Está en la página 1de 211

Capítulo 20

Fracturas distales del radio


MATTHEW D. PUTNAM
WTT.T.TAM H. SEITZ, JR .

DIAGNÓSTICO Agujas y yeso


Epidemiología de las fracturas distales del radio Fijación externa
Hallazgos físicos Aplicación interna de la fijación (incluyendo la vía artroscópica)
Examen radiológico/métodos de valoración Indicaciones de la fijación interna según los autores
Método de valoración inicial de los autores Método de fijación interna

PROBLEMAS DIAGNÓSTICOS ASOCIADOS INCISIÓN Y EXTRACCIÓN DE LA FIJACIÓN EXTERNA/


A LAS FRACTURAS DISTALES DEL RADIO INTERNA
Cementación
CLASIFICACIÓN Métodos combinados
Modelo de clasificación funcional
Modificadores de la clasificación MÉTODO DE TRATAMIENTO DE ELECCIÓN
PREFERIDO POR LOS AUTORES
ANATOMÍA QUIRÚRGICA Y APLICADA
REHABILITACIÓN POSFIJACIÓN
BIOMECÁNICA
Fractura EFECTOS A LARGO PLAZO/COMPLICACIONES
Implantes Consolidación defectuosa
Seudoartrosis
ALTERNATIVAS AL TRATAMIENTO Complicaciones del tejido blando
Anestesia y control del dolor
Yeso RESULTADOS, PREVENCIÓN Y RF.FORZAMIENTO
Fijación percutánea mediante aguja DE LA CORRECCIÓN

Las fracturas distales del radio han sido analizadas en la bibliogra­ entre conductores y que denominó «fractura del conductor»
fía quirúrgica durante más de 200 años. La Figura 20-1 resume de (118). Hoy es conocida comúnmente como fractura cstiloidea del
forma esquemática algunas de las contribuciones clave. Las des­ radio.
cripciones iniciales de ios mecanismos de las fracturas y su trata­ Alrededor de 1930, los autores empezaron a describir trata­
miento se produjeron antes de la llegada de la radiografía. A mientos, además de moldes de yeso y férulas, para las fracturas dis­
Colles (49, 50), que estaba trabajando en Irlanda, se le atribuye tales del radio (28). Fue aumentando la creencia de que la fractu­
con frecuencia en la bibliografía inglesa la primera descripción del ra tratada con yeso o férulas sufría frecuentemente hundimiento.
patrón de fractura más común que afecta al radio distai. Sin Anderson y O ’Neil (9) describieron la utilización de una barra
embargo, Poutcau (190), cirujano francés, pudo haber descrito la situada externamente y sujeta al hueso mediante agujas proxi-
misma fractura anteriormente. Otros cirujanos, especialmente males y distales a la fractura. Este simple fijador externo ha persis­
Smith (211) y Barton (19), también describieron fracturas dista­ tido en diversas formas como un método de neutralizar las fuerzas
les del radio en una era en que la radiografía aún no estaba dis­ que de otra manera conducirían al acortamiento del radio distal
ponible. Entre Colles, Pouteau, Smith y Barton, describieron la tras la reducción. Por la misma época, Colé y Oblerz (48) descri­
mayoría de las fracturas distales del radio antes del advenimiento bieron un método alternativo utilizando agujas y yeso. Estos méto­
de la radiografía. Poco después de la introducción de la radiogra­ dos se prolongaron cerca de 30 años, hasta que la reducción directa
fía, Hutchinson describió una fractura que ocurría a menudo y la fijación llegaran a ser comúnmente aceptadas para el trata­
miento de las fracturas desplazadas e inestables del radio distal.
En 1965, Filis (73) describió la colocación de una placa de sos­
M atthew D. Putnam : División o í Hand Surgen'. Department o í
Orthopaedics, University o í Minnesota, Minhcapolis, Minnesota.
tén volar para fracturas conocidas previamente como fracturas de
W illiam H. Seitz, Jr.: Department o f Orthopaedic Surgery, Case Barton. Se observó que estas fracturas se desplazaban tras una
Western Reserve University School o f Medicine; Cleveland Orthopaedic reducción cerrada, debido a su localización intraarticular así como
and Spine Hospital at Ludieran, Cleveland, Ohio. por la inestabilidad del lugar de la fractura, que era difícil de con-
816 Sección II: Extremidad superior

Fractura en 4 de Malone
5 = diáfisis radial
4 = apófisis estlloides
3 = fosa sem ilunar volar
2 = sem ilunar central
1 = fosa sem ilunar dorsal

Barton Fractura en 4 de Fractura


(borde volar o dorsal) Malone del conductor

Figura 20-1. Clasificación epónim a de cinco tipos básicos de fracturas distales del radio: cuatro clási­
cas (Colles, Barton, Sm ith y «del conductor») y la fractura en cuatro partes de Malone, que ha sido
descrita más recientemente y que representa un m ayor conocim iento de la im portancia de la articu­
lación radiocubital distal (ARCD) y la colum na cubital del radio.

trolar utilizando un molde y/o una fijación externa. La placa de la fijación mediante aguja es efectiva en algunas fracturas que tie­
soporte resistía las fuerzas deformantes de esta fractura y su supe­ nen una mínima comunicación con la corteza volar, de forma que
rioridad en cuanto a lograr su estabilización llegó a aceptarse rápi­ ésta pude actuar como un punto de apoyo alrededor del cual las
damente (13, 26, 90). Sin embargo, el papel de la fijación inter­ agujas puedan ayudar en la rotación de la fractura y mantener la
na para fracturas distales de radio más comunes y complejas, reducción posfijación (85, 86, 149).
incluyendo aquellas originalmente descritas por Colles, fue tan El tratamiento de las fracturas distales del radio está entrando en
sólo reconocida posteriormente (14, 20, 30, 198). Los artículos una nueva etapa. A medida que los resultados de los estudios se
que se escribieron a finales de la década de 1980 y principio de la hacen más prevalentes, llegará a ser posible comparar varios métodos
de 1990, que describieron la utilidad de la fijación abierta con y de fijación, siempre y cuando el esquema clasificatorio que se emplee
sin neutralización externa, habían empezado a clarificar cómo una sea de un elevado grado de confianza. El papel de la rehabilitación
combinación de tratamientos puede proporcionar estabilidad y en el tratamiento de estas fracturas está evolucionando. La rehabili­
una mejoría de los resulrados para algunas de las más inestables tación puede alterar el resultado tras el inicio del tratamiento de la
fracturas distales del radio (21, 54, 193). fractura, especialmente en lo que concierne a la inflamación de la ar­
Junto al desarrollo de la fijación rígida, la fijación limitada con ticulación contigua, al dolor y a la rigidez residual (12, 45, 61, 132).
aguja de las fracturas distales del radio ha tenido muchos defen­ Sólo cuando los esfuerzos de rehabilitación puedan ser cuantificados
sores (46, 168, 184, 196). Empezando a finales de la década de y enseñados de forma más efectiva a los pacientes, el coste futuro del
1940 y prolongándose hasta tiempos recientes, el papel de la fija­ cuidado de la salud quedará reducido (92, 93). El tema de la pre­
ción mediante aguja, en comparación a la fijación interna o exter­ vención de las fracturas ha sido, por regla general, situado fuera del
na, no ha sido claro. En parte esto es el resultado de la utilización, campo de preocupación del traumatólogo. Sin embargo, y dado el
por parte de diversos autores, de esquemas clasificáronos con un número cada vez mayor de pacientes de edad avanzada susceptibles
bajo grado de confianza Ínter e intraobservador (8, 62, 83, 154). del tipo de fractura originalmente descrita por Colles, así como al
Como consecuencia, a menudo se ha dado a entender que la fija­ aumento del coste del tratamiento de cualquiera de estas fracturas,
ción mediante aguja daba tan buenos resultados como cualquier todos los esfuerzos que se lleven a cabo para reducir la incidencia de
otro método de fijación. Una visión en continua evolución es que estas fracturas son ciertamente importantes.
Capitulo 20: Fracturas distales d e ! radio 817

DIAGNÓSTICO Poder apreciar la diferencia en la frecuencia de las fracturas es


valioso en cuanto al entendimiento de la necesidad relativa de una
mejora en el cuidado de cualquier tipo de fractura. El radio distal
E p id e m io lo g ía d e la s f r a c tu r a s d is ta le s d e l r a d io ha demostrado ser uno de los huesos largos que más se fracturan
La descripción original de Colles de las fracturas distales del (74). Varios autores han corroborado los datos iniciales de Falch
radio tuvieron lugar con anterioridad a la notoriedad de (63, 161-163, 223). Es interesante saber que parece existir una
Dickens como escritor y observador. Sin embargo, la descrip­ tendencia a una disminución de las diferencias entre sexos en indi­
ción que hace Dickens de Londres nos es útil para entender el viduos jóvenes y sin embargo una mayor frecuencia de estas frac­
tipo de vida de la gente durante la época en que Colles visitaba turas a lo largo de la vida. Es importante también que el número
pacientes. Dickens describió Londres y su entorno en términos de adultos de mayor edad continúa aumentando en todo el mundo
no muy halagadores porque la vida en aquellos tiempos era real­ y es probable que las fracturas distales de radio sigan siendo fre­
mente difícil. Uno de los biógrafos de Dickens describió el cuentes y, por tanto, continúen constituyendo un reto para los
Londres del siglo XIX como el lugar donde más de la mitad de traumatólogos. La dificultad con la que se encuentra el traumató­
los funerales eran para niños menores de 10 años y la edad logo en cuanto a la recuperación de la funcionalidad hace que el
media de defunción entre la población trabajadora era de 22 problema de la mayor incidencia de esta patología sea más impor­
años, en comparación con los 27 de la clase más acomodada (2). tante. Bacorn y Kurtzke (15) se encuentran entre los primeros
Indudablemente, durante el tiempo en que Colles trataba frac­ autores que examinaron la frecuencia de la incapacidad residual
turas en Dublín, Irlanda, debía darse una situación similar. Por tras una fractura de Colles, informando de que la misma estaba
ello, las necesidades de los pacientes tratados por fracturas dis­ presente en algún grado en más del 90% de los pacientes. Otros
tales del radio, durante el tiempo en que Colles describió estas autores han descrito las complicaciones ocurridas como resultado
lesiones, fueron sin lugar a dudas diferentes de las que presentan de las fracturas distales de radio con y sin tratamiento quirúrgico
los pacientes que actualmente son vistos por los traumatólogos. (43, 55, 218, 220, 227). A pesar de los avances en cuanto a las téc­
Esto es importante no sólo para entender que las necesidades nicas de fijación, los estudios siguen demostrando unos resultados
físicas de los pacientes eran diferentes, sino también para enten­ discretos e incluso pobres tras el tratamiento. Por lo tanto, parece
der que el tipo de pacientes que se veían entonces y sus edades, clara la continua y quizás creciente necesidad de una mayor preci­
en relación al posible inicio de osteoporosis, eran diferentes. Al sión y predicción en cuanto al tratamiento de estas fracturas tan
mismo tiempo es obvio que la incidencia de lesiones provocadas frecuentes y con una historia constante de resultados imperfectos.
por fuerzas de alta energía, frecuentes hoy día debido al uso de
aparatos modernos como motos, monopatines, así como equi­ H a lla z g o s f ís ic o s
pos de trabajo potentes, era escasa durante el tiempo de Colles.
Examen
La evolución de la epidemiológica de las fracturas distales del
radio ha sido descrita varias veces en los últimos 50 años. Falch La mayoría de los pacientes presentan una deformidad en «dorso
(75) diferenció las fracturas distales del radio (Fig. 20-2). Es evi­ de tenedor» tal y como describió Colles (49, 50). Dependiendo
dente que existen al menos dos picos de frecuencia que están sepa­ del grado inicial de desplazamiento, la edad del paciente, la tur­
rados por los años de la etapa media de la vida. Además, la fre­ gencia de la piel y el estado de coagulación, el grado de inflama­
cuencia aumenta antes y es superior en mujeres mayores que en ción será variable. La condición de la piel, la del nervio local y los
hombres de edad similar. Frecuentemente esto es atribuido a los vasos y la función del tendón, así como la función del codo, hom­
cambios en la densidad ósea (3, 6, 18, 104, 106, 116, 129). bro y dedos, deberán ser evaluadas y tenidas en cuenta.

Figura 20-2. Falch definió la epidem iología de las frac­


turas distales de radio. La figura resalta la diferencia en
cuanto a frecuencia entre hom bres y m ujeres así com o
el aum ento de la frecuencia en estas últim as en el perío­
do de la vida en que es habitual la incidencia de osteo-
penia secundaria a osteoporosis. Además, existe una
notable diferencia en cuanto a la frecuencia de fracturas
en verano e invierno, probablem ente a trib uible al
hecho de cam inar de form a menos estable durante los
meses de in vie rn o . (Con pe rm iso de Falch JA.
Epidem iología de las fracturas distales de brazo en
Oslo, Noruega. Acta O rthop Scand 1983; 54 (1-6):
291-295)
818 Sección II: Extremidad superior

Tejidos blandos cir a un síndrome compartimental (60, 172, 182, 207). Los prin­
cipios básicos en el tratamiento de estas lesiones de hueso y teji­
La propagación de la energía hacia o desde el radio puede rcsulrar dos blandos deben ser:
en una lesión importante de los tejidos blandos. El estar atento • El mantenimiento de un flujo de entrada y salida (incluyendo
ante esta posibilidad de lesión de los tejidos blandos es prioritario flujo compartimental).
en la artroscopia (167). Desgarros de los ligamentos escafosemi- • Descompresión de los tejidos musculares y nerviosos.
lunarcs (SL) y otros ligamentos intercarpianos han sido descritos • Estabilidad suficiente de la fractura que permita un movimien­
hasta en el 70% de los pacientes (97). El complejo fibrocardlagi- to intrínseco y extrínseco de los tendones de los dedos.
noso triangular (CFCT) está frecuentemente dañado en asocia­ • Estabilización de la rotación del antebrazo.
ción a las fracturas distales del radio tal y como queda reflejado
por artroscopia (95). No está claramente definido cuáles de estas La Figura 20-4 demuestra una estabilización temporal tras una
lesiones necesitarán tratamiento quirúrgico (72). La presencia de casi amputación con conversión posterior a una fijación estable y
una lesión parcial documentada mediante artroscopia o visualiza- una artrodesis de Suave-Kapanje. En este caso una reforzada fijación
ción abierta no requiere intervención. Una forma de abordar el externa (Fig. 20-4 A,B) proporcionó un soporte suficiente a la
tratamiento de estas lesiones parciales es tratar sólo aquellas diag­ amputación completa derecha, aunque el soporte fue insuficiente en
nosticadas mediante el uso de radiografías simples o dinámicas. la izquierda (Fig. 20-4 C,D), que mostró signos de retraso en la
Las fracturas estiloideas de radio están frecuentemente asociadas a unión. El cambio hacia una placa acodada de soporte permitió una
lesiones de los ligamentos SL (192). La Figura 20-3 describe el rehabilitación continua y condujo a la curación (Fig. 20-4, E,F).
origen de los ligamentos radiocarpianos relacionados con la ana­ Se han advertido síntomas del túnel carpiano hasta en el 15%
tomía intracarpiana. Claramente, la energía que pasa a través del de los pacientes, sin embargo el tratamiento de estos pacientes
estiloide radial puede fácilmente extenderse hacia el complejo de sigue siendo controvertido (1, 55, 84, 98, 171). Parece cierto que
los ligamentos SL (80, 114). algunos pacientes presentan una contusión directa o una lesión por
En heridas provocadas por fuerzas de alta energía o en aquellas desgarro del nervio (148, 209). Los métodos de tratamiento pue­
que son abiertas, pueden producirse lesiones al nivel de nervios, den tener una repercusión sustancial sobre estas lesiones nerviosas
tendones, vasos y/o piel. Además de los métodos más usuales en así como sobre los síntomas nerviosos que ocurren principalmen­
el tratamiento de estos tejidos en caso de que ocurra daño tisular, te como consecuencia de la inflamación. La Figura 20-5 resume los
el método previamente elegido para la fijación del hueso puede resultados de un estudio realizado por Gelberman y cois. (98) en
cambiar, de forma que el paciente debería retornar al quirófano el que se examinó la presión sobre las estructuras del túnel carpia­
posteriormente para una fijación diferente. El traumatólogo debe no según la posición de la muñeca. En este modelo, no existió
ser consciente de que una fractura distal del radio puede condu- lesión sobre el radio. Los datos disponibles sugieren que los movi­
mientos de flexión o extensión de la muñeca superpuestos a la
inflamación de la fractura disminuirían aún más el flujo sanguíneo
capilar hacia el nervio mediano y por tanto menoscabarían la fun­
ción del nervio. Por lo tanto el médico debería esforzarse en evitar
cualquier posición del radio que no fuera la neutra en el trata­
miento de las fracturas distales de radio. De igual manera, si una
posición más correcta de la muñeca no resulta en una mejoría o en
el restablecimiento de la función del nervio mediano tras un perío­
do razonable (24 a 72 horas), la descompresión abierta del nervio
puede ser lo más apropiado. Sin embargo, no existen recomenda­
ciones ampliamente aceptadas respecto a la descompresión del ner­
vio tras una fractura. No obstante, nosotros aconsejamos una
exploración precoz del nervio si las maniobras de reducción resul­
tan en una disminución documentada de la función del mismo.
Cabe resaltar que las lesiones que afectan al radio distal pueden
afectar a la función ligamentosa en el mismo carpo. Varios estudios
se han centrado en la extensión de las fuerzas responsables de lesio­
nes distales del radio y proyectadas a los tejidos ligamentosos car­
pianos (96, 153, 166). De hecho, más del 70% de las fracturas
distales del radio que afectan a la apófisis estiloide presentan una
propagación de la energía y lesión secundaria de los ligamentos
escafosemilunares e interóseos. Muchas de estas lesiones pueden
ser desgarros completos que inicialmente fueron desapercibidos o
pasados por alto, secundarias al grado de lesión que afecta al pro­
Figura 20-3. Zonas anatóm icas involucradas en una fractura esti- pio radio distal.
loidea de radio. La zona I puede resultar estable sin lesiones de los Por tanto, lo que se ha hecho evidente tras estos 20 años es que
ligam entos del carpo. La zona II deberá ser cuidadosam ente eva­ más allá del hecho de servir como una superficie articular para el
luada en cuanto al daño ligam entoso y la estabilidad según la con­
escafoides y el lunar, el radio distal es el lugar de origen de liga­
gruencia articular. La zona III es probable que resulte en daño de
los ligam entos carpianos además de resultar en incongruencia. mentos para el carpo y la articulación radiocubiral distal (ARCD).
(M o d ifica d o de Blair WF. Técnicas en la m ano qu irú rg ica . Los cambios en longitud, angulación, alineamiento de superficies
Philadelphia: W illiam & W ilkins, 1996.) y/o extensión de la lesión desde el radio distal hasta las cstructu-
Capítulo 20: Fracturas distales del radio 819

Figura 20-4. Estado de un hom bre adulto tras un accidente agrario que resultó en am putación com ­
pleta de ambas extrem idades superiores y la casi am putación de la pierna derecha. Se m uestran las
radiografías así com o la fijación posreím plante de la extrem idad superior derecha (A, B). C, D:
Radiografía inicial y posrevascularizacíón y estabilización mediante fijación. E, F: Fijación de retraso
de la unión de la extrem idad superior izquierda mediante fijación interna del radio distal y estabiliza­
ción de la ARCD sintom ática.
820 Sección II: Extremidad superior

Posición neutra

25° flexión

45° flexión

30° flexión

Figura 20-5. Gelberman y cois, dem ostraron que los cam bios posicionales de la muñeca en in d ivi­
duos sanos resultaban en alteraciones en la presión en el interior del canal carpiano, determ inado
mediante un catéter de W ick conectado a un transductor. Estas presiones pueden elevarse por enci­
ma de niveles fisiológicos (30 mm Hg o más con 25° de flexión de la muñeca o 30° de extensión de la
misma). Obviam ente , estas posiciones podrían com prom eter la función del nervio si se m antuvieran
de esta form a inm ovilizadas tras la lesión. (Con perm iso de Gelberman RH, Szabo RM, Martensen
WW. Presiones en el túnel carpiano y posición de la muñeca en pacientes con fracturas de Colles. J
Trauma 1984; 247 (7): 747-749.)
Capítulo 20: Fracturas distales del radio 82 1

Tabla 20-1. EFECTO DE VARIOS CAMBIOS EN LA POSICIÓN DEL RADIO DISTAL O EN LA CONGRUENCIA
DE LA SUPERFICIE ARTICULAR EN MOVIMIENTO Y REGULARIDAD DE LA ARTICULACIÓN
Cambio Irregularidad Pérdida de Pérdida de Pérdida de la
del radio a rticu la r flexión/extensión pronación/supinación desviación radiocubital

Disminución de la longitud No No No Sí
de la cara lateral
Disminución de la longitud Si / ARCD +/- Sí Sí
de la cara medial
Inclinación dorsal S i/A R C D +/- Sí +/-
Inclinación volar S í/A R C D +/- Sí +/-
Fractura articular3 ARCD y ARD +/- +/- +/-

Abreviaturas: ARCO, Articulación radiocarpiana distal; ARD, Articulación radiocarpiana.


3Las fracturas articulares pueden presentar un efecto muy Importante en cuanto a la movilidad así como a la congruencia de la
superficie articular.

ras contiguas pueden resultar en alteraciones del movimiento al te los datos proporcionados por la TC puede incluso tener un
nivel de la articulación radiocarpiana y ARCD. La labia 20-1 papel en la corrección de la consolidación defectuosa (25, 27). Sin
resume los efectos de la posición de la fractura en cuanto a la fun­ embargo, la modalidad nueva más útil en nuestras manos ha sido
ción inmediata y a largo plazo del radio distal. Estos trastornos de la fluoroscopia a bajas dosis (16, 137). Este método permite una
la función, añadidos a algún tipo de dolor residual, son las causas valoración a tiempo real de la estabilidad de la ARCD así como
de la mayoría de resultados no satisfactorios. de la escafoideosemilunar, y permite la visión lateral de la fosa
(101). Tal y como se ve en la figura 20-6 esta proyección puede
visualizar mejor la superficie articular de la fosa lunar y, median­
E x a m e n r a d io ló g ic o / m é to d o s d e e v a lu a c ió n te una rotación diferente, la fosa cscafoidea. Esta proyección es
I.a resonancia magnética (RM), la tomografía computarizada actualmente uno de nuestros métodos rutinarios de valoración en
(TC), la fluoroscopia, la gammagrafía ósea y las radiografías sim­ el tratamiento de las fracturas de radio.
ples son todas herramientas útiles a la hora de establecer un plan
de tratamiento o diagnóstico de las fracturas distales de radio (23, M é to d o d e v a lo r a c ió n i n i c i a l d e lo s a u to r e s
31, 64). La reconstrucción tridimensional (3D) del radio median-
En nuestra práctica, el tratamiento de todos los pacientes con
fracturas distales del radio requiere la siguiente evaluación:
1. Condición de la piel en el área lesionada.
2. Condición de la función de los nervios tendinosos y el flujo
vascular.
3. Revisión de las radiografías laterales y posteroanteriores (PA)
sin yeso u otra materia interferente.
4. Revisión de las radiografías tras reducción y tracción, que
deberían incluir proyecciones PA, laterales y de la fosa lateral.
5. Condición de la función tendinosa y nerviosa tras la tracción.
6. Minimización de las obstrucciones al retorno venoso.

PROBLEMAS DIAGNÓSTICOS ASOCIADOS


A FRACTURAS DISTALES DEL RADIO

No existe una regla mncmotécnica de estrategias diagnósticas y


terapéuticas que pueda utilizarse para evitar malos resultados en
las fracturas distales del radio. Sin embargo, la siguiente es una
lista de los problemas que deben evitarse:
• Radiografías oblicuas intraoperatorias, que no demuestran reduc­
ción incompleta.
• Inestabilidad intracarpiana desapercibida.
• Inestabilidad de la ARCD no corregida.
• Reducción incompleta de una fractura en sacabocados de un
fragmento.
• Aumento del dolor/inflamación tras la fractura o la interven­
ción.
Figura 20-6. A: Proyección rutinaria lateral del estado de una frac­
tura distal del radio tras fijación interna. B: Mejoría de la visualiza­ La Figura 20-7 muestra dos ejemplos de radiografías oblicuas que
r o n de la fosa lunar. dieron lugar a una falsa información. El primer caso pone de mani­
822 Sección II: Extremidad superior

fiesto la imposibilidad que presenta una radiografía simple de caracte­ un ejemplo de reducción incompleta de la superficie articular de frag­
rizar de forma completa la congruencia o estabilidad de la articulación, mentos hundidos tras sólo fijación externa. Bartosh y Saldana (20)
tiste ejemplo no sólo pone de manifiesto el peligro de las fracturas esti- describieron de forma experimental los límites de la fijación externa
loideas de radio, sino que también pone de relieve la necesidad de como se demuestra en el caso anterior. Atribuyeron estos límites a la
otros métodos de visualización (artroscópicos, radiográficos) de super­ mínima o inexistente unión a los ligamentos de muchos de los frag­
ficies articulares desplazadas, l a Figura 20-7 muestra las radiografías mentos importantes (Fig. 20-9B). Reconocer los límites de la fijación
de una rotura escafoideosemilunar no detectada mediante estudio externa es tan importante como el conocimiento de sus ventajas.
radiográfico inadecuado, l a Figura 20-8 es un ejemplo de inestabili­ En aquellos pacientes que presenten una mano rígida y dolo-
dad de la ARCD que había pasado desapercibida. La Figura 20-9 es rosa tras haber iniciado el tratamiento de la fractura deberá sos-

Figura 20-7. A l: Radiografía posteroanterior (PA) de un estudiante universitario de 22 años de edad que
acudió para recibir tratam iento de una muñeca dolorosa tras fijación interna de una fractura estiloidea
de radio. A2: Se pone de m anifiesto una inestabilidad carpiana (inestabilidad segm ental volar) ju nto a
una unión defectuosa leve del radio distal tras la fijación anterior de la lesión del estiloide radial. A3: La
confirm ación de la inestabilidad carpiana queda dem ostrada entre el lunar y el piram idal. A4: La apa­
riencia con cam bios degenerativos de la articulación proxim al del radio se pone de m anifiesto tras tres
meses de la fijación inicial. Este caso llama la atención por la elevada frecuencia de lesiones de los liga­
m entos intercarpianos en asociación a las fracturas estiloideas del radio, independientem ente de si la
reducción inicial de la fractura estiloidea fue o no satisfactoria. (La figura continúa.)
Capítulo 20: Fracturas distales del radio 823

Figura 20-7. (C ontinuación) B1: Cuatro


vistas de una fractura distal del radio de
naturaleza extraarticular que se perm itió
co n so lid a r m ediante la utilización de
soporte de yeso. B2: Vistas de la misma
fractura distal del radio tras un leve hu nd i­
m iento que ocurrió cuatro meses después
del tratam iento inicial. En ese m om ento
podía detectarse un espacio entre el esca-
foides y el lunar. (La figura continúa.)
824 Sección II: Extremidad superior

Figura 20-7. (Continuación)


B3: Es de destacar la presen­
tación, en este mismo pacien­
te tras ocho años desde la
fractura original, de una clá­
sica deform idad de la muñe­
ca por hundim iento escafo-
sem ilunar avanzado (SLAC).
En este m om ento el pacien­
te estaba asintom ático y se
había efectuado de form a
satisfactoria una carpecto-
mía proximal.

Figura 20-8. A: Radiografías AP y lateral de un individu o de 20 años de edad tras una fijación externa de una fractura extraarticular en la
que había pasado desapercibida una fractura cubital dorsal al traum atólogo inicial. La radiografía lateral muestra una subluxación de la cabe­
za cubital que era evidente durante el examen clínico debido a la incapacidad a la supinación del antebrazo izquierdo estabilizado. B:
Radiografía AP de un fija do r aplicado al codo derecho sum am ente inestable tras una dislocación posfractura de la extrem idad superior con­
tralateral (m ism o m ecanismo de lesión) en el m ism o paciente. Se hace evidente la necesidad de una m ovilidad casi norm al de la extrem i­
dad superior izquierda. (La figura continúa.)
Capitulo 20: Fracturas distales del radio 825

Figura 20-8. (Continuación) C: Radiografías


AP y lateral de estado de la extrem idad supe­
rio r izquierda tras fijación interna de la pre­
via m en te diag nostica da com o fractura
extraarticular, pero que realmente se trataba
de una fractura intraarticular distal del radio.
El alineam iento apropiado de la cabeza cubi­
tal puede apreciarse en la radiografía lateral
con restauración y estabilización de la fractu­
ra evidente en ambas radiografías.

Figura 20-9. A: Paciente con una frac­


tura intraarticular C3 com pleja tras fija ­
ción externa y aplicación de distrac-
ción/ligam entotaxia. Puede apreciarse
una reducción incom pleta de los frag­
m entos fracturados. B: Interpretación
de Bartosh de las lim itaciones de la
lig a m e n to ta xia secundarias a una
incom pleta unión ligam entosa a todos
los fragm entos im portantes de la frac­
tura distal de radio, así com o a una
im p osib ilida d m anifiesta de la liga­
m entotaxia de re d u cir fragm e ntos
intraarticulares fracturados en sacabo­
cados (Bartosh RA, Saldana MJ.
Fracturas intraarticulares del radio dis­
tal: estudio de cadáver para determ i­
nar si la ligam entotaxia puede restau­
rar la inclinación radiopalmar. J Hand
B Surg 1990; 15A: 18-21)
826 Sección II: Extremidad superior

Figura 20-10. A-C: La m edición del radio distal antes y


después de la reducción puede obtenerse para estim ar la
inclinación radial, la longitud del radio a lo largo del m ar­
gen cubital tom ando com o punto de referencia la cabeza
cubital, e inclinación de la fosa lunar visualizadas desde
una proyección lateral. Medidas adicionales Incluirían la
longitud del estlloide radial con referencia al estiloide
cubital, y la posición del margen radial del hueso grande
respecto a la línea axial central del radio visto desde una
proyección anteroposterior. Las líneas secundarias pue­
den ser im portantes en la valoración de lesiones extrínse­
cas de los ligam entos carpianos (Kreder HJ, Hanel DP,
McKee M y cois. Medidas radiológicas de fracturas dista­
les del radio [errata aparecida en J Hand Surg 1996; 21
C A(3): 532], J Hand Surg 1996; 21A: 31-39.)

pecharse el desarrollo de una distrofia refleja (201, 230, 231). F.n recomendación al profesional preocupado por estas fracturas es
esta situación, recomendamos una estabilización que permita la evitar aquellos tratamientos que no restauren la rotación libre e
movilización de todas las articulaciones, la descompresión de los indolora del antebrazo y el movimiento digital casi inmediata.
nervios comprimidos, el control del edema, manejo del dolor El traumatólogo debe ser consciente de los peligros de la radia­
mediante técnicas avanzadas y tratamiento intensivo. ción mediante el uso de la fluoroscopia. Fuchs y cois. (89) estu­
Los anteriores no son los únicos incidentes desfavorables tras diaron el riesgo relativo del personal quirúrgico. Aunque el riesgo
una fractura distal del radio. Sin embargo, representan aquellas individual es bajo, el riesgo acumulativo puede ser importante si
complicaciones que vemos con más frecuencia. Quizás, la mejor se utiliza una técnica insuficiente.
Capítulo 20: Fracturas distales del radio 82 7

Existen en la bibliografía numerosos métodos de valoración referencia a aquellas que involucran no sólo la articulación sino la
radiológica. Con el fin de facilitar los informes, Kreder y cois. metáfisis y/o diáfisis. Esta estrategia de clasificación presenta por
(155) recomiendan la estandarización de medidas que incluyan tanto tres clases de fracturas: OTA A, OTA B y OTA C
las destacadas en la Fig. 20-10.
M o d e lo d e c la s if ic a c ió n f u n c io n a l
CLASIFICACIÓN
La presencia o ausencia de una línea de fractura no es por sí
misma suficiente para determinar cualquier método específico de
Las fracturas distales del radio fueron originariamente descritas
tratamiento. Otros factores que deben entrar en consideración
por los traumatólogos que las informaron (Fig. 20-1). Sin embar­
incluyen la edad del paciente y sus necesidades, el grado de frag­
go, esto presentó algunas dificultades, en cuanto a que el propio
mentación en el lugar de fractura, la condición de la piel y tejidos
traumatólogo carecía de radiografías disponibles en el momento
blandos, la «sensación» de estabilidad tras una cuidadosa reduc­
en que hacía la descripción de estas fracturas. Los diseños de las
ción cerrada, y la estabilidad de la fractura a los 3 y 10 días de la
nuevas clasificaciones se han desarrollado a partir de la apariencia
reducción inicial y colocación del molde de yeso Una fractura
de las radiografías iniciales (87, 180, 186, 186A). Factores como
conminuta desplazada de tipo 20 (tras manipulación) puede ser
la presencia o ausencia de fractura estiloidea de cubito han sido
suficientemente extensa, alineada y congruente en sus superficies
utilizados para modificar el diseño de las clasificaciones. Algunas
para lograr un resultado último aceptable tras su curación en un
de las clasificaciones de fracturas, como la de Frykman y cois.
paciente, mientras que la misma radiografía en otro paciente con­
(87), se han basado en datos de laboratorio para definir subtipos
duciría a un resultado inadmisible. Un punto clave en cuanto a la
en la clasificación. Sin embargo, si comparamos enrre la inter­
determinación de si la posición es satisfactoria es conocer la esta­
pretación de una radiografía por un método y la misma radiogra­
bilidad de la ARCD, así como la ausencia de dolor y la rotación
fía interpretada por otro, el asunto sigue siendo problemático (8,
útil que puede esperarse del antebrazo. Además, la misma apa­
83, 134, 135, 154). Algunas de las clasificaciones de fracturas más
riencia radiológica en un paciente puede resultar estable en los
frecuentemente utilizadas presentan implicaciones de cara al tra­
primeros 3 a 10 días tras su manipulación, mientras que en un
tamiento. Por tanto, tales clasificaciones de las fracturas no han
segundo paciente pudiera ser totalmente inestable tras su reduc­
ganado popularidad en cuanto a ayudar a establecer un plan de
ción (65, 174, 175). Por lo tanto, el médico debe valorar una
tratamiento, técnicas o comparación de resultados.
variedad de factores cuando intenta establecer si una determinada
La Asociación para el Estudio de la Fijación Interna (ASIF) es
posición será aceptable una vez curada la fractura así como si la
reconocida por diseñar un sistema de clasificación para la mayo­
posición de la misma podrá o no mantenerse (5, 164).
ría de las fracturas (180). Las fracturas distales del radio fueron
Los problemas funcionales pueden dividirse en aquellos que
inicialmente diferenciadas mediante la utilización de un sistema
afectan de forma directa a la capacidad funcional del paciente tras
que dividía a las fracturas en tres tipos básicos: (a) aquellas que se
la intervención quirúrgica o tras la consolidación, y aquellos que
producían fuera de la articulación, (b) aquellas que se producían
están en función de la habilidad del traumatólogo de mantener la
en los márgenes de la articulación y (c) las que se daban tanto
reducción deseada. La Figura 20-10 nos muestra un mecanismo
dentro como fuera de las superficies articulares. De esta manera se
para la valoración radiológica de cualquier fractura distal del radio
concentró la atención hacia los márgenes que delimitan la fractu­
así como de la eficacia de la reducción inicial en cuanto al plan
ra y la superficie articular tras la reducción de la misma.
terapéutico subsiguiente.
Empezando con K nirkyjupiter (151), la mayor importancia resi­
día en la necesidad de reducir de forma correcta las superficies M o d if ic a d o r e s d e la c la s if ic a c ió n
fracturadas del radio distal entre 1 ó 2 mm de su alineamiento ori­
Calidad ósea
ginal. Aunque esta preocupación ha seguido siendo un asunto de
importancia con respecto al cuidado de las fracturas distales del Uno de los hallazgos más frecuentes en estas fracturas es una redu­
radio, creemos que al final quedará demostrado que el resultado cida cualidad/densidad ósea (197). Es también cierto que un
estará más en relación a la rotación del antebrazo, que está afecta­ número de fracturas se producen en pacientes con una densidad
do en la ARCD, que en la restauración de un movimiento carpo- ósea normal. Sin embargo, la frecuencia de estas fracturas en
rradial completo y normal o en el alineamiento anatómico de las adultos mayores está como mínimo parcialmente relacionada a
superficies fracturadas (121, 122, 169, 201, 202). una disminución de la densidad ósea (69, 79, 115). l a osteopenia
La Asociación de Traumatólogos (OTA) ha realizado una clasi­ aumenta la dificultad del mantenimiento de la reducción y/o fija­
ficación de fracturas (Fig. 20-11) que intenta utilizar las partes más ción (184). La necesidad de modificar los métodos de fijación en
fiables de la conocida clasificación AO/ASIF (186a). Las clasifica­ adultos mayores en función de la densidad ósea es planteable,
ciones de AO y ASIF han sido evaluadas en cuanto a confianza aunque no existe ningún método que de forma firme sea capaz de
intra e interobservador. Se determinó que los aspectos más fiables predecir la capacidad de un hueso fracturado de sostener la fija­
de estas clasificaciones eran la demarcación de las fracturas en ción (106, 121, 170). La Figura 20-12 es un ejemplo de fallo en
aquellas que ocurrían en el margen articular, las que se daban fuera la fijación en un paciente cuya densidad ósea está disminuida por
de la articulación y las que afectaban a la parte interna y externa de la toma de prednisona y por la edad. En este caso, a pesar de una
la articulación. Estas fueron comúnmente referidas como de tipo reducción inicial no satisfactoria (Fig. 20-12A,B), la sujeción
B, tipo A y tipo C. En la clasificación de OTA, los grandes grupos mediante tornillo o el mismo hueso no fueron suficientes para
originales de la clasificación AO permanecen sin alterar. El tipo A aguantar la placa durante la consolidación (Fig. 20-12C). Un
continúa refiriéndose a aquellas fracturas que son fundamental­ punto débil de los actuales métodos de fijación interna es la
mente extraarticulares, y las de tipo B a las que son marginal o par­ ausencia de mecanismos de medición disponibles intraoperatoria-
cialmente articulares, mientras que las fracturas de tipo C hacen menre capaces de valorar la cualidad de la fijación del tornillo.
828 Sección //: Extremidad superior

Grupos:

Radio/cubital, distal, Radio/cubital, distal. Radio/cubital, distal,


extraarticular (23-A) Radial articular parcial (23-B) A rticular com pleta (23-C)

A 1. Fractura extraa rticular cubital, B 1 . Radial articular parcial, C 1. Radial articu la r com pleta, articular
radio intacto (23-A1) sagital (23-B1) sim ple y m etáfisis (23-C1)

2. Fractura extraa rticular radial, 2. Radial articu la r parcial, 2. Radial articular com pleta
cub ito intacto (23-A2) borde dorsal (Barton) (23-B2) sim ple, m ultifra gm e ntació n
m etafisaria (23-C2)

3. Fractura radial extraarticular 3. Radial articular parcial 3. Radial articular com pleta,
m ultifra gm e ntada (23-A3) borde volar (Barton inverso, m ultifra gm e ntació n
Goyrand S m ith II) (23-B3) (23-C3)

Figura 20-11. La Asociación de Traum atólogos (OTA) ha am pliado la clasificación original establecida
por la Asociación para el Estudio de la Fijación Interna (ASIF). La clasificación identifica fracturas
extraarticulares, articulares m arginales y articulares. Las subclasificaciones de estos tipos pueden
encontrarse en el m anual de clasificación de fracturas de la OTA. En conjunto, 27 subtipos de fractu­
ras distales del radio han sido descritas por la OTA (M odificación del Comité de la Asociación de
Traum atólogos para la Codificación y Clasificación. Com pendio de fracturas y luxaciones. J Orthop
Trauma 1996; 10: 26-30.)
Capitulo 20: Fracturas distales del radio 829

Lesiones óseas asociadas descritas (111, 210, 214). La Figura 20-13 describe el tratamien­
to de una de estas fracturas combinadas. En este caso, se alcanzó
La lesión ósea contigua a la fractura distal del radio se produce una estabilidad de la fijación suficiente como para permitir una
con una frecuencia suficiente como para necesitar separar el exa­ amplitud suave de movimiento.
men clínico y ocasionalmente el radiológico del hombro, codo, Las fracturas estiloideas del radio son quizás las más controver­
antebrazo y mano (70, 113). Las fracturas de escafoides que tidas en cuanto al tratamiento de las lesiones óseas asociadas (122,
requieran reducción abierta y fijación interna (ORIF), han sido ya 187, 215). El estiloide es el punto de origen de las estructuras liga-

Figura 20-12. A: Estado de la m ano derecha de una m ujer premenopáusica diestra tras una fractura
extraarticular con consolidación defectuosa sintom ática. B: La paciente fue som etida a osteotomía
correctora mediante la utilización de una placa de fijación dorsal. (La figura continúa.)
830 Sección II: Extremidad superior

Figura 20-12. (Continuación) C: Aunque la fijación de la placa durante la cirugía fue considerada un
éxito en cuanto a la tensión de los tornillo s, puede apreciarse que la placa se desprende del hueso
proxim alm ente, resultando en acortam iento de la corrección de la consolidación defectuosa. Esto
representa un fallo en la interfaz entre hueso y tornillo .

Figura 20-13. Proyecciones AP (A) y lateral (B) del estado del paciente tras la fijación interna a conse­
cuencia de una fractura inestable C2 del radio distal asociada a fractura inestable de la cintura del
escafoides y a una fractura-luxación inestable del segundo carpom etacarpiano (CMC). La fijación com ­
binada de todas las lesiones perm itieron una rehabilitación rápida de la ARCD así com o el control del
edema y el inicio del m ovim iento activo del pulgar a través de la articulación m etacarpofalángica dis­
tal del meñique.
Capitulo 20: Fracturas distales del radio 831

mentosas del CFCT. La Figura 20-14 nos muestra la relación de antebrazo y de los dedos debería iniciarse inmediatamente tras la
estos ligamentos con el estiloide cubital. No existen protocolos recuperación de la fractura; asimismo, debería hacerse todo lo
ampliamente aceptados en cuanto a la fijación del estiloide cubi­ posible para prevenir la aparición de edema.
tal. No se han comunicado casos de incapacidad progresiva que Las fracturas distales del radio se producen también conjunta­
no puedan ser reparados como resultado de un fallo de la fijación mente con politraumatismos, incluyendo quemaduras y trauma­
original de una fractura estiloidea cubital (176). En nuestra clíni­ tismos craneales. Estas circunstancias requieren de una conside­
ca no realizamos reducción de la fractura estiloidea cubital a ración especial. Como ha sido expuesto en algún punto de este
menos que exista inestabilidad palpable de la ARCD. En nuestra capítulo, ninguna montura de fijación disponible es capaz de
experiencia esta situación sólo ocurre cuando existe una fractura permitir un uso inmediato sin restricciones tras la corrección de la
completa de la estiloide cubital. Si se precisa estabilización, ORIF fractura. Sin embargo, las construcciones más rígidas permiten
y la escisión con reparación directa son ambos tratamientos razo­ un uso ligero, incluyendo las muletas o el caminador.
nables, sin que existan datos estadísticamente significativos como
para recomendar uno en lugar de otro.
ANATOMÍA QUIRÚRGICA Y APLICADA
Las fracturas de la mano, cabeza cubital y las fracturas diafisa-
rias y las humerales son conocidas por producirse en conjunción
El radio distal se articula con la cabeza cubital así como con el
con las fracturas distales del radio. F.l tratamiento de estas fractu­
carpo. El radio distal sirve de punto de contacto directo del cartí­
ras debería seguir protocolos establecidos con la inclusión de estos
lago y origen del ligamento. La longitud y forma del radio distal
dos consejos: siempre y cuando sea posible, el movimiento del
afectan a su capacidad de guiar la rotación del antebrazo así como
de proveer una base a la flexión y extensión del carpo, la desvia­
ción hacia los aspectos laterales del cubito y radio y una leve ro­
tación (Fig. 20-15). Los trastornos de la superficie articular son
conocidos por aumentar la probabilidad de desgaste del cartílago
articular (17). Igualmente importante son los trastornos de la ana­
tomía que se producen como consecuencia de un cambio en la
rotación y/o longitud del radio distal en relación al cubito (33,
147, 150). La Figura 20-16 muestra los cambios en el anclado
articular de la ARCD que se producen como consecuencia de un
cambio en la angulación o en la longitud tras la consolidación de
la fractura.
En cuanto a su relación con la ARCD, el radio distal rota sobre
la cabeza cubital. Este movimiento está guiado por estructuras
ligamentosas proximales que se extienden desde la parte distal del
radio hasta la apófisis estiloide cubital y la cabeza cubital proximal.
Las lesiones que afectan al radio distal pueden afectar al soporte
ligamentoso del estiloide cubital, CFCT, así como también a la
anatomía de la fosa sigmoidea, que se articula con la cabeza cubi­
tal (95). Por tanto, y de forma completamente independiente a
cualquier lesión directa de la cabeza cubital, las lesiones del radio
distal pueden alterar la rotación del antebrazo (33, 208).
La localización de los tendones, nervios, vasos, arrugas dérmi­
cas, huesos y articulaciones es una importante consideración que
se debe tener en cuenta en la planificación de tratamientos qui­
rúrgicos y no quirúrgicos de las fracturas distales del radio. De
forma clara, la finalidad del tratamiento debería ser reducir al
mínimo la interferencia con las funciones propias de estas estruc­
turas. Lo que puede no ser tan evidente es que cambios sutiles
pueden dar lugar a resultados fisiológicos negativos.
la s vías de acceso percutáneas, abiertas limitadas, abiertas dor­
Figura 20-14. El fallo del soporte del tejido blando a lo largo de la
sales y abiertas volares son utilizadas en el tratamiento de las frac­
colum na cubital del radio puede in cluir la estiloides cubital, el turas distales del radio. Un principio unificador de todos estos
com plejo fibrocartilaginoso triangular, la vaina del extensor car- abordajes es evitar la compresión de nervios, tendones y/o vasos
pocubital y el soporte de los ligam entos sem ilunarpiram idales. sanguíneos. Algunos anatomistas quirúrgicos han propuesto pla­
Los patrones de fallo son particularm ente im portantes en pacien­
nos interneurales para el antebrazo (119, 123). La ampliación de
tes con lesiones estiloideas transradiales, trasnsescafoideas y peri-
lunares con o sin lesión estiloidea evidente. La necesidad del tra­ estos abordajes más proximales pueden utilizarse para exponer la
tam iento de estas lesiones asociadas deberá ser valorada de muñeca/radio distal. Sin embargo, ninguno de estos abordajes
form a adicional. La artroscopia puede ser particularm ente intere­ puede visualizar todos los fragmentos fracturados para su estabiliza­
sante durante la cirugía, así com o la exploración preoperatoria de ción. Por tanto, en aquellas fracturas complejas en las que las téc­
la colum na cubital de la muñeca y la valoración tras la estabiliza­
ción de la DRUJ. (M odificado de Melone CP, Nathan R. Rotura tra u ­
nicas indirectas de reducción no son útiles, el médico debería pla­
mática del com plejo fibrocartilaginoso triangular. Anatom ía pato­ near la utilización de más de una incisión. En esta situación, debe
lógica. Clin. O rthop 1992; 275: 65-73.) tenerse un cuidado especial en asegurar la viabilidad de la piel entre
832 Sección II: Extremidad superior

riamente presentado en 1986 (82). Desde entonces ha aparecido


en diversas publicaciones de técnicas quirúrgicas, así como tam­
bién en publicaciones no científicas (5, 194, 195, 204, 206). Los
principios fundamentales son la visualización directa del hueso que
se va a tratar para asegurar la colocación central de la aguja, la pro­
tección del nervio radial sensorial proximal y sus ramas distales, y
una aproximación de la piel sin tensionarla alrededor de las agujas
de fijación en una posición neutral de rotación del antebrazo. La
Figura 20-17C muestra una variación de la incisión clásica en el
dorso de la muñeca. El abordaje ofrece una exposición extensa del
radio distal entre el nervio radial sensorial y el nervio dorsal cubi­
de Lister tal sensorial, una visualización clara de la superficie articular, capa­
cidad de manipular la extremidad dorsal de la CFCT y acceso a
Figura 20-15. La estabilidad de la relación del cubito con el radio es lesiones del carpo (Fig. 20-17D). Una variación útil de este abor­
a veces pasada por alto. En esta figura puede verse el radio girar daje es la osteotomía del tubérculo de Lister alejada de la fractura
y deslizarse alrededor del cúbito estabilizado por el com plejo
fibro cartila gino so triangular, la articulación cubitorradial y el o consolidación defectuosa (222) (Fig. 20-17F-). Esta variación es
soporte extrínseco del tejido blando incluyendo el pronador cua­ posible incluso en fracturas recientes y ofrece la ventaja de una
drado. La tensión del pronador cuadrado secundaria a la cicatriza­ cobertura del tejido blando más larga para poder cubrir cualquier
ción podría conducir a una supinación lim itada. implante así como una exposición más fácil del aspecto dorsal del
esciloide radial. La Figura 20-17F esquematiza un abordaje volar
las incisiones. De igual manera, el traumatólogo debería tener en del radio distal entre el nervio radial sensorial y la rama cutánea
cuenta la irrigación sanguínea de los fragmentos más grandes en palmar del nervio mediano. El abordaje puede extenderse para
cuanto a su relación con la irrigación normal del hueso (102). La visualizar el escafoides volar. El abordaje no muestra una buena
Figura 20-17 ilustra nuestra forma de abordaje preferida. La Figura visualización de la superficie articular. Debe tenerse cuidado al uti­
20-17A muestra las puertas de entrada que utilizamos para colocar lizar este método de abordaje de no separar los orígenes volares del
«agujas de soporte de bloqueo». Este método es una modificación ligamento. Nosotros no utilizamos este abordaje para liberar el
del original de Clancey (46). F,1 abordaje no se realiza entre estruc­ túnel carpiano.
turas nerviosas. De hecho, una lesión directa o una compresión de De forma diferente a los abordajes anteriores, es ocasional­
la parte sensorial del radio y/o de los nervios sensoriales cubitales mente necesario completar una liberación del túnel carpiano al
dorsales es posible. Como consecuencia, hemos modificado el mismo tiempo que se fija la fractura. En esta circunstancia,
abordaje con el objetivo de incluir incisiones más grandes que empleamos una incisión independiente a lo largo del borde cubi­
favore7.can la protección y liberación del tendón y los tejidos ner­ tal del túnel carpiano.
viosos. La Figura 20-17B muestra el método que utilizamos para En el tratamiento artroscópico de las fracturas distales del
la fijación externa mediante aguja (206). Este método fue origina- radio, los rutinarios 3/4 y 4/5 portales dorsales utilizados en el
diagnóstico artroscópico son útiles en el tratamiento de las frac­
Superficie B = aspecto cubital de la ARCD turas. Sin embargo, lo que debería tenerse en cuenta es que los
portales comunes están con frecuencia alineados con extensiones
Superficie A = de la fractura. Esto es, la cánula puede penetrar en los lugares de
aspecto radial fractura. Cuando planeamos la visualización artroscópica, el trau­
de la ARCD
matólogo debe utilizar puertas de entrada normales, ampliarlas
según requiera para proteger tendones y nervios, combinar la
visualización fluoroscópica y atroscópica y seguir los principios
Fractura de Colles normales de estabilización (4, 54, 96).
con hundim iento
dorsal
BIOMECÁNICA

F r a c tu r a
Frykman (87) fue de los primeros en examinar los patrones de frac­
tura tras una carga específica del radio distal. No sólo determinó las
fuerzas necesarias para fracturar el radio distal, sino que observó
diferentes patrones de fracturas dependiendo de la posición y de la
fuerza aplicada. En su experimento, las fracturas podían clasificarse
según ocho patrones diferentes. Fue el primer autor en separar las
fracturas en subtipos intra o yuxtaarticulares y en reconocer que
Figura 20-16. El hundim iento del radio distal cambia la angulación cualquiera de estos patrones podían o no concurrir con una fractu­
con respecto a la cabeza cubital. Ello resultará en dos superficies ra del estiloide radial. Un punto débil de su trabajo fue su incapa­
norm alm ente congruentes que llegarán a ser cada vez más incon­ cidad para describir o clasificar la estabilidad de la fractura basán­
gruentes, a pesar de la no existencia de una fractura de la superfi­ dose en la presencia o ausencia de desplazamiento y/o conminuta-
cie articular. Por últim o, esto puede resultar en una articulación
que no podrá rotar secundariam ente a una luxación relativa del
ción. Mucho más recientemente se completó un cuidadoso estudio
radio en relación a la cabeza cubital. en el que se examinaba la posición del brazo del paciente que Sería
Capítulo 20: Fracturas distales del radio 833

Wl larr« ,r> . it <tJ .« 4*x*j■ .*0 #j •. •


vl*| *“ '•* i ' .'M ■» i< f* ‘ *“ J
-T>! •'»*

A *
Rama dorsal
del nervio cubital
Figura 20-17. A: Las rutas entre el prim er y segundo com p arti­ Nervio radial
m ento dorsal y el cuarto y quinto com partim ento dorsal u tili­ superficial
zado por Clancey cuando llevó a cabo la estabilización de una
fractura extraarticular radial distal mediante el bloqueo de la
misma con aguja. B: El acceso lim itado abierto para la aplica­
Nervio posterior
ción de aguja com o fijación externa en el tratam iento de las
Incisión interóseo
fracturas distales del radio mediante la utilización de un fija do r
externo. Es im portante encontrar el centro del radio proxim al
a la fractura y el centro del m etacarpiano en la base de la mano
(segundo metacarpiano). Además, se destaca la proxim idad de
los tendones y, de form a particular, el nervio sensorial del
radio a los lugares norm ales de colocación de las agujas. El
acceso lim itado abierto perm ite la protección de estas im p o r­
tantes estructuras y la centralización de la localización de las
agujas: C: Acceso dorsal al radio dlstal, que utiliza el espacio
entre el nervio sensorial radial y el nervio sensorial cubital.
Este acceso perm ite una clara visualización de la superficie
articular y de los fragm entos fracturados. (La figura continúa.)

Abordaje quirúrgico:
tu ga r de la aguja distal

Incisión de la piel

Bel ación perióstica


834 Sección II: Extremidad superior

Figura 20-17. (Continuación) D: Una form a de abordar la división del extensor retinaculum entre los com partim entos 3 y 4 y entonces reti­
rarlo con cuidado de la fractura para pe rm itir una reparación directa de la misma. Se puede apreciar una abertura longitudinal de la cáp­
sula radiocarpiana. E: Un m étodo alternativo descrito por Weil, Ruby y cois., respecto a la posibilidad de realizar osteotomía sobre el tubércu­
lo de Lister para la corrección de la consolidación defectuosa y ocasionalm ente en fracturas agudas, que crea una envoltura más gruesa de
tejido blando para su colocación directa sobre los diversos m étodos de reducción con placa fijación/aguja fijación/interna. F: Nuestro sis­
tema de abordaje del radio volar, que utiliza el espacio sensorial entre la rama del cutáneo palm ar del nervio mediano y el radial senso­
rial/ramas cutáneas del nervio antebraquial lateral. La arteria radial se desplaza radialm ente, m ientras que el flexo r radial del carpo puede
desplazarse en dirección al cúbito. Esto perm ite una exposición clara del margen volar del radio distal. Sin embargo, la utilización de este
m étodo no es posible para la visualización de la articulación radiocarpiana. (A con perm iso de Clancey GJ. Fijación percutánea de la frac­
tura de Colles mediante aguja de Kirschner. J Bone J o in t Surg 1984; 66 (7); B con perm iso de Seitz WH, Putnam MD, Dick HM. Abordaje
abierto lim itado para la fijación externa de las fracturas distales del radio. J Hand Surg 1990; 15 (1); 288-293.

necesaria para producir la suficiente fuerza como para fracturar la una alta probabilidad de resultar en lesiones que se extiendan más
parte distal del radio en una persona normal (44). Sorprendente­ allá del propio hueso hasta los tejidos blandos circundantes y/o otras
mente, el paciente tan sólo necesitaba caer de una altura de 60 cm articulaciones. Por lo tanto, la lesión pasa a estar en relación a la
para generar una fuerza suficiente para lograr tal fractura, asumien­ fuerza aplicada frente a la fuerza real del radio distal frente a la capa­
do una ausencia de absorción de la carga por estructuras contiguas cidad de otras estructuras de absorber la carga, lo cual determinará
(mano, codo) o del hombro ipsilateral. Con estos hechos en mente, si el radio distal se fracturará, así como la severidad de la misma y si
es evidente que muchos pacientes están expuestos a cargas suficien­ se extiende más allá del radio distal hasta las estructuras ligamento­
tes para fracturar el radio distal y que sencillamente no ocurre por la sas contiguas y/o estructuras óseas.
habilidad de proteger el brazo en extensión máxima mediante el uso
de otras extremidades y del hombro ipsilateral. Por los datos dispo­
I m p la n te s
nibles, resulta evidente que los accidentes con alta carga energética,
tal y como los que se producen con motos, bicicletas, patines, esca­ El soporte del radio distal tras la lesión es el objetivo principal de
leras, caídas desde tejados y otros mecanismos similares, presentan cualquier estructura de fijación interna o externa. Tanto el enyesa­
Capítulo 20: Fracturas distales del radio 835

do como la férula mantienen de forma similar la reducción Dorsal


mediante la utilización de un soporte externo (158, 229). La
Figura 20-18 muestra tres lugares de fallo en la fijación. La Tabla
20-2 describe cuáles de los tres métodos de fijación disponibles
están presentes en cada uno de los métodos arriba mencionados. Si
un soporte de fijación no está disponible para ser utilizado, tam­
poco estará disponible para que fracase. De esta manera, debería
estar claro que cualquier enyesado o férula actúa primordialmente
como un soporte longitudinal. Asumiendo que una carga longitu­
dinal sea aplicada y que por lo menos una superficie cortical no Figura 20-18. Ilustra tres lugares potenclalm ente débiles de fija ­
está conminutada, entonces el yeso puede ofrecer suficiente sopor­ ción mediante la utilización de aparatos en las cercanías del radio
distal: 1, la Interfaz ósea tornillo/aparato; 2, el m étodo de fijación
te como para permitir el mantenimiento de la reducción (179). (tornillo, aguja u otros) para la fijación del armazón (placa, aguja,
F.l soporte mediante aguja ofrece la posibilidad de que la aguja ajustador u otros); 3, la propia resistencia del armazón (placa,
cruce la fractura y también fije una porción del fragmento distal barra de fijación externa u otros). Estos puntos débiles persistirán
fracturado. La aguja tiene una ventaja sobre la fijación con placa en independientem ente de que la fijación sea una placa dorsal, una
placa volar o un fija do r externo.
cuanto a que no existe interfaz entre un tornillo o una placa para
que pueda fallar. Sin embargo, la naturaleza de la fijación median­
te aguja hace que pueda hundirse longitudinalmente y es inesta­
ble para proveer una resistencia rotacional sustancial (85, 181). fuerza de la fijación interna mediante placa ha sido examinada
No obstante, tiene posibilidades de éxito y ha demostrado su mediante compresión (99, 100). En el modelo utilizado (Fig. 20-
resistencia en laboratorio, aunque menos que la placa, la fijación 19A), las placas soportaron cargas axiales entre 200 y 600 N antes
externa o el cementado óseo mediante fosfato cálcico (86, 226). de que sufrieran una deformidad permanente (Fig. 20-19B). La
Una nota adicional es que Wolfe (224) y otros han demostrado mayor rigidez y fuerza se alcanzó mediante el uso de una placa
que la formación temprana de un callo puede aportar una fuerza moldeada en forma tridimensional similar al propio radio (Fig.
adicional significativa a la construcción de la fractura. 20-19C).
La fijación externa como método de tratamiento de las fractu­ En la Tabla 20-3 se muestra un resumen de las tuerzas obteni­
ras distales del radio tiene una experiencia clínica documentada de das mediante varios métodos de fijación. Esta tabla no representa
más de 60 años. Sin embargo, a pesar de la relativa uniformidad un solo estudio de los métodos que describe ni tampoco compa­
de la forma y del tamaño de la muñeca, el tamaño, la forma y la ra los resultados de materiales puestos a prueba mediante méto­
función de los mecanismos fijadores que se han empleado han dos idénticos. La tabla pretende ser una valoración aproximada de
sido muy variable. Frykman y cois. (88) y separadamente Chao y relativa importancia en cuanto a los métodos que se van citando
cois. (41, 42) y otros autores han definido la dureza de los fijado­ en el texto. Está enfocada de cara a estimular al lector para la elec­
res en laboratorio y han encontrado una diferencia significativa en ción más apropiada del soporte según la inestabilidad de la frac­
cuanto a rigidez y fuerza. Algunos fijadores externos han intenta­ tura a tratar. Ocasionalmente, la fijación más resistente puede no
do incluso permitir un movimiento radiocarpiano precoz. Pero la ser la mejor para un determinado paciente. Otros factores que
disponibilidad del fijador para poder realizar esto sin incidir en un deberán ser tenidos en cuenta son los objetivos del tratamiento, la
aumento de la sobrecarga en el lugar de la fractura es cuestionable calidad de la piel y el estado óseo, la adaptabilidad y la disponibi­
debido a la dificultad de identificar un adecuado «pernio o centro lidad de equipo. Siendo conscientes de lo que estamos diciendo,
de rotación» (103). Un claro paso adelante con respecto a la fija­ recomendamos que el traumatólogo haga la elección del método
ción externa es el valor de las agujas en el lugar de la fractura para de fijación que crea más apropiado para soportar las cargas que
fijar específicamente aquellos fragmentos grandes o sueltos que no deberán llevarse a cabo durante el proceso de rehabilitación.
han podido reducirse o estabilizarse mediante la fijación externa Una vez las fracturas distales del radio han sido estabilizadas, el
por sí sola. Wolfe y cois. (225) han demostrado que este incre­ paciente deberá iniciar una movilización precoz de todas las arti­
mento de la fijación externa repercute en un aumento de la fir­ culaciones ipsilaterales del brazo. Las fracturas distales del brazo
meza de la construcción de la fractura (68). están asociadas con un importante edema de los dedos y de la
De forma similar a la fijación externa, la experiencia clínica mano, así como con una rigidez de la articulación glenohumeral
con fijación interna mediante placa precedió a los estudios de (12, 217, 219, 221). Por lo tanto, se deberá enseñar a todos los
laboratorio en relación a la firmeza y debilidad de las placas. La pacientes la realización de ejercicios de movilización digital.

Tabla 20-2. INTERFACES QUE HAY QUE CONSIDERAR EN LA EVALUACIÓN DE LOS DIFERENTES MÉTODOS
DE FIJACIÓN
Fijación Fijación con
Molde Aguja Aguja + molde externa placa

Tornillo-hueso No No No Sí Sís
Tornillo-placa o aguja-hueso No Sí Sí Sí Si6
o dos agujas
Placa o molde/fljaclón con barra No No Sí Sí Sí

aLas combinaciones de placa/púa/aguja reducen la necesidad de la «mordida» por tornillo.


5La fijación directa a la placa mediante tomillo/púa/aguja aumentará la resistencia.
836 Sección II: Extremidad superior

Un asunco más complicado referente a la biomecánica es si el torio, la mejor oportunidad de controlar el dolor será durante las
tratamiento de una fractura específica es capaz de poder conducir primeras 12 a 48 horas tras la reducción. El paciente probable­
a una removilización del antebrazo, ARCO y de la articulación mente se beneficiará de una movilización precoz de las articula­
carporradial. Esto dependerá del tipo de fijación que se utilice, así ciones contiguas, lo cual estará facilitado si se controla el dolor
como al grado de estabilización que se logre mediante la cons­ (177). El médico deberá emplear suficiente medicación para per­
trucción de tal fijación. mitir este programa de movilización precoz y evitar así el ciclo de
Como mínimo un estudio ha examinado las fuerzas que esta­ dolor asociado a pérdida de la movilidad, edema y dosis insufi­
rían involucradas en la utilización de la musculatura extrínseca cientes de analgesia (61, 1221).
para aquellas actividades que afecten a la sujeción o capacidad de
agarrar (193A). La Figura 20-20A muestra las fuerzas que se dan Y eso
en la metáfisis distal del radio mediante el uso de un modelo
La aplicación de vendajes enyesados para facilitar la consolidación
extrínseco de agarre (Fig. 20-20B). Las mismas fuerzas fueron
de la fractura sigue siendo con toda probabilidad el método más
extrapoladas y pusieron en evidencia que excedían la resistencia de
empleado de tratar las fracturas distales del radio. Este método
la construcción de muchos de los aparatos de fijación. Por tanto,
ofrece las ventajas de su simplicidad, bajo coste y una amplia dis­
el traumatólogo y el equipo de rehabilitación deberán ser cuida­
ponibilidad de los materiales y métodos necesarios para su aplica­
dosos en cuanto a rciniciar el movimiento de los dedos. Es impor­
ción. Precisamente poique este método está tan ampliamente
tante resaltar que con la mayoría de los aparatos de fijación el
extendido, un pequeño porcentaje de estudios en la bibliografía
paciente no debería aplicar fuerza al agarrar hasta que la fractura
reciente se han centrado en los pasos y probabilidades de la apli­
esté consolidada mediante técnicas clínicas y/o radiológicas.
cación con éxito de este método (120, 144). Por lo menos cuatro
puntos merecen ser considerados para que la aplicación de este
ALTERNATIVAS AL TRATAMIENTO método garantice tal éxito:
Primero, como fue resaltado por Sarmiento y cois. (201, 202)
Existe una ausencia de datos clínicos en cuanto a las indicaciones y otros (178), la supinación desempeña un papel prioritario en
relativas de los diferentes métodos de tratamiento. Hasta la fecha, cuanto a recobrar la funcionalidad tras la fractura. La Figura 20-
no se ha publicado un estudio asignado al azar respecto a méto­ 21A-C muestra la aplicación de un molde de yeso largo para
dos de fijación y resultados para determinados tipos de fractura reforzar la supinación tras la reducción de una fractura distal del
distal del radio. Tal y como se ha descrito anteriormente, una difi­ radio mínimamente conminutada. En este caso el armazón ofrece
cultad añadida es la ausencia de unanimidad en cuanto a una cla­ las siguientes ventajas: mediante la inmovilización del codo, la
sificación universal reproducible (138, 154). Este problema, en acción del braquiorradial quedará probablemente reducida, y por
combinación con resultados de dudosa validez, hace imposible el tanto disminuirán también aquellas fuerzas que actúen en los
poder recomendar de forma clara un tratamiento sobre otro. fragmentos distales fracturados; al colocar el brazo en supinación,
Entendemos que la reducción deber realizarse y mantenerse para el pronador cuadrado estará en plena extensión y la ARCO estará
cualquier paciente cuya rotación del antebrazo quede comprome­ en posición estable, por lo que se facilitará el restablecimiento de
tida por una consolidación de la fractura en la posición de presen­ la supinación; y el armazón podrá moldearse para mantener el ali­
tación en el momento del diagnóstico. Además, el traumatólogo neamiento longitudinal de la muñeca, ayudando al manteni­
debería emplear el tipo de soporte más estable para la fractura e miento de la reducción.
iniciar la rehabilitación lo antes posible. Aquellas fracturas que Segundo, aunque el tratamiento mediante yeso aporta soporte,
están desplazadas dentro de la misma articulación y/o que afecten no mantendrá completamente la reducción (174, 175). Esto es,
al carpo deberían ser tratadas de forma prioritaria cuando sea una reducción correcta tiene más probabilidades de reangulación
posible. Por ello utilizamos tres principios para guiar el trata­ o desplazamiento cuando se utiliza el yeso como único soporte.
miento: (a) reducir cualquier fractura que pudiera limitar la rota­ Tercero, la re-reducción de las fracturas distales del radio es una
ción del antebrazo si curase en la posición presente; (b) reducir práctica de dudoso beneficio (174, 175) y el apoyo a la práctica
aquellas fracturas que presenten incongruencias articulares fun­ de esta técnica existe con probabilidad en toda comunidad médi­
cionales; y (c) estabilizar, si es posible, cualquier fractura operada ca. Sin embargo, su utilidad deberá evaluarse en función de los
para permitir de forma inmediata un grado de rotación suficiente riesgos que implica en aras de obtener una re-reducción.
del antebrazo y del movimiento radiocarpiano tan pronto como Cuarto, el yeso no deberá impedir la función de las articula­
sea posible (143, 164, 193). ciones contiguas. Un tratamiento postoperatorio insuficiente
puede tener tantos efectos contraproducentes en varias estructu­
ras anatómicas como el propio tratamiento operatorio (Figura
A n e s te s ia y c o n t r o l d e l d o lo r
20-21D-F). Por lo tanto, creemos que el tratamiento mediante
La anestesia es necesaria para reducir una fractura. Tanto el blo­ soporte de yeso sigue siendo una parte importante del trata­
queo de Bier, como el bloqueo del hematoma de la fractura y la miento para un elevado número de fracturas distales del radio.
anestesia general son todos métodos razonables a considerar para Las fracturas que mejor pueden ser tratadas mediante el soporte
el tratamiento de una urgencia o emergencia (91, 105). La utiliza­ de yeso pueden probablemente ser determinadas en la evaluación
ción de anestesia regional proximal (bloqueo axilar) puede ser inicial. Srroffelen y Broos (212) han propuesto el tratamiento de
problemático en el paciente ambulatorio debido a las dificultades aquellas fracturas con mínimo desplazamiento mediante el uso
asociadas a la absorción venosa desapercibida de agentes anestési­ de un soporte enyesado durante un corto período de tiempo
cos periféricos. A excepción de la necesidad obvia de aliviar el seguido de la aplicación precoz de una férula. Un ejemplo que
dolor y permitir la relajación muscular durante cualquier intento ilustra este caso queda reflejado en la Figura 20-21G. Estas frac­
de reducción, ya se trate de un paciente hospitalizado o ambula­ turas, que a pesar de un desplazamiento angular inicial o de tras-
Capítulo 20: Fracturas distales del radio 837

600

500 p = 0,024

400

300

200

100 Media = 139,9 Media = 374,3


S.E. » 21,6 S.E. = 87,0
0
Placa en T Nueva placa

Resistencia: Fallo de carga


1.000-] Media valor critico de Turkey como índice comparativo
T *
Datos transformados (n = 5)
900-

800-

700- = Grupos homogéneos


identificados mediante
§, 600- el test de diferencia
<o significativa de Turkey Honest
° 500-
o
¡2

I I I
400-

300-

200 -

--- p----------------------,---------------------- ,-------------------- ----- -------------------.-----------------


4T
Nueva Nueva + Nueva + T+PMMA T-How T-AO
aguja a tensión aguja K , medica
B

Figura 20-19. A: Carga com presiva secuencial de un m odelo de frac­


tura extraarticular distal del radio que muestra el desplazamiento de
los fragm entos fracturados secundario a la combadura de la placa. B:
Comparación entre la rigidez relativa y la falta de resistencia a la
carga de las placas en T existentes frente a una nueva placa trid i­
m ensional que fue diseñada específicamente para encajar en el
aspecto dorsal del radio distal (C). Las ventajas potenciales de una
placa como ésta implicarían la transferencia directa de la carga a la placa
sin tener que depender de la fijación del to rn illo distal. Sin embargo,
la necesidad de una reducción estricta es obvia dado el diseño fijo de
la placa y las m últiples cuchillas. (A, B con perm iso de Gesensway D,
Putnam MD, Mente PL y cois. Diseño y biomecánica de una placa
para el radio distal. J Hand Surgery 1995; 20A: 1021-1027.)
838 Sección //: Extremidad superior

Tabla 20-3. APROXIMACIÓN SEGÚN EL AUTOR DE LA FIRMEZA DE LA FIJACIÓN EN COMPARACIÓN


A LA FIRMEZA NORMAL AXIAL DEL RADIO DISTAL
Fijador Fijador en
Molde Aguja-X Aguja-X + molde externo placa

% de la firmeza axial 5-10 10-15 10-20 15-40 20-40


respecto al hueso
normal3

* Cálculo del autor a partir de estudios no comparativos.

o Ensayo 1A
■ Ensayo 1B
_ 200 * Ensayo 2
10 a
c o Ensayo 4A
0
1 150 * Ensayo 4B
□ « o Ensayo 5A
o J * O *
Bcz * Ensayo 5B
t— 100

~o3
* 1 A.°* s*:+V T a Ensayo 6A
-u * Ensayo 6B
v Ensayo 7A
50
* ▼ Ensayo 7B
* + Ensayo 8A
vv
x Ensayo 8B

J__I__I__I__I__I I I__I__I__l i l i __I__L J


-10 0 10 20 30 40 50 60 70 80
Fuerza de agarre (Newtons)

Figura 20-20. A: La fuerza relativa que se aprecia en el radio


durante una sim ulación extrínseca de la m aniobra de agarre en un
m odelo de laboratorio. La relativa baja carga de la fuerza de agarre
produce cargas superiores en el radio debido a la necesidad de
cualquier fuerza de agarre de ser compensada por una fuerza equi-
llbradora de los extensores de la muñeca. B: M odelo utilizado en
la generación de los datos expuestos en A. C: Im portancia poten­
cial de los datos de la rehabilitación para poder com prender la
Fuerza carga que lleva a cabo en la misma con respecto a las fuerzas
de agarre conocidas de las placas de fijación externas existentes y fijadores
de 100 N externos. Una carga de 100 N generada durante una fuerza de agarre
casi excedería la resistencia de todos las m onturas de fijación dis­
ponibles. Tan sólo la placa dorsal probada en el laboratorio y el
fija d o r externo previam ente experim entado por Frykman y cois,
parece proporcionar un soporte suficiente durante este test de
relativa baja carga. (De Putnam MD, Meyer NJ, Nelson EW y cois.
Fuerzas m etafisarias en el radio distal en un m odelo de agarre
extrínseco: Im plicaciones para la re h a b ilita ció n posfractura.
C J Hand Surg 2000; 25A: 469-475.)
Capítulo 20: Fracturas distales del radio 839

Figura 20-21. A, B: Una fractura extraarticular


del radio distal tratada con in m oviliza ción
mediante m olde de yeso. Puede apreciarse la
aplicación del yeso en supinación com pleta (C).
D: Un m olde de yeso aplicado en el antebrazo
es demasiado distal y puede bloquear la m ovi­
lidad de la articulación m etacarpofalángica
(AMCF). Debe tenerse cuidado en la aplicación
del m olde para pe rm itir una flexión plena de
todas las articulaciones metacarpofalángicas.
(La figura continúa.)
840 Sección II: Extremidad superior

Figura 20-21. (Continuación) E: Un m olde ideal está especialmente recortado en el aspecto palmar
para pe rm itir una flexión com pleta de los dedos al tiem po que ofrece tres puntos de soporte a la frac­
tura. F: Se colocó una férula distal para poder bloquear la función norm al del pulgar así com o para
prevenir cualquier flexión significativa de los dedos. (La figura continúa.)

lación, han mantenido una rotación del antebrazo casi normal, brazo. Tercero, las fracturas tratadas mediante esta técnica
generalmente mantienen una rotación satisfactoria del antebrazo deben tener por lo menos una corteza no conminuta y deben
tras la curación. (Ojo: si el traumatólogo acepta la posición de estar perfectamente reducidas. Una vez la corteza no conminu­
una fractura impactada distal del radio que mantiene inicialmen­ ta está anatómicamente reducida, las agujas pueden actuar de
te la funcionalidad, ésta deberá seguirse de cerca para evitar una forma soporte y las probabilidades de éxito en cuanto al man­
embarazosa pérdida de función si evoluciona en forma de hundi­ tenimiento de una aceptable reducción serán altas. Cuarto, la
miento.) colocación de las agujas para que actúen como soporte debe­
rían soportar el hueso conminuto. Frecuentemente, las cortezas
dorsales y radiales están conminutadas. Éstas se pueden soste­
F ija c ió n p e r c u t á n e a m e d ia n t e a g u ja ner mediante el uso de agujas en el espacio entre los comparti­
La fijación mediante aguja del radio distal ha sido descrita por mentos extensores uno y dos y de forma separada el cuarto y
una gran variedad de autores (46, 112, 196, 213, 216). Ningún quinto. Quinto, el tamaño de las agujas que normalmente uti­
estudio ha comparado un método respecto a otro de una forma lizamos (15 mm) y su número (no menor de dos -u n a dorsal y
significativa. Todos los métodos descritos suponen un riesgo para una radial- y no mayor de cuatro) no es tan importante como
el paciente, y ninguno de ellos proporciona un soporte a la frac­ la protección del nervio sensorial radial, la reducción máxima
tura comparable al obtenido mediante una fijación interna más de la compresión tendinosa y el aporte de un soporte tipo féru­
rígida o una fijación externa. Sin embargo y debido a la relativa la durante un mínimo de 4 semanas tras la intervención.
facilidad de la fijación con aguja, la gran disponibilidad de todo
el equipo necesario y la comparativamente más segura estabiliza­
A g u ja s y y e s o
ción de fracturas que se vuelven a desplazar cuando se compara al
soporte enyesado, ha hecho que este método siga siendo muy El hecho de añadir agujas para aumentar la fijación del yeso al
popular. hueso no es nuevo. Existen trabajos sobre la eficacia de este méto­
La Figura 20-22A muestra un caso tratado mediante el do publicados en la bibliografía durante más de 50 años (37, 48,
método de fijación por aguja descrito por Clancey (46). Este 109). Este método tiene una aplicación universal debido a su
método, igual que otros (Fig. 20-22B), es improbable que man­ reducido coste y mínimos materiales requeridos. En fecha tan
tenga de forma exacta la reducción quirúrgica (86, 226). Sin reciente como 1995, Hutchinson y cois. (133) documentaron la
embargo, nuestra experiencia es que el método puede proveer utilidad de la técnica. Sin embargo, a pesar de los informes favo­
un alineamiento suficiente como para permitir una rotación rables a su empleo en el tratamiento de las fracturas inestables,
estable del antebrazo tras la curación. Cuando se contempla tiene todas las desventajas de la fijación externa (imposibilidad de
este método es útil que nos fijemos en algunos detalles. lograr una reducción directa, inmovilización de la articulación
Primero, hay que colocar la aguja alejada de los nervios sen­ radiocarpiana y el problema del trayecto de las agujas), sin pre­
soriales y tendones, siendo de crítica importancia el cuidado sentar algunas de las ventajas que sí tiene la fijación externa (capa­
posquirúrgico de la interfaz aguja-piel si las agujas se han de cidad de ajuste, firmeza conocida y posibilidad de poder ser reu­
mantener hasta la curación completa (Fig. 20-18). Segundo, la tilizadas en un determinado paciente). Por tanto, aunque es
fractura siempre debería tener un soporte externo. Nosotros importante reconocer la continua utilidad de esta técnica, cada
preferimos un molde largo con el brazo en supinación durante vez su interés es más histórico a medida que nuevos y más fiables
3 semanas, seguido de una férula de plástico renovable del ante­ métodos están disponibles de forma universal.
Capítulo 20: Fracturas distales del radio 841

Figura 20-21. (Continuación) G: Tratamiento de una fractura sim ilar extraarticular en una m ujer octogenaria con objetivos lim itados utilizan­
do un soporte de yeso inicial seguido de un soporte de férula a las 3 semanas de la lesión. La m áxima dorsiflexión del paciente puede verse
en (abajo derecha). La paciente ganó una supinación y pronación completas sin dolor y pudo retornar a sus actividades de la vida cotidiana.
842 Sección II: Extremidad superior

Figura 20-22. A: Tratam iento de una fractura extraarticular mediante la utilización de fijación con aguja cruzada tal y com o fue descrita por
Clancey. Aunque puede apreciarse un ligero hundim iento de la fractura (abajo izquierda y derecha), el paciente retuvo toda la supinación y
pronación del antebrazo así com o una flexión palm ar y dorsal funcionales de la articulación radiocarpiana sin quejas de dolor. (La figura
continúa.)
Capítulo 20: Fracturas distales del radio 843

S t ie n y K a tz , 1 9 7 5 R u sh , 1954
C la n c e y , 1 9 8 4 L u c a s y S a c h t ja n , 19 8 1
M u n s o n y G a in o r , 1981

Figura 20-22. (Continuación) B: Métodos alternativos de fijación m ediante aguja de las fracturas extraarticulares del radio distal.

F ija c ió n e x t e r n a intento de permitir una movilidad radiocarpiana más temprana y


estable (47, 173, 189, 228). Sorprendentemente, ninguno de
La utilidad de la fijación externa para las fracturas distales del estos cambios han hecho tanto para modificar el resultado del tra­
radio quedó demostrada con la introducción y la experiencia clí­ tamiento mediante fijación externa que la adopción de técnicas
nica del marco de Roger Anderson (9, 107, 108). Desde su intro­ abiertas limitadas para la colocación de las agujas de fijación, lo
ducción, han aparecido una gran variedad de aparatos similares que ha mejorado la exactitud de dicha colocación y reducido las
(5, 47, 56, 67, 188). Sin embargo, y a pesar del paso de casi 60 infecciones superficiales de las agujas y la frecuencia de lesiones
años, los nuevos artilugios son muy similares en finalidad y dise­ del nervio radial sensorial (81, 206). Además de la importancia de
ño al original introducido por Anderson (41, 124, 183). la colocación abierta de las agujas, también se ha hecho hincapié
Variaciones del diseño original han incluido materiales diferentes, en los beneficios de la colocación de agujas suplementarias para
posibilidad de ajuste, modificación de la localización de las agujas aumentar la estabilidad de la fractura, la longitud requerida para
para que no crucen la fractura e incorporación de pernios en un la fijación externa, la necesidad de prevenir la distracción, así
844 Sección II: Extremidad superior

como los beneficios de una posición neutral o en extensión de la devascularización en el lugar de la misma (Fig. 20-23). Esto es
muñeca (5, 51, 98, 142, 164, 193, 198, 200, 205, 225). Debido particularmente interesante en una fractura abierta en la que la
a que no todos los fragmentos están unidos al carpo mediante irrigación sanguínea de los fragmentos fracturados puede estar
ligamentos, la distracción por sí sola no puede reducir todas las dañada. La estabilidad de la ARCE) fue evaluada durante cirugía
fracturas/fragmentos. y fue adecuada mediante la fijación externa por sí sola. En estos
Bartosh y Saldana (20) estudiaron y describieron este proble­ casos es factible iniciar una amplia gamma de movimientos del
ma mediante tests en laboratorio. De cualquier manera, la dis­ antebrazo inmediatamente tras cirugía. Si la estabilidad del ante­
tracción y reducción abierta limitada pueden superar esta dificul­ brazo no se consigue mediante fijación externa sólo, deberán
tad potencial (véase Métodos Combinados, más adelante) (130). tomarse medidas adicionales.
La Figura 20-23 demuestra la aplicación de un fijador externo El momento de la retirada de la fijación es materia de controver­
situado lateralmente en una fractura abierta distal del radio con­ sia y debe ser valorada caso por caso. Creemos que la fijación debe­
minuta, desplazada y extraarticular. Estas aplicaciones ofrecen la ría conseguir y mantener una alineación suficiente de la fractura tal
ventaja de estabilización de la fractura sin producir una mayor que pudiera ser retirada a las 6 semanas e iniciar la movilización

Figura 20-23. A: Fotografía de un paciente que se presentó con


una herida por aplastam iento del antebrazo distal con consiguien­
te fractura (B, C). Puede apreciarse la naturaleza conm inuta de esta
fractura extraarticular distal así com o las fracturas asociadas del
resto de la mano. Éstas fueron estabilizadas utilizando un aparato
de fijación externo que restableció la longitud y la inclinación (D,
E). (La figura continúa.)
Capítulo 20: Fracturas distales del radio 845

Figura 20-23. (Continuación) F: La curación de la fractura se com pletó a las 6 semanas y se perm itió
al paciente empezar a realizar m ovim ientos radiocarpianos al tiem po que se Inició la m ovilización de
la ARCD de form a Inmediata tras la fijación externa. Los resultados finales m uestran una supinación
equivalente así com o una función eficaz de la m ano G.

radiocarpiana. Tanto en nuestra experiencia como en la de otros, el con el extensor carporradial largo. A medida que se realiza la inci­
tema de la retirada del fijador a las 4-6 semanas tras su colocación es sión en la fascia que cubre el espacio entre estos dos tendones, el
de gran importancia si lo que se pretende es evitar la rigidez articu­ tronco del nervio radial sensorial se verá aparecer por debajo del
lar a largo plazo (143, 164, 191, 193). A pesar de los avances en la braquiorradial. Éste podrá ser fácilmente retraído y protegido al
fijación interna, la reducción asistida con distracción, con o sin fija­ tiempo que se visualizará directamente por debajo una clara zona
ción adicional mediante agujas, mantenida mediante la neutrali­ que corresponderá a la diáfisis radial. Bajo visión directa, se tala­
zación de fuerzas externas por el empleo de tracción, sigue siendo un drarán agujeros en el radio para su relleno subsecuente con una
método de tratamiento ampliamente utilizado y fiable. De hecho, malla de agujas de medio perfil autoterrajantes para fijación
Cooney (53) considera que sigue siendo el tratamiento de elección. externa. De esta forma podrá asegurarse la colocación de las agu­
jas en su centro y se evitará con certeza la compresión de nervios
y tendón (Fig. 20-24). La elección del método de fijación externa
Técnica quirúrgica de fijación externa
es muy variable. Sin embargo, es aconsejable elegir un fijador
La fijación externa se aplica de forma más segura mediante un cuyo diseño permita su aplicación tras la inserción de las agujas y
método de abordaje limitado y abierto (206). Se realiza una inci­ la reducción con el fijador aplicado de forma holgada, así como la
sión dorsorradial de 2,5 cm de longitud en la base del metacar- re-reducción si es necesario, y la elección de uno que sea radio-
piano del índice, protegiendo las ramas sensoriales del nervio transparente.
radial y exponiendo el tubérculo en la base del metacarpiano del Tras revisar la longitud total y el alineamiento mediante el
índice (Fig. 20-17B). Se identificará el espacio libre dorsal entre el intensificador de imágenes, especialmente asegurando que la
primer y el segundo interóseo dorsal y se realizará la incisión alineación durante la rotación sea satisfactoria, se efectuará un ali­
mediante bisturí. F.l primer músculo interóseo dorsal se retira, neamiento fino de los fragmentos mediante la inserción percutá-
evitando cuidadosamente cualquier lesión y se expondrá el tu­ nea de agujas de alambre-T en el lugar de la fractura y nivelar o
bérculo en la base del metacarpiano del índice y la diálisis meta- unir los fragmentos en su correcto alineamiento. Si se nota un
carpiana. Utilizando el intensificador de imágenes como guía, se vacío en la metáfisis del hueso, deberá considerarse la colocación
taladrarán las bases de los metacarpianos índice y medio así como de un injerto o la sustitución ósea.
la diáfisis metacarpiana del índice. Los agujeros producidos por el
taladro se sustituirán mediante agujas de fijación autoterrajantes Consejos para una correcta fijación externa
de tamaño adecuado. Se realiza una incisión más proximal, unos
10 cm por encima del estiloides radial a lo largo del borde radial • Elegir un fijador que sea fácil de utilizar, radiotransparente y
del antebrazo (Fig. 20-17B). Por debajo de esta incisión, en el teji­ que permita la reducción si se precisa.
do subcutáneo, podrán encontrarse las ramas terminales del ner­ • Emplear un abordaje «limitado abierto» para la inserción de la
vio cutáneo antebraquial lateral, que deberán apartarse y prote­ aguja y evitar dañar el tejido blando, la colocación excéntrica de
gerse. 1.a fascia subyacente contiene la unión del braquiorradial la aguja o la creación de un defecto óseo abierto.
846 Sección II: Extremidad superior

fijar nuestra atención en la frecuencia, el tamaño y el significado de


las lesiones intraintercarpianas que se producen conjuntamente con
estas fracturas (97). Para el artroscopista nuevo e inexperimentado,
la artroscopia de una fractura reciente es, cuanto menos, un reto. La
necesidad de un flujo de líquido para visualizar los fragmentos frac­
turados es considerable. Aunque no esté descrito, es posible que se
filtre una cantidad suficiente de líquido en el antebrazo como para
ocasionar un síndrome compartimental tenso. Se ha recomendado
a los traumatólogos que retrasen durante algunos días este tipo de
intervenciones. Sin embargo, aconsejamos a los potenciales artros-
copistas que tengan presente que permitir la consolidación del callo
hará que la manipulación de los fragmentos articulares sea dificul­
tosa o casi imposible sin una manipulación abierta.

I n d ic a c io n e s d e la f ija c ió n in t e r n a s e g ú n
Figura 20-24. Defecto abierto producido por una perforación co rti­ lo s a u to r e s
cal periférica extrema.
La reducción abierta y la fijación interna han evolucionado desde
un método indicado tan sólo para fracturas marginales (fractura de
• No pasar por alto: Barton y fractura de Barton inversa) hacia una técnica que se ha uti­
— No deberá haber más de 1 mm de distracción en la articula­ lizado para las mismas fracturas tratadas mediante el uso de fijación
ción radiocarpiana ni en la articulación intercarpiana, en la externa en las décadas de los años setenta y ochenta. Lo que no se
proyección anteroposterior. ha podido delimitar son las indicaciones precisas de varias formas
- El injerto óseo puede aportar soporte subarticular. de fijación interna. Sin embargo, debido a que los materiales
empleados han evolucionado desde placas diseñadas de forma no
A p lic a c ió n in t e r n a d e la f ija c ió n ( in c lu y e n d o específica que requieren de una adaptación para cada fractura por
la a s is t e n c ia a r t r o s c ó p ic a ) parte del traumatólogo, hasta los aparatos actuales anatómicamen­
te diseñados que ofrecen soporte directo a la fractura, hemos
La fijación interna de las fracturas distales del radio ha sido exten­ ampliado nuestras indicaciones de la fijación interna a la gran
samente descrita en la bibliografía traumatológica (30, 36, 37, 40, mayoría de las fracturas distales de radio. Las principales preocupa­
54, 57, 73, 76, 94, 96, 128, 139, 146, 185, 193, 199). ciones para el traumatólogo que planifica la fijación interna de una
Tal y como fue inicialmente descrita por Ellis (73), la fijación fractura son las siguientes:
mediante el uso de un soporte interno fue visualizada como una base • ¿Puede reducirse la fractura?
de apoyo. Tal y como se utiliza hoy día, la fijación interna puede • ¿Podrá el implante seleccionado encajar en la fractura?
resistir compresión, así como servir de tope y compartir la carga (Eig. • ¿Qué podrá hacerse si el implante es insuficiente en el momen­
20-25A). El papel de la fijación interna en nuestra práctica varía to de la cirugía?
desde el incremento de la fijación externa hasta el aislamiento y la
estabilización independiente, así como al soporte posquirúrgico de M é to d o d e f ija c ió n in t e r n a
las fracturas distales del radio. Sin embargo, es necesario un conoci­
miento de la anatomía local y de los abordajes quirúrgicos para La Figura 20-25I-N y O-S muestra dos casos en los que la fijación
poder obtener unos resultados satisfactorios tras la fijación interna. interna ha demostrado ser útil. Estos casos tienen características
La sección anatómica de este capítulo describe los aspectos dor­ comunes:
sales y volares del radio distal. Debido a que los estudios que se • La reducción se logró mediante la ayuda de tracción durante la
refieren a las aproximaciones quirúrgicas involucran a un pequeño intervención.
número y generalmente una gran variedad de fracturas, es difícil • Se obtuvo una reducción perfecta.
identificar principios e indicaciones. Generalmente, el abordaje • Las fracturas requirieron de forma temporal de un alambre-T
dorsal es necesario para una visualización clara de las fracturas mientras la placa era aplicada.
intraarticulares, mientras que el abordaje volar puede resultar mejor • La placa se ajustó de forma precisa al radio distal
para las fracturas extraarticulares ( 30, 378, 76, 78, 128, 198, 199). • La cobertura de la placa fue posible sin necesidad de reposicio-
La destreza cada vez superior en el uso de la artroscopia de muchos nar el tendón.
traumatólogos puede cambiar las indicaciones arriba mencionadas. • El soporte que se logró durante la cirugía estabilizó las articula­
Geissler y Freeland (96) y de forma independiente Cooney y Berger ciones radiocubital y radiocarpiana de forma suficiente como
(54) y otros (57) han dado a conocer buenos resultados mediante el para permitir una movilización posquirúrgica rápida.
uso combinado de artroscopia y reducción abierta en las fracturas
intraarticulares. Sin embargo, el uso de la artroscopia para las frac­ En nuestra experiencia el último punto es el más importante.
turas complejas distales de radio suele quedar en el límite de la Deberá prestarse una especial atención a la esquina del fragmento
experiencia de la mayoría de los traumatólogos (Fig. 20-25B-H). dorsal cubital del radio distal. Este fragmento fue inicialmente
Por lo tanto, el uso de la artroscopia para el tratamiento de las frac­ descrito por Melone (176) y ayuda al control de la C.FCT y guía
turas distales de radio está aún en plena evolución. Informes publi­ el radio alrededor de la cabeza cubital. En la Figura 25Ü-S, el
cados en cuanto a su utilidad dejan claro que tiene un papel defini­ margen cubital de la placa controla este fragmento dorsal al
tivo que jugar (57). Pero, quizás más importante, han ayudado a mismo tiempo que evita que se solape a través de la ARCD.
Capitulo 20: Fracturas distales del radio 847

Figura 20-25. A: Interpretación de las fuerzas


que son transm itidas durante la realización de
la fuerza de agarre desde el carpo al radio sin
tocar el área de fijación mediante la utilización
de un soporte en placa de form a que la fuerza
pueda ser repartida entre la placa y la fractura
radial en proceso de curación. Ciertamente,
cualquier fijación representa una carrera entre
la curación del hueso y la estabilidad de la fija ­
ción. B: Radiografía oblicua poslesión en una
m ujer de 21 años de edad m ostrando lo que
parece ser una fractura distal de radio m ínim a­
mente desplazada. Sin em bargo, durante la
artroscopia, se encontró una fractura inestable
que incluso dañaba los ligam entos interóseos
escafoideolunares. C: Se aprecia la reducción
de la fractura inestable asociada a desplaza­
m iento (D). (La figura continua.)
848 Sección //: Extremidad superior

Figura 20-25. (Continuación) E: Separación entre el


escafoides y el lunar ante hem orragia aguda. F: M ism o
E F espacio tras la reducción. (La figura continúa.)
Capítulo 20: Fracturas distales del radio 849

Figura 20-25. (Continuación) G: Radiografía lateral que muestra la fijación interna del radio distal y
espacio escafoldeolunar. H: La misma radiografía en proyección PA. El paciente fue capaz de iniciar la
rehabilitación de la ARCD y articulación radiocarpiana de form a rápida tras la cirugía y recuperó una
am plitud de m ovim ientos activos casi com pleta. La fijación interna se dejó en su sitio. I: Fractura
extraarticular del radio distal estabilizada inadecuadamente a pesar de un soporte de yeso apropiado
con pérdida rápida de la reducción y hundim iento longitudinal aparente. J, K: Radiografías PA y AP que
muestran supinación y pronación com pletas de la DRUJ tras 6 meses de la cirugía. (La figura continúa.)
850 Sección II: Extremidad superior

Figura 20-25. (Continuación) L: Radiografía de la fosa lateral en posición neutral. M, N: Radiografías


lateral en flexión y extensión com pleta m ostrando una recuperación norm al del m ovim ien to carpia­
no. (La figura continúa.)
Capítulo 20: Fracturas distales del radio 851

Figura 20-25. (Continuación) O-S: Tres proyecciones preoperatorias de una fractura intraarticular des­
plazada distal de radio de tip o C. Durante la cirugía, se encontró estabilidad de la relación ¡ntercar-
piana. La reducción de la fractura distal del radio en sí m isma fue posible utilizando una placa de
soporte subcondral. Fue posible una am plia e inm ediata m ovilidad activa poscirugía de las articula­
ciones radiocarpiana y radiocubital, con el paciente recuperando una función com pleta a los 4 meses
tras la intervención. Las agujas de fijación interna quedaron hundidas cerca del hueso y no requirie­
ron ser extraídas.
852 Sección II: Extremidad superior

.Según nuestras apreciaciones la preocupación de los traumató­ no está claro respecto a la cementación es qué papel o utilidad ofre­
logos reside principalmente en la aplicación de las placas en el cen los cementos reabsorbibles. Se han publicado trabajos relativos
radio distal. Nuestra experiencia ha sido que la ORLF tiene un a la aplicación de cementos reabsorbibles de fosfato calcico en el tra­
papel definitivo más allá del tratamiento de las fracturas de tipo tamiento de fracturas principalmente extraarticulares distales del
Barton. Sin embargo, proponemos tres precauciones: radio (141, 152). Sin embargo, los resultados descritos en estos
estudios iniciales no son superiores a aquellos obtenidos mediante
1. El traumatólogo que esté considerando la fijación interna
el uso de polimetil metacrilato para el mismo propósito. Es espe­
del radio distal debería favorecer la realización de una inci­
cialmente preocupante, en pacientes tratados mediante biomateria-
sión larga y ampliable a trabajar a través de una abertura
les reabsorbibles, que la reabsorción no ocurriera hasta al menos 12
mínima.
meses. No se sabe si estos productos son totalmente reabsorbidos, a
2. Deberá utilizarse la fluoroscopia siempre y cuando sea posi­
qué velocidad son reabsorbidos, ni su capacidad de neutralizar las
ble.
fuerzas de sobrecarga. Es además preocupante que los productos
3. Un plan de fijación alternativo deberá ser utilizado si no ha
corrientemente disponibles soportan principalmente cargas com­
habido progreso respecto a la fijación después de 60 a 90
presivas (226). Por lo tanto, mientras que queda claro que el poli­
minutos.
metil metacrilato o materiales de cementación similares han sido
empleados para incrementar y/o ejercer de soporte a las fracturas
INCISIÓN Y EXTRACCIÓN DE LA FIJACIÓN metafisarias distales del radio, su eficacia como métodos aislados no
EXTERNA/INTERNA ha sido tan bien definida como la de otros métodos.

