijo
Ksar amistosamente—. Pero la política puede ser tan impredecible. Nunca
sabes.
Sus ojos se estrecharon. Ella le dirigió una larga y evaluadora mirada.
—Tal vez —dijo al fin—. Tal vez deberíamos hablar claramente para evitar la
confusión.
Ksar sonrió y se recostó en su silla.
—Si tu hermano adoptivo propone el proyecto de ley que mencioné en la
próxima sesión del Ministerio, la Reina apoyará el proyecto de ley que
pretende proponer en la próxima sesión del Consejo.
Sus fosas nasales se ensancharon. Ksar no necesitaba leer su mente para
saber que estaba interesada.
—Tu madre, la reina, es muy influyente —dijo Lady Zeyneb
lentamente—. Pero incluso eso no será suficiente para que la ley pase.
Hay demasiados cobardes telepáticamente nulos en el Consejo.
Ksar la miró fijamente.
—Déjame preocuparme por eso.
Ella lo estudió. Parecía un poco escéptica, pero sabía que era mejor no
cuestionarlo. Eso le daría una negación plausible si lo atrapaban.
Y ella quería que la cuenta pasara demasiado. No era un secreto. Lady
Zeyneb había estado presionando por la enmienda a la Ley de Vinculación
durante años. Sus motivos eran transparentes: actuaba en nombre de su
hijo, quien estaba vinculado al antiguo heredero del Quinto Gran Clan. El
partido había sido perfectamente elegible, excepto que el compañero de
su hijo había desaparecido hacía décadas, presumiblemente secuestrado

por los renegados. Sin embargo, nada fue confirmado. Aunque el chip de
identificación del príncipe perdido había sido desactivado, el vínculo con
el hijo de Lady Zeyneb permanecía, sugiriendo que el príncipe perdido
estaba vivo… en algún lugar. En cualquier caso, el hijo de Lady Zeyneb
necesitaba deshacerse del vínculo si se iba a casar con el Rey del Planeta
Zicur, a quien había conocido en la escuela fuera del planeta en la que
había estudiado y que lo había estado cortejando durante años, que fue la
fuente de chismes sin fin en la sociedad. Si el Rey de Zicur no fuera un
soltero tan elegible, la situación habría sido mucho más escandalosa, ya
que técnicamente el hijo de Lady Zeyneb estaba en condiciones de
servidumbre. No era de extrañar que Lady Zeyneb quisiera romper el
vínculo de su hijo con el príncipe ausente y casarlo con su prestigioso
pretendiente. Ksar haría lo mismo. Así que esperó pacientemente a que
ella aceptara sus condiciones. Ella no se negaría.
Por fin, lady Zeyneb asintió y se puso de pie.
—Muy bien. Me pondré en contacto con mi hermano. Estoy deseando
escuchar buenas noticias tuyas.
—Lo harás —dijo Ksar, poniéndose de pie por cortesía.
Ella le sonrió y se fue.
Cuando la puerta se cerró tras ella, Ksar se sentó. Cerrando los ojos, se
dirigió con la mente hacia la de la mujer. Como ahora estaba sola y
supuestamente a salvo de cualquier actividad telepática, sus escudos
mentales estaban caídos y su mente era un libro abierto.
Parece demasiado interesado en derogar la ley 156. Esa es una debilidad
que puedo explotar. Tal vez debería exigir más cosas de Ksar a cambio del
apoyo de mi hermano. Hmm. Si Ksar tuviera alguna duda persistente, no
que tuviera alguna, sobre lo que estaba a punto de hacer, ya se habrían
ido.
Con cuidado, él plantó un pensamiento profundo en su mente. Nada
radical. Nada que ella notaría o consideraría poco característico para ella.
Era simplemente una sugerencia de que ella debería hacer lo que Ksar
quería por el momento y que siempre podría cambiar la situación contra
Ksar en algún momento en el futuro, un futuro muy remoto. Ella no notó
nada.
Pero, de nuevo, ¿por qué lo haría ella, cuando todos sabían que era
imposible plantar pensamientos sin contacto visual?
Ksar sonrió.
El poder infinito corrompe, dijo una voz mordaz en el fondo de su mente.
Una voz que sonaba sospechosamente como la de Seyn.
Ksar frunció el ceño y comprobó sus escudos mentales, pero eran
impenetrables como siempre. Lo había imaginado.
O tal vez era la voz de su conciencia que creía que ya no tenía.
Presionando sus labios juntos, Ksar descartó el pensamiento.
No tenía tiempo para esto. Tenía un día ocupado por delante.

Más gente necesita ser persuadida.
Persuadir era una buena palabra. Podría significar una serie de cosas.
Ksar tamborileaba sus dedos sobre el reposabrazos. Pero primero, tuvo
una reunión especial antes de poder regresar a las negociaciones políticas.
—Borg’gorn, ¿ya está lady Leylen’shni’gul aquí?
—Sí, su Alteza.
Ksar enseñó su rostro con una expresión amistosa cuando la puerta se
abrió de golpe, admitiendo a la pareja de Harht. Ksar la estudió. Era
agradable de ver, agradable en apariencia y carácter. Harht tuvo suerte. Ella
definitivamente era menos molesta que Seyn.
Un destello de irritación al pensar en Seyn hizo más difícil poner una
sonrisa para la niña.
—Lady Leylen’shni’gul —dijo—. Por favor tome asiento. Ruborizándose un
poco, ella lo hizo.
—Su Alteza. ¿Hay alguna razón por la que solicitaste mi presencia?
—La hay —dijo Ksar, bajando la mirada. Por un momento, consideró
simplemente obligarla a cumplir sus órdenes, pero recGulfó la idea. Sería
demasiado arriesgado. Un experto en la mente podría descubrir que
estaba siendo influenciada, y si todo salía como lo había planeado, un
experto en la mente iba a examinar su mente por una razón muy
específica. —Me temo que no tengo mucho tiempo, así que hablaré con
franqueza — dijo Ksar, suavizando su voz—. En unos pocos meses, se
aprobará una enmienda a la Ley de Vinculación. A partir de entonces,
cualquier persona que llegue a la mayoría de edad podrá solicitar la
disolución de su vínculo. Llegas a la mayoría de edad en tres meses.
Ella lo miró fijamente. Prácticamente podía ver su mente trabajando. No
era una chica estúpida.
—¿Quieres que solicite la disolución de mi vínculo con tu hermano? — Dijo
lentamente—. ¿Por qué habría de hacer eso?
Estoy perfectamente contenta con mi vínculo.
Por supuesto que lo estaba. Aunque era de sangre noble, y su familia era
propietaria de uno de los depósitos más grandes de korviu, el elemento
químico invaluable necesario para el uso de los teletransportadores
transgalácticos, la posición social de su familia no era muy alta. Un
príncipe era un partidazo para ella. Nunca disolvería voluntariamente el
vínculo con Harht. No por primera vez, Ksar deseó poder simplemente
romper el vínculo de Harht con la chica, él era más que capaz de hacerlo,
pero no resolvería el problema de Harht. No lo haría libre ante los ojos de
la ley.
Ksar también deseó poder simplemente esperar hasta que Harht cumpliera
la mayoría de edad y solicitar la disolución del vínculo él mismo, pero
después de ver el estado mental de su hermano, no creyó que Harht
tuviera tanto tiempo. Por supuesto, Ksar podría haber presionado para que
se revocara por completo la Ley de Vinculación, pero el Consejo nunca

votaría por ella, y sería altamente sospechoso si todos cambiaran de
opinión repentinamente.
Así que negociar con Leylen’shni’gul era la única opción. Afortunadamente,
Ksar sabía algo por lo que estaría más que dispuesta a romper su vínculo.
Ksar se encontró con los ojos de la niña.
—¿Y si me ofreciera en el lugar de mi hermano?
Sus ojos se ensancharon. Ella se sonrojó.
—Yo… me temo que no entiendo, Su Alteza. Pensé que estabas unido al
príncipe Seyn’ngh’veighli.
Suprimiendo otra oleada de molestia, Ksar forzó una mirada agradable en
su rostro.
—Pronto, no lo estaré.
Ella sonrió.
CAPÍTULO 25
Calluvia no tenía inviernos. No tenía desiertos ni terrenos baldíos. El clima

estuvo perfecto la mayor parte del año. La superficie era verde y
exuberante, árboles ridículamente altos por todas partes.
Gulf siempre había amado esto sobre su planeta natal, pero ahora no
podía evitar notar lo artificial que era. Todo esto fue diseñado
genéticamente a partir de restos de plantas extintas, y millones de robots
agrícolas lo cuidaron. El planeta se veía vibrante y perfecto en la superficie,
pero no era natural. Gulf se preguntó cómo se vería Calluvia si su gente no
interfiriera con el orden natural de las cosas. El encantador árbol de
gevishku en el que estaba sentado se había extinguido durante un millón
de años antes de que los genetistas decidieran traerlo de vuelta solo
porque era muy bonito. ¿Estaba bien? De manera similar, el gen de
retroceso que llevaba no habría existido si los genetistas no hubieran
interferido con el orden natural de las cosas. Los surl’kh’tu se extinguieron
por mucho tiempo, pero aquí estaba, un recuerdo de los tiempos antiguos.
Gulf apoyó la mejilla contra el tronco liso del árbol y cerró los ojos. Se
preguntó si el árbol también estaba vacío por dentro. ¿Estaba solo, porque
en realidad no pertenecía aquí? ¿Podría sentir dolor? ¿O ya estaba
entumecido?
—…¡Gulf!
Gulf se estremeció y miró hacia arriba.
Su padre lo miraba con el ceño fruncido, con una expresión de gran
preocupación en sus ojos, lo que hizo que Gulf se preguntara cuánto
tiempo su padre había estado tratando de llamar su atención. Había
estado pasando mucho últimamente.
Con demasiada frecuencia.
Un escalofrío recorrió la espina de Gulf. ¿Algún día iba a desaparecer en su
cabeza y nunca volvería? Esperaba que no terminara de esa manera. No

