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Los judíos son las únicas personas que han nacido en un lugar y han permanecido
menos tiempo. Sin embargo, a lo largo de sus cientos de años de historia, Las
comunidades judías se extendieron en más de 100 países: Con la excepción de Israel,
los judíos han vivido como minorías en todos esos lugares. “La historia judía está
marcada por las dispersiones y las sucesivas diásporas dentro de la diáspora, Esta
historia comienza con la destrucción del Templo de Salomón por el rey Nabucodonosor
en el siglo VI A.C, cuando los judíos fueron llevados a Babilonia. Continúa hasta el siglo
XX, con la dispersión y el genocidio de los judíos de Europa”. Así que muchos cruces
producen una diversidad de grupos judíos que cristalizaron costumbres culturales,
idiomas y comidas de los lugares donde vivían. Y también contribuyó a enriquecer las
culturas locales.
Los judíos ponen el pie en el mundo en el año 587 a. C., cuando el rey babilonio
Nabucodonosor invadió el antiguo reino de Judá (sur de Israel). El monarca arrasó
Jerusalén y envió parte de sus habitantes a Babilonia en Mesopotamia (actual Irak).
Pero lo que había sido un exilio impuesto por la fuerza contribuyó al florecimiento del
judaísmo. “Fue durante su exilio que se impuso por primera vez a todos los judíos la
práctica regular de su religión”, dice el historiador británico Paul Johnson en el libro
Historia de los Judíos. “También se reforzó el rito de la circuncisión, que los distinguía
de los paganos, y la costumbre El Sabbat (día de descanso)
Los Sefaradíes
Sefardí (son los judíos que vivieron en la Corona de Castilla y la Corona de Aragón)
En otros países musulmanes, los judíos vivían como ciudadanos de segunda clase-
podían seguir sus creencias en dhimmis (comunidades protegidas) si pagaban
impuestos- aunque su estado era superior a la de los paganos y los esclavos. “En el
mundo islámico, los judíos disfrutaron de la prosperidad en los siglos X, XI y XII. Hubo
brotes de violencia en contra de ellos, pero fueron esporádicos y locales”, dice el
historiador británico Nicholas Lange en Pueblo Judío- el rabino Maimónides (1135-
1204), un gran filósofo de la Edad Media, fue el médico de los sultanes de Egipto.-
“En el siglo XIII, cuando el mundo musulmán se vio presionado por los cristianos de
Occidente y los mongoles en el este, la condición judía empeoró dramáticamente”,
“Los líderes islámicos dieron carta blanca a la intolerancia religiosa. Lo que es peor, en
el siglo XV, Fernando de Aragón e Isabel de Castilla (los Reyes Católicos) se unieron
para poner fin a la dominación musulmana en el sur de España.
La llegada de refugiados a una ciudad provocó la expulsión de los que vivían allí.
“Muchos judíos se convirtieron en vendedores ambulantes “, Esta vez comienza la
leyenda antisemita del Judío Errante, el sujeto que le habría negado agua a Jesús en el
camino a la crucifixión y, por tanto, había sido condenado a una vida sin sentido.
Los Askenazíes
La saga de los sefaradíes fue simultánea a la de otro grupo importante: los askenazíes,
de “azquenaz” (“Alemania” en hebreo medieval). Se asentaron entre Alemania y
Francia, a lo largo del valle del Rin, en el siglo VIII. La mayoría se dedicaba a la
artesanía, a la elaboración de vinos y el comercio. Conocían las rutas hacia el
Mediterráneo y el Oriente Próximo. “En el siglo XIII, muchos askenazíes llegaron a
Polonia, atraídos por las oportunidades económicas”, dice Lange. “Tenían en sus
manos la mayor parte del comercio”. Sin embargo, la edad de oro Askenazí terminó en
1648, cuando se convirtieron en el objetivo de una rebelión de los cosacos de Rusia y
Ucrania, quienes mataron a cerca de 100,000 judíos y diezmaron 300 comunidades.
Los askenazíes llegaron a Lituania, Ucrania, Moldavia y Rusia, pero vivían en pueblos
aislados, llamados shtetls. De igual forma que los sefaradíes crearon su dialecto, ellos
crearon el suyo: el yiddish, una mezcla de alemán medieval con hebreo y palabras
eslavas.
