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Intimidad Emocional Masculina: Los Grupos

Terapéuticos de Hombres y su Contribución a la


Terapia de Pareja
DR. ROBERT GARFIELD

Para acceder a esta versión en español por favor consulte Supporting Information del
artı́culo original en inglés1, en Wiley InterScience (http://interscience.wiley.com/journal/famp).
Para leer el resumen del artı́culo tanto en español como en chino mandarı́n, visite la página
web del artı́culo completo en Wiley InterScience.

La dificultad de los hombres en relación a la intimidad emocional es un problema


que los terapeutas encuentran frecuentemente al trabajar con parejas heterosexuales.
La primera parte de este artı´culo describe factores históricos y culturales que cont-
ribuyen a este dilema de los hombres en sus matrimonios y en sus amistades con otros
hombres. Los grupos terape´uticos de hombres pueden ofrecerles una experiencia cor-
rectora, ayudándoles a desarrollar habilidades necesarias para la intimidad emocio-
nal, y al mismo tiempo aumentando su participación en la terapia de pareja. Se
presenta un modelo de este tipo de grupos, incluyendo indicaciones para la derivación,
selección y colaboración con otros terapeutas. Nuestro enfoque terape´utico promueve el
aprendizaje en un contexto relacional, por medio de la expresión directa de las em-
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ociones y la retroalimentación constructiva. Enfatizamos el desarrollo de habilidades


necesarias para la amistad, habilidades que constituyen sus caracterı´sticas centrales
(conexión, comunicación, compromiso y cooperación), y que contribuyen a la intimidad
emocional en las relaciones de los hombres. Se incluyen ejemplos de casos para ilustrar
cómo funciona este modelo en la práctica clı´nica y sugerencias especı´ficas para nuevos
estudios que podrı´an conducir a una práctica basada, en mayor medida, en la evi-
dencia.

Palabras clave: Intimidad emocional; Grupos de hombres; Terapia de pareja; Amistad


entre hombres

Fam Proc 49:109–125, 2010

1
Artı́culo titulado ‘‘Male Emotional Intimacy: How Therapeutic Men’s Groups can Enhance
Couples Therapy’’ (N. de la T.)
El autor expresa su reconocimiento a Jake Kriger, MSS, por el apoyo como coterapeuta y en el desarrollo
de nuestros grupos con hombres. También a la Dra. Sandra Whipple y la Dra. Ellen Berman por leer y editar
todas las versiones preliminares de este artı́culo.
La correspondencia en relación a este artı́culo debe dirigirse a Robert Garfield, 191 Presidential
Blvd., Suite W-10, Bala Cynwyd, PA 19004. E-mail: robgar1@comcast.net

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Family Process, Vol. 49, No. 1, 2010 r FPI, Inc.

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John no tiene verdaderos amigos. Tiene gente con la que se junta de vez en cuando a jugar
golf, cosas ası́. Pero no creo que converse con ninguno de ellos. Quiero decir, cosas realmente
importantes. Probablemente yo soy la persona con quien más habla. Dice que soy su mejor
amiga. Pero, para ser sincera, nosotros tampoco hablamos mucho. (Esposa, en terapia de
pareja)

INTRODUCCIOŁ N

L ograr que los hombres se involucren en la terapia de pareja y abordar exit-


osamente sus resistencias al trabajo terapéutico es un dilema constante para los
terapeutas que ejercen la práctica clı́nica. En nuestra cultura los hombres2 a menudo
se resisten a participar en cualquier tipo de psicoterapia (Addis y Mahalik, 2003;
Brooks, 1998; Good, Dell y Mintz, 1989). Con frecuencia esto se atribuye al conflicto
que experimentan entre los valores relacionados con la intimidad emocional, asocia-
dos al proceso terapéutico, y aquellos valores relacionados con nuestras normas cul-
turales dominantes que definen la masculinidad. Los primeros son representados por
conductas tales como expresividad emocional, revelación de aspectos personales,
vulnerabilidad, dar y recibir apoyo, aflojar el control, cooperación y reciprocidad. En
cambio los segundos se caracterizan por firme control de las emociones, reserva, au-
tosuficiencia, logro, mantener el control, competitividad y autonomı́a (Brod, 1987;
Brooks, 1998; Levant y Pollack, 1995; Meth y Pasick, 1990).
Este conflicto también se manifiesta en las amistades con otros hombres: si bien los
hombres expresan el deseo de tener relaciones cercanas con otros hombres, muchas
veces evitan buscarlas (Fehr, 1996). Bank y Hansford (2000) encontraron que el firme
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control de las emociones, la homofobia, y dar poca importancia a las amistades cerc-
anasFtodos valores masculinos dominantes en nuestra culturaF, tenı́an un efecto
mediador significativo en contra de la intimidad y el apoyo emocional en las relaciones
entre los hombres. En particular, estos autores encontraron que los rasgos tradic-
ionales de la ‘‘identidad masculina’’ reducı́an la probabilidad de que existiera in-
timidad en las amistades entre hombres. Luego de revisar las investigaciones
publicadas, Fehr observó que si bien los hombres eran capaces de comunicación ı́n-
tima, generalmente elegı´an no tenerla con otros hombres, y al mismo tiempo se que-
jaban de esta situación. Coincidiendo con estos hallazgos, los hombres de nuestros
grupos a menudo lamentan que no hay ‘‘otros tipos por ahı́’’ que realmente quieran
tener una relación cercana con ellos, y sin embargo admiten que no toman ninguna
iniciativa para ponerse en contacto con ‘‘otros tipos’’ que pudieran llegar a ser
amigos.
Esta ambivalencia de los hombres con frecuencia requiere que los terapeutas de
pareja ajusten su enfoque para establecer una alianza terapéutica equitativa con
ambos miembros de la pareja. Muchas veces los hombres inician la terapia sintiendo
que carecen de ‘‘poder relacional’’ o capacidad de ejercer influencia dentro del con-
texto de una relación interpersonal ı́ntima (Blanton y Vandergriff-Avery, 2001).
Bourgeois, Sabourin y Wright (1990), al igual que Symonds y Horvath (2004) en-
contraron que la solidez de la alianza del terapeuta con el hombre, y también la
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Los hombres que se mencionan en este artı́culo, excepto cuando se explicita otra cosa, son
heterosexuales. Del mismo modo, ‘‘matrimonio’’ indicará matrimonio heterosexual.