quería ser una especie de vegetal.
Una muerte sería preferible.
Para su alivio, su padre no comentó sobre su falta de reacción. Se sentó al
lado de Gulf en el banco y miró la fuente frente a ellos.
Se sentaron en silencio por un rato.
—Fuiste una sorpresa para nosotros —dijo su padre por fin, su voz tranquila
y contemplativa—. Cuando tu madre se enteró de que estaba embarazada,
no te quería. Ella argumentó que ya teníamos al heredero, y Sanyash era el
repuesto. Ella insistió en que no tenía tiempo para otro hijo —Su padre
sonrió—. Pero yo la conocía. Ella simplemente fue echada de su equilibrio.
Sabes que a tu madre le gusta calcular sus acciones antes de tiempo. Los
nacimientos de Ksar y Sanyash habían sido planeados meticulosamente.
Ella había elegido específicamente los rasgos principales que quería que
tuvieran: liderazgo, inteligencia superior, voluntad fuerte, y su desarrollo
fetal fue supervisado por los mejores genetistas del Centro de
Reproducción. Fuiste muy poco planeado, su único hijo natural, el único
que llevó bajo su corazón durante diez largos meses —Su padre le sonrió a
Gulf—. Tú eres diferente de tus hermanos. Puede que no tengas sus
cualidades de liderazgo, pero tienes un corazón bueno y amable.
Gulf tragó.
—¿Por qué me estás diciendo esto? Su padre le apretó el hombro a
Gulf.
—No hay necesidad de esconderse en los jardines, Gulf. Puede que tu
madre no lo muestre, pero te ama más que a cualquiera de sus otros hijos.
Es posible que ella no apruebe tus elecciones y que no esté contenta con
la… situación, pero todo lo que quiere es que seas saludable y feliz. Eres su
bebé y siempre lo serás. Estoy bastante seguro de que no te recGulfará
incluso si asesinas a alguien—. Su padre se rió entre dientes—. No le digas
que te dije eso. Ella siempre dice que te mimamos demasiado. Gulf le
devolvió la sonrisa temblando y escondió su rostro en el hombro de su
padre.
—Gracias —dijo con voz ronca—. Te amo, papá.
Su padre le dio unas palmaditas en la cabeza. —Yo también te amo, niño.
Solo espera. Tu hermano está trabajando en una solución mientras
hablamos—. Él se rió entre dientes—. Supongo que debemos estar
contentos ahora de que Ksar fue creado para tener éxito, no importa lo
imposible que pueda parecer.
***
El heraldo político de Calluvia

Unión Intergaláctica Fecha: 18768.038
… Hay fuertes rumores sobre el intenso cabildeo en el Consejo.
Si hay que creer los rumores, Lady Zeyneb’shni’waari, la ReinaConsorte del
Sexto Gran Clan, va a proponer un proyecto de ley con enmiendas a la Ley

de Vinculación. No es la primera vez que expresa tales ambiciones, pero si
los rumores son un indicio, esta vez el proyecto de ley tiene la oportunidad
de pasar. El heraldo político de Calluvia
Unión intergaláctica Fecha: 18768.108
¡Noticias! Se ha propuesto una derogación de la ley 156 en la 2311 sesión
del Ministerio.
La ley 156a del Ministerio, conocida coloquialmente como “ley PreTTCI” es
la ley sobre civilizaciones que no han alcanzado el nivel tecnológico
requerido para el Contacto. Actualmente, la ley prohíbe a los ciudadanos
de la Unión de Planetas tener una residencia permanente en planetas pre-
TTCI o tener relaciones interpersonales con miembros de civilizaciones pre-
TTCI. Si se derogara la ley, los ciudadanos de la Unión podrían visitar y
permanecer en cualquier planeta pre-TTCI sin la sanción del Ministerio.
También significaría que un matrimonio con un miembro de una
civilización pre-TTCI sería reconocido por la ley de la Unión.
Sin embargo, los expertos creen que es improbable que la ley 156 sea
derogada. Hasta el momento, solo un cuarto de los cancilleres parecen
estar a favor de la propuesta.
Chismes de la Sociedad Calluviana
En medio de todas las conversaciones políticas de los últimos meses, ha
pasado desapercibido en gran medida que el Príncipe Harht’ngh’chaali del
Segundo Gran Clan apenas ha sido visto en la sociedad. El oficial de prensa
de la Segunda Casa Real nos informó que el príncipe Harht había estado
estudiando y que tenía poco tiempo para la vida social.
Sin embargo, nuestros conocedores descubrieron que el Príncipe Harht ya
casi no sale de sus habitaciones. Si hay que creer los rumores, él está
enfermo y ha estado enfermo durante mucho tiempo. Los chismes de la
Sociedad Calluviana deseamos que el joven príncipe se recupere
rápidamente, pero no podemos evitar preguntarnos por qué la Segunda
Casa Real está siendo tan estricta sobre la enfermedad del Príncipe Harht.
Diario de Calluvia
Fecha de la Unión Intergaláctica: 18768.163
¡Noticias! La enmienda a la Ley de Vinculación aprobada! Ahora, al llegar a
la mayoría de edad, cualquier calluvian puede presentar una petición para
disolver el vínculo de la infancia. Sin embargo, no todas las peticiones
serán necesariamente aprobadas. Chismes de la
Sociedad Calluviana Fecha de la Unión

Intergaláctica: 18768.165 ¡Escándalo en la segunda Casa Real!
Como informamos ayer por la mañana, lady Leylen’shni’gul presentó una
petición para disolver su vínculo con el príncipe Harht’ngh’chaali. En ese
momento pensábamos que la niña estaba loca, pero a la luz de lo que
acabamos de averiguar, podríamos revisar nuestra opinión. A última hora

de la noche, un miembro de la Segunda Casa
Real presentó otra petición: nada menos que al Príncipe Heredero
Ksar’ngh’chaali. ¡Nuestro Lord Canciller también desea romper su vínculo
con su compañero!
Ahora, nunca especularíamos o daríamos a entender que las dos
peticiones están conectadas, pero uno se pregunta, ¿cuál es la prisa? ¿Han
tenido el Príncipe Ksar y la encantadora Lady Leylen’shni’gul una afición
secreta por todos estos años? Si ese es el caso, ¿qué pasa con el príncipe
Harht, que se rumorea que está enfermo? Uno también se pregunta si la
Tercera Casa Real se ofenderá en nombre del príncipe
Seyn…
.
Diario de Calluvia
En todo el alboroto causado por la enmienda a la Ley de Vinculación, la
próxima sesión del Ministerio casi ha sido olvidada. Sin embargo, si se
aprueba el proyecto de ley relativo a la derogación de la ley 156, las
posibles consecuencias serán tan importantes como la modificación de la
Ley de Vinculación.
El heraldo político de Calluvia
Fecha de la Unión Intergaláctica: 18768.206
¡Noticias! ¡La ley Pre-TTCI revocada por un margen muy estrecho!
Cuando empezó a parecer que los oponentes de la derogación
prevalecerían, el Lord Canciller del Planeta Stuxz cambió de opinión y votó
a favor de la derogación.
—De repente, se me ocurrió que la ley 156 no puede seguir existiendo en su
forma actual —dijo el Lord Canciller—. Todavía no estoy del todo
convencido de que se necesite una derogación completa, pero tal vez haré
enmiendas y sugeriré una nueva ley más suave en la próxima sesión del
Ministerio. Sus antiguos aliados no se impresionaron por su repentino
cambio de corazón.
—Creo que la votación se arregló de alguna manera —insistió Lord Canciller
Aimanu—. Hay telépatas entre los señores.
Sin embargo, tales sospechas fueron desestimadas por la seguridad del
Ministerio.
—La Cámara de los Lores está protegida por los mejores escudos de la
galaxia. No es posible la interferencia electrónica ni telepática. Los
resultados son legítimos
CAPÍTULO 26
Planeta Tierra.
Masticando su pasta, Jake miró a Mew a través de la mesa. — Entonces,

¿llevas a Nick a una segunda cita? —Dijo. Se había estado preguntando
sobre eso toda la mañana, pero no había tenido la oportunidad de
preguntarle a su amigo. Mew no había mencionado su cita con Nick en
absoluto. El tenedor de Mew se detuvo. Levantó la vista de su plato. —
¿Cita? —Dijo suavemente—. Me lo follé hm. Era un polvo decente. Eso es
todo. No hubo citas involucradas. —Ah — Jake volvió su mirada a su pasta.
Maldita sea. Le gustaba Nick y había esperado que fuera diferente de todos
los otros tipos con los que Mew se había conectado. Demasiado para eso.
Jake reprimió un suspiro. No podía decir que le gustaba lo fríamente
promiscuo que su amigo se había convertido en el último año. Claro, Mew
nunca había tenido problemas para tener sexo, pero nunca había sido del
tipo “jódelos y déjalos”. Mew solía conocer a sus parejas sexuales al menos
un poco antes de conectarse con ellos. En estos días, Jake no estaba seguro
de que Mew se molestara en aprender el nombre del chico antes de
follarlo.
Y pensar que todos esos meses atrás, Jake se sintió aliviado cuando Mew
finalmente logró controlarse y comenzó a salir y tener sexo de nuevo.
Pensó que significaba que el viejo Mew había regresado. No podría haber
estado más equivocado. Jake en realidad prefería el caparazón sin afeitar y
deprimido de hombre que Mew había sido después de que la pequeña
mierda lo había dejado de nuevo que el cínico imbécil que ahora era Mew.
Al menos en aquel entonces, Mew había mostrado cierta emoción real,
incluso si era rabia, pena y dolor. Ahora no había nada.
Jake solo podía maldecir el día en que Mew había conocido a ese niño.
Incluso si Mew estaba realmente sobre el pequeño gilipollas mentiroso,
como insistió, era obvio que la relación había dejado cicatrices demasiado
profundas para que sanaran completamente, para sanar bien.
Había pasado un año, por el amor de Dios. Jake quería recuperar a su
amigo. Debido a que el hombre que estaba sentado frente a él no era su
viejo amigo, no importaba lo bien que se viera. Los viejos ojos de Mew
nunca habían sido tan fríos y cínicos. El viejo Mew no había tenido el borde
cruel que este Mew tenía. El viejo Mew nunca habría usado a un buen tipo
como Nick como una jodida sin sentido y luego lo habría descartado tan
fácilmente.
Jake quería recuperar a su mejor amigo.
—¿Algo en mi cara? —Dijo Mew, limpiándose la boca con una servilleta.
—No —dijo Jake, apartando su plato—. Volvamos o llegaremos tarde.
Mew asintió y le hizo una señal al mesero para que le diera la cuenta.
Mientras se dirigían a la oficina, alguien gritó:
—¡Mew!
Jake y Mew se detuvieron y giraron. Jake reprimió otro suspiro cuando vio
quién era. George, el joven interno que había estado mirando a Mew toda
la semana.
—Oye —dijo George, sonriendo a Mew bajo sus pestañas—.

