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Martín Wainstein
Escritos de Psicología Social
Martín Wainstein
Colaboraciones de
Luisa Acrich, Maité Beramendi, Alicia Bonelli, Jorgelina Di Iorio,
Valeria González Cowes, Constanza Gueglio Saccone, Lucrecia Petit,
Sandra Sale, Violeta Schwarcz López Aranguren, Sandra Thomé,
Eduardo Tissera, Margarita Ussher y Valeria Wittner
Comité Editorial
Constituido conforme la citada Resolución
© 2016
JCE Ediciones
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(1416) Buenos Aires
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Impreso en la Argentina.
Hecho el depósito que marca la ley 11.723.
Prólogo. ......................................................................................................... 9
Martín Wainstein
La construcción social de la mente, una teoría de la
intersubjetividad. ................................................................................ 13
Martín Wainstein
Actitudes, cogniciones, atribuciones y representaciones
sociales. ................................................................................................. 37
Martín Wainstein
Psicología Social y Psicología Política. ............................................... 57
Martín Wainstein
Crisis social o movimientos propios de la
construcción de la realidad. ............................................................ 63
Violeta Schwarcz López Aranguren
Familia, terapia y posmodernidad. ...................................................... 85
Martín Wainstein
¿Qué es una familia?. ................................................................................ 96
Martín Wainstein y Valeria Wittner
Familia y Ciclo Vital Familiar. ............................................................. 103
Sandra Sale
Las redes sociales y el apoyo social. .................................................. 129
Luisa Acrich
Redes sociales y comunicación. Las tecnologías
en la construcción de la vida cotidiana. ........................................... 149
Alicia Bonelli, Valeria González Cowes,
Constanza Gueglio Saccone y Margarita Ussher
Perspectiva psicosocial de las vulneraciones sociales:
diferencias económicas, desigualdades jurídicas y
desafiliaciones sociales. .................................................................. 177
Jorgelina Di Iorio
Aspectos particulares sobre socialización e identidad
desde un enfoque de Psicología Comunitaria. ....................... 191
Eduardo Tissera
Experiencia en instituciones totales y construcción
social de significado. ....................................................................... 207
Valeria Wittner
Orientación para la realización de trabajos de
campo en Psicología Social: una propuesta para
alumnos de grado. ............................................................................ 221
Sandra Thomé, Valeria González Cowes, Maité Beramendi
y Lucrecia Petit
Las escalas de medición como una herramienta
para el trabajo de campo en Psicología Social:
alcances y limitaciones. ................................................................. 245
Maité Beramendi
Índice de Autores..................................................................................... 257
Prólogo
De dónde venimos
E
n lo que va corrido de la historia de la humanidad, el ser
humano ha sido estudiado científicamente poco más que durante
los últimos ciento cincuenta años. El término “científico” fue
empleado por vez primera por el clérigo y filósofo William Whewell, en
1840. Los que intentaban explicar algo del mundo anteriormente eran
simplemente “filósofos”.
No es mucho tiempo si lo comparamos con los cuarenta mil años del
homo sapiens. A pesar de ello hemos acumulado bastante entendimiento
sobre cuestiones humanas. Pero, aun así, gran parte del comportamiento
humano sigue siendo un misterio.
La Psicología “científica”, la que tuvo su propio estatuto, nacida sobre
fines del siglo XIX, fue pionera en el abordaje de ese misterio. Lo hizo
rodeada de una cultura romántica, un mundo burgués y una idiosincrasia
hegemónicamente individualista. No resulta hoy sorprendente que su primer
objeto de estudio fuera el individuo y su método la introspección. Método
que, al decir de Wundt, buscaba develar lo mental en los entretelones de una
“conciencia individual totalizadora y capaz de guiar la voluntad que une idea
y acontecimiento”. Ciencia del “alma”, de un espíritu disputado a las distintas
Iglesias. Ciencia “de la vida mental”, al decir de James; tanto de sus condiciones
como de sus fenómenos, de todas “aquellas cosas que llamamos sentimientos,
deseos, cogniciones, razonamiento, decisiones y demás”.
Aun así, esa Psicología de origen tuvo su lado rebelde. Sea Wundt, o
James, o Freud, o Watson los fundadores de la disciplina expresaron
coincidentemente que toda Psicología es Psicología Social.