No existe en la bibliografía una descripción de las dificultades de


la incisión en relación a la reducción abierta. Desde un punto de M é to d o s c o m b in a d o s
vista práctico, la incidencia de rotura, dehiscencia o infección en Ningún método por sí solo puede utilizarse en el tratamiento de
relación a la incisión dorsal o volar en fracturas primarias parece las fracturas distales del radio. De hecho, hay fracturas ocasionales
ser menor al 1% (37, 194, 198, 199). La mejora en cuanto a las donde el tratamiento de elección es una combinación de métodos
técnicas de colocación de las agujas ha resultado en una reducción (21, 76, 78, 135, 193, 194, 205, 216). La distracción externa
sustancial en la frecuencia de complicaciones en comparación a intraopetrativa, la reducción abierta de fragmentos fracturados
las que ocurrían antes de que las técnicas de colocación abierta articulares y la fijación interna son tratamientos que frecuente­
limitada de las agujas estuviera ampliamente adoptada (206, mente se utilizan en combinación (Fig. 20-27), empleando una
220). La retirada precoz de la fijación externa ha sido defendida placa para soporte de la fractura, seguido de neutralización externa
por muchos autores (45, 142, 143, 193). Sin embargo, no está posquirúrgica. Algunos de los puntos más importantes que hacen
claro si la retirada de la fijación sea requerida después de una fija­ recomendable este método en las fracturas conminutas son la exis­
ción interna. Varios grupos independientes de pacientes tratados tencia de una resistencia de compresión longitudinal suficiente que
mediante fijación con placas de acero inoxidable 316L que no permita una movilización activa asistida de todas las articulaciones
Rieron retiradas tras la fijación interna, presentaron problemas pequeñas de la mano y del antebrazo, la capacidad de utilizar fija­
limitadas en relación a la fijación (37, 164, 165, 193). Sin embar­ ción interna limitada y por tanto de reducir la complejidad y
go, la fijación interna de fracturas mediante el uso de una placa de devascularización asociada a la fijación interna, la facilidad de la
titanio multiangulada ha estado asociada con una reacción consi­ visualización de la articulación con distracción externa y exposi­
derable del tejido blando, incluyendo rotura tendinosa (145). ción dorsal, la capacidad de añadir injerto óseo o sustitución del
Según esta experiencia, probablemente todas las placas de titanio hueso y la reducción de la duración requerida de la fijación exter­
en el radio distal deberían ser retiradas. El fabricante inicial ha na. En un estudio se utilizó la placa en combinación con fijación
vuelto a diseñar esta placa, y queda por ver si este nuevo diseño externa y todas las fijaciones fueron extraídas a las 4 semanas sin
puede ser en sí mismo un nuevo problema. hundimiento óseo (193). En otros estudios, los fijadores fueron
extraídos de forma segura a las 6 semanas tras combinación con
C e m e n ta c ió n injerto óseo y soporte mediante aguja de los fragmentos fractura­
dos (143, 164, 216). Como se ha resaltado anteriormente, la com­
La utilización de un agente de cohesión que ayude a la fijación de
probación biomecánica de este método de fijación combinado
la fractura no es nuevo. Varios autores han descrito el uso de poli-
apoya la ventaja teórica de la combinación de estas técnicas (225).
metil metacrilato para el soporte de la metáfisis/epífisis del radio
distal tras una fractura (38, 203). La Figura 20-26 muestra el meta­
crilato utilizado como refuerzo de la fijación de la placa en el radio MÉTODO DE TRATAMIENTO DE ELECCIÓN
distal. Mediante la utilización de metacrilato para aumentar la suje­ PREFERIDO POR LOS AUTORES
ción del tornillo, es posible alcanzar la estabilización de una fractura
rígida que conduzca al restablecimiento rápido y total de la movili­ Tres principios básicos rigen nuestra filosofía respecto al trata­
dad. La cementación puede utilizarse bien como un soporte direc­ miento: (a) debería obtenerse una estable cobertura del tejido
to de la fractura o como ayuda a métodos más tradicionales. Lo que blando, (b) debería iniciarse tan pronto como fuera posible tras la

Figura 20-26. A: Radiografía PA de una fractura distal del radio conm inuta casi C3. La naturaleza en cuatro partes de esta
fractura, tal y com o fue descrita por Malone, puede apreciarse de form a particular en cuanto a que afecta a la articulación
distal radiocubital. B: Reducción y soporte incom pletos de la misma fractura tras reducción abierta, distracción y fijación
interna utilizando una com binación de soportes de placa y to rn illo conjuntam ente con cem entación de los to rn illo s para
aum entar la interfaz tornillo/hueso. Resultado final a los 4 meses respecto a la flexión (E) y supinación (F).
Capítulo 20: Fracturas distales del radio 853

6P*
854 Sección U: Extremidad superior

Figura 20-27. A, B: Fractura gravem ente conm inuta del radio distal de tip o C con avulsión asociada
del estlloides radial. C, D: Estabilización inadecuada y reducción obtenida mediante la utilización de
soporte de yeso. (La figura continúa.)
Capítulo 20: Fracturas distales del radio 855

Figura 20-27. (Continuación) E, F: La misma fractura tras la reducción y fijación interna con la neutra­
lización externa posquirúrgica aún aplicada. Se hace evidente la sobredistracción intraoperatorla
inm ediata del carpo. Ésta fue aflojada antes de que el paciente abandonara el quirófano. G, H:
Resultado final a los 6 meses. Es evidente el m antenim iento de un espacio radlocarpiano, la aparien­
cia satisfactoria de la ARCD y la curación de la fractura. Este paciente recobró una am plitud de m ovi­
m ientos casi com pleta en todas las direcciones medidas.
856 Sección II: Extremidad superior

A lg o ritm o de tra ta m ie n to

Aceptable No aceptable

Figura 20-28. M étodo de tratam iento para la evaluación y em pleo de un fija d o r en las fracturas dista­
les del radio dependiendo de la com plejidad/inestabilidad del patrón de fractura.
Capítulo 20: Fracturas distales del radio 857

intervención quirúrgica una movilización sin restricciones de la más intensa dependerá no sólo de la curación del hueso, sino tam­
ARCD y (c) todos los fragmentos deberían estar estables en posi­ bién de la capacidad de recobrar la fuerza muscular normal. Los
ción de alineamiento funcional (Fig. 20-28). F.ste gráfico algorit­ músculos aportan al hueso esencialmente un sistema capaz de
mo hace prioritarios estos principios y añade dos consideraciones: absorber las fuerzas externas, por lo que la ausencia de estructura
primera, algunas fracturas, como es sabido, pueden requerir una muscular normal hará que, en caso de una posible lesión, aumen­
combinación de técnicas; y segundo, la presencia de osteopenia ten las fuerzas que repercutan en el hueso. Exigimos que los atle­
debería considerarse cuando se estudia el tratamiento. tas recuperen esencialmente su fuerza habitual anterior a la lesión
A menudo se plantean cuestiones referentes a la dirección antes de retornar a aquellas actividades de contacto o colisión
desde la cual se debe acceder a estas fracturas. Nuestra práctica (Tabla 20-4). La necesidad de que la rehabilitación se centre en la
está cambiando con la llegada de placas volares, cjue pueden ser corrección del edema es esencial y puede enseñársele al paciente
aplicadas como un soporte tensional (Fig. 20-251-N). Sin embar­ para que lo realice en su casa (12, 34, 61, 221). Igualmente, el tra­
go, como normas generales pueden darse las siguientes pautas: tamiento puede tener un beneficio adicional al del depósito de
mineral en el restablecimiento de la masa ósea (24). La ecografía
• Acceder a la fractura desde el punto del fragmento distal des­
puede ser un método interesante en cuanto a la curación de las
plazado.
fracturas y el tratamiento postoperatorio, pero sus indicaciones
• Visualizar la articulación dorsalmente o mediante artroscopia.
precisas aún no han sido delineadas (22, 156).
• Reconocer el ángulo del fragmento dorsal cubital inestable (tal
y como fue descrito por Melone [176]) y estabilizarlo directa­
mente, incluso si también se precisa de un acceso volar a la frac­ EFECTOS A LARGO PLAZO/COMPLICACIONES
tura.
• Cuando sea necesario, la fractura se visualizará desde ambos C o n s o lid a c ió n d e f e c tu o s a
lados, pero no se aplicarán placas en los dos lados del hueso.
La consolidación defectuosa, definida como el posicionamiento
Debido a la gran variedad de fracturas distales del radio que erróneo de una fractura de forma que bloquea o bloqueará su fun­
existen, sería casi imposible una guía universal de los métodos de ción, ha sido a menudo consecuencia de una reducción defectuo­
elección. Sin embargo, lo que debería ser obvio es que, siempre y sa. Esto es, al médico puede que le venga un paciente al que rea­
cuando sea posible, se debería realizar el esfuerzo de conseguir una lizar un seguimiento de su tratamiento inicial y darse cuenta de
fijación suficientemente segura que permitiera una rehabilitación que no ha alcanzado o mantenido de forma satisfactoria la reduc­
temprana. Como mínimo, la ARCD debería moverse de forma ción de los fragmentos fracturados. La fijación externa es ocasio­
libre y estable tras la cirugía. nalmente incapaz de mantener la reducción de las fracturas (Fig.
20-30A,B). De forma similar, mientras que la fijación mediante
REHABILITACIÓN POSFIJACIÓN aguja de muchas de las fracturas extraarticulares es satisfactoria, su
capacidad de mantener la reducción se reduce a medida que la
En nuestra práctica dirigimos nuestros esfuerzos iniciales a la conminutación aumenta (Fig. 20-30C-F). Según esto, un segui­
reducción del edema y a la movilización de los dedos y hombro miento de cerca de cualquiera de los métodos de fijación, espe­
tan pronto como sea posible. El tratamiento de la herida se ins­ cialmente aquellos más débiles, puede prevenir la consolidación
taura a los pocos días de la operación y permitimos a todos los defectuosa después de un tratamiento directo. Por ello, la autén­
pacientes con fijadores externos la ducha y la limpieza de los luga­ tica finalidad en cuanto al tratamiento de la consolidación defec­
res de anclaje de las agujas de fijación de forma regular. tuosa es la prevención de la misma. Júpiter acuñó el término
Normalmente se emplea un guante específico para la reducción «consolidación defectuosa naciente» para describir el proceso de
del edema a los pocos días de la cirugía y lo continuamos con detección de una inminente consolidación defectuosa.
soporte mediante férula en todos los pacientes que no están enye­ El diagnóstico de consolidación defectuosa inminente puede
sados (Fig. 20-29). l a movilización de los dedos empieza contra ser evidente durante la inspección de las radiografías durante el
resistencia en las primeras 4 a 6 semanas tras la intervención qui­ seguimiento (140). Sin embargo, el diagnóstico puede ser más
rúrgica. Esto exige la no evidencia de fijación o hundimiento de dificultoso y presentarse tan sólo como una incapacidad a la rota­
la fractura. El retorno a las actividades que requieran una fuerza ción del antebrazo durante el período posquirúrgico inicial. La

Posición en
Permite AMCa

Guante elástico de com presión leve


a AMC = A m plitud de m ovim ientos completa
Figura 20-29. Guante posquirúrgico antiedema y férula que utilizam os para el tratam iento de los pacientes que han sido
som etidos a una firm e fijación interna o a los que se les acaba de extraer el aparato de neutralización/fijación externa.
858 Sección II: Extremidad superior

NUESTRO MÉTODO DE TRATAMIENTO POSQUIRÚRGICO PARA LA MAYORÍA DE FRACTURAS


Tabla 20-4.
DISTALES DEL RADIO RECIBIENDO TRATAMIENTO DIRECTO OPERATORIO3

Fase I: Curación de la herida Fase II: Curación de la fractura Fase III: Retorno de la función
(0 - 14 días) (2 días - 8 semanas) (8 - 12 semanas)

1. Protección - férula postop 1. Protección - férula removible, 1. Protección - liberar de la férula


2. Control del edema - elevación aplicada en antebrazo, ligera, 2. Movimiento - sin restricciones
3. Control del dolor - analgesia circunferencial y termoplástica 3. Fortalecimiento - yeso fuerte
4. Movimiento - AMAA de todas con cierre velero durante todo el 4. Función-aumentar al completo
las demás articulaciones desde tiempo, excepto durante los períodos
la AID hasta la columna cervical de ejercicio
2. Control del edema - elevación del
guante de compresión
3. Permite AMA de la muñeca y ante­
brazo sin férula; AMP y moviliza­
ción de los dedos, pulgar y codo,
mientras porte férula
4. Fortalecimiento - enyesado leve para
fortalecimiento intrínseco a las 4 semanas
5. Función - utilización ligera progresiva funcional con férula
6. Otros - retirar sutura a las 2 semanas; si se utilizaron
alambre-K se dejarán bajo la piel en profundidad
y se retirarán a las 6-12 semanas*
* El método se divide en tres fases, con el objetivo inicial de ir restableciendo la herida y promoviendo el movimiento de todas las articulaciones no lesionadas y
estables. La fase II pretende iniciar la rehabilitación de la muñeca dependiendo del tipo de fijación interna utilizado. La fase III presupone la curación de la herida,
que todos los aparatos temporales de fijación han sido retirados, y que la amplitud de los movimientos de la muñeca pueden reasumirse con pocas restricciones.
AMMA = Amplitud de movimientos asistidos activamente; AMA = Amplitud de movimientos activa: AMP = Amplitud de movimientos pasivos; AID = Articulación
interfalángica distal.

disfunción de la articulación radiocubital distal es, en nuestra restituirse la anatomía del radio y obtenerse la curación mediante
experiencia y en la de otros, un signo de consolidación defectuosa osteotomía? Existen sin duda situaciones donde la anatomía está
inminente (33, 59, 66, 147, 208). Para evitar esta consolidación tan desestructuralizada que la artrodesis de la muñeca u ocasional­
defectuosa en las fases iniciales, el traumatólogo deberá seguir de mente la artroplastia son las únicas alternativas razonables (77).
cerca todas las fracturas inestables, prestando atención no sólo al
mantenimiento general de la reducción radiológica, sino también, Indicaciones para la corrección de la consolidación
como se ha aconsejado más arriba, a la valoración funcional de la defectuosa
rotación del antebrazo. Si se sospecha una consolidación defec­
Nuestro abordaje de los casos de consolidación defectuosa es indivi­
tuosa en fase temprana, deberá ser examinada más exhaustiva­
dualizada. Sin embargo, es posible establecer pautas generales. La
mente (tomografías, RM, etc.) y si se corrobora, corregirla.
corrección puramente de las deformidades estéticas es raramente
La consolidación defectuosa ya establecida es, desafortunada­
mente, una complicación común de las fracturas distales del radio aconsejada. Siempre y cuando no exista dolor y tanto la muñeca
como el antebrazo sean capaces de realizar un movimiento en arco
(15, 55, 77). La consolidación defectuosa puede ser:
sin restricciones, los riesgos inherentes a la corrección de una con­
• Estética. solidación defectuosa sobrepasarán a los beneficios estéticos. Sin
• Deformidad extraarticular. embargo esta norma no es absoluta. La corrección de una consoli­
• Deformidad intraarticular. dación defectuosa que esté causando dolor o pérdida de función sí
que frecuentemente vale la pena. Estos casos pueden en general divi­
Con estas posibilidades en mente (35, 71,77, 136), se han pro­
dirse en dos grupos: grupo 1, casos como el ilustrado en la Fig. 20-
puesto diversos métodos para tratar el problema durante los últimos
31, donde la deformidad es principalmente extraarticular, aunque
80 años (35, 58, 71, 127, 131). Estos métodos pueden resumirse
tenga un efecto sobre la articulación; grupo 2, casos en los que la
como (a) eliminar la complicación, (b) restauración de la anatomía
deformidad es mayorirariamente intraarticular. En nuestra experien­
ósea y (c) recuperar. La Figura 20-31 muestra el caso de un pacien­
cia, los casos dentro del grupo 1 suelen beneficiarse mucho más de
te que se presenta después de que una fractura extraarticular inesta­
la corrección del defecto de unión. Por el contrario, los casos dentro
ble friera dejada curar sin estabilizar la reducción original. La frac­
del grupo 2 pueden beneficiarse de la cirugía, aunque, dependiendo
tura, aunque técnicamente extraarticular, se acortó lo suficiente
del momento de la presentación, la cirugía pudiera estar dirigida más
como para alterar el encaje y la función de la ARCD. El paciente,
hacia salvar la función y reducir el dolor (por ejemplo, artrodesis de
una profesora, perdió por completo la supinación de su brazo
muñeca y procedimientos de Darrach o Suave-Kapanje).
dominante. Se practicó cirugía antes de que se instaurasen cambios
degenerativos. En el quirófano fue posible la reducción de la ARCD
Método de la corrección de la consolidación defectuosa
mediante un realargamiento del radio, lo que resultó en la inme­
diata restauración de la rotación pasiva del antebrazo, la cual se Antes de entrar en consideraciones sobre la corrección del defecto
retuvo tras osteotomía. Este caso suscita las siguientes preguntas: (a) de consolidación del radio distal, el traumatólogo deberá obtener
¿Cuál es el estado de la ARCD? ¿Puede reducirse/restituirse? (b) radiografías de por lo menos tres proyecciones (PA, lateral y lateral
¿Existen cambios degenerativos y, en ese caso, dónde? (c) ¿Puede de fosa). Otros estudios pueden resultar útiles, tales como la TC,
Capítulo 20: Fracturas distales del radio 859

Figura 20-30. A, B: Es necesario valorar de form a cuidadosa la reducción obtenida con cualquier fijador. Aunque la fijación externa puede
alcanzar la distracción y el realineam iento de las fracturas distales del radio, la restitución y el m antenim iento del alineam iento no están
garantizados. Según esto, el seguim iento cercano de la fijación externa es tan fundam ental com o el seguim iento del soporte de yeso, el de
aguja o la fijación interna. Se deberá tener presente la necesidad potencial de revisar la fijación externa hasta que la fractura haya consoli­
dado. C, D: Fractura conm inuta extraarticular distal del radio que se reconoció com o inestable al inicio del tratam iento. E, F: La fijación
mediante aguja puede mostrarse ineficaz en el m antenim iento del alineam iento y la longitud de las fracturas distales del radio si existe una
im portante fractura conm inuta. Cuando la fractura conm inuta está presente en la parte dorsal y volar, la fijación con aguja es menos pro­
bable que sea exitosa debido a la incapacidad de la fijación con aguja de disponer com o m ínim o de una corteza estable que provea de un
soporte longitudinal en conjunción al bloqueo/efecto soporte de las agujas percutáneas. Como se ha m encionado con respecto a los fija ­
dores externos, los traum atólogos deberán estar preparados para estas inestabilidades potenciales y estar dispuestos a revisar la fijación
de form a apropiada para m antener la reducción satisfactoriam ente.
860 Sección II: Extremidad superior

Figura 20-31. A, B: Fractura extraarticular distal del radio tratada


con soporte enyesado tras su diagnóstico inicial. C, D: La misma
fractura tras 6 semanas desde el inicio del tratam iento. E, F: El
m ism o paciente m ostrando curación com pleta de la fractura a los
4 meses y la marcada restricción en la supinación del antebrazo.
Lamentablemente, esta pérdida de la m ovilidad ocurrió en una
profesora de escuela activa que era zurda (brazo lesionado). (La
figura continúa.)
Capítulo 20: Fracturas distales del radio 861

Figura 20-31. (Continuación) G-l: La aplicación de tracción intraoperatoria utilizada en conjunción con una
corrección de la consolidación defectuosa utilizando un abordaje dorsal. La tracción es esencial en la correc­
ción de los déficit de unión y pudieran haber sido aplicados bien con un imbricado digital longitudinal o,
com o en este caso, mediante una barra de fijación externa. La visualización directa de la fractura permite una
corrección completa y una valoración de la estabilidad de la articulación radiocubital distal en el mom ento
del restablecimiento de la longitud. El cierre satisfactorio de la cubierta formada por los tejidos blandos se
llevó a cabo sobre la placa tridim ensional empleada en este caso. (La figura continúa.)

electromiografía (EMG) y dinamometría. Deberán delinearse unos na: primero, si el fijador inmoviliza la articulación radiocarpiana,
objetivos claros para el paciente, instaurándose inmediatamente tras puede provocar rigidez de la articulación incluso si el defecto de
la cirugía programas de rehabilitación y tratamiento del dolor. la consolidación ha sido corregido; segundo, el fijador puede oca­
La cirugía deberá completarse utilizando tracción, fluoroscopia sionar sobredistracción de la articulación. De forma similar a su
y, ocasionalmente, valoración artroscópica de las superficies arti­ aplicación en las fracturas agudas, deberá ser posible un movi­
culares. Según nuestra experiencia, la fijación interna puede ser miento completo de los dedos una vez finalizada la corrección de
muy útil en el tratamiento de los defectos de consolidación. A la consolidación defectuosa, no debiendo estar presente la dis­
menudo, ha sido efectiva la utilización de un fijador externo tracción intercarpiana.
durante la cirugía para la distracción del defecto de consolidación Existen otros dos puntos importantes que se deben mencionar
y utilizar este mismo fijador en la neutralización posquirúrgica. en relación a la corrección de la consolidación defectuosa. La
Dos precauciones deberán añadirse en cuanto a la fijación exter­ mayoría de estas consolidaciones incorrectas implican un cierto
862 Sección II: Extremidad superior

Figura 20-31. (Continuación) J, K: S eguim iento a largo plazo que muestra una curación com pleta del injerto de la cresta ilíaca, m anteni­
m iento de las articulaciones radiocubital distal y radiocarpiana y un alineam iento satisfactorio intercarpiano. Esta paciente recobró una
am plitud com pleta de los m ovim ientos de rotación del antebrazo sin do lo r y retornó a su actividad com o profesora sin restricciones.

grado de realargamiento de la metáfisis radial. Teóricamente, las deberán seguir los principios normales de la reparación tendino­
complicaciones como las que podrían verse en los procedimientos sa o sustitución. Sin embargo, si los tendones se han roto debido
de alargamiento óseo deberían ser mínimas. Sin embargo, es a implantes o abrasión ósea, la anormalidad subyacente deberá
aconsejable la precaución. La cicatriz original puede haber ocasio­ ser corregida mediante desbridamiento o extracción del implan­
nado un «acortamiento» de los tejidos adyacentes. Como regla te antes de proceder a la reparación del tendón, transferencia o
general, el alargamiento no debería comprometer la movilidad de injerto.
los dedos, y todos los tejidos blandos visibles deberían encontrar­ La distrofia refleja es una dificultad posquirúrgica devastadora
se realmente blandos e igualmente vascularizados por encima de tras la fractura que generalmente da lugar a rigidez del tejido blan­
la deflación del torniquete. do que abarca toda la mano y muñeca (7, 55, 126, 153, 159). Esta
La localización de la corrección de la consolidación defectuosa complicación deberá ser cuidadosamente diferenciada del síndro­
y la colocación de la placa deberían planificarse preopetaroria- me compartí mental, que puede producirse tras fracturas distales
mente para maximizar la fijación del fragmento distal. Un asunto del radio (60). De igual manera, la distrofia refleja deberá dife­
que puede resultar útil al respecto es asegurarse de que la osteoto­ renciarse de la compresión del túnel carpiano, que también puede
mía correctora es paralela a la superficie articular distal del radio presentarse tras fracturas distales del radio (84, 98, 148). Cuando
en las proyecciones radiológicas de la fosa lateral y en la PA y se sospeche de distrofia simpática refleja (DSR), aconsejamos una
durante su visión durante la fluoroscopia intraoperatoria. dedicación inmediata. Las maniobras diagnósticas pueden ser úti­
les (gammagrafía ósea, termografía, etc.), pero se hacen más para
documentación que para el tratamiento en sí mismo. El trata­
S e u d o a r t r o s is miento consistirá en controlar el dolor, una cuidadosa valoración
La seudoartrosis tras una fractura distal del radio es rara (116a, tanto de la función del nervio como de la reducción/fijación de la
223a, 223b). Estudios recientes apoyan el intentar conseguir la fractura (7). La localización de las agujas (si han sido utilizadas),
consolidación en la correcta medida mediante el uso combinado la función de los nervios locales, la estabilidad de la ARCD y la
de injerto óseo y una fijación interna rígida (223a, 223b). El trau­ posibilidad de que hayan pasado lesiones desapercibidas deberá
matólogo deberá considerar cuidadosamente las necesidades del también valorarse. En nuestra experiencia, las claves del éxito en
paciente y planificar un procedimiento de reconstrucción siempre el tratamiento de la DSR son el control del dolor y la reducción
y cuando sea posible. Llevar a cabo una reconstrucción compleja del edema.
en pacientes con hábito tabáquico importante puede no ser acon­ No existen normas absolutas para el tratamiento de las lesiones
sejable debido a la dificultad en lograr la consolidación. De forma del tejido blando. Si se sigue el consejo de cerrar la piel lo antes
similar, la reducción de articulaciones con artritis establecida es posible, restablecer el flujo sanguíneo a todos los tejidos antes de
improbable que beneficie de forma satisfactoria al paciente. Si se que se establezca de forma permanente una lesión específica del teji­
decide la corrección de la seudoartrosis, puede ser necesario fusio­ do blando y se movilizan los tejidos antes de que se produzcan
nar una de las dos hileras de huesos carpianos mediante un pro­ adhesiones, es probable que las lesiones del tejido blando sean raras.
cedimiento de rescate de la ARCD. En general, las lesiones del tejido blando son probablemente
más frecuentes después de las fracturas distales del radio que lo
que se aprecia en la rutina. El traumatólogo deberá estar atento a
C o m p lic a c io n e s d e l te jid o b la n d o los problemas de tendones y ligamentos mencionados anterior­
No son infrecuentes las secuelas después de estas lesiones en mente en este capítulo. Mientras que éstos son raramente urgen­
forma de disfunción del tejido blando. Se han documentado rup­ tes, pueden resultar en problemas funcionales a largo plazo, tales
turas y la compresión de los tendones extensores y flexores (29, como limitación de la rotación del antebrazo secundario a con-
32, 125, 153). El tratamiento de estas deficiencias tendinosas tractura de la ARCD (150, 159).
Capítulo 20: Fracturas distales del radio 863

RESULTADOS, PREVENCIÓN Y REFORZAMIENTO BIBLIOGRAFÍA


DE LA REPARACIÓN
1. Abbott LC, Saunders JBdCM . Injuries of the median nerve in frac­
El tratamiento futuro de estas fracturas estará determinado por tures of the lower end of the radius. Surg Gynecol Obstet 1933:57:
estudios asignados al azar a gran escala. Está siendo posible el uso 507-516.
2. Ackroyd P. Dickens. London: Sinclair-Stevenson, 1990.
de resultados obtenidos con suficiente validez como para permitir 3. Adebajo AO, Coopcr C, Evans JG. Fractures of the hip and distal
comparaciones entre pacientes sin tener en cuenta al cirujano o a forearm in West Africa and the United Kingdom. Age Ageing 1991;
la región intervenida. Una vez que somos conocedores de lo que 20:435-438.
se está tratando y con unas herramientas que pongan en eviden­ 4. Adolfsson L, Jorgsholm P. Arthroscopically-assisted reduction of
cia los resultados del tratamiento, será ahora posible la compara­ intra-articular fractures of the distal radius. J Hand Surg 1998;23B:
ción entre tratamientos específicos operativos y rehabilitadores. 3 9 1 - 395.
5. Agee JM , Szabo RM, Chidgey LK, et al. Treatment of comminuted
Por el momento es posible afirmar lo siguiente:
distal radius fractures: an approach based on pathomechanics. Or­
t o p e d ia 1994;17:1115-1122.
1. La limitación de la función después de una fractura del radio 6. Alderman BW, Wciss ND, Daling JR, et al. Reproductive history
distal es frecuente (15, 39, 110). and postmenopausal risk of hip and forearm fracture. Am J Epidemiol
2. Las fracturas distales del radio tienen un impacto temporal 1986;124:262-267.
7. Amadio PC, Mackinnon SE, Mcrritt WH, et al. Reflex sympathetic
importante en el entorno laboral (92, 93). dystrophy syndrome: consensus report of an ad hoc committee of the
3. La estabilidad y congruencia de la ARCD puede afectarse por American Association for Hand Surgery on the definition of reflex
fracturas intra y extraarticulares del radio distal de tal forma sympathetic dystrophy syndrome. Plast Reconstr Surg 1991 ;87:
que limite la rotación del antebrazo y la función de la muñe­ 371-375.
ca. Estos problemas son frecuentes y pueden ser sutiles (122, 8. Andersen GR, Rasmussen JB, Dahl B, et al. Older’s classification of
147). Colles’ fractures. Good intraobserverand interobserver reproducibility
in 185 cases. Acta Orthop Scand 1991;62:463-464.
4. No existe un sistema universal de clasificación aplicable. El per­
9. Anderson R, O’Neil G. Comminuted fractures of the distal end of
fil publicado por la OTA es aproximado (154). the radius. Surg Gynecol Obstet 1944;78:434-440.
5. Aún no existen unos resultados universalmente aceptados y 10. Aro HT, Koivunen T. Minor axial shortening of the radius affeets
accesibles para el traumatólogo. outeome of Colles’ fracture treatment. ] Hand Surg 1991 ;16A:
3 9 2 - 398.
11. Deleted in proof.
Además de la comparación de los resultados de los tratamien­ 12. Atkins RM, Duckworth T, Kanis JA. Algodystrophy following Colles’
tos se sitúa el problema de la prevención de las fracturas, que fracture. / H and Surg 1989; 14B: 161 —164.
pueden dividirse en métodos activos y pasivos. Ejemplos de pre­ 13. Auffray Y, Comtet JJ. [The role of osteosynthesis of the anterior sur-
vención activa son las muñequeras para las muñecas u otros face in fractures of the distal end of the radius.] Lyon M ed 1968;219:
métodos protectores que se utilizan tanto en patinaje como en el 193-198.
uso del monopatín (45, 160). Ejemplos de prevención pasiva son 14. Axelrod T, Paley D, Green J, et al. Limited open reduction of the
lunate facet in comminuted intra-articular fractures of the distal ra­
los ejercicios para reforzar el equilibrio y la fuerza y la identifica­
dius. ] H and Surg 1988;13A:372-377.
ción del riesgo mediante el uso del densitómetro (177, 129, 15. Bacorn RW, Kurtzke JF. Colles’ fracture. A study of two thousand
157). El hecho de que la osteoporosis incrementa el riesgo de cases from New York State Workman’s Compensation Board. J Bone
fractura está ampliamente documentado (129, 162). Existe algu­ Join t Surg 1953;35A:643-658.
na evidencia que sugiere que la modificación de la nutrición 16. Bain GI, Hunt J, Mehta JA. Operative fluoroscopy in hand and upper
pudiera tener beneficios a largo plazo. Está más allá del objetivo limb surgery. One hundred cases. J H and Surg 1997;22B:656-658.
17. Baratz ME, Des Jardins JD, Anderson DD, et al. Displaced intra-
de este capítulo discutir el papel de la terapia hormonal en el tra­ articular fractures of the distal radius: the effect of fracture displace-
tamiento de la osteoporosis. Sin embargo, «una pizca de preven­ ment on contact stresses in a cadáver m odel./ H and Surg 1996;21A:
ción vale para evitar mucha curación». Esto es definitivamente 183-188.
cierto en cuanto al tratamiento de las fracturas. Por ello, la impli­ 18. Barón JA, Karagas M, Barrett J, et al. Basic epidemioiogy of fractures
cación del traumatólogo en el desarrollo de la mejora de los equi­ of the upper and lower limb among Amerícans over 65 years of age.
pos deportivos, la educación de todos aquellos capaces de apren­ Epidemioiogy 1996;7:612-618.
19. Barton JR. Views and treatment of an importan! injury of the wrist.
der respecto a la nutrición, el establecimiento de programas de
M ed Exam 1838:1:365.
ejercicio para adultos mayores y la identificación de pacientes de 20. Bartosh RA, Saldana MJ. Intra-articular fractures of the distal radius:
alto riesgo para los que el tratamiento farmacológico pudiera a cadaveric study to determine if ligamentotaxis restores radiopalmar
estar indicado, no sólo no es útil sino necesario si los traumató­ tilt. ] H and Surg 1990; 15A: 18-21.
logos pretenden seguir siendo el recurso musculoesquelético de la 21. Bass RL, Blair WF, Hubbard PP. Results of combined internal and
comunidad. external fixation for the treatment of severe AO-C3 fractures of the
distal radius. J H and Surg 1995;20A:373—381.
Finalmente, el apoyo a la curación es una ciencia en continuo 22. Basso O, Pike JM . The effect of low frequeney, long-wave ultrasound
progreso de beneficio potencial. Cook y cois. (52) han demostra­ therapy on joint mobility and rehabilitation after wrist fracture. ]
do porcentajes e índices de curación en la tibia y en el radio dis­ H and Surg 1998;23B:136-139.
tal superiores tras tratamiento mediante un aparato específico de 23. Badilas J, Vasilas A, Pizzi WF, et al. Bone scanning in the detection
ultrasonidos. El estudio informó de un efecto significativo sobre of occult fractures, y Trauma 1981;21:564-569.
la curación de la fractura en pacientes fumadores. Este nuevo apa­ 24. Beverly M C, Rider TA, Evans MJ, et al. Local bone mineral response
to brief exercise that stresses the skeleton. BMJ 1989;299:233-235.
rato se añade al existente suministro de estimuladores óseos elec­ 25. Bilic R, Zdravkovic V, Boljevic Z. Osteotomy for deformity of the
tromagnéticos. La utilidad de estos aparatos para el tratamiento radius. Computer-assisted three-dimensional modelling. / Bone Joint
rutinario de las fracturas en personas sanas no es conocido. Surg 1994;76B:150-154.
Capítulo

Fracturas diafisarias del radio


y del cúbito
ROBIN R. RICHARDS

FRACTURAS DIAFISARIAS DE AMBOS HUESOS FRACTURAS AISLADAS DEL CÚBITO SIN


DEL ANTEBRAZO INESTABILIDAD DE LA CABEZA RADIAL
Diagnóstico Clasificación
Clasificación Método de tratamiento preferido por el autor
Cirugía/Anatomía aplicada
Biomecánica FRACTURAS DE LA DLÁFISIS CUBITAL CON
Opciones de tratamiento INESTABILIDAD DE LA CABEZA RADIAL
Fijación con placas y tornillos Diagnóstico
Fijación mediante enclavado intramedular Clasificación
Injerto óseo Cirugía/Anatomía aplicada
Método de tratamiento preferido por el autor Biomecánica
Procedimientos quirúrgicos Opciones de tratamiento
Método de tratamiento preferido por el autor
FRACTURAS ABIERTAS DE RADIO Y CÚBITO
Diagnóstico COMPLICACIONES
Clasificación Infección
Principios del tratamiento quirúrgico Lesión nerviosa
Opciones de tratamiento Lesión vascular
Método de tratamiento preferido por el autor Síndrome compartimental
Sinostosis radiocubital postraumática
FRACTURA ÚNICA DEL RADIO Refractura
Diagnóstico Incarceración y adherencia muscular y tendinosa
Clasificación Consolidación defectuosa
Anatomía quirúrgica aplicada Seudoartrosis
Biomecánica Contractura del tejido blando
Opciones de tratamiento Complicaciones de las fracturas de Galeazzi
Procedimientos quirúrgicos Complicaciones de las fracturas de Monteggia
Método de tratamiento preferido por el autor

correcto y preciso tras las fracturas de las diáfisis del radio y cúbi­
FRACTURAS DIAFISARIAS DE AMBOS HUESOS
to si se pretende recobrar la funcionalidad. Muchos trastornos
DEL ANTEBRAZO
crónicamente incapacitantes del antebrazo pueden ser prevenidos
El antebrazo presenta una función importante en la extremidad mediante un tratamiento inicial competente de las fracturas diafi­
sarias del radio y/o cúbito (Fig. 21-1) (73).
superior, facilitando el posicionamiento de la mano en el espacio,
El Capítulo 20 incluye una descripción de las fracturas del
y por tanto ayudando a proveer a la extremidad superior de su
radio distal y cúbito y el Capítulo 22 trata de las fracturas del olé-
movilidad específica. El antebrazo, en combinación con las arti­ cranon y de la cabeza radial. El presente Capítulo, por tanto, se
culaciones radiocubitales proxi males y distales, permite la prona­ limita a la exposición de las fracturas diafisarias de ambos huesos
ción y la supinación, movimientos importantes para todos nos­ del antebrazo, a las fracturas que sólo afectan al radio y a las que
otros en las actividades cotidianas. Se requiere de un tratamiento sólo afectan al cúbito en adultos. También incluye una discusión
de fracturas-luxaciones que involucran a las fracturas del radio
asociadas a lesión de la articulación radiocubital distal o fractura
de Galeazzi y fracturas del cúbito asociadas a lesiones de la articu­
Robín R. R ich ard s: Department of Surgery, División of Orthopaedic lación radiocubital proximal (fractura de Moteggia).
Surgen,', University of Toronto; and St. Michael’s Hospital, Toronto, La fractura de la diáfisis cubital asociada a luxación de la cabe­
Ontario, Cañada. za radial fue inicialmente descrita por Monteggia en 1814 (71) y
870 Sección II: Extremidad superior

desde entonces es conocida por el nombre de fractura de fracturas de las diáfisis del antebrazo son consecuencia de caídas
Monteggia (véase más adelante). La fractura que sólo afecta al que se producen en atletas o desde alguna altura.
cubito sin luxación de la cabeza radial es a menudo denominada
«fractura de la porra», una referencia obvia a uno de los mecanis­ Signos y síntomas
mos de esta lesión. La fractura que sólo afecta al radio en su ter­
En adultos las fracturas diaftsarias no desplazadas de las diáfisis de
cio distal asociada a luxación de la articulación radiocubital tiene ambos huesos del antebrazo son raras. Una lesión que presenta
diferentes epónimos. Galeazzi, italiano, llamó la atención sobre una fuerza suficiente como para producir la rotura de ambos hue­
esta ingrata lesión en 1934 (71, 111), y desde entonces se ha sos del antebrazo es generalmente suficiente como para producir
conocido como fractura de Galeazzi (véase abajo). también su desplazamiento. Debido a que las fracturas diafisarias
de radio y cúbito están generalmente desplazadas, los signos y sín­
tomas con frecuencia hacen que el diagnóstico sea obvio. Estos
Diagnóstico incluyen dolor, deformidad y pérdida de la función del antebrazo
y mano. La palpación a lo largo del borde subcutáneo del cúbito
Mecanismos de lesión pondrá de manifiesto dolor y el lugar de la lesión. F.1 médico que
explore la fractura no deberá intentar demostrar la presencia de
Son miles los mecanismos de lesión capaces de producir fracturas
crepitación, ya que ello es doloroso y puede ocasionar daño adi­
de radio y cubito. La forma más común es el traumatismo pro­
cional al tejido blando. Sin embargo la crepitación puede ser evi­
ducido por accidente con algún tipo de vehículo a alta velocidad,
dente cuando se alinea el antebrazo para colocarlo en una férula.
especialmente coches y motos (Fig. 21-2). Frecuentemente el
El examen físico deberá incluir una evaluación neurológica
paciente es incapaz de acordarse de los mecanismos exactos de
cuidadosa tanto de las funciones motores como sensitivas de los
lesión debido a la misma naturaleza brusca del accidente. nervios radial, mediano y cubital. Los déficits neurológico no son
Probablemente la mayoría de estos accidentes de coche resultan frecuentes en fracturas cerradas de las diáfisis del radio y cúbito,
en algún tipo de golpe directo en el antebrazo. Otras causas de pero pueden aparecer. También se deberá examinar el estado vas­
lesiones por golpe directo incluyen peleas en las que alguno de los cular del antebrazo así como la importancia de la inflamación. Si
involucrados es golpeado con un objeto contundente en el ante­ el antebrazo está inflamado y tenso, puede estar presente o estar
brazo. Las fracturas de Monteggia y las denominadas «fracturas de desarrollándose un síndrome compartimental. La extremidad
la porra» son frecuentemente el resultado de esta clase de golpe, deberá ser meticulosamente examinada para diagnosticar o excluir
aunque la fractura de ambos huesos es también a menudo causa­ esta devastadora complicación. El test clínico más valioso en el
da por este mecanismo. diagnóstico del síndrome compartimental es el estiramiento pasi­
Las heridas por arma de fuego pueden causar fracturas de vo de los dedos. Si al extender los dedos de forma pasiva se pro­
ambos huesos del antebrazo. Tales lesiones están frecuentemente duce dolor en el antebrazo, probablemente estemos delante de un
asociadas con lesiones del nervio o de los tejidos blandos y con síndrome compartimental. Si el paciente obnubilado o no coope­
frecuencia presentan pérdida de masa ósea. Las fracturas patológi­ rador con estas maniobras, deberán medirse las presiones com-
cas de los huesos del antebrazo no son frecuentes. Si éstas son partimentales para excluir la posibilidad del síndrome compar­
excluidas, la mayoría del resto de las fracturas son consecuencia de timental. Cuando éste se diagnostique deberá procederse de
algún tipo de caída. La fuerza es generalmente muy superior a la forma inmediata al tratamiento mediante fasciotomía (véase más
requerida para causar una fractura de Colles. l a mayoría de las adelante).
Capítulo 21: Fracturas diafisarias del radio y del cubito 871

Figura 21-2. A: El piloto de este avión resultó con fracturas bilaterales de ambos antebrazos al agarrar­
se con sus brazos al panel durante el choque. Presentó fracturas-luxaciones bipolares com plejas de
ambos huesos del antebrazo. B: Radiografía anteroposterior que m uestra fractura desplazada de la
dláfisis distal del radio. También presentaba fracturas proxim ales del radio y cúbito. C: Fijación precoz
(prim eras 24 h tras el accidente) de todas las fracturas con placas de com presión dinám ica de 3,5 mm.
La fijación fue lo suficientem ente rígida com o para iniciar una m ovilización precoz durante el tiem po
de consolidación. El paciente retornó a su trabajo com o dentista varios meses después del accidente.

Diagnóstico por imagen Es importante darse cuenta del grado de compensación y angula-
ción así como del grado de acortamiento y conminución. Es muy
Así como los signos clínicos y los síntomas son generalmente evi­ importante incluir tanto el codo como la muñeca en la radiogra­
dentes en las fracturas diafisarias de ambos huesos del antebrazo, fía del antebrazo para descartar luxaciones asociadas o fracturas
de igual manera lo son los signos radiológicos. La configuración articulares. Una adecuada visualización puede requerir de múlti­
de las fracturas del tercio medio diafisario del radio y cúbito va­ ples (anteroposterior, lateral y oblicua) proyecciones, tanto de la
rían dependiendo de los mecanismos de lesión y la violencia invo­ articulación radiocubital proximal como distal, para determinar la
lucrada en su desencadenamiento. Las fracturas producidas por presencia o ausencia de subluxación o luxación articular (Fig. 21-
lesiones de baja intensidad tienden a ser transversas u oblicuas 3). Trousdale y cois. (96) han remarcado que la lesión producida
cortas, mientras que las lesiones de alta energía son frecuente­ en ambas articulaciones radiocubitales proximales y distales pue­
mente conminutas o segmentarias y a menudo asociadas a lesio­ den coexistir, haciendo obligatoria la adecuada visualización de
nes extensas del tejido blando. ambas articulaciones en cualquier paciente con fractura de ambos
Un mínimo de dos proyecciones (anteroposterior y lateral) son huesos del antebrazo. Una línea dibujada a lo largo de la diáfisis
obligatorias en todos los casos en que se sospeche fractura de ante­ del radio, cuello y cabeza deberá pasar por el centro del hueso
brazo, pudiendo requerirse adicionalmente proyecciones oblicuas. grande en cualquier proyección radiológica del codo. Es impor-
872 Sección II: Extremidad superior

Los grados leves de subluxación o luxación de la articulación


distal radiocubital se valoran mejor mediante tomografía compu-
tarizada (TC) (Fig. 21-4). Cuando esta técnica se emplea en la
articulación radiocubital distal, es importante que se incluyan
ambas muñecas como medida comparativa y especificar la posi­
ción del antebrazo. La subluxación es frecuentemente máxima en
los extremos de la rotación. Bindra y cois. (10) describieron un
método para medir la torsión del alineamiento del radio median­
te la TC. El ángulo de torsión del radio se sitúa entre las metáfi-
sis proximal y distal en plano transverso. Mientras su método es
capaz de aportar un sistema de cuantificación de una rotación
defectuosa tras la fractura, este tipo de complejo diagnóstico por
la imagen no es necesario ni práctico en el tratamiento de la
Figura 21-3. Radiografía lateral del antebrazo distal y la muñeca mayor parte de las fracturas de la diáfisis del radio. Schemitsch y
que muestra una fractura desplazada del radio distal. La angula- Richards (82) han descrito un método para el grado y la localiza­
ción volar de la fractura está asociada a una luxación volar de la ción de la curvatura normal del radio y determinar la relación que
articulación radiocubital distal (lesión de Galeazzi). Las articulacio­
nes radlocubitales proxim ales y distales deben ser evaluadas
existe entre éste y el grado de funcionalidad que sigue a una frac­
exhaustivam ente tanto clínica com o radiológicam ente en el trata­ tura del antebrazo (Fig. 21-5). Wallace y cois. (101) informan de
m iento de pacientes con fracturas de ambos huesos del antebrazo. la utilización de la ecografía en la visualización de la membrana
interósea, aunque consideran su informe preliminar.
tante diagnosticar cualquier lesión asociada de la articulación
radiocubital, ya que tendrá un impacto importante en el pronós­ C la s if ic a c ió n
tico y el tratamiento.
El alineamiento rotacional del antebrazo es difícil de determi­ Las fracturas de los dos huesos del antebrazo están generalmente
nar en las proyecciones radiológicas normales anteroposteriores y clasificadas según el nivel de la fractura, el patrón de la misma, el
laterales. La proyección de la tuberosidad bicipital recomendada grado de desplazamiento, la presencia o ausencia de conminución
por Evans (32) puede ayudar a ello. Debido a que el traumatólo­ o pérdida de masa ósea segmentaria, así como si se trata de frac­
go no tiene ningún tipo de control sobre el fragmento radial pró­ turas abiertas o cerradas. Cada uno de estos factores puede tener
xima! con los métodos cerrados, el fragmento radial distal deberá algún peso en el tipo de tratamiento a elegir y en cuanto al pro­
colocarse en situación correcta respecto del fragmento proximal. nóstico final. Con fines puramente descriptivos, es útil dividir el
El averiguar la rotación del fragmento proximal desde la proyec­ antebrazo en tercios, basándose en las dimensiones lineales del
ción de la tuberosidad antes de la reducción, da una idea de la radio y cúbito. La rotura de las articulaciones radiocubitales proxi­
cantidad de pronación o supinación que se requiere. La proyec­ males o distales es de gran relevancia en cuanto al tratamiento y
ción de la tuberosidad se realizará con el proyector de rayos X al pronóstico. También es muy importante determinar si la frac­
inclinado 20° hacia el olécranon y con el borde subcutáneo del tura está asociada a lesión articular, ya que el tratamiento efectivo
cubito bien apoyado en la placa. La radiografía puede comparar­ exige que tanto la fractura como la lesión articular sean tratadas
se con un diagrama que muestra la prominencia del tubérculo en de forma integral.
varios grados de pronación o supinación. Como alternativa, La clasificación de la Asociación de Traumatólogos subdivide a
puede realizarse una radiografía del codo sano con cierto grado de las fracturas diafisarias de los huesos del antebrazo según el hueso
rotación para poder comparar. o los huesos involucrados, el patrón de la fractura, la presencia y

Figura 21-4. Tomografía computarizada (TC) que muestra una subluxación volar de la articulación
radiocubital distal derecha (flecha) y una traslación de la parte distal del cúbito en relación al radio
debido a una reducción incom pleta de la fractura diafisaria distal del radio. El contacto entre la super­
ficie dorsal articular del cúbito distal y el borde volar de la superficie articular del radio distal es muy
reducido.
Capítulo 21: Fracturas diafisarias del radio y de! cubito 873

- y —*

CURVATURA RADIAL MÁXIMA

a (m m )

LOCALIZACIÓN DE LA CURVATURA
RADIAL MÁXIMA

x/y x 100

Figura 21-5. A: Técnica para m edir el grado y la localización de la curvatura m áxim a del radio. La curvatura
radial m áxim a se calcula trazando una línea desde la tuberosidad bicipital hasta el aspecto más cubital del
radio a la altura de la muñeca. Desde este punto se trazará una línea perpendicular hasta el radio en el lugar
de m áxim a curvatura, m idiéndose la distancia en m ilím etros. La localización de la curvatura m áxim a se deter­
m inará dividiendo la distancia desde la tuberosidad bicipital hasta el punto de m áxim a curvatura entre la lo n­
gitud total de la curvatura. El valor se expresará com o porcentaje. Esta medida se correlaciona con los resul­
tados tras el tratam iento de las fracturas de am bos huesos el antebrazo. B: Radiografía que muestra una pro­
yección anteroposterior del radio y cubito con el antebrazo en posición neutra. Se ha trazado una línea desde
la tuberosidad bicipital hasta el aspecto más cubital del radio distal para m edir la localización y cantidad de
curvatura m áxim a del radio. La fractura del antebrazo consolidó tras fijación mediante 2 placas de com pre­
sión dinám icas de 3,5 mm. (Extraído de Schemitsch EH, Richards RR. Efecto del déficit de unión en el resul­
tado final tras fijación con placa de fracturas de ambos huesos del antebrazo en adultos. J Bone J o in t Surg
1992;74A: 1068-1078)

el grado de conminución, la localización de la fractura en la diá-


fisis y la presencia o ausencia de inestabilidad articular asociada
(68). En total, la clasificación incluye 36 tipos de fracturas. Este
sistema de clasificación es muy útil desde el punto de vista de la
investigación, pero desempeña un papel poco importante en el
tratamiento cotidiano de las fracturas del antebrazo. El clínico
que trata este tipo de fracturas debería recordar estas categorías, lo
cual resultaría en una mejor comunicación con otros clínicos que
puedan intervenir en el tratamiento de este paciente al estar mejor
informados mediante una correcta descripción anatómica de las
características de la fractura, tal y como se ha hecho anteriormen­
te. La presencia de esquemas o diagramas en la historia clínica
puede ser un método especialmente efectivo de comunicar un
tipo determinado de afectación ósea.

Patrones infrecuentes de fractura


Tanto las fracturas patológicas como las periprotésicas, las conti­
guas a una artrodesis de la muñeca o del radio, y la deformación
plástica de los huesos del antebrazo, pueden considerarse patrones
infrecuentes de fractura (Fig. 21-6). Las fracturas patológicas dis-
tales al codo son relativamente infrecuentes , aunque ciertamente
pueden ocurrir. Las fracturas patológicas se encuentran asociadas
con metástasis malignas pero pueden también verse asociadas a
una formación ósea anormal como las que pueden apreciarse en
la hemangiomatosis. Las fracturas patológicas pueden ser tratadas
inicialmente con yeso o inmovilización mediante una férula ter-
moplástica, aunque el tratamiento definitivo es generalmente qui­
rúrgico. El injerto óseo se empleará ante la presencia de un defec­
to diafisario debido a pérdida de materia ósea secundaria a un
tumor metastásico o local.
Puede producirse una deformación plástica de ambos huesos Figura 21-6. A: Fractura del cubito en el extrem o del com ponente
(18). Debido a que el remodelado óseo en las fracturas diafisarias cubital de una artroplastia com pleta del codo im plantada hacía 3
años. B: La fractura se fijó mediante una placa de com presión
en adultos es muy pobre o inexistente, se hará necesaria la mani­ dinám ica y contacto lim itado de 10 agujeros. Los cinco to rn illo s
pulación cerrada bajo anestesia, ya que no se producirá la correc­ proxim ales estaban angulados para evitar el vástago del com p o­
ción espontánea de la deformidad. nente protésico.
874 Sección //: Extremidad superior

La manipulación estará indicada si existe una pérdida de más


de 20 grados en la rotación del antebrazo en comparación al con­
tralateral o ante la presencia de una subluxación de la articulación
radiocubital distal. La curvatura del hueso debido a la deformidad
del mismo es a menudo leve, y si se sospecha, podría servir de
ayuda una comparación radiológica con el antebrazo sano. Las
deformidades plásticas reducidas de forma incompleta en niños y
adultos jóvenes pueden resultar en una pérdida significativa de la
rotación del antebrazo. Por lo tanto, se requerirá de una reducción
cerrada bajo anestesia general para la corrección de la deformidad.

C ir u g ía / A n a to m ía a p lic a d a
Tal y como ha sido bien descrito en la bibliografía respecto al tra­
tamiento de las fracturas del antebrazo (76), la anatomía quirúr­
gica del antebrazo crea problemas de tratamiento de las fracturas
que no se encuentran en las fracturas diafisarias de otros huesos
largos. F,1 radio y cubito funcionan como una unidad, pero tan
sólo establecen contacto entre sí en sus extremos. Están ligados
proximalmente mediante la cápsula del codo y el ligamento anu­
lar, y distalmente mediante la cápsula de la articulación de la
muñeca, los ligamentos radiocubitales dorsales y volares, y el disco
articular fibrocartilaginoso (Fig. 21-7). J al y como han demostra­
do Palmer y Werner (69), el principal estabilizador de la articula­
ción radiocubital distal es el complejo fibrocartilaginoso triangu­
lar. Las articulaciones proximales y distales son muy complejas
tanto en función como en estructura y están íntimamente rela­
cionadas a las articulaciones cubitohumeral, humerorradial y
radiocarpiana. Goldberg y cois. (35), en un estudio realizado sobre
119 pacientes con fracturas de antebrazo, hallaron que la articula­
ción radiocubital distal estaba afectada en 71 de ellos (60%).
No sólo son los huesos del antebrazo por sí solos y sus articu­ Figura 21-7. Dibujo que muestra las relaciones del radio y el cúbi­
to con el tejido blando entre uno y otro. La articulación radiocubi­
laciones, sino los grupos musculares que actúan en el antebrazo, tal proxim al queda estabilizada mediante el ligam ento anular. La
los responsables de las complejas fuerzas deformantes que se pro­ articulación radiocubital distal queda estabilizada mediante los
ducen en presencia de fracturas. El radio y el cúbito están unidos ligam entos radiocubitales dorsal y volar y por el com plejo fib ro ­
mediante tres músculos -e l supinador, el pronador redondo y el cartilaginoso triangular. (Extraído de Richards RR. Trastornos cró­
nicos del antebrazo. J Bone J o in t Surg 1996; 78A: 916-930.)
pronador cuadrado- que se originan en uno de los huesos y se
inserta en el otro. Además de su función, cuando se produce una
fractura, estos músculos tienden a aproximar el radio y el cúbito mentó distal que se requiere para corregir el alineamiento rota­
y disminuir el espacio interóseo. Tal y como Sage (76) afirmó, los cional.
músculos del antebrazo que se originan en la cara cubital del Si se pretenden conseguir resultados finales satisfactorios en el
antebrazo y se insertan en la cara radial de la muñeca o de la tratamiento de las fracturas del antebrazo, no será suficiente con
mano, como el flexor radial del carpo, tienden a ejercer una fuer­ mantener meramente la longitud de cada uno de los huesos. Debe
za de pronación. De forma similar, músculos como el abductor conseguirse también un buen alineamiento axial y rotacional y
largo y corro del pulgar y el extensor largo del pulgar, que se ori­ mantenerse la curvatura del radio (Fig. 21-8) (79, 82). Con la
ginan en el cúbito y la membrana interósea en su cara dorsal y se complejidad de los huesos y articulaciones involucradas, y las
insertan en el aspecto radial en el dorso de la muñeca, tienden a muchas fuerzas deformantes musculares, es sumamente difícil
ejercer una fuerza supinadora. obtener una unión con el suficiente restablecimiento de la anato­
Además del propio músculo supinador, el bíceps braquial es mía que asegure un funcionalismo correcto mediante el trata­
también un poderoso supinador del radio. En fracturas del radio miento cerrado.
proximal por debajo de la inserción del supinador y por encima
de la inserción del pronator redondo, otros dos poderosos múscu­
B io m e c á n ic a
los (el bíceps y el supinador) ejercen una fuerza no contrarrestada
que produce la supinación del fragmento radial proximal. En frac­ El cúbito es un hueso relativamente recto, sin embargo el radio es
turas radiales localizadas distalmente al pronator redondo, las mucho más complejo. Frecuentemente se escuchan referencias
fuerzas combinadas del bíceps y el supinador están de alguna sobre el movimiento cubital alrededor del radio. De hecho, el
manera neutralizadas. En estas fracturas el fragmento proximal cúbito es un hueso relativamente fijo alrededor del cual gira el
del radio está generalmente en una posición ligeramente de supi­ radio en pronación y supinación. En un estudio de 100 radios
nación o neutral. En el tratamiento cerrado de las fracturas del provenientes de cadáveres, Sage (76) puso de manifiesto la com­
antebrazo, por tanto, la localización de la fractura en el radio será plejidad de los ángulos y las curvas de este hueso así como el man­
de gran ayuda para determinar el grado de supinación del frag- tenimiento de las mismas, especialmente el arco lateral del radio.
Capítulo 21: Fracturas diafisarias del radio y de! cubito 875

N=55
CURVATURA RADIAL M ÁXIM A FRENTE A
ROTACIÓN DEL ANTEBRAZO
OPERACIONES

ROTACIÓN DEL ANTEBRAZO (% de la norm alidad)


Figura 21-8. Histograma que demuestra la correlación existente
entre el grado de curvatura radial y la rotación del antebrazo tras
la fijación mediante placa de fracturas de ambos huesos del ante­ Figura 21-9. Fotografía con ilum inación posterior de un antebrazo
brazo. Tanto los aum entos com o los descensos de la curvatura muestra. Las flechas indican la banda central de la m em brana del
radial estaban asociados a una reducción significativa en la canti­ interóseo (Extraído de Hotchkiss RN, An K, Sowa DT y cois.
dad de rotación del antebrazo. (Extraído de Schemitsch EH, Estudio anatóm ico y mecánico de la m em brana interósea del ante­
Richards RR. Efecto de la seudoartrosis en el resultado final tras brazo: patología mecánica de la m igración proxim al del radio. J
fijación con placa de fracturas de ambos huesos del antebrazo en Hand Surg 1989; 14A; 256-261.)
adultos. J Bone J o in t Surg 1992;74A: 1068-1078)

sos del antebrazo. I.a inmovilización mediante yeso, placa de fija­


Un estudio de Schemitsch y Richards (82) ha confirmado la ción y fijación externa tienen todas sus indicaciones apropiadas.
importancia de la restitución del arco radial en cuanto a la fun­ El papel del enclavamiento intramedular de las fracturas del ante­
ción posterior a la fractura. Si esto no se lleva a cabo, el paciente brazo es muy limitado en adultos (80). Es justo decir que la
puede que no sea capaz de alcanzar una pronación y supinación inmensa mayoría de las fracturas de ambos huesos del antebrazo
completa tras la fractura. pueden ser tratadas de forma efectiva mediante una reducción
Entre las diáfisis del cubito y el radio se sitúa el espacio interó­ anatómica correcta, fijación mediante placa rígida y movilización
seo. Las fibras de la membrana del interóseo se sitúan de forma obli­ precoz de los tejidos blandos. Muy pocas fracturas son tan acce­
cua a través de este espacio desde su inserción distal en el cúbito a sibles al tratamiento mediante estos medios como las fracturas
su origen próxima! en el radio. La porción central de la membrana diafisarias del radio y cúbito. El perfeccionamiento de este méto­
del interóseo está engrosada y mide aproximadamente 3,5 cm de do de tratamiento debe pasar por la educación de los terapeutas y
ancho (Lig. 21-9). Los estudios experimentales llevados a cabo por la concienciación de los traumatólogos que sólo tratan con estas
Llotchkiss y asociados (43) muestran que una incisión del CLT fracturas de forma ocasional
reduce la estabilidad relativa en un 8%. Una incisión que abarque
el CLT y la membrana interósea próxima a la banda central dismi­ Tratamiento quirúrgico frente a no quirúrgico
nuye la estabilidad en sólo un 11 %. Una incisión en la banda cen­
tral, sin embargo, reduce la estabilidad en un 71%. La gruesa banda El tratamiento de elección de las fracturas desplazadas diafisarias
central de la membrana interósea es una estructura constante que del radio y cúbito es quirúrgico. El tratamiento cerrado de estas
proporciona la mayor parte del soporte longitudinal del radio si la fracturas no debería ser considerado «conservador», pero debería
cabeza radial está lesionada y requiere resección. Sin embargo, esta llevarse a cabo tan sólo si existe una contraindicación específica al
resección puede dar lugar a un desplazamiento proximal de la cabe­ tratamiento quirúrgico. Las indicaciones del autor para la reduc­
za del radio que resulte en una impactación carpocubital dolorosa. ción abierta están resumidas en la Tabla 21-1. Las fracturas no
Este fenómeno será expuesto de una forma más amplia en el desplazadas diafisarias de ambos huesos son muy raras en adultos.
Capítulo 22. Tal y como quedó demostrado por Schneiderman y
cois. (83), la membrana del interóseo también actúa en el acorta­
Inmovilización mediante yeso
miento del radio que sigue a las fracturas de Galeazzi.
Las raras fracturas no desplazadas de ambos huesos del antebrazo
en adultos pueden ser tratadas generalmente mediante inmovili­
O p c io n e s d e t r a t a m ie n t o
zación con un yeso largo bien moldeado para el brazo colocado en
El clínico dispone de una variedad de opciones para el tratamien­ posición de pronación-supinación neutral con el codo flexionado
to de un paciente que se presente con una fractura de ambos hue- a 90°. El yeso completo debería aplicarse desde la axila hasta la
876 Sección II: Extremidad superior

INDICACIONES DEL AUTOR PARA LA


T abla 21-1.
REDUCCIÓN ABIERTA DE FRACTURAS
DIAFISARIAS DEL RADIO Y EL CUBITO

Todas las fracturas desplazadas del radio y cúblto en adultos


Todas las fracturas desplazadas aisladas en adultos
Fracturas aisladas del cúbito con angulaclón superior a 10 grados
Todas las fracturas de Monteggla
Todas las fracturas de Galeazzi
Fracturas abiertas
Fracturas asociadas a síndrome compartimental, independien­
temente del grado de desplazamiento
Fracturas múltiples en la misma extremidad superior
Fracturas patológicas
Fracturas contiguas a una artroplastia completa de codo o a
una placa aplicada para conseguir la artrodesls de la muñeca

palma de la mano, y acomodarse suficientemente para permitir


una movilidad completa de los dedos. Puede producirse angula-
ción de la fractura, ya que buena parte del peso del yeso recae
Figura 21-10. M étodo apropiado de suspender un vendaje enye­
sobre el cabestrillo. Si éste se sujeta al yeso distalmente a la altura sado m ediante un cabestrillo de form a que la cara cubital del yeso
de las fracturas, el yeso puede quedar suelto en esta zona debido a quede acomodada contra el antebrazo para prevenir la angulación
que puede producirse atrofia de la musculatura proximal del ante­ cubital. (Extraído de Knight RA, Purvis GD. Fracturas de los dos
brazo. Distalmente hay menos tejido blando, por lo que los hue­ huesos del antebrazo en adultos. J Bone J o in t Surg 1949; 31 A:
755-764.)
sos del antebrazo permanecerán firmemente sujetos mediante el
yeso. Como resultado puede producirse angulación.
I.a angulación puede prevenirse mediante la incorporación de Si el tratamiento cerrado se lleva a cabo, el paciente deberá ser
un alambre o una arandela de elástico en el aspecto radial del yeso advertido de la posibilidad de requerir reducción abierta y fijación
proximalmente al nivel de las fracturas (Fig. 21-10) La suspensión interna durante el tratamiento para asegurar una sólida unión en
del yeso del cuello del paciente mediante un cabestrillo que pase una posición aceptable.
a través de esta arandela ayuda a prevenir la angulación de las frac­ La mayor parre de las series (44) informan de un elevado por­
turas al mantenerse el yeso firmemente contra el cúbito. La aran­ centaje de resultados no satisfactorios mediante el empleo del tra­
dela nunca debería colocarse distalmente a la fractura, ya que ello tamiento cerrado. Sin embargo, el estudio de Sarmiento y asocia­
aumenta las probabilidades de angulación. A pesar de una buena dos (78) en 1975 sobre el uso de ortcsis funcionales precoces para
técnica, una fractura inicialmente no desplazada puede llegar a las fracturas del antebrazo representa una excepción significativa.
desplazarse mientras está inmovilizada en yeso. Por este motivo, Ellos dieron a conocer el tratamiento de 44 fracturas de ambos
deberían tomarse proyecciones radiológicas anteroposteriores y huesos del antebrazo. Las fracturas fueron inicial mente reducidas
laterales a intervalos semanales durante las primeras 4 semanas. Si con el paciente bajo anestesia y los antebrazos colocados en yesos
la fractura llega a desplazarse, deberá ser tratada como si la frac­ largos. Se perdió la reducción en cuatro pacientes, y se llevó a cabo
tura fuera desplazada desde su inicio. reducción abierta y fijación interna. El yeso largo inicial fue sus­
tituido después de una media de 18 días con una ortesis funcio­
nal que limitaba la pronación y la supinación pero permitía la fle­
Reducción cerrada e inmovilización con yeso
xión y la extensión del codo. Se estimuló el ejercicio activo de los
Por las razones expuestas en la exposición sobre anatomía quirúr­ dedos. En 39 pacientes las fracturas se unieron, y sólo se encon­
gica, es difícil el reducir y mantener de forma satisfactoria la posi­ tró un caso de seudoartrosis. Sarmiento y cois. Encontraron que
ción de los fragmentos mediante métodos cerrados (Fig. 21-11). un defecto de alineación de 10° en cualquier lugar resultó en sólo
Por lo tanto, la reducción cerrada y la inmovilización mediante unos pocos grados de pérdida de pronación y supinación. Este
yeso no está recomendada para fracturas desplazadas de ambos hallazgo fue respaldado por el trabajo de laboratorio de Tarr,
huesos del antebrazo en adultos. Knight y Purvis (52) analizaron Garfinke!, Sarmiento (92) y Matthews y colaboradores (63). Ellos
100 adultos con fracturas diafisarias de ambos huesos del ante­ demostraron sobre cadáveres recientes que las deformidades angu­
brazo, de las cuales aproximadamente la mitad habían sido trata­ lares y rotatorias de 10° o menos resultaron en una mínima limi­
das mediante métodos cerrados. De los tratados de esta manera, tación de la pronación-supinación, que fue fácilmente aceptada
el 71% no obtuvieron resultados satisfactorios, y la incidencia de por el paciente en la práctica clínica. El tiempo medio de conso­
seudoartrosis y consolidación defectuosa fue elevada. La reduc­ lidación fue de 16 semanas para la serie completa, incluyendo el
ción cerrada da mejores resultados en fracturas de radio y cúbito caso de seudoartrosis. A algunos de los pacientes se les efectuó
cuando las fracturas están localizadas en el tercio distal. Sin menos que una reducción anatómica, pero a pesar de esto, se
embargo, la reducción cerrada no debería llevarse a cabo a menos obtuvieron buenos resultados. Sarmiento y sus asociados han
que existiera una contraindicación específica para cirugía abierta. demostrado una habilidad considerable en el uso de ortesis fun-
Capitulo 21: Fracturas diajisarias del radio y del cubilo 877

Figura 21-11. Fractura de la diáfisis proxlm al del radio y media del cúblto tratada mediante reducción
cerrada e inm ovilización con yeso. Tres meses después, la fractura consolidó con pérdida del arco
radial y angulación cubital. Tanto la pronación com o la supinación resultaron severamente limitadas.

dónales. Sin embargo, hasta donde yo sé, debo decir que sus re­ cabestrillo con el codo ílexionado 90 grados. Se aplicará contra­
sultados no han sido corroborados por otros. tracción mediante lazo de tela de muselina, u otro material ade­
Desde un punto de vista práctico, yo raramente intento un tra­ cuado, que se colocará distalmente unos 7,5 cm por encima del
tamiento cerrado para fracturas desplazadas de ambos huesos del codo. Este mecanismo se sujetará a una altura conveniente desde
antebrazo en adultos, a menos que cualquier otra condición sisté- el suelo de forma que el pie del cirujano pueda ser colocado en él
mica severa del paciente excluya el tratamiento quirúrgico. Los como contratracción. (Un método alternativo es suspender 4,5 a
resultados son demasiado inciertos, el período de inmovilización 7 Kg de peso del lazo). La arandela de tela sobre el húmero distal
requerido es demasiado largo con este método de tratamiento, y se acolchará para prevenir una presión excesiva.
existe un riesgo significativo de rigidez del codo y del antebrazo a Se aplicará tracción y contratracción, y se intentará reducir el
consecuencia del período de inmovilización requerido para tratar cúbito mediante palpación directa. El radio generalmente no
la lesión por este medio. puede palparse en la mitad próxima! del antebrazo debido a la
inflamación y a la musculatura. El antebrazo se colocará con
la apropiada supinación, según quede determinado por la proyec­
Técnica de reducción cerrada
ción radiográfica de la tuberosidad. Cuando las fracturas hayan
La relajación muscular es imperativa en la reducción cerrada, por sido reducidas y el alineamiento del antebrazo sea satisfactorio,
lo que la anestesia general es generalmente la mejor opción. Con una capa simple de acolchado se aplicará desde la mitad de la zona
el paciente anestesiado, el intensificador de imágenes se utiliza palmar hasta por encima del codo, añadiendo una capa extra
para obtener una vista de la tuberosidad si ésta no se había efec­ sobre las prominencias óseas. Se aplicará entonces una férula en
tuado anteriormente. Se colocarán sujeciones de gasa de los dedos «U», también denominada «en pinza de azúcar», que será bien
pulgar, índice y medio para suspender la extremidad desde un moldeada. Se tomarán radiografías anteroposteriores y laterales
878 Sección II: Extremidad superior

para evaluar la reducción. No deberá aceptarse menos que una F ija c ió n c o n p la c a s y t o r n illo s
reducción casi anatómica de la fractura. Si la reducción no es
Revisión histórica
satisfactoria, se retirará la férula en «U» y las fracturas deberán
volver a ser manipulados. En los inicios de los noventa, Lañe (55), en Londres, y Lambotte
Si se logra una reducción correcta, el lazo de muselina se reti­ (54), en Bélgica, publicaron un estudio sobre el uso de placas para
rará del brazo y la férula en «U» se hará servir como un yeso de el tratamiento de las fracturas diafisarias. Sin embargo, la reacción
brazo largo bien moldeado mientras la extremidad aún está en al metal condujo a fallos frecuentes hasta que la aparición de las
suspensión. Mientras el yeso se endurece, la cara posterior del modernas placas para implantación hieran introducidas en 1937
mismo se aplana desde el olécranon proximalmente para evitar tras los trabajos de Venable y asociados (99) sobre electrólisis.
que el yeso se desplace distalmente. Una vez el yeso está comple­ Cambell y Boyd utilizaron injertos tibiales autólogos fijados al
tado se realizarán radiografías. El yeso deberá quedar suspendido radio y cúbito mediante pinzas óseas o tornillos en el tratamiento
desde el cuello mediante un cabestrillo que pase por una arande­ de las fracturas agudas y también en las seudoatrosis, aunque solían
la colocada en la cara radial del yeso. Tal y como mencionamos en dar lugar a fracturas por desgaste antes de que diera tiempo a la
la sección de las fracturas no desplazadas (véase más arriba), esta revascularización (52). Incluso después de que fueran introducidos
arandela deberá estar colocada al nivel de la fractura o en situación en el mercado metales de mejor calidad, muchas de las placas ini­
proximal a ella. ciales utilizadas para las fracturas de radio y cúbito presentaban un
diseño pobre, siendo los fallos frecuentes. Durante un tiempo el
empleo de placas y tornillos para la fijación interna de las fracturas
Cuidados posteriores diafisarias cayó en desuso. La fijación mediante placa y tornillo
Deberá tenerse mucho cuidado con la circulación y la funciona­ empezó a recobrar su valor perdido después de que Hggers (31)
lidad de la mano hasta que la inflamación disminuya. Durante introdujo la placa ranurada o «férula de contacto». La placa de
este período, el brazo deberá elevarse mediante suspensión de un Eggers presentaba una firmeza muy superior a las anteriores y pro­
marco situado por encima de la cabeza con los dedos en alto. El porcionaba una mejor fijación. En 1960, Jinkins y colaboradores
codo deberá descansar en la cama. Se estimulará la flexión y (47) dieron a conocer una serie de 165 fracturas de antebrazo en
extensión activa de los dedos a intervalos frecuentes para ayudar las que se utilizaron 145 placas ranuradas y 20 clavos medulares.
a la reducción del edema. Si en cualquier momento la circulación El porcentaje global de seudoartrosis fue de sólo el 4,2%.
parece disminuir, el yeso deberá ser cortado desde la axila a la La idea de utilizar placas a través de las cuales pueda propor­
mano por ambos lados, incluyendo el acolchado. La pérdida de cionarse una compresión activa empezó con Danis (24) de
la reducción no es ni mucho menos de consecuencias tan catas­ Bélgica, que publicó un libro en 1949 en el que se describía la uti­
tróficas como la gangrena o la contractura isquémica de lización de las mencionadas placas. Danis mostró que las fractu­
Volkmann. ras diafisarias tratadas mediante estas placas consolidaban con un
callo periférico muy reducido, fenómeno que dio a conocer como
Deberán efectuarse radiografías en dos planos a intervalos
consolidación primaria de la fractura. Boreau y Hermann (11)
semanales a través del yeso durante el primer mes y cada dos sema­
introdujeron una placa con dos partes en las que un pestillo cilin­
nas posteriormente hasta que la consolidación sea sólida. Cada
drico proporcionaba la unión de los fragmentos. Bagby y Janes (5)
nueva serie radiográfica deberá compararse con la primera efec­
modificaron una placa de Collison con agujeros ovales, permi­
tuada tras la reducción. Un error bastante frecuente es comparar
tiendo que se alcanzara una compresión mediante el emplaza­
la última radiografía con las de la visita anterior. Si esto se hace así,
miento excéntrico de los tornillos. En 1958, Miiller, Allgówer y
una pérdida gradual de la reducción puede pasar desapercibida
Willenegger desarrollaron lo que se conoce ahora como la placa
hasta que sea demasiado tarde. El yeso deberá cambiarse a inter­
de compresión de la Asociación para el Estudio de la Fijación
valos de 3 a 4 semanas. Cada nuevo yeso deberá aplicarse con la
Interna (ASIF) (Arbeitgemeinschaft fur Osteosynthcsefragen
misma delicadeza que el primero. Las fracturas pueden anguiarse (AO) (Fig. 21-12). La técnica para la utilización de esta placa y
incluso ante la presencia de algo de formación callosa. No existe
otras técnicas del grupo AO fueron publicadas por primera vez en
justificación para un armazón de yeso mal colocado.
1963 (66).
En 1975 Anderson y asociados (4) informaron de su experien­
Tratamiento quirúrgico mediante reducción abierta cia con las placas de compresión AO para las fracturas de ante­
y fijación interna brazo durante el período 1960-1970. Realizaron el seguimiento
de 244 pacientes durante un promedio de 13,2 meses. Veintiocho
Se han ideado a lo largo de los años numerosos métodos de reduc­ pacientes (11,5%) presentaban fracturas abiertas y 216 (88,5%)
ción abierta y fijación interna. La reducción abierta sin una fija­ cerradas. A 63 de los 244 (25,8%) les fueron aplicados injertos
ción interna presenta todas las desventajas tanto del tratamiento óseos. Los resultados de Anderson y cois. (4) se muestran en la
abierto como del cerrado, por lo que no tiene cabida en el trata­ Tabla 21-2 para las fracturas del cúbito y en la Tibia 21-3 para las
miento de las fracturas diafisarias del radio y cúbito en adultos. de radio. F.1 porcentaje de seudoartrosis fue de un 3,7% para el
cúbito y de un 2,1% para el radio. Un porcentaje que sumado se
Determinación del tiempo de la intervención quirúrgica compara favorablemente con los obtenidos mediante otros estu­
dios en la bibliografía. Los resultados funcionales obtenidos por
Las fracturas desplazadas de ambos huesos del antebrazo en adul­ Anderson y asociados fueron muy buenos. De 223 pacientes de
tos deberían reducirse tan pronto como sea posible, preferente­ los que existía una información suficiente para determinar el
mente en las primeras 24-48 horas de la lesión. La mayoría de los grado de funcionalidad recobrado, los resultados se consideraron
pacientes en la serie de Schemitsch y Richards (82) fueron opera­ excelentes en 131, satisfactorios en 69 y correctos en 16. Los
dos dentro de las primeras 24 horas de producida la lesión. resultados en siete pacientes que requirieron intervención quirúr-
Capítulo 21: Fracturas diafisarias del radio y del cubito 879

RESULTADOS DE FIJACION DE FRACTURAS DEL


T abla 21-3.
RADIO MEDIANTE PLACAS DE COMPRESIÓN
® (c¡> Co) £ ”© 0 <
Consoli- Seudo- Porcentaje
Fracturas dación artrosis de unión

Sólo cúbito 82 80 2 97,6


Cúbito
0— 0 C-— \) ^
c y radio 111 109 2 98,2
Total 193 189 4 97,9

Extraido de Anderson LD, Sisk TD, Tooms RE y al. Fijación mediante pla­
cas de compresión en fracturas diafisarias agudas de radio y cúbito. J.
Bone Joint Surg 1975; 57A: 287-297.
IZ5> ^ ^

hacia la consolidación, con lo que desde entonces los autores se


volcaron hacia la utilización de esta técnica mediante placa de
compresión única.
En 1981, Rosacker y Kopta (74) dieron a conocer un estudio
sobre 54 pacientes con fractura de los dos huesos del antebrazo
con varios aparatos de fijación. Estos 54 pacientes tenían un total
Figura 21-12. Evolución de las placas AO para fijación interna. Las de 108 fracturas. El porcentaje más elevado de fracturas que
superficies superiores se muestran a la izquierda y las inferiores a
pudieron ser reducidas anatómicamente fueron aquellas que fue­
la derecha. A: Placa de agujeros redondos (1963). B: Placa de com ­
presión dinám ica (1969). C: Unidad de com presión dinámica ron tratadas mediante placas de compresión. Los autores sugirieron
(1982). D: Placa de com presión dinám ica y contacto lim itado que podría ser más difícil aplicar una placa de compresión sin
(1989) (Adaptado de M üller ME, A llgo w er M, Schneider R y al. reducción anatómica de la fractura que la utilización de un clavo
M anual de fijación interna, 3a ed. Berlín: Springer-Verlag, 1991.) medular o una placa convencional con una reducción subóptima.
Se obtuvieron excelentes resultados funcionales en el 56% de
estos pacientes y resultados satisfactorios en el 31 %. El factor ais­
gica adicional debido a la scudoartrosis se consideraron como lado más frecuentemente asociado a excelentes resultados fue la
fallos. reducción adecuada de la fractura.
Naiman y colaboradores (67) y Dodge y Cady (27) dieron a Rosacker y Kopta abogaron por la cirugía fría como un factor
conocer una serie de fracturas diafisarias del radio y cubito trata­ favorable en la obtención de una consolidación primaria. Este
das mediante placas de compresión. En una serie de Naiman y fenómeno ha sido observado por otros (53). En las series de
colaboradores, las 30 fracturas que conformaban su estudio, lle­ Rosacker y Kopta, se les retrasó la cirugía de 1 a 3 semanas a 19
garon a consolidar. Dodge y Cady también tuvieron un 100% de pacientes con 38 fracturas por varias razones. Sin embargo, los
éxito en cuanto consolidación en los 78 pacientes a los que apli­ autores apuntaron que los factores económicos asociados a una
caron placas de compresión. Sin embargo, se produjeron 10 infec­ hospitalización prolongada y el retraso de la cirugía probable­
ciones; la incidencia fue del 3% en fracturas cerradas y del 36% mente desbancaran el beneficio que pudiera tener sobre la conso­
en las abiertas. En 1980, Teipner y Mast (94) publicaron un estu­ lidación el retraso de la cirugía. Estos factores han llegado a ser
dio en el que compararon placas dobles con placas de compresión más ciertos hoy día. Además, la movilización precoz es beneficio­
simple para las fracturas diafisarias del antebrazo. Fueron tratados sa para los tejidos blandos y tiende a facilitar y maximizar la
un total de 55 pacientes con 84 fracturas mediante la técnica de amplitud de movimientos que los pacientes recobran tras las frac­
placa doble. En este grupo existían 82 fracturas consolidadas y 2 turas de ambos huesos del antebrazo.
con seudoartrosis. Utilizaron una placa de compresión única en Schemitsch y Richards (82) observaron a 55 pacientes adultos
48 pacientes con 70 fracturas, de las cuales todas evolucionaron con fracturas de ambos huesos del antebrazo tratados mediante
placa durante una media de 6 años (1-16 años). Se llevó a cabo
una completa valoración funcional y radiológica durante el segui­
miento. La consolidación defectuosa se cuantificó midiendo la
RESULTADOS DE FIJACION DE FRACTURAS DE localización y el grado de la curvatura radial máxima en relación
T abla 21-2.
CÚBITO MEDIANTE PLACAS DE COMPRESIÓN con la del brazo opuesto normal. Cincuenta y cuatro fracturas del
C o nso li­ Seudo­ Porcentaje radio y 54 fracturas del cúbito lograron consolidar. El 84% de los
Fracturas dación artrosis de unión pacientes lograron unos resultados funcionales excelentes, buenos
Sólo cúbito 50 48 2 96,0 o aceptables. La restitución de la curvatura radial normal estuvo
Cúbito relacionada con el resultado funcional. Un resultado funcional
y radio 87 _84 3_ 96,6 bueno (superior al 80% de la rotación normal del antebrazo)
Total 137 132 5 96,4 estuvo asociado a la restitución de la curvatura radial en cuanto al
grado y localización (p < 0,05 y p < 0,005 respectivamente). De
Extraído de Anderson LD, Sisk TD, Tooms RE. et al. Fijación mediante forma similar, el restablecimiento de la fuerza de presión manual
placas de compresión en fracturas diafisarias agudas de radio y cubito.
J. Bone Joint Surg 1975; 57A: 287-297. estuvo asociada a la restauración del grado y localización de la
curvatura del radio (p < 0,005).
880 Sección II: Extremidad superior

F ija c ió n m e d ia n te e n c la v a d o in t r a m e d u la r
Tabla 21-4.
INDICACIONES PARA LA FIJACIÓN MEDIANTE
Después de la popularidad que alcanzó el enclavamiento intrame­ ENCLAVAMIENTOINTRAMEDULAR
dular para las fracturas de fémur a finales de los años cuarenta, se
Fracturas segmentarias
utilizaron distintos aparatos para la fijación medular del radio y el Fracturas abiertas con pérdida de tejido blando
cubito. En 1957, Smith y Sage (87), dieron a conocer una serie de Fracturas abiertas con pérdida ósea
555 fracturas que se recogieron de un número de centros en las Fracturas patológicas
que se empleó alguna forma de fijación intramedular. Los medios Fallo de placa
utilizados incluían agujas de Rush, agujas de Kirschner, agujas de Fracturas múltiples
Steinmann, clavos de l.ottes y clavos en V de Küntscher. Los
resultados fueron descorazonadores. Por encima del 20% de las
Si se elige la fijación mediante enclavamiento intramedular
fracturas no se consiguió la consolidación, siendo frecuentes los
como tratamiento de elección, debería considerarse la utilización
casos de consolidación defectuosa y escasa funcionalidad en aque­ de un moderno sistema de enclavado con capacidad de bloqueo
llas que sí consolidaron. El arco radial no se mantuvo debido a
El encerrojado de los clavos mediante tornillos proporciona esta­
que una aguja redonda introducida en un canal medular no puede bilidad rotacional y previene que el clavo pueda girar en relación
controlar la rotación de los fragmentos. Caden (17) informó de al hueso. Según esto, existe una mejor opción de mantener la cur­
una proporción de seudoartrosis en el 16,6% de las fracturas de vatura del radio al tiempo que se añade estabilidad a la estructura
antebrazo tratadas mediante agujas de Rush. clavo-hueso. La utilización de un sistema de enclavado como éste
En 1959, Sage (76) publicó un estudio de la anatomía del (clavo cónico de acero inoxidable para el antebrazo, Biomet,
radio e introdujo los clavos medulares triangulares que llevan su Warsaw, IN) está ilustrado en la Figura 21.13. Si los tornillos de
nombre. El clavo del cubito era recto y se introdujo de forma bloqueo se insertan en la vecindad de los nervios periféricos, debe­
retrógrada. El clavo del radio se dobló para ayudar al manteni­ rá considerarse la utilización de una técnica abierta mínima para
miento de la curvatura radial. Se introdujo partiendo del estiloi- la identificación y protección de las estructuras neurológicas bajo
de radial y conducido proximalmente. El porcentaje de seudoar­ riesgo antes de la colocación del tornillo.
trosis fue sólo del 6,2% del total de las fracturas y el retraso en la Un sistema alternativo al clavo intramedular de bloqueo es un
consolidación se dio en sólo el 4,9%. Otro clavo triangular o en clavo con cabeza de tornillo (clavo True-FIex, Applied Ostco
forma de diamante para el antebrazo fue presentado por Street Systems, Walnut Creelc, CA). Este tipo de clavo es menos rígido
(90). Éstos también abrazaban la corteza con firmeza y controla­ que un clavo de bloqueo pero ha demostrado ser capaz de mante­
ban la rotación, pero no fueron capaces de preservar la curvatura ner la arquitectura del antebrazo previamente valorada mediante
radial tan bien como los clavos de Sage. Estos, sin embargo no se cuantificación tanto de la magnitud como de la localización de la
recomendaban para las fracturas del tercio distal del radio o si el máxima curvatura y angulación del radio (81). Sin embargo,
canal medular tenía menos de 3 mm de diámetro. Cuando sus algunos clavos de bloqueo son relativamente rectos y con menos
clavos se utilizaron, Sage (76) recomendó el uso rutinario de injer­ probabilidad mantendrían la curvatura normal del radio.
to autógeno de cresta ilíaca. Schemitsch y asociados (81) demos­ Se requerirá un ¡ntensificador de imágenes en la técnica de
traron que el enclavado intramedular puede mantener la reduc­ enclavado cerrado. Lo mejor es posicionar el brazo sobre una tabla
ción del antebrazo, aunque no tan bien como una placa correcta­ adosada a la propia camilla, que permita una buena visualización
mente colocada. En 1986, Street (90) publicó una serie de 137 con el arco en C. Es muy importante la elección precisa del clavo
fracturas de antebrazo tratadas mediante un clavo intramedular así como su inserción para garantizar el éxito del procedimiento.
cuadrado y largo. Street consiguió con este método una seudoar­ El clavo es introducido en el radio distal y fragmentos cubitales
trosis del 7%. proximales antes de su reducción. Una vez este procedimiento ha
Aunque los sistemas de enclavado intramedular, incluyendo sis­ sido llevado a cabo, se deberá inducir la reducción. El clavo será
temas de enclavamiento con bloqueo, están disponibles para su conducido hacia el lugar definitivo, siendo importante que encaje
utilización en el antebrazo, no son ampliamente utilizados en adul­ herméticamente porque ello aumentará las probabilidades de con­
tos. En la población pediátrica, amplias series de pacientes con solidación y curación de la fractura y prevendrá que las fracturas
fracturas del antebrazo han sido tratados de forma satisfactoria oblicuas o conminutas adquieran prioridad. Alternativamente,
mediante enclavamiento intramedular flexible o elástico (74). Las puede utilizarse un sistema de enclavado de bloqueo, teniendo
ventajas teóricas del enclavado medular incluyen menos daño al presente que la inserción de tornillos de bloqueo próximos a los
periostio, la ausencia de agentes que puedan aumentar la sobrecar­ nervios periféricos puede ser problemática. Debido a que la reduc­
ga, y una incisión quirúrgica pequeña. Actualmente algunos trau­ ción puede llevar un tiempo considerable, el traumatólogo deberá
matólogos recomiendan el enclavado para las fracturas segmenta­ tener presente la cantidad de radiación que está recibiendo. Las
rias, fallo en la placa, pacientes politraumatizados, lesiones abiertas fracturas conminutas y las segmentarias son las más difíciles de tra­
severas con pérdida de tejido blando y en el hueso osteopénico. Los tar mediante técnicas cerradas, pero con perseverancia, tanto la
excelentes resultados de la fijación con placa han hecho difícil el reducción como la fijación pueden conseguirse. Si se utilizan cla­
apoyar el uso del enclavado intramedular de forma rutinaria. Es vos intramedulares, deberán controlar la rotación de los fragmen­
difícil de imaginar que el enclavado intramedular rutinario, excep­ tos y ser lo suficientemente firmes para resistir las fuerzas de rota­
to en manos de expertos, sea capaz de proveer la calidad de resul­ ción.
tados con unos porcentajes de complicaciones aceptables, como las
que tiene la fijación mediante placa. Yo no he utilizado fijación Complicaciones de los clavos intramedulares
intramedular en mi práctica, que está limitada al tratamiento de
adultos, aunque reconozco que el procedimiento pudiera tener su Cuando se utiliza el enclavamiento intramedular como método
indicación en algunos casos específicos (lab ia 21-4). de fijación para cualquier tipo de fracturas del antebrazo, cual-
Capítulo 21: Fracturas diaftsarias del radio y del cubito 881

20 mm

mm

Tornillos: 3,5 mm

Diámetro: 3,5 mm

Longitudes: 18-26 cm
Bloqueo de la fijación
Distancia: 38 mm

Localización óptim a para la


fijación: 25 mm
A

Figura 21-13. A: El clavo cónico de acero inoxidable para ante­


brazo fabricado por Biomet. El diám etro del clavo es de 3,5 mm
y las longitudes varían entre 18 y 26 cm. Pueden utilizarse to r­
nillos de bloqueo en cualquier extrem o del clavo. B: Radiografía
de un paciente de 16 años de edad con fractura abierta masiva
com o consecuencia de un accidente con m oto acuática. La frac­
tura de cúbito es segmentaria. C: Consolidación precoz tras el
tratam iento con un clavo ¡ntram edular de bloqueo e injerto
B, C óseo secundario. Existe alguna pérdida del arco radial.
882 Sección II: Extremidad superior

Figura 21-15. El nervio interóseo posterior pasa sobre el cuello del


radio en la zona proxim al del antebrazo, donde presenta el riesgo
de lesión tanto en los abordajes posteriores del radio en el ante­
brazo proxim al, com o en la inserción de agujas de bloqueo.

vio interóseo posterior en enclavados transóseos con bloqueo del


radio en cinco cadáveres. La distancia media desde el tornillo de
bloqueo al nervio era de 11,3 mm, y en un caso el nervio estaba
tan sólo a 1 mm del tornillo. Tabor y cois. Concluyeron que
mientras el bloqueo mediante tornillo del radio era posible, tanto
el traumatólogo como el paciente deberían conocer el riesgo de
lesión al nervio interóseo posterior (Fig. 21-15)
Figura 21-14. Aguja de Steinm ann utilizada com o m étodo de fija ­
ción intram edular de una fractura distal de cúbito.
I n je r to ó s e o
qtiier error derivado de una inadecuada selección de la longitud La proporción de aquellos en los que no se produjo la consolida­
del clavo y su diámetro, o en la propia técnica quirúrgica, así como ción cuando se utilizaron injertos óseos fue casi idéntica las series
en el cuidado postoperatorio, puede contribuir a unos escasos de Anderson y cois. (4) en la que no se utilizaron injertos (Tabla
resultados. Es un problema bastante frecuente la desproporción 21-5). Rosacker y Kopta (74) no aconsejaron la realización de un
entre el tamaño del clavo y el canal medular. Si el clavo es dema­ injerto óseo como primera medida para fracturas conminutas que
siado pequeño en diámetro, podrían producirse movimientos de afectan a más de un tercio de la circunferencia del hueso. Sin
lateralización y de rotación del clavo. Si el diámetro es demasiado embargo, 11 de los 54 pacientes necesitaron injertos posterior­
largo, puede ocasionar la ruptura de la diálisis radial o cubital. Los mente debido a retraso de la consolidación de las fracturas del
clavos medulares redondeados no producen una fijación adecua­ antebrazo. Ello significa el 19% comparado con el 2,7% en las
da. Los resultados han demostrado una seudoartrosis entre el series de Anderson. Estos hechos pueden ser interpretados de dife­
14% -16% de los casos (17, 87). La fijación mediante agujas de rentes maneras. Puede concluirse que el injerto óseo no indujo a
Kirschner (alambres-K) fue analizada por Smith y Sage (87) y con­ la consolidación. Sin embargo, debido a que los injertos fueron
ducían a la consolidación defectuosa del 38% de las fracturas del utilizados en las fracturas más conminutas, otra conclusión pudie­
antebra7.o. Sin embargo, yo he utilizado ocasionalmente agujas de ra ser que cuando los injertos óseos son utilizados, las fracturas
Kirschner o de Steinmann para la fijación de una fractura distal conminutas consolidan tan bien como las no conminutas. Wright
del cúbito asociada a fractura diafisaria si el fragmento es dema­ y cois. (105), en una revisión retrospectiva de fracturas conminu­
siado pequeño para ser fijado con placa y tornillos (Fig. 21-14). tas de los huesos del antebrazo tratados mediante fijación con
La mayoría de las complicaciones surgen debido a la selección placa, encontraron que la frecuencia de consolidación era del 98%
inadecuada del tamaño del clavo. Un clavo demasiado largo (99/101) sin injerto óseo. Schemitsch y Richards (82) también
puede conducirse hasta el final del hueso. Uno que es demasiado encontraron que el uso de injertos óseos no se correlacionaba con
corto puede no estabilizar la fractura de forma adecuada. Un clavo una mayor incidencia de unión de las fracturas tras la fijación con
con un diámetro demasiado grande puede producir rotura de la placa en ninguno de los huesos del antebrazo. A siete pacientes de
cortical, y uno demasiado corto en diámetro puede no controlar los descritos por Schemitsch y Richards se les injertó hueso pro­
la rotación adecuadamente y resultar una seudoartrosis o consoli­ veniente de la cresta ilíaca. Las indicaciones para el injerto óseo
dación defectuosa de la fractura. Los clavos triangulares, en forma fueron la pérdida importante de masa ósea o la conminución, o
de diamante, o los clavos con bloqueo, son los sistemas preferidos ambas. Sin embargo, no todas las fracturas con estas característi­
para el control de la rotación, cuando se emplea un implante no cas recibieron injerto óseo. El injerto óseo no afectó a la velocidad
bloqueante. Tabor y cois. (91) valoraron el riesgo de lesión al ner- de la consolidación según el test de la ji al cuadrado (% ).
Capítulo 21: Fracturas diafisarias del radio y del cubito 883

Tabla 21-5.
RESULTADOS DE FIJACIÓN MEDIANTE PLACAS DECOMPRESIÓN
CON 0 SIN INJERTO ÓSEO
Porcentaje de
Fracturas Consolidación Seudoartrosls consolidación

Radio sin injerto 149 146 3 98,0


Radio con injerto 44 43 1 97,7
Cubito sin injerto 91 87 4 95,6
Cubito con injerto 46 45 1 97,8
Total 330 321 9 97,3

Extraído de Anderson LD. Sísk TD, Tooms RE y cois. Fijación mediante placas de compresión en frac­
turas diafisarias agudas de radio y cubito. J. Bone Joint Surg 1975; 57A: 287-297.

