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Fuente: Carolina Perez-Iñigo UIA
























































Los monarcas no dejan el control de la empresa hasta su fallecimiento.
Dejan la organización hasta su muerte y las generaciones más jóvenes no
asumen.

Los generales asumen que es conveniente dejar el control a las


siguientes generaciones y en apariencia se retiran, pero regresan
provocando desconcierto y más problemas que beneficios. Se
consideran generales porque regresan con una actitud de heroicidad,
pero en realidad lo hacen por no encontrar un espacio en el retiro.

Los embajadores tienen claro que la siguiente generación debe tomar el


control y lo ceden. Permanecen lo suficientemente cerca como para
aconsejar lo suficiente y lo suficientemente lejos como para dejar actuar.

Los gobernadores también dan paso a las nuevas generaciones, pero se


desligan totalmente de la organización. Asumen que su gobierno ha
concluido y que es tiempo de encontrar nuevas alegrías en otras
actividades.




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