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Selección de textos

Antonio Gramsci
(1891-1937)
Introducción al estudio de la filosofía y del materialismo histórico

Importancia histórica de una filosofía. Muchas investigaciones y muchos estudios


acerca de la significación histórica de las varias filosofías son completamente estériles y
arbitrarios porque no se tiene en cuenta el hecho de que muchos sistemas filosóficos son
expresiones puramente (o casi puramente) individuales, y que la parte de ellos que puede
llamarse histórica es a menudo mínima y está sumergida por un complejo de abstracciones
de origen puramente racionalizador y abstracto. Puede decirse que el valor histórico de una
filosofía es "calculable" a partir de la eficacia "práctica" que ha conquistado (y
"practicidad" debe entenderse en sentido amplio). Si es verdad que toda filosofía es
expresión de una sociedad, tendría que reaccionar sobre la sociedad, determinar ciertos
efectos positivos y negativos; la medida en la cual reacciona es precisamente la medida de
su alcance histórico, de no ser "elucubración" individual, sino "hecho histórico". (C. VII;
I.M.S. 23-24.)

Concepto de "ideología". La "ideología" ha sido un aspecto del "sensismo", o sea, del


materialismo francés del siglo XVIII. Su significación originaria era "ciencia de las ideas",
y como el único medio reconocido y aplicado en la ciencia era el análisis, la expresión
significaba "análisis de las ideas", o sea, "búsqueda del origen de las ideas". Las ideas
tenían que descomponerse en sus "elementos" originarios y éstos no podían ser sino
"sensaciones": las ideas se derivan de las sensaciones. Pero el sensismo podía asociarse sin
demasiadas dificultades con la fe religiosa, con las creencias más extremadas en la
"potencia del Espíritu" y en sus "destinos inmortales"; así ocurrió, por ejemplo, que
Manzoni mantuvo su adhesión general al sensismo incluso después de su conversión o
retorno al catolicismo, incluso al escribir los Inni Sacri, y hasta que conoció la filosofía de
Rosmini .
Hay que examinar históricamente --porque lógicamente el proceso es fácil de captar y
de comprender-- cómo el concepto de Ideología pasó de significar "ciencia de las ideas",
"análisis del origen de las ideas", a significar un determinado "sistema de ideas".
Puede afirmarse que Freud es el último de los ideólogos, y que De Man es un
"ideólogo", cosa que da todavía más extrañeza al "entusiasmo" de Croce y los crocianos por
De Man. Lo que pasa es que hay una justificación "práctica" de ese entusiasmo. Hay que
examinar el modo cómo el autor del Ensayo popular [136 Bujarin] ha quedado preso en la


El propagador literario más eficaz de la ideología fue Destutt de Tracy (1754-1836), por la facilidad y la
popularidad de su exposición; otro fue el doctor Cabanis, con su Rapport du Physique au Moral (Condillac,
Helvetius, etc., son más estrictamente filósofos). Lazo entre catolicismo e ideología: Manzoni, Cabanis,
Bourget, Taine (Taine es maestro para Maurras y para otros de tendencia católica) --"novela sicológica"--
(Stendhal fue alumno de Tracy, etc.). De Destutt de Tracy: la obra principal es Eléments d'Ideologie (Paris,
1817-1818), más completos en la traducción italiana, Elementi di Ideologia del conte Destutt de Tracy,
traducidos por G. Compagnoni, Milano, Stamperia di Giambattista Sonzogno, 1819 (en el texto francés falta
toda una sección, creo que la referente al Amor, conocida y utilizada por Stendhal por la traducción italiana)
(ibíd.).

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Ideología, cuando la filosofía de la práctica representa una superación clara y se contrapone
históricamente a la Ideología. La misma significación que el término "ideología" ha tomado
en la filosofía de la práctica contiene implícitamente un juicio de desvalor y excluye que
para sus fundadores hubiera que buscar el origen de las ideas en las sensaciones y, por
tanto, en la fisiología en último análisis: esta misma "ideología" tiene que analizarse
históricamente, según la filosofía de la práctica, como una superestructura.
Me parece que un elemento de error en la consideración del valor de las ideologías se
debe al hecho (nada casual, por lo demás) de que se da el nombre de ideología tanto a la
superestructura necesaria de una determinada estructura cuanto a las elucubraciones
arbitrarias de determinados individuos. El sentido peyorativo de la palabra se ha hecho
extensivo, y eso ha modificado y desnaturalizado el análisis teórico del concepto de
ideología. El proceso de ese error puede reconstruirse fácilmente: 1) se identifica la
ideología como distinta de la estructura y se afirma que no son las ideologías las que
cambian las estructuras, sino a la inversa; 2) se afirma que una cierta solución política es
"ideológica", o sea, insuficiente para cambiar la estructura, aunque ella crea poderla
cambiar; se afirma que es inútil, estúpida, etc.; 3) se pasa a afirmar que toda ideología es
"pura" apariencia, inútil, estúpida, etc.
Por tanto, hay que distinguir entre ideologías históricamente orgánicas, que son
necesarias para una cierta estructura, e ideologías arbitrarias, racionalistas, "queridas". En
cuanto históricamente necesarias, tienen una validez que es validez "sicológica": organizan
las masas humanas, forman el terreno en el cual los hombres se mueven, adquieren
conciencia de su posición, luchan, etc. En cuanto "arbitrarias", no crean más que
"movimientos" individuales, polémicas, etc. (tampoco éstas son completamente inútiles,
porque son como el error que se contrapone a la verdad y la consolida). (C. XVIII; I.M. S.
47-49.)
*
Hay que destruir el prejuicio muy difundido de que la filosofía es algo sumamente difícil
por ser la actividad intelectual propia de una determinada categoría de científicos
especializados o de filósofos profesionales y sistemáticos. Conviene, por lo tanto, demostrar
preliminarmente que todos los hombres son "filósofos", definiendo los límites y los
caracteres de esta "filosofía espontánea", propia de "todo el mundo", es decir, de la filosofía
que se halla contenida: 1) en el lenguaje mismo, que es un conjunto de nociones y
conceptos determinados, y no solo de palabras gramaticalmente vaciadas de contenido; 2)
en el sentido común, y en el buen sentido; 3) en la religión popular y, por consiguiente, en
todo el sistema de creencias, supersticiones, opiniones, modos de ver y de actuar que se
manifiestan en aquello que se llama generalmente "folklore".
Habiendo demostrado que todos son filósofos, aunque lo sean a su modo,
inconscientemente, porque incluso en la más mínima manifestación de cualquier actividad
intelectual, el "lenguaje" está contenida una determinada concepción del mundo, se pasa al
segundo momento, el momento de la crítica y el conocimiento; es decir, a la cuestión: ¿es
preferible "pensar" sin tener conciencia crítica, de manera disgregada y ocasional, es decir,
"participar" de una concepción del mundo "impuesta" mecánicamente desde el ambiente
externo, es decir por uno de los tantos grupos sociales en los que uno se encuentra
automáticamente incluido hasta su entrada en el mundo consciente (y que puede ser la

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propia aldea o la provincia, puede tener origen en la parroquia y en la "actividad intelectual"
del cura o del vejete patriarcal cuya "sabiduría" dicta la ley, en la mujercita que ha heredado
la sabiduría de las brujas o en el pequeño intelectual amargado en la propia estupidez e
impotencia para actuar), o es preferible elaborar la propia concepción del mundo
conscientemente y críticamente; y por consiguiente, en conexión con tal trabajo del propio
cerebro, escoger la propia esfera de actividad, participar activamente en la elaboración de la
historia del mundo, ser el guía de sí mismo y ya no aceptar pasivamente y supinamente del
exterior la impronta a la propia personalidad?
Nota I. Por la propia concepción del mundo se pertenece siempre a un determinado
agrupamiento, y precisamente a aquel de todos los elementos sociales que comparten un
mismo modo de pensar y de actuar. Se es conformista de algún conformismo, se es siempre
hombre-masa u hombre-colectivo. La cuestión es esta: ¿de qué tipo histórico es el
conformismo, el hombre-masa del cual se es parte? Cuando la concepción del mundo no es
crítica ni coherente, sino ocasional y disgregada, se pertenece simultáneamente a una
multiplicidad de hombres-masa, y la propia personalidad se compone de modo
bizarro [excéntrico]: se encuentran en ella elementos del hombre de las cavernas y
principios de la ciencia más moderna y avanzada; prejuicios de las fases históricas pasadas,
mezquinamente localistas, e intuiciones de una filosofía del porvenir que será propia del
género humano mundialmente unificado. Criticar la propia concepción del mundo significa,
entonces, hacerla unitaria y coherente, y elevarla hasta el punto que linda con el
pensamiento mundial más avanzado. Significa, entonces, también criticar toda la filosofía
existente hasta ahora, en la medida en que ha dejado estratificaciones consolidadas en la
filosofía popular. El comienzo de la elaboración crítica es la conciencia de lo que realmente
se es realmente, es decir, un "conócete a ti mismo" como producto del proceso histórico
desarrollado hasta ahora y que ha dejado en ti mismo una infinidad de huellas recibidas sin
beneficio de inventario. Hay que comenzar por hacer ese inventario.
Nota II. No se puede separar la filosofía de la historia de la filosofía, ni la cultura de la
historia de la cultura. En el sentido más inmediato y literal, no se puede ser filósofos, es
decir, tener una concepción críticamente coherente del mundo, sin tener conciencia de la
historicidad de la fase de desarrollo por ella representada y del hecho que ella se halla en
contradicción con otras concepciones o con elementos de otras concepciones. La propia
concepción del mundo responde a determinados problemas planteados por la realidad, los
cuales están bien determinados y son "originales" en su actualidad. ¿Cómo es posible pensar
el presente, y un presente bien determinado, con un pensamiento conformado por problemas
de un pasado remoto y superado? Si ello ocurre, significa que se es "anacrónico" en relación
con el tiempo en que se vive, que se pertenece a los fósiles y no a los seres modernos. O,
por lo menos, que se está "compuesto" de manera compleja. Y efectivamente ocurre que
grupos sociales que en determinados aspectos expresan la modernidad más desarrollada, en
otros se hallan retrasados con su situación social, y, por lo tanto, son incapaces de una total
autonomía histórica.
Nota III. Si es verdad que cada idioma tiene los elementos de una concepción del
mundo y de una cultura, también será verdad que el lenguaje de cada uno permite juzgar
acerca de la mayor o menor complejidad de su concepción del mundo. Quien habla
solamente el dialecto o comprende la lengua nacional en distintos grados, participa
necesariamente de una concepción del mundo más o menos estrecha o provinciana,
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fosilizada, anacrónica en relación con las grandes corrientes que determinan la historia
mundial. Sus intereses serán estrechos, más o menos corporativos o economicistas, no
universales. Si no siempre resulta posible aprender más idiomas extranjeros para ponerse en
contacto con vidas culturales distintas, es preciso, por lo menos, aprender bien el idioma
nacional. Una gran cultura puede traducirse al idioma de otra gran cultura, es decir: un gran
idioma nacional históricamente rico y complejo puede traducir cualquier otra gran cultura;
en otras palabras, puede ser una expresión mundial. Pero con un dialecto no es posible hacer
lo mismo.
Nota IV. Crear una nueva cultura no significa sólo hacer individualmente
descubrimientos "originales"; significa también, y especialmente, difundir verdades ya
descubiertas, "socializarlas", por así decirlo, convertirlas en base de acciones vitales, en
elemento de coordinación y de orden intelectual y moral. Que una masa de hombres sea
llevada a pensar coherentemente y en forma unitaria la realidad presente, es un hecho
"filosófico" mucho más importante y "original" que el hallazgo, por parte de un "genio"
filosófico, de una nueva verdad que sea patrimonio de pequeños grupos de intelectuales.

Vinculación entre el sentido común, la religión y la filosofía. La filosofía es un orden


intelectual, cosa que no pueden ser la religión ni el sentido común. Véase cómo, en la
realidad, tampoco coinciden religión y sentido común. Sin embargo, la religión es un
elemento del sentido común disgregado. Por otra parte, "sentido común" es nombre
colectivo, como "religión"; no existe un solo sentido común, pues también éste es un
producto y un devenir histórico. La filosofía y la crítica son la superación de la religión y
del sentido común y, en ese aspecto, coinciden con el "buen sentido" que se contrapone al
sentido común.

Relación entre ciencia-religión-sentido común. La religión y el sentido común no


pueden constituir un orden intelectual porque no pueden reducirse a unidad y coherencia ni
siquiera en la conciencia individual, y no hablemos ya de la conciencia colectiva; no pueden
reducirse a unidad y coherencia "libremente", aunque por imposición "autoritaria‘ ello
podría ocurrir, como en verdad ocurrió en el pasado dentro de ciertos límites. El problema
de la religión, entendido no en el sentido confesional, sino en el laico, de unidad de fe entre
una concepción del mundo y una norma de conducta conforme a ella: pero ¿para qué llamar
"religión" a esta unidad de fe, en lugar de llamarla "ideología", o más bien, "política"?
En verdad, no existe la filosofía en general: existen diversas filosofías o concepciones
del mundo, y siempre se hace una elección entre ellas. ¿Cómo se produce esta elección? ¿Es
un hecho puramente intelectual o más complejo? ¿Y no ocurre a menudo que entre el hecho
intelectual y la norma de conducta exista contradicción? ¿Cuál será, entonces, la verdadera
concepción del mundo: la afirmada lógicamente como hecho intelectual, o la que resulta de
la real actividad de cada cual, que se halla implícita en su quehacer? Puesto que el quehacer
es siempre un quehacer político, ¿no puede decirse que la filosofía real de cada cual se halla
toda contenida en su política? Este contraste entre el pensar y el quehacer, es decir, la
coexistencia de dos concepciones del mundo, una afirmada en palabras y la otra
manifestándose en el quehacer mismo, no se debe siempre a la mala fe. La mala fe puede

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ser una explicación satisfactoria para algunos individuos singularmente considerados, o
también para grupos más o menos numerosos, pero es satisfactoria cuando el contraste se
verifica en las manifestaciones de la vida de las amplias masas; en tal caso, dicho contraste
sólo puede ser la expresión de contradicciones más profundas de orden histórico social. Esto
significa que un grupo social tiene su propia concepción del mundo, aunque embrionaria,
que se manifiesta en la acción, y cuando irregular y ocasionalmente -es decir, cuando se
mueve como un todo orgánico-, por razones de sumisión y subordinación intelectual, toma
en préstamo una concepción que no es la suya, una concepción de otro grupo social, la
afirma de palabra y cree seguirla, es porque la sigue en "tiempos normales", es decir,
cuando la conducta no es independiente y autónoma, sino precisamente sometida y
subordinada. He ahí también por qué no se puede separar la filosofía de la política, y por
qué se puede demostrar, en cambio, que la elección de la concepción del mundo es también
un hecho político.
Es preciso, por consiguiente, explicar por qué sucede que en cada época coexistan
muchos sistemas y corrientes filosóficas; cómo nacen, cómo se difunden, por qué la
difusión sigue ciertas líneas de ruptura y ciertas direcciones, etc. Esto nos muestra cuán
necesario es sistematizar crítica y coherentemente nuestras intuiciones del mundo y de la
vida, fijando con exactitud lo que debe entenderle por "sistema", a fin de que no sea
comprendido en el sentido pedantesco y profesoral de la palabra. Pero esta elaboración sólo
puede y debe ser hecha en el terreno de la historia de la filosofía, la cual muestra qué
elaboración ha sufrido el pensamiento en el curso de los siglos y qué esfuerzo colectivo ha
costado nuestro actual modo de pensar, el cual resume y compendia toda la historia pasada,
incluso en sus errores y delirios, que no por haber sido cometidos en el pasado, cuando eran
razonables, tienen por qué ser reproducidos en el presente, cuando no son necesariamente
razonables.
¿Qué idea se hace es pueblo de la filosofía? Se la puede reconstruir a través de los modos
de decir del lenguaje común. Uno de los más difundidos es aquel de "tomar las cosas con
filosofía", el cual, una vez analizado, no tiene por qué ser rechazado totalmente. Es cierto
que se contiene en él una implícita invitación a la resignación y a la paciencia; pero, por lo
que parece, el punto más importante es su invitación a la reflexión, a tomar conciencia que
lo que sucede es en el fondo racional y como tal es preciso encararlo, concentrando las
fuerzas racionales y no dejándose arrastrar por los impulsos instintivos y violentos. Se
podrían reagrupar estos modos de decir populares junto a las expresiones similares de
escritores de carácter popular -tomándolas de los grandes vocabularios-, de las cuales
forman parte los términos "filosofía", "filosóficamente", y, se podrá ver que éstas tienen un
significado muy preciso, de superación de las pasiones bestiales y elementales, en una
concepción de la necesidad que da al quehacer una dirección consciente. Este es el núcleo
sano del sentido común, lo que podría llamarse el buen sentido y que merece ser
desarrollado y convertido en cosa unitaria y coherente. Así aparece claro por qué no es
posible separar lo que se llama ‘filosofía científica’ de la filosofía ‘vulgar y popular’, que es
sólo un conjunto disgregado de ideas y opiniones.
Pero en este punto se plantea el problema fundamental de toda concepción del mundo, de
toda filosofía que se haya convertido en una "religión", una "fe"; es decir, que haya
producido una actividad práctica y una voluntad, y que esté contenida en éstas como
"premisa" teórica implícita (una "ideología", se podría decir, si al término ideología se le
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diera el significado más alto de concepción del mundo que se manifiesta implícitamente en
el arte, en el derecho, en la actividad económica, en todas las manifestaciones de la vida
individual y colectiva); es decir, el problema de conservar la unidad ideológica de todo el
bloque social, que precisamente es cimentado y unificado por esta ideología. La fuerza de
las religiones, y especialmente de la iglesia católica, ha consistido y consiste en que ellas
sienten enérgicamente la necesidad de la unión doctrinaria de toda la masa "religiosa" y
luchan para que los estratos intelectualmente superiores no se separen de los inferiores. La
iglesia romana ha sido siempre la más tenaz en la lucha por impedir que se formen
"oficialmente" dos religiones: la de los "intelectuales" y la de las "almas simples". Esta
lucha no ha transcurrido sin grandes inconvenientes para la iglesia misma; pero tales
inconvenientes están unidos al proceso histórico que transforma toda la sociedad civil y que
contiene en bloque una crítica corrosiva de las religiones. Por lo mismo, da mayor resultado
la capacidad organizativa del clero en la esfera de la cultura, y la relación abstractamente
racional y justa que la iglesia en su ámbito ha sabido establecer entre intelectuales y
simples. Los jesuitas han sido, indudablemente, los mayores artífices de este equilibrio, y
para conservarlo han impreso a la iglesia un movimiento progresista que tiende a dar ciertas
satisfacciones a las exigencias de la ciencia y de la filosofía, pero con ritmo tan lento y
metódico que las mutaciones no han sido percibidas por la masa de los simples, si bien
aparecen como "revolucionarias" y demagógicas ante los "integralistas".
Una de las mayores debilidades de las filosofías inmanentistas1 en general consiste
precisamente en no haber sabido crear una unidad ideológica entre lo bajo y lo alto, entre
los "simples" y los intelectuales. En la historia de la civilización occidental el hecho se ha
verificado en escala europea, con el fracaso inmediato del Renacimiento, y también, en
parte, de la Reforma, en comparación con la iglesia católica. Esta debilidad se manifiesta en
la cuestión escolástica, en cuanto partiendo de las filosofías inmanentistas no se ha
intentado siquiera construir una concepción que pudiera sustituir la religión en la educación
infantil; de ahí el sofisma seudo-histórico por el cual pedagogos no religiosos
(aconfesionales) y en realidad ateos, permiten la enseñanza de la religión porque la religión
es la filosofía de la infancia de la humanidad que se renueva en cada infancia no metafórica.
El idealismo se ha mostrado también adverso a los movimientos culturales de "ir hacia el
pueblo", que se manifiestan en las llamadas universidades populares e instituciones
similares, y no sólo por sus aspectos negativos, porque en tal caso sólo habría tenido que
tratar de hacer algo mejor. Sin embargo, estos movimientos eran dignos de interés y
merecían ser estudiados: tuvieron éxito, en el sentido de que demostraron, de parte de los
"simples", un entusiasmo sincero y una fuerte voluntad de elevarse hacia una forma superior
de cultura y de concepción del mundo. Carecían, sin embargo, de toda organicidad de
pensamiento filosófico o de solidez y centralización cultural; se tenía la impresión de que se
parecían a los primeros contactos entre los mercaderes ingleses y los negros de África, en
los que se entregaban mercancías de morondanga por pepitas de oro. Por otra parte, la
organicidad de pensamiento y la solidez cultural podían lograrse solamente si entre los
intelectuales y los simples hubiera existido la misma unidad que debe darse entre la teoría y
la práctica, si los intelectuales hubiesen sido intelectuales orgánicamente pertenecientes a
esas masas, si hubiesen elaborado y dado coherencia a los principios y problemas que éstas

1
Teoría filosófica según la cual lo representado como contenido de la conciencia es la única realidad en
oposición a lo que está fuera de ella. Nota del editor