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mejorı́a de esta alianza a través del tiempo (Symonds y Horvath, 2004)Fmás que la
alianza con la mujerF, era un determinante importante del resultado positivo de la
terapia. Se ha sugerido que algunas intervenciones especı́ficas pueden reforzar el co-
mpromiso de los hombres con la terapia de pareja (Garfield, 2004). Las resistencias
emocionales vinculadas al tiempo, el dinero y los horarios de trabajo a menudo re-
quieren mayor atención con el fin de involucrar exitosamente a los hombres en la
terapia.
En este trabajo discutiré en primer lugar los factores históricos y culturales que
contribuyen a las dificultades masculinas con la intimidad emocional en los mat-
rimonios heterosexuales y las amistades entre hombres, como también los desafı́os que
estos temas plantean a los terapeutas de pareja. Los grupos terapéuticos de hombres
centrados en el desarrollo de habilidades necesarias para la amistad pueden ofrecer
una experiencia correctora a los hombres que enfrentan este dilema, y ayudarles a
redefinir una identidad masculina positiva que contribuya a su salud emocional, y al
mismo tiempo mejore su capacidad de trabajo en la terapia de pareja. Este artı́culo
describe los principios y componentes centrales de nuestro modelo, y ejemplos de casos
que ilustran cómo funciona en la práctica clı́nica. Se formulan sugerencias especı́ficas
para nuevos estudios que podrı́an conducir a una práctica que sea, en mayor medida,
basada en la evidencia.

INTIMIDAD EMOCIONAL MASCULINA: INFLUENCIAS HISTOŁ RICAS


Revisar las tendencias históricas puede ayudarnos a comprender mejor las difi-
cultades que los hombres enfrentan hoy en dı́a con la intimidad emocional en sus
matrimonios y sus amistades con otros hombres. Comenzando en la Ilustración, y
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luego con la Revolución Industrial en la Europa y Estados Unidos del siglo XVIII,
emergió una nueva sensación de libertad que celebraba la razón y el bienestar em-
ocional de los individuos. Según Stone (1977) antes de este perı́odo las relaciones
familiares habı́an sido menos amistosas, más basadas en lo utilitario, y los hombres y
las mujeres vivı́an en esferas sociales separadas (Rosenberg-Smith, 1986). Durante
esta época florecieron brevemente intensas amistades románticas (no necesariamente
sexuales) entre personas del mismo sexo, tanto entre hombres como entre mujeres, en
respuesta a la nueva libertad emocional (Crain, 2001; Faderman, 1981).
Sin embargo, hacia mediados del siglo XIX las preocupaciones morales victorianas,
los escritos pseudocientı́ficos y las cambiantes fuerzas económicas empezaron a red-
efinir las relaciones entre hombres y mujeres de maneras más restrictivas. Dos nuevos
paradigmas sociales, la ‘‘doctrina de las esferas separadas’’ (descrita en Ruskin, 1864),
basada en una complementariedad rı́gida de los roles de género entre ambos sexos, ası́
como el ‘‘matrimonio de compañerismo’’, un nuevo prototipo idealizado de la pareja,
basado en la exclusividad, la igualdad, el amor romántico y la amistad estrecha, se
transformaron en orientaciones fundamentales para las relaciones entre hombres y
mujeres.
Estos paradigmas definieron poderosamente las expectativas con respecto a los
roles de género de muchas maneras que siguen presentes en las parejas de hoy. En su
‘‘esfera separada’’ se esperaba que las mujeres fueran las guı́as espirituales y emoc-
ionales de su familia, y que permanecieran fuera del mundo público. Por otro lado,
se alentaba a los hombres a centrarse en objetivos autónomos, como proveedores,

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fuera del hogar, dejando la responsabilidad por sus relaciones emocionales y re-
sponsabilidades domésticas a sus esposas. También se les alentaba a evitar o des-
confiar de las emociones intensas, que podrı́an ser interpretadas como debilidad o
‘‘perversión moral’’ (por ej., deseo homosexual o lujurioso) (Rosenberg, 1973, p. 137).
En segundo lugar, la importancia que otorgaba el matrimonio de compañerismo a la
exclusividad tenı́a por resultado que las amistades del mismo sexo de ambos miembros
de la pareja, y las relaciones con la familia extensa quedaban marginadas. Las amis-
tades de las mujeres con otras mujeres se preservaron con el fin de proveer apoyo
colectivo para sus familias y para sı́ mismas en relación al estrés presente en sus
matrimonios (Oliker, 1989). Por otro lado, se desincentivaba que los hombres busc-
aran relaciones cercanas fuera de la familia, y por lo tanto ofrecı́an y recibı́an escaso
apoyo emocional en otras relaciones.
La influencia del feminismo y la revolución sexual ha alterado algunas de estas
costumbres restrictivas desde el siglo pasado. Sin embargo, Sherrod (1987) señala que
su influencia, en especial con respecto al firme control de las emociones y la intimidad
entre los hombres, continúa presente en las prácticas modernas de socialización en la
familia, y más profundamente, en las dinámicas psicológicas que presentan hombres y
mujeres en sus conflictos individuales y matrimoniales hoy en dı́a.

El caso de John y Linda


John y Linda vinieron a terapia dos meses despue´s de haber descubierto que Sam, un
antiguo amigo de John, habı´a muerto de cáncer. En las conversaciones telefónicas
antes de su muerte Sam nunca habı´a mencionado el cáncer a John.
Despue´s del funeral de Sam, John inicialmente habı´a estado callado y distante. Sin
embargo, a lo largo del último mes habı´a comenzado a ponerse irritable, a beber en
exceso, e incluso, para gran alarma de los dos, habı´a amenazado fı´sicamente a Linda.
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En terapia reveló que se habı´a sentido profundamente perturbado por la muerte de su


amigo y no habı´a sido capaz de hablar de estos sentimientos.
John y Sam habı´an sido compinches inseparables durante su infancia. Si bien sus
contactos se habı´an vuelto más esporádicos con el paso de los años, reflexionaba John
con tristeza, e´stos habı´an sido significativos para e´l. Linda sugirió con delicadeza:
‘‘Sı´, es verdad. Pero yo tenı´a que recordarte cuando habı´an pasado meses sin
hablar. Simplemente se te olvidaba . . . ¿Puede ser eso lo que te está molestando?’’ El
terapeuta ayudó a John a comprender que su irritabilidad habı´a encubierto sus in-
tensos sentimientos de duelo y tal vez tambie´n cierta rabia consigo mismo por no ha-
berse dado cuenta del sufrimiento de su amigo, todo lo cual se habı´a extendido a su
matrimonio.
Muchos hombres como John añoran cercanı́a y honestidad en sus relaciones. Sin
embargo, evitan (como John y Sam) hacerse responsables por desarrollar intimidad
emocional en sus relaciones, y por lo general descansan en que sus esposas o parejas
‘‘hagan el trabajo duro’’ por ellos. Sus amistades de infancia y juventud con otros
hombres a menudo no prosperan porque las abandonan en vista de las demandas del
trabajo, el matrimonio y la crianza. Las amistades que sı́ mantienen muchas veces se
vuelven emocionalmente superficiales porque no las cultivan lo suficiente. Con estas
restricciones, muchas veces los terapeutas de pareja encuentran que es una tarea
abrumadora conseguir que los hombres se hagan cargo de su parte de responsabilidad
emocional en la terapia de problemas matrimoniales, al igual que en sus amistades con
otros hombres.

