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Batalla de Villagodio

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Batalla de Villagodio
Guerra de la Independencia Española
Obelisco de la Batalla de Villagodio.JPG
Obelisco conmemorativo de la batalla de Villagodio.
«Los zamoranos de 1808 dedican esta inscripción a los héroes del 6 de enero de
1809. Este monumento fue erigido en 1819».
Fecha 6 de enero de 1809
Lugar Puente de Villagodio, Zamora
Bandera de España España
Resultado Victoria francesa
Beligerantes
Flag of Spain (1785-1873 and 1875-1931).svg España Bandera de Francia Primer
Imperio francés
Comandantes
Bandera de EspañaComandante Agustín Manso Bandera de FranciaGeneral Pierre
Maupetit,
Bandera de FranciaGeneral Pierre Belon Lapisse
Fuerzas en combate
800 voluntarios 1200 soldados
Bajas
130 muertos. ±300 heridos o prisioneros 13 muertos y algunos heridos.1
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Guerra Peninsular
1808-1814
La batalla de Villagodio fue un enfrentamiento enmarcado dentro de la Guerra de la
Independencia española y ocurrido el 6 de enero de 1809 a las afueras de la ciudad
de Zamora, en el paraje conocido como Villagodio. Allí se enfrentaron un cuerpo de
unos 800 voluntarios de la ciudad, al mando del comandante Agustín Manso, a varias
unidades del ejército regular francés comandadas por el general Pierre Maupetit.

El resultado fue el aplastamiento de los voluntarios por el poderoso ejército


francés y la posterior toma de la ciudad de Zamora de notable valor estratégico en
los planes de Napoleón para la conquista de Portugal.2

Índice
1 Antecedentes
2 El enfrentamiento
3 Consecuencias
4 Véase también
5 Referencias
6 Bibliografía
Antecedentes[editar]
Durante el mes de mayo de 1809 se extendía por toda España un profundo malestar
popular contra la invasión y dominación francesa y Zamora no fue ajena a esta
corriente. Pero mientras que las autoridades locales permanecían pasivas,
resignadas y más proclives a colaborar con el francés que a la revuelta, las clases
populares salían a la calle para exigir frente a la casa del gobernador de la
ciudad la entrega de las armas que se guardaban en el castillo, además de que se
retuviese el dinero exigido por las autoridades francesas de Madrid.2

Ignacio Yáñez de Rivadeneira, corregidor de Zamora en aquel entonces, enviaba con


fecha 31 de mayo el siguiente comunicado urgente a Madrid:

No tenemos fuerzas militares para hacer respetar la autoridad judicial que está
expuesta a insultos indecorosos ante una gente que no desiste de la idea de que le
entreguen armas y detener la remesa de dinero desde Zamora a Madrid.
2

Los días pasan y las autoridades tratan de mantener su postura pero el


levantamiento del pueblo es cada vez más airado y violento.

El pueblo atumultuado con tambor, bandera y grande gritería en la plazuela del


Salvador había sacado violentamente de sus casas a militares retirados y
autoridades reclamándoles que se queme la Real Orden y se formasen Juntas
compuestas por el señor Obispo y el señor Gobernador Militar, Intendente General,
Corregidor, Deán y Prior, Caballeros y hombres buenos.
Actas del ayuntamiento de Zamora, 2 de junio de 1808
A su pesar, el gobernador de la ciudad, Juan Pignatelli, accede al fin a entregar
las armas al pueblo. Se crea entonces la Junta de Armamento y Defensa y Zamora pasa
a formar parte del Ejército de Castilla bajo el mando del general Gregorio de la
Cuesta.2

Se alistaron un total de 844 voluntarios creándose dos batallones, uno con el


nombre de «Voluntarios» y el otro con el de «Nacionales de Zamora».

El enfrentamiento[editar]
La presencia en la Península del emperador en persona, que recaló en Benavente el
día de 3 de enero de 1809, provocó un inesperado movimiento de tropas tanto por un
bando como por otro, por lo que las divisiones del general inglés Beresford,
responsables de la protección de las tierras zamoranas, se desplazaron de urgencia
hacia Galicia por orden del mariscal John Moore dejando la zona indefensa.

Cuando el día 5 de enero se tuvo noticia en la ciudad de la proximidad de una


avanzadilla francesa, un grupo de voluntarios salieron a su encuentro consiguiendo
neutralizarla. Se hicieron varios prisioneros así como la captura de caballos,
provisiones e incluso dos piezas de artillería.3 Plenos de entusiasmo por la
pequeña victoria conseguida, sobrevalorando sus capacidades y en contra de la
opinión de los pocos militares profesionales presentes, el grupo de enfervorizados
voluntarios, con más corazón que cabeza, decidieron hacer frente al grueso de las
tropas francesas que se acercaban situándose para ello en el puente de Villagodio
sobre el río Valderaduey.