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planteaban con su actividad, constituyendo así un bloque cultural y social. Se trataba,
entonces, de la misma cuestión señalada: un movimiento filosófico es tal cuando se dispone
a desarrollar una cultura filosófica para grupos restringidos de intelectuales o, al contrario,
sólo es tal cuando, en el trabajo de elaboración de un pensamiento superior al sentido
común y científicamente coherente, no se olvida jamás de mantener el contacto con los
"simples" y, antes que nada, encuentra en dicho contacto la fuente de los problemas que ha
de estudiar y resolver. Sólo mediante este contacto una filosofía deviene "histórica", se
depura de los elementos intelectualistas de naturaleza individual y se hace "vida"*.
* Quizás sea útil distinguir "prácticamente" la filosofía del sentido común para indicar
mejor el paso de un momento al otro. En la filosofía sobresalen especialmente los caracteres
de la elaboración individual del pensamiento; en el sentido común, en cambio, los
caracteres difusos y dispersos de un pensamiento genérico de cierta época y de cierto
ambiente popular. Pero toda filosofía tiende a convertirse en sentido común de un ambiente,
si bien restringido (de todos los intelectuales). Se trata, por lo tanto, de elaborar una
filosofía que, teniendo ya difusión o difusividad por encontrarse conectada a la vida práctica
implícita en ella, se convierta en un renovado sentido común, con la coherencia y el nervio
de las filosofías individuales. Esto no puede lograrse si no se siente permanentemente la
exigencia del contacto cultural can los "simples".
Una filosofía de la praxis sólo puede presentarse inicialmente en actitud polémica y
crítica, como superación del modo de pensar precedente y del pensamiento concreto
existente (o del mundo cultural existente). Es decir, principalmente, como crítica del
"sentido común" (luego de haberse basado en el sentido común para demostrar que "todos"
son filósofos y que no se trata de introducir ex novo una ciencia en la vida individual de
"todos", sino de innovar y tornar "crítica» una actividad ya existente) y luego de la filosofía
de los intelectuales, que ha dado lugar a la historia de la filosofía y que, en cuanto
individual (y, en rigor, de desarrollo esencial en la actividad de algunos individuos
particularmente dotados), puede considerarse como la "cumbre" del progreso del sentido
común, por lo menos del sentido común de los estratos más cultos de la sociedad y, a través
de éstos, también del sentido común popular. He aquí por qué una introducción al estudio
de la filosofía debe exponer sintéticamente los problemas nacidos del proceso de desarrollo
de la cultura general, que se refleja sólo parcialmente en la historia de la filosofía y que, a
pesar de ello, en ausencia de una historia del sentido común (imposible de construir por
falta de material documental), signe siendo la fuente máxima de referencia para criticarlos,
demostrar su valor real (si aún lo tienen) o el significado que han tenido como anillos
superados de una cadena, y para fijar los nuevos problemas actuales o la ubicación actual de
los viejos problemas.
La relación entre filosofía "superior" y sentido común está asegurada por la "política",
así como está asegurada por la política la relación entre el catolicismo de los intelectuales y
el de los "simples". Las diferencias existentes entre ambos casos son, sin embargo,
fundamentales. El hecho de que la iglesia deba afrontar el’ problema de los "simples"
significa, en verdad, que ha habido ruptura en la comunidad de los "fieles", ruptura que no
puede ser eliminada elevando a los "simples" al nivel de los intelectuales (tampoco se
propone la iglesia este objetivo, ideal y económicamente desproporcionado a sus fuerzas
actuales), sino ejerciendo una disciplina de hierro sobre los intelectuales a fin de que no
pasen de ciertos límites en la distinción y no la tornen catastrófica e irreparable. En el
~8~
pasado estas "rupturas" en la comunidad de los fieles eran remediadas por fuertes
movimientos de masas que determinaban, o se resolvían en la formación de nuevas órdenes
religiosas en torno a fuertes personalidades (Domingo, Francisco).2
Pero la Contrarreforma esterilizó este bullir de fuerzas populares. La Compañía de Jesús
es la última gran orden religiosa de erigen reaccionario y autoritario, con carácter represivo
y "diplomático", que señaló con su nacimiento el endurecimiento del organismo católico.
Las nuevas órdenes aparecidas después tienen escasísimo significado "religioso" y un gran
significado "disciplinario" sobre la masa de los fieles; son ramificaciones y tentáculos de la
Compañía de Jesús, o se convirtieron en tales; en instrumentos de "resistencia" para
conservar las posiciones políticas adquiridas, no fuerzas renovadoras y de desarrollo. El
catolicismo se ha convertido en "jesuitismo". El modernismo no creó órdenes religiosas,
sino un partido político: la democracia cristiana.3
La posición de la filosofía de la praxis es antítesis de la filosofía católica: la filosofía de
la praxis no tiende a mantener a los "simples" en su filosofía primitiva del sentido común,
sino, por el contrario, a conducirlos hacia una concepción superior de la vida. Se afirma la
exigencia del contacto entre intelectuales y simples, no para limitar la actividad científica y
mantener la unidad al bajo nivel de las masas, sino para construir un bloque intelectual-
moral que haga posible un progreso intelectual de masas y no sólo para pocos grupos
intelectuales.
El hombre activo, de masa, elabora prácticamente, pero no tiene clara conciencia teórica
de su elaboración, que sin embargo es un conocimiento del mundo en cuanto lo transforma.
Su conciencia teórica puede estar, históricamente, incluso en contradicción con su
elaboración. Casi se puede decir que tiene dos conciencias teóricas (o una conciencia
contradictoria): una implícita en su elaboración y que realmente lo une a todos sus
cooperadores en la transformación práctica de la realidad; y otra superficialmente explícita
o verbal, que ha heredado del pasado y la ha aceptado sin crítica. Sin embargo, esta
conciencia "verbal" no carece de consecuencias: unifica a un grupo social determinado,
influye sobre la conducta moral, sobre la dirección de la voluntad, de manera más o menos
enérgica, que puede llegar hasta un punto en que la contradictoriedad de la conciencia no
permita acción alguna, ninguna decisión, ninguna elección, y produzca un estado de
pasividad moral y política. La comprensión crítica de sí mismo se logra a través de una
lucha de "hegemonías" políticas, de direcciones contrastantes; primero en el campo de la
ética, luego en el de la política, para arribar finalmente a una elaboración superior de la
propia concepción de la realidad. La conciencia de formar parte de una determinada fuerza
hegemónica (esto es, la conciencia política) es la primera fase para una ulterior y progresiva
autoconciencia, en la cual teoría y práctica se unen finalmente. Pero la unidad de la teoría y

2
Los movimientos heréticos del medioevo como reacción simultánea contra la politiquería de la iglesia y
contra la filosofía escolástica que fue su expresión, sobre la base del nacimiento de las comunas, han sido una
"ruptura" entre la masa y los intelectuales en la iglesia, ruptura cicatrizada por la formación de movimientos
populares, religiosos, reabsorbidos por la iglesia en la formación de las órdenes mendicantes y en una nueva
unidad religiosa.
3
Recordar la anécdota (relatada por Steed en sus Memorias) del cardenal que explica al protestante inglés filo-
católico que los milagros de San Jenaro son artículos de fe para el populacho napolitano, no para los
intelectuales; y que también en los evangelios hay "exageraciones". Y que a la pregunta "¿Pero no somos
cristianos?", responde: "Nosotros somos ‘prelados’, esto es, ‘políticos’ de la iglesia de Roma".

~9~
de la práctica no es, de ninguna manera, algo mecánicamente dado, sino un devenir
histórico, que tiene su fase elemental y primitiva en el sentido de "distinción", de
"separación", de independencia instintiva, y que progresa hasta la posesión real y completa
de una concepción del mundo coherente y unitaria. He aquí por qué es necesario poner de
relieve que el desarrollo político del concepto de hegemonía representa un gran progreso
filosófico, además de un progreso político práctico, porque necesariamente implica y
supone una unidad intelectual y una ética conforme a una concepción de la realidad que ha
superado el sentido común y se ha tornado crítica, aunque sólo sea dentro de límites
estrechos.
Sin embargo, en los más recientes desarrollos de la filosofía de la praxis, la
profundización del concepto de unidad entre la teoría y la práctica se halla aún en su fase
inicial; quedan todavía residuos de mecanicismo, puesto que se habla de la teoría como
"complemento", como "accesorio" de la práctica, de la teoría como sierva de la práctica.
Parece correcto que también este problema deba ser ubicado históricamente, es decir, como
un aspecto del problema práctico de los intelectuales. Autoconciencia crítica significa,
histórica y políticamente, la creación de una élite de intelectuales; una masa humana no se
"distingue" y no se torna independiente per se, sin organizarse (en sentido amplio, y no hay
organización sin intelectuales, concretamente, sin organizadores y dirigentes, es decir, sin
que el aspecto teórico del nexo teoría-práctica se distinga concretamente en una capa de
personas "especializadas" en la elaboración conceptual y filosófica. Pero este proceso de
creación de intelectuales es largo, difícil, lleno de contradicciones, de avances y retrocesos,
desbandes y reagrupamientos, y en él la "fidelidad" de las masas (y la fidelidad y la
disciplina son inicialmente la forma que asume la adhesión de la masa y su colaboración al
desarrollo de todo fenómeno cultural) es puesta a dura prueba. El proceso de desarrollo está
vinculado a una dialéctica intelectuales-masa; el estrato de los intelectuales se desarrolla
cuantitativa v cualitativamente; pero todo salto hacia una nueva "amplitud" y complejidad
del estrato de los intelectuales está ligado a un movimiento análogo de la masa de los
simples, que se eleva hacia niveles superiores de cultura y amplía simultáneamente su esfera
de influencia, entre eminencias individuales o grupos más o menos importantes en el estrato
de los intelectuales especializados. Sin embargo, en el proceso se repiten continuamente
momentos en los cuales se produce, entre masa e intelectuales (o entre algunos de ellos; o
entre grupos de ellos) una separación, una pérdida de contacto. De ahí la impresión de
"accesorio", de complementario, de subordinado. Insistir sobre el elemento "práctica’ del
nexo teoría-práctica, luego de haber escindido, separado y no sólo distinguido ambos
elementos (operación meramente mecánica y convencional), significa que se atraviesa una
fase histórica relativamente primitiva, una fase aún económico-corporativa, en la cual se
transforma cuantitativamente el cuadro general de la "estructura, y la cualidad-
superestructura está en vías de surgir, aunque no está todavía orgánicamente formada. Hay
que destacar la importancia y el significado que tienen, en el mundo moderno, los partidos
políticos, para la elaboración y la difusión de las concepciones del mundo, en cuanto
elaboran la ética y la política conforme a las mismas, es decir, funcionan como
"experimentadores" de dichas concepciones. Los partidos seleccionan individualmente la
masa actuante, y la selección se produce conjuntamente en el campo práctico y en el
teórico, con una relación tanto más estrecha entre teoría y práctica cuanto más radicalmente
innovadora y antagónica de los viejos modos de pensamiento es la concepción. Por eso se
puede decir que los partidos son los elaboradores de las nuevas intelectualidades integrales
~ 10 ~
y totalitarias, es decir, son el crisol de la unificación de teoría y práctica, entendida como
proceso histórico real; y se comprende que su formación sea necesaria a través de la
adhesión individual y no al modo "laborista", puesto que si se trata de dirigir orgánicamente
a "toda la masa económicamente activa", ello no debe hacerse según viejos esquemas, sino
innovando, y la innovación no puede ser de masas, en sus primeros estadios, sino por
intermedio de una élite en la cual la concepción implícita en la actividad humana se haya
convertido, en cierta medida, en conciencia actual, coherente y sistemática, y en voluntad
precisa y decidida.
Es posible estudiar una de estas fases en la discusión a través de la cual se verificaron los
más recientes desarrollos de la filosofía de la praxis, discusión resumida en un artículo de
D. S. Mirski, colaborador de Cultura 4. Puede verse como se ha producido el paso de una
concepción mecanicista y puramente exterior a una concepción activista, que se acerca más,
como se ha observado, a una justa comprensión de la unidad entre teoría y práctica, aun
cuando no haya captado todavía todo el significado sintético. Se puede observar que el
elemento determinista, fatalista, mecanicista, ha sido un "aroma" ideológico inmediato de la
filosofía de la praxis, una forma de religión y de excitante (al modo de los estupefacientes),
pero necesaria y justificada históricamente por el carácter "subalterno" de determinados
estratos sociales.
Cuando no se tiene la iniciativa en la lucha, y cuando la lucha misma termina por
identificarse con una serie de derrotas, el determinismo mecánico se convierte en una fuerza
formidable de resistencia moral, de cohesión, de perseverancia paciente y obstinada. "He
sido vencido momentáneamente, pero la fuerza de las cosas trabaja para mí y a la larga... ",
etc. La voluntad real se disfraza de acto de fe en cierta racionalidad de la historia, en una
forma empírica y primitiva de finalismo apasionado, que aparece como un sustituto de
predestinación, de la providencia, etc., de las religiones confesionales. Es necesario insistir
en el hecho de que aun en ese caso existe realmente una fuerte actividad
volitiva (voluntaria), una intervención directa sobre la "fuerza de las cosas", pero de manera
implícita, velada, que se avergüenza de sí misma, y por lo tanto, la conciencia es
contradictoria, carece de unidad crítica, etc. Pero cuando el "subalterno" se torna dirigente y
responsable de la actividad económica de masas, el mecanicismo aparece en cierto
momento como un peligro inminente, y se produce una revisión de toda la manera de pensar
porque ha ocurrido un cambio en el modo social de ser. Los límites y el dominio de la
"fuerza de las cosas" son restringidos. ¿Por qué?. Porque, en el fondo, si el subalterno era
ayer una cosa, hoy ya no lo es; hoy es una persona histórica, un protagonista; si ayer era
irresponsable porque era "resistente" a una voluntad extraña, hoy se siente responsable
porque ya no es resistente, sino operante y necesariamente activo y emprendedor. Pero
incluso ayer, ¿fue solamente mera "resistencia", mera "cosa", mera "irresponsabilidad"?.
Ciertamente, no. Al contrario, es necesario poner de relieve que el fatalismo no es sino la
forma en que los débiles se revisten de una voluntad activa y real. De ahí el porqué es
necesario siempre demostrar la inutilidad del determinismo mecánico, el cual, explicable
como filosofía ingenua de la masa y, sólo como tal, elemento intrínseco de fuerza, cuando
4
Alude probablemente al artículo de D. S. Mirski "Demokratie und Partei im Bolschewismus", en la
selección Demokrate und Partei, preparada por P. R. Rhoden, Viena, 1932, de la cual habla
Glaeser, Bibliografía fascista. 1933. (N. de la R.)

~ 11 ~
es elevado a filosofía reflexiva y coherente por los intelectuales, se convierte en causa de
pasividad, de imbécil autosuficiencia, y ello sin esperar que el subalterno haya llegado a ser
dirigente y responsable. Una parte de la masa, aunque subalterna, es siempre dirigente y
responsable, y la filosofía de la parte precede siempre a la filosofía del todo, no sólo como
anticipación teórica, sino como necesidad actual.
Que la concepción mecanicista ha sido una religión de subalternos, surge de un análisis
del desarrollo de la religión cristiana, que en cierto período histórico y en condiciones
históricas determinadas ha sido y continúa siendo una "necesidad", una forma necesaria de
la voluntad de las masas populares, una forma determinada de racionalidad del mundo y de
la vida, que señaló los cuadros generales para la actividad práctica real. En este pasaje de un
artículo de la Civiltà Cattolica ("Individualismo pagano e individualismo cristiano", fasc.
del 5 de marzo de 1932) me parece bien expresada la mencionada función del cristianismo:
"La fe en un porvenir seguro, en la inmortalidad del alma destinada a la beatitud, en la
seguridad de poder llegar al goce eterno, fue el resorte de propulsión hacia un trabajo de
intensa perfección interna y de elevación espiritual. El verdadero individualismo cristiano
ha hallado aquí el impulso para sus victorias. Todas las fuerzas del cristiano fueron
concentradas alrededor de este noble fin. Liberado de las fluctuaciones especulativas que
arrojaban el alma a la duda, e iluminado por principios inmortales, el hombre sintió renacer
las esperanzas; seguro de que una fuerza superior lo apuntalaba en la lucha contra el mal, se
hizo violencia a sí mismo y venció al mundo". Pero en este caso se trata del cristianismo
ingenuo, no del cristianismo jesuitizado, convertido en un puro narcótico para las masas
populares.
Pero la posición del calvinismo, con su férrea concepción de la predestinación y de la
gracia que determina una vasta expansión del espíritu de iniciativa (o se convierte en, una
forma de este movimiento), es aún más expresiva y significativa.5
¿Por qué y cómo se difunden, y llegan a ser populares, las nuevas concepciones del
mundo? En este proceso de difusión (que es, al mismo tiempo, de sustitución de lo viejo y,
muy a menudo, de combinación entre lo nuevo y lo viejo) influyen (¿cómo y en qué
medida?) la forma racional mediante la cual la nueva concepción es expuesta y presentada,
la autoridad (en cuanto sea reconocida y apreciada, por lo menos genéricamente) del
expositor, y de los pensadores y científicos a los cuales llama en su apoyo el expositor; el
pertenecer a la misma organización de quien sostiene la nueva concepción (pero luego de
haber entrado en la organización por un motivo que no es el de participar de la nueva
concepción). Estos elementos, en realidad, varían según el grupo social de que se trate y del
nivel del mismo. Pero la investigación interesa especialmente en lo que respecta a las masas
populares, que cambian de concepciones más difícilmente y que, en todo caso, no la aceptan
jamás en la forma "pura", por decirlo así, sino siempre y solamente como combinación más
o menos heteróclita (irregular) y abigarrada. La forma racional, lógicamente coherente, la
amplitud del razonamiento que no descuida ningún argumento positivo o negativo de cierto
peso, tienen su importancia, pero están lejos de ser decisivas; pueden ser decisivas de

5
En este sentido véase Mas Weber, L'etica protestante e lo spirito del capitalismo, publicado en los Nuovi
Studi, fascículos de 1931 y siguientes, y el libro de B. Groethuysen sobre los orígenes religiosos de la
burguesía en Francia (Origines de l'esprit bourgesis en France. I: L'Eglise et la bourgeoisie, París, 1927). (N.
de la R.).

~ 12 ~
manera subordinada, cuando determinada persona se halla ya en crisis intelectual y vacila
entre lo viejo y lo nuevo, ha perdido la fe en lo viejo sin decidirse todavía por lo nuevo,
etcétera.
Lo mismo puede decirse de la autoridad de los pensadores y científicos. Ella es muy
grande en el pueblo. Pero, en rigor, cada concepción del mundo tiene sus pensadores y
científicos que poner por delante, y la autoridad se halla dividida. Por otra parte es posible,
para cada pensador, distinguir, poner en duda que haya dicho las cosas en determinado
sentido, etc. Se puede concluir que el proceso de difusión de las nuevas concepciones se
realiza por razones políticas, es decir, en última instancia, sociales; pero que el elemento
autoritario y el organizativo tienen en este proceso una función muy grande,
inmediatamente después de producida la orientación general, tanto en los individuos como
en los grupos numerosos. De allí se concluye, sin embargo, que las masas, en cuanto tales,
sólo pueden vivir la filosofía como una fe. Es de imaginarse, por otra parte, la posición
intelectual de un hombre del pueblo: se ha formado opiniones, convicciones, criterios de
discriminación y normas de conducta. Cada sostenedor de un punto de visa opuesto al suyo,
en cuanto es intelectualmente superior, sabe argumentar sus razones mejor que él, y,
lógicamente, lo derrota en el disenso. ¿Debe, por eso, cambiar de convicciones el hombre
del pueblo? ¿Y por el hecho de que en la discusión inmediata no sabe hacerlas valer? Si así
fuese, esto debería sucederle todos los días, cada vez que enfrentase a un adversario
ideológico intelectualmente superior. ¿Sobre qué elementos se funda, entonces, su filosofía,
y especialmente su filosofía en la forma que tiene para él la mayor importancia como norma
de conducta? El elemento más importante tiene, indudablemente, carácter no racional, de fe.
Pero ¿en quién y en qué cosa? Especialmente en el grupo social al cual pertenece, en cuanto
piensa las cosas tan difusamente como difuso es el mismo grupo: el hombre del pueblo
piensa que entre tanta gente no puede equivocarse de raíz, como el adversario argumentador
quería hacerle creer; que él mismo, es cierto, no es capaz de sostener y desarrollar las
propias razones como el adversario las suyas, pero en su grupo hay quien lo sabe hacer
incluso mejor que ese adversario determinado, y él recuerda haberlo oído exponer las
razones de su fe, detenida y coherentemente, de tal manera que le ha convencido. No
recuerda las razones en concreto y no sabría repetirlas, pero sabe que existen porque las ha
oído exponer y le han convencido. El haber sido convencido una vez de manera fulgurante
es la razón permanente de la persistencia de la convicción, aun cuando no se la sepa
argumentar.
Pero estas consideraciones conducen a la conclusión de una extrema fragilidad de las
nuevas convicciones de las masas populares especialmente cuando estas nuevas
convicciones contrastan con las convicciones (también nuevas) ortodoxas, socialmente
conformistas según los intereses de las clases dominantes. Esto se puede ver cuando se
reflexiona sobre la fortuna de las religiones y las iglesias. La religión o una determinada
iglesia mantiene su comunidad de fieles (dentro de ciertos límites de las necesidades del
desarrollo histórico general) en la medida en que mantiene permanente y organizadamente
la fe, repitiendo la apologética6 infatigablemente, luchando siempre y en cada momento con
argumentos similares, y manteniendo una jerarquía de intelectuales que den a la fe, por lo
menos, una apariencia de dignidad de pensamiento. Cada vez que la continuidad de las

6
[argumentación de las "verdades" teológicas] N. del editor.

~ 13 ~
relaciones entre la iglesia y los fieles se interrumpe violentamente por razones políticas,
como aconteció durante la Revolución Francesa, las pérdidas sufridas por la iglesia resultan
incalculables; y si las condiciones de difícil ejercicio de las prácticas acostumbradas se
hubiesen prolongado más allá de ciertos límites de tiempo, existen todas las razones para
pensar que tales pérdidas habrían sido definitivas, y una nueva religión habría surgido,
como, por otra parte, surgió en Francia, en combinación con el viejo catolicismo. De allí se
deducen determinadas necesidades para cada movimiento cultural que tienda a sustituir al
sentido común y las viejas concepciones del mundo en general: 1) no cansarse jamás de
repetir los argumentos (variando literariamente la forma): la repetición es el medio didáctico
más eficaz para actuar sobre la mentalidad popular; 2) trabajar sin cesar para elevar
intelectualmente a más vastos estratos populares, esto es, para dar personalidad al amorfo
elemento de masa, cosa que significa trabajar para suscitar élites de intelectuales de un tipo
nuevo, que surjan directamente de la masa y que permanezcan en contacto con ella, para
llegar a ser las "ballenas de corsé".7
Esta segunda necesidad, cuando es satisfecha es la que modifica realmente el "panorama
ideológico" de una época. Por lo demás, estas élites no pueden constituirse y organizarse sin
que en su interior se verifique una jerarquización de autoridad y competencia intelectual,
que puede culminar en un gran filósofo individual, si éste es capaz de revivir concretamente
las exigencias de la sólida comunidad ideológica, de comprender que ésta no puede tener la
rapidez de movimientos propia de un cerebro individual y, por lo tanto, logre elaborar
formalmente la doctrina colectiva de la manera más vinculada y adecuada al modo de ser
colectivo.
Es evidente que una construcción de masas de tal género no puede producirse
"arbitrariamente", en torno a una ideología cualquiera, por la voluntad formalmente
constructiva de una personalidad o de un grupo que se lo proponga por el fanatismo de sus
convicciones filosóficas o religiosas. La adhesión o no adhesión de masas a una ideología es
el modo como se verifica la crítica real de la racionalidad e historicidad de los modos de
pensar. Las construcciones arbitrarias son más o menos rápidamente eliminadas de la
competición histórica, aun cuando a veces, por una combinación de circunstancias
inmediatas favorables, alcanzan a gozar de cierta popularidad, mientras que las
construcciones que corresponden a las exigencias de un período complejo y orgánico
terminan siempre por imponerse y prevalecer, aun cuando atraviesan muchas fases
intermedias durante las cuales su afirmación se produce sólo en combinaciones más o
menos abigarradas y heteróclitas.
Estos desarrollos plantean muchos problemas, los más importantes de los cuales se
resumen en el modo y la calidad de las relaciones entre los diversos estratos
intelectualmente calificados, es decir, la importancia y la función que debe y puede tener el
aporte creador de los grupos superiores, en conexión con la capacidad orgánica de discusión
y de desarrollo de nuevos conceptos críticos por parte de los estratos intelectualmente
subordinados. Se trata, por consiguiente, de fijar los límites de la libertad de propaganda y
de discusión, libertad que no debe ser entendida en el sentido administrativo y policial, sino

7
Gramsci quiere significar con dicha expresión, indudablemente, que los intelectuales de nuevo tipo deben ser
los sostenes ideológicos y organizativos de las masas. Preferimos traducirla literalmente por no haber hallado
un equivalente en castellano de la misma expresividad ("Stecche del busto"). (N. del T.).

