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CAPITULO 1.

DESPERTAR
Linda Llanes se encontraba en el baño del personal tratando de quitar una mancha de café
que había salpicado a su uniforme mientras estaba desayunando con sus nuevos compañeros de
trabajo, era su primer día y no quería que esa mancha se volviera un mal recuerdo de aquel. Se
miró fijamente al espejo, la mancha no había desaparecido, la olvidó y tras una calada profunda de
aire se llenó nuevamente de entusiasmo y regresó a su trabajo.

Tarareando una desconocida canción, para no pensar en lo nerviosa que se encontraba,


recorrió los amplios y blancos pasillos de la segunda planta del sanatorio. Había estudiado los
casos de todos los pacientes que se encontraba en su ala asignada, así que decidió ir primero a la
habitación 19 que se encontraba en el fondo del pasillo. Su paciente era un joven muchacho

de 21 años de edad que, de alguna manera, todavía desconocida, se había desconectado


totalmente de su entorno, era un paciente que desde su ingreso no se ha comunicado de ninguna
manera con alguien, pasaba todo el día sentado en su sillón sin hacer nada, un paciente fácil
pensó, solo debía vestirlo, asearlo, ayudarlo a alimentarse y su misión habría terminado.

Al abrir la puerta su tranquilidad se esfumó en un abrir y cerrar de ojos, al notar que el


paciente no se encontraba en su sillón. Preocupada por si se había caído, buscó aterrada por todos
los rincones sin éxito. Dada por vencida decidió salir de la habitación y alarmar al resto del
personal sobre una muy improbable fuga del paciente o un más probable secuestro. Antes de
cruzar la puerta el sonido de una manija bajando y el consecuente chirrido de una puerta
abriéndose la detuvo, sin querer mirar giró lentamente su cabeza para cerciorarse de quien se
encontraba en el baño privado de la habitación. La figura blanca y delgada que asomaba del baño
de pronto saludó y de manera instintiva Linda gritó con todas las fuerzas que le proporcionaba la
adrenalina recorriendo por sus venas.

El Dr. Ernesto Figueroa se dirigió rápidamente a la habitación 19, incrédulo observó a su


paciente, aquel paciente del que se había hecho cargo por más de trece años se encontraba ahora
mismo de pie observando a casi todo el personal que había acudido para presenciar el
espectáculo.

- Hola- saludó tímido Ernesto mientras se acercaba lentamente a su paciente.

- Hola- respondió al saludo con dificultad, como si su lengua pesara al hablar.

- ¿Sabes quién eres?

- Lucas- respondió.

Tras sentarlo al sillón el doctor lo examinó cuidadosamente, buscaba una posible lesión
que desvelara una caída, pero no encontró nada, sus signos vitales eran normales. Desconcertado
le preguntó si se había levantado por sí mismo. Lucas asintió y preguntó por sus padres. Ernesto le
mencionó que ya están de camino, que no se preocupara. Lo ayudó a trasladarse a una silla de
ruedas que había traído el personal auxiliar y lo llevó a su despacho donde esperarían a sus
padres.
Ernesto tenía un millón de preguntas por formularle a Lucas, pero no sabía por dónde
empezar. Lo primero que le preguntó fue si había estado consciente de lo que sucedía a su
alrededor, si solo había estado atrapado en un cuerpo que no respondía y era un mero espectador
de lo que le sucedía. Lucas tardó en responder, poco a poco sus palabras iban aclarándose como si
fuera recordando cómo hablar. Su respuesta fue negativa, no recordaba nada más que su niñez,
tras una larga pausa mencionó que varias imágenes de él mismo en lugares desconocidos
haciendo cosas que jamás había hecho se le vino a la cabeza antes de despertar.

Sus padres llegaron de repente y sin poder contenerse entre llantos abrazaron a Lucas, los
ojos de Lucas empezaron a lagrimear también.

