Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Nota: te sugiero que tengas a mano una biblia para poder seguir las lecturas bíblicas
que se citan para tener una mejor comprensión del estudio.
Introducción.
¡Hay como nos iría en el mundo si nos dejáramos guiar por los mandatos del Señor!
Los proverbios que encontramos en los versículos del 27 al 35 del capítulo 3 apelan al
trato justo hacia los demás.
¿Cómo es posible que con tanta inteligencia como ha sido capaz el ser humano de
desarrollar desde su creación hasta nuestros días no haya podido encontrar aún la
forma de "hacer justicia" de veras, cuando tanto tiempo ha tenido a mano estos
proverbios?
Amar al prójimo.
Ya, por aquellos entonces, a los que se refiere en pasaje que hemos leído, los líderes
judíos trataban de buscar excusas para poder acosar a Jesús y apresarlo. Muy
astutamente le hicieron esta pregunta, con la intención de comprometer a Jesús y
encontrar el motivo para enemistarlo con el pueblo, puesto que los maestros judíos
enseñaban que en el libro sagrado había 613 leyes, todas ellas en la misma
obligatoriedad de cumplimiento.
Jesús, más entendido y astuto que los líderes judíos resumió toda la ley que ellos
tenían en un solo mandamiento como hemos leído.
Quizás, cada uno dirá cosas diferentes de lo que es más importante para él; puede ser
la familia, la amistad, el trabajo, los estudios…. pero en realidad sólo hay dos cosas
que constituyen lo más importante y en este orden: la primera es amar a Dios sobre
todo, la segunda es amar al prójimo como a uno mismo.
Amar a Dios sobre todas las cosas y amar al prójimo como a uno mismo guarda un
paralelismo como las dos caras de un billete, donde hay una cara donde suele estar la
imagen principal que suele ser la del monarca, primer gobernante u otra insignia
identificativa y representativa del país y otra cara donde la imagen es secundaria y que
hace alusión a un paisaje, identidad cultural, etc.; visualicemos un billete que
tengamos a mano.
¿Qué pasaría si un billete presenta por una cara toda su perfecta imagen del billete,
mientras que por la otra sólo se ve el color blanco del papel o una imagen imperfecta o
defectuosa?
¿tú lo aceptarías?
Casi seguro que no. Si se te dan en un banco o un comercio, seguro que lo devuelves
y pides que te lo cambien por otro que tenga la imagen perfecta del billete por las dos
caras. ¿Verdad? Yo sí lo haría y de hecho me ha sucedido de darme un billete roto o
defectuoso y he pedido que me lo cambien por otro en mejores condiciones.
Creo que porque no vale, porque es un billete que se puede considerar falso, no
auténtico.
Pues verás, eso mismo pasa con el "amor a Dios y el amor al prójimo"; que no se
puede amar a Dios y no amar al prójimo, e incluso al "enemigo", porque al fin y al
cabo, Jesús no vino a decir nada incoherente; el prójimo puede ser amigo o enemigo y
Jesús lo que vino a mandar fue "ama a tu prójimo…"
Sí, es cierto, que podemos citar casos de quienes muestran un "amor" a los demás y
por otra parte se definen como ateos o no creyentes en Dios. Bueno, quizás sea
posible que se den éstos, pero en todo caso esos comportamientos y actitudes para
con los demás no están a la otra cara del amor de Dios, sino que pueden estar
promovidos por otro tipo de intereses, más bien humanos (reconocimiento social,
apaciguar la conciencia, respuesta a modelos y educación cívica, etc.) y no por la
motivación y obra del Espíritu Santo.
El Apóstol Pablo, en este pasaje que hemos leído nos refiere que el cristiano siempre
es deudor del amor a los demás. Esta deuda nunca se consigue saldar por completo. Él
mismo cita a los Diez mandamientos para demostrar lo que significa "amar al
prójimo", por lo que el "amar" es "el cumplimiento de la ley"
Esto que nos dice el Apóstol Pablo nos plantea a nosotros una cuestión: ¿son mis
acciones una bendición para los demás?
Una cuestión que todo cristiano debería de plantearse en su trato con su prójimo en
tanto Dios demanda de él el cumplimiento de primer y segundo mandamiento en
importancia.
La principal característica del amor fraterno debe ser la "sinceridad". Una forma de
verse la sinceridad del amor fraternal es cuando "se aborrece el mal", ya que el amor
no tolera ni soporta las diversas maneras en que se expresa el mal.
Y como dice el refrán "obras son amores y no buenas razones", es decir debe darse a
conocer en acciones en lo práctico y no sólo en promesas y palabras de consuelo.
La sinceridad del "amor fraterno" también queda evidente cuando damos preferencia al
otro sobre la nuestra, cuando el trato es como si se tratara de la familia. Un creyente
que ama sinceramente es un creyente comprometido con el bienestar de la familia
cristiana.
Otra expresión del amor sincero es la honra que tributamos a los demás a través del
respeto y la consideración que les otorgamos.
Quizás todo esto que venimos diciendo nos parece muy bien y es bien acogido cuando
las cosas van bien y sosegadamente, pero en situaciones difíciles y cuando las cosas
no van tan bien ¿cómo podemos mantener una actitud de amor?
El Apóstol Pablo anima a los creyentes a mostrar una actitud de amor aún en la
adversidad; para ello, es necesario que el creyente mantenga una esperanza gozosa y
firme en tiempos difíciles. Sólo una persona que está gozoso y lleno de esperanza
puede amar a los demás sin fingimiento en tiempos de adversidad.