~ 14 ~
en el sentido de autolimitación que los dirigentes acuerdan a su propia actividad, o sea, en
sentido propio, la fijación de una orientación a la política cultural. En otras palabras: ¿quién
fijará los "derechos de la ciencia" y los límites de las investigaciones científicas? ¿Pueden
estos límites y estos derechos ser realmente fijados? Parece necesario que cl trabajo de
investigación de nuevas y de mejores verdades, más coherentes y claras formulaciones de
las verdades mismas, sea dejado a la libre iniciativa de cada uno de los científicos, aunque
éstos vuelven a poner continuamente en discusión los principios que parecen más
esenciales. Por lo demás, no será difícil descubrir cuándo tales iniciativas de discusión
tienen motivos interesados y no de carácter científico. Tampoco es imposible pensar que las
iniciativas individuales deben ser disciplinadas y ordenadas, de tal suerte que pasen por la
criba de las academias e institutos culturales de diversos géneros, y sólo después de
seleccionadas sean hechas públicas, etcétera.
Sería interesante estudiar en concreto, para un país determinado, la organización cultural
que mantiene en movimiento el mundo ideológico y examinar su funcionamiento práctico.
Un estudio de la relación numérica existente entre el personal que profesionalmente se
dedica al trabajo cultural activo y la población de cada país, sería también útil junto con un
cálculo aproximativo de las fuerzas libres. La escuela, en todos sus grados, y la iglesia son
las dos mayores organizaciones culturales de cada país, por la cantidad de personal que
ocupan. Los diarios, las revistas, la actividad literaria y las instituciones escolares privadas,
ya sea como integrantes de la escuela del Estado o como instituciones de cultura del tipo de
las universidades populares. Otras profesiones incorporan a su actividad especializada una
fracción cultural no indiferente, como la de los médicos, oficiales del ejército y la
magistratura. Pero es de notarse que en todos los países, aun cuando en distinta medida,
existe una gran fractura entre las masas populares y los grupos intelectuales, inclusive los
más numerosos y próximos a la periferia nacional, como los maestros y los curas. Y ello
ocurre porque, aun cuando los gobernantes digan lo contrario, el Estado como tal no tiene
una concepción unitaria, coherente y homogénea, por lo cual, los grupos intelectuales están
disgregados entre estrato y estrato y en la esfera del mismo estrato. Las universidades, salvo
en algunos países, no ejercen ninguna función unificadora; a menudo un pensador libre
tiene más influencia que toda la institución universitaria, etcétera.
A propósito de la función histórica desarrollada por la concepción fatalista de la filosofía
de la praxis, se podría hacer su elogio fúnebre reivindicando su utilidad para un período
histórico, pero, justamente por ello, sosteniendo la necesidad de sepultarla con todos los
honores del caso. Se podría parangonar realmente su función con la teoría de la
predestinación y de la gracia en los comienzos del mundo moderno, teoría que
posteriormente culminó con la filosofía clásica alemana y con su concepción de la libertad
como conciencia de la necesidad. Fue sustituto popular del grito "Dios lo quiere", aun
cuando en este plano primitivo y elemental fuera el comienzo de una concepción más
moderna y fecunda que la contenida en el "Dios lo quiere" o en la teoría de la gracia.
¿Puede acaso ocurrir que "formalmente" una nueva concepción se presente con otro traje
que el rústico y confuso de la plebe? Y sin embargo, el historiador, con toda la perspectiva
necesaria, puede fijar y comprender que los comienzos de un mundo nuevo, siempre
ásperos y pedregosos, son superiores a la declinación de un mundo de agonía y a su canto
de cisne.

~ 15 ~
La formación de los intelectuales.
Cuaderno 12 (XXIX), 1932
Apuntes y notas vertidas sobre un grupo de ensayos en la historia de los
intelectuales
¿Los intelectuales son un grupo social autónomo e independiente, o por el contrario
cada grupo social tiene una categoría propia y especializada de intelectuales? El problema
es complejo por las formas variadas que ha asumido hasta hoy el proceso histórico real de
formación de las diversas categorías intelectuales. Las dos formas más importantes son
las siguientes:
1) Cada grupo social, al nacer en el terreno originario de una función esencial en el
mundo de la producción económica, se crea conjunta y orgánicamente uno o más rangos
de intelectuales que le dan homogeneidad y conciencia de la propia función, no sólo en el
campo económico sino también en el social y en el político: el empresario capitalista crea
junto a él al técnico industrial y al especialista en economía política, al organizador de
una nueva cultura, de un nuevo derecho, etc., etc. Debe advertirse que el empresario
representa un producto social superior, ya caracterizado por cierta capacidad dirigente y
técnica (es decir: intelectual): debe poseer cierta capacidad técnica no sólo dentro de la
esfera circunscripta de su actividad y de su iniciativa propia, sino también en otras
esferas, por lo menos en aquellas más directamente ligadas a la actividad económica
(debe ser un organizador de masas de hombres; un organizador de la "confianza" de los
inversores de la empresa, de los compradores de su mercancías, etc.).
Si no todos los empresarios, por lo menos una elite de ellos, debe tener capacidad para
la organización de la sociedad en general, en todo su complejo organismo de servicios
hasta la misma organización estatal, dada la necesidad de crear las condiciones más
favorables para la expansión de la propia clase, o como mínimo debe poseer la capacidad
para seleccionar "los encargados" (empleados especializados) a los que se pueda confiar
esa actividad organizativa de las relaciones generales externas de la empresa. Se puede
observar que los intelectuales "orgánicos", que cada nueva clase crea junto a ella y forma
en su desarrollo progresivo, son en general "especializaciones" de aspectos parciales de la
actividad primitiva del tipo social nuevo que la nueva clase ha dado a luz.
También los señores feudales detentaron una particular capacidad técnica, la militar, y
fue precisamente desde el momento, en el cual la aristocracia perdió el monopolio de la
capacidad técnico-militar cuando comenzó la crisis del feudalismo. Pero la formación de
los intelectuales en el mundo feudal y en el precedente mundo clásico debe ser examinada
aparte: esta formación y desarrollo siguió trayectos y modos que conviene estudiar
concretamente. Se debe observar que la masa de los campesinos, aunque cumple una
función esencial en el mundo de la producción, no genera sus propios intelectuales
"orgánicos", y tampoco "asimila" ningún grupo de intelectuales "tradicionales"; a pesar de
que otros grupos sociales extraen muchos de sus intelectuales de la masa de campesinos y
que gran parte de los intelectuales tradicionales son de origen campesino.
2) Pero cada grupo social "esencial", al surgir a la historia desde la estructura
económica precedente y como expresión del desarrollo de esa estructura, ha encontrado,
por lo menos en la historia hasta ahora desenvuelta, categorías intelectuales preexistentes

~ 16 ~
y que además aparecían como representantes de una continuidad histórica no
interrumpida aun por los más complicados y radicales cambios de las formas políticas y
sociales.
La más típica de estas categorías intelectuales es la de los eclesiásticos, por largo
tiempo monopolizadores (durante toda una etapa histórica que en parte se caracteriza por
este monopolio) de algunos servicios importantes: la ideología religiosa, es decir la
filosofía y la ciencia de la época, con la escuela, la instrucción, la moral, la justicia, la
beneficencia, la asistencia, etc. La categoría de los eclesiásticos puede ser considerada
como la categoría intelectual orgánicamente ligada a la aristocracia terrateniente;
jurídicamente estaba equiparada a la aristocracia; con la que compartía el ejercicio de la
propiedad feudal de la tierra y el uso de los privilegios estatales ligados a la propiedad. 8
Pero el monopolio de las superestructuras por parte de los eclesiásticos9 no se ejerció sin
luchas y limitaciones, y por eso nacieron, en variadas formas (que se deben estudiar e
investigar concretamente), otras categorías, favorecidas y acrecentadas por el
afianzamiento del poder central del monarca hasta llegar al absolutismo. De ese modo la
aristocracia de la toga se fue formando, con sus propios privilegios, un grupo de
administradores, etc.: científicos, teóricos, filósofos no eclesiásticos, etc.
Así como estas diversas categorías de intelectuales tradicionales sienten con "espíritu
de cuerpo" su no interrumpida continuidad histórica y su "calificación", del mismo modo
se conservan a sí mismas como autónomas e independientes del grupo social dominante.
Esta autoposición no carece de consecuencias de vasto alcance en el campo ideológico y
político: toda la filosofía idealista se puede relacionar fácilmente con esta posición
asumida por el complejo social de los intelectuales y se puede definir la expresión de esa
utopía social según la cual los intelectuales se creen "independientes", autónomos,
investidos de caracteres propios, etc.
Sin embargo, debe observarse que si bien el Papa y la alta jerarquía de la Iglesia se
creen más ligados a Cristo y a los apóstoles que a los señores senadores Agnelli y Benni,
no ocurre lo mismo con Gentile y Croce, por ejemplo; Croce, en especial, se siente
estrechamente ligado a Aristóteles y a Platón, pero en cambio no oculta su relación con
los senadores Agnelli y Benni y en eso precisamente se debe buscar el carácter más
sobresaliente de la filosofía de Croce.
¿Cuáles son los límites "máximos" que admite el término "intelectual"? ¿Se puede
encontrar un criterio unitario para caracterizar igualmente todas las diversas y variadas
8
Para una categoría de estos intelectuales, tal vez la más importante después de la "eclesiástica" por el
prestigio y la función social que ha tenido en las sociedades primitivas -la categoría de los médicos en sentido
amplio, o sea, de todos los que "luchan" o parecen luchar contra la muerte y las enfermedades- habrá que ver
la Storia della medicina, de Arturo Castiglioni. Recordar que ha habido una conexión entre la religión y la
medicina, y que sigue existiendo en algunas zonas; hospitales en manos del clero por lo que hace a ciertas
funciones organizativas, aparte de que donde aparece el médico aparece el sacerdote (exorcismos, asistencias
varias, etc.).--Muchas grandes figuras religiosas eran y fueron entendidas como grandes "terapeutas": la idea
del milagro, hasta la resurrección de muertos. También de los reyes se siguió creyendo durante mucho tiempo
que curaban mediante la imposición de las manos, etc.
9
De aquí en muchas lenguas de origen neolatino o influidas profundamente por las lenguas neolatinas a
través del latín eclesiástico, la acepción general de "intelectual" o "especialista", que tiene la palabra
"clérigo", con su correlativo "laico", en el sentido de profano, no especialista.

~ 17 ~
actividades intelectuales y para distinguir a éstas al mismo tiempo y de modo esencial de
las actividades de las otras agrupaciones sociales? El error metódico más difundido, en mi
opinión, es el de haber buscado este criterio de distinción en lo intrínseco de las
actividades intelectuales y no, en cambio, en el conjunto del sistema de relaciones en que
esas actividades se hallan (y por lo tanto en los grupos que las representan) en el complejo
general de las relaciones sociales. Y en verdad el obrero o proletario, por ejemplo, no se
caracteriza específicamente por el trabajo manual o instrumental, sino por la situación de
ese trabajo en determinadas condiciones y en determinadas relaciones sociales (además
de la consideración de que no existe trabajo puramente físico y de que la expresión de
Taylor de "gorila amaestrado" es una metáfora para indicar un límite en cierta dirección:
en cualquier trabajo físico; aunque se trate del más mecánico y degradado, siempre existe
un mínimo de calidad técnica, es decir un mínimo de actividad creativa). Ya se ha
observado que el empresario, por su misma función, debe tener en cierta medida algunas
cualidades de tipo intelectual, si bien su figura social no está caracterizada por esas
cualidades sino por las relaciones generales sociales que caracterizan la posición del
empresario en la industria.
Todos los hombres son intelectuales, podríamos decir, pero no todos los hombres
tienen en la sociedad la función de intelectuales (así, por ejemplo, porque puede suceder
que todos en determinado momento sepan freír dos huevos o coserse un desgarrón del
saco, no por eso se afirmará que todos son cocineros o sastres). Cuando se distingue entre
intelectuales y no intelectuales, en realidad sólo se hace referencia a la inmediata función
social de la categoría profesional de los intelectuales, es decir, se tiene en cuenta la
dirección en que gravita el mayor peso de la actividad específica profesional, si en la
elaboración intelectual o en el esfuerzo nervioso-muscular. Esto significa que si se puede
hablar de intelectuales, no tiene sentido hablar de no-intelectuales, porque los no-
intelectuales no existen. Pero la misma relación entre esfuerzo de elaboración intelectual-
cerebral y esfuerzo nervioso-muscular no es siempre igual; por eso se dan diversos grados
de actividad específicamente intelectual. No hay actividad humana de la que se pueda
excluir toda intervención intelectual, no se puede separar el homo faber del homo sapiens.
Cada hombre, considerado fuera de su profesión, despliega cierta actividad intelectual, es
decir, es un "filósofo", un artista, un hombre de buen gusto, participa en una concepción
del mundo, tiene una consciente línea de conducta moral, y por eso contribuye a sostener
o a modificar una concepción del mundo, es decir, a suscitar nuevos modos de pensar.
El problema de la creación de un nuevo grupo intelectual consiste, por lo tanto, en
elaborar críticamente la actividad que existe en cada uno en cierto grado de desarrollo;
modificando su relación con el esfuerzo nervioso-muscular en un nuevo equilibrio, y
logrando que el mismo esfuerzo nervioso-muscular, en tanto elemento de una actividad
práctica general, que renueva constantemente el mundo físico y social, llegue a ser el
fundamento de una nueva e integral concepción del mundo. El tipo tradicional y
vulgarizado del intelectual está dado por el literato, el filósofo y el artista. Por lo tanto los
periodistas, que pretenden ser literatos, filósofos y artistas, pretenden también ser los
"verdaderos" intelectuales. En el mundo moderno la educación técnica, ligada
estrechamente al trabajo industrial, aun el más primitivo y descalificado, debe formar la
base del nuevo tipo de intelectual.

~ 18 ~
Con esa base ha trabajado el semanario Ordine Nuovo para desarrollar ciertas formas
de un nuevo intelectualismo y para determinar nuevos conceptos, y no ha sido ésta una de
las razones menores de su éxito, porque tal posición correspondía a aspiraciones latentes
y estaba de acuerdo con el desarrollo de las formas reales de vida. El modo de ser del
nuevo intelectual ya no puede consistir en la elocuencia, motora exterior y momentánea
de los afectos y de las pasiones, sino en su participación activa en la vida práctica, como
constructor, organizador, "persuasivo permanentemente" no como simple orador y, sin
embargo, superior al espíritu matemático abstracto; a partir de la técnica-trabajo llega a la
técnica-ciencia y a la concepción humanista histórica, sin la cual se es "especialista" y no
se llega a ser "dirigente" (especialista + político).
Así se plasman históricamente ciertas categorías especializadas para el ejercicio de la
función intelectual, se forman en conexión con todos los grupos sociales, pero en especial
con los más importantes, y sufren elaboraciones más extensas y complejas en conexión
con el grupo social dominante. Una de las características más relevantes de cada grupo,
que se desarrolla en dirección al dominio, es su lucha por la asimilación y la conquista
"ideológica" de los intelectuales tradicionales, asimilación y conquista que es tanto más
rápida y eficaz cuanto más rápidamente elabora el grupo dado, en forma simultánea, sus
propios intelectuales orgánicos.
El enorme desarrollo alcanzado por la actividad y la organización escolar (en sentido
amplio), en las sociedades que surgieron del mundo medieval, muestra la importancia que
han alcanzado en el mundo moderno las categorías y las funciones intelectuales: en la
medida en que se ha tratado de profundizar y ensanchar la "intelectualidad" de cada
individuo, también se tendió a multiplicar las especializaciones y a perfeccionarlas. Esto
se cumple gracias a las instituciones escolares de diverso grado, hasta los organismos para
promover la llamada "alta cultura", en cada campo de la ciencia y de la técnica.
La escuela es el instrumento para formar los intelectuales de diverso grado. La
complejidad de las funciones intelectuales en los diversos Estados se puede medir
objetivamente por la cantidad de escuelas especializadas y por su jerarquización: cuanto
más extensa es el "área" escolar y cuanto más numerosos son los grados" "verticales" de
la escuela, tanto más complejo es el mundo cultural, la civilización, de un determinado
Estado. Se puede encontrar un parangón en la esfera de la técnica industrial: la
industrialización de un país se mide por su capacidad en la construcción de máquinas para
construir máquinas y en la fabricación de instrumentos cada vez más precisos para
construir máquinas e instrumentos para construir máquinas, etc. El país que tiene los
mejores elementos para construir instrumentos para los gabinetes experimentales de los
científicos y para construir instrumentos para poner a punto esos instrumentos, puede ser
considerado como el país más avanzado en el campo técnico-industrial, el más civilizado,
etc. Así ocurre en la preparación de los intelectuales y en las escuelas dedicadas a esta
preparación; escuelas e institutos de alta cultura son asimilables. También en este campo
la cantidad no puede separarse de la calidad. A la más refinada especialización técnico-
cultural, debe necesariamente corresponder la mayor extensión posible, en la difusión de
la instrucción primaria y la mayor disposición para favorecer, con los grados intermedios,
al número mayor de personas. Naturalmente, esta necesidad de crear la más amplia base
posible para la selección y la elaboración de las más altas cualidades intelectuales --es
decir: de dar a la cultura y a la técnica superior una estructura democrática-- no carece de
~ 19 ~
inconvenientes: se crea de ese modo la posibilidad de vastas crisis de desocupación en los
estratos medios intelectuales, como ocurre efectivamente en todas las sociedades
modernas.
Se debe observar que la elaboración de los grupos intelectuales en la realidad concreta
no se cumple en un terreno democrático-abstracto, sino de acuerdo con procesos
históricos tradicionales muy concretos. Se han formado grupos que tradicionalmente
"producen" intelectuales y son esos mismos grupos los que con frecuencia se especializan
en el "ahorro", es decir, la pequeña y la media burguesía terrateniente y algunos estratos
de la pequeña y de la media burguesía de las ciudades. La variada distribución de los
diversos tipos de escuelas (clásicas y profesionales) en el terreno "económico" y las
distintas aspiraciones de las múltiples categorías de estos grupos determinan o dan forma
a la producción de las diversas ramas de especialización intelectual. La burguesía rural en
Italia, por ejemplo, produce en especial funcionarios estatales y profesionales liberales,
mientras que la burguesía ciudadana produce técnicos para la industria; por eso la Italia
septentrional produce especialmente técnicos y en cambio la Italia meridional
principalmente funcionarios y profesionales.
La relación entre los intelectuales y el mundo de la producción no es inmediata, como
ocurre con los grupos sociales fundamentales, sino que es "mediata" en grado diverso en
todo el tejido social y en el complejo de las superestructuras, en los que los intelectuales
son los "funcionarios". Se podría medir la "organicidad" de los diversos estratos
intelectuales y su conexión más o menos estrecha con un grupo social fundamental,
fijando una gradación de las funciones y de las superestructuras de abajo hacia arriba
(desde la base estructural hacia arriba). Por ahora se pueden fijar dos grandes planos
superestructurales, el que se puede llamar de la "sociedad civil", que está formado por el
conjunto de los organismos vulgarmente llamados "privados", y el de la "sociedad
política o Estado"; y que corresponden a la función de "hegemonía" que el grupo
dominante ejerce en toda sociedad y a la de "dominio directo" o de comando que se
expresa en el Estado y en el gobierno "jurídico". Estas funciones son precisamente
organizativas y conectivas. Los intelectuales son los "empleados" del grupo dominante
para el ejercicio de las funciones subalternas de la hegemonía social y del gobierno
político, a saber: 1) del "consenso" espontáneo que las grandes masas de la población dan
a la dirección impuesta a la vida social por el grupo fundamental dominante, consenso
que históricamente nace del prestigio (y por lo tanto de la confianza) que el grupo
dominante deriva de su posición y de su función en el mundo de la producción; 2) del
aparato de coerción estatal que asegura "legalmente" la disciplina de aquellos grupos que
no "consienten" ni activa ni pasivamente, pero que el mismo está preparado para toda la
sociedad en previsión de los momentos de crisis en el comando y en la dirección, casos en
que no se da el consenso espontáneo.
Este planteo del problema da como resultado una extensión muy grande del concepto
de intelectual, pero sólo de esta manera es posible alcanzar una aproximación concreta a
la realidad. Este modo de plantear la cuestión choca contra preconceptos de casta: es
verdad que la misma función organizativa de la hegemonía social y del dominio estatal da
lugar a cierta división del trabajo y por eso a toda una gradación de calificaciones, en
algunas de las cuales ya no aparece ninguna atribución directiva y organizativa: en el
aparato de dirección social y estatal existe toda una serie de empleos de carácter manual e
~ 20 ~
instrumental (de orden y no de concepto, de agente y no de oficial o de funcionario, etc.);
pero evidentemente es preciso hacer esta distinción, como será necesario hacer también
alguna otra. De hecho, la actividad intelectual debe ser distinguida en grados también
desde el punto de vista intrínseco, grados que en los momentos de extrema oposición dan
una verdadera diferencia cualitativa: en el más alto grado se colocarán los creadores de
las diversas ciencias, de la filosofía, del arte, etc.; en el nivel más bajo, los más humildes
"administradores" y divulgadores de la riqueza intelectual ya existente, tradicional,
acumulada.10
En el mundo moderno la categoría de los intelectuales, así entendida, se ha ampliado
de modo increíble. El sistema social democrático-burocrático ha gestado masas
imponentes, no todas justificadas por las necesidades sociales de la producción, aunque
justificadas por las necesidades políticas del grupo fundamental dominante. De ahí la
concepción loriana11 del "trabajador" improductivo (¿pero improductivo con respecto a
quién y a qué modo de producción?), que podría justificarse en parte si se tiene en cuenta
que estas masas disfrutan de su posición haciéndose asignar enormes sumas de la renta
nacional. El concepto de masa ha estandarizado a los individuos como calificación
individual y como psicología, determinando los mismos fenómenos de todas las otras
masas estandarizadas: concurrencia que plantea la necesidad de la organización
profesional de la defensa, de la desocupación, de la superproducción escolar, de la
emigración, etc.

10
El organismo militar, también en este caso, ofrece un modelo de estas complejas graduaciones: oficiales
subalternos, oficiales superiores, estado mayor; y no deben olvidarse los graduados de tropa, cuya importancia
real es mayor de lo que comúnmente se piensa. Es interesante notar que todas estas partes se sienten solidarias
y que los niveles inferiores manifiestan un espíritu de cuerpo más visible; de ello resulta un "orgullo" que con
frecuencia los expone a las bromas a las burlas.
11
Aquiles Loria, Gramsci dice que es el "divulgador de una desviación peyorativa de la filosofía de la
praxis".

~ 21 ~
<49>. Temus de cultura12. Material ideológico.
Un estudio de cómo está organizada de hecho la estructura ideológica de una clase
dominante: o sea la organización material tendiente a mantener, a defender y a desarrollar
el "frente" teórico e ideológico. La parte más importante y más dinámica de éste es la
prensa en general: casas editoras (que tienen un programa implícito y explícito y que se
apoyan en una determinada corriente), periódicos políticos, revistas de todo género,
científicas, literarias, filológicas, de divulgación, etcétera, periódicos diversos basta los
boletines parroquiales. Sería gigantesco un estudio semejante si se hiciera a escala nacional:
por esto podría hacerse una serie de estudios para una ciudad o para una serie de ciudades.
Un jefe de redacción de un periódico debería disponer de este estudio como orientación
general para su trabajo, incluso debería repetirlo por su propia cuenta: ¡cuántas crónicas
magníficas podrían escribirse sobre este tema!
La prensa es la parte más dinámica dc esta estructura ideológica, pero no la única: todo
aquello que influye o puede influir en la opinión pública directa o indirectamente le
pertenece: las bibliotecas, las escuelas, los círculos y clubes de distinto tipo, hasta la
arquitectura, la disposición de las calles y los nombres dc Estas. No se explicaría la
posición conservada por la Iglesia en la sociedad moderna, si no se conocieran los
esfuerzos prolongados y pacientes que realiza para desarrollar continuamente su sección
particular de esta estructura material de la ideología.
Semejante estudio, hecho seriamente, tendría cierta importancia: además de dar un
modelo histórico viviente de tal estructura, habituaría a un cálculo más cauto y exacto dc
las fuerzas actuales en la sociedad.
¿Qué puede oponerse, por parte de una clase innovadora, a este complejo formidable de
trincheras y fortificaciones de la clase dominante? El espíritu de escisión, o sea la
progresiva adquisición dc la conciencia de la propia personalidad histórica, espíritu de
escisión que debe tender a extenderse de la clase protagonista a las clases aliadas
potenciales: todo ello exige un complejo ideológico, cuya primera condición es el exacto
conocimiento del campo que se ha de vaciar de su elemento de masa humana.