Ese lado rebelde, intermedio, generaba cierta incomodidad, para una ciencia
enciclopédica dividida en disciplinas de territorios bien delimitados. Esa rebeldía
tal vez nació justamente de ese lugar mediacional. La hija del medio. Ni la hija
mayor, la Sociología de Durkheim, estudiosa de las instituciones y el Estado,
ni la hija menor, la Psicología estudiosa de las diferencias individuales, de la
razón individual y privada que el cartesianismo trajo al mundo.
10 Martín Wainstein y Otros: Escritos de Psicología Social
A dónde vamos
Martín Wainstein
Conceptos
Desde una perspectiva construccionista, algo es “lo que se dice que es”
en un acuerdo temporal, histórico, entre subjetividades (las de los científi-
cos, las de los religiosos, las de los políticos). De hecho, un constructo
social es aquello que existe como un producto de las interacciones de las
personas. A diferencia de los hechos de la naturaleza que existen fuera de la
acción humana, los constructos sociales son resultado de acciones huma-
nas. De allí que son históricos, es decir temporal y geográficamente dife-
rentes y variables.
Cosas como el dinero, las instituciones, el lenguaje, el género, el crimen,
la exclusión social, la adolescencia, la nacionalidad, la sexualidad y también
la mente, la maternidad, la conciencia, el inconsciente y todo aquello que se
nos ocurra y escape a otro tipo de cosas como las naturales nieves eternas,
los mares, los tsunamis, etcétera, son construcciones humanas.
De todos modos, en un mundo cada vez más globalmente colonizado
por la cultura, aun cuestiones “naturales” como los terremotos pueden
estar generadas por acciones humanas en forma más o menos directa. El
cambio climático es una muestra dramática de la integración de lo humano
y lo natural en un mundo cada vez menos “natural” y cada vez más impac-
tado por las acciones humanas. La ecología, que estudia las relaciones en
los sistemas ambientales, requiere cada vez más el estudio de las relaciones
entre el “ambiente” y las razones de la mente humana. La ecología de hoy
es así una “ecología de la mente”. Cómo pensamos el mundo, es parte de
cómo construimos ese mundo humano que coloniza la naturaleza y crea o
no las condiciones de subsistencia de la especie.
Que muchas especies naturales, como el ser humano, desaparezcan,
nos alerta acerca de los patrones críticos relacionales entre la inteligencia
de la naturaleza, de matriz biológica, y la inteligencia humana, de matriz
social. Si durante mucho tiempo la discusión giró alrededor de las relacio-
nes entre individuo y sociedad, hoy pareciera que el estudio y las acciones
que emprendamos en las relaciones entre la “sociedad” individuo/socie-
dad y el ambiente natural, serán definitorios de que la “sociedad” indivi-
duo/sociedad subsista. Por ahora nada permite pensar que los treinta mil
años de cultura humana sean más aptos para la supervivencia, en un senti-
do evolucionista darwiniano, que los millones de años de la naturaleza.
18 Martín Wainstein y Otros: Escritos de Psicología Social
Para una mente imaginativa, una persona invisible puede ser más real que una
persona de carne y hueso, pues la presencia sensible no es una cuestión de primera
importancia necesariamente.
Una persona puede ser real para nosotros solamente en tanto la imagina-
mos en una vida interior que existe en nosotros, en esa situación, y que se
refiere a ella. La presencia sensible es importante en cuanto nos estimula
para hacer precisamente eso. Todas las personas reales son imaginarias en este
sentido”. “…Las sociedades son, por tanto, en su aspecto más inmediato, una relación
entre ideas personales. Para que exista sociedad es necesario que las personas
se pongan de acuerdo en algo, que pongan de acuerdo sus ideas personales
en sus mentes. ¿Dónde si no? ¿Qué otro lugar posible podríamos asignar al contac-
to real entre personas, o de que otro modo podrían entrar en contacto ellas, si no es como
impresiones o ideas formadas en ese lugar común? La sociedad tan sólo existe en mi
mente como contacto y mutua influencia de ciertas ideas llamadas “Yo”,
Thomas, Henry, Susan, Bridget, etcétera. En tu mente, este es un grupo
que existe de modo parecido, como existe en toda mente. Todas las perso-
nas somos inmediatamente conscientes de un aspecto particular de la so-
ciedad, y si además somos conscientes de grandes totalidades sociales, como
la nación o la época, es porque hemos adoptado ideas particulares o senti-
mientos que atribuimos a nuestros estadistas o a nuestros contemporáneos
en su aspecto colectivo. Para ver esto me parece necesario que nos desha-
gamos de modos vagos de pensar que no contienen concepciones en su
Martín Wainstein: La construcción social de la mente... 21
interior que soporten la crítica, y que miremos a los hechos tal y como los
conocemos por nuestra propia experiencia” (Cooley).