1.a evidencia disponible hasta el momento sugiere que el uso ruti­ compresión dinámica para el tratamiento de las fracturas despla­
nario de injerto óseo en fracturas conminutas del antebrazo no está zadas del radio y cubito (Fig. 21-16). El tratamiento cerrado de
indicado. Aún no se han llevado a cabo estudios prospectivos con­ estas fracturas generalmente da lugar a una elevada incidencia
trolados de injerto óseo. El hecho de utilizar injerto óseo principal­ de resultados pobres. Chapman y asociados (20) propusieron
mente en las fracturas conminutas es materia de juicio y opinión. como indicación de las placas de compresión a todas las fracturas
Cada traumatólogo deberá decidir si es mejor la utilización del injer­ cerradas del antebrazo en adultos en las que el radio o el cubito
to de forma prioritaria en todas aquellas fracturas con conminución tuvieran una angulación superior a los 10 grados. Los resultados
significativa mientras el paciente está bajo anestesia y los huesos del globales de la fijación mediante placa de compresión han sido en
antebrazo expuestos, o retrasar el injerto hasta una segunda opera­ mi experiencia buenos o excelentes. La incidencia de seudoartro-
ción si no se ha producido la consolidación o ésta es defectuosa. sis ha sido baja y los resultados funcionales han sido excelentes en
la mayor parte de los casos. Se realiza una incisión longitudinal
directamente sobre el cubito, y se procede al abordaje volar de
M é to d o d e t r a t a m ie n t o p r e f e r id o p o r e l a u to r Henry para el radio (42). La placa de elección es la placa de com­
Personalmente prefiero la reducción abierta y la fijación interna presión dinámica de ocho agujeros con tornillos corticales de 3,5
utilizando placas de acero inoxidable, de contacto limitado y mm (Fig. 21-17). Para las fracturas segmentarias del radio, utilizo

Figura 21-16. A: Fracturas desplazadas de ambos


huesos del antebrazo en una m ujer de 34 años de
edad com o consecuencia de un accidente de coche.
La fractura radial fue segmentaria. B: Todas las frac­
turas fueron fijadas mediante placas y tornillos. Para
la fijación de las fracturas del radio se precisaron dos
placas separadas.
884 Sección II: Extremidad superior

Figura 21-17. Dibujo que muestra la colocación de unas placas de com presión dinám ica y contacto
lim itado de ocho agujeros en sendas fracturas de radio y cúbito.

dos placas separadas aplicadas, si es posible, en diferentes planos la herida (véase abajo). La fijación mediante placas de compresión
(Fig. 21-8). Alternativamente, pueden utilizarse dos placas semi- para las fracturas del antebrazo es el método de tratamiento de
tubulares superpuestas (Fig. 21-19). Generalmente los grados elección para muchos autores (2, 20, 39, 53).
moderados de conminutación pueden ser tratados mediante tor­
nillos de compresión interfragmentarios seguidos de la aplicación P r o c e d im ie n to s q u ir ú r g ic o s
de una placa. Los injertos autólogos de cresta ilíaca no se utilizan de
forma rutinaria a menos que exista una solución de continuidad Técnica de la placa de compresión
como defecto óseo. Los defectos segmentarios pequeños (menores Los principios de la fijación interna se han presentado en el capí­
de 6 cm) serán tratados mediante la aplicación de una placa sufi­ tulo 6. Sin embargo, algunos puntos importantes merecen una
cientemente larga para obtener seis puntos de fijación en la corte­ especial consideración en este momento. La mayoría de los fallos
za en ambos lados de la fractura, complementada con injerto en las series publicadas de fracturas de antebrazo tratadas
autólogo de cresta ilíaca. Prefiero retrasar el injerto óseo en las mediante placas de compresión han sido debido a errores en la
fracturas abiertas hasta que se obtenga una cobertura definitiva de técnica o a infecciones. Antes de llevar a cabo la técnica de com-

Flgura 21-18. Radiografía que muestra una fractura segmentarla consolidada de cúbito fijada m edian­
te el empleo de dos placas aplicadas en planos diferentes (el m ism o paciente que en la Fig. 21-16).
Capítulo 21: Fracturas diafisarias del radio y del cubito 885

Figura 21-19. Placas sem itubulares superpuestas utilizadas en la fijación de una fractura segmentaria
de cubito. Las placas se aplicaron de esta form a para lograr la fijación sim ultánea de ambas fracturas
en el m ism o plano con aparatos convencionales de fijación. La necesidad de superposición es una de
las pocas indicaciones que persisten para el uso de las placas sem itubulares. Este m étodo de fijación
no deberá utilizarse para el radio, ya que resultará en pérdida de la curvatura de este hueso.

presión, el traumatólogo deberá estar completamente familiariza­ lización de los fragmentos conminutos. Si existen fragmentos en
do con la técnica y, teóricamente, debería haberla practicado con mariposa, deberán ser reducidos y fijados mediante tornillos de
anterioridad en laboratorio. Deberá estar disponible un equipo compresión interfragmentarios. La posición de la placa puede
completo y la técnica quirúrgica será llevada a cabo con una rígi­ modificarse para acomodar la presencia de tornillos de compre­
da asepsia. sión interfragmentarios o, alternativamente, éstos pueden colo­
carse a través de la placa.
Abordaje quirúrgico
El paciente se colocará en posición supina en la mesa del quirófa­
no con la extremidad en extensión sostenida por una tablilla
adherida la mesa. Se utilizará torniquete a menos que se hayan
producido heridas vasculares. Se practicarán dos incisiones sepa­
radas. El radio se abordará mediante la incisión volar de Henry (4,
20, 39). La cobertura de tejido blando es mejor en la cara volar y
el contorno óseo es plano, haciendo más fácil la aplicación de la
placa en este lugar. También el tejido blando está menos irritado
y, por tanto, existen menos probabilidades de que la placa tenga
que retirarse posteriormente. Para fracturas que abarquen la mirad
proximal del radio, se ha recomendado en el pasado (4, 22, 95) el
abordaje dorsal de Thompson, colocando la placa en la superficie
dorsal. Sin embargo, yo recomiendo el uso del abordaje anterior
de Henry para todas las fracturas del radio, incluyendo las muy
proximales, de forma que el riesgo de lesión del nervio interóseo
esté minimizado (82). En ocasiones, puede utilizarse una incisión
simple para el abordaje de fracturas proximales de cubito asocia­
das a luxación de la cabeza radial (Fig. 21-36) (15). Si se utiliza
un abordaje posterior para aquellas fracturas muy proximales,
deberá dejarse expuesto el nervio interóseo posterior. Existe un Figura 21-20. El nervio interóseo posterior está en situación de
riesgo importante de lesión de este nervio con un abordaje poste­ riesgo cuando se realiza un abordaje posterior del radio. Si se u ti­
rior, especialmente con la retirada de la placa (Fig. 21-20) (106). liza este abordaje, este nervio deberá identificarse. El nervio es
Por esta razón, el abordaje posterior no está recomendado. pequeño y difícil de diseccionar de form a segura, especialmente
en presencia de fractura, debido a la hem orragia y al edema aso­
Para fracturas cubitales, la placa puede colocarse bien en la ciados a las fracturas. El riesgo de lesionar el nervio se m inim iza
superficie volar o en la dorsal. La superficie a utilizar estará deter­ mediante el em pleo de un abordaje volar (Henry). El abordaje
minada por aquella en la que la placa encaje mejor y por la loca­ volar puede utilizarse para exponer el radio com pleto.
886 Sección ¡I: Extremidad superior

Exposición del lugar de la fractura


Anteriormente se pensaba que la exposición del hueso debería rea­
lizarse por fuera del periostio. Sin embargo, el trabajo de
Whiteside y Lesker (102, 103) demostró un flujo sanguíneo dis­
minuido hacia la musculatura dañada, así como dificultad en la
curación de las osteotomías tras la disección extraperióstica. Por
ello, numerosos autores (20) prefieren actualmente la exposición
de la fractura por debajo del periostio, minimizando de esta
manera la cantidad de desperiostización. Tan sólo el lugar de la
fractura y la superficie en la cual deberá aplicarse la placa deberá
ser desperiostizada La exposición extraperióstica puede también
comprometer la exactitud de la reducción, por lo que no la reco­
miendo. Figura 21-21. El to rn illo tirafon do puede insertarse a través de la
placa cuando la línea de fractura es oblicua para así aum entar la
Elección de placas y tornillos estabilidad del montaje. Es posible angular los to rn illo s hasta 40
grados a lo largo del eje longitudinal de la placa. Es posible ta m ­
La longitud ideal de las placas variará en función de su tamaño, el
bién insertar to rn illo s tirafon do por fuera de la placa. Puede con­
grado de conminución y la configuración de la fractura. Un seguirse una com presión interfragm entaria agrandando el aguje­
número cada vez mayor de autores (20, 39, 40) están apoyando el ro del córtex proxim al o utilizando agujas roscadas de m edio per­
uso de placas de compresión dinámica de 3,5 mm. En general, las fil com o se muestra en esta ilustración. (Adaptado de M üller ME,
placas semitubulares no son recomendables para su utilización en A llgó w er M, Schneider R, y al. M anual de fijación interna. 3a ed.
Berlín: Springer-Verlag, 1991.)
el antebrazo excepto en el excepcional caso de una fractura cubi­
tal segmentaria donde pueden utilizarse dos placas semitubulares
superpuestas con el objeto de fijar toda la diáfisis del cubito.
Chapman (20) demostró que no existía una diferencia estadísti­ do estos dos tipos de materiales en las placas de compresión diná­
camente significativa en la frecuencia de consolidación de la frac­ micas de contacto limitado y han demostrado que los resultados
tura utilizando placas de compresión dinámicas de 4,5 y 3,5 mm. obtenidos son igualmente efectivos en cuanto a permitir la revas­
Sin embargo, incluso en fracturas transversas, cuando se emplean cularización y ninguna de ellas aportó unas ventajas adicionales en
placas de compresión dinámicas de 3,5 mm, se hace necesaria la cuanto a las propiedades biomecánicas de la consolidación de la
utilización de una placa de ocho agujeros. Deberá emplearse una fractura a los diez días utilizando perros como modelo. Banovetz
placa más larga en aquellas fracturas muy inestables o conminu­ y cois. (6) expresaron su preocupación, ya que en su experiencia,
tas. Si se emplea la placa de compresión dinámica de 3,5 mm, el los implantes de titanio han presentado unos índices de fallo
uso de tornillos corticales de 3,5 mm permitirá a éstos aferrarse a superiores a los de acero inoxidable. Yo he utilizado en mi con­
la corteza del hueso con roscas adicionales, lo que mejoraría la sulta exclusivamente placas de acero inoxidable.
fuerza de agarre de la placa. Es importante centrar bien la placa
sobre la fractura de forma que ningún tornillo quede más cerca de Reducción de la fractura
1 cm de la línea de fractura. Si se colocan a una distancia inferior,
puede producirse una fisura entre el agujero del tornillo y la frac­ Cuando sea posible, los fragmentos conminutos deberán afian­
tura, a medida que se aplica compresión, quedando comprometi­ zarse a los fragmentos más importantes mediante tornillos tira­
da la fijación. Por ello es mejor la selección de una placa más larga fondo para inducir una compresión interfragmentaria. Cuando
y dejar uno o dos agujeros vacíos antes que aplicar tornillos dema­ tanto el radio como el cúbito estén fracturados, ambas fracturas
siado cerca de la fractura. En fracturas oblicuas, puede emplearse deberán exponerse y reducirse temporalmente antes de poder
un tornillo tirafondo adicional en un plano diferente o un torni­ aplicar una placa. En cualquiera de ellas; si no, la fijación y la re­
llo tirafondo interfragmentario a través de la placa misma. La fija­ ducción de una puede perderse cuando se intenta reducir la otra.
ción mediante este tipo de tornillos a través de la fractura y de Una vez que la fractura ha quedado reducida y todos los frag­
cualquier fragmento asociado aumentará la firmeza del montaje mentos conminutos han quedado encajados en su lugar, se colo­
de forma significativa (Fig. 21-21). cará en los extremos de la placa una pinza de sujeción del hueso
En los últimos años he empezado a emplear placas de compre­ para afianzarla temporalmente al mismo. Una tercera pinza se
sión dinámica de contacto limitado a las que se atribuye un situará directamente sobre la fractura en ángulo recto respecto a
menor daño a la vascularización de la corteza ósea que la produ­ las otras dos. Su propósito es asegurar que los fragmentos conmi­
cida por el contacto entre la placa y el hueso (70). Además, estas nutos queden en su sitio y prevenir el acortamiento de las fractu­
placas ofrecen otras ventajas en comparación con las placas con­ ras oblicuas. En fracturas inestables, es técnicamente más fácil
vencionales de compresión dinámicas, tales como una mayor fijar la placa a un fragmento con un único tornillo antes de la
capacidad para angular los tornillos en la placa. Sin embargo, Jain reducción. De esta manera la fractura quedará reducida a la com­
y cois. (46) han demostrado que estas placas de contacto limitado binación placa-hueso. Esta técnica requiere la disección de una
no presentan una firmeza tan importante como las placas con­ menor cantidad de tejido blando y hace que sea relativamente
vencionales de compresión y por esta razón, son de la opinión de fácil el manejo de fragmentos conminutos intercalados. Frecuen­
que su uso puede que no ofrezca ventajas ante situaciones como temente utilizo esta técnica ya que a menudo se hace extraño el
fracturas conminutas o pérdida de masa ósea, donde se requiere mantener la fractura reducida y la placa aplicada a ella con pinzas
una estabilización máxima de la fractura. Las placas de compre­ óseas.
sión dinámica de contacto limitado están disponibles tanto en F.l contorneado de la placa radial puede prevenir la pérdida
acero inoxidable como en titanio. Jain y cois. (45) han connpara- yatrogénica del arco radial (Fig. 21-22). El grado y la localización
Capítulo 21: Fracturas diafisarias del radio y de! cubito 887

forma arbitraria como aquella que afecta a un tercio o más de la


circunferencia del hueso.

Cierre
Es muy importante suturar solamente el tejido subcutáneo y la
piel. La fascia profunda del antebrazo es muy densa. Si se sutura
con fuerza, la formación de edema y la hemorragia pueden causar
un aumento de la presión en los compartimentos del antebrazo
que dé lugar a contractura de causa isquémica. Obviamente el
dejar la fascia profunda sin suturar es importante no sólo cuando
se utilizan las placas de compresión sino también con otras formas
Figura 21-22. Fórceps para contorneado de placas AO. Este Ins­
de fijación interna. Recomiendo la utilización de un sistema de
trum ento es m uy útil en el contorneado de la placa radial en el
m om ento de la cirugía para el m antenim iento del arco radial. La drenaje cerrado para la reducción del hematoma y la consecuente
aplicación de una placa recta o contorneada al radio puede no res­ inflamación, que será retirado a las 24 h.
tablecer el arco radial de form a anatómica. En la mayoría de las
fracturas de radio, por lo menos una porción de la placa deberá
contornearse para m antener el arco radial. Ocasionalmente, puede Tratamiento postoperatorio de la fractura
aplicarse una placa recta al radio si la misma pasa por el hueso de
form a oblicua. El tratamiento tras la fijación mediante placa de compresión será
individualizado. Si el paciente es colaborador, la fractura no pre­
senta un grado de conminución elevado y si se ha alcanzado una
fijación estable, no será necesaria la inmovilización externa. Se
exacta de contorneado que se requiere para obrener una reducción aplicará un vendaje compresivo y se elevará el antebrazo hasta que
anatómica de una fractura radial variará en función a la localiza­ la inflamación empiece a descender. Tan pronto como el paciente
ción de la fractura, la magnitud del arco radial normal de cada se recupere de la anestesia, se iniciarán ejercicios suaves del ante­
paciente y la superficie del radio a la que se quiere aplicar la placa brazo para el codo, muñeca y mano. Al finalizar los 10 primeros
(82). Se requiere menos contorneado para la colocación de la días, estos pacientes generalmente han alcanzado una amplitud de
placa en la cara volar que en la radial o dorsorradial. La superficie movimientos casi normal (Fig. 21-23).
óptima para la colocación de la placa dependerá de la elección de Si la fractura no es conminuta y se ha obtenido una fijación
su exposición, las características de la fractura(s) y la presencia o estable, pero el paciente no es colaborador con el tratamiento que
ausencia de conminución, así como del uso de tornillos de com­ se va a efectuar, o si la fractura es conminuta y no se ha alcanza­
presión interfragmentarios por fuera de la placa. Generalmente el do una fijación estable de la misma, el cuidado posquirúrgico será
emplazamiento volar o volar-radial de la placa es óptimo para las diferente. En estas situaciones prefiero utilizar un vendaje com­
fracturas de radio. La placa cubital puede aplicarse tanto en la cara presivo de yeso durante 10-12 días, momento en que se retirarán
dorsal como en la volar de este hueso. Cuando se aplica una placa los puntos y se colocará una férula termoplástica de brazo largo.
en la superficie volar del radio, deberemos asegurarnos de que el La férula podrá retirarse para realizar la higiene del antebrazo y las
radio no haya sido deformado de forma yatrogénica por las pin­ sesiones de fisioterapia, pero se llevará durante el resto del día
zas óseas antes de la colocación de los tornillos. Una placa radial durante 6 semanas.
aplicada a la superficie dorsal o cubital del radio no deberá seguir
la línea media de la diáfisis a lo largo de toda su longitud porque Resultados
podrá producir acortamiento radial yatrogénico. Debido a que la
cantidad de contorneado requerido es variable, el traumatólogo El pronóstico para adultos con fracturas de radio y cubito depen­
deberá valorar exactamente el grado de reducción radial durante derá de muchos factores. ¿Se trata de una fractura abierta, y si es
la aplicación de la placa. Una ligera oblicuidad de la placa en rela­ así, cuál es la extensión del daño y el grado de contaminación? ¿Es
ción al hueso puede aceptarse si es requerida para el manteni­ una fractura desplazada o no desplazada y cuál es el grado de
miento de la curvatura radial. La configuración de la placa debe­ conminución? El traumatólogo no tiene control sobre estos y
rá cambiarse si se han utilizado tornillos interfragmentarios por otros factores, los cuales se verán en el momento de la cirugía,
fuera de la misma para el mantenimiento de la reducción de los donde se tomarán las decisiones. Sin embargo, el pronóstico en
fragmentos corticales más grandes. relación a estos factores puede estar afectado por la acción del
La distracción puede ser útil cuando la presencia de conminu­ propio traumatólogo y sus decisiones, incluyendo el tratamiento
ción hace imposible el conseguir un alineamiento perfecto y una precoz y apropiado. Existen otros factores sobre los que el trau­
correcta fijación mediante tornillos del área conminuta. El dis­ matólogo sí tiene un control más directo. Éstos incluyen la elec­
tractor AO es aplicado a agujas de 4,5 mm situadas en lugares ción del método de tratamiento (reducción abierta frente a cerra­
lejanos a la porción conminuta o segmentaria. Se procurará una da), la elección del momento apropiado para la fijación interna en
distracción suficiente de los fragmentos para obtener un buen ali­ fracturas abiertas y la atención a los detalles técnicos que inclui­
neamiento. Las áreas conminutas o defectuosas se unirán median­ rán el manejo cuidadoso del tejido blando, la prevención de la
te una placa bien contorneada sobre los extremos intactos de la infección y la restitución de los fragmentos a su posición anató­
fractura. La placa actuará como un puntal sobre el área conminu­ mica.
ta, a la que se añadirá el injerto óseo. Generalmente utilizó injer­ Para fracturas tratadas mediante reducción abierta y fijación
to óseo autólogo de la cresta ilíaca si existe un grado significativo rígida interna, el pronóstico de conseguir consolidación es cer­
de conminución. Una conminución significativa es definida de cano al 95%. Muchos estudios sobre fracturas de antebrazo tra-
888 Sección II: Extremidad superior

Figura 21-23. Paciente de 18 años de edad tras la fijación de fracturas de ambos huesos del antebra­
zo mediante placas de com presión dinám ica de 3,5 mm. Después de un año de la lesión ambas frac­
turas consolidaron y la paciente muestra una am plitud com pleta de pronación (A) y supinación (B). La
paciente inició ejercicios de m ovilización a los pocos días de la lesión.

tadas mediante placas de compresión han dado resultados posi­ zo refleja el grado de traumatismo que se requiere para romper
tivos (2-4, 20, 27, 39, 40, 67, 77, 93, 94). En un grupo de ambos huesos del antebrazo, la frecuencia de impactos de alta
pacientes con fracturas diafisarias del antebrazo tratados inicial­ energía como mecanismo de lesión cuando se producen estas frac­
mente con placas ranuradas por Jinkins y colaboradores (47), el turas y la localización relativamente superficial del radio y el cubi­
95,8% se consolidaron. Caden (17) presentó unos resultados de to por debajo de la piel (58).
consolidación del 92,5% mediante el mismo tipo de placas.
Otros traumatólogos han publicado resultados similares con
fijación rígida tanto con placas como con clavos intramedulares D ia g n ó s tic o
(22). La característica común más importante en estos trabajos, El diagnóstico de una fractura abierta del antebrazo es general­
en los que más el 90% de las fracturas consolidaron, fue la rigi­ mente evidente (Fig. 21-24). A menudo el paciente o la persona
dez de la fijación. que le acompaña comentan que ha habido abundante hemorragia
Schemitsch y Richards (82) desarrollaron un análisis multiva- o que el hueso es visible. Sin embargo, también es posible que una
riable para la evaluación de la influencia en cuanto al pronóstico fractura abierta del brazo pase desapercibida si no se inspecciona
de variables tales como la edad del paciente, el mecanismo de la con cuidado toda la circunferencia de la extremidad. Por ello el
lesión, la presencia de lesión ipsilateral de la extremidad superior, médico deberá examinar la extremidad una vez que se ha retirado
la presencia de lesión abierta, el momento del tratamiento y la cualquier vendaje o férula que el paciente pueda llevar para tener
presencia de complicaciones. Aunque la rotación del antebrazo la absoluta certeza de poder descartar una fractura abierta. Esto es
quedó reducida debido a la concurrencia de una complicación, la especialmente cierto en pacientes que por un motivo u otro no
rotación no quedó negativamente afectada por lesiones ipsilatera- pueden proporcionar una historia fiable. Incluso una pequeña
les de la extremidad superior o fracturas abiertas de grados II y 111. herida por punción puede ser importante, ya que la incidencia de
Igualmente, la reducción de la fuerza manual de presión fue con­ infecciones profundas aumenta significativamente en presencia de
secuencia de una lesión severa o por fracturas abiertas de grados II fracturas abiertas e incluso una minúscula cantidad de material
y III, y también por pérdida de la curvatura radial. Estos hallaz­ extraño introducido a través de una herida punzante puede pro­
gos demuestran la importancia de una reducción correcta duran­ vocar una seria infección profunda.
te la fijación en cuanto a la determinación del pronóstico. Las fracturas abiertas, especialmente las causadas por heridas
de bala, suelen estar asociadas a lesiones nerviosas y vasculares de
FRACTURAS ABIERTAS DE RADIO Y CÚBITO importancia. Deberá descartarse la afectación de estas estructuras
en la herida. Las fracturas abiertas requerirán tratamiento urgen­
La proporción entre fracturas abiertas y cerradas es superior para te (véase Capítulo 10). La herida se cubrirá mediante vendaje
los huesos del antebrazo que para cualquier otro hueso, excepto la estéril. En fracturas abiertas es un error hurgar en la herida mien­
tibia (14). La elevada incidencia de fracturas abiertas de antebra­ tras el paciente está en Urgencias. Esto puede conllevar contami-
Capitulo 21: Fracturas diafisarias del radio y del cubito 889

Figura 21-24. A: Fractura abierta de am bos huesos del


antebrazo com o resultado de un accidente industrial.
B
El m ecanismo fue aplastam iento-avulsión. Se ha pro­
ducido un daño extenso a los tejidos blandos con
avulsión de una gran parte de la musculatura exten-
sora, el nervio cubital y la arteria cubital. El tratam iento
de las lesiones del tejido blando exige el restableci­
m iento de la estabilidad del esqueleto subyacente. B:
Radiografía del antebrazo del m ism o paciente mos­
trando fracturas m últiples del antebrazo y luxación de
la cabeza del radio. Las fracturas son conm inutas
debido al mecanismo de la lesión. C: Todas las fractu­
ras fueron fijadas el m ism o día de la lesión tras des-
bridam iento radical de la herida. Se aplicaron poste­
C riorm ente injertos gruesos de piel.

nación profunda de la herida y por tanto un riesgo importante de con daño extenso del tejido blando) o amputación traumática. En
infección. El daño al tejido blando puede evaluarse de forma más 1984, Gustilo y colaboradores (37, 38) dividieron las lesiones de
objetiva y con mayor seguridad durante el desbridamiento formal tipo III en A, B y C. El tipo III-A engloba aquellas fracturas pro­
de la herida en quirófano. ducidas por armas de fuego con una adecuada cobertura del hueso
fracturado a pesar de una lesión extensa del tejido blando, colga­
jos o traumatismos de alta energía independientemente del tama­
C la s if ic a c ió n ño de la herida. El tipo 1II-B representa a aquellas heridas con
En cuanto a la valoración de las fracturas de ambos huesos el ante­ daño extenso del tejido blando, desperiostización y exposición
brazo, utilizo la clasificación descrita por Gustilo y Anderson ósea, generalmente asociadas a contaminación masiva. En el tipo
(36), donde las fracturas abiertas se clasifican en tres tipos: tipo I, III-C se clasificarán aquellas fracturas abiertas con daño vascular
que incluye aquellas fracturas abiertas con herida limpia de menos asociado que requieren reparación. Afortunadamente, los tipos I
de 1 cm de longitud; tipo II, con heridas lacerantes de más de 1 y II son más comunes en el antebrazo que el tipo III. La causa más
cm sin daño extenso del tejido blando, colgajos o avulsiones; y frecuente suele ser una punta ósea afilada que sobresale de dentro
tipo III, que pueden ser abiertas segmentarias (fracturas abiertas a fuera.
890 Sección II: Extremidad superior

Patrones anormales de fractura


INDICACIONES PARA EL USO DE FIJACIÓN
Tabla 21-6.
Chcng y cois. (21) dieron a conocer 4 casos de fracturas abiertas EXTERNA
del antebrazo que se produjeron en patinadores. Los fragmentos Fracturas abiertas con pérdida de tejido blando
se formaron junto al borde proximal de los protectores para la Fracturas abiertas con pérdida ósea
muñeca, de forma que éstos actuaron desplazando la fuerza del Lesiones severamente contaminadas
impacto al nivel de la muñeca hacia el borde proximal de los pro­ Fracturas diafisarias/metafisarias con extensión intraarticular
tectores. Seudoartrosis infectada

P r in c ip io s clel t r a t a m ie n t o q u ir ú r g ic o
Se recomienda un desbridan!iento extenso bajo anestesia general só la fijación interna. Ninguno desarrolló infección. En la actua­
seguido de reducción primaria abierta y fijación interna o externa lidad, la mayoría de los autores creen que la fijación primaria
para lesiones abiertas (20, 30, 39, 49, 65, 82). Hl realizarlo de esta puede llevarse a cabo de forma segura siempre y cuando se haya
manera requiere de una técnica meticulosa. Después de obtener efectuado un desbridamiento a conciencia (48, 82)
cultivos de la herida, se administrará cefazolina endovenosa en
Urgencias. Se llevará al paciente al quirófano, donde la herida
abierta y la extremidad se limpiarán con solución de povidona Fijadores externos (Tabla 21 -6)
yodada (Betadine). La herida se irrigará abundantemente con
solución salina fisiológica estéril (añadiendo bacitracina). Se DeLee propuso las siguientes indicaciones para la utilización de
expondrán los extremos de los huesos mediante incisiones que fijación externa en la extremidad superior: (a): presencia de siete
permitan una mayor abertura de la herida. Las heridas traumáti­
cas deberán incorporarse a la incisión quirúrgica sólo si se dan en
la línea de abordaje quirúrgico estándar. Si no, deberán efectuarse
incisiones totalmente separadas, ignorando las lesiones traumáti­
cas. Tanto la disección del tejido blando como la desperiostización
se mantendrán al mínimo necesario para una exposición adecua­
da. Se empleará un desbridamiento metódico empezando por la
piel y trabajando capa por capa hasta llegar al hueso. Se rcseccio-
nará todo el tejido necrótico. Aquellos fragmentos óseos sin suje­
ción a tejidos blandos se desecharán, a no ser que cumplan una
función estructural importante. Se irrigará la herida con varios
litros de solución salina y se tomarán muestras para los cultivos
finales.

O p c io n e s d e tr a t a m ie n t o
Momento
F.n las series de Hadden y cois. (39), el 44% de las fracturas abier­
tas y el 23% de las cerradas fueron intervenidas mediante placa en
las primeras 24 horas. Retrasaron el tratamiento abierto (a) en
pacientes politraumatizados en los que era prioritario el trata­
miento de otras lesiones, (b) cuando no se encontraba disponible
personal experimentado y (c) cuando estaban esperando la cura­
ción de la herida en las lesiones abiertas (al principio de las series).
Su recomendación actual es la fijación primaria de las fracturas
abiertas. Chapman y cois. (20) también recomendaron la fijación
de las heridas abiertas en el mismo día de producida la lesión en
la mayoría de los casos, a menos que la presencia de otras lesiones
excluya la fijación. La reducción abierta y la fijación interna en
situación de urgencia está recomendada en aquellas fracturas
abiertas de ambos huesos del antebrazo.

Injerto óseo
Si la herida está limpia, sin signos de infección, el injerto óseo
podrá llevarse a cabo al mismo tiempo que el cierre de la herida o Figura 21-25. Marco de media aguja sim ple de Hoffmann. Se
conectan tres agujas por encima y tres por debajo del lugar de la
la cobertura de la misma. En el pasado, Andcrson recomendó fractura mediante un clavo de com presión-distracción. (Extraído
retrasar la fijación para las fracturas abiertas. El propio Anderson de DeLee JC Fijación externa del antebrazo y la muñeca. O rthop
siguió a 28 pacientes con 38 fracturas abiertas en los que se retra­ Rev 1981; 6: 43-48.)
Capítulo 21: Fracturas diafisarias del radio y del cubito 891

lesiones abiertas con pérdida de piel y tejido subcutáneo y fractu­ Lesión concomitante del tejido blando
ra del radio o cubito; (b) la necesidad de mantener la longitud en
pacientes con pérdida ósea o fracturas conminutas; (c) fractura- Godina (34), de la antigua Yugoslavia, promulgó la reconstruc­
luxación abierta del codo con pérdida de tejido blando, situación ción precoz del tejido blando. Para ello revisó los resultados de
en la que no se recomienda la fijación interna; (d) algunas fractu­ 532 pacientes a los que se les practicó reconstrucción por micro-
ras inestables intraarticulares distales de radio; y (e) seudoartrosis cirugía tras traumatismo de las extremidades. Se dividió a los
infectadas (Fig. 21-25). En los tipos de fracturas III-B y HI-C, pacientes en tres grupos, basándose en el tiempo transcurrido
puede resultar difícil el tratamiento de las lesiones del tejido blan­ desde la lesión hasta que se practicó la reconstrucción. Se utilizó
do sin el uso de algún tipo de fijación interna o externa. la transposición de colgajo libre en el primer grupo en las prime­
Particularmente he encontrado que un fijador externo puede pro­ ras 72 horas de la lesión, en el segundo grupo entre las primeras
porcionar una fijación estable de fracturas mientras se lleva a cabo 72 h y los 3 meses tras la lesión, y en el tercer grupo entre 3 meses
la reconstrucción del tejido blando. y 12,6 años tras la lesión. En el primer grupo el fracaso del colga­
La utilización de aparatos de fijación externa para el trata­ jo fue del 0,75% y el porcentaje de infección fue del 1,5%. El
miento inicial de fracturas abiertas severas de radio y cubito con tiempo medio para la consolidación de la fractura fue de 6,8
pérdida de tejido blando, pérdida ósea o severa conminución, han meses con una estancia media en hospital de 27 días. Estos resul­
sido dados a conocer por DeLee (25), Heiser y Jacobs (41), y tados significaron una mejora significativa en todas las categorías
Schuind y asociados (84). DeLee apunta a la existencia de sólo en pacientes a los que se les había efectuado una reconstrucción
tres tipos de fijadores externos aplicables a los huesos del antebra­ tardía (véase Capítulo 14 para una exposición en profundidad del
zo: el marco simple de aguja de medio perfil de Hoffmann, el tratamiento del tejido blando en las fracturas abiertas).
marco doble de aguja de medio perfil de Hoffmann y el marco de
Hoffmann-Vidal con agujas transfijadoras. Según la opinión de Procedimientos quirúrgicos
DeLee, las indicaciones para el uso de agujas transfijadoras en el
antebrazo son muy limitadas debido al riesgo de que las agujas La elección deberá ser individualizada, ya sea la de un fijador
dañen el tejido neurovascular adyacente. Por tanto, tanto el marco interno o la de uno externo. En algunos casos, la fijación interna
simple o el doble de Hoffmann son los utilizados más frecuente­ de un hueso, combinada con la fijación externa del mismo o del
mente junto a las agujas de medio perfil. Seligson y Galloway (85) otro hueso, puede resultar lo más beneficioso para el paciente. Lo
han comunicado el empleo de una fijación externa circular para el cual es particularmente cierto para las fracturas proximales y dis­
antebrazo. tales (Fig. 21-26). Cuando se elige la fijación interna, se utilizará

Figura 21-26. A: Herida de bala que afecta al radio distal


con acortam iento y desestructuralización de la articula­
ción radiocubital distal. B: Un marco de media aguja sim ­
ple de Hoffm ann restaura la longitud del radio y reduce la
articulación radiocubital distal. (Extraído de DeLee JC
Fijación externa del antebrazo y la muñeca. O rthop Rev
1981; 6: 43-48.)
892 Sección //: Extremidad superior

siempre una cantidad adecuada de metal para la estabilización del cuando la pérdida de tejido blando y la presencia de contamina­
antebrazo en el tratamiento de la lesión. Cuando tratamos fractu­ ción hiciera dificultosa la cobertura de la placa.
ras abiertas, ambos huesos deberían fijarse mediante uno u otro
método. Como en todas las fracturas abiertas, es de la mayor
Resultados
importancia mantener la herida abundantemente irrigada y reali­
zar un desbridamiento meticuloso. Se iniciará terapia antibiótica El pronóstico es reservado para fracturas abiertas diafisarias del
endovenosa inmediatamente en Urgencias tras el cultivo de la radio o cúbito con perdida masiva de piel y tejido blando (28). En
herida y se continuará durante y después de la cirugía. Se admi­ estos casos, pueden requerirse varios procedimientos quirúrgicos,
nistrará la vacuna antitetánica. incluyendo el desbridamiento inicial y estabilización, injerto de
piel o pedículo o aplicaciones de colgajos libres, reconstrucción
posterior de los huesos y, frecuentemente, la transposición de ten­
M é to d o d e t r a t a m ie n t o p r e f e r id o p o r
dones. Jones (48) revisó 18 casos con fracturas diafisarias abiertas
e l a u to r
de tipo III del antebrazo tratadas mediante el seguimiento de un
La fijación interna primaria con placas tal y como ha sido descri­ protocolo que consistía en un desbridamiento inicial extenso,
ta más arriba se utiliza en la mayor parte de las fracturas diafisa- reducción inmediata abierta mediante la aplicación de una placa
rias del radio y cubito, excepto en pacientes cjue presentan una de fijación de compresión dinámica y reparación vascular cuando
pérdida abundante de tejido blando (Fig. 21-27). F.n la mayoría fue necesario. Aunque se requirieron procedimientos quirúrgicos
de los casos, cuando la herida traumática es relativamente pe­ para tejidos blandos posteriormente para muchos de los pacientes,
queña y no muy contaminada, se irrigará y dejará abierta. La se obtuvieron resultados buenos o excelentes en 12 de ellos
herida quirúrgica se cerrará de forma primaria. Si se ha diagnosti­ (67%). Seligson y cois. (86) descubrieron que la cobertura prima­
cado un síndrome compartimental, o si la herida quirúrgica no ria de los defectos del tejido blando tenía un porcentaje de infec­
puede cerrarse sin tensión, se acercarán porciones de la herida ción del 66% y recomendaron el recubrimiento temporal de la
tanto proximales como distales para cubrir las partes expuestas herida con antibióticos mediante una técnica de rosario de bolas
sensibles (vasos, nervios y tendones), especialmente cuando no hasta el cierre de la herida en un medio estéril y viable.
están cubiertas por paratendón. F,1 resto de la herida se dejará Si se desarrolla una infección, será necesaria la escisión de los
abierta y se cubrirá con una gasa empapada en crema antibiótica. tejidos óseos y blandos no viables y el empleo de múltiples cam­
La herida se cerrará por segunda intención mediante injertos de bios de vendajes o de un sistema de irrigación-succión.
piel total entre 3 y 5 días antes de la cirugía primaria. Se utilizará Personalmente prefiero la primera técnica. Generalmente, se
la fijación externa cuando exista una abundante pérdida ósea o puede preservar una función suficiente como para hacer que

Figura 21-27. A: Radiografías preoperatorias en un paciente de 32 años con fractura abierta tip o lll-A
de radio y cúbito secundarias a herida de bala de alta velocidad. B: Radiografías postoperatorias m os­
trando fija ción prim aria mediante placa de com presión dinám ica de 3,5 mm y 10 agujeros en radio y
cúbito. Esta fijación fue reforzada mediante el em pleo de injerto óseo de cresta ilíaca en el m om ento
del cierre por prim era intención, 3 dias tras la lesión. C: radiografías que m uestran consolidación a los
33 meses. Se obtuvo una am plitud de m ovim ientos norm al. (Extraído de Chapman MW, G ordon EJ,
Zissim os AG. Fijación mediante placa de com presión de fracturas agudas diafisarias del radio y cúbi­
to. J Bone J o in t Surg 1989; 71 A:159-169.)
Capítulo 21: Fracturas diafisarias del radio y del cubito 893

todos estos procedimientos valgan la pena, aunque el resultado


final está generalmente lejos de lo normal. Raramente las infec­
ciones, la fibrosis de los tejidos blandos o la pérdida de función
neurovascular son indicaciones de amputación. El tratamiento de
las infecciones se revisará más adelante (véase Complicaciones).

Tratamiento postoperatorio de la fractura

Las heridas traumáticas no se cerrarán por primera intención sino


que se dejarán abiertas durante 5-10 días y entonces se cubrirán
con injertos de piel total. Si la herida abierta es pequeña y pre­
senta una inflamación mínima, no se precisará injerto de piel. Las
incisiones quirúrgicas se cerrarán de forma primaria. Se adminis­
trarán antibióticos durante dos días tras la cirugía si no existe evi­
dencia de infección. Empíricamente, prefiero la medicación oral
con cefalosporina durante otros 5-7 días, especialmente si se han
tenido que utilizar injertos de piel total.

FRACTURA ÚNICA DEL RADIO Figura 21-28. Radiografías an teroposterior y lateral preoperato­
rias en un joven de 25 años de edad con fractura cerrada de
Hughston (44) ha publicado una excelente descripción de las frac­ Galeazzi. (Extraído de Chapman MW, G ordon EJ, Zlsslm os AG.
turas distales de la diáfisis radial asociadas a luxación de la articu­ Fijación mediante placa de com presión de fracturas agudas dlafl-
sarlas del radio y cúbito. J Bone J o in t Surg 1989; 71A: 159-169.)
lación radiocubital distal. Para ello recogió 41 casos e informó de
un número muy importante de malos resultados, aunque sus cri­
terios para obtener resultados satisfactorios eran muy estrictos.
Éstos incluían consolidación con alineamiento perfecto, sin pérdi­ mente poco desplazadas, la única deformidad puede ser la infla­
da de la longitud, sin subluxación de la articulación radiocubital mación y el dolor en las cercanías de la fractura. Si el desplaza­
distal, y pronación y supinación completas. De las 38 fracturas miento es mayor, se producirá acortamiento del radio y angula­
tratadas ¡nicialmente mediante reducción cerrada e inmoviliza­ ción posterolateral. Será evidente la presencia de subluxación o
ción, Hughston informó de unos resultados insatisfactorios en 35 luxación en la articulación radiocubital distal con prominencia de
de ellos (92%). Solo tres pacientes presentaron resultados buenos. la cabeza del cúbito y dolor sobre la articulación (107).
Tal y como el propio Hughston apuntó, existen cuatro facto­ Raramente, una luxación de la cabeza del radio, puede aparecer en
res mayores que pueden incidir en la pérdida de la reducción: asociación con una fractura diafisaria del radio. La mayoría de
éstas son fracturas cerradas. En fracturas abiertas, la herida es
1. La gravedad actuando a través del peso de la mano, incluso en generalmente pequeña y de tipo punzante desde dentro, donde el
un yeso, tiende a causar subluxación de la articulación radio- extremo distal del fragmento proximal protruye a través de la piel.
cubital distal y angulación dorsal del radio fracturado. Es raro que se produzcan lesiones nerviosas o vasculares asociadas.
2. La inserción del pronador cuadrado en la superficie palmar del La fractura en la consolidación de los tercios medios y distales del
fragmento distal hace que éste rote hacia el cúbito y lo empu­ radio presenta generalmente una configuración transversa u obli­
je hacia una posición proximal y plantar. cua. La mayoría no presentan conminución significativa. Si la
3. El braquiorradial tiende a utilizar la articulación distal radio- fractura radial está muy desplazada, la articulación radiocubital
cubital como un eje en el que rota el fragmento distal del radio distal estará luxada o subluxada (Fig. 21-28). En la proyección
y al mismo tiempo causa acortamiento. anteroposterior, el radio aparece relativamente acortado, con un
4. Los abductores y extensores del dedo pulgar causan acorta­ aumento en el espacio entre el radio distal y el cúbito en el punto
miento y relajación de los ligamentos radiales colaterales de de su articulación. En la proyección lateral, el radio fracturado
forma que no se puede mantener en tensión el puente de teji­ está generalmente angulado dorsalmente y la cabeza del cúbito
do blando, a pesar de que la muñeca esté posicionada en des­ protruye dorsalmente. La lesión en la articulación radiocubital
viación cubital. puede ser puramente ligamentaria, o los ligamentos pueden per­
manecer intactos y la estiloides cubital puede estar avulsionada.
D ia g n ó s tic o
Clasificación
Las dos causas más importantes de fracturas de Galeazzi son los
golpes directos en la cara dorsolateral de la muñeca y las caídas. Las fracturas que sólo afectan a la diáfisis del radio pueden divi­
La causa más probable en cuanto al mecanismo de la lesión de esta dirse en dos grupos: (a) fracturas en los dos tercios proximales del
fractura es una caída sobre la mano en extensión en combinación hueso no asociadas a lesión de la articulación radiocubital distal,
con una marcada pronación del antebrazo. Según Galeazzi (111), y (b) aquellas que se producen en la unión de los tercios medio y
esta lesión es aproximadamente tres veces más frecuente que la distales y que están, en mayor o menor grado, asociadas a lesiones
fractura de Monteggia. de la articulación radiocubital. Las fracturas de los dos tercios
Los signos y síntomas varían con la severidad de la lesión y el superiores de la diáfisis radial no son frecuentes en adultos. La
grado de desplazamiento. En fracturas no desplazadas o relativa- diáfisis radial en los dos tercios proximales está relativamente bien
894 Sección II: Extremidad superior

acolchada por los propios músculos del antebrazo. La mayoría de


las lesiones suficientemente severas como para producir la fractu­
ra del radio a este nivel también fracturarán el cubito. De igual
manera, la posición anatómica del radio en la mayoría de las posi­
ciones funcionales que este hueso adopta hace que tenga menos
probabilidades de recibir un impacto directo que el cubito.
La fractura aislada del radio en la unión de los tercios medio y
distal tiene varios epónimos. Galeazzi (111) describió la fractura
en 1934 y llamó la atención a la asociación con la luxación o
subluxación de la articulación radiocubital distal. Apuntó que la
subluxación de esta articulación puede estar presente desde el
principio o puede producirse gradualmente durante el tratamien­
to. Galeazzi propuso el tratamiento de la fractura mediante una
fuerte tracción a través del pulgar. Se dice que Gampbell llamó a
esta lesión «la fractura de la necesidad», queriendo decir que la
reducción abierta y la fijación interna era necesaria si se deseaba
obtener un buen resultado.

Patrones de fractura infrecuentes


Las raras fracturas que afectan a la diáfisis radial y que se produ­
cen en los dos tercios proximales deberían inmovilizarse en yesos
de brazo largo con el antebrazo en supinación ligera o completa,
dependiendo de si la fractura está localizada por encima o por
Figura 21-29. Dibujo que muestra el abordaje quirú rg ico del
debajo de la inserción del músculo pronador redonda. Las razones
aspecto volar del radio distal m ediante la aplicación de una placa
para colocar el antebrazo en supinación se explican anteriormen­ de com presión dinám ica y contacto lim itado.
te en el Capítulo que trata de fracturas abiertas del radio y cúbi-
to. Las fracturas que en principio no son desplazadas pueden
también desplazarse, por lo que deberán realizarse controles
radiológicos a intervalos semanales durante el primer mes. La
inmovilización mediante yeso se deberá mantener hasta la conso­ de este músculo del radio y se moverá hacia la cara cubital. La
lidación de la fractura. superficie palmar del fragmento proximal quedará expuesta sufi­
Las fracturas desplazadas del quinto próxima! del radio son cientemente como para permitir la colocación de la placa (Fig.
probablemente tratadas mejor mediante reducción abierta y fija­ 21-29).
ción interna. La fijación interna con placa es un auténtico reto, En la parte proximal del antebrazo, la incisión se extenderá
debido al tamaño pequeño del fragmento proximal. Es general­ proximalmente hacia el codo para visualizar de forma adecuada
mente posible colocar 2 ó 3 tornillos en el fragmento proximal, las estructuras neurovasculares. Se identificarán y dividirán los
aunque es menos que el número ideal. vasos recurrentes radiales . El nervio radial y sus ramas superficia­
He visto varias fracturas radiales en pacientes que habían sido les y profundas (interóseo posterior) deberán también identificar­
sometidos con anterioridad a artrodesis con fijación mediante se y protegerse. El supinador deberá orientarse desde su cara cubi­
placa. Estas fracturas que se localizan por lo general en la unión tal para reducir el riesgo de lesión al nervio interóseo posterior
de la placa con el radio, tienden a producirse en asociación con un (104). Si el ligamento anular tiene que dividirse para poder ser
traumatismo severo y están desplazadas. He tratado este tipo de expuesto, deberá repararse antes del cierre de la herida. El cuida­
fracturas mediante la retirada de la placa (asumiendo que la do posquirúrgico será el mismo que el de todas las fracturas de
muñeca estuviera consolidada) y la aplicación de una nueva placa ambos huesos del antebrazo tratadas mediante reducción abierta
para reducir e inmovilizar la fractura. Se han dado casos de frac­ y fijación interna.
turas radiales en relación a los puntos de extracción de tejido óseo
de los donantes (121).
B io m e c á n ic a
La mayoría de las fracturas distales del radio, a menos que no
A n a to m ía q u ir ú r g ic a a p lic a d a
estén desplazadas, presentan patología articular radiocubital distal
Es de elección el abordaje anterior de Henry (22, 39). Mediante asociada o lesión en la membrana interósea. Moore y cois. (117)
el uso de una camilla con tablilla adosada para la extremidad y reprodujeron fracturas de Galeazzi en cadáveres. Encontraron
control por torniquete, se realiza una incisión longitudinal de que se producía un acortamiento del radio de hasta 5 mm tras
12,5 ó 15 cm centrada sobre la fractura en el plano situado entre sólo la osteotomía. No se produjo un acortamiento superior a los
el flexor radial del carpo y los músculos braquiorradiales. Se iden­ 10 mm a menos que los ligamentos interóseos y el fibrocartílago
tificará la arteria radial y sus ramas principales y se retraerán hacia triangular se hubieran seccionado. Ellos creyeron que las fracturas
la cara cubital. El braquíorradial y el nervio radial superficial se aisladas del tercio distal del radio que eran consecuencia de una
retraerán radialmente. El resto de las estructuras se retraerán cubi­ sobrecarga axial presentaban una alta probabilidad de asociarse a
talmente. La fractura está casi siempre localizada justo por encima patología radiocubital distal y lesión de la membrana interósea.
del borde proximal del pronador cuadrado. La separa la inserción Sarmiento recomienda el tratamiento de este tipo de fracturas
Capítulo 21: Fracturas diafisarías de! radio y del cubito 895

mediante reducción abierta y fijación interna. Por otro lado, era forma de abordar este complejo componente de la lesión se des­
de la opinión de que una fractura similar del tercio distal del radio cribe a continuación.
que resulte de un impacto directo perpendicular al hueso capaz de
desplazar al fragmento radial hacia el cubito, no tiene por qué aso­
M é to d o d e t r a t a m ie n t o p r e f e r id o p o r e l a u to r
ciarse a patología de la articulación radiocubital distal o lesión de
la membrana interósea. Sarmiento creía que si esta última fractu­ Prefiero tratar las fracturas de la unión de los tercios medio y dis­
ra era transversa y estuviera bien reducida, pudiera no requerir tales del radio mediante fijación con placas de compresión, y los
fijación interna, estando entonces indicada la aplicación del méto­ pacientes a los que he tratado, como regla general, han presenta­
do de ortesis funcional. do resultados excelentes con este método. Los detalles de la técni­
ca han sido pormenorizados en otros lugares (63, 120), aunque
algunos puntos referentes a su utilización en el tratamiento de este
O p c io n e s d e t r a t a m ie n t o
particular tipo de fracturas deben destacarse.
De la anterior discusión introductoria, debería ser evidente que
los resultados del tratamiento cerrado son escasos. Las fuerzas Reducción de la fractura
deformantes son tan poderosas que incluso si la fractura no es des­
plazada inicialmente o si se obtiene una buena posición median­ Mediante el uso de unas pinzas de reducción radial se consigue la
te la reducción cerrada, lo general es que se desplace dentro del reducción de la fractura de forma anatómica. Generalmente, hay
armazón de yeso inmovilizante. Para obtener una pronación y muy poca o ninguna conminución, pero si ésta existe, el trauma­
supinación funcionales y evitar desajustes y cambios artríticos en tólogo deberá intentar colocar todos los fragmentos de forma ana­
la articulación radiocubital distal, la fractura deberá quedar unida tómica en su sitio. Los fragmentos en mariposa deberán fijarse a
en posición anatómica. Por estas razones, la reducción abierta y la los fragmentos más grandes mediante tornillos de compresión
fijación interna es casi siempre el método de tratamiento de elec­ ¡nterfragmentarios. Se elegirá una placa de longitud adecuada,
ción . dependiendo de la oblicuidad de la fractura y el grado de conmi­
El enclavamiento intramedular no proporciona una fijación nución. Idealmente, deberían existir cuatro agujeros en una placa
satisfactoria de este tipo de fracturas. El canal medular al nivel de de compresión dinámica para fragmentos pequeños y contacto
la fractura es grande y continúa agrandándose distalmcnte. El limitado a ambos lados de la fractura. Sin embargo esto no siem­
clavo no puede prevenir el desplazamiento medial del fragmento pre es posible en fracturas distales y en fracturas conminutas que
distal ni el acortamiento del radio. De igual manera, el canal se extienden distalmentc. La reducción sólo debería intentarse
medular del fragmento disral es demasiado grande para que el cuando los fragmentos conminutados han sido unidos a los frag­
clavo sea capaz de controlar la rotación. La fijación mediante mentos fracturados de mayor tamaño, cuando el taladro y los tor­
placa-tornillo es, con diferencia, el mejor método, pero para que nillos están dispuestos, y cuando se ha seleccionado la placa apro­
dé buenos resultados, la placa debe ser lo suficientemente larga y piada.
los tornillos deberán proporcionar un buen ajuste tanto en los
fragmentos distales como los proximales.
Aplicación de la placa
La corteza volar del radio es plana y proporciona una buena
P r o c e d im ie n to s q u ir ú r g ic o s
superficie para la placa. En fracturas transversas puras es adecua­
En 1975, Mikic (114) dio a conocer una serie de 125 pacientes da una placa de 6 agujeros de 3,5 mm, aunque es preferible una
con fractura-luxación del antebrazo de tipo Galeazzi. Muchos de de ocho agujeros, especialmente si existe conminución u oblicui­
estos pacientes, a los que sólo el radio fue fijado internamente, dad. La placa se centrará de forma correcta de forma que al menos
mostraron unos resultados no satisfactorios debido a la incapaci­ tres tornillos de 3,5 mm puedan colocarse al menos a 1 cm de la
dad de mantener la reducción de la articulación radiocubital dis­ fractura, incluso si ello implica tener que dejar vacío uno de los
tal. Por esta razón fue partidario de unir el cúbito al radio agujeros de la placa. La placa se pinza a los fragmentos proxima­
mediante una o dos agujas de Kirschner aplicadas percutánea- les y distales mediante dos fórceps óseos o pinzas radiales. Una
mente. Las agujas de Kirschner fueron retiradas al cabo de unas tercera pinza se colocará en ángulos rectos a las dos primeras y se
semanas. Liang y colaboradores (113) también apoyaron este asegurará para prevenir la angulación y el acortamiento cuando se
tipo de fijación temporal mediante agujas de Kirschner percutá- aplique la compresión. Si la fractura es oblicua, podrá aplicarse
neas transradiocubitales durante 4 semanas. Sin embargo. Mikic compresión mediante un tornillo de compresión interfragmenta­
prefirió las agujas de Rush como su método predilecto para el rio (Fig. 21-30). Los tornillos se colocarán primero en el frag­
tratamiento de las fracturas del radio, que como ha sido previa­ mento distal. Los tornillos esponjosos de gran enroscado se
mente justificado, es ineficaz porque no controla la rotación y emplearán si los tornillos corticales estándar no proporcionan una
permite el acortamiento del radio. Por tanto, resulta casi inevita­ sujeción suficiente, especialmente en el fragmento distal. Puede
ble que la articulación radiocubital distal vuelva a luxarse con ser necesario contornear la placa distalmcnte para poder acomo­
este tipo de fijación. dar la concavidad del radio distal. Un contorneado inadecuado
Una vez el radio ha sido anatómicamente reducido y firme­ del radio puede dar lugar a subluxación o luxación de la articula­
mente fijado, la posición y estabilidad de la articulación radiocu­ ción radiocubital.
bital distal deberán ser críticamente valoradas. A pesar de lo Si tanto la reducción abierta como la fijación interna se reali­
mucho que se ha escrito a favor de la fijación interna del radio en zan de forma adecuada, podrá aplicarse generalmente una fuerza
las fracturas de Galeazzi, poco se ha mencionado respecto a la de compresión importante a la fractura sin provocar cambios en
valoración y tratamiento de la lesión de la articulación radiocubi­ las relaciones distales entre el radio y el cúbito. Ocasionalmente,
tal distal asociada a esta fractura (109, 112, 115, 116, 118). Mi sin embargo, la fractura puede tener tal grado de conminución u
896 Sección ü : Extremidad superior

Figura 21-31. Valoración de la estabilidad de la articulación radio-


cubital distal.

sin limitaciones específicas. Se tomarán radiografías a intervalos


regulares hasta que se dé la consolidación de la fractura. Se valo­
rará con cada nueva visita la estabilidad de la articulación radio-
cubital distal.

Articulación radiocubital distal reducible pero inestable


En esta situación es generalmente posible encontrar un punto de
rotación del antebrazo en el que la articulación radiocubital distal
sea estable. En la mayoría de los casos esta posición es la supina­
ción completa, aunque cada antebrazo deberá valorarse de forma
individual (108). Si éste es el caso, el antebrazo se entablillará en
la posición estable. El entablillado se continuará con una férula
termoplástica una vez que se hayan retirado los vendajes posqui­
rúrgicos. La férula se mantendrá durante 4 semanas tras la lesión,
permitiéndose después la movilización del antebrazo a una posi­
ción neutra, aunque se continuará con la férula durante la noche
en la posición estable durante 3 meses desde la lesión.
Figura 21-30. Radiografías anteroposterior (AP) (A) y lateral (B) de Si no se consigue una posición estable, la articulación radiocu­
una fractura de Galeazzl fijada mediante una placa de com presión bital distal se estabilizará mediante una aguja radiocubital. Esta
dinám ica de contacto lim itado de ocho agujeros. Se ha insertado
por fuera de la placa un único to rn illo de com presión interfrag­ aguja se pasará proximalmente a la articulación radiocubital y se
m entario. Se han tom ado medidas para el m antenim iento de la dejará en este lugar durante 3 semanas. Yo utilizo una aguja de 2
curvatura radial. mm alargada y doblada en su extremo de forma que puede ser
fácilmente retirada en la clínica. Alternativamente puede emplear­
se un tornillo de «diástasis», empleando una técnica de neutrali­
zación, mediante un método similar al que se utiliza en el tobillo.
oblicuidad que el radio se acorta cuando se aplica la compresión La ventaja de este tornillo es que proporciona una fijación más
y la relación anatómica distal de estos dos huesos queda alterada. estable que una aguja fina. La desventaja es su mayor dificultad a
En esta situación no podrá utilizarse la compresión, y la placa se la hora de retirarse unas semanas más tarde.
aplicará mediante una técnica de neutralización. Si el grado de
conminución es significativo (generalmente lo hay si no puede Articulación radiocubital distal no reducible
aplicarse compresión por el peligro de provocar acortamiento Se trata de un hecho poco probable. La causa más frecuente de
radial), se añadirá injerto antologo de hueso ilíaco. una fractura irreducible de la articulación radiocubital distal es, o
bien una reducción defectuosa del radio, o bien la interposición
Valoración de la reducción y estabilidad de la articulación de tejido blando dentro de la articulación. Asumiendo una reduc­
ción anatómica del radio, se precisará de una reducción abierta de
radiocubital distal (Fig. 2 l - 3 l )
la articulación radiocubital distal.
En este punto, se practicará radiografía de la zona en planos ante­ En 1997, Cetti (100) dio a conocer dos casos en los que el ten­
roposterior y lateral para tener la certeza de que la relación de la dón del extensor cubital del carpo quedó atrapado en la articula­
articulación radiocubital distal es anatómica. La estabilidad de la ar­ ción radiocubital distal, oponiéndose a la reducción. En el primer
ticulación radiocubital distal se valorará mediante la maniobra del caso, la fractura distal del radio fue fijada internamente mediante
balonamiento del cubito distal en relación al radio distal. Existen placa. Dos meses después, la fractura consolidó, pero existía una
varios escenarios en este momento del proceso, cada uno de los restricción marcada a la pronación y supinación. Un examen
cuales exige una aproximación diferente. radiológico adicional puso de manifiesto que la luxación radiocu­
bital inferior persistía o había recurrido. En una segunda opera­
Articulación radiocubital distal reducida y estable ción realizada a los 5 meses de la primera, se exploró la articula­
Ésta es la situación más frecuente. En ella la herida está cerrada y ción radiocubital distal. El tendón del extensor del carpo cubital
se aplica una férula de yeso acolchada durante 48 horas. En este se encontró pinzado entre el radio y el cubito. El tendón fue ex­
momento el antebrazo, la muñeca y la mano pueden movilizarse traído y se extirpó la cara distal del cubito con buen resultado.
Capítulo 21: Fracturas diajharias del radio y del cubito 897

En el segundo caso, se intentó una reducción cerrada con el náculo proximal a la fascia, por encima de la cara extensora del
paciente bajo anestesia general que resultó infructuosa. La cara antebrazo. La incisión transversa se realizará en el borde proximal
inferior del cubito se expuso a través de una incisión vertical dor­ de la articulación radiocubital distal, por encima del cuarto com­
sal, revelando que tal parte había protruido dorsalmente a través partimento extensor. La incisión transversa se extiende a la por­
de la cápsula de la articulación. Existía una completa separación ción supratendinosa del extensor carpiano del cubito. Esta inci­
de la apófisis estiloide cubital, el cual, junto al fibrocartílago trian­ sión se realizará longitudinalmente respecto a un punto muy cer­
gular, conservó su relación normal con el radio distal. Se encon­ cano a la extensión distal del retináculo. Es aconsejable reservar
tró atrapado el tendón del extensor del carpo cubital entre el cubi­ una pequeña porción del rctináculo distal para prevenir el arquea-
to y la cápsula. Para reducir la luxación, tuvo que realizarse una miento de los tendones extensores. El borde transversal distal se
incisión dorsal de la articulación radiocubital distal. El tendón sitúa proximalmente al borde distal del retináculo de los extenso-
pudo entonces desplazarse y la luxación reducida. res carpianos. A medida que este último se eleva, se visualiza el
tendón del extensor corto de los dedos, retrayéndolo hacia una
dirección radial.
Exposición de la articulación radiocubital distal (119)
La exposición de la articulación radiocubital distal se comple­
Se realiza una incisión separada en la zona dorsal que se iniciará 3 ta mediante una capsulotomía dorsal. Los bordes de la capsuloto-
cm distalmente a la esciloides cubital. La incisión se llevará a cabo mía dorsal son similares a los creados en el retináculo extensor. La
proximalmente a 54 grados del eje mayor del antebrazo en direc­ base de la capsulotomía dorsal se encuentra por debajo del tendón
ción radial hasta que alcance la cara dorsal del radio en la hendi­ del extensor carpiano del cúbito. Las ramas transversas de los col­
dura sigmoidea. En este punto la incisión se anguiará bruscamen­ gajos capsulares se encuentran a lo largo de la cara proximal de la
te (90 grados) hacia el cubito, y cuando llega al borde cubital del articulación radiocubital proximal y la cara dorsal del triángulo
antebrazo se anguiará de nuevo (45 grados) en dirección proxi- fibrocartilaginoso (TFC), respectivamente. La incisión vertical
mal. que se crea para obtener el colgajo capsular se sitúa en el dorso de
Los tejidos subcutáneos se separarán de forma meticulosa para la escotadura sigmoidea, dejando un pequeño manguito de la cáp­
no dañar la rama sensorial dorsal del nervio cubital. Esta rama del sula dorsal de la articulación radiocubital distal para ser reparada
nervio cubital pasa por el dorso de la mano 1 ó 2 cm distalmente al final del procedimiento.
a la estiloidcs cubital, donde se divide en múltiples ramas meno­ La forma más común de inestabilidad articular radiocubital es
res. Se deberá tener cuidado en la disección de los tejidos subcu­ la inestabilidad dorsal. Este trastorno está asociado a atenuación o
táneos para prevenir las lesiones de este nervio, que dejaría al rotura completa de las estructuras de los tejidos blandos dorsales.
paciente con un doloroso neuroma. Después de levantar los col­ La estabilización de la articulación radiocubital distal puede lle­
gajos de piel, se elevará también el tejido subcutáneo desde el reti- varse a cabo mediante reparación directa del tejido blando o
náculo de los extensores carpianos. La clave para identificar las mediante una capsulorrafía dorsal. Se inspeccionará la articula­
importantes estructuras de los tejidos blandos es el tendón del ción en cuanto a la búsqueda de objetos sueltos, condromalacia
extensor corro de los dedos (Fig. 21-32). traumática y cualquier otra condición patológica. Igualmente, el
El rctináculo del extensor supratendinoso se elevará desde el TFC deberá inspeccionarse y examinarse en busca de deficiencias.
dorso de la articulación radiocubital distal. Se elevará el retinácu- Los desgarros periféricos del TFC pueden ser reparados. Las anor­
lo mediante una incisión inicial transversa en la unión del reti- malidades intraarticulares pueden requerir desbridan)iento. La
cápsula dorsal está imbricada de un entramado discontinuo de
suturas horizontales de 3-0 de poliéster trenzado en una aguja
cónica. Generalmente es posible colocar tres o cuatro suturas y
mantener el antebrazo en supinación a final del procedimiento.
La supinación acercará las estructuras blandas dorsales y permiti­
rá que se reparen sin tensión. La pronación forzada del antebrazo
antes de la curación de los tejidos blandos puede afectar al proce­
so de reparación. Si la reparación del tejido blando es frágil, puede
pasarse una aguja radiocubital proximal a la articulación radiocu­
bital y dejarla en este lugar durante 3 semanas (véase más arriba)

Cierre
Se colocará de nuevo en posición al pronador cuadrado, pero no
sujeto de nuevo al radio. No se cerrará la fascia por las razones
expuestas anteriormente. Se cerrará el tejido subcutáneo y la piel
y se colocará una férula bien moldeada. Se realizarán radiografías
una vez el yeso está colocado en su sitio para confirmar que la arti­
culación radiocubital distal se ha reducido anatómicamente.

Figura 21-32. Dibujo que representa el abordaje quirúrgico a la


articulación radiocubital distal. Se ha preservado el retináculo de Tratamiento posquirúrgico de la fractura
los extensores carpianos. El tendón del extensor corto de los
dedos actúa com o punto de referencia de este abordaje qu irú r­ El tiempo de inmovilización tras la intervención quirúrgica
gico. dependerá de la estabilidad de la articulación radiocubital distal.
898 Sección II: Extremidad superior

Si existe inestabilidad demostrada de la articulación radiocubital FRACTURAS AISLADAS DEL CÚBITO SIN
distal tras la fijación de la fractura, la colocación de una férula en
INESTABILIDAD DE LA CABEZA RADIAL
supinación constituye la piedra angular del tratamiento postqui­
rúrgico. Si la articulación radiocubital distal es estable tras la fija­ Las fracturas aisladas de la diálisis cubital no asociadas a luxación
ción de la fractura radial, no se precisará la férula y se estimulará de la cabeza radial son lesiones frecuentes. Resultan generalmente de
la movilización precoz. La mayoría de los pacientes con inestabi­ un impacto directo al antebrazo y en general no están desplazadas
lidad de la articulación radiocubital distal presentan inestabilidad o sólo lo están mínimamente. Se ha utilizado el epónimo «fractu­
dorsal que se evidencia mediante pruebas de provocación. En el ra de la porra» para describir este tipo de fracturas ocasionadas por
quirófano se colocarán la muñeca y el antebrazo en un vendaje un impacto directo (Fig. 21-33).
acolchado con el antebrazo en supinación completa y el codo a 90
grados. Esta posición se mantendrá durante los siguientes 10 a 14
días hasta que el paciente vuelva a la consulta para la extracción C la s if ic a c ió n
de los puntos y radiografías. Tras retirársele los puntos se cons­ Aquellas fracturas de la diáfisis cubital que presentan una angula-
truirá una férula termoplástica. Esta férula sostendrá el codo a 90 ción superior a 10 grados en cualquier lugar o que están desplaza­
grados y el antebrazo en supinación completa. La posición del das en más del 50% del diámetro de la diáfisis fueron clasificadas
antebrazo se mantendrá mediante la colocación de cintas de vel­ como fracturas desplazadas por Dymond (125). Estas fracturas
ero. El antebrazo se mantendrá en supinación completa durante 4 desplazadas son más impredecibles que las no desplazadas y debe­
semanas. Durante este tiempo la férula puede retirarse para el rían abordarse con más cuidado por las siguientes razones:
baño.
Después de 4 semanas se retirará la férula durante períodos 1. Las fracturas desplazadas del cubito pueden estar asociadas a
cortos de tiempo. Se mantendrá la férula durante la noche y el inestabilidad de la cabeza radial.
paciente deberá llevarla cuando esté fuera de casa. A las cuatro 2. Las fracturas desplazadas de la diáfisis cubital son propensas a
semanas se iniciará un programa de rotación activa del antebrazo. la angulación, probablemente debido a la pérdida de estabili­
A las 6 semanas de la cirugía se iniciará un programa activo de dad que implica el soporte de la membrana interósea.
movilización asistida. Se mantendrá la férula por las noches 3. Las fracturas diafisarias del cubito distal pueden acortarse y
durante 3 meses. El objetivo del programa de rehabilitación es el producir síntomas en la articulación radiocubital distal.
restablecimiento progresivo de la amplitud de la rotación del
antebrazo mientras se mantiene la reducción de la articulación Patrones infrecuentes de fracturas
radiocubital distal. Mientras el paciente está siguiendo este pro­
grama con la férula en posición, se estimulará el movimiento acti­ Las fracturas cubitales que se producen adyacentes al vástago del
vo de los dedos y el pulgar. Se evitarán los ejercicios contra resis­ componente cubital de una artroplastia total de codo o de una
tencia hasta que se alcance una amplitud de movimientos activos placa aplicada con anterioridad para producir la artrodcsis del
casi normal. F.1 programa de rehabilitación se interrumpirá cuan­
do el paciente alcance una meseta.
Debido a la que placa está bien cubierta con tejido blando,
raramente es necesario retirarla, excepto en atletas jóvenes. Si se
retira, deberán seguirse las precauciones necesarias para evitar la
refractura (véase más adelante).

Resultados

Algunos estudios iniciales pusieron énfasis en los escasos resulta­


dos obtenidos en cuanto a la recuperación de la función tras frac­
turas de Galeazzi (44). Sin embargo, estos estudios se llevaron a
cabo antes de que la fijación rígida mediante placas de compre­
sión estuviera disponible. Los tratamientos cerrados dan lugar a
resultados no satisfactorios, igual que los que se obtienen
mediante una fijación interna inadecuada. La reducción tanto de
la fractura radial como de la radiocubital distal deben ser anató­
micas y estables. Desde la llegada de la fijación con placas de
compresión para este tipo de fractura, los resultados han mejora­
do. Strehle y Gerber (120) informaron de los resultados de 19
fracturas-luxaciones de Galeazzi tratadas mediante reducción
abierta y fijación interna. La función de la articulación radiocu­
bital distal se recuperó mediante esta técnica de reducción abier­
ta y fijación interna del radio y reducción anatómica indirecta
seguida de tratamiento funciona! de la articulación radiocubital Figura 21-33. A: Fractura m ínim am ente desplazada de la diáfisis
en 16 casos. Los pacientes con reducción anatómica presentaron cubital en un paciente de 26 años de edad. B: Esta fractura, deno­
m inada «fractura de la porra» fue tratada mediante un armazón de
mínimas secuelas en comparación con los pacientes con una yeso de brazo largo seguido de ortesls funcional, que consolidó
reducción inadecuada. sólidam ente a las 8 semanas.
Capitulo 21: Fracturas diafisarias de! radio y del cubito 899

codo, son tratadas de una forma más eficaz mediante fijación con superficie ipsilateral del cubito. Prefiero tratar todas las fracturas
placa. Si tales fracturas no están desplazadas, puede resultar apro­ abiertas desplazadas del cubito mediante fijación primaria con
piado intentar la inmovilización mediante yeso, aunque en mi placa seguida de irrigación y desbridamiento de la herida.
experiencia las fracturas están generalmente desplazadas y uno
debe considerar la importancia del mantenimiento de la función
Resultados
de la extremidad como un todo. Generalmente está indicada la
cirugía. Pueden producirse fracturas por sobrecarga en atletas en La eficacia del tratamiento «informal» en fracturas aisladas de la
ausencia de un traumatismo agudo debido a microtraumatismos diáfisis cubital ha sido evaluada por Pollock y cois. (135) y por
de repetición. He observado que estas fracturas se producen en la Hoffer y Schobert (128). Pollock trató a dos grupos comparables
unión de los tercios medio y distal de la diáfisis cubital. de pacientes con fracturas aisladas de cubito. Un grupo fue trata­
do mediante un yeso de brazo largo y el otro bien con una férula
de brazo corta o sin inmovilización. No se informó de ningún
M éto d o d e t r a t a m ie n t o p r e f e r id o
caso de seudoartrosis en ninguno de los grupos, y el tiempo medio
p o r e l a u to r
de consolidación fue de 6,7 semanas. Hoffer y Schobert se dieron
fin fracturas no desplazadas de la diáfisis cubital, siguiendo la cla­ cuenta de tres fallos utilizando el tratamiento «informal» de las
sificación de Dymond (125), ha sido mi práctica habitual tratar la fracturas de diáfisis cubital, por lo que recomendaron inmoviliza­
lesión inicial mediante una férula de yeso durante 7 a 10 días o ción con yeso o una ortesis funcional tal y como fue descrita por
hasta la desaparición del dolor y la inflamación. Una vez la infla­ Sarmiento y cois. (78).
mación se ha resuelto, se colocará al paciente una ortesis funcio­ Se han dado a conocer un número de series en las que fracturas
nal hasta la curación clínica de la fractura, generalmente a las 4-6 no desplazadas o mínimamente desplazadas del cúbito han sido
semanas (Fig. 21-34). Es necesario un seguimiento radiográfico tratadas inicialmente mediante inmovilización con yeso seguida de
de cerca durante las 3 primeras semanas para detectar cualquier ortesis funcional. Sarmiento y asociados (139) informaron de 444
desplazamiento que pueda alterar el plan de tratamiento. casos de fracturas aisladas de cúbito mínimamente desplazadas tra­
La técnica para la fabricación de la ortesis funcional se esquema­ tadas mediante una ortesis funcional prefabricada aplicada duran­
tiza en la Tabla 21-7. En fracturas aisladas diafisarias con un des­ te la primera semana tras la lesión. La frecuencia de consolidación
plazamiento superior al 50% del diámetro (no asociado a luxación fue del 99% y se obtuvieron resultados buenos o excelentes en el
de la cabeza radial), prefiero realizar una reducción abierta y fijación 96% de los pacientes. Las ortesis prefabricadas no son necesarias y
interna con una placa de compresión dinámica de contacto limita­ el tratamiento puede llevarse a cabo mediante ortesis rermoplásti-
do de 3,5 mm. Se intentará mantener la fijación como mínimo en cas. Las ortesis funcionales permiten una buena movilidad del
ocho puntos de la cortical a ambos lados del lugar de la fractura. codo y la muñeca. El antebrazo se protegerá durante un mínimo
En las fracturas segmentarias se empleará una placa única larga de 8 semanas o hasta que desaparezca el dolor en el lugar de la frac­
o dos de compresión dinámica superpuestas de 3,5 mm en la tura y se demuestre la presencia de callo en la radiografía.
900 Sección //: Extremidad superior

FÉRULAS/ORTESIS ENFRACTURAS FRACTURAS DE LA DIÁFISIS CUBITAL CON


Tabla 21-7. INESTABILIDAD DE LA CABEZA RADIAL
CUBITALES
Los ortopedas experimentados pueden fabricar ortesis/férulas Las fracturas cubitales asociadas a luxación de la cabeza radial son
para fracturas con materiales termoplásticos para el trata­ lesiones raras que representan menos del 5% de todas las fractu­
miento de fracturas cubitales leves no desplazadas, así como
para la consolidación de fracturas de radio y cúbito.
ras del antebrazo (136). En 1814, Monteggia describió esta lesión
como una fractura del tercio proximal del cúbito y una luxación
Ventajas
Las ortesis termoplásticas permiten un buen contorneado y
anterior concomitante de la epífisis del radio (122, 132). En
encaje de la férula para el mantenimiento de la reducción 1967, Brado (122) sugirió el término «lesión de Monteggia», al
de la fractura y la limitación de la rotación del antebrazo. darse cuenta de que la descripción original de Monteggia se refe­
Son ligeras y pueden retirarse fácilmente para el cuidado ría a una fractura situada entre el tercio proximal del cúbito y la
de la piel. La ortesis/férula termoplástica presenta también base del olécranon asociada a luxación anterior de la cabeza radial.
la ventaja de ajustarse mejor que el yeso o los armazones La mayoría de las series más extensas de fracturas de
de fibra óptica, por lo que puede tener una mejor relación
Monteggia han incluido tanto a adultos como a niños, haciendo
coste/beneficio para el paciente.
difícil la valoración de la incidencia relativa de cada tipo de frac­
Consideraciones especiales
1. Identificar el lugar de la fractura. Si se sitúa en el tercio
turas en adultos respecto a las series previamente publicadas en
proximal del cúbito, la ortesis deberá ajustarse a los cón­ la bibliografía. Speed y Boyd (140) informaron en 1940 de que
dilos humerales, dejando la articulación del codo tan la luxación anterior de la cabeza del radio era la forma más
libre como sea posible. Puede ser necesario sacrificar la común, aunque este estudio incluyó tanto lesiones pediátricas
amplitud final de los movimientos del codo para obtener como en el adulto. Júpiter y cois. (130) han remarcado que la
un soporte adecuado a la fractura. Si la fractura se sitúa lesión posterior es más frecuente de lo que se pensó en un prin­
en el tercio distal del cúbito, puede ser necesario mol­
cipio, y puede presentar problemas en cuanto al tratamiento si
dear el plástico tan bien como sea posible sobre las esti-
loides radial y cubital. los mecanismos de la lesión y complicaciones posteriores del tra­
2. Realizar radiografías con la férula colocada. Éstas son tamiento no se son contemplados apropiadamente.
importantes para asegurar una reducción satisfactoria.
Problemas potenciales
1. La presencia de edema severo u obesidad puede com­
Diagnóstico
prometer un ajuste bien contorneado. También el edema Signos y síntomas
puede desarrollarse distalmente a la ortesis, requirién-
dose medidas para el control del mismo. Los signos de la lesión de Monteggia son inflamación alrededor
2. Pinzamiento de la piel por la ortesis. Un protector de gasa del codo, deformidad, crepitación, y dolor en la movilización del
por debajo de la ortesis puede prevenir o minimizar este lugar de la fractura. A menudo puede palparse la cabeza radial
problema.
luxada. Es muy importante un cuidadoso examen neurológico
Fabricación debido a que las lesiones nerviosas, especialmente del nervio
La férula consta de componentes pensados para el radio y el
cúbito. Puede fabricarse mediante una variedad de mate­
radial, no están infrecuentemente asociadas a las fracturas de
riales termoplásticos. La parte correspondiente al canal Monteggia. Boyd y Boals (123) dieron a conocer lesiones agudas
cubital es medida, cortada del plástico y moldeada para del nervio radial o su rama terminal, el nervio interóseo posterior.
contornear correctamente la cara cubital del antebrazo La mayoría de las lesiones nerviosas se han asociado a lesiones de
desde la parte proximal a la estiloides cubital hasta el vér­ Brado tipo II o III. También se han publicado lesiones del nervio
tice del olécranon. El canal cubital deberá cubrir aproxi­ interóseo anterior y del cubital, pero son mucho menos frecuen­
madamente tres cuartos de la circunferencia del antebra­
zo (véase Fig. 21-47A).
tes que las que afectan al nervio radial (129).
La parte correspondiente al canal radial es medida, cortada La apariencia clínica del paciente y su examen clínico deberían
del plástico y moldeada sobre el canal cubital de forma que aportar las claves para el diagnóstico. Es importante, en toda
quede superpuesta aproximadamente 1,8 cm (véase Fig. lesión del antebrazo, examinar las articulaciones por encima y por
21-47B). Se aplicará un tubigrip sobre la parte cubital del debajo de la fractura. Cualquier punto doloroso, ya sea en la
canal antes de la aplicación y moldeado de la parte radial muñeca o el codo, debería hacer sospechar de la presencia de
del canal para prevenir de esta manera la unión entre
lesiones articulares asociadas.
ambos.
Se aplicará tela de muselina en los lados de la férula. Los dos
componentes se mantienen unidos mediante cintas o ban­ Imagen
das circulares, que pueden ser remachadas a los bordes
del canal radial. Estas bandas permiten al paciente ajus­ En cualquier lesión que afecte a la extremidad superior asociada a
tar la compresión de la férula para acomodar los cambios fractura desplazada del cúbito, debería realizarse una radiografía
relativos al edema y proporcionar una firme, aunque no res­ anteroposterior y lateral verdadera del codo. Una proyección late­
trictiva, compresión del antebrazo y el lugar de la fractura. ral verdadera del codo sólo podrá obtenerse si el húmero y el ante­
brazo pueden colocarse aplanados sobre el portaplacas. Con
ambos huesos tocando el portaplacas y con una angulación cerca­
Zych y cois. (143) apuntaron que estas fracturas tratadas na a los 90 grados de flexión, podrá obtenerse una proyección
mediante el método de Sarmiento deberían limitarse a fracturas lateral verdadera sin necesidad de que el antebrazo esté en prona­
anguladas en más de 10 grados. El paciente deberá mostrarse ción, supinación o posición neutral. Para asegurar un correcto ali­
colaborador y ante cualquier fractura con déficit vascular o neu- neamiento de la articulación humerorradial, una línea trazada a lo
rológico debería considerarse la reducción abierta. largo de la diáfisis radial y a través de la cabeza del radio debería
Capítulo 21: Fracturas diafisarias del radio y del cubito 901

C, D

Figura 21-35. Clasificación de Bado de las fracturas de M onteggia. A: Tipo I: Luxación anterior de la cabeza radial aso­
ciada a fractura de la diáfisis cubital con angulación anterior. B: Tipo II: Luxación posterior de la cabeza radial con
fractura cubital angulada posteriorm ente. C: Tipo III: Luxación lateral o anterolateral de la cabeza radial con fractura
de la m etáfisis cubital. D: Tipo IV: Luxación anterior de la cabeza radial con fractura de radio y cúbito. (Extraído de
Brado JL. La lesión de M onteggia. Clin O rthop 1967; 50: 70-86.)

pasar por la mitad del cóndilo humeral sea cual fuere la posición Patrones inusuales de fracturas
del antebrazo. El diagnóstico a tiempo de una lesión de
Monteggia dependerá de la experiencia y del grado de sospecha En las series de Bado, las más comunes son las de tipo 1, seguidas
del médico, así como en la insistencia de una proyección radioló­ por las de tipos III y II, siendo las de tipo IV las menos frecuen­
gica adecuada del codo. tes. En las series de Ring y cois. (138), había 7 lesiones de tipo I,
38 de tipo II, 1 de tipo III y 2 de tipo IV. Ring y cois. (137) des­
cribieron 17 pacientes con fractura-luxación transolecraniana
C la s if ic a c ió n anterior del codo. Tales lesiones deberían considerarse una varian­
te de la fractura-luxación de Monteggia y demostrar la misma aso­
Bado describió cuatro variaciones diferentes de las lesiones de ciación entre el desplazamiento del cúbito y la inestabilidad de la
Monteggia (Fig. 21.35): cabeza del radio. Ring trató a sus pacientes mediante fijación con
placa, observando que una restitución estable del contorno y
Tipo I: Fractura de la diáfisis del cúbito a cualquier nivel con dimensiones de la escotadura troclear condujo a un buen resulta­
angulación anterior en el lugar de la fractura y asociada a luxación do en la mayoría de los casos.
anterior de la cabeza radial.
Tipo II: Fractura de la diáfisis del cúbito con angulación pos­
terior en el lugar de la fractura y luxación posterolateral de la
cabeza radial. C ir u g ía / A n a to m ía a p lic a d a
Tipo III: Fractura de la metáfisis del cúbito con luxación late­ Tras la reducción de la cabeza radial, el antebrazo se cubrirá con
ral o anterolateral de la cabeza del radio. un rollo de tallas. I-a incisión de la piel se realiza como muestra la
Tipo IV: Fractura del tercio proximal del radio y cúbito al Fig. 21-36 y se abordará directamente el cúbito. Se expondrá el
mismo nivel con luxación anterior de la cabeza del radio. lugar de la fractura mediante disección subperióstica alrededor de
las líneas de fractura de forma que los fragmentos más importan­
Bado (122) amplió por tanto la descripción original de Mon­
tes puedan ser utilizados en la reducción del cúbito hasta alcanzar
teggia para incluir cualquier fractura cubital asociada a luxación
su longitud apropiada. Deberá tenerse cuidado en evitar cualquier
de la cabeza del radio. Júpiter y cois. (130) encontraron cuatro
daño al nervio cubital.
subgrupos diferentes de la lesión posterior de Monteggia, basán­ Tan sólo el área donde va a ser colocada la placa deberá ser des­
dose en la localización de la fractura cubital: pojada del periostio para asegurar un buen aporte sanguíneo a la
Tipo IIA: La fractura cubital afecta al olécranon distal y a la diálisis cubital. Nosotros preferimos colocar la placa por debajo
apófisis coronoides. de la musculatura extensora o flexora para así reducir la probabi­
Tipo IIB: I,a fractura cubital se encuentra en la unión de la lidad en el período posquirúrgico de irritación de los tejidos blan­
metáfisis con la diáfisis, distalmente a la apófisis coronoides. dos que se situarían por encima de la misma. En el antebrazo pro­
Tipo IIC: La fractura cubital es diafisaria. ximal, es preferible la colocación de la placa en la cara extensora
Tipo IID: La fractura cubital se extiende a lo largo del tercio del antebrazo por dos motivos:
proximal hasta la mitad del cúbito.
1. En las fracturas proximales, la movilización del nervio cubital
Según Júpiter y cois. (130), estos subgrupos de las lesiones de se evita cuando la placa se sitúa en la superficie extensora.
Bado tipo II con una superficie anterior del cúbito conminuta 2. Si la cabeza radial requiere ser expuesta, será más fácil conti­
constituyen lesiones inestables. Es necesaria una reconstrucción nuar la incisión a lo largo de la superficie extensora, proximal-
estable y fijación del cúbito para prevenir una subsecuente angu­ mente sobre la articulación del codo y exponer la cabeza radial
lación en el lugar de la fractura. mediante el replegamiento del supinador (Fig. 21-36).
Sección II: Extremidad superior

Epincóndilo
lateral

Figura 21-36. A-F: Técnica para la reducción abierta de la


fractura-luxación de M onteggia. Se planifica una incisión
N. interóseo utilizando com o referencias el epicóndilo lateral, la cabe­
za del radio y la diáfisis cubital. Se centra la incisión sobre
M. extensor la cara lateral del húm ero proxim alm ente, sobre el epi­
cóndilo lateral, biseccionando el espacio entre la cabeza
cubital del carpo
del radio y la diáfisis cubital distalm ente. El espacio pro-
xim al se halla entre los extensores de la muñeca supe­
riorm ente y el tríceps inferiorm ente y distalm ente entre el
extensor cubital del carpo y el ancóneo. En este espacio,
el ancóneo y el extensor cubital del carpo pueden estar
bastante deform ados, con inflam ación significativa. A
m enudo es más fácil encontrar el espacio distalm ente
donde se inserta el ancóneo en el cubito en lugar de
intentar encontrarlo proxim alm ente en su origen en el
epicóndilo lateral. C: Por debajo del ancóneo, se expon­
drán las fibras del supinador. El supinador podrá ser
M .ancóneo separado del cúbito con una probabilidad m ínim a de
dañar el nervio interóseo posterior. La pronación del
antebrazo alejará el nervio interóseo posterior del plano
de disección, lo que proporcionará una m ayor protec­
M. supinador ción. (La figura continúa.)
Capítulo 21: Fracturas diafísarias del radio y de! cubito 903

Figura 21-36. (C ontinuación) D: Se expone la cáp­


sula. La incisión capsular se planea de form a que
no se toque el ligam ento colateral que se origina en
el cubito. E: Se exponen el lugar de la fractura y la
cabeza del radio. F: Se ha fija do la fractura con una
placa de reconstrucción pélvica. Ante conm inu-
tación proxim al y una inadecuada fijación del to rn i­
llo, puede utilizarse una banda de tensión com o
form a de asegurar los fragm entos proxim ales des­
plazados por la inserción del tríceps. (Extraído de
Boyd HB. Exposición quirúrgica del cubito y tercio
proxim al del radio a través de una incisión. Surg
Gynecol Obstet 1940; 71: 87-88.)
904 Sección II: Extremidad superior

Biomecánica posteriormente se llamó lesión de tipo II de Bado. Este procedi­


miento indujo una fractura con angulación posterior del cúbito y
Evans (126) postuló que en las fracturas de tipo I, el mecanismo conminución anterior, así como una luxación posterior de la
de la lesión es la pronación forzada del antebrazo. El atribuyó este cabeza del radio con fractura marginal de la superficie articular del
mecanismo porque en sus series, las fracturas de tipo 1 no mos­ radio proximal. Penrose concluyó que las lesiones de tipo II son
traron tumefacción sobre el borde subcutáneo del cubito ni la una variación de la luxación de codo en las que la diáfisis del cúbi­
conminución de la fractura que uno esperaría encontrar tras una to cede antes de que se rompa el ligamento medial del codo.
lesión por impacto directo. Evans apoyó aún más esta teoría Las fracturas de tipo III fueron estudiadas por Mullick (133),
mediante estudios experimentales. Indujo fracturas del cubito que postuló que la fuerza principal sobre el codo era una fuerza de
asociadas a luxación anterior de la cabeza del radio mediante la abducción. Si se supinaba el antebrazo, la cabeza del radio se luxa-
fijación del húmero de un cadáver en un torno para poder pronar ba posteriormente. Si el antebrazo se hallaba en pronación, la
lentamente el antebrazo. De esta forma consiguió fracturar el cabeza del radio se luxaba anterolateralmente.
cubito y, a medida que continuaba la pronación, se forzó el des­ Bado (122) creyó que las fracturas de tipo IV eran iguales a las
plazamiento de la cabeza anterior del radio venciendo las estruc­ de tipo I, pero asociadas a fractura de la diáfisis del radio.
turas estabilizadoras de la cápsula del codo.
Las fracturas de tipo II fueron descritas por Penrose (134) en
1951. Eras observar estas variaciones en las fracturas, también fijó
O p c io n e s d e t r a t a m ie n t o
el húmero de un cadáver con el codo en flexión y aplicó una fuer­ Aunque históricamente se ha tratado a las fracturas de Monteggia
za al radio distal hasta causar una luxación posterior del codo. mediante manipulación cerrada y yeso, los métodos cerrados
Entonces debilitó el cúbito proximal taladrando el hueso y de actual mente tan sólo se consideran satisfactorios en pacientes
nuevo dirigiendo una fuerza al radio distal provocando lo que pediátricos. Bado (122) y Evans (126) utilizaron reducción cerra-

Figura 21-37. A, B: Fractura de Brado Tipo II con luxación posterolateral de la cabeza radial en una
paciente de 26 años de edad. C, D: El cúbito se fijó mediante placa de com presión dinám ica de siete
agujeros, y la cabeza radial pudo cerrarse y reducirse con estabilidad satisfactoria que perm itió una
m ovilización precoz a los 7 días.
Capitulo 21: Fracturas diafisarias del radio y del cubito 905

da y yeso, pero Speed y Boyd (140) observaron que este método


no producía resultados óptimos en adultos. 1.a mayoría de los
autores actuales, incluyendo a Anderson y cois. (4), Boyd y cois.
(14, 123) y Reckling (136), recomiendan reducción abierta y fija­
ción de la fractura de cubito mediante placa de compresión y
reducción cerrada de la luxación de la cabeza radial. De Pedro y
cois. (124) dieron a conocer unos buenos resultados en 20 pacien­
tes con fracturas cubitales desplazadas tras fijación mediante clavo
de bloqueo. Sin embargo la fijación con placa se emplea de forma
más extensa que la fijación intramedular por las razones descritas
anteriormente.
Los buenos resultados de las fracturas de Monteggia depende­
rán de lo siguiente:
1. Correcto diagnóstico precoz
2. Fijación rígida del cubito (Fig. 21-37)
3. Reducción correcta de la cabeza radial
4. Rehabilitación posquirúrgica para restablecer la función del
tejido blando al tiempo que se mantiene la estabilidad de la
cabeza radial

M é to d o d e t r a t a m ie n t o p r e f e r id o p o r e l a u to r
En mi experiencia he comprobado que la placa de compresión di­
námica y contacto limitado de 3,5 mm es un implante adecuado Figura 21-38. Dibujo que muestra la aplicación de una placa de
para la estabilización del cubito fracturado. Las fracturas de com presión dinám ica y contacto lim itado en el cúbito. La asocia­
ción de luxación de la cabeza del radio (lesión de M onteggia)
Monteggia deberían tratarse como un problema urgente. Si es queda reducida al reducirse el cúbito. La reducción se m antiene
posible, la luxación debería ser reducida de forma cerrada en el mediante fijación rígida del cúbito.
servicio de Urgencias, estando indicada una intervención quirúr­
gica precoz de la misma. Las fracturas abiertas deberían atenderse do se sitúa en esta posición; reconocemos, sin embargo, que la
como una emergencia. colocación medial o lateral puede ser subóptima desde un punto
Es importante, en la organización del quirófano, que se man­ de vista biomecánico. Si se coloca la placa medialmente en el cúbi­
tenga un acceso directo al equipo radiográfico. Estas fracturas to proximal, deberá tenerse mucho cuidado en no dañar el nervio
pueden abordarse con el paciente en posición supina y el brazo cubital. Por esta razón preferimos colocar la placa lateralmente.
extendido sobre una tablilla adosada a la mesa quirúrgica, pero Después de la estabilización del cúbito, se movilizará el codo
preferimos posicionar al paciente en decúbito lateral, apoyado en para valorar la estabilidad de la cabeza radial. Durante este
cojines, con la extremidad afectada descubierta desde el hombro. momento, se empleará un intensificador de imagen para valorar
Este posicionamiento permite el acceso a toda la extremidad supe­ la estabilidad de la cabeza del radio. Se obtendrán constantemen­
rior con completa movilidad del hombro y codo, así como libre te radiografías que documenten la reducción y fijación. No se
acceso a las mismas articulaciones. Desde esta posición podrán
cerrará la fascia. La piel y el tejido subcutáneo se suturarán,
tomarse fácilmente proyecciones anteroposteriores y laterales ver­
dejando un drenaje profundo en la zona de la herida. Se aplicará
daderas del codo.
una férula posterior enyesada de brazo largo al antebrazo en posi­
Después de una cuidadosa desinfección y cobertura con tallas,
ción de rotación neutra.
se realizará una reducción cerrada de la cabeza del radio utilizan­
do, si es posible, tracción distal y presión directa sobre la misma.
Creo que esta maniobra puede disminuir la probabilidad de lesio­ Déficit preoperatorio del nervio radial
nar al nervio interóseo posterior durante la subsecuente reducción
abierta del cúbito. Una vez que se ha reducido este hueso, se colo­ Si se produce parálisis radial o del nervio interóseo posterior al
cará una placa de compresión dinámica y contacto limitado de 3,5 mismo tiempo que la lesión de la cabeza del radio y ésta se redu­
mm sobre el cúbito y se aguantará mediante dos pinzas óseas de ce fácilmente, no somos partidarios de realizar una exploración
sujeción, estabilizando la reducción (Fig. 21-38). La fijación del del nervio radial o el interóseo posterior durante la cirugía. Ge­
cúbito proximal puede resultar difícil cuando el fragmento es neralmente se trata de una neuroapraxia y la función se restable­
pequeño, como suele ser en las fracturas de tipo II de Bado. Ring cerá en 6 a 12 semanas desde el momento de la lesión en la mayo­
y cois. (138) han recomendado la colocación dorsal de la placa ría de los casos. Si el nervio permanece no funcionante a los 3
para contrarrestar las fuerzas tensionales que existen a lo largo del meses, estarán indicados estudios diagnósticos y, dependiendo de
lugar de la fractura al mismo tiempo que aconseja doblar la por­ los resultados, podrá considerarse la exploración del nervio.
ción proximal de la placa para permitir la colocación de más tor­
nillos en el fragmento proximal. Hemos utilizado con frecuencia Fracturas abiertas
esta última maniobra para obtener un mayor grado de fijación,
pero preferimos evitar la colocación dorsal de la placa, ya que fre­ Las fracturas abiertas deberán tratarse como urgencias, y somos
cuentemente produce irritación de los tejidos superpuestos cuan- partidarios de una reducción abierta rápida y colocación de placa
906 Sección II: Extremidad superior

Figura 21-39. A, B: Fractura de M onteggia de tipo II de Bado secundaria a herida de bala en un pacien­
te de 35 años de edad. C, D: Una fijación adecuada requirió el uso de placas superpuestas debido a
conm inución extensa.

si la herida lo permite. No cierro la piel de forma primaria pero Fractura de la cabeza radial (Fig. 21-41)
recomiendo desbridamiento múltiple hasta que se obtenga una
herida mínima. Se emplea la fijación externa sólo ante lesiones Si la radiografía muestra una fractura significativa de la cabeza del
severas conminutas que prohibirían el uso de placa en el trata­ radio, recomiendo reducción abierta y fijación interna de la
miento de la fractura. misma si es posible o exéresis de la cabeza del radio si la fractura
La conminución extensa de la diáfisis del cubito que se extien­ no puede ser reconstruida (Fig. 21-42). Si la estabilidad del codo
de proximalmente hacia el olécranon puede presentar problemas está en peligro por la exéresis de la cabeza del radio, deberá consi­
al volver a cobrar el cubito longitud anatómica. Si la cabeza del derarse la colocación de una prótesis de cabeza radial, ya sea de
radio está reducida y es estable, facilitará a menudo la reconstruc­ forma temporal (silicona) o permanente (metálica). Si se utiliza
ción de la longitud del cubito de manera que podrá colocarse una una prótesis de cabeza radial de silicona, yo suelo retirar la próte­
placa adaptada a su longitud anatómica normal. Si la cabeza del sis a los 12-24 meses tras la inserción de la misma debido al ries­
radio es inestable, es importante abrir la articulación del codo, go de sinovitis por partículas y/o rotura de la prótesis, que puede
asegurar la reducción de la cabeza radial bajo visión directa y producirse con la implantación a largo término de la misma. La
entonces restablecer la longitud del cubito. En fracturas conmi­ retirada de la prótesis de silicona puede generalmente realizarse de
nutas proximales de cubito podrán utilizarse una o dos placas forma ambulatoria mediante una incisión relativamente pequeña.
contorneadas de compresión dinámica y contacto limitado de 3,5
mm que se adecúen al contorno del olécranon (Fig. 21-39). Si es
necesario, podrá incorporarse un cerclaje en el vértice del olécra­
non mediante la perforación de un agujero en la placa para afir­
mar la estabilidad.
Con fracturas de Bado de tipo IV (fracturas de radio y cubito),
es mucho más fácil colocar una placa primero en el cubito, que
generalmente reducirá la cabeza del radio antes que la reducción
abierta de la fractura diafisaria el radio. De nuevo, si se cuestiona
la reducción de la cabeza del radio, podrá abrirse la articulación
del codo a través de un abordaje radial o cubital. No recomiendo
abordar las diáfisis de ambos huesos a través de una sola incisión
quirúrgica.