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UNA CULTURA DE MASCULINIDADES
Las expectativas culturales juegan un rol crı́tico para los hombres en términos de
los problemas que enfrentan en terapia. Las representaciones de género y ma-
sculinidad dominantes o hegemónicas coexisten siempre con formas alternativas en
todas las sociedades. En la actualidad los hombres y las mujeres no se ajustan est-
rictamente a ningún modelo en particular, ningún conjunto especı́fico de rasgos o
conductas que definan su género. Ası́, como sugiere Brod (1987), vivimos en una
cultura de ‘‘masculinidades’’ (o ‘‘femineidades’’) en la cual cada persona expresa su
género de una forma única, combinando rasgos predominantes con atributos o com-
portamientos alternativos que le dan un carácter único a su forma de ser hombre o
mujer. Más aún, las expectativas sobre el comportamiento masculino (y femenino)
varı́an de una cultura a otra, a lo largo del ciclo vital de un individuo y, cómo ya
mencionamos, también evolucionan a lo largo de la historia.
En general los terapeutas pueden ayudar a sus pacientes hombres a darse cuenta de
que si bien adherir a la ‘‘ideologı́a masculina’’ o los valores masculinos predominantes,
puede efectivamente ofrecer una oportunidad de identificación, comunicación y
vinculación con otros hombres, esto también puede contribuir a su alienación y su-
frimiento. En su teorı́a de la ‘‘tensión del rol de género’’ Pleck (1995) afirma que los
roles de género prescritos por la cultura para los hombres con frecuencia son psi-
cológicamente disfuncionales. Y agrega que aún cuando estos roles no se sigan al pie de
la letra, puede haber consecuencias dolorosas y condena social para quienes los
transgreden. Un ejemplo habitual de esto sucede cuando un hombre siente que las
expectativas emocionales en su matrimonio o las que provienen de su herencia cul-
tural parecen estar en conflicto con las expectativas sobre actitudes y conductas ma-
sculinas que prevalecen en su lugar de trabajo.
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El Caso de Angelo y Marie


Cuando promovieron a Angelo a un puesto de gerencia en su compañı´a de repuestos y
reparación automotriz, empezó a verse deprimido pero no hablaba de ello. Su esposa,
Marie, expresó su decepción porque este ‘‘italiano maravillosamente abierto’’ con el que
se habı´a casado se habı´a vuelto retraı´do y hosco. Marie se preguntaba si Angelo estarı´a
teniendo una aventura.
Angelo provenı´a de una familia italiana de clase trabajadora. Su padre, a quien e´l
querı´a mucho, habı´a nacido en Italia, y durante la infancia de Angelo se habı´a quejado
constantemente de que no podı´a tener e´xito en el trabajo por su marcado acento italiano
y porque cuando sentı´a algo ‘‘su cara lo decı´a todo.’’ En la universidad Angelo habı´a
demostrado que tenı´a aptitudes acade´micas, pero dejó los estudios cuando se casó con
Marie y entró a trabajar en esta compañı´a ‘‘por razones financieras’’. Gracias a su
inteligencia y su e´tica del trabajado duro habı´a ascendido en la empresa rápidamente.
En terapia Angelo admitió a regañadientes que se sentı´a intimidado y poco sofis-
ticado al lado de los demás gerentes. Le preocupaba que ellosFy su esposaFfinal-
mente descubrieran que e´l era un ‘‘fraude’’ y no merecı´a el cargo, o la estima que ellos le
tenı´an. Era evidente que estaba tenso y molesto por estos pensamientos. Finalmente
Marie logró hacerlo reı´r en una sesión diciendo: ‘‘Que importa si no hablas de ópera
con estos tipos. Ninguno puede maldecir en italiano la mitad de bien que tú.’’ A medida
que empezó a relajarse, Angelo comenzó a sentirse menos ansioso en cuanto a su val-
oración de sı´ mismo, empezó a comprender los orı´genes de su ansiedad, y pudo volver a
contactarse emocionalmente con Marie.

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A medida que ascienden en la escala socioeconómica a posiciones más altas en la


sociedad, los hombres como Angelo a menudo se sienten estresados en su matrimonio
y en la vida laboral por sus valores étnicos y culturales. Estas experiencias también
pueden hacer emerger asuntos de lealtad hacia la familia, como la dificultad de
Angelo para conciliar su propio éxito, sus valores étnicos y de clase trabajadora,
con el fracaso de su padre en la integración social y emocional a una nueva cultura.
En estas circunstancias un hombre puede cerrarse emocionalmente, tal como hizo
Angelo.
Cohen (1992) y Franklin (1992) observaron respectivamente que los hombres
blancos y los afroamericanos de clase trabajadora eran más abiertos en sus amistades
entre ellos que sus contrapartes de clase media. De acuerdo a Franklin, la intimidad
emocional podı́a preservarse porque ‘‘los hombres de color de clase trabajadora están
más aislados de la sociedad dominante que los hombres de color que ascienden so-
cialmente, (y) es posible que no internalicen los mismos tabúes contra las amistades
entre hombres, los cuales impiden la autoexposición, generan competitividad y llevan
a no demostrar vulnerabilidad’’ (pág. 203).
De un modo similar, en las relaciones de hombres homosexuales la intimidad puede
estar protegida por su distanciamiento de los valores masculinos dominantes: Peter
Nardi (1992) señala que si bien las relaciones homosexuales a menudo siguen la
tendencia masculina tradicional de buscar el sexo como un medio para lograr in-
timidad, cuando estas relaciones no evolucionan hacia el amor como motivación cen-
tral, es más fácil para los hombres homosexuales conservarlas como amistades
emocionalmente cercanas.
Sin embargo, en la mayorı́a de los casos los hombres, incluso aquellos que no tienen
diferencias evidentes de clase y etnia como Angelo, tienden a volverse emocionalmente
más controlados a medida que consiguen éxito educacional y económico, y adquieren
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más poder y prestigio en la sociedad. Aunque están solos e infelices, con frecuencia se
resisten a aprender y adoptar las habilidades necesarias para la intimidad emocional
cuando inician una terapia de pareja.