A pesar de que entre los científicos sociales hay mayor interés acerca de
la relevancia de la obra de Mead, acorde a la mayor importancia que se le
otorga en los tramos últimos de la modernidad a temas como construc-
ción social, comunicación, intersubjetividad, etcétera, la inclusión de su
pensamiento sigue siendo escasa aun, a más de ochenta años de su muerte.
Nacido en Hadley en 1863 y falleció en Chicago en 1931. Psicólogo
social y filósofo estadounidense. Profesor en Chicago desde 1894 y figura
del pragmatismo, fue un pionero de la psicología social. Sus obras más
importantes La filosofía del presente (1932), Espíritu, persona y sociedad (1934) y La
filosofía del acto (1938) fueron publicadas por sus discípulos tras su muerte.
Formado en el Oberlin College y en la Universidad de Harvard, por la
que se graduó en 1888, George Herbert Mead residió luego durante tres
años en Alemania, donde estudió psicología y filosofía en la Universidad
de Leipzig y en la de Berlín. Tras un breve período como catedrático en la
Universidad de Míchigan, a partir de 1894 se estableció en Chicago, en
cuya universidad desarrolló toda su carrera docente como profesor de psi-
cología y filosofía.
22 Martín Wainstein y Otros: Escritos de Psicología Social
1. Mead no escribió libros. Sus escritos publicados, poco más de un centenar, la mayoría breves,
no han sido aún editados en inglés en su totalidad. En alemán hay una edición de H. Joas en dos
tomos, de 1980. Una selección de escritos se deben a A. J. Reck, de 1964 y J. W. Petras, que editó
sus escritos de filosofía en 1968.
Martín Wainstein: La construcción social de la mente... 23
La mente emergente
Figura 1
Martín Wainstein: La construcción social de la mente... 25
Para Mead el surgimiento del lenguaje está relacionado con esta “abun-
dancia de gesto”. Entre los animales, hay en general cierto modo de comu-
nicación, el modo más común de comunicación entre los mamíferos son
los gestos. Con éstos el animal se ajusta su respuesta al estímulo de otro
animal. Esa conducta instintiva no es reflexiva, si bien el ajuste de la res-
puesta animal toma en consideración los gestos como un estímulo predic-
tivo de un comportamiento futuro.
Si en Darwin, los gestos eran formas de expresión de estados fisiológi-
cos y emocionales, en Mead cumplen una función social. Son “actos socia-
les”, que define como acciones conjuntas en las cuales los sujetos no hacen
todos lo mismo, sino que entrelazan sus acciones con las de los demás. Este
“salto” de lo biológico a lo social, de Darwin a Mead, aún no ha sido
completado por las ciencias, mucha reflexión actual aún permanece en el
aire; sin caer totalmente en el carácter biosocial de los procesos mentales.
Un “acto social” no se define por una acción individual. Son ejemplos de
ello una cena familiar, un partido de fútbol, el funcionamiento del Congreso
o una guerra. Están constituidos por una sucesión de actos sociales organi-
zados en el tiempo, que poseen una historia, una trayectoria ordenada,
repetitiva y fija que constituye una acción colectiva. En ella, el agregado de
las acciones individuales hace emerger algo diferente de las características
de cada uno de los participantes.
Así como para Mead es importante diferenciar a la persona del orga-
nismo, por cuanto el organismo no necesariamente es persona, también es
necesario describir el proceso mediante el cual ese organismo se transfor-
ma en persona.
Utiliza varios conceptos que son necesarios para entender el proceso
de construcción de la subjetividad. De hecho, establecer el proceso de co-
municación es tarea de la madre, u otro cuidador y requiere su atención a
los gestos y vocalizaciones potencialmente comunicativos del bebe, sin-
cronizando su propia actividad de modo que entre ambos construyan un
patrón de actos comunicativos recíprocos alternos. Cuando el bebe inicia
espontáneamente la comunicación mediante la mirada o el gesto, el rol de
la madre es seguir su iniciativa poniendo de relieve la estructura recíproca
de alternancia de turnos y organizando la dinámica de cada episodio inter-
activo de tal manera que el bebe registre el patrón y descubra una estructu-
ra predictiva en los intercambios.
