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Oscar Horta*
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animales no humanos, siempre que esta sea menor que la dada a los
intereses humanos.
Las defensas del antropocentrismo se basan en dos premisas:
(1) Los intereses de quienes cumplan un cierto criterio (lla-
mémosle “C”) deben contar más que los de quienes no cum-
plen tal criterio C.
(2) Los seres humanos cumplen el criterio C, mientras que los
animales no humanos no cumplen C.
Hay distintas formas de defender el antropocentrismo. Estas
pueden ser clasificadas en los siguientes tipos:
(1) Defensas definicionales del antropocentrismo. Estas son aque-
llas que defienden que los intereses humanos cuentan más
porque sí, sin aportar ninguna otra razón para defender tal
postura. Para estas posiciones, el criterio C consiste simple-
mente en pertenecer a la especie humana.2 Estas defensas del
antropocentrismo no proporcionan una justificación válida de
este, debido a que dan por supuesto aquello que defienden.
(2) Defensas argumentadas (no definicionales) del antropocen-
trismo. Estas son aquellas que sí aportan otras razones para
defender tal postura. Así, sostienen que el criterio C consiste
en algo distinto de la simple pertenencia a la especie humana.
Entre ellas pueden distinguirse las siguientes:
(2.1) Posiciones que sostienen que el criterio C es algún atri-
buto cuyo cumplimiento no es comprobable, como, por ejem-
plo, la posesión de un alma inmortal, de un lugar especial en
el universo, etcétera.3 Como en el caso de las defensas defi-
nicionales del antropocentrismo, estas posiciones tampoco
aportan ninguna justificación válida de aquel, dado que no
hay forma de comprobar lo que sostienen. Ni se puede com-
2. Diamond, Cora, “The Importance of Being Human”, en Cockburn, David (ed.), Human
Beings, en Royal Institute of Philosophy Supplement, Vol. 29, Cambridge, Royal Institute
of Philosophy, 1991, pp. 35-62; Lynch, Tony y Wells, David, “Non-Anthropocentrism?
A Killing Objection”, Environmental Values, N° 7, 1998, pp. 151-163; Gaita, Raimond, The
Philosopher’s Dog: Friendships with Animals, Londres, Routledge, 2003.
3. Reichmann, James B., Evolution, Animal “Rights” and the Environment, Washington,
The Catholic University of America Press, 2000; Machan, Tibor, Putting Humans First:
Why We Are Nature’s Favorite, Oxford, Rowman and Littlefield, 2004; véase también el
Libro I de la Política de Aristóteles (en concreto 1256b 20-22).
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4. McCloskey, Henry J., “Moral Rights and Animals”, en Inquiry, N° 22, 1979, pp. 23-54;
Frey, R. G., Interests and Rights: The Case against Animals, Oxford, Oxford University
Press, 1980; Leahy, Michael P. T., Against Liberation: Putting Animals in Perspective, Lon-
dres, Routledge, 1991.
5. Midgley, Mary, Animals and Why They Matter, Atenas, University of Georgia Press,
1983; Narveson, Jan, “On a Case for Animal Rights”, The Monist, N° 70, 1987, pp. 31-49;
Wenz, Peter S., Environmental Justice, Nueva York, SUNY, 1998.
6. Horta, Oscar, Un paso adelante en defensa de los animales, Madrid, Plaza y Valdés, 2017.
7. Ryder, Richard D., “Speciesism again: The Original Leaflet”, Critical Society, N° 2,
2010 (1970), pp. 1-2.
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criterios comprobables sí funcione. Para que ello sea así, debe haber al-
gún caso en el que sean correctas las dos premisas en las que se basan. La
primera, que aquello que justifica que se dé pleno respeto a alguien es que
posea los criterios arriba indicados. La segunda, que quienes cumplen
tales criterios son los seres humanos, y no los demás animales. Veremos
a continuación si la primera de estas dos premisas puede ser aceptable.
