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UNIVERSIDAD PERUANA LOS ANDES

FACULTAD DE CIENCIAS ADMINISTRATIVAS Y

CONTABLES ESCUELA PROFESIONAL DE

CONTABILIDAD Y FINANZAS

TEMA:

Formalización de la teoría de Sistemas

INTEGRANTES:

Camargo Centeno Leslie A.

Vargas Delgado Milenne Margioreth

Espinoza Jalanuca Jessica

Olivares Tito Lucero

Pérez Coña Estefany

DOCENTE:

Admilda Romero Vilcapoma

1
DEDICATORIA

Esta monografía está dedicada a nuestros padres ya que gracias a ellos podemos estar en esta

universidad y poder formarnos profesionalmente también dedico este trabajo a la docente Admilda

Romero Vilcapoma ya que nos aporta todos sus conocimientos para mejorar los nuestros.

2
AGRADECIMIENTO

PRIMERO Y, ANTES QUE NADA, DAR GRACIAS A DIOS, POR ESTAR CON CADA

UNO DE NOSOTROS EN CADA PASO QUE DAMOS, POR FORTALECER NUESTRO

CORAZÓNES E ILUMINAR NUESTRA MENTE Y POR HABER PUESTO EN NUESTRO

CAMINO AQUELLAS PERSONAS QUE HAN SIDO NUESTRO SOPORTE Y COMPAÑÍA

DURANTE TODO EL PERIODO DEL ESTUDIO. AGRADECER HOY Y SIEMPRE A

NUESTRA FAMLIA POR EL ESFUERZO REALIZADO POR ELLOS, EL APOYO EN

NUESTROS ESTUDIOS, LA ALEGRIA Y LA FORTALEZA NECESARIA QUE NOS DAN

PARA SEGUIR ADELANTE.

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ÍNDICE

I.-. FORMALIZACION …………………..………………………….…………………5

II.- CLASIFICACION DE LOS SISTEMAS ………………………………………….7

III.- CLASIFICACION DIACUERDO AL COMPORTAMIENTO………………….14

IV.- CLASIFICACION ORGANIZACIONAL………………………………………….17

V.- RESUMEN ……………………………………………………………………………. 21

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1. FORMALIZACIÓN

Por lo discutido anteriormente, parece casi obligado asegurar que la formalización de una teoría

de sistemas está sustancialmente ligada a la posibilidad de presentar matemáticamente los

conceptos básicos y sus aspectos operativos. Recordemos que la formalización de una teoría en

su parte esencial implica la proposición de un grupo de axiomas, postulados o hipótesis, la

existencia de ciertos conceptos (indefinibles en los sistemas abstractos, poco precisos en los

naturales), la definición de ciertas reglas de construcción y la existencia de reglas de inferencia

mediante las cuales podamos aseverar que una conclusión, basada en ciertas premisas, es

confiable (verdadera en los sistemas abstractos), es decir, que no contradice sino que confirma

los hechos observados en la realidad. Y esto se logra con ventaja si el lenguaje utilizado es el de

la matemática.

Debemos indicar, sin embargo, que muchas teorías inician procesos de formalización con el

esfuerzo, nada sencillo, de la clasificación de los fenómenos que le interesan: es el inicio del

establecimiento de las bases teóricas que permitirán posteriormente ampliar la teoría y generar

modelos.

Ya indicamos (capítulo 2), que no existe una Teoría General de Sistemas. G. Klir habla de una

polifonía de teorías. En este capítulo daremos algunas ideas relacionadas con estos temas.

Trataremos de abarcar aspectos clasificatorios y de formalización.

Rapoport (1972. Ver Bertalanffy, 1978 p. 56) dice respecto a la Teoría General de Sistemas:

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Hablando estrictamente, la Teoría General de Sistemas no es una teoría a la manera de las

teorías científicas. Una teoría científica se propone hallar puntos de contacto entre hechos e,

idealmente, dar con las condiciones necesarias y suficientes para que se produzca un conjunto de

hechos, todo lo cual se expresa en el paradigma de una afirmación científica: “si... entonces...”.