Martín Wainstein: La construcción social de la mente... 27
pueda ser aceptado como jugador. Mead llama esto “la primera vez con el
Otro generalizado” que es algo así como la sociedad, en la que se toman
actitudes de los otros y se incorporan en el individuo. “El Otro generaliza-
do” puede ser visto como la norma general en un grupo social o situación.
De esta manera el individuo entiende qué tipo de comportamiento es es-
perado, apropiado y además útil, en diferentes situaciones sociales.
Ese es el niño que ya entiende que el tío es a su madre como él es a su
hermana ingresando al concepto abstracto de familia, de colegio y de so-
ciedad. Estas situaciones sociales le permiten desarrollar gradualmente el
entendimiento de las normas de comportamiento.
3. En la década del 1960 la CIA reclutó al psiquiatra escocés Donald Ewen Cameron, creador del
concepto de manejo psíquico. Cameron deseaba corregir la esquizofrenia por medio del borrado de
memorias existentes y reprogramación de la mente. Trabajó en el Allan Memorial Institute de la
Universidad de McGill siendo pagado por la Agencia desde 1957 a 1964 para hacer los experimentos
MK ULTRA allí. Cameron experimentó con varias drogas paralizantes y también con terapia
electroconvulsiva a 30-40 veces la dosis de electricidad recomendada. Sus experimentos conductistas
consistieron en poner a los sujetos en estado de coma inducido por medicamentos durante semanas
(hasta tres meses en un caso) mientras se reproducían sonidos repetidos o simples declaraciones
repetitivas. Sus tratamientos produjeron en sus víctimas incontinencia, amnesia, olvidaron cómo hablar,
olvidaron a sus padres, o pensaron que sus interrogadores eran sus padres. Su obra se inspiró y fue
paralela a la del psiquiatra británico Dr. Willian Sargant en el Hospital Santo Tomás y en el Hospital
Belmont, Surrey, que también estuvo implicado con los Servicios de Inteligencia y que experimentó en
gran medida sobre sus pacientes sin su consentimiento, causando daños similares a largo plazo. Durante
esta época Cameron se hizo conocido en todo el mundo como el primer presidente de la Asociación
Mundial de Psiquiatría, así como presidente de la Asociación Americana de Psiquiatría y la canadiense.
Publicado por la Comisión de la Verdad del Genocidio en Canadá, institución de inves- tigación
pública que ha proseguido la labor previamente realizada sobre las Escuelas Residenciales en los siguientes
Tribunales: la Coalición Justicia en el Valle por los Crímenes Contra los Pueblos Aborígenes, reunida en
Port Alberni, Columbia Británica, el 9 de diciembre de 1994, y el Tribunal de la Asociación Internacional
de Derechos Humanos de las Minorías Americanas, en una Audiencia sobre las Escuelas Residenciales,
en Vancouver, del 12 al 14 de junio de 1998.
34 Martín Wainstein y Otros: Escritos de Psicología Social
identidad cuerpo mente, ni de las interacciones del individuo con los otros,
sino de las propiedades sistémicas de todas esas instancias.
Hoy sabemos que aun la misma privación sociocultural es fuente de
alteraciones graves de la conducta en niños y adultos y lleva a resultados
similares. Un sujeto privado de las interacciones sociales, aun con una sub-
jetividad constituida, al cabo de aproximadamente cien días verá alteradas
las funciones mentales sustancialmente.
Un tercer aspecto que constituye la mente es la acción. Como se ha visto,
inicialmente rechaza la idea de la subjetividad y la mente como un espacio
interior. Ésta se desarrolla en un espacio mediacional interpersonal (Figura
I (III)), y se instala en el proceso completo que define ese espacio de lo
interpersonal, el sí-mismo y el contexto de ocurrencia del fenómeno. El
resultado es un espacio interactivo no biológico, sino social, percibido en
términos de significaciones cuya materia es el símbolo.
El símbolo y su significado son una propiedad de la acción interactiva,
no es necesaria la conciencia para la existencia del significado. Un niño
puede expresar un significado social mucho antes de tener conciencia de
ese significado, inserta su acción de hablar en el significado y recoge un
resultado. El significado es anterior a su conciencia.
En el espacio interactivo radican el símbolo y el significado. Allí se
establece la mente (mind). Los individuos no existen como tales sino como
selves (sí-mismos) cuyo espacio abarca el entorno social como fondo.
Símbolos significantes
Referencias bibliográficas
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philosophie de G. H. Mead”, Revue Philosophique, 142, 557.