Hay un argumento relativamente sencillo que niega que esto sea
así. Puede ser presentado de distintas maneras. Por ejemplo, median-
te un experimento mental como el siguiente. Supongamos que supié-
semos que en un momento determinado (por ejemplo, cuando todavía
nos quede por delante la mitad de nuestra vida) va a ocurrir algo que
hará que dejemos de cumplir los criterios mencionados. Pues bien,
imaginemos que en tal escenario pudiésemos elegir entre dos posibles
situaciones. En una de ellas se daría una consideración desfavorable
a quienes no cumplen esos criterios. En la otra, ello no ocurriría, sino
que se respetaría por igual a todo el mundo.
En un caso así, nos resultaría mucho más perjudicial que se diese
una situación como la primera, dado que en ella podríamos sufrir una
suerte como la que hoy padecen los animales no humanos. Por ello, si
respondiésemos honestamente, la gran mayoría preferiríamos que se
respetase a todo el mundo. Ello nos muestra que, si pensamos de forma
imparcial, rechazaremos que los criterios indicados sean aceptables a
la hora de considerar moralmente a alguien. Por este motivo, este argu-
mento constituye un ejemplo de lo que podemos llamar un argumento
de la imparcialidad. Y puede haber otros tipos de argumentos de la im-
parcialidad semejantes, en la medida en que presenten situaciones en
las que, cuando reflexionamos de forma imparcial, llegamos a la con-
clusión de que una cierta forma de desconsideración es injustificada.
Otro argumento diferente que lleva también a rechazar la prime-
ra premisa de las defensas del antropocentrismo es el argumento de
la relevancia. Este se basa en la idea, muy intuitiva, de que nuestras
decisiones deben darse conforme a criterios relevantes para aquello
de lo que tratan. Entendemos, por ejemplo, que para que alguien re-
ciba un título universitario lo que debe contar es que haya estudiado
esa titulación, no que tenga una cierta enfermedad, mientras que lo
que ha de contar para obtener un determinado fármaco sí puede ser,
en cambio, sufrir esa enfermedad, y no haber estudiado una carrera
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8. Dombrowski, Daniel A., Babies and Beasts: The Argument from Marginal Cases, Chicago,
University of Illinois, 1997; Pluhar, Evelyn, B., Beyond Prejudice: The Moral Significance of
Human and Nonhuman Animals, Durham, Duke University Press, 1995.
9. Horta, Oscar, “The Scope of the Argument from Species Overlap”, en Journal of
Applied Philosophy, Vol. 31, N° 2, mayo de 2014, pp. 142-154.
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Formas de especismo
Si los argumentos que acabamos de ver son correctos, ello supon-
drá que el antropocentrismo no se encuentra justificado. La implica-
ción que se viene a seguir de ello es que el antropocentrismo es una
posición especista.
10. Ídem. Véase también Ehnert, Jesse, The Argument from Species Overlap, tesis de
maestría, Blacksburg Virginia Polytechnic Institute and State University, 2002;
Dombrowski, Daniel A., “Is the Argument from Marginal Cases Obtuse?”, en Journal of
Applied Philosophy, Vol. 23, N° 2, mayo de 2006, p. 232.
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11. Gloor, Lukas y Mannino, Adriano, “The Case for Suffering-Focused Ethics”,
Foundational Research Institute, 2016. Disponible en: http://foundational-research.
org/the-case-for-suffering-focused-ethics; Mayerfeld, Jamie, Suffering and Moral
Responsibility, Oxford, Oxford University Press, 2002.
