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CAP 18 Transición Demográfica
CAP 18 Transición Demográfica
El análisis de los mecanismos evolutivos sería, a priori, muy difícil – cuando no imposible – de
realizar en nuestra especie, debido a la singularidad de los cruzamientos humanos. En primer lugar, a
diferencia de otros organismos especialmente idóneos para el estudio de Genética de Poblaciones –
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como por ejemplo la mosca del vinagre, Drosophyla melanogaster –, en la especie humana, el largo
intervalo generacional con diferencias significativas entre poblaciones y periodos, fijado globalmente
en 28 años (Bertranpetit, 1981) imposibilitaría la observación de la variabilidad biológica acumulada a
lo largo de las sucesivas generaciones. Además, el número de descendientes en los que analizar esa
variabilidad es muy reducido, ya que la mujer contribuye a la generación siguiente con un escaso
número de hijos (tamaño familiar reducido) y con pocos embarazos que, por lo general, son casi
siempre simples, con una frecuencia de un parto doble por cada cien (Bulmer, 1970). Por último, en
nuestra especie, la imposibilidad de experimentación suele ser la norma en investigación, no siendo
necesariamente extrapolables las observaciones obtenidas en otras especies.
Estas dificultades suponen un serio inconveniente a la hora de elegir a los grupos humanos
como objeto de estudios sobre biodinámica evolutiva. Sin embargo y a diferencia también de lo que
ocurre en el resto de las especies, el análisis de los procesos evolutivos en los humanos cuenta con
una herramienta que proporciona la demografía, a través de su modelo de análisis y sus fuentes de
información, que mitiga, o resuelve en parte, esas dificultades. Gracias a la Demografía, es posible
profundizar en el conocimiento de los procesos biodinámicos de los grupos humanos, ya que nos
permite conocer la historia demográfica de cada individuo y responder a preguntas de interés evolutivo
como dónde nació, dónde se reprodujo, a qué edades inició y cesó su actividad reproductiva, cuantos
descendientes tuvo, cuántos alcanzaron la edad fértil, etc. El éxito de esta ciencia aumenta con el
hecho de que, no sólo es útil para estudios de comunidades actuales, sino incluso de sociedades
pretéritas, en la medida que la Demografía Histórica documente de los modelo de reproducción,
mortalidad y migración, de los grupos humanos del pasado.
Las Naciones Unidas definen la Demografía como la "Ciencia que tiene la finalidad de estudiar
y describir la población humana en cuanto a su dimensión, estructura, evolución y otros caracteres
generales, considerados principalmente desde el punto de vista cuantitativo". Se trata de una
definición muy amplia e imprecisa, ya que son muchos y variados los aspectos humanos que pueden
ser estudiados desde una perspectiva estadística. En general, lo que suele ocurrir es que cada
disciplina humana utiliza la Fuente y el análisis demográfico para el estudio que le es propio, como la
Economía, Medicina, Sociología, Política educativa, etc. Se denomina biodemografía, en ocasiones
también Demografía Genética, a la aplicación de las fuentes y análisis demográficos en el estudio de
los procesos evolutivos de las poblaciones humanas.
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Existe una estrecha relación entre los eventos demográficos y la mayoría de los procesos
evolutivos que operan en nuestra especie, de modo que la información que proporciona la Demografía
resulta muy útil para su comprensión. Así, por ejemplo, el modelo diferencial con que actúa la selección
natural en las poblaciones humanas puede ser analizado a través de los patrones de natalidad y
mortalidad. Basándose en estas consideraciones, Crow (1958) propuso una metodología que,
aplicada en grupos humanos con distinta idiosincrasia, obtiene la oportunidad diferencial de la
selección natural y el grado de adaptabilidad biológica conseguido (fitness). Los resultados sugieren,
además, modelos poblacionales de evolución por selección natural íntimamente relacionados con el
proceso universal de la transición demográfica.
Por otro lado, la evolución demográfica, y en concreto de la mortalidad, también está influida
por la evolución epidemiológica, ya que el descenso de la tasa de muerte se explica por la caída de
las enfermedades infecciosas del pasado, que han dado paso a trastornos degenerativos de menor
incidencia. Este proceso de cambio temporal de las causas de fallecimiento, conocido como transición
epidemiológica, tiene una relación compleja con la transición demográfica. Todos estos conceptos son
abordados en las siguientes líneas, prestando especial atención a comunidades latinoamericanas en
diferente estado de desarrollo cultural.