12
En el manuscrito el título "Temas de cultura" sustituye al título original, luego, cancelado, "Revistas-tipo".
Fragmento extraído de Antonio Gramsci - Cuadernos de la Cárcel, Tomo 2. Edición crítica del Instituto
Gramsci a cargo de Valentino Gerratana. Biblioteca Era y Benemérita Universidad Autónoma de Puebla,
México. 1999.

~ 22 ~
Otras notas extraídas de Antonio Gramsci: Cuadernos de la Cárcel
Fuente: www.gramsci.org.ar

La sociedad civil. Hay que distinguir entre la sociedad civil, tal como la entiende Hegel
y en el sentido en que la expresión se utiliza a menudo en estas notas (o sea, en el sentido
de hegemonía política y cultural de un grupo social sobre la entera sociedad, como
contenido ético del Estado) y el sentido que dan a la expresión los católicos, para los cuales
la sociedad civil es, en cambio, la sociedad política o el Estado, frente a la sociedad familiar
y a la Iglesia. Dice Pío XI en su encíclica sobre la educación (Civilità Cattolica, del 1 de
febrero de 1930): "Tres son las sociedades necesarias, distintas, y, sin embargo,
armoniosamente coordinadas por Dios, en el seno de las cuales nace el hombre: dos
sociedades de orden natural, que son la familia y la sociedad civil; la tercera, la Iglesia, de
orden sobrenatural. La primera, la familia, instituida inmediatamente por Dios para su
propio fin, que es la procreación y la educación de la prole, la cual por eso mismo tiene
prioridad de naturaleza, y, por tanto, prioridad de derechos, respecto de la sociedad civil.
Ello no obstante, la familia es sociedad imperfecta, porque no tiene en ella misma todos los
medios de su propia perfección; mientras que la sociedad civil es sociedad perfecta,
teniendo en ella misma todos los medios para su fin propio, que es el bien común temporal;
por lo cual, en este respecto, o sea, respecto del bien común, tiene preeminencia sobre la
familia, que consigue precisamente en la sociedad civil su conveniente perfección temporal.
La tercera sociedad en la cual nace el hombre, mediante el bautismo, a la vida divina de la
Gracia, es la Iglesia, sociedad de orden sobrenatural y universal, sociedad perfecta, porque
tiene en ella misma todos los medios necesarios para su fin, que es la salvación eterna de
los hombres, y, por tanto, perfecta en su orden". Para el catolicismo, lo que en lenguaje
hegeliano se llama "sociedad civil" no es "necesario", sino puramente histórico y
contingente. Para la concepción católica no hay más Estado que la Iglesia, la cual es un
estado universal y sobrenatural: la concepción medieval se mantiene teóricamente en pleno.
(C. VIII, PP 164-165.)
*
Hay que meditar sobre el siguiente tema: la concepción del Estado gendarme o sereno
(aparte de las especificaciones de carácter polémico: gendarme, sereno, etc.), ¿no es la
única concepción del Estado que supera las fases extremas "corporativo-económicas"?
Seguimos en el terreno de la identificación de Estado y gobierno, identificación que
consiste precisamente en una resurrección de la forma corporativo-económica, o sea, de la
confusión entre sociedad civil y sociedad política, pues hay que observar que en la noción
general de Estado intervienen elementos que hay que reconducir a la noción de sociedad
civil (en el sentido, pudiera decirse, de que Estado = sociedad política + sociedad civil, o
sea, hegemonía acorazada con coacción). En una doctrina que conciba al Estado como
tendencialmente susceptible de agotamiento y de resolución en la sociedad regulada, el
tema es fundamental. El elemento Estado-coacción puede concebirse en un proceso de
agotamiento a medida que se afirman elementos cada vez más importantes de sociedad
regulada (o Estado ético, o sociedad civil).
Las expresiones "Estado ético" o "sociedad civil" significarían entonces que esta
"imagen" de Estado sin Estado estaba ya presente en el pensamiento de los más grandes
~ 23 ~
científicos de la política y del derecho cuando se situaban en el terreno de la ciencia pura
(utopía pura en la medida en que se basa en el presupuesto de que todos los hombres son
realmente iguales y, por tanto, igualmente razonables y morales, o sea, capaces de aceptar
la ley espontáneamente, libremente, y no por coacción, como impuesta por otra clase, como
cosa externa a la conciencia).
Hay que recordar que la expresión de "sereno" para calificar el Estado liberal es de
Lassalle, o sea, de un estatalista dogmático y no dialéctico (examinar bien la doctrina de
Lassalle sobre este punto y sobre el Estado en general, en contraste con el marxismo). En la
doctrina del Estado-sociedad regulada se partirá de una fase en la cual "Estado" será lo
mismo que "gobierno", y se identificará con "sociedad civil", a una fase de Estado-vigilante
nocturno, organización coactiva que tutelará el desarrollo de los elementos de sociedad
regulada en incremento continuo, la cual, por tanto, reducirá gradualmente sus
intervenciones autoritarias y coactivas. Ni tampoco debe sugerir eso la idea de un nuevo
"liberalismo", aunque será el comienzo de una fase de libertad orgánica. (C. VIII; M. 131-
132.)

Concepción del derecho. Una concepción del derecho que ha de ser esencialmente
renovadora no puede encontrarse ya de modo íntegro en ninguna doctrina preexistente
(tampoco en la doctrina de la escuela llamada positiva, particularmente en la doctrina de
Ferri). Si cada Estado tiende a crear y a mantener cierto tipo de civilización y de ciudadano
(y, por tanto, de convivencia y de relaciones individuales), y tiende a provocar la
desaparición de ciertas costumbres y actitudes y a difundir otras, entonces el derecho será el
instrumento de esa finalidad (junto con la escuela y otras instituciones y actividades) y
tendrá que ser elaborado para que sea conforme a ese fin, máximamente eficaz y productivo
de resultados positivos.
La concepción del derecho tendrá que liberarse de todo residuo de trascendencia y de
absoluto; de todo fanatismo moralista, prácticamente; pero me parece que no se puede
partir del punto de vista según el cual el Estado no "castiga" (si este término se reduce a su
significación humana), sino que lucha meramente contra la "peligrosidad" social. En
realidad, el Estado debe concebirse como "educador", en cuanto que tiende, precisamente, a
crear un nuevo tipo o nivel de civilización. Del hecho de que se opere esencialmente sobre
las fuerzas económicas, que se reorganice y desarrolle el aparato de producción económico,
que se innove en la estructura, no debe inferirse que los hechos de superestructura hayan de
abandonarse a sí mismos, a su desarrollo espontáneo, a una germinación casual y
esporádica. También en este campo es el Estado un instrumento de "racionalización", de
aceleración y de taylorismo, obra según un plan, presiona, incita, solicita y "castiga", puesto
que, una vez creadas las condiciones en las cuales es "posible" un determinado modo de
vida, la "acción u omisión criminales" han de tener una sanción punitiva de alcance moral,
y no sólo un juicio de peligrosidad genérica. El derecho es el aspecto represivo y regresivo
de toda la actividad positiva de civilización desarrollada por el Estado. En la concepción
del derecho habría que recoger también, incorporándolas a ella, las actividades "de premio"
para individuos, grupos, etc.; se premia la actividad laudable y meritoria, igual que se
castiga la actividad criminal (y se castiga de modos originales, haciendo que intervenga,
como sancionadora, la "opinión pública"). (C. XXX; M. 88-89.)

~ 24 ~
Observaciones sobre el folklore. Giovanni Crocioni (en el volumen Problemi
fondamentali del folclore, Bolonia, Zanichelli, 1928) critica por confusa e imprecisa la
clasificación del material folklórico propuesta por Pitré en 1897 en su nota previa a
la BibliografIa delle tradizioni popolari, y propone otra en cuatro secciones: arte, literatura,
ciencia, moral del pueblo. Pero también esta división ha sido criticada por imprecisa, mal
definida y demasiado laxa. Raffaele Ciampi se pregunta en la Fiera Letteraria del 30 de
diciembre de 1928: "¿Es científica? ¿Cómo se sitúan en ella, por ejemplo, las
supersticiones? ¿Y qué quiere decir moral del pueblo? ¿Cómo estudiarla científicamente?
¿Y por qué no hablar entonces de religión del pueblo?"
Se puede decir que hasta ahora el folklore se ha estudiado sobre todo como elemento
"pintoresco" (en realidad, hasta ahora no se ha recogido más que material de erudición, y la
ciencia del folklore ha consistido principalmente en estudios de método para la recolección,
la selección y la clasificación de ese material, o sea, en el estudio de las cautelas prácticas y
de los principios empíricos necesarios para desarrollar provechosamente un aspecto
particular de la erudición; cosa que no ha de ser desconocimiento de la importancia y de la
significación histórica de algunos grandes estudiosos del folklore). Habría que estudiar el
folklore, en cambio, como "concepción del mundo y de la vida", implícita en gran medida,
de determinados estratos (determinados en el tiempo y en el espacio) de la sociedad, en
contraposición (también ella por lo general implícita, mecánica, objetiva) con las
concepciones del mundo "oficiales" (o, en sentido más amplio, de las partes cultas de las
sociedades históricamente determinadas) que se han sucedido en el desarrollo histórico. (De
aquí la estrecha relación entre el folklore y el sentido común, que es el folklore filosófico.)
Concepción del mundo no sólo no elaborada y asistemática porque el pueblo (o sea, el
conjunto de las clases subalternas e instrumentales de toda forma de sociedad que ha
existido hasta ahora) no puede, por definición, tener concepciones elaboradas, sistemática y
políticamente organizadas y centralizadas en su desarrollo acaso contradictorio; sino
incluso múltiple: múltiple no sólo en el sentido de varia y contrapuesta, sino también en el
sentido de estratificada desde lo más grosero hasta lo menos grosero, por no decir ya que se
trata de una aglomeración indigesta de fragmentos de todas las concepciones del mundo y
de la vida que se han sucedido en la historia, de la mayor parte de las cuales no se
encuentran documentos -mutilados y contaminados- más que en el folklore.
También la ciencia y el pensamiento modernos dan continuamente nuevos elementos al
"folklore moderno", porque ciertas nociones científicas y ciertas opiniones, una vez
aisladas de su contexto y más o menos desfiguradas, caen constantemente en el dominio
popular y se "insertan" en el mosaico de la tradición (la Scoperta dell'America, de C.
Pascarella, muestra lo curiosamente que se asimilan las nociones sobre Cristóbal Colón y
sobre toda una serie de opiniones científicas difundidas por los manuales escolares y por las
universidades populares). No se puede entender el folklore más que como reflejo de las
condiciones de vida cultural del pueblo, aunque algunas concepciones propias del folklore
se prolonguen incluso después de que las condiciones han sido (o parecen) cambiadas,
dando acaso lugar a combinaciones extravagantes.
No hay duda de que existe una "religión del pueblo", especialmente en los países
católicos y ortodoxos, muy distinta de la de los intelectuales (religiosos), y sobre todo muy
distinta de la orgánicamente sistematizada por la jerarquía eclesiástica, aunque se puede
sostener que todas las religiones, incluso las más refinadas, son "folklore" en relación con
el pensamiento moderno; pero con la capital diferencia de que las religiones, y la católica
~ 25 ~
en primer lugar, son precisamente "elaboradas y sistematizadas" por los intelectuales (r.) y
por la jerarquía eclesiástica, y presentan, por tanto, especiales problemas (hay que estudiar
si esa elaboración sistemática es necesaria para mantener el folklore en situación de
multiplicidad dispersa: las condiciones de la Iglesia antes y después de la Reforma y del
Concilio de Trento y el diverso desarrollo histórico-cultural de los países reformados y de
los ortodoxos después de la Reforma y de Trento son elementos muy significativos).
Así también es verdad que existe una "moral del pueblo", entendida como conjunto
determinado (en el tiempo y en el espacio) de máximas de conducta práctica y de
costumbres que se derivan de ellas o las han precedido, moral íntimamente relacionada,
como la superstición, con las creencias religiosas reales: existen imperativos que son
mucho más fuertes, tenaces y eficaces que los de la "moral" oficial. También en esta esfera
hay que distinguir diversos estratos: los fosilizados, que reflejan condiciones de vida pasada
y, por tanto, son conservadores y reaccionarios, y otros que son una serie de innovaciones,
a menudo creadoras y progresivas, determinadas espontáneamente por formas y
condiciones de vida en proceso de desarrollo, y que se encuentran en contradicción o
meramente en discrepancia con la moral de los estratos dirigentes.
Ciampini considera real la necesidad sostenida por Crocioni de que se enseñe el folklore
en las escuelas en las que se preparan los futuros maestros, pero luego niega que se pueda
plantear la cuestión de la utilidad del folklore (hay indudablemente una confusión entre
"ciencia del folklore", "conocimiento del folklore" y "folklore", o sea, "existencia del
folklore"; parece que Ciampini quiere decir aquí "existencia del folklore", de modo que el
maestro no tendría que combatir la concepción ptolemaica propia del folklore). Para
Ciampini el folklore (?) es fin de sí mismo o no tiene más utilidad que la de ofrecer a un
pueblo los elementos de un conocimiento más profundo de sí mismo (aquí folklore tendría
que significar "conocimiento y ciencia del folklore"). Estudiar las supersticiones para
desarraigarlas sería para Ciampini como si el folklore se suicidara, mientras que la ciencia
no es más que conocimiento desinteresado, fin de sí misma. Pero entonces, ¿para qué
enseñar el folklore en las escuelas que preparan a los maestros? ¿Para aumentar la cultura
desinteresada de los maestros? ¿Para mostrarles lo que no deben destruir? Como se ve, las
ideas de Ciampini son muy confusas, y hasta íntimamente incoherentes, porque, en otro
lugar, el mismo Ciampini reconocerá que el Estado no es agnóstico, sino que tiene una
concepción de la vida y está obligado a difundirla, educando las masas nacionales. Pero
esta actividad formativa del Estado, que se expresa, además de en la actividad política,
especialmente en la escuela, no se desarrolla sobre una nada ni parte de la nada: en realidad,
se encuentra en concurrencia y en contradicción con otras concepciones explícitas e
implícitas, y entre ellas, y no de las menores ni menos tenaces, se encuentra el folklore, el
cual, por tanto, tiene que ser "superado". Conocer el "folklore" significa, pues, para el
maestro conocer qué otras concepciones del mundo y de la vida intervienen de hecho en la
formación intelectual y moral de las generaciones más jóvenes, para extirparlas y
sustituirlas por concepciones consideradas superiores. Desde las escuelas elementales
hasta... las cátedras de agricultura, el folklore se encontraba en realidad ya sistemáticamente
atacado: la enseñanza del folklore para los maestros tendría que reforzar aún más ese
trabajo sistemático.
Es verdad que para alcanzar el fin habría que cambiar el espíritu de las. investigaciones
folklorísticas, además de profundizarlas y ampliarlas. El folklore no debe concebirse como
una extravagancia, una rareza o un elemento pintoresco, sino como una cosa muy seria y
~ 26 ~
que hay que tomarse en serio. Sólo así será la enseñanza más eficaz y determinará el
nacimiento de una nueva cultura en las grandes masas populares, o sea, sólo así
desaparecerá la separación entre la cultura moderna y la cultura popular, el folklore. Una
actividad de esta clase, realizada en profundidad, correspondería en el plano intelectual a lo
que ha sido la Reforma en los países protestantes. (C. XI; L.V.N. 215-218.)

Cuestión del “hombre colectivo” o del “conformismo social”


Tarea educativa y formativa del estado que tiene siempre la finalidad de crear nuevos y
más elevados tipos de civilización, de educar la "civilización" y la moralidad de las más
vastas masas populares a las necesidades del continuo desarrollo del aparato económico de
producción y, por tanto, de elaborar también físicamente los nuevos tipos de humanidad.
¿Pero de qué manera logrará cada individuo incorporarse al hombre colectivo y en qué
sentido deberá ser dirigida la presión educativa sobre los individuos si se quiere obtener su
consenso y su colaboración, haciendo que la necesidad y la coerción se transformen en
"libertad"? Cuestión del "derecho", cuyo concepto deberá ser extendido, incorporando
también aquellas actividades que en la actualidad están involucradas en la fórmula de
"jurídicamente indiferente" y que son del dominio de la sociedad civil, la cual opera sin
"sanciones" y sin "obligaciones" taxativas, mas no deja por ello de ejercer una presión
colectiva y de obtener resultados objetivos en la formación de las costumbres, los modos de
pensar y de obrar, la moralidad, etcétera.
Concepto político de la llamada "revolución permanente", nacido antes de 1848 como
expresión científicamente elaborada de las experiencias jacobinas desde 1789 al Termidor.
La fórmula es propia de un período histórico en el cual no existían los grandes partidos
políticos de masa ni los grandes sindicatos económicos y la sociedad estaba aún bajo
muchos aspectos en estado de fluidez: mayor retraso en el campo y monopolio casi
completo de la eficiencia política-estatal en pocas ciudades o directamente en una sola
(París, en el caso de rancia); aparato estatal relativamente poco desarrollado y mayor
autonomía de la sociedad civil respecto de la actividad estatal; sistema determinado de las
fuerzas militares y del armamento nacional; mayor autonomía de las economías nacionales
frente a las relaciones económicas del mercado mundial, etc. En el período posterior al año
1870, con la expansión colonial europea cambian todos estos elementos, las relaciones
internas de organización del estado y las internacionales se tornan más complejas y sólidas
y la fórmula cuarentiochesca de la "revolución permanente" es sometida a una
reelaboración, encontrando la ciencia política su superación en la fórmula de "hegemonía
civil". En el arte político ocurre lo mismo que en el arte militar: la guerra de movimiento se
vuelve cada vez más guerra de posición y se puede decir que un estado vence en una guerra
en la medida en que la prepara minuciosa y técnicamente en tiempos de paz. Las estructuras
macizas de las democracias modernas, tanto como organizaciones estatales que como
complejo de asociaciones operantes en la vida civil, representan en el ámbito del arte
político lo mismo que las "trincheras" y las fortificaciones permanentes del frente en la


Actos para los cuales la ley no prevé sanciones [E.]

~ 27 ~
guerra de posición; ellas tornan sólo "parcial" el elemento del movimiento que antes
constituía "todo" en la guerra, etcétera.
La cuestión se plantea para los estados modernos y no para los países atrasados, ni para
las colonias, países donde aún tienen vigencia las formas que en los primeros quedaron
superadas convirtiéndose en anacrónicas. El problema del valor de las ideologías (como se
deriva de la polémica Malagodi-Croce)* --con las observaciones de Croce sobre el "mito"
soreliano, que se pueden utilizar contra la "pasión"-- debe igualmente ser estudiado en un
tratado de ciencia política.
(1932-1934.)

~ 28 ~
Gramsci, Antonio. El materialismo histórico y la filosofía de Benedetto Croce.
Ed. Nueva Visión, Buenos Aires, 2003.

Estructura y superestructura
La proposición contenida en la introducción de la Crítica de la economía política,
respecto a que los hombres toman conciencia de los conflictos de la estructura en el
terreno de las ideologías, debe ser considerada como afirmación de valor gnoseológico y
no puramente psicológico y moral. De ello resulta que el principio teórico-práctico de la
hegemonía tiene también un significado gnoseológico; por lo tanto, en este campo es
necesario buscar el aporte teórico máximo de Ilic [Lenin] a la filosofía de la praxis. En
efecto, Ilic habría hecho progresar la filosofía como filosofía en cuanto hizo progresar la
doctrina y la práctica política. La realización de un aparato hegemónico, en cuanto crea
un nuevo terreno ideológico, determina una reforma de las conciencias y de los métodos
de conocimiento, es un hecho de conciencia, un hecho filosófico. En lenguaje crociano:
cuando se logra introducir una nueva moral conforme a una nueva concepción del mundo
se concluye por introducir también tal concepción, es decir, se determina una completa
reforma filosófica.

La estructura y las superestructuras forman un "bloque histórico", es decir que el


conjunto complejo, contradictorio y discorde de las superestructuras es el reflejo del
conjunto de las relaciones sociales de producción. De ello surge lo siguiente: solo un
sistema totalitario de ideologías refleja racionalmente la contradicción de la estructura y
representa la existencia de las condiciones objetivas para la subversión de la praxis. Si se
forma un grupo social homogéneo al 100 % por la ideología, ello significa que existen al
100 % las premisas para dicha subversión, es decir que lo "racional" es real activa y
actualmente. El razonamiento se basa en la reciprocidad necesaria entre estructura y
superestructura (reciprocidad que es, por cierto, el proceso dialéctico real).

El término "catarsis".
Se puede emplear el término "catarsis" para indicar el paso del momento meramente
económico (o egoístico-pasional) al momento ético-político, es decir, la elaboración
superior de la estructura en superestructura en la conciencia de los hombres. Ello significa
también el paso de lo "objetivo a lo subjetivo" y de la "necesidad a la libertad". La
estructura de fuerza exterior que subyuga al hombre, lo asimila, lo hace pasivo, se
transforma en medio de libertad, en instrumento para crear una nueva forma ético-
política, en origen de nuevas iniciativas. La fijación del momento "catártico" deviene así,
me parece, el punto de partida de toda la filosofía de la praxis; el proceso catártico
coincide con la cadena de síntesis que resulta del desarrollo dialéctico.13*

13
Recordar siempre los dos puntos entre los cuales oscila este proceso: que ninguna
sociedad se plantea fines para cuya solución no existan ya, o estén en condiciones de
aparecer, las condiciones suficientes y necesarias; y que ninguna sociedad perece antes de
haber expresado todo su contenido potencial.
~ 29 ~
Ciencia moral y materialismo histórico.
La base científica de una moral del materialismo histórico debe buscarse, me parece,
en la afirmación de que "la sociedad no se propone objetivos para cuya solución no
existan ya las condiciones". Existiendo las condiciones, "la solución de los objetivos
deviene 'deber', la 'voluntad' deviene libre". La moral devendría una investigación de las
condiciones necesarias para la libertad de la voluntad en cierto sentido, hacia cierto fin, y
la demostración de que estas condiciones existen. Debería tratarse, también, no de una
jerarquía de los fines, sino de una gradación de los fines por alcanzar, dado que se desea
"moralizar", no sólo a cada individuo por separado, sino también a toda una sociedad de
individuos.