12. Singer, Peter, Ética práctica, Cambridge, Cambridge University Press, 1979; Matheny,
Gaverick, “Utilitarianism and Animals”, en Singer, Peter, In Defense of Animals: The
Second Wave, Blackwell, Malden, 2006, pp. 13-25. Un libro que en ocasiones se presenta
como utilitarista, a saber, la obra también de Singer Liberación Animal, Madrid, Taurus,
2011 (1975), lo es solamente de forma parcial. Sus presupuestos últimos son utilitaristas
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éticas, incluyendo todas las citadas arriba. Ello supone que el rechazo
del especismo no nos compromete con una teoría ética concreta.17
17. Horta, Oscar, “El cuestionamiento del antropocentrismo: distintos enfoques nor-
mativos”, Revista de Bioética y Derecho, N° 16, 2009, pp. 36-39.
18. Ética Animal, Explotación animal, 2016. Disponible en: http://www.animal-ethics.
org/explotacion-animal-introduccion; Organización de las Naciones Unidas para la
alimentación y la agricultura – FAO, “Ganadería primaria”, FAOSTAT - Datos sobre ali-
mentación y agricultura Statistical Database, 2018. Disponible en: http://www.fao.org/
faostat/es/#data/QL; Mood, Alison y Brooke, Phil, “Estimating the Number of Farmed
Fish Killed in Global Aquaculture Each Year”, Fishcount.org.uk, 2012. Disponible en:
http://fishcount.org.uk/published/std/fishcountstudy2.pdf; Mood, Alison y Brooke,
Phil, “Estimating the Number of Fish Caught in Global Fishing Each Year”, Fishcount.
org.uk, 2010. Disponible en: http://fishcount.org.uk/published/std/fishcountstudy.pdf
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dos). Pero, de manera general, los intereses de los animales son dejados
totalmente a un lado también en este ámbito.
En los siguientes dos apartados veremos de manera separada estas
dos maneras en las que los intereses de los animales se ven frustrados.
19. Zamir, Tzachi, Ethics and the Beast: An Argument for Speciesist Liberationism, Princeton,
Princeton University Press, 2007.
20. Carruthers, Peter, La cuestión de los animales: teoría moral aplicada, Cambridge,
Cambridge University Press, 1995 (1992).
21. Según esta versión más avanzada, ningún uso de los animales estaría justificado a
no ser que los daños no inherentes a este hubiesen sido eliminados al máximo posible.
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Otras posiciones podrían considerar que la explotación animal podría estar justifi-
cada si esos daños hubiesen sido reducidos al menos hasta un cierto nivel, incluso
aunque no fuese el máximo.
22. Francione, Gary L., Animals, Property, and the Law, Philadelphia, Temple University
Press, 1995; Haynes, Richard P., Animal Welfare: Competing Conceptions and Their Ethical
Implications, Springer, Dordrecht, 2008.
23. En filosofía existe una posición (con un sentido valorativo y otro normativo) que se
conoce con el nombre “bienestarismo”, y no tiene nada que ver con aquello de lo que
estamos hablando aquí. En teoría del valor, las posiciones bienestaristas son aquellas
que sostienen que las únicas cosas valiosas o disvaliosas que hay son aquellas que son
buenas o malas para quienes las reciben, de manera que no existen valores puramen-
te impersonales (esto es, cosas que puedan ser buenas o malas por sí mismas sin serlo
para nadie). Y en teoría normativa son bienestaristas las posiciones que sostienen que
aquello que es bueno o malo para quienes lo reciben (esto es, tanto los demás seres como
nosotros o nosotras) es lo único que debería darnos razones morales (de manera que no
tenemos la obligación de promover algo que no va a ser de ninguna forma bueno para
nadie, ni la de evitar algo que no va a ser de ninguna forma malo para nadie). Véase por
ejemplo Holtug, Nils, “Welfarism - the Very Idea”, Utilitas, N° 15, 2003, pp. 151-174; Moore,
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las listadas arriba, tal vez de hambre, de frío o comidos vivos) son a
menudo muy dolorosas y lentas. Y por ser tan jóvenes al morir, estos
animales tienen pocas posibilidades de experimentar algún disfrute.
Por ello, hay un grandísimo número de animales para quienes la vida
contiene más sufrimiento que disfrute.