Martín Wainstein: La construcción social de la mente... 37
Actitudes, cogniciones, atribuciones
y representaciones sociales
Martín Wainstein
C
uando un lector, sea un estudiante, un docente o un mero
interesado a acercarse a los conceptos de la Psicología So-
cial, se sumerge en los textos de la disciplina, encuentra una serie
de conceptos cuya extensión tiende a invadir territorios. Es decir, si cientí-
ficos del campo intentan delimitar, especificar y fijar un significado claro y
reconocible, su tarea no resulta demasiado exitosa.
A poco de recorrer un manual de psicología, algo despierta ciertas du-
das. ¿Qué diferencia una actitud de una creencia (pensamiento o cogni-
ción)? ¿Cuánto las cosas que estudia la Teoría de la Atribución, no son
también “atribuibles”, valga la ironía, a las actitudes o las creencias? ¿Y las
representaciones sociales, ese saber de sentido común que usamos en la
vida cotidiana, no incluyen acaso mucho de lo que definimos como actitu-
des, creencias, atribuciones, pensamientos y cogniciones?
Cuando los científicos definen un concepto o idea, mediante la cual
nombran algún elemento de la realidad, tratan de que el número de
posibilidades de interpretación diferentes sea el más reducido y que
este sea tan sencillo como es posible y no contenga reglas de excep-
ción. También es más que obvio, que cualquier definición debe evitar
usar la palabra que define.
Las cosas no parecen ser tan fáciles. Los conceptos que presentamos
aquí se utilizan todos ellos en las descripciones de la psicología. Como
ocurre con gran parte de la terminología científica de uso en la disciplina si
bien marcan cierta especificidad, no sólo están atados a la diversidad de es-
cuelas y sus perspectivas, sino que también conviven con el uso que las
mismas palabras aplican en el lenguaje de la vida cotidiana. Todos somos
portadores de cierta psicología naïve que usamos en nuestra vida diaria con
más o menos alguna precisión.
38 Martín Wainstein y Otros: Escritos de Psicología Social
Actitudes
lo que le estas diciendo. Sea por la razón que fuere, entendés que no tiene
interés en conversar con vos. ¿Cuánto tardarás en “darte cuenta” de qué es
lo que está pasando?
Casi todo el tiempo, en la realidad de tu vida cotidiana te encontrarás en
situaciones de este tipo.
La pregunta del Psicólogo Social es ¿Cómo tipificás tan rápidamente una
situación relativamente particular y nueva?
Se supone que hace años que participas de situaciones similares en tu
vida educativa. Situaciones en las que desarrollas un cierto “guion” llegas a
una nueva clase, tratas de acercarte a alguien para socializar, inicias una
conversación, esperas una respuesta favorable.
Como resultado de estas experiencias has construido cierto marco mental
para entender estas situaciones, que incluyen una expectativa acerca del
comportamiento de otros en ellas. Estos “marcos” o “esquemas” contienen
información relevante de acontecimientos específicos, que una vez esta-
blecida, nos permiten interpretar esa situación y lo que ocurre en ellas y
cómo afrontarlas.
Supongamos que tu compañero este vestido, tiene un estilo de actuar y
ciertas facciones que te resultan atractivas. ¿Afectaría esto tu manera de
entender su conducta? Seguramente es así, porque también tienes un es-
quema de persona establecido para “enmarcar” los compañeros nuevos
que conozcas. Como todos, en la vida cotidiana, necesitas reducir la com-
plejidad de los hechos que enfrentas, no tienes horas para estudiar cada
cosa y formarte una idea de cómo actuar. Las actitudes señalan una predis-
posición, los esquemas, que también son aprendidos, constituyen verdade-
ras configuraciones o “estructuras cognitivas”, conjuntos organizados de ideas
que te permiten “tipificar la realidad de las personas, situaciones o cosas
con las que te encontrás en cada momento de tu vida”.
Si la primera impresión te llevo a ubicar a tu compañero en el esquema de lo
que podrías definir como un tipo “genial” y en realidad no te presta atención,
podes reaccionar en términos de un esquema acerca de tu “autoestima”:
“Yo no soy suficientemente valiosa para ser atractiva para este ‘tipo 2’”.
Los esquemas influyen mucho en la manera en que pensamos el mundo,
básicamente en tres procesos claves de toda cognición.
