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4.

El maestro zen
“Érase una vez, durante una guerra civil en la época feudal, un pequeño
poblado en el que vivía un maestro zen. Un día, llegó a ellos la noticia de que
un temible general se dirigía en su dirección para invadir y tomar la zona. El
día anterior a la llegada del ejército toda la aldea huyó, con la excepción del
anciano maestro. Cuando llegó el general, tras encontrar la aldea
prácticamente desierta y sabiendo de la existencia del anciano, ordenó que el
maestro zen se personase ante él, pero este no lo hizo.

El general se dirigió rápidamente hacia el templo donde el maestro


descansaba. Furioso, el general sacó su espada y se la acercó a la cara,
gritándole que si no se daba cuenta de que estaba simplemente parado delante
de quien podría atravesarle en un instante. Con total tranquilidad, el anciano
maestro le contestó que precisamente el general estaba ante alguien que podía
ser atravesado en un instante. El general, sorprendido y confuso, terminó
haciéndole una reverencia y marchándose del lugar.”

Esta historia corta refleja la cualidad del autocontrol emocional y el valor


de tener la capacidad de mantenerse sereno en cualquier circunstancia.
La cuestión es que cualquier cosa puede pasarnos en cualquier momento, y
perturbarnos ante ello no nos conduce a nada.

7. El viejo, el niño y el burro


“Érase una vez un abuelo y un nieto que decidieron emprender un viaje junto
con un burro. Inicialmente el anciano hizo que el niño montara en el animal,
con el fin de que no se cansara. Sin embargo, al llegar a una aldea, los
lugareños empezaron a comentar y criticar que el anciano tuviera que ir al pie
mientras que el niño, más joven y vital, fuera montado. Las críticas hicieron
que finalmente abuelo y nieto cambiaran posiciones, yendo ahora el anciano
montado sobre el burro y el niño caminando al lado.

Sin embargo, al pasar por una segunda aldea, los lugareños pusieron el grito
en el cielo de que el pobre niño fuera caminando mientras el hombre mayor lo
hacía cómodamente montado. Ambos decidieron entonces montar en el
animal. Pero al llegar a un tercer poblado los aldeanos criticaron durante a
ambos, acusándoles de cargar en exceso al pobre burro.

Ante esto, el anciano y su nieto decidieron ir ambos a pie, caminando al lado


del animal. Pero en un cuarto pueblo se rieron de ellos, dado que disponían de
una montura y ninguno de ellos viajaba en ella. El abuelo aprovechó la
situación para hacer ver a su nieto el hecho de que, hicieran lo que hicieran,
siempre habría alguien a quien le parecería mal y que lo importante no era lo
que otros dijeran, sino lo que creyera una mismo.”

Este cuento tradicional nos enseña a tener en cuenta que debemos ser fieles a
nosotros mismos, y que hagamos lo que hagamos habrá alguien a quien no le
guste y nos critique: no podemos gustarle a todo el mundo, y no debemos
obsesionarnos con agradar al prójimo.

8. La felicidad escondida
“En el inicio de los tiempos, antes de que la humanidad poblara la Tierra, los
distintos dioses se reunieron con el fin de preparar la creación del ser humano,
a su imagen y semejanza. Sin embargo uno de ellos se dió cuenta de que si los
hacían exactamente iguales a ellos, en realidad estarían creando nuevos
dioses, con lo que deberían quitarle algo de tal manera que se diferenciara de
ellos. Tras pensarlo detenidamente, otro de los presentes propuso quitarles la
felicidad y esconderla en un lugar donde no pudieran encontrarla nunca.

Otro de ellos propuso esconderla en el monte más alto, pero se dieron cuenta
de que al tener fuerza, la humanidad podría llegar a subir y hallarla. Otro
propuso que la ocultaran debajo del mar, pero dado que la humanidad poseería
curiosidad podría llegar a construir algo para llegar a las profundidades
marinas y encontrarla. Un tercero propuso llevar la felicidad a un planeta
lejano, pero otros concluyeron que dado que el ser humano tendrá inteligencia
podrá construir naves espaciales que puedan llegar a alcanzarla.

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