En las ciencias más maduras, este paradigma ha adquirido forma matemática. Los puntos de

contacto se exponen en ecuaciones matemáticas que relacionan entre sí las cantidades variables.

En una ecuación el “si” corresponde a la asignación de variables independientes; el “entonces” a

la asignación resultante de valores a las variables dependientes. [...] Una teoría puede, sin

embargo, entenderse en un sentido más amplio que el precedente. Antes de que una teoría esté en

condiciones de hacer afirmaciones del tipo “si... entonces...”, es necesario buscar y definir las

variables que van a ser objeto de tales afirmaciones. La búsqueda de las variables y definiciones

apropiadas pueden también considerarse una investigación teórica. En este sentido más amplio,

una teoría puede ser sencillamente un esquema de clasificaciones y definiciones (la definición,

por supuesto, es un requisito previo a la clasificación). En este sentido más amplio la Teoría

General de Sistemas podría, quizá, considerarse una teoría, ya que en primer lugar emprende la

tarea de definir sistema y clasifica después los sistemas de acuerdo con ciertos criterios.

Por estas razones vamos, en lo que sigue, a considerar varias clasificaciones de sistemas para

luego estudiar los aspectos matemáticos de dos propuestas teóricas, de varias que hay, para

formalizar la T.G.S.

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2. CLASIFICACIÓN DE LOS SISTEMAS

En la literatura existen varias clasificaciones respecto a los sistemas. Para efectos de este texto

consideraremos la de K. Boulding, las de R.L. Ackoff y las de P. B. Checkland. Esta selección

no puede tomarse como la escogencia de "las mejores". Simplemente son útiles para el estudio

de temas posteriores.

2.1. CLASIFICACIÓN DE LOS SISTEMAS: KENETH BOULDING


Este autor (1956) aclara que existen dos caminos que se complementan para desarrollar un

“sistema de sistemas”. Uno consiste en tomar fenómenos generales de diferentes disciplinas y

tratar de construir un modelo general que los explique. Un buen ejemplo es el estudio de los

diferentes tipos de crecimiento: poblacional, monetario, de información, que dio como resultado

una teoría general sobre el crecimiento. En otras palabras, la búsqueda de isomorfismos en

diferentes áreas de interés. "El otro camino es encuadrar los campos empíricos en una jerarquía

de complejos organizacionales partiendo de una unidad de comportamiento afín a cada nivel, y

tratar de desarrollar un nivel de abstracción apropiado a cada uno", lo que está de acuerdo con la

idea de Rapoport como acabamos de indicarlo. Este es el camino tomado por Boulding para

proponer su jerarquización de niveles sistémicos. En esta clasificación, el lector debe observar

cómo, a medida que se asciende en la jerarquía, cada nuevo nivel posee propiedades que los

niveles anteriores no tienen. Hay, pues, emergencia sistémica. Nueve son los niveles propuestos

por este autor. Haremos un resumen al respecto.

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1) El primer nivel es el de las estructuras estáticas. Es el nivel de los marcos de referencia. Es la

“anatomía y geografía del universo”. Los patrones de los electrones alrededor del núcleo, cómo

se interrelacionan los átomos en una fórmula molecular, la organización de átomos en un cristal,

la estructura del gen, de la célula, de la planta, del animal, la cartografía de la tierra, el sistema

solar, el universo astronómico. La descripción precisa de estos marcos es el inicio de un

conocimiento teórico organizado en casi cualquier campo ya que sin una descripción precisa de

estas estructuras estáticas, no es posible establecer una teoría funcional o dinámica aceptable.