Martín Wainstein: Actitudes, cogniciones, atribuciones y representaciones sociales 45
Un reconocido jabón de lavar, sugiere que “el lavado tiene para vos (el
“ama de casa”) un lugar así de chiquitito” (que cabe en una imagen de un
lavarropas visible entre el pulgar y el índice de la protagonista). Otro presenta
54 Martín Wainstein y Otros: Escritos de Psicología Social
Áreas de investigación
Referencias bibliográficas
Martín Wainstein
Problemas de genealogía
D
iez años atrás Maritza Montero y Alejandro Dorna recor-
daban un coloquio de la Asociación Francesa de Cien-
cias Políticas y de la Sociedad Francesa de Psicología en el que
Serge Moscovici sostenía que hablar de Psicología Política y de Psicología
Social era un pleonasmo, figura retórica que nos describe la redundancia.
Era como si el pensador francés a partir de su afirmación se preguntara ¿Para
qué diferenciar lo que sería lo mismo?
Dada la talla del disertante, sorprendió esa superposición o equivalen-
cia retórica entre lo “social” y lo “político”. En realidad, la propuesta del
pensador francés ubicaba la discusión en un eje entre dos cuestiones: la
simultaneidad histórica de su surgimiento como temas de estudio y la de
cierta interdependencia que siempre se mantuvo entre ambas disciplinas.
El debate repetía, casi sin novedad, otro anterior. En su origen, la iden-
tidad de la Psicología Social fue puesta en duda y definida como una zona
fronteriza y borrosa entre la Psicología y la Sociología o como una discipli-
na auxiliar de alguna de ellas. Aun así, de allí en más se desarrolló haciendo
convivir dos “tradiciones”, una más psicológica y otra más sociológica,
poco compatibles entre sí y de resultados dudosos en los productos de sus
interacciones.
¿Corre la Psicología Política el mismo destino, ser eliminada o sim-
plemente reducida a una frontera o disciplina auxiliar de la Psicología
Social? ¿Es la Psicología Política “hija” de su “madre”, la Psicología
Social? ¿Son acaso hermanas nacidas en los albores del siglo XX como
reminiscencias de la Filosofía Social y la Filosofía Política?
Es difícil y posiblemente inútil buscar un ADN que resuelva estas ge-
nealogías. De todos modos, la historia parece ir aclarándose, los tiempos
han cambiado y una visión “constructivista” del conocimiento asocia estas
preguntas y discusiones como algo relacionado con los aún vigentes estertores
58 Martín Wainstein y Otros: Escritos de Psicología Social
Problemas de juventud
persona de sus actores, los partidos políticos, parece ser un problema recu-
rrente de la sociedad actual sin que surjan fórmulas para atajarla. El políti-
co profesional que Weber imaginaba profesando su vocación como hace-
dor del Estado ha resultado masivamente un fiasco. La crisis económica
del 2009 fue leída por sus víctimas y aun por sus hacedores como un fraca-
so de la incompetencia de las clases políticas nacionales ante la voracidad y
la “inteligencia” de los ejecutivos del capitalismo financiero internacional.
Ante las urgencias que estos problemas generan en la vida de la gente, el
sueño positivista de la neutralidad y la “distancia óptima al objeto” de estu-
dio debiera ser entendida como parte de esos problemas.
L
a crisis social actual atraviesa nuestros espacios del hacer hasta
llegar al ser. Podríamos decir que no queda hoy vestigio que no se
encuentre tocado, conmovido, influenciado, o modificado a partir
de lo que denominamos “la crisis”. Escuchamos al circular por los diferen-
tes espacios sociales discursos acerca de la crisis de las instituciones, “la
Justicia está en crisis”; “la Educación está en crisis”; “la crisis de los par-
tidos políticos”; y otros enunciados que superan el relato descriptivo de
crisis hablando de sus supuestos efectos, “la caída de la familia”; “la pér-
dida de valores”; “el desdibujamiento de la identidad”, y podríamos
seguir enumerando una gran cantidad de ejemplos, de las voces anóni-
mas y cuasi “míticas” que denuncian desde diferentes medios de comu-
nicación y hasta en los espacios públicos de interacción cuerpo a cuer-
po, a esos otros anónimos, una vivencia cotidiana de decepción, desca-
lificación, y descrédito, como estado de cosas, externas a los sujetos
que padecemos de ellas.
Y en lo concerniente al espacio que nos convoca, lo social en senti-
do amplio, no podemos dejar de cuestionarnos el porqué de estos di-
chos, lo que denuncian, lo que ocultan, lo que enmascaran, intentando
describir e indagar, una situación devenida, en presente continuo. ¿Qué
podríamos decir a partir de un análisis construccionista? ¿Qué actores
se encuentran descentrados hasta extraviados de la producción de los
discursos, y de los fenómenos contenidos en ellos? ¿Por qué el padeci-
miento de lo mismo que generamos? ¿Qué relación se crea entre crisis
y sociedad, educación y cultura?