Me preguntaba si estabas libre esta noche… —No lo está — Jake lo
interrumpió cuando vio que Mew estaba empezando a asentir—. Hablamos
más tarde, niño —dijo con una sonrisa falsa, agarrando el brazo de Mew y
casi arrastrándolo hacia la oficina.
Excepto que Mew no era un hombre fácil de manejar. Liberó su brazo del
agarre de Jake y le lanzó una mirada molesta.
—¿No lo estoy?
Jake frunció el ceño.
—¡Ese chico está medio enamorado de ti, hombre! Habrías roto su corazón.
—No soy un monstruo o algo así.
Jake se burló.
—Por supuesto que no. Lo habrías jodido y luego echado.
Mew apretó sus labios juntos.
—Tal vez lo quería.
—Claro. Ni siquiera te gustan los rubios.
Mew sacó un cigarrillo y lo encendió. Jake hizo una mueca y se dijo a sí
mismo que Mew era un hombre adulto. Si quería morir de cáncer de
pulmón, era su propio asunto. Era solo uno de los muchos malos hábitos
que Mew había adquirido en el último año.
Mew dio una larga calada y dejó salir el humo lentamente.
—Tal vez ahora me gustan. La gente cambia.
—Sí —dijo Jake—. Ciertamente lo hace.
—¿Qué? —Dijo Mew, sin mirarlo.
—Dijiste que estabas por encima de él —dijo Jake. Mew giró la cabeza y lo
miró a los ojos. No había emoción alguna en sus oscuros ojos.
—¿Sobre quién?
Jake negó con la cabeza. Claro.
Mew dio otra calada y miró su reloj.
—Deberíamos regresar —dijo e hizo exactamente eso.
Suspirando, Jake lo siguió.
CAPÍTULO 27
Seis horas más tarde, cuando Mew se dejó entrar en su apartamento, se

preguntó si debería haber llevado al pequeño rubio interno a casa, a pesar
de lo que Jake había dicho. Dejando caer su maletín en el suelo, Mew
suspiró molesto. Deseó que Jake finalmente saliera de su espalda. Primero,
Jake lo había molestado constantemente, tratando de convencerlo de que
saliera y tuviera sexo, y cuando Mew había hecho eso, Jake comenzó a
molestarlo porque lo hacía con demasiada frecuencia. Era jodidamente
ridículo, teniendo en cuenta que Mew había tenido sexo hacía tantos esos
meses solo para sacar a Jake de su espalda, porque aparentemente
necesitaba conectarse con alguien para demostrar que estaba bien. Él
estaba bien. Su palabra debería haber sido suficiente. Estaba bien en ese
entonces y estaba más que bien ahora. Había pasado un año. Él estaba
bien. Le molestó que Jake siguiera insinuando que aún no había terminado
con Gulf. Por supuesto que había terminado con Gulf.
Apenas recordaba el color de los ojos de Gulf. O la forma en que Gulf
sonrió felizmente cuando estaba encantado o emocionado por algo. O la
forma en que Gulf se acurrucó en él, como una flor hacia en el sol.
Apretando la mandíbula, Mew se aflojó la corbata. Gulf había sido una
pequeña mentira que lo había jodido tanto que le había llevado meses
recuperarse. Casi había perdido su trabajo por Gulf. Su madre había tenido
que venir a Londres y gritarle por ser un jodido deprimido antes de que
finalmente pudiera controlarse.
Había pasado un año. Un año largo y de mierda, pero un año que lo había
cambiado mucho. Al parecer el tiempo curó todas las heridas. El dolor y la
locura y el sentimiento de traición habían desaparecido por mucho tiempo,
dejando solo rabia fría y nada más.
Mew se quitó la corbata y comenzó a desabotonarse la camisa. Él giró su
cuello de lado a lado, tratando de aliviar algo de su tensión. Estaba
desabrochando su cremallera cuando un golpe tentativo rompió el silencio
en el piso.
Mew frunció el ceño y se dirigió a la puerta.
Giró la cerradura, abrió la puerta y se quedó muy quieto. Porque frente a él
estaba Gulf, sus ojos violetas muy abiertos, cautelosos y hambrientos al
mismo tiempo.
Algo en él se sacudió.
Olvidó el color exacto de sus ojos.
—Hola —dijo Gulf.
¿Cómo se atreve él?
Mew cerró la puerta en su cara.
Apoyó la frente contra ella, tratando de calmarse. Todo su cuerpo
temblaba, con rabia y algo más, y no podía pensar.
Gulf estaba allí. Gulf estaba allí.
Mew no podía recordar cuántos meses había esperado que Gulf regresara.
¿Tres? ¿Cuatro?
Y ahora, un jodido año más tarde, la pequeña mierda se atrevió a volver,
con un aspecto bonito y atractivo, y esperaba que Mew… hiciera ¿qué
exactamente?
¿Qué diablos quería?
Apretando la mandíbula, Mew volvió a abrir la puerta.
Gulf todavía estaba al otro lado, viéndose pálido y abatido. No parecía que
se hubiera movido una pulgada. —¿Qué quieres? —Dijo Mew con dureza,
tratando de no mirar a Gulf a los ojos. Le molestaba que esos ojos todavía
tuvieran tanto poder sobre él, a pesar de todo.
—Yo… —dijo Gulf, parpadeando.
En serio. Parecía una muñeca de porcelana, no un hombre de verdad.

¿Cómo podría él querer eso? Gulf ni siquiera era tan guapo. Era lindo y
bonito, pero objetivamente, su rostro era demasiado extraño para llamarlo
guapo.
—Yo… —dijo Gulf, su voz ronca y su expresión aturdida. Siguiendo la mirada
de Gulf, Mew se dio cuenta de que Gulf estaba mirando su pecho desnudo
y su bragueta medio abierta. La cruda necesidad en sus ojos era difícil de
confundir con cualquier otra cosa.
—¿En serio?
No podía creerlo.
—¿Es por eso que viniste? ¿Mi polla?
Gulf se sonrojó.
—No lo entiendes.
—Tienes razón: no —Mew se gruñó antes de darse la vuelta y dirigirse al
sofá. Se sentó en él y miró a Gulf, quien lo había seguido aturdido en el
apartamento.
La pequeña mierda todavía miraba su entrepierna, como si contuviera
todas las respuestas en el mundo. La rabia fría burbujeaba por las venas
de Mew. Casi se había emborrachado hasta el olvido debido a Gulf, pero
aparentemente todo lo que Gulf quería era su polla. Bonito.
—¿Es realmente para eso que viniste? —Dijo Mew y apenas reconoció su
voz, tan fea que era. Gulf se lamió los labios.
—Yo…
—¿Sabes qué? —Dijo Mew, tirando de su cremallera abierta—. Bien — A
pesar de la rabia dentro de él, él estaba duro. Por supuesto que lo estaba
cuando Gulf estaba mirando su polla como si estuviera amordazado por
eso. Si Gulf había venido para una jodida rápida y desagradable, ¿quién era
él para negarle eso? Tal vez eso finalmente lo haría olvidar la última y
única vez que habían hecho el amor: habían follado. Habían follado. Eso
fue todo lo que había sido.
—¿Quieres mi polla? —Mew se recostó en el sofá, mirando fijamente a Gulf
—. Ven y siéntate.
Gulf literalmente se tambaleó sobre sus pies, sus ojos aún fijos en la
entrepierna de Mew. Cristo, parecía casi drogado, su expresión necesitada y
sus ojos vidriosos.
—Yo… —dijo Gulf, dando un paso hacia el sofá, y luego otro—. Tenemos que
hablar —Y, sin embargo, a pesar de sus palabras, estaba a horcajadas sobre
el regazo de Mew y tomando la polla de Mew en sus manos temblorosas.
Mierda.
Mew respiró con los dientes apretados, incapaz de creer que Gulf
realmente estaba haciendo esto.
Sus manos se crisparon y agarró el sofá para evitar tocar a Gulf. Joder, se
sentía como un hombre hambriento que se obliga a no comer el festín que
se le presenta. La fiesta solo era engañosamente dulce. Fue jodidamente

venenoso. Apenas se había arreglado la última vez. No lo estaba haciendo
de nuevo. Mew siseó cuando Gulf apretó su polla con ambas manos. —
Realmente necesitamos hablar —tartamudeó Gulf, sonando completamente
fuera de eso, antes de quejarse repentinamente y esconder su rostro en el
pecho de Mew—. Lo siento, lo siento, no puedo, lo necesito demasiado —
Acarició la mejilla en el pecho desnudo de Mew antes de agarrarse a su
pezón y chupar con hambre, sus manos acariciando la polla de Mew con
avidez. Mew se mordió el labio con fuerza, sus dedos se enterraron en el
cabello de Gulf mientras Gulf chupaba el pezón de Mew como un bebé
hambriento, gimiendo y retorciéndose en el regazo de Mew, tratando de
sacarse los pantalones deportivos, o al menos lo que parecían pantalones
deportivos, pero estaba hecho de una tela extraña suave.
Finalmente, Gulf lo logró y se sentó a horcajadas sobre su regazo, desnudo
por debajo de la cintura, y apretó el culo contra su polla.
Mew siseó. Gulf se quejó.
Mew se mordió el interior de la mejilla, tratando de recuperar algo de
control. Debería alejar a Gulf y echarlo de su apartamento. Debería, en
lugar de pensar dónde conseguir condones y lubricantes. Pero mientras
miraba la cara enrojecida y aturdida de Gulf, las duras palabras que habían
estado en la punta de la lengua de Mew se atoraron en su garganta. Antes
de que Mew se diera cuenta de lo que estaba sucediendo, Gulf se estaba
hundiendo en su polla. Los ojos de Mew se ensancharon. Juró entre
dientes. Estaba limpio, pero todavía era irresponsable como el infierno. No
deberían estar haciendo esto. No deberían estar haciendo esto por tantas
razones. Buenas razones. Una de ellas era que joder sin lubricante nunca
fue una buena idea.
—Espera, Gulf… —Pero Gulf no estaba seco. Ya estaba tan jodidamente
resbaladizo, la tensión húmeda envolvía su polla cuando Gulf gimió, una
expresión destrozada en su rostro, labios rosados flojos y ojos vidriosos.
¿Qué mierda? ¿Cómo?
¿Por qué…?
Mew intentó preguntar, trató de hablar, trató de pensar, pero todo
pensamiento racional abandonó su mente cuando Gulf comenzó a
montarlo. Todo lo que podía pensar era en Gulf, Gulf, Gulf, y querer, querer,
querer.
Solo podía mirar a Gulf, sintiéndose drogado y sin palabras al verlo.
Gulf se estaba mordiendo los labios, con una expresión casi dolorida en su
rostro mientras montaba a Mew torpemente, su respiración era
entrecortada, jadeando, sus hermosos muslos temblaban de esfuerzo. Sus
ojos se encontraron. —Mew —dijo Gulf sin aliento, deslizando sus manos
por el pecho de Mew y rizándolas alrededor del cuello de Mew—.
Por favor.
—¿Qué? —Gruñó Mew, sintiendo que sus barreras bajaban una tras otra a
medida que Gulf lo miraba.