2) El siguiente nivel es el de los sistemas dinámicos sencillos, perfectamente predecibles, que

alcanzan estados predeterminados de equilibrio. Podríamos denominarlo el nivel de los

mecanismos de relojería. El sistema solar es el gran reloj del universo desde el punto de vista del

ser humano, y la exactitud en las predicciones hechas por los astrónomos dan fe de la excelencia

de este reloj. Máquinas sencillas como la palanca o la polea, o más complejas como una máquina

de vapor y las dínamos caen en esta categoría. Igual ocurre con gran parte de la estructura teórica

de la física, de la química y aún de la economía. Este tipo de sistemas se consideran como

sistemas cerrados.

3) El tercer nivel es el de los mecanismos de control o sistemas cibernéticos. Es el nivel del

termostato. Se diferencia de los sistemas sencillos en equilibrio ya que la transmisión e

interpretación de la información es parte esencial del sistema. El sistema tiende a la estabilidad

mediante procesos de regulación y control. Se destaca el concepto de retroalimentación.

4) Este nivel es el de los sistemas abiertos o que mantienen su estructura. Aquí “la vida

comienza a diferenciarse de lo que no es vida”. Podríamos llamarlo el nivel de la célula. Va

desde los sistemas abiertos más sencillos (estructuras atómicas, estructuras moleculares) hasta

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aquellos que poseen la propiedad de autorreproducción. Los sistemas se autoorganizan. De aquí

en adelante están los sistemas que reclaman un enfoque sistémico.

5) El quinto nivel es de tipo genético-social. Es el nivel de la planta. En éste se presenta una

diferenciación del trabajo entre las células para formar una sociedad celular con partes

diferenciadas e interdependientes (raíces, hojas, semillas, etc.), y además, con una clara

diferenciación entre los genotipos y los fenotipos, asociados con el fenómeno de equifinalidad.

Poseen receptores de sensación e información muy limitados.

6) Pasamos ahora al nivel del reino animal. Se caracteriza por su mayor movilidad,

comportamiento teleológico y capacidad de estar alerta. Aparecen receptores de información

especializados (ojos, oídos, etc.), fundamentales para poder moverse, que permiten manejar una

enorme cantidad de información, la cual es organizada a través de un sistema nervioso y

controlada por un cerebro obteniéndose estructuras cognitivas o “imágenes” generadas por la

relación estímulo-respuesta.

7) El siguiente es el nivel humano. Es el individuo. Además de las características del nivel 6, el

ser humano posee autoconciencia, que es diferente al simple estado de alerta: “no sólo sabe, sino

que sabe que sabe”, lo cual posiblemente esté relacionado con el lenguaje y el simbolismo64.

Puede hablar, es decir, es capaz de producir, asimilar e interpretar símbolos, muy diferente a la

habilidad del grito de alerta de los animales. Es, además, consciente de su muerte.

8) Nos encontramos ahora en el nivel de las organizaciones sociales, muy relacionado con el

nivel anterior. El ser humano es un ser fundamentalmente social. Es de mucha importancia el

concepto de “rol” o papel. Como individuo, pertenece al nivel 7; al interactuar con otros

individuos y asumir un papel, el concepto de organización toma cuerpo. El contenido y la

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significación de los mensajes, los sistemas de valores, el recuento de la historia, el arte y las

emociones son aspectos distintivos en este nivel.

9) Estamos ahora en el nivel de los sistemas trascendentales. Son los absolutos, los inasibles,

los incognoscibles. Son las preguntas sin respuesta. El motor del pensamiento humano. Boulding

aclara que existen modelos teóricos que llegan al cuarto nivel. El conocimiento empírico

(aplicado) es débil en casi todos los niveles. Aún en el primer nivel, carecemos de un

conocimiento avanzado para una descripción adecuada de estructuras complejas. Para

comprender esto último, bástenos con pensar en la gran dificultad que se presenta al catalogar

libros, música, obras de arte. ¡Y esto corresponde al primer nivel! ¿En cuál nivel incluiríamos el

péndulo de Galileo? Si lo consideramos como el esquema propuesto en la figura 1.1, estará en el

primer nivel. Pero si consideramos el sistema definido por el modelo matemático, pertenecería al

segundo nivel.