Cabeza radial irreducible


Si la reducción cerrada de la cabeza del radio no ha resultado satis­
factoria, estará indicada la reducción abierta. Esta podrá llevarse a
cabo mediante un abordaje separado de la cabeza del radio o
extendiendo el abordaje hacia el cubito proximalmente, de forma
que la articulación del codo pueda ser visualizada. Los impedi­
mentos más frecuentes para la reducción son la cápsula anterior y,
en ocasiones, el ligamento anular. Mediante artrotomía de los
huesos del codo, podrá reducirse fácilmente la cabeza del radio y
Figura 21-40. Siguiendo una reducción abierta y/o fijación de la
podrán repararse las estructuras capsulares si esto ayuda a la esta­
cabeza del radio, deberá tenerse cuidado en la reparación del liga­
bilidad de la cabeza radial. Si el ligamento anular presenta sufi­ m ento anular. Si esto no se realiza adecuadamente o no se hace,
ciente tejido, será reparado (Fig. 21-40) (123). puede conducir a una progresiva inestabilidad articular proxim al.
Capítulo 21: Fracturas diafisarias del radio y del cubito 907

Resultados
Los criterios de Anderson y cois. (4) para la evaluación de las frac­
turas del antebrazo son los siguientes:

Excelente: consolidación con pérdida de menos de 10 grados


de flexión/extensión del codo y la muñeca.
Satisfactoria: consolidación con pérdida de menos de 20 gra­
dos de flexión/extensión del codo o muñeca, y con menos del
50% de pérdida de rotación del antebrazo.
No satisfactoria: consolidación con pérdida superior a los 30
grados de flexión/extensión del codo o muñeca y con una pérdi­
da superior a los 50 grados de rotación del antebrazo.
Fracaso: consolidación defectuosa, seudoartrosis u osteomieli­
tis crónica no resuelta.

Figura 21-41. Tratam iento de las fracturas de la cabeza del radio


asociadas a fracturas cubitales.

Figura 21-42. A, B: Paciente de 40 años de edad con una variante de fractura de M onteggia (fractura cubital asocia­
da a fractura y luxación de la cabeza radial, resultando en inestabilidad en valgo del codo). C, D: El cubito se estabi­
lizó inicialm ente mediante una placa de com presión dinám ica de 3,5 m m , y posteriorm ente se realizó exéresis de la
cabeza del radio a través de una incisión diferente. Con el codo inestable en valgo forzado y sin evidencia de inesta­
bilidad asociada de la articulación radiocubital distal, los ligam entos capsulares mediales y laterales del codo se repa­
raron quirúrgicam ente, estabilizando el codo satisfactoriam ente. A los 10 días se inició una m ovilidad lim itada.
908 Sección II: Extremidad superior

Aunque estos criterios, cuando se utilizaron en la valoración de mientras el paciente está bajo los efectos de la anestesia. Se utili­
series largas de fracturas por Anderson y cois. (4) y por Chapman zará inicialmente un yeso de brazo largo seguido de una férula ter-
y cois. (20), incluyeron fracturas diafisarias y de Monreggia, se moplástica a los 7-10 días, permitiendo la movilización dentro de
obtuvieron resultados satisfactorios en más del 90% de los casos. la amplitud definida previamente. Se tomarán radiografías sema­
Ring y cois. (138) evaluaron a sus pacientes mediante el sistema nalmente durante las primeras 3 semanas y entonces mensual­
de Broberg y Morrey. El resultado fue excelente para 18 pacien­ mente hasta que se consolide la fractura cubital.
tes, bueno para 22, razonable para 2 y escaso para 6. Los resulta­
dos no satisfactorios se relacionaron con fracturas con consolida­
ción defectuosa de la apófisis coronoides, sinostosis radiocubital COMPLICACIONES
proximal, consolidación defectuosa del cubito y artropatía dolo-
I n f e c c ió n
rosa de la articulación radiocubital proximal. Ring y cois, conclu­
yeron que los problemas con la apófisis coronoides y la cabeza A pesar de todos los esfuerzos para evitar la infección, algunas
radial constituían los retos de tratamiento más importantes de las fracturas abiertas y cerradas tratadas mediante reducción abierta
fracturas de Monteggia. se infectan de forma inevitable. La incidencia es superior en
pacientes con lesión extensa del tejido blando. Sterm y Drury (89)
publicaron tan sólo un 2,3% de incidencia (2/87) de osteomieli­
Tratamiento posquirúrgico de las fracturas
tis; ambos pacientes presentaban lesiones por aplastamiento masi­
El vendaje original y la férula son retirados a los 5-7 días y susti­ vas. Con una buena técnica y facilidades quirúrgicas, este porcen­
tuidos por un yeso de brazo largo o una ortesis, dependiendo de taje debería ser pequeño. Si se presenta una infección, la herida
la valoración de la estabilidad en el momento de la cirugía. Si el deberá ser drenada quirúrgicamente, desbridada e irrigada copio­
paciente es colaborador y la fractura había permanecido estable a samente. Se tomarán cultivos de la misma y se determinará la sen­
lo largo de una amplia gama de movimientos en el momento de sibilidad de los microorganismos. Se instaurará la terapia anti-
la cirugía, después de 7 a 10 días se le permitirá retirar la férula biótica más apropiada. Las infecciones superficiales responden
posterior y realizar ejercicios de movilización activa del codo, bajo frecuentemente a este modelo de tratamiento. Si la infección pare­
supervisión inicial por el fisiotcrapcuta. ciera profunda, la herida debería abrirse para facilitar el drenaje y
Si en el momento de la cirugía existen dudas sobre la estabili­ aplicarse un soporte de yeso o una férula rermoplástica para
dad del lugar de la fractura o sobre la estabilidad de la cabeza mayor comodidad del paciente. Si la fijación interna está en su
radial, deberá definirse una amplitud de movimientos estable lugar y el aparato de fijación no se ha aflojado, no debería retirar-

Figura 21-43. A: Fractura no consolidada e infec­


tada de radio y cubito tras fijación con placa de
ambos huesos de las fracturas abiertas en un
país en vías de desarrollo. SI se utiliza la fijación
con placa para la estabilización de fracturas
abiertas del antebrazo, deberá efectuarse un
desbridam iento m eticuloso y en profundidad,
em pleando una técnica estrictam ente aséptica.
B Si esto no se realiza, deberá considerarse em ­
plear una fijación externa, técnica utilizada en
este caso para salvar el antebrazo. B: Segmento
no viable, desvascularizado del radio, espontá­
neamente desprendido durante el desbridam ien­
to del la herida infectada. La diáfisis del radio ha
quedado secuestrada en la fractura no consoli­
dada e infectada. C: Se utilizó un injerto de pero­
né vascularizado para reconstruir el radio. Esta
radiografía se tom ó 1 año después de im plantar
el injerto de peroné. Aunque se logró la consoli­
dación de la fractura, la rotación del antebrazo
resultó m uy lim itada. Se erradicó la infección.
Capítulo 21: Fracturas diafisarías del radio y del cubito 909

se. Un porcentaje relativamente alto de fracturas que fueron fija­ ósea e infección. Los injertos se incorporaron sin necesidad de
das internamente consolidaron a pesar de infección tratada con procedimientos adicionales en 10 pacientes en una media de 17,2
antibióticos y drenaje. Si la fijación se ha perdido, debería consi­ semanas. Si la solución de continuidad es mayor de 6 cm, puede
derarse el revisar o retirar la fijación interna y utilizar fijación requerirse un injerto de peroné vascularizado para superar el
externa para el mantenimiento de la estabilidad, así como para defecto. Se administrarán los antibióticos adecuados antes, duran­
permitir el cambio de vendajes y el cuidado general de la herida. te y después de la cirugía de reconstrucción, aunque el elemento
Las infecciones que se inician tardíamente, una vez perdida la más importante del tratamiento de una seudoartrosis infectada es
fijación sin que se haya obtenido una correcta consolidación, quirúrgico.
deberán ser tratadas de forma más agresiva. El metal deberá ser Ocasionalmente, la pérdida ósea definitiva requerirá de la
retirado junto al hueso no viable. La herida puede dejarse abierta reconstrucción del antebrazo con un solo hueso, que proveerá al
para permitir el cambio de vendajes, o puede instaurarse un siste­ paciente de una consolidación estable entre el codo y la muñeca
ma de irrigación-succión. El principio del tratamiento es la obten­ pero sin capacidad de rotación del antebrazo. La posición que per­
ción de la consolidación de la fractura, incluso en presencia de sonalmente preferimos es la pronación de 30 grados.
infección. Para ello puede ser necesario un desbridamiento radi­ Generalmente se hace necesaria la combinación de injerto óseo
cal, que incluya la retirada de todo el material necrótico y el hueso con fijación interna para lograr un antebrazo de un solo hueso
diafisario infectado (Fig. 21-43). Si existe una solución de conti­ (Hg. 21.44)
nuidad en el hueso, puede superarse mediante una placa larga y
un injerto óseo una vez la herida está sana tras un período de cam­
L e s ió n n e r v io s a
bios de vendajes y cuidados. Se requieren exámenes regulares de la
herida para la determinación del momento adecuado para la apli­ Las lesiones nerviosas asociadas a fracturas de ambos huesos del
cación segura del injerto óseo. El cirujano deberá tener la certeza antebrazo son infrecuentes en fracturas cerradas o en aquellas
que todo el material necrótico ha sido retirado de la herida. Sólo lesiones compuestas de carácter menor. Las lesiones nerviosas sí
una vez esto se ha objetivado y la herida presenta una apariencia son frecuentes en lesiones compuestas mayores con abundante
sana podrá realizase el injerto óseo. Barbieri y cois. (8) informa­ pérdida de tejido blando, como las producidas por armas de
ron de los resultados que obtuvieron mediante el uso de injertos fuego. F.n tales lesiones, si uno de los nervios importantes se halla
en bloque de cresta ilíaca, con un tamaño medio de 3,5 X 1,8 cm, afectado, deberá explorarse durante el desbridamiento de la heri­
combinando con fijación con placa rígida, en 12 pacientes con da para determinar si está intacto o dividido. Si está dividido, los
defectos diafisarios de los huesos del antebrazo debido a pérdida extremos deberán unirse mediante sutura para prevenir la retrac-

Figura 21-44. Proyecciones AP (A) y lateral (B) del antebrazo proxim al y codo tras la reconstrucción de un antebrazo
de un solo hueso m ediante fijación interna e injerto óseo. El procedim iento se llevó a cabo tras la pérdida traum á ti­
ca del cúbito debido a una lesión por arma de fuego anterior a la llegada de la m icrocirugía. Actualm ente, podría con­
siderarse el intentar la reconstrucción del cúbito m ediante la transferencia de tejido libre. Han empezado a desarro­
llarse cam bios degenerativos secundarios en la articulación del codo.
910 Sección II: Extremidad superior

ción y facilitar una reparación posterior. Si la herida está limpia, S ín d r o m e c o m p a r t im e n t a l


el nervio seccionado limpiamente y el lecho de tejido blando ade­
El síndrome compartimental en el antebrazo está asociado a las
cuado, la opción terapéutica más adecuada será probablemente la
fracturas supracondíleas, heridas por arma blanca del antebrazo,
reparación primaria del nervio en el momento del cierre de la
lesiones del tejido blando por aplastamiento, y osteotomía de!
herida.
radio y cúbito, así como en fracturas de ambos huesos del ante­
Si la lesión nerviosa se produce como consecuencia del trata­
brazo. El síndrome compartimental puede producirse en el ante­
miento, nuestras recomendaciones para su tratamiento son las
brazo tras un traumatismo o tras cirugía (Fig. 21-45). En 1975,
siguientes. Las lesiones nerviosas yatrogénicas incompletas puede
Eaton y Creen (29) dieron a conocer una serie de 19 pacientes
observarse cómo evolucionan durante semanas o meses para
con isquemia de Volkmann, a los que consideraron tener un sín­
determinar si se recobran. Si no existe evidencia de recuperación
drome compartimental volar del antebrazo. Encontraron que el
a los 3 meses, estará indicada la exploración. Las lesiones nervio­
hallazgo físico de carácter diagnóstico más importante fue la pal­
sas yatrogénicas completas deberán ser exploradas precozmente
pación indurada del compartimento flexor. Otro signo precoz de
(en los primeros días) si pasó desapercibida la lesión nerviosa en
importancia es la presencia de dolor a la extensión pasiva de los
el momento de la cirugía inicial y la función neurológica no se dedos. La presencia del pulso radial no es un signo diagnóstico
recobra de forma rápida, progresiva y completa. Es deseable una fiable; el pulso radial estaba ausente en sólo 5 de los 19 pacientes
exploración precoz en estos casos para asegurarse que el nervio no (62). Todos los clínicos deberían tener en cuenta que la presencia
esté dañando debido a la colocación de la placa o a las propias del pulso radial no excluye la presencia de un síndrome compar­
suturas. Si el nervio estuvo expuesto y visualizado durante la ope­ timental volar. Eaton y Creen dieron mucha importancia a la des­
ración (incluyendo el momento antes del cierre) y el traumatólo­ compresión precoz no sólo del compartimento sino también a la
go está seguro de que el nervio no está dañado, entonces el trata­ de cualquier músculo que mostrase deterioro vascular.
miento más apropiado sería la observación durante 3 meses tal y A lo largo del curso clínico de un síndrome compartimental es
como se describe anteriormente, ya que las expectativas son de posible tener un pulso del antebrazo palpable a pesar de un
recuperación. aumento de la presión en los compartimentos del antebrazo sufi­
Casey y Moed (19) dieron a conocer 4 casos de parálisis del ciente como para obliterar la circulación capilar de músculos y
nervio interóseo anterior provocada por un vendaje excesivamen­ nervios. Esto puede confundir el cuadro y dar lugar a un diag­
te prieto, complicación que puede ser prevenida en la mayoría de nóstico y tratamiento tardíos. Fin estos casos puede existir una
los casos mediante la aplicación de un vendaje posquirúrgico que disminución de la sensación al nivel de los dedos, poca o nula
de soporte a la extremidad al mismo tiempo que permita espacio función de la musculatura el antebrazo y dolor profundo, sordo,
suficiente para la inflamación de los tejidos blandos. Spinner y en el antebrazo desproporcionado con respecto a lo que uno
cois. (88) informaron de 7 pacientes con parálisis aislada del cabría esperar. La presencia de dolor a la extensión pasiva de los
extensor común de los dedos inmediatamente tras cirugía en la dedos es también un signo muy importante de isquemia en los
que se utilizó un abordaje posterior (Thompson) para acceder al músculos del antebrazo. Uno no debería dudar en hacer el diag­
radio proximal. Spinner y cois, llevaron a cabo una disección de nóstico de síndrome compartimental ante esta situación clínica.
cadáver y concluyeron que estos pacientes pudieron haber sufrido Las presiones compartimentales pueden medirse para la con­
una lesión yatrogénica de las ramas motoras distales al supinador firmación del diagnóstico del síndrome compartimental, siempre
en lugar de una lesión del fascículo nervioso cercano al supinador y cuando ello no haga retrasar el tratamiento. Es necesario medir
proximal. Debido a que el riesgo de lesión neurológica aumenta las presiones compartimentales sólo en pacientes inconscientes u
con la utilización de la técnica de Thompson, debería utilizarse un obnubilados para hacer el diagnóstico de síndrome compartimen-
abordaje anterior en la mayoría de los casos, a menos que existan tal. En el paciente consciente el diagnóstico se establecerá por la
razones de peso para no hacerlo. clínica. El tratamiento será la fasciotomía precoz y amplia, inclu­
yendo la división del lacertus fibrosus y del ligamento carpiano
L e s ió n v a s c u la r transverso. En el momento de la intervención, los músculos pro-
truyen en la herida. Deberá permitirse que ésta se separe, pudién­
Si la circulación colateral del antebrazo es buena, y si tanto la arte­ dose dejar para más adelante el cierre diferido, que generalmente
ria radial como la cubital están patentes, la viabilidad de la mano requerirá injertos de piel total.
y del antebrazo no están generalmente en peligro. Cuando cual­ Los síndromes compartimentales que son consecuencia de
quiera de los vasos está intacto, el otro puede simplemente ser cirugía del antebrazo son habitualmente debidos a una homeosta-
suturado. Los experimentos en animales llevados a cabo por sis deficiente o al cierre de la fascia profunda. Pueden prevenirse
Gelberman y colaboradores (33) y por Trumble y colaboradores generalmente aflojando el torniquete antes del cierre de la herida
(98) mostraron bajos niveles de integridad si una de las arterias para asegurarse una adecuada homeostasis, mediante el cierre tan
del antebrazo era reparada mientras la otra estaba intacta. Estos sólo de los tejidos subcutáneos y la piel, y mediante la utilización
investigadores pensaron que este fenómeno se debía a la presión de drenajes de succión. (Los síndromes compartimentales se
retrógrada desde el vaso intacto y la dilatación de los vasos cola­ exponen con mayor detalle en el Capítulo 11)
terales. Es rara la presencia de laceración de ambos vasos, a excep­
ción de las fracturas abiertas en las que se ha producido una cuasi
S in o s to s is r a d io c u b it a l p o s t r a u m á t ic a
amputación traumática. En estos casos, el daño a las estructuras
nerviosas, tendinosas y al hueso es a veces tan severo que se hace La sinostosis del radio y cúbito tras fractura de los mismos es rela­
necesaria la amputación, aunque el reimplantc o la revasculariza­ tivamente infrecuente (Fig. 21-46). En las series de fracturas de an­
ción mediante la utilización de técnicas de microcirugía es una tebrazo de Anderson y cois. (4) tratadas mediante placas de com­
alternativa razonable en casos seleccionados (72). presión, tan sólo 3 de los 112 pacientes con fracturas de ambos
Capítulo 21: Fracturas diaflsarias del radio y del cubito 911

Figura 21-45. Fotografía que muestra las secuelas clínicas de un síndro­


me com partím ental no tratado del antebrazo derecho tras fractura de
radío y cúbito. Se aprecia una extensión incom pleta de la muñeca y
dedos debido a la fibrosis, así com o contractura de la musculatura volar
del antebrazo por necrosis isquémica com o consecuencia permanente
de la elevación de la presión intracom partim ental. El síndrom e com par-
tim ental, si se detecta, puede tratarse fácilm ente, evitando este tip o de
deform idad no funcional.

huesos desarrollaron esta complicación. Los tres tenían fracturas fracturas proximales tratadas a través de una incisión. Hemos
severamente desplazadas y conminutas del radio y cúbito en el observado la ocurrencia de osificación heterotópica de la mem­
mismo nivel. Stern y Drury (89) informaron de una incidencia brana interósea en respuesta a tornillos demasiado largos, si éstos
del 6,9% (6/87) de sinostosis en sus series. Aquellos pacientes que rozan o impactan en el radio (Fig. 21-47). Esta complicación
desarrollan sinostosis frecuentemente presentaban una historia ya puede evitarse mediante una medición cuidadosa de la longitud
fuera de lesión por aplastamiento del antebrazo o de lesión craneal del tornillo durante el acto quirúrgico.
(89). Baucr y cois. (7) informaron de 11 casos de sinostosis en Se ha informado de pocos casos de resección exitosa de sinos­
167 pacientes con fracturas del antebrazo tratadas mediante pla­ tosis (142). En 1983, Breit (16) dio a conocer un buen resultado
cas de fijación. Se produjo sinostosis en sólo un caso de los 65 tra­ en una mujer de 28 años de edad a la que se practicó resección de
tados mediante dos incisiones y en 5 de 12 casos tratados median­ una sinostosis postraumática, obliteración del espacio muerto con
te un abordaje de Boyd. Este alto índice de sinostosis se dio en músculo, prevención de la formación del hematoma y moviliza-

Figura 21-46. Corte seccional de una tom ografía com pu­


terizada (TC) del antebrazo proxim al que pone de m ani­
fiesto sinostosis postraumática. El paciente fue tratado
mediante resección de la sinostosis, indom etacina y
m ovilización precoz. Aproxim adam ente se recuperó un
50% de la rotación norm al del antebrazo.
912 Sección II: Extremidad superior

Figura 21-47. Radiografías antes (A) y después (B)


de la resección de una osificación heterotópica por
roce de los to rn illo s utilizados en la fijación de un
hueso del antebrazo contra el otro. Con la rotación
del antebrazo, la fijación interna produce una irrita­
ción mecánica de los tejidos blandos intervenidos,
pudiendo producirse una osificación heterotópica.
Este paciente fue tratado mediante retirada de la
placa y resección de la osificación heterotópica.

ción precoz. Maempel (61) presentó dos casos de exéresis con sinostosis radiocubitales postraumáticas en 18 extremidades. Las si­
buenos resultados de sinostosis radiocubital postraumática en las nostosis recurrieron en un paciente que presentó inicialmente una
que utilizó una lámina de silicona interpuesta entre los huesos del lesión cenada de cráneo. La media de rotación del antebrazo fue
antebrazo tras la resección. Vince y Miller (100) informaron de de 139 grados en aquellos pacientes que no presentaron recurren­
sus resultados en el tratamiento de 28 adultos con sinostosis cia. Los resultados no se afectaron por el hecho de si la sinostosis
radiocubital postraumática. Estos autores desarrollaron un siste­ se reseccionó antes o después de 12 meses desde el origen de la
ma de clasificación basado en la localización anatómica de la lesión. En estas series no se empleó ni radiación adyuvante ni
sinostosis. El tipo I afecta a la parte intraarticular distal del radio antiinflamatorios.
y el cubito; ésta era el tipo menos frecuente en las series. El tipo Personalmente trato las sinostosis sintomáticas mediante ciru­
II afecta a la porción no articular del tercio distal y medio de las gía en el momento adecuado tras efectuar el diagnóstico, asu­
diálisis del radio y cubito; éste era el tipo más frecuente. El tipo miendo que no existen problemas con la curación del tejido blan­
III afecta al tercio proximal. Se practicó la exéresis en 17 de 28 do o con infecciones y que el paciente está dispuesto a colaborar
sinostosis. Tres de 4 del tipo I, ninguna de 10 del tipo II y 2 de 3 con un programa de rehabilitación precoz desde un punto de vista
del tipo III consolidaciones cruzadas recurrieron tras el trata­ sistémico. El abordaje quirúrgico de una sinovitis es variable,
miento quirúrgico. Estos resultados apuntaban que la resección de dependiendo de la localización y de su extensión. El procedi­
una sinostosis postraumática no articular en los tercios distal o miento se realiza siempre mediante control por torniquete con
medio del antebrazo presentaba una buena probabilidad de éxito, una cuidadosa identificación y retracción de las estructuras de los
sin embargo éste no es el caso si la sinostosis se sitúa en el tercio tejidos blandos. Se resecciona la sinostosis bien con un osteótomo
proximal. o con una sierra, o ambos, mientras la herida se irriga abundante­
Abrams y asociados (1) y Cullen y cois. (23) dieron a conocer mente para retirar los detritus óseos. Generalmente se utiliza un
el exitoso empleo de la cirugía en combinación con dosis bajas de drenaje de succión y se administra indometacina, 25 mg tres veces
radiación en cuanto a la prevención de osificación heterotópica. al día, junto a las comidas, durante tres semanas. Yo no he encon­
Júpiter y Ring (50) informaron sobre la resección quirúrgica de trado necesario utilizar material de interposición o radiación en el
Capítulo 21: Fracturas diafisarias del radio y del cubito 913

tratamiento de las sinostosis del antebrazo. En las primeras 24 meses (intervalo de 8 a 26 meses). Beaupre y Csongradi (9) revi­
horas tras la cirugía, el vendaje compresivo aplicado en quirófano saron 401 pacientes a los que se les había retirado un total de 459
se retira y se pone en marcha un programa de ejercicios con una placas del antebrazo. Se produjeron 37 refracturas en 29 pacien­
amplia gama de movimientos activos. Se aplicará una férula ter- tes. El porcentaje de refractura fue del 21% tras la retirada de pla­
moplástica de brazo largo con el codo a 90 grados y el antebrazo cas de compresión dinámica para fragmentos pequeños. Esta pro­
en posición neutra que se utilizará durante los períodos de reposo porción considerable y otros factores descritos anteriormente
entre las sesiones de ejercicios activos y durante la noche. El uso sugieren que las placas dinámicas para fragmentos grandes no
de la férula de descanso se interrumpirá aproximadamente a las 6 deberían utilizarse para tratar las fracturas del antebrazo. I.a
semanas tras la intervención, o más pronto si el paciente se influencia del uso de placas de compresión dinámicas de contac­
encuentra cómodo. to limitado y pequeño fragmento en cuanto a la incidencia de
refractura tras la retirada de la placa del antebrazo no está deter­
minado en la actualidad. Sin embargo, debido a que las placas de
R e fra c tu ra compresión dinámica y contacto limitado tienen de alguna forma
Se han observado otras dos complicaciones con el uso de placas de menos capacidad para moldearse que las placas de compresión
compresión, como la refractura (si la placa se ha retirado dema­ dinámicas del mismo tamaño, es probable que se produzca una
siado temprano) y la fractura al final de la placa debido a un menor atrofia por desuso y que el índice de refracturas sea el
nuevo traumatismo. Las placas aportan una fijación muy rígida, y mismo o descienda levemente.
la sobrecarga normal que actúa sobre el hueso por debajo de la Personalmente prefiero retirar la placa sólo si existe una irrita­
placa se reduce. Si la placa se retira precozmente, un traumatismo ción significativa de los tejidos superpuestos a la misma. La refrac­
menor puede ocasionar una refractura en el mismo lugar de la tura debería incluirse entre los riesgos de la retirada de la placa.
fractura original o cerca de ella (75). Mich y cois. (64) en una serie Idealmente, las placas deberían dejarse en su sitio por un período
de 175 pacientes tratados con placas en el antebrazo por fracturas mínimo de 18 meses debido a que la refractura es más frecuente
diafisarias, observaron que 5 de 113 pacientes que retuvieron su si la placa se retira antes de este tiempo. Los pacientes deberán ser
fijación interna tuvieron complicaciones relacionadas con la informados de que las refracturas podrán producirse durante
placa. Por el contrario, 10 de 62 pacientes a los que se retiró la varios meses tras la retirada de la placa y que por tanto deberán
placa desarrollaron complicaciones mayores. La diferencia entre evitar cualquier ejercicio de impacto durante 8 semanas tras la
estos dos grupos de pacientes fue estadísticamente significativa. cirugía. Bóstman (12) ha informado sobre el empleo de material
En 1988, Deluca y colaboradores (26) dieron a conocer siete absorbible para evitar la necesidad de retirar el implante.
casos de refracturas en 67 pacientes. l a refractura se produjo entre
los 42 y los 121 días tras la retirada de la placa. En sus series, las I n c a r c e r a c ió n y a d h e r e n c ia
fracturas siempre se producían en el mismo lugar de la fractura
m u s c u la r t e n d in o s a
original. El tiempo medio desde la lesión inicial a la retirada de la
placa en las refracturas fue de 16 meses. No se observaron refrac­ Las uniones musculotendinosas pueden quedar incarceradas en
turas en pacientes a los que se retiró la placa tras 24 meses. los huesos del antebrazo o quedar adheridas a ellas tras una frac­
Chapman y asociados (20) creen que la incidencia de refractu­ tura. La posibilidad de adherencia del tejido blanda deberá tener­
ras podría disminuirse mediante el uso de placas de compresión se en cuenta si la movilidad de los dedos, pulgar o muñeca, per­
dinámicas de 3,5 mm. Hilos objetivaron sólo 2 refracturas en sus manece limitada tras la fractura de los dos huesos del antebrazo.
series y señalaron que ambas habían ocurrido en fracturas en las La liberación del músculo atrapado puede retornar al dedo a su
que se habían empleado placas de 4,5 mm. En dos casos, sin movilidad normal. Littlcfield y asociados (60) informaron de 5
embargo, hubo un fallo de fijación inicial. En un paciente se uti­ pacientes con contractura digital en flexión tras la consolidación
lizó una placa de compresión dinámica de 3,5 mm, y en el otro de sendas fracturas del antebrazo inicialmente diagnosticadas
una placa semitubular. Lindsey y cois. (59) estudiaron los efectos como contracturas isquémicas leves de Volkmann. La lisis de las
de la retención de las placas en el antebrazo en cuanto a la densi­ adherencias y el alargamiento de los músculos contracturados
dad ósea y la fuerza manual de presión. Hallaron que tras 5 años corrigió las deformidades.
la densidad ósea mineral adyacente a la placa no era diferente de la
que se encontraba a distancia de la misma, por lo que concluye­
C o n s o lid a c ió n d e f e c tu o s a
ron que las placas del antebrazo pueden ser bien toleradas y que
su retirada rutinaria no está indicada. Langkamer y Ackroyd (56, Trousdale y Linscheid (97) dieron a conocer consolidaciones
57) informaron de las complicaciones que presentaron 22 de 55 defectuosas de fracturas del antebrazo en 27 pacientes tratados
pacientes a los que se les retiró la placa de forma electiva. Antes de mediante osteotomía correctora. Las intervenciones tuvieron
retirarse la placa, tan sólo 20 pacientes se habían quejado de sín­ lugar entre 2 y 324 meses (media de 73 meses) tras la fractura. La
tomas atribuibles a la placa. El 50% de las complicaciones ocasio­ indicación de cirugía fue principalmente la pérdida de la rotación
nadas durante la retirada de la placa fueron permanentes. del antebrazo. Aquellos pacientes sometidos a osteotomía en el
Schemitsch y Richards (82) presentaron un porcentaje de primer año tras la lesión recuperaron una media de 79 grados de
refractura del 17% (4/24) tras la retirada de la placa. No observa­ rotación del antebrazo, mientras que los pacientes que fueron
ron refractura en aquellos pacientes a los que no se retiró la placa. intervenidos pasado más de un año desde la lesión recuperaron
El intervalo medio entre la fractura y la retirada de la placa en tan sólo 30 grados de rotación. Este estudio pone de manifiesto
pacientes que presentaron refractura fue de 10 meses (intervalo de que la osteotomía precoz es más beneficiosa que la tardía para
8 a 12 meses). El intervalo medio entre la fractura y la retirada aquellos pacientes que desarrollan consolidación defectuosa tras
de la placa en pacientes que no presentaron refractura fue de 16 una fractura de ambos huesos del antebrazo.
914 Sección II: Extremidad superior

Figura 21-48. A: Seudoartrosis del cúbito (flecha) tras


fractura conm inuta abierta com o consecuencia de un
accidente con una m oto de nieve. Se han colocado
sólo dos to rn illo s a cada lado de la placa. La fijación
interna fue inadecuada y los to rn illo s se soltaron. (B):
La seudoartrosis fue reparada mediante la aplicación
de una placa de com presión de contacto lim itado
larga (10 agujeros) e injerto de hueso ilíaco. La frac­
B tura consolidó.

Figura 21-49. A: Seudoartrosis del radio tras una fractura conm inuta abierta del radio distal y cúbito.
El cúbito fue tratado mediante fijación con placa y el radio mediante un fija do r externo. Existe un m ar­
cado acortam iento del radio, así com o una subluxación de la articulación radiocubital distal. B:
Aspecto tras la resección del lugar no consolidado, colocación de un injerto de piel total (entre las fle­
chas) y aplicación de una placa de com presión dinám ica y contacto lim itado de 10 agujeros. La lo n­
gitud del radio se ha restablecido parcialm ente y la seudoartrosis ha consolidado. Existe un lím ite en
la longitud radial que puede restituirse mediante un sim ple procedim iento quirúrgico. Este paciente
fue inform ado preoperatoriam ente de que si persistía un roce sintom ático tras la consolidación del
radio podría requerirse una osteotom ía para la reducción del cúbito.
Capítulo 21: Fracturas diafisarias del radio y de! cubito 915

S e u d o a r t r o s is
En las series de fracturas del antebrazo de Anderson y cois. (4) que
fueron tratadas mediante placas de compresión incluyeron 9 casos
de seudoartrosis (2,7%) y cuatro de consolidación tardía o retra­
so de la consolidación (l,2% ) en un total de 330 fracturas. Siete
de 244 pacientes sufrieron una infección importante (2,9%). En
cuatro de estos pacientes las infecciones desaparecieron con el
empleo de antibióticos y no dieron lugar a complicaciones. En los
otros 3 pacientes las fracturas no consolidaron, por lo que se
requirieron intervenciones quirúrgicas posteriores. Casi todas las
seudoartrosis y retrasos de la consolidación parecieron estar en
relación con infecciones o errores en la técnica.
La falta de consolidación de las fracturas diafisarias del radio y
cubito es relativamente infrecuente —9,3% en las series de Stern
y Durry (89) y 2,7% en las de Anderson y asociados (4)-. Suelen
verse con mayor frecuencia ante la presencia de infección, cuando
la fijación tras una reducción abierta ha sido inadecuada, y cuan­
do no se ha podido lograr una correcta reducción y por tanto un
mantenimiento de la misma tras el tratamiento cerrado (Fig. 21-
48). La realización de reducciones abiertas de forma correcta, así
como la fijación interna rígida evitará la mayoría de estas compli­
caciones. Los diversos métodos de tratamiento de las seudoartro­
sis se exponen en el Capítulo 15.

C o n tr a c tu r a d e l te jid o b la n d o Figura 21-50. Roce del cubito contra el radio tras la resección de la
parte distal del cubito. Este paciente se quejaba de un injerto do lo ­
Una limitada rotación del antebrazo puede ser la consecuencia de roso con la rotación del antebrazo. Esta com plicación que sigue a
la contractura del tejido blando tras la consolidación de fracturas la reconstrucción de la articulación radiocubital distal puede evi­
de uno o ambos huesos del antebrazo. La contractura de la mem­ tarse mediante el empleo de una técnica que com bina el acorta­
m iento cubital ju n to a la realización de una artroplastia de in te r­
brana del interóseo, de la articulación radiocubital proximal o de posición y hem irresección cuando se reconstruye la articulación
la articulación radiocubital distal, ya sea aisladamente o en com­ distal radiocubital.
binación entre sí, puede conducir a una pérdida significativa de la
rotación del antebrazo. Se recomienda una fijación rígida precoz y rosas. En estos pacientes, puede considerarse la reconstrucción de
movilización también precoz para prevenir la contractura. Sin la articulación radiocubital distal una vez que el radio está sólida­
embargo, si se produce contracción del tejido blando, puede con­ mente consolidado. F.l acortamiento del cúbito puede considerar­
siderarse la liberación quirúrgica del tejido involucrado. Kleinman se si el radio se une en una posición de acortamiento y da lugar a
y Graham (51) han informado de resultados favorables tras cap- una ¡mpactación sintomática cubitocarpiana. Las deformidades
sulectomía de la articulación radiocubital distal en el tratamiento intraarticulares más complejas pueden ser tratadas mediante la
de la pérdida de la rotación postraumática en 9 pacientes. artroplastia de hemirresección e interposición descrita por Bowers
(13). Personalmente preferimos evitar la resección simple del
cúbito distal si es posible. Si el cúbito distal se resecciona, deberá
C o m p lic a c io n e s d e la s f r a c t u r a s d e G a le a z z i hacerse por debajo del periostio, debiéndose tener cuidado en pre­
Las complicaciones de estas fracturas son las inherentes a todas las servar el complejo ligamentoso colateral del cúbito (Fig. 21-50).
fracturas del antebrazo. Además, puede producirse subluxación y (Para más detalles acerca de la resección del cúbito distal, véase el
luxación de la articulación radiocubital distal. En pacientes con Capítulo 20). Otra alternativa a la resección del cúbito distal es el
fracturas agudas, las complicaciones son en gran medida evitables procedimiento de Sauve-Kapandji (80), operación en la que la
con una apropiada técnica quirúrgica y fijación rígida. Gran parte articulación radiocubital distal se fusiona y combina con la crea­
de la discusión llevada a cabo en la sección de complicaciones tras ción de una pseudoartrosis proximal a la fusión. l a técnica de este
la fractura de ambos huesos del antebrazo son aplicables a las que procedimiento se describe en otro lugar (13).
pueden darse en fracturas aisladas del radio. En pacientes con seu­
doartrosis y consolidaciones viciosas que se presentan para trata­
C o m p lic a c io n e s d e la s fr a c tu r a s d e M o n teg g ia
miento de forma tardía (tras 6 semanas), generalmente lo más
indicado es el realineamiento del radio y la aplicación de injerto Las fracturas de Monteggia pueden presentar complicaciones
óseo (Fig. 21-49) (123). Si se ha producido una reabsorción similares a las que presentan otras fracturas (4, 14, 17, 27, 65, 89,
importante del hueso en el lugar de la fractura, puede emplearse 127, 136). La mayoría de estas complicaciones pueden atribuirse
un injerto grueso de cresta ilíaca para recuperar la longitud del a la severidad de la lesión, a la viabilidad del tejido, a una fijación
radio y restablecer la relación radiocubital distal para obtener una adecuada y a errores en la técnica. Las fracturas de Monteggia pre­
funcionalidad razonablemente buena. sentan también una variedad de complicaciones características a
En pacientes con grados leves a moderados de seudoartrosis del esta lesión, y que incluyen errores diagnósticos, recidiva de la lu­
radio, la pronación y la supinación estarán limitadas y serán dolo- xación de la cabeza radial y sinostosis radiocubital. Tanto la expe-
916 Sección II: Extremidad superior

Figura 21-51. Proyecciones AP (A) y lateral (B) que


muestran una seudoartrosis del cubito asociado a
subluxación de la cabeza radial tras una fractura-luxa­
ción de M onteggia. El cúbito fue fijado con un tercio de
placa tub ula r sim ple de 6 agujeros. La fijación interna
cedió antes de que se produjera la consolidación de la
fractura. Para la fijación de esta lesión se requiere una
placa más grande y pesada. El paciente fue tratado
mediante la resección de la cabeza del radio (han
empezado a desarrollarse cam bios degenerativos),
injerto óseo y aplicación de una placa de com presión
dinám ica de contacto lim itado más larga.

rienda como el conocimiento de la unidad anatómica del codo semanas tras la cirugía inicial. Si el cúbito no está reducido ana­
con el antebrazo pueden reducir el número de errores diagnósti­ tómicamente y la cabeza del radio se luxa, se deberá considerar la
cos. Es importante la obtención de radiografías apropiadas del retirada de la fijación y la reducción anatómica del cúbito
codo en cualquier fractura cubital desplazada o cualquier otra mediante reducción abierta de la cabeza del radio (Fig. 21-51).
fracrura del antebrazo con dolor en el codo para poder evitar que Puede aparecer inestabilidad de la cabeza radial como un fenó­
una lesión de Monteggia pase desapercibida. Deberán documen­ meno tardío en relación a seudoartrosis del cúbito (131). El reco­
tarse las lesiones agudas nerviosas durante la cirugía mediante un nocimiento de la luxación de la cabeza radial más allá de las 6
examen físico exhaustivo, prestando una atención especial a las semanas tras la cirugía será mejor tratado mediante exéresis de la
ramas terminales de los nervios radial y medianos (p. ej., los ner­ cabeza del radio a menos que la superficie articular de la misma
vios interóseo posterior e interóseo anterior) (141). Los déficit esté bien conservada. Si la fractura del radio no está bien reduci­
neurológicos que aparezcan rras la cirugía y que no estaban pre­ da deberá realizarse una osteotomía seguida de fijación anatómi­
sentes con anterioridad a la misma, casi siempre afectan al nervio ca al mismo tiempo que se realiza la exéresis de la cabeza del radio
radial o al mediano. Estas lesiones son generalmente debidas a la (Fig. 21-52)
presión sobre la cabeza del radio durante la reducción o durante
una tracción excesiva.
l a luxación de la cabeza del radio tras la reparación quirúrgica AGRADECIMIENTOS
de las fracturas de Monteggia es infrecuente si la fractura se ha
reducido de forma anatómica. Si la cabeza del radio se luxa tras la El autor agradece la contribución del Dr. Fred G. Corlev, Jr.,
reparación quirúrgica, deberá valorarse la calidad de la reducción quien fue el autor de la sección de este capítulo dedicada a las frac­
cubital. Si el cúbito está anatómicamente reducido, la cabeza del turas aisladas de la diáfisis cubital y las lesiones de Monteggia en
radio podrá manipularse bajo anestesia y mantenerse en un yeso la cuarta edición del presente texto. Se han utilizado partes impor­
de brazo largo. Esta maniobra puede resultar exitosa hasta 4 tantes de las contribuciones del Dr. Corley en esta edición.
Capítulo 21: Fracturas diafisarias del radio y del cubito 917

Figura 21-52. Radiografía AP (A) y lateral (B) de


una fractura-luxación de M onteggia. La fractura
se trató por m étodos no quirúrgicos y ha resulta­
do en una consolidación defectuosa. La luxación
de la cabeza del radio fue tratada mediante resec­
ción de la m isma, y el cuello radial permaneció
mal alineado debido a la seudoartrosis del cubito.
Debería haberse efectuado una osteotom ía cubi­
B tal ju nto a la resección de la cabeza del radio.

BIBLIOGRAFÍA
torsión angle with computerized tomography in cadáver specimens.
F r a c tu r a s d e a m b o s h u e s o s J Bone Join t Surg 1997;79:833-837.
d e l an te b ra z o 11. Boreau J, Hermann P. Plague d’osteosynthése permettant Limpactlon
des fragments. Preste M ed 1952:60:356.
1. Abrams RA, Simmons BP, Brown RA, et al. Treatmcnt of post-trau- 12. Bostman O. Economic considerations on avoiding implant remováis
matic radioulnar synostosis with excisión and low-dosc radiation. / after fracture fixation by using absorbable devices. Scand J Soc M ed
H and Surg 1993;18A:703-707. 1994;22(l):41-45.
2. Anderson LD, Bacastow DW. Trcatment of forearm shaft fractures 13. Bowcrs W H. The distal radioulnar joint. In: Creen DP, ed. Operative
with comptession platos. Contemp Orthop 1984:8(6): 17. hand surgen, 2nd ed. New York: Churchill-Livingstone, 1988:
3. Anderson LD. Compression píate fixation and the effect of different 939-989.
types of internal fixation on fracture healing . ] Bone Join t Surg 1965; 14. Boyd HB, Lipinski SW, Wiley JH. Observations on non-unions of
47A :191-208. the shafts of the long bones, with a statistical analysis of 842 patients.
4. Anderson LD, Sisk TD, Tooms RE, et al. Corapression-plate fixation / Bone Join t Surg 1961 ;43A: 159—168.
¡n acute diaphyseal fractures of the radius and ulna. J Bone Join t Surg 15. Boyd HB. Surgical exposure of the ulna and proximal third of the
1975;57A:287-297. radius through one incisión. Surg Gynecol Ohstet 1940;71:86-88.
5. Bagby GW, Janes JM . The effect of compression on the rato of healing 16. Breit R. Post-traumatic radioulnar synostosis. Clin Orthop 1983; 174:
using a special píate. Am J Surg 1958;95:761-771. 149-152.
6. Banovetz JM , Sharp R, Probe RA, et al. Titanium píate fixation: a 17. Caden JG. internal fixation of fractures of the forearm./ Bone Joint
review of implant failures. / Orthop 'trauma 1996;10:389-394. Surg 196l;43A :l 115—1121.
7. Bauer G, Arand M, Mutschler W. Post-traumatic radioulnar synosto­ 18. Casey PJ, Moed BR. Greenstick fractures of the radius in adulrs: a
sis after forearm fracture osteosynthesis. Arch Orthop Trauma Surg report of two cases. / Orthop Trauma 1996:10:209—212.
1991;110:142-145. 19. Casey PJ, Moed BR. Fractures of the forearm complicated by palsy
8. Barbieri CH, Mazzer N, Aranda CA, et al. Use of a bone block graft of the anterior interosseous nerve caused by a constrictive dressing.
from the iliac crest with rigid fixation to correct diaphyseal defects A report of four cases. J Bone Join t Surg 1997;79-A: 122—124.
of the radius and ulna. J H and Surg [Br] 1997:22:395-401. 20. Chaptnan MW, Gordon JE, Zissimos AG. Compression-plate fixa­
9. Beaupre GS, Csongradi JJ. Refracture risk after píate removai in the tion of acute fractures of the diaphyses of the radius and ulna. / Bone
forearm./ Orthop Trauma 1996;10:87-92. Join t Surg 1989;71A:159-169.
10. Bindra RR, Colé RJ, Yamaguchi K, et al. Quantification of the radial 21. Cheng SL, Rajaratnam K, Raskin KB, et al. “Splint-top” fracture of
Capítulo

Fracturas y luxaciones del codo


KIMBEREY MEZERA
ROBERT N. HOTCHKISS

LUXACIONES Hallazgos radiológicos


Anatomía y biomecánica Clasificación
Clasificación Fracturas abiertas
Luxación posterior del codo (sin fractura asociada) Complicaciones
Fractura del epicóndilo interno Biomecánica
Fracturas de la apófisis coronoides Banda de alambre a tensión
Luxación anterior del codo Escisión
Luxaciones interna y externa del codo
Luxación divergente del codo FRACTURAS DE LA CABEZA DEL RADIO
Luxación recurrente del codo Anatomía y biomecánica
Rehabilitación Clasificación
Formación heterotópica de hueso Examen radiológico
Resultados Factores que influyen en la elección del tratamiento
Métodos de tratamiento preferidos por los autores
FRACTURAS DHL OLÉCRANON Técnica quirúrgica de escisión de la cabeza del radio
Anatomía Reducción abierta y fijación interna de la cabeza del radio: técni­
Mecanismo de lesión ca quirúrgica
Signos y síntomas Artroplastia de la cabeza del radio: técnica quirúrgica

Las lesiones del codo que producen limitación de la movilidad y


LUXACIONES
dolor crónico pueden terminar produciendo incapacidad para la
realización de actividades deportivas recreativas y para actividades En los últimos 10 años, el tratamiento de las lesiones de codo ha
de la vida diaria. La postura de la mano para agarrar y apretar es cambiado mucho. Contamos con técnicas notablemente mejora­
regulada en parte por el movimiento del codo. Las actividades das para tratar la inestabilidad, la rigidez, y la «impotencia» del
básicas diarias requieren un amplio rango de movimientos del codo. Estas mejoras han tenido un impacto directo en el trata­
codo tanto en su extensión, como en su flexión y en la rotación miento de la luxación del codo.
del antebrazo. Para comprender las luxaciones del codo, se debe tener un
Los procedimientos quirúrgicos reconstructivos tras un trau­ conocimiento preciso de los huesos, los ligamentos y las estructu­
matismo, como la artroplastia, han mejorado, pero en los pacien­ ras musculares que proporcionan estabilidad al codo antes de
tes jóvenes y activos, aún no se sabe cuánto tiempo pueden durar. lesionarse. Una vez producida la lesión el traumatólogo debe cues­
Por este motivo el tratamiento atento y diligente de las lesiones tionarse: ¿qué componentes de la articulación tienen mayor pro­
del codo es de la máxima importancia. babilidad de estar lesionados o deteriorados? ¿Qué hay que inter­
Estos procedimientos son técnicamente exigentes y requieren venir (si es que hay algo)? ¿Cómo rehabilitaré el codo tras la
una cuidadosa planificación. Se necesita un conocimiento de la reducción? El objetivo del tratamiento debe ser conseguir un codo
anatomía profundo y preciso para evitar lesionar las estructuras estable, con las diferentes estructuras bien posicionadas, y con la
neurovasculares vecinas. El progreso de las técnicas de imagen ha mínima pérdida de movimiento.
hecho que los planes quirúrgicos sean más precisos, y una amplia La respuesta individual a las luxaciones del codo es descon­
variedad de implantes y de prótesis facilita la reconstrucción qui­ certante. Mientras algunos pacientes desarrollan rápidamente
rúrgica. rigidez de la articulación, otros presentan una inestabilidad recu­
rrente de la misma. La clave para obtener el mejor resultado posi­
ble pasa por reconocer el patrón de la lesión, realizar la mejor
opción terapéutica, y después hacer un seguimiento de la res­
K im b erly Mezera: Department of Orthopaedic Surgery, Southwestern puesta del paciente para detectar cualquier problema con la sufi­
Medical School, Dallas, Texas. ciente precocidad y poder intervenir con eficacia. Este Capítulo
R o b en N. H otchkiss: Hospital for Special Surgery. New York, New ayudará al traumatólogo, al fisioterapeuta y al paciente en la elec­
York. ción del m ejor tratamiento, para posteriormente valorar la evolu ­
922 Sección II: E xtremidad superior

ción del paciente tras el mismo y detectar la aparición de com­ Una fractura amplia de la apófisis coronoides, una fractura del epi­
plicaciones. cóndilo interno y la rotura del ligamento colateral interno pueden
alterar completamente la anatomía de la porción medial del codo. El
ligamento colateral externo se inserta en el ligamento anidar. l a
A n a to m ía y b io m e c á n ic a lesión de este ligamento produce inestabilidad en la rotación poste-
La articulación humerocubital es la piedra angular de la estabilidad rolateral del codo y puede complicarse con una luxación recurrente si
ósea y la movilidad en el plano de la flexo-extensión del codo -espe­ no se protege adecuadamente durante la rehabilitación (27, 30, 32).
cialmente la apófisis coronoides-. La apófisis coronoides puede Los músculos que rodean al codo, además del bíceps/braquial
soportar una subluxación posterior de hasta más de 30 grados, y tríceps, en teoría también lo estabilizan. Sin embargo, es difícil
dependiendo de la existencia o no de otras lesiones. La carilla medial cuantificar la importancia del tendón del supinador, del extensor
de la coronoides tiene un papel fundamental en la estabilización de cubital del carpo y del origen de los extensores. Hasta ahora,
la articulación en los desplazamientos en varo. En los movimientos excepto en recomendaciones anecdóticas, la reparación de estos
extremos de la articulación humerocubital el olécranon o la apófisis músculos después de una lesión aguda no se ha demostrado
coronoides encajan en sus correspondientes fosas, y de esta forma imprescindible para prevenir o evitar la reluxación, a pesar de que
aumentan la estabilidad gracias a la contracción muscular y con una estén lesionados o rotos (26, 57).
escasa aportación de los ligamentos (25). No obstante, la mayoría de
las actividades en la mayoría de los pacientes, dependen de la inte­
C la s if ic a c ió n
gridad tanto de los ligamentos como de los huesos de la articulación.
El fascículo anterior del ligamento colateral interno sujeta la cara Debido a que la mayoría de las luxaciones agudas del codo en los
interna de la articulación, recorriendo un trayecto que va desde un adultos se producen en la articulación humerocubital, casi todas
punto interno y distal al epicóndilo interno, hasta el tubérculo subli­ las clasificaciones hacen referencia a la posición del cúbito con res­
me, ligeramente interno y distal a la coronoides. El músculo braquial pecto al húmero tras la lesión. Una luxación posterior, por lo
se insena más distalmente en la cara anterior de la porción proximal tanto, se refiere a una posición del cúbito y el radio posterior al
del cubito (Fig. 22-1). Las fracturas cerca de la base de la apófisis húmero. El retraso en el tratamiento de la luxación (más de 3 a 6
coronoides pueden comprometer a estas importantes estructuras. La semanas), a la que algunas veces se hace referencia de forma peyo­
cabeza del radio también contribuye a la estabilidad del codo rativa como «luxación abandonada» debe considerarse por separa­
ampliando la base de apoyo del antebrazo, tensando el ligamento pos- do y será analizada más adelante. Las luxaciones recurrentes se cla­
terolateral y actuando como un contrafuerte anterior (10). Aunque la sifican de modo diferente y su tratamiento es totalmente distinto.
importancia de la cabeza radial en proporcionar estabilidad en valgo La mayoría de las luxaciones agudas son posteriores y afectan
a la articulación se intuye, también ayuda indirectamente a la estabi­ tanto al radio como al cúbito. La distinción entre posterior, poste-
lidad en varo tensando el complejo del ligamento lateral. Las fractu­ rolateral y posteromedial es algunas veces difícil de precisar y pocas
ras de la apófisis coronoides, de la cabeza del radio, del epicóndilo veces influye en el tratamiento. Los otros tipos de luxación -ante­
interno o del olécranon se pueden asociar con luxación del codo, rior, interna, externa y divergente- son infrecuentes y requieren
complicando el tratamiento, como se verá más adelante. un tratamiento individualizado. Las luxaciones puras externa e
Lis partes blandas del codo proporcionan como mucho el 40 % de interna pueden requerir una reducción abierta por compresión de
la resistencia a la sobrecarga en valgo y un 50 % a la sobrecarga en varo, músculos o de nervios. La luxación aislada de la cabeza del radio
con el codo en extensión (1). El fascículo anterior del ligamento cola­ es infrecuente en adultos, al contrario que entre los niños.
teral interno puede proporcionar entre la tercera parte y la mitad de la
Mecanismo de lesión
resistencia del codo a la sobrecarga en valgo dependiendo del grado de
flexión del codo y de cómo se defina «estabilidad» en el contexto expe­ Las luxaciones posteriores del codo son producidas habitualmen­
rimental (17, 51). te por una caída sobre la mano o la muñeca (Fig. 22-2). El meca-

Figura 22-1. Esta sección sagital de la anatomía del


codo muestra la inserción del m úsculo braquial distal
a la apófisis coronoides. También se puede com probar
la delgadez del hueso al nivel de la fosa del olécranon.
Capítulo 22: Fracturas y luxaciones de! codo 923

nismo preciso de la luxación no se conoce. I.a fuerza de la caída Lesión vascular


es transmitida al codo en extensión, produciéndose una fuerza Muchos autores han encontrado lesiones de la arteria braquial
anterior que desplaza al cubito fuera de de la tróclea. Como la asociadas a la luxación del codo. En 1913, Sherrill (46) reparó la
articulación continúa hiperextendida, la cápsula anterior y los arteria braquial «con el método descrito por Carrel y empleado
ligamentos colaterales son sometidos a una tensión en aumento y por Crile» con buenos resultados.
ocasionalmente se pueden romper. Además de la hiperextensión, La mayoría de los cirujanos están de acuerdo en que la repara­
se produce una sobrecarga en valgo y, como describió O’Discroll, ción arterial con un injerto de vena safena debe ser el tratamiento
un momento de «rotación externa» posterolateral (30). En pacien­ de referencia. A veces no es necesario utilizar injertos, pero si la
tes sometidos a exploración quirúrgica inmediatamente tras la zona lesionada es extensa, y si se pretende la movilización comple­
luxación posterior, la mayoría tenían rotura del ligamento colate­ ta tras el tratamiento, el vaso reconstruido ha de tener una longi­
ral medial, y algunos incluso presentaban una lesión de la masa de tud que permita la extensión completa. Louis y cois. (22) aprecia­
origen de los músculos flexores, en la columna interna. ron que los pacientes con una arteria reparada funcionante no te­
La luxación anterior, más rara, puede ser producida por un nían intolerancia al frío ni claudicación, pero en aquellos en los que
impacto en la cara posterior del antebrazo en una posición de lige­ se trombosó el injerto, apreciaron signas de isquemia en la mano.
ra flexión. La ausencia de pulso no impide que se intente realizar una
reducción cerrada. Pero si el flujo arterial, comprobado por el
retorno del pulso en la muñeca inmediatamente tras la reducción
Valoración inicial
(la mano puede estar también mal perfundida), no se restablece
La principal prioridad durante el tratamiento es comprobar la si­ inmediatamente tras la reducción, se debe preparar al paciente
tuación neuromuscular del antebrazo y de la mano antes de la para realizar una reconstrucción arterial con un injerto de vena
manipulación. El médico debe comprobar la situación de la arte­ safena sin demora. Si se realiza una arteriografía, se hará en el qui­
ria braquial y de los nervios mediano y cubital, ya que éstas son las rófano, especialmente si el procedimiento supone un retraso en el
estructuras más vulnerables, y pueden ser atrapadas durante la tratamiento precoz. Si el antebrazo y la mano han permanecido
manipulación. Con frecuencia, el paciente tiene dolor intenso y no mal perfundidos por retraso de la intervención, se debe realizar
colabora, pero de todas formas, se debe intentar realizar una com­ una fasciotomía volar en el antebrazo y la mano al mismo tiempo
probación cuidadosa y completa. También se deben examinar las que se repara el vaso para reducir el riesgo de que se produzca una
radiografías para descartar la presencia de fracturas asociadas de la contractura de Volkmann.
parte distal del húmero, de la cabeza del radio y de la apófisis coro- Existe un espectro completo de lesiones arteriales, por lo que
noides. No se debe dudar en ingresar a un paciente durante 24 es importante vigilar la pérdida de la circulación tras la reducción
horas en observación si tiene inflamación muy importante, lesión debido a una lesión de la íntima. La presencia de pulsos, única­
vascular o riesgo de desarrollar un síndrome compartimental. mente, no permite asegurar la presencia de una circulación ade-

Figura 22-2. A : Luxación posterior del codo. Se aprecia la apófisis coronoides adyacente a la fosa del olécranon. B: En una proyección ante-
roposterior, se observa un desplazam iento lateral ligero tanto del radio com o del cúbito.
924 Sección II: Extremidad superior

cuada en la mano o la perfusión de la musculatura del antebrazo.


Es necesaria la exploración en busca de signos de aumento de la
presión compartimental en el antebrazo y la mano. El dolor pro­
ducido por una extensión pasiva suave de los dedos es el indica­
dor precoz más importante de isquemia.

Lesión nerviosa
Los nervios mediano, cubital, radial e interóseo anterior se pueden
lesionar durante la luxación del codo. La incidencia relativa no se
puede obtener del mero análisis de los casos clínicos publicados,
pero parece que la lesión del nervio radial es la menos frecuente, y
es de la que se encuentran menos casos publicados. Se han publi­
cado casos de lesión del nervio cubital por compresión anterior del
mismo en la articulación. El desplazamiento en valgo que ocurre
durante la luxación puede distender también al nervio cubital.
El nervio mediano puede lesionarse durante la luxación por
estiramiento, o durante la reducción siendo atrapado por la arti­
culación (Fig. 22-3).
Es por lo tanto importante examinar al paciente antes y después
de la manipulación para comprobar la función individual de cada
nervio. F.I diagnóstico más complicado es probablemente el de la
parálisis aislada del nervio interóseo anterior, porque no produce
déficit sensitivo. En los casos en que el déficit está presente tanto
antes como después de la reducción, lo mejor es que el traumató­
logo espere y vigile los signos de resolución de la parálisis, expli­
cando al paciente que la reexploración puede ser todavía necesa­
ria. Si hay deterioro de la función y dolor intenso en la zona de
distribución del nervio, estará indicado realizar una exploración y
descompresión del nervio.
Una electromiografía basal a las 6 semanas de la lesión puede
ayudar a encontrar signos de desnervación, pero la recuperación
puede no ser evidente. La realización de exámenes clínicos seriados
es lo más práctico. Lo normal es que se produzca la recuperación
espontánea, pero si no se ha producido en tres meses, se debe con­ Figura 22-3. Hallet describió tres form as por las que el nervio
siderar una intervención quirúrgica. m ediano puede quedar atrapado en el codo. (De H allet J.
Entrapm ent o f the median nerve after dislocation of the elbow. A
case report. J. Bone J o in t Surg 1981; 63B: 408-412, utilizado con
autorización.)
L u x a c ió n p o s t e r io r d e l c o d o
( s i n f r a c t u r a a s o c ia d a )
tejidos blandos y pérdida de fragmentos óseos dentro de la cavi­
Opciones de tratamiento dad articular, incluyendo el epicóndilo interno. Estos hallazgos
Reducción cerrada podrían requerir la cirugía para retirar los fragmentos óseos de la
Nosotros recomendamos realizar la reducción bajo sedación con el cavidad articular.
paciente consciente en una sala de Urgencias donde pueda ser moni- Casi todos los pacientes con luxación presentan signos de inesta­
torizado. Es más confortable para el paciente y se puede conseguir rela­ bilidad del codo durante su exploración inicial. No obstante esto no
jar la musculatura contraída, de manera que con una tracción longi­ indica necesariamente la intervención quirúrgica. Muchos autores
tudinal suave combinada con una presión posterior sobre el olécranon, han demostrado que la reconstrucción quirúrgica de los ligamentos
por ejemplo «ordeñándolo» hacia delante, la estabilización anterior del no ofrece beneficios. Josefsson et al. (18) no encontraron beneficios
húmero distal permitirá muy frecuentemente una reducción sencilla en la reparación quirúrgica de los ligamentos internos en una luxa­
(Fig. 22-4). Existe controversia respecto al uso de la hiperextensión ción posterior del codo no complkada, y de hecho en su publicación
durante la reducción para «desencajar» el olécranon del húmero distal describen que aquellos pacientes que no fueron intervenidos quirúr­
(Fig 22-5). El peligro potencial de esta maniobra es la posibilidad de gicamente tuvieron menos síntomas que los que sí fueron interveni­
atrapar al nervio mediano en la cavidad articular y de aumentar la dos. Nosotros no recomendamos la reconstrucción quirúrgica de los
lesión del músculo braquial. Nosotros no realizamos la hiperextensión ligamentos en las Ilutaciones posteriores del codo simples.
de manera rutinaria. Tras la reducción se debe realizar una radiografía
para confirmar la reducción del codo una vez inmovilizado.
F r a c tu r a d e l e p ic ó n d ilo in t e r n o
Reducción abierta El epicóndilo interno puede ser atrapado en la cavidad articular
La necesidad de realizar una reducción abierta tras una luxación tras la reducción, especialmente en los pacientes más jóvenes (30,
posterior de codo no complicada es infrecuente. Muchos autores 36, 41, 49). Inmediatamente tras la reducción cerrada, el codo
(14, 21, 30, 37, 55) han descrito luxaciones con compresión de debe presentar una amplia movilidad. Si no es posible moverlo
Capítulo 22: Fracturas y luxaciones del codo 925

Figura 22-4. A : M étodo de Parvin para reducción cerrada de una luxación de codo. El paciente se tiende en prono en una cam illa, y el m édi­
co aplica una tracción suave de la muñeca hacia abajo durante unos m inutos. A m edida que el olécranon comienza a desplazarse distal-
mente, el m édico eleva suavemente el brazo del paciente. No se necesita la colaboración de un ayudante, y si la m aniobra se realiza con la
suficiente suavidad, tam poco es preciso anestesiar. (Reproducido de Parvin RW. Closed reduction o f com m on shoulder and elbow disloca-
tlons w ith o u t anesthesia. Arch Surg 1957; 75: 972-975.) B: En el m étodo de reducción de Meyn y Quigley, sólo el antebrazo cuelga al lado
de la camilla. A m edida que se realiza una suave tracción hacia abajo de la muñeca, el m édico va guiando la reducción del olécranon con
su otra mano. (Reproducido de Meyn MA, Q uingley TB. Reduction o f posterior dislocation o f the elbow by traction on the dangling arm.
Clin O rthop 1974; 103: 106-108.)

A B

Figura 22-5. Proyecciones lateral (A) y anterior (B) de una luxación posterior de codo en las que se aprecia cóm o la apófisis coronoldes
impacta en la tróclea. En esta lesión, la apófisis coronoldes se puede fracturar durante el Impacto.
926 Sección II: Extremidad superior

con suavidad y sin restricción en sus movimientos o si presenta bres de Kirschner o tornillos. También se puede escindir el hueso
algún tipo de bloqueo mecánico en su movilización, se debe sos­ y fijar el origen del flexor común directamente en el mismo.
pechar que la causa es la compresión en la articulación del epi-
cóndilo interno. Si una radiografía lateral muestra el fragmento
óseo arrancado al nivel de la cavidad articular, se debe asumir que
F r a c tu r a s d e la a p ó f is is c o r o n o id e s
el fragmento óseo se encuentra en su interior (35). Las fracturas de la apófisis coronoides habitualmente reflejan la exis­
Aunque la compresión del epicóndilo medial es más frecuente tencia de un traumatismo grave del codo. Aunque antes se pensaba
en los niños, esta posibilidad debe tenerse en cuenta en cualquier que se producían por arrancamiento, lo más probable es que ocurran
luxación posterior. Si no se diagnostica esta complicación y se reti­ debido al impacto contra la tróclea del húmero. La inserción del
ra el fragmento óseo precozmente, se puede producir una des­ músculo braquial bastante más distal que el pico de la apófisis coro­
trucción grave del cartílago articular (49). noides, es menos probable que pueda producir esta lesión por arran­
El epicóndilo atrapado rara vez (si es que se consigue alguna camiento (Fig. 22-1). Sin embargo, en fracturas de fragmentos óseos
vez) puede ser extraído mediante manipulaciones. Se ha descrito grandes y distales a la apófisis coronoides una parte importante de la
una maniobra que consiste en aplicar una sobrecarga en valgo al inserción del músculo braquial se debe volver a fijar (Fig 22-6). La
antebrazo acompañada de supinación y extensión de la muñeca y fractura de un fragmento grande de la apófisis coronoides se ha aso­
los dedos para tirar de los músculos flexores (36). Nosotros no ciado con la luxación recurrente, y algunos autores recomiendan que
hemos tenido éxito con esta maniobra. Habitualmente es necesa­ estas luxaciones sean inmovilizadas en el grado de flexión máximo
ria la artrotomía para extraer el hueso, que posteriormente puede posible (8); de cualquier forma, la reconstrucción y la protección de
ser fijado en su localización normal mediante el empleo de alam­ la reconstrucción son habitualmente obligatorias en fracturas dcs-

Figura 22-6. A : Fractura previam ente fijada con una placa


6 semanas después de la intervención inicial. La placa se
ha doblado y se aprecia un fragm ento óseo por encima
(flecha) que contiene la inserción de m úsculo braquial. B:
El fragm ento óseo con la inserción del braquial retenido
con unas pinzas de Allis. C: La fractura fue fijada de nuevo
con una placa de com presión dinám ica de 3,5 m m y se
colocó un to rn illo a través de la inserción del braquial.
Capítulo 22: Fracturas y luxaciones del codo 927

plazadas de un tercio o más de la cara articular (22, 50, 56). Incluso Luxación posterior crónica del codo
una pequeña fractura de la coronoides puede indicar un traumatis­ El período de tiempo que ha de transcurrir para hablar de una luxa­
mo potencialmente grave con luxación recurrente. ción crónica o no reducida, no está claramente establecido, pero si
Regan y Morrey (42) han clasificado, retrospectivamente, las una luxación no es reducida durante más de 7 días, la probabilidad
fracturas de la coronoides en tres tipos (Fig. 22-7): de realizar una reducción cerrada es pequeña, incluso con tracción.
El tratamiento se complica por la presencia de una contractu­
Tipo I: Pequeña fractura por arrancamiento del pico de la ra de la articulación, ya sea incipiente o establecida, y se requeri­
coronoides. rá tanto una reducción abierta de la luxación como una liberación
Tipo II: El fragmento óseo incluye al 50% de la coronoides de la contractura incipiente, para restablecer la función de la arti­
pero no se extiende hasta la base de la apófisis. culación, especialmente en aquellos casos en los que el tratamien­
J ipo III: Fractura de la base de la coronoides, probablemente to se demora más de 3 ó 4 semanas.
incluyendo las inserciones del braquial y del fascículo anterior del El tratamiento quirúrgico de esta situación produce una para­
ligamento colateral interno. doja terapéutica. Para reducir la luxación, todos los tejidos blan­
dos que encapsulan a la articulación deben ser liberados. Esto
Su estudio retrospectivo ayudó a identificar la complejidad de incluye retirar la cápsula y los ligamentos tanto en la cara anterior
estas fracturas y las lesiones asociadas. No está claro, sin embargo, como en la posterior de la articulación. Sin embargo, una vez que
si el tamaño del fragmento es la causa de la inestabilidad o el sim­ se completa esta liberación extensa de tejidos, la articulación
ple reflejo de la violencia del traumatismo. queda muy inestable y fácilmente luxable hacia posterior.
Las fracturas con fragmentos rotos mayores también se asocia­ Además el tendón del tríceps se acorta a medida que la arti­
ron con traumatismos más graves y la presencia de luxación acom­ culación permanece luxada. Este acortamiento hace que la reduc­
pañando a la fractura. Por lo tanto, la presencia de fracturas de la ción, y la flexión de la articulación tras la reducción, sean más
apófisis coronoides debería hacernos considerar la presencia de difíciles. Aunque la formación heterotópica de hueso es en teoría
inestabilidad del codo que requiera tomar medidas más allá del significativa, este tipo de luxación debe ser reducido quirúrgica­
simple tratamiento cerrado. En este caso debería plantearse la mente, en el momento en que sea diagnosticada.
reducción abierta para fijar el fragmento ya sea con el uso de tor­ En este tipo de luxaciones, nosotros recomendamos el uso de
nillos o de alambres. La reducción abierta con fijación interna de fijadores externos articulados en bisagra, para mantener la reducción
una fractura significativa de la apófisis coronoides produce la esta­ de la articulación, permitir la movilidad, y mejorar la fortaleza de
bilidad necesaria para prevenir futuras luxaciones. La intervención los músculos y los tendones (Fig 22-8). La fijación en bisagra se
quirúrgica debería también plantearse en aquellas fracturas que coloca después de realizar una reducción abierta y una liberación
interfieren con la motilidad de la articulación. Esto puede ocurrir completa de la articulación, incluyendo una transposición del
si el fragmento óseo se sitúa en la cavidad articular o si se despla­ nervio cubital. Las superficies de la articulación están cubiertas
za proximalmente produciendo un bloqueo de la flexión. El perío­ por un hematoma organizado que requerirá ser desbridado cuida­
do de inmovilización debe ser de 3 a 4 semanas, más prolongado dosamente. Una vez expuestas las superficies cartilaginosas y libe­
que en la mayoría de las luxaciones. El paciente debe ser advertido rada la cápsula tanto anterior como posteriormente, la articula­
de la posibilidad de que la luxación recidive y de la necesidad de ción puede ser reducida con suavidad sin demasiado esfuerzo.
ser valorado radiográficamente cada semana. La inmovilización La articulación de la cabeza del radio también requiere ser des­
prolongada producirá habitualmente una contractura en flexión bridada. La reparación de los ligamentos no se realiza al mismo
que puede requerir el tratamiento quirúrgico de la misma. tiempo que la reducción abierta habitualmente. La fijación en
bisagra permanece colocada durante 8 semanas, durante este tiem­
po se realizarán movimientos activos y pasivos de la articulación.
Aunque es extraño, aún no se han descrito casos de de inestabili­
dad tardía o de formación significativa de hueso heterotópico.

L u x a c ió n a n t e r io r d e l c o d o
La luxación anterior del codo habitualmente se produce tras una
caída, con una fuerza que golpea al antebrazo flexionado en su
cara posterior (3, 34). En 1922, Cohn (3) atribuyó la descripción
original de esta lesión a Everts en 1787. Debido a que se produce
un golpe desde atrás, también se puede producir una fractura del
olécranon (3).

Signos y síntomas
Debido a que se puede lesionar la arteria braquial, se recomienda
valorar la posibilidad de lesión neurovascular cuidadosamente.
Antes de la reducción el brazo está acortado, con el antebrazo en
Figura 22-7. Clasificación de Regan y M orrey de las fracturas de la
supinación. l a epífisis distal del húmero resalta posteriormente.
apófisis coronoides. (De Regan W, M orrey BF. Fractures o f corinoid
process o f the ulna. J Bone J o in t Surg 1989; 71 A: 1348-1354; u tili­ F.1 tendón del bíceps tensa la piel en la cara anterior de la articu­
zado con autorización.) lación.
928 Sección //: Extremidad superior

Figura 22-8. A , B: Luxación interna del codo diagnosticada tardíam ente (6 semanas). C, D: Tras la
reducción abierta con exposición com pleta de la articulación desde su cara interna, se colocó una fija ­
ción externa articulada en bisagra sin reparación o reconstrucción de los ligam entos. E: Se aprecia
que el dispositivo está bien centrado en el eje del codo. F, G: M ovilidad tras 18 meses sin inestabili­
dad de la articulación. (La figura continúa.)
Capítulo 22: Fracturas y luxaciones del codo 929

Métodos de tratamiento y extensión moderada, y luego una presión directa interna o exter­
na. Hay que tener cuidado para no convertir estas lesiones en una
La maniobra de reducción es prácticamente la inversa de la reali­ luxación posterior durante la reducción, produciendo más lesión
zada en la luxación posterior. Se realiza primero una tracción de partes blandas. Si desafortunadamente se convierten en una
suave del antebrazo para relajar los músculos contraídos. Después luxación posterior, se reducirá ésta de la forma descrita para las
se aplica una presión hacia atrás y abajo al antebrazo con una luxaciones posteriores. La luxación interna es habitualmente una
suave presión hacia delante en la parte distal del brazo. De nuevo, subluxación más que una luxación completa, y las lesiones de las
tras la reducción se ha de inspeccionar cuidadosamente la situa­ partes blandas no son tan extensas como en la luxación externa.
ción neurovascular. Las partes blandas, como el ancóneo, pueden interponerse en la
La inserción del tríceps puede desinsertar.se en este tipo de articulación, bloqueando la reducción cerrada y requiriendo una
luxación, por lo que el medico debe comprobar el movimiento reducción abierta.
de extensión del codo.
El codo se inmoviliza en una flexión de algo menos de 90 gra­
dos, dependiendo de la cantidad de edema y de la situación del L u x a c ió n d iv e r g e n t e d e l c o d o
tríceps. Si hay una fractura de olécranon asociada, recomendamos En la luxación divergente del codo, un tipo raro de luxación, el
una reducción abierta con una fijación rígida para mantener la radio y el cúbito se luxan en direcciones opuestas. Pueden darse
estabilidad. El protocolo de rehabilitación es similar al de las luxa­ dos tipos, anteroposterior y mediolareral (transversa).
ciones posteriores. El tipo anteroposterior es el más frecuente (Fig 22-11) y fue des­
L u x a c io n e s in t e r n a y e x t e r n a d e l c o d o crita por primera vez en 1841 por Bulley (52). Consiste en una
luxación posterior del cúbito con la apófisis coronoides alojada en
Las luxaciones internas y externas del codo producen un ensan­ la fosa del olécranon. Los estudios en cadáveres han demostrado
chamiento del codo y de la longitud relativa del brazo y el ante­ que este tipo de luxación puede ser producida por una pronación
brazo normal. En la radiografía anteroposterior, las luxaciones forzada del antebrazo tras haber seccionado el ligamento colateral
puras internas o externas muestran la escotadura sigmoidea mayor interno. De esta manera, con el antebrazo en pronación torzada el
del cúbito en el plano del húmero distal (Fig. 22-9). húmero avanza distalmente, separando el radio y el cúbito. Además
En una luxación pura lateral la escotadura sigmoidea mayor de la ruptura de los ligamentos colaterales y del orbicular, se puede
puede articularse en el surco capitulotroclear (Fig. 22-10), permi­ apreciar el ligamento interóseo rasgado. Clínicamente este tipo de
tiendo cierto grado de flexión y extensión. Este movimiento luxación recuerda la luxación posterior, excepto porque la cabeza
puede conducir al traumatólogo confiado a obviar el diagnóstico del radio puede palparse en la fosa antecubital. La reducción se rea­
de una luxación, especialmente si hay un edema importante. liza reduciendo primero el cúbito de una forma similar a como se
Las luxaciones internas y externas se reducen realizando trac­ hace en la luxación posterior. Cuando la luxación del cúbito se está
ción del brazo en sentido contrario, tracción distal del antebrazo realizando se ejerce al mismo tiempo presión directamente sobre la
930 Sección II: Extremidad superior

Figura 22-9. Proyección anteroposterior de una luxación lateral en


la que el olécranon está com pletam ente desplazado de la tróclea.
(Esta lesión es menos frecuente que la subluxación, que se mues­
tra en la Fig. 22-10.)

cabeza del radio para reducirla también. Smith (50) advirtió que
la reducción de la cabeza del radio puede ser difícil y puede reque­
rir una intervención quirúrgica. La mayoría de los autores reco­
miendan que tras esta lesión el codo sea inmovilizado en flexión con
el antebrazo en supinación (4, 5, 7). La rehabilitación debería seguir
las recomendaciones del algoritmo de tratamiento para las luxacio­
nes simples de codo, excepto en que se debe mantener la supinación
del antebrazo durante un período de tiempo mayor.
Lis luxaciones mediolaterales (transversas) son según muchos
autores tan raras, que pueden considerarse como una curiosidad qui­
rúrgica (5, 7, 50). En la descripción de Warmont del caso original de
Guersant en 1854, la epífisis del húmero quedaba encajada entre el
radio lateralmente y el cúbito medialmente (54). Esta lesión se
puede reconocer fácilmente por la clínica. El codo está ensanchado
de forma importante. La superficie articular de la tróclea puede pal­
parse fácilmente en la superficie posterior del codo. Conwell y
Reynolds (4) recomendaron reducir las luxaciones transversas apli­
cando una tracción con el codo en extensión mientras se presiona
sobre los extremos proximales del radio y el cúbito a la vez. El trata­
miento debería permitir cierto grado de movimiento del codo a la
vez que se protege a la cabeza del radio de la subluxación mante­
niendo el antebrazo inmovilizado en supinación durante un tiempo.
Figura 22-10. A : Proyección lateral de una subluxación lateral del
L u x a c ió n r e c u r r e n t e d e l c o d o codo. La cavidad troclear parece estar articulada con la epífisis
distal del húmero. No hay desplazamiento anterior o posterior de
Luxación recurrente aguda: codo muy inestable la región proxim al del cúbito. B: La proyección anteroposterior
muestra que los extrem os proxim ales del radio y el cúbito se des­
La luxación recurrente del codo en una situación aguda general­ plazan lateralm ente com o una unidad. La cavidad troclear del
mente ocurre en el contexto de un grave traumatismo en el que la cúbito se articula con el surco capitulotroclear. Esto perm ite cierto
cabeza del radio y la apófisis coronoides se fracturan, y se produ- grado de m ovilidad en flexión y extensión.
Capitulo 22: Fracturas y luxaciones del codo 931

Es difícil establecer la prioridad de las medidas enunciadas ante­


riormente en esta compleja lesión. No hay series largas de pacien­
tes que la hayan padecido. Cualquiera que sea el método que se
utilice, el codo debe mantenerse lo suficientemente estable como
para permitir una movilización precoz. Colocar clavos a través de la
articulación, aunque sea temporalmente (3 a 5 semanas), puede
producir frecuentemente rigidez de la articulación y formación de
hueso heterotópico, por lo que no se recomienda de forma rutina­
ria. Los requerimientos mínimos para conseguir estabilidad en la
lesión aguda son una tensión músculo-tendinosa suficiente y una
articulación humerocubital competente. Puede ser también prácti­
co reparar o reconstruir los ligamentos externos e internos.
Una fijación externa articulada puede ser el elemento más impor­
tante del tratamiento, ya que permite la movilización sin que se pier­
da la congruencia lograda con la reducción (Fig. 22-8) (42, 48). Este
método ha sido usado en traumatismos de alta energía, donde todos
los tejidos blandos han sido separados de la articulación. La fijación
articulada se deja colocada durante 8 semanas. Si es posible los liga­
mentos colaterales externos debes ser reparados durante la reducción
abierta utilizando una sutura que los ancle en el epicóndilo externo.
La secuencia de la reparación también es importante. La arti­
culación debe reducirse en primer lugar y el fijador externo colo­
cado. Las suturas se colocan en los ligamentos externos y se fijan
mediante las mismas, pero no se han de anudar antes de que el
fijador esté ya colocado. Se debe tener cuidado también al reparar
la cápsula lateral para dejarla lo más isométrica posible. La parte
medial de la articulación es más difícil de reparar y puede no ser
siempre necesario hacerlo.