—Por favor —dijo Gulf de nuevo, tirando de la cabeza de Mew hacia la suya
hasta que sus frentes se apretaron mientras se retorcía en la polla de Mew
—. Te necesito. Te necesito. Te extrañé. Maldita sea.
Mew mordió la boca floja de Gulf, jadeando, y luego una y otra vez, hasta
que los besos mordaces se convirtieron en húmedos y profundos. Gulf
estaba gimiendo felizmente en su boca, y Cristo, Gulf. Gulf, Gulf, Gulf. Mew
empujó a Gulf en el sofá y estaba encima de él antes de que la espalda de
Gulf incluso golpeara el sofá. Empujó su polla de vuelta dentro del agujero
resbaladizo de Gulf, provocando un largo y feliz gemido de Gulf.
Apoyándose en sus codos, Mew le dio a Gulf lo que quería: él lo tomó.
Gulf se volvió absolutamente loco debajo de él, arañando la espalda de
Mew, clavando las uñas en su piel incluso a través de la camisa de Mew y
las piernas que rodeaban las caderas de Mew, instándolo a seguir.
Mew no necesitaba que se lo instara. Nunca había jodido a nadie así: como
si lo necesitara en su sangre, como si muriera si no metía su polla lo
suficientemente profundo en Gulf, como si esto fuera por lo que él vivía.
Ambos gemían, el sonido resbaladizo de su polla entrando y saliendo del
agujero de Gulf era el único otro sonido en la habitación. El sexo se sentía
tan jodidamente sucio en el mejor sentido de la palabra. Pronto, Gulf
estaba sollozando, arqueándose debajo de él y murmurando algo
incoherente, algo que ni siquiera parecía inglés.
—Inglés, bebé —dijo Mew, chupando besos hambrientos en el cuello pálido
de Gulf mientras golpeaba contra él. —Por favor, dentro — murmuró Gulf,
rodando las caderas para encontrarse con los empujes de Mew—. Quiero
que te vengas en mí.
Mew se estremeció, la extraña petición haciéndole cosas a su lado
primitivo. Mierda. Él lo quería. Quería marcar a Gulf, llenarlo con su corría
hasta que la tripa de Gulf estuviera llena y Gulf continuara filtrando la
corrida de Mew durante horas… Un gemido salió de su garganta cuando
comenzó a venirse, tambaleándose por la oleada de placer. Estaba
empujando profundamente dentro de Gulf con cada ola de eso,
dibujándolo en algo abrumador. Gulf gritó, arqueándose debajo de Mew y
sollozando de alivio mientras llegaba al orgasmo, su agujero se apretaba
alrededor de la suave polla de Mew.
Mierda.
Mew dejó caer su cara al lado de Gulf, sus miembros débiles y su mente
felizmente en blanco.
CAPÍTULO 28
Permanecieron así durante mucho tiempo, con los cuerpos sudorosos

enredados en el sofá.
Mew no tenía idea de cuánto tiempo había pasado cuando levantó la
cabeza y miró la cara enrojecida y sorprendida de Gulf. Tan malditamente

hermoso. Tan bonito. Gulf. Un pensamiento persistente apareció en el
fondo de su mente, la sensación de que había olvidado algo, pero flotaba
en los bordes de la memoria.
Mew frunció el ceño, recordando finalmente lo más peculiar. Acercándose,
tocó la extraña mancha en los muslos internos de Gulf. Era incoloro e
inodoro, similar al lubricante, pero… Incluso si Gulf se había preparado
antes de venir aquí, lo cual era difícil de creer, esta cosa se había escapado
de Gulf sin parar. Mew recordaba claramente que Gulf se estaba volviendo
más resbaladizo cuanto más habían follado, lo cual… no debería haber sido
posible. No debería haber sido jodidamente posible. Con las cejas
fruncidas, Mew levantó los ojos hacia Gulf, sin saber qué pensar. Gulf
miraba a Mew con cautela.
—Yo… —dijo—. Puedo explicarlo. Voy a explicar todo lo que no pude
explicar antes. Voy a explicar por qué me fui. Los labios de Mew se
adelgazaron. Se apartó de Gulf y se sentó. Ahora que su cerebro no estaba
lleno de deseo, sí recordaba que estaba enojado con Gulf. Pero si Gulf
realmente iba a explicarlo todo, lo escucharía.
—Vamos —dijo con frialdad.
—Yo… —dijo Gulf, retorciéndose las manos antes de mirar hacia abajo y
sonrojarse cuando se dio cuenta de que estaba desnudo de cintura para
abajo. Gulf se sentó y tiró de su camisa para cubrir su entrepierna. Se
aclaró la garganta y miró a Mew con aprensión.
—Soy un extraterrestre.
Cristo, qué anticlímax.
—Ya no es divertido —Había pensado que realmente estaba recibiendo una
explicación. Demasiado para eso.
—No estoy tratando de ser gracioso. Soy un extraterrestre. Como en, desde
otro planeta. Esa es la verdad. —Correcto —dijo Mew. No podía creer que
Gulf estaba reduciendo todo a una broma en lugar de darle una respuesta
honesta por una vez.
—Soy un extraterrestre —insistió Gulf, con una nota de desesperación
arrastrándose en su voz.
—Está bien —dijo Mew, metiéndose y abrochándose los pantalones. Estaba
tan harto de esto.
—¡Mew!
—¿Qué? —Mew gruñó.
Gulf le sonrió temblorosamente.
—Estoy diciendo la verdad. Mira mi boca. ¿Ves? Esta es la prueba de que
estoy diciendo la verdad
Mew se burló. Pero luego se detuvo y miró fijamente. La boca de Gulf no se
movía. Y sin embargo, podía oír la voz de Gulf perfectamente.
—Soy un extraterrestre. Un extraterrestre telepático —dijo la voz de Gulf

mientras la boca de Gulf no se movía ni un centímetro—. Es por eso que no
pude quedarme contigo. Por eso no pude decirte mucho sobre mí. Te
mostraré. Antes de que Mew pudiera siquiera pensar lo que podría haber
querido decir, había en su mente una imagen de un planeta verde y azul.
Se parecía un poco a la Tierra, pero claramente no lo era. Era mucho más
verde, para empezar.
Tenía un solo continente, por otro.
—Este es mi planeta natal —dijo la voz de Gulf en su mente antes de que la
imagen desapareciera.
Mew sacudió la cabeza lentamente. Estaba viendo cosas. Debe haber
estado alucinando. No había otra explicación. Tal vez estaba soñando y
Gulf ni siquiera estaba allí. —No estás soñando, Mew —dijo Gulf en voz alta,
sonriéndole con incertidumbre—. Estoy realmente aquí.
¿Estás leyendo mi mente?
Gulf se mordió el pulgar.
—Lo siento. Solo quería demostrarte que te estaba diciendo la verdad.
—Y la verdad es que eres un extraterrestre —dijo Mew sin ninguna inflexión.
Gulf asintió con una mirada esperanzada.
—¿Me crees ahora?
Mew se levantó, caminó hacia la ventana y la abrió, permitiendo que el aire
fresco de la noche entrara en la habitación. Cerró los ojos, tratando de
darle sentido a todo. Una parte de él todavía estaba seguro de que esto
debía haber sido una broma, que Gulf iba a reírse en cualquier momento y
decir que estaba bromeando. Pero había oído la voz de Gulf en su mente.
Había visto el planeta de Gulf en su mente. A menos que se estuviera
volviendo loco, tendría que considerar seriamente la posibilidad de que
Gulf estuviera diciendo la verdad, que era un extraterrestre. Un
extraterrestre.
Joder, la mera idea era ridícula, pero Mew se obligó a considerarla
seriamente. Un extraterrestre. Eso sin duda explicaría algunas cosas sobre
Gulf. Más que unas cuantas cosas.
Mew se mordió el interior de la mejilla mientras pensaba en el hecho de
que su amigo del MI6 no podía encontrar a una persona que se ajustara a
la apariencia de Gulf en ningún país, o el hecho de que Gulf parecía tan
completamente ajeno a la mayoría de las cosas básicas que cualquier
humano simplemente sabría. O el hecho de que Gulf siempre había dado
evasivas cuando hablaba de su hogar y su familia. O el hecho de que Gulf
aparentemente produjo una lubricación natural cuando se excitó. O el
hecho de que los huesos en la rodilla de Gulf tenían una forma extraña. O
el hecho de que Gulf tenía la piel de porcelana más inusual que a veces ni
siquiera parecía humana. O el hecho de que el cabello de Gulf siempre
había parecido suave como la seda. O el hecho de que Gulf tenía ojos
violetas muy inusuales. O el hecho de que Gulf siempre había sido