HABILIDADES NECESARIAS PARA LA INTIMIDAD Y GRUPOS TERAPEŁ UTICOS


DE HOMBRES
Los grupos terapéuticos de hombres pueden ser un recurso valioso para quienes que
tienen dificultades con los comportamientos tradicionales del rol masculino y la in-
timidad emocional en su matrimonio y sus amistades. Una terapia exitosa con estos
hombres debe ayudarles a redefinir lo que es una ‘‘masculinidad sana’’, de manera que
los comportamientos relacionados con la intimidad emocional adquieran una mayor
importancia. Las y los terapeutas que trabajan con una perspectiva de género han
ayudado mucho a que ambos miembros de la pareja se den cuenta de cómo interfieren
en sus relaciones los estereotipos basados en la cultura (Rampage, 2002). Muchas
técnicas nuevas se han agregado a estas terapias con el fin de mejorar las habilidades
para la intimidad emocional. Sin embargo, cuando el proceso se detiene, o se llega a un
punto muerto en relación a la comunicación ı́ntima, los grupos terapéuticos con
hombres pueden ayudar a catalizar o reactivar este proceso en las terapias en que los
hombres participan.

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HISTORIA DE LOS GRUPOS DE HOMBRES
A comienzos de los ’70 se formaron grupos de sensibilización3 para hombres que
solidarizaban con el movimiento de liberación femenina. Se desarrollaron para ayudar
a los hombres a abordar problemas relacionados con estereotipos de género, privilegio
y poder, y para explorar en sus relaciones formas de comunicación y conductas de rol
no tradicionales e igualitarias (Farrell, 1974; Goldberg, 1976).
En los años ’90 se originó el Movimiento Mitopoético, liderado por el poeta Robert
Bly (1990), para ayudar a los hombres a expresarse en forma más completa mediante
la conexión con imágenes arquetı́picas primitivas en torno a la masculinidad. El ob-
jetivo de estos grupos era ayudar a los hombres a encontrar una energı́a emocional
renovada y conexiones más profundas con otros hombres, y al mismo tiempo superar
lo que veı́an como una respuesta pasiva al feminismo.
Más recientemente, organizaciones religiosas y sociales tales como Promise Keepers
y National Congress for Men4 han hecho un llamado a la unificación de los hombres en
torno al tema de la crianza y el compromiso con la familia, y asuntos legales como
manutención y custodia de los hijos. Otros grupos se han centrado en ayudar a los
hombres a resolver conductas violentas o relacionadas con adicciones (grupos de re-
habilitación para hombres), y también daños asociados al abuso fı́sico o sexual.
Pensamos que hoy la tarea más importante de los grupos de hombres es abordar el
impacto negativo de los estereotipos de ge´nero sobre la intimidad emocional en los
matrimonios y las amistades con otros hombres. Nuestro intento de enfrentar este
desafı́o es el enfoque terapéutico orientado hacia las relaciones que se describe a
continuación.
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ORGANIZACIOŁ N Y ESTRUCTURA DE NUESTROS GRUPOS DE HOMBRES


Hemos conducido grupos de hombres por 13 años, y durante este perı́odo hemos
trabajado con más de 100 hombres. Los miembros de nuestros grupos son general-
mente hombres blancos de clase social media alta, heterosexuales y profesionales. La
mayorı́a son exitosos en sus carreras, pero buscan ayuda porque tienen problemas en
sus relaciones, sentimientos de soledad y distancia afectiva con las personas signifi-
cativas. Por lo general conducimos dos grupos simultáneamente, con 6 a 8 hombres en
cada uno. Las reuniones son en las tardes cada dos semanas, y se realizan a lo largo del
año con una interrupción en el verano. Un equipo de coterapeutas hombres conduce
nuestros grupos.
Derivaciones: Muchos de nuestros participantes son derivados por terapeutas
que los atienden en terapia individual o de pareja. También ponemos un aviso que
describe nuestros grupos en un boletı́n trimestral. Dado que tenemos la reputación de
que ayudamos a los hombres a trabajar en temas relacionados con la intimidad em-
ocional, y que estamos muy interesados en colaborar, los terapeutas a menudo sugi-
eren que los pacientes hombres nos contacten para hacer un trabajo adicional o
conjunto. Esto sucede cuando el hombre refiere o demuestra tener dificultades con la
intimidad emocional en sus relaciones con los demás, por lo general su pareja feme-
nina primaria.
3
Consciousness-raising (CR) groups (N. de la T.)
4
Literalmente Guardianes de la Promesa y Congreso Nacional para Hombres (N. de la T.)

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Entrevista de selección: Antes que un hombre sea aceptado en el grupo, se reúne con
ambos coterapeutas, quienes le ofrecen una visión general de la experiencia y evalúan
si él ‘‘encajarı́a bien’’ en el grupo. La mayorı́a de los hombres comprende que nuestros
grupos se centran en desarrollar habilidades para la intimidad emocional, pero a veces
el hombre descubre que sus intereses no coinciden con los del grupo. En algunas
situaciones, cuando un hombre se presenta con un problema psiquiátrico no diag-
nosticado o no tratado (drogadicción, trastorno bipolar, depresión) le sugerimos que
busque otra instancia para recibir el tratamiento adecuado.
Colaboración con otros terapeutas: la colaboración con otros profesionales es un
aspecto extremadamente importante de nuestro trabajo con hombres. Si un hombre es
aceptado en nuestros grupos, le pedimos su autorización para conversar con otros
terapeutas involucrados en su tratamiento. Hablar con otros terapeutas nos permite
ayudarle mejor a explicar y obtener apoyo del grupo con respecto a algún tema em-
ocional difı́cil que está enfrentando, como por ejemplo, el que puede estar teniendo en
su matrimonio. Luego él vuelve a la terapia de pareja y puede abordar este tema en
forma más positiva. El manejo cuidadoso de los lı́mites, lo que está o no está permitido
compartir entre los terapeutas es un aspecto importante de la colaboración, y siempre
debe involucrar la participación del hombre. Nos hemos dado cuenta de que este
proceso ayuda a modelar habilidades positivas relacionadas con la intimidad frente a
los hombres de nuestros grupos.
La colaboración también ofrece a los terapeutas diferentes perspectivas acerca de
sus clientes y la oportunidad de reforzar nuevos comportamientos sanos. Otro bene-
ficio es evitar la escisión y la triangulación que pueden ocurrir cuando los clientes
participan en varias terapias (Berman, 2008; Garfield, 2004).