Regularidad y necesidad.
¿Cómo ha surgido en el fundador de la filosofía de la praxis el concepto de regularidad
y de necesidad en el desarrollo histórico? No parece que pueda pensarse en una
derivación de las ciencias naturales, sino más bien en una elaboración de conceptos
nacidos en el terreno de la economía política, especialmente en la forma y con la
metodología que la ciencia económica recibió de David Ricardo. Concepto y hecho de
"mercado determinado", es decir, la comprensión científica de que determinadas fuerzas
decisivas y permanentes han aparecido históricamente, fuerzas cuya acción se presenta
con cierto "automatismo" que consiente cierto grado de "previsibilidad" y de certeza para
el futuro de las iniciativas individuales que consienten a tales fuerzas, luego de haberlas
intuido y comprendido científicamente. "Mercado determinado" equivale, por lo tanto, a
decir "determinadas relaciones de fuerzas sociales en una determinada estructura del
aparato de producción", relaciones garantizadas (es decir, hechas permanentes) por una
determinada superestructura política, moral, jurídica. Luego de haber comprendido estas
fuerzas decisivas y permanentes y su espontáneo automatismo (es decir, su relativa
independencia de los arbitrios individuales y de la intervención de los arbitrios
gubernativos), el hombre de ciencia, como hipótesis, ha tornado absoluto el automatismo
mismo, aislado los hechos meramente económicos de las combinaciones más o menos
importantes en las que en realidad se presentan, establecido las relaciones de causa v
efecto, de premisa a consecuencia, y así ha dado un esquema abstracto de una
determinada sociedad económica (a esta construcción científica, realista y concreta, se ha
ido sobreponiendo en seguida una nueva abstracción más generalizada del "hombre"
como tal, "ahistórico", genérico, abstracción que ha aparecido como la verdadera ciencia
económica).
Dadas estas condiciones en que nació la economía clásica, para que se pueda hablar de
una nueva "ciencia" o de una nueva concepción de la ciencia económica (lo que es lo
mismo) es preciso haber demostrado que han ido surgiendo nuevas relaciones de fuerzas,

~ 30 ~
nuevas condiciones, nuevas premisas, es decir, que se ha "determinado" un nuevo
mercado con su propio y nuevo "automatismo'' y fenomenismo que se presenta como algo
"objetivo", comparable al automatismo de los hechos naturales. La economía clásica ha
dado lugar a una "crítica de la economía política", pero no parece que hasta ahora sea
posible una nueva ciencia o una nueva ubicación del problema científico.

La "crítica" de la economía política parte del concepto de la historicidad del "mercado


determinado" y de su "automatismo", mientras que los economistas puros conciben estos
elementos como "eternos", "naturales". La crítica analiza en forma realista las relaciones
de fuerza que determinan el mercado, profundiza sus contradicciones, valora las
variabilidades vinculadas con la aparición de nuevos elementos y su reforzamiento, y
presenta la "caducidad" y la condición de "sustituible" de la ciencia criticada. La estudia
como vida, pero también como muerte; halla en su intimidad los elementos que la
disolverán y la superarán indefectiblemente, y presenta al "heredero', que será presuntivo
hasta tanto no dé pruebas manifiestas de vitalidad, etcétera.

Economía e ideología
La pretensión (presentada como postulado esencial del materialismo histórico) de
presentar y exponer cada fluctuación de la política y de la ideología como una expresión
inmediata de la estructura, debe ser combatida teóricamente como un infantilismo
primitivo, y prácticamente con el testimonio auténtico de Marx, escritor de obras políticas
e históricas concretas. En ese aspecto, son importantes especialmente el 18 Brumario y
los escritos sobre la Cuestión oriental, pero también otros (Revolución y
contrarrevolución en Alemania, La guerra civil en Francia y trabajos menores). Un
análisis de estas obras permite fijar mejor la metodología histórica marxista, integrando,
iluminando e interpretando las afirmaciones teóricas esparcidas por todas las obras.
Se podrá ver cuánta cautela real introdujo Marx en sus investigaciones concretas,
cautela que no podría hallar lugar en las obras generales 14. Con esta cautela se podrían
agrupar, como ejemplos, los siguientes:
1) La dificultad de identificar en cada ocasión, estéticamente (como una imagen
fotográficamente instantánea), la estructura; la política es, de hecho, en cada ocasión, el
reflejo de las tendencias de desarrollo de la estructura, tendencias que no tienen por qué
realizarse necesariamente. Una fase estructural sólo pudo ser analizada y estudiada
concretamente después que han superado todo su proceso de desarrollo, no durante el
proceso mismo, a no ser que se trate de hipótesis, y declarando explícitamente que se trata
de hipótesis.

14
Ellas podrían tener lugar sólo en una exposición metódica sistemática tipo Bernheim, y el libro
de Bernheim podría ser tenido presente como "tipo" de manual escolar o "ensayo popular" del
materialismo histórico, en el cual, además del método filológico y erudito --al cual se atiene
Bernheim por programa, aun cuando esté implícita en su trabajo una concepción del mundo --
debería ser explícitamente tratada la concepción marxista de la historia.

~ 31 ~
2) De ello se deduce que un determinado acto político puede haber sido un error de
cálculo de parte de los dirigentes de las clases dominantes, error que el desarrollo
histórico, a través de las "crisis" parlamentarias gubernativas de las clases dirigentes
corrige y supera: el materialismo histórico mecánico no considera la posibilidad del error,
sino que considera a todo acto político como determinado por la estructura,
inmediatamente, es decir, como reflejo de una modificación real y permanente (en el
sentido de adquirida) de la estructura. El principio del "error" es complejo: puede tratarse
de un impulso individual por cálculo errado, o también de una manifestación de las
tentativas de determinados grupos o grupitos, de asumir la hegemonía en el interior del
agrupamiento dirigente, tentativas que pueden fracasar.
3) No se tiene en cuenta suficientemente que muchos actos políticos son debidos a
necesidades internas de carácter organizativo, es decir, ligadas a la necesidad de dar
coherencia a un partido, a un grupo, a una sociedad. Esto aparece claro, por ejemplo, en la
historia de la iglesia católica. Si a cada lucha ideológica en el interior de la iglesia
quisiésemos encontrarle una explicación inmediata, primaria, en la estructura, estaríamos
listos. Muchas novelas político-económicas han sido escritas por esta razón. Es evidente,
en cambio, que la mayor parte de estas discusiones son debidas a necesidades sectarias de
organización. En la discusión entre Roma y Bizancio sobre la procesión del Espíritu
Santo, sería ridículo buscar en la estructura del Oriente europeo la afirmación de que el
Espíritu Santo procede solamente del Padre, y en la del Occidente la afirmación de que
procede del Padre y del Hijo. Las dos iglesias, cuya existencia y conflicto dependen de la
estructura y de toda la historia, han planteado problemas que son principios de distinción
y de cohesión interna para cada una de ellas. Pero podría haber ocurrido que cualquiera de
ellas afirmase lo que la otra afirma en verdad; el principio de distinción y de conflicto se
habría mantenido igualmente. Este problema de la distinción y del conflicto es el que
constituye el problema histórico, y no la bandera casual de cada una de las partes.

~ 32 ~
Gramsci, Antonio. Los intelectuales y la organización de la cultura. Ed. Nueva
Visión, Buenos Aires, 2004.

Periodismo

Periodismo integral

El tipo de periodismo que se considera en esta nota es el que se podría llamar


"integral" (en el sentido que adquirirá un significado cada vez más claro en el curso de
estas mismas notas), es decir, aquel que no sólo trata de satisfacer todas las necesidades
(de cierta categoría) de su público sino que se esfuerza por crear y desarrollar estas
necesidades y por ello de estimular, en cierto sentido, a su público y de aumentarlo
progresivamente.

Si se examinan todas las formas de periodismo y de actividad publicitaria-editorial


existentes en general, se puede apreciar que cada una de ellas presupone otras fuerzas a
integrarse o coordinarse "mecánicamente". Para desarrollar críticamente el tema y
estudiar todos sus aspectos, parece más oportuno (a los fines metodológicos y didácticos)
presuponer otra situación, a saber: que existe, como punto de partida, un agrupamiento
cultural (en sentido lato) más o menos homogéneo, de cierto tipo, de cierto nivel y
especialmente con cierta orientación general, y que sobre esa agrupación se quiere tomar
apoyo para construir un edificio cultural completo, autárquico, comenzando directamente
por... la lengua, es decir, por el medio de expresión y de contacto recíproco. Todo el
edificio debería ser construido según principios "racionales", funcionales, porque se
tienen determinadas premisas y se quieren alcanzar determinadas consecuencias. Por
cierto, durante la elaboración del "plan" las premisas necesariamente cambian, porque si
bien es verdad que cierto fin presupone ciertas premisas, también es cierto que durante la
elaboración real de la actividad dada, las premisas se van cambiando necesariamente y
son transformadas, y la conciencia del fin, al ampliarse y concretarse, reacciona sobre las
premisas "conformándolas" progresivamente. La existencia objetiva de las premisas
permite pensar en ciertos fines, es decir, las premisas dadas son tales sólo en relación con
ciertos fines que se pueden considerar fines concretos. Pero si los fines comienzan a
realizarse progresivamente, por el hecho de su realización, de la efectividad alcanzada,
cambian necesariamente las premisas iniciales, que ya no son... iniciales, y en
consecuencia también cambian los fines probables, y así sucesivamente.

Raramente se piensa en esta relación, aunque sea de evidencia inmediata. Su


manifestación la vemos en las empresas organizadas "según un plan" y que no son puros
"mecanismos", justamente porque se basan en este modo de pensar en el que la parte de
libertad y de espíritu de iniciativa (espíritu de "combinaciones") es mucho más grande de
lo que desean admitir, a causa del papel de máscaras de la comedia del arte que les es
propio, los representantes oficiales de la "libertad" y de las "iniciativas" abstractamente
concebidas (o tal vez demasiado "concretamente" concebidas). Por lo tanto, este nexo es
verdadero; sin embargo, también es verdad que las "premisas" iniciales vuelven a
presentarse continuamente, aunque sea en otras condiciones. Que se enseñe el alfabeto a
una "tanda escolar" no significa que el analfabetismo desaparezca de pronto y para
siempre; cada año habrá una nueva "tanda" a la que hay que enseñar el alfabeto. Pero es
~ 33 ~
evidente que cuanto más raro llega a ser el analfabetismo en los adultos, tanto menor será
la dificultad para poblar las escuelas elementales en un 100 %, en consecuencia: habrá
siempre analfabetos, pero tenderán a desaparecer hasta llegar al límite normal de los niños
de cinco a seis años.

Los lectores
Los lectores deben ser considerados desde dos puntos de vista principales: 1) como
elementos ideológicos, "transformables" filosóficamente, capaces, dúctiles, maleables a la
transformación; 2) como elementos "económicos", capaces de asimilar las publicaciones
y de hacerlas asimilar a los demás. Estos dos elementos no son siempre separables en la
realidad, porque el elemento ideológico es un estímulo para el acto económico de la
adquisición y de la difusión. Sin embargo, al hacer un plan editorial hay que tener en
cuenta ambos aspectos para que los cálculos sean realistas y no obedezcan sólo a los
propios deseos. Además, en la esfera económica las posibilidades no coinciden con la
voluntad y con el impulso ideológico y por eso es necesario abundar para que se dé la
posibilidad de la adquisición "indirecta", es decir, compensada con servicios (difusión).
Una empresa editorial publica diversos tipos de revistas y libros, regulados según
distintos niveles de cultura. Es difícil establecer cuántos "clientes" posibles existen en
cada nivel. Se debe partir del nivel más bajo y sobre éste se puede establecer el plan
comercial "mínimo", es decir, la previsión más realista, teniendo en cuenta, sin embargo,
que la actividad puede modificar (y debe modificar) las condiciones de partida, no sólo en
el sentido de que la esfera de la clientela puede (debe) ser ampliada, sino que puede
(debe) determinarse una jerarquía de necesidades a satisfacer y por lo tanto de actividades
a desarrollar.
Es obvio que las empresas que han existido hasta ahora se han burocratizado, es decir,
no han estimulado las necesidades y tampoco han organizado la satisfacción de las
mismas, motivo por el cual ha ocurrido con frecuencia que la iniciativa individual caótica
ha dado mejores frutos que la iniciativa organizada. La verdad es que en este segundo
caso no existe "iniciativa" y no existe "organización" sino solamente burocracia y
actividad fatalista. Con frecuencia la referida organización en vez de ser una potenciación
de esfuerzos ha sido un narcótico, un factor deprimente, realmente un obstruccionismo y
un sabotaje. Además, no se puede hablar de empresa periodística y editorial seria si falta
este elemento, es decir: la organización del cliente, de la venta, y el hecho de que al ser el
cliente un particular (en su mayor parte) necesita una organización particular ligada
estrechamente al carácter ideológico de la "mercancía" vendida. Es sabido que en un
diario moderno el verdadero director es el director administrativo y no el de redacción.

Movimientos y centros intelectuales.


Es un deber de la actividad periodística (en sus múltiples manifestaciones) seguir y
controlar todos los movimientos y centros intelectuales que existen y se forman en el país.
Todos, es decir, sólo con exclusión de aquellos que tienen un carácter arbitrario e
irracional, aunque también estos deben ser por lo menos registrados en el tono que se
merecen.

~ 34 ~
Distinción entre centros y movimientos intelectuales y otras distinciones y
graduaciones. Por ejemplo, el catolicismo es un gran centro y un gran movimiento, pero
en su interior existen movimientos y centros parciales y limitados que deben ser tenidos
en cuenta. Antes que nada es necesario "dibujar" el mapa intelectual y moral del país,
circunscribir los grandes movimientos de ideas y los grandes centros (pero no siempre a
los grandes movimientos corresponden grandes centros, al menos con los caracteres de
visibilidad y de cosa concreta que con frecuencia se atribuye a esta palabra y cuyo
ejemplo típico es el centro católico).
Se debe por lo tanto considerar los impulsos innovadores que se producen, que no
siempre son vitales, es decir, que tienen consecuencias pero no por eso deben ser menos
atendidos y controlados. Dado que la iniciación de un movimiento es siempre incierta, de
porvenir dudoso, etc., por eso, ¿será necesario esperar a que haya alcanzado toda su
fuerza y consistencia para ocuparse de él? Ni siquiera es necesario que tenga
características de coherencia y de riqueza intelectual: no siempre son los movimientos
más coherentes e intelectualmente ricos los que triunfan. Con frecuencia un movimiento
triunfa por su propia mediocridad y elasticidad lógica: todo puede ser, los compromisos
más llamativos son posibles y éstas justamente pueden ser razones de triunfo.
Leer las revistas de los jóvenes además de aquellas que ya se han afirmado y
representan intereses serios y verdaderos. En el Almanacco letterario Bompiani de 1933
(pp. 360-361) se indican los programas esenciales de seis revistas de jóvenes que deberían
representar los impulsos del movimiento de nuestra cultura; son Il Saggiatore [escritor de
ensayos], Ottobre [17 de], Il Ventuno [el año 21, momento de crisis institucional, temor
de la derecha al socialismo, usufructuado por el fascismo al año siguiente], L'Italia
viviente, L'Orto [¡huerto!], Espero, que no parecen muy agudas con excepción de algunas
de ellas. Espero, por ejemplo, "en lo que se refiere a la filosofía se propone apoyar a los
post-idealistas, que cumplen una crítica atenta del idealismo, y sólo a aquellos idealistas
que saben tener en cuenta esa crítica". El director de Espero es Aldo Capasso, y ser post-
idealistas es algo así como ser "contemporáneo"15, * en verdad un don nadie. Más claro,
tal vez el único claro, es el programa de Ottobre. Sin embargo, todos estos movimientos
deberían ser examinados, snobismo aparte.
Distinción entre movimientos militantes, que son los más interesantes, y movimientos
de retaguardia o de ideas adquiridas que se han hecho clásicas o comerciales. Entre éstos,
¿dónde colocar a "Italia letteraria"? ¡Por cierto no militante y ni siquiera clásica! La
definición más exacta y apropiada me parece la siguiente: ¡una bolsa de papas!

El ser evolutivo final.


Anécdota del curso de historia de la filosofía del profesor D'Ercole y del "ser evolutivo
final". Durante cuarenta años no habló más que de la filosofía china y de Lao-tse; pero
como cada año llegaban "nuevos alumnos" que no habían escuchado las lecciones del año

15
El autor alude a una anécdota referida por él mismo en otro lugar, de un individuo que no
pudiendo lucir título alguno había escrito sobre su tarjeta de visita: "Contemporáneo". (N. del E.)

~ 35 ~
anterior, entonces el profesor recomenzaba nuevamente. En las generaciones de alumnos
el "ser evolutivo final" llegó a ser de ese modo una leyenda.
En ciertos movimientos culturales que asocian sus elementos entre aquellos que solo
entonces inician su propia vida cultural, a causa de la rápida extensión del propio
movimiento que conquista nuevos adeptos y de que los ya conquistados no tienen
autoiniciativa cultural, ocurre que nunca llegan a salir del abc. Este hecho ha tenido
graves repercusiones en la actividad periodística en general, en diarios, semanarios,
revistas, etc.; es como si nunca pudieran superar cierto nivel. Además, el no tener en
cuenta este orden de exigencias explica el trabajo de Sísifo [mitol. gr.: rey de Corinto,
condenado por Zeus al Tártaro, último infierno, a rodar un roca cuesta arriba que volvía a
caer] de las llamadas "pequeñas revistas" que se dirigen a todos y a ninguno, y que en
cierto momento llegan a ser del todo inútiles. El ejemplo más típico ha sido el de la
revista Voce, que en cierto momento se dividió en Lacerba [futuristas a los que adhirió el
pintor arg. Emilio Pettoruti], Voce y Unitá, cada una con la tendencia a seguir
dividiéndose hasta el infinito. Las redacciones, si no están ligadas a un movimiento
disciplinado de base, tienden a convertirse en conventículos [asociación ilícita] de
"profetas desarmados" o a dividirse según movimientos descompuestos y caóticos que se
producen en los distintos grupos y estratos de lectores.
Por lo tanto es necesario reconocer abiertamente que las revistas son de por sí estériles
si no llegan a ser la fuerza motriz y formadora de instituciones culturales de tipo
asociativo de masa, es decir, si no se convierten en cuadros cerrados. Esto también es
válido para las revistas de partido; no es necesario creer que el partido es de por sí la
"institución" cultural de masa de la revista. El partido es esencialmente político y su
actividad cultural también es actividad de política cultural; las "instituciones" culturales
deben ser no sólo de "política cultural" sino además de "técnica cultural". Ejemplo: en un
partido hay analfabetos, y entonces la lucha cultural del partido es la lucha contra el
analfabetismo. Un grupo de lucha contra el analfabetismo no es precisamente una
"escuela para analfabetos"; en una escuela para analfabetos se enseña a leer y a escribir
mientras que en un grupo de lucha contra el analfabetismo se arbitran todos los medios
más eficaces para extirpar el analfabetismo de las grandes masas de la población de un
país, etc.

Diletantismo y disciplina.
Necesidad de una crítica interna severa y rigurosa, sin convencionalismos y medias
tintas. Existe una tendencia del materialismo histórico que inspira y favorece todas las
malas tradiciones de la cultura media italiana y parece identificarse con algunos rasgos
del carácter italiano, como son la improvisación, el "talentismo", la pereza fatalista, el
diletantismo [afición] sin cerebro, la falta de disciplina intelectual, la irresponsabilidad y
la deslealtad moral e intelectual. El materialismo histórico destruye toda una serie de
prejuicios y convencionalismos, de falsos deberes, de obligaciones hipócritas, pero no por
eso justifica caer en el escepticismo y en el cinismo snob [cursi]. El mismo resultado
obtuvo el maquiavelismo por medio de una arbitraria extensión o confusión entre la
"moral" política y la "moral" privada, es decir, entre la política y la ética; confusión que
no existía por cierto en Maquiavelo ya que, por el contrario, la grandeza de Maquiavelo

~ 36 ~
consiste en haber diferenciado la política de la ética. No puede existir asociación
permanente y con capacidad de desarrollo que no esté sostenida por determinados
principios éticos que la misma asociación impone a sus componentes individuales para
lograr la integridad interna y la homogeneidad necesaria para alcanzar sus fines. No por
esto esos principios carecen de caracteres universales. Sería así si la asociación tuviese un
fin en sí misma, como en el caso de una secta o de una asociación delictuosa (sólo en ese
caso me parece que se puede decir que la política y la ética se confunden, porque lo
"particular" está elevado a "universal"). Pero una asociación normal se concibe a sí
misma como una aristocracia, una élite, una vanguardia, es decir, como unida por millares
de hilos a un grupo social determinado y por su intermedio a toda la humanidad. Por lo
tanto esa asociación no se propone como algo definitivo y rígido sino que tiene la
tendencia a ampliarse a todo un grupo social, que también se concibe con la tendencia a
unificar toda la humanidad. Todas estas relaciones dan carácter tendencialmente universal
a la ética de grupo que debe ser concebida como capaz de llegar a ser norma de conducta
de toda la humanidad. La política se concibe como un proceso que desembocará en la
moral, es decir, como tendiente a desembocar en una forma de convivencia en la que la
política y la moral serán superadas. Desde este punto de vista historicista sólo puede
explicarse la angustia de muchos ante el contraste de la moral privada y la moral pública-
política: ella es un reflejo indudable y sentimentalmente acrítico de las contradicciones de
la actual sociedad, vale decir, de la ausencia de igualdad de los sujetos morales.
Pero no se puede hablar de élite-aristocracia, vanguardia, como de una colectividad
indistinta y caótica, en la que por la gracia de un misterioso espíritu santo o de otra
misteriosa y metafísica deidad ignota descienda la gracia de la inteligencia, de la
capacidad, de la educación, de la preparación técnica, etc., aunque este modo de pensar
sea corriente. Refleja en pequeño lo que sucedía en escala nacional cuando el Estado se
entendía como algo abstracto en la colectividad de los ciudadanos, como un padre eterno
que había pensado en todo, previsto todo, etc.; de ahí la ausencia de una democracia real,
de una real voluntad colectiva y nacional y, consecuentemente, ante la pasividad de los
individuos, la necesidad de un despotismo más o menos encubierto de la burocracia. La
colectividad debe entenderse como producto de una elaboración de la voluntad y del
pensamiento colectivo, que se alcanza mediante el esfuerzo individual concreto, y no por
un proceso fatal ajeno a los individuos: de ahí surge la obligación de la disciplina interior
y no sólo de la externa y mecánica. Si debe haber polémicas y divisiones, no hay que
tener miedo de afrontarlas y superarlas: son inevitables en estos procesos de desarrollo, y
evitarlas significa postergarlas justamente para cuando pueden ser peligrosas o
decididamente catastróficas, etc.