¿Y la familia? Si sólo nos interesan las relaciones de autoridad-responsabilidad, es decir su

estructura fundamental, estaríamos en el primer nivel. También podríamos asimilarla al segundo

nivel, si tenemos en cuenta algunos aspectos dinámicos simples como dar órdenes, hacer tareas

repetitivas, alimentarse… Si se mira como formando parte del tercer nivel debemos incluir

aspectos de autorregulación: reglas que deben cumplirse tales como hora de llegada de los hijos

al hogar, hora en la cual deben servirse los alimentos, hora en la cual debe tomar la ducha cada

uno de los integrantes de esta comunidad… Puede mirarse como un sistema abierto, que en parte

autogenera y afecta sus propias estructuras y procesos; estaríamos considerando la familia en

cuestión como un modelo de cuarto nivel. Ascendiendo en la escala de complejidad, podemos

incluir partes (subsistemas) especializadas para cumplir ciertas funciones: el padre trabaja, la

madre se ocupa de las tareas de la casa, los hijos estudian..., es decir, el nivel cinco de la

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propuesta de Boulding. Yendo un poco más lejos, podríamos incluir elementos sofisticados de

procesamiento de información y una dinámica de comportamiento y administración

teleonómicas. Como modelo del séptimo nivel, la familia debe considerarse como poseedora de

autoconciencia como resultado de las interacciones entre sus integrantes. Pero el modelo que

definitivamente la define mejor es el correspondiente al octavo nivel: la familia como un sistema

social. Este ejemplo resalta las opciones que existen para modelar sistemas desde diferentes

perspectivas. Esta observación se complementará con las clasificaciones de Ackoff que

indicaremos enseguida.

2.2. RUSSELL L. ACKOFF: CLASIFICACIÓN SEGÚN EL COMPORTAMIENTO

Hay dos clasificaciones que vamos a utilizar de este autor (2002, p. 28-45). Para precisar las

ideas que hay en ellas, debemos primero definir algunos conceptos relativos a los sistemas.

En su artículo sobre conceptos de sistemas (1971), este autor define, entre otros temas, lo que

se entiende por evento, reacción, respuesta, acto y comportamiento.

Un evento es un cambio en una o más de las propiedades estructurales de un sistema o de su

ambiente en un período específico. Por ejemplo, encender el bombillo de un cuarto, cuando cae

la noche. Aquí hay dos eventos: uno en el sistema y otro en el ambiente (si consideramos como

sistema el cuarto y como ambiente lo que lo rodea). Otros eventos son mover un brazo, hablar si

estábamos callados, salir de un cuarto…

Una reacción de un sistema es un evento o suceso para el cual otro evento que ocurra en el

sistema o en el ambiente, es suficiente. Si para encender un bombillo que no está dañado es

suficiente con accionar un interruptor, entonces el bombillo reacciona ante esta acción. Un salto

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de sorpresa ante una acción inesperada como un grito, es también una reacción (siempre y

cuando la persona no tenga problemas auditivos).

Una respuesta de un sistema es un evento del sistema para el cual la ocurrencia de otro evento

en el sistema o en su ambiente es necesario pero no suficiente. Por lo tanto, “una respuesta es un

evento del cual el sistema mismo es coproductor”. Para responder ante una pregunta, es

necesario que me interroguen; pero no es suficiente: podría muy bien no querer responder.

Tratemos de aclarar un poco más las dos últimas definiciones.

Es suficiente que se dé A para que ocurra B: sin embargo B podría ocurrir sin que se dé A; así,

si me gritan (A), salto (B), pero esto no quiere decir que no pueda saltar por otra razón.