El resultado fue el que se esperaba. Los voluntarios zamoranos, mal pertrechados,


desorganizados e inexpertos, no fueron rival para los soldados del general francés
Pierre Maupetit (:fr:), una brigada de caballería compuesta por el 5º regimiento de
dragones y el regimiento de caballos ligeros de Westfalia,1 perfectamente
equipados, instruidos y fogueados en mil batallas. Una carga de dragones superó la
resistencia de los soldados españoles, cuya línea de retirada fue cortada por la
caballería francesa.4

Opusieron toda la resistencia humanamente posible y la lucha se alargó durante todo


el día, pero a pesar del esfuerzo titánico, 130 zamoranos murieron y otros muchos
resultaron heridos o fueron hechos prisioneros. En total se calcula que medio
millar de hombres no pudieron volver a sus casas aquella jornada.

Algunos historiadores especulan con la posibilidad de que aquella avanzadilla fuera


un cebo puesto por los franceses para forzar la salida de las fuerzas de la ciudad
alejándolos de las defensas que proporcionaban sus sólidas murallas.3

Catedral y murallas de Zamora.


Sin embargo, Maupetit no podía asaltar la ciudad sin el apoyo de la infantería y se
vio obligado a pedir refuerzos al general Pierre Belon Lapisse, cuya división
estaba cerca. Los días 8 y 9 de enero se redujeron, por tanto, a unos pocos
intercambios de artillería y los franceses aprovecharon este tiempo para estudiar
las defensas de la ciudad.5 Un primer refuerzo, en este caso un batallón de la 8ª
línea acompañado de una pieza de artillería, llegó a Zamora asentándose bajo las
murallas de la ciudad, seguido el 9 de enero por una columna formada por la 45ª
línea, dos batallones de la 16ª línea y dos cañones, todos bajo las órdenes del
general Augustin Darricau.1

El 10 de enero, Maupetit se dispuso a entrar en la ciudad. El general Darricau


estaba a la derecha con dos batallones de la 16ª Línea Ligera, un batallón de la
45ª Línea y cuatro cañones, mientras que a la izquierda estaba un batallón de la 8ª
Línea con una pieza de artillería y en el centro dos batallones de la 45ª y un
cañón. Se produjo una pelea de cuatro horas, particularmente en los suburbios, que
fueron tomados por la 16º Ligera.1 Eventualmente la artillería francesa abrió una
brecha en las murallas cerca de la antigua puerta de san Pablo, permitiendo que las
tropas de asalto entraran en la ciudad. Hoy en día aún es visible la reconstrucción
que se hizo posteriormente en ese lienzo de la muralla. Los defensores abandonaron
entonces la ciudad sin luchar y se retiraron a la orilla izquierda del Duero.6 Las
fuerzas imperiales se apoderaron, entre otros botines, de 8 cañones y 2.500 rifles
almacenados en la ciudadela. Según Balagny, las pérdidas francesas se limitaron a
"3 artilleros y 10 hombres de campo muertos y unos pocos heridos ".1

La mayoría de los cuerpos caídos en el combate, salvo contadas excepciones que se


realizaron prácticamente en la clandestinidad, quedaron insepultos y esparcidos por
el paraje de Villagodio. Sólo algunos años más tarde, cuando la presión francesa
fue disminuyendo, se recogieron los restos que se pudieron hallar dándoles
sepultura conjunta. De este modo consta con fecha 6 de octubre de 1812 en el
obituario de la parroquia de San Juan de Puerta Nueva.3

Grada abajo, en la sepultura del numero cuarenta i tres a todos los huesos que
pudieron ser hallados en los campos de Villagodio, de todos los celosos i buenos
españoles que en él murieron el día seis de enero del año pasado de mil ochocientos
i nueve, en defensa de la Patria i Religión, i a impulsos de la tiranía i crueldad
de los franceses.
Consecuencias[editar]
El general Lapisse llegó a Zamora el 12 de enero de 1809, dos días después de la
caída de la ciudad, e impuso a la ciudad una contribución de cuatro millones de
reales. El día 14 tuvo lugar una ceremonia presidida por el Obispo de Zamora en la
que los habitantes reconocieron oficialmente la autoridad del Rey José Bonaparte.

La ocupación de Zamora por los franceses se prolongó durante algo más de tres años,
tiempo durante el que Zamora se convirtió en una estratégica plaza de paso obligado
donde se acuartelaban tropas y se almacenaban provisiones y armamento con destino a
la conquista de Portugal. Esto supuso para la ciudad un aplastante sistema fiscal
que esquilmó las arcas municipales y profundizó aún más la miseria que por la
escasez y restricciones ya venían arrastrando las clases populares y los
comerciantes. Por otro lado, las parroquias y conventos tuvieron que vender hasta
su último cáliz o cruz para hacer frente a las imposiciones de los invasores. Ni
siquiera la Catedral de Zamora se libró del saqueo, fundiéndose algunas de sus
campanas, verjas y rejas, además de ser usada como almacén de aprovisionamiento.
Todo ello con la permisividad y colaboración de las autoridades locales.7

No es de extrañar entonces que gran cantidad de zamoranos abandonaran la ciudad y


no pocos lo hicieran para crear o unirse a partidas guerrilleras como las de Julián
Sánchez "El Charro", Lorenzo Aguilar o Juan Mendieta, dedicadas a hostigar y
entorpecer a las tropas francesas especialmente en las zonas limítrofes con
Portugal.2
Tras las derrotas francesas en Arapiles y Ciudad Rodrigo en 1812, el abandono de
Zamora se esperaba como inminente, hecho que ocurrió el 31 de mayo de 1813.8

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