Está en la página 1de 8

Almanaque del espiritismo

1873

Exportado de Wikisource el 30 de octubre de 2021

1
Nota: Se ha conservado la ortografía original.

SOCIEDAD BARCELONESA DE ESTUDIOS


PSICOLÓGICOS.

EXISTENCIA DE DIOS.

Medium.-J. Surroca.

Querer el cuadrúpedo pisar el suelo cn la forma que lo hace


el hombre, seria proteccion estúpida: querer la materia
comprender la fuerza ó espíritu que le anima, dirige y
gobierna, seria proteccion absurda: querer el espíritu
conocer ciertamente la gran fuerza, la. causa primera, 6
Dios, es locura.

Porque asi como el cuadrúpedo en su propio estado carece


de una condicion necesaria para obtener en deseo, otra
forma: y la materia de una fiacultad que no tiene, la
inteligencia; á nosotros, para dar cima tambien a nuestra
pretensian nos falta, si no algun nuevo sentido, mando
menos refinar, purificar, limpiar nuestra inteligencia y
sentimiento de cuantos defectos el hombre conoce ya aquí
en la tierra que habita.

2
No puede ser de otra manera, porque Dios existe. Negar su
existencia no será mas que un efecto de ignorancia ú
orgullo que a todos nos sobra una y otro.

Se ha dicho que con un buen telescopio se observan astros


que vedados a nuestra propia vista están. Con la fé
razonada, telescopio más puro que aquel, se divisar: ya loa
primeros albores de la existencia del Gran Motor de Todo:
de la existencia de Dios. Y aquel que sin dicho telescopio
niego, a Dios, seguro es que no le concibe y ni le concebirá
jamas, hasta que, despreciando en orgullo, se acoja í aquel
instrumento espiritual.

Hasta ahora, que se sepa, no existe una razon plausible para


negar la existencia de Dios, puesto que para apoyar la
negativa es menester una prueba convincente: ésta no
existe; luego es muy prudente quedemos en la dada. Y ei
dudamos, empezamos á entrar en la fe. Sea está tan
razonada como se quiera, y nos será permitido entrever algo
que nos conduzca al principio del conocimiento de la
existencia de Dios.

Y esa fe sea tan solo la buena voluntad de querer pensar y


sentir si existe aquel; nada más: no desbarremos queriendo
penetrar la ciencia de de su Sér, el modo y condiciones en
que existe, porque es seguro que el caos, la confusion serán
el premio de nuestro atrevido desvarío.

3
Como á ejemplo de nuestro atrevimiento observemos; que
el hombre en en poco progreso, aun no ha podido conocer,
ni concebir siquiera, la calidad de la primitiva sustancia de
la materia, y eso que la tenemos sujeta á nuestra vista.

Contentémonos, pues, por ahora, y nos es suficiente, con


entender que una cosa no se crea á si misma: que todo
efecto reconoce una causa mediata ó inmediatamente que le
produce; y que segun sea este, material ó inteligente, debo,
ineludiblemente, ser aquella análoga a su efecto; y que
remontándonos con nuestra sencilla imaginacion por la ley
de las causas y sus efectos, llegaremos, por último, a cierto
extremo, donde una cause forzosamente nos detiene: sea
esta, pues, la primera: sea Dios.

Otra gran ley existe y que llamamos de semejanza o de


afinidad: apliquemos esa ley á nosotros mismos con
relacion á Dios. Y la única afinidad que a Él nos una es la
de ser nosotros efecto y Él causa. Observemos al propio
tiempo que asi como la causa conoce siempre á su efecto,
porque es dependiente de ella, porque le ha creado, no
sucede generalmente lo propio con respecto al efecto.
Muchísimas efectos desconocen sus propias causas. Ellos
existen, y no tienen más conocimiento de sus causas que
por la deduccion. Basta esta, pues, para no negar su causa.
Por otra parte , todo efecto tiene algo de todos o parte de las
cualidades que posee la causa que lo produce. Pues bien:
observemos que nosotros, efecto, poseemos inteligencia.
sentimiento y voluntad, y que nuestra causa, sea cual fuere,

4
debe de tener cuando menos esos tres facultades; pero en
más, no en igual y nunca en menos calidad o fuerza que
nosotros.