Luxación crónica recurrente

La inestabilidad crónica del codo puede producir luxación re­


currente, aunque se pensaba que era una entidad rara, actualmen­
te se reconoce cada vez más, a pesar de que no hay casos descritos
Figura 22-11. Luxación anteroposterior divergente del codo. El
cubito está desplazado posteriorm ente y el radio anteriorm ente.
en las series más recientes de luxación posterior simple en adultos
Este paciente presentó tam bién una fractura de cubito que requi­ (19). El diagnóstico es con frecuencia difícil, se presenta habitual­
rió una reducción abierta y una fijación interna con una placa AO mente en jóvenes atletas y puede pasar desapercibida durante
(ASIF). La luxación divergente se trató con una reducción cerrada, algún tiempo.
y el paciente recuperó casi toda la m ovilidad del codo sin dolor.
La fisiopatología de la inestabilidad crónica y la luxación re­
currente no se conoce. Aunque estudios anatómicos y biomecáni­
ce una luxación con un amplio desplazamiento: la «tríada terrible» cos implican al fascículo anterior del ligamento lateral interno,
del codo. La tensión muscular en reposo, necesaria para mantener Osborne y Cotterill (33) y O’Driscoll et al. (30) han sugerido que
la estabilidad de la articulación es mínima (2). La atonía o hipo- la relajación de la cara lateral es el déficit fundamental (de forma
tonía de la musculatura que rodea una articulación lesionada tam­ análoga a la lesión de Bankarr en la luxación anterior recurrente
bién ha sido descrita en la rodilla y en el hombro. La mayoría de del hombro). Hassmann y colaboradores (11) describen cuatro
las veces, la luxación recurrente aguda puede prevenirse mante­ pacientes, de los que dos fueron tratados únicamente con un
niendo la flexión del codo durante muchos días hasta que el abordaje externo, mientras que a los otros dos se les realizó recons­
paciente recupera su tono muscular. La extensión puede ir luego trucción tanto medial como lateral. Dryer y asociados (9) piensan
aumentando lentamente y de forma progresiva mediante el uso de que el arrancamiento del braquial y de la parte anterior de la cáp­
una codera articulada. Durante los primeros días la luxación sula contribuyen a esto. Las fracturas de la apófisis coronoides con
puede recidivar con facilidad. El traumatólogo debe tener un alto desplazamiento también pueden contribuir a la inestabilidad.
índice de sospecha y supervisar de forma adecuada esta posibili­ O’Driscoll y colaboradores (27, 30) han hecho la contribución
dad. Se deben realizar radiografías frecuentemente para asegurar­ más importante para el mecanismo de producción de la inestabi­
se de que la luxación permanece reducida durante la movilización, lidad y luxación recurrentes. Al igual que Osborne y Cotterill, que
especialmente cuando el grado de extensión va aumentando. resaltaron la importancia clínica de la cara lateral, O’Driscoll y
Si estas simples medidas son insuficientes para mantener la colaboradores han descrito la estructura y la anatomopatología de
reducción, se pueden intentar otras, como: (a) la fijación interna los ligamentos laterales. Mediante la reconstrucción del complejo
de la cabeza del radio o de la apófisis coronoides, (b) una fijación del ligamento posterolateral utilizando injertos de tendón, la
externa articulada del codo y (c) el recambio de la cabeza del radio mayoría de los pacientes no vuelven a presentar reluxación o
por una prótesis (15, 39). subluxación. Es importante rehabilitar a estos pacientes lenta-
932 Sección II: Extremidad superior

mente y de forma dirigida (27, 30), limitando la supinación en las Luxación simple
etapas iniciales de la rehabilitación. Determinar el punto de inestabilidad mientras el paciente
está sedado o anestesiado

R e h a b ilit a c ió n Estable Inestable

La tendencia en la rehabilitación del codo luxado ha sido limitar


la inmovilización y favorecer la movilización precoz. Actual­ 1
Arco de movilidad
/ \
Inestable entre 0°-60° Inestable entre 0°-90°
mente muchos autores recomiendan la movilización dentro de la de 30°-90° Estable entre 60°-90°
primera semana (24, 31, 40). F.l tratamiento inicial tras la reduc­
ción debería incluir una inmovilización posterior con el codo íle-
xionado 90 grados. Si hay dudas de si se va a producir un sín­ ▼ y y
Inmovilización en Inmovilización en 90° Valorar la reparación
drome compartimental, o sobre la posibilidad de que existan x 1 semana quirúrgica de partes
90° x 1 semana
lesiones vasculares o nerviosas, el paciente debe permanecer en blandas o un fijador
observación. La inmovilización se retirará después de la primera externo articulado
semana y se iniciará la movilización precozmente. La rehabilita­
t y
ción óptima de un paciente con sospecha de lesión del complejo Comenzar Comenzar la ROM protegida
del ligamento posteroexterno se realiza con el paciente tendido la movilización con una codera articulada
activa completa en el arco de estabilidad, con bloqueo
en supino con el brazo sobre él. El peso del brazo mantiene la del codo de la extensión en el punto de inestabilidad
reducción de la articulación y el paciente puede realizar ejercicios
de extensión activa y flexión pasiva con un esfuerzo mínimo de
la articulación (Fig. 22-12). t y
Puede utilizarse una Ir rebajando el bloqueo
suspensión del brazo a la extensión 10°-15° cada
durante 2 semanas
F o r m a c ió n h e t e r o t ó p ic a d e h u e s o entre las sesiones de
semana hasta permitir la
movilidad total a las 4-6 semanas
La formación de hueso alrededor de la articulación del codo tras rehabilitación si
el paciente lo necesita
la lesión es una complicación bien conocida. Hay muchos fac­ para estar más cómodo
tores que es pueden asociar con la formación patológica de T
Permitir la supinación/pronación
hueso heterotópico entre ellos se encuentran las lesiones de la con el antebrazo flexionado 90°
cabeza (12, 13), las quemaduras (45), el trauma masivo y la in­
movilización prolongada. Los traumatismos de la cabeza y las Figura 22-12. Protocolo de rehabilitación preferido por los auto­
quemaduras parecen ser los factores más importantes pero des­ res. Luxación sim ple: determ inar el punto donde se produce la
inestabilidad m ientras el paciente está sedado o anestesiado.
graciadamente escapan al control del traumatólogo. La movili­
zación pasiva y la cirugía precoz han sido relacionadas con la
formación de hueso heterotópico, pero seguramente se trata de
casos complicados por traumatismo cerrado de cabeza o quema­
un error, ya que no existe en la bibliografía ninguna referencia
duras graves, puede ser prudente retrasar la intervención durante
que apoye esta relación. Es importante distinguir entre calcifica­
varios meses debido al alto riesgo de recurrencia de la osificación
ción ectópica, osificación heterotópica y miositis osificante, ya
que el empleo de estos términos a menudo se confunde cuando heterotópica.
se trata de describir la formación de hueso en la articulación del
codo (Fig. 22-13). Resultados
La calcificación ectópica es la mineralización de partes blandas
que habitualmente no se calcifican. Un ejemplo es la calcificación El pronóstico tras la luxación simple de codo es bueno. Aunque
de los ligamentos colaterales tras una luxación de codo. Por lo algunos pacientes perderán de 10 a 15 grados de movilidad en la
general no produce limitación funcional y no requiere trata­ extensión completa, la mayoría recuperará la función y la movili­
miento. dad completa del codo. La perdida de extensión puede rehabili­
La miositis osificante es un subtipo de osificación heterotópica tarse inmovilizando el codo en extensión durante la noche,
que ocurre en la musculatura estriada y no en torno a la articula­ aumentando el grado de extensión a medida que se va recuperan­
ción. do. La inestabilidad del codo y la luxación recurrente son infre­
La osificación heterotópica es la formación de hueso trabecu- cuentes. En conjunto, hay pocos casos de pérdida de función de
lar en una localización donde no debería haber hueso (1, 6). El la articulación de larga evolución. Más del 95% de los pacientes
hueso nuevo se forma en zonas donde previamente ha habido vuelven a sus ocupaciones laborales previas (18, 19, 24, 28, 40,
hematoma y actividad fibroblástica. La cápsula de la articulación 44). Los síntomas como la pérdida de fuerza o el dolor están en
está bastante engrosada y, aunque está junto al hueso heterotópi­ relación con el clima y suelen ser de intensidad moderada. Una
co, no se calcifica. Este hueso a menudo bloquea la movilidad de disfunción neurológica permanente se produce en menos del 10%
la articulación y por lo tanto es patológico (20). Requiere escisión de los pacientes (24, 40, 44). El hallazgo radiológico más fre­
quirúrgica, y con frecuencia hay que resecar también la cápsula cuente es la osificación heterotópica en más del 55% de los
articular para restablecer la movilidad de la articulación. También pacientes (18, 19, 24, 28, 40, 44). Es frecuente la osificación de
es controvertido el momento en el que se debe realizar la resección los ligamentos colaterales, casi siempre asintomática.
del hueso heterotópico, nosotros aconsejamos la escisión precoz y Josefsson et al. (18) demostró que la reparación quirúrgica del
la rehabilitación en la mayoría de los casos no complicados. En los ligamento colateral interno y del ligamento colateral externo no
Capitulo 22: Fracturas y luxaciones de! codo 333

Figura 22-13. A : Osificación heterotópica en el codo tras un traum atism o con luxación y fractura de
la cabeza del radio de tip o I. B: Osificación heterotópica madura m ostrando hueso trabecular y lím i­
tes bien definidos dentro del m úsculo braqulal.

mejoró los resultados, en un seguimiento de 37 meses, compara­ 11. Hassmann GC, Brunn F, Ncer CS II. Recurrent dislocation of rhe
da con el tratamiento cerrado. Es probable que el ligamento cola­ elbow. / Bone Join t Surg 1975;57A:1080-1084.
teral interno esté protegido por los huesos intactos de la articula­ 12. Garland DE, Hanscom DA, Keenan MA, et al. Resection of hereroropic
ción durante el proceso de cicatrización. A pesar de estos estudios, ossification in the adulr with head trauma. / Bone Joint Surg 1985;
hay algunos pacientes, especialmente aquellos mayores de 50 años 67A:1261—1269.
13. Garland DE, O’Hollaren RM. Fractures and dislocations about the
de edad, que con frecuencia tienen enormes dificultades para
elbow in the head injured adult. Clin Orthop 1982;168:38-41.
recuperar la movilidad del codo. Todos los pacientes deberían ser 14. Greiss M, Messias R. Irreducible posterolateral elbow dislocation: a
advertidos de la respuesta fibrótica idiosincrásica que el codo case repon. Acta Orthop Scand 1987;58:421-422.
puede tener tras una luxación. Estos pacientes requerirán la libe­ 15. Gupta GG, Lucas G, Hahn DL. Biomechanical and Computer analysis
ración quirúrgica de las contracturas. of radial head prostheses. ] Shoulder Elbow Surg 1997;6:37-48.
16. Hastings H II, Engles DR. Fixation of complex elbow fractures, part
I. General overview and distal humeras fractures. Hatid Clin 1997;
I3(4):703-719.
17. Hotchkiss RN, Weiland AJ. Valgus stabiiity of the elbow. y Orthop
BIBLIOGRAFÍA
Res 1987;5:372-377.
18. Josefsson PO, Gentz CF, Johncll O, et al. Surgical versus non-surgical
1. Ackerman LV. Extra-osseous localized non-neoplastic bone and carti-
treatment of ligamentous injuries following dislocation ol the elbow
lage formation (so-called myositis ossificans). ] Bone Joitu Surg 1958;
joint: a prospective randomized study. / Bone Joint Surg 1987:69:605.
40A:279-298.
19. Josefsson PO, Johnell O, Gentz CF. Long-term sequelae of simple
2. Ares Y, Atlihan D, Yildirim H. Current concepts in rhe treatment of
fractures of rhe radial head, rhe olecranon and rhe coronoid [letter]./ dislocation of the elbow'. J Bone Joint Surg 1984;66:927.
Bone Join t Surg 1996;78(6):969. 20. Júpiter JB, Ring D. Operative treatment of post-traumatic proximal
3. Cohn I. Forward dislocation of borh bones of rhe forearm at rhe elbow. radioulnar synostosis. / Bone Join t Surg 1998;80(2):248—257.
Surg Gynecol Obstet 1922;35:776-788. 21. Linschied RL, Wheeler DK. Elbow dislocations. JAMA 1965:194:
4. Conwell HE, Reynolds FC. M anagement o f fractures, dislocations, and 1171-1176.
sprains, 7th ed. St. Louis: CV Mosby, 1961. 22. I.ouis DS, Ricciardi JE, Spenglcr DM. Arterial injury: a complication
5. Cotton FJ. Dislocations an d jo in t fractures, 2nd cd. Phiiadelphia: WB of posterior elbow dislocation./ Bone Joint Surg 1974;56A: 1631 —1636.
Saunders, 1924. 23. McKee MD, Júpiter JB, Bamberger HB. Coronal shear fractures of
6. Coventry MB. Ectopic ossification about rhe elbow. In: Morrey BF, ed. the distal end of the humeras. J Bone Join t Surg 1996;78( 1):49—54.
The elbow an dits disorders. Phiiadelphia: WB Saunders, 1985:464-471. 24. MehlhofFTL, Noble PC, Bennet JB, et al. Simple dislocation of the
7. DeLee JC . Transverse divergent dislocation of rhe elbow in a chiid. J elbow in the adult: results after dosed treatment. / Bone Joint Surg
Bone Join t Surg 1981;63A:322-32.3. 1988:70:244.
8. DePalma AF. The managemenl o f fractures an d dislocations. Philadel- 25. Morrey BF, An KN. Articular and ligamentous contributions to the
phia: WB Saunders, 1959. stabiiity of the elbow joint. Am J Sports M ed 1983;11:315-319.
9. Dryer RF, Buckwaltere JA, Sprague BL. Treatment of chronic elbow 26. Morrey BF, Tanaka S, An KN. Valgus stabiiity of the elbow'. A defini-
instability. Clin Orthop 1980;148:254-255. tion of primar)' and secondary constraints. Clin Orthop 1991 ;265:
10. Halls AA, Travill A. Transmission of pressures across rhe elbow joint. 187-195.
Anal Rec 1964;150:243-247. 27. Néstor BJ, O Driscoll SW, Morrey BF. Ligamentous reconstruction
934 Sección II: Extremidad superior

for posterolateral rotatory instabiiity o í (he elbow. ] done Join t Surg FRACTURAS DEL OLÉCRANON
1992;74A: 1235-1241.
28. Neviaser JS, Wickstrom JK. Dislocation of the elbow: a retrospecrive
study of 115 patients. South M ed J 1977;70:172.
Anatomía
29. Ochner RS, Bloom H, Palumbo RC, er al. Closed reduction of coronal El olécranon es una eminencia grande y curvada localizada en la
fractures of the capitellum. J Trauma 1996:40(2): 199-203.
región proximal y posterior del cubito. Se encuentra inmediata­
30. O’Driscoll SW, Bell DF, Morrey BF. Posterolateral rotatory instabiiity
of the elbow. _/ Bone Join t Surg 1991:73A :440-446.
mente bajo la piel, lo que lo hace muy vulnerable a los trauma­
31. O’Driscoll SW , Linscheid RL. Elbow dislocations. In: Morrey BF, cd. tismos directos. Junto con la porción proximal de la apófisis
The elbow an d its disorders. Philadelphia: WB Saunders, 1993:409-420. coronoides, el olécranon forma la gran escotadura sigmoidea
32. O’Driscoll SW, Morrey BF, Korinek S, et al. Elbow subluxation and (semilunar) del cubito, una profunda depresión que se articula
dislocation. A spectrum of instabiiity. Clin Orthop 1992;280:186-197. con la tróclea, y que permite la movilidad sólo en el plano ante-
33. Osborne G, Cotrerill P. Recurrent dislocation of the elbow. J Bone roposterior y proporciona estabilidad a la articulación del codo.
Join t Surg 1966;48B:340-346.
La superficie articular cartilaginosa se interrumpe en una línea
34. Oury JH , Roe RD, Ianing RC. A case of bilateral anterior dislocations
of the elbow .y Trauma 1972:12:170-173. ósea transversa, «un área vacía», situada a medio camino entre el
35. Parvin RW. Closed reduction of common shoulder and elbow disloca­ pico del olécranon y el de la apófisis coronoides. Si no se tiene en
tions without anesthcsia. Arch Surg 1957;75:972-975. cuenta esto cuando se reconstruye un olécranon fracturado, existi­
36. Patrick J. Fracture of the medial epicondyle with displacement into rá la tentación de eliminar cualquier zona desprovista de cartílago.
the elbow joint. J Bone Join t Surg 1946;28:143-147. El núcleo de osificación del olécranon aparece a los 10 años de
37. Pawlowski RF, Palumbo FC, Callhan JJ. Irreducible posterolateral edad y se fusiona con la parte proximal del cubito generalmente
elbow dislocation: report of a rare case. J Trauma 1970;10:260-266.
alrededor de los 16 años de edad. Se han descrito casos de falta de
38. Poynton AR, Kelly IP, O’Rourke SK. Fractures of the capitellum— a
comparison of two fixation merhods. Injury 1998;29(5):341-343. fusión en adultos, generalmente son bilaterales y hereditarios. No
39. Pribyl CR, Kestcr MA, Cook SD, et al. The effecr of the radial head se deben confundir con una rótula cubital, que es un huesecillo
and prosthetic radial head replacement on resisting valgus stress at the presente a veces en el tendón del tríceps, cerca de su inserción en
elbow. Orthopedics 1986;9:723-726. el olécranon (21). Estas dos entidades se pueden confundir con
40. Protzman RR. Dislocation of the elbow joint . j Bone Join t Surg 1978; una fractura, especialmente tras un traumatismo local. La compa­
60A :539-541. ración con radiografías previas puede ayudar a evitar un trata­
41. Purscr DW. Dislocation of the elbow and inclusión of the medial
miento innecesario.
epicondyle in the adult. / Bone Join t Surg 1954;36B:247-249.
42. Regan W , Morrey BF. Fractures of coronoid process of the ulna. /
El tendón del tríceps cubre la cápsula articular en la parce pos­
Bone Join t Surg 1989;71A:1348-1354. terior del codo antes de insertarse en el olécranon. I.a fascia que
43. Ring D, Júpiter JB, Simpson NS. Montcggia fractures in adulrs. J Bone recubre al tríceps se extiende hacia adentro y hacia fuera como el
Join t Surg 1998;80( 12): 1733-1744. retináculo del cuádriceps en la rodilla. Esta expansión fascial y la
44. Roylc SG. Posterior dislocation of the elbow'. Clin Orthop 1991:269: aponeurosis del tríceps se insertan en la fascia profunda del antebra­
201. zo y en el periostio del olécranon y del cubito. Cuando se utiliza el
45. Seth MK. Bony ankylosis of the elbow after burns. J Bone Join t Surg abordaje de Bryan-Morrey, se necesita conocer estas relaciones (6).
1985;66B:747-749.
46. Sherrill JG. Dircct suture of brachial artery following rupturc: result
of traumatism. Ann Surg 1913:58:534-536. M e c a n is m o d e le s ió n
47. Simpson NS, Goodman I.A, Júpiter JB. Contoured LCDC plating of
the proximal ulna. Injury 1996;27(6):4l 1-417. Las fracturas del olécranon pueden ser producidas tanto por trau­
48. Skaggs DL, Hale JM , Buggay S, et al. Use of a hybrid external fixator matismos directos como indirectos. Una caída o una contusión
for a severely comminuted juxta-articular fracture of the distal humerus. sobre la cara posterior del codo pueden atusar una fractura direc­
J Orthop Trauma 1998; 12(6):439—442. ta. El arrancamiento del olécranon por una fuerza generada por el
49. Smith FM. Displacement of the medial epicondyle of the humerus tendón del tríceps puede producirse durante una caída con el
into the elbow joint. Ann Surg 1946;124:410-425. codo parcialmente flexionado. La tensión músculo-tendinosa, de
50. Smith FM. Surgery o f the elbow. Springfield, 1L: Charles C Thomas,
1954.
forma activa o en reposo, genera fuerzas que determinarán el
51. Sojbjerg JO, Ovesen J, Nielsen S. Experimental elbow' instabiiity after patrón de fractura y el desplazamiento. El espectro de la lesión
transection of the medial collateral ligament. Clin Orthop 1987:218: varía dependiendo de la fuerza aplicada a la articulación. J.a parte
186-190. proximal del olécranon puede no sufrir prácticamente desplaza­
52. Stimson LA. A treatise on fractures. Philadelphia: Henry C. le a , 1890. miento en traumatismos directos menores, o puede estar muy
53. Takagi M, Sasaki K, Kiyoshige Y, et al. Fracture and dislocation of desplazada posteriormente en traumatismos más intensos. En
snowboarder’s elbow. J Trauma Injury Infect Crit Care 1999:47(1): casos de traumatismos intensos sobre el codo se puede producir
77-81.
una fractura-luxación con el fragmento del olécranon desviado
54. Tees FJ, McKim LH. Case reports: anterior dislocation of the elbow.
Can M ed Assoc J 1929:20:36-38. hacia atrás y el fragmento cubital, junto a la cabeza del radio, des­
55. Wheeler DK, Linscheid RL. Fracture-dislocations of the elbow. Clin plazado hacia delante con respecto al húmero.
Orthop 1967:50:95-106.
56. Wilson PD. Fractures and dislocations in the región of the elbow. Surg
Gynecol Obstet 1933:56:335-359.
S ig n o s y s ín to m a s
57. Yamaguchi K, Sweet FA, Bindra R, et al. The extraosseous and intraos- Debido a que las fracturas del olécranon tienen un componente
seous arterial anatomy of the adult elbow. J Bone Join t Surg 1997;
intraarticular, existe generalmente hemorragia intraarticular. Esto
79(11):1653—1662.
58. Yokoyama K, Itoman M, Kobayashi A, et al. Functional outeomes of
produce edema y dolor por encima del olécranon (4). Al nivel de
the “floating elbow” injuries in adult patients./ Orthop Trauma 1998; la fractura puede ser posible palpar una depresión, acompañada
12(4):284—290. de dolor y limitación de la movilidad del codo.
Capitulo 22: Fracturas y luxaciones del codo 935

La incapacidad para extender el codo de forma activa contra la Colton se limita a describir el desplazamiento y la anatomía de la
gravedad es el signo más importante de la exploración, aunque es fractura, y es útil como guía en la elección del tipo de fijación bio­
difícil que el paciente colabore debido al dolor, esta incapacidad mecánicamente más adecuada:
indica una discontinuidad en el mecanismo del tríceps. La pre­
I. No desplazada y estable.
sencia o ausencia de este signo a menudo determina la estrategia
II. Fracturas desplazadas.
en el tratamiento de estas fracturas. Se debe realizar una exploración
A. Fracturas por avulsión.
neurológica cuidadosa, porque pueden existir lesiones del nervio
B. Fracturas oblicuas y transversales.
cubital, especialmente cuando se ha producido una fractura con­
C. Fracturas conminutas.
minuta del olécranon como resultado de un traumatismo direc­
D. Fractura/luxación.
to (33).
No desplazada y estable
H a lla z g o s r a d io ló g ic o s
Para considerarla no desplazada y estable, la fractura tiene que
Una proyección lateral del codo es fundamental en la evaluación estar desplazada menos de 2 mm, y no desplazarse cuando se rea­
de una fractura de olécranon (Fig 22-14). La amplitud de la frac­ liza una flexión suave de 90 grados, o con la extensión contra la
tura, la cantidad de fragmentos óseos que se han producido, el gravedad (Fig. 22-15). La mayoría de los autores están de acuer­
grado de afectación de la superficie articular en la cavidad troclear do en que las fracturas no desplazadas pueden ser tratadas con
y el desplazamiento de la cabeza del radio tampoco pueden ser inmovilización con una escayola, con el codo flexionado 90 gra­
adecuadamente evaluados en las proyecciones oblicuas que habi­ dos durante 3 a 4 semanas (1,4) seguida de ejercicios de movili­
tual mente se obtienen en los Servicios de Urgencias. Una proyec­ zación dentro de una amplitud de protección, evitando la flexión
ción anteroposterior puede ser útil para valorar las fracturas en el del codo por encima de los 90 grados hasta que el hueso se haya
plano sagital. La asociación de una fractura de la cabeza o el cue­ soldado completamente, lo que ocurre alrededor de la sexta a
llo del radio también se puede valorar con esta proyección (41). octava semana. En los pacientes ancianos se puede producir rigi­
dez y la movilización puede iniciarse antes de tres semanas si el
paciente lo tolera. Se debe realizar un control radiográfico dentro
Clasificación de los 5 a 7 días siguientes tras escayolar la extremidad para ase­
Las fracturas del olécranon han sido clasificadas mediante varios gurarse de que la fractura no se ha desplazado. La inmovilización
esquemas (7, 8, 16, 18). Una de estas clasificaciones se basa en el con el codo en extensión no es recomendable porque aumenta la
grado de afectación de la superficie articular, dividiendo ésta en posibilidad de que se produzca rigidez, y si la fractura necesita
tres tercios. Es una clasificación simple, que como otras, no sirve la extensión completa para ser reducida, debe ser tratada quirúr­
necesariamente de guía en el tratamiento de estas fracturas, ni gicamente.
ayuda a elegir la fijación interna más adecuada. La clasificación de
Tratamiento preferido por los autores
El codo puede ser escayolado con una flexión de 90 grados duran­
te 2 a 4 semanas hasta que el dolor y la inflamación disminuyan.
Los ejercicios de flexión activa suave y la extensión pasiva pueden

Figura 22-14. Fractura del olécranon. Se aprecia que es con m in u­ Figura 22-15. Fractura del olécranon estable, no desplazada y con­
ta y que existe rotura de la superficie articular, es necesario reali­ m inuta en un hom bre de 26 años de edad tratada satisfactoria­
zar una proyección lateral para apreciar esto adecuadamente. La mente mediante sujeción protectora durante 3 semanas e inicio de
tracción del tendón del tríceps es la fuerza que desplaza el frag­ la m ovilización tras 5 días. [De M orrey BF, ed. The elbow. New
m ento proxim al. York: Raven Press, 1994, utilizado con autorización.)
936 Sección II: Extremidad superior

iniciarse bajo supervisión, los ejercicios de flexión pasiva, exten­ cubito (Fig. 22-16). Este tipo de fracturas son más frecuentes en
sión activa, y ejercicios contra resistencia serán restringidos hasta pacientes ancianos (29, 30, 35, 39). Generalmente se producen
que la fractura haya soldado, habitualmente en 6 a 8 semanas. Se por una fuerza avulsiva y son pequeñas, no conminutas, suscepti­
deben hacer radiografías en la 1 2.a, 4.a y 6.a semanas y valora­ bles de ser tratadas con alambre en banda a tensión. Si el frag­
das cuidadosamente en busca de signos de desplazamiento. mento es pequeño, la escisión del mismo es el mejor tratamiento
junto con la reinserción del tríceps en el hueso.
Fracturas desplazadas
Tratamiento preferido por los autores
La reducción abierta y fijación interna (RAFI) se considera el tra­ El alambre en banda a tensión es normalmente el mejor medio de
tamiento de elección en las fracturas desplazadas del olécranon
fijación interna en estas fracturas. Tradicionalmente se han utili­
(15). El tratamiento no quirúrgico de estas fracturas tiene varias zado alambres de Kirschner para construir bandas de tensión. Si
desventajas:
el fragmento fracturado es grande, se puede utilizar un tornillo
1. La consolidación de la fractura en una posición desplazada largo en lugar de los alambres de Kirschner para fijar durante el
acorta la longitud del tríceps y por lo tanto su fuerza de tiempo necesario para permitir la consolidación de la epífisis dis­
extensión del codo (29). tal del cubito, evitando la distracción de la fractura por la tensión
2. La incongruencia articular secundaria a una reducción ejercida por el tríceps. Normalmente un tornillo de 6,5 o de
inadecuada puede producir una artritis postraumática y una 7,3 mm para hueso esponjoso de la AO será apropiado. Se utili­
limitación de la movilidad (11,38). zará la llave para constatar la longitud adecuada del tornillo, com­
3. Un fragmento desplazado del olécranon puede bloquear la probando la longitud a la que la llave consigue dos o tres vueltas
extensión completa del codo (29). de contacto sólido con la cortical en el canal medular distal. No
4. La inmovilización del codo en extensión para permitir el parece que haya diferencias significativas entre el uso de las ban­
contacto del hueso produce incapacidad para recuperar la das de tensión con alambre o tornillos (9, 24, 25). Se han descri­
flexión del codo. to síntomas producidos por los implantes utilizados en más del
80% de los pacientes y pueden requerir su retirada tras la fusión
Los objetivos del tratamiento de las fracturas desplazadas del codo
de la fractura (24,25).
son los siguientes:
1. Mantener la fuerza de extensión del codo. Fracturas transversas
2. Restaurar la congruencia de la superficie articular. F racturas transversas no conm inu tas. El mejor tratamiento para
3. Restaurar la estabilidad del codo. estas fracturas es el empleo de alambres en banda. El paciente se
4. Evitar la rigidez de la articulación. coloca en supino o decúbito semilateral con el lado lesionado arri­
5. Conseguir una fijación interna estable y suficientemente ba. Esto permite la exposición de la cara posterior del codo con el
fuerte para permitir el inicio de la rehabilitación lo antes brazo colocado sobre el pecho del paciente. Se realiza una incisión
posible tras la cirugía. de la expansión superficial de la fascia cuidando de conservar la
incisión del tríceps en el segmento proximal. La fractura se puede
Fracturas por avulsión reducir habitualmente extendiendo el codo manteniendo la
En una fractura por avulsión una línea transversa separa un reducción de la fractura temporalmente con el empleo de pinzas
pequeño fragmento óseo proximal del olécranon del resto del de reducción. Se puede realizar un pequeño taladro en la cortical de
la diáfisis del cúbito para introducir la punta de la pinza y ayudar
a evitar el deslizamiento de la misma una vez que se ha consegui­
do la reducción. Se realizan incisiones pequeñas longitudinales en
el tríceps para conseguir la exposición de los alambres de
Kirschner. Si el fragmento óseo es lo suficientemente grande,
puede utilizarse un único tornillo de hueso esponjoso de 6,5 mm
con o sin arandela, dependiendo de la calidad del hueso del
paciente, para asegurar la reducción longitudinal de la fractura. Se
debe tener en cuenta que un tornillo demasiado largo puede des­
plazar la fractura o producir el giro del fragmento proximal
durante los últimos giros para apretar el tornillo a medida que la
rosca del tornillo contacta con la cortical interna de la diáfisis del
cúbito. Si el fragmento es muy pequeño, el tornillo puede frag­
mentar la pieza proximal. Si existen dudas dos alambres de
Kirschner pueden ser una alternativa adecuada.

F racturas transversas conm inutas. En este tipo de fracturas, la téc­


nica de tensión en banda colapsa los fragmentos óseos, cierto grado
de colapso se puede tolerar, pero si se produce una disminución sig­
nificativa de la anchura de la superficie articular del olécranon, la
Figura 22-16. Fractura por avulsión del olécranon tratada satisfac­
articulación no se desplazará adecuadamente y se producirá el dete­
toriam ente m ediante escisión del fragm ento óseo y reparación p ri­
maria del tendón del tríceps. (De M orrey BF, ed. The elbow. New rioro de su motilidad. En estos casos, la fijación de la fractura con
York: Raven Press, 1994, utilizado con autorización.) una placa con o sin el empleo de injertos óseos, para llenar algunos
Capítulo 22: Fracturas y luxaciones del corlo 937

huecos, puede ofrecer la mejor fijación. En los casos que presenten tensión sea desaconsejable. El método de fijación más estable es el
pérdidas segmentarias de hueso, se puede utilizar un bioinjerto óseo empleo de placas y de injertos óseos. La placa se puede colocar en
con cortical de la cresta ilíaca para rellenar los defectos, ya que resis­ la cara interna, externa o directamente en la cara posterior, depen­
tirá mejor el colapso que el injerto de hueso esponjoso. diendo de la posición que permita un mejor control y reducción
de la fractura. Todas las posiciones de la placa resisten adecuada­
Fracturas oblicuas mente la torsión. La placa de reconstrucción pélvica de 3,5 mm
La línea de fractura es oblicua, empieza en la parte más profunda proporciona más resistencia que las placas de un tercio de tubo y
de la cavidad troclear, y avanza dorsal y distalmente hasta emerger menos volumen que la placa de compresión dinámica. La fijación
en la cresta subcutánea de la epífisis proximal del cubito. Puede proximal de la placa es frecuentemente el mayor reto debido a la
consistir en una línea de fractura oblicua simple o ser conminuta. delgadez del hueso. En las fijaciones más proximales se utilizan
Es importante saber que la fijación con una placa y tornillos es tornillos de hueso esponjoso en vez de tornillos de cortical. Se ha
preferible al empleo de banda de tensión en estas fracturas (Fig. de comprobar la longitud del tornillo con fluoroscopia y con
22-17). Si ambos fragmentos de la fractura no tienen espiadas movimientos pasivos de la articulación que el tornillo no protru-
que se intercalen, la compresión realizada por la banda de tensión ye en la cavidad articular.
puede desplazar la fractura, produciendo un acortamiento en el
plano inclinado de la fractura oblicua. En esta situación una placa Fracturas aisladas conminutas
de reconstrucción de 3,5 mm con tornillos a través de la fractura Este grupo incluye a las fracturas conminutas graves del olécra-
puede proporcionar mayor estabilidad. El mayor grosor de las non, que habitualmente se producen por un traumatismo directo
placas de reconstrucción pélvicas puede hacer que el cierre de la sobre la cara posterior del codo. Hay múltiples planos de fractu­
herida sea difícil, en especial si la placa se coloca en una posición ra, a menudo con aplastamiento grave de muchos fragmentos. Se
dorsal. Las opciones en estas situaciones en las que la cobertura pueden asociar también fracturas distales del húmero, de las diá-
con partes blandas es difícil, pasan por colocar una placa de un fisis del radio y el cúbito, y de la cabeza del radio.
tercio de tubo como se indica por el grupo AO. Un problema con Las fracturas sin luxación del cúbito y la cabeza del radio y sin
este tipo de placas es la rotura por uso. Otra alternativa es el uso ruptura de partes blandas de la parte anterior de la articulación, se
de una placa de compresión dinámica de contacto limitado tratan mejor mediante la escisión del olécranon y la reimplanta­
(CDCL) (34). Las ventajas de la placa CDCL incluyen su diseño ción segura del tendón del tríceps con sutura no reabsorbible al
de orificios para la colocación de los tornillos con gran angulación hueso restante en continuación con la superficie articular. Se
y la opción de realizar compresión desde cada lado del orificio del puede iniciar precozmente la movilidad activa. Más del 80% se
tornillo (34). Debido a su perfil bajo, es también útil en posicio­ pueden escindir con seguridad (9, 26). Es importante, sin embar­
nes subcutáneas donde la cobertura con las partes blandas puede go, para la estabilidad del codo, conservar los ligamentos colate­
ofrecer dificultades. Una desventaja es el hecho de que el número rales, especialmente el anteromedial.
de agujeros para los tornillos es menor, por unidad de longitud, En situaciones en las que la escisión no es posible, una combi­
que en las placas de compresión dinámica estándar. nación de estabilización con placa y bandas de alambre de tensión
Las fracturas oblicuas se prestan especialmente bien para la ha demostrado su utilidad. Una combinación individualizada de
fijación con tornillos (36) como una ayuda para la reducción. tornillos, alambres y placas puede ser útil en situaciones en las que
la fragmentación del hueso o la inestabilidad no permiten un
F racturas o b licu a s conm inu tas. La presencia de varios fragmentos abordaje estándar. Debe preverse también la utilización de injerto
óseos en una fractura oblicua hace que el empleo de bandas de de hueso ilíaco.

Figura 22-17. A : La fijación con placas se puede utilizar para estabilizar fracturas conm inutas del cúbi­
to proxim al. B: La fijación con to rn illo s de la apófisis coronoides puede ser fundam ental para la esta­
bilización si la fractura se asocia con luxación del codo. (De IEM U, Pfeiffer KM. InternaI fixation o f
sm all fractures, 3'd ed. Berlín: Springer-Verlag, 1998, utilizado con autorización.)
938 Sección II: Extremidad superior

Fractura-luxación déficit no fueron muy grandes, y sólo el 3% de los pacientes eran


Las fracturas-luxaciones representan un reto terapéutico debido a conscientes de los mismos.
la combinación de graves daños óseos y de partes blandas La artritis postraumática del codo no es tan frecuente (o quizá
(29a,35a). El objetivo es la restauración del alineamiento y la no tan evidente) como en una articulación de carga. Si no se puede
estabilidad del cubito mediante RAFI (32, 39). Esto se puede conseguir una reducción de menos de 2 mm, la posibilidad de que
conseguir con el uso de alambres intramedulares o un tornillo se padezca una artritis posteriormente, es significativa. Si se ha pro­
largo anclado en la cavidad medular distal del cubito, pero se ducido una pérdida articular de cartílago y hueso, un injerto de
debe ser cuidadoso para no menospreciar la importancia de la hueso esponjoso rellenando el defecto puede generar una superfi­
lesión de partes blandas concomitante. Es frecuente que sea pre­ cie fibrocartilaginosa tras la revascularización del injerto (38).
ciso utilizar una fijación rígida con una placa cuando existe lesión La falta de soldadura del olécranon se produce en el 5% de las
de partes blandas, para poder estabilizar adecuadamente la frac­ fracturas de olécranon, según algunos estudios (11). El trata­
tura. La escisión primaria de la fractura del olécranon se debe miento de esta complicación debe adaptarse a cada paciente. En
considerar cuidadosamente. Como se ha comentado anterior­ un paciente joven y activo, se debe resecar la zona de seudoartro­
mente, la escisión del hueso que contiene la inserción del tendón sis, reaproximar la fractura y sujetarla con una banda de alambre
del tríceps hace que la estabilización de la articulación sea más a tensión, o con un dispositivo intramedular adaptable. Se debe
difícil (Tabla 22-1). utilizar injerto óseo para rellenar cualquier defecto en la recons­
trucción de la fractura. Puede ser necesaria la fijación con una
F r a c tu r a s a b ie r t a s placa, dependiendo de la configuración de la fractura.
La escisión de la porción proximal de la seudoartrosis y la repa­
Muchas fracturas del olécranon que requieren reducción abierta
ración del tendón del tríceps es también un método aceptable de
son abiertas debido al traumatismo directo sufrido. La fijación tratamiento, especialmente en pacientes ancianos.
interna de estas fracturas no está contraindicada si no existe ex­
Los síntomas relacionados con el nervio cubital, generalmente
cesiva contaminación y se puede realizar desbridamiento de la
en forma de entumecimiento y parestesias, se han descrito en el
herida. Si esto no es posible por la presencia de contaminación o
10% de los pacientes (11).
pérdida de partes blandas, la fijación se debe posponer hasta que
cicatrice la herida. La colonización de la herida ocurre dentro de
B io m e c á n ic a
las primeras 24 horas y puede aumentar la tasa de infección si se
implantan elementos metálicos para la fijación después de este Dos estudios (13, 28) han intentado comparar la estabilidad
período de tiempo. mecánica producida por distintos métodos de fijación interna de
las fracturas del olécranon. Fyfe y colaboradores (13) valoraron la
C o m p lic a c io n e s rigidez de la configuración. Basándose en este criterio, la técnica de
banda de tensión de dos nudos, como se describe en el manual
Las complicaciones de las fracturas del olécranon incluyen la pér­ de técnicas AO (27), es la mejor. La placa de un tercio de tubo pro­
dida de movilidad de la articulación, la artritis postraumática, y la porciona también bastante rigidez y es la mejor en fracturas con­
seudoartrosis de los fragmentos fracturados (9, 11). Se supone que minutas. Clínicamente, sin embargo, esta placa puede no propor­
la falta de movilidad se puede minimizar con una fijación interna cionar la rigidez suficiente para mantener la reducción durante la
firme y una rehabilitación que permita el inicio de los movimien­ movilización. Murphy y colaboradores (28) usaron un método de
tos precozmente (20). Eriksson y colaboradores (11) informaron tensión rápida para comprobarlo, midieron la energía de ruptura,
que más del 50% de los pacientes presentan déficit de motilidad y concluyeron que la banda de alambre a tensión realizada de
del codo tras sufrir una fractura de olécranon, generalmente con acuerdo a la técnica AO (27), y la combinación de un tornillo
pérdida de extensión del codo. No obstante, en sus series, estos de hueso esponjoso de 6,5 mm con una banda de alambre a ten­
sión eran esencialmente iguales y eran las mejores técnicas y fueron
significativamente más fuertes que el tornillo o la fijación con
Tabla 22-1. MÉTODOS DETRATAMIENTO PREFERIDOS alambre solos. Los métodos de test de estos estudios, sin embargo,
POR LOS AUTORES no incluyeron un análisis de fatiga, que probablemente es la causa
Tipo Método de tratam iento de fallo más frecuente de cualquier dispositivo de fijación.
Sin desplazamiento Molde de escayola (LAC) 90° durante
2 semanas y movilización activa B a n d a d e a la m b r e a t e n s ió n
precoz (ROM) La banda de alambre a tensión, un método de fijación interna
Desplazada desarrollado por el grupo AO (12, 20, 21), difiere significativa­
Por avulsión Banda de tensión/tornillo
Transversa Banda de tensión/tornillo mente en técnica y fundamentos del cerclaje con alambre con­
Transversa Placa de fijación/injerto óseo vencional. Es especialmente útil en el tratamiento de fracturas por
conminuta arrancamiento. Su fundamento básico consiste en contrarrestar
Oblicua Tornillo/placa de fijación las fuerzas de tracción que actúan sobre el sitio de la fractura y
Oblicua Placa de fijación/injerto óseo
conminuta
convertirlas en fuerzas de compresión, de forma que con el movi­
Conminuta Escisión/combinación de placa y miento de la articulación la fractura se comprime. Para conseguir
banda de tensión esto, el alambre se pasa formando una figura en ocho alrededor de
Fractura/luxación Alambres/tornillos/placas la inserción del tendón del tríceps y luego distalmentc más allá del
sitio de la fractura a través de un agujero taladrado en el borde
Abreviaturas: LAC, molde de escayola de brazo largo; ROM, amplitud de
movimiento.
posterior (subcutáneo) del olécranon. La introducción de dos
alambres de Kirschner atravesando la fractura, antes de aplicar la
Capítulo 22: Fracturas y luxaciones de! codo 939

banda de tensión, mejora ei alineamiento y puede proporcionar 2. Adler S, Fay GF, MacAusland WR, Jr. Treatmenr of olécranon frac­
mayor estabilidad (5, 7, 10, 16, 25, 27). Puede parecer que esta tures: ¡ndications for excisión of the olécranon fragmenc and repair of
posición posterior del alambre podría causar la apertura de la línea the tríceps tendón. / Trauma 1962;2:597-602.
3. AuFranc OE, Jones WN. Open fracture of the olécranon. JAMA 1967;
de fractura en la superficie articular de la cavidad troclear del
202:427-429.
cubito. Durante la intervención esto puede ocurrir, pero la con­ 4. Bennett GS. Fractures of the olécranon and its repair. Am J Orthop
trapresión de la tróclea bajo la tensión del tríceps, produce una Surg 1969;11:121-123.
fuerza de compresión a rravés del sitio de fractura lo suficiente­ 5. Bryan RS. Fractures about the elbow in adults. Instr Course Lect 1981;
mente fuerte como para permitir el inicio inmediato de los movi­ 30:200-203.
mientos activos de la articulación (12). Como alternativa, 6. Bryan RS, Morrey BF. Extensive posterior exposure of the elbow. Clin
Orthop 1982;166:188-192.
Rowland y Burkhalter (31) han sugerido colocar la banda de ten­
7. Cabanela ME, Morrey BF. Fractures of the proximal ulna and olecra-
sión volar respecto al eje mayor junto con clavos longitudinales. non. In: Morrey BF, ed. ¡h e elbow and its disorders. Philadelphia: WB
Una modificación de esta técnica es aquella en la que ambas ramas Saunders, 1993:405-428.
de la figura en ocho son retorcidas, para permitir que el alambre 8. Colton CL. Fractures of the olécranon in adults: classification and
se pueda tensar desde ambos lados de la fractura y de esta forma management. Injury 1973;5:121-129.
conseguir una compresión igual (7, 10, 16, 20). 9. Conn J, Wade PA. Injuries of the elbow (a ten-year review). / Trauma
Muchos autores han descrito problemas en relación con la pro­ 1961;1:248-268.
10. Deane M. Comminuted fractures of the olécranon: an appliance for
fusión del alambre y dolor tras la colocación de una banda de internal fixarion. Injury 1970;2:103-106.
alambre a tensión (12, 19, 24, 40). Macko y Szabo (24) observa­ 11. Eriksson E, Sahlen O, Sandahl U. Late results of conservativo and
ron que los pacientes tenían dolor incluso sin la migración proxi- surgical treatment of fracture of the olécranon. Acta Chir Stand 1957;
mal de los clavos. La mayoría de los autores han enfatizado la 113:153-166.
importancia de colocar el alambre a tensión profundamente con 12. Finalyson D. Complications of tension-band wiring of olécranon frac­
respecto al tríceps, y roscar los clavos longitudinales de forma que tures (letter)./ Bone Join t Surg 1986;68A:951-952.
13. Fyfe IS, Mossad M M , Holdswoth BJ. Methods of fixarion of olécranon
queden incrustados en el hueso. Incluso con estas medidas, fractures: an experimental mechanical study. / Bone Join t Surg 1985;
muchos pacientes necesitan que se retiren los implantes. 67B:367-372.
14. Harmon PH. Treatment of fractures of the olécranon by fixarion with
stainless Steel screw. J Bone Join t Surg 1945;27:328-329.
Escisión 15. Flastings H II, Engles DR. Fixation of complex elbow fractures, part
La escisión del fragmento próxima! del olécranon resulta útil en II. H and Clin 1997; 13(4):721-735.
16. Heim U, Pfeiffer KM. Elbow. In: Heim U, Pfeiffer KM, eds. h iem a l
situaciones en las que queda suficiente olécranon como para ser­ fixation o f small fractures, 3rd ed. New York: Springer-Verlag 1988:
vir de base a la tróclea. No se puede utilizar cuando la fractura 107-109.
llega más allá de la apófisis coronoides. Sus indicaciones incluyen 17. Hey-Groves F.W. Fracture of the olécranon. Br M ed J 1939; 1:296.
la presencia de fracturas antiguas no consolidadas, fracturas con 18. Hornes JG, Tanzer TL. Olécranon fractures: a review of 100 cases. J
mucha fragmentación que no pueden ser tratadas con RALI, frac­ Trauma 1981;21:469-472.
turas en ancianos, fracturas que no interesan a la cara articular y 19. Jensen CM , Olsen BB. Drawbacks of traction-absorbing wiring (TAW)
in displaced fracture of the olécranon. Injury 1986;17:174-175.
fracturas abiertas en las que la viabilidad de las partes blandas sea
20. Kiviluoto O, Santavirta S. Fractures of the olécranon. Acta Orthop
cuestionable. Scand 1978;49:28-31.
McAusland y Wyman (23) sugirieron los siguientes puntos úti­ 21. Kohler A, Zimmer EA. Borderlands o f the normal and early pathologic
les al considerar la escisión del olécranon: in skeletal reontgenology, 3rd ed. New York: Gruñe & Stratton, 1968.
22. MacAusland WR. The treatment of fractures of the olécranon by longi­
1. La mayor parte del olécranon (más del 80%) puede ser tudinal screw or nail fixation. Ann Surg 1942:116:293-296.
escindido si la apófisis coronoides y las partes blandas ante­ 23. MacAusland WR, Wyman ET. Fractures of the adult elbow. Inst Course
riores están intactas. Si las estructuras anteriores están daña­ Lect 1975;24:169-181.
das y se escinde el olécranon, se producirá una inestabilidad 24. Macko D, Szabo RM. Complications of tension-band wiring of olecra-
recurrente del codo. La escisión primaria está contraindica­ non fractures. / Bone Join t Surg 1985;67:1396-1401.
25. Matthewson MH, McCrearh SW. Tensión band wiring in the treat­
da en esta situación.
ment of olécranon fractures./ Bone Join t Surg 1975;57B:399.
2. El tendón del tríceps se debe reinsertar y asegurar con sutu­ 26. McKeever FM, Buck RM. Fracture of the olécranon process of the
ra no reabsorbible en el fragmento distal de la sutura. No es ulna. JAMA 1947;135:1-5.
recomendable el empleo de alambre porque el movimiento 27. Muiler ME, Allgower M , Schneider R, et al. M anual o f internalfixation,
del codo puede romperlo (3). 2nd ed. New York: Springer-Verlag, 1970.
28. Murphy DF, Grccne WB, Gilbert JA, et al. Displaced olécranon frac­
Las ventajas de la escisión son que es un procedimiento rápido y tures in adults: biomechanical analysis of fixation methods. Clin Orthop
sencillo y elimina la posibilidad artritis postraumática en el futuro 1987;224:210-214.
por la seudoartrosis de los fragmentos óseos (1, 2, 4, 14, 26, 37). 29. Perkins G. Fractures of the olécranon. Br M ed J (Clin Res) 1936;2:
Entre las desventajas se incluyen la pérdida de fuerza del tríceps, la 668-669.
29a. Ring D, Júpiter JB, Simpson NS. Monteggia fractures in adults./ Bone
inestabilidad del codo y la pérdida de movilidad del mismo (4, 17,
Join t Surg 1998;80( 12): 1733-1744.
18, 22). 30. Rowe C. The management of fractures in elderly patients is different.
/ Bone Join t Surg 1965;47A:1043.
31. Rowland SA, Burkhalter SS. Tensión band wiring of olécranon frac­
BIBLIOGRAFÍA
tures— a modification of the AO technique. Clin Orthop 1992:277:
238-242.
1. Adler S, Fay GF, MacAusland WR. Olécranon fracmres. J Bone Joint 32. Rush LV, Rush HK. A reconstruction operation for comminuted frac­
Surg 195£>;41A: 1540. tures of the upper third of the ulna. Am J Surg 1937;38:332-333.
940 Sección II: Extremidad superior

33. Scharplarz D, Allgower M. Fracture-dislocation of the elbow. Injury


1975;7:143-159.
34. Simpson NS, Goodman LA, Júpiter JB. Contoured LCDC plating of
the proximal ulna. Injury 1996;27(6):411-417.
35. Stug LH. Anterior dislocation of the elbow with fracture of the olecra-
non. Am J Surg 1948;85:700-703.
35a. Takagi M, Sasaki K, Kiyoshige Y, ec al. Fracture and dislocation of
snowboarder’s elbow. J Trauma Injury Infecí Crit Care 1999;47(1):
77-8 1 .
36. Taylor TKF, Scham SM. A postcromedial approach to the proximal
end of the ulna for the inrernal fixation of olecranon fractures./ Trauma
1969;9:594-602.
37. Van Derkloot JFVR. Results of treatment of fractures of the olecranon.
Arch Chir N eerld 1964;16:237-249.
38. Willenegger H. Problems and results in the treatment of comminuted
fractures of the elbow. Surg Traumatol 1969; 11:118-127.
39. Wilppula E, Bakalim G. Fractures of the olecranon: III fracrures com-
plicated by forward dislocation of the forearm. Ann Chir Cynaecol 1971;
60:105-108.
40. Wolfgang G, Burke F, Bush D, et al. Surgical treatment of displaced
olecranon fractures by tensión band wiring technique. Clin Orthop
1987;224:192-204. '
41. Zayer M, Mathiesen TI. Relevancy of radiographic fcatures ¡n elbow
fractures. Acta Radiol 1997;38(3):363—367.

FRACTURAS DE LA CABEZA DEL RADIO

El tratamiento de las fracturas de la cabeza del radio requiere el


conocimiento de la función de la cabeza del radio en la estabili­ Figura 22-18. Una caída que produce una fractura del antebrazo
dad del codo y del antebrazo. La cabeza del radio es intraarticular puede tam bién distender o rom per la m em brana interósea.
y produce movimientos de rotación y también de flexión y exten­
sión. En la mayoría de las otras fracturas intraarticulares RAFI
sería el tratamiento de elección, sin embargo en las fracturas com­ Si es necesario realizar la escisión de la cabeza del radio por pre­
plicadas de la cabeza del radio la decisión de cuándo reconstruir sentar una fractura conminuta, se pierde el principal elemento
la articulación radiohumeral con artroplastia de la cabeza del que contiene la migración proximal del radio (Fig 22-18). Cual­
radio o con RAFI es una cuestión difícil y controvertida. quier fuerza debe ser entonces transmitida desde la muñeca y el
radio, hasta el cubito, a través del ligamento interóseo (LIO) y del
complejo del fibrocartílago triangular. Es posible que el LIO
A n a to m ía y b io m e c á n ic a pueda distenderse a lo largo del tiempo para terminar producien­
La cabeza del radio se sitúa al nivel de la parte más baja de la cavi­ do síntomas en la articulación radiocubital distal (ARCO).
dad troelear del cubito, y se mantiene en contacto con él durante Recientemente se ha comenzado a fabricar implantes metálicos
los movimientos de pronación y supinación del antebrazo. Morrey de la cabeza radial que ofrecen mayor fiabilidad que los de silico-
y colaboradores (26) demostraron que la mayor fuerza se trans­ na. Las prótesis metálicas son resistentes a la deformación y, hasta
mite en extensión completa y pronación. ahora, parecen aguantar las cargas fisiológicas de la articulación
La fuerza longitudinal al agarrar o elevar se transmite desde la radiocapitelar. Sin embargo, aún no existen resultados de un
muñeca al codo con un reparto de la misma entre el radio, el cubi­ seguimiento a 5 ó 10 años.
to y los tejidos que los unen, y depende de la posición del ante­
brazo y la anatomía de la muñeca. Markolf et al. (21) describie­ C la s if ic a c ió n
ron que con el codo en valgo, la principal vía para la transmisión
de la carga era a través del radio directamente, mientras que posi- En 1924, Speed (41) propuso una clasificación basada en el grado
cionado en varo la transmisión de la fuerza se realizaba desde el de afectación de la cabeza del radio, marginal o completa, y en el
radio al cubito a través del ligamento interóseo. Esto sugeriría que grado de desplazamiento. En 1954, Masón (22) subdividió esta
las actividades que requieren agarrar con el codo en varo maximi- clasificación en tres grupos:
zarían la tensión del ligamento interóseo. Tipo I: fracturas pequeñas o marginales con mínimo desplaza­
El ligamento interóseo (previamente referido como una «mem­
miento.
brana») es una estructura compleja que varía de paciente a pacien­
Tipo II: fracturas marginales con desplazamiento.
te. En la mayoría de los casos está formado por una fina banda
Tipo III: fracturas conminutas.
central y una serie de bandas accesorias (37). La banda central
parece ser el componente principal y es responsable del 70% de la Este estudio se basó en el examen retrospectivo de historias clí­
rigidez del ligamento interóseo tras la escisión de la cabeza del nicas y radiografías de 100 pacientes. Masón aconsejaba un trata­
radio (40). La tensión máxima en la banda central puede ocurrir miento cerrado en las fracturas de tipo I y escisión de la cabeza del
con el antebrazo en rotación neutra; sin embargo, esto no se ha radio en las fracturas de tipo III. La clasificación de Masón, debi­
experimentado in vivo. do a que se basa en un esquema exclusivamente radiológico, es
Capítulo 22: Fracturas y luxaciones del codo 941

insuficiente para guiar el tratamiento, ya que no tiene en cuenta


las lesiones asociadas del antebrazo y del LIO, las luxaciones o las
fracturas de la apófisis coronoides asociadas.
Por este motivo nosotros usamos una modificación de la clasi­
ficación de Masón basada en los hallazgos radiológicos y en el
patrón de fractura intraoperatorio, la susceptibilidad de la fractu­
ra de ser reparada y las lesiones asociadas de ligamentos del ante­
brazo y el codo.
Tipo I: fracturas no desplazadas de la cabeza y del cuello.
• La rotación del antebrazo (pronación/supinación) está limita­
da sólo por la inflamación y el dolor.
• El desplazamiento intraarticular de la fractura es menor de 2
mm.
Tipo II: fractura desplazada de la cabeza o el cuello.
• La motilidad puede estar limitada mecánicamente con o sin
incongruencia significativa de la articulación.
• Puede ser reparada con reducción abierta y fijación interna.
Tipo III: fractura grave conminuta de la cabeza o el cuello del
radio.
• No reconstruible.
• La escisión puede optimizar la motilidad.
Figura 22-19. Estudio con tom ografía com putarizada con recons­
• El implante metálico de cabeza radial puede ser necesario en trucción en tres dim ensiones que muestra una fractura conm inuta
función de las lesiones asociadas de los ligamentos humerocu- de la cabeza del radio. A breviaturas: C, cóndilo; T, tróclea; R, cabe­
bital o longitudinal. za del radio; O, olécranon.

E x a m e n r a d io ló g ic o F a c to r e s q u e in f lu y e n e n la e le c c ió n
Radiografías d e l t r a t a m ie n t o
Requerimientos funcionales del codo
Habitualmente las proyecciones anteroposterior, lateral u oblicuas
del codo son suficientes para el diagnóstico de la fractura. Sin Al considerar la preservación de la cabeza del radio con RAFI se
embargo si está presente el signo de la almohadilla grasa, sin frac­ deben tener en cuenta la naturaleza de las actividades que el
tura apreciable, una proyección radiocapitelar puede ser útil. Tal paciente con más probabilidad va a exigir a su codo. Un pacien­
como fue descrita por Greenspan y Norman (15), la proyección te con altas exigencias para la articulación es generalmente joven,
radiocapitelar se hace con el antebrazo en rotación neutra y el con actividades atléticas, en comparación con un paciente con
tubo de rayos X dirigido hacia arriba. Una técnica alternativa para bajos requerimientos de su articulación que probablemente será
demostrar fracturas difíciles de la cabeza del radio, el cóndilo y la un anciano y con menos probabilidades de someter su codo a
apófisis coronoides, mínimamente desplazadas o sin desplaza­ actividades estresantes. En los pacientes poco exigentes con su
miento, en un paciente traumatizado, es la proyección modifica­ articulación la escisión sin reemplazo protésico a menudo se tole­
da cabeza de radio-cóndilo. Tal como la describieron Tomas y ra bien. Si en alguno de estos pacientes se necesita colocar una
Proubasta (44), esta proyección se toma con la parte posterior del prótesis para solucionar un problema de inestabilidad del codo,
antebrazo supinazo apoyada en la placa y el codo ligeramente fle- es poco probable que presente problemas de desgaste a largo
xionado. El rayo incide a 45° en dirección mediolateral. Debido a plazo.
que el brazo no tiene que estar abducido y el codo no tiene que En los pacientes jóvenes, con altas exigencias de su articula­
estar a 90°, la posición del brazo puede ser aceptable para el ción, el recambio con una prótesis metálica se supone que será
paciente traumatizado. más duradero, pero no tenemos suficiente experiencia colectiva
con los diseños actuales. Al plantear la artroplastia de la cabeza del
Tomografía computarizada
radio, el paciente debe ser asesorado detalladamente sobre los ries­
gos de que se deteriore con el uso, y que finalmente haya que reti­
Los estudios con tomografía computarizada (TC) de la cabeza del rarla.
radio con cortes axiales, sagitales y coronales pueden ser bastante
útiles para estimar el tamaño de la fractura, el grado de fragmen­
Lesiones asociadas
tación y el desplazamiento. En fracturas en las que se proyecta rea­
lizar RAFI, un estudio de TC proporciona una mejor visualiza- Cuando se examina inicial mente a un paciente con una fractura
ción (Fig. 22-19). El empleo de estudios de TC puede también de la cabeza del radio, es importante buscar lesiones asociadas del
disuadirnos de realizar una intervención debido a que el despla­ codo y el antebrazo. Éstas son más frecuentes en los traumatismos
zamiento de la fractura sea menor de lo que parecía en las radio­ de alta energía, pero pueden producirse tras una simple caída. La
grafías. La reconstrucción de imágenes puede también ser útil, muñeca, la ARCD y el LIO del antebrazo deben examinarse bus­
pero es preferible la reorientación del codo para obtener imágenes cando zonas edematosas o con pérdida de rigidez. Si se encuen­
no reformateadas en los planos coronal y sagital. tran debe sospecharse una luxación radiocubital aguda.
942 Sección II: Extremidad superior

M é to d o s d e t r a t a m ie n t o p r e f e r id o s
p o r lo s a u to r e s
Como se ha comentado previamente, antes de tratar estas fractu­
ras, se debe realizar una valoración completa de los requerimien­
tos del paciente, de otras circunstancias y de las lesiones asociadas.
Si se plantea realizar una fijación interna de la cabeza del radio,
puede ser necesario realizar una TC para valorar por completo el
grado de fragmentación y de desplazamiento.

Tipo I
En una fractura no desplazada o mínimamente desplazada de la
cabeza o el cuello del radio, la rotación del antebrazo (prona­
ción/supinación) está limitada sólo por el dolor y el edema. No
hay bloqueo mecánico. El desplazamiento intraarticular de la
fractura es menor de 2 mm (Fig. 22-21).
Por definición, las fracturas de tipo I son no desplazadas, no
requieren reducción y no muestran bloqueo mecánico a la rota­
ción pasiva del antebrazo. La aspiración del hematoma y la inyec­
ción de un anestésico local dentro de la articulación producen un
alivio inmediato del dolor, lo que ayudará durante el examen clí­
nico inicial (Fig. 22-22). Sin embargo nosotros no hacemos sólo
esto de manera rutinaria para el alivio del dolor. Se le da al pacien­
te un cabestrillo o se inmoviliza el brazo durante 3 ó 4 días como
máximo. La rotación activa del antebrazo comienza tan pronto
como sea tolerada. Es recomendable advertir al paciente que el
dolor y la rigidez pueden persistir durante algún tiempo y que
ocasionalmente la fractura se puede desplazar. Si no se producen
aumentos del grado de movilidad cada semana, puede ser útil
recomendar fisioterapia supervisada.
Figura 22-20. En la luxación radiocubital lo ng itudina l aguda La mayoría de los pacientes con fracturas de tipo I recuperarán
(LRCLA), la unión ligam entaria entre el radio y el cúbito puede una buena o excelente función después de 2 ó 3 meses de ejerci­
lesionarse en varios grados. A : Puede sólo distenderse sin llegar a cios de motilidad activa. Cierto grado de pérdida de extensión
romperse. B: Luxación com pleta con desplazam iento longitudinal (10o- 15°) no es infrecuente, y en estos pacientes hemos apreciado
y luxación de la articulación radiocubital distal.
que es útil inmovilizar en extensión durante la noche, obteniendo
buenos resultados en la recuperación de la extensión. Unos pocos
pacientes con fracturas de tipo I evolucionan desfavorablemente.
Luxación radiocubital longitudinal aguda A pesar de que la fractura se encuentre bien alineada y sin despla­
El antebrazo se debe explorar buscando signos de luxación radio- zamiento, pueden presentar contractura, dolor e inflamación (7).
cubital longitudinal aguda (LRCLA) (Fig. 22-20). Se palpará la
muñeca buscando pérdida de rigidez en la ARCD, y se examina­ Con otra lesión asociada (luxación del codo)
rá el antebrazo comprobando si está muy edematoso. Si hay prue­ Si se produce una luxación posterior del codo concomitantemen-
bas de lesión del LIO y de los ligamentos radiocubitales distales, te, también se recomienda la movilización precoz. El traumatólo­
la preservación de la cabeza del radio resulta importante. go determinará, si es posible, el límite seguro para la extensión.
Esto se puede hacer mejor durante el examen físico inicial y la
Luxación del codo (rotura del ligamento interno) y/o fractura de reducción, cuando el paciente se encuentra sedado o bajo el efec­
la apófisis coronoides to de los anestésicos locales. El codo se inmovilizará durante 7 a
Tras el examen del antebrazo, se deben palpar cuidadosamente los 10 días y luego se iniciarán movimientos dentro del arco de segu­
ligamentos del codo en busca de edema o pérdida de rigidez. Si ridad predeterminado. Se debe hacer un seguimiento radiográfico
estos signos están presentes, el traumatismo puede haber causado para monitorizar las luxaciones y subluxaciones recurrentes de la
una grave tensión en valgo causando un desgarro del ligamento articulación. La terapia ocupacional supervisada puede ser útil en
interno y una fractura de la cabeza del radio. Estos pacientes pre­ estos casos, en los que suele haber a menudo más dolor, inflama­
sentan un gran riesgo potencial de inestabilidad, por lo que debe ción y contractura debido a la lesión adicional de partes blandas.
considerarse que es importante la preservación de la cabeza del Una codera articulada limita el arco de movimientos a la zona de
radio. seguridad inicialmente, y en las siguientes semanas se va amplian­
Si existe una luxación posterior asociada, habitualmente resul­ do paulatinamente dicho arco. Esta lesión se debe considerar
ta obvio. Pero a veces, estas lesiones pueden ser engañosas y, una como una luxación posterior del codo, con una fractura de la
vez diagnosticadas, difíciles de tratar. Si hay una fractura de la cabeza del radio asociada y la atención terapéutica se debe centrar
apófisis coronoides asociada, puede existir una inestabilidad muy en la luxación, ya que la fractura de la cabeza del radio requiere
importante. una intervención mínima.
Capítulo 22: Fracturas y luxaciones del codo 943

Figura 22-21. A : Fractura de tip o I cincelada (no desplazada) de la cabeza del radio (flecha inferior).
Obsérvese la elevación de la alm ohadilla grasa anterior [flecha superior), indicando hem artros. La
alm ohadilla grasa posterior es pequeña pero está presente. B: Depresión central de una fractura de la
cabeza del radio m ínim am ente desplazada [flecha).

Tipo II Sin bloqueo mecánico


Las fracturas de tipo II que no tienen bloqueo mecánico, crepita­
A menudo la decisión terapéutica en las fracturas de este tipo ciones y con una incongruencia <2mm, se pueden tratar de forma
puede ser difícil y constituir un reto. En algunas fracturas puede similar a las de tipo I. Se requiere un seguimiento estricto, y se
haber incongruencia de la articulación o desplazamientos que obtendrán radiografías en la 1.a, 2.a, 4.a y 6.a semanas, ya que se
requieran una reducción abierta con fijación interna, mientras puede producir un desplazamiento. Una TC puede ser útil para
que en otras la escisión puede ser una opción viable dependiendo evaluar la incongruencia, que puede ser difícil de valorar en las
del paciente. Las lesiones asociadas del LIO o de la ARCD, o una radiografías; la incongruencia puede ocasionar artrosis radiocapi-
luxación de codo, pueden complicar aún más la decisión. telar, que requeriría una escisión diferida de la cabeza del radio,
por lo que hay que descartarla (Fig. 22-23).

Con bloqueo mecánico


La decisión que se debe escoger en esta ocasión es realizar una RAFI
o la escisión. Si no hay evidencia de una lesión asociada del liga­
mento interóseo, no se debe considerar la artroplastia de la cabeza
del radio. La selección de los pacientes es crucial. En los pacientes
con alto grado de exigencia funcional de su articulación se deberá
considerar fuertemente realizar una RAFI (Fig. 22-24), mientras
que en los pacientes con baja exigencia, la escisión completa puede
ser mejor, ya que precisa menos protección y la rehabilitación se
puede iniciar más rápida y agresivamente. En pacientes de más de
60 años de edad, la calidad del hueso es a menudo insuficiente para
sustentar una fijación rígida que permita una movilización activa
precoz. Se ha intentado en ocasiones realizar una escisión parcial
pero no existen aún estudios de seguimiento a largo plazo que
documenten adecuadamente sus resultados. Nosotros hemos com­
probado que la incongruencia permanente, en esta situación, produ­
Figura 22-22. Las referencias para la aspiración de la articulación ce continuos problemas, con dolor y crepitación que eventualmen­
del codo son la cabeza del radio, el epicóndilo externo y el pico del
olécranon. Se inserta una aguja en el centro del trián gu lo (asteris­
te requieren la escisión total. Broberg y Morrey (2) han señalado
co) que atraviesa sólo el m úsculo ancóneo y la cápsula antes de que la escisión diferida de la cabeza del radio es una opción si no
entrar en la articulación. se está seguro de la necesidad de realizar una escisión inmediata.
944 Sección II: Extremidad superior

Figura 22-23. A : Fractura de tipo II de la cabeza del radio con desplazamiento articular. B: La imagen
de TC demuestra el desplazam iento articular.

Con otras lesiones asociadas ción es necesario también conservar y reparar el complejo del liga­
R otura d e l liga m en to in teróseo (Essex-Lopresti). La preservación mento lateral externo. El antebrazo puede realizar pronación
de la cabeza del radio (o de la función de la cabeza del radio con durante la reparación. La supinación debe estar limitada inicial­
una prótesis) es esencial en esta situación. La escisión de la cabe­ mente, y luego va aumentando progresivamente durante el proce­
za del radio puede producir una migración proximal del radio sin­ so de rehabilitación.
tomática (Fig. 22-20). En esta situación la RAF1 debe considerar­ Un pequeño fragmento de la apófisis coronoides se puede frac­
se fuertemente, y si no es posible, se realizará una artroplastia de turar durante la luxación, pero habitualmente no requerirá trata­
la cabeza del radio para evitar un deterioro de los mecanismos miento excepto mantener el codo en flexión al inicio de la inmo­
radiocapitelares. La elección entre estos dos tipos de abordaje tera­ vilización si la estabilidad del codo es dudosa temporalmente. Si
péutico es controvertida, y la elección de la mejor opción puede no se puede conservar la cabeza del radio y se escinde, la probabi­
ser difícil. La RAFI es técnicamente más compleja, y a veces, lidad de reluxación es alta. La escisión debería considerarse como
incluso tres fragmentos de fractura constituyen un reto a la hora un último recurso. Si se fractura un fragmento importante de la
de lograr una fijación estable. Sin embargo, la optimización de apófisis coronoides (Regan-Morrey de tipo III) (33), la fijación
implantes como miniplacas y tornillos, tornillos de tipo Herbert interna de este fragmento es muy recomendable para la estabiliza­
y una mejor comprensión de la realización de los implantes en el ción de la articulación (Fig. 22-25). Si existe una fractura de la
radio proximal (38, 40) y de los riesgos del abordaje quirúrgico cabeza del radio concomitante, es aconsejable intentar una RAFI
(45) han facilitado las técnicas de reducción abierta. La artroplas­ también, lo que ayudará a evitar la inestabilidad crónica que fre­
tia de la cabeza del radio puede ser técnicamente más fácil, espe­ cuentemente se produce tras la escisión de ambas, la apófisis coro­
cialmente con el desarrollo de prótesis con vástago estrecho para noides y la cabeza del radio (Fig. 22-26).
encajar mejor en el cuello del radio.
A pesar de estas observaciones, lógicamente parecería apropiado Tipo III (no reparable)
tratar de preservar la cabeza del radio con RAFI cuando sea posible,
y reemplazarla con una prótesis sólo cuando sea necesario debido a Las fracturas de la cabeza y el cuello del radio conminutas y des­
la incapacidad técnica de conseguir una fijación rígida (16). plazadas, pero sin luxación del codo o luxaciones longitudinales
concomitantes, son susceptibles de ser tratadas con una escisión
Luxación d e l co d o (con o sin fra ctu ra d e la apófisis coron oid es). precoz de la cabeza del radio como tratamiento de elección (Fig.
La mayor parte de las veces, la combinación de una luxación del 22-27). Estos pacientes no precisan el recambio de la cabeza del
codo y de una fractura de la cabeza del radio no produce una ines­ radio. Pueden comenzar precozmente la movilización activa, con
tabilidad grave o una luxación recurrente. Si el desplazamiento de ejercicios de movilización pasiva e inmovilización en extensión si
la cabeza del radio requiere tratamiento abierto, es preferible con­ es preciso para recuperar toda su movilidad.
servar la cabeza del radio si es técnicamente posible. En esta situa­ (El texto continúa en la págin a 948.)
Capitulo 22: Fracturas y luxaciones del codo 945

C D

Figura 22-24. A : Fractura desplazada de la cabeza del radio de 2 semanas de evolución en un ho m ­


bre joven con actividad laboral y con do lo r concom itante en la muñeca B: A través de un abordaje
lateral, se realizó una reducción abierta con fijación interna. C, D: La placa se colocó de form a que no
interfiriera con la rotación del antebrazo. E, F: Dieciocho meses después de la lesión el paciente m an­
tenía una excelente m otllidad y función.
946 Sección II: Extremidad superior

Figura 22-25. Estas radiografías ¡lustran el riesgo de es­


cindir la cabeza del radio cuando hay una fractura de la
apófisis coronoides concom itante, incluso aunque no
se escinda la apófisis coronoides. A : La radiografía in i­
cial de la luxación muestra una fractura segmentaria,
desplazada, de la cabeza del radio. B: Reducción cerra­
da del codo. La apófisis coronoides está m arcadam en­
te desplazada. C: La cabeza del radio fue escindida pri­
m ariamente, y el codo reducido fue inm ovilizado con
una férula a lo largo de toda la extremidad. D: Cuatro
días más tarde el codo se reluxó con la inm ovilización
colocada. E: Al quinto día el codo fue reducido y se
inm ovilizó en una posición más flexionada.

D
Capítulo 22: Fracturas y luxaciones del codo 947

Figura 22-26. A : Fractura-luxación con fractura desplazada


de la cabeza del radio. B: Reducción de la luxación del codo.
C: TC de la cabeza del radio m ostrando el tam año de los
fragm entos. D, E: Aspecto tras la fijación interna utilizando
to rn illo s de m inifragm ento en la zona sana.
948 Sección II: Extremidad superior

Figura 22-27. A : Fractura de tip o III de la cabeza y cuello del radio, conm inuta y con marcado despla­
zamiento [flecha). B: La proyección lateral muestra la fractura del cuello del radio y la rotación de la
cabeza del radio [flecha).

Con otras lesiones asociadas neo. En este abordaje, el nervio interóseo posterior es más vulnerable
R otura d e l liga m en to in teróseo (Essex-Lopresti). La cabeza del debido a su vecindad al área de la incisión, por lo que es necesario un
radio fracturada debe ser escindida para permitir la im plantación co-nocimiento minucioso de la localización del nervio.
de una prótesis metálica de la cabeza del radio que estabilice el El punto de entrada puede ser también más posterior, a través
antebrazo (como se ha descrito antes). del borde posterior del ancóneo. Aquí es mucho más probable que
El ligamento interóseo está desgarrado y distendido y no puede se produzca una lesión inadvertida del nervio. Además el li­
cicatrizar recuperando sus características anteriores a la lesión, produ­ gamento colateral posterior es cortado habitualmente en este
ciendo una migración proximal del radio. Se ha intentado sujetar el abordaje, por lo que si se utiliza este acceso, se debe reparar cui­
radio al cubito mediante clavos durante 6 a 8 semanas, pero esto no dadosamente el complejo colateral, ya que si no se repara puede
evitó que el desplazamiento proximal se produjese posteriormente producirse una inestabilidad posterolateral (28, 30).
(39), por lo que no se recomienda rutinariamente. La reconstrucción
de la banda central de la membrana interósea usando injertos como
R e d u c c ió n a b ie r t a y f ija c ió n in t e r n a d e la
el flexor radial del carpo ha mostrado utilidad para prevenir la
migración completa del radio hasta el cóndilo humeral en estudios en
c a b e z a d e l r a d io : té c n ic a q u ir ú r g ic a
cadáveres (36), pero no restaura la estabilidad longitudinal del ante­ La RAF1 se ha popularizado progresivamente desde que fue des­
brazo y por el momento no es útil para su aplicación en la clínica. crita por primera vez en 1979 (3, 8-10, 13, 14, 24, 29, 34, 35).
Nosotros recomendamos habitualmente la implantación de Los implantes para la fijación interna se encuentran ahora en una
una prótesis metálica. amplia gama de tamaños y permiten la fijación rígida de las frac­
turas de la cabeza y el cuello del radio. A pesar de estas mejoras,
se debe ser muy cuidadoso para conseguir una adecuada fijación
T é c n ic a q u ir ú r g ic a d e e s c is ió n d e la c a b e z a
de la fractura sin afectar a la articulación radiocubital proximal.
d e l r a d io
En las series publicadas más recientemente (8, 9, 13, 14, 34) se
La escisión de la cabeza del radio es más segura si se realiza a través de han utilizado gran variedad de implantes, incluyendo placas
una incisión lateral. Como indicaron Strachan y Ellis (42), la estruc­ pequeñas y también diversos tipos de tornillos. También se han
tura más vulnerable a una lesión inadvertida es el nervio interóseo. utilizado tornillos de Herbert en fracturas aisladas de la cabeza del
Aconsejan que la incisión no se debe extender más allá de 5 cm desde radio. Antes de realizar un intento de reparación quirúrgica de
el epicóndilo, y que el antebrazo debe permanecer en pronación com­ una fractura, el traumatólogo debe estar totalmente preparado
pleta durante la escisión de la cabeza del radio. La longitud de la inci­ para realizar la escisión de la cabeza del radio durante la cirugía si
sión es menos importante que el conocimiento de la posición del ner­ su reconstrucción resulta imposible y proceder al recambio de la
vio y la capacidad de identificarlo en caso necesario. Es importante, cabeza del radio si se sospecha una lesión del ligamento interóseo.
si es posible, preservar durante el abordaje de la cabeza del radio el La fijación insegura o la colocación de implantes que protru-
complejo del ligamento posterolateral. Esto se puede conseguir pe­ yen en la articulación radiocubital proximal producirán general­
netrando en la articulación por el borde anterior del músculo aneó- mente más daño que beneficio.
Capítulo 22: Fracturas y luxaciones del codo 949

Zona
de seguridad

Figura 22-28. A : Se utiliza una marca horizontal de referencia con


el antebrazo en posición neutra. B: Se dibujan otras dos marcas en
pronación y supinación máximas. D ividiendo cada uno de los sec­
tores com prendidos entre las marcas por la m itad, se localiza la
zona de seguridad. C: Preparación anatóm ica m ostrando la zona
Pronación de seguridad con el antebrazo en pronación completa.
950 Sección II: Extremidad superior

Equipamiento y técnica mitirán aumentos de los movimientos de 10o a 15o cada semana.
El paciente habitualmente se encuentra cómodo con la seguridad
Antes de la cirugía se debe contar con un completo suministro de que le ofrece la codera, y esto le permite realizar los ejercicios con
implantes para realizar la fijación interna. Es útil disponer de un confianza, dentro de la amplitud de movilidad prevista cada
juego de fijación interna de minifragmentos AO [Asociación para semana. También se puede emplear un molde de escayola si la
el estudio de la fijación interna (AS1F)] con placas de reconstruc­ fabricación de la codera no es viable.
ción (incluyendo la minicondílea) y placas en T, y un juego de
minitornillos de Herbert puede ser útil también. El traumatólogo
debe disponer también de un recambio para la cabeza del radio A r t r o p la s t ia d e la c a b e z a d e l r a d io : t é c n ic a
por si no se puede realizar la fijación de la misma. q u ir ú r g ic a
Hay tres retos técnicos principales: La cabeza del radio debe ser abordada lateralmente por delante del
ancóneo. Se debe ser cuidadoso para evitar la lesión del nervio
1. Reensamblar la cabeza del radio fracturada.
interóseo posterior, que se encuentra a unos 5 mm de la zona
2. Asegurar la cabeza fracturada al cuello del radio.
segura del cuello, puede ser necesario disecar distalmente a lo
3. Comprobar que los implantes no interfieren en los movimien­ largo del cuello, siendo preciso seccionar el ligamento anular. A
tos de pronación y supinación.
veces puede ser necesario retirar parcialmente el ligamento poste­
rolateral para poder acceder a la porción proximal de la diáfisis del
La cabeza del radio debe ser abordada lateralmente, por delan­
radio. Tras la colocación de la prótesis se deben reparar cuidado­
te del ancóneo. La estructura con más probabilidad de ser lesio­
samente las estructuras ligamentarias seccionadas. La cabeza radial
nada es el nervio interóseo posterior, y el cirujano debe estar fami­
será escindida al nivel de la fractura del cuello o, si el cuello está
liarizado con la anatomía de la cara lateral del codo. Una vez que intacto, se seccionará proximal a la tuberosidad bicipital. El ante­
la fractura está completamente expuesta se debe reposicionar y
brazo debe permanecer pronado durante todo el procedimiento.
reconstruir la cabeza del radio. Aunque se pueden utilizar alam­
Se acomoda el canal intramedular con una escofina pequeña, y se
bres de Kirschner para mantener la reducción de la fractura tem­
comprueba su tamaño con diferentes probadores. Se ha de tener
poralmente, nosotros hemos comprobado en algunas ocasiones cuidado con no escoger una prótesis demasiado grande por el ries­
que pueden ser un obstáculo. Hay tan poco espacio para colocar
go de resquebrajar el cuello restante. El tamaño estándar del tallo
los implantes que los alambres son frecuentemente un estorbo.
de la prótesis es habitualmente muy grande para un radio peque­
Basándose en disecciones anatómicas, hay una zona segura para la ño. En estos casos se puede utilizar una fresa para agrandar el
colocación de los implantes de unos 90°, centrada alrededor del
canal intramedular después de limarlo, pero se corre el riesgo de
ecuador en la posición neutra (Fig. 22-28) (38). Si se utiliza esta penetrar en el córtcx y sólo debe ser realizado por manos expertas.
zona, se pueden colocar placas y tornillos normales sin miedo a Con el desarrollo de prótesis con el vástago estrecho, este proble­
penetrar en el espacio de la articulación radiocubital próxima!. Si ma se mitiga frecuentemente una vez que se prepara el canal. Se
la fractura está limitada a la cabeza del radio, sin extensión al cue­
coloca el probador y se mueve el codo en una amplia extensión de
llo, se puede utilizar el tornillo de Herbert, colocándolo por deba­ movimientos para comprobar si se ajusta de forma estable y sin
jo de la superficie cartilaginosa. También se ha informado del laxitud al cóndilo, se escoge la prótesis y se coloca en el canal (Fig.
empleo de agujas reabsorbibles con el mismo objetivo (31).
22-29).
La cabeza requiere frecuentemente fijación con placas para
Se debe tener cuidado durante el procedimiento para no dañar
apoyarla en el cuello del radio. En esta situación se la debe pro­
la superficie articular del cóndilo humeral. La prótesis puede
longar distalmente. De nuevo hay que ser cuidadoso con la vul­
requerir un golpe suave para adaptarse completamente. Nosotros
nerabilidad del nervio interóseo posterior, debiendo localizarlo si
pensamos que el impactador de plástico duro del juego DHS
se duda de su posición o su seguridad. Deben moldearse cuida­
(Smith & Nephew, Inc., Memphis, TN) es útil para este fin, por-
dosamente placas en forma de L o T de 2,0 ó 2,7 mm para adap­
tarlas sobre el cuello, proporcionando una excelente fijación.
Nosotros hemos utilizado en algunas ocasiones pequeños injertos
óseos para rellenar algunos defectos, especialmente en la zona del
cuello. La reducción debe comprobarse realizando movimientos
de pronación y supinación en varias posiciones de flexión y exten­
sión. A pesar de retirar todas las partes blandas de los fragmentos
óseos de la cabeza del radio, estas fracturas sueldan sin que se pro­
duzca colapso por necrosis avascular.
La cápsula externa debe ser reparada cuidadosamente. En algu­
nas ocasiones, el uso de anclajes de sutura fijados en el epicóndi-
lo externo, son útiles para conseguir una reparación segura del
complejo del ligamento posterolateral. El ligamento anular, un
componente de esta estructura, se mantiene así en su posición. La
movilización activa debe comenzar tan pronto como el paciente
se encuentre cómodo, habirualmente durante los primeros días. Si
el complejo del ligamento posterior ha de ser reparado, será útil el
empleo posterior de una codera articulada con restricción del
grado de movimiento, para proteger la reparación. La limitación Figura 22-29. Aspecto de una prótesis de la cabeza del radio colo­
inicial será de los 50° a los 90°, y después, gradualmente, se per­ cada y articulada con el cóndilo. Abreviatura: C, cóndilo humeral.
Capítulo 22: Fracturas y luxaciones del codo 951

12. Furry KL, Clinkscales CM. Comtninuted fractures of the radial head.
Arthroplasty versus ¡nternal fixation. Clin Orthop Reí Res 1998:353:
4 0 -5 2 .
13. Geel CW , Palmer AK. Radial head fractures and their effect on the
distal radioulnar joint: a rationale for treatment. Clin Orthop 1992;
275:79-84.
14. Geel CW , Palmer AK, Ruedi T, et al. Internal fixation of próxima!
radial head fractures. / Orthop Trauma 1990;4:270-274.
15. Greenspan A, Norman A. Radial head-capitellum view: an expanded
imaging approach to elbow injury. Radiology 1987;164:272-274.
16. Hotchkiss RN. Displaced fractures of the radial head: Internal fixation
or excisión. / Am Acad Orthop Surg 1997:5:1-10.
17. Johnston GW. A Follow-up of onc hundred cases of fractures of the
head of the radius with a review of the literature. Ulster M ed J 1962;
31:51-56.
18. Judet T. Coronal shear fractures of the distal end of the humerus [let-
te rj.y Bone Joint Surg 1998;80(4):604.
19. Judet T, Garreau de Loubresse C, Piriou P, et al. A floating prosthesis
for radial-head fractures. / Bone Join t Surg 1996;78B(2):244—249.
20. Mackay 1, Fitzgcrald B, Miller JH. Silastic replacement of the head of
the radius in traum a./ Bone Join t Surg 1979:6111:494-497.
Figura 22-30. Radiografía lateral m ostrando el aspecto de una pró­ 21. Markolf KL, Lamev D, Yang S, et al. Radioulnar load-sharing in the
tesis de cabeza del radio en su localización correcta. forearm. / Bone Join t Surg 1998;80(6):879—888.
22. Masón ML. Some obscrvations on fractures of the head of the radius
with a review of one hundred cases. Br J Surg 1954;42:123-132.
23. Mayhall WST, Tiley FW, Paluska DJ. Fractures of Silastic radial-head
que no araña ni daña la prótesis. El golpeteo debe realizarse des­ prosthesis. J Bone Join t Surg 1981;63A:459-460.
pacio y cautelosamente para evitar resquebrajar el radio. FJ codo 24. McArthur RA. Herbert screw fixation of fracture of the head of the
debe moverse ampliamente y se debe realizar una radiografía para radius. Clin Orthop 1987;224:79-87.
comprobar que la reducción es adecuada (Fig. 22-30). El comple­ 25. Mikic ZD, Vukadinovic SM. Late results in fractures of the radial head
jo del ligamento posterolateral se repara fijándolo al epicóndilo treated by excisión. Clin Orthop 1983;181:220-228.
26. Morrey BF, An KN, Stormont TJ. Forcé transmission through the
externo mediante anclajes. F.I ligamento anular se recompone al radial head. J Bone Join t Surg 1988;70A:250-256.
reparar la cápsula lateral, sin precisar una intervención específica 27. Morrey BF, Askcw L, Chao EY. Silastic prosthetic replacement for the
por separado. La inmovilización posterior durante 5 a 7 días se radial "head. / Bone Join t Surg 1981 ;63A:454—458.
sigue de una rehabilitación con aumento progresivo de la movili­ 28. Néstor BJ, O’Driscoll SW, Morrey BF. l.igamentous reconstruction
zación. for posterolateral rotary instability of the elbow./ Bone Joint Surg 1992;
74A:1235—1241.
29. Odenheimer K, Harvey JP. Internal fixation of fracture of the head of
BIBLIOGRAFÍA the radius. / Bone Join t Surg 1979;61A:785-787.
30. O’Driscoll SW, Bell DF, Morrey BF. Posterolateral rotary instability
1. Bohl WR, Brightman E. Fracture of a Silastic radial-head prosthesis: of the elbow. / Bone Joint Surg 1991;73A:440-446.
diagnosis and localization of fragments by xerography. / Bone Join t 31. Pelto K, Hirvensaio E, Bostman O, et al. Treatment of radial head
Surg 1981;63A: 1482-1483. fractures with absorbable polyglycolide pins: a study on the security
2. Broberg MA, Morrey BF. Results of delayed excisión of che radial head of the fixation in 38 cases. / Orthop Trauma 1994;8:94-98.
after fracture. / Bone an d Join t Surg 1986;68 A.-669-674. 32. Perry CR, Tessier JE. Open reduction and ¡nternal fixation of radial
3. Bunker TD, Newman JH. The Flerben differential pitch bone screw head fractures associated with olecranon fracture or dislocation. / Or­
in displaced radial head fractures. Injury 1985;16:621-624. thop Trauma 1987;1:36-42.
4. Charnley G, Judet T, de Loubresse CG, et al. Articulated radial head 33. Regan W, Morrey BF. Fractures of the coronoid process of the ulna.
rcplacement and elbow release for post head-injury heterotopic ossifica- J Bone Join t Surg 1989:71 A: 1348-1354.
tion. J Orthop Trauma 1996;10(1):68-71. 34. Sanders RA, French HG. Open reduction and internal fixation ofeom-
5. Cobb TK, Beckencaugh RD. Nonunion of the radial neck following minured radial head fractures. Am J Sports M ed 1986:14:130-135.
fracture of the radial head and neck: case reports and a review of the 35. Shumeli G, Herold HZ. Compression screwing of displaced fractures
literature. Orthopedics 1998;21(3):364-368. of the head of the radius. / Bone Join t Surg 1981;63B:535—538.
6. Cupta GG, Lucas G. Biomedical and Computer analysis of radial head 36. Skahen JR III, Palmer AK, Werner FW, et al. Reconstruction of the
prostheses. J Shoulder Elbow Surg 1 997;6(l):37-48. interosseous membrane of the forearm in cadávers . J Hand Surg 1997;
7. Currey J, Therkildsen LH, Bywaters F.G. Monoarticular rheumatoid- 22(61:986-994.
like arthritis of seven years’ duration following fracture of the radial 37. Skahen JR 3rd, Palmer AK, Werner FW, et al. The interosseous mem­
head. Ann Rheum Dis \986:45:783-785. brane of the forearm: anatomy and function./ Hand Surg 1997:22(6):
8. Ebraheim NA, Skie M C, Zeiss J, et al. Interna! fixation of radial neck
981-985.
fracture in a fracture-dislocation of the elbow: A case report. Clin Or­ 38. Smith GR, Hotchkiss RN. Radial head and neck fractures: anatomic
thop 1992;276:187-191. guidelines for proper placement of internal fixation. / Shoulder Elbow
9. Evans CD, Kellam JF. Open reduction and internal fixation of radial
Surg 1996:5:113-117.
head fractures. J Orthop Trauma 1991;5:21-28. 39. Sowa DT, Hotchkiss RN, Weiland AJ. Symptomatic proximal transla-
10. Frankic MA, Koval KJ, Sanders RW. Radial head fractures associated
tion of the radius following radial head resección. Clin Orthop Reí Res
with elbow dislocations treated by immediate stabilization and early
1995:317:106-113.
motion. / Shoulder F.lbow Surg 1999;8(4):355-360.
40. Soyer AD, Nowotarski PJ, Kelso TB, et al. Optimal position for píate
11. Fuchs S, Chylarecki C. Do functional déficits result from radial head
fixation of complex fractures of the proximal radius: a cadáver study.
resection? J Shoulder Elbow Surg 1999;8(3):247-251.
/ Orthop Trauma 1998; 12(4):291 -293-
Capítulo

Fracturas del húmero distal


LAWRENCE X. WEBB

ANATOMÍA Abordaje posterior de una fractura C-3


Colocación de los implantes
MECANISMO DE LESIÓN
FRACTURAS ESPECÍFICAS
DIAGNÓSTICO Cóndilo humeral
Epicóndilos
CLASIFICACIÓN COMPLICACIONES
Compresión nerviosa
INCIDENCIA Y DISTRIBUCIÓN Material de osteosíntesis
Retardo de consolidación y seudoartrosis
OPCIONES DE TRATAMIENTO
Reducción abierta y fijación interna RESULTADO FUNCIONAL

Incluso a las clásicas fracturas en «T» y en «Y» es mejor dejarlas solas; la mayor razón para el cambio desde 1966 es la mejora de la meto­
los resultados del tratamiento quirúrgico con fijación interna en repo­ dología en el tratamiento de estas y otras fracturas articulares con­
sición anatóm ica perfecta son decepcionantes casi invariablem ente; de cebidas por pioneros como Albin Lambotte, Roben Danis,
hecho iré más allá y diré que son extremadamente malos. Maurice Muller y el grupo de la AO en los años sesenta. Este lega­
No es posible establecer reglas de tratamiento para estas fracturas.
do incluye una dedicación a algunos de los principios básicos en
La simple manipulación en forma de fuerte tracción en extensión,
seguida de inmovilización en la mayor flexión posible (menor de el cuidado de las fracturas y el restablecimiento de la anatomía y
ángulo recto) compatible con la estabilidad, es aplicable a los tipos los fija de forma lo bastante fiable como para permitir una fun­
menos conminutos. Sin embargo, todavía estoy buscando un mejor ción precoz indolora mientras el hueso llega a una curación si
método de curación para las más inestables, y particularm ente las gro­ contratiempos.
seramente conminutas, de la parte baja del húmero que la tracción
vertical continua por medio de una aguja a través del olécranon unida
a pesos suspendidos de una polea anclada en una viga por encima de ANATOMÍA
la cabeza. Después de tres semanas de esta tracción, usualmente los
fragmentos son lo bastante estables como para retirar la tracción y Para un tratamiento apropiado de las fracturas del húmero distal
colocar un yeso hasta que la consolidación es lo bastante fuerte como es imperativo un conocimiento completo de la anatomía regional.
para perm itir movimientos activos. Algunas veces, en los pacientes El hueso se ensancha distalmente en el plano coronal hasta un
menos probables, la función final es sorprendentemente buena. máximo entre los epicóndilos medial y lateral. Cuando se ve desde
[Keon-Cohen (27)] el lado lateral, el hueso se estrecha un tanto de proximal a distal
en el plano sagital antes de que su segmento distal más articular
Estas advertencias y cautelosas expectativas fueron tomadas de se expanda y proyecte anteriormente. El segmento suavemente
una conferencia de la serie de instrucción de la reunión anual de la estrechado justo por encima del segmento articular se correspon­
Academia Americana de Cirujanos Ortopédicos en 1966. En el de con la parte ensanchada en el plano coronal, formando las
lapso de tiempo que ha transcurrido desde entonces, las reco­
columnas divergentes medial y lateral. En su punto más distal está
mendaciones para el tratamiento de estas lesiones actualmente
unido por el «arco de unión» que consiste en el segmento articu­
exigen justamente aquello contra lo que el Dr. Keon-Cohen pre­
lar, la tróclea y el cóndilo humeral. El mismo cóndilo humeral es
venía. Específicamente, nuestro objetivo es restablecer («por
la parte más distal de la columna lateral, mientras que la tróclea
medios quirúrgicos con fijación interna») perfectamente la anato­
está entre este y la parte más distal de la columna medial (Eig. 23-
mía y con la suficiente estabilidad como para permitir un movi­
1). Éste es el límite cefálico del túnel cubital y está estrechamente
miento funcional indoloro precoz del codo. En opinión del autor,
relacionado con el nervio cubital. Es también el punto de inser­
ción del ligamento colateral cubital, el ligamento más fuerte de la
Lawrcnce X. Webb: Departm ent o f Ofthopaedics, W ake Forest articulación del codo, cuya integridad es esencial para la estabili­
I niversity School o f Medicine. Winston-Salem. N orth Carolina. dad del mismo.
954 Sección II: Extremidad superior

La línea trazada tangencial a la superficie articular en la visión


antero-posterior forma un ángulo de entre 4 y 8 grados de valgo
con el eje de la diáfisis (32).
El segmento articular consta del cóndilo humeral y la tróclea
adyacente. El segmento articular se proyecta ligeramente hacia
anterior formando con el eje de la diáfisis un ángulo de 40 grados
(el cóndilo humeral algo más que la tróclea). Es importante notar
que el epicóndilo medial está en la proyección del eje de la diáfi­
sis, mientras que el epicóndilo lateral se proyecta ligeramente
hacia delante con respecto al eje de la diáfisis (Fig. 23-2). Cuando
se ve desde lateral, la superficie articular del cóndilo humeral es la
mitad semiesférica anterior de la parte más distal de la columna
lateral. Esta parte articular no se ve cuando se expone quirúrgica­
mente la cara posterior de la parte distal del húmero. El receso
situado justo cefálico al cóndilo humeral en la cara anterior es la
Figura 23-1. La parte más distal de la colum na lateral es el cón di­ fosa radial, diseñada para recibir el borde de la cabeza del radio
lo humeral, y la parte más distal de la colum na medial es el epi- cuando el codo está en flexión completa.
cóndllo medial no articular. La tróclea es la parte más medial del El hueso excavado y estrechado justo cefálico al talle de la tró­
segm ento articular y su posición es interm edia entre el epicóndilo
clea en la cara anterior es la fosa coronoidea y su equivalente en la
medial y el cóndilo hum eral. El segm ento articular funciona
estructuralm ente com o un «arco de unión». cara posterior es la fosa olecraniana (Fig. 23-3).
El estrecho muro de hueso que separa la profundidad de estas
fosas puede ser parcialmente deficiente en un pequeño porcentaje de
la población (36). Estas fosas están diseñadas para recibir la cabeza
radial y las apófisis coronoides y el olécranon con la flexión comple­
ta y la extensión respectivamente. (Éstos son puntos importantes
que deben tenerse en mente a la hora de colocar tornillos en la parte
distal de las columnas medial y lateral en el tratamiento de fracturas
del húmero distal). La colocación segura del tornillo asegura la no
violación de estas fosas; el pinzamiento por un implante mal dirigi­
do bloquea el movimiento terminal de la articulación (Fig. 23-3).

MECANISMO DE LESIÓN

Estudios en cadáveres de la Universidad del Sur de California han


mostrado que el mecanismo de producción de la fractura es la
carga axial con el codo en flexión menor de 90 grados. Cuando
la carga se aplica con el codo en flexión de 90 grados se produce
una fractura del olécranon (38).

DIAGNÓSTICO

I,os pacientes con una fractura del húmero distal se presentan con
dolor e hinchazón en la parte distal del brazo y el codo. Los que
tienen fracturas desplazadas tienen una deformidad evidente, y el
intento de movilizar el codo puede provocar crepitación ósea
dolorosa.
Todo lo necesario para el diagnóstico son radiografías estándar
en proyección antero-posterior y lateral. Sin embargo, han de ser
de buena calidad, tomadas (sin férula) en proyecciones antero-
posterior y lateral, mientras se mantiene una suave tracción lon­
gitudinal e incluyendo la articulación del codo en la radiografía.
Las radiografías tomadas sin tracción con el brazo dentro de una
B
férula son inapropiadas para realizar un diagnóstico exacto, una cla­
sificación de la fractura y para una planificación preoperatoria for­
Figura 23-2. La superficie articular form a con el eje de la diáfisis
un ángulo en valgo de 4 a 8 grados, el ángulo A de carga (A). El mal (Fig. 23-4).
segm ento articular tiene un ángulo hacia delante con respecto a la En algunas lesiones puede obtenerse información adicional
diáfisis de 40 grados y funciona estructuralm ente com o un arco de con radiografías en sobrecarga para determinar la estabilidad liga­
unión en el punto de m áxima divergencia distal de las columnas. mentosa asociada. Es imperativo un examen neurovascular cuida­
Es im portante notar que el epicóndilo m edial está en la proyección
del eje de la diáfisis, m ientras que el epicóndilo lateral se proyec­
doso. Cuando se sospecha una lesión arterial, está indicada una
ta ligeram ente hacia delante del eje. (B, C). arteriografía en dos planos.
Capitulo 23: Fracturas del húmero dista! 955

Figura 23-3. Están representadas las fosas anteriores (coronoidea y radial) posterior (olécranon), las
cuales sirven para evitar el pinzam iento en los extrem os de la flexión y la extensión respectivamente
(A, B). Un to rnillo atraviesa la fosa olecraniana, produciendo un pinzamiento con déficit de extensión (C).
956 Sección II: Extremidad superior

Figura 23-4. Radiografías antero-posterior (A) y lateral (B) que, debido a la superposición ósea, mues­
tran escasamente los detalles de la fractura. Una radiografía en tracción (C) muestra bien los im p o r­
tantes detalles de la fractura y perm ite al cirujano hacer una planificación preoperatoria form al (D).

CLASIFICACIÓN continuidad con la diáfisis. Las fracturas de tipo C son articulares,


pero tienen fragmentos no articulares que permanecen en conti­
Para el propósito de esta exposición, se considera una fractura del nuidad con la diáfisis (Fig. 23-6).
húmero distal a aquella cuyo epicentro está localizado en el cua­ Las clásicas fracturas en T y en Y son fracturas de tipo C. Cada
drado definido por Muller (40) (Fig. 23-5), cuya base es la dis­ una de estas categorías de fracturas se dividen en grupos numéri­
tancia entre los epicóndilos en una radiografía antero-posterior. cos. La clasificación fue organizada por sus creadores como una
La clasificación de la AO para las fracturas a este nivel está amplia­ jerarquía de pronóstico/tratamiento donde aquellos tipos de frac­
mente aceptada, y es la base para el sistema de clasificación alfa- tura que se juzgaban más difíciles de tratar y eran más propensos
numérico de la Asociación de Traumatismos Ortopédicos (ATO) a crear problemas, se designaban con los mayores números y letras
(Orthopacdic Trauma Association [OTA]) (42). Una fractura de (con las fracturas de tipo A l como las más fáciles de tratar y con
tipo A es exrraarticular. Una fractura de tipo B es parcialmente mejor pronóstico que las de tipo A3, las fracturas de tipo A ofre­
articular; esto es, una parte del segmento articular permanece en cían mejor pronóstico que las de tipo B, etc.). Una fractura C3 es
Capitulo 23: Fracturas del húmero distal 957

una fractura articular completa con conminución o segmentos de


fractura de la superficie articular. (Tal y como está escrito, se man­
tiene para los estudios de seguimiento para verificar estas inferen­
cias pronosticas).
La fractura multiplanar descrita por Júpiter y cois, en 1993 (24)
se caracteriza por un trazo sagital de fractura en los fragmentos
articulares y una fractura coronal concomitante de la tróclea.
Como señalan los autores, este patrón de fractura tiene caracterís­
ticas de los tipos B3 y C3. Puesto que la fractura multiplanar no es
parcialmente articular, se puede argumentar que es una fractura de
tipo C (con una línea de fractura segmentaria troclear articular que
se dirige en el plano coronal). Claramente no existe un sistema de
clasificación ideal, y la delimitación de subtipos para categorizar
exactamente estas lesiones (con el objetivo de comparar «manzanas
con manzanas») se hace sacrificando la fiabilidad interobservador
Figura 23-5. El epicentro de la fractura cae dentro del cuadrado (2, 7, 11, 13). Está admitido generalmente que todo sistema de
cuyo lado se tom a de la distancia entre los epicóndilos en la radio­ clasificación de fracturas tiene problemas de fiabilidad Ínter e intra
grafía antero-posterior. observador (con el tiempo), pero debe proporcionarnos un voca­
bulario para describir la fractura y para representar los elementos
esenciales de la misma. El hecho de formular esta representación es

Figura 23-6. A: Las fracturas se dividen en tres tipos: A, no articulares; B, parcialm ente articulares; y C, no hay fra g ­
m entos articulares en continuidad con el fragm ento dlafisario. Cada uno de estos tipos se subdlvlde luego en tres
grupos. B: Los tres grupos de las fracturas de tip o C: C1, fracturas sim ples en T o Y; C2, aquellas en las que el frag­
m ento articular es sim ple, pero el área supracondílea no articular está segmentada o conm inuta; y C3, en las que el
segmento articular está segm entado o conm inuto.
958 Sección ¡I: Extremidad superior

un proceso importante y ayuda a definir la anatomía de la fractu­


OPCIONES DE TRATAMIENTO
ra. El cirujano que ha realizado este desmontar y reconstruir la
fractura en su mente tiene un mejor conocimiento de su «perso­ En general, las fracturas distales del húmero deben tratarse con
nalidad». Cuando se pone por escrito (junto con el diseño de los reducción abierta y fijación interna (RAFI) estable. Esto permite
pasos de la operación, los implantes y un dibujo del montaje final), un movimiento sin dolor del codo y maximiza la probabilidad de
este proceso se denomina plan preoperatorio formal. Para las frac­ una restauración funcional completa del brazo mientras curan Ios-
turas del húmero distal, la realización de este proceso por un ciruja­ fragmentos de la fractura reducidos anatómicamente y fijados-
no hábil es la mejor garantía de un buen resultado (41). internamente.
Hay circunstancias en las que en beneficio del paciente no hay
INCIDENCIA Y DISTRIBUCIÓN que realizar una reducción abierta y fijación interna de la fractura.
Ejemplos de ello pueden ser pacientes demasiado frágiles o debilita­
La incidencia global de las fracturas del húmero distal en adultos dos como para soportar una anestesia prolongada debido a alto ries­
es pequeña, y representa menos del 0’5% de todas las fracturas go quirúrgico (por ejemplo, pacientes con contraindicaciones car-
(35). De este grupo, la mayoría serán de tipo C, siendo las de tipo diaats). Otras circunstancias son pacientes cuyos tejidos locales
A alrededor del 10%, y el grupo B menos del 5% (1, 39, 44, 56). (heridas abiertas o lesiones por desenguantado) no hacen aconseja­
Un corolario de esta información es que muy pocos cirujanos tie­ ble el procedimiento. Un ejemplo de esto pueden ser aquellos
nen una experiencia significativa con estas fracturas. pacientes con una lesión por explosión o aplastamiento abierta del
Basándose en una reciente revisión de 73 fracturas de tipo C codo, donde el objetivo es el restablecimiento de un segmento inter­
en la institución de los autores (un centro de traumatología de calado estable y viable entre el hombro y la mano (Fig. 23-7).
nivel I), la relación de casos C 3:C 2:C l fue de 6:3:1 (Tabla 23-1); La osteoporosis extrema (50), donde un pobre anclaje de la fija­
31 (un 41%) fueron lesiones abiertas y 43 (un 57%) fueron víc­ ción interna causa fácilmente un aflojamiento y fracaso de la
timas de politraumatismos. misma, puede ser una contraindicación. Esto último, sin embargo,
En general, la revisión global de la incidencia y distribución de puede raramente excluir a un anciano de una osteosíntesis, como
estas lesiones le lleva a uno a pensar que esta lesión se produce varios autores han informado buenos resultados utilizando fijación
infrecuentemente, pero cuando sucede, la naturaleza de la lesión interna en ancianos con fracturas del húmero distal (23, 43). Los
es comúnmente severa y no infrecuentemente asociada a lesiones métodos de tratamiento no quirúrgico incluyen tracción con con­
de los tejidos blandos y nervios que la rodean. Miller (39) ha versión a un yeso y/o yeso funcional, férula con yeso o yeso articu­
hecho unas observaciones similares al comparar la naturaleza de lado (abisagrado) cuando las fracturas están lo bastante «pegadas»,
las fracturas distales del húmero en niños y en adultos: «En niños momento en el que se insiste en realizar movimientos controlados.
es habitualmente una línea de fractura única horizontal a través Éste es el método expuesto por Keon-Cohen al principio de este
del cóndilo, mientras que en el adulto la regla es una conminu- capítulo. Inicialmente se coloca una aguja roscada transolecraniana
ción y un desplazamiento marcado». en el cúbito proximal. Esto puede hacerse de forma percutánea
desde el lado medial con una cuidadosa preparación de la piel usan­
do una técnica aséptica (Fig. 23-8 A, B).
La aguja se une entonces a un arco de Kirschner y se suspende
n p p w n n i PACIENTES CON FRACTURAS DE TIPO C de un sistema de poleas con pesos (Fig. 23-8 C). EL antebrazo se
I U d | | f l TRATADOS CON REDUCCIÓN ABIERTA Y suspende de un cabestrillo almohadillado que también se une a
FIJACIÓN INTERNA
.......vIn = —/
731 una polea y pesos. La unión de la fractura se juzga evaluando el
dolor mediante suaves movimientos en tracción y con radiogra­
Edad media 40 (rango 12-83)
Tipos de fractura C1 (n = 9)
fías, y ocurre habitualmente a las 3 semanas. En este momento se
C2 (n = 14) aplica un yeso o férula con yeso. El movimiento debe iniciarse
C3 (n = 50) como se dicta, y luego se avanza como se determine por el confort
Lesiones abiertas 31 del paciente. Otro método incluye la técnica del cabestrillo en
Politraumatizados 43 «saco de huesos» (8) que ha sido informado con razonable éxito
Lesiones neurovasculares 17 en el paciente anciano osteoporótico (3). Aunque la técnica en
asociadas
«saco de huesos» fue comunicada por Eastwood (8) en los años
Seguimiento clínico 51
Período de seguimiento 31 meses (rango 6-158) treinta, el creador de este método fue Hugh Owcn Thomas. F.1
(mínimo 6 meses) método consiste en colocar el brazo en un cabestrillo en la máxi­
Déficit de movimiento 26° de flexión, 25° de ma flexión posible. Se deja el codo colgando libre, llevando a la
extensión gravedad a hacer un efecto de ligamentotaxia. Se insiste desde el
9° de supinación, 8° de principio en que el paciente mueva la mano y los dedos y se ini­
pronación
cian movimientos pendulares de hombro a los 10 días. Se inician
Pérdida de fuerza de prensión 5(10% )
(comparado con lado sano)
movimientos del codo gradualmente en proporción al confort del
Retardo de consolidación 5 (7%) paciente y a la resolución de la hinchazón alrededor de las 3 sema­
(osteotomía o fractura) nas. La curación habitualmente ocurre a las 6 semanas, momento
Cirugía secundaria 30 (58%) en el que se retira el cabestrillo y se indican ejercicios más inten­
Indicaciones de cirugía Revisión/retirada de material de sos buscando maximizar la extensión del codo. En la pequeña
secundaria de síntesis, neurólisis, injerto serie de casos comunicada por Brown y Morgan (3), se consiguió
óseo resección de osifica
una media de 70 grados de movimiento del codo, y es interesan­
ciones heterotópicas, artro
plastia total de codo. te que los mejores resultados se consiguieron en el subgrupo de
pacientes ancianos de la serie. Otros autores han recomendado
Capítulo 23: Fracturas del húmero distal 959

Figura 23-7. A: Radiografía de una lesión por disparo a corta distancia en el antebrazo y el codo. B:
Fotografía clínica de la extrem idad con un fija d o r externo. El objetivo aquí es el restablecim iento de
un segm ento intercalado viable entre el hom bro y la mano. Problemas com o la pérdida de hueso, con­
tam inación y desvitalización no hacen aconsejable una osteosíntesis.

