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Los seres humanos vivimos en una sociedad, tanto si nos gusta como si no.
Interactuamos con otras personas, ya sea directa o indirectamente, y nuestras
acciones pueden tener repercusión a nivel social, motivo por el cual no todo está
permitido y debemos pensar muy bien antes de actuar.
La idea de ética social es compleja, ya que implica establecer cuáles son las
acciones y conductas apropiadas que todas las personas deberían llevar a cabo o
evitar hacer dentro de una determinada sociedad. Aunque es legítimo que cada
quien piense en su propio bien, es necesario que se tenga empatía y respeto
hacia los demás, dado que de no hacerlo todo el mundo pensaría de forma
egoísta, comportándose con demasiada libertad. La excesiva libertad de uno
puede ser la prisión de otro.
Aunque la idea de ética social parte del principio fundamental de respetar los
derechos de los demás para que los derechos de uno mismo sean respetados,
cabe destacar que cada uno entiende de forma diferente qué es lo socialmente
adecuado. Así pues, la ética social puede variar, dado que varía en función de la
capacidad de las personas de una sociedad para ver hasta qué punto sus
acciones implican consecuencias a nivel social.
Por ejemplo, la idea del reciclaje es hoy en día una obligación ética-social, dado
que implica respetar el medio ambiente para que las futuras generaciones puedan
vivir en un planeta no contaminado. No obstante, en anteriores décadas la
población no era consciente de esto, con lo cual no disminuían su consumo de
plásticos ni reducían las emisiones de carbono. Pese a que no sabían el daño que
estaban haciendo sus acciones, estas tuvieron unas repercusiones sociales que
van a condicionar el nivel de vida de la humanidad en el futuro.
Tanto la ética como la moral hablan de normas de conducta, del “ser” y del “deber
ser”. Se preocupan de “cómo deberían de ser las cosas”, pero con respecto al
comportamiento humano, es decir, se interesan por las acciones de las personas.
El “ser” es la forma de actuar de una persona, los logros que consigue y cómo los
consigue, dentro de la sociedad, en su interacción con los otros individuos e la
sociedad. El “deber ser”, en cambio, es la serie de normas, escritas o no, según
las cuales todos los individuos que formen parte de una sociedad deben actuar,
porque es ésta la que determina cuales de sus actos son correctos y aceptados y
cuáles no.
Nos referiremos a las críticas que Bruno Leoni realizó al positivismo normativista
expuesto por Hans Kelsen. A grandes rasgos, es posible establecer que a su
juicio, Kelsen no explicó de manera exhaustiva los conceptos sobre los que
fundamenta su teoría del derecho; se llevó la impresión de que las ideas
fundamentales del sistema kelseniano no llegaron a ser suficientemente profundas
(Leoni, 2003).
Enfoques de la ética
Los filósofos hoy en día tienden a dividir las teorías éticas en tres áreas:
metaética, ética normativa y ética aplicada. La metaética se ocupa de la
naturaleza del juicio moral. Examina los orígenes y el significado de los principios
éticos.
La ética normativa se ocupa del contenido de los juicios morales y los criterios de
lo que está bien o mal. La ética aplicada analiza temas controvertidos como la
guerra, los derechos de los animales y la pena capital.
Para que las teorías éticas sean útiles en la práctica, deben afectar la forma en
que se comportan los seres humanos.
Algunos filósofos piensan que la ética hace esto. Argumentan que si una persona
se da cuenta de que sería moralmente bueno hacer algo, sería irracional que no lo
hiciera.