Es necesario que se dé A para que ocurra B: B no puede ocurrir si no se da A, pero la sola

existencia de A no garantiza que B ocurra. Así, para yo responder es necesario que me

pregunten; pero dar una respuesta también implica que tenga conocimientos respecto a la

pregunta o que tenga el deseo de darla; por lo tanto podría no responder.

Podemos añadir que una condición suficiente, permite predecir que un evento ocurrirá, que está

relacionado con la relación causa-efecto. Por su parte, la condición necesaria descubre elementos

que son responsables de que el evento ocurra. Causalidad múltiple.

Un acto de un sistema es un evento del sistema para cuya ocurrencia no es necesario ni

suficiente que existan cambios en el ambiente del sistema. Los actos son, pues, eventos auto

determinados por el sistema. Internamente los cambios son necesarios y suficientes para que

ocurra el acto. Los actos pueden ser reactivos, de respuesta o autónomos, o combinaciones de

estos. Salir corriendo del salón de clase porque está temblando es un acto, bien sea porque la

adrenalina me impulse a hacerlo, o porque decida salir en lugar de quedarme. Los actos no son

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exclusivos de los seres humanos. Un robot puede también realizar actos: puede producir cambios

en sus propios eventos o en el ambiente por su propia dinámica.

El comportamiento de un sistema “es un evento (eventos) del sistema que es (son) necesario(s)

y suficiente(s) para que ocurra otro evento en el sistema o en el ambiente”66.

El comportamiento es un cambio en el sistema que desencadena otros eventos. Nótese que las

reacciones, respuestas y actos son eventos del sistema cuyos antecedentes son de interés. El

comportamiento consiste en los eventos del sistema cuyasconsecuencias son de interés. Desde

esta perspectiva, las reacciones, respuestas o actos pueden ser comportamientos.

Veamos, pues, la siguiente clasificación de Ackoff.

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3. CLASIFICACIÓN DE ACUERDO AL COMPORTAMIENTO
DEL SISTEMA
Ackoff propone una clasificación de los sistemas de acuerdo con su comportamiento. La tabla

de la figura 5.1 la resume.

Haremos una aproximación intuitiva a esta clasificación. El lector que desee profundizar un

poco este tema puede consultar el APÉNDICE, literal A.5.1. 66.

Un sistema que mantiene un estado

es un sistema reactivo que, una vez dados ciertos eventos, tiende a un mismo estado. Tal es el

caso de una brújula: si uno modifica su estado actual (por ejemplo, girarla 20 grados) ella

regresará a la posición que marca el norte geográfico.

Los sistemas que buscan una meta son sistemas responsivos. Ante diferentes eventos iniciales,

puede utilizar diferentes “caminos” para llegar a una misma meta. Así, cuando un avión

desciende abruptamente, el piloto automático responde mediante diversos mecanismos para

recuperar la altura que traía antes del evento. La meta alcanzada depende de los eventos iniciales.

Un sistema que busca múltiples metas es uno que busca una meta a partir de ciertos eventos, pero

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busca otras ante eventos diferentes a los anteriores. En el ejemplo del avión, si consideramos el

sistema de vuelo automático, éste trata de mantener el avión con la misma velocidad (una meta),

a la misma altura (otra meta) y con el mismo rumbo (otra meta). Los eventos determinan el

estado final.

Un sistema intencional es uno de múltiples metas las cuales tienen una meta (objetivo) común:

una intención. Volviendo al caso del avión, si el propósito de los diseñadores del sistema

automático de vuelo es la seguridad del vuelo, entonces tendríamos un sistema intencional. Aquí,

también, los eventos determinan el estado final.

Finalmente un sistema intencionado tiene la opción de responder de forma diferente ante

eventos iguales. Es el caso excepcional en el cual los eventos iniciales no determinan el estado

final. Podríamos imaginarnos un programa sofisticado de computador que ante el mismo evento

pudiera alcanzar metas diferentes. En tal caso, parecería que el computador tuviera la capacidad

de decisión: tuviera voluntad. El ejemplo típico de estos sistemas son los sistemas de la actividad

humana67.