Figura 23-8. Fractura de tip o A tratada con


tracción olecraniana. A, B: Visiones antero-
posterior y lateral con la aguja de tracción
colocada. C: Una configuración útil en la que
el antebrazo está soportado sobre la cabeza.
960 Sección U: Extremidad superior

este método en este subgrupo de pacientes (6, 29). La colocación


de un fijador externo que salte el codo es una opción razonable C uadro 23-1. DETALLES Y PERLAS QUIRÚRGICAS
como un método temporal que permita una movilidad global del
paciente, una reducción por ligamentotaxia de los segmentos de Una terraja calibrada de 6,5 mm (o de 7,3 mm) es útil y propor­
hueso desplazados, y un más fácil cuidado de la herida y/o moni- ciona al cirujano la longitud adecuada del tornillo que se va a
torización de los compartimentos de partes blandas. El autor pre­ utilizar después. Este paso ahorra tiempo en la intervención,
cuando la osteotomía se reduce y se fija (Flg. 23-1OA).
fiere montar dos marcos de dos medias agujas, uno colocado en el
cubito y otro en el húmero, conectando ambos después de colo­
car el codo en posición apropiada. Específicamente, se monta un
marco en el cubito con tres medias agujas de pequeño diámetro
(2,5 mm) colocadas percutáneamente. Para el húmero se colocan
grafías antero-posterior y lateral tomadas en tracción suave. El
dos (o tres) medias agujas grandes (3,5 o 4,5 mm) colocadas por
paciente se puede colocar en decúbito prono, lateral o supino. La
métodos abiertos (el pasillo de tejidos blandos en esta zona es
mayoría de los cirujanos prefieren la posición prona o lateral (con
potencialmente más peligroso que en el antebrazo, donde el cúbi-
la parte lesionada hacia arriba). Ocasionalmente se indica la posi­
to es subcutáneo en toda su longitud) después de una perforación
ción supina en pacientes politraumatizados con problemas anes­
previa. Se coloca el codo entonces en la posición deseada (con
tésicos o pulmonares (9).
tracción suave para conseguir una reducción por ligamentotaxia),
La preparación de la piel incluye el brazo entero hasta la cin­
y se conectan los marcos con barras tensionadas adecuadamente
tura escapular con la axila y el hombro. (Esto facilita la colocación
mediante los conectores.
de un torniquete estéril). La cresta ilíaca ipsilareral (o la posterior
si está en decúbito prono) se prepara para tomar injerto óseo si es
R e d u c c ió n a b ie r t a y f ija c ió n in t e r n a necesario. El abordaje quirúrgico está determinado por el patrón
de fractura. Por ejemplo, una fractura aislada de cóndilo humeral
Como se ha expuesto previamente, la reducción abierta y fijación
puede abordarse por una incisión anterolatcral. Una fractura del
interna deben empezar con una cuidadosa planificación preope­
epicóndilo medial con el ligamento colateral medial anclado
ratoria. El requisito para esta planificación son unas buenas radio- puede abordarse por una incisión medial (véase Fracturas especí­
ficas más adelante). Sin embargo, para la mayoría de las fracturas
del húmero distal se indica una incisión posterior con exposición
de la superficie articular a través de una osteotomía del olécranon.

A b o r d a je p o s t e r io r d e u n a f r a c t u r a C-3
Se inicia distalmente una incisión posterior en el eje de la extre­
midad curvándola suavemente alrededor de la cara lateral (o
medial) del olécranon y se continúa sobre el cúbito aproximada­
mente una pulgada (Fig. 23-9). En algunas circunstancias, una
incisión en forma de J, como se ha sugerido por Zagorski y cois.
(57) puede tener ventajas (Fig. 23-9). Este el caso particularmen­
te cuando se prevé que el material de síntesis va a ser prominente
y deberá ser retirado tras la consolidación de la fractura.
El olécranon se perfora y se talla el canal con la terraja de 6’5
mm (diámetro externo de la terraja) de esponjosa calibrada hasta
ocupar el punto de hueso denso adyacente al endostio del cúbito
cuando aumenta la resistencia torsional. Esta distancia recorrida
por la terraja proporciona al cirujano una estimación de la longi­
tud apropiada del tornillo para la posterior fijación del olécranon.
Ocasionalmente, en cúbitos más grandes, se usa una terraja cali­
brada de 7,3 mm, que corresponde a un tornillo de esponjosa de
7,3 mm (Cuadro 23-1).
Si la terraja no ocupa el canal y la resistencia torsional es baja,
se puede anticipar la necesidad de usar una reparación con agujas
y banda de tensión de la osteotomía, ya sea con el tornillo y aran-

C uadro 23-2. DETALLES Y PERLAS QUIRÚRGICAS

Figura 23-9. Se utiliza una Incisión posterior en el eje de la extre­ Es útil proteger la cara opuesta del cartílago articular con una
midad distalm ente y suavemente curvada alrededor de la cara gasa o dos elevadores de Freer (lisos y de bordes romos)
lateral del olécranon y seguida sobre el cúbito aproxim adam ente (Fig. 23-10 B).
dos pulgadas.
Capítulo 23: Fracturas del húmero distal 961

C D
Figura 23-10. A: El olécranon se perfora previam ente y se terraja con una terraja de esponjosa de 6,5 o 7,3 mm (diám etro externo
de la terraja) hasta el punto en que se rellena el hueso denso adyacente al endostlo (aumenta la resistencia torsional). Si esto no
sucede con un to rn illo de 6,5 mm, puede usarse la terraja y to rn illo de 7,3 mm. Se usa una sierra oscilante delgada para hacer una
osteotom ía de Chevron al nivel del punto de m áxim a profundidad del olécranon y se com pleta con un osteótom o delgado de punta
fina que en el paso final puede ser apalancado para ocasionar un borde de fractura dentado en la parte condral de la osteotomía.
Cuando se fija anatóm icam ente al final de la intervención, esta interdigitación m ejora la estabilidad de la reparación al nivel del
hueso subcondral. B: Cuando se usa una sierra oscilante es útil proteger el cartílago articular opuesto con una gasa o dos elevado­
res de Freer. Véase que la profundidad que avanza la terraja proporciona al cirujano la longitud apropiada del to rn illo de fijación de
la osteotom ía del olécranon al final de la intervención (A). Si la resistencia torsional es m ínim a para el gran diám etro de la terraja,
se puede anticipar la necesidad de usar una reparación con alam bre en banda de tensión para la osteotom ía, ya sea con to rn illo con
arandela o con dos agujas de Kirschner paralelas (C, D).

déla o con dos agujas de Kirschner paralelas (Fig. 23-10 B, C). Se unidad. Esto permite la exposición de la superficie articular pos­
usa entonces una sierra oscilante delgada para hacer una osteoto­ terior e inferior y de la superficie posterior de la tróclea (o frag­
mía de Chevron al nivel de la parte más profunda del olécranon, mentos trocleares).
y se completa con un osteótomo delgado de punta fina hasta el Se dirige primero la atención hacia la superficie articular donde
nivel del hueso subcondral (Cuadro 23-2). los fragmentos de la fractura están libres en sangre coagulada y
Una vez completada la osteotomía, la inserción del tríceps y la envueltos en los tejidos blandos, recolocando los fragmentos en su
parte separada del olécranon se disecan con suavidad liberándolos posición anatómica, con cuidado de evitar un despegamiento inne­
de los tejidos que los rodean y se elevan próxima!mente como una cesario de las inserciones de tejidos blandos (aporte sanguíneo).
962 Sección II: Extremidad superior

Figura 23-11. A: Como preludio a la colocación de la placa, se presiona un m olde de alum inio contra
la superficie del hueso, ya reducido, en el lugar donde se anticipa la colocación de la placa, dando
form a entonces al im plante con los dobladores de placas de acuerdo con la superficie del m olde (la
colum na lateral). Se usa la m ism a técnica de m oldeado para la placa medial (localizada en ángulo
recto respecto a la lateral en la visión en sección). Se puede colocar un to rn illo canulado en el aguje­
ro más bajo de la placa com o to rn illo de com presión interfragm entaria -la aguja guía asegura que no
interfiere con el to rn illo de com presión segm entaria colocado previam ente-. Nótese que las agujas de
Kirschner (agujas K) que fijan provisionalm ente la fractura están colocadas fuera de la posición de
colocación de la placa. B: La parte segmentaria de la fractura articular se puede reducir y fija r girando
los fragm entos de los bordes sobre sus inserciones en los tejidos blandos. Esto perm ite al cirujano
visualizar la fractura segm entaria anterior. La colocación de pequeñas agujas K com o «mangos» es
útil a menudo, y una vez reducido, pueden avanzarse para conseguir una fijación tem poral (B, C). Tras
la fijación definitiva de los fragm entos segm entarios, quedan ahora dos fragm entos articulares m ayo­
res. D: Los dos fragm entos articulares resultantes se reducen uno al otro y luego a la diáfisis (se pue­
den usar las agujas K com o mangos) y se fijan provisionalm ente con agujas K. (La figura continúa.)
Capitulo 23: Fracturas del húmero distal 963

Figura 23-11. (Continuación). E,F:


Fragmentos articulares segm enta­
rios reducidos y fijados. G: A conti­
nuación se fija n definitivam ente
los fragm entos segm entarios re­
ducidos y provisionalm ente fijados
(m in ito rn illo s de 1,5 mm de diám e­
E tro).

Aquí son útiles las agujas de Kirschner, tanto para manipular los
pequeños fragmentos como para conseguir una fijación provisio­
nal.
Cuando hay conminución o pequeños fragmentos segmenta­ C uadro 23-3. DETALLES Y PERLAS
rios articulares, se han descritos varios abordajes (41, 53, 54). Uno
de ellos es retirar y desechar las pequeñas piezas y sustituirlas por La fijación provisional debe conseguirse de forma que no impi­
injerto óseo, y entonces colocar los dos fragmentos articulares da o interfiera en la fijación definitiva. Esta colocación requie­
mayores restantes en relación adecuada con los otros (y con la re que el cirujano tenga una idea del montaje final mientras
fija provisionalmente los fragmentos reducidos. Los fragmen­
superficie articular correspondiente del cubito) y dejarlos en esta tos segmentarios articulares de la superficie anterior pueden
relación por medio de un tornillo sin compresión completamen­ ser un reto, pero se pueden manejar plegando el fragmento
te terrajado (41, 54). En estas circunstancias se ha recomendado receptor condíleo mayor por sus inserciones de tejidos blan­
injerto óseo corticocsponjoso (54) o esponjoso (41). El otro abor­ dos. Esto ayuda al cirujano a visualizar directamente la
daje es reducir los pequeños fragmentos hasta su posición y fijar­ superficie receptora de la fractura para colocar el fragmento
los con tornillos pequeños interfragmentarios avellanados (p. ej., en su lecho, fijarlo provisionalmente con una aguja de
Kirschner, y luego definitivamente con un tornillo interfrag­
2,0 o 2,7 mm) o tornillos con doble rosca de inclinación diferen­
mentario de pequeños fragmentos (p. ej., un tornillo de 2,3
te (tornillos de Herbert, Zimmer Corp., Wausau, IN) colocados mm de diámetro con Synthes USA, Paoli, PA). El cirujano
por debajo del nivel de la superficie articular. En general, el autor debe utilizar una técnica de inserción a compresión con rosca
ha encontrado que es poco frecuente la necesidad de injerto óseo completa, con el tornillo convenientemente avellanado por
para esta indicación (Fig. 23-11, Cuadro 23-3). debajo de la superficie del cartílago articular (34).
Hablando en general, el objetivo de la táctica quirúrgica es
964 Sección II: E xtremidad superior

convertir una fractura C-3 en una C-2 (o C -l), p. ej., tomar una
superficie articular multifragmentaria y, por reducción adecuada y C uadro 23-4. DETALLES Y PERLAS QUIRÚRGICAS
fijación segura del o los pequeños fragmentos, tener dos fragmen­
tos articulares mayores que puedan ser reducidos y fijados el uno El proceso puede concluirse mejor colocando una aguja guía
al otro (Fig. 23-11). Estos dos fragmentos articulares mayores (esto evita interferencias con un minitornillo colocado previa­
mente para tratar el fragmento articular segmentario) de un
pueden ser manipulados de forma similar con agujas de Kirschner
equipo de tornillo canulado pequeño, de 3,5 mm de diámetro
colocadas estratégicamente (como «mangos»), reducidos y mante­ con (Synthes USA, Paoli, PA) en la línea del tornillo más infe­
nidos con pinzas de reducción con puntas, seguido de fijación rior de la placa. Un agujero perforado en la lengüeta más
provisional con una segunda aguja de Kirschner o con el avance inferior del molde permite colocarlo en la posición exacta de
de una de las que se usaron como mangos, como un preludio de la placa. El segmento articular fijado provisionalmente se
la fijación definitiva (Fig. 23-11). Nuevamente, la localización reduce entonces al segmento diafisario y se fija provisional­
mente lo suficiente como para conformar el molde de la seu-
de esta aguja y de la subsiguiente fijación definitiva requieren una doartrosis. Se coloca entonces sobre la aguja guía (que pro-
concepción de la construcción final que se desea. En pacientes en truye a través del agujero), y se sustituye por el implante que
los que la construcción final demanda un tornillo cortical coloca­ se ha moldeado remedando exactamente el molde. Se fija
do en la parte más inferior de una placa moldeada para una entonces al hueso secuencialmente de la forma habitual.
columna, el moldeado debe preceder a la colocación del tornillo.
Este proceso se puede simplificar utilizando un molde de alumi­
nio adecuado para la placa que se prevé usar, moldeándolo en la
superficie del hueso y usándolo para moldear la placa con dobla-
dores adecuados (Fig. 23-11 F, G). Alternativamente se puede húmero distal puede mejorarse situando las placas en ángulo recto
moldear la placa preoperatoriamente en un modelo plástico del una respecto a la otra vistas en sección, (p. ej., una placa colocada
húmero y esterilizarla rápidamente. Pueden ser necesarios pe­ en superficie posterior de la columna lateral y otra en la cara
queños ajustes en el momento de la fijación definitiva. Esta últi­ medial de la columna medial) (Fig. 23-12).
ma técnica está basada en un plan preoperatorio detallado Los estudios posteriores de Schcmitsch y cois. (45) mostraron
(Cuadro 23-4). un mantenimiento suficiente de la rigidez incluso cuando este
requerimiento se alteraba teniendo las dos placas en pilares
(columnas) separados y en diferentes superficies (fuera del mismo
C o lo c a c ió n d e lo s im p la n t e s
plano). Cuando las placas de las columnas están colocadas en el
En general, la colocación de los implantes debe permitir una fija­ mismo plano pueden fatigarse, resultando en rotura en el lugar de
ción que sea lo bastante estable como para permitir un movi­ la fractura y retardo de consolidación (Fig. 23-13).
miento activo suave de la articulación durante el período de la Hay ocasiones en las que la prominencia e irritación tardías son
curación ósea. Los implantes deben colocarse de forma «amistosa parte del precio que hay que pagar por conseguir una fijación
con la biología», con mínima necrosis tisular, con moldeado exac­ estable con conservación de la función hasta que se consigue la
to para minimizar la prominencia e irritación de los tejidos veci­ curación. Un ejemplo de esto puede ser cuando una fractura baja
nos. Helfet y Hotchkiss afirmaron (16) que la estabilidad del de la columna medial se trata con una placa moldeada alrededor

A B

Figura 23-12. A, B: Placas aplicadas al húm ero distal m uestran en la visión en sección un ángulo recto
entre ellas. Ésta es desde el punto de vista biom ecánico la m ejor colocación.
Capitulo 23: Fracturas del húmero distal 965

Figura 23-13. A, B: Radiografías de una fractura de húm ero distal a 10 semanas de una osteosíntesis
en un joven de 20 años de edad con do lo r e hinchazón en el codo. En este punto hay fatiga de la placa
e inestabilidad en el foco de fractura en la región supracondílea. C: Posterior desplazamiento a las 3
semanas. D, E: El paciente se reinterviene con retirada de la placa que se sustituye por otra de recons­
trucción de 3,5 mm en la colum na lateral, y una placa de com presión de 3,5 mm moldeada en ángu­
lo recto en la visión en sección con la colum na medial. También se usó injerto óseo esponjoso. Se
muestra la radiografía 3 meses después. El paciente tiene una función indolora excelente del codo y
la fractura ha curado. [La figura continúa.)
966 Sección II: Extremidad superior

del epicóndilo medial. Este procedimiento pinza el túnel cubital


y puede precisar una transposición del nenio cubital. En general
las columnas se fijan con placas, la mayoría con placas de recons­
trucción de 3,5 mm colocadas en la parte posterior de la colum­
na lateral y en la cara medial de la columna medial. La inclusión
de un tornillo de compresión para la superficie articular en el últi­
mo agujero de las placas medial o lateral puede ser deseable. En
general, el autor prefiere hacerlo en el último agujero de la placa
que es más distal (Fig. 23-14). Sin embargo, hay excepciones a
estas generalidades. Por ejemplo, cuando la fractura de la colum­
na medial es muy baja puede ser una ventaja colocar la placa
medial en la parte posterior de la columna y moldearla alrededor
del epicóndilo medial hasta conseguir una fijación ¡ntramedular
con un tornillo dirigido desde caudal a cefálico rellenando la
columna medial en su parte proximal (Fig. 23-14 B, C) (36). Esta
construcción (Fig. 23-14 B, C) pinza el túnel cubital y necesita
una transposición del nervio cubital. La construcción mostrada
en la Fig. 23-14 C será menos prominente que colocar la placa en
la cara medial del epicóndilo medial, donde esta localización sub­
cutánea puede ser prominente y causar síntomas. Esta construc­
ción puede permitir también una mayor preservación de las inser­
ciones de tejidos blandos en este fragmento.
Si hay una extensión a la diáfisis de la parte metafisaria de la
fractura, o una conminución significativa a distancia en el área
metadiafisaria, debe usarse entonces un implante más rígido y
fuerte. Puede ser ventajoso usar, en lugar de una placa de recons­
Figura 23-13. (Continuación). trucción de 3,5 mm de compresión dinámica (Synthes USA,
Paoli, PA) o el más reciente diseño de la variedad de contacto

A, B C

Figura 23-14. Tres montajes posibles para la fijación de una fractura baja de la colum na medial con (A) el to rn illo más
bajo de la placa es interfragm entario para la línea de fractura articular, y (B) el to rn illo más bajo se dirige directa­
mente hacia la colum na medial y entonces la placa se m oldea sobre la cara medial de la colum na alrededor del epi­
cóndilo medial. La fractura articular se trata aquí con un to rn illo a com presión dirig id o desde el segundo agujero de
la placa contado desde el extrem o distal. C: La placa moldeada alrededor de la colum na medial con la porción p rin ­
cipal de la placa en la cara posterior de la colum na medial. La linea de fractura articular se trata por m edio de un to r­
nillo a com presión desde la cara lateral a través del últim o agujero de la placa. Las dos últim as construcciones (B, C)
necesitan generalm ente de una transposición anterior del nervio cubital.
Capítulo 23: Fracturas del húmero distal 967

reducido en la superficie de contacto, por la de contacto limitado cular terminal de la columna lateral, no el epicóndilo o la metáfi-
y compresión dinámica (lim eted con ta ct dyn am ic com presión píate, sis, y puede tomar dos formas. La primera variedad (tipo AO u
LCDCP; Synthes, USA) en lugar de una o ambas placas de OTA B3.1-2) o tipo Hahn-Steinthal (48) afecta a una gran por­
reconstrucción. En esta circunstancia, las placas en las columnas ción del cóndilo humeral y ocasionalmente a una pequeña parte
opuestas deben extenderse hasta el fragento diafisario proximal de la tróclea adyacente (Fig. 23-15 A).
formando un ángulo recto (Fig. 23-12 B) en la visión en sección. La segunda variedad (tipo AO u OTA B3.1-1) o tipo Kocher-
Esto puede imponer un abordaje más proximal de la cara poste­ Lorentz (30, 33, 46) afecta al cartílago articular y la porción
rior del húmero y demandar el aislamiento y protección del ner­ correspondiente del hueso subcondral (14). Afortunadamente
vio radial a este nivel. este último tipo aparece con menos frecuencia que el primero.
Una lesión asociada importante es la rotura del ligamento colate­
ral cubital, comunicada en el 69% de los casos (9/13) de la peque­
FRACTURAS ESPECÍFICAS ña serie realizada por Johansson (22). Una segunda lesión asocia­
da es la fractura de la cabeza radial (28) (Fig. 23-15 D). Ambas
C ó n d ilo h u m e r a l
deben sospecharse, y si no se ven en las radiografías estáticas,
Las fracturas del cóndilo humeral (tipo B3.1 de la clasificación deben obtenerse radiografías en sobrecarga.
AO o de la OTA) son raras; así, no se ha informado de grandes Se piensa que el mecanismo de lesión es el cizallamiento del
series de casos (51). Esta fractura fue descrita por primera vez por cóndilo humeral por una fuerza transmitida desde el radio al
Hahn en 1853 (55). Esta fractura afecta sólo a la parte intraarti- húmero, resultando en el tipo I cuando el codo está en extensión

Figura 23-15. A; El tip o I (Hahn-Steinthal) de fractura del cón dilo hum eral. Una porción de la tróclea puede estar im plicada en esta fractu­
ra. En el tipo II (Kocher-Lorenz) hay una porción m uy pequeña de hueso anclada al fragm ento de cóndilo humeral. No hay fractura del cón­
d ilo lateral en el plano sagital en ninguno de los tipos I o II de fractura del cóndilo hum eral. B: Aunque más a m enudo el fragm e nto de
cóndilo humeral está desplazado hacia anterior, ocasionalm ente el fragm ento de fractura puede desplazarse hacia posterior. En este caso
en la exploración hay una obstrucción a la extensión en la exploración física. C: La radiografía antero-posterior es útil con frecuencia para
dem ostrar el grado de afectación de la tróclea. Las flechas señalan los dos fragm entos de la superficie capitelo-troclear. Esto puede ser difí­
cil de reconocer en la radiografía lateral.
968 Sección II: Extremidad superior

completa y el tipo II cuando la fuerza se transmite con el codo en En las desplazadas, si el fragmento tiene suficiente sustancia,
flexión (4). puede hacerse una reducción abierta y fijación interna usando tor­
nillos de mini fragmentos (2,3 mm de diámetro) con rosca doble
por debajo del nivel del cartílago articular o dirigidos desde la cara
Diagnóstico posterior como tornillos de compresión, teniendo cuidado de no
Los hechos característicos son dolor e hinchazón en la cara lateral penetrar en la superficie articular. Aunque algunos cirujanos pre­
del codo así como dolor con el intento de movilización que está fieren el abordaje postero-lateral (Fig.23-16), estas fracturas pue­
limitada en extensión, flexión y rotación del antebrazo (depen­ den verse directamente en la superficie articular por un abordaje
diendo de dónde se haya desplazado el fragmento dentro del espa­ anterior (Fig. 23-16 C). McKee (36) ha comunicado una conso­
lidación del 100% con una media de 140 grados de movimiento
cio intracapsular). Los hallazgos radiográficos, especialmente en el
del codo y sin necrosis avascular en una serie de seis casos trata­
tipo II o en las que tienen un desplazamiento mínimo, pueden ser
dos con reducción abierta y fijación interna. En el seguimiento a
sutiles (a menudo una delgada galleta de hueso subcondral u oca­
27 meses la rotación total del antebrazo era de una media de 167
sionalmente sólo el cartílago articular) (12). McKee (36) ha iden­
grados.
tificado una anormalidad radiográfica, el «signo del doble arco», Puede utilizarse un abordaje anterior (20) con el paciente en
que ha visto en cada uno de los seis pacientes con fracturas de decúbito supino. Este abordaje utiliza el plano entre el supinador
cóndilo humeral de tipo I. Es necesaria una radiografía lateral largo y el braquial anterior (proximalmente)/pronador redondo
estricta porque una pequeña oblicuidad del fragmento puede (distal mente) con cuidado de preservar el nervio cutáneo lateral
ocultarse por el hueso suprayacente. Un signo de la almohadilla del antebrazo. El nervio radial se identifica, aísla y protege proxi-
grasa puede ser siempre aparente (46). malmente y donde se divide en sus ramas (nervio radial superfi­
cial y nervio interóseo posterior), que pasa a través de las fibras del
supinador y emerge distalmente. Una vez que la cápsula del codo
Tratamiento
se ha abierto, aparece rápidamente el fragmento de fractura. Con
Las fracturas no desplazadas pueden tratarse sin cirugía con una el codo en extensión completa, se limpia el plano se fractura, se
férula durante 3 semanas seguida de movilización protegida (49). repone el fragmento anatómicamente de forma provisional y

Nervio cutáneo posterior M úsculo bíceps


del antebrazo Aponeurosis
Tendón del bicipital
Origen del extensor m úsculo bíceps Nervio
común
Músculo tríceps
M úsculo bra-
quiorradial
Epicóndilo lateral
Músculo
braquial
Nervio
Músculo ancóneo cutáneo lateral
del antebrazo
Origen del extensor radial
Rama profunda
del nervio radial
Origen del extensor com ún
Cápsula articular
Nervio cutáneo
Rama superficial
posterior del antebrazo
del nervio radial
(nervio radial)
M úsculo
supinador corto
M úsculo tríceps Arteria recurrente
Arteria
radial
Arteria radial braquial
Epicóndilo lateral
Músculo pronador redondo

M úsculo ancóneo

Ligam ento anular Arteria recurrente interósea

Figura 23-16. A: Exposición superficial entre el ancóneo y el origen del extensor com ún. B: Disección pro­
funda adyacente a la inserción del supinador en el radio proxim al con el antebrazo pronado para desplazar al
nervio radial del plano de disección. La disección se continúa proxim alm ente desde la cara antero-lateral de
la cresta supracondílea y se lleva m edialm ente elevando el origen del extensor com ún para exponer la frac­
tura. C: Abordaje anterior. (La figura continúa.)
Capítulo 23: Fracturas del húmero distal 969

entonces se fija definitivamente. Cuando hay conminución o


COMPLICACIONES
impactación la restauración anatómica puede no ser posible, y el
cirujano puede contentarse con una reposición en la posición C o m p r e s ió n n e r v io s a
impactada. Con tal de que el ligamento colateral cubital esté
intacto, puede esperarse un codo estable y funcional. Si el liga­ La neuritis postoperatoria debida a compresión nerviosa es un
mento colateral cubital está desgarrado, debe repararse por medio hecho en el 15% de las fracturas articulares tratadas con reduc­
de una incisión medial separada, aislando y protegiendo el nervio ción abierta y fijación interna (25). El nervio afectado con más
cubital. Cuando el ligamento ha sido avulsionado del hueso, es frecuencia es el cubital. Cuando la compresión del túnel cubital es
útil el uso de anclajes de sutura o agujeros perforados para anclar la causa, está indicada la transposición anterior del nervio con o
la sutura. sin neurólisis. Estos problemas se evitan mejor moldeando de la
placa esmeradamente al contorno adecuado de la superficie del
hueso, y situando los implantes de forma que se minimice el efec­
Epicóndilos to de irritación sobre el nervio. Un síndrome del pronador redon­
do puede presentarse como manifestación de la compresión
Las fracturas de epicóndilo lateral en adultos son raras (27) y fun­ debida al edema en la fase aguda post-lesión o post-cirugía, y se
damentalmente son consecuencia de traumatismos directos. Estas alivia con una descompresión quirúrgica (25). Ha sido recomen­
fracturas se pueden tratar de forma no quirúrgica con una férula dado por varios autores transponer el nervio si queda en contacto
durante 3 semanas, seguida de movimiento activo protegido. con el material de osteosíntesis (25). La transposición debe hacer­
Las fracturas de epicóndilo medial no son comunes, y rara­ se cuidadosamente con liberación adecuada de la arcada o septo
mente ocurren aisladas (27, 48). En adultos, aparecen la mayoría intermuscular medial de Struthers y con una liberación de la fas-
como resultado de una carga directa (27, 48). En niños el frag­ cia entre y sobre las dos cabezas del flexor cubital del carpo (cubi­
mento puede desplazarse en la articulación; esto es raro en adul­ tal anterior) (a veces el sitio de la compresión residual) en el ante­
tos. Cuando el fragmento se desplaza, es llevado hacia delante y brazo proximal. Esto debe hacerse con cuidado de preservar las
anterior por los flexores del antebrazo. Debido a la estrecha rela­ ramas motoras de los músculos proximales del antebrazo. El ner­
ción entre el nervio cubital y el epicóndilo, la función del nervio vio debe elevarse de su lecho con sus venas y arterias acompañan­
debe estudiarse cuidadosamente. Para fracturas no desplazadas o tes y asegurarse después en su nueva posición de forma que se pre­
mínimamente desplazadas, es una opinión consensuada que el venga la subluxación tardía con el movimiento del codo. Para ver
tratamiento ideal consiste en tratarlas de forma no quirúrgica con detalles técnicos de una transposición del nervio cubital, y las ven­
movilización precoz. Para las lesiones desplazadas no hay consen­ tajas de una transposición subcutánea o submuscular, se remite al
so; cada abordaje tiene sus defensores. El autor cree que un des­ lector a los textos especializados (10, 51).
plazamiento significativo (mayor de 1 cm) con inestabilidad a la Así, la capacidad de realizar una transposición anterior del ner­
sobrecarga en valgo son indicaciones para fijación interna estable vio cubital competente debe formar parte del repertorio de un
seguida de movilización precoz. Esto puede conseguirse con un cirujano que trate estas lesiones, y además, el ejercicio de un buen
abordaje medial con identificación, aislamiento y protección del plan preoperatorio debe llevar a la anticipación adecuada de la
nervio cubital, seguido de una osteosíntesis del epicóndilo. posibilidad de necesitarla, sobre todo en fracturas bajas de la colum­
970 Sección //.' Extremidad superior

na medial, donde los implantes necesitan extenderse distalmente incompleta es el componente metadiafisario de la fractura, el cual
en la columna medial. También es importante documentar la se puede tratar retirando el material (a menudo roto o aflojado del
transposición cuando se escribe el informe de la intervención. hueso) y volviendo a sintetizar con una placa de compresión en las
Algunos pacientes encuentran irritante el material de osteosínte- columnas medial y lateral (no en el mismo plano). En esta situa­
sis y piden su retirada. En estas circunstancias, determinar antes ción el cirujano puede elegir una de las placas más fuertes de dise­
de la intervención que el nervio cubital no está en el túnel puede ño de o lede (en oposición a las placas de diseño de reconstruc­
evitar al cirujano el estresante descubrimiento durante la cirugía ción de 3,5 mm), y debe usarse un injerto de hueso esponjoso
de que el túnel cubital está vacío. para suplementar el potencial de curación del foco de seudoartro­
sis. Adicionalmente, si el movimiento del codo está significativa­
mente deteriorado (con una pérdida de extensión mayor de 30
M a t e r ia l d e o s t e o s ín t e s is
grados), debe tratarse simultáneamente ya sea retirando adecua­
La irritación por el material implantado una vez que la hinchazón damente el pinzamiento en la cara posterior o con una adecuada
ha cedido y el codo ha recuperado la función no es infrecuente. liberación capsular en la cara anterior (37).
Esto se da sobre todo en el olécranon, donde la localización del Cuando la seudoartrosis tiene un componente intraarticular,
implante es subcutánea y la irritación en este punto del codo está necesita ser cuidadosamente valorado desde el principio cualquier
causada con frecuencia al poner el brazo sobre una mesa o escri­ escalón residual o artrosis asociada. Las opciones son retirar el
torio. Esto también ocurre con más facilidad cuando se usa un material, osteotomía correctora, liberación capsular anterior o
lazo de alambre en forma de ocho en la reparación de la osteoto­ posterior, neuróiisis del nervio cubital cuando la neuritis es parte
mía en lugar de un tornillo (18). Otro punto potencial de promi­ de la sintomatología, seguido de nueva osteosíntesis con o sin
nencia del material es sobre la porción baja de la cresta supracon- injerto óseo para maximizar la estabilización y el potencial de
dílea medial y el epicóndilo medial. Este hueso es subcutáneo a curación de los segmentos articulares. De los 13 pacientes con
este nivel y hay muy poco «cojín» entre él y la piel. retardo de consolidación o seudoartrosis comunicados por McKee
El aflojamiento del material y el dolor secundario a la promi­ (37), todos los que tuvieron dolor significativo, pérdida de movi­
nencia están causados habitualmente por una incompleta cura­ miento y discapacidad funcional, se consiguió una mejoría signi­
ción de la fractura y el movimiento en el foco de fractura. La ficativa del dolor y una mejora de la amplitud de movimiento (se
mayoría de las complicaciones recogidas en las series de Henley dobló hasta 90 grados) usando este abordaje. Se ha utilizado con
(18) fueron atribuibles a esta circunstancia. algún éxito en casos seleccionados un fijador externo de bisagra
colocado en suave distracción y con las bisagras alineadas con el
movimiento en flexión y extensión del codo. Una alternativa
R e ta r d o d e c o n s o lid a c ió n y s e n d o a r t r o s is puede ser el tratamiento no quirúrgico aceptando el escalón arti­
Afortunadamente, el retardo de consolidación y la seudoartrosis cular o la eventual artrosis. Las alternativas de reconstrucción qui­
de la fractura son infrecuentes. Cuando ocurren, son más comu­ rúrgica pueden ser la artroplastia de resección seguida de férula, la
nes en una fractura de tipo C en la cual el área de consolidación artrodesis y la artroplastia total del codo.

Figura 23-17. Radiografías antero-poste-


rior (A) y lateral (B) de una seudoartrosis
de la osteotom ía del olécranon debida a
varios errores técnicos. Primero, la terra­
ja del to rn illo no consigue rellenar hasta
la cortical endóstica del cubito proxim al.
El hueso esponjoso proxim al solo, pro­
porciona un anclaje insuficiente. Segun­
do, el cirujano coloca un alam bre en
form a de ocho com o m edio adicional de
fijación, pero no usa una arandela pro xi­
mal en torno a la cual asegurar el lazo
sobre la cabeza del to rn illo . Sin un buen
punto de fijación proxim al, había in sufi­
ciente estabilidad de la osteotom ía cuan­
do el codo fue som etido al m ovim iento
activo.
Capítulo 23: Fracturas del húmero dista! 971

El retardo de consolidación y pseudoartrosis pueden ocurrir en En el futuro, estudios prospectivos longitudinales bien diseña­
la osteotomía del olécranon. En la serie de 28 fracturas de tipo C dos usando instrumentos de calidad de vida contrastados como la
tratadas con osteotomía de olécranon comunicadas por Henley DASH serán útiles para hacernos comprender más claramente el
(18), dos (7%) tuvieron un retardo de consolidación, ambas se efecto que las fracturas del húmero distal tienen en nuestros
produjeron en pacientes en los que se había reparado con la téc­ pacientes, así como la eficacia de nuestras intervenciones en su
nica de alambrado en banda de tensión. La reparación con una beneficio.
nueva banda de tensión (en un caso sobre un tornillo con aran­
dela) trató con éxito esta complicación en esta serie. En la expe­
riencia del autor, el problema aparece con menor facilidad si el AGRADECIMIENTOS
tornillo usado para reparar la osteotomía rellena el hueso hasta el El autor quiere agradecer al Dr. Walter Bo su contribución en las
endostio proporcionando de este modo una resistencia torsional visiones en sección de la anatomía, así como a los Drs. R.
suficiente para asegurar la compresión estable de la osteotomía Williams y D. Ruch y al estudiante de medicina C. Yang su ayuda
(Fig. 23-17). en la recogida de casos relevantes y datos de su centro de trabajo.
También quiere agradecer a B. Crouse su ayuda en la preparación
RESULTADO FUNCIONAL del Capítulo y la compilación de las referencias.

Como se aludía en el comienzo de este capítulo, los resultados del


BIBLIOGRAFÍA
tratamiento de esta lesión medidos por la tasa de curación, res­
tauración del movimiento del codo, ausencia de dolor y capacidad 1. Barón JA, Barrett JA, Karagas MR. The epidemiology of peripheral
para volver al trabajo, han mejorado gradualmente con el tiempo fractures, fíone 1996;18:209S~213S.
que ha pasado para los autores desde la era prequirúrgica en los 2. Blundell CM, Parker MJ, Pryor GA, er al. Assessment of the AO classifi-
años sesenta hasta los métodos quirúrgicos que utilizamos actual­ cation of intracapsular fractures of the proximal fémur. J fíone Joint
mente (18, 25, 54). El desarrollo de los métodos de fijación inter­ Surg 1998;80B:679- 683.
na nos ha permitido mantener reducciones anatómicas de forma 3. Brown RF, Morgan RG. IntercondylarT-shaped fractures of the hume­
ras../ fíone Joint Surg 197! ;53B:425-428.
fiable mientras el hueso cura, así como el movimiento del codo. 4. Bryan RS. Fractures about the elbow in adults. ¡nstr Course Lect 1981;
Varios estudios han documentado estos resultados (5, 15, 17-19, 30:200-223.
26, 31, 52). Sin embargo, como ya se ha escrito, pocos estudios 5. Caja VL, Moroni A, Vendcmia V, et al. Surgical treatment of bicondy-
han usado instrumentos de calidad de vida en la valoración de esta lar fractures of the distal humeras. Injury 1994;25:433-438.
lesión y sus resultados. En la institución del autor, una serie de 31 6. DePalma AF. The management o f fractures and dislocarions. Philadel-
pacientes con fracturas de tipo C-3 tuvieron una valoración fun­ phia: WB Saundcrs, 1959.
7. Dirschl DR, Adams GL. A critical assessment of factors influencing
cional con una media de seguimiento de 69 meses (mínimo 6
reliability in the classification of fractures, using fractures of the tibial
meses) usando el cuestionario DASH (Disabilities of the plafond as a model. / Orthop Trauma 1997;11:471-476.
Shoulder, Arm, and Hando: Discapacidades del hombro, brazo y 8. F.asrwood WJ. The T shaped fracture of the lower end of the humerus.
mano) (21). A pesar de un movimiento y fuerza razonablemente / fíone Joint Surg 1937;19A:364-369.
buenos del codo, hubo algún dolor persistente en el 70%, difi­ 9. Eisenkraft JB. Anesthesia for thoracic surgen,'. In: Barash P, et al. eds.
cultad para las tareas domésticas pesadas en el 80%, limitaciones Clinical anesthesia. Philadelphia: Lippincott-Raven, 1996:769-780.
10. Eversmann W W. Entrapment and compression neuropathies. In:
en el trabajo en el 60%, y una necesidad de modificar algún
Green L)P, ed. Operative hand surgery. New York: Ghurchill-Living-
requerimiento del puesto de trabajo o cambiar de trabajo o pro­ stone, 1988:1442-1448.
fesión en cerca del 40% (55) (Tabla 23-2). 11. Flikkila T, Nikkola-Sihto A, Kaareia O, et al. Poor inrerobserver relia­
bility of AO classification of fractures of the distal radius. Additional
computed tomography ¡s of minor valué. ] fíone Join t Surg 1998;80B:
670-672.
12. Fowles JV, Kassab MT. Fractures of the capitellum humeria. J fíone
Join t Surg 1975; 56A :794-798.
PACIENTES CON FRACTURAS DEL HUMERO 13. Gehrchen PM, Nielsen JO . Olesen B, et al. Seinsheimer’s classification
Tabla 23-2.
DISTAL DE TIPO C3: VALORACIÓN DEL ofsubtrochanteric fractures. Poor reproducibility o f4 observers’ evalúa-
RESULTADO FUNCIONAL (n = 31) ñon of 50 cases. Acta Orthop Scand 1997;68:524-526.
14. Granrham SA, Norris TR, Bush DC. Isolated fractures of the humeral
Período de seguimiento 69 meses (rango 6-158) capitellum. Clin Orthop 1981;161:262-269.
Valoración con escala DASH Dolor persistente: 70% 15- Gupta R. Intercondylar fractures of the distal humerus in adults. Injury
a 69 meses (mínimo de Dificultad para tareas 1996;27:569-572.
6 meses) domésticas: 80% 16. Helfet DL, Hotchkiss RN. Internal fixation of the humerus: a biorne-
Vuelta al trabajo: 80% chanical comparison of methods. J Orthop Trauma 1990;4:260-264.
Limitaciones en el trabajo 17. Helfet DL, Schmeling GJ. Bicondylar incraarticular fractures of the
debidas a la lesión: 60% distal humerus in adults. Clin Orthop 1993;292:26-36.
Cambio de trabajo o profesión 18. Henley MB. Intra-articular disral humeral fractures in adults. Orthop
debido a la lesión: 37% Clin North Am 1987; 18:11-23.
DASH: Cuestionario de discapacidad del hombro, brazo y mano 19. Holdsworth BJ, Mossad MM. Fractures of the adult distal humerus.
(Disabilities of the Shoulder, Arm and Hand Questionnalre). Elbow function after internal fixation. ] fíone Join t Surg 1990;72B:
Tomado de Williams R, Ruch D, Webb L, et al. Assessment of outome 362-365.
following ¡ntraarticular distal humerus fractures using the DASH form. 20. Hoppenfeld S, deBoer P. Surgicalexposures in orthopaedics, the anatomt-
1999. Presented at Annual Meeting of the Orthopaedic Trauma
ca l approach. Philadelphia: JB Lippincott, 1984.
Association, Charlotte, North Carolina. October, 1999.
21. Hudak PL. Deveiopment of an upper extremity outeome measure: the
972 Sección ¡I: Extremidad superior

DASH (disabilities of thc arm, shoulder and hand) |corrected]. The 39. Millcr WE. Comminuted fractures of the distal end of the humerus
Upper Extremity Collaborativc Group. Am J in d M ed 1996:29: in the adult . J Bone Join r Surg 1964;46A:644-657.
602-608. 40. Muller M. The comprehensive classification o f fractures o f long bones.
22. Johansson O. Capsular and ligamenr injuries of the elbow joinr. Acta Berlín: Springer-Verlag, 1990.
Chir Scand 1962;suppi:50-65. 41. Müller ME. Allgower M, Schneider R, et al. M anualofiniem alftxation:
23. John H, Rosso R, NefF U, er al. [Distal humerus fractures in patients techniques recom m ended by the AO-ASIFgroup. Berlín: Springer-Verlag,
over 75 years of age. Long-term results of osteosynchesis.] Disrale Hu- 1991.
merusfrakturen bei uber 75jahrigen Pacienten. Langzeitrcsultate nach 42. OTA Coding and Classification Committee. Fracture and dislocación
Osteosynthese. Helv Chir Acta 1993;60:219-224. compendium. Orthopaedic Trauma Association Committee for Cod­
24. Júpiter JB, Barnes KA, Goodman I.J, et al. Multiplane fracture of che ing and Classification. / Orthop Trauma 1996; 1Ofsuppl 1): 154.
distal humerus. ] Orthop Trauma 1993:7:216—220. 43. Pereles TR, Koval KJ, Gallagher M, et al. Open reducción and interna!
25. Júpiter JB, NefF U, Holzach P, et al. Imercondylar fractures of the fixation of the distal humerus: functionai outeome in the elderly. J
humerus. An operativo &tp'pro&c\\.J Bone Join t Surg 1985;67A:226-239.
Trauma 1997;43:578-584.
44. Rose SH, Melton LJ, Morrey BF, et al. Epidemiologic features of hu­
26. Kaushal I-, Rai J, Singh SP. Comminuted intra-articular fractures of
meral fractures. Clin Orthop 1982:168:24-30.
the distal humerus. h it Orthop 1994;18:276-279.
45. Schemitsch F.H, Tencer AF, Henley MB. Biomechanical evaluation of
27. Keon-Cohen BT. Fractures ar rhe elbow. J Done Joint Sttrg 1966;48A:
merhods of internal fixation of the distal humerus. J Orthop Trauma
1623-1639. 1994;8:468-475.
28. Kleiger B, Joseph H. Fracture of the capitellum humeri. B ull Hosp Join t 46. Smith DN, Lee JR. The radiological diagnosis of posttraumatic effusion
Dis 1964:25:70. of the elbow joint and its clinical significance: the “displaced fat pad”
29. Management of fractures about the elbow in adults. Instr Course Lect sign. Injury 1978:10(2): 115—119.
1957;XJV: 123—141. 47. Delcted in proof.
30. Kocher T. Beitrage zur Kenntniss einiger tisch w ichtiger Frakturformen. 48. Smith FM. Medial epicondyle injuries. JAMA 1950;142:396-402.
Basel: Sallman, 1896:585-591. 49. Smith FM. Surgery o f the eíbow. Philadelphia: WB Saunders, 1972.
31. Letsch R, Schmit-Ncucrburg KP, Sturmer KM, et al. Intraarricular 50. Sodergard J, Sandelin J, Bostman O. Mechanical failures of internal
fractures of the distal humerus. Surgical treatmenr and results. Clin fixation in T and Y fractures of the distal humerus. J Trauma 1992;
Orthop 1989;241:238-244. 33:687-690.
32. London JT. Kinematics of the elbow. J Bnne Join t Surg 1981 ;63A: 51. Szabo RM. Entrapmenr and compression neuropathies. In: Green D.
529-535. ed. Operative hand surgery. Philadelphia: Churchill-Livingstone, 1999:
33. Lorenz H. Zur kenntniss der fractura humeri (eminentiae capitatae). 1425-1428.
D uche Zeitschr Chir 1905;78:531-545. 52. Wang KC, Shih HN, Hsu KY, et al. Imercondylar fractures of the
34. Müeller ME. Fractures of che humeral shaft. In: Miieller ME, Allgower distal humerus: routine anterior subcutaneous transposición of the ulnar
A, Schneider R, et al., eds. M anual o f internalftxation techniques recom- nerve in a posterior operative approach. / Trauma 1994;36:770-773.
m ended by the AOIASIF group. Philadelphia: Springer-Verlag, 1991: 53. Webb LX. Distal humeral fractures in adults. JA m Acad Orthop Surg
442. 1996;4:191-201.
35. MacAusland W R, Wyman ET. Fractures of the adult elbow. Instr 54. Wcber BG. Fractures of the distal humerus. In: Chapman MW, ed.
Operative orthopaedics. New York: JB Lippincott, 1988:235-252.
Course Lect 1975;24:165-181.
55. Williams R, Ruch D, Webb L, et al. Assessment of ourcome following
36. McKee M. Fractures of the distal humerus. In: Browner B, et al., eds.
¡ntraarticular disral humerus fractures using the DASH form. Confer-
Skeletal trauma. Philadelphia: WB Saunders, 1992:1483 1522. ence Proccedings, Annual Mceting of the Orthopaedic Trauma Associ­
37. McKee M. Reconstrucción affer malunion and nonunion of intra-artic­ ation, Charlotte, North Carolina, October 1999.
ular fractures of the distal humerus. Merhods and results in 13 adults. 56. Yardley MH. Upper limb fractures: contrasting patterns in Transkei
J Bone Join t Surg 1994;76B:614-621. and England. Injury 1984;15:322-323.
38. McKee M. Fractures of the distal humerus. In: Browner B, Levine A, 57. Zagorski JB, JenningsJJ, Burkhalter WR, etal. Comminuted intraarric­
Júpiter J, et al., eds. Skeletal trauma. Philadelphia: WB Saunders, 1998: ular fractures of thc distal humeral condyles. Surgical vs. nonsurgical
1491-1492. treatment. Clin Orthop 1986:202:197-204.
Capítulo

Fracturas de la diáfisis del húmero


PAUL R. GREGORY, JR .

DIAGNÓSTICO MÉTODO DE TRATAMIENTO PREFERIDO


POR EL AUTOR
CLASIFICACIÓN
ANATOMÍA TÉCNTCA QUIRÚRGICA
Fijación con placa de compresión
BIOMECÁNICA
Fijación ¡ntramedular
OPCIONES DF. TRATAMIENTO Fijación externa
Tratamiento cerrado
Resultado del tratamiento cerrado COMPLICACIONES
Tratamiento quirúrgico Lesión del nervio radial
Fracturas abiertas Infección
Fracturas patológicas Seudoartrosis

El húmero constituye uno de los cuatro complejos de huesos lar­ mantés. Las desventajas incluyen la inmovilización del codo y el
gos que forman los cimientos de las extremidades. Varios hechos riesgo e distracción excesiva, que puede llevar a una falta de con­
lo hacen único y tienen influencia significativa en el tratamiento solidación. La inmovilización funcional, como popularizaron
de sus lesiones. El brazo contiene sólo un hueso, formando una Sarmiento et al. (79), se desarrolló desde el reconocimiento de
estructura simple que evita muchas de las complejidades halladas que los métodos de reducción con gravedad eran efectivos en el
en los complejos formados por dos huesos como el antebrazo y mantenimiento de la alineación de las fracturas de húmero.
el tobillo. Además, las grandes masas musculares que rodean el Usando una ortesis plástica con tiras ajustables para soportar la
húmero le proporcionan abundante aporte vascular y disimulan fractura, y la gravedad como asistente en la corrección de la defor­
deformidades importantes en la propia estructura esquelética. En midad, se han conseguido resultados esqueléticos y clínicos exce­
la mayoría de las personas el húmero no está implicado en la carga lentes en la mayoría de las fracturas de la diáfisis humeral.
de peso de la locomoción. Consecuentemente, no se produce dis­ Aunque los métodos no quirúrgicos habitualmente tienen un
capacidad funcional como resultado de la diferencia de longitud resultado excelente, pueden persistir ciertos problemas. Estos pro­
entre los dos húmeros. Las articulaciones del húmero añaden sus blemas han estimulado el desarrollo de varias técnicas de fijación
particularidades. El hombro es una articulación inherentemente interna y externa. La fijación con placa a compresión ofrece una
inestable, que es funcional sólo en virtud de la compleja forma­ técnica de fijación interna que, cuando se aplica apropiadamente,
ción de soportes de tejidos blandos. Esto permite una tremenda consigue los objetivos de estabilización, recuperación funcional
amplitud de movimiento en un hombro normal, pero también precoz y alta tasa de consolidación de la fractura. La fijación con
constituye un alto riesgo de rigidez tras una lesión o inmoviliza­ clavo ¡ntramedular, ya sea con abordaje retrógrado o anterógrado,
ción prolongada. El codo, una articulación inherentemente más con implantes flexibles o cncerrojados, mantiene la alineación,
estable pero de movilidad más restringida, está sujeta igualmente proporciona estabilidad rápida y permite la movilización del
a perder movimiento después de una lesión. paciente. Quedan algunos problemas, sin embargo, sobre ciertas
Los primeros métodos de tratamiento de las fracturas de aplicaciones de estos sistemas. La fijación externa es todavía otra
húmero se centraban primariamente en el confort y movilización alternativa más para la fijación esquelética en fracturas de húme­
del paciente. El método más simple consistía en vendar la extre­ ro. La mayoría de los cirujanos que tratan fracturas limitan el uso
midad al tronco del paciente con un sistema de faja y cabestrillo. de la fijación externa a las más severas de las fracturas abiertas.
Aunque esto proporcionaba confort y promovía la consolidación,
el alineamiento se controlaba mal. til yeso colgante, introducido
más tarde, consigue mejor alineación (12). Este método se basa DIAGNÓSTICO
no sólo en efecto directo de ferulización que ejerce el yeso que
La sintomatología de una fractura de diáfisis humeral ejemplifica
rodea al brazo, sino en la gravedad que vence a las fuerzas defor-
la de las fracturas de huesos largos e incluye dolor extremo en el
foco e inestabilidad esquelética. La exploración clínica revela un
Paul R. Gregory, Jr: O rthopaedic Traum a, M ercy San Juan Medical brazo muy sensible que está hinchado y a menudo visiblemente
Cerner, Carmichael, California. deformado. El paciente se presenta con frecuencia sujetando la
974 Sección 11: Extremidad superior

extremidad con la otra mano, evitando toda manipulación o patrón general de fractura: espirales, oblicuas cortas y transversas.
movimiento de las articulaciones adyacentes. La crepitación Las fracturas en cuña son aquellas en las que se demuestra un ter­
puede notarse pero no debe buscarse. El examen físico debe eva­ cer fragmento significativo añadido a la línea de fractura princi­
luar cuidadosamente la presencia de sensibilidad en áreas lejos de pal. Estas fracturas en cuña se dividen en cuñas espirales, cuñas
la fractura para descartar lesiones esqueléticas asociadas en otra por flexión y cuñas fragmentadas. Las fracturas complejas presen­
parte de la misma extremidad. La piel debe visualizarse circunfe­ tan una variedad de patrones de fractura, es decir, fracturas espi­
rencialmente. Esto lleva a identificar cualquier herida o abrasión rales complejas, fracturas segmentarias y fracturas conminutas
que pueda comunicar la fractura con el exterior, lo cual puede irregulares sin estabilidad axial afectando a muchos fragmentos
alterar el plan de tratamiento. El estado vascular debe evaluarse intermedios.
palpando los pulsos distales y viendo el relleno capilar. Otras La clasificación de las fracturas abiertas debe distinguir los
medidas como el examen arterial con Doppler pueden proporcio­ mecanismos romos de las heridas penetrantes. Los criterios de
nar información adicional en casos seleccionados. Aunque deben Gustilo et al. (30) son usados habitualmente para clasificar las
examinarse todos los nervios periféricos, el nervio radial merece fracturas de húmero debidas a mecanismos romos. Muchos auro­
una evaluación particularmente cuidadosa debido a la asociación res han estudiado las fracturas humerales debidas a traumatismos
frecuente de parálisis radial con las fracturas de húmero. El ner­ penetrantes (2, 47, 90, 95); sin embargo, no ha surgido ningún
vio radial está especialmente en riesgo debido a su localización sistema de clasificación. Aparece una distinción en la severidad
adyacente al hueso inmediatamente proximal a la cresta supra- entre aquellas causadas por lesiones de alta velocidad como las
condílea. El examen motor con la dorsiflexión de la muñeca y la producidas por rifles de asalto militares, y las lesiones de baja velo­
extensión de la articulación interfalángica del pulgar desde el cidad por pistolas. Aunque el médico que examina al paciente no
principio, unido a la evaluación sensitiva del dorso de la mano, tiene necesariamente que conocer el tipo de arma que ha produ­
indican cuándo el nervio está funcionando con normalidad. cido el daño, la cantidad de traumatismo del hueso y los tejidos
El examen radiográfico incluye proyecciones antero-posterior y blandos le permite hacer una evaluación inicial. Las heridas por
lateral de la diáfisis, así como visiones de las articulaciones del proyectiles de alta velocidad a menudo tienen una gran herida de
hombro y el codo. Para obtener diferentes proyecciones y limitar salida con pérdida de tejidos blandos o un defecto cavitario. Éstas
las molestias del paciente, se mueve éste mientras el brazo cuelga requieren un desbridamiento agresivo y tienen el peor pronóstico.
en posición suspendida cómoda a su lado. Este manejo confirma Los proyectiles de baja energía habitualmente causan una herida
el diagnóstico y evita que pasen desapercibidas lesiones asociadas de entrada de apariencia inocua. Si el hueso es golpeado directa­
en las regiones periartieulares (5). La tomografía computarizada y mente, la bala puede perder toda su energía en el impacto y per­
la resonancia magnética añaden poca información en la mayoría manecer dentro del brazo. Aunque sin duda estas lesiones son
de las fracturas. La gammagrafía con Tecnecio 99m ayuda a eva­ fracturas abiertas puesto que la piel ha sido violada y los frag­
luar enfermedad metastásica que ya se conoce o sospecha. Los mentos están expuestos al entorno, ciertos hechos las distinguen
estudios de conducción nerviosa y los electromiogramas (EMG) de otras fracturas abiertas (2). Las lesiones por armas de fuego de
son pruebas accesorias a la evaluación clínica cuando se evalúa la baja velocidad a menudo producen pequeñas heridas con mínima
recuperación de un nervio después de una parálisis, pero sus resul­ exposición del hueso al exterior y mínima contaminación. La con­
tados raramente cambian el curso del tratamiento (28). minución en el foco de fractura puede ser extensa, pero los tejidos
blandos típicamente permanecen mejor insertados a los pequeños
fragmentos que en las producidas por mecanismos romos. Estos
CLASIFICACIÓN hechos resultan en un menor riesgo de infección y justifican un
abordaje menos agresivo en el tratamiento de fracturas secunda­
La localización anatómica, el mecanismo de lesión, la calidad del
rias a armas de baja velocidad que en las producidas por mecanis­
hueso, la edad del paciente y la orientación y composición de las
mos romos.
líneas de fractura, representan datos útiles para clasificar las frac­
turas humerales. Ningún sistema particular ha conseguido acep­
tación universal, pero la clasificación comprensiva de las fracturas ANATOMÍA
de huesos largos de la Arbeitsgemeinschaft für Osteosynthesfra-
gen (AO)/Asociación para el Estudio de la Fijación Interna La diáfisis del húmero está situada entre el borde alto de la inser­
(Association for the Study of Internal Fixation, ASIF) habitual­ ción del pectoral mayor proximalmente y la cresta supracondílea
mente es suficiente para describir las fracturas diafisarias del distalmente (89) (Fig. 24-1). Esta región comprende los tres quin­
húmero (76). Es un esquema de clasificación basado esencial­ tos centrales del húmero completo. Proximalmente la porción
mente en la morfología de la fractura que sirve primariamente anterior del troquíter (tuberosidad mayor) se extiende en una cres­
como una herramienta de investigación. El clínico encontrará, sin ta anterior que acaba distalmente en la fosita coronoidea. La cara
embargo, que tiene un valor pronóstico debido a que los mayores posterior del troquíter continúa distalmente como una cresta late­
grados de fractura corresponden a las lesiones de más alta energía ral que acaba en la cresta supracondílea lateral. El troquín (tube­
y a los mayores riesgos de complicación. No existen protocolos de rosidad menor) se funde en una cresta localizada medialmentc que
tratamiento detallados basados en esta clasificación. Las recomen­ distalmente forma la cresta supracondílea medial. F,1 tubérculo del
daciones de tratamiento quirúrgico y no quirúrgico nacen de fac­ deltoides forma una prominencia lateral, inmediatamente proxi­
tores al margen de cualquier sistema de clasificación específico. mal a la mitad de la diáfisis. La forma vista en sección varía desde
La clasificación comprensiva AO/ASIF estratifica las fracturas la circular proximal a triangular en la parte distal de la diáfisis. Así,
en tres tipos A, B y C: fracturas simples, fracturas en cuña y frac­ el húmero presenta en la diáfisis unas superficies posterior, antero-
turas complejas respectivamente. Las fracturas simples presentan lateral y antero-medial (57). El conocimiento de la anatomía de la
conminución no significativa y se subdividen de acuerdo con el superficie facilita la colocación de placas de fijación interna debi-
Capítulo 24: Fracturas de la duíjhis del húmero 975

cular preserva la inervación de ambos nervios. Existen interesan­


tes relaciones entre estructuras neurovasculares del brazo y los
compartimentos fasciales. La arteria braquial y los nervios muscu­
locutáneo y mediano están estrictamente dentro del comparti­
mento anterior. El nervio cubital se origina en el compartimento
anterior pero pasa al posterior en la parte distal del brazo. El ner­
vio radial sigue un curso opuesto pasando del compartimento
posterior al anterior en la parte distal del brazo. Los tornillos de
bloqueo distales colocados desde el lado lateral hacia el medial
suponen un riesgo para el nervio radial, mientras que los coloca­
dos desde anterior hacia posterior pueden lesionar al nervio
musculocutáneo (77).
Los tendones del manguito rotador rodean el húmero proxi­
mal. El tendón del supraespinoso cruza la cabeza del húmero en
la parte superior para ir a insertarse en la cara superior de la tube­
rosidad mayor (41). Para conseguir un acceso directo al canal
medular en el eje del hueso, debe violarse el tendón del supraes­
pinoso. El tendón, en esta área de fibras terminales, se vuelve rela­
tivamente avascular y tiene un escaso potencial de curación (64).
Estos hechos anatómicos tienen importantes implicaciones en la
fijación intramedular con portal de entrada proximal. El nervio
axilar descansa cerca de la parte posterior del húmero en forma de
un tronco principal que ocupa el espacio cuadrilátero en la parte
proximal y posterior del brazo. Debido a que no se divide en sus
ramas en bastante distancia, se puede producir una parálisis com­
pleta del deltoides si se lesiona el nervio en esta región. Un tor­
Figura 24-1. A: La cara anterior del húm ero tiene una cresta ante­ nillo de bloqueo, colocado oblicuamente desde la cara supero-
rior y superficies antero-lateral y antero-m edial. B: La cara poste­ lateral a la infero-medial, puede lesionar este nervio cuando el
rior del húm ero presenta una superficie plana y ancha que se húmero hace una rotación interna si el tornillo penetra incluso
extiende desde la parte posterior del cuello del húm ero proxim al-
mente hasta la fosa olecraniana distalm ente.
ligeramente en la cortical medial del húmero (68).

do a que éstas anclan mejor sobre superficies relativamente planas. BIOMECÁNICA


Proximalmente, el canal intramedular se abre ampliamente, pero
distalmente se estrecha progresivamente hasta acabar de forma Klenerman divide los mecanismos por los cuales se producen las
roma proximal a la fosa olecraniana. Los estudios en cadáver fracturas de húmero en tres grupos separados basándose en inves­
muestran que el canal empieza a estrecharse 3 cm proximal al tigaciones de laboratorio (50). Reconoce que la violencia se
borde superior de la fosa olecraniana y se rellena de hueso denso imparte en el hueso de forma directa, indirecta y a través de fuer­
1’5 cm por encima de ella (77). Ésta es una diferencia marcada res­ zas musculares. La fuerza directa implica un impacto entre el
pecto a los canales medulares de la extremidad inferior y tiene brazo y un objeto, creando un momento de flexión de tres puntos.
Esto ocurre cuando el paciente cae contra o es fraccionado desde
importantes aplicaciones en la fijación intramedular.
un objeto fijo, o cuando un objeto romo golpea el brazo.
Los septos fasciales dividen al brazo en compartimentos ante­
Experimental-mente este tipo de mecanismo produce un tipo de
rior y posterior (41) (Fig. 24-2). El músculo tríceps domina el
línea de fractura transversa, ocasionalmente con un fragmento en
compartimiento posterior. Las cabezas larga y lateral forman los
ala de mariposa no desplazado (50). Klenerman teoriza que las
vientres musculares más superficiales y cubren a la cabeza medial. lesiones de mayor energía de este tipo pueden producir separación
El nervio radial entra en el compartimento posterior en un punto completa del fragmento en ala de mariposa (50). 1.a violencia
inferior al redondo mayor y discurre en la superficie profunda del indirecta, en la cual la energía absorbida por el húmero es aplica­
músculo tríceps desde el intervalo entre las cabezas larga y lateral da en la parte distal de la extremidad, ocurre en situaciones como
(57). Este intervalo sirve como una útil referencia quirúrgica para el giro violento del brazo detrás de la espalda o durante la lucha
identificar el nervio radial (41). Durante la mayoría de este tra­ libre. Estas lesiones rotacionales crean un patrón de fractura espi­
yecto en el compartimento posterior, el nervio está separado del ral (50). Las fracturas espirales también pueden producirse por
hueso por 1 a 5 cm de músculo, descansando directamente sobre violencia muscular como un lanzamiento de béisbol o de una gra­
el hueso sólo en un corto espacio al lado de la cresta supracondí- nada de mano (29, 46). Klenerman (50) concluye que todas las
lea (40). El cirujano debe estar prevenido de que ramas muscula­ fracturas de la diáfisis se originan en fuerzas de tensión. F.xperi-
res de grosor variable surgen del tronco principal del nervio radial mentalmcnte, las fuerzas de compresión aplicadas axialmente
y pueden confundir la disección (57). El compartimento anterior crean fracturas de compresión sólo en el hueso esponjoso del
contiene los flexores del codo, bíceps braquial y braquial anterior, húmero proximal o distal (50). Las lesiones por arma de fuego
y el coraco-braquial. El braquial anterior recibe doble inervación representan aún un mecanismo más en el cual un impacto direc­
desde el nervio musculocutáneo y el radial (41). Se piensa que la to de alta energía por un proyectil pequeño causa una fractura
disección quirúrgica a través de la parte media del vientre mus­ muy conminuta (66, 95).
976 Sección II: Extremidad superior

Tronco lateral

Tronco medial
Tronco posterior

Nervio cubital
Nervio radial

Húmero —
Nervio
m usculocutáneo

Fascia del com partim ento Nervio mediano


posterior

Arteria braquial
Septo interm uscular
lateral Fascia del com partim ento
anterior

Nervio radial
Septo interm uscular medial
Supinador largo
Braquial anterior

Braquiorradial Bíceps

Fascia del com partim ento


Nervio cutáneo
anterior
antebraquial
lateral
Nervio mediano
Braquial
Arteria braquial
anterior
Epicóndilo medial
Nervio radial Tendón del bíceps
Nervio cubital

Figura 24-2. Localización de las estructuras neurovasculares del brazo y sus relaciones con los com ­
partim entos fasciales anterior y posterior. El nervio cubital pasa de anterior a posterior mientras el
nervio radial pasa de posterior a anterior.

Ciertas deformidades predecibles resultan de la acción de fuer­ proximal y causando una deformidad en varo en el foco de frac­
zas musculares en los fragmentos de fractura. Estas deformidades tura.
varían dependiendo del nivel al que se produce la fractura. En
lesiones por encima de la inserción del pectoral mayor, el frag­
mento proximal está en abducción y rotación externa por la OPCIONES DE TRATAMIENTO
acción de los músculos del manguito rotador. Entre las inser­
ciones del pectoral y del deltoides, el fragmento proximal se des­ Las opciones de tratamiento, como en la mayoría de fracturas, se
plaza medialmente por la tracción del músculo pectoral. En frac­ pueden agrupar en las categorías de técnicas cerradas y abiertas. El
turas por debajo de la inserción del deltoides, el fuerte músculo tratamiento cerrado produce un resultado clínico excelente en la
deltoides se vuelve la fuerza dominante abduciendo el fragmento mayoría de las fracturas humerales (2, 3, 7, 13, 25, 39, 42, 79, 87,
Capítulo 24: Fracturas de la diáfisis del húmero 977

INDICACIONES DE ESTABILIZACIÓN
Tabla 24-1.
QUIRÚRGICA DE FRACTURAS DE LA
DIÁFISIS DEL HÚMERO
1. Incapacidad para mantener la alineación de la fractura con
ortesis funcional
Angulación > 15 grados
Incumplimiento del uso o intolerancia a la ortesis
2. Lesiones múltiples (politraumatismos)
Lesión de médula espinal
Lesión de extremidad inferior que impide la carga de peso
Lesión que exige encarnamiento prolongado
3. Fractura patológica
4. Fractura ipsllateral de cubito y radio («codo flotante»)
5. Fractura de húmero bilateral
6. Lesión de arteria braquial
7. Parálisis del plexo braquial
Figura 24-3. A, B: La férula de coaptación en form a de «U» se apli­
8. Fractura segmentarla
ca desde la axila, rodea el codo y llega lateralm ente sobre el
m úsculo deltoides. Se usan y moldean bien 3 a 4 pulgadas (7,62 a
10,16 cm) del m aterial de la férula al nivel del foco de fractura.

88, 94). Está indicado un intento de tratamiento cerrado inicial- escasa curación si la técnica es insuficiente (12). Aunque este
mente para la mayoría de las fracturas cerradas de húmero excep­ método puede seguir siendo efectivo, los métodos de ortesis fun­
to las recogidas en la Tabla 24-1. cional lo han suplantado ampliamente (3, 13, 61, 78, 79, 88).
Las férulas de coaptación o las férulas en U representan un
T r a ta m ie n to c e r r a d o segundo método dependiente de tracción para fracturas de húme­
ro (Fig. 24-3). Este método, útil tanto como tratamiento tempo­
Históricamente, los métodos cerrados de tratamiento de las frac­ ral como definitivo, consiste en colocar una férula de yeso bien
turas de húmero han usado una de dos técnicas básicas: inmovili­ moldeada desde la axila, rodeando del codo hasta llegar sobre el
zación toraco-braquial y tracción (39). La inmovilización toraco-
deltoides con el codo flexionado 90 grados. Un cabestrillo de sus­
braquial consiste en fertilizar el húmero fracturado contra el tórax
pensión del cuello a la muñeca soporta el antebrazo. Este método
para proporcionar estabilidad y promover la consolidación. Dos
combina la ferulización de protección con la tracción dependien­
de estos métodos los representan el simple cabestrillo con faja y el
te de forma similar al yeso colgante, pero tiene menos tendencia
yeso toraco-braquial en espiga. Estas técnicas aumentan el confort
a la distracción (39). La ventaja de la férula de coaptación des­
del paciente pero no controlan de forma fiable el alineamiento ni
cansa principalmente en su aplicación universal; está fabricada
promueven la consolidación (39). Tienen poco lugar en el tra­
con materiales disponibles en la mayoría de los Servicios de
tamiento de las fracturas humerales. Todos los métodos de trata­
Urgencias y despachos de clínicas, y se hace a la medida del
miento cerrado aceptados habitualmente se basan en la tracción
paciente. Esta férula se puede aplicar en la presentación inicial del
que ejerce la gravedad para ayudar a la alineación.
paciente y cambiarla después por una ortesis funcional u otro
El yeso de brazo colgante popularizado por Caldwell (12)
representa el primer método de tratamiento que se basa sustan­ método de tratamiento si está indicado. Las informaciones con
cialmente en el efecto de la gravedad para conseguir una posición respecto a este método como tratamiento definitivo muestran que
adecuada de la fractura. Esta técnica consiste en colocar un yeso es efectivo, aunque no superior a los métodos con ortesis funcio­
largo de brazo con el codo en 90 grados de flexión, y la parte alta nales (12, 42).
del yeso moldeada para alinear la fractura humeral. El yeso debe La ortesis de fractura humeral representa el método preferido
ser ligero, raramente más pesado de 2 libras (907 gramos), o la de tratamiento cerrado (Fig. 24-4). La técnica, como la populari­
distracción puede interferir con la consolidación de la fractura zaron inicialmente Sarmiento et al. (79) se basa en depender de la
(12, 39). Un rollo seco de yeso de 4 pulgadas (10’ 16 cm) pesa tracción y en una ortesis ligera para alinear los fragmentos de
aproximadamente 0’5 libras (226 gramos) (39). Durante la colo­ la fractura. Aunque existen pequeñas variaciones de la ortesis, el
cación del yeso, un aparato de suspensión o una serie de lazos de diseño básico es una ortesis rígida ligera compuesta por dos valvas
yeso deben incorporarse al mismo a la altura de la unión de los anterior y posterior, unidas por tiras de velero. Algunos incluyen
tercios medio y distal del antebrazo. Se suspende entonces el yeso una lámina que se expande hacia el deltoides con una tira de vel­
con una tira de tela alrededor del cuello conectándolo en los lazos ero adicional que abraza el tórax para evitar el deslizamiento
del yeso. Ajustando la posición en la cual la tira conecta con los distal de la ortesis. La disponibilidad comercial de una amplia
lazos se puede controlar el alineamiento de la fractura. Los ajustes variedad de tallas hace innecesaria la fabricación de la ortesis a
en sentido proximal y distal cambian la angulación anterior y pos­ medida. Debido a que las ortesis pueden no estar disponibles
terior, mientras que los ajustes en sentido volar y dorsal cambian inmediatamente en el momento en que se presenta el paciente, se
la alineación en varo y valgo. Durante la curación el brazo per­ puede colocar inicialmente una férula de coaptación, retrasando
manece dependiente todo el tiempo. Durante el sueño el pacien­ la colocación de la ortesis 7 a 14 días. Algunos autores, sin embar­
te debe adoptar una posición semirreclinada de Fowler, y mientras go, sugieren que la ortesis puede ser idónea tan precozmente
está sentado debe evitar apoyar el codo (12, 39). El uso del yeso como el primer día de la presentación (94). Cuando se coloca ade­
colgante mejora el alineamiento respecto a las técnicas de inmo­ cuadamente, el magüito de la ortesis se extiende desde la axila
vilización toraco-braquial, pero también produce distracción y medialmente, hasta una posición lo más distal posible sin limitar
978 Sección ¡I: Extremidad superior

primera vez del método en 1977, encontrando buen alineamien­


to final, rápida curación y recuperación de la función y ausencia
de casos de seudoartrosis en fracturas no patológicas. Balfour et al.
(3) encontraron esencialmente los mismos resultados en un grupo
difícil de pacientes utilizando ortesis funcionales. Evaluaron a 42
pacientes de un grupo original de 71; los restantes se perdieron
del seguimiento. Apareció una seudoartrosis y cinco pacientes
tuvieron una angulación en varo de 20 grados o más. De las cinco
consolidaciones defectuosas, dos ocurrieron en pacientes que
estuvieron encamados secundariamente a otras lesiones y, por
tanto, no pudieron cumplir el protocolo. Esencialmente, todos los
pacientes recuperaron una amplitud de movimiento normal en el
hombro y el codo 4 meses después de la fractura. Zagorski et al.
(94), en la mayor serie comunicada hasta la fecha, mostraron una
tasa de seudoartrosis del 1’8% en 170 pacientes. La angulación en
Figura 24-4. A, B: Una ortesis funcional consiste en piezas de plás­
tico rígidas anterior y posterior conectadas por tiras de Velero. La varo/valgo tuvo una media de 5 grados, mientras que la angula­
concha anterior tiene un recorte distal para acom odar el tendón ción antero-posterior fue de 3 grados de media. Salvo tres pacien­
del bíceps y perm ite la flexión del codo. Las tiras de Velero se tes, todos alcanzaron una movilidad cercana a la normal en las
aprietan según va dism inuyendo el edema. La extensión proxim al articulaciones circundantes. Más recientemente, series más
sobre el deltoides es opcional.
pequeñas de pacientes reflejan esencialmente estos resultados (61,
88). Sarmiento et a l (78) demostraron más tarde la utilidad de la
el movimiento de la articulación del codo. El apriete de las tiras
misma ortesis funcional en el tratamiento de fracturas del tercio
de velero debe ajustarse tanto como disminuya el edema. La orte­
distal del húmero extraarticulares conminutas.
sis se aplica sobre una doble capa de tela de punto una media
ortopédica. El paciente cambia estas prendas tanto como sea nece­
sario para mantener la higiene y cuidar la piel bajo la ortesis. Estudios comparativos
En las fases precoces del tratamiento, cuando el dolor y la esta­
Varios autores han comparado la ortesis funcional con otros méto­
bilidad son aún un problema, el antebrazo puede sujetarse con
dos de tratamiento. Bleeker et al. (7) evaluaron la fijación quirúr­
una tira de suspensión de tipo collar-muñequera sujetada a la
gica, la tracción y la ortesis en 237 pacientes y concluyeron que la
muñeca. El húmero, sin embargo, debe mantenerse siempre en
ortesis obtenía los mejores resultados en pacientes con fracturas
posición suspendida para permitir a la gravedad ayudar en la con­
aisladas de la diáfisis de húmero. Camdcn y Nade (13) compara­
secución del alineamiento adecuado. Como con el yeso colgante,
ron la ortesis con el uso de una férula de yeso en U en un grupo
esto incluye dormir en posición semierecta de Fowler en una silla
cruzado de pacientes. El tiempo de curación y la alineación final
reclinable o con soportes adecuados bajo la espalda en una cama
no diferían, pero el movimiento del codo fue mejor en el grupo de
ordinaria. F,1 médico debe tomarse el tiempo necesario en explicar
pacientes con la ortesis en el momento de la curación de la fractu­
claramente al paciente la importancia de llevar el brazo a colgar
ra. Wallny et al. (87) encontraron mejor la ortesis funcional que los
por efecto de la gravedad todo el tiempo, debido a que ésta es la
clavos encerrojados si no había contraindicación para el método no
esencia de la técnica.
quirúrgico. Claramente, el tratamiento con ortesis funcional de las
Durante el proceso de curación se anima al paciente a que reti­
fracturas de húmero se ha hecho el método de referencia con el que
re la tira de suspensión. Los ejercicios de amplitud de movimien­
hay que comparar el resto de las modalidades.
to activa de la articulación del codo, así como movimientos de
péndulo y periconducción del hombro, comienzan tan pronto
como el dolor lo permita. Deben tomarse radiografías en proyec­ T r a ta m ie n to q u ir ú r g ic o
ciones antero-posterior y lateral con el paciente de pie y el brazo
Indicaciones para la fijación quirúrgica
colgando en el aparato de suspensión collar-muñeca a la semana
y después a las dos semanas de la fractura para confirmar el alinea­ Aunque el tratamiento cerrado produce resultado satisfactorio
miento adecuado (94). Deben tomarse radiografías adicionales para la mayoría de las fracturas de húmero, existen situaciones
cada 3 ó 4 semanas durante la curación hasta que la fractura esté específicas en las que se consiguen mejores resultados con la esta­
clínica y radiográficamente consolidada (94) (Fig.24-5). La retira­ bilización quirúrgica (Tabla 24-1). Si los métodos cerrados no
da de la ortesis depende de la consolidación completa y no debe pueden conseguir o mantener el alineamiento adecuado debe
hacerse antes de las 8 semanas para prevenir la refractura (94). Los considerarse la estabilización quirúrgica. La deformidad angular
criterios para su retirada incluyen ausencia de dolor en el foco de residual se tolera mejor en el húmero que en otros muchos hue­
la fractura, ausencia de movimiento y callo radiográfico. Algunos sos debido a que el grosor de los tejidos blandos que rodean el
autores sugieren que la capacidad para abducir el hombro a 90 húmero disimulan la deformidad esquelética. Además, debido a
grados sin dolor en el foco de fractura indica consolidación (3). que el húmero no es un hueso que soporte carga, la deformidad
angular no resulta en fuerzas reactivas articulares anormales, y el
acortamiento no produce una discapacidad funcional significati­
R e s u lta d o d e l t r a t a m ie n t o c e r r a d o .
va. Klenerman (49) estableció por primera vez los criterios de los
La popularidad del los métodos con ortesis funcionales aumentó límites aceptables de alineación en 1966. En un grupo de 32
con las publicaciones que demostraron los excelentes resultados pacientes encontró que un paciente con una angulación anterior
que se pueden conseguir. Sarmiento et al. (79) informaron por de 20 grados tenía una prominencia ósea detectable. Tres pacien-
Capitulo 24: Fracturas de la diáfisis del húmero 979

Figura 24-5. A: Fractura cerrada de la diáfisis humeral distai en un adulto joven. B: Estabilizada in i­
cialmente con una férula de coaptación. Se colocó la ortesis funcional 10 días después de la lesión. C:
Aspecto después de 8 semanas cuando la fractura estaba clínicam ente consolidada. D: Aspecto 16
semanas después de la lesión.
980 Sección 11: Extremidad superior

res con una consolidación en varo de 30 grados o más, tenían una produce estabilización inmediata y habitualmente ofrece más
deformidad visible. Los pacientes con 15 grados o menos de con­ confort y más rápida recuperación de la función que lo que ofre­
solidación en varo no tenían deformidad detectable. Klenerman ce el tratamiento cerrado para la limitada esperanza de vida de
(49) no comunicó ningún paciente con angulación entre 15 y 30 estos pacientes (20, 22, 37, 52, 85). Las fracturas segmentarias
grados. Balfour et al. (3) evaluaron estrechamente la deformidad representan un patrón especialmente inestable, difícil de contro­
en su grupo de pacientes y acuerdan que angulaciones de más de lar con los métodos de tratamiento cerrados. Pueden tratarse con
15 grados en varo resultan en deformidad no detectable, pero placas de compresión o con fijación intramedular, dependiendo
encontraron que angulaciones entre 15 y 20 grados pueden verse de la localización de la línea de fractura y consideraciones relati­
colocando el brazo de forma que se acentúe la deformidad, espe­ vas al paciente como la calidad del hueso y las fracturas asociadas.
cialmente si el brazo es delgado. Ninguna de estas deformidades
causaba ninguna pérdida de función. Basándose en estos datos Métodos de fijación
limitados, el médico no debe aceptar angulaciones mayores de 15
grados a menos que el paciente acepte de buen grado la deformi­ Placas de compresión
dad visible después de la consolidación. Con los métodos habitua­ Existen varios métodos de fijación interna para aquellas fracturas
les de tratamiento, la deformidad en varo es, de lejos, la deformi­ en las que el tratamiento cerrado ha probado ser insatisfactorio.
dad angular más común, mientras la angulación antero-posterior Las técnicas de fijación con placas de compresión, como han sido
y en valgo tienen raramente influencia en el plan de tratamiento desarrolladas y refinadas por el grupo suizo AO/AS1F (76), han
(3, 79, 94). La obesidad hace más difícil el mantenimiento de la mostrado ser efectivas en la mayoría de las indicaciones de fijación
alineación, pero la deformidad estética también se disimula mejor interna de fracturas de la diáfisis del húmero (6, 19, 36). El méto­
por el tamaño del brazo (94). El acortamiento en el foco de frac­ do se basa en la consecución de una compresión entre los frag­
tura es difícil de medir clínicamente, en general no es un proble­ mentos de fractura para conseguir estabilidad y promover la cura­
ma, y se menciona sólo raramente (94). ción. Los métodos modernos de fijación de la fractura exigen un
Otras indicaciones para la fijación incluyen lesiones asociadas despegamiento adicional mínimo de los tejidos blandos de los
que se producen en pacientes con fracturas de diáfisis de húmero. fragmentos de fractura durante el procedimiento. Las ventajas del
Los pacientes politraumatizados se benefician de la fijación de su método AO/ASIF incluyen su bien documentado resultado y
fractura de húmero porque facilita el confort, la movilidad y los amplia aplicabilidad. Con algunas modificaciones en el implante
cuidados de enfermería (6, 7, 11,80, 86). En el paciente con frac­ y el abordaje, la fijación con placa puede aplicarse en esencial­
tura de húmero el politraumatismo se define habitualmente como mente cualquier fractura de húmero. El método, sin embargo,
una lesión cerebral cerrada, una lesión espinal que impone enca­ exige una extensa disección para colocar la placa, imponiendo una
mayor duración del procedimiento y mayor pérdida de sangre. El
rnamiento prolongado o una fractura de pelvis o miembros infe­
procedimiento demanda habilidad técnica. La movilización pre­
riores que impide la carga de peso en la extremidad (6, 23). De
coz y la rehabilitación de la extremidad comienza tan pronto
hecho, con cualquier lesión asociada que fuerza al paciente a per­
como la curación de la herida es satisfactoria. La naturaleza de
manecer en reposo un período prolongado o que impide la utili­
absorción de cargas de la placa sugiere que el paciente proteja el
zación de técnicas de reducción por gravedad, debe usarse fijación
montaje de la carga de peso en las fases precoces de la recupera­
interna de la fractura de húmero (3).
ción, pero los límites de esta actividad en la carga de peso con
Las fracturas bilaterales del húmero constituyen una lesión
muletas están escasamente definidos.
específica compleja en la que la estabilización humeral presenta
Muchos autores han documentado el resultado generalmente
distintas ventajas, llevando al paciente a una recuperación precoz bueno que se produce después de una fijación con placa de com­
de su independencia (11). Las fracturas de húmero que asocian presión (6, 19, 23, 36, 72, 86). Se han defendido abordajes ante-
fractura de ambos huesos del antebrazo, la lesión en «codo flo­ ro-lateral y posterior, pero se usa con más frecuencia el abordaje
tante», requieren fijación interna para evitar la seudoartrosis y lle­ anterior. La tasa de seudoartrosis y de fallo del material de osteo-
var a una recuperación funcional precoz de toda la extremidad síntesis que necesita revisión han variado el 0% al 7% (32, 36).
(53, 73). Los pacientes con laceraciones de la arteria braquial o del En casi todos los casos, la seudoartrosis se ha tratado con éxito con
nervio radial que requieren su reparación, necesitan una estabili­ placa de revisión e injerto de hueso de cresta ilíaca. El alinea­
zación quirúrgica para proteger dichas reparaciones (17, 24, 26, miento después de la placa de compresión ha sido consistente­
58, 66). F.1 paciente con una parálisis del plexo braquial pierde un mente excelente. Las complicaciones más frecuentes comunicadas
importante soporte muscular de la fractura debido a su disfunción con procedimientos de placas son la infección y la parálisis radial
motora, que a menudo resulta en distracción en el foco de fractu­ yatrogénica. Las tasas de infección comunicadas varían del 0% al
ra. El tratamiento no quirúrgico de estas fracturas conlleva un alto 6% (18, 86), asociadas en la mayoría de los casos a fracturas abier­
riesgo de seudoartrosis, y la fijación interna de estas fracturas con tas. La parálisis nerviosa yatrogénica ocurrió en 0% al 5% (19, 23,
placas de compresión ha mejorado los resultados (10). 36) de los casos, y habitualmente es un problema transitorio que
Las fracturas abiertas y las fracturas patológicas proporcionan no requiere intervención posterior. La bibliografía también apoya
razones adicionales para considerar la fijación interna. Las fractu­ el hecho de que la amplitud de movimiento del codo y el hombro
ras abiertas se exponen con más detalle más adelante. Aunque se de la extremidad afectada se recupera de forma predecible después
ha informado de un resultado aceptable con ortesis funcional de la fijación con placas (6, 19, 36, 86). Aquellos pacientes que
después del desbridamiento (79, 94), otros autores creen que debe muestran recuperación incompleta de la actividad habitualmente
realizarse fijación interna porque los riesgos de un procedimiento tenían asociadas lesiones esqueléticas o neurológicas. Así, la fija­
abierto ya han sucedido y el tratamiento de las heridas de los teji­ ción con placas de las fracturas de la diáfisis humeral parece ser un
dos blandos se facilita con la fijación interna (6, 11, 80). Las frac­ procedimiento efectivo y predecible que restaura la anatomía
turas patológicas suceden en un grupo de pacientes a menudo esquelética con un mínimo de complicaciones y problemas fun­
muy debilitados por sus patologías de base. La fijación interna cionales (Tabla 24-2).
Capítulo 24: Fracturas de la diáfisis del húmero 981

proximales (11, 34, 38, 55, 62, 71, 80). La tasa de seudoartrosis
Tabla 24-2. CONSEJOS EN LA COLOCACIÓN DE PLACAS varía del 0 % al 9% (62, 72), y el alineamiento final se prueba
DE COMPRESIÓN DE FRACTURAS DE LA consistentemente bueno salvo casos raros de consolidación en
DIÁFISIS HUMERAL mala posición. El fallo de los implantes fue inusual con clavos fle­
Usar un abordaje posterior para las fracturas del tercio distal xibles múltiples. Se ha informado de infección entre el 0% y el
y anterior para la parte media de la diáfisis. 2% de los casos (11, 34, 38, 62) y, como sucede con las placas,
Proteger la vascularización de todos los fragmentos de la acaeció casi exclusivamente en fracturas abiertas. La lesión yatro-
fractura a través de una técnica cuidadosa y de reducción
génica del nervio radial ocurrió en más del 3% de casos (62, 72)
indirecta.
Elegir una placa de grandes fragmentos ancha para adultos
pero fue habitualmente temporal. Las técnicas de inserción retró­
grandes y una placa de grandes fragmentos estrecha para grada resultaron en ocasionales pérdidas de extensión del codo,
adultos pequeños. Los tornillos de compresión solos y las pero esto raramente tuvo significado clínico (11, 34, 38, 80). La
placas de pequeños fragmentos no están indicados para la migración de los implantes apareció en algunos de los primeros
mayoría de las fracturas de diáfisis humeral en adultos. casos de fijación con clavos de Ender (34). El conectar los clavos
Aplicar compresión entre los fragmentos cuando sea posible a un lazo de alambre es efectivo para disminuir este problema de
para mejorar la estabilidad y la curación.
la migración (11, 34). Los métodos anterógrados que no violan el
Empezar los ejercicios de movilización para el hombro y el
codo precozmente en el período postoperatorio.
manguito rotador resultaron en una mínima disfunción del hom­
bro (34, 55).