- Es algo que no puedo explicar- les dijo Ernesto a los padres de Lucas en privado – es
como si se hubiese levantado de un coma, no recuerda nada, mas que tal vez algunas pesadillas,
ahora mismo se encuentra tranquilo. Sus signos vitales son estables, me encantaría poder decirles
que está curado, pero no sabemos si realmente lo está, a decir verdad, nunca supimos que le
sucedía. Para estar seguros me gustaría que hoy en la noche se quede para mantenerlo vigilado,
no quiero hacerle muchas preguntas o estudios que tal vez perturben su mente, eso podrá hacerse
después, ahora mismo lo importante es asegurarnos de su bienestar.

- Muchas gracias doctor, es un milagro verlo de vuelta y si usted recomienda que Lucas se
quede hoy noche, no tenemos ningún problema, lo importante es que este bien, mañana
podremos estar con él todo el tiempo que queramos. –dijo el padre de Lucas mientras sus ojos se
volvían a humedecer.

Lucas había regresado a su habitación del sanatorio con la ayuda de un par de enfermeras,
entró al baño privado y tras remojarse la cara se preguntó en voz alta – ¿Qué diablos me sucedió?

A la mañana siguiente el Dr. Ernesto les comentó a los padres de Lucas que se encargaría
de hacer el respectivo seguimiento con visitas domiciliarias, también les indicó que ellos se
encarguen de contarle lo que le había sucedido.

Al salir por la puerta principal cubriéndose del radiante sol Lucas se despidió de su doctor y
del personal quienes lo observaban con algo de cariño y tristeza, ayudado por sus padres subió a
una camioneta negra.

No había mencionado nada por un largo tiempo mientras iba de regreso a casa. El paisaje
por donde pasaban no le era familiar así que preguntó a sus padres si seguían viviendo en la Villa
La Luz.

- Sí Lucas, todavía vivimos ahí, solo queremos pasar por un restaurante para desayunar
algo, antes de llegar a casa –respondió su madre con una gran sonrisa en su rostro.

- ¿Recuerdas algo más Lucas? –preguntó su padre.

- Creo que sí –dijo mientras llevaba la mirada a la ventana opuesta a su asiento –mi
habitación se encuentra entre la de ustedes y el baño principal, no tenemos perro, ni gato, mi
mejor amigo se llama Samuel.
- ¡Todas son correctas hijo! –dijo su padre mientras reducía la velocidad para ingresar a un
restaurante de la autopista norte.

Se trataba del restaurante donde Lucas iba con sus padres cuando se encontraban de
celebración, como un cumpleaños o un ascenso en el trabajo. Mientras esperaban el menú le
explicaron que le había sucedido. Días previos a Navidad la madre de Lucas lo había encontrado en
su habitación sentado en el filo de la cama mirando fijamente la pared, con gran cantidad de saliva
corriendo por sus comisuras, esto había alertado a su madre que tras varios intentos no pudo
hacer que su hijo respondiera a ningún estímulo. Lo había llevado a urgencias y tras varios
exámenes realizados, lo habían ingresado para realizar exámenes más complejos y que fuera
valorado por varios especialistas, ningún examen ni ningún especialista habían dado con alguna
patología que explicara los síntomas de Lucas. Llegaron a la conclusión de que se trataba de algún
trastorno psiquiátrico que lo desconectaba de su entorno y al final decidieron internarlo en el
sanatorio Las Colinas donde recibiría todos los cuidados necesarios y lo visitarían todos los días por
más de trece años.

- Me alegra mucho ver que sigan juntos –dijo Lucas entre sollozos.

- ¿De qué hablas cariño, por qué no íbamos a estar juntos? –preguntó algo desconcertada
su madre.

- No, nada no me hagan caso, quise decir me alegra mucho que estemos juntos.

Al regresar a casa Lucas observó como todo se encontraba igual a como lo recordaba.
Cenaron espagueti con carne molida, su comida favorita. Su madre le mencionó que mañana
podría ver a su amigo Samuel que hoy debería descansar así que lo acompañaron a su habitación.
Ambos se despidieron de Lucas con un fuerte abrazo, no había dejado de llorar durante todo el
día.