inusualmente apasionado por los extraterrestres y la forma en que fueron
representados en los medios de comunicación. O el hecho de que Gulf le
había dicho literalmente que era un extraterrestre después de que se
conocieran. Mew abrió los ojos y se dio la vuelta.
—Por favor, dime que en realidad no eres de un sistema estelar en la
constelación de Sagitario —dijo con una mirada apretada.
Gulf le dio una sonrisa tímida.
—¿No? No lo llamamos Sagitario.
—Pero realmente eres un extraterrestre de la constelación de Sagitario —
dijo Mew sin tono.
Gulf asintió.
—Nosotros no lo llamamos así —dijo de nuevo—. Las estrellas se ven
diferentes de los diferentes planetas.
—Nosotros —repitió Mew—. ¿Quién es nosotros?
Gulf inclinó la cabeza hacia un lado y lo miró con recelo.
—Calluvia —dijo—. O para ser precisos, Cal’luv’vians, pero el nombre del
planeta se estandarizó cuando nos convertimos en parte de la Unión de
Planetas, porque la mayoría de las otras razas ni siquiera podían escuchar
la palabra completa —se cortó Gulf—. Lo siento. Estoy balbuceando.
Probablemente no sea interesante para ti. ¿Realmente lo estás tomando
bien o vas a hacer esto que los humanos a menudo hacen cuando te ríes
sin ninguna razón?
—No lo sé —dijo Mew con una sonrisa torcida—.
Probablemente.
Gulf hizo un puchero.
—Pensé que me creías.
Suspirando, Mew se pasó la mano por el pelo.
—Te das cuenta de lo loco que todo esto suena, ¿verdad? —Se pellizcó el
puente de la nariz—. Está bien, digamos que te creo.
Eres un extraterrestre. Estupendo. ¿Qué estás haciendo aquí? — ¿Aquí? —
Gulf miró a su alrededor y luego a su cuerpo semidesnudo, Mew estaba
tratando de no mirar. No podía darse el lujo de distraerse. Ya era lo
suficientemente difícil como para envolver su mente alrededor de todo
esto.
En la Tierra —aclaró Mew antes de reírse—. ¿Estamos siendo invadidos o
algo así? Gulf le dio una mirada decepcionada.
—Realmente no entiendo por qué los humanos están tan obsesionados con
la idea de que los extraterrestres estén interesados en invadirte. Pensé que
te dije mis pensamientos sobre esto.
—Ah, sí —dijo Mew, no sin sarcasmo—. Recuerdo que discutimos el tema
totalmente hipotético de los extraterrestres. Gulf, para su crédito, tuvo la
gracia de parecer avergonzado. —Nunca quise mentirte —dijo en voz baja—.
Simplemente no podía decirte nada. Hay leyes, ya sabes. La Tierra aún no
ha alcanzado el nivel tecnológico y cultural requerido para el Contacto.

Mew reprimió la necesidad de mirar alrededor de algunas cámaras ocultas.
A pesar de la telepatía, a pesar de todo lo que Gulf le había dicho, una
parte de él todavía no podía creer que lo que Gulf le estaba diciendo era
real.
Gulf, el chico lindo y peculiar que había conocido en la cafetería y del cual
se enamoró, no podía ser un extraterrestre. Se suponía que los
extraterrestres eran feos, con grandes cabezas grises y ojos negros
espeluznantes. Se suponía que los extraterrestres eran malvados y
espeluznantes, no… no amables y ridículamente atractivos.
Su Gulf no podía ser un extraterrestre.
Su Gulf.
Gulf.
—Dijiste que tu nombre era realmente Gulf —dijo Mew, cerrando los ojos
por un momento—. ¿Eso fue otra mentira?
Se podría decir que es un apodo para mi nombre. Me gustó tanto que le

dije a mi familia que me llamara Gulf. Es mi nombre ahora. Lo juro.
—¿Y cuál es tu nombre de pila, entonces?
—Los humanos no pueden pronunciarlo. Ni siquiera estoy seguro de que
escuches todo eso.
Apoyándose contra el alféizar de la ventana, Mew cruzó los brazos sobre su
pecho.
Entonces, ¿qué es? —Captó los ojos de Gulf deteniéndose en los músculos
de sus brazos y el pecho y casi se echó a reír cuando su polla se contrajo
en respuesta a la apreciación en los ojos de Gulf. Infierno sangriento. Gulf
le estaba diciendo que era un extraterrestre, pero al parecer a su cuerpo no
le importaba nada.
Gulf dijo algo suavemente. Sonaba como la música.
—¿Qué? —Dijo Mew.
Gulf lo repitió más despacio.
—Harht’ngh’chaali. Ese es mi nombre completo.
Las cejas de Mew se fruncieron. Eso fue todo un bocado.
—¿Y qué significa?
—Bueno, Harht es mi primer nombre, supongo, aunque no realmente. Es
difícil explicarlo en términos humanos. Chaali es el nombre de mi clan. El
‘ngh’ significa… alto, supongo.
—¿Alto? —Dijo Mew.
Gulf se encogió de hombros.
—Algunas cosas son difíciles de traducir. Supongo que podrías decir que
significa real o noble, tal vez —Gulf frunció el ceño, luciendo bastante
frustrado por su incapacidad para explicarlo.
Mew parpadeó lentamente.

¿Real?

—Mi madre es una reina.
—Una reina —repitió Mew—. ¿Como, la reina del planeta?
—¡No! —Dijo Gulf con una risa.
Gracias, joder.
—Nuestro planeta tiene doce grandes clanes —dijo Gulf—. Que son como
reinos, supongo —Frunció el ceño de nuevo—. A veces el chip de traducción
es tan inútil. Nunca llamaría a nuestros Grandes Clanes reinos, pero eso es
lo que se nos ocurre como la mejor opción. —¿El chip de traducción?
—Sí, es un chip que tenemos debajo de nuestra piel. Nuestros chips están
conectados a nuestros cerebros y nos ayudan a aprender idiomas
extranjeros rápidamente, pero no es impecable —Gulf se rió entre dientes
—. ¡Debiste haber visto cómo sonaba el primer día en la Tierra! ¡Nadie me
podía entender! Pero para el tercer día, por fin conseguí ser muy bueno en
tu idioma.
¿Aprendiste inglés en tres días? —Dijo Mew. Por alguna razón eso fue más
alucinante que cualquier otra cosa.
Gulf asintió.
—Mis padres siempre decían que tenía una habilidad natural para los
idiomas —dijo, no sin orgullo, y sonrió. Mew se preguntó cómo era posible
estar tan enojado con alguien y también quererlo tanto al mismo tiempo.
Por dentro, se rió de sí mismo. Aparentemente, incluso el hecho de que
Gulf fuera un extraterrestre no cambió nada. Un año de diferencia, y
todavía lo tenía tan mal.
Un año.
—Ha pasado un año, Gulf —dijo Mew—. ¿Por qué te fuiste?
¿Por qué volver ahora?
—No sé por dónde empezar —dijo Gulf lentamente.
Por el principio sería bueno.
Gulf se mordió el labio.
—En pocas palabras, mis padres originalmente me enviaron a la Tierra
como castigo por mi delito menor. Utilicé mi vínculo familiar con mi
hermana para averiguar su secreto y fui atrapado. Técnicamente, fue un
crimen. Mis padres estaban enojados. Me enviaron a la Tierra para
“aprender algo de responsabilidad” —Gulf lo miró—. Tienes que entender
que no podría decirte que era un extraterrestre. Hay, hay, leyes que lo
prohíben. Te dije la verdad: la primera vez que me fui, mis padres
simplemente me hicieron transportar de vuelta sin ninguna advertencia.
—¿Y ni siquiera pudiste decir adiós?
—No sabía que me iban a teletransportar. El TTCI, el teletransportador
transgaláctico, toma solo unos segundos. Se fijó en mi chip de

identificación y me transportó de vuelta.
Mew le dio una mirada dudosa.
Los hombros de Gulf se hundieron en derrota.
—No me crees.
—Lo hago —dijo Mew con un suspiro—. Es bastante difícil envolver mi
mente alrededor de extraterrestres, teletransportadores, chips de
identificación y… —Negó con la cabeza—. Sigue. Así que tus padres te
transportaron de vuelta.
¿Por qué volviste? ¿Con ese amigo tuyo?
Te lo dije, Seyn me ayudó a llegar aquí. Mis padres me habían prohibido
volver a la Tierra. Y legalmente, no podía visitar un planeta pre-TTCI más de
una vez al año. Así que Seyn tuvo que pedirle a su amigo de otro planeta
que nos colara.
—¿Y por qué Seyn te acompañó? —Dijo Mew.
—Quería deshacerse de su vínculo.

—¿Su vínculo?
—Es una larga historia —dijo Gulf—. Podría enseñarte, ¿si quieres? Sería
más rápido y más fácil. Prometo que no voy a entrometerme en tus
pensamientos.
Mew estudió la expresión seria en su rostro. Después de algunas dudas, él
asintió rígidamente.
Gulf le sonrió.
—Sólo mírame a los ojos.
Mew se preparó, pero aún no estaba preparado para el repentino ataque
de pensamientos y recuerdos que no eran suyos. Mierda. Había tanta
información sobre la cultura de Gulf, sobre el tema del vínculo, sobre cómo
limitaba los sentidos de la raza de Gulf y obstaculizaba su telepatía. —
Espera —dijo Mew, parpadeando e interrumpiendo la avalancha de
información—. ¿Usaste tu telepatía en humanos? ¿Para engañarlos?
—Fueron esas pocas veces —dijo Gulf a la defensiva—. Seyn y yo no
teníamos ningún documento ni dinero para ir de Los
Ángeles a Londres
—¿Alguna vez has usado tu telepatía conmigo?
—¡No! —Dijo Gulf.
Mew lo miró. Su corazón insistió en que Gulf nunca se lo haría a él, pero la
fuerza de esa creencia lo hizo desconfiar. — Siempre te he querido
demasiado —dijo Mew lentamente—. Quería protegerte y cuidarte desde el
momento en que te vi. Siempre pensé que era malditamente extraño lo
mucho que quería proteger a un tipo que apenas conocía. Siempre te
sentiste como mío, incluso en aquel entonces. Fue muy diferente a mí
enamorarme de alguien tan duro y tan rápido. Gulf se sonrojó y pareció
muy satisfecho por un momento antes de fruncir el ceño y sacudir la

