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Alfredo Marcos
Universidad de Valladolid
amarcos@fyl.uva.es
1 Introducción
En primer lugar, siguiendo a Dewey, Pérez Ransanz señala que “la experiencia
es primariamente interacción con el entorno, y por tanto todo hacer y todo sentir”
1
. Lejos de una noción estrecha de experiencia, como la que tradicionalmente
atribuimos a empiristas y racionalistas, la experiencia en Dewey es acción, más
en concreto interacción del ser humano con el medio, vínculo, por tanto, entre
lo subjetivo y lo objetivo. Y entiéndase por objeto un mundo dinámico, del
cual forman parte las propias acciones humanas. Además, la experiencia deja
de concebirse de modo atomista, y pasa a ser el lugar en el que se integran
todas las vivencias, el reservorio de la sabiduría práctica, forjada en la
interacción pasada y proyectada hacia la interacción futura. La experiencia, así
entendida, genera una serie de expectativas que orientan nuevas y sucesivas
2Kuhn, T.S. (1962), La estructura de las revoluciones científicas, 2ª. edición, trad. de Carlos Solís, Fondo
de Cultura Económica, México, 2002, p. 204.
de Ana Rosa Pérez Ransanz, si no la malinterpreto, es que en el salto desde un
marco a otro hay intervención de las emociones, es más, que no se podría
explicar sin las mismas. Ahora bien, la intervención de lo emocional no
convierte el proceso directamente en algo irracional, sino más bien lo
contrario. La defensa de esta tesis obliga, claro está, a revisar los conceptos
estereotípicos que tendemos a manejar, tanto de lo que son las emociones
como de lo que significa la racionalidad. Perez Ransanz aborda esta tarea en su
escrito y, en general, en su investigación de los últimos años. No puedo hacer
aquí justicia a sus ideas sino alentando a la lectura directa de sus textos. Pero
con lo visto hasta ahora es suficiente para plantear el resto de mi intervención.
La información puede ser vista, e históricamente ha sido vista, i) como una cosa
o sustancia, ii) como una propiedad de una cosa, iii) o bien como una relación
entre dos o entre tres elementos. En lo sucesivo defenderé que el concepto
más general de información es el que la trata como una relación triádica. Las
razones son que, tomando la información como una relación triádica, es
posible producir una medida general de la información, integrar los usos del
concepto de información y las medidas de la información específicas en un
solo marco conceptual, clarificar las relaciones del concepto de información
con otros cercanos y resolver el recurrente problema de la ubicación de la
información, además de ser el más adecuado para el propósito filosófico que
aquí nos hemos trazado.
i) un mensaje (m), que puede ser cualquier evento, lingüístico o de otro tipo;
ii) un sistema de referencia (S), acerca del cual el mensaje informa al receptor y
La relación entre los tres elementos mencionados más arriba (m, R, S) será
informativa si produce un cambio en el conocimiento que el receptor tiene sobre
el sistema de referencia. Es decir, el efecto de la información es siempre un
cambio en el conocimiento. A partir de ahí, podremos medir la cantidad de
información en función de la magnitud de dicho cambio.
La información puede ser medida por el efecto que produce, es decir, por la
magnitud del cambio cognoscitivo que un mensaje produce en un receptor
sobre un cierto sistema de referencia. Desarrollaré en lo sucesivo una medida
de la información inspirada en esta idea.
Dos son los requisitos mínimos para dar por correcta una medida de la
información: debe captar el núcleo de nuestra noción intuitiva de información
y debe ser coherente con la mejor teoría de la información de la que
disponemos hasta el momento, es decir, la teoría matemática de la
comunicación de C. Shannon6. Para desarrollar una medida así tenemos que
precisar los conceptos adelantados más arriba.
ii) S puede ser cualquier sistema. σ = {s1, s2, ..., sq} es el conjunto de estados
posibles del sistema S.
6Shannon, C. y Weaver, W. Mathematical theory of communication. University of Illinois Press, Urbana, 1949,
p. 26.
iii.i) Un conjunto de probabilidades a priori asociadas con los diferentes
estados posibles del sistema de referencia: P(s1), ..., P(sq), siendo Σk P(sk) = 1.
D(mi, R, S) = Σk |P(sk)-P(sk|mi)|
0≤D≤2
Si D = 0, entonces I = 0
ii) Para el resto de los valores, I tiende a ∞ si D tiende a 2. Esto significa que
cuanto mayor es el número de los estados posibles del sistema y cuanto mayor
es el choque con las convicciones previas del receptor -sin llegar a la
“experiencia de lo imposible”, que analizaremos a continuación-, mayor es la
información que el receptor ha recibido sobre el sistema de referencia con la
llegada del mensaje.
7 Vease figura 1. Se puede probar también que esta medida de la información produce los mismos
resultados que las fórmulas clásicas de Shannon bajo ciertas restricciones. No aportaré aquí la prueba,
pero puede verse en A.. Marcos, “Una medida general de la información”, en J. M. Cavero, B. Vela y E.
Marcos (eds.): Aspectos filosóficos, psicológicos y metodológicos de la informática. Editorial Dykinson / Universidad
Rey Juan Carlos, Madrid, 2005, pp. 57-64.
segundo receptor, en clave metafórica. Ahora vemos, retrospectivamente, que
el salto de un receptor a otro ha sido razonable. Este fenómeno nos recuerda la
asimetría de la que habla Ana Rosa Pérez Ransanz: “Cuando se presenta una
asimetría de este tipo [revolución científica], el punto de vista anterior a la
revolución resulta perfectamente comprensible desde el punto de vista
posterior, y la transición se puede justificar o suscribir sin mayor problema; sin
embargo, desde la perspectiva anterior, la nueva concepción resulta
simplemente absurda y la transición aparece como algo imposible de
justificar”8. Por añadidura, podemos obtener cantidades positivas de
información en relación con un receptor de segundo orden que juegue con
receptores de primer orden (convencional / metafórico) como alternativas.
Esta idea evoca la de metarrelato y sugiere la posibilidad de encontrar en el
nivel meta algo más que un puro salto en el vacío, quizá incluso un criterio de
racionalidad.
Una de las ventajas de este análisis informacional de las ideas kuhnianas, es que
inmediatamente pueden ser puestas en paralelo con otras análogas que admiten
la misma caracterización formal. Así, como observó Piaget, los niños pequeños
creen que dos recipientes de la misma altura contienen la misma cantidad de
líquido. El niño usa un receptor en el que la altura del líquido está
estrictamente correlacionada con la cantidad total de líquido. No obstante, la
frustración de este sistema de expectativas llegará en un momento u otro. Una
nueva interacción le obligará a reestructurar su experiencia. Entonces, si la
inteligencia del niño se desarrolla con normalidad, lo cual estará relacionado
seguramente con su normal desarrollo emocional, cambiará su visión de este
aspecto del mundo y pasará a la utilización de otro receptor. Para el nuevo
receptor la cantidad total de líquido en un recipiente estará correlacionada con
el volumen y no simplemente con la altura. Es un cambio abrupto precedido
de una experiencia de frustración, con todo su cortejo de emociones. Sería
tentador ver este proceso como la base psicológica u ontogenética (genética, en
terminología piagetiana) de la experiencia de conversión kuhniana.
4 Conclusión y perspectivas