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Por el contrario, en las sociedades modernas de los países desarrollados, ambas tasas se
han reducido sensiblemente. La reproducción, por la aparición de factores reguladores de la fertilidad
como el control de natalidad que, por decisión de las parejas, limita el tamaño familiar. Y la mortalidad,
por el fuerte descenso de las defunciones infantiles y juveniles, provocando que una alta proporción
de individuos alcancen la senectud y, con ello, que la población envejezca. Esta reducción se inicia
con el desarrollo tecnológico de producción y almacenamiento de alimentos, que hace desaparecer
las hambrunas y, posteriormente, con desarrollo de la medicina, que reduce la incidencia de las
defunciones por enfermedades infectocontagiosas. Con ello, aparecen nuevas causas de muerte,
como procesos degenerativos y trastornos cardiorrespiratorias que, por su manifestación tardía, se
hallaban “enmascaradas” por las enfermedades del pasado (transición epidemiológica). La caída de
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la mortalidad es mayor en los grupos de edad donde es más elevada (especialmente en la infancia),
como se evidencia al comparar la distribución de la tasa específica de mortalidad por edad (qx) en
poblaciones con distinto grado de desarrollo sanitario. Mientras que en las sociedades no modernas
la distribución es en forma de U, con un alto riesgo de muerte en la infancia y senectud, en las
poblaciones modernas es en forma de J, ante el gran declive de la mortalidad infantil y juvenil, en
ocasiones residual. En estas poblaciones, la menor entrada de individuos por baja natalidad está
también compensada por la reducida mortalidad, originando de nuevo el mismo crecimiento
demográfico lento observado en las sociedades no modernas. A diferencia, la estructura demográfica
experimenta un vuelco, con una pirámide de edad caracterizada por la forma en urna: la base se
estrecha con el descenso de la natalidad, mientras que la menor mortalidad determina un
ensanchamiento en su zona media, ante el mayor número de personas que alcanzan edades
superiores.
a. Fase 1 b. Fase 2
c. Fase 3 d. Fase 4
natalidad, anclada en las altas tasas del pasado. La pirámide sigue mostrando una base ancha, pero
los colectivos de edad posteriores aumentan progresivamente ante la reducción de la mortalidad
(Figura 2b).
de sus países de origen, provocando que el ritmo de crecimiento se estanque en una nueva situación
demográfica conocida como crecimiento cero.
Habitantes (x106)
1 millón de años (Paleolítico Inferior) ………………… 0,125
300.000 años (Paleolítico Medio) ……………………… 1
25.000 años (Paleolítico Superior)…………………….. 3,34
12.000 años (Mesolítico) ………………………………. 5
8-10.000 años (Neolítico) ……………………………… 86,5
2.000 años (Imperio Romano) …………………………. 133
Siglo XVI (Descubrimiento de América) ……………… 500
Siglo XIX (1810)………………………………………….. 1.000
Siglo XX (1925) …………………………………………… 2.000
Silgo XX (1960) …………………………………………… 3.000
Siglo XX (1980) …………………………………………… 4.000
Silgo XX (1987) …………………………………………… 5.000
Siglo XX (1999) …………………………………………… 6.000
Siglo XXI (2012)…………………………………………... 7.000
a. Modelo de países desarrollados (Figura 4). Este prototipo de transición está bien
documentado por tratarse del proceso que experimentaron en el pasado las poblaciones
industrializadas. Se caracteriza por ser una trasformación lenta y duradera, entre dos y tres siglos, en
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el que las tasas demográficas descienden pausadas y parejas, con muy poca diferencia entre ellas,
determinando un ritmo de crecimiento suave y prolongado en el tiempo. Su estudio pretendía describir
la estrecha relación existente entre los cambios sociales producidos a partir del siglo XVIII y la
evolución demográfica ocasionada. Esa relación causa-efecto se explica a través de la repercusión
que los cambios económicos derivados de la revolución industrial de los siglos XVIII y XIX – iniciada
en Inglaterra y continuada en otros países de Europa Occidental, Nueva Zelanda y Australia– tuvieron
sobre los modelos de natalidad y mortalidad de esas poblaciones.
En una hipotética situación de una comunidad caracterizada por tasas de natalidad bajas pero
de mortalidad infantil y juvenil elevadas, su eficacia biológica sería muy pequeña ya que, al nacer
pocos individuos y morir muchos de ellos antes de alcanzar la edad de reproducción, la trasmisión
genética estaría muy limitada. En las sociedades no modernas, con el modelo antiguo de la 1ª fase de
la transición, y en las poblaciones desarrolladas, con el modelo moderno de la 4ª, la eficacia biológica
sería claramente mayor. En el primer caso, porque se facilitaría la trasmisión genética a través de la
elevada natalidad y, en el segundo, debido a la fuerte reducción de la mortalidad pre-reproductiva.