ORIENTACIOŁ N TERAPEŁ UTICA


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Nuestros grupos enfatizan el aprendizaje en un contexto relacional, a través de la


expresión emocional directa y la retroalimentación constructiva. Alentamos a los
hombres a pensar en cómo se sienten hoy las mujeres y cómo sus propios estereotipos
de género pueden interactuar con los de ellas y los de los demás hombres, impidiendo
el desarrollo de intimidad en estas relaciones. Los animamos a probar nuevas formas
de responder en estos vı́nculos.
Nuestros grupos ofrecen muchas experiencias caracterı́sticas de los grupos de psi-
coterapia en general, incluyendo universalidad, cohesión grupal, transmisión de in-
formación, altruismo y aprendizaje interpersonal (Yalom, 2005). Flexibilizamos
algunas restricciones tradicionales, por ejemplo con respecto a que los participantes se
reúnan en contextos sociales o hablen por teléfono entre las sesiones. Estas iniciativas
ayudan a los hombres a superar estereotipos de origen cultural en relación a acercarse
entre sı́ para dar y recibir apoyo emocional. Cuando los hombres toman contacto entre
ellos fuera de los grupos les pedimos que luego comuniquen al grupo los temas em-
ocionales importantes que hayan conversado.

DESARROLLO DE HABILIDADES PARA LA AMISTAD


Nos hemos dado cuenta de que la mejor manera de fomentar la capacidad de los
hombres para la intimidad emocional es mediante el desarrollo de habilidades para la
amistad. La amistad estrecha es considerada como una de las relaciones más valiosas
en nuestra cultura (Fehr, 1996). Dado que la amistad se entiende como una relación

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en sı´ misma y también como un aspecto importante de otras relaciones (por ejemplo el
matrimonio, la familia y el trabajo), hemos observado que las habilidades para la
amistad tienden a fomentar la intimidad en una amplia variedad de relaciones, inc-
luyendo los matrimonios heterosexuales y las amistades entre personas del mismo sexo.
Si bien hombres y mujeres en principio están de acuerdo en que la confianza y la
intimidad emocional son fundamentales para desarrollar amistades cercanas (Fehr,
1996; Pahl, 2000), por razones ya señaladas en este trabajo, las mujeres han sido más
capaces de integrar esta caracterı́stica en sus relaciones de amistad (Oliker, 1989).
A menudo se desarrollan amistades perdurables entre los hombres de nuestros
grupos. Suceda o no, nuestro principal objetivo es ayudarles para que aprendan cómo
tenerlas, que desarrollen habilidades para la amistad que les permitan relacionarse
mejor con los demás, y cuidar de sı́ mismos tanto fı́sica como emocionalmente.

Atributos Centrales de la Amistad y la Intimidad Emocional


Los atributos centrales de la amistad han sido descritos en el trabajo de Fehr, al
igual que en el de Adams y Blieszner (1992). Muchos de ellos han sido identificados
como conductas asociadas a la intimidad emocional, ya descritas en este trabajo.
Dichas conductas incluyen: descubrir cosas en común, expresar las emociones, ser
capaz de autoexponerse y mostrarse vulnerable, dar y recibir apoyo, cooperar, aflojar
el control y tener una relación de reciprocidad.
Entre los anteriores, hemos identificado cuatro aspectos importantes de la amistad
con los cuales los hombres tienen dificultades hoy en dı́a: (1) Conexión (encontrar
aspectos emocionales en común con otros); (2) Comunicación (compartir sentimientos,
crear un ambiente seguro y desarrollar competencia emocional); (3) Compromiso
(formar vı́nculos de lealtad significativos); y (4) Cooperación (compartir el poder,
establecer una autoridad flexible). Estos temas aparecen a menudo durante el proceso
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de nuestras sesiones con los hombres. Cuando surgen tratamos de identificarlos, y


eventualmente realizamos ejercicios estructurados especı́ficos que ofrecen oportuni-
dades para abordarlos de mejor manera.
(1) Conexión: encontrar aspectos en común en el plano emocional:
Las investigaciones sobre la amistad nos dicen que la gente se atrae mutuamente
porque hay similitudes importantes en su vida (Adams y Blieszner, 1992).
Los hombres de nuestros grupos se identifican con mayor facilidad entre sı́ a través
de sus logros profesionales, su estatus educacional y socioeconómico que por los con-
flictos emocionales que enfrentan.
Intentamos ayudarlos a desarrollar conexiones más profundas mediante discusi-
ones y ejercicios estructurados. Nos centramos en sus relaciones con sus padres var-
ones, los mensajes que recibieron en su infancia sobre ser un hombre exitoso, sus
fortalezas y debilidades en su rol como marido, y los desafı́os de tener hijos y ser un
padre que trabaja. También tomamos en cuenta su relación con el sexo y el dinero.
Estas conexiones por lo general les ayudan a abordar mejor los problemas en su
matrimonio.

El Caso de Wally
Wally fue derivado a nuestros grupos por su terapeuta de pareja, que lo describió
como alguien que ‘‘habı´a elevado la capacidad de ser pasivo-agresivo a la categorı´a de
una nueva forma de arte.’’ Wally era un exitoso abogado de una empresa, casado dos
veces antes y abandonado por las dos esposas anteriores. Aun cuando era muy