Otra cualidad del amor fraternal es que fomenta la armonía en aquellas personas que
están de nuestro lado y la busca con aquellos que se muestran contrarios a nosotros.
En este pasaje que hemos leído se nos muestra lo que significa vivir en armonía con
quienes son cercanos a nosotros, aunque estén pasando diferentes circunstancias; así
pues los cristianos tenemos que sintonizar, mediante el amor fraternal, con aquellos
que nos rodean; llorar con los que lloran, compadecerse con los que sufren, gozarse
y disfrutar con los que triunfan, etc. Esta armonía a la que el Apóstol Pablo nos llama
requiere mantenernos firmes en la humildad para con los demás (nadie es más que
nadie; ni nadie es mejor que nadie) buscando como meta el "identificarnos" con los
demás para conseguir esa adaptación necesaria para conseguir la armonía con los
demás. De esta manera las diferencias individuales (étnicas, de raza, status social,
cultural o económico) no destruirán la armonía del amor fraterno.
La cuestión ahora es ¿si es posible vivir en armonía y amor fraternal con personas a
quienes no le somos simpáticas e incluso nos tratan mal?
La respuesta es obvia: Sí. De hecho el ejemplo máximo de esto nos lo dio Cristo,
quien desplegó amor fraternal y vivió en armonía con todos, incluso aquellos que lo
querían mal y lo buscaban para matarlo.
Podríamos pensar que esta cuestión para nosotros nos pueda resultar más difícil. De
todos modos, el Apóstol Pablo nos dice: "Que debemos bendecir y no maldecir" a todo
el que nos persiga como reflejo de lo que el mismo Jesús dijo y que nos refiere Mateo
cap. 5 vers. 44. A fin de cuentas esto es la puesta en acción del mandamiento de Jesús
en cuanto a "amar a nuestros enemigos", así que, aunque difícil pueda serlo, el
cristiano tiene que prepararse y madurar espiritualmente para hacer posible el
cumplimiento de este mandamiento de Cristo.
Además, Pablo nos indica que no hay una base bíblica para "pagar mal por mal", sino
todo lo contrario, debemos estar en disposición de devolver bien por mal, para lo que
hay que prepararse y llegar a permitir que el Espíritu Santo controle nuestro yo y
nuestros sentimientos.
Los creyentes estamos llamados a estar en paz con todos, a pesar de que haya gente
que no quieran estar en paz con nosotros. Pero el llamado no es a compartir una paz
con todos, que sería lo ideal, sino a que nosotros estemos en paz con todos, para lo
cual debemos poner en práctica la armonía del amor fraterno.
¿Cómo nos deben afectar a los cristianos las ofensas de las que pudiéramos ser
víctimas?
El versículo 20 y21 de Romanos 12, que hemos leído dice: "Si tu enemigo tiene
hambre, dale de comer; y si tiene sed, dale de beber. Así harás que le arda la cara de
vergüenza." No te dejes vencer por el mal. Al contrario, vence con el bien el mal.
¿Cómo somos tan necios de haber vivido tanto, haber desarrollado tanta tecnología y
ciencia y no darnos cuenta de que Dios desde la fundación de mundo puso a nuestra
disposición la solución de nuestras diferencias, que tanto mal nos hace y nos destruye?
¿No ven, lo que al principio pudiera parecernos un razonamiento difícil de asumir
(paga bien por mal y amar a tu enemigo) no está falto de lógica y de sentido positivo;
quien paga mal por mal ¿qué gana?
Una de las cosas que pone a prueba y puede, en ocasiones, atentar contra el amor
fraternal, es la "la diferencia de opinión", es decir, quienes no opinan como nosotros en
determinados asuntos, sobre todo en asuntos de conciencia.
Como hemos leído, el Apóstol Pablo nos refiere que tenemos que "no juzgar a nadie ni
contender sobre diferentes opiniones", ya que él sabía muy bien que los desacuerdos
respecto a asuntos de conciencia terminaban en posibles causas de división entre los
hermanos. Y además, curiosamente, asuntos que en la mayoría de los casos no suelen
ser trascedentes para la fe en Cristo (como en el caso que nos cita en Apóstol sobre las
diferencias de opiniones entre los romanos sobre el comer o no carne por cuestión de
conciencia)
El apóstol Pablo, si hace una observación sobre una práctica muy común en estas
situaciones; por una parte, hay quienes permiten determinada práctica y consideran a
los que no la permiten como legalistas o faltos de entendimiento; por otra parte, los
que no permiten determinada práctica, consideran a los que la permiten como carente
de espiritualidad.
Otro aspecto relacionado con el amor fraternal que el apóstol Pablo refiere es el
menosprecio a otras personas por el hecho de no seguir determinadas costumbres o
tradiciones religiosas como uno las tiene.
Los judíos cristianos tenían muchas fiestas ligadas a sus creencias religiosas que
celebraban celosamente y los gentiles cristianos no, con lo que estos últimos no
guardaban estas fiestas ni practicaban determinados rituales. Esto produjo una actitud
de menosprecio de unos creyentes respecto de otros.
Pablo sale al hilo de estas actitudes indicando que lo más importante es "honrar a
Dios"; por lo tanto lo que cada cristiano tiene que estar convencido en su mente es
que con lo que hace esté honrando a Dios.
Una vez más se repite el criterio de que nadie debe ni puede juzgar a nadie, porque el
que Juzga es el Señor y todos darán cuentas ante Él. Ningún cristiano vive para sí
mismo o muere para sí mismo, sino que sucede para Dios. Por tanto a Él solo se ha de
dar cuentas.