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Diáspora Judía en la edad media

Diáspora: Dispersión de un pueblo o comunidad humana por diversos lugares del


mundo; Esta se empieza a utilizar a raíz de la situación del pueblo judío después de la
destrucción del reino de Israel (siglo VI a. C.)

Los judíos son las únicas personas que han nacido en un lugar y han permanecido
menos tiempo. Sin embargo, a lo largo de sus cientos de años de historia, Las
comunidades judías se extendieron en más de 100 países: Con la excepción de Israel,
los judíos han vivido como minorías en todos esos lugares. “La historia judía está
marcada por las dispersiones y las sucesivas diásporas dentro de la diáspora, Esta
historia comienza con la destrucción del Templo de Salomón por el rey Nabucodonosor
en el siglo VI A.C, cuando los judíos fueron llevados a Babilonia. Continúa hasta el siglo
XX, con la dispersión y el genocidio de los judíos de Europa”. Así que muchos cruces
producen una diversidad de grupos judíos que cristalizaron costumbres culturales,
idiomas y comidas de los lugares donde vivían. Y también contribuyó a enriquecer las
culturas locales.

Los judíos ponen el pie en el mundo en el año 587 a. C., cuando el rey babilonio
Nabucodonosor invadió el antiguo reino de Judá (sur de Israel). El monarca arrasó
Jerusalén y envió parte de sus habitantes a Babilonia en Mesopotamia (actual Irak).
Pero lo que había sido un exilio impuesto por la fuerza contribuyó al florecimiento del
judaísmo. “Fue durante su exilio que se impuso por primera vez a todos los judíos la
práctica regular de su religión”, dice el historiador británico Paul Johnson en el libro
Historia de los Judíos. “También se reforzó el rito de la circuncisión, que los distinguía
de los paganos, y la costumbre El Sabbat (día de descanso)

Los Sefaradíes

Sefardí (son los judíos que vivieron en la Corona de Castilla y la Corona de Aragón)

En el siglo noveno, la comunidad judía de Babilonia comenzó a declinar y gran parte de


ésta se dirigió a otras partes del Mundo: África del Norte, el área de la actual Argelia,
Marruecos, Sahara Occidental y Mauritania. Allí se asentaron en las áreas de dos tribus
Musulmana: los bereberes, que eran hábiles guerreros, y los moros, más tolerantes,
dedicados al comercio, artesanía y ciencia.
A los judíos que habitaron con los moros se les conocía como sefaradíes (de Sefarad,
“España” en hebreo). Produjeron su propio idioma, el ladino, el cual estaba repleto de
palabras hebreas mezcladas con español medieval. La unión entre moros, judíos y
gitanos daría lugar al flamenco.

En la actualidad la comunidad sefardí alcanza los dos millones de integrantes, la mayor


parte residente en Israel, Francia, Estados Unidos, Argentina y Canadá. También hay
comunidades
en Turquía, Brasil, México,2 Chile, Colombia, Marruecos, Perú, Túnez, Países
Bajos e Italia.
Durante el siglo XIX, el término «sefardí» se empleaba además para designar a todo
judío que no era de origen asquenazí (judíos de origen alemán, centroeuropeo o ruso). 

En otros países musulmanes, los judíos vivían como ciudadanos de segunda clase-
podían seguir sus creencias en dhimmis (comunidades protegidas) si pagaban
impuestos- aunque su estado era superior a la de los paganos y los esclavos. “En el
mundo islámico, los judíos disfrutaron de la prosperidad en los siglos X, XI y XII. Hubo
brotes de violencia en contra de ellos, pero fueron esporádicos y locales”, dice el
historiador británico Nicholas Lange en Pueblo Judío- el rabino Maimónides (1135-
1204), un gran filósofo de la Edad Media, fue el médico de los sultanes de Egipto.-

“En el siglo XIII, cuando el mundo musulmán se vio presionado por los cristianos de
Occidente y los mongoles en el este, la condición judía empeoró dramáticamente”,
“Los líderes islámicos dieron carta blanca a la intolerancia religiosa. Lo que es peor, en
el siglo XV, Fernando de Aragón e Isabel de Castilla (los Reyes Católicos) se unieron
para poner fin a la dominación musulmana en el sur de España.