En primer lugar, deberemos buscar cuáles son los articuladores co-
munes que emergen de estas relaciones, para comenzar a caracterizar el
estado de cosas con el propósito de definir y re-definir la situación ante-
riormente enunciada.
64 Martín Wainstein y Otros: Escritos de Psicología Social
cuestionarnos sobre esa diferencia que las situaciones de crisis hacen sur-
gir entre la realidad subjetiva y la realidad objetiva.
Puesto que además de considerar la distinción entre la realidad del pri-
mer orden y la del segundo orden, no debemos simplificar la problemática,
porque si la realidad es lo que se vive desde que advenimos al mundo, la
vivencia de la realidad como única posible remite a nuestro mundo circun-
dante. En los primeros momentos de vida, la familia, será el entorno que
aloje al bebé y quien presentará la realidad, no como un proceso construc-
tivo sino como algo dado, que lo preexiste, ya que además el sujeto no tiene
posibilidades físicas y psíquicas de comprensión de dichos procesos cons-
titutivos. De ahí que se viva como “natural”, como algo externo a la perso-
na, ya que, desde el inicio de la vida, la característica de prematurez huma-
na, nos imposibilita la comprensión de dichos procesos constructivos. Y
además, aunque no hayamos sido actores protagonistas del surgimiento,
esto no significa que no se continúe construyendo.
Como resultante surge esta distancia también entre la realidad objetiva,
vivida por las personas como algo ajeno, dado, lejano, y la realidad subjeti-
va como el orden de significación, de sentido que se vuelca sobre ese telón
de fondo de lo externo.
Nuestro orden social no es más que una producción humana constan-
te, que se desarrolla a partir de los sistemas normativos que vamos cons-
truyendo. Es el consenso de reglas que regulan nuestra interacción las que
permiten tanto la constitución del sujeto como lo social, dialécticamente,
ya que somos sujetos en tanto hay un otro como referente que nos va
introduciendo en la cultura y nos la presenta mediatizándola. Nos va mos-
trando este mundo como coherente gracias a un código compartido, a un
universo simbólico al que ingresamos y en el que estamos inmersos. Es ese
orden significante la urdimbre o matriz que nos contiene para nuestro de-
sarrollo. (Berger y Luckmann, 1972).
Pero al hablar de crisis parecería que esta nos impone una caída del
sistema normativo, donde los significados hasta este momento consensua-
dos no permiten el sostenimiento, ni el desenvolvimiento de la estructura
social que se plasma en instituciones. Las instituciones, al estar constitui-
das sobre la base de normas explícitas e implícitas, determinan a su vez los
roles y la división del trabajo, pero se transforman y lo que era en un
momento una organización coherente, se nos muestra como un caos
68 Martín Wainstein y Otros: Escritos de Psicología Social
imposible de operar por dentro de él. Puesto que como decíamos anterior-
mente, nuestros esquemas tipificadores no nos permiten comprender ni
anticipar las situaciones que la atraviesan.
Si la institución, se plasma en roles diferenciados, que no son más que
espacios simbólicos a los que se le atribuye funciones, que encarnan los
sujetos a nivel de derechos y deberes, y se aprehenden mediante la imita-
ción como base de la habituación, en tanto secuencias de conductas que se
repiten de la misma manera en tiempo y espacio, es gracias a dicha habitua-
ción que vamos tipificando, clasificando los objetos de la realidad, diferen-
ciando unos de otros para comprender y accionar en dicha realidad me-
diante las tipificaciones recíprocas. (Ibíd., 1972).
Cuando la realidad deja de ser un mundo coherente, puesto que no
compartimos los valores, creencias, significados y hasta los sistemas nor-
mativos, trastabillan no sólo las instituciones, sino también nuestra posi-
ción en relación, toda nuestra estructura subjetiva. Podríamos decir que
se puede llegar a un punto extremo de parálisis o indefensión, en tanto
no saber qué hacer nos lleva a no poder hacer (Seligman, 1989). Pero
sin plantear dicho extremo, la situación problemática por ejemplo de la
Educación, en tanto institución social que se ve atravesada por este esta-
do de cosas, nos genera un desafío para los actores sociales que la cons-
truimos día a día.