Si en vez de animales de otras especies se tratase de seres huma-
nos, existiría un clamor social a favor de que se les proporcionase asis-
tencia. Sin embargo, las actitudes especistas llevan a que en el caso de
los animales no humanos su situación de necesidad sea dejada de lado.
Ello a pesar de que existen ya múltiples iniciativas en ayuda de estos
animales (como rescates, centros de atención médica y orfanatos para
animales en situación de necesidad en el mundo salvaje, programas de
alimentación y vacunación, etc.).27
Junto al especismo, otro motivo que lleva a no considerar a estos
animales consiste en que los planteamientos ecologistas a menudo
promueven la visión idílica de los animales en la naturaleza, que ya
hemos visto que es errónea. Asimismo, estos planteamientos también
pueden entrar en conflicto con la idea de que debemos actuar a fa-
vor de los animales en el mundo salvaje. El motivo es que pueden pro-
mover la idea de que lo correcto es dejar en todo momento que siga
el curso natural de las cosas. Pero esta posición es cuestionable. No
la mantenemos en el caso de los seres humanos, en el cual luchamos
contra la enfermedad, las adversidades climatológicas, el hambre y
las demás causas naturales de los daños que padecemos. Tampoco es
en realidad asumida desde las posiciones ecologistas, que defienden
frecuentemente la intervención en los ecosistemas con fines conser-
vacionistas (muchas veces, dañando a un gran número de animales,
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El ámbito jurídico
Llegado este punto, podemos pasar a ver qué es lo que sucede en los
ordenamientos jurídicos. En estos se distingue actualmente de manera
común entre personas y cosas. Las personas son aquellas entidades a
28. Shelton, Jo-Ann, “Killing Animals that Don’t Fit In: Moral Dimensions of Habitat
Restoration”, Between the Species, N° 13/4, 2004, pp. 1-21. Disponible en: http://digitalcom
mons.calpoly.edu/bts/vol13/iss4/3; Mosquera, Julia, “The Harm They Inflict when Values
Conflict: Why Diversity Does Not Matter”, Relations: Beyond Anthropocentrism, N° 3, 2015,
pp. 65-77. Disponible en: http://ledonline.it/index.php/Relations/article/view/822/664
29. Sagoff, Mark, “Animal Liberation and Environmental Ethics: Bad Marriage, Quick
Divorce”, Osgoode Hall Law Journal, N° 22, 1984, pp. 297-307; Hargrove, Eugene C. (ed.),
The Animal Rights/Environmental Ethics Debate: The Environmental Perspective, Albany,
State University of New York, 1992, pp. 37-64; Dorado, Daniel, El conflicto entre la éti-
ca animal y la ética ambiental: bibliografía analítica, tesis doctoral, Madrid, Universidad
Carlos III, 2015.
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30. Bryant, Taimie L., “Sacrificing the Sacrifice of Animals: Legal Personhood for Animals,
the Status of Animals as Property, and the Presumed Primacy of Humans”, Rutgers Law
Journal, N° 39, 2008, pp. 247-330; Wise, Steven M., Rattling the Cage: Toward Legal Rights
for Animals, Londres, Profile, 2000; Francione, Gary L., Animals as Persons: Essays on the
Abolition of Animal Exploitation, Nueva York, Columbia University Press, 2008.
31. Podría pensarse que quizás una solución posible para dar una protección robusta a
los animales no humanos pasaría por desarrollar un estatus intermedio para estos que
no implicase personalidad en la línea en la que se ha realizado en estos países. Esto, sin
embargo, es problemático, pues parece continuar implicando un planteamiento espe-
cista (esto se argumenta en Horta, Oscar, “La cuestión de la personalidad legal más allá
de la especie humana”, Isonomía, N° 34, 2011, pp. 55-86). El hecho de que estos cambios
constitucionales no tengan un impacto muy notable se constata al comprobar que en
estos países la protección legal que en la práctica tienen los animales no humanos no es
mayor que la que reciben en otros lugares (desarrollar esta cuestión excede el propósito
de este capítulo, pero en general puede afirmarse, por ejemplo, que al día de hoy, en Ale-
mania, tal protección es menor que en Suecia, y en Colombia menor que en Costa Rica).