Revistas tipo

En términos generales se pueden establecer tres tipos fundamentales de revistas, según


el modo en que son producidas, según el tipo de lectores al que se dirijan y según los
fines educativos que quieran alcanzar. El primer tipo puede ser una combinación de

~ 37 ~
elementos directivos, como aparecen especialmente en Critica de Croce16, en Politica de
F. Coppola y en la Nuova Rivista Storica de C. Bargallo. El segundo tipo "crítico-
histórico-bibliográfico", de acuerdo con la combinación de los elementos que caracterizan
los números mejor logrados de Leonardo de L. Russo, Unità de Rerum Scriptor y la
"Voce" de Prezzolini [Giussepe, 1882-1982, periodista, ensayista y crítico]. El tercer tipo
sería el resultado de la combinación de algunos elementos del segundo tipo y del tipo de
semanario inglés como el Manchester Guardian Weekly, o el Times Weekly.17 Cada uno
de estos tipos debería caracterizarse por una orientación intelectual unitaria y no
antológica, es decir que tendría que tener una redacción homogénea y disciplinada; por lo
tanto, pocos colaboradores "principales" para escribir el cuerpo esencial de cada número.
La orientación de la redacción debe tener una vigorosa organización para poder producir
un trabajo intelectualmente homogéneo aun dentro de la variedad de estilos y de
personalidades literarias; la redacción debería estar sometida a un estatuto escrito que
evite las corridas, los conflictos, las contradicciones (por ejemplo, el contenido de cada
número debería ser aprobado por la mayoría de la redacción antes de ser publicado).

Un organismo unitario de cultura que ofrezca a los diversos niveles del público los tres
tipos mencionados de revistas (además, estos tres tipos deben participar en un espíritu
común), con el apoyo de colecciones paralelas de libros, daría satisfacción a las
exigencias de un sector más activo intelectualmente, pero sólo en estado potencial; al que
conviene elaborar, hacer pensar concretamente, transformar y homogeneizar de acuerdo
con un proceso de desarrollo orgánico que conduzca del simple sentido común al
pensamiento coherente y sistemático.

Tipo crítico-histórico-bibliográfico: examen analítico de obras desde el punto de vista


de los lectores de la revista que, generalmente, no pueden leer las obras propiamente
dichas. Para lograr un ensayo sintético, un estudioso que examine un fenómeno histórico
determinado debe realizar toda una serie de investigaciones y de operaciones intelectuales
preliminares que resultan utilizables sólo en pequeña parte. Este trabajo puede ser
utilizable, en cambio, para este tipo medio de revista, dedicado a un lector que tiene
necesidad, para desarrollarse intelectualmente, no solo del ensayo sintético sino de toda la
compleja actividad analítica que ha conducido a ese resultado. El lector común no tiene ni
puede tener un hábito "científico", que se adquiere con el trabajo especializado; por eso se
lo debe ayudar para que pueda alcanzar por lo menos su "sentido" por medio de una
actividad crítica oportuna. No basta darle conceptos ya elaborados y fijados en su
expresión "definitiva", la calidad de concreto de los mismos, que reside en el proceso que
llevó a esa afirmación, se le escapa al lector: es mejor ofrecerle toda una serie de
razonamientos y de nexos intermedios bien individualizados y no simplemente indicados.
Por ejemplo: un movimiento histórico complejo se descompone en el tiempo y en el

16
Benedetto, 1866-1952, filósofo, historiador y político, antifascista declarado (como
senador), de posición ateísta y anticlerical, a pesar de su formación teológica católica, más
hegeliano que marxista, presidente del partido Liberal en el 47.
17
Para una exposición general de los tipos principales de revistas se debe recordar la actividad
periodística de Carlo Cattaneo. Se debe estudiar con mucha atención el Archivio Trienal y el
Politecnico (junto con el Politecnico la revista Scientia fundada por Rignano).

~ 38 ~
espacio y, además, puede descomponerse en diversos planos; la Acción Católica, aun
habiendo tenido siempre una dirección única y centralizada, muestra grandes diferencias
(e incluso contrastes) de actitudes regionales en diversas épocas y con respecto a ciertos
problemas especiales (por ejemplo, la cuestión agraria, la dirección sindical etc.).

En las revistas de este tipo son indispensables o útiles algunas secciones:

1) Un diccionario enciclopédico político-científico-filosófico, en este sentido debe


publicarse en cada número una o más pequeñas monografías de carácter enciclopédico
sobre conceptos políticos, filosóficos, científicos, que aparecen con mucha frecuencia en
diarios y revistas y que el lector medio difícilmente comprende y en muchos casos
confunde. En realidad, cada corriente cultural crea su lenguaje, es decir, participa en el
desarrollo general de una determinada lengua nacional, introduce nuevos términos,
enriquece con nuevo contenido los términos ya en uso, crea metáforas, se sirve de
nombres históricos para facilitar el juicio y la comprensión de las situaciones actuales,
etc., etc. El enfoque debería ser "práctico", adaptarse a exigencias realmente sentidas y,
en la forma de exposición, adecuarse a la media de los lectores. Los compiladores
deberían estar informados de los errores más frecuentes y obligados a buscar las mismas
fuentes de error, es decir, las publicaciones de pacotilla científica, tipo Biblioteca
Popolare Sonzogno o diccionarios enciclopédicos (Melzi, Premoli, Bonacci, etc.). Es
conveniente que estos temas no aparezcan en forma orgánica (por ejemplo, en orden
alfabético o por materia) y tampoco según una preestablecida economía de espacio, como
si ya se tuviese en vista una obra completa, sino más bien referidos de modo inmediato a
los argumentos desarrollados por la misma revista u otras de tipo superior o más
elemental. La amplitud del tratamiento a seguir en cada edición no debe ser establecida
por la importancia intrínseca del tema sino por los intereses inmediatos periodísticos
(todo lo que se diga llevará su justo grano de sal). En otras palabras, la sección no debe
presentarse en forma de libro publicado por entregas sino como el tratamiento de temas
interesantes por sí mismos, de los que puede surgir un libro aunque no necesariamente.

2) Ligada a la sección anterior está la de las biografías, que debe entenderse en dos
sentidos: en cuanto toda la vida de un hombre puede interesar a la cultura general de un
determinado estrato social o en cuanto un nombre histórico puede entrar en un diccionario
enciclopédico a causa de un hecho significativo o de un determinado concepto. Así, por
ejemplo, se puede hablar de lord Carson [1854-1935, sur-irlandés dependentista, primer
lord del Almirantazgo 1916-17] para destacar que la crisis del régimen parlamentario
existía ya antes de la guerra mundial, justamente en Inglaterra, país en el que ese régimen
parecía más eficiente y sustancial; pero eso no significa que se deba hacer toda la
biografía de lord Carson. A una persona de cultura media le interesan solamente dos datos
biográficos: a) lord Carson, en 1914, en vísperas de la guerra alistó en el Ulster un grupo
armado poderosísimo para oponerse con la instrucción a la aplicación de la ley del Home
Rule [Liga para la autonomía] irlandés, aprobada por el Parlamento, que según el decir
inglés "podía hacer todo menos que un hombre se vuelva mujer"; b) lord Carson no sólo
no fue castigado por "alta traición" sino que fue nombrado ministro poco después, cuando
estalló la guerra (puede ser útil que las biografías completas se presenten en secciones
separadas).

~ 39 ~
3) Otra sección puede ser la de las autobiografías político-intelectuales. Si se realizan
bien, con sinceridad y simplicidad, pueden ser del mayor interés periodístico y de gran
eficacia formativa. Cómo alguien ha conseguido liberarse de cierto ambiente provincial y
corporativo, por medio de qué fuerzas externas y de luchas interiores, para lograr una
personalidad históricamente superior, puede sugerir en forma activa una orientación
intelectual y moral además de ser un documento del desarrollo cultural de una época.

4) Una sección fundamental puede estar constituida por el examen crítico-histórico-


bibliográfico de las situaciones regionales, (entendiendo por región un organismo
geoeconómico diferenciado). Muchos querrían conocer y estudiar las situaciones locales,
que siempre son muy interesantes, pero no saben cómo hacerlo ni por dónde empezar,
porque: no conocen el material bibliográfico, no saben hacer investigaciones en las
bibliotecas, etc. Sería pues necesario señalar la trama general de un problema concreto (o
de un tema científico), indicando los libros que lo han tratado, los artículos de las revistas
especializadas y, además, los materiales sin trabajar (estadísticas, etc.), en forma de
reseñas bibliográficas, con especial difusión de las publicaciones poco comunes o en
lengua extranjera. Este trabajo, aparte de las regiones, también puede hacerse, desde otros
puntos de vista, para problemas generales, cuestiones culturales, etc.

5) Una selección sistemática de diarios y revistas para la parte que interesa a las
secciones fundamentales: simple cita de los autores de los títulos, con breves indicaciones
sobre las tendencias. Esta sección bibliográfica tendría que ser compilada para cada
número, y para ciertos temas también tendría que ser retrospectiva.

6) Comentarios de libros. Dos tipos de comentarios. El de tipo crítico-informativo: se


supone que el lector medio no puede leer un libro dado, por lo que es útil hacerle conocer
su contenido y conclusiones. El de tipo teórico-científico: se supone que el lector debe
leer el libro y por eso no se lo resume simplemente sino que se desarrollan críticamente
las objeciones que se pueden suscitar, se pone el acento sobre las partes más interesantes,
se desarrolla alguna parte incompleta, etc. Este segundo tipo de comentario es más
apropiado para revistas especializadas.

7) Una selección crítico-bibliográfica, ordenada por temas o grupos de cuestiones, de


la literatura referente a los autores y a las cuestiones fundamentales para la concepción
del mundo que es el fundamento de las revistas publicadas, tanto para los autores italianos
como para las traducciones al italiano de los autores extranjeros. Esta selección debe ser
muy minuciosa y circunstanciada, ya que hay que tener presente que sólo por medio de
este trabajo y esta elaboración crítico-sistemática se pueden alcanzar las fuentes
auténticas de toda una serie de conceptos errados que circulan sin control y sin censura.
En cada región de Italia, dada la riquísima variedad de tradiciones locales, existen grupos
grandes y pequeños caracterizados por rasgos ideológicos y psicológicos particulares:
"cada lugar tiene o ha tenido su santo local, su culto y su capilla".

La formación nacional unitaria de una conciencia colectiva homogénea demanda


condiciones e iniciativas múltiples. La difusión desde un centro homogéneo de un modo
de pensar y de obrar homogéneo es la condición principal, pero no debe y no puede ser la
única. Un error muy difundido consiste en pensar que cada estrato social forma su propia

~ 40 ~
conciencia y su cultura del mismo modo, con los mismos métodos, es decir, con los
métodos de los intelectuales de profesión. El intelectual es un "profesional" (skilled) que
conoce el funcionamiento de las propias "máquinas" especializadas; tiene su
"aprendizaje" y su "sistema Taylor" [Frederick W. Taylor, 1856-1915, ing.
estadounidense, metodizó producción acero]. Es pueril e ilusorio atribuir a todos los
hombres esta capacidad adquirida y no innata, así como sería pueril creer que todo obrero
puede ser maquinista ferroviario. Es también pueril pensar que un "concepto claro",
oportunamente difundido, se inserta en las diversas conciencias con los mismos efectos
"organizativos" de claridad con que fue propagado: este es un error "iluminista"
[inspiración divina]. La capacidad del intelectual de profesión de combinar hábilmente la
inducción y la deducción, de generalizar sin caer en el vacío formalismo, de llevar de una
esfera a otra del juicio ciertos criterios de discriminación, adaptándolos a las nuevas
condiciones, etc., es una "especialidad", una "cualidad", no un dato del vulgar sentido
común. Por eso no basta la premisa de la "difusión orgánica desde un centro homogéneo
de un modo de pensar y obrar homogéneo". El mismo rayo luminoso al pasar por prismas
diversos da refracciones diversas de luz: si se quiere la misma refracción es necesario
hacer toda una serie de rectificaciones de cada uno de los prismas.

La "repetición" paciente y sistemática es un principio metódico fundamental: pero la


repetición no mecánica, "obsesionante", material, la adaptación de cada concepto a las
diversas peculiaridades y tradiciones culturales, la presentación del mismo en todos sus
aspectos positivos y en sus negaciones tradicionales, organizándose siempre cada aspecto
parcial dentro de la totalidad. Encontrar la identidad real bajo las aparentes diferencias y
contracciones, y encontrar la sustancial diversidad bajo la aparente identidad, es la más
delicada, poco comprendida y, sin embargo, esencial condición del crítico de las ideas y
del historiador del desarrollo histórico. El trabajo educativo-formativo que desarrolla un
centro homogéneo de cultura, la elaboración de una conciencia crítica que este centro
promueve sobre la base de una determinada etapa histórica que contenga las premisas
concretas para tal elaboración, no puede limitarse a la simple enunciación teórica de
principios "claros" de método; esta sería pura actividad de "filósofos" del 1700. El trabajo
necesario es complejo y debe ser articulado y graduado combinando la deducción y la
inducción, la lógica formal y la dialéctica, la identidad y la diferencia, la demostración
positiva y la destrucción de lo viejo. Pero no en abstracto, sino en concreto, sobre la base
de lo real y de la experiencia efectiva.

Pero, ¿cómo saber cuáles son los errores más difundidos y arraigados? Evidentemente,
es imposible una "estadística" de los modos de pensar y de las particulares opiniones
individuales, con todas las combinaciones que resultan de grupos y grupos menores, que
dé un cuadro orgánico y sistemático de la situación cultural efectiva y los modos en los
cuales se presenta realmente el "sentido común"; no queda más que la revisión sistemática
de la literatura más difundida y que más acepta el pueblo, combinada con el estudio y la
crítica de las corrientes ideológicas del pasado, cada una de las cuales "puede" haber
dejado un sedimento y haberse combinado en forma variada con las precedentes y con las
subsiguientes.

En este mismo orden de observaciones se inscribe un criterio más general: los cambios
en el modo de pensar, en las creencias, en las opiniones, no sobrevienen por rápidas

~ 41 ~
"explosiones" simultáneas y generalizadas, sino que casi siempre sobrevienen por
"combinaciones sucesivas" según "fórmulas" disímiles e incontrolables "de autoridad". La
ilusión "explosiva" nace por falta de espíritu crítico. De la misma manera que no se ha
pasado de los métodos de tracción de la diligencia, a motor animal, a los modernos
expresos eléctricos, sino que se han sucedido toda una serie de combinaciones
intermedias, que en parte aún subsisten (como la tracción animal sobre rieles, etc., etc.) o
como en el caso del material ferroviario envejecido de los EE.UU. que es utilizado
todavía durante muchos años en China y que allí representa un progreso técnico. Así, en
la esfera de la cultura los diversos estratos ideológicos se combinan variadamente y lo que
es "hierro viejo" en la ciudad todavía puede ser "utensilio" en las provincias. En la esfera
de la cultura, las "explosiones" son menos frecuentes y menos intensas que en la esfera de
la técnica; en la que una innovación se difunde, por lo menos en el plano más elevado,
con relativa rapidez y simultaneidad. Se confunde la "explosión" de pasiones políticas
acumuladas en un período de transformaciones técnicas, a las que no corresponden
formas nuevas de una adecuada organización jurídica, sino inmediatamente cierto grado
de coerciones directas e indirectas, con las transformaciones culturales, que son lentas y
graduales, porque si bien la pasión es impulsiva, la cultura es el producto de una
elaboración compleja. (La indicación del hecho de que a veces lo que ha llegado a ser
"hierro viejo" en la ciudad es todavía "utensilio" en provincia, puede ser ventajosamente
desarrollada.)

Nota. El tipo de revista "político-crítica" exige inmediatamente un cuerpo de


redactores especializados, en condiciones de proveer con cierta periodicidad un material
científicamente elaborado y seleccionado: la existencia de este cuerpo de redactores, que
alcanzaron cierto grado de homogeneidad cultural, no es nada fácil, y representa un punto
de llegada en el desarrollo de un movimiento cultural. Este tipo de revista puede ser
sustituido (o anticipado) con la publicación de un Anuario. Este Anuario no deberá tener
nada de parecido con un común Almanaque popular (cuya compilación está ligada
cualitativamente al diario, es decir, que debe ser preparada teniendo en cuenta al lector
medio del diario); nunca debe ser una antología ocasional de escritos demasiado largos
para ser incluidos en otro tipo de revistas; debería ser preparado orgánicamente, según un
plan general, de manera que sea como el prospecto de un determinado programa de
revista. Podría estar dedicado a un solo tema o bien estar dividido en secciones y tratar
una serie orgánica de cuestiones fundamentales (la constitución del Estado, la política
internacional, la cuestión agraria, etc.). Cada Anuario debe ser completo (no debería
haber escritos que continuaran) y, además, debe estar provisto de bibliografía, de índices
analíticos, etc. Hay que estudiar los diversos tipos de Almanaques populares, que cuando
están bien hechos constituyen pequeñas enciclopedias de la actualidad.

~ 42 ~
NOTAS SOBRE MAQUIAVELO, SOBRE POLITICA Y EL ESTADO MODERNO.
EL MODERNO PRINCIPE

Tomado de gramsci.org

Apuntes sobre la política de Maquiavelo. El Príncipe de Maquiavelo podría ser


estudiado como una ejemplificación histórica del "mito" de Sorel, es decir, de una ideología
política que no se presenta como una fría utopía, ni como una argumentación doctrinaria,
sino como la creación de una fantasía concreta que actúa sobre un pueblo disperso y
pulverizado para suscitar y organizar su voluntad colectiva. El carácter utópico de El
Príncipe reside en el hecho de que un Príncipe tal no existía en la realidad histórica, no se
presentaba al pueblo italiano con caracteres de inmediatez objetiva, sino que era una pura
abstracción doctrinaria, el símbolo del jefe, del condottiero ideal; pero los elementos
pasionales, míticos, contenidos en el pequeño volumen y planteados con recursos
dramáticos de gran efecto, se resumen y convierten en elementos, vivos en la conclusión,
en la invocación de un príncipe "realmente existente". En el pequeño volumen, Maquiavelo
trata de cómo debe ser el Príncipe para conducir un pueblo a la fundación de un nuevo
Estado y la investigación es llevada con rigor lógico y desapego científico. En la
conclusión, Maquiavelo mismo se vuelve pueblo, se confunde con el pueblo, mas no con un
pueblo concebido en forma "genérica", sino con el pueblo que Maquiavelo previamente ha
convencido con su trabajo, del cual procede y se siente conciencia y expresión y con quien
se identifica totalmente. Parece como si todo el trabajo "lógico" no fuera otra cosa que una
autorreflexión del pueblo, un razonamiento interno, que se hace en la conciencia popular y
que concluye con un grito apasionado, inmediato. La pasión, de razonamiento sobre sí
misma se transforma en "afecto", fiebre, fanatismo de acción. He aquí por qué el epílogo
de El Príncipe no es extrínseco, "pegado" desde afuera, retórico, sino que por el contrario
debe ser explicado como un elemento necesario de la obra, o mejor, como el elemento que
ilumina toda la obra y que aparece como su "manifiesto político". (…)

El moderno príncipe, el mito-príncipe, no puede ser una persona real, un individuo


concreto; sólo puede ser un organismo, un elemento de sociedad complejo en el cual
comience a concretarse una voluntad colectiva reconocida y afirmada parcialmente en la
acción. Este organismo ya ha sido dado por el desarrollo histórico y es el partido político: la
primera célula en la que se resumen los gérmenes de voluntad colectiva que tienden a
devenir universales y totales. (…)El moderno Príncipe debe tener una parte destinada
al jacobinismo (en el significado integral que esta noción ha tenido históricamente y debe
tener conceptualmente), en cuanto ejemplificación de cómo se formó y operó en concreto
una voluntad colectiva que al menos en algunos aspectos fue creación ex novo, original. Y
es necesario que la voluntad colectiva y la voluntad política en general, sean definidas en el
sentido moderno; la voluntad como conciencia activa de la necesidad histórica, como
protagonista de un efectivo y real drama histórico.

Una de las primeras partes debería estar dedicada, precisamente, a la "voluntad


colectiva", planteando así la cuestión: "¿Cuándo puede decirse que existen las condiciones
para que se pueda suscitar y desarrollar una voluntad colectiva nacional-popular?", o sea
efectuando un análisis histórico (económico) de la estructura social del país dado y una
representación "dramática" de las tentativas realizadas a través de los siglos, para suscitar

~ 43 ~
esta voluntad y las razones de sus sucesivos fracasos. (…)Una parte importante del
moderno Príncipe18 deberá estar dedicada a la cuestión de una reforma intelectual y moral,
es decir, a la cuestión religiosa o de una concepción del mundo. También en este campo
encontramos en la tradición ausencia de jacobinismo y miedo del jacobinismo (la última
expresión filosófica de tal miedo es la actitud malthusiana de B. Croce hacia la religión). El
moderno Príncipe debe ser, y no puede dejar de ser, el abanderado y el organizador de una
reforma intelectual y moral, lo cual significa crear el terreno para un desarrollo ulterior de
la voluntad colectiva nacional popular hacia el cumplimiento de una forma superior y total
de civilización moderna.

Estos dos puntos fundamentales: la formación de una voluntad colectiva nacional-


popular de la cual el moderno Príncipe es al mismo tiempo el organizador y la expresión
activa y operante; y la reforma intelectual y moral, deberían constituir la estructura del
trabajo. Los puntos concretos de programa deben ser incorporados en la primera parte, es
decir, deben resultar "dramáticamente" del discurso y no ser una fría y pedante exposición
de razonamientos.

¿Puede haber una reforma cultural, es decir, una elevación civil de los estratos
deprimidos de la sociedad, sin una precedente reforma económica y un cambio en la
posición social y en el mundo económico? Una reforma intelectual y moral no puede dejar
de estar ligada a un programa de reforma económica, o mejor, el programa de reforma
económica es precisamente la manera concreta de presentarse de toda reforma intelectual y
moral. El moderno Príncipe, desarrollándose, perturba todo el sistema de relaciones
intelectuales y morales en cuanto su desarrollo significa que cada acto es concebido como
útil o dañoso, como virtuoso o perverso, sólo en cuanto tiene como punto de referencia al
moderno Príncipe mismo y sirve para incrementar su poder u oponerse a él. El
Príncipe ocupa, en las conciencias, el lugar de la divinidad o del imperativo categórico,
deviene la base de un laicismo moderno y de una completa laicización de toda la vida y de
todas las relaciones de costumbres.

La ciencia de la política. (…) La innovación fundamental introducida por la filosofía de la


praxis en la ciencia de la política y de la historia es la demostración de que no existe una
"naturaleza humana" abstracta, fija e inmutable (concepto que deriva del pensamiento
religioso y de la trascendencia), sino que la naturaleza humana es el conjunto de relaciones
sociales históricamente determinadas, es decir, un hecho histórico verificable, dentro de
ciertos límites, con los métodos de la filología y de la crítica.

La política como ciencia autónoma. (…)¿En qué sentido se puede identificar la


política con la historia y, por consiguiente, toda la vida con la política? ¿Cómo puede
concebirse por ello a todo el sistema de las superestructuras como distinciones de la
política y cómo se justifica la introducción del concepto de distinción en una filosofía de la

18
Gramsci hace mención aquí, como es evidente, de la Teoría del Partido de la clase
obrera (N. del T.).

~ 44 ~
praxis? ¿Pero puede hablarse de dialéctica de los distintos? ¿cómo puede entenderse el
concepto de círculo entre los grados de la superestructura? Concepto de bloque histórico,
es decir unidad entre la naturaleza y el espíritu (estructura y superestructura), unidad de los
contrarios y de los distintos. (…)"En el terreno ideológico el hombre adquiere conciencia
de las relaciones sociales", al decir esto ¿no afirmamos la necesidad y la validez de las
"apariencias"?

(…) Maquiavelo es en todo un hombre de su época; y su ciencia política representa la


filosofía de tal época, que tiende a la organización de las monarquías nacionales absolutas
"como formas políticas que permiten y facilitan un desarrollo ulterior de las fuerzas
productivas burguesas. En Maquiavelo se puede descubrir in nuce la separación de los
poderes y el parlamentarismo (el régimen representativo); su "ferocia" * está dirigida
contra los residuos del mundo feudal y no contra las clases progresistas.