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apreciado por sus colegas profesionales, tenı´a constantes problemas con su esposa y sus
hijos porque muchas veces no cumplı´a las promesas que les habı´a hecho.
Wally confesó que aceptaba ‘‘seguir la corriente para no tener problemas’’, pero
nunca cumplı´a las cosas si realmente no querı´a. Aunque rara vez describı´a estos epi-
sodios en el grupo, su terapeuta de pareja nos informaba que cuando su esposa lo
confrontaba, e´l generalmente se quejaba de que estaba cansado, empezaba a beber al-
cohol y hacı´a una pataleta. Esto servı´a para disuadir a su esposa por un tiempo, pero a
la larga siempre aumentaba sus quejas. Él habı´a crecido en un hogar donde los padres
peleaban constantemente, y el padre lidiaba con la decepción de la madre estando en
casa lo menos posible.
Durante un ejercicio estructurado sobre el tema del matrimonio, en el cual se le pide
a cada hombre que describa el e´xito que está teniendo (o no) en su rol como marido,
Wally anunció que sentı´a un alivio enorme al escuchar que otros hombres se sentı´an
intimidados frente a sus parejas. ‘‘No soy el único al que molestan.’’ Cuando lo
alentamos a preguntar a uno de los hombres con más experiencia en el grupo cómo
manejaba e´l esta situación, quedó sorprendido al escucharle decir: ‘‘He tenido que
preguntarme por que´lo que hago molesta a mi esposa, y por que´no estoy cumpliendo mi
parte del trato.’’ Era la primera vez que pedı´a y recibı´a una retroalimentación con-
structiva de otro hombre acerca de sus problemas matrimoniales.
Despue´s de algunos meses de trabajo grupal, el terapeuta de pareja nos informó que
la actitud de Wally habı´a empezado a cambiar. En una sesión, su mujer, Carol, lo
presionó para que, despue´s de mucho tiempo, le contestara acerca de las fechas para
unas vacaciones familiares. Wally, que por lo general era evasivo, le contestó direct-
amente: ‘‘Se´ que he estado dilatando esto.’’ Y continuó con cierta frustración: ‘‘No
quiero pelear contigo y los niños. Es que simplemente no concibo gastar todo ese dinero
en unas vacaciones en este momento.’’ Era obvio que e´l estaba incómodo, pero por una
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vez, su esposa fue capaz de conversar calmadamente acerca de las preocupaciones de


Wally sobre su situación financiera. El terapeuta lo felicitó por haber sido directo. Ella
habı´a estado presionándolo por algún tiempo para que fuera más comunicativo. Wally
sonrió tı´midamente y dijo: ‘‘Los del grupo de hombres han estado insistiendo en esto de
que trato de evitar a Carol. Supongo que necesito dejar de escapar.’’ Carol respondió
positivamente a su honestidad, y sus conversaciones se volvieron más productivas. Con
el tiempo el terapeuta de pareja pudo ayudarles a establecer una conexión emocional
más genuina en su matrimonio.
(2) Comunicación: hablar de los sentimientos, crear un ambiente seguro y
desarrollar competencia emocional:
La capacidad de hablar de los sentimientos en un ambiente seguro es esencial para
que los hombres puedan desarrollar amistades cercanas y confianza en las relaciones.
En nuestros grupos les ayudamos a mejorar su competencia emocional alentándolos a
la expresión de las emociones, la autorrevelación, la vulnerabilidad y la ret-
roalimentación honesta en la comunicación entre ellos.
Para crear una atmósfera de seguridad insistimos en la confidencialidad hacia el
exterior del grupo y el intercambio respetuoso en su interior. Nuestros hombres
acuerdan que no repetirán lo que se converse en el grupo a nadie externo, ni siquiera
sus parejas. Si cada uno desea compartir su propia experiencia con su pareja, es una
decisión personal.
Dentro del grupo alentamos a los hombres a expresar sus sentimientos abierta-
mente y a responder a los demás en forma auténtica. Enseñamos habilidades de

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comunicación que se centran en usar oraciones tipo ‘‘Yo . . .’’ , hacerse responsable por
lo que uno dice, y responder desde las emociones del momento (versus la solución de
problemas o el análisis intelectual). Se alienta la expresión de afecto genuino y em-
patı́a. Les pedimos que eviten las descalificaciones ‘‘inocentes’’, los desprecios y las
bromas a expensas de otros miembros. Los hombres a menudo aguantan este tipo de
bromas, pero no se abrirán mientras éstas existan.
En un ejercicio de comunicación centrado en los mensajes emocionales y la ret-
roalimentación, se le pidió a uno de los hombres que compartiera sus sentimientos con
otro a cuya esposa le habı´an diagnosticado recientemente un tipo de cáncer grave. En
estos ejercicios pedimos a los hombres que se centren principalmente en el componente
emocional de su respuesta, más que en el aspecto cognitivo o de solución de problemas.
Sin embargo, este hombre contestó con un detallado análisis intelectual de las tasas de
sobrevivencia de los pacientes con este tipo de cáncer. El hombre cuya esposa estaba
enferma se sintió claramente perturbado por el comentario. ‘‘Que´ tal decir ‘Siento
mucho lo de la enfermedad de tu mujer’’’ dijo. ‘‘Ese no es el tipo de respuesta que
reconforta a un hombre que sufre.’’ Cada hombre aprendió algo del otro: el primero
aprendió que alardear sobre su capacidad intelectual podı´a ser recibido como una
actitud insensible, y el otro aprendió que podı´a decir lo que le pasaba cuando se sentı´a
herido.
Pedimos a los hombres que tienen dificultades con la rabia y el autocontrol que
hablen de estos sentimientos en el grupo (en lugar de actuarlos inconscientemente).
La retroalimentación atenta y comprensiva de otros hombres muchas veces les ayuda a
manejar sus sentimientos de manera más apropiada.
A veces recomendamos programas de manejo de la rabia. Este puede ser un com-
ponente importante del proceso de sanación para hombres que han sufrido abuso fı́sico
o emocional en etapas previas de su vida.
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Hacemos énfasis en que ser emocionalmente competente requiere un trabajo duro y


que el esfuerzo colectivo del grupo promueve el crecimiento de cada miembro y vice-
versa. A los hombres de nuestros grupos no les toma mucho tiempo llegar a apreciar
estos conceptos: las habilidades emocionales que antes habı́an desestimado por ‘‘fe-
meninas’’ o que habı́an evitado de plano, se vuelven parte real de ‘‘su currı́culum’’.
Aprenden por experiencia propia cuan difı́ciles son de manejar.
(3) Compromiso: formar vı́nculos de lealtad significativos:
Los hombres desean amigos con quienes contar, que les ‘‘cubran las espaldas’’
cuando enfrentan momentos difı́ciles, y en quienes puedan confiar. La lealtad
tradicionalmente evoca imágenes de hombres unidos ante la adversidad, por ejemplo,
para vencer al enemigo durante la guerra o al competidor en los eventos
deportivos.
En la cultura actual, donde la individualidad y ‘‘arreglárselas solo’’ son altamente
valorados, los hombres muchas veces tienen gran dificultad para encontrar formas de
apoyarse y demostrarse preocupación genuina unos a otros. Su lealtad con frecuencia
se reserva para la familia o el lugar de trabajo, y su principal objetivo es probar que son
valiosos para los demás.
En nuestros grupos promovemos otro tipo de lealtad: una que invita a los hombres a
estar pendientes unos de otros, incluso en periodos de salud y en la vida cotidiana, y no
sólo en momentos de adversidad o guerra. Definimos el autocuidado como un valor

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‘‘I . . .’’ statements (N. de la T.)