cabeza. —Juro que no te influencié de ninguna manera. Lo juro, Mew.
Apretando la mandíbula, Mew miró hacia otro lado. —Vamos — dijo—. Así
que regresaste la primera vez porque tu amigo quería romper su vínculo.
—Y porque te extrañé —dijo Gulf.
Mew frunció los labios.
—¿Y entonces qué? ¿Tu hermano te encontró y te llevó de vuelta? ¿No
pudiste convencerlo de que te dejara quedarte? —No podía quedarme. Se
enteró de nuestra relación y estaba furioso de que pusiera a nuestra
familia en tal riesgo.
—¿Qué riesgo? —Mew dijo tensamente. Todavía no estaba seguro de creer
que Gulf nunca lo había influenciado de ninguna manera. Quería creerle a
Gulf. Él lo quería demasiado.
Eso lo hizo desconfiar.
No pudo evitar recordar las palabras de Jake. No entiendo lo que ves en él.
Él es lindo, sí, pero hay muchos chicos lindos por ahí.
Nunca te había visto tan mal.
—Ksar estaba enojado, porque rompí varias leyes intergalácticas y de
Calluvia —respondió Gulf, alejando a Mew de sus pensamientos—. No podía
quedarme en la Tierra. Tarde o temprano, me habrían encontrado, y las
ramificaciones para toda mi familia no habrían sido bonitas. Dejando de
lado los problemas legales, la posición social y política de mi familia
habría sido destruida si alguien se enterara de nosotros.
—¿Por qué? —Dijo Mew, erizado—. Sé que los humanos no tenemos chips
de identificación ni teletransportadores, pero apenas somos bárbaros.
—Lo sé. Yo lo sé. Pero… —Gulf hizo una mueca—. Mi especie puede ser un
poco… arrogante. —Sí —dijo Mew—. Conocí a tu hermano. Gulf hizo una
mueca.
—Ksar puede ser un poco snob, pero es una buena persona en el fondo.
De alguna manera, Mew lo dudaba.
—Todavía no cambia el hecho de que te fuiste debido a la puta política —
dijo. No sabía si reír o rabiar.
—No es tan simple —dijo Gulf, con una mirada de preocupación cruzando
su rostro—. El panorama político en mi planeta es muy inestable. Hay una
facción creciente de políticos telepáticamente nulos que tratan de derrocar
a los telépatas de los tronos de los grandes clanes.
—Pensé que toda tu raza era telepática —dijo Mew.
—Los calluvian telepáticamente nulos no son del todo no telepáticos como
tú. Tienen cierta capacidad pasiva, pueden tener vínculos y vínculos
familiares, pero son bastante inútiles. No pueden usar su telepatía
activamente, por lo que no están clasificados como telépatas. Los t-nulos
solían ser una minoría, pero en los últimos dos siglos se han convertido en
la mayoría — Sus cejas se fruncieron—. Existe una preocupación real de que
podrían derrocar a las familias reales actuales. Solo necesitan una excusa
para hacerlo. Si permaneciera sin vinculación, si continuara siendo un
telépata de Clase 3, me habrían declarado peligroso y habrían usado mi
caso para probar que los telépatas no son adecuados para posiciones de
poder. Así que fui a casa con Ksar antes de que alguien se enterara —Gulf lo
miró implorante—. Por favor di algo.
Mew caminó hacia el mini bar y abrió una botella de whisky. — Entonces
siempre supiste que teníamos una fecha de vencimiento. Debe ser
agradable —Él no trató de suavizar su voz. No estaba de humor para evitar
herir los sentimientos de Gulf. Se sentía acostumbrado de la peor manera
posible.
Mientras se enamoraba de Gulf, Gulf siempre había sabido que no tenían
futuro.
—Yo…
—¿Por qué estás aquí, entonces? —Mew mordió y tomó un trago de whisky
—. Para joderme, joderme otra vez, ¿y luego regresar a tu planeta más
desarrollado? ¿Qué pasó con desearme felicidad y un nuevo amor? —Él se
rió, pensando en la nota que Gulf había dejado. Odiaba la maldita cosa. La
odiaba por saberla de memoria.
—Nunca pensé que volvería —dijo Gulf en voz baja—. Pensé que nunca te
vería de nuevo. Cuando regresé a casa, Ksar restauró mi vínculo con mi
compañera antes de que alguien pudiera averiguarlo. Pensé que podría
aprender a vivir con eso otra vez.
Pero yo… estaba equivocado.
Algo en la voz de Gulf hizo que Mew se diera la vuelta.
Gulf miraba sus manos.
—Por favor, no pienses mal de mi hermano. Él no es una mala persona. Si
no fuera por él, no estaría aquí. Estoy aquí solo porque Ksar trabajó
arduamente para hacerlo posible —Gulf atrapó su labio inferior entre los
dientes, vacilando en su rostro—.
Si no fuera por Ksar, podría haber muerto. Mew sintió que sus músculos se
tensaban y tenía que relajarlos conscientemente.
Gulf estaba allí. Gulf estaba bien.
—¿Qué quieres decir?
Gulf presionó su mejilla contra el respaldo del sofá, sus pestañas ocultaron
su expresión.
—Hace unos pocos miles de años, hubo una guerra mundial contra Calluvia.
Se utilizaron algunas armas biológicas realmente terribles. Para cuando
terminó la guerra, la población era en su mayoría estéril. Nuestros
genetistas lo resolvieron, pero la terapia genética experimental tuvo
efectos secundarios inesperados.
—Lo sé —dijo Mew. Había visto algo al respecto cuando Gulf le había
explicado el vínculo en su mente—. Has dicho que causó mutaciones
telepáticas.
Gulf asintió.
—No solo eso. Algunas mutaciones fueron físicas. Después de la terapia
genética, comenzaron a nacer bebés que compartían un gen específico con
nuestro ancestro extinto, el surl’kh’tu —.
Gulf miró a Mew—. Tengo el gen.
Mew estaba empezando a tener un mal presentimiento.
—¿Y?
Gulf se encogió de hombros, luciendo ligeramente nervioso. —Es diferente
para todos nosotros, pero por lo general significa que las personas con el
gen, a las que llamamos retrocesos, están biológicamente equipadas para
tener relaciones sexuales con cualquier género.
La frente de Mew se arrugó. Parecía extraño, pero explicaba por qué Gulf
producía lubricación natural.
—¿Qué tiene que ver con que casi te mueras?
Gulf se pasó una mano por el pelo.
—Cada retroceso es diferente. Algunos comparten más rasgos con el
surl’kh’tu, mientras que otros son apenas diferentes de los calluvian
modernos. Se teorizó durante siglos que si no fuera por el vínculo que nos
unía a una persona específica, los retrocesos podrían haber conservado
otros aspectos de la biología de nuestro antepasado —Gulf se sonrojó—.
Como el hecho de que después de su primer apareamiento, los surl’kh’tu
comenzaron a necesitar a su pareja físicamente. Supuestamente fue un
mecanismo natural que aseguró la procreación, porque se aparearon de
por vida.
Gulf tragó saliva y dijo en voz baja:
—Algún tiempo después de llegar a casa, empecé a sentirme mal. Todo se
sentía mal. Me sentí mal. Vacío —Gulf se frotó el pecho distraídamente,
como si ahuyentara el persistente dolor fantasma—. No sé si realmente
hubiera muerto, pero estaba perdiendo la cabeza. Para ser sincero, no
recuerdo muy bien los últimos meses. Todo fue un borrón. No pude pensar.
Solo te necesitaba.
Mew se mordió el interior de la mejilla.
—Lo que estás describiendo suena como una enfermedad — Enfermedad,
no sentimientos.
—Lo fue, más o menos.
Correcto. Gulf no había regresado porque lo extrañaba.
Regresó por algún imperativo biológico.
Mew tomó otro trago de whisky.
Gulf, ajeno a la sensación de enfermedad en el estómago de Mew,
continuó:
—Ksar restableció mi vínculo con Leylen’shni’gul, pero no sentía lo mismo.
Podría suprimir mis sentidos, pero no podría suprimir mi biología. Cuando
Ksar se dio cuenta de que tenía que volver contigo, lanzó una campaña
política no solo en nuestro planeta sino también en el Ministerio… — Qué
amable de él —dijo Mew, mirando la botella en su mano—. Ahora vete.