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32. Gran parte de las teorías éticas que emplean el concepto de derecho moral son
deontologistas, pero también puede haber posiciones de otro tipo que lo empleen,
como por ejemplo teorías consecuencialistas que sostengan que lo que debemos hacer
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Hay muchas otras teorías que, sin embargo, rechazan esto. Por ejemplo,
aquellas que indican que lo que hay que hacer es seguir ciertas normas
no formuladas en términos de derechos, o que hay que actuar de forma
virtuosa o cuidadosa hacia el resto, o que hay que reducir la desigual-
dad en la satisfacción de intereses, o reducir al máximo el sufrimiento, o
maximizar la suma de disfrute menos sufrimiento, etcétera.
Ahora bien, esto no quiere decir que solo quienes mantengan teo-
rías centradas en derechos morales han de defender la posesión de
derechos legales por parte de quienes deban recibir protección legal.
Debido a que en los ordenamientos jurídicos actuales el disfrute de una
protección legal robusta se obtiene mediante la posesión de derechos
legales, quienes rechacen la idea de los derechos morales pueden igual-
mente reivindicar personalidad jurídica y derechos legales para quienes
consideren que son moralmente considerables. Por ese motivo, quienes
se opongan al especismo pueden hacer esto en el caso de los animales
no humanos independientemente de la teoría ética que sostengan. Los
derechos legales son instrumentos jurídicos cuya reivindicación no im-
plica un compromiso con una teoría ética determinada.
Por otra parte, es también posible, por supuesto, rechazar en
conjunto la idea de la personalidad jurídica. Podemos considerar que
nuestros ordenamientos jurídicos no son válidos no solamente por ser
especistas, sino además porque los conceptos básicos de personalidad,
derecho y otros en los que se basan son deficientes. Esto, no obstante,
puede ser defendido de forma compatible con la idea de que, en la me-
dida en que tales ordenamientos jurídicos continúen existiendo, no
deberían ser especistas, de forma que no deberían limitar la posesión
de personalidad y derechos a los seres humanos.
La propuesta de reconocimiento de personalidad jurídica a los
animales no humanos todavía resulta a veces chocante. Pero ello se
debe mayormente a que gran parte de la gente aún comparte un plan-
teamiento antropocentrista. Este lleva a pensar a menudo que hay al-
guna clase de impedimento lógico para que seres no humanos sean
personas legales. Se presume que hay alguna clase de identificación
entre la pertenencia a la especie humana y la personalidad jurídica. Se
es maximizar la cantidad de derechos morales respetados, o consecuencialistas igua-
litaristas, que defiendan que debería reducirse la desigualdad en el modo en que los
derechos de distintos individuos son promovidos y respetados.
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33. En realidad, a partir de lo que hemos visto, lo que tendría sentido no sería reivindi-
car la personalidad legal para los animales, sino propiamente para los seres sintientes.
Ello supondría que animales como los poríferos (las esponjas) no tendrían por qué
disfrutar de tal personalidad, dado que, careciendo de cualquier forma de sistema
nervioso, no pueden ser sintientes. Y supondría que también deberían disfrutar de
personalidad jurídica, en el momento en que existiesen, otras formas de entidades
sintientes artificiales (esta es una cuestión que se ha debatido desde hace ya décadas,
véase por ejemplo Solum, Lawrence B. “Legal Personhood for Artificial Intelligences”,
North Carolina Law Review, N° 70, 1991, pp. 1231-1287; Muzyka, Kamil, “The Outline of
Personhood Law regarding Artificial Intelligences and Emulated Human Entities”, en
Journal of Artificial General Intelligence, N° 4, 2013, pp. 164-169).
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