Ampliemos un poco más lo anterior. Anteriormente usamos el concepto de teleología. Ella trata

de explicar los fenómenos que son dirigidos hacia un fin, hacia una meta futura. Esto implica

que, un fenómeno que es teleológico, no está condicionado por circunstancias pasadas o

presentes, sino por “causas futuras”. El problema, desde el punto de vista de la ciencia, es que la

causalidad implica fenómenos que preceden a otros (aunque, para el caso de la mecánica

cuántica, esto no es siempre así). En concreto, aquí no opera el “flujo del tiempo” que va, de un

pasado a un futuro y jamás a la inversa.

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Los conceptos teleológicos, que fueron resaltados por los griegos, particularmente por

Aristóteles, fueron relegados por Galileo y Newton, reemplazando las causas finales por las

causas eficientes, como ya se comentó anteriormente.

Sin embargo, en la T.G.S. (y sus ramas afines como la cibernética), "la teleología" se revivió a

través del concepto de teleonomía como ya se ha explicado. Surge el concepto de “propósito”

(meta, objetivo).

Un sistema puede tener, o no, propósitos: dirigirse o no al logro de una o varias metas u

objetivos. Tales propósitos pueden ser intencionales o intencionados. Debemos aclarar que estos

dos términos tienen aquí significados más precisos que las definiciones halladas en los

diccionarios.

Los propósitos intencionales tienden a una meta y objetivos gracias a mecanismos o relaciones

que permiten observar un comportamiento que busca lograr algo predeterminado. Un robot que

pinta un automóvil, un avión que se estabiliza, mediante un sistema automático de control, frente

a los cambios generados por la dirección del viento y de la densidad del aire, así como la

búsqueda de refugio de los seres vivos ante un peligro no previsto, son ejemplos de este tipo de

comportamiento. Son mecanismos de reacción, fundamentalmente. Por otra parte, los propósitos

intencionados surgen de opciones alternas, aún ante causas similares; el sistema es responsivo.

Podemos comer si sentimos hambre, pero también podemos hacerlo por placer. Se observa cierta

voluntad, cierta capacidad de decidir. Si podemos fabricar un robot que, ante circunstancias

iguales o similares, pueda realizar tareas diferentes según convenga, ya su comportamiento no

sería intencional, sino intencionado. A esto es lo que apunta la inteligencia y la vida artificial.

Implica una interacción continua del sistema con su entorno o ambiente.

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El lector podría entrenar un poco su imaginación tratando de dar ejemplos de cómo conceptuar

a una familia modelándola de acuerdo a estos tipos de sistemas propuestos por Ackoff.

4. CLASIFICACIÓN ORGANIZACIONAL
Otra clasificación de los sistemas se deriva de la perspectiva organizacional. Se trata de una

herramienta para la comprensión sistémica de la administración actual. Se consideran tres tipos

básicos de sistemas que, a su vez, generan tres tipos de modelos administrativos y, un cuarto

tipo, un meta sistema, que los contiene: el sistema ecológico. Los básicos son:

1) Determinados: son los sistemas y modelos en los cuales ninguna de las partes ni el todo son

intencionados. Son reactivos.

2) Animados: los sistemas y modelos en los que el todo es intencionado, pero las partes no. Son

reactivos en cuanto a las partes y de respuesta, con respecto al todo.

3) Sociales: En estos sistemas y modelos algunas de sus partes son sistemas determinados y

animados, mientras que el todo es intencionado. Son sistemas responsivos.

4) Ecológicos. Están formados por sistemas determinados, animados y sociales. Aunque

algunas de sus partes son intencionadas, el todo no lo es.

Hagamos aquí una aclaración, utilizando las ideas de F. Capra y P. L. Luisi (2014 p. 163-).