* "Ferocia", ánimo fuerte e impetuoso, evoca la violencia de las bestias salvajes.


Recuérdese el capítulo XVIII: "Debéis en consecuencia saber que hay dos maneras de
combatir: una con las leyes y la otra con la fuerza; la primera es propia del hombre y la
segunda de las bestias... Por lo tanto, es necesario a un príncipe saber utilizar bien a la
bestia y al hombre" (ob. cit., p. 59). El símbolo de la necesidad de la unión de estas dos
naturalezas es el Centauro, mitad hombre y mitad caballo (N. del T.)

El partido político. Dijimos anteriormente que en la época moderna el protagonista del


nuevo Príncipe no podría ser un héroe personal, sino un partido político, el determinado
partido que en cada momento dado y en las diversas relaciones internas de las diferentes
naciones intenta crear (y este fin está racional e históricamente fundado) un nuevo tipo de
Estado.

(…)¿Cuándo un partido deviene "necesario" históricamente? Cuando las condiciones


para su "triunfo", para su ineludible transformarse en Estado están al menos en vías de
formación y dejan prever normalmente su desarrollo ulterior. Pero en tales condiciones,
¿cuándo se puede decir que un partido no puede ser destruido por los medios normales?
Para responder es necesario desarrollar un razonamiento: para que exista un partido es
preciso que coexistan tres elementos fundamentales (es decir tres grupos de elementos):

1) Un elemento indefinido, de hombres comunes, medios, que ofrecen como


participación su disciplina y su fidelidad, mas no el espíritu creador y con alta capacidad de
organización. Sin ellos el partido no existiría, es verdad, pero es verdad también que el
partido no podría existir "solamente" con ellos. Constituyen una fuerza en cuanto existen
hombres que los centralizan, organizan y disciplinan, pero en ausencia de esta fuerza
cohesiva se dispersarían y se anularían en una hojarasca inútil. No es cuestión de negar que
cada uno de estos elementos pueda transformarse en una de las fuerzas de cohesión, pero de
ellos se habla precisamente en el momento en que no lo son y no están en condiciones de
serlo, o si lo son actúan solamente en un círculo restringido, políticamente ineficaz y sin
consecuencia.

2) El elemento de cohesión principal, centralizado en el campo nacional, que transforma


en potente y eficiente a un conjunto de fuerzas que abandonadas a sí mismas contarían cero

~ 45 ~
o poco más. Este elemento está dotado de una potente fuerza de cohesión, que centraliza y
disciplina y sin duda a causa de esto está dotado igualmente, de inventiva (si se entiende
"inventiva" en una cierta dirección, según ciertas líneas de fuerzas, ciertas perspectivas y
también ciertas premisas). Es verdad también que un partido no podría estar formado
solamente por este elemento, el cual sin embargo tiene más importancia que el primero para
su constitución. Se habla de capitanes sin ejército, pero en realidad es más fácil formar un
ejército que formar capitanes. Tan es así que un ejército ya existente sería destruido si le
llegasen a faltar los capitanes, mientras que la existencia de un grupo de capitanes, acordes
entre sí, con fines comunes, no tarda en formar un ejército aún donde no existe.

3) Un elemento medio, que articula el primero y el segundo, que los pone en contacto,
no sólo "físico" sino moral e intelectual. En la realidad, para cada partido existen
"proporciones definidas" entre estos tres elementos y se logra el máximo de eficacia cuando
tales "proporciones definidas" son alcanzadas. (…)

Algunos aspectos teóricos y prácticos del "economismo". (…) El hecho de la hegemonía


presupone indudablemente que se tienen en cuenta los intereses y las tendencias de los
grupos sobre los cuales se ejerce la hegemonía, que se forme un cierto equilibrio de
compromiso, es decir que el grupo dirigente haga sacrificios de orden económico-
corporativo, pero es también indudable que tales sacrificios y tal compromiso no pueden
concernir a lo esencial, ya que si la hegemonía es ético-política no puede dejar de ser
también económica, no puede menos que estar basada en la función decisiva que el grupo
dirigente ejerce en el núcleo rector de la actividad económica.(…) Es necesario recordar, al
mismo tiempo, la afirmación de Engels de que la economía sólo en "última instancia" es el
resorte de la historia (en las dos cartas sobre la filosofía de la praxis publicadas también en
italiano), afirmación que es necesario vincular directamente al pasaje del prefacio a
la Crítica de la Economía Política donde se dice que es en el terreno de las ideologías
donde los hombres toman conciencia de los conflictos que se manifiestan en el mundo
económico. (…)Y ya que dos fuerzas "similares" no pueden fundirse en un organismo
nuevo sino a través de una serie de compromisos o mediante la fuerza de las armas, por la
unión en el terreno de las alianzas o por la subordinación de la una a la otra mediante la
coerción, la cuestión es saber si se dispone de esta fuerza y si es "productivo" emplearla. Si
la unión de dos fuerzas es necesaria para vencer a una tercera, el recurso de las armas y de
la coerción (dado que se tiene la disponibilidad de ellos) es una pura hipótesis metódica y la
única posibilidad concreta es el compromiso, ya que la fuerza puede ser empleada contra
los enemigos y no contra una parte de sí mismo que se desea asimilar rápidamente y de la
cual es preciso obtener su "buena voluntad" y entusiasmo.

Previsión y perspectiva. (…) Quienes prevén tienen en realidad un "programa" para hacer
triunfar y la previsión es justamente un elemento de ese triunfo. Esto no significa, que la
previsión deba siempre ser arbitraria y gratuita o puramente tendenciosa. Se puede decir
mejor que sólo en la medida en que el aspecto objetivo de la previsión está vinculado a un
programa, adquiere objetividad: 1) porque sólo la pasión aguza el intelecto y contribuye a
tornar más clara la intuición; 2) porque siendo la realidad el resultado de una aplicación de
la voluntad humana a la sociedad de las cosas (del maquinista a la máquina), prescindir de
todo elemento voluntario, o calcular solamente la intervención de las voluntades ajenas

~ 46 ~
como elemento objetivo del juego general, mutila la realidad misma. Sólo quien desea
fuertemente identifica los elementos necesarios para la realización de su voluntad. (…)

Análisis de las situaciones. Relaciones de fuerzas.(…) A partir de la reflexión sobre estos


dos cánones se puede llegar al desarrollo de toda una serie de otros principios de
metodología histórica. Sin embargo, en el estudio de una estructura es necesario distinguir
los movimientos orgánicos (relativamente permanentes) de los movimientos que se pueden
llamar "de coyuntura" (y se presentan como ocasionales, inmediatos, casi accidentales). Los
fenómenos de coyuntura dependen también de movimientos orgánicos, pero su significado
no es de gran importancia histórica; dan lugar a una crítica política mezquina, cotidiana,
que se dirige a los pequeños grupos dirigentes y a las personalidades que tienen la
responsabilidad inmediata del poder. Los fenómenos orgánicos dan lugar a la crítica
histórico-social que se dirige a los grandes agrupamientos, más allá de las personas
inmediatamente responsables y del personal dirigente. Al estudiar un período histórico
aparece la gran importancia de esta distinción. Tiene lugar una crisis que a veces se
prolonga por decenas de años. Esta duración excepcional significa que en la estructura se
han revelado (maduraron) contradicciones incurables y que las fuerzas políticas, que obran
positivamente en la conservación y defensa de la estructura misma, se esfuerzan, sin
embargo, por sanear y por superar dentro de ciertos límites. Estos esfuerzos incesantes y
perseverantes (ya que ninguna forma social querrá confesar jamás que está superada)
forman el terreno de lo "ocasional" sobre el cual se organizan las fuerzas antagónicas que
tienden a demostrar (demostración que en última instancia se logra y es "verdadera" si se
transforma en una nueva realidad, si las fuerzas antagónicas triunfan; pero inmediatamente
se desarrolla una serie de polémicas ideológicas, religiosas, filosóficas, políticas, jurídicas,
etc., cuyo carácter concreto es valorable en la medida en que son convincentes y desplazan
la anterior disposición de las fuerzas sociales) que existen ya las condiciones necesarias y
suficientes para que determinadas tareas puedan y, por consiguiente, deban ser resueltas
históricamente (en cuanto todo venir a menos del deber histórico aumenta el desorden
necesario y prepara catástrofes más graves).(…)

12 "Ninguna formación social desaparece antes de que se desarrollen todas las fuerzas
productivas que caben dentro de ella y jamás aparecen nuevas y más altas relaciones de
producción antes de que las condiciones materiales para su existencia, hayan madurado en
el seno de la propia sociedad antigua. Por eso, la humanidad se propone siempre
únicamente los objetivos que puede alcanzar, pues, bien miradas las cosas, vemos siempre
que estos objetivos sólo nacen cuando ya se dan o, por lo menos, se están gestando, las
condiciones materiales para su realización". (MARX, Prólogo a la Crítica de la Economía
Política).

Estos criterios metodológicos pueden adquirir visible y didácticamente todo su significado


si se aplican al examen de los hechos históricos concretos. Se lo podría hacer con utilidad
en el caso de los acontecimientos desarrollados en Francia de 1789 a 1870. Me parece que
para mayor claridad en la exposición sería necesario abrazar todo este período. En efecto,
sólo en 1870-71, con la tentativa de la Comuna, se agotan históricamente todos los
gérmenes nacidos en 1789, lo cual significa que la nueva clase que lucha por el poder, no
sólo derrota a los representantes de la vieja sociedad que se niegan a considerarla perimida,
sino también a los grupos más nuevos que consideran como superada también a la nueva

~ 47 ~
estructura surgida de los cambios promovidos en 1789. Dicha clase demuestra así su
vitalidad frente a lo viejo y frente a lo más nuevo. Además, en 1870-71 pierde eficacia el
conjunto de principios de estrategia y de táctica política nacidos prácticamente en 1789 y
desarrollados en forma ideológica alrededor de 1848 (y que se resumen en la fórmula de
"revolución permanente".19 (…)

En la "relación de fuerza" mientras tanto es necesario distinguir diversos momentos o


grados, que en lo fundamental son los siguientes:

1) Una relación de fuerzas sociales estrechamente ligadas a la estructura, objetiva,


independiente de la voluntad de los hombres, que puede ser medida con los sistemas de las
ciencias exactas o físicas. Sobre la base del grado de desarrollo de las fuerzas materiales de
producción se dan los grupos sociales, cada uno de los cuales representa una función y tiene
una posición determinada en la misma producción. Esta relación es lo que es, una realidad
rebelde: nadie puede modificar el número de las empresas y de sus empleados, el número
de las ciudades y de la población urbana, etc. Esta fundamental disposición de fuerzas
permite estudiar si existen en la sociedad las condiciones necesarias y suficientes para su
transformación, o sea, permite controlar el grado de realismo y de posibilidades de
realización de las diversas ideologías que nacieron en ella misma, en el terreno de las
contradicciones que generó durante su desarrollo.

2) Un momento sucesivo es la relación de las fuerzas políticas; es decir, la valoración


del grado de homogeneidad, autoconciencia y organización alcanzado por los diferentes
grupos sociales. Este momento, a su vez, puede ser analizado y dividido en diferentes
grados que corresponden a los diferentes momentos de la conciencia política colectiva, tal
como se manifestaron hasta ahora en la historia. El primero y más elemental es el
económico-corporativo: un comerciante siente que debe ser solidario con otro comerciante,
un fabricante con otro fabricante, etc., pero el comerciante no se siente aún solidario con el
fabricante; o sea, es sentida la unidad homogénea del grupo profesional y el deber de
organizarla, pero no se siente aún la unidad con el grupo social más vasto Un segundo
momento es aquél donde se logra la conciencia de la solidaridad de intereses entre todos los
miembros del grupo social, pero todavía en el campo meramente económico. Ya en este
momento se plantea la cuestión del Estado, pero sólo en el terreno de lograr una igualdad
política-jurídica con los grupos dominantes, ya que se reivindica el derecho a participar en
la legislación y en la administración y hasta de modificarla, de reformarla, pero en los
marcos fundamentales existentes. Un tercer momento es aquel donde se logra la conciencia
de que los propios intereses corporativos, en su desarrollo actual y futuro, superan los
límites de la corporación, de un grupo puramente económico y pueden y deben convertirse
en los intereses de otros grupos subordinados. Esta es la fase más estrictamente política,
que señala el neto pasaje de la estructura a la esfera de las superestructuras complejas; es la
fase en la cual las ideologías ya existentes se transforman en "partido", se confrontan y
entran en lucha, hasta que una sola de ellas, o al menos una sola combinación de ellas,
tiende a prevalecer, a imponerse, a difundirse por toda el área social; determinando además

19
La expresión "revolución permanente" se encuentra en el Mensaje del Consejo
Central a la Liga de los Comunistas. (Véase: K. MARX: Revelaciones sobre el proceso a
los comunistas, edit. Lautaro, 1946, pp. 201 y 209
~ 48 ~
de la unidad de los fines económicos y políticos, la unidad intelectual y moral, planteando
todas las cuestiones en torno a las cuales hierve la lucha, no sobre un plano corporativo,
sino sobre un plano "universal" y creando así la hegemonía, de un grupo social
fundamental, sobre una serie de grupos subordinados. El estado es concebido como
organismo propio de un grupo, destinado a crear las condiciones favorables para la máxima
expansión del mismo grupo; pero este desarrollo y esta expansión son concebidos y
presentados como la fuerza motriz de una expansión universal, de un desarrollo de todas las
energías "nacionales". El grupo dominante es coordinado concretamente con los intereses
generales de los grupos subordinados y la vida estatal es concebida como una formación y
una superación continua de equilibrios inestables (en el ámbito de la ley), entre los intereses
del grupo fundamental y los de los grupos subordinados; equilibrios en donde los intereses
del grupo dominante prevalecen pero hasta cierto punto, o sea, hasta el punto en que chocan
con el mezquino interés económico-corporativo.

En la historia real estos momentos se influyen recíprocamente, en forma horizontal y


vertical, por así expresarlo, vale decir: según las actividades económicas sociales
(horizontales) y según los territorios (verticales), combinándose y escindiéndose de
diversas maneras; cada una de estas combinaciones puede ser representada por su propia
expresión organizada, económica y política. Sin embargo, es necesario tener en cuenta que
estas relaciones internas, de un Estado-Nación se confunden con las relaciones
internacionales, creando nuevas combinaciones originales e históricamente concretas Una
ideología, nacida en un país muy desarrollado, se difunde en países menos desarrollados,
incidiendo en el juego local de las combinaciones.20 (…)

3) El tercer momento es el de la relación de las fuerzas militares, inmediatamente


decisivo según las circunstancias. (El desarrollo histórico oscila continuamente entre el
primer y el tercer momento, con la mediación del segundo). Pero éste no es un momento de
carácter indistinto e identificable inmediatamente en forma esquemática, también en él se
pueden distinguir dos grados: uno militar en sentido estricto, o técnico-militar y otro que
puede denominarse político-militar. En el curso del desarrollo histórico estos dos grados se
presentaron en una gran variedad de combinaciones.

(…) Se puede excluir que las crisis económicas produzcan, por sí mismas, acontecimientos
fundamentales; sólo pueden crear un terreno más favorable a la difusión de ciertas maneras
de pensar, de plantear y resolver las cuestiones que hacen a todo el desarrollo ulterior de la
vida estatal. (…)En todo caso, la ruptura del equilibrio de fuerzas no ocurre por causas

20
La religión, por ejemplo, ha sido siempre una fuente para tales combinaciones
ideológicas-políticas nacionales o internacionales, y con la religión las otras formaciones
internacionales, la masonería, el Rotary Club, los Judíos, la diplomacia de carrera, que
sugieren expedientes políticos de diversos orígenes históricos y los hacen triunfar en
determinados países, funcionando como partido político internacional que opera en cada
nación con todas sus fuerzas internacionales concentradas. Religión, masonería, Rotary,
Judíos, etc., pueden entrar en la categoría social de los "intelectuales", cuya función, en
escala internacional, es la de mediar los extremos, de "socializar" los expedientes técnicos
que hacen funcionar toda actividad de dirección, de encontrar los compromisos y los
medios de escapar a las soluciones extremas.
~ 49 ~
mecánicas inmediatas de empobrecimiento del grupo social que tiene interés en romper el
equilibrio y de hecho lo rompe; ocurre, por el contrario, en el cuadro de conflictos
superiores al mundo económico inmediato, vinculados al "prestigio" de clase (intereses
económicos futuros), a una exasperación del sentimiento de independencia, de autonomía y
de poder. La cuestión particular del malestar o bienestar económico como causa de nuevas
realidades históricas es un aspecto parcial de la cuestión de las relaciones de fuerzas en sus
diversos grados. Pueden producirse novedades tanto porque una situación de bienestar está
amenazada por el egoísmo mezquino de un grupo adversario, como porque el malestar se
ha hecho intolerable y no se vislumbra en la vieja sociedad ninguna tuerza que sea capaz de
mitigarlo y de restablecer una normalidad a través de medios legales. Se puede decir por lo
tanto, que todos estos elementos son la manifestación concreta de las fluctuaciones de
coyuntura del conjunto de las relaciones sociales de fuerzas, sobre cuyo terreno adviene el
pasaje de éstas a relaciones políticas de fuerzas para culminar en la relación militar
decisiva.

Si falta este proceso de desarrollo que permite pasar de un momento al otro, y si es


esencialmente un proceso que tiene por actores a los hombres y su voluntad y su capacidad,
la situación permanece sin cambios, y pueden darse conclusiones contradictorias. La vieja
sociedad resiste y se asegura un período de "respiro", exterminando físicamente a
la elite adversaria y aterrorizando a las masas de reserva; o bien ocurre la destrucción
recíproca de las fuerzas en conflicto con la instauración de la paz de los cementerios y, en
el peor de los casos, bajo la vigilancia de un centinela extranjero.

Pero la observación más importante a plantear, a propósito de todo análisis concreto de


las relaciones de fuerzas, es la siguiente: que tales análisis no pueden y no deben
convertirse en fines en sí mismos (a menos que se escriba un capítulo de historia del
pasado) y que adquieren un significado sólo en cuanto sirven para justificar una acción
práctica, una iniciativa de voluntad. Ellos muestran cuáles son los puntos de menor
resistencia donde la fuerza de la voluntad puede ser aplicada de manera más fructífera,
sugieren las operaciones tácticas inmediatas, indican cómo se puede lanzar mejor una
campaña de agitación política, qué lenguaje será el mejor comprendido por las multitudes,
etc. El elemento decisivo de toda situación es la fuerza permanentemente organizada y
predispuesta desde largo tiempo, que se puede hacer avanzar cuando se juzga que una
situación es favorable (y es favorable sólo en la medida en que una fuerza tal existe y esté
impregnada de ardor combativo). Es por ello una tarea esencial la de velar sistemática y
pacientemente por formar, desarrollar y tornar cada vez más homogénea, compacta y
consciente de sí misma a esta fuerza. Esto se ve en la historia militar y en el cuidado con
que en todas las épocas fueron predispuestos los ejércitos para iniciar una guerra en
cualquier momento. Los grandes Estados han llegado a serlo precisamente porque en todos
los momentos estaban preparados para insertarse eficazmente en las coyunturas
internacionales favorables y éstas eran tales porque ofrecían la posibilidad concreta de
insertarse con eficacia en ellas.

~ 50 ~
OBSERVACIONES SOBRE ALGUNOS ASPECTOS DE LA ESTRUCTURA DE
LOS PARTIDOS POLITICOS EN LOS PERÍODOS DE CRISIS ORGANICA
En ciertos momentos de su vida histórica, los grupos sociales se separan de sus partidos
tradicionales. Esto significa que los partidos tradicionales, con la forma de organización
que presentan, con los determinados hombres que los constituyen, representan y dirigen, ya
no son reconocidos como expresión propia de su clase o de una fracción de esta. Cuando
tales crisis se manifiestan, la situación inmediata se torna delicada y peligrosa, porque el
terreno es propicio para soluciones de fuerza, para la actividad de potencias oscuras,
representadas por hombres providenciales o carismáticos.
¿Cómo se forman estas situaciones de contraste entre "representados y representantes" que
desde el terreno de los partidos (organizaciones de partido en sentido estricto, campo
electoral parlamentario, organización periodística) se trasmiten a todo el organismo estatal,
reforzando la posición relativa del poder de la burocracia (civil y militar), de las altas
finanzas, de la iglesia, y en general de todos los organismos relativamente independientes a
las fluctuaciones de la opinión pública? En cada país el proceso es diferente, aunque el
contenido sea el mismo. Y el contenido es la crisis de hegemonía de la clase dirigente que
ocurre sea porque dicha clase fracasó en alguna gran empresa política para la cual demandó
o impuso por la fuerza el consenso de las grandes masas (la guerra por ejemplo) o bien
porque vastas masas (especialmente de campesinos y de pequeño burgueses intelectuales)
pasaron bruscamente de la pasividad política a una cierta actividad y plantearon
reivindicaciones que en su caótico conjunto constituyen una revolución. Se habla de "crisis
de autoridad" y esto es justamente la crisis de hegemonía, o crisis del estado en su conjunto.
La crisis crea peligrosas situaciones inmediatas porque los diversos estratos de la población
no poseen la misma capacidad de orientarse rápidamente y de reorganizarse con el mismo
ritmo. La clase dirigente tradicional, que tiene un numeroso personal adiestrado, cambia
hombres y programas y reasume el control que se le estaba escapando con una celeridad
mayor que cuanto ocurre en las clases subalternas; si es necesario hace sacrificios, se
expone a un porvenir oscuro cargado de promesas demagógicas, pero se mantiene en el
poder, lo refuerza por el momento y se sirve de él para destruir al adversario y dispersar a
su personal directivo que no puede ser muy numeroso y adiestrado. El pasaje de las masas
de muchos partidos bajo la bandera de un partido único, que representa mejor y sintetiza las
necesidades de toda la clase, es un fenómeno orgánico y normal, aunque su ritmo sea
rapidísimo y casi fulgurante en relación a las épocas tranquilas. Representa la fusión de
todo un grupo social bajo una dirección única considerada como la única capaz de resolver
un grave problema existente y alejar un peligro mortal. Cuando la crisis no encuentra esta
solución orgánica sino la solución del jefe carismático, ello significa que existe un
equilibrio estático (cuyos factores pueden ser eliminados, prevaleciendo sin embargo la
inmadurez de las fuerzas progresistas): que ningún grupo, ni el conservador ni el
progresista, tiene fuerzas como para vencer y que el mismo grupo conservador tiene
necesidad de un jefe. (…)

El cesarismo. César, Napoleón I, Napoleón III, Cromwell, etc. Compilar un catálogo de


los acontecimientos históricos que culminaron en una gran personalidad "heroica". Se
puede decir que el cesarismo expresa una situación en la cual las fuerzas en lucha se
equilibran de una manera catastrófica, o sea de una manera tal que la continuación de la
lucha no puede menos que concluir con la destrucción recíproca. Cuando la fuerza

~ 51 ~
progresiva A lucha con la fuerza regresiva B, no sólo puede ocurrir que A venza a B o
viceversa, puede ocurrir también que no venzan ninguna de las dos, que se debiliten
recíprocamente y que una tercera fuerza C intervenga desde el exterior dominando a lo
que resta de A y de B. En Italia, luego de la muerte de Lorenzo el Magnífico *, ha
ocurrido precisamente esto.