Clavos encerrojados
La técnica de fijación con clavos encerrojados representa la apro­
La fijación intramedular ofrece un método alternativo de esta­ ximación más moderna al tratamiento de las fracturas de húmero.
bilización. Existen muchas técnicas. La elección del implante Los resultados varían espectacularmente, habiendo comunicado
incluye tanto sistemas múltiples, flexibles como un único clavo éxitos algunos centros, y otros notando problemas significativos
rígido, habitualmente con capacidad de encerrojado. El uso de relacionados con la técnica o con el implante. Variaciones en los
tecnologías de encerrojado de clavos para el húmero es una exten­ implantes, la técnica de inserción, los parámetros de seguimiento
sión del éxito de estos implantes en las fracturas diafisarias de la clínico y la inclusión de fracturas patológicas han servido para
extremidad inferior; sin embargo, es una extrapolación que no ha enturbiar el análisis de los resultados. Los implantes se diferencian
probado necesariamente ser efectiva. La inserción de los implan­ primariamente en su mecanismo de cerrojo distal y la amplitud de
tes intramedulares puede hacerse de forma retrógrada, con una sus diámetros. La mayoría de los primeros informes sobre el encla­
puerta de entrada próxima] a la fosa olecraniana, o anterógrado vado encerrojado usaban el clavo de Scidel, en el que el cerrojo
desde una apertura en extremo proximal del húmero. Se ha comu­ distal se conseguía a través de unas aletas expandibles que salían
nicado éxito usando una gran variedad de técnicas disponibles, y del centro del clavo (18, 32, 67, 69). Aunque los autores comu­
todavía no se ha alcanzado un consenso sobre el método ideal. Las nicaron éxito en general (18, 32, 67), el clavo mostró luego estar
informaciones sobre la eficacia de la fijación intramedular varían asociado con problemas significativos (69, 70). Estos problemas
según la técnica exacta aplicada. Debido a las propiedades de nacen de las escasas propiedades mecánicas del sistema de ence­
transmisión de fuerzas de un clavo intramedular, los beneficios rrojado distal y de la disponibilidad del clavo en un solo tamaño.
de un clavo intramedular pueden aparecer en casos con lesiones El diámetro de 9 mm ha probado ser demasiado grande para
asociadas de miembros inferiores que obligan al paciente con una muchos húmeros, y Riemcr et al. (69) demostraron los problemas
fractura de húmero a usar la extremidad superior en las activida­ del sistema, particularmente en huesos de pequeño diámetro.
des de carga de peso precozmente en el período de recuperación. Habernek y Orthner (32) comunicaron resultados universalmen­
te buenos en su revisión inicial del clavo de Seidel en 1991, pero
Clavos flexibles se retractaron de su apoyo al sistema en 1998. En esta retracta­
Se han usado muchas variedades de clavos flexibles en la fijación ción, confirmaron que no habían evaluado adecuadamente la fun­
del húmero. La mayoría de ellas han sido insertadas múltiples de ción del hombro en su artículo original (33). Estos autores no
forma retrógrada (38, 62, 72). F.l portal de entrada debe ser lo recomiendan más el uso del sistema debido a sus problemas mecá­
bastante proximal a la fosa olecraniana para conseguir acceso al nicos y al efecto en el tendón del manguito de los rotadores.
canal intramedular. También se ha descrito la inserción anteró- Debido a estos problemas, el clavo de Seidel ha sido ampliamen­
grada, pero un portal que lesione el manguito de los rotadores te sustituido por clavos de menor diámetro con tornillos de en­
puede resultar en discapacidad significativa y debe ser evitada (11, cerrojado en lugar de las aletas.
82). Cambiando la puerta de entrada proximal a un sitio al prin­ Estos nuevos sistemas han mostrado menores problemas mecá­
cipio de la metáfisis del húmero fuera del manguito rotador ha nicos, y la consolidación desviada, infección y lesión nerviosa
mejorado mucho los resultados (11,34, 55). Los implantes deben yatrogénica se producen raramente. Desafortunadamente, siguen
ser lo bastante flexibles como para poder doblarse al ser introdu­ estando plagados de otras dificultades. La seudoartrosis y la dis-
cidos en el canal desde estos portales excéntricos. Los clavos flexi­ función del hombro siguen siendo particularmente problemáti­
bles proporcionan menos rigidez a la flexión que otros implantes, cas. Aunque la seudoartrosis comunicada varía del 0% (43) al
y una mínima estabilidad rotacional. Sin embargo, los estudios de 29% (37), la mayoría de los autores han publicado seudoartrosis
resultados clínicos muestran que son efectivos. Muchos autores en el 5% al 10% de sus pacientes (8, 44, 74, 81). El cambio del
recomiendan suplementar la fijación interna con estos clavos no clavo con fresado ha fallado en conseguir la consolidación en más
rígidos con una ortesis funcional (1 1, 55, 80). Otros creen que la del 60% de estas seudoartrosis (70). Se ha comunicado una nece­
ortesis funcional no es necesaria (34). sidad más frecuente de reducción abierta y la creación de mayor
Se han comunicado series usando clavos de Ender, clavos de conminución en el foco de fractura en las series con mayor tasa de
Hackethal y clavos de Rush insertados desde portales distales y seudoartrosis (37). La seudoartrosis después del enclavado intra-
982 Sección II: Extremidad superior

medular puede presenrar problemas severos si la pérdida de hueso no puede realizar con seguridad una fijación interna, y fracturas
debida a la reabsorción endóstica es significativa (56). Con la dis­ en las que ha habido una pérdida de hueso segmentaria (59, 90,
ponibilidad de clavos de pequeño diámetro, la mayoría de autores 95). Además, el uso de la fijación externa ante una lesión vascular
han evitado el fresado, pero el efecto del fresado en la consolida­ que amenaza la extremidad puede ser el método más rápido de
ción sigue siendo desconocido. estabilización de la fractura, que permite al cirujano vascular rea­
En series que usan técnicas de inserción anterógradas, el dolor o lizar la reparación de los vasos (58, 66). La mayoría de los infor­
la rigidez del hombro aparece en el 5% (81) al 27% (37) de los mes se han centrado en el uso de la fijación externa en fracturas
pacientes. El origen del dolor en el hombro ha sido atribuido a la producidas por proyectiles de armas de fuego (59, 90, 95)- En
prominencia proximal del clavo (43), a irritación por el tornillo de fracturas abiertas el cirujano puede elegir cambiar el fijador exter­
cncerrojado proximal (33, 37) y a irritación local del mecanismo no por fijación interna una vez que se ha realizado un desbrida-
del manguito rotador por el abordaje (33, 37, 70). Se han descrito miento adecuado de todos los tejidos contaminados y desvitaliza­
tanto la técnica por mínima incisión (37, 43) en la que el mangui­ dos. La fijación externa puede realizarse con un diseño de marco
to rotador no se visualiza formalmente, como la exposición formal unilateral con medias agujas o con agujas finas a tensión y anillos
con incisión a propósito del tendón del supraespinoso (32, 67). No circulares. Los marcos con agujas finas no se necesitan habitual­
se conoce si uno o el otro resultan en menores problemas del hom­ mente, salvo en fracturas muy distales, o situaciones en las que se
bro. Existe una región hipovascular en la región del supraespinoso hace transporte óseo posteriormente para reconstruir pérdidas
aproximadamente 1 cm medial a su inserción en la mberosidad segmentarias.
mayor (64). Teóricamente, la perforación del tendón en esta zona
resulta en peor curación que el abrir el tendón más medialmente.
F r a c tu r a s a b ie r t a s
La inserción retrógrada del clavo ha resultado en mejor función
postoperatoria del hombro comparado con técnicas anterógradas El tratamiento de una fractura abierta de húmero requiere el
(8, 44, 74). Blum et al. (8) en la mayor serie comunicada de clavos mismo abordaje general que se usa para cualquier fractura abierta
encerrojados retrógrados encontraron un 90% de función excelen­ de huesos largos. Específicamente, el cirujano debe realizar un
te en el hombro y un 86% de función excelente del codo después desbridamiento completo del hueso y los tejidos blandos para dis­
de la consolidación de la fractura. minuir el riesgo de una infección profunda. Deben administrarse
A pesar de las discrepancias en los resultados comunicados, antibióticos profilácticos. Los primeros informes sobre el trata­
unos pocos principios emergen de los datos disponibles sobre los miento de fracturas abiertas recomendaban no usar fijación inter­
clavos encerrojados. El uso de clavos de gran diámetro con sobre­ na primaria (30, 31). Incluso informes relativamente recientes
fresado del canal produce problemas significativos. En la mayoría han mostrado buenos resultados tratando fracturas abiertas de
de los pacientes se debe usar el clavo de menor diámetro disponi­ húmero con ortesis funcional después del desbridamiento de la
ble y fresar lo menos posible, a ser posible nada. Si el canal es herida (94). Otros autores actualmente consideran la fractura
demasiado estrecho se debe elegir otro método de estabilización. abierta como una indicación del uso de fijación interna (6, 11, 16,
Además hay que poner especial atención en la posición en que 36, 80, 86). Los estudios actuales no permiten una documenta­
queda el extremo proximal del clavo al finalizar su inserción. ción exacta de los riesgos y beneficios relativos a la fijación inter­
Claramente el clavo no debe extenderse por encima de la superfi­ na o la asociación entre infección y fijación interna de fracturas
cie del hueso, o aparecerá con certeza dolor en el hombro. El ave­ abiertas. Tanto la fijación con placa a compresión (6, 16, 36, 86)
llanar el clavo y visualizar el húmero proximal desde varios ángu­ como la fijación intramedular (11, 80) tienen sus defensores. La
los con el fluoroscopio debe asegurar que el clavo no protruye al fijación interna facilita el cuidado de la herida de los tejidos blan­
completar la fijación. Otras sutilezas sobre el dolor en el hombro dos, asegura el mantenimiento de la alineación adecuada, y, de
y los factores que causan la seudoartrosis deben ser dilucidadas. acuerdo con sus defensores, no aumenta apreciablemente el ries­
go de infección. Debido a que el paciente requiere un desbrida­
Estudios comparativos
miento quirúrgico de la herida, se añade un riesgo anestésico
mínimo por la parte de fijación interna del procedimiento. La
Existen pocos datos de comparación directa entre varios métodos fijación externa se reserva habitualmente para fracturas con lesio­
de tratamiento quirúrgico. Rodríguez-Merchán (72) comunicó nes severas de los tejidos blandos y la contaminación profunda
una serie de pacientes con fracturas de húmero tratadas de dos cuyo desbridamiento completo no se consigue en el procedimien­
formas diferentes: placa de compresión y enclavado retrógrado de to inicial (59, 66). El cuidado de la herida después del desbrida­
Hackethal. En esta serie prospectiva en la que el modo de trata­ miento inicial de cualquier fractura abierta consiste en desbri-
miento quedó a discreción del cirujano, se trataron 20 pacientes damientos adicionales o curación por segunda intención como
con cada uno de los métodos de fijación. Los resultados de los dos exija la severidad del daño de los tejidos blandos.
grupos en la consolidación y la función no fueron diferentes. El Las fracturas por armas de fuego constituyen un tipo único de
estudio adolece de su metodología retrospectiva y del limitado fracturas abiertas (2, 47, 90, 94). Las lesiones varían mucho
número de pacientes. Además, la elección del tratamiento se dejó dependiendo del tipo de arma de fuego implicada. Estas fracturas,
a la preferencia del cirujano, el cual puede haber introducido pre­ especialmente las causadas por proyectiles de alta energía, resultan
juicios sobre ciertos patrones de fractura o tipos de lesión. Sin lesiones más frecuentes y severas de nervios y vasos, y fracturas más
embargo los autores estuvieron entre los primeros en abordar la conminutas (47). Los principios de desbridamiento completo y
cuestión de usar placas o enclavado de forma comparativa. estabilización se aplican aquí como en lesiones de esta magnitud
causadas por mecanismos romos. En heridas por proyectiles de
Fijación externa baja energía, los estudios sugieren que un desbridamiento mínimo
La fijación externa de fracturas de húmero tiene indicaciones que incluya la escisión de los bordes cutáneos de la herida y la reti­
limitadas. Éstas incluyen fracturas abiertas en las que se ha pro­ rada de los fragmentos superficiales de la ropa y escombros, segui­
ducido una lesión tan severa de las partes blandas, que el cirujano do de lavado superficial, previene la mayoría de las infecciones (2,
Capitulo 24: Fracturas de la dláfisis de! húmero 983

90). Estos protocolos se pueden realizar incluso en las salas de! dosamente al paciente en el concepto de alineación por gravedad
Servicio de Urgencias (2). Si se halla contaminación profunda de la fractura, incluyendo la necesidad de dormir en posición
grave está indicado un desbridamicnto formal con exposición del semierecta. Se aplica un cabestrillo. El brazo ya en cabestrillo se
hueso. Las recomendaciones de antibióticos profilácticos varían de puede fijar al torso con una faja elástica para una estabilización
un ciclo de 5 días de cefalosporinas orales (2) a un ciclo de 72 posterior si se necesita. Se pautan al paciente analgésicos para un
horas de antibióticos intravenosos usando una cefalosporina de control adecuado del dolor. Se repiten radiografías con el pacien­
primera generación como la cefazolina. Para lesiones de baja velo­ te de pie y el brazo suspendido en la férula en un plazo de una
cidad con mínima lesión de tejidos blandos, el tratamiento con semana. Si la alineación es incorrecta se aplica de nuevo la férula
ortesis funcional ha conseguido un resultado aceptable (2, 94). o se considera de nuevo la fijación interna.
Otros autores han recomendado placas de compresión (19), clavos Si el alineamiento es aceptable, se prepara al paciente para
intramedulares (34, 71) o fijación externa (90). En la mayoría de colocar la ortesis funcional entre los 10 y 14 días poslesión. Al
las fracturas causadas por proyectiles de baja velocidad el cirujano mismo tiempo, se coloca un sistema de collar-muñeca para soste­
debe proceder a la estabilización quirúrgica sólo en las indicacio­ ner el antebrazo. El paciente vuelve de nuevo a las 2 semanas para
nes expuestas previamente para fracturas cerradas (Tabla 24-1). repetir radiografías, esta vez con el paciente de pie con la ortesis
Las lesiones por escopetas y por proyectiles de alta velocidad, sin colocada apropiadamente. Si se encuentra de nuevo el alinea­
embargo, resultan en daños tan severos de los tejidos blandos, que miento adecuado, se continua el tratamiento cerrado. Se indica al
es necesario un desbridamicnto formal en quirófano seguido de paciente que empiece con movimientos suaves del codo y el hom­
fijación, a menudo con un fijador externo (47, 95). bro según vaya tolerando. El sistema de cabestrillo collar-muñeca
se usa sólo si se necesita, llevando el codo a la extensión y el ante­
brazo colgando al lado del cuerpo. Se hacen huevas radiografías y
F r a c tu r a s p a t o ló g ic a s evaluación clínica a las 4 semanas, y entonces mensualmente hasta
Tanto la fijación intramedular como las placas de compresión que la fractura haya consolidado. Se anima al paciente en cada
pueden conseguir los objetivos de alivio el dolor, estabilización visita a que trabaje en ejercicios de amplitud de movimiento de las
inmediata y recuperación precoz de la función, en pacientes con articulaciones del codo y del hombro. Los ejercicios isométricos
fracturas patológicas de húmero (20, 22, 37, 51, 52, 54, 65, 84, de los músculos bíceps y tríceps ayudan a mantener el tono e
85). De los pacientes con fracturas patológicas de húmero, sólo incluso pueden estimular la curación. Se recomienda un progra­
un 16% sobreviven al cabo de un año de sufrir la fractura (20). ma de terapia física en casos seleccionados de progreso insuficien­
Las técnicas de placas de compresión con suplemento de metil- te de la recuperación funcional. La ortesis se retira cuando la frac­
metacrilato cuando se necesita para proporcionar estabilidad pue­ tura está clínica y radiográficamente consolidada, lo cual no se
den obtener buenos resultados, pero requieren una disección consigue fácilmente antes de 8 a 10 semanas de la lesión.
extensa (20). Los clavos flexibles también han sido usados con Cuando se indica la fijación interna, el cirujano debe elegir el
éxito en estas fracturas, pero habitualmente necesitan ser suple- método más adecuado para cada paciente basándose en la razón
mentados con cemento para conseguir una fijación rígida (52, por la que se indica la fijación, la localización y configuración de
44). Los clavos encerrojados consiguen buenos resultados con la la fractura, calidad del hueso, diámetro del canal y habilidades del
ventaja de una disección más limitada y una fijación que no cirujano. El método de placas de compresión ha probado ser muy
requiere aumento con cemento (20, 37, 65). Redmond et al. (65) efectivo y probablemente representa el método más predecible
evaluaron 16 extremidades tratadas con clavos intramedulares para conseguir la alineación y facilitar la consolidación cuando se
encerrojados. Catorce de los 16 volvieron a una función próxima realiza apropiadamente. En fracturas en las que se indica la fija­
a la normal a las tres semanas de la cirugía. Dijkstra et aL (20) ción por desviación, la placa de compresión es el método ideal
compararon pacientes con fracturas patológicas de húmero y frac­ para la hacer la fijación. Debido a la forma del húmero, el abor­
turas inminentes tratados con clavos encerrojados o con placas de daje posterior es mejor en fracturas de la parte distal de la diáfisis,
compresión más cemento. No se identificó diferencia significati­ mientras que el abordaje antero-lateral es mejor para fracturas de
va entre los dos grupos en términos de alivio de dolor, recupera­ los tercios proximal y medio, y permite un posicionamiento más
ción de la función o complicaciones. fácil del paciente. Se usa una placa de compresión de 4,5 mm
ancha a menos que el hueso del paciente sea pequeño, en cuyo
caso es adecuada una placa de 4,5 mm estrecha. Deben conse­
MÉTODO DE TRATAMIENTO PREFERIDO guirse al menos seis puntos de anclaje cortical a cada lado de la
POR EL AUTOR fractura. Un manejo cuidadoso de las inserciones de los tejidos
blandos, incluyendo técnicas de reducción indirecta, es crítico
Esencialmente, todas las fracturas diafisarias del húmero pueden para conseguir la consolidación. La aplicación adecuada de una
ser tratadas de forma no quirúrgica. El médico debe seleccionar placa de compresión al húmero es un procedimiento técnicamen­
cuidadosamente, de acuerdo con las indicaciones recogidas en la te exigente. Si el cirujano se siente más seguro con los métodos de
Tabla 24-1, aquellas fracturas que son mejor tratadas con fijación fijación intramedular, estas técnicas deben ciertamente aplicarse
interna. Las indicaciones para la cirugía, aparte de la alineación en caso de fracturas aisladas de húmero. Debido a los continuos
incorrecta, pueden ser identificadas habitualmente en la presenta­ problemas con la tasa de seudoartrosis y disfunción del hombro
ción inicial. Después de una selección apropiada, el paciente se con los clavos encerrojados anterógrados, el autor no cree que este
prepara para la cirugía de forma urgente o scmielectiva, de acuer­ método deba ser recomendado de rutina salvo en el caso de frac­
do a la situación particular. turas patológicas.
Para fracturas en las que se indica el tratamiento conservador, Los pacientes víctimas de politraumatismos a menudo no tole­
se inmoviliza el brazo primero con una férula de coaptación en la ran intervenciones prolongadas, y con frecuencia tienen fracturas
Sala de Urgencias, con la férula moldeada para contrarrestar la ten­ de extremidades inferiores que les obligan a utilizar precozmente
dencia de la fractura a la angulación en varo. Se instruye cuida­ las extremidades superiores como ayuda en la carga de peso. El
984 Sección II: Extremidad superior

autor elige la fijación intramedular debido a su habilidad para rea­ de a realizar fijación interna a las fracturas de tipo Gustilo I y II
lizar el procedimiento rápidamente y el beneficio teórico de un después de irrigación y desbridamiento. La fijación puede hacer­
sistema de transmisión de cargas para la carga de peso precoz. El se tanto con clavo intramedular como con placa. F.1 autor usual­
autor usa clavos flexibles colocados de forma retrógrada a menos mente procede a un enclavado de F.nder en pacientes otras lesio­
que la fractura tenga una localización muy distal en la diáfisis, en nes significativas, pero prefiere la placa en pacientes con fracturas
cuyo caso es mejor la inserción anterógrada a través de un portal abiertas aisladas de húmero. Para heridas de tipo III de Gustilo,
situado fuera del manguito de los rotadores. Estos sistemas se pue­ incluyendo las producidas por proyectiles de alta velocidad, el
den insertar en varias posiciones del paciente en la mesa de qui­ autor habitualmente selecciona fijación externa, particularmente
rófano, lo cual permite flexibilidad en el caso de que otros proce­ cuando la contaminación es severa. El fijador puede ser cambiado
dimientos varios sean requeridos de forma simultánea. precozmente (7 a 14 días) por fijación interna una vez que la heri­
Otras indicaciones para la fijación de fracturas humerales se da esté curada.
presentan con menor frecuencia pero requieren su consideración. Para fracturas causadas por proyectiles de escopetas de baja
En pacientes con fracturas ipsilaterales del antebrazo o fracturas velocidad, el autor usualmente desbrida e irriga la herida sin expo­
bilaterales de húmero, el cirujano puede elegir la técnica que sición formal del foco de fractura. Si aparece cualquier contami­
mejor sirva a los objetivos individuales del paciente y la fractura. nación grosera en los tejidos profundos durante este proceso, se
El autor cree que tanto las placas como los clavos intramedulares practica un desbridamiento más formal en quirófano. Después del
funcionan adecuadamente. Cuando hay una parálisis radial que desbridamiento superficial, se pauta una cefalosporina oral de
necesita una exploración quirúrgica, la disección extensa requeri­ primera generación (p. ej. Gefalexina) durante 5 días. F.1 trata­
da para exponer el nervio permite la colocación de la placa con
miento de la fractura con una ortesis funcional es aceptable mien­
mínima cirugía adicional. En parálisis del plexo braquial en las
tras se mantenga el alineamiento.
que se pierde el soporte muscular alrededor de la fractura, las téc­
nicas de placas permiten una fijación más rígida y la compresión
de los fragmentos para mejorar el potencial de curación. El autor TÉCNICA QUIRÚRGICA
está a favor de los clavos intramedulares encerrojados para fractu­
ras patológicas. Los beneficios de una intervención quirúrgica F ija c ió n c o n p la c a d e c o m p r e s ió n
breve, la disección limitada y la fijación rígida sobrepasan los ries­
gos de disfunción del hombro y la seudoartrosis en este grupo de Tanto el abordaje antero-lateral como el posterior permiten la
pacientes con limitada esperanza de vida. exposición de la diáfisis del húmero para la fijación con placa
Las fracturas abiertas debidas a mecanismos romos pueden (Tabla 24-2). La mayoría de los autores recomiendan un aborda­
necesitar cualquiera de los métodos de fijación. Todas estas lesio­ je antero-lateral para las fracturas de los tercios proximal y medio
nes deben recibir un desbridamiento formal en el quirófano reali­ (36) (Fig. 24-6). La posición del paciente es el decúbito supino
zado con urgencia. Debido a que el paciente necesita recibir una simple con una mesa de mano para soportar el antebrazo. La lon­
anestesia inmediatamente para el desbridamiento, el autor proce­ gitud del brazo a menudo impide usar un torniquete. l a incisión
Surco o corredera
bicipital

Periostio
Cabeza larga
del bíceps
Deltoides

Cabeza corta
Braquial
del bíceps
anterior

Húmero
Bíceps
Figura 24-6. Abordaje anterior de la diáfisis humeral. El músculo braquial anterior está d ivid id o en la línea media
para evitar la desnervación.
Capítulo 24: Fracturas de la diáfísis del húmero 985

comienza en la apófisis coracoides, continúa hacia el tubérculo proximal al área donde las fibras musculares se unen en un ten­
deltoides y luego se extiende distaimente a lo largo de la parte dón común. El tronco principal del nervio junto a sus estructuras
lateral del vientre muscular del bíceps (-41). La mayoría de las frac­ vasculares acompañantes debe ser identificado, cuidadosamente
turas no requieren la longitud total de esta incisión. Abriendo la movilizado y protegido durante el resto de la intervención. En la
fascia profunda y apartando el vientre muscular del bíceps, se parte media del brazo, una capa de 1 a 5 cm de grosor de múscu­
expone el músculo braquial anterior, que cubre la parte anterior lo descansa entre el nervio y la cortical del húmero. El nervio está
del húmero. El nervio músculo-cutáneo emerge entre el bíceps y en contacto directo con el hueso sólo una corta distancia en la
el braquial anterior en la parte distal de la incisión y debe ser pro­ cresta supracondílea. Así, el cirujano debe buscar el nervio en
tegido. Despegando las fibras del braquial anterior se expone el la sustancia muscular y no intentar localizarlo inmediatamente al
húmero. Esta disección evita cualquier desnervación significativa lado del hueso. Varias ramas musculares grandes para el tríceps
del braquial anterior porque el músculo recibe inervación medial- nacen en esta zona y pueden confundir la disección. Distal al tra­
mente desde el nervio músculo-cutáneo y lateralmente del nervio yecto espiral del nervio radial, la cabeza medial (profunda) del trí­
radial (41). Para una exposición más proximal, la disección conti­ ceps cubre la parte posterior de la diáfísis humeral. Con los abor­
núa en el intervalo delto-pectoral, liberando el tendón del pecto­ dajes posteriores el implante a menudo descansa bajo el nervio
ral mayor si es necesario. El nervio radial permanece fuera del radial y su retirada posterior no se recomienda.
plano normal de disección en este abordaje, pero debe recordarse Una vez que se ha conseguido la exposición adecuada de los
su presencia en la parte posterior. fragmentos, se realiza la reducción y fijación provisional (76).
Para fracturas del tercio distal de la diáfísis o aquellas en las que Durante toda la disección, un manejo cuidadoso de los tejidos
hay que explorar el nervio radial, el abordaje posterior representa blandos y los fragmentos minimiza la disrupción de la vasculari­
la mejor opción (Fig. 24-7). El paciente habitualmente se coloca zación y del potencial de curación de los fragmentos. Esto impo­
en decúbito prono o lateral (41), pero puede ser colocado en supi­ ne el uso de separadores e instrumentos de reducción afilados y
no con el brazo descansando en un soporte sobre el tórax (36). evitar un excesivo despegamiento subperióstico. Una vez expues­
Una incisión longitudinal en la línea media a través de la piel y la tos los fragmentos, deben ser manipulados sólo lo necesario para
fascia profunda revela el músculo tríceps. Proximalmente, el inter­ exponer sus extremos y eliminar los coágulos de sangre y los frag­
valo entre las cabezas larga y lateral permite identificar el propio mentos tisulares. Una vez que se ha comprendido la configuración
nervio radial (41). Este intervalo se identifica con más facilidad de la fractura, los fragmentos se colocan juntos lo más próximo a

Cabeza lateral del tríceps

Arteria braquial profunda


y nervio radial
Cabeza larga
del tríceps

Periostio
Cabeza medial
(profunda) del
(separada)
Húmero

Figura 24-7. Abordaje posterior de la diáfísis humeral. El nervio radial se identifica cerca del interva­
lo entre las cabezas larga y lateral del tríceps. Distalmente, la cabeza medial del tríceps se divide en la
línea media.
986 Sección 11: Extremidad superior

la forma anatómica que sea posible a través de técnicas de reduc­ ción de la placa en la cara posterior raramente causa dificultad
ción directa o indirecta. La reducción directa consiste en la mani­ debido a que el húmero presenta una superficie ancha y plana en
pulación directa de los fragmentos; la reducción indirecta infiere este lugar. Como mucho, la placa requiere una suave curva que se
que los fragmentos son reposicionados y reducidos por tracción da forma con los moldeadores. En la parte anterior la superficie
indirecta de sus inserciones de tejidos blandos (ligamentotaxia) del húmero es más compleja. Directamente anterior se halla una
(76). Los procedimientos de ligamentotaxia y de reducción indi­ cresta demasiado aguda para permitir la colocación la placa, mien­
recta deben ser usados siempre que se pueda. Las pinzas de reduc­ tras lateralmente se halla la prominente tuberosidad deltoidea. El
ción y las agujas de Kirschner temporales mantienen la posición cirujano tiene que colocar la placa en la superficie antero-lateral
lograda con las maniobras de reducción. En algunas ocasiones la del hueso, donde se puede adaptar bien sin necesidad de moldea­
placa puede ser premoldeada, anclada al hueso en uno de los lados do significativo (36). Se ha recomendado el uso de al menos tres
y luego usada como una ayuda indirecta para la reducción. tornillos bicorticales en cada lado de la fractura, lo cual implica el
La fijación definitiva se realiza siguiendo las pautas de la uso de una placa de al menos seis agujeros (36, 76) (Eig. 24-9).
AO/ASIF (76) (Fig. 24-8). La placa ancha de compresión diná­ Los tornillos de compresión solos no proporcionan suficiente
mica de 4,5 mm fue diseñada originalmente para ser usada en resistencia y no deben ser usados sin placa. El injerto óseo debe
fracturas de húmero (76), pero la placa estrecha de 4,5 mm ha considerarse en casos de fracturas conminutas, pero faltan sus
obtenido también excelentes resultados clínicos (36). El cirujano indicaciones exactas.
debe usar la placa que mejor se adapte a la anatomía del paciente. Los cuidados postoperatorios se dirigen a la recuperación fun­
Tanto la tradicional placa de compresión dinámica, como las más cional precoz. No se requiere inmovilización, excepto posiblemen­
modernas de compresión dinámica y contacto limitado sirven al te el uso de un cabestrillo de confort. El paciente debe ser animado
propósito deseado, pero las más modernas de compresión diná­ a realizar inmediatamente actividades de amplitud de movimien­
mica y contacto limitado tienen algunas ventajas teóricas y prác­ to del hombro y el codo. Sin embargo, una sobrecarga excesiva en
ticas. El cirujano debe buscar el compromiso apropiado entre la el montaje debe evitarse hasta que se produzca la consolidación
absoluta reducción anatómica y la minimización de la lesión de completa. La retirada del material de osteosíntesis después de que
partes blandas. Cuando sea posible, se aplica compresión inter­ la fractura ha consolidado corre el riesgo de una lesión nerviosa
fragmentaria a través de tornillos de compresión o de la acción yatrogénica y de una nueva fractura a través de los agujeros de los
de los agujeros dinámicos de la placa (76). El sistema articula­ tornillos. Debe considerarse sólo en casos de irritación local sig­
do de tensionado de la placa puede aplicar incluso gran cantidad de nificativa.
compresión y debe ser considerado en casos seleccionados (76).
La compresión proporciona el montaje más rígido, y habitual­
mente puede conseguirse en patrones de fractura transversos sim­ F ija c ió n in t r a m e d u la r
ples u oblicuos cortos. En las fracturas muy conminutas, la placa
Como alternativa a la placa de compresión, la fijación intrame­
puente que realinea los fragmentos proximal y distal de la diáfisis
dular de las fracturas de diáfisis del húmero ha ganado populari­
pero salva la conminución puede ser la mejor elección. La coloca-
dad por varias razones. Estas incluyen la mejora de los intcnsifi-
cadores de imagen, la introducción de clavos encerrojados para el
húmero, las técnicas de inserción relativamente percutáneas que
obvian la necesidad de grandes incisiones, las dificultades técnicas
de aplicar placas de compresión adecuadamente y el éxito del
enclavado intramedular para fracturas de otros huesos largos. La
popularidad del enclavado intramedular del húmero, sin embar­
go, parece previa a una buena documentación sobre la eficacia de
estas técnicas.
Existen varios métodos de fijación intramedular de fracturas de
húmero. Éstos varían según la dirección de la inserción del clavo
(anterógrado o retrógrado) y el tipo de implante usado, clavos
rígidos o flexibles. El cirujano debe analizar cuidadosamente el
tipo, localización y extensión de la fractura, así como el diámetro
del canal del húmero antes de decidir un procedimiento con un
sistema intramedular. Estos hechos determinan en parte el tipo de
clavo, la dirección de la colocación del mismo y si fresar o no el
canal para la inserción del clavo.

Inserción retrógrada de clavos flexibles


El método de colocación retrógrada de clavos flexibles múltiples
se aplica bien en fracturas de los tercios proximal y medio de la
diáfisis (Fig. 24-10). Algunos autores se oponen al uso de esta téc­
nica en fracturas del tercio distal de la diáfisis porque puede ocu­
Figura 24-8. C onfiguración ideal de la placa y los to rn illo s de com ­
presión de una fractura oblicua corta. Se han usado seis puntos de rrir la propagación de la línea de fractura hasta el portal de entra­
fijación cortical proxim al y distalm ente, con un to rn illo de com ­ da (83). El cirujano debe conocer también el diámetro del canal
presión interfragm entaria colocado a través de la fractura. para que se puedan juzgar apropiadamente el número y tamaño
Capítulo 24: Fracturas de la diáfish del húmero 987

Figura 24-9. A-C: Fractura desplazada de la dláfisis hum eral tratada con fijación interna con una placa
de com presión ancha de 4,5 mm. La com presión se aplicó mediante el uso de los agujeros d iná m i­
cos de la placa.

de los implantes preoperatoriamente. Los húmeros con diámetros tura el cirujano lleva el brazo al lado ¡psilateral de la mesa. El codo
de canal menores de 7 mm no permiten la colocación de dos cla­ se puede extender, permitiendo que se pueda ver el húmero desde
vos de Ender, y por lo tanto se tratan mejor con fijación con placa. el lado ipsilateral de la mesa mientras los clavos pasan a través de
El paciente puede colocarse en decúbito prono, supino o late­ la fractura. Si es posible la posición prona, el uso de un soporte
ral (11, 34, 55, 62). La mesa quirúrgica usada para la inserción de radiotransparente de brazo hace la inserción más simple.
clavos debe ser completamente radiotransparente en el área bajo Se hace una incisión en la piel en la línea media, comenzando
el tórax y los hombros del paciente. Esto requiere que muchas en el olécranon y extendiéndola de 6 a 8 cm proximalmente (Fig.
mesas quirúrgicas sean colocadas al revés, con la parte «de los 24-10 A). El tríceps se divide en la línea media. El cuidado duran­
pies» de la mesa cerca del anestesista y la parte «de la cabeza» bajo te la separación evita lesionar el nervio cubital medialmente y el
los pies del paciente. Cualquier radio-opacidad que quede en la nervio radial lateralmente, aunque ninguno de los dos se encuen­
mesa (p. ej., barras laterales o cruzadas) puede interferir en la ob­ tra de rutina durante la intervención. Debido a que el canal se
tención de imágenes del húmero. Se deben hacer pruebas de la estrecha 3 cm proximal a la fosa olecraniana, la cortical posterior
imagen fluoroscópica y de las maniobras de reducción antes de se abre con una fresa o una broca a 2,5 cm proximal a la fosa. Para
colocar las tallas quirúrgicas. Aunque está descrito en la biblio­ permitir la colocación de los clavos, el canal abierto debe medir
grafía el uso de tracción esquelética por encima de la cabeza con aproximadamente 10 mm de profundidad y de 15 a 20 mm de
el paciente en posición supina (11), la mayoría de cirujanos usan longitud cuando se complete la apertura (Fig. 24-10 B y C).
ahora la posición supina o prona y confían en la tracción manual Varios autores han descrito muchos tipos diferentes de implan­
para la reducción (34, 55). La presencia de lesiones asociadas o tes flexibles para fracturas de húmero. Los primeros en ser usados
intervenciones simultáneas pueden obligar a colocar al paciente como clavos fueron las barras de Rush, pero hoy son menos popu­
en una posición determinada. Una técnica de inserción, posible lares (82). Las agujas de Kirschner largas de 2 ó 3 mm de diáme­
con la posición supina, coloca el antebrazo de la extremidad frac­ tro o el clavo de Hackethal, un sistema similar disponible en
turada en un soporte por encima del pecho conectado con la parte Europa, han sido descritos para su uso en el húmero (38, 62). Los
opuesta de la mesa. Se puede establecer el portal e iniciar los cla­ clavos de Ender son el clavo flexible más popular para el húmero
vos en el canal con el codo en flexión y el antebrazo apoyado en (11, 34, 55, 80) (Fig. 24-11). Hechos en acero inoxidable, estos
el soporte de brazo. Para pasar los clavos a través del foco de frac­ clavos se fabrican en un diámetro de 3,5 mm para el húmero y se
988 Sección //.' Extremidad superior

Húmero

Periostio

Cóndilo humeral

Cabeza medial
(profunda)
del tríceps
(separada)

Figura 24-10. Técnica de inserción retrógrada de clavos de Ender. A:


Exposición obtenida a través de un abordaje por la linea media posterior.
B: El portal de entrada se localiza 2,5 cm proxim al al borde superior de
la fosa olecraniana. El portal debe tener 10 m m de ancho y de 20 a 25
mm de largo. C: La form ación del portal puede iniciarse con agujeros
hechos con una broca grande y com pletarse con una fresa. A ltern a­
A tivam ente se puede usar una fresa cónica.

B C
Capítulo 24: Fracturas de la diáfisis del húmero 989

premoldcan en forma de «C» y de «S». Un extremo está biselado Una hebra de alambre de calibre 18 se pasa entonces por los agu­
para facilitar el paso por el canal, mientras el otro extremo, usado jeros de los dos clavos, y se avanzan juntos hasta su posición final.
como guía, está aplanado y tiene un orificio para permitir la intro­ Esto previene la migración de cualquiera de los clavos fuera del
ducción y la extracción. El objetivo del tratamiento con cualquie­ canal (11). Aunque se deben usar al menos dos clavos, los canales
ra de estos implantes es rellenar el canal humeral con varios clavos amplios pueden necesitar la colocación de más clavos para obte­
y conseguir una adaptación de interferencia, creando una estabi­ ner una fijación más estable. Los clavos se deben pasar con cuida­
lidad tanto en flexión como en rotación. do en una fractura de húmero y no ser forzados si se encuentra
La colocación de un clavo representativo sobre la piel permite alguna resistencia. Si los clavos no pasan con facilidad, debe con­
una estimación fluoroscópica de la longitud adecuada. Con los siderarse el abrir el foco de fractura para confirmar que el nervio
clavos de Ender el primer implante se dobla de forma que cuan­ radial no está bloqueando el canal.
do está totalmente situado, el extremo proximal se vea medial o La fijación habitualmente es lo bastante estable como para no
lateral, mientras el extremo distal, el extremo guía, se apoya al necesitar férula u ortesis adicional (34). Si hay problemas respec­
nivel del hueso. Este primer clavo se coloca entonces en la medu­ to a la estabilidad de la fractura o se necesita el uso de muletas
lar ya abierta, se avanza hasta el foco de fractura y se guía a través para caminar, puede aplicarse una ortesis de fractura de húmero.
de la fractura hasta que ésta esté anclada y alineada en las imáge­ Se anima al paciente a mover activamente el hombro y el codo. La
nes fluoroscópicas. El clavo se avanza hasta que falte 1 cm para su retirada del material se puede considerar en casos de irritación
inserción total y se comprueba que la longitud es la adecuada con persistente.
el fluoroscopio. Cuando está completamente colocado, el extremo
del clavo debe alcanzar bien la metáfisis ósea de la cabeza del Inserción anterógrada de clavos flexibles
húmero, mientras que el agujero distal permanece justo distal al
portal de entrada (34). El primer clavo no debe introducirse com­ La inserción anterógrada de clavos flexibles debe usarse cuando se
pletamente hasta que no se coloque el segundo clavo para poder estabilizan fracturas del tercio distal del húmero con clavos flexi­
unirlos con un alambre en los agujeros de la parte guía. Se prepa­ bles. Se usa una mesa de quirófano al revés que permite obtener
ra un segundo clavo de la longitud y forma adecuadas para que el imágenes del húmero entero (Fig. 24-12). La colocación de las
extremo proximal quede en situación opuesta al primero y el dis­ tallas quirúrgicas debe permitir el acceso a toda la región del hom­
tal apoye en el hueso. Se avanza el clavo a través de la fractura bro. La incisión se hace en el borde anterior o antero-lateral del
hasta que los agujeros distales de los dos clavos sean adyacentes. acromion, extendiéndola distalmente 4 ó 5 cm. El deltoides se
divide en la dirección de sus fibras no más de 5 cm para proteger
las ramas terminales del nervio axilar. Se planifica un portal de
entrada en la metáfisis 2 cm distal al troquíter. La apertura del
canal puede hacerse con dos agujeros hechos con una broca de
6,4 mm separados por 2 a 3 mm. Se puede usar una gubia
de Kerrison para conectar los dos agujeros y agrandar ligeramen­
te la apertura. La colocación del clavo se realiza de forma similar
a la técnica retrógrada descrita previamente. Para fracturas muy
distales del húmero, los clavos deben ser avanzados hasta los epi-
cóndilos medial y lateral para aumentar la estabilidad (34).

Inserción anterógrada de clavos encerrojados

Se dispone de clavos más rígidos con capacidad de ser encerroja­


dos. la s primeras versiones como el clavo de Seidel se fabricaban
sólo en el diámetro de 9 mm y habitualmente necesitaban el fre­
sado del canal para acomodar este gran tamaño; los implantes
actuales son lo bastante pequeños como para ser usados en la
mayoría de los húmeros sin fresado. El clavo de Seidel tenía un
mecanismo de expansión de aletas distales que permitían una
adaptación de interferencia en el extremo del clavo. Se han comu­
nicado muchas complicaciones con este implante en particular
relacionadas con su tamaño y las aletas distales de bloqueo (69,
70). La mayoría de los otros clavos disponibles incorporan torni­
llos de encerrojado proximal y distal.
Para la inserción anterógrada de clavos, el paciente se coloca en
una mesa radiotransparente de forma que todo el pecho y los
hombros descansen sobre la parte radiotransparente (Fig. 24-12
A). Llevando la extremidad superior a apoyarse al lado del pacien­
te, se puede ver el hombro en los planos escapular antero-poste-
rior y escapular lateral sin manipular el brazo (Fig. 24-12 B). La
Figura 24-11. Fractura del tercio m edio de la diáfisis estabilizada unidad de fluoroscopia se coloca habitualmente de forma más
con dos clavos de Ender de 3,5 mm colocados de form a retrógra­
da. Conectando los dos agujeros con una hebra de alam bre de conveniente en el lado contrario del paciente y puede necesitar ser
calibre 18 se previene la m igración. girada de forma que el tubo de rayos X quede por encima del
990 Sección II: Extremidad superior

1 a 3 cm (37, 43). Se introduce entonces en el canal una lezna,


punzón o sistema afilado similar, a través de un lugar de entrada
determinado con ayuda fluoroscópica. La inserción del manguito
rotador no se expone específicamente; presumiblemente cualquier
violación es insignificante. Otros realizan una exposición más for­
mal del tendón del supraespinoso a través de una incisión más
larga (32, 67). Esto permite al cirujano seleccionar el camino por
el que se abre el tendón para la creación de la puerta de entrada.
Riemer et a l (67) comunicaron que una incisión anterior del del­
toides permite al manguito rotador ser dividido en una zona de
mejor calidad del tejido y permite un acceso más lineal al canal
del húmero comparado con una incisión lateral del deltoides. Un
abordaje que incide el manguito rotador a través de la sustancia
del tendón inmediatamente lateral a la superficie articular de la
cabeza humeral, donde la vascularización es mayor (64), proba­
A blemente facilita la curación. La disrupción del manguito rotador
en su zona avascular, a menos de 1 cm de su inserción en la tube­
Unidad de fluoroscopia rosidad mayor (64) puede conducir a una pobre curación. El
visualizar el tendón, abrirlo en la dirección de sus fibras y reparar
el defecto parece ser el abordaje más seguro. Desgraciadamente,
no se han hecho suficientes trabajos para documentar el efecto
sobre el tendón del supraespinoso de estos variados métodos e
incluso para documentar la verdadera fuente de dolor en el hom­
bro después de un enclavado anterógrado.
La localización adecuada del portal de entrada en el hueso tam­
bién es controvertida. Se recomienda la entrada al canal a través
de un punto 1 cm medial a la tuberosidad mayor, adyacente al
cartílago articular de la cabeza humeral (43, 67).
Las mediciones del húmero normal usando una técnica de esca-
nograma estándar con el fluoroscopio o la medición intraoperato-
ria con agujas guía determina la longitud adecuada del clavo. El
pasar la aguja guía o el propio clavo requiere tracción manual y
manipulación usando dos proyecciones perpendiculares del fluo­
roscopio. Después de pasar el clavo, se colocan los tornillos de
encerrojado proximal a través de una guía de dirección externa y
brocas con guía. Riemer et aL (68) se oponen a una excesiva pe­
netración en la cortical medial con el tornillo, debido a la proxi­
midad del tronco principal del nervio axilar al tornillo con la
rotación de la parte proximal del húmero. Los tornillos de ence­
rrojado distal se colocan con una técnica de manos libres estándar.
Figura 24-12. A: Colocación del paciente y de la unidad de flu o ­ Con los tornillos anteriores, el nervio antebraquial cutáneo lateral
roscopia para la inserción de un clavo anterógrado. La mesa q u i­ está cerca de la incisión y debe ser protegido. Debido al pequeño
rúrgica debe ser dada la vuelta para poder ver la imagen del húm e­ diámetro del húmero, el tornillo de encerrojado distal puede fácil­
ro com pleto. B: La obtención de imágenes en planos escapular mente resbalar en la cortical y alojarse en el tríceps en la parte pos­
antero-posterior y escapular en «Y» facilita la form ación del portal
de entrada y el paso del clavo con m ínim a m anipulación del brazo.
terior. Una sutura absorbible gruesa a modo de etiqueta anudada
al tornillo permite su fácil recuperación si esto ocurre. Con los tor­
nillos laterales, puede producirse una lesión del nervio radial si el
paciente en lugar de por debajo de él. La visión antero-posterior extremo del clavo descansa ligeramente proximal al final del canal.
se obtiene girando la máquina aproximadamente 30 grados desde
la vertical. El plano lateral escapular en «Y» se obtiene girando el Inserción retrógrada de clavos encerrojados
arco en sentido opuesto, habitualmente hasta que la rotación es
detenida por la mesa. De esta forma, el clavo se puede introducir La colocación, exposición y acceso al canal son similares a las des­
usando dos imágenes perpendiculares entre sí. critas para la inserción retrógrada de los clavos flexibles. Debido a
La inserción anterógrada precisa una incisión cutánea que la naturaleza rígida de los clavos encerrojados, se genera alguna
empieza en el borde anterior o lateral de! acromion y se sigue de sobrecarga circular al pasar el clavo. El uso del clavo más pequeño
la división del deltoides en la dirección de sus fibras. En este disponible, habitualmente de 7 mm, con un portal de entrada de
momento se abre el canal medular en el extremo proximal del al menos 10 mm y dando forma oblicua a la entrada alivia parte
húmero en la vecindad del manguito rotador. Tanto la localiza­ de la sobrecarga (43). Incluso con un gran agujero de entrada, hay
ción óptima, como el método de entrada proximal siguen siendo que tener cuidado de avanzar el clavo despacio y suavemente, o
controvertidos. Algunos recomiendan un abordaje relativamente puede producirse una propagación de la línea de fractura desde el
percutáneo a través de una incisión por división del deltoides de portal a la fractura. Los clavos rígidos retrógrados no deben usarse
Capitulo 24: Fracturas de la di/tfisis del húmero 991

en fracturas del tercio distal. La colocación del tornillo de bloqueo identifican en la evaluación inicial de la fractura. Del 10% al 20%
proximal debe hacerse con un método de manos libres con el hom­ se desarrollan durante el curso del tratamiento (9, 48).
bro en rotación interna y perforando desde lateral a medial. Holstein y Lewis (40) comunican que en su experiencia la
parálisis radial en fracturas de húmero habitualmente se presentan
en fracturas espirales que afectan al tercio distal de la diáfisis.
F ija c ió n e x t e r n a Estos autores razonan que la lesión resulta de la proximidad ana­
La colocación del paciente en decúbito supino en una mesa radio- tómica del nervio al hueso en esta localización, mientras que más
transparente a la inversa permite la colocación conveniente del proximalmente el hueso y el nervio están separados por una almo­
fijador externo. El uso de un marco unilateral de medias agujas es hadilla de músculo de 1 a 5 cm de grosor. Los estudios más recien­
suficiente para la mayoría de las indicaciones. Las agujas del frag­ tes no apoyan como constante la asociación del patrón de fractu­
mento proximal pueden habitualmente ser colocadas con seguri­ ra de Holstein y Lewis y la parálisis del nervio radial (9, 63).
dad desde lateral a medial a través de pequeñas incisiones. Debe Históricamente, algunos autores recomendaron la exploración
tenerse en mente el trayecto del nervio axilar en la parte proximal. de todos los nervios radiales lesionados en asociación con fractu­
La colocación de las agujas distales puede seguir uno de los ra de húmero debido a que ésta es la única manera de documen­
siguientes métodos. Se pueden colocar las agujas bien de lateral a tar la condición anatómica del nervio (27). La exploración de
medial en el mismo plano que las agujas proximales, o bien de rutina demostró que sólo el 12% de los nervios lesionados estaba
posterior a anterior en un plano aproximadamente perpendicular seccionado (63). Una vez que la historia natural de las parálisis del
a las agujas proximales. La colocación de las agujas de lateral a nervio radial en las fracturas de húmero fue clarificada, la explo­
medial tiene el riesgo de lesionar el nervio radial en el canal de ración de rutina ha probado ser innecesaria en la mayoría de los
torsión cuando pasa de posterior a anterior. Para evitar la lesión casos (9, 48, 63). La simple observación de la parálisis del nervio
nerviosa yatrógena, algunos autores han recomendado el uso de radial se justifica por la gran facilidad con que se producirá la
una incisión grande con disección roma hasta el hueso y la colo­ recuperación espontánea, y el tratamiento quirúrgico, si se
cación de la aguja bajo visión directa con una guía de protección demuestra necesario, no será perjudicado por el retraso. El nervio
(59, 90). Alternativamente, las medias agujas distales pueden radial lesionado tiene un buen pronóstico anatómicamente debi­
colocarse a través de la zona segura posterior localizada directa­ do a la corta distancia entre el lugar de la lesión y los músculos
mente en la línea media en el tercio distal de la diáfisis humeral inervados. Asimismo, el nervio es muy homogéneo a nivel
(47). Una media aguja colocada desde la cara posterior en esta microscópico, con fibras predominantemente motoras. En uno de
zona a través de una incisión corta, protegiendo con una guía en los informes mejor documentados, Pollock et al. (63) siguieron 24
vaina los tejidos blandos de la broca, no debe comprometer nin­ parálisis del nervio radial asociadas a fracturas de húmero y
guna estructura vital. Si las agujas distales se colocan desde poste­ encontraron que 22 recuperaron espontáneamente. Un nervio
rior, un tipo de marco simple unilateral puede no ser suficiente. lesionado en una fractura abierta mostró una laceración en el
Alternativamente, el cirujano puede colocar una barra pequeña en momento del desbridamiento inicial. Este nervio se recuperó
la pareja de agujas proximales y otra en las distales. Una tercera completamente después de una reparación secundaria. Un segun­
barra conecta las dos primeras y estabiliza la fractura. Una vez que do paciente no mostró mejoría y recibió una exploración a los 4
se ha aplicado el marco, se reduce la fractura bajo visión fluoros- meses de la fractura. El callo de fractura había englobado el ner­
cópica y se aprietan todos los conectores. Algunos autores tam­ vio. También resultó en recuperación completa después de la libe­
bién han descrito la colocación de agujas en el cubito y atravesar ración y neurólisis del nervio.
el codo con un marco en los patrones de fractura muy distales Amillo et al. (1) revisaron 12 fracturas con lesión asociada del
para ganar estabilidad (59). nervio radial que precisaron tratamiento quirúrgico. Los pacien-
res con laceración del nervio recibieron injerto nervioso interfas-
cicular; a los que no tenían laceración se les practicó la liberación
COMPLICACIONES del callo y/o neurólisis. Un paciente tuvo un defecto del nervio
demasiado grande para ser cubierto con injerto y consecuente­
L e s ió n d e l n e r v io r a d ia l
mente no tuvo recuperación de la función nerviosa. En este
La parálisis del nervio radial acompaña a las fracturas de la diáfi­ paciente se realizaron transferencias tendinosas con buena restau­
sis del húmero en el 6% al 15% de las ocasiones (27, 48, 63). El ración motora. De los restantes 11 pacientes, 10 consiguieron una
límite inferior de este rango fue comunicado en una serie conse­ recuperación de la función motora del nervio radial excelente o
cutiva de pacientes presentados en una institución sin ningún tra­ buena. Bostman et al. (9), en su revisión del tema, no consideran
tamiento previo y probablemente representa la aproximación más la lesión del nervio irreversible y permanente hasta que hayan
exacta a la incidencia real (63). Hay variaciones en las relaciones pasado 3 años desde la lesión.
comunicadas entre el nivel de fractura y la lesión del nervio. Las fracturas abiertas representan una excepción de las reco­
Algunos informes muestran que las fracturas asociadas con pará­ mendaciones conservadores antedichas para las parálisis del ner­
lisis se distribuyen a partes iguales entre el tercio medio y distal del vio radial. Cuando se identifica una parálisis en una fractura
húmero (9), sin embargo, otros autores informan de una mayor abierta, se indica la exploración del nervio debido a la facilidad de
incidencia en el tercio medio (27) o el distal (63). Las parálisis se la corrección quirúrgica de la lesión. Foster et al. (24) evaluaron
han asociado más comúnmente con patrones de fractura espirales, 14 pacientes con fracturas abiertas de húmero y parálisis radial.
pero también pueden ocurrir con fracturas transversas u oblicuas Encontraron que nueve (64%) de esos nervios habían sufrido una
(9, 27, 63). La parálisis radial puede variar entre una perdida par­ lesión reparable quirúrgicamente. Siete nervios estaban parcial o
cial o completa, motora o sensitiva, con una pérdida motora com­ completamente lacerados y dos estaban atrapados entre los frag­
pleta presente en el 50% al 68% de los pacientes (27, 63). La mentos de la fractura. De las cinco laceraciones completas, cuatro
mayoría de las parálisis aparecen en el momento de la lesión y se recuperaron la función motora completa tras sutura epineural pri­
992 Sección II: Extremidad superior

maria. El quinto paciente no se recuperó después de la reparación maria o injerto interfascicular con nervio sural habituaimenre
primaria, y se practicaron transferencias tendinosas. Ninguno de resulta en un retorno de la función motora (1). Las transferencias
los pacientes a los que se practicó reparación nerviosa recuperaron tendinosas para recuperar la flexión dorsal de la muñeca y la
la función sensitiva del nervio radial. extensión del pulgar y los dedos son procesos de rescate con
En resumen, cuando una fractura cerrada del húmero se asocia potencial de restaurar una buena función de la mano.
con una parálisis del nervio radial, la fractura puede tratarse de
forma adecuada para el paciente y el patrón de fractura, y obser­
Infección
var la recuperación espontánea del nervio. Incluso si la parálisis se
presenta después de iniciar el tratamiento, se recomienda la obser­ El tratamiento de una infección de una fractura de húmero se
vación porque no hay evidencia concluyente que sugiera que la basa en los mismos principios generales que otras infecciones aso­
oportunidad de hallar una lesión reparable quirúrgicamente en ciadas a fracturas. I.a mayoría de las infecciones resultan de una
esta circunstancia es mayor que en las parálisis que se presentan al fractura abierta; algunas son secundarias a la cirugía de fijación
principio. Si la fractura es abierta, debe explorarse el nervio debi­ interna. Si una infección se presenta precozmente, el tratamiento
do al riesgo documentado de la presencia de una lesión reparable incluye un desbridamiento de la herida, incluyendo el hueso, para
quirúrgicamente (24). Si se necesita el tratamiento abierto de una retirar todos los tejidos necróticos o contaminados. Cualquier
fractura cerrada por otra indicación, la exploración del nervio fragmento óseo con escasa vascularización debe ser retirado. Si del
también parece justificada si existe una parálisis. En estos casos, la desbridamiento resulta una pérdida de hueso importante, se debe
disección necesaria para la exploración del nervio hace que la fija­ realizar un injerto óseo una vez que la infección esté controlada.
ción con placa de compresión sea el método preferido del autor. Se deben obtener cultivos profundos para guiar el tratamiento
En pacientes con una fractura de húmero y parálisis radial se antibiótico. Si hay un sistema de fijación interna que mantiene la
debe evaluar la función motora y sensitiva del nervio en cada eva­ estabilidad de la fractura, habitualmente se deja en su sitio mien­
luación clínica. Se debe buscar la presencia de un signo de Tiñe! tras se trata la infección. I.a duración del tratamiento antibiótico
precoz, que tiene valor pronóstico. El primer músculo en recupe­ se basa en la impresión clínica de si los organismos infecciosos
rarse es el supinador largo, pero lo más fácil de detectar clínica­ están residiendo en el hueso. 1.a osteomielitis normalmente nece­
mente es la dorsi-flexión de la muñeca. Como ha subrayado sita un ciclo de 6 semanas de tratamiento antibiótico intravenoso.
Creen (28), el tiempo de recuperación puede estimarse midiendo Si la infección persiste tras la consolidación de la fractura, puede
la distancia en las radiografías entre la fractura y el punto de iner­ ser necesario retirar el material de osteosíntesis seguido de un des­
vación el supinador largo, que está aproximadamente 2 cm próxi­ bridamiento adicional, incluyendo fresado intramedular o secues-
ma! al epicóndilo lateral. Asumiendo una recuperación del nervio trectomía. Después de retirar los implantes se recomienda otro
a 1 mm/día, y añadiendo 30 días adicionales como se ha reco­ ciclo de 6 semanas de tratamiento antibiótico intravenoso.
mendado, la recuperación del supinador largo tras una fractura
diafisaria media a 12 cm proximal al epicóndilo lateral necesita al
S e u d o a r t r o s is
menos de 100 a 130 días (28). La flexión dorsal de la muñeca y
la extensión del pulgar ocurren, por supuesto, más tarde. La evi­ La curación normal de una fractura de húmero se produce en
dencia en F.MG de la recuperación puede preceder a los signos clí­ unas 8 ó 10 semanas. Si la fractura no ha unido en 3 ó 4 meses
nicos de recuperación en aproximadamente 4 semanas (28). puede ser considerada como retardo de consolidación (75). Si la
Debido a que la recuperación final no va a variar con un retraso consolidación no se ha producido en 6 a 8 meses, la fractura ha
en el diagnóstico de 4 semanas, no parece justificada la explora­ progresado a la seudoartrosis (75). Los tipos generales de scudo-
ción con EMC. Mejor dicho, la indicación para la exploración artrosis son la hipertrófica y la avascular. En las variedades hiper­
quirúrgica de un nervio radial en una fractura cerrada con paráli­ tróficas, una vascularización adecuada permite la formación de
sis debe ser la ausencia de signos clínicos de recuperación después abundante callo óseo, pero una estabilidad insuficiente impide la
de que haya pasado un período de tiempo razonable, que es de al consolidación. En las seudoartrosis avasculares la vascularización
menos 4 meses en fracturas de la parte media de la diálisis. Este inadecuada de los extremos óseos es la que impide la formación
retraso en la mayoría de los casos es tiempo suficiente para la con­ de callo (75). La seudoartrosis puede aparecer con cualquier tipo
solidación de la fractura. de tratamiento cerrado o abierto. Con la ferulización funcional se
El paciente con una parálisis radial está temporalmente disca­ ha informado de tasas de seudoartrosis menores del 2% (79, 94).
pacitado por la pérdida de fuerza de presa y de extensión de Los métodos de tratamiento quirúrgico han producido tasas
muñeca y dedos. Una férula de dorsi-flexión de la muñeca mejo­ mayores. Las placas de compresión pueden resultar en una tasa de
ra espectacularmente la fuerza de presa y la función, y debe usar­ seudoartrosis mayor del 6%. Los clavos flexibles se han asociado
se en todos los pacientes. Una férula funcional con anclajes en con seudoartrosis en más del 8% de los casos. Las revisiones de
balancín para proporcionar extensión pasiva a los dedos a través clavos encerrojados varían espectacularmente en la incidencia de
de bandas elásticas es útil en pacientes que intentan recuperar las seudoartrosis comunicada, con tasas que llegan al 33% con algu­
actividades de movimiento fino durante la recuperación. Otros nos implantes (37). Además de la fijación interna, factores como
pacientes encuentran estas férulas demasiado incómodas. Todos la inmovilización insuficiente, la distracción, la energía de la
los pacientes deben ser instruidos en ejercicios de amplitud de lesión y las fracturas abiertas, se han asociado con la seudoartro­
movimiento pasivos y monitorizados para detectar el desarrollo de sis. Independientemente de la causa de la seudoartrosis o la fija­
contracturas. En aquellos pacientes que eventualmente necesitan ción previa, el tratamiento con éxito necesita una comprensión de
una exploración quirúrgica, el tratamiento varía según la patolo­ los factores que han contribuido al problema. Éstos pueden divi­
gía hallada. Si el nervio está envuelto en el callo de fractura, la dirse típicamente en problemas mecánicos y problemas biológi­
liberación y neurólisis han resultado en mejoría en la mayoría de cos. Cualquier método de tratamiento con éxito se dirige por
los casos (1). En nervios que se hallan divididos, la reparación pri­ necesidad al problema subyacente.
Capítulo 24: Fracturas de la diáfísis del húmero 993

Figura 24-13. A: Seudoartrosis de una fractura de


diáfisis hum eral en un paciente politraum atizado
12 meses después de la fijación con un clavo
hum eral encerrojado no fresado. B: El im plante fue
retirado y la seudoartrosis tratada con placa de
com presión posterior e injerto de cresta ilíaca. C:
Seudoartrosis com pletam ente curada después de
12 semanas de colocada la placa. D: Aspecto 5
meses después de la colocación de la placa.

El uso de placas de compresión para tratar la seudoartrosis de seudoartrosis de húmero, con injerto óseo en los casos avascula­
húmero nació lógicamente del reconocimiento de que la inestabi­ res, ha resultado en que la técnica se convierta en el tratamiento
lidad mecánica es con frecuencia la causa de la curación incom­ de elección (Fig. 24-13). Originalmente defendida por Muller
pleta, y las técnicas de placas de compresión pueden estabilizar los (60) y el grupo suizo AO, muchos informes posteriores han
fragmentos óseos (60). El éxito de las placas de compresión en la demostrado la capacidad de este método para conseguir la conso­
994 Sección II: Extremidad superior

lidación y una buena recuperación funcional (4, 35, 75). Healy et finas a tensión en fijadores circulares y con técnicas de compre­
al. (35) comunicaron la curación de 24 de 26 seudoartrosis de sión.
húmero (92%) tratadas con fijación interna rígida e injerto óseo. Ciertas seudoartrosis humerales presentan desafíos particulares
El fracaso de las placas se debió a una fijación inestable. Estos debidos a factores locales o sistémicos. Pueden ser necesarias medi­
autores concluyeron que el tratamiento óptimo de una seudoar­ das extraordinarias para conseguir la consolidación. La osteoporo-
trosis de la diáfisis del húmero consistía en resecar la seudoartrosis sis debida a la edad o a la falta de uso prolongada puede hacer de
atrófica, acortar el hueso, perforar las áreas esclerosadas y oponer la fijación rígida un desafío. Cameron et a i (14) encontraron que
superficies diafisarias sangrantes. La fijación rígida se conseguía con un refuerzo de cemento de polimetilmetacrilato al hueso os-
entonces con una placa de compresión ancha con al menos seis teoporótico, el propio hueso se convertía en la parte más débil del
puntos de fijación cortical proxi males y distales a la seudoartrosis. sistema. Además vieron que el método óptimo de aplicación del ce­
El uso de tornillos de compresión interfragmentaria, las propie­ mento consistía en enfriar el cemento para aumentar el tiempo de
dades de compresión dinámica de la placa o el sistema de tensio­ trabajo, inyectar el cemento en el agujero perforado para el torni­
nado externo proporcionaban compresión a través de la seudoar­ llo, colocar el tornillo en el agujero a través del cemento sin fra­
trosis para mejorar la estabilidad. Se aplicó como paso final injer­ guar y permitir que éste polimerice. En huesos particularmente
to autólogo de cresta ilíaca (35). Barquet et al. (4) siguieron un comprometidos secundariamente a osteoporosis severa o múltiples
protocolo muy similar de decorticación, fijación interna rígida e intentos de fijación, el uso de injertos de peroné intramedular
injerto óseo autólogo para conseguir la consolidación en 24 de 25 puede facilitar la curación de la fijación. Wright (91) informó de
(96%) pacientes con seudoartrosis de húmero. El resultado fun­ éxito en 17 de 19 pacientes usando aloinjerto de peroné fresco
cional fue bueno en 21 de los 25 (84%). Rosen (75) estableció congelado o injerto de peroné autólogo para tratar casos difíciles
que el injerto óseo de rutina puede aplicarse sólo en los casos de de seudoartrosis de húmero. I ras la colocación del injerto es posi­
seudoartrosis atróficas. ble la fijación «cuatricortical» con tornillos pasando los tornillos
Algunos autores han evaluado la fijación intramedular para de fijación a través de las dos corticales del húmero y del injerto
tratar seudoartrosis de húmero. Robinson et al. (70) comunica­ de peroné. En una comunicación aparte, Wright et al. (92) demos­
ron cinco seudoartrosis humerales que habían aparecido tras traron que esta fijación de cuatro corticales en hueso de cadáveres
enclavado intramedular, que fueron tratadas con cambio del es tan fuerte como el refuerzo con cemento. Júpiter (45) comuni­
clavo y sobrefresado. Sólo dos de las cinco (40%) consiguieron la có el uso de un abordaje medial y colocación de un injerto vascu-
consolidación. Wu y Shih (93) presentaron un estudio compa­ larizado de peroné para conseguir la consolidación en cuatro seu­
rando las placas de compresión con fijación con clavos en un doartrosis de húmero muy complicadas en pacientes obesos.
grupo de pacientes con seudoartrosis humeral. Los pacientes fue­
ron seleccionados por los cirujanos para su asignación al método
de tratamiento basándose en ciertas características de la seudoar­
trosis. Se utilizó injerto óseo en todos los casos. De éstos, el 71% BIBLIOGRAFÍA
habían recibido cirugía previa (fijación con aguja de Rush o pla­
cas), y el 29% habían sido tratados sin cirugía. La consolidación 1. Amillo S, Barrios RH, Martínez Ferie R, et al. Surgical rreatment oí
se produjo en el 89,5% de los pacientes tratados con placas y en the radial nerve lesions associated with fractures of rhe humerus. ]
el 87,5 % de los tratados con clavos. La diferencia no era esta­ Orthop Trauma 1993;7:211-215.
dísticamente significativa. Los autores concluyeron, sin embargo, 2. Balfour GW, Marrero CE. Fracture brace for the treatment of humerus
que el enclavado ofrecía una técnica quirúrgica simple y produ­ shaft fractures caused by gunshot wounds. Orthop Clin North Am 1995;
26:55-63.
cía pocas complicaciones. McKee et a l (56) no encontraron que 3. Balfour GW, Mooney V, Ashby ME. Diaphyseal fractures of the hume-
el cambio de clavo tuviera tanto éxito como las placas a compre­ rus treated with a ready-made fracture brace. ] Bone Joint Surg Am
sión en un grupo de 21 seudoartrosis humerales producidas por 1982;64:11-13.
fallo de clavos intramedulares encerrojados. La reducción abierta 4. Barquet A, Fernandez A, LuvizioJ, eral. Acombined therapeutic proto-
y fijación interna con injerto óseo tuvo éxito en los nueve casos col for aseptic nonunion of the humeral shaft: a report of 25 cases. J
en los que se intentó, mientras que el cambio del clavo produjo Trauma 1989;29:95-98.
5. Barquet A, Schimchak M, Carreras O, et al. Dislocation of the shoulder
la consolidación en sólo cuatro de los diez casos en que se utili­
with fracture of the ipsilateral shaft of the humerus. Injury 1985; 16:
zó. El injerto óseo se utilizó en tres de los diez cambios de clavos, 300-302.
y justificó dos éxitos. Así, la bibliografía sigue sin ser concluyen- 6. Bell MJ, Beauchamp CG, Kellam JK, et al. The results of plating
te sobre el papel de la fijación con clavos en el tratamiento de las humeral shaft fractures in patients with múltiple injuries: the Sunny-
seudoartrosis de húmero. Si se elige la fijación con clavo, el apor­ brook experience. J Bone Join t Surg Br 1985;67:293-296.
te de injerto óseo de cresta ilíaca parece ayudar a conseguir la 7. Bleeker WA, Nijsten MW , ten Duis HJ. Treatment of humeral shaft
consolidación. fractures related to associated injuries: a retrospective study of 237
patients. Acta Orthop Scand 1991;62:148-153.
Existen otros métodos para indicaciones raras de tratamiento 8. Blum J, Rommens PM, Janzing H. The unreamed humeral nail: a
de seudoartrosis. Esterhai et al. (21) informó de sólo un 46 % de biological osteosynthesis of the upper arm. Acta Chir Belg 1997;97:
éxito usando estimulación directa constante con electrodos inser­ 184-189.
tados percutáneamente. Estos autores concluyen que la estimula­ 9. Bostman O, Bakalim G, Vainionpaa S, et al. Radial palsy in shaft
ción eléctrica no es la panacea, y la selección apropiada del pacien­ fracture of the humerus. Acta Orthop Scand 1986;57:316-319.
te es crítica en el éxito del método. La estimulación eléctrica no 10. Brien W W , Gellman H, Becker V, et al. Management of fractures of
the humerus in patients who have an injury of the ipsilateral brachial
trata los problemas de inestabilidad en una seudoartrosis y proba­ p lexu s./ Bone Join t Surg Am 1990;72:1208-1210.
blemente seguirá teniendo un papel muy limitado. Catagni et al. 11. Brumback RJ, Bosse MJ, Poka A, et al. Intramedullary stabilization of
(15) informaron de la curación de 14 de 16 seudoartrosis hume­ humeral shaft fractures in patients with múltiple trauma. J Bone Joint
rales usando el método de Ilizarov de fijación externa con agujas Surg Am 1986;68:960-970.
Capítulo 24: Fracturas de la diáfisis del húmero 995

12. Caldwell JA. Treatment of fractures of che shaft of the humerus by 40. Holstein A, Lewis GB. Fractures of the humerus with radial-nerve
hanging cast. Surg Gynecol Obstet 1940;70:421-425. paralysis. J Bone Join t Surg Am 1963;45:1382-1388.
13. Camden P, Nade S. Fracture braclng the humerus. Injury 1992;23: 41. Hoppenfield S, deBoer P. Surgicalexposures in orthopaedics: the anatomic
245-248. approach. Philadelphia: JB Lippincott, 1984:47-75.
14. Cameron HU, Jacob R, Macnab I,et al. Useofpolymethylmcthacrylate 42. Hunter SG. The closed treatment of fractures of the humeral shaft.
to enhance screw fixation in bone. J Bone Join t Surg Am 1975:57: Clin Orthop 1982;164:192-198.
655-656. 43. Ikpeme JO. Intramedullary interlocking nailing for humeral fractures:
15. Catagni MA, Guerreschi F, Probe RA. Treatment of humeral non- experiences with the Russell-Taylor humeral nail. Injury 1994;25:
unions with the Ilizarov technique. Bulletin o f the Hospital fo r Joint 447-455.
Diseases Orthopaedic Institute 1991;51:74-83. 44. Ingman AM, Waters DA. Locked intramedullary nailing of humeral
16. Chlu FY, Chen CM , Lin CF, et al. Closed humeral shaft fractures: a shaft fractures: implant design, surgical technique, and clinical results.
prospective evaluación of surgical treatment. J Trauma 1997;43: ] Bone Joint Surg Br 1994;76:23-29.
947-951. 45. Júpiter JB. Complex non-union of the humeral diaphysis: treatment
17. C onnollyJ, Williams E, Whittaker D. The influence of fracture stabili­ with a medial approach, an anterior píate, and a vascularized fibular
zation on the ouicome of arterial repair in combined fracture-arterial graft. J Bone Joint Surg Am 1990;72:701-707.
injuries. Surg Forum 1969;20:450-452. 46. Kaplan H, Kiral A, Kuskucu M, et al. Report of eight cases of humeral
18. Crolla RM, de Vries LS, Clevers GJ. Locked intramedullary nailing of fracture following the rhrowing of hand grenades. Arch Orthop Trauma
humeral fractures. Injury 1993;24:403-406. Surg 1998;117:50-52.
19. Dabezies EJ, Banta CJ II, Murphy CP, et al. Píate fixation of the 47. Raras EH, Strauss E, Sohail S. Surgical stabilization of humeral shaft
humeral shaft for acute fractures, with and without radial nerve injuries. fractures due to gunshot wounds. Orthop Clin North Am 1995;26:
] Orthop Trauma 1992;6:10-13. 65 -7 3 .
20. Dijkstra S, Srapert J, Boxma H, et al. Treatment of pathologic fractures 48. Kettlekamp DB, Alexander H. Clinical review of radial nerve injury.
of the humeral shaft due to bone metastases: a comparison of intramed­ J Trauma 1967;7:424-432.
ullary locking nail and píate osteosynthesis with adjunctive bone ce- 49. Klenerman L. Fractures of the shaft of the humerus. J Bone Join t Surg
ment. Tur J Surg O ncol 1996;22:621-626. Br 1966;48:105-111.
21. Esterhai JL Jr, Brighton CT, Heppenstall RB, et al. Nonunion of the 50. Klenerman L. Experimental fractures of the adult humerus. M edical
humerus: clinical, roentgenographic, scintigraphic, and responso char- an d Biological Engineering 1969;7:357-364.
acteristics to treatment with constant direct current stimulation of os- 51. Kunec JR, Lewis RJ. Closed intramedullary rodding of pathologic frac­
teogenesis. Clin Orthop 1986;211:228-234. tures with supplemental cement. Clin Orthop 1984;188:183-186.
52. Lancaster JM , Román LA, Gristina AG, et al. Pathologic fractures of
22. Flemming JE, Bcals RK. Pathologic fracture of the humerus. Clin Or­
the humerus. South M ed J 1988;81:52-55.
thop 1986;203:258-260.
53. Lange RH, Foster RJ. Skeletal management of humeral shaft fractures
23. Foster RJ, Dixon Gl. Jr, Bach AW, et al. Internal fixation of fractures
associated with forearm fractures. Clin Orthop 1985;195:173-177.
and non-unions of the humeral shaft: indications and results in a multi-
54. Lewallen RP, Pritchard DJ, Sim FH. The treatment of pathologic frac­
center study. J Bone Join t Surg Am 1985;67:857-864.
tures or impending pathologic fractures of the humerus with Rush
24. Foster RJ, Swionrkowski MF, BachAW, et al. Radial nerve palsy caused
rods and methylmethacrylate: experience with 55 cases in 54 patients,
byopen humeral shaft fractures. J H andSurg [Am] 1993;18:121-124.
1968-1977. Clin Orthop 1982;166:193-198.
25. Foulk DA, Szabo RM. Diaphyseal humerus fractures: natural history
55. Liebergall M, Jaber S, Laster M, et al. Ender nailing of acute fractures
and occurrence of nonunion. Orthopedics 1995;18:333-335. in múltiple injuries. Injury 1997;28:577-580.
26. Gainor BJ, Metzler M. Humeral shaft fracture with brachial artery 56. McKee MD, Miranda MA, Riemer BL, et al. Management of humeral
injury. Clin Orthop 1986;204:154-161. nonunion after the failure of locking intramedullary nails. J Orthop
2 7 . G a rc ía A J r , M a e c k B H . R a d ia l n e rv e in ju r ie s in fra c tu re s o f th e sh aft
Trauma 1996;10:492-499.
o f th e h u m e ru s . Am J Surg 1 9 6 0 ;9 9 :6 2 5 - 6 2 7 . 57. McMinn RMH, Hutchings RT, Pcgington J, etal. Color atlas o f human
28. Green DP. Radial nerve palsy. In: Green DP, ed. Operative h an dsu r- anatomy, 3rd ed. St. Louis: Mosby-Year Book, 1993-
gery, 3rd ed. New York: Churchill Livingstone, 1993:1401-1417. 58. McNamara JJ, Brief DK, Stremple JF, et al. Management of fractures
29. (iregersen HN. Fractures of the humerus from muscular violence. Acta associated with arterial injury in combat casualties. J Trauma 1973;
Orthop Scand 1971;42:506-512. 13:17-19.
30. Gustilo RB, Anderson JT. Prevenrion of infection in the treatment of 59. Mostafavi HR, Tornetta P III. Open fractures of the humerus treated
one thousand and twenty-five open fractures of long bones: retrospec­ with external fixation. Clin Orthop 1997;337:187-197.
tivo and prospective analyses. J Bone Joint SurgAm 1976;58:453-458. 60. Muller ME. Treatment of nonunions by compression. Clin Orthop
31. Gustilo RB, Simpson L, Nixon R, et al. Analysis of 511 open fractures. 1965;43:83-92.
Clin Orthop 1969;66:148-154. 61. Naver L, Aalberg JR. Humeral shaft fractures treated with a ready-
32. Habcrnek H, Orthner F.. A locking nail for fractures of the humerus. made fracture brace. Arch Orthop Trauma Surg 1986;106:20-22.
J Bone Join t Surg Br 1991;73:651-653. 62. Peter RE, Hoffmeyer P, Henley MB. Treatment of humeral diaphyseal
33. Habernek H, Orthner E. A locking nail for fractures of the humerus fractures with Hackethal stacked nailing: a report of 33 cases. J Orthop
ILetter]. J Bone Join t Surg Br 1998;80:557. Trauma 1992;6:14-17.
34. Hall RF Jr, Pankovich AM. Ender nailing of acute fractures of the 63. Pollock FH, Drake D, Bovill EG, et al. Treatment of radial neuropathy
humerus: a smdy of closed fixation by intramedullary nails without associated with fractures of the humerus. y Bone Joint Surg Am 1981;
reaming. J Bone Join t Surg Am 1987;69:558-567. 63:239-243.
35. Healy WL, W hite GM, Mick CA, et al. Nonunion of the humeral 64. Rathbun JB, Macnab I. The microvascular pattern of the rotator cuff.
shaft! Clin Orthop 1987;219:206-213. / Bone Join t Surg Br 1970;52:540-553.
36. Heim D, Herkert F, Hess P, et al. Surgical treatment of humeral shaft 65. Redmond BJ, Biermann JS, Blasier RB. Interlocking intramedullary
fractures: the Basel experience. / Trauma 1993;35:226-232. nailing of pathologic fractures of the shaft of the humerus. / Bone Joint
37. Hems TE, Bhullar TP. Interlocking nailing of humeral shaft fractures: SurgAm 1996;78:891-896.
the Oxford experience 1991 to 1994. Injury 1996;27:485-489. 66. Rich NM, Metz C W Jr, Hutton JF. Jr, et al. Internal versus external
38. Henley MB, Chapman JR, Claudi BF. Glosed retrograde Hackethal fixation of fractures with concomitant vascular injuries in Vietnam./
nail stabilization of humeral shaft fractures. J Orthop Trauma 1992;6: Trauma 1971;11:463-473.
18-24. 67. Riemer BL, Buttcrfield SI., D'Ambrosia R, et al. Seidel intramedullary
3 9 . H o lm G L . M a n a g e m e n t o f h u m e r a l sh a ft fra ctu res: fu n d a m e n ta l n o n - nailing of humeral diaphyseal fractures: a preliminary report. Orthope­
o p e ra tiv e te c h n ic s. Clin Orthop 1 9 7 0 ;7 1 :1 3 2 - 1 3 9 . dics 1991;14:239-246. '
Capítulo

Fracturas del húmero proximal


EVAN L. FLATOW

INCIDENCIA DE LAS FRACTURAS Mínimo desplazamiento


HISTORIA Fracturas desplazadas de la tuberosidad
Fracturas desplazadas del cuello quirúrgico
ANATOMÍA Y PATOMECÁNICA
Fracturas del cuello anatómico
Húmero Fracturas desplazadas en tres partes
Manguito rocador Fracturas en cuatro partes y fracturas que dividen la cabeza
Anatomía vascular
Nervios COMPLICACIONES
Patomecánica de las fracturas Evaluación
Mecánica de la fijación de la fractura Inestabilidad
Abordajes quirúrgicos Consolidación defectuosa
EVALUACIÓN Y CLASIFICACIÓN Seudoartrosis
Evaluación clínica Necrosis avascular
Radiografías Infección
Clasificación Lesiones arteriales y nerviosas
Artrosis y otras patologías
MÉTODO DE TRATAMIENTO PREFERIDO
POR EL AUTOR CONCLUSIONES

El tratamiento de las fracturas del hombro ha sido objeto de gran Es difícil mejorar el resumen de Cofield sobre cómo manejar
controversia y discusión. Esto se debe en parte a la complejidad de estas difíciles fracturas: «Use radiografías adecuadas para compren­
estas lesiones: los desplazamientos óseos pueden ser difíciles de ver der la lesión traumática, tenga cuidado en evitar el negar a pacien­
sin proyecciones radiográficas cuidadosas, y las lesiones asociadas tes ancianos un tratamiento quirúrgico efectivo, utilice una vía de
de tejidos blandos (especialmente los desgarros del manguito rota­ abordaje segura y simple, conozca las opciones de fijación interna,
dor), invisibles en radiografías estándar, son con frecuencia infra­ reconozca el valor del reemplazo protésico, evite los errores técni­
valoradas. Además, incluso buenos resultados anatómicos conse­ cos y supervise atentamente el cuidado postoperatorio del pacien­
guidos mediante reparación quirúrgica pueden conducir a pobres te» (34). El autor ha revisado cada uno de estos temas en orden.
resultados a menos que se siga un meticuloso programa de reha­
bilitación postoperatoria, que puede ser un reto mayor en el hom­
bro que la técnica quirúrgica. Una fuente más de diversidad de opi­ INCIDENCIA DE LAS FRACTURAS
niones sobre estas fracturas es que cirujanos procedentes de
una gran variedad de orígenes han participado en el debate sobre Alrededor del 2% al 3% de las fracturas de la extremidad superior
el tratamiento óptimo de las lesiones del hombro. Aunque los se producen en el húmero proximal (112). Un estudio encontró que
especialistas en traumatología han dominado el desarrollo de la incidencia de las fracturas del húmero proximal era alrededor de
métodos de tratamiento para fracturas de miembros inferiores y 73 por 100.000 habitantes, tres cuartas partes aparecían después
huesos largos, las contribuciones en el cuidado de las lesiones del de los 60 años y se daba una proporción entre mujeres y hombres de
hombro han sido hechas por traumatólogos, especialistas del hom­ tres a uno (167). La mayoría de las publicaciones han confirmado
bro, especialistas en medicina deportiva, especialistas en mano y una incidencia mayor en pacientes mayores y mujeres (20, 76, 110,
extremidad superior y ortopedas generales. Además, ninguna 228, 237), excepto las fracturas aisladas de troquíter que disminu­
«escuela» o país ha monopolizado el campo (p. ej., tanto Europa
yen con la edad (110). Las fracturas pueden ser bilaterales (203),
como Norteamérica han realizado contribuciones importantes
especialmente cuando está implicada una actividad muscular
desde tradiciones divergentes). Así, siempre ha habido diversidad
de opiniones sobre el cuidado de las fracturas del hombro, con inusual (p. ej., electrocución o convulsiones) (60, 219, 226, 243).
frecuentes controversias y vivo debate. Cave revisó 1.603 lesiones de la cintura escapular tratadas en el
Hospital General de Massachusetts y comunicó que 273 eran
fracturas proximales del húmero (en comparación con casi 700
F.van I.. F la to w : Departm ent o f O rthopaedic Surgery, M ount Sinai fracturas de clavícula) (27). Más del 85% de las fracturas proxi­
Medical School; and M ount Sinai Hospital, N e w Yo rk, N e w Yo rk. males del húmero eran mínimamente desplazadas, y de las res-
998 Sea ion II: Extremidad superior

cantes, sólo unas pocas eras fracturas-luxaciones severas, sobre las


cuales se centra la mayor parte del debate (186, 302).

HISTORIA

La distinción entre fracturas del húmero cerradas y abiertas está


hecha claramente en el papiro de Edwin Smith, compuesto hace
casi 5 milenios (15). Mientras las fracturas abiertas eran habitual­
mente fatales a menos que fuera posible una amputación, las frac­
turas cerradas eran tratadas con vendaje y reposo durante toda la
antigüedad (220). Después de que la Iglesia católica en el siglo XI
prohibió a sus clérigos-médicos realizar operaciones, el tratamien­
to por manipulación de las fracturas cayó en manos de «asenta­
dores de huesos», practicantes empíricos con escasa educación que
dejaron pocos testimonios escritos de sus técnicas (220).
El tratamiento no quirúrgico ha sido usado en todas las épo­
cas, y muchos autores han descrito métodos para el diestro trata­
miento de las fracturas del húmero proximal (9, 86, 92, 171,
295). Se han empleado muchas técnicas, incluyendo tracción (23,
38, 39, 125, 244, 264), manipulación (24, 50, 72) y yesos col­
gantes (91). El mayor éxito ha llegado con la rehabilitación pre­
coz y los ejercicios de amplitud de movimiento (2, 5, 18, 59, 65,
Figura 25-1. Dibujo que describe el uso de una aguja intram edular
107, 139, 172, 234). Muchos autores han observado que los por Lambotte para fija r una fractura del cuello quirú rg ico en 1906.
resultados eran con frecuencia gratificantes a pesar de algún grado (De Van Der Elst E. Early stages o f in te rna l fixatio n o f fractured
de consolidación defectuosa (51, 190), pero esto tiene un límite: bones (osteosynthesis) ¡n Betgium. Brussels: Société Belge de
Knee et al. encontraron que pacientes con angulaciones mayores Chirurgie O rthopédique et de Traum atologie, 1971, utilizado con
autorización.)
de 55 grados o desplazamientos mayores de 1,5 cm evolucionaban
mal con tratamiento no quirúrgico (129), y otros autores han só la bibliografía del siglo XIX (178). Algunos cirujanos habían
encontrado también malos resultados en fracturas desplazadas defendido dejar la luxación sin reducir para permitir la consolida­
(32, 147, 189). Los pacientes con fracturas en cuatro partes pare­ ción del cuello quirúrgico, después de lo cual se podía utilizar la
cían evolucionar particularmente mal con tratamiento no quirúr­ diáfisis para reducir la cabeza (179, 181). Otros cirujanos inten­
gico (129, 163). taban deliberadamente obtener una «falsa articulación» (seudoar-
La reducción por manipulación se ha probado con varias téc­ trosis) para sustituir a la articulación no reducida (181). Muchos
nicas. Muchos de los primeros autores creían que la cabeza hume­ cirujanos, sin embargo, creían que la luxación debía ser reducida
ral aparecía con frecuencia abducida, y la diáfisis debía ser abdu- en primer lugar: Jones cita a Pasicratos como el primero que pos­
cida para reducir una fractura desplazada del cuello quirúrgico tuló este argumento en 50 a. C. (124, 125). Masón acredita a
(244, 264). Sin embargo, otros autores señalaron que la reducción Stemen como el primer cirujano que realizó una artrotomía para
se hacía más fácilmente en aducción que en abducción (24, 72, reducir una fractura-luxación (1870), pero cree la aceptación
111). Howard y Eloesser emplearon un modelo de cadáver y amplia de este planteamiento no llegó hasta la comunicación de
encontraron que la aducción permitía la reducción por relajación McBurney y Dowd en 1894, la cual incluía una descripción de un
de la tracción medial del pectoral mayor (111). Antes de la apari­ gancho que podía ayudar a la reducción del fragmento proximal
ción del uso de agujas percutáneas a modo de mangos para redu­ (181).
cir los fragmentos, la reducción de las tuberosidades desplazadas El M anual AO d e Fijación Interna, publicado en 1970, reco­
era infrecuente. mendaba la fijación rígida de las fracturas del húmero proximal con
Los primeros casos registrados de fijación interna de fracturas placas y tornillos (201). En el mismo año, Neer defendió una fija­
del húmero datan de la década de 1770 en Francia (36). Aunque ción mínima con sutura o lazos de alambre, evitando lesionar «el
hubo casos aislados de fijación interna durante el siglo siguiente, el aporte sanguíneo de la cabeza y de la arteria anterolateral», combi­
tratamiento quirúrgico de rutina de las fracturas del húmero tuvo nado con movilización postoperatoria precoz para prevenir las
que esperar a los trabajos de Lambotte en Bélgica y Lañe en Gran adherencias (213). Este contraste se debe a problemas con las pla­
Bretaña (36). En 1906 Lambotte usó una aguja intramedular para cas y tornillos, incluyendo un agarre insuficiente de los tornillos en
fijar una fractura reciente del cuello quirúrgico del húmero (280) el hueso osteoporótico (146), pinzamiento (216) y necrosis avascu­
(Fig. 25-1). Muchos tipos de fijación se han usado desde entonces: lar por el despegamiento de los tejidos blandos (146) lleva a la
grapas (170), placas y tornillos (142, 146, 192, 246, 286, 293), sis­ mayoría de cirujanos a realizar alguna forma de «fijación mínima».
temas de placa-lámina (214, 248), clavos intramedulares (28, 41, La llegada de la reducción cerrada y la colocación de agujas
58, 93, 95, 160, 179, 199, 246, 288, 289, 298), clavos o agujas percutáneas que hacen un despegamiento mínimo de los tejidos
retrógrados (29, 79, 97, 105, 116, 126, 177, 294, 296), fijación blandos es la conclusión lógica. Las agujas percutáneas en fractu­
externa (144, 148, 149) y fijación con cerclaje o banda de tensión ras del cuello quirúrgico inestables pero reductibles es tan nove­
con sutura o alambre (41, 70, 101, 121, 140, 174, 184,266,291). dosa como controvertida; Bohler la describió en 1964 (12). Más
Las fracturas-luxaciones presentan un desafío especial, sobre aún, las agujas se usan como mangos para manipular los frag­
todo antes de la aparición de las radiografías. Masón en 1908 revi- mentos durante la reducción desde los primeros años de la déca­
Capítulo 25: Fracturas del húmero próxima! 999

da de 1970 (57, 79, 90). En efecto, Knight y Mayne argumenta­ tómico está por encima de las tuberosidades, entre el margen arti­
ron en contra de las agujas percutáneas en 1957 y la «fijación cular de la cabeza y la inserción de la cápsula articular. La super­
enterrada» debido a su experiencia con infecciones en el trayecto ficie articular humeral proximal es un segmento de esfera con un
de las agujas (131). Sin embargo, se han obtenido resultados diámetro de curvatura que varía entre 37 y 57 mm (media de 46
impresionantes por cirujanos expertos con nuevos abordajes. mm) (14). La cabeza se inclina, de media, 130 grados respecto a
En 1984 Jakob y colaboradores describieron una técnica que la diáfisis (14). El centro geométrico de la cabeza está desplazado
usaban desde 1978 (119); los resultados y los detalles se publica­ una media de 3 mm hacia posterior y 7 mm hacia medial respec­
ron en 1992 (118). Benirschke et al. siendo fieles a esta técnica han to al centro de la diáfisis humeral (14). Aunque el hueso de la
comunicado buenos resultados y reducciones pasmosas incluso en lámina subcondral es bastante fuerte, en pacientes ancianos la
fracturas en cuatro partes (6). También se han conseguido buenos densidad y resistencia del cuello humeral y el hueso esponjoso
resultados por Mestdagh et al. (185). Contrariamente, Herscovici dentro del húmero proximal disminuye (98, 241, 242).
et al. tuvieron siete aflojamientos de agujas y tres infecciones en su La retroversión humeral ha sido examinada en muchos estu­
trayecto en una serie en que siguieron 34 casos (108). De cuatro dios. Debido a que el húmero proximal carece de una estructura
pacientes con fracturas de tipo C de la AO, tres desarrollaron análoga al cuello femoral (cuyo eje se puede medir con fiabilidad
necrosis avascular que necesitó de artroplastia de sustitución de para evaluar la versión femoral), la determinación de la versión
cabeza humeral y el cuarto una consolidación en varo (108). humeral precisa definir los bordes de la superficie articular hume­
Kocialkowski y Wallace comunicaron sobre 22 fracturas del húme­ ral proximal. Sin embargo, el margen articular es irregular y varía
ro proximal tratadas con agujas percutáneas: 50% de pérdidas de desde el extremo superior a la parte más baja. Debido a esto y a
reducción, cinco (23%) desarrollaron infección en el trayecto las varias técnicas radiográficas y alternativas para el eje distal
de las agujas, una aguja rota y migrada a la pared torácica y dos (especialmente una diferencia de 6 grados entre el eje transepi-
(9%) desarrollaron necrosis avascular (136). Stoller y Gerber tuvie­ condilar y la superficie articular distal del húmero), varía la esti­
ron una tasa de complicaciones del 54% (267). Esta es una técni­ mación de la retroversión humeral «normal». Aunque la mayoría
ca exigente, y no está claro si no debe ser realizada sólo en deter­ de los estudios han comunicado que la media de la retroversión
minados centros. Un tipo de fractura en la que este abordaje puede humeral es de 26 a 31 grados (44, 109, 141, 150, 227), también
ser especialmente bueno es la fractura en cuatro partes impactada se han encontrado valores de media de 18 a 20 grados (14, 206)
en valgo, debido a que las tuberosidades ya están en una posición y de 40 grados (223). Más importante quizá es el hecho de que
adecuada, y una vez que la cabeza se eleva (con un elevador percu- hay un amplio intervalo de retroversión en pacientes sin enferme­
táneo) las tuberosidades caen detrás de ella (156, 195). dad conocida del hombro, incluso con variaciones entre los dos
Finalmente, la artroplastia protésica sigue siendo un buen tra­ hombros del mismo paciente (14, 44). Este hallazgo ha llevado a
tamiento para fracturas severas en paciente ancianos y para fractu­ cambiar el énfasis en la cirugía de reemplazo protésico, desde
ras en cuatro partes clásicas en pacientes de cualquier edad (161). colocar el componente humeral con la cantidad «correcta» de
Los primeros esfuerzos hechos con diseños acríbeos (43, 64, 122, retroversión a ajustar la versión a un hombro particular, siendo
197, 224, 232, 281) se abandonaron por el diseño metálico ana­ guiados más por la anatomía local, como la inserción del man­
tómico de Neer (206, 208, 210, 212). Los primeros resultados fue­ guito o la corredera bicipital, que por un número exacto prede­
ron «satisfactorios pero imperfectos» (208), y muchos investigado­ terminado (275). Esto puede ser más difícil de evaluar en un
res notaron que el alivio del dolor era fiable, pero el movimiento y húmero proximal destrozado para el que se indica una sustitución
la función eran con frecuencia decepcionantes (26, 52, 53, 55, 68, de la cabeza femoral.
85, 102, 127, 137, 143, 191. 193,233, 260, 271,278, 290).
En 1988 Neer y McIIveen comunicaron resultados mucho
M a n g u ito r o t a d o r
mejores debido a mejoras técnicas en la cirugía y la rehabilitación,
con un 84% de excelentes, 15% satisfactorios y 2% insatisfacto­ La tuberosidad mayor tiene tres carillass en las que se insertan los
rios (208). Los resultados de los autores han sido en efecto fiables, tendones del supraespinoso, el infraespinoso y el redondo menor.
con movimiento próximo al normal en aproximadamente la Reconocer estas carillas en las radiografías puede ser útil para
mitad de los pacientes y variable en el resto, dependiendo de su determinar la cantidad de afectación del troquíter en una fractu­
colaboración en el postoperatorio (69). Desde entonces, muchos ra. El tendón del músculo subescapular se inserta en el troquín
diseños de implantes han llegado al mercado, con mejoras en los (tuberosidad menor). El surco o corredera bicipital está unida a
tamaños, guías de alineamiento de fracturas y otros hechos que modo de cobertura por el ligamento transverso humeral y separa
pueden tener valor (21, 89). las dos tuberosidades. El tendón de la porción larga del bíceps y
¿Las mejoras en la fijación interna se emparejarán a las mejoras la arteria arcuata, rama de la arteria circunfleja humeral anterior,
del reemplazo protésico? Hasta que se acumule más evidencia, la están en este surco.
elección se basa en la preferencia y experiencia del cirujano y está Los músculos y tendones del manguito rotador desempeñan
sujeta a gran controversia. importantes papeles en el patrón de desplazamiento de la fractu­
ra (Fig. 25-2). La tracción de los músculos del manguito puede
contribuir al desplazamiento de la tuberosidad (p. ej., retracción
ANATOMÍA Y PATOMECÁNICA posterior y superior de un troquíter fracturado por el supraespi­
noso y el infraespinoso). Por el contrario, el desplazamiento del
H ú m e ro
troquíter puede ser limitado por el intervalo del manguito entre
La diáfisis del húmero conecta con la parte proximal en el cuello el supraespinoso y el subescapular, el cual raramente se desgarra
quirúrgico, justo debajo de las tuberosidades mayor (troquíter) y de forma completa. El hueso en el que se insertan los tendones
menor (troquín) en el ensanchamiento metafisario. El cuello ana­ del manguito, combinado con las fibras de Sharpey de los pro-
1000 Sección II: Extremidad superior

Arteria y nervio

M anguito de
Nervio axilar y arteria
los rotadores
circunfleja humeral
Cuello anatóm ico
posterior

Rama
de la arteria
Tendón del m
humeral
circunfleja
anterior
M. subescapular toracoacrom ial
Cuello ._ axilar
Arteria
quirú rg ico humeral Arteria torácica
circunfleja lateral
M. pectoral m ayor anterior Arteria
subescapular
Nervio Nervio mediano
cutáneo
deftoñ lateral Arteria braquial
superior
Nervio cubital
Nervio
músculo-
cutáneo Nervio cutáneo lateral

Figura 25-2. La anatomía del hom bro es com pleja, y su función


Figura 25-3. El plexo braquial y la arteria axilar pasan adyacentes
depende del alineam iento apropiado y la Interacción de las estruc­ a la coracoldes y pueden ser lesionados por una fractura del
turas anatómicas. El desplazamiento de los fragm entos de fractu­
húm ero proxim al. El aporte sanguíneo principal a la cabeza hum e­
ra resulta de la tracción de las inserciones musculares a los varios
ral se realiza por la rama ascendente de la arteria circunfleja hu­
com ponentes óseos. Los cuatro com ponentes anatóm icos del
meral anterior, que penetra en la cabeza en la parte superior de la
húm ero proxim al son la cabeza, la tuberosidad m enor (troquín), la
corredera biclpltal y se vuelve arteria arcuata. Hay tres nervios
tuberosidad m ayor (troquínter) y la dláflsls. El cuello anatóm ico Im portantes alrededor del hom bro: el axilar, el supraescapular y el
está en la unión entre la cabeza y las tuberosidades, y el cuello q u i­
m usculocutáneo.
rúrgico está por debajo de las tuberosidades. El subescapular se
Inserta en el troquín y causa desplazam iento m edial, m ientras el
supraespinoso y el ¡nfraesplnoso se Insertan en el troqu íte r y pro­
ducen desplazamiento superior y posterior. El pectoral m ayor se arteria axilar representan una «trifurcación adherida» incapaz de
inserta en la dláflsls y la desplaza m edialm ente. escapar de los bordes del hueso con facilidad; y (c) la dislocación
glenohumeral descarga el segmento de la cabeza en esta área y esti­
ra la arteria axilar alrededor de él.
píos tendones, suponen con frecuencia unos elementos más fuer­ El aporte arterial principal a la cabeza humeral nace de la arte­
tes que el hueso osteoporótico del húmero proximal; este hecho ria circunfleja humeral anterior (73, 82, 153, 198, 238). La rama
se aprovecha por las técnicas de reparación que usan lazos de anterolateral entra finalmente en la cabeza a través de la arteria
sutura incorporando la inserción del manguito al montaje de la arcuata, la cual irriga toda la cabeza salvo un pequeño fragmento
fijación. en la parte posterior (82). Gerber et al. encontraron muchos vasos
colaterales extraóseos que podrían ayudar a rellenar la arteria
arcuata si se liga la arteria circunfleja humeral anterior proximal a
A n a to m ía v a s c u la r estas anastomosis, pero concluyen que el aporte sanguíneo a la
Los vasos relevantes al considerar las fracturas del húmero proxi­ cabeza podría estar comprometido cuando la interrupción se hace
mal son la arteria axilar y sus ramas laterales, las arterias circunfle­ cerca de la entrada de la rama antero-lateral en el hueso (82). Sin
jas anterior y posterior (Fig. 25-3). La arteria circunfleja humeral embargo, Brooks y colaboradores realizaron un estudio de perfu­
anterior nace de la arteria axilar en el borde inferior del tendón del sión en cadáver y encontraron que la cabeza humeral podría pre­
subescapular, al cual envía una pequeña rama. Da entonces la arte­ fundirse completamente a pesar de la ligadura completa de la rama
ria arcuata, discutida antes, y continúa lateralmente alrededor de anterolateral justo antes de entrar en la cabeza (17). La pérdida
la diáfisis para anastomosarse con la arteria circunfleja humeral completa del aporte vascular a la cabeza podría, sin embargo, pro­
posterior. La arteria circunfleja humeral posterior se dirige poste­ ducirse por un despegamiento adicional de todas las inserciones
riormente junto al nervio axilar a través del espacio cuadrilátero. ósea de la cabeza, simulando así una fractura en cuatro partes (17).
Las lesiones arteriales que acompañan a las fracturas del húme­ Estos hallazgos coinciden entonces con las series clínicas en las
ro proximal a menudo afectan a la arteria axilar cerca del origen que la necrosis avascular parece ser una secuela común en la
de las arterias circunflejas por varias razones: (a) esta región está mayoría de las fracturas-luxaciones en cuatro partes en las que se
cerca del cuello quirúrgico, del que fragmentos afilados pueden ha perdido todas las inserciones óseas y de partes blandas en la
dirigirse hacia la arteria por la tracción del pectoral mayor; (b) los cabeza humeral y después de técnicas de fijación interna que
orígenes de las dos arterias circunflejas y la continuación de la incluyen altos grados de despegamiento de tejidos blandos.
Capitulo 25: Fracturas de! húmero próxima/ 1001

N e rv io s traumatismos de alta energía pueden producir fracturas en esta


localización a cualquier edad (110). El mecanismo más común es
La inervación del hombro depende del plexo braquial (C5 - T I),
la simple caída sobre el brazo ( 133, 135, 167). También se ha pro­
con contribuciones del 3.° y 4.° nervios cervicales (Fig. 25-3). En puesto como mecanismo una fuerte contracción muscular, espe­
la región supraclavicular, las raíces se unen para formar los tron­ cialmente en las fracturas de la tuberosidad mayor (83), pero esto
cos: alto (de C5 y C6), medio (C7) e inferior (C8 y T i). Los ner­ se ve habitualmente en casos de electrocución y convulsiones
vios que se originan del plexo por encima de la clavícula incluyen
(130, 243).
el nervio dorsal escapular (C4, C5), que aporta inervación moto­ Aunque, en teoría, un impacto directo en la parte alta del brazo
ra al romboides mayor y menor y al elevador de la escápula, el ner­ puede destrozar el húmero proximal, se cree que la mayoría de las
vio torácico largo (C5, C6 y C7) que inerva al serrato anterior, y fracturas resultan de violencia indirecta (33, 84). Sorprenden­
el nervio supracscapular (C5, C6) que inerva al supraespinoso e temente es poco lo que se sabe sobre cómo puede suceder esto.
iníraespinoso, con ramas sensitivas para las articulaciones gleno-
Howard y Eloesser construyeron un elaborado modelo en cadáver
humeral y acromioclavicular. para investigar estos mecanismos (111). La mayoría de los inves­
Por debajo de la clavícula nacen los cordones lateral, medio y tigadores comunican que el contacto con el acromion y el rebor­
medial; cuyos nombres hacen referencia a su posición en relación de de la glenoides, combinado con la tracción de los tendones del
con la arteria axilar. EL nervio pectoral lateral es el primer nervio
manguito rotador, inicia los planos de fractura (33, 84). La baja
periférico en nacer del cordón lateral (C5, C6, C7), y proporciona incidencia de fracturas del troquíter en ancianos puede represen­
inervación motora a las partes esternal y clavicular del músculo tar entonces el resultado de un debilitamiento relacionado con la
pectoral mayor e inervación sensitiva a la articulación acromiocla­ edad de los tendones del manguito, que produciría una disminu­
vicular. Las ramas terminales del cordón lateral son: (a) nervio ción de su contribución a una fuerza de avulsión (110).
musculocutáneo, que aporta inervación motora a los músculos fle­
Una vez que los fragmentos se han separado, las fuerzas mus­
xores del codo y sensitiva la cara lateral del antebrazo (nervio cutá­ culares contribuyen a su desplazamiento. La diálisis generalmen­
neo antebraquial lateral), y (b) la raíz lateral del nervio mediano.
te se desplaza hacia anterior y medial por el pectoral mayor (74).
Tres nervios periféricos nacen del cordón medial: el nervio pec­ El troquíter puede ser traccionado hacia posterior por el infraes-
toral medial, que inerva al pectoral menor y la parte inferior de la
pinoso y hacia arriba por el supraespinoso (70, 207). El subesca­
porción esternal del pectoral mayor; y los nervios braquial cutá­ pular tiende a retraer hacia medial un fragmento del troquín o
neo medial y antebraquial cutáneo medial, que aportan sensibili­ puede rotar internamente un segmento de la cabeza en el que sólo
dad a la cara medial de la parte alta del brazo y del antebrazo res­
permanezca anclado el troquín (207).
pectivamente. El cordón medial termina en el nervio cubital y la
raíz medial del nervio mediano.
El cordón posterior (C5-C8) da el nervio subescapular supe­ M e c á n ic a d e la f ija c ió n d e la f r a c t u r a
rior (C5), inervando la parte superior del músculo subescapular, y Se han hecho muchos intentos para identificar el montaje más
el nervio subescapular inferior (C5, C6), que inerva la parte infe­ estable para reparar las fracturas del húmero proximal. La mayoría
rior del músculo subescapular y al redondo mayor. El nervio tóra- se han centrado en las fracturas del cuello quirúrgico del húmero.
co-dorsal (C7, C8) se origina entre ambos e inerva al dorsal Las placas y tornillos han sido mejores en los estudios en cadáver
ancho. El cordón posterior termina en el nervio radial (C5-C8) y (31), quizá porque la calidad del hueso es mejor que en los casos
el nervio axilar (C5-C6). clínicos. Un estudio halló que las placas y los clavos intramedula-
Después de que el nervio axilar entra en el espacio cuadriláte­ res eran aproximadamente igual de fuertes, y ambos mejores que
ro, envía ramos articulares a la cápsula glenohumeral (75). Puede el alambrado en banda de tensión (239). Si se usan placas, es
también enviar una rama que acompaña a la arteria circunfleja importante la colocación de los tornillos: un estudio ha mostrado
humeral anterior en el surco bicipital. Ramas adicionales para la que la fijación de los tornillos es la más fuerte cuando se colocan
cápsula pueden nacer del nervio cuando entra en el espacio cua­ centrados y anclados en la placa de hueso subcondral (164).
drilátero. Cuando el nervio atraviesa el espacio cuadrilátero, se Hay estudios que han examinado la estabilidad inmediata de
comba alrededor del húmero proximal mientras descansa en la las técnicas de fijación percutánea con agujas. El uso de dos agu­
superficie profunda del músculo deltoides. Se ramifica en tres jas colocadas hacia abajo desde la tuberosidad mayor hacia la
ramas mayores que aportan inervación motora al redondo menor cabeza y dos hacia arriba desde la diáfisis parece ser la configura­
y al deltoides suprayacente. Los nervios cutáneos braquiales late­ ción más estable (11, 204).
rales son ramas sensitivas que atraviesan el deltoides para aportar Se han usado muchas estrategias para superar la blandura del
sensibilidad a la piel suprayacente. hueso osteoporótico. Algunas técnicas son simples, como el uso
El cordón posterior continúa distalmente como nervio radial o de tuercas en la cortical opuesta para bloquear los tornillos en su
nervio musculoespiral. Puede enviar una rama articular a la cáp­ lugar cuando se usan placas en un hueso blando (221). Algunos
sula, pero su función principal es inervar el tríceps proximalmen- cirujanos han añadido cemento, pero el calor de la polimerización
te y los músculos dorsales del antebrazo y la mano distalmente. puede producir necrosis ósea (25). También se han ensayado
Las ramas articulares para la articulación del hombro nacen prin­ cementos minerales y sistemas de aumento de fijación reabsorbi­
cipalmente de los nervios axilar, supraescapular y torácico anterior óles (37, 175). Desafortunadamente hay poca evidencia científica
lateral (75). También nacen ramas del cordón posterior y del gan­ que ayude al cirujano a evaluar las diferentes opciones.
glio simpático (75).
A b o r d a je s q u ir ú r g ic o s
P a t o m é c a n ic a d e la s f r a c t u r a s Se han empleado varios abordajes quirúrgicos para reparar las
La mayoría de las fracturas del húmero proximal se producen a fracturas del húmero proximal. El abordaje superior a través del
través del hueso osteoporótico en pacientes ancianos, aunque deltoides escindido o descolgado permite una exposición excelen­
1002 Sección II: Extremidad superior

te de las tuberosidades (70, 128, 208, 261), aunque también se electrocución. La amplitud posterior es menos prominente cuan­
han usado para esta indicación los abordajes transacromial (159) do hay una fractura del cuello quirúrgico, pero puede ser un indi­
y posterior (183, 222). La mayoría de las reparaciones de fractu­ cio de una lesión posterior.
ras extensas, así como las sustituciones protésicas de cabeza hume­
ral, se han realizado a través de un abordaje dcltopectoral anterior,
R a d io g r a f ía s
aunque también se ha descrito un abordaje posterior para la sus­
titución de la cabeza humeral. Las radiografías exactas y cuidadosas son esenciales para planificar
el tratamiento y determinar el pronóstico. Con demasiada fre­
cuencia el cirujano recibe proyecciones oblicuas inadecuadas desde
EVALUACIÓN Y CLASIFICACIÓN el departamento de urgencias y solicita una tomografía computa-
rizada (TC), como si ésta sustituyera la repetición y obtención ade­
E v a lu a c ió n c lín ic a
cuada de radiografías normales de alta calidad. Colocar personal­
La mayoría de los pacientes con fracturas agudas del húmero proxi- mente al paciente por parte del traumatólogo es habitualmente el
mal presentan un brazo hinchado y doloroso. El paciente debe ser mejor camino para obtener una información adecuada.
advertido de que la hinchazón puede empeorar durante varios Una serie de radiografías de traumatología incluye una proyec­
días, para que no se asuste, particularmente cuando se desarrollen ción anteroposterior (AP) de escápula, una visión lateral de escá­
las equimosis. Se debe retirar cualquier anillo de la mano ipsilate- pula en «Y» y una proyección axilar (Fig. 25-4). Una proyección
ral. El paciente debe ser animado a mover los dedos y la mano axilar no sólo es dolorosa y difícil de obtener, sino que el mover el
desde el primer momento en que se le ve, para enfatizar la impor­ brazo puede cambiar la posición de la fractura. F.l autor prefiere la
tancia de evitar la rigidez de la mano. visión axilar de Velpeau en la que el brazo descansa en un cabes­
Es importante la evaluación de otras lesiones, especialmente trillo, el paciente se inclina hacia atrás y el foco se dirige hacia
del cuello o la pared torácica, ya que una lesión aparatosa del abajo a través del hombro. De esta forma se consiguen tres pro­
hombro puede ocultar otros hallazgos. Debe realizarse un cuida­ yecciones ortogonales entre sí sin mover el brazo del cabestrillo. Si
doso examen neurovascular, y el clínico debe saber que el dolor la fractura tiene varias semanas de evolución y es relativamente
puede producir «seudoparálisis». El nervio que se lesiona con más estable, el cirujano puede elegir tomar una proyección AP de escá­
frecuencia es el axilar. Aunque los cambios en la sensibilidad de la pula en ligera rotación externa: esto produce una mejor visualiza-
parte lateral del hombro no se correlacionan perfectamente con la ción del troquíter (Fig. 25-5). Esto se consigue con facilidad reti­
lesión del nervio, este hallazgo puede aportar información útil. rando el cabestrillo y rotando suavemente el brazo unos 20 grados
También debe evaluarse el nervio musculocutáneo. Si el paciente hacia la rotación externa mientras se palpa el foco buscando cre­
tiene amnesia, lesiones bilaterales o una fractura-luxación poste­ pitación y permitiendo al paciente que agarre un pie de gotero o
rior, el médico debe descartar una patología convulsionante o una el borde de una mesa.