Silencio.
—¿Qué? —Gulf susurró.
—Me escuchaste —dijo Mew. Sabía que su voz sonaba fría y mezquina. No
hizo ningún intento de cambiarlo—. Vete. Tienes lo que has venido a
buscar. Vete ahora.
Podía escuchar a Gulf inhalar y exhalar temblorosamente.
—¿Tú… ya no me quieres?
Mew llevó la botella a sus labios.
—Por supuesto que te quiero —dijo,
intencionalmente malinterpretando las palabras de Gulf. Miró a Gulf a los
ojos—. Te follé, ¿verdad?
La boca de Gulf se abrió. Una pequeña arruga apareció entre sus cejas.
—Estás siendo malo —dijo, pareciendo más perplejo que herido— . No eres
malo.
Mew tomó un pequeño trago de la botella.
—La gente cambia. Así es la vida. Deberías irte. Ha sido un largo día. Estoy
hecho polvo.
—¿Qué? —Dijo Mew—. Tu paseo no está aquí todavía? ¿El teletransportador
tiene que recargar? Lo siento, solo soy un humano bárbaro, bueno solo
para follar. No tengo idea de cómo funciona tu tecnología sofisticada.
Gulf inclinó la cabeza hacia un lado, estudiándolo como un pájaro.
Un pájaro muy bonito que quería besar por todas partes.
Mew cerró los ojos por un momento. Por el amor de Dios.
—Sal —gruñó, más enojado consigo mismo que con Gulf.
No vio a Gulf irse.
Lo sintió más de lo que lo escuchó cuando Gulf se fue. Mew miró alrededor
de la tranquila sala de estar. No se veía diferente. No se veía más oscura o
más vacía. No le hacía sentirse solo. No le hacía sentir nada.
No sintió nada.
Mew se dejó caer en el sofá y se llevó la botella a los labios de nuevo,
mirando el techo sin verlo realmente. Podía recordar el día en que había
conocido a Gulf tan claramente. Lo gracioso era que, por lo general, iba a la
cafetería a la vuelta de la esquina y nunca iba a la cafetería en la que
trabajaba Gulf, no le gustaba mucho. Si su cafetería favorita no hubiera
estado tan llena ese día, probablemente nunca habría conocido a Gulf.
Deseaba nunca haberlo hecho.
Mew tomó otro trago de la botella, saboreando la quemadura, y luego otro.
Se detuvo con la botella en sus labios cuando la puerta se abrió de golpe.
Gulf volvió a entrar, con una expresión inusualmente mala en su cara.
—No te dejaré hacer esto —dijo Gulf, caminando hacia Mew. Mew solo
podía mirarlo fijamente. Antes de que recuperara la capacidad de hablar,
Gulf se sentó a horcajadas sobre su regazo y sujetó los hombros de Mew a
la parte posterior del sofá con las manos. Mew podría haberlo empujado
fácilmente.
Estaba demasiado aturdido para moverse.
—Me niego a creer que ya no sientes nada por mí —dijo Gulf, mirándolo
fijamente a los ojos—. Sé que todavía sientes algo.
Lo sentí. Lo sentí durante el sexo.
Mew puso una cara en blanco.
—El sexo es solo el sexo. No lo malinterpretes por otra cosa.
Me dijiste que te superara. Lo hice.
El labio de Gulf se tambaleó.
—Estás mintiendo. Solo estás herido por haberte mentido. Yo no quería. Lo
siento. En serio, en serio lo siento.
Jesús jodido Cristo. Esos ojos deberían haber sido ilegales. Por supuesto
que eran inhumanos.
—No quiero tus disculpas —dijo con frialdad. Se dijo a sí mismo que era lo
correcto. Gulf nunca lo había amado como Mew lo amaba. Gulf había
regresado solo por un imperativo biológico, por el amor de Dios. Gulf le
había mentido durante mucho tiempo y nada le impediría volver a
mentirle. Gulf podía desaparecer cuando quisiera, siempre que no
necesitara la polla de Mew. Su relación siempre había sido demasiado
sesgada, con Mew siempre esperando que Gulf regresara y se quedara.
Tuvo que reducir sus pérdidas, sin importar cuánto quisiera envolver a Gulf
en sus brazos, llenarlo y tragarlo entero, probar y marcar y memorizar cada
centímetro de él, esconderlo en algún lugar al que solo él tuviera acceso y
respirarlo siempre —No estoy mintiendo —dijo Mew, mirando a Gulf a los
ojos y esperando que Gulf no estuviera leyendo su mente—.
Me dijiste que te superara. Ha sido un año. Ya te superé. Numerosas veces.
He estado con otras personas —El hecho de que se sintiera culpable
demostró lo jodido que aún estaba por Gulf. Él no le debía nada a Gulf. Gulf
lo había usado y lo había abandonado por su familia, y tuvo el valor de
decirle a Mew que fuera feliz en una maldita carta. No le debía nada a Gulf.
Las fosas nasales de Gulf se ensancharon ante las palabras de Mew, sus
manos apretándose sobre los hombros de Mew. —No amabas a ninguno de
ellos —dijo, con voz gruesa y cargada de posesividad—. Soy tu único bebé.
Me lo dijiste —La voz de Gulf se quebró un poco y se detuvo para respirar
profundamente— . No creo que ya no me ames. Por favor solo dime lo que
te hizo enojar. Tal vez pueda explicar. Quiero
explicar. Quiero estar contigo —Gulf sonrió temblorosamente, mirándolo
con tanto anhelo y necesidad en sus ojos que Mew sintió que respondía de
más maneras que una, en contra de su mejor juicio.
Mew desvió su mirada por un momento, tratando de controlar su cuerpo y
sus emociones.
—Lo que sientes por mí no es amor, Gulf —dijo—. Ese es mi principal
problema.
Una mirada de confusión se asentó en la cara de Gulf.

—¿Qué?
—No regresaste porque me amabas —dijo Mew rotundamente—. Sino
debido a alguna necesidad biológica que no pretendo entender. Sí, me
necesitabas. Necesitabas mi cuerpo. ¿Dónde está la garantía de que te
quedarás esta vez para siempre? Estoy cansado, Gulf. Estoy cansado de
sentirme como una mierda cada vez que desapareces —Él se rió entre
dientes—. Ahora que sé que ni siquiera eres de este planeta, es mucho
peor. Si vuelves a desaparecer, ni siquiera puedo seguirte. Nadie me diría si
algo sucediera. Vivir en constante duda y miedo no es divertido. La mano
de Gulf viajó a lo largo de la mandíbula de Mew, suave contra su rastrojo,
sus dedos recorriendo el cabello en la parte posterior de su cuello.
—Entiendo. ¿Crees que no estoy asustado? Lo estoy. Eres una especie
completamente diferente. Te necesito, pero no me necesitas. Sé lo que eres
para mí, pero no lo haces. Podrías dejar de tener sentimientos por mí en
cualquier momento —Las pestañas de Gulf bajaron—. No tienes idea de lo
que es necesitar a alguien como te necesito a ti.
Mew se rió con dureza y levantó la barbilla de Gulf, obligándolo a mirarlo a
los ojos.
—¿Ni idea? Soñé con tu sonrisa incluso después de convencerme de que te
odiaba. Jodí a otros hombres y los odié, y me odié a mí mismo por
imaginarte en su lugar cada maldita vez. Ni siquiera pude entrar en tu
habitación durante meses sin perderme. Puede que me necesites
físicamente, pero quiero más. Necesitar no es suficiente. Estás aquí por la
puta biología. La verdad es que, si no me necesitaras literalmente, no
habrías regresado.
Gulf lo miró por un largo tiempo antes de que una risa quebrada y amarga
saliera de su garganta.
—No podría, Mew —se atragantó—. Ksar no me hubiera ayudado si mi vida y
mi cordura no estuvieran en juego —Gulf negó con la cabeza—. Lo has
entendido mal. ¿El apareamiento de por vida que hizo el surl’kh’tu? No era
solo biología. No eran una especie de animales sin sentido. Fueron muy
selectivos, y después de elegir a su pareja, los cortejaron durante mucho
tiempo. Los estudios demostraron que ni siquiera podían sentir excitación
si no tenían intimidad emocional con su pareja, su sexualidad era similar a
humano demisexualidad. Solo una vez que el surl’kh’tu se acopló
físicamente, el imperativo biológico entró en acción.
Gulf le sonrió temblorosamente.
—Te amaba y quería ser tuyo mucho antes de que incluso tuviéramos
relaciones sexuales. No era biología. Fue todo yo. Simplemente no entendí
completamente lo que quería debido a mi vínculo —Él se rió, sonrojándose
—. ¿No recuerdas cómo siempre estuve sobre ti, deseando abrazos y
caricias y tus manos sobre mí? Me encantó estar cerca de ti, me encantó tu
aroma, incluso cuando saliste del gimnasio y dijiste que olías
desagradable. Me encantó ser tu bebé, tu amor y tu novio.

No sabía qué pensar. Qué creer.
—Siempre me encantó tocarte —dijo Gulf suavemente, lamiendo sus labios.
Movió sus manos de los hombros de Mew y las deslizó debajo de la camisa
desabrochada de Mew—. Incluso cuando era incapaz de sentir excitación,
aún me sentía tan atraído por ti que sentía esa atracción a pesar del
vínculo, pero no podía entender lo que sentía hasta que el vínculo se
rompió por completo —Gulf miró a Mew a los ojos, su rostro abierto y serio
—. Fui ridículamente golpeado contigo. Eras mi sol y mi luna y mis estrellas.
Quería hacerte feliz. Quería impresionarte. Quería que me sonrieras y me
llamaras amor. Quería que dijeras que era especial para ti, tu único bebé.
Me enamoré de ti mucho antes de que fuera capaz de sentir lujuria —Gulf
tomó la mano de Mew y se la llevó a los labios—. Te amo —murmuró—.
Siempre lo hice. El hecho de que te necesite físicamente no niega el hecho
de que te amo tanto. Porque lo hago —Él acarició la mano de Mew como un
gatito—. Te amo. Te amo más de lo que puedes imaginar. No me importa lo
que la gente de casa piense de mí debido a nuestra relación. Quiero ser
tuyo. Yo soy tuyo. Tu Gulf —Gulf besó la palma de Mew, mirándolo con un
anhelo abierto en sus ojos—. Tuyo. Por el tiempo que me tengas.
Mew solo podía mirarlo, su corazón latía con fuerza.
—¿De verdad? —Dijo, sus labios apenas moviéndose.
Sus ojos brillaban, Gulf asintió.
—Eres todo lo que sueño. Quiero envejecer contigo. Quiero besar tus
arrugas cuando aparezcan. Quiero tener hijos con tus ojos y tu sonrisa
algún día y malcriarlos. Lo quiero para siempre —Gulf besó el interior de la
muñeca de Mew, enviando piel de gallina por el brazo.
Mew se lamió los labios, tratando de sacudirse la niebla de deseo que
comenzó a nublar su mente otra vez. Frunció el ceño cuando algo se le
ocurrió. Gulf había dicho que tenía rasgos de retroceso de su antepasado
que había sido intersexual. —Espera. No puedes quedar embarazado,
¿verdad? Gulf se echó a reír, escondiendo su rostro en el hombro de Mew.
—¡No! Soy varón. Tengo algunos rasgos biológicos del surl’kh’tu, pero en
realidad no puedo concebir —Hizo una pausa, apareciendo una arruga en
su frente—. Bueno, estoy bastante seguro de eso.
—Dice que está bastante seguro —dijo Mew secamente, divertido a pesar
de sí mismo. Después de todo lo que Gulf le había dicho, un embarazo
masculino no habría sido lo más impactante. Gulf le sonrió, sus ojos un
poco húmedos mientras buscaban los de Mew.
—¿Así que me perdonas? ¿Me crees? —Gulf tragó—. Todavía me amas,
¿verdad? —Su voz se quebró un poco, y Mew no pudo.
Ya no podía seguir luchando.
Aplastó a Gulf en sus brazos, abrazándolo fuertemente y enterrando su
cara en su cabello castaño.