Los que obtuvieron cierta distinción Conversos (Judíos Convertidos al cristianismo,


Muchos de estos tomaron la medida como conveniencia y no por convicción).

La Santa Inquisición quemó judíos como “herejes” y saquearon sus propiedades. En


1492, los Reyes Católicos derrotaron a Granada, último reducto morisco en la
Península Ibérica, y expulsaron a los judíos que no aceptaron la conversión inmediata a
la fe cristiana.

Los que querían practicar el judaísmo abiertamente emigraron al Imperio Otomano,


incluyendo Turquía, el norte de África y Medio Oriente. “La mayoría, unos 100,000,
optaron por la solución más fácil: huir a Portugal”, “Fue una decisión equivocada
porque, cinco años más tarde, el rey Don Manuel, instauró el bautismo forzoso a los
judíos. “Los convertidos, los ‘nuevos cristianos’, continuaron siendo blanco de
sospechas de los inquisidores. Tanto así que llegó a conocérseles como “marranos”
(cerdos) o “anusím” (“forzados” en hebreo). “Para muchos, la solución estaba en
practicar el judaísmo en secreto, arriesgando sus vidas”, dice el escritor
estadounidense portugués Richard Zimler, autor de varios libros sobre el tema. Otros
se fueron asentando en todo el arco mediterráneo, el sur de Francia, Holanda,
Inglaterra y el norte de Alemania.

La llegada de refugiados a una ciudad provocó la expulsión de los que vivían allí.
“Muchos judíos se convirtieron en vendedores ambulantes “, Esta vez comienza la
leyenda antisemita del Judío Errante, el sujeto que le habría negado agua a Jesús en el
camino a la crucifixión y, por tanto, había sido condenado a una vida sin sentido.

El primer gueto en la historia fue en Venecia, en 1516. Otros “nuevos cristianos o


Conversos” llegaron a Brasil y trabajaron en diversas minas o en molinos de
Pernambuco. En 1636 se fundó en Recife la primera sinagoga de las Américas, bajo la
bendición de los holandeses.

Los Askenazíes

La saga de los sefaradíes fue simultánea a la de otro grupo importante: los askenazíes,
de “azquenaz” (“Alemania” en hebreo medieval). Se asentaron entre Alemania y
Francia, a lo largo del valle del Rin, en el siglo VIII. La mayoría se dedicaba a la
artesanía, a la elaboración de vinos y el comercio. Conocían las rutas hacia el
Mediterráneo y el Oriente Próximo. “En el siglo XIII, muchos askenazíes llegaron a
Polonia, atraídos por las oportunidades económicas”, dice Lange. “Tenían en sus
manos la mayor parte del comercio”. Sin embargo, la edad de oro Askenazí terminó en
1648, cuando se convirtieron en el objetivo de una rebelión de los cosacos de Rusia y
Ucrania, quienes mataron a cerca de 100,000 judíos y diezmaron 300 comunidades.

El antisemitismo hizo de Europa un lugar peligroso; los judíos fueron expulsados de


Inglaterra en 1290 y de Francia en 1306. En general, vivieron como extraños, que sólo
eran tolerados. No podían reclamar los derechos que tenían los demás ciudadanos y
pagaban impuestos abusivos; no tenían tierras ni podían participar en cargos
corporativo, que sólo eran para los cristianos.

Los askenazíes llegaron a Lituania, Ucrania, Moldavia y Rusia, pero vivían en pueblos
aislados, llamados shtetls. De igual forma que los sefaradíes crearon su dialecto, ellos
crearon el suyo: el yiddish, una mezcla de alemán medieval con hebreo y palabras
eslavas.

Emancipación

Cuando soplaron los vientos de la Revolución Francesa en Europa, los judíos pudieron
abandonar el gueto y obtener la ciudadanía. Figuras como Albert Einstein y Sigmund
Freud dieron forma al pensamiento de Occidente. Pero, si por un lado el siglo XIX trajo
consigo la emancipación, también instigó el nacionalismo. Los Estados-nación
modernos acusaron a los judíos de no unirse a la cultura de la mayoría y, por lo tanto,
a la identidad nacional. En Rusia, iniciaron los pogromos, después de los cuales
desaparecieron varios shetls y olas de personas emigraron hacia los Estados Unidos.