Lucas no podía dormir así que decidió buscar a Samuel, quien había sido su mejor amigo
desde que tiene memoria. Con mucho sigilo abrió la ventana, se deslizó por el tejado y logró
agarrase al árbol del patio con algo de dificultad, todavía no había recuperado por completo su
memoria muscular. En la esquina de la cuadra contigua se encontraba la casa de Samuel, se dirigió
a su ventana, al parecer se encontraba en ella ya que las luces todavía seguían encendidas, lanzó
varias piedras diminutas del patio, solo había atinado un par de ellas a la ventana. De pronto la
ventana se abrió y Samuel asomó por ella.

- ¿Qué haces aquí? ¿eres tú Lucas? – preguntó Samuel asombrado y emocionado al mismo
tiempo.

- Necesita hablar contigo, baja.

- Sigues estando loco –bromeó Samuel y bajo por su ventana.

Tras recibir un fuerte abrazo, ambos se dirigieron al parque más cercano. Sentados en los
columpios comenzaron a hablar de todo lo que había sucedido. Samuel estaba preocupado por el
estado de Lucas así que ya no quiso hablar más.
- Deberíamos regresar Lucas, si tus padres se enteran que no estás en tu habitación van a
llamar a todos los policías, a todos los bomberos y a todos los médicos de la ciudad, te lo juro.

- Samuel, lo que te voy a decir va a sonar muy loco así que primero quiero asegurarme de
algo, ¿recuerdas todas las historias y canciones que escribimos cuando éramos niños?

- Si las recuerdo –que hay con eso.

- ¿Solo las recuerdas, no ocurrió algo extraño con ellas?

- Maldita sea, creí que me estaba volviendo loco, claro que ocurrió algo maldito loco, todo
lo que escribimos que a decir verdad todo salía de tu cabeza, todo eso luego fue publicado por
verdaderos escritores y grabado por verdaderos músicos.

- Bien.

- ¿Bien qué?, ¿qué está bien para ti?, tienes idea de lo paranoico que me estaba volviendo
cada vez que salía un libro o una canción exitosa que nosotros habíamos escrito antes, encima te
paralizaste o algo así y me quedé solo con todo esto.

- Me refiero a que estás listo para digerir todo lo que te voy a contar.

- Bueno, pues adelante soy todo oídos.

- Ya he vivido, cómo decirlo, mi vida varias veces, es decir, cuando mi vida se termina ya
sea por alguna enfermedad o accidente vuelvo a nacer y poco a poco voy recordando todo lo que
viví en mi vida pasada. Si no estoy mal he vuelto a vivir y a recordarlo todo como unas cien veces.
Vuelvo a nacer siendo yo mismo y casi todo ocurre de la misma forma a como fue en las vidas
anteriores por esa razón sabía que historias se volverían best-seller y en qué año pasaría, así como
que canción se volvería un éxito mundial, todo eso lo escribí cuando éramos niños para cuando
ocurriesen tú me creyeras cuando te contara toda esta historia.

-Bueno creo que deberías regresar al sanatorio ese, y tal vez deba acompañarte –soltó de
pronto unas carcajadas. –Debo ir a dormir mañana tengo un examen de cardiología.

-¿Me crees? –preguntó frio Lucas.

-Creo que es mucho para digerir en unos minutos, tal vez deba consultarlo con la
almohada –respondió Samuel tras un par de minutos en silencio.

- Si necesitas algo más para probarlo, puedo hacerlo…

-No, no quiero eso, estoy ya muy asustado para saber más cosas del “futuro” –lo
interrumpió- mañana hablaremos de todo esto, creo que ambos necesitamos descansar.

Bajaron de los columpios y primero se dirigieron a la casa de Lucas, Samuel quería estar
seguro de que su amigo regresara a su casa.

Samuel preguntó con voz apagada:

-Si conoces el futuro ¿de qué manera muero?


-Mueres muchas veces, de muchas formas, casi todas por mi culpa –respondió Lucas.

Ambos rieron y se despidieron.

Continuará…

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