* A la muerte de Lorenzo el Magnífico (1492) sucede en Italia la ruptura del equilibrio


existente entre los diversos Estados y se abre un período de decadencia total y de
desmembramiento de la Península. (N. del T.).

Pero si bien el cesarismo expresa siempre la solución "arbitraria", confiada a una gran
personalidad, de una situación histórico-política caracterizada por un equilibrio de fuerzas
de perspectiva catastrófica, no siempre tiene el mismo significado histórico. Puede existir
un cesarismo progresista y uno regresivo; y el significado exacto de cada forma de
cesarismo puede ser reconstruido en última instancia por medio de la historia concreta y
no a través de un esquema sociológico. El cesarismo es progresista cuando su
intervención ayuda a las fuerzas progresivas a triunfar aunque sea con ciertos
compromisos y temperamentos limitativos de la victoria, es regresivo cuando su
intervención ayuda a triunfar a las fuerzas regresivas, también en este caso con ciertos
compromisos y limitaciones, los cuales, sin embargo, tienen un valor, una importancia y
un significado diferente que en el caso anterior. César y Napoleón I son ejemplos de
cesarismo progresivo. Napoleón III y Bismark de cesarismo regresivo.

Se trata de ver si en la dialéctica revolución-restauración es el elemento revolución o el


elemento restauración el que prevalece (…) En el mundo moderno, con sus grandes
coaliciones de carácter económico-sindical y político de partido, el mecanismo del
fenómeno cesarista es muy diferente del que existió en la época de Napoleón III. En el
período hasta Napoleón III las fuerzas militares regulares o de línea constituirían un
elemento decisivo para el advenimiento del cesarismo, que se verificaba a través de
golpes de Estado bien precisos, con acciones militares, etc. (…)

Lucha política y guerra militar. (…)En la lucha política, además de la guerra de


movimiento y de la guerra de asedio o de posición, existen otras formas. El verdadero
"arditismo", o sea el "arditismo" moderno, es propio de la guerra de posición, tal como se
reveló en 1914-18. La guerra de movimiento y la de asedio de los períodos precedentes
tenían también, en cierto sentido, sus "arditi". La caballería ligera y pesada,
los bersaglieri, etc., las tropas veloces en general cumplían en parte una función de
"arditi"; así, por ejemplo, en el arte de organizar las patrullas estaba contenido el germen
del arditismo moderno. En la guerra de asedio dicho germen existía más que en la guerra
de movimiento: servicio de patrullas más extendido y, sobre todo, el arte de organizar
salidas y asaltos imprevistos por medio de elementos escogidos.

Otro elemento digno de tenerse presente es el siguiente: en la lucha política es preciso


no imitar los métodos de lucha de las clases dominantes, para no caer en fáciles
emboscadas. En las luchas actuales este fenómeno se verifica con mucha frecuencia. Una
organización estatal debilitada es como un ejército que ha perdido todo su vigor; entran
en el campo los "arditi", o sea, las organizaciones armadas privadas que tienen dos

~ 52 ~
objetivos: hacer uso de la ilegalidad, mientras el Estado parece permanecer en la
legalidad, como medio de reorganizar al mismo Estado. Creer que a la actividad privada
ilegal se puede contraponer otra actividad similar, es decir, combatir el arditismo con el
arditismo es algo estúpido; significa creer que el Estado permanecerá siempre inerte, lo
cual no ocurre jamás, al margen de las otras condiciones diferentes. El carácter de clase
lleva a una diferencia fundamental: una clase que debe trabajar todos los días con horario
fijo no puede tener organizaciones de asalto permanentes y especializadas como una clase
que tiene amplias disponibilidades financieras y no está ligada, con todos sus miembros, a
un horario fijo. A cualquier hora del día y de la noche, estas organizaciones convertidas
en profesionales, pueden descargar golpes decisivos y utilizar la sorpresa. La táctica de
los "arditi" no puede tener por lo tanto la misma importancia para una clase que para otra.
Para ciertas clases es necesaria, porque le es propia, la guerra de movimiento y de
maniobra que, en el caso de la lucha política, puede combinar con un útil y hasta
indispensable uso de la táctica de los "arditi". Pero fijarse en un modelo militar es una
tontería: la política debe ser, también aquí, superior a la parte militar. Sólo la política crea
la posibilidad de la maniobra y del movimiento.

(…)

A propósito de la comparación entre los conceptos de guerra de maniobra y guerra de


posición en el arte militar y los conceptos correspondientes en el arte político, debe
recordarse el folleto de Rosa, traducido del francés al italiano en 1919 por C. Alessandri.

En el folleto se teorizan un poco apresuradamente y en forma superficial las


experiencias históricas de 1905. En efecto, Rosa descuidó los elementos "voluntarios" y
organizativos que en aquellos acontecimientos eran mucho más eficientes y numerosos de
lo que ella creía, víctima de un cierto prejuicio "economista" y espontaneista. Sin
embargo este folleto (y otros escritos de la misma autora) es uno de los documentos más
significativos de la teorización de la guerra de maniobra aplicada al arte político. El
elemento económico inmediato (crisis, etc.) es considerado como la artillería de campaña
que, en la guerra, abre una brecha en la defensa enemiga, brecha suficiente como para que
las tropas propias irrumpan y obtengan un éxito definitivo (estratégico) o al menos
importante en la dirección de la línea estratégica. Naturalmente, en la ciencia histórica, la
eficacia del elemento económico inmediato es considerada como mucho más complejo
que el de la artillería pesada en la guerra de maniobra, ya que este elemento era concebido
como causante de un triple efecto:

1) de abrir una brecha en la defensa enemiga, luego de haber llevado la confusión a los
cuadros adversarios, abatida su confianza en sí mismos, en sus fuerzas y en su porvenir:

2) de organizar con una rapidez fulminante las propias tropas, de crear sus cuadros, o
al menos de ubicar con una celeridad fulminante los cuadros existentes (elaborados hasta
entonces por el proceso histórico general) en su puesto de encuadre de las tropas
diseminadas;

3) de crear en forma instantánea la concentración ideológica de la identidad de los


fines a alcanzar. Era una forma de férreo determinismo economista, con el agravante de

~ 53 ~
que los efectos eran concebidos inmediatos en el tiempo y en el espacio; se trataba por
ello de un verdadero misticismo histórico, de la espera de una especie de destello
milagroso.

(…) Es necesario ver si la famosa teoría de Bronstein sobre la permanencia del


movimiento no es el reflejo político de la teoría de la guerra de maniobra (recordar la
observación del general de cosacos Krasnov), en última instancia, el reflejo de las
condiciones generales económico-cultural-sociales de un país en donde los cuadros de la
vida nacional son embrionarios y desligados y no pueden transformarse en "trinchera o
fortaleza". En este caso se podría decir que Bronstein, que aparece como un
"occidentalista", era en cambio un cosmopolita, es decir superficialmente nacional y
superficialmente occidentalista o europeo. Ilitch [22], en cambio, era profundamente
nacional y profundamente europeo.

22 Lenin. (N. de la R.).

Bronstein en sus memorias recuerda que se le dijo que su teoría se había demostrado
buena luego de ... quince años y responde al epigrama con otro epigrama. En realidad, su
teoría como tal no era buena ni quince años antes ni quince años después; como ocurre
con los obstinados, de los cuales habla Guicciardini, él adivinó "grosso modo", es decir,
tuvo razón en la previsión práctica más general Es como afirmar que una niña de cuatro
años se convertirá en madre y al ocurrir esto a los veinte años decir: "lo había adivinado",
no recordando sin embargo que cuando tenía cuatro años se la deseaba estuprar,
convencido de que se convertiría en madre. Me parece que Ilitch había comprendido que
era necesario un cambio de la guerra maniobrada, aplicada victoriosamente en Oriente en
1917 [23], a la guerra de posición que era la única posible en Occidente … (…)

23 En Rusia. (N. de la R.)

Sólo que Ilitch no tuvo tiempo de profundizar su fórmula, aún teniendo en cuenta el
hecho que podía ser profundizada sólo teóricamente, mientras que la tarea fundamental
era nacional, es decir, exigía un reconocimiento del terreno y una fijación de los
elementos de trinchera y de fortaleza representados por los elementos de la sociedad civil,
etc. En Oriente el Estado era todo, la sociedad civil era primitiva y gelatinosa; en
Occidente, entre Estado y sociedad civil existía una justa relación y bajo el temblor del
Estado se evidenciaba una robusta estructura de la sociedad civil. El Estado sólo era una
trinchera avanzada, detrás de la cual existía una robusta cadena de fortalezas y casamatas;
en mayor o menor medida de un Estado a otro, se entiende, pero esto precisamente exigía
un reconocimiento de carácter nacional.

El concepto de revolución pasiva. El concepto de "revolución pasiva" debe ser


rigurosamente deducido de los dos principios fundamentales de ciencia política: 1) que
ninguna formación social desaparece mientras las fuerzas productivas que se
desarrollaron en su interior encuentran aún posibilidades de ulteriores movimientos
progresivos; 2) que la sociedad no se plantea objetivos para cuya solución no se hayan
dado ya las condiciones necesarias, etc. Se entiende que estos principios deben primero
ser desarrollados críticamente en toda su importancia y depurados de todo residuo de

~ 54 ~
mecanicismo y fatalismo. Deben ser referidos así a la descripción de los tres momentos
fundamentales que pueden distinguirse en una "situación" o equilibrio de fuerzas, con la
máxima valoración del segundo momento, o equilibrio de las fuerzas políticas y
especialmente del tercer momento o equilibrio político-militar.

(…)El gandhismo y el tolstoismo son teorizaciones ingenuas y de tinte religioso de la


"revolución pasiva". (…)Se puede aplicar al concepto de revolución pasiva (y se puede
documentar en el Risorgimento italiano) el criterio interpretativo de las modificaciones
moleculares que en realidad modifican progresivamente la composición precedente de las
fuerzas y devienen por lo tanto matrices de nuevas modificaciones. (…)

Sociología y ciencia política.

El éxito de la sociología está en relación con la decadencia del concepto de ciencia


política y de arte político que tiene lugar en el siglo XIX (con más exactitud en la segunda
mitad, con el éxito de las doctrinas evolucionistas y positivistas). Lo que hay de realmente
importante en la sociología no es otra cosa que ciencia política. "Política" deviene
sinónimo de política parlamentaria o de pandillas personales. Existe la convicción de que
con las constituciones y los parlamentos se inició una época de "evolución natural" y que
la sociedad encontró sus fundamentos definitivos porque eran racionales. He aquí porque
la sociedad puede ser estudiada por el método de las ciencias naturales. Empobrecimiento
del concepto de Estado que se deriva de esta manera de ver. Si ciencia política significa
ciencia del Estado y Estado es todo el complejo de actividades prácticas y teóricas con las
cuales la clase dirigente no sólo justifica y mantiene su dominio, sino también logra
obtener el consenso activo de los gobernados, es evidente que todas las cuestiones
esenciales de la sociología no son más que las cuestiones de la ciencia política.

CUESTION DEL "HOMBRE COLECTIVO" O DEL "CONFORMISMO SOCIAL"


Tarea educativa y formativa del estado que tiene siempre la finalidad de crear nuevos y más
elevados tipos de civilización, de educar la "civilización" y la moralidad de las más vastas
masas populares a las necesidades del continuo desarrollo del aparato económico de
producción y, por tanto, de elaborar también físicamente los nuevos tipos de humanidad.
¿Pero de qué manera logrará cada individuo incorporarse al hombre colectivo y en qué
sentido deberá ser dirigida la presión educativa sobre los individuos si se quiere obtener su
consenso y su colaboración, haciendo que la necesidad y la coerción se transformen en
"libertad"? Cuestión del "derecho", cuyo concepto deberá ser extendido, incorporando
también aquellas actividades que en la actualidad están involucradas en la fórmula de
"jurídicamente indiferente"* y que son del dominio de la sociedad civil, la cual opera sin
"sanciones" y sin "obligaciones" taxativas, mas no deja por ello de ejercer una presión
colectiva y de obtener resultados objetivos en la formación de las costumbres, los modos de
pensar y de obrar, la moralidad, etcétera.
* Actos para los cuales la ley no prevé sanciones [E.]

~ 55 ~
Concepto político de la llamada "revolución permanente", nacido antes de 1848 como
expresión científicamente elaborada de las experiencias jacobinas desde 1789 al Termidor.
La fórmula es propia de un período histórico en el cual no existían los grandes partidos
políticos de masa ni los grandes sindicatos económicos y la sociedad estaba aún bajo
muchos aspectos en estado de fluidez: mayor retraso en el campo y monopolio casi
completo de la eficiencia política-estatal en pocas ciudades o directamente en una sola
(París, en el caso de rancia); aparato estatal relativamente poco desarrollado y mayor
autonomía de la sociedad civil respecto de la actividad estatal; sistema determinado de las
fuerzas militares y del armamento nacional; mayor autonomía de las economías nacionales
frente a las relaciones económicas del mercado mundial, etc. En el período posterior al año
1870, con la expansión colonial europea cambian todos estos elementos, las relaciones
internas de organización del estado y las internacionales se tornan más complejas y sólidas
y la fórmula cuarentiochesca de la "revolución permanente" es sometida a una
reelaboración, encontrando la ciencia política su superación en la fórmula de "hegemonía
civil". En el arte político ocurre lo mismo que en el arte militar: la guerra de movimiento se
vuelve cada vez más guerra de posición y se puede decir que un estado vence en una guerra
en la medida en que la prepara minuciosa y técnicamente en tiempos de paz. Las estructuras
macizas de las democracias modernas, tanto como organizaciones estatales que como
complejo de asociaciones operantes en la vida civil, representan en el ámbito del arte
político lo mismo que las "trincheras" y las fortificaciones permanentes del frente en la
guerra de posición; ellas tornan sólo "parcial" el elemento del movimiento que antes
constituía "todo" en la guerra, etcétera.
La cuestión se plantea para los estados modernos y no para los países atrasados, ni para las
colonias, países donde aún tienen vigencia las formas que en los primeros quedaron
superadas convirtiéndose en anacrónicas. El problema del valor de las ideologías (como se
deriva de la polémica Malagodi-Croce)* --con las observaciones de Croce sobre el "mito"
soreliano, que se pueden utilizar contra la "pasión"-- debe igualmente ser estudiado en un
tratado de ciencia política.

Concepción del derecho. Una concepción del derecho que debe ser esencialmente
renovadora no puede ser encontrada, integralmente, en ninguna doctrina preexistente (ni
aún en la doctrina de la llamada escuela positiva ni particularmente en la doctrina de Ferri).
Si todo Estado tiende a crear y mantener un cierto tipo de civilización y de ciudadano (y
por ende de convivencia y de relaciones individuales), tiende a hacer desaparecer ciertas
costumbres y actitudes y a difundir otras. El derecho será el instrumento para el logro de
este fin (junto a la escuela y otras instituciones y actividades) y debe ser elaborado de
conformidad con dicho objetivo, logrando el máximo de eficacia y resultados positivos.
La concepción del derecho deberá ser liberada de todo residuo de trascendencia y de
absoluto; prácticamente, de todo fanatismo moralista. Sin embargo, me parece que no se
puede partir del punto de vista de que el Estado no "castiga" (si este término es reducido a
su significado humano) y de que lucha sólo contra la "peligrosidad" social. En realidad, el
Estado debe ser concebido como "educador" en cuanto tiende justamente a crear un nuevo
tipo o nivel de civilización. Por el hecho de que se opera esencialmente sobre las fuerzas
económicas, que se reorganiza y se desarrolla el aparato de producción económica, que se
innova la estructura, no debe extraerse la conclusión de que los hechos de superestructura

~ 56 ~
deben abandonarse a sí mismos, a su desarrollo espontáneo, a una germinación casual y
esporádica. El Estado, también en este campo, es un instrumento de "racionalización", de
aceleración y taylorización, obra según un plan, urge, incita, solicita y "castiga", ya que una
vez creadas las condiciones en las cuales es "posible" un determinado modo de vida, la
"acción" o la omisión criminal deben tener una sanción punitiva, de importancia moral y no
sólo un juicio de peligrosidad genérica. El derecho es el aspecto represivo y negativo de
toda la actividad positiva de formación civil desplegada por el Estado. En la concepción del
derecho deberían ser incorporadas también las actividades "destinadas a recompensar" a los
individuos, grupos, etc.; se premia la actividad loable y meritoria así como se castiga la
actividad criminal (y se castiga de una manera original, haciendo intervenir a la "opinión
pública" como sancionadora).
(…)
El punto que me parece necesario desarrollar es el siguiente: cómo según la filosofía de la
praxis (en su manifestación política), tanto en la formulación de su fundador como
especialmente en las precisiones aportadas por su teórico más reciente, la situación
internacional debe ser considerada en su aspecto nacional. En realidad, la relación
"nacional" es el resultado de una combinación "original" única (en un cierto sentido) que
debe ser comprendida y concebida en esta originalidad y unicidad si se desea dominarla y
dirigirla. Es cierto que el desarrollo se cumple en la dirección del internacionalismo, pero el
punto de partida es "nacional" y es de aquí que es preciso partir. Pero la perspectiva es
internacional y no puede menos que ser así. Es preciso por ello estudiar con exactitud la
combinación de fuerzas nacionales que la clase internacional deberá dirigir y desarrollar
según las perspectivas y directivas internacionales. La clase dirigente merece ese nombre
sólo en cuanto interpreta exactamente esta combinación, de la que ella misma es un
componente, lo que le permite, en cuanto tal, dar al movimiento una cierta orientación
hacia determinadas perspectivas. (…)
(…)
Me parece que lo más concreto y sensato que se puede decir a propósito del Estado ético y
de cultura es lo siguiente: cada Estado es ético en cuanto una de sus funciones más
importantes es la de elevar a la gran masa de la población a un determinado nivel cultural y
moral, nivel (o tipo) que corresponde a las necesidades de desarrollo de las fuerzas
productivas y por consiguiente, a los intereses de las clases dominantes. La escuela como
función educativa positiva y los tribunales como función educativa represiva y negativa,
son las actividades estatales más importantes en tal sentido. Pero en realidad, hacia el logro
de dicho fin tienden una multiplicidad de otras iniciativas y actividades denominadas
privadas, que forman el aparato de la hegemonía política y cultural de las clases
dominantes. La concepción de Hegel es propia de un período en el cual el desarrollo en
extensión de la burguesía podía aparecer como ilimitado, de allí que pudiese ser afirmada la
ética o universalidad de la misma: todo el género humano será burgués. Sin embargo, en la
realidad sólo el grupo social que se plantea el fin del Estado y el suyo propio como una
meta a alcanzar, puede crear un Estado ético, tendiente a poner fin a las divisiones internas
de dominados, etc., y a crear un organismo social unitario técnico-moral.
(…)La revolución producida por la clase burguesa en la concepción del derecho y por ende,
en la función del Estado, consiste especialmente en la voluntad de conformismo (y, por
consiguiente, ética del derecho y del Estado). Las clases dominantes precedentes eran en

~ 57 ~
esencia conservadoras en el sentido de que no tendían a elaborar un acceso orgánico de las
otras clases a la suya, vale decir no tendían, "técnica" e ideológicamente, a ampliar su
esfera de clase: concepción de casta cerrada. La clase burguesa se considera a sí misma
como un organismo en continuo movimiento, capaz de absorber toda la sociedad,
asimilándola a su nivel cultural y económico: toda la función del Estado es transformada; el
Estado se convierte en "educador", etc. (…)
Se puede demostrar que el concepto común de Estado es unilateral y conduce a errores
mayúsculos, partiendo del reciente libro de Daniele Halévy, Décadence de la liberté, de la
cual he leído una reseña en las "Nouvelles Litteraires". Para Halévy, "Estado" es el aparato
representativo; y él descubre que los hechos más importantes de la historia francesa desde
1870 hasta hoy no son debidos a iniciativas de organismos políticos derivados del sufragio
universal, sino a organismos privados (sociedades capitalistas, Estados Mayores, etc.) o a
grandes funcionarios desconocidos por el país. Pero esto sólo significa que además del
aparato gubernativo, debe también entenderse por "Estado" el aparato "privado" de
"hegemonía" o sociedad civil. (…)
En la polémica (por lo demás superficial) sobre las funciones del Estado (y entiéndase, del
Estado como organización político-jurídica en el sentido estricto) la expresión de "Estado-
veilleur de nuit" [sereno] corresponde a la italiana de "Stato-carabiniere" y quiere significar
un Estado cuyas funciones están limitadas a la tutela del orden público y del respeto de las
leyes. No se insiste en el hecho de que en esta forma de régimen (que por otro lado no
existió jamás sino corno hipótesis-límite, en el papel) la dirección del desarrollo histórico
pertenece a las fuerzas privadas, a la sociedad civil, que es también Estado o mejor, que es
el Estado mismo.
(…)Estamos siempre en el terreno de la identificación de Estado y gobierno, identificación
que precisamente representa la forma corporativo-económica, o sea, la confusión entre
sociedad civil y sociedad política, ya que es preciso hacer constar que en la noción general
de Estado entran elementos que deben ser referidos a la sociedad civil (se podría señalar al
respecto que Estado - sociedad política + sociedad civil, vale decir, hegemonía revestida de
coerción). En una doctrina del Estado que conciba esto como pasible de agotamiento
parcial y de resolución en la sociedad regulada *, el argumento es fundamental. El elemento
Estado-coerción se puede considerar agotado a medida que se afirman elementos cada vez
más conspicuos de sociedad regulada (o Estado ético o sociedad civil).

Racionalización de la composición demográfica europea. (…) Estados Unidos no tiene


grandes "tradiciones históricas y culturales" pero tampoco está gravada por esa capa de
plomo: ésta es una de las razones principales (más importante por cierto que la
denominada riqueza natural) de su formidable acumulación de capitales, no obstante el
nivel de vida de sus clases populares, superior al europeo. La no-existencia de estas
sedimentaciones viscosamente parasitarias, residuo de fases históricas pasadas ha
permitido una base sana a la industria y especialmente al comercio y reducir cada vez más
la función económica representada por los transportes y el comercio, convirtiéndola en
una real actividad subalterna de la producción, facilitando así la tentativa de incluir dichas
actividades en la función productiva misma. Recordar los experimentos realizados por
Ford y las economías hechas por su empresa mediante la gestión directa del transporte y
del comercio de las mercaderías producidas, ahorros que influyeron sobre los costos de

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producción y que permitieron mejores salarios y menores precios de venta. A partir de la
existencia de estas condiciones preliminares, ya racionalizadas por el desarrollo histórico,
fue relativamente fácil racionalizar la producción y el trabajo, combinando hábilmente la
fuerza (destrucción del sindicalismo obrero de base territorial) con la persuasión (altos
salarios, diversos beneficios sociales, propaganda ideológica y política muy hábil)
logrando así hacer girar toda la vida del país alrededor de la producción. La hegemonía
nace de la fábrica y para ejercerse sólo tiene necesidad de una mínima cantidad de
intermediarios profesionales de la política y de la ideología.

El fenómeno de las "masas" que tanto ha impresionado a Romier no es más que la forma
de este tipo de sociedad "racionalizada", en la cual la "estructura" domina de una manera
más inmediata las superestructuras y éstas son "racionalizadas" (simplificadas y
disminuidas en número).

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