Emancipación
Cuando soplaron los vientos de la Revolución Francesa en Europa, los judíos pudieron
abandonar el gueto y obtener la ciudadanía. Figuras como Albert Einstein y Sigmund
Freud dieron forma al pensamiento de Occidente. Pero, si por un lado el siglo XIX trajo
consigo la emancipación, también instigó el nacionalismo. Los Estados-nación
modernos acusaron a los judíos de no unirse a la cultura de la mayoría y, por lo tanto,
a la identidad nacional. En Rusia, iniciaron los pogromos, después de los cuales
desaparecieron varios shetls y olas de personas emigraron hacia los Estados Unidos.
“Cuando mi padre era un niño en Polonia, las calles estaban cubiertas de grafitis que
decían “judíos, váyanse a Palestina”. Cuando regresó a Europa 50 años después, las
paredes estaban cubiertas con grafitis que decían “judíos, váyanse de Palestina”,
recuerda Amos Oz, escritor israelí, en el Libro contra el Fanatismo.
Además de los dos principales grupos de judíos, sefaradíes y askenazíes, existen otros
grupos, entre ellos:
Judíos del norte de África. Son descendientes de judíos que se establecieron ahí
alrededor del siglo IX y que también fueron expulsados después de la creación del
Estado de Israel.
Teimaním. Judíos yemenitas. Hablan árabe, igual que los Mizrajíes, pero su tez es de
color marrón obscuro y tienen un folklore muy típico. Después de la creación de Israel,
muchos emigraron ahí y otros fueron expulsados. Hoy en día, quedan muy pocos en
Yemen.
Judíos indios. El sincretismo del hinduismo se combinó con la separación del sistema
de castas. Los judíos de Costa Malabar vivieron mucho tiempo separados del resto del
mundo. Hoy en día hay cerca de cinco mil.
Judíos chinos. Se establecieron en diversas partes del país durante la Edad Media y
fueron bien tolerados por el Confusionismo. La comunidad más grande se encontraba
en Kaifeng, pero poco a poco fue perdiendo sus tradiciones. Hoy en día hay cerca de
2,500 judíos en toda China.
Al principio del reinado de los Reyes Católicos. se hace la distinción clara entre judíos y
Conversos (Judíos Convertidos al cristianismo, Muchos de estos tomaron la medida
como conveniencia y no por convicción). Curiosamente, se tolera más a los judíos que
a los conversos, de los que se sospecha de su sinceridad.
La situación de relativa tolerancia hacia los judíos cambia a partir de 1476, con las
Cortes de Madrigal. En 1480, las de Toledo son aún más restrictivas, con sus leyes
sobre morerías y juderías, en preparación a la campaña de Granada. Por otra parte, la
fundación de la Inquisición contra conversos en 1478, en Sevilla, y desde 1482, en
Valencia, supone un fuerte golpe: se volverá a sobreentender que los conversos se
apoyan en los judíos y se intensifican las presiones sobre la comunidad. Además, en la
década de 1480 se producen ya expulsiones parciales de los judíos de las provincias
eclesiásticas de Sevilla y Zaragoza.
El edicto de expulsión
De esa forma, el 31-3-1492 se dicta el edicto de expulsión, aunque varios judíos
poderosos consiguen obstaculizarlo durante nada menos que un mes. La decisión es
consecuencia del clima de la década anterior caracterizado por un mayor
enfrentamiento social, la acción de la inquisición, la campaña de Granada que acaba de
terminar (1.1.1492) y la decisión política, por parte de los RRCC, de conseguir un
estado fuerte con proyección internacional.
La Expulsión
Los judíos tienen que optar, en un plazo de cuatro meses (hasta el 31 de Julio) por la
conversión al cristianismo o el exilio. Se ha calculado que los que eligieron el exilio
fueron unas 70.000 personas, entre las que se incluía sólo uno de los cuatro personajes
principales de la comunidad judía... el resto decidieron quedarse y bautizarse. A partir
de noviembre de ese mismo año se permite que vuelvan aquellos judíos que habían
optado por el exilio pero que ahora prefieren volver, eso sí, una vez probado que han
tomado el bautismo (en este caso tienen el derecho a recuperar sus propiedades por el
mismo precio por la que las vendieron).
Una conversión forzosa que daría luego lugar al problema del criptojudaismo (aquellos
conversos que practicaban su religión en secreto) y que sería duramente perseguida
por la inquisición.
Por último, decir que el edicto es contra una religión, no contra un grupo étnico. Los
que se convirtieron, entre 1391 y 1499, se fundieron paulatinamente con la población
española, llegando a ocupar, como se ha dicho, altos puestos políticos y eclesiásticos.
Sus familias entroncaron con las de más rancio abolengo e incluso con la alta nobleza;
aunque eso no quita que en la población española se empezara a hablar de cristianos
viejos respecto a los cristianos nuevos, en tono despectivo.