Finalmente, en los grupos rurales de países desarrollados que se encuentran en la 2ª fase o iniciando
la 3ª, la adaptabilidad biológica será todavía más elevada, ya que mantienen la alta natalidad ancestral
y, a la vez, han conseguido reducir ampliamente la mortalidad infantil y juvenil con la mejora sanitaria
del país al que pertenecen.
Figura 6. Modelos poblacionales de actuación de la selección natural de acuerdo con la metodología de Crow
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POBLACIÓN Im If I Referencia
a) Poblaciones en desarrollo
San Pablo (México) 1.63 0.31 2.46 Halberstein and Crawford, 1972
c) Poblaciones Rurales
1ª. Fase; edad de la peste y hambre. Se caracteriza por niveles muy altos de mortalidad,
crecimiento poblacional nulo y una esperanza de vida de entre 20 y 40 años.
Existe una estrecha relación entre demografía y epidemiología, ya que ciertas enfermedades
tienen efectos diferenciales dependiendo de la edad y el sexo de los individuos. Si esas enfermedades
representan causas de muerte, podrán afectar a la estructura demográfica de la población y, a su vez,
la distribución de los individuos por edad y sexo también constituirá un importante factor
epidemiológico de la población. Por otro lado, en la medida que las enfermedades infecciosas se
reducen con el desarrollo socio-sanitario, la población se envejece, propiciando la aparición de
enfermedades degenerativas de incidencia más tardía. Esta estrecha relación puede también alcanzar
a la transición demográfica, ya que algunas de sus fases están caracterizadas por concretos
comportamientos de la mortalidad, que dependen de la incidencia diferencial de los grupos de
enfermedades anteriormente descritos. Todo ello se traduce, en líneas generales, en una correlación
entre la transición demográfica y la epidemiológica que, aunque compleja, alcanza a las fases de uno
y otro proceso. Con independencia de ciertas discordancias, como la dificultad de precisión de la fase
en que se encuentra una población, de extrapolación de las fases entre unas poblaciones y otras, y
el efecto de la polarización epidemiológica – coexistencia en una misma población de diferentes fases
–, en otras muchas ocasiones las fases de la transición epidemiológica se pueden definir por el grupo
prioritario de causa de muerte y por su relación con la fase de la transición demográfica en que la
población se encuentra.
Así, la 1ª fase (peste y hambre) caracterizada por una elevada tasa de mortalidad, se
corresponde con la 1ª fase de la transición demográfica; la 2ª fase (pandemia), definida por un
crecimiento exponencial del tamaño demográfico, tiene lugar durante la 2ª fase de la transición
demográfica. La caída de la mortalidad en la 3ª fase epidemiológica, en que comienzan a aparecer las
enfermedades degenerativas, correspondería a la 3ª fase de la transición demográfica. La 4ª fase
aparecida en los años 70 con el desarrollo socio-sanitario en la lucha contra las enfermedades
cardiovasculares, tendría lugar durante la transición de la 3ª a la 4ª fase. Finalmente, la 5ª fase
epidemiológica, que surge con la aparición de nuevas enfermedades, tiene lugar en cualquier tipo de
población y, por tanto, en cualquier fase de la transición demográfica. Sin embargo, la aparición de
estas enfermedades nuevas en las poblaciones desarrolladas se añadiría al aumento de la mortalidad
senil que ocasiona el envejecimiento demográfico alcanzado. El resultado final es un incremento de la
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mortalidad que, junto a la caída de la natalidad, explicaría el descenso demográfico de las poblaciones
desarrolladas que caracterizan la 5ª fase de la transición demográfica.
En resumen, se puede destacar la estrecha relación del perfil epidemiológico de una población
con su estructura demográfica y, en última instancia, con su eficacia biológica, según las
características de la mortalidad. La interrelación entre los cambios demográficos y los estatus de salud
representa un punto básico de la confluencia de ambas disciplinas, con repercusión en la biodinámica
de las poblaciones humanas. Esta relación es, además, recíproca, ya que la disminución de la
mortalidad por enfermedades infecciosas beneficia principalmente a niños, determinando que la
población se rejuvenezca. Pero, en la medida que el sector infantil y juvenil sobrevive a estas
enfermedades se propicia, por un lado, que una mayor frecuencia de individuos alcance la edad
reproductiva y trasmitan más sus genes. Por otro lado, determina la aparición y el incremento de la
incidencia de las enfermedades crónico-degenerativo que, por su manifestación tardía, permanecían
ocultas en el pasado.
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