Y supongamos, ahora, que queremos ocupar en primera de


esas facultades con la que le ha dado su existencia, y nos
encontramos que para ello es menester poner, precisamente,
en ejercicio y colocar frente á frente esa misma facultad;
¿de que nos valemos entonces para formar un juicio exacto
de tal comparacion? Imposible nos será apreciarla, porque
en realidad no puede existir, a causa de faltarnos un
requisito ú otra facultad distinta con que poder juzgar las
cosas comparadas. De aqui la inferioridad de nosotros
respecto a la Superioridad de Aquel, nuestro Creador. Hé
aquí ln diferencia de causa y efecto. .

..............

¡Ah!... entre la estrecha limitacion de nuestras facultades y


la limitada latitud de las de la Gran Causa media el
obstáculo de lo relativo a lo absoluto en que tropezamos
cuando queremos comprenderla: media el escollo del atraso
en que pueda vivir el niño con respecto a su padre:
creciendo aquel en desarrollo de inteligencia y buena
voluntad, llega donde su padro en virtud de la ley del
progreso: procuramos, pues, nosotros. niños, progresar y
quizás llegaremos tambien a nuestro Padre; a Dios.

5
No siendo mucho más sábios y mucho más buenos de lo
que somos, entiendo ser imposible llegar á comprender á
Dios. El ignorante, por ejemplo, ¿se dará cuenta de lo que
en si es y lo que vale el verdadero sábio? ¿El malvado,
comprenderá la virtud del bueno y lo que significa y vale
esta? No; y aún menos cuando generalmente el orgullo y la
vanidad retrae al uno del saber y aporta al otro del bien, de
la ambicion y el egoísmo. De consiguiente, nosotros que a
fuer de orgullosos y egoístas somos ignorantes y malos no
comprenderemos al Autor de Todo que forzosamente debe
ser sábio y bueno en absoluto.

Comprendo, por fin, que el sentir y concebir á Dios y


conocerme á mi mismo me es suficiente para principiar a
comprenderle; y no me abandona la esperanza de que,
trabajando en el buen terreno del Saber y de la virtud,
comprenderé mañana mejor que hoy y otro dia mejor que
mañana á Dios.

6
Sobre esta edición
electrónica
Este libro electrónico proviene de la versión en español de
la biblioteca digital Wikisource[1]. Esta biblioteca digital
multilingüe, realizada por voluntarios, tiene el objetivo de
poner a disposición de todo el mundo el mayor número
posible de documentos públicos de todo tipo (novelas,
poesías, revistas, cartas, etc.).

Lo proporcionamos de manera gratuita gracias a que los


textos utilizados son libres de derechos o están bajo licencia
libre. Puede utilizar nuestros libros electrónicos de manera
totalmente libre, con finalidades comerciales o no,
respetando las cláusulas de la licencia Creative Commons
BY-SA 3.0[2] o, según sea, de la licencia GNU FDL[3].

Wikisource está constantemente buscando nuevos


colaboradores. No dude en colaborar con nosotros. A pesar
de nuestro cuidado puede ser que se escape algún error en la
transcripción del texto a partir del facsímil. Puede avisar de
errores en esta dirección[4].

Los siguientes contribuidores han permitido la realización


de este libro:

7
GinnevraDubois

1. ↑ https://es.wikisource.org
2. ↑ https://creativecommons.org/licenses/by-
sa/3.0/deed.es
3. ↑ https://www.gnu.org/copyleft/fdl.html
4. ↑
https://es.wikisource.org/wiki/Ayuda:Informar_de_un_
error

También podría gustarte