James Lovelock propuso la interesante teoría de que la atmósfera de la tierra es un sistema

abierto, lejos del equilibrio, que conserva, a pesar de todas sus interacciones con los elementos

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del planeta y con la radiación solar, una composición química estable, gracias a la existencia de

la vida. Incluso se ha ido más allá, y considerar la tierra (Gaia) como un organismo vivo. Para

que un sistema complejo se considere vivo debe cumplir con tres niveles diferentes de

organización: autoorganización (mantener una estructura organizada, mediante reglas internas, a

pesar de la influencia del entorno); autopoiesis (capacidad de autorregenerarse a partir de sus

componentes); y conocimiento, fruto de la autopoiesis (reconocimiento del entorno). Con estas

ideas se puede deducir que el planeta como un todo, es similar a los sistemas vivientes. Lo que

los ecologistas llaman El sistema Tierra.

Volvamos a nuestra clasificación. La intención o propósito implica que existe una capacidad de

decisión, un despliegue de voluntad, tal como se aclaró en la clasificación del numeral anterior.

Estos tipos de sistemas son jerárquicos: los animados están compuestos de sistemas deterministas

como subsistemas o partes que los componen, no a la inversa; similarmente, los sociales tienen

sistemas animados como partes constituyentes, pero no lo contrario. Los sistemas ecológicos son

una excepción a esta regla.

Estos sistemas pueden analizarse a la luz de ciertos aspectos tales como funcionalidad o

intencionalidad, reemplazo de las partes, capacidad de reacción o respuesta, manejo de la

información y capacidad de adaptación.

En los sistemas determinados dijimos que no existe intencionalidad ni en el todo ni en las

partes. El comportamiento está delimitado y posee funciones. Por ejemplo, un reloj es un sistema

de este tipo. La función del reloj (para lo que fue construido) es dar la hora; sus partes también

tienen funciones específicas; así algunas de ellas deben transmitir movimiento a otras partes a

una velocidad angular dada. Estos sistemas pueden ser cerrados, y en tal caso el ambiente no

ejerce ninguna influencia sobre él, o abiertos en los cuales las propiedades del sistema no sólo

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están condicionadas por su estructura sino por el ambiente que lo rodea. Las plantas también

forman parte de este tipo de sistema: ni ellas ni ninguna de sus partes tienen un propósito. Las

partes de estos sistemas pueden reemplazarse con cierta facilidad, en la mayoría de los casos.

Ellos, además, reaccionan ante cambios que pueden afectarlos, mas no responden. Esto significa

que la reacción obedece a leyes que gobiernan al sistema y no depende del sistema en sí. Estos

sistemas no manejan la información. Aunque existen interrelaciones (¡de lo contrario no serían

sistemas!) la información que fluye no tiene otra consecuencia que mantener la función (o

funciones ya que puede existir más de una) que los caracterizan.

Los sistemas animados tienen finalidades que les son propias, pero sus partes no. Ha existido la

tendencia a considerarlos como mecanismos complicados. Es el mecanicismo al que hicimos

referencia en el capítulo 2. Reemplazar sus partes es mucho más complicado que en el caso de

los sistemas determinados: aun disponiendo de la parte, las interacciones entre ellas y las leyes

que gobiernan a este tipo de sistema, así como la influencia del ambiente, dificultan esta

operación68. También sus partes reaccionan, mas no responden; estas reacciones están muy

interrelacionadas; sin embargo, todo el sistema puede responder ya que puede desplegar

voluntad. El flujo de información tiene como objetivo fijar la estabilidad del sistema a través de

mecanismos de regulación y control. Los seres vivos pertenecen a este grupo. El sistema tiene,

pues, una propiedad emergente. Ejemplos son el termostato, el ser humano.

Los sistemas sociales poseen propósito tanto en el todo como en algunas de sus partes.