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importante en nuestros grupos y alentamos a los miembros a apoyarse mutuamente en


el esfuerzo de lograrlo. Los hombres a menudo ignoran sus necesidades fı́sicas o em-
ocionales y confı́an en que sus parejas les recuerden estos temas.
Insistimos en la importancia de asistir regularmente a nuestras reuniones y reco-
mendamos a los miembros que hablen o se junten fuera del grupo, especialmente si
han faltado a una de las sesiones. Tomar la iniciativa de llamar a un hombre por quien
uno está preocupado o simplemente siente que ha perdido el contacto a menudo es
sentido por los hombres como algo arriesgado. Pueden tener miedo de que este deseo
de contacto sea interpretado como debilidad, intromisión o incluso como insinuación
homosexual.
Periódicamente realizamos un ejercicio de ‘‘Buscar Contacto’’, en el cual pedimos a
los hombres que llamen o hagan una breve cita social con otro hombre del grupo para
juntarse fuera de las sesiones grupales. Este ejercicio es un desafı́o más grande de lo
que muchos imaginan. Acercarse a otro hombre por razones puramente sociales hace
surgir muchas resistencias, incluyendo actitudes homofóbicas. Conversar sobre dicho
ejercicio ofrece a estos hombres heterosexuales una oportunidad de reconocer su deseo
de cuidar y ser cuidados por otros hombres en el plano emocional. También les da
permiso para identificarse y apreciar el deseo de intimidad de los hombres gay entre sı́,
incluso sin el componente sexual. Nosotros reencuadramos esta conducta como cuidar
de uno mismo y honrar la importancia de otro hombre.

El Caso de Bob
Bob era empresario y fue derivado a nuestro grupo por su terapeuta de pareja. Se
presentó con sı´ntomas de depresión, que comenzaron poco despue´s de que su madre
anciana se habı´a venido a vivir con e´l y su familia. La tensión comenzó a aumentar, y
las discusiones entre Bob y su mujer se hicieron cada vez más frecuentes. La terapeuta
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de pareja pensó que Bob necesitaba trabajo adicional en nuestro grupo.


Bob era un hombre grande y de carácter expansivo, que logró entrar en contacto
con los miembros del grupo rápidamente. Tenı´a una opinión muy clara, generalmente
empática y positiva, sobre todo el mundo. A menudo abrumaba a la gente con sus
comentarios, pero fundamentalmente era apreciado por los hombres del grupo.
Sin embargo, cuando se trataba de sentirse amado y cuidado, en especial por su
esposa e hijos, Bob estaba amargamente decepcionado. ‘‘Mi mujer siempre ha tenido
poca capacidad de demostrar amor. Desde que mi madre se vino a vivir con nosotros,
mi esposa ha sido bastante inútil. ¡Tengo que cuidar a mi madre completamente por mi
cuenta!’’ La terapeuta de pareja nos informó que la esposa de Bob era una persona
tı´mida que se esforzaba por ser más asertiva, pero Bob siempre se las arreglaba para
restar importancia a sus genuinos esfuerzos de cuidar a los demás.
La historia reveló que Bob era un niño muy sensible pero demasiado exigido, a quien
su madre habı´a reclutado como confidente durante su solitario matrimonio con el
padre de Bob, un hombre alcohólico e inaccesible. Cuando el grupo descubrió que la
mayorı´a de las relaciones de Bob se caracterizaban por una excesiva entrega de su
parte, aunada a una decepción y rabia inevitables, varios miembros empezaron a
mostrarle cómo se las habı´a arreglado para impedir que la gente lo cuidara. Durante
mucho tiempo Bob restó importancia a estas observaciones.
Durante una sesión Bob contó en forma casual que no asistirı´a a la próxima reunión
del grupo porque tenı´an que realizarle una cirugı´a de reemplazo de cadera. Al pre-
guntarle por cuánto tiempo habı´a sabido de esto contestó: ‘‘Por varios meses, pero no es