Desde 1880, miles de judíos askenazíes regresaron al punto de partida, Palestina.


Inglaterra tomó el control de esta región después de la Primera Guerra Mundial e
impuso restricciones a la inmigración, mientras mantenía un “hogar nacional” para los
judíos ahí mismo, donde David había gobernado tres mil años antes.

La inmigración aumentó durante los siguientes 30 años, contando la afluencia de


judíos que huyeron de los nazis. Después de la creación de Israel en 1948, los judíos
fueron expulsados de los países árabes en los que vivieron durante siglos. En Egipto,
donde había 65,000 judíos en 1937, quedaron menos de 100.

“Cuando mi padre era un niño en Polonia, las calles estaban cubiertas de grafitis que
decían “judíos, váyanse a Palestina”. Cuando regresó a Europa 50 años después, las
paredes estaban cubiertas con grafitis que decían “judíos, váyanse de Palestina”,
recuerda Amos Oz, escritor israelí, en el Libro contra el Fanatismo.
Además de los dos principales grupos de judíos, sefaradíes y askenazíes, existen otros
grupos, entre ellos:

Italianos. Viven en la península de Italia desde la destrucción del Segundo Templo en el


año 70. A ellos se les unieron sefaradíes deportados de España y Portugal en el siglo
XV.

Judíos del norte de África. Son descendientes de judíos que se establecieron ahí
alrededor del siglo IX y que también fueron expulsados después de la creación del
Estado de Israel.

Mizrajíes. Son descendientes de las comunidades judías de Medio Oriente y norte de


África. Literalmente, “mizrají” significa “oriental”. Vivieron en Iraq, Siria, Líbano y
Egipto desde la antigüedad; sus dialectos son judeo-árabes. Los judíos de Iraq
descienden de los esclavos que fueron llevados a Babilonia en el siglo VI a. C. Fueron
expulsados después de la independencia de Israel en 1948.

Teimaním. Judíos yemenitas. Hablan árabe, igual que los Mizrajíes, pero su tez es de
color marrón obscuro y tienen un folklore muy típico. Después de la creación de Israel,
muchos emigraron ahí y otros fueron expulsados. Hoy en día, quedan muy pocos en
Yemen.

Etíopes. Conocidos como “beta Israel” o “falashas”; tienen un origen desconocido,


pero se cree que llegaron a Etiopía en tiempos de Salomón o que se convirtieron al
judaísmo en algún momento posterior. En lugar de hebrero, utilizan el ge’ez o am’hari
como lenguaje religioso y son estrictos observadores del Shabat y del Kashrut. Había
casi 40,000 que vivían en campos de refugiados y que fueron rescatados por Israel
entre los años 80’s y 90’s.

Judíos indios. El sincretismo del hinduismo se combinó con la separación del sistema
de castas. Los judíos de Costa Malabar vivieron mucho tiempo separados del resto del
mundo. Hoy en día hay cerca de cinco mil.
Judíos chinos. Se establecieron en diversas partes del país durante la Edad Media y
fueron bien tolerados por el Confusionismo. La comunidad más grande se encontraba
en Kaifeng, pero poco a poco fue perdiendo sus tradiciones. Hoy en día hay cerca de
2,500 judíos en toda China.

LA EXPULSIÓN DE LOS JUDÍOS


El 31 de Marzo se cumplirán 528 años desde que los Reyes Católicos firmaran el
decreto de expulsión de los judíos de los reinos de Castilla-León y Aragón,
convirtiéndose así en los últimos grandes monarcas europeos que dictaminaran dicha
medida, siendo prontamente seguidos por Navarra (1496) y Portugal (1498).

Los judíos y los Reyes Católicos

Al principio del reinado de los Reyes Católicos. se hace la distinción clara entre judíos y
Conversos (Judíos Convertidos al cristianismo, Muchos de estos tomaron la medida
como conveniencia y no por convicción). Curiosamente, se tolera más a los judíos que
a los conversos, de los que se sospecha de su sinceridad.