Generalmente su ambiente es otro sistema social. En este caso, el reemplazo de sus componentes

(subsistemas) es muy complejo, sino imposible, ya que es alterado seriamente debido a que las

partes pueden intervenir en forma activa y efectiva. La información es procesada y afecta al

sistema puesto que está relacionada con su capacidad de respuesta. Se han hecho intentos de

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explicar estos sistemas mediante modelos mecanicistas y animados. Los modelos de J.W.

Forrester en sistemas sociales son considerados un ejemplo de mecanicismo aplicado a ellos. Por

su parte, el organicismo como metáfora de las organizaciones es un intento de modelar sistemas

sociales a partir de modelos animados.

Finalmente, los sistemas ecológicos están formados por sistemas mecanicistas, organicistas y

sociales, pero no poseen una finalidad por sí mismos. Son un ambiente fundamental para los

otros sistemas. Pueden ser afectados por los comportamientos y las propiedades de los sistemas

que los componen, pero los efectos están determinados. Ackoff ejemplifica cómo los efectos del

fluorurocarburo en la capa de ozono están determinados por leyes físico-químicas y no son un

asunto de elección. El péndulo de Galileo claramente es un sistema determinado. ¿Y la familia?

El ejercicio que hicimos en el caso de la clasificación de Boulding nos permite situarla como

sistema determinado cuando la clasificamos dentro de los tres primeros niveles de dicha

clasificación.

Si consideramos como uno de sus propósitos velar por la integridad física y moral de sus

integrantes, entonces tendríamos a la familia concebida como un sistema animado. Para que se

considere como un sistema social, es necesario integrar la familia a otros núcleos familiares que

tengan propósitos comunes. Podríamos pensar en algunos vecinos del barrio o condominio donde

viva la familia en cuestión. Como vemos, no es un ejercicio sencillo clasificar, como sistema, a

uno de tipo social. Dependerá de la perspectiva con que se mire.

Una de las preocupaciones de este autor y en la cual insiste, es el error continuamente cometido

de aplicar modelos de niveles inferiores a niveles superiores. Esta misma observación es válida

para la clasificación de Boulding, lo que no quiere decir que, en ocasiones y de acuerdo con

ciertas circunstancias esto no pueda hacerse. En casos particulares, los modelos mecanicistas son

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buenas aproximaciones a casos animados, y modelos animados han sido útiles para explicar, en

principio, algunos modelos sociales. Pero esto es la excepción, no la regla. En el capítulo 13

haremos uso de estas ideas para un caso práctico.

5. RESUMEN

Si la T.G.S. pretende ser científica, entonces debe tener una formalización a la manera en que

se explica. Una primera aproximación al tema nos llevó al concepto de clasificación como una

herramienta conceptual fundamental para poder establecer una teoría que busque generalizar

varias realidades contenidas en un ámbito común. La clasificación de Boulding avanza en forma

jerárquica en la complejidad de los “sistemas” estudiados, y destaca en cada nivel la propiedad

emergente que lo diferencia de los anteriores. Ackoff nos propone dos clasificaciones. Una,

basada en el comportamiento del sistema, nos permite distinguir entre reacción, respuesta y acto,

entre los sistemas reactivos –los que mantienen un estado– y los responsivos –que buscan desde

una a múltiples metas–; entre los sistemas intencionales –aquellos en los cuales un observador

presume cierta intencionalidad (capacidad de decidir, voluntad)– y los intencionados, en los que

claramente es el sistema el que demuestra tal característica. La otra, es una clasificación basada

en la organización. Se distinguen los sistemas determinados, animados, sociales y ecológicos que

forman una jerarquía en la cual la propiedad emergente está identificada por el concepto de

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intencionalidad o no intencionalidad del sistema. Por su parte, De esta manera, se explica lo que

puede ser medible y lo que no puede serlo. Tal discusión nos lleva a considerar la relación entre

la matemática como lenguaje científico, y su carácter práctico, como elemento de cálculo y

explicación. Se presentan dos sistemas formales de muchos otros que existen para la T.G.S.

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