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gran cosa. Todavı´a ni siquiera le he dicho la fecha de la cirugı´a a mi esposa.’’ ‘‘To-
davı´a’’ era dos semanas despue´s. Varios miembros abrieron los ojos sorprendidos ante
esta revelación. El grupo completo le insistió en que debı´a decı´rselo a su esposa cuando
llegara a casa. Los terapeutas insistimos también en que lo comentara con la terapeuta
de pareja en la siguiente sesión previa a la cirugı´a.
Despue´s de la reunión algunos miembros organizaron un calendario de visitas para
ir a ver a Bob mientras se recuperaba en el hospital. Tambie´n siguieron visitándolo
cuando volvió a casa.
Cuando Bob y su esposa volvieron a la terapia de pareja varias semanas despue´s, la
terapeuta notó que la actitud de Bob hacia su esposa habı´a cambiado. Parecı´a triste
cuando describı´a la atención que habı´a recibido de los hombres del grupo. Su esposa
señaló: ‘‘Él estaba mucho más feliz cuando ellos lo visitaban.’’ Luego añadió mel-
ancólicamente: ‘‘Nunca está tan contento conmigo. Ni siquiera cuando lo ayudo con su
madre.’’ Bob suspiró frustrado: ‘‘Ella tiene razón. Parece que no puedo dejarla entrar.
Reconocerle las cosas buenas que hace por mı´. Los tipos del grupo siempre me pre-
guntan por que´.’’ La terapeuta aprovechó esta oportunidad para hablar con Bob sobre
no haber podido depender de nadie durante su infancia, los dolorosos sentimientos
gatillados por la estadı´a de su madre, y cómo todo esto se habı´a trasladado a su crı´tica
relación con su cónyuge. Estas conversaciones condujeron a una disminución gradual
de la tensión en la pareja, y Bob aumentó su reconocimiento positivo de los cuidados
que recibı´a de su esposa.
(4) Cooperación: compartir el poder, establecer una autoridad flexible:
Respeto mutuo, sentido de igualdad y capacidad de manejar el conflicto y los
sentimientos competitivos son ingredientes fundamentales de una amistad. Los
hombres de nuestros grupos frecuentemente ejercen roles de liderazgo en casa y en el
trabajo, y todo el tiempo se les pide que tomen decisiones importantes. Las expect-
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ativas sociales de que deben mantener el poder y el control, sin embargo, muchas veces
les llevan a resistirse a compartir su autoridad o pedir la ayuda de otros. Aunque puede
que defiendan valores de igualdad, les cuesta mucho renunciar a tener el control en
sus relaciones con otros hombres y en sus matrimonios.
Tratamos de ayudar a los hombres a sentirse seguros de su propia autoridad, y que
aprendan al mismo tiempo a compartir el poder y abordar los conflictos que surgen en
sus relaciones. Cuando percibimos que hay una tensión o competencia tácita entre
hombres del grupo, a menudo introducimos el tema de competir y compartir, lo que les
da una posibilidad de reconocer estos sentimientos. Connotamos estos conflictos como
responsabilidad de todo el grupo, porque cuando no se abordan, todos nos vemos
afectados.
Cuando un hombre nuevo se unió al grupo, otro miembro más antiguo tomó una
actitud competitiva hacia e´l y comenzó a desafiar sus opiniones deliberadamente. El
resto del grupo sintió que el intercambio de frases que se desarrollaba entre los dos era
infantil y distractor. Despue´s de algunas sesiones un miembro comentó: ‘‘Ustedes dos
parecen hermanos riñendo sobre quie´n es el favorito.’’ Desconcertado por el comentario,
uno de los rivales dijo: ‘‘Bueno, si hubieras tenido un hermano como el que yo tuve lo
entenderı´as.’’ Su contrapartida, sorprendido señaló: ‘‘¿Tú tambie´n tuviste uno de esos
hermanos?’’ Los dos hombres comprendieron algo nuevo al descubrir que las raı´ces de
su competencia estaban en sus conflictos no resueltos con hermanos mayores domi-
nantes. Con este reconocimiento sus ofensivas batallas se acabaron, y con el tiempo
desarrollaron una amistosa admiración mutua.

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EL ROL DE LOS COTERAPEUTAS


En nuestros grupos modelamos una autoridad flexible a través de nuestros roles
como co-lı́deres, en los cuales funcionamos como facilitadores, y a veces como partic-
ipantes. Asumimos la responsabilidad de determinar la estructura de las sesiones y
monitorear el proceso grupal; sin embargo, también compartimos nuestras exp-
eriencias personales cuando pensamos que éstas pueden contribuir al progreso del
grupo. Más aún, a medida que nuestros grupos maduran, a menudo invitamos a los
miembros a participar más en las discusiones concernientes a su propio proceso. Un
modelo de liderazgo en coterapia también nos permite ofrecernos apoyo emocional
mutuo, compartir diferentes perspectivas clı́nicas y desafiarnos uno al otro en nuestro
trabajo.
Como coterapeutas nos reunimos después de cada sesión y entre ellas para con-
versar sobre los hombres y las dinámicas de los grupos. Nos hemos dado cuenta de que
este ritual conmueve a los hombres. El que nosotros conversemos y pensemos en ellos
fuera de la terapia les indica una forma de cuidado, o como lo describió un miembro de
un grupo: ‘‘una forma en que algunos hombres pueden tener a otros, a otras personas,
en su mente.’’ Es precisamente este tipo de cuidado el que esperamos transmitirles
para su relación consigo mismos, entre ellos y en los vı́nculos importantes en sus vidas.

CONCLUSIONES
Los grupos terapéuticos para hombres pueden contribuir a facilitar el desarrollo de
habilidades para la intimidad emocional en quienes tienen conflictos con los com-
portamientos del rol masculino tradicional. Estos conflictos tienen sus raı́ces en ex-
pectativas históricas y culturales acerca de la masculinidad que a menudo no
representan totalmente (o incluso pueden ser contrarias a) la experiencia emocional
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genuina de un hombre. Estos grupos pueden ofrecer ayuda al legitimar el comport-


amiento vinculado a la intimidad emocional como un componente esencial de la ma-
sculinidad sana. El desarrollo de habilidades para la amistad que están asociadas a la
intimidad puede ayudar a los hombres a ser más proactivos emocionalmente en sus
matrimonios y reforzar esta meta en las terapias de pareja en curso. Las amistades
masculinas cercanas pueden ser un recurso valioso para los hombres, para su salud
personal y para apoyar la intimidad en sus matrimonios.
El desarrollo continuo de modelos de grupos para hombres y estudios que evalúen
su eficacia serı́a muy valioso para los clı́nicos y para los investigadores, con el fin de
desarrollar prácticas que estén, en mayor medida, basadas en la evidencia.
Estos estudios ayudarı́an a los terapeutas a apoyar mejor a los hombres en el
desarrollo de habilidades para la intimidad emocional en sus matrimonios y sus
amistades con otros hombres.
En este sentido, algunos pasos futuros podrı́an incluir: (1) evaluar la aplicabilidad
de las escalas ya existentes que miden intimidad individual y de pareja (tales como EIS
[Sinclair y Dowdy, 2005] o PAIR [Shaefer y Olson, 1981]) que pueden ser utilizadas
para medir los resultados en estos estudios; (2) identificar, afinar y evaluar inter-
venciones y ejercicios especı́ficos utilizados para promover la intimidad emocional en
los grupos de hombres; (3) determinar si se requieren intervenciones alternativas para
ayudar a hombres que provienen de otros contextos culturales a lograr los mismos
resultadosFen este ámbito podrı́an ser útiles las observaciones de Arcaya (1996),
Sutton (1996) y Sue (1996), que han escrito respectivamente sobre hombres latinos,

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afroamericanos y asiáticos que participan en gruposF; (4) finalmente, comparar los
efectos que puede tener sobre el resultado el que los hombres estén o no en otros
procesos terapéuticos paralelos, como también la colaboración versus no colaboración
de los terapeutas entre sı́. Todos estos pasos podrı́an ser útiles para generar infor-
mación que podrı́a mejorar la calidad de las intervenciones grupales con hombres.

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(BWUS FAMP 04901003 Webpdf:=02/06/2010 10:04:12 158748 Bytes 17 PAGES n operator=gs.ravishnkar) 2/6/2010 10:04:39 PM

Fam. Proc., Vol. 49, March, 2010

FAM-
P 04901003

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