Entre 1430 y 1470 se va a producir una avalancha de conversiones debido a la acción


predicadora y a la propia división de la comunidad judía. Se estima que ya en estas
fechas se convirtieron voluntariamente unas 250.000 personas, unos dos tercios de la
población sefardí.

La situación de relativa tolerancia hacia los judíos cambia a partir de 1476, con las
Cortes de Madrigal. En 1480, las de Toledo son aún más restrictivas, con sus leyes
sobre morerías y juderías, en preparación a la campaña de Granada. Por otra parte, la
fundación de la Inquisición contra conversos en 1478, en Sevilla, y desde 1482, en
Valencia, supone un fuerte golpe: se volverá a sobreentender que los conversos se
apoyan en los judíos y se intensifican las presiones sobre la comunidad. Además, en la
década de 1480 se producen ya expulsiones parciales de los judíos de las provincias
eclesiásticas de Sevilla y Zaragoza.

El edicto de expulsión
De esa forma, el 31-3-1492 se dicta el edicto de expulsión, aunque varios judíos
poderosos consiguen obstaculizarlo durante nada menos que un mes. La decisión es
consecuencia del clima de la década anterior caracterizado por un mayor
enfrentamiento social, la acción de la inquisición, la campaña de Granada que acaba de
terminar (1.1.1492) y la decisión política, por parte de los RRCC, de conseguir un
estado fuerte con proyección internacional.

El edicto especifica tres razones para su expulsión: el peligro de los judaizantes, es


decir, de que perviertan cristianos en las erróneas enseñanzas del judaísmo; la religión
judía pasa a ser considerada legalmente perversa; y, por último, las prácticas usureras
de los judíos.

También se ha argumentado que hubo razones económicas. Ciertamente hubo


particulares que aprovecharon para beneficiarse de la mal venta que tuvieron que
hacer los judíos, o que incluso se negaran a pagar las deudas debidas. Las arcas del
tesoro real también salieron claramente beneficiadas, pero estas no estaban en
bancarrota, así que no es la causa determinante de la expulsión.

La Expulsión

Los judíos tienen que optar, en un plazo de cuatro meses (hasta el 31 de Julio) por la
conversión al cristianismo o el exilio. Se ha calculado que los que eligieron el exilio
fueron unas 70.000 personas, entre las que se incluía sólo uno de los cuatro personajes
principales de la comunidad judía... el resto decidieron quedarse y bautizarse. A partir
de noviembre de ese mismo año se permite que vuelvan aquellos judíos que habían
optado por el exilio pero que ahora prefieren volver, eso sí, una vez probado que han
tomado el bautismo (en este caso tienen el derecho a recuperar sus propiedades por el
mismo precio por la que las vendieron).

Una conversión forzosa que daría luego lugar al problema del criptojudaismo (aquellos
conversos que practicaban su religión en secreto) y que sería duramente perseguida
por la inquisición.

EL destino de estos sefarditas se concentra en tres frentes: Portugal, donde no serían


mejor tratados y de donde saltarían a América y el Norte de África; el norte de África y
las repúblicas italianas. Al final se acabarían asentando en ambas riberas del
mediterráneo, sobre todo en las zonas ocupadas por los turcos y musulmanes.
Conclusiones

Hay que destacar que parece precisamente el deseo de internacionalización de la


política de los RRCC y la necesidad de una nación fuerte y unida el impulso principal
detrás de la obra de los RRCC. A nivel económico supuso, a la larga, fuertes pérdidas; si
bien las demográficas, aunque cuantiosas, son menos importantes de lo que se
consideraba hasta hace poco.

Por último, decir que el edicto es contra una religión, no contra un grupo étnico. Los
que se convirtieron, entre 1391 y 1499, se fundieron paulatinamente con la población
española, llegando a ocupar, como se ha dicho, altos puestos políticos y eclesiásticos.
Sus familias entroncaron con las de más rancio abolengo e incluso con la alta nobleza;
aunque eso no quita que en la población española se empezara a hablar de cristianos
viejos respecto a los cristianos nuevos, en tono despectivo.

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