—Por supuesto que sí, Gulf —murmuró, con la garganta llena de emoción—.
Nunca me detuve y creo que nunca lo haré — Besó a Gulf en la sien—. Te
amo, cariño.
Sintió a Gulf sonreír contra su hombro antes de que Gulf levantara la
cabeza.
—Bebé —corrigió a Mew con una sonrisa antes de estrellar sus bocas.
Mew se rió y lo besó.
EPÍLOGO
Gulf estaba profundamente dormido cuando hubo un golpe bajo en la

puerta.
Mew estuvo tentado a ignorarlo, reacio a liberarse del abrazo de Gulf, pero
los golpes no se detuvieron. Mew rozó sus labios contra los de Gulf. Gulf
sonrió mientras dormía. Mew se obligó a alejarse, dándole a Gulf una
almohada para abrazar en su lugar. Un pequeño ceño fruncido apareció en
la cara de Gulf, como si no hubiera sido engañado por el reemplazo, pero
finalmente su respiración se volvió a igualar. Mew se puso una camisa y un
pantalón de chándal antes de dirigirse a la puerta.
Su estado de ánimo relajado cambió inmediatamente cuando vio al
hombre que estaba al otro lado.
—No te lo vas a llevar —dijo Mew, bloqueando la puerta.
Sabía que su voz era tensa y cortante. No le importaba lo que
Gulf había dicho; este hombre era el que le había quitado a Gulf, la razón
por la que Mew no lo había visto durante un año. Los extraños ojos
plateados de Ksar se encontraron con los suyos. Eran imposibles de leer.
—Yo soy el que lo entregó aquí. ¿Pensaste que lo dejaría ir solo a este
planeta en su estado? Apenas era coherente. Apenas podía caminar o
hablar.
Mew tuvo que recordarse a sí mismo que Gulf estaba bien ahora.
Gulf estaba durmiendo en su cama, sano y feliz. Gulf estaba bien. Gulf era
suyo.
—Él está mejor ahora —dijo Mew, con su voz cortada—. Puedes regresar a tu
planeta—. Incluso diciéndolo, todavía era jodidamente extraño—. Voy a
cuidar de él —Él es mío para cuidar de él.
Ksar lo miró a los ojos y no dijo nada.
—Sal de mi cabeza —dijo Mew, acentuando cada palabra.
Ksar no parecía desconcertado en lo más mínimo. El asintió. —Ya he visto
todo lo que necesitaba ver —Se volvió para irse pero se detuvo y miró
hacia atrás—. Él estará contigo por el momento. La situación política en
nuestro planeta es muy inestable en este momento. Volveré por él cuando
todo se calme.
Mew se puso rígido, apretando los puños.

—Él tiene un hogar y una familia —dijo Ksar—. El escándalo morirá
eventualmente. Él no puede esconderse aquí para siempre. Va a ser difícil,
pero será reintegrado a la sociedad. Es un vástago de reyes, no el chico de
la cafetería.
Mew se encontró con su mirada muerta.
—No voy a dejar que te lo lleves de nuevo.
—No lo alejaré de ti, si sigues tratándolo bien —Ksar sonrió. La sonrisa no
tocó sus ojos—. No quieres saber qué te haré si no lo haces.
Mew le lanzó una mirada no impresionada.
—No necesitas amenazarme. Si acabas de leer mi mente, sabes que mataría
por él —Ni siquiera estaba exagerando. —Lo sé — dijo Ksar— . Si no lo
hiciera, no lo dejaría aquí —Por primera vez en su breve relación, Ksar le
dirigió una mirada que casi pasó por amistosa. Casi— . Gulflo feliz —dijo
rígidamente.
—Lo haré —dijo Mew.
Ksar asintió y se tocó la muñeca. Inmediatamente, una niebla extraña, casi
transparente, se extendió sobre él, espesándose en un impenetrable
borrón blanco.
Y luego se fue.
Mew se quedó mirando el lugar vacío en el que Ksar acababa de estar y
luego se echó a reír. Malditos extraterrestres. No podía creer que esta era
su vida ahora.
Su mente aún se tambaleaba mientras se metía de nuevo en la cama.
Gulf murmuró adormilado.
—¿Quién es?
Mew lo tomó en sus brazos.
—Tu hermano —dijo, sus dedos acariciando la suave piel de la espalda de
Gulf—. Ya se ha ido.
Gulf parpadeó, abrió los ojos y lo miró.
—Te ves apagado. ¿Fue un idiota?
—No —Mew se echó a reír—. Solo… lo vi literalmente desaparecer en el aire,
Gulf. Como verlo en realidad… lo hizo todo real, supongo.
Frunciendo el ceño, Gulf se mordió el pulgar.
—¿Te molesta? ¿Que no soy humano, que soy un extraterrestre? Mew se
echó a reír.
—No entiendo —dijo Gulf con el puchero más lindo—. Es una pregunta
seria. ¿Por qué te ríes de mí?
—Porque la respuesta debería ser obvia —Mew se encontró con los ojos de
Gulf constantemente—. Gulf, no me importa si eres un chico de la cafetería
o un príncipe de otro planeta —Se inclinó y besó la nariz de Gulf y luego
sus suaves labios rosados. Dios, él lo adoraba—. Eres Gulf. Eres mío. Eso es
todo lo que me importa.
—Me gusta esta respuesta —dijo Gulf, enterrando sus dedos en el cabello
de Mew y besándolo con fuerza.

Se besaron durante lo que parecieron horas, hasta que Mew se sintió
mareado por el amor, el deseo y la felicidad, y Gulf estaba jadeando y
susurrando sin aliento te amo entre los besos.
Joder, esto era… una locura. Este sentimiento.
—Entonces —dijo con voz ronca, mirando a los ojos vidriosos de Gulf—.
Tengo curiosidad. ¿Hay realmente extraterrestres con grandes cabezas
grises y ojos negros espeluznantes?
Gulf suspiró.
—Tengo una confesión que hacer —dijo vacilante—. Eso es realmente como
nos vemos. Simplemente nos metemos en la mente de los humanos y les
hacemos pensar que nos parecemos a ti. Es una ilusión. Mew lo miró
fijamente. Una risita escapó de los labios de Gulf antes de que se echara a
reír.
—¡Tú, pequeña mierda! —Mew saltó sobre él y comenzó a hacerle
cosquillas. Rodaron sobre la cama, riendo y luego besándose de nuevo.
Joder, él no podía tener suficiente. Cuando finalmente dejaron de reír, Mew
juntó sus frentes. —¿Cómo digo ‘te amo tanto’ en ¿tu lenguaje? Pregunto
por un amigo.
—Tu amigo nunca podrá pronunciarlo —murmuró, frotando su nariz contra
la de Mew. Él le dio a Mew una pequeña y feliz sonrisa—. Pero dile que no
importa.
Quizás no lo hizo.
Fin.
MAESTRO DEL PRINCIPE <

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ÉRASE UNA VEZ <

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IRRESISTIBLE <
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1/10/21 22:41 ALIEN – MGSuppawut8

CHICAS BREVE EXPLICACIÓN DE LA SAGA CALLUVIA PARA LAS PERSONAS QUE

Cada libro es una historia de una pareja diferente enlazados de alguna

En este primer libro los nombres originales de los personajes principales

Desterrado por sus padres al tercer planeta en el sistema Sol, el Príncipe

Mew Suppasit no está buscando el amor. Financieramente seguro y

Toma el nombre de Gulf, por ejemplo. Bueno, el punto era, no era su

A Gulf le gustaba su nombre humano elegido mejor que el verdadero, de

Arrancado de sus reflexiones, Gulf sonrió serenamente al gran hombre

Gulf trabajaba en este pequeño lugar llamado Star Coffee. ¡Él

Desafortunadamente, también había descubierto que para un hombre

de identificación falsos con el nombre que había elegido y una pequeña

Gulf había estado secretamente complacido en ese momento.

Si sus padres pensaron que era un castigo, no lo conocían en absoluto.

que no quiso hacerlo, pero, lamentablemente, nadie le creyó).

De todos modos, tener un trabajo real y humano era fascinante. A Gulf no

Trabajar en la cafetería le convenía mucho. Era un trabajo que no era

Desgarrado de su sueño una vez más, Gulf miró al siguiente cliente.

—Hola —dijo Gulf, mostrando al humano una sonrisa amistosa. Había

El humano le devolvió la sonrisa, entregándole un billete de cinco libras.

—Un cappuccino, por favor.

Cuando Gulf regresó con su café, el chico dijo:

—¡Oh! —Dijo Gulf, sonriéndole—. ¿Cómo sabes mi nombre?

El humano le dirigió una mirada extraña.

—Está en tu tarjeta de identificación.

—Oh —dijo Gulf, sonrojándose. Qué embarazoso.

La sonrisa del chico se ensanchó, algo como diversión parpadeando en sus

—Quédate con el cambio, amor —dijo el hombre. Gulf decidió que le

Gulf se alegró ante el pensamiento. Había querido hacer amigos desde su

confianza en su capacidad de pasar por un humano y no se había atrevido.

—¿Cómo te llamas? —Dijo Gulf con entusiasmo.

Las cejas oscuras del humano se levantaron un poco.

—¿De verdad? —Dijo Gulf, complacido de saber algo sobre el nombre y no

Mew lo miró fijamente.

Gulf se desinfló un poco. ¿Se había equivocado?

—Sí —dijo Mew después de un golpe—. Algo así.

Aliviado, Gulf sonrió más brillante.

—¿Ya has encontrado a tu Eva?

Mew parpadeó y ladeó la cabeza hacia un lado, mirando a Gulf.

—No exactamente —dijo al fin—. No me balanceo de esa manera, me temo.

¿Eres un extranjero? —Dijo Mew, riendo suavemente. Gulf asintió,

Raro —dijo Mew—. No tienes acento.

—Quiero decir que no me gustan las mujeres de esa manera.

Me temo que no hay Eva para mí.

—Lo dudo. Probablemente lo hayas hecho, simplemente no te diste cuenta.

Mew lo había dicho seriamente, pero Gulf no fue engañado.

—Sí, búrlate de un extranjero que lucha con tu cultura y tu idioma.

Mew se rió, golpeando ligeramente a Gulf en la nariz.

—Lo siento, no pude resistirme, eres adorable, niño.

Gulf frunció la nariz.

Gulf frunció el ceño.

No pudo ocultar su decepción, y Mew le sonrió.

—¿Estás decepcionado? —Sí —dijo Gulf.

Mi hora de almuerzo está por terminar.

—Soy analista financiero en el banco al otro lado de la calle — dijo Mew

—Eso suena interesante —dijo Gulf.

—Igualmente —dijo Gulf con seriedad—. ¡Ven aquí de nuevo!

Lo haré —dijo Mew antes de estirarse y tocar la flor escondida detrás de la

—¡Gracias! —Le gustaba la forma en que la flor morada se veía en su

Gulf observó un poco triste cuando Mew tomó su café y se fue.

Esperaba que no fuera la última vez que lo viera.

Gulf observó con curiosidad mientras Mew y su compañero hablaban,

Gulfza. Los apodos humanos eran fascinantes.