Figura 25-4. Serie radiográfica de traum atología. La serie


de traum atología consiste en radiografías anteroposterior
y lateral en el plano de la escápula así com o una visión axi­
lar. Estas proyecciones pueden hacerse con el paciente de
píe, sentado o en prono. La proyección lateral se llama tan­
gencial o visión en V de la escápula. Esta serle perm ite la
valoración en tres planos perpendiculares de form a que el
desplazamiento de la fractura puede ser evaluado exacta­
mente. La escápula se sitúa oblicuam ente en la pared torá­
cica y la superficie glenoidea está angulada 35 a 40 grados
hacia anterior. De esta form a, la articulación gleno-hum eral
no está en el plano sagital ni coronal. A: Para la radiografía
anteroposterior en el plano de la escápula, la cara posterior
del hom bro lesionado se coloca contra la placa de rayos X
y se angula el hom bro opuesto hacia delante unos 40 gra­
dos. B: Para la radiografía lateral en el plano de la escápu­
la se coloca la cara anterior del hom bro lesionado contra la
placa de rayos X y se angula el otro hom bro hacia delante
unos 40 grados. Se coloca entonces el tub o de rayos X en
la parte posterior alineado con la espina de la escápula. C:
Se prefiere la proyección axilar de Velpeau en la serie de
traum atología cuando el paciente se puede colocar en esta
posición porque perm ite m antener el hom bro inm ovilizado
y evita producir desplazamientos a los fragm entos de frac­
tura.
Capítulo 25: Fracturas del húmero próxima! 1003

Figura 25-5. A: Radiografía anteroposterior del hom bro con el brazo en rotación Interna. Hay muchas
líneas de fractura, pero es difícil valorar el desplazamiento, especialmente de la tuberosidad mayor. B:
Se ha rotado el brazo suavemente y con cuidado 20 grados y se ha tom ado una radiografía antero­
posterior verdadera de la escápula. Se puede apreciar m ejor el desplazam iento del troquínter.
También deben tom arse proyecciones lateral y axilar.

Sólo si unas buenas radiografías no pueden mostrar con clari­ cuando la cabeza se dirige hacia el borde agudo de la glenoides
dad el patrón de fractura se solicita unaTC. Los cortes deTC son («mecanismo central») se piensa que produce una «fractura con
más útiles para evaluar luxaciones, descartar fracturas de glcnoi- deslizamiento de la cabeza» (48). Aunque Dehne señaló que frac-
des y para evaluar la retracción posterior del troquíter. Los cortes turas-luxaciones más severas podían producirse y mostrarse en
de resonancia magnética (RM) raramente son necesarios. una radiografía que hoy podríamos llamar fácilmente una fractu­
ra en cuatro partes, el desplazamiento posterior de la tuberosidad
menor no formaba parte de su clasificación.
C la s if ic a c ió n
En un capítulo de un libro publicado en 1982 (43), De
Kocher clasificó las fracturas proximales de húmero en cuatro gru­ Anquin y De Anquin indicaron que desde 1950 habían emplea­
pos: supratubercular, pertubercular, ¡nfratubcrcular y subtubercu­ do una clasificación basada en la división del húmero en tres áreas.
lar, en función de la localización del foco de fractura (135). Señalaron más adelante que el grupo de las fracturas complejas era
Watson-Jones clasificó las fracturas del cuello quirúrgico por el subdividido, en una presentación en el Congreso Latinoameri­
mecanismo de producción sospechado (fracturas por abducción o cano de Ortopedia y Traumatología, en grupos basados en el
aducción), pero también reconoció una categoría separada de número de fragmentos de fractura (43). Creían que esta clasifica­
fracturas mínimamente desplazadas: «contusión crack fractures» ción era similar a la publicada por Neer (207). También definie­
(284, 285) o fracturas por contusión. ron una distinción entre fracturas en cuatro fragmentos impacta­
De Mourgues siguió a Gérard-Marchant con la primera des­ das y no impactadas (43).
cripción, en 1927, de las fracturas llamadas «cérvico-troquiteria- En 1961 De Palma y Cautilli establecieron una distinción en
nas» (50). Estas fracturas incluían la separación de una cabeza Iuxada el escenario de las fracturas y fracturas-luxaciones entre luxación
de la diáfisis y generalmente afecta a una o ambas tuberosidades. gleno-humeral, con pérdida completa de contacto articular, y
La radiografía mostrada como ejemplo de esta fractura en el ar­ «deformidades rotacionales», en las que la cabeza, aunque girada,
tículo de De Mourgues en 1965 que es lo que se podría llamar se mantiene dentro de la cápsula articular (51). Neer redefinió
ahora una fractura en cuatro partes de la clasificación de Neer. esta distinción y llamó la atención sobre la dislocación completa
En una serie de artículos entre 1939 a 1945, Dehne propuso del segmento de la cabeza que se ve en las fracturas-luxaciones en
clasificar las fracturas del húmero proximal según el mecanismo cuatro partes clásicas, mientras enfatizaba que la «subluxación
de lesión en tres grupos principales (45-48). Creía que las fuerzas rotatoria» era un hecho habitual en las fracturas en tres partes
de abducción («mecanismo lateral») producían una «fractura en (207, 209). De Palma y Cautilli también describieron fracturas
tres fragmentos» en la que la cabeza, la tuberosidad mayor y la que afectaban al segmento de la cabeza (51).
diáfisis estaban separadas entre sí. La extensión forzada («meca­ Codman observó que las fracturas del húmero proximal tien­
nismo dorsal») resulta típicamente en una «fractura en dos frag­ den a producir cuatro fragmentos mayores en varias combinacio­
mentos» con desplazamiento del cuello quirúrgico. Finalmente, nes: la cabeza, la tuberosidad mayor (troquíter), la tuberosidad
1004 Sección II: Extremidad superior

Figura 25-6. Dibujo de Codman que describe los patrones de fractura del húm ero proxim al. (De
Codman EA. The shoulder: rupture o fth e supraspinatus tendón and o th er lesions in o r ab ou t the sub-
acrom ial bursa. Boston: Thomas Todd, 1934, utilizado con autorización.)

menor (troquín) y la diáfisis, pero no clasifica las fracturas (33) Jakob et al. propusieron una clasificación basada en un estudio
(Fig. 25-6). En 1953, Neer citó la observación de Codman seña­ de 730 fracturas del húmero proximal que formaba parte de un
lando que «el patrón en cuatro fragmentos varía sólo en el grado sistema comprensivo de clasificación de fracturas de todos los
de desplazamiento de los fragmentos individuales» (211). Neer huesos largos acometido bajo el grupo AO (119, 200). Debido a
llama la atención sobre las fracturas-luxaciones en las que la cabe­ que el objetivo principal de este trabajo era crear «subagrupamicn-
za se vuelve «desprovista de todas las inserciones de partes blandas to adecuado para un análisis detallado», aparecían 27 subgrupos
... susceptible de necrosis avascular» (211). En efecto, fueron los (53 si se usan las «calificaciones» para definir más adelante la frac­
malos resultados de la escisión de la cabeza en esta fractura los que tura) (200). Quizá debido a la complejidad de este sistema, no
motivaron el interés de Neer en las fracturas de hombro y lleva­ ha sido adoptado en grado importante en Norteamérica. Puede
ron al desarrollo de sus prótesis de sustitución, que se señalan «en tener un papel en la investigación clínica y el análisis de cohor­
estudio» en un artículo de 1953. En 1955, Neer comunica haber tes, aunque el hecho de que incluso en manos de sus creadores no
realizado siete sustituciones de cabeza humeral en fracturas con se ha mostrado ser más fiable que el sistema de Neer es un pro­
«patrón en cuatro fragmentos» (206). blema (252).
Después de 15 años de reflexión y estudio, Neer publicó su En el sistema de Neer, que es el usado en este capítulo, las frac­
esquema de clasificación basado en una revisión de 300 fracturas turas se clasifican evaluando el desplazamiento de los cuatro frag­
del húmero proximal desplazadas elegidas al azar (212). Hace mentos principales (cabeza, diáfisis, troquíter y troquín). Toda
énfasis en los patrones de desplazamiento más que en la localiza­ fractura que no tenga un fragmento desplazado más de 1 ern o
ción de las líneas de fractura, y valora la viabilidad de la cabeza uno rotado más de 45 grados, se considera mínimamente despla­
(inserciones de tejidos blandos y hueso) y la relación con la gle- zada y se considera junto a las fracturas en una parte, indepen­
noides. Su agrupación fundamental fue el número de partes des­ dientemente del número y localización de las líneas de fractura.
plazadas unas respecto a otras, y enfatizó esto en 1975 al retirar En las fracturas en dos partes sólo hay un segmento desplazado.
los numerales romanos 1 a VI que muchos cirujanos habían Esto ocurre con mayor frecuencia con el desplazamiento del cue­
encontrado confusos (207) (Fig. 25-7). llo quirúrgico, en el que la diáfisis se separa de la cabeza que man-
Capítulo 25: Fracturas del húmero próxima/ 1005

1 parte 2 partes 3 partes 4 partes

GT Clásica

LT+SN Impactada en valgo


(rara)

LT
(rara)

Figura 25-7. Clasificación sim plificada de Neer con la adición de las fracturas en cuatro partes impac-
tadas en valgo. La clasificación depende de la identificación exacta de los cuatro segmentos principa­
les y del grado de desplazamiento entre ellos. Un segm ento está desplazado cuando hay más de 1 cm
de desplazamiento o más de 45 grados de angulación. Aunque es im portante recoger si una fractura-
luxación es anterior o posterior, no es esencial para clasificar el desplazam iento y así, no se incluye
en este diagram a sim plificado. GT: Tuberosidad m ayor (troquíter). LT: Tuberosidad m enor (troquín).
SN: Cuello quirúrgico.

tiene ancladas las dos tuberosidades, pero también se ve con fre­ pletamente fuera de contacto con la glenoides, puede mantener
cuencia en desplazamientos del troquíter. Las fracturas en dos par­ algunas inserciones de periostio y cápsula empezando desde el cal­
tes con desplazamiento de la tuberosidad menor son raras, y las car medial. Si la cabeza está dividida o ha sufrido una fractura por
fracturas aisladas del cuello anatómico (desplazamiento sólo de la impresión, se considera que hay una pérdida articular. Aunque las
cabeza) se ven difícilmente. Una fractura con desplazamiento en relaciones entre la cabeza y la glenoides han formado parte gene­
tres partes tiene la diáfisis y, o bien la tuberosidad mayor (con más ralmente de la descripción (p. ej., fractura-luxación en cuatro par­
frecuencia) o la menor (raramente) separadas de la cabeza, en la tes anterior), esto ha sido apartado del diagrama de las categorías
que permanece anclada la otra de las tuberosidades. para simplificar el análisis.
Una fractura en cuatro partes se presenta cuando la cabeza está Se han examinado los sistemas de clasificación de Neer y de
separada de todos los otros segmentos, incluso cuando las tubero­ AO en la fiabilidad ¡ntraobservador (una medida de con cuánta
sidades están juntas (así, puede haber tres piezas, una de las cua­ frecuencia diferentes observadores ante las mismas radiografías,
les comprende las dos tuberosidades). En una fractura en cuatro están de acuerdo cuando clasifican fracturas) y la reproducibilidad
partes «clásica» la cabeza está completamente dislocada de la gle- interobservadores (una medida de con cuánta frecuencia el mismo
noides y desprovista de todas las inserciones de tejidos blandos. observador clasifica una fractura de la misma manera cuando ve
En la fractura en cuatro partes «impactada en valgo» la cabeza está las mismas radiografías de nuevo) (10, 22, 251, 252), con resul­
rotada mirando hacia arriba (Fig. 25-8). Aunque la cabeza está com­ tados frecuentemente decepcionantes. Kristiansen et a l encontra-
1006 Sección II: Extremidad superior

Figura 25-8. Fractura en cuatro partes impactada en valgo. A: Diagrama de Jakob et al. B: Radiografía
anteroposterior que muestra claram ente el patrón de fractura impactada en valgo. C: La proyección
axilar es engañosa porque parece m ostrar un razonable contacto entre la cabeza y la glenoides. De
hecho la cabeza está m irando hacia arriba y está cubierta por las tuberosidades, y así está com pleta­
mente fuera de contacto con la glenoides. D: El corte de tom ografia com putarizada tam bién tiende a
subvalorar la pérdida de contacto gleno-hum eral. (A de Jakob RP, M in ia d A, Anson PS, e ta l. Four-part
valgus impacted fractures o f the proxim al humerus. J Bone J o in t Surg Br 1991; 73: 295-298, utilizado
con autorización.)

ron una pobre fiabilidad interobservadores, especialmente con clasificación final (252). Otro estudio halló que la repetitividad
observadores no experimentados (145). Usando sólo observadores intraobservador se volvía «sustancial» ( k = 0.70) cuando se añadían
experimentados Siebenrock et al., con los criterios de Landis y cortes de TC, aunque la fiabilidad ¡nterobservadores no mejoraba
Koch (154), encontraron «moderada» fiabilidad interobservado­ (8). Sodor et a l tenían observadores de varios niveles de expe­
res (K = 0,42) revisando 35 fracturas de las que había disponible riencia revisando 50 radiografías de alta calidad, todas con pro­
una serie de radiografías de traumatología completa, y repetitivi- yecciones axilares, de fracturas de húmero proximal (251). De
dad intraobservador «moderada» (JC= 0,60) (252). El problema forma global encontraron fiabilidad ¡nterobservadores «modera­
más habitual era encontrar el troquín (tuberosidad menor) y eva­ da» ( k = 0,50) y repetitividad intraobservador «sustancial» (K =
luar los gados de desplazamiento, y estos autores señalaron que los 0,66), aunque sólo los especialistas en hombro del grupo consi­
cortes de TC y la valoración intraoperatoria podían ayudar a la guieron el «casi perfecto» {K- 0,83) en repetitividad.
Capítulo 25: Fracturas del húmero proximal 1007

Es importante poner estos estadios en perspectiva. En primer


INDICACIONES PARA EL TRATAMIENTO
lugar, la repctitividad es una medida útil sólo a efectos de clasifi­
NO QUIRÚRGICO
cación, y esquemas de clasificación menos fiables pueden en algu­
nos casos ser más útiles clínicamente, como cuando un esquema 1. Fracturas no Desplazamiento <5 mm superior o 10 mm
con más categorías permite una mejor clasificación pronostica desplazadas posterior del troquíter en pacientes
(292). Por ejemplo, clasificar las fracturas en dos grupos, abiertas activos.
Desplazamiento <10 mm superior en brazo
y cerradas, será fácilmente más fiable entre observadores que el
no dominante de pacientes sedentarios.
clasificar las fracturas abiertas según el grado de lesión de los teji­
2. Fracturas Cualquier contacto óseo en ancianos.
dos blandos, aunque la última puede tener obviamente mayor uti­
del cuello En pacientes jóvenes activos, desplazamiento
lidad clínica. Además, los problemas con la fiabilidad «fracasan» quirúrgico <50% del diámetro de la dláfisis y <45
en las estadísticas: si un estudio usando un esquema de clasifica­ grados de angulación en brazo dominante.
ción logra una conclusión estadísticamente válida, no es un pro­ 3. Baja Paciente dispuesto a aceptar un hombro
blema el que el esquema tenga una fiabilidad sólo moderada. Por demanda rígido.
ejemplo: si una serie encuentra que el 75% de las fracturas en cua­ funcional
tro partes desarrollan una necrosis avascular, y tiene una p < 0,05 4. Patologías Paciente Incapaz de soportar cirugía o
con respecto a otras fracturas, este valor p sigue siendo verdadero, añadidas anestesia.
ya sea que los autores clasifiquen perfectamente las fracturas en 5. Mal Paciente demasiado débil para seguir la
cuatro parres y el 75% de ellas desarrollen la necrosis avascular o candidato a rehabilitación o incapaz de comprender
ya sea que los autores clasifiquen correctamente sólo el 75% de las rehabilitación o recordar las restricciones postoperatorias.
veces pero todas las fracturas en cuatro partes «verdaderas» de­
sarrollen necrosis avascular. Finalmente, el tirar los dados tiene un
valor k de cero; incluso una herramienta de fiabilidad pobre es
mejor que esto, y ningún sistem a d e clasificación ha m ostrado ser
más fia b le q ue e l sistem a d e Neer.
La clasificación de Neer reduce la confusión en la bibliografía
haciendo énfasis en el grado de desplazamiento más que en el y con la otra palpa las tuberosidades y la corredera bicipital. Si
patrón de líneas de fractura, de este modo produce una termino­ esto «se mueve como una unidad», se indica al paciente que ini­
logía descriptiva en línea con consideraciones prácticas de trata­ cie ejercicios de amplitud de movimiento pendulares suaves (Fig.
miento. El valor para los clínicos de separar el pequeño grupo de 25-10). Si, al contrario, se nota un deslizamiento asociado a una
fracturas del húmero proximal desplazadas, del mucho más gran­
de de fracturas mínimamente desplazadas, es significativo (129),
y esto no se anula porque diferentes clínicos puedan subagrupar
de forma inconsistente los patrones de desplazamiento sobre las
radiografías iniciales. El desplazamiento de la fractura es un con­
tinuo, y las radiografías adecuadas, los observadores experimenta­
dos y, en algunos casos, la exploración quirúrgica pueden ser nece­
sarios para determinar un patrón de fractura de forma exacta.

MÉTODO DE TRATAMIENTO PREFERIDO


POR EL AUTOR

M ín im o d e s p la z a m ie n t o
Tratamiento no quirúrgico (Tabla 25-1)
El principio implicado en el tratamiento de las fracturas mínima­
mente desplazadas (Fig. 25-9) es la protección precoz combinada
con la movilización gradual. Aunque, en teoría, más de 1 cm de
desplazamiento hacen al cuello quirúrgico «desplazado», en la
práctica en los pacientes más ancianos los cirujanos aceptan casi
cualquier grado de desplazamiento con tal de que permanezca
algún contacto óseo sólido. La angulación es bien compensada
por el movimiento del hombro o puede ser ajustada por pequeñas
manipulaciones después de una semana aproximadamente.
A la mayoría de los pacientes se les coloca un cabestrillo duran­
te la primera semana o 10 días, y se les instruye para que se colo­
quen una camiseta sobre el hombro por la noche. Raramente se
utilizan vendajes, pues son incómodos. El movimiento de la
Figura 25-9. A pesar de tener varios m ilím etros de desplazamien­
mano, la muñeca y el codo se inician inmediatamente. En la to del troqu íte r y el cuello quirúrgico, ésta es una fractura en una
siguiente visita (a la semana) se pide al paciente que se incline y el parte. El paciente recuperó el m ovim iento com pleto después de
médico toma el codo con el antebrazo flexionado con una mano tratam iento no quirúrgico.
1008 Sección 11: Extremidad superior

Figura 25-10. Estos ejercicios se introducen gradualm ente durante el tratam iento no qu irú rg ico de las fracturas
m ínim am ente desplazadas (véase texto) y pueden usarse después del tratam iento quirúrgico tanto com o la estabili­
dad y curación perm itan. A: Los ejercicios pendulares se realizan con el paciente inclinado hacia delante y el brazo
colgando. Se hacen círculos grandes tanto con la palma hacia delante com o hacia atrás. B: La elevación pasiva la rea­
liza el cirujano, el fisioterapeuta o un fa m ilia r entrenado. El paciente puede estar sentado, de pie o en decúbito supi­
no. El brazo debe estar fláccido y relajado para evitar el uso activo de los músculos del hom bro. El brazo se levanta
hasta el plano de la escápula, colocado entre flexión y abducción. C: Flexión asistida en decúbito supino. D: Elevación
asistida con polea. (La figura continúa.)
Capitulo 25: Fracturas del húmero proximal 1009

Figura 25-10. (Continuación). E: Rotación externa con un


bastón. El brazo se abduce 20 grados para m ayor com odidad
y se deja el codo en 90 grados de flexión. F: Estiram iento
m áxim o en flexión inclinándose contra la pared. Se dejan las
caderas atrás y se presiona la axila contra la pared, m ante­
niendo el codo recto. G: Estiram iento m áxim o en flexión col­
gando de una puerta. H: Estiram iento en rotación externa-
abducción contra el marco de una puerta. (La figura c o n ti­
E núa).
1010 Sección II: Extremidad superior

Figura 25-10. (Continuación). I: Estiram iento en rotación interna usando una toalla o sábana para tira r
del brazo hacia arriba en la espalda. J: Estiram iento en rotación interna por flexión de las rodillas
m ientras se apoya la mano tras la espalda. K: Aducción cruzando el pecho en horizontal para estirar
la cápsula posterior. L: Estiram iento en rotación externa en el marco de una puerta. M: Extensión ¡so­
métrica. (La figura continúa.)
Capitulo 25: Fracturas del húmero próxima! 1011

Figura 25-10. (C ontinuación). N: Abducción isom étrica. O: Rotación externa isométrica. P: Rotación
interna isom étrica. Q: La elevación activa se inicia ayudándose con un bastón con el brazo sano.
Primero el paciente empieza dejando el brazo arriba e intenta m antener la elevación de form a activa.
Luego aprende a bajar el brazo activamente. Sólo entonces intenta elevar el brazo sin ayuda. R:
Fortalecim iento en elevación con un peso ligero. (La figura continúa.)
1012 Sea ion II: Extremidad superior

Figura 25-10. (C ontinuación). S: Rotación externa resistida con bandas elásticas. T: Rotación interna
resistida con bandas elásticas.

crepitación ósea o dificultad, se mantiene la inmovilización otra dor (183). La mayoría de los autores han preferido salvar la tube­
semana y se reevalúa. Si a las 3 ó 4 semanas las radiografías no rosidad. Mientras que la fijación con tornillo se puede emplear,
muestran cambios y se siente sólido, se inician ejercicios asistidos especialmente en jóvenes cuando el troquíter es una sola pieza
suaves (elevación con polea, rotación externa con un palo, exten­ grande, muchos autores han señalado que el hueso es con fre­
sión con un palo) junto con fisioterapia formal. A las 6 semanas cuencia blando y fragmentado, y han preferido utilizar suturas
se consigue una rápida progresión de los estiramientos máximos y que incorporan la inserción del tendón del manguito rotador en
de los ejercicios resistidos ligeros. la reparación (70, 122, 208, 215). Más recientemente se ha utiliza­
Koval y colaboradores siguieron un grupo de 104 pacientes do la reparación percutánea guiada por artroscopia; una serie ha
con fracturas del húmero proximal mínimamente desplazadas obtenido excelentes resultados en el seguimiento a corto plazo (78).
durante al menos un año después de tratarlas de esta manera I.a mayoría de las series han comunicado buenos resultados
(139). El noventa por ciento de estos pacientes no tenían dolor, y (70, 78, 215). Levy halló que los resultados empeoraban si había
la mayoría habían conseguido el 90% de la amplitud de movi­ pequeños fragmentos de la tuberosidad mayor, quizá porque se
miento de su hombro contralateral. El movimiento fue mejor comportaban más como avulsiones del manguito rotador (162).
cuando la fisioterapia formal se empezó precozmente.
Sólo hay raras indicaciones para el tratamiento quirúrgico de Fracturas de la tuberosidad menor
una fractura del húmero proximal mínimamente desplazada: Las fracturas aisladas de la tuberosidad menor (troquín) son
lesiones neurovasculares ipsilaterales que precisan exploración, mucho menos frecuentes que las del troquíter, pero han sido des­
reparación o protección; una fractura abierta; o múltiples trau­ critas (3, 63, 100, 169, 177, 180, 262) (Fig. 25-11). El desplaza­
matismos que requieren una movilización lo más rápida posible. miento tiende a ser medial por la tracción del subescapular, pero
el fragmento puede rotar y ser prominente contra la coracoides
cuando el hombro hace rotación interna. Como en las avulsiones
F r a c tu r a s d e s p la z a d a s d e la s t u b e r o s id a d e s del tendón subescapular, puede producirse una luxación medial
del tendón del bíceps y los pacientes pueden tener un signo de
Historia
resalte en la exploración física (217). Los tratamientos han inclui­
Fracturas de la tuberosidad mayor do el tratamiento no quirúrgico (30), escisión del fragmento con
la s fracturas de la tuberosidad mayor (troquíter) fueron bien des­ reparación del subescapular (151, 152) y reducción abierta y fija­
critas por Taylor en 1908 (272), y se trataban con frecuencia ción interna, a menudo con un tornillo (94, 217).
mediante tracción-abducción, yesos en espiga u ortesis en tirante,
con el objetivo de llevar el fragmento distal (la cabeza) hacia arri­
Problemas especiales en el diagnóstico
ba para encontrarse con el fragmento proximal (el troquíter) (125,
188, 250). Las fracturas de la tuberosidad pasan con frecuencia desapercibi­
McWhorter comunicó en 1925 dos casos en los que escindió das en las radiografías del Servicio de Urgencias. Los fragmentos
el fragmento y realizó una reparación primaria del manguito rota­ son a menudo pequeños y conminutos (Fig. 25-12), y pueden
Capítulo 25: Fracturas del húmero próxima/ 1013

Figura 25-11. Fractura desplazada de la tuberosidad m enor (troquín). A: Pequeños fragm entos de la
tuberosidad m enor (flechas) son difíciles de apreciar en la radiografía anteroposterior. Hay desplaza­
m iento m edial por la tracción del subescapular. B: Retracción medial de la tuberosidad m enor (fle­
chas) vista en la proyección axilar.

parecer poco importantes para examinadores que no se dan cuen­ mayor y una luxación gleno-humeral anterior (263). Entre el 7%
ta de que estos fragmentos contienen la inserción de la mayor y el 15% de las luxaciones gleno-humerales tienen asociada una
parte del manguito rotador (265). Los pequeños fragmentos pue­ fractura de la tuberosidad mayor (27, 246, 287). Se han comu­
den maünterpretarse como depósitos calcificados (16). Aunque nicado casos bilaterales (176). Es necesario un examen extrema­
puede verse un fragmento desplazado hacia arriba en la radiogra­ damente cuidadoso de las radiografías para estar seguro de que
fía Al5, los fragmentos de la parte posterior pueden superponerse no hay otras fracturas, especialmente del cuello quirúrgico. Un
a la cabeza humeral y ser difíciles de apreciar (222) (Fig. 25-13). húmero proximal destrozado puede ser el resultado desafortuna­
Cuando se asocia una luxación gleno-humeral anterior con una do de un intento de reducción forzado de una fractura-luxación
fractura de la tuberosidad mayor, puede centrarse la atención en en el Servicio de Urgencias. Cuando hay dudas, puede ser
la obvia luxación, y no apreciarse la fractura. Además, cuando hay mucho más prudente hacer un intento suave en quirófano mien­
una luxación gleno-humeral asociada, los fragmentos tuberosita- tras se usa una inyección intraarticular de anestesia, un bloqueo
rios se ven a través de la glenoides por la tracción del manguito interescalénico o anestesia general, y disponiendo de un intensi-
rotador y pueden ser confundidos con fragmentos de una fractu­ ficador de imágenes. En casos raros o de larga evolución puede
ra de la glenoides. ser necesaria la reducción abierta de la luxación (113).
La tuberosidad mayor se desplaza hacia superior por el supraes- Afortunadamente una vez reducidas estas luxaciones rara vez
pinoso o posteromedialmente por el infraespinoso y el redondo recidivan (182).
menor. El desplazamiento superior se aprecia mejor en una pro­ Una vez reducida la luxación gleno-humeral, la tuberosidad
yección AP o una radiografía oblicua apical («outlet»). La retrac­ mayor habitualmente se reduce en su lecho guiada por la porción
ción posterior y medial se ve mejor en una proyección axilar o en intacta restante del intervalo del manguito que sujeta el supraes-
un corre transversal de TC. Habitualmente está presente un sola- pinoso (insertado en la tuberosidad mayor) al subescapular (inser­
pamiento entre el fragmento de la tuberosidad y la superficie arti­ tado en la tuberosidad menor intacta) (87, 88) (Fig. 25-14). Sólo
cular. A veces se puede romper un pequeño fragmento de la se debe considerar la reducción abierta y fijación interna si sigue
superficie articular con la tuberosidad. El tendón del bíceps puede desplazado (214, 276).
bloquear la reducción (104). Las fracturas de la tuberosidad menor tienden a aparecer en
conjunción con luxaciones gleno-humerales posteriores, pero esta
lesión se ve con mucha menor frecuencia que la fractura-luxación
Tratcmiento de la luxación asociada
en dos partes anterior. El tratamiento es similar evaluando y tra­
Los pacientes con una fractura-luxación en dos partes desplazada tando primero la luxación, después de lo cual se rccvalúa la tube­
hacia anterior tienen una fractura desplazada de la tuberosidad rosidad menor para ver si necesita reparación.
1014 Sección II: Extremidad superior

A B

Figura 25-12. Diagnóstico radiográfico de fracturas de


la tuberosidad mayor. A: Pequeños fragm entos, com o
en este caso de fractura desplazada de troquíter, pue­
den confundirse con ten din itis calcificada. B: Un frag­
m ento retraído hacia posterior, pero no hacia superior,
puede estar superpuesto a la cabeza y así ser difícil de
apreciar en la radiografía anteroposterior. C: Fracturas
no desplazadas pueden ser im posibles de ver en radio­
grafías; las imágenes de RM han sido útiles en estos
casos ya que la línea de fractura se ve bien, com o en
C este caso.
Capitulo 25: Fracturas del húmero próxima/ 1015

Figura 25-13. Fractura de la tuberosidad mayor. A: Una


radiografía anteroposterior muestra sólo un ligero des­
plazamiento. B: Una radiografía lateral muestra una
retracción posterior significativa. C: Una proyección
axilar confirm a la retracción posterior y medial sustan­
C cial de la tuberosidad mayor.

Tratamiento no quirúrgico Indicaciones para la cirugía (Tabla 25-2)

El tratamiento conservador se usa raramente en fracturas despla­ McLaughlin estableció en 1963 que más de 5 mm de desplaza­
zadas de las tuberosidades, a menos que la edad o patologías pre­ miento de la tuberosidad mayor eran compatibles con un buen
vias del paciente se opongan al tratamiento quirúrgico. Si se resultado, que desplazamientos de 5 a 10 mm podían producir
emplea este abordaje, se usan las mismas técnicas que para las una convalecencia larga, algún dolor y discapacidad permanentes
fracturas mínimamente desplazadas. y un 20% de posibilidades de necesitar una reparación tardía; y
Hay más tradición de tratamiento no quirúrgico de fracturas que desplazamientos de más de 10 mm necesitaban tratamiento
de la tuberosidad menor. Históricamente se ha creído que había quirúrgico en todos los casos (182). Necr fue requerido por el
una redundancia de los rotadores internos y que una simple Jo u rn a l o f B one a n d J o in t Surgery para sugerir algún criterio para
inmovilización con un cabestrillo podría llevar el fragmento hacia el desplazamiento, ya que las cifras de 1 cm y 45 grados eran arbi­
atrás a su lecho. Desde que hemos sido más sofisticados en la eva­ trarias y se entendían más como conceptos que como guías de tra­
luación del subescapular tras las descripciones de Gerber, cada vez tamiento rígidas. Basándose en la experiencia de los autores y los
más cirujanos se han vuelto agresivos con respecto a la reparación hallazgos mientras trataban consolidaciones defectuosas (véase
de fracturas desplazadas de la tuberosidad menor. más adelante) en los cuales pequeños grados de desplazamiento de
1016 Sección II: Extremidad superior

Figura 25-14. A: Una radiografía anteroposterior de una fractura-luxación anterior en dos partes con
fractura desplazada de la tuberosidad mayor. B: Después de la reducción cerrada, la fractura del tro-
quíter curada sin desplazarse luego. El paciente consiguió una am plitud de m ovilidad norm al sin más
luxaciones anteriores.

INDICACIONES QUIRÚRGICAS POR TIPO DE FRACTURA

Tipo de fractura Abordaje Técnica

Dos partes desplazadas troquíter Superior (división Conminutas, pequeños fragmentos:


del deltoides) suturas, cerclaje
Ocasionalmente
deltopectoral
Dos partes desplazadas cuello
quirúrgico
Reducible y estable Cerrado Reducción cerrada e
inmovilización
Reducible inestable Cerrado Reducción cerrada y agujas
percutáneas
Irreducible Deltopectoral Sutura en banda de tensión o
alambre con o sin clavos
intramedulares
Dos partes desplazadas Deltopectoral Tornillos y/o suturas
troquín
Dos partes cuello anatómico Deltopectoral Tornillos (SCH en ancianos)
Tres partes Deltopectoral Buen hueso, jóvenes; sutura en
banda de tensión o alambre
Hueso blando, ancianos: SCH
Cuatro partes, clásica Deltopectoral SCH (la mayoría de casos)
Considerar RAFI en jóvenes y
y activos
Cuatro partes impactada en valgo
Reciente, buen hueso, joven Considerar tratamiento Agujas percutáneas
cerrado Considerar fijación mínima
deltopectoral (agujas y suturas),
injerto
Crónica, mal hueso, anciano Deltopectoral SCH
División de la cabeza Deltopectoral SCH
Impresión en la cabeza >40% Deltopectoral SCH (considerar segmento de
aloinjerto)

SCH: Sustitución de cabeza humeral; RAFI: Reducción abierta y (¡ación interna.


Capítulo 25: Fracturas del húmero proxi?nal 1017

la tuberosidad mayor pueden causar síntomas, y considerando los Resultados


excelentes resultados de la reparación precoz (70), que son mejo­
res que los resultados de la reparación de la consolidación defec­ Los resultados obtenidos por el autor en fracturas de la tuberosi­
tuosa (235), el autor tiende a ser agresivo con las fracturas de la dad mayor han sido sorprendentemente buenos, con movimiento
tuberosidad. En un paciente activo y sano, una retracción poste­ y fuerza próximos a lo normal en la mayoría de los pacientes, más
rior de más 10 mm o un desplazamiento superior de 5 mm deben similares a los resultados de la reparación del manguito que al cui­
llevar a considerar la reparación precoz. dado de otros tipos de fracturas en nuestra experiencia (70). Este
Como se ha indicado previamente, el autor prefiere fijar todas hallazgo, unido a los menos consistentes resultados de la repara­
las fracturas desplazadas de la tuberosidad menor; el autor usa un ción de la consolidación defectuosa, y al hecho de que pequeños
desplazamiento de 5 a 10 mm como guía. Esto se valora mejor grados de desplazamiento pueden ser sintomáticos, nos ha lleva­
con una proyección axilar, ayudado por cortes de TC. do a ser más agresivos en la fijación aguda de las fracturas de la
tuberosidad mayor.

Abordaje superior (fracturas de la tuberosidad mayor)


F r a c tu r a s d e s p la z a d a s d e l c u e llo q u ir ú r g ic o
Las fracturas de la tuberosidad mayor son esencialmente avulsio­
nes óseas del manguito rotador, y un abordaje superior del man­ Indicaciones para la cirugía
guito a través de una división del deltoides permite una recupera­ En un paciente anciano con baja demanda funcional puede tole­
ción conveniente de los fragmentos retraídos hacia posterior y una rarse un grado de angulación si hay contacto óseo. Si el hombro
reparación sólida. En pocas ocasiones, si hay una espícula grande es bien rehabilitado, el amplio grado de movilidad maquillará la
metafisaria, puede usarse un abordaje deltopectoral. La reparación mayoría de la pérdida de movimiento producida por la angula­
incorpora el fuerte tendón del manguito rotador, que con fre­ ción. Una vez que la fractura deviene en callo fibroso, la angu­
cuencia es más seguro que el hueso osteoporótico. lación puede ser parcialmente corregida. La reducción cerrada
Se hace una incisión de 6 a 7 cm en los pliegues de la piel en puede también intentarse inicialmente, habitualmente si es una
el área superior, y se elevan entonces los colgajos. Se hace una inci­ fractura no impactada sin contacto óseo. Puede ser útil realizar un
sión en el deltoides de 3 a 4 cm siguiendo la dirección de sus bloqueo anestésico del hematoma. Se aduce el brazo y se flexiona
fibras desde la esquina anterolateral del acromion distalmente. Se 90 grados, lo cual relaja al pectoral. Se aplica una fuerza de trasla­
coloca una sutura de soporte para evitar que la incisión en el del­ ción (habitualmente posterior y lateral, porque la fractura típica
toides se propague. El fragmento se sujeta, se limpia y se ancla en tiene una angulación anterior y un desplazamiento antero-
su lecho con suturas trenzadas gruesas (núms. 2 y 5) permanentes medial) para reducir la deformidad, mientras se mantiene una
(Fig. 25-15). El deltoides se repara meticulosamente y se realiza tracción longitudinal. Después de sentir la reducción se hace un
un cierre por planos. suave intento de impactar el hueso. Si la fractura es reductible y
estable se instaura un tratamiento dirigido a las fracturas mínima­
mente desplazadas (véase más arriba), excepto que la inmoviliza­
Abordaje anterior (fracturas de la tuberosidad menor)
ción inicial se mantiene 4 semanas en lugar de 7 a 10 días. Si la
Se usa un abordaje deltopectoral estándar, teniendo cuidado en fractura es reductible pero inestable, se toma en consideración el
movilizar el subescapular y la tuberosidad menor, porque puede uso de agujas percutáneas. Si no se puede conseguir la reducción,
haber fibrosis del nervio axilar medialmente. El despegamiento de se considera la reducción abierta y fijación interna.
la cápsula anterior y la liberación de todas las inserciones en la
coracoides pueden ser necesarias para movilizar la tuberosidad, Técnica de reducción abierta y fijación interna: agujas
que se recoloca en su lecho refrescado fijándola con un tornillo,
percutáneas v e rs u s abierta
con o sin suturas transóseas suplementarias.
Para la inserción de agujas percutáneas se coloca al paciente en
una mesa radiolucente con el brazo y el hombro fuera de la mesa,
Rehabilitación
y el intensificador de imágenes colocado de forma que se pueda
Los pacientes con fracturas de la tuberosidad mayor comienzan obtener una visión AI’ y axilar con facilidad. Se prepara la piel, y
inmediatamente con elevación pasiva en el plano de la escápula, una vez que se ha conseguido una buena reducción, se introduce
rotación externa con un palo y ejercicios pendulares. No se per­ una aguja de Schanz con punta roscada en la cabeza humeral de
miten ejercicios activos hasta las 6 semanas y hasta que las radio­ abajo arriba empezando desde la metáfisis lateral. Estas agujas se
grafías muestren una curación ósea clara. Se evita la rotación colocan primero con un ángulo más perpendicular, y una vez que
interna durante 3 meses, pero los estiramientos máximos en ele­ han penetrado se puede buscar el ángulo correcto. Cuando las
vación completa y los ejercicios ligeros activos y resistidos pueden agujas llegan a la cabeza se avanzan a mano, sin motor, para obte­
empezarse a las 6 semanas. Los ejercicios de estiramiento y forta­ ner una sensación más segura. Aunque pueden ser adecuadas dos
lecimiento completos se siguen a los tres meses. o tres agujas en esta dirección, la construcción será más segura si
Los pacientes con fracturas de la tuberosidad menor empiezan se colocan otras dos de arriba abajo desde el troquíter hacia la
con flexión anterior pura hasta los 90 grados en rotación interna cabeza. Estas agujas se usan siempre si hay una fractura del tro­
completa. También se realiza rotación externa pasiva suave sólo quíter asociada.
hasta la posición neutra. A las 6 semanas se permite la rotación Si se planifica una reducción abierta se realiza el abordaje del­
externa hasta los 45 grados y la elevación completa con poleas, si topectoral. Se pasan lazos de sutura fuerte (n.° 5) no absorbibles
la curación del hueso aparece en las radiografías. A los 3 meses se en la inserción del manguito a agujeros perforados en la cara late­
instauran ejercicios de estiramiento y fortalecimiento completos. ral de la diáfisis, y alrededor del subescapular a agujeros perfora-
1018 Sección II: Extremidad superior

Figura 25-15. Reducción abierta y fijación interna de fracturas de la tuberosidad mayor. A: Abordaje superior a través del
deltoides; el troquíter apenas se ve en la cara posterior de la herida. El defecto se ve bien rotando la cabeza hasta colocarla
debajo de la incisión. B: Se ha m ovilizado el troquíter hacia la herida mediante suturas. C; Técnica de sutura. D: Radiografía
anteroposteríor de la fractura desplazada de troquíter, que es traccionado hacia posterior y superior por el supraespinoso y
el infraespinoso. E; Radiografía anteroposteríor postoperatoria m ostrando la estabilización de la fractura por m últiples sutu­
ras no absorbibles. (La figura continúa.)
Capítulo 25: Fracturas del húmero próxima/ 1019

F G

Figura 25-15. (Continuación). F: Corte de tom ografía com putarizada de otro hom bro con una fractura desplazada de
troquíter. Hay pérdida del efecto estabilizador del m anguito rotador (una fractura desplazada de la tuberosidad m ayor
esencialmente representa una avulsión ósea del m anguito), hay una subluxación humeral anterior estática. G:
Después de la reducción abierta y fijación interna del troquíter, se ha restaurado la estabilidad.

dos en la cara medial de la diáfisis. Si hay conminución del cuello hay datos que guíen al cirujano en el tratamiento de esta rara frac­
quirúrgico pero no está rota la unión entre la tuberosidad y la tura.
cabeza se pueden colocar dos clavos de Ender en el espacio entre
la tuberosidad mayor y la superficie articular, a través de pequeñas
perforaciones en el tendón del manguito (Fig. 25-16). Estos cla­ F r a c tu r a s d e s p la z a d a s e n t r e s p a r t e s
vos pueden ser aislados o incorporados en un lazo en banda de Problemas especiales en el diagnóstico
tensión, especialmente si los pequeños agujeros se perforan en el
extremo de los clavos de Ender (41). El desplazamiento del cuello quirúrgico es con frecuencia muy lla­
mativo, mientras que el pequeño grado de desplazamiento de la
tuberosidad puede pasar desapercibido con facilidad. Las radio­
Rehabilitación
grafías cuidadosas son esenciales para definir esta factura con
A menos que se note intraoperatoriamente una pérdida de estabi­ exactitud. En una verdadera fractura en tres partes de la tuberosi­
lidad, ejercicios pasivos de amplitud de movilidad precoces, inclu­ dad mayor desplazada, la tracción sin oposición de la tuberosidad
yendo elevación con poleas en el plano de la escápula, rotación menor por el subescapular produce un giro de la cabeza («sublu­
externa con ayuda de un bastón, ejercicios pendulares y ejercicios xación rotatoria») hacia la rotación interna, desplazando luego la
de movimiento de mano y codo. La progresión a los intervalos de tuberosidad mayor. La fractura desplazada en tres partes de la tu­
movilidad completos es rápida. Se añaden ejercicios de fortaleci­ berosidad menor es mucho menos común, y la tuberosidad ma­
miento a las 6 semanas. yor intacta gira la cabeza en sentido contrario hacia la rotación
externa.
Resultados
Nuestros resultados con este tratamiento han sido satisfactorios, Indicaciones y elección de la técnica
pero la movilidad es habitualmente de sólo el 80% al 85% de la
del lado sano (41). Además, pocos pacientes vuelven para recibir La colocación de agujas percutáneas es una técnica especialmente
tratamiento de consolidaciones defectuosas del cuello quirúrgico, difícil en las fracturas en tres partes debido a que la tuberosidad
y cuando lo hacen, los resultados no son peores que los de la repa­ debe ser reducida y la cabeza desrotada. El autor no tiene expe­
ración aguda. Por estas razones el autor se ha vuelto menos agre­ riencia con esta técnica, pero la ha visto realizar a expertos como
sivo con las fracturas del cuello quirúrgico, y opera sólo a jóvenes Bcnirschke.
atletas que necesitan una movilidad completa y a aquellos pa­ El autor prefiere un abordaje deltopectoral y construir una
cientes con fracturas no impactadas con desplazamientos impor­ sutura fijando la cabeza a la tuberosidad desplazada y este con­
tantes. junto a la diáfisis (Fig. 25-18). Esto proporciona una reparación
sorprendentemente segura. Si la tuberosidad menor no está des­
plazada pero hay una fractura entre ella y la cabeza, no se usa fija­
F r a c tu r a s d e l c u e llo a n a tó m ic o ción suplementaria. Si esta zona está bien, el hueso en el surco
El autor conoce un solo caso de reducción abierta y fijación inter­ entre la cabeza y la tuberosidad menor no está fracturado, el autor
na de una fractura aislada del cuello anatómico (Fig. 25-17). No puede añadir un clavo de Ender en la cara medial con el punto de
1020 Sección II: Extremidad superior

Figura 25-16. Reducción abierta y fijación interna de fracturas del cuello quirúrgico.
A: Técnica de reparación con dos clavos de Ender y suturas en form a de ocho.
B: Proyección axilar de Velpeau de una fractura conm inuta de cuello quirú rg ico despla­
zada. C, D: Radiografías anteroposterior y lateral después de reducción abierta y fijación
interna con dos clavos de Ender y suturas gruesas no absorbióles.

entrada en el surco entre la tuberosidad menor y la superficie arti­ F r a c tu r a s e n c u a tr o p a r t e s y f r a c t u r a s


cular (Fig. 25-18 E y F). q u e d iv id e n la c a b e z a
Si el paciente es anciano, el hueso es pobre o la tuberosidad
menor es conminuta aunque no desplazada, se torna en considera­ Problemas especiales en el diagnóstico
ción la sustitución de la cabeza humeral. Esta es una construcción
Fracturas en cuatro partes
sólida y segura, y permite una rehabilitación menos protegida.
Buchanan en 1908, citando a Delpech acredita a Houzclot como
la primera comunicación de una fractura a través del cuello ana­
Resultados
tómico del húmero con luxación de la cabeza en 1808 y a Wolfer
En 25 fracturas tratadas con fijación interna con estas técnicas como la primera fijación interna (ganchos) en 1890 (19). La esci­
hubo un 44% de resultados excelentes y un 52% de satisfactorios, sión de la cabeza se volvió un procedimiento común para fractu­
con una media de elevación activa de 140 grados (4). Los 8 ras que dejaban la cabeza sin ninguna inserción ósea ni de tejidos
pacientes tratados con sustitución de cabeza humeral tenían una blandos (27, 50, 123, 173, 187, 257, 269). La escisión de la cabe­
media de elevación de sólo 85 grados, y en ellos no hubo resulta­ za fue extremadamente común en lesiones por armas de fuego:
dos excelentes (4). Por supuesto, el grupo de la artroplastia tenía casi un millar se realizaron durante la guerra civil de EEUU, con
más edad, más patologías asociadas y mayor fragilidad. un 37% de mortalidad (225).
Capítulo 25: Fracturas del húmero próxima/ 1021

Figura 25-17. Fractura del cuello anatóm ico (aislada). A: Una proyección anteroposterior es inade­
cuada para evaluar el desplazamiento. B: Un corte de tom ografía com puterizada muestra la luxación
de la cabeza con desplazamiento del cuello anatóm ico. C: Visión anteroposterior tras osteosintesis con
tornillo s. D: Visión axilar tras osteosintesis. (Cortesía de Edward Yang, M.D.)
1022 Sección 11: Extremidad superior

Figura 25-18. Reducción abierta y fijación interna de fracturas desplazadas de tuberosidad m ayor en
tres partes. A: Técnica de sutura o sutura con adición de clavos de Ender. Los lazos de la sutura incor­
poran tanto el hueso com o los tendones del m anguito rotador en la reconstrucción. Cuando no hay
trazo de fractura entre la tuberosidad m enor y la cabeza, se puede añadir un clavo de Ender medial
para aum entar la estabilidad longitudinal. B: Radiografía anteroposterior de una fractura en tres par­
tes. C: Visión axilar de Velpeau de la m isma fractura. (La figura continúa.)
Capítulo 25: Fracturas del húmero proximal 1023

Figura 25-18. (Continuación). D: Radiografía anteroposterior después de reducción abierta y fijación


interna con suturas fuertes no absorbióles. E: Radiografía anteroposterior de una fractura en tres par­
tes. F: Radiografía anteroposterior después de reducción abierta y fija ción interna con suturas y un
clavo de Ender medial.

En una fractura-luxación en cuatro partes clásica la cabeza sale fragmento anclado en la cabeza se puede hablar de que sea una
de la articulación y se disloca anterior, lateral o posterior. Con fre­ fractura en cuatro partes. Las tuberosidades mayor y menor no
cuencia se sitúa en la axila (Fig. 25-19); en casos raros puede están siempre separadas, y pueden permanecer unidas por inser­
incluso situarse dentro de la caja costal en el tórax (99, 256). Es ciones musculares (61). Aunque haya tres piezas óseas (cabeza,
importante encontrar el troquín, ya que sólo si no hay ningún diáfisis y las dos tuberosidades), sigue siendo una fractura en cua­
tro partes si la cabeza está separada de las otras estructuras.
En una fractura en cuatro partes impactada en valgo la cabeza
está rotada de forma vertical y las tuberosidades la cubren. Aquí
no hay escalón («step-offi) en la bisagra medial. La mejor proyec­
ción para apreciar este patrón es la proyección anteroposterior.
Las proyecciones axilares pueden ser incluso engañosas debido a
que el lado de la cabeza se proyecta junto a la glenoides, dando la
falsa impresión de que la articulación está reducida (Fig. 25-8).

Fracturas que dividen la cabeza


En 1913 Murphy describió una fractura que dividía la cabeza
humeral y señaló que había escindido el fragmento menor y fija­
do el más grande (202). Dehne comunicó fracturas en las que la
división de la cabeza se debía a un «mecanismo central» (impac-
tación) (45-48). Collopy y Skirving comunicaron la fijación de
una fractura de la cabeza que podía ser más una fractura-luxación
transcondral que una fractura con división de la cabeza (35). De
nuevo, una visón AP es la mejor forma de evaluar esta fractura
(Fig. 25-20). Los cortes de TC pueden estar localizados en el
plano en que la cabeza está fracturada (dividida) y pueden per­
derla completamente.

Controversias respecto a la reducción abierta


y fijación interna frente a la sustitución de cabeza
humeral: papel de la necrosis avascular
Las fracturas en cuatro partes no evolucionan bien con trata­
miento no quirúrgico, aunque algunos autores no han podido
Figura 25-19. Fractura en cuatro partes «clásica» con luxación axi­
lar de la cabeza. El segm ento de la cabeza no tiene inserciones de
mostrar superioridad de la reducción abierta y fijación interna
tejidos blandos. (277, 299). Otros autores han encontrado en efecto, que las frac-
1024 Sección II: Extremidad superior

Figura 25-20. Fracturas con división de la cabeza.


A: Radiografía anteroposterior de una fractura que
divide la cabeza en el plano coronal, con la caracte­
rística línea de «doble densidad». B: Radiografía ante­
roposterior de una fractura que divide la cabeza en el
plano transversal. C: Imagen intraoperatoria de la
fractura que divide la cabeza mostrada en A.

turas reparadas evolucionan mejor que los casos no operados Los primeros intentos de fijar fracturas en cuatro partes clási­
( l l 4, 115). Mole y Roche comunicaron que hasta 30 grados de cas fueron infructuosos debido a la necrosis avascular, pérdida de
angulación de la cabeza y 1 cm de desplazamiento de la tuberosi­ fijación y artrosis postraumática (131, 155, 208, 254, 270), aun­
dad pueden ser tolerados, más alia de estas cifras se necesitaba tra­ que se consiguieron algunos éxitos (54, 108). Sin embargo, la
tamiento quirúrgico (195). mejora de las técnicas de fijación mínima y una mejor selección
Capítulo 25: Fracturas del húmero proximal 1025

de los pacientes (especialmente identificando los patrones impac­


tados en valgo) han producido mejores resultados (42, 66, 132,
231, 240, 253, 279).
La identificación de las fracturas impactadas en valgo como un
patrón que desarrolla necrosis avascular menos fácilmente fue un
avance mayor para la fijación interna de las fracturas en cuatro
partes. Jakob eta l. tuvieron un 74% de buenos resultados con una
tasa de sólo el 26% de necrosis avascular(120). Resch et al. siguie­
ron 22 casos y encontraron sólo un caso de necrosis avascular,
otro de necrosis parcial (subtotal) y en general buenos resultados
(230). El Servicio de Traumatología de Hannover no tuvo casos
de necrosis avascular completa y una tasa del 30% de necrosis
avascular subtotal en una serie de 85 pacientes (282). Bellumore
(5a) tuvo un solo caso de necrosis avascular en 12 fracturas impac­
tadas en valgo. Figura 25-21. Se coloca un pequeño elevador percutáneamente en
el foco de fractura (A), y la porción lateral de la cabeza desplazada
Una importante colaboración a esta discusión fue hecha por se Inclina hacia atrás buscando su relación norm al con la diáfisis
Gerber et al. que revisaron 25 pacientes que habían sufrido una (B). (De W ong KL, W illiam s GR. Percutaneous and m in im a lly inva-
necrosis avascular después de una fractura (81). Se veían resulta­ sive treatm ent of proxim al hum erus fractures. Sports M ed Arthrosc
dos mucho mejores cuando había alineamiento anatómico de los Rev 1999; 7; 134-144, utilizado con autorización.)
fragmentos de la tuberosidad; de hecho, los resultados frieron tan
buenos como los conseguidos con la hemiartroplastia primaria.
Para la sustitución de la cabeza humeral se emplea un aborda­
Estos autores concluyeron que incluso en pacientes jóvenes, la
je deltopectoral. El tendón del bíceps es la guía para hallar el
hemiartroplastia no debía ser evitada «a cualquier precio»; más
intervalo entre las dos tuberosidades. A menudo no están fractu­
bien, la fijación interna debe realizarse sólo si se puede conseguir
radas entre sí, y la rehabilitación se puede simplificar levantándo­
y mantener una reducción anatómica. No obstante, incluso si se
las juntas como un gancho, se coloca entonces la prótesis y luego
desarrolla una necrosis avascular, se pueden seguir obteniendo
tirando de ellas hacia abajo sobre la prótesis. Es una reparación
resultados razonables.
engañosa, pero con mucha menor probabilidad de que se arran­
que la tuberosidad, lo cual es una complicación devastadora. De
Indicaciones y selección del procedimiento otra manera, las tuberosidades están separadas por su plano de
fractura, y no se hace ningún corte nuevo en el hueso.
El autor ha revisado las controversias que aún están de actualidad; Habitualmente la corredera bicipital y el rroquín son una sola
ha tomado aquí su planteamiento preferido. Para fracturas en cua­ pieza, y la fractura discurre inmediatamente posterior a la corre­
tro partes clásicas, con una cabeza enucleada desprovista de inser­ dera bicipital. Se conservan los fragmentos óseos. Se retira la cabe­
ciones de tejidos blandos, realiza una artroplastia de sustitución za eliminando todos los fragmentos articulares anclados a las
humeral en todos los pacientes de cualquier edad. En fracturas tuberosidades. La altura se mide mejor seleccionando una cabeza
impactadas en valgo en pacientes de menos de 55 años, extrema­ idéntica a la que se ha retirado y viendo cómo la cabeza vieja
damente activos, ha usado un abordaje deltopectoral limitado que apoya en el calcar. La perdida ósea en esta área es habitualmentc
evita traumatizar los tejidos. La cabeza se eleva con un elevador y mínima, y un sistema de compensación variable de la cabeza per­
las tuberosidades se llevan debajo de ella y se suturan una a otra. mitirá la colocación de la nueva cabeza en el mismo sitio donde
Habitualmentc esto es todo lo que se necesita, pero pueden aña­ estaba la vieja (25-23).
dirse agujas adicionales. La rehabilitación se basa en los límites de Se han hecho grandes esfuerzos en tratar de identificar la mejor
movimiento apreciados durante la cirugía. Habitualmente sólo se posición para la prótesis. La versión puede juzgarse habitualmen­
permiten ejercicios pendulares y de codo y mano durante las 2 te encontrando la corredera bicipital en la diáfisis. La aleta lateral
primeras semanas, empezando entonces un programa gradual de de la prótesis debe estar a entre 1 y 1,5 cm posterior a ella. Boileau
ejercicios de amplitud de movimiento asistidos. Los estiramientos y Walch razonaron que, en caso de duda, la presencia de 20 gra­
completos se inician a las 8 semanas. dos de retroversión es preferible a un exceso de retroversión del
El autor también ha usado agujas percutáneas, y cree que es vástago, el cual podría tender a impactar en la tuberosidad repa­
una indicación ideal para su uso. Con una colocación similar a la rada con exceso de tensión cuando el brazo está en un cabestrillo
descrita previamente, se hace una pequeña incisión puntiforme en rotación interna (13).
lateralmente, y se pasa un elevador largo y estrecho para empujar Las prótesis deben cementarse siempre debido a la pérdida de
suavemente el extremo de la cabeza hacia atrás y arriba (Fig. 25- hueso proximal y a la osteoporosis, que de otra forma debilitarían
21). Se usan entonces las agujas para reducir las tuberosidades. la fijación. Los aflojamientos asépticos de las prótesis cementadas se
Finalmente, dos o tres agujas fijan la tuberosidad mayor hacia ven con muy poca frecuencia, mientras que muchas series han
abajo, y una o dos agujas anteriores fijarán la tuberosidad menor comunicado aflojamientos de vástagos no cementados usados en
hacia atrás (Fig. 25-22). También se pueden usar tornillos canula- fracturas. Las tuberosidades se reparan entre sí a través de los aguje­
dos para fijar las tuberosidades. ros de la aleta, pero no directamente a la prótesis; así, pueden ajus­
En el caso de fracturas que dividen la cabeza, siempre ha sido tarse a su propio nivel. Adicionalmente las tuberosidades se suturan
necesaria una prótesis en la experiencia del autor; no ha sido capaz a la diáfisis con múltiples suturas gruesas no absorbiblcs o alambres
de fijar ninguna. El hueso se rompe, como en una fractura del pla­ a través de agujeros perforados al efecto (Fig. 25-24). Finalmente,
tillo tibial, y la fijación no ancla bien. se sutura el intervalo rotador y se efectúa el cierre por planos.
1026 Sección II: Extremidad superior

Figura 25-22. A-C: Radiografías de una fractura en cuatro partes impac-


tada en valgo del húm ero proxim al. D, E: Reducción cerrada y colocación
de agujas percutáneas de una fractura impactada en valgo usando m ú lti­
ples agujas de 2,5 m m de la AO. La cabeza ha sido elevada y las tub ero­
sidades reducidas. F-H: Aspecto radiográfico de un hom bro un año des­
pués de la colocación de agujas percutáneas. (Cortesía de Jon J. R
D, E Warner, M. D. y Roland P. Jakob, M. D.)
Capitulo 25: Fracturas del húmero proximal 1027

Figura 25-23. Valoración del tam año de la cabeza durante la sustitución de la cabeza hum eral por fractura. A:
Utilización de un sistema con m últiples curvaturas y grosores de cabeza que perm ite una buena igualdad con la cabe­
za retirada. El uso de un sistema de compensación variable perm itirá colocar la cabeza protésica precisamente donde
se une con el calcar (esto puede determ inarse habitualm ente por inspección en la cirugía). B: Radiografía postope­
ratoria después de la reconstrucción anatómica de las tuberosidades ayudada por la colocación exacta de la cabeza
m ostrada arriba. C: Se ve una curación excelente de las tuberosidades a los 3 meses de seguim iento.

Figura 25-24. Técnica de reparación de las tuberosidades


durante la sustitución de cabeza hum eral por fractura.
1028 Sección II: Extremidad superior

Speck y Regazzoni encontraron un 44% de reabsorción de la y fuerte que es ligeramente rígido, y un 15% a 20% tiene algún
tuberosidad asociada con una disminución de los resultados clíni­ dolor o rigidez sustancial (69). El factor más significativo que
cos en una serie de 40 sustituciones de cabeza humeral por frac­ influye en los resultados es la colaboración con el cuidado post­
tura (259), y el autor también ha visto este problema. Quizá una operatorio y el programa de fisioterapia.
reparación rigurosamente segura de la tuberosidad, asociada al
uso de injertos óseos, reducirá la incidencia de este problema.
COMPLICACIONES (TABLA 25-3)
Rehabilitación E v a lu a c ió n
Se instaura una elevación pasiva inmediata hasta el plano de la Las complicaciones son más frecuentes tras tratamiento quirúrgi­
escápula, hasta el nivel alcanzado con facilidad durante la cirugía, co que tras el conservador (277, 299). El seguimiento postopera­
habitualmente entre 120 y 140 grados, realizado por el cirujano, torio cuidadoso es necesario para evitar que pasen desapercibidos
el fisioterapeuta o un familiar instruido. Se puede o no instaurar hechos que pueden necesitar evaluación o tratamiento.
la rotación externa hasta un límite fijo en función de la seguridad
de la reparación. A las 6 semanas, si hay evidencia radiográfica de
curación de la tuberosidad, se inicia un programa de movilización I n e s t a b ilid a d
pasiva máxima y estiramientos (excepto para la rotación interna),
y el paciente progresa hacia ejercicios activos y resistidos suaves a La inestabilidad gleno-humeral verdadera es inusual tras fracturas.
las 8 semanas, momento en el que se pueden empezar los ejerci­ La subluxación inferior transitoria es frecuente, tanto tras trata­
cios de rotación interna. miento conservador como tras cirugía (40, 45, 67, 273, 274).
Esto habitualmente resulta de atonía muscular, hemartros, desgarros
capsulares o cualquier combinación de estas condiciones. El tra­
Resultados tamiento consiste en soporte con cabestrillo, ejercicios isométri-
Los resultados del autor y sus colaboradores con la sustitución cos del deltoides y observación. La inestabilidad no debe ser igno­
protésica de cabeza humeral han sido satisfactorios, con alrededor rada debido a que si la cabeza permanece subluxada demasiado
del 50% de pacientes que alcanzan una movilidad próxima a la tiempo, puede resultar ocasionalmente en estiramiento capsular
del hombro normal, 30% a 35% consiguen un hombro sin dolor permanente.

COMPLICACIONES

Complicación Factores asociados Tratamiento


Inestabilidad Fractura de glenoides; RAFI de glenoides/reparación
de manguito rotador; del desgarro del manguito;
atonía muscular ejercicios isométricos
Consolidación defectuosa Diagnóstico incorrecto; Liberación de adherencias con o
mala reducción; fijación sin osteotomía frente a recorte
inadecuada de prominencias
Seudoartrosis Movilización demasiado Cabeza preservada: RAFI cabeza
precoz; hueso de mala «cavitada»: sustitución de
calidad cabeza humeral
Necrosis avascular Fractura en cuatro partes Sustitución de cabeza humeral
Infección Deterioro inmunitario: Retirada de material de síntesis
pérdida extensa de tejidos y desbridamiento
blandos
Lesión neurovascular Fractura en cuatro partes Angiografía en casos de alto
con cabeza en la axila riesgo; equipo de cirugía vascular
disponible en quirófano
Artritis Material de síntesis Sustitución de cabeza humeral
penetrando en la o total del hombro
articulación
Hombro de Charcot Siringomielia: diabetes Hacer el diagnóstico; evitar el
desapercibido tratamiento quirúrgico
Tendinitis del bíceps Fractura en la corredera Tenodesis
bicipital; tendinitis previa
Desgarro del manguito Fractura de la tuberosidad Reparación
rotador
RAFI: Reducción abierta y fijación interna.
Capítulo 25: Fracturas del húmero proximal 1029

Figura 25-25. Problemas no reconocidos después de reducción abierta y fijación interna. A:


Radiografía anteroposterior que se interpretó com o fractura oblicua del húm ero proxim al. B: Visión
anteroposterior tras reducción abierta y fijación interna. C: La prim era proyección axilar que se tom ó
(Velpeau) m ostró una luxación posterior no diagnosticada. D: Otro caso en el que sólo con un corte
de tom ografía computarizada se pudo m ostrar que el m aterial de síntesis había penetrado en la a rti­
culación.
1030 Sección II: Extremidad superior

Figura 25-26. Consolidación defectuosa de la tuberosidad mayor. A: Seudoartrosis superior tras


reducción abierta y fijación interna vista en proyección anteroposterior. B: Seudoartrosis posterom e-
dial vista en un corte de tom ografía computarizada.

C o n s o lid a c ió n d e f e c tu o s a Un desplazamiento tan pequeño como de 5 mm hacia superior


del troquíter» se halló que podía causar síntomas en algunos casos.
La consolidación defectuosa es un tema complejo que requiere un Cuando hubo un desplazamiento grosero se realizó osteotomía y
estudio por imagen meticuloso para evaluar el grado de deformi­ reposición del fragmento; de otra forma la tuberosidad se recortó
dad (80). Rodosky et al. revisaron su experiencia en el tratamien­ hacia abajo y se realizó una acromioplastia compensadora (Fig.
to quirúrgico de las consolidaciones defectuosas del húmero pró­ 25-27). Sólo uno de los pacientes con fractura del cuello quirúr­
xima! (235). Para ayudar a organizar un desafío clínico complejo, gico necesitó una osteotomía y realineamiento (Fig. 25-28). Los
dividieron los casos en aquellos con consolidación defectuosa ais­ otros tres tuvieron rigidez de tejidos blandos (la pérdida de movi­
lada del troquíter (Fig. 25-26) (14) y aquellos con consolidacio­ miento había sido atribuida erróneamente a la angulación del cue­
nes defectuosas complejas (13) que tenían consolidación defec­ llo) y evolucionaron bien con una simple liberación de tejidos
tuosa tanto del cuello como de las tuberosidades o presentaban blandos y recorte de cualquier relieve que cause tope. Los pacien­
pérdida articular (p. ej., necrosis avascular, artrosis postraumática tes con casos complejos (Fig. 25-29) tuvieron un buen alivio del
o fracturas que dividen la cabeza consolidadas en mala posición). dolor en general, pero una función limitada (235).

Figura 25-27. Consolidación defec­


tuosa de la tuberosidad mayor. A:
Radiografía a n terop osterior que
muestra un pequeño grado de pro­
minencia superior. B: M ejor que
realizar una osteotomía con el ries­
go de arrancam iento lateral, se
recortó la prominencia y se realizó
una liberación de las adhesiones y
una acromioplastia.
Capitulo 25: Fracturas del húmero próxima! 1031

Figura 25-28. Consolidación defectuosa de una fractura del cuello quirúrgico. A: Consolidación defec­
tuosa del cuello quirúrgico con angulación de 45 a 50 grados en varo. B: Después de osteotom ía y
reconstrucción con lámina-placa.

Otros autores de forma similar han comunicado mejores resul­ comunicaron una seudoartrosis de troquíter que repararon artros-
tados en el tratamiento de las consolidaciones defectuosas cuando cópicamente (77). Las seudoartrosis del cuello quirúrgico son más
se habían corregido todas las alteraciones óseas y de partes blan­ comunes, con o sin seudoartrosis de la tuberosidad, necrosis avas­
das (7, 258). Diñes et al. también encontraron que la sustitución cular de la cabeza humeral o artrosis gleno-humeral postraumáti­
en casos postraumáticos producía resultados funcionales modes­ ca (62). En efecto, la seudoartrosis del cuello quirúrgico en más
tos (56). común si hay rigidez gleno-humeral porque el movimiento se des­
plaza al foco de fractura (236).
El tratamiento ha sido algo problemático. Duraldc et al. trata­
S e u d o a r t r o s is ron 20 pacientes, algunos con sustitución de cabeza humeral y
Las seudoartrosis de la tuberosidad son raras a menos que estén otros con reparación e injerto óseo (62). Se consiguió un alivio del
muy desplazadas; generalmente curan algo. Gartsman y Taverna dolor fiable, pero los resultados funcionales fueron modestos.

Figura 25-29. Consolidación defectuo­


sa com pleja. A: Radiografía preopera­
toria que muestra que la cabeza ha
consolidado angulada hacia atrás y el
tro q u íte r está po r encim a de ella.
Además se encontró en la exploración
que la cabeza era blanda y necrótica.
B: Después de la reconstrucción con
osteotom ía de la tuberosidad y repara­
ción y sustitución de la cabeza hum e­
ral.
1032 Sección II: Extremidad superior

Figura 25-30. Sustitución de cabeza hum eral por seudoartrosis. A: Cavitación por una seudoartrosis de cuello quirú rg ico que
ha erosionado el 25% in fe rio r de esta cabeza hum eral. B: Un caso sim ilar tras reconstrucción con sustitución de cabeza
hum eral con injerto óseo en form a de media luna tallado de la cabeza hum eral retirada.

Nayak et al. trataron 17 pacientes: diez por reparación (de los cua­ avasculares pueden verse con frecuencia, pero que el colapso real
les dos desarrollaron seudoartrosis recidivante, dos desarrollaron es raro (158), y algunas cabezas incluso se reconstruyen comple­
necrosis avascular y ocho necesitaron retirada del material de sín­ tamente (202). Por el contrario, Lim et al. encontraron que el
tesis) y siete por sustitución de la cabeza humeral, en los cuales los colapso se puede producir durante los 3 años después de la frac­
resultados fueron modestos (205). Más recientemente, técnicas tura (166). Aunque se cree ampliamente que las fracturas en cua­
innovadoras han mejorado los resultados. Walch et al., usando tro partes impactadas en valgo tienen una tasa menor, Molé y
tanto una clavija de hueso intramedular como placas con torni­ Roche hallaron que el 50% de los pacientes con casos impactados
llos, consiguieron una tasa de consolidación del 96% en una serie evolucionaron al desarrollo de necrosis avascular (195).
de 20 seudoartrosis (283). Simpson y Júpiter introdujeron una Se ha defendido la descompresión del núcleo de la cabeza, pero
lámina-placa fuerte con el mismo propósito y consiguieron un no hay una evidencia fuerte que anime a su uso (194, 196). La
100% de consolidación en una serie de 17 pacientes, uno de los mayoría de pacientes se siguen con observación, con ejercicios de
mejores resultados en la literatura (255). estiramiento suaves y analgésicos suaves. Si aparece el colapso o el
La preferencia personal del autor es la fijación con lámina- dolor se vuelve insoportable, se considera el reemplazo de la cabe­
placa cuando hay preservación de la cabeza, pero realiza reempla­ za humeral (Fig. 25-31). Sólo si la glenoides se vuelve artrósica,
zo de la cabeza humeral usando la cabeza como injerto en forma habitualmente por roce durante largo tiempo contra un húmero
de media luna en el calcar si la cabeza es blanda, cavitada o ero­ proximal deformado y colapsado, se considera el reemplazo total
sionada (Fig. 25-30). del hombro.

N e c ro s is a v a s c u la r I n f e c c ió n
La determinación de la incidencia real de la necrosis avascular El hombro está bien cubierto por tejidos blandos, y la infección,
depende de la clasificación exacta de la fractura, la evaluación cui­ ya sea postraumática o posquirúrgica, es rara. Johansson encontró
dadosa de los cambios avasculares en los cortes de RM para evitar que 2 de 147 (1,4%) pacientes se habían infectado después de
que pase desapercibida una lesión subsegmentaria y una recogida reducción abierta y fijación interna (122). La tasa después de la
de datos cuidadosa. Schai (246a) hallaron que 10 de 13 (77%) colocación de agujas percutáneas puede ser ligeramente más alta,
fracturas en cuatro partes desarrollaron necrosis avascular; para dada la causa de la infección del trayecto superficial de las agujas:
Zyto et al. el porcentaje fue del 18% (300). Otras series han una serie tuvo una tasa del 8% de infecciones (42).
encontrado tasas que varían entre el 0% y el 71% (12, 66, 96,
131, 184, 208, 268, 269).
L e s io n e s a r t e r ia l e s y n e r v io s a s
Aunque Jakob y Ganz describieron la necrosis avascular como
una complicación infrecuente pero devastadora (119), muchos Cuando se realiza una electromiografía meticulosa, hasta en el
investigadores han hallado que la función y el movimiento pue­ 45% de los pacientes con fracturas del cuello quirúrgico o luxa­
den ser muy variables, incluso en presencia de colapso (71,79, 81, ciones gleno-humerales se puede encontrar algún grado de lesión
138, 229). Algunos autores han argumentado que los cambios nerviosa (49). El riesgo es mayor en pacientes ancianos o cuando
Capitulo 25: Fracturas del húmero proximal 1033

Figura 25-31. A: Fractura en tres partes con necrosis avascular. Radiografía anteroposterior de una
fractura en tres partes. Hay desplazamiento medial de la diáfisls y la tuberosidad m ayor está rotada y
separada de la cabeza. B: Reducción abierta y fijación interna conseguida con numerosas agujas y
alambres. Se necesitó una disección extensa de los tejidos blandos para conseguir esta reparación. C:
Ocho meses después de la intervención la cabeza ha desaparecido com o consecuencia de la necrosis
avascular. D: Este fracaso en la reparación de la fractura se rescató con una sustitución total de hom ­
bro debido a que la glenoides tam bién estaba afectada por patología degenerativa.

se desarrolla un hematoma. Alguna pérdida permanente puede estudios de conducción eléctrica a las 4 a 6 semanas pueden ser de
encontrarse hasta en el 8% de los casos. ayuda para descartar una lesión nerviosa.
Si la lesión del nervio o el plexo se presenta en el momento de La lesión arterial por fracturas desplazadas no es infrecuente,
una fractura cerrada, el pronóstico de recuperación es bueno y se especialmente en fracturas en cuatro partes con la cabeza en la
indica la observación. Se pueden usar férulas para soportar las axila y en fracturas diafisarias con desplazamiento medial (103,
articulaciones débiles y la fisioterapia se indica para mantener la 106, 157, 165, 168, 245, 297) (Fig. 25-32). Se indican controles
movilidad pasiva. También se puede usar la estimulación eléctrica de vigilancia vascular en todas las fracturas del húmero proximal.
para mantener el tono muscular. Aunque la pérdida de pulso o calor puede estar presente con fre­
Si aparece una lesión severa nueva tras un procedimiento qui­ cuencia, muchos pacientes con lesiones vasculares no tienen
rúrgico o después de una manipulación, la decisión de si explorar hallazgos clínicos significativos. El amplio uso de estudio con eco-
quirúrgicamente debe basarse en la estimación del cirujano de las Doppler y arteriografía debe considerarse si hay un desplazamien­
posibilidades de una lesión por sección. Cuando hay dudas, los to extremo de la diáfisis junto con la posición axilar de la cabeza
1034 Sección II: Extremidad superior

Figura 25-32. Lesión arterial por fracturas del húm ero proxim al. La Figura 25-33. Se debe sospechar un hom bro de Charcot cuando
arteria com prim ida por un fragm ento de la cabeza en la axila se hay una disolución o fragm entación Inusual del húm ero proxim al
muestra en la arterlografía. después de una fractura.

luxada, un gran hematoma o una lesión del plexo braquial que tratamiento expectante. Si se desarrolla una artrosis severa puede
pueden indicar una lesión de estructuras mediales. Debe obtener­ utilizarse el mismo algoritmo que para la artrosis primaria, excep­
se una consulta con cirugía vascular. to que el pronóstico para el movimiento y alivio del dolor en los
casos postraumáticos es mucho más cauteloso (211).
Siempre que aparezca una fragmentación inusual después de
A r tr o s is y o tr a s p a t o lo g ía s
una fractura hay que considerar una artropatía de Charcot (Fig.
La artrosis postraumática puede suceder después de cualquier 25-33). Las pruebas de búsqueda incluyen la evaluación de la sen­
fractura (300). Habitualmente es ligera. Mientras haya superficies sibilidad vibratoria y térmica en la mano y cortes de RM de la
congruentes y preservación del espacio articular puede seguirse un columna cervical (para descartar una siringomielia).

Figura 25-34. Problemas después de la sustitución de la cabeza humeral. A: Erosión de la glenoldes.


B: Arrancam iento de la tuberosidad (flechas). (La figura continúa.)
Capítulo 25: Fracturas del húmero próxima! 1035

three-part fractures of the proximal humerus. J Shoulder Elbow Surg


1998:7:318.
5. Basti JJ, Dionysian E, Sherman PW, et al. Management of proximal
humeral fractures. J Hand Ther 1994(April-June);7(2):l 11-121.
5a. Bellumorc Y, Determe P, Bonnevialle M, et al. Preliminary results
of internal ftxation combincd with distao-proximal Kapandji nailing
¡n fractures of the head and tuberositics of the humerus. / Bone Joint
Surg Br 1997:79:45.
6. Benirschke SK, West GG, Henley MD, et al. Percutaneous pin fixa-
tion of surgical neck fractures of the humerus. Orthop Trans 1992;
16:231.
7. Beredjiklian PK, lannotú JP, Norris TR, et al. Operative treatment
of malunion of a fracture of the proximal aspect of the humerus
[published erratum appears in / Bone Joint SurgAm 1999:81:439]. J
Bone Joint SurgA m 1998:80:1484-1497.
8. Bernstein J, Adler LM, Blank J E, et al. Evaluation of the Neer system
of classification of proximal humeral fractures with computerized tom-
ographic scans and plain radiographs. ] Bone Join t Surg Am 1996:78:
1371-1375.
9. Bertoft ES, Lundh I, Ringqvist I. Physiotherapy after fracture of the
proximal end of the humerus. Scand J Rehabil M ed 1984:16:11-16.
10. Bigliani LU, Flatow EL, Pollock RG. Fracture classification Systems:
do they work and are they useful? J Bone Join t Surg Am 1994:76:
790-792.
11. Bixler BA, Naidu SH, Capo JA, et al. Percutaneous pinning of proxi­
mal humerus fractures: a biomechanical study. Orthop Trans 1996;
20:865-866.
Figura 25-34. (C ontinuación). C: Osificación heterotópica {flechas). 12. Bohler J. Les fractures recentes de l’épauie. Acta Orthop Belg 1964;
30:235-242.
13. Boileau P, Walch G. The three-dimensional geometry of the proximal
humerus. J Bone Join t Surg Br 1997;79:857-865.
14. Boileau P, Fluren D, Pietu G, et al. L’arthroplastie prosthétique dans
DePalma y Cautilli señalaron que la tendinitis bicipital podía les fractures récentes complexes de l’cxtrémité supérieure de l’hum-
érus: technique et indications. In: Mansat M, ed. Prothése d ’épaule.
ser consecuencia de fracturas, sobre todo si la fractura afectaba a
Paris: Expansión Scientifique Publications 1999:126-137.
la corredera bicipital (51). También se ha señalado si la fractura 15- Breasted JH. The F.dwin Smith surgicalpapyrus, vol 1. Chicago: Uni-
afecta a la corredera (1). Puede considerarse la liberación o teno- versity of Chicago Press, 1930:596.
desis del bíceps siguiendo los criterios habituales. Los problemas 16. Brickner W M. Certain afflicrions of the shoulder and their manage-
después de la sustitución de la cabeza humeral incluyen erosión de ment. !n t Clin 1924;2:191-211.
la glenoides, osificación heterotópica y arrancamiento de la tube­ 17. Brooks CH, Revell W J, Heatley FW. Vascularity of the humeral head
rosidad (Fig. 25-34). after proximal humeral fractures: an anatomical cadáver study./ Bone
Join t Surg Br 1993;75:132-136.
18. Brostrom F. Early mobilization of fractures of the upper end of the
humerus. Arch Surg 1943;46:614-615.
CONCLUSIONES 19. Buchanan JJ. Fracture through the anatomical neck of the humerus
with dislocation of the head. Ann Surg 1908;47:659-671.
La mejor oportunidad de obtener un buen resultado en una frac­ 20. Buhr AJ, Cooke AM. Fracture patterns. Lancet 1959;1:531-536.
21. Burkhead W Z Jr. Use of porous-coated modular prosthesis in the
tura del húmero proximal es durante la cirugía inicial. la s revi­ treatment of complex fractures of the proximal humerus. Tech Orthop
siones tienen, de lejos, peores resultados. Una meticulosa evalua­ 1994;8:184-191.
ción clínica, unas radiografías precisas, un tratamiento apropiado 22. Burstein AH. Fracture classification Systems: do they work and are
y diestro, y una rehabilitación supervisada, deberían llevar a un they useful? J Bone Join t SurgAm 1993:75:1743—1744.
23. Caldwell JA, Smith J. Treatment of unimpacted fractures of the surgi­
paciente satisfecho y un hombro funcional en la mayoría de los cal neck of the humerus. Am J Surg 1936;31:141-144.
casos. 24. Callahan DJ. Anatomic considerations: closed reduction of proximal
humeral fractures. Orthop Reo 1984;13:79-85.
25. Cameron HU, Jakob R, Macnab 1, et al. Use of polymethylmethacry-
late to enhance screw ftxation in bone. J Bone Join t SurgAm 1975;
57:655-656.
BIBLIOGRAFÍA 26. Caniggia M, Maniscalco P, Picinotti A. What is the proper degree of
retroversion of the humeral stem of shoulder prosthesis for 4-fragment
1. A h o v u o J , P a a v o la in e n P , B jo rk e n h e im J . F ra c tu re s o f th e p ro x im a l fractures of the proximal humerus? J Bone Join t Surg Br 1997;79[Suppl
h u m e ru s in v o lv in g th e in te rtu b e r c u la r g ro o v e. A cta R a d iol 19 8 9 ;3 0 : 2]: 194.
3 7 3 -3 7 5 . 27. Cave EF. Shoulder girdle injuries. In: Fractures and other injuries.
2 . A ld re d g e R H , K n ig h t M P . F ra c tu re s o f th e u p p e r e n d o f th e h u m e ru s Chicago: Year Book, 1958:250-289.
tre a te d b y e a r ly rela x ed m o rio n a n d m a ssa g e. N ew O rlean s M ed S u rg 28. Chandler RW. Displaced proximal humeral fractures treated with a
J 1 9 4 0 ;9 2 :5 1 9 - 5 2 4 . locked intramedullary device. Tech Orthop 1994;8:192-198.
3 . A n d re a se n A T . A v u lsió n fra c tu re o f th e lesser tu b e r o s ity o f th e h u m e - 29. Checchia SL, Miranda DL, Carnciro MU, et al. Tratamento das fract­
ru s. L a n cet 1 9 4 1 ; 1 :7 5 0 . uras do colo cirúrgico do úmero pela técnica de Kapandji. Reo Bros
4 . A rro y o J S , M a r r a G , P o llo c k R G , et a l. M a n a g e m e n t o f d isp la c e d Ortop 1993;28:43-49.

También podría gustarte