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La Doctrina Sectaria
Sectaria
de los
 Adventistas del Séptimo Día
Día

• Un Recurso Evangélico
• Una Apelación a los
 Dirigentes ASD

Dale Ratzlaff
Este libro es sólo para los que desean conocer la verdad y no temen
descubrir verdades que los harán libres.

Rey G. Cantú
William E. Castillo
Acerca del Autor
Dale Ratzlaff fue Adventista del Séptimo Día (ASD) de cuarta
generación. Se educó en escuelas ASD desde el primer grado
hasta el seminario. Sirvió como pastor en la Iglesia Adventista
durante 13 años, siete de ellos como instructor bíblico en la
Academia de la Bahía
Ba hía de Monterrey, La Selva Beach, California.
En la década de 1980, cuando se acercaba al fin de su
 programa de doctorado en la Universidad de Andrews, Dale
Ratzlaff llevó a cabo un estudio en profundidad de la doctrina
ASD del Juicio Investigador y la Purificación del Santuario
Celestial, que los Adventistas comenzaron a enseñar en 1844. Se
convenció de que esta doctrina no se podía sustentar con las
Escrituras, era contraria a una clara enseñanza bíblica, y
socavaba el evangelio de gracia del nuevo pacto. Al no poder
enseñar más esta doctrina sin violentar su conciencia, Dale
Ratzlaff y su esposa, Carolyn, abandonaron la denominación
ASD.
Aproximadamente dos años después de abandonar la iglesia
ASD, Dale Ratzlaff
Ra tzlaff dirigió a un grupo de cristianos
c ristianos en un estudio
 bíblico inductivo del sábado, un estudio que duró siete meses.
Continuó estudiando el tema del evangelio, los pactos, y el
sábado, y publicó el libro Sabbath in Crisis [El Sábado en Crisis]
en 1990. Este libro, del cual se hicieron cuatro ediciones, ha sido
reemplazado por una versión revisada y expandida, Sabbath in
Christ  [El
 [El Sábado en Cristo].
Dale Ratzlaff es también el autor de la obra The Truth About
Seventh-day Adventist “Truth”  [La Verdad Sobre la “Verdad” de
los Adventistas del Séptimo Día], que está disponible en inglés y
en español. Es presidente de Life Assurance Ministries, Inc., y
editor fundador de la publicación bimestral  Proclamation!
 Proclamation!,
dirigida a ex – Adventistas del Séptimo Día inquisitivos, así
como a otros grupos sabadistas.
Los Ratzlaff viven en Peoria, Arizona. Tienen dos hijos
casados, Bruce y Mike, y cuatro nietos.
La Doctrina Sectaria
de los
 Adventistas del Séptimo Día

• Un Recurso Evangélico
• Una Apelación a los Dirigentes ASD

Dale Ratzlaff

LAM Publications, LLC


1042 N. Powderhorn Road,
Camp Verde Arizona 86322
Copyright  1996, 2003, 2005 por Dale Ratzlaff
Primera impresión, 1996
Segunda impresión, 1998
Tercera impresión; revisión, 2003
Impreso en los Estados Unidos de América

Equipo de traductores de este libro:


Rey G. Cantú
Román Quirós
William E. Castillo
Correo electrónico:
rey@cantu.us
capuII@yahoo.com

Todas las citas bíblicas han sido tomadas de la Santa Biblia,


 NIV,
 NIV, Nueva Version International, 1999 Por la sociedad
Biblica Internacional.
Diseño de la portada: Richard Tinker
LAM Publications, LLC
1042 N. Powderhorn Road
Camp Verde, Arizona 86322
928-554-1001
Correo electrónico: dale@ratzla.com
Sitio Web: http://www.ratzlaf.com
http://www.ratzlaf.com
http://LifeAssuranceMinistries.com
 Número de control de la Biblioteca del Congreso (English):
9694063
ISBN 0-9747679-3-X
Prefacio
Por más de 28 años, participamos como líderes en los
diferentes departamentos de la Iglesia Adventista del
Séptimo Día. Incluso, Rey Cantú ayudó a pastorear varias
iglesias en el área de Dallas, Texas. También tuvimos
seminarios en muchas iglesias Adventistas de
Hispanoamérica y Estados Unidos.
Para nosotros, el ser Adventistas del Séptimo Día (ASD)
fue como un viaje. Con esta analogía explicamos: Estando
de pie en la terminal de autobuses, se anunció que había un
viaje especial, completamente gratis, a la gran ciudad de
Chicago. Pero había ciertas condiciones para ser pasajero
de este autobús e ir a Chicago: cada uno tenía que entregar
 parte de sus ingresos, renunciar a las alhajas, vestirse de
forma diferente, alimentarse de forma diferente, y creer
ciegamente en la dueña de la compañía White. De todas las
líneas de autobuses, nos convencieron de subir al autobús
ASD, pues en él se servían comidas saludables, y decían
tener la franquicia y la exclusividad de la supercarretera
que nos llevaría a la ciudad de Chicago.
Desde el momento en que subimos al autobús, todos nos
trataron de maravilla. El conductor mismo nos dio un mapa
de la ruta, nos sentó en los primeros asientos y nos dijo que
 podíamos ser sus ayudantes. En las siguientes
s iguientes paradas, aun
después de revisar el mapa, podíamos entender la
interpretación del mapa solamente según la forma en que
nos lo decía el conductor. Convencimos a muchos de que
nuestra ruta, nuestro autobús, y nuestra compañía eran los
únicos correctos, e igual que nosotros, subieron al autobús
y fueron parte de la compañía White.
Después de muchos días de viaje, en un área de
descanso, nos encontramos una libreta de apuntes escrita
 por Dale Ratzlaff, quien por mucho tiempo también había
sido pasajero de este autobús. En estas notas encontramos
que la ruta que llevábamos estaba equivocada, era al revés,
e iba en dirección opuesta a la que indicaba el mapa. Al
comparar estas notas con el mapa y hacer preguntas en las
diferentes paradas, enfrentamos al conductor, quien nos
dijo que la máxima autoridad después de Dios aquí en la
tierra era la Conferencia General De Los Adventistas del
Séptimo Día (IASD), y que, por lo tanto, teníamos que
 permanecer callados, de lo contrario nos mandarían al
ultimo asiento, y si continuábamos con nuestra idea, nos
iba a sacar del autobús con nuestro equipaje y nunca
llegaríamos a nuestro destino. Permanecimos callados por
un tiempo, porque varios pasajeros nos pidieron que no
habláramos, aunque ellos tambien sabían la verdad: Íbamos
rumbo al sur de los Estados Unidos, al sur de Texas, a la
ciudad de McAllen, no al norte de Estados Unidos, a la
gran ciudad de Chicago, como les habian dicho, pero que
estaban muy a gusto porque los hacían sentir bien.
Pero algo dentro de nosotros nos decía que no debíamos
guardar silencio y que teníamos una responsabilidad para
con los otros pasajeros, nuestras familias y el mundo
entero, la de gritar en cada parada la verdad de que este
autobús no tenía la exclusividad, ni era necesario cumplir
con los requisitos que esta linea nos exigía.
Descubrimos que, para ir a Chicago, lo único que teníamos
que hacer era tomar un mapa y seguir sus instrucciones, las
que, sin duda alguna, nos llevarían a Chicago. Al decirle

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