Si nuestra institución está conmovida por la realidad actual y en parti-
cular lo concerniente a nosotros como actores docentes y alumnos, nues-
tro rol social a su vez se encuentra conmocionado ya que no podemos
desarrollarlo de la manera habitualizada que hasta este momento poseía-
mos. Debemos entonces cuestionarnos en relación a cuál es nuestra mira-
da, tomando conciencia y asumiendo que lo que hasta hace poco tiempo
considerábamos como responsabilidades del hacer docente “el dar clase,
realizar una trasposición didáctica, confeccionar planificaciones, la evalua-
ción, etcétera”, no alcanza para sostener dicho hacer, que hasta estas “cues-
tiones” en la práctica actual hay que resignificarlas y dar cuenta desde dón-
de estamos significando nuestra función y qué lugar adoptamos en la rea-
lidad de la vida cotidiana que construimos día a día.
Fíjense que hablamos de “dar clase”, “hacer planificaciones”, todas ac-
ciones que, para un docente con tiempo de iniciado en la tarea, algo que en
un principio formaba parte de un sector problemático luego pasó a ser
Violeta Schwarcz López Aranguren: Crisis social o movimientos propios... 69
Ahora, ¿por qué puede ser aceptado por dentro del movimiento del
llamado “rock nacional” un representante del “imperio” que no abando-
na su lengua?
Justamente podemos pensar a partir de éste fenómeno, que las actitu-
des y los comportamientos que llevaron a Luca Prodán a ser un ícono del
movimiento de los años ochenta, puede fundarse en que puso en acto lo
mismo que se resistía, dándole otra significación. Es decir, el idioma inglés,
el imperio como primer mundo, ese orden de las five o’clock y fue él que nos
habló de la caída, quien se expuso a sí mismo como producto de ese orden
social denunciado en otro contexto, externalizando que las instituciones pue-
den generar, a partir de los mismos mecanismos, a esos “raros, locos” como
se define o a esas “rubias taradas, bronceadas, aburridas…”, todos produc-
tos del sistema legitimado por dentro del orden social constituido.
Lo encontramos en la letra de un tema de Sumo en la que expone estas
ideas a nivel de las representaciones sociales circulantes:
¿Se puede establecer una analogía con el ejemplo de las pulseras identi-
ficatorias de los adolescentes actuales? Podríamos leer en estos dispositi-
vos la función del control social, del panoptismo, que implica que la propia
persona se inhiba de externalizar, de explorar determinadas conductas, dado
que seguimos creando por dentro del universo simbólico mecanismo de
mantenimiento del orden social instituido, que generan efectos en la iden-
tidad. Pero el discurso explícito nos dice “que es por el bien y cuidado de
los niños”, no nos olvidemos del sentido latente que se expresa, dirá Fou-
cault, en las marcas discursivas (Foucault, 1992; 1995; 2012).
Las escuelas panópticas respondían a una ideología que imperó du-
rante el proceso militar “toda persona es posible de ser un enemigo y
contaminar a los otros”, la inseguridad actual “nos ataca a todos por
igual, no respeta clase social, ni edad, ni contexto”, entonces tendremos
que atacarla protegiéndonos, mediante barrios cerrados, cámaras de mo-
nitoreo, siempre alguien viendo más allá y velando por nosotros. De la
ciencia ficción de la novela de Orwell 1984 a la construcción de la reali-
dad en la vida posmoderna.
como los conceptos, que no sean producto del sistema hegemónico de deten-
tación de poder. No hay conocimiento puro, neutro, ni natural, sino que
todo conocimiento es una respuesta a una demanda social. (Schwarcz Ló-
pez Aranguren, 2007). Con lo cual analizar dichas producciones y cuestio-
narnos por sus orígenes por el entramado significante que las sostienen,
desandar los procesos constitutivos nos permitirá, hallar la genealogía que
los engendró y abrir a los significados ocultos que los sostienen.
No hay seguridad sin inseguridad, no hay excluidos sin incluidos, esta
lógica dicotómica, permite organizar la realidad, ellos o nosotros. Los “ellos”
nos permiten delimitar el lugar para nosotros, los locos afuera hablan de
los normales adentro, asegurándonos la diferencia en términos del perte-
necer. La mayoría, los que nos autodefinimos como normales, somos los
que designamos a los otros, ya que detentamos el poder para hacerlo, pero
¿qué sucede cuando los que parecían normales, los vecinos, los iguales, se
diferencian? Cuando expresan una diferencia sea política, religiosa, sexual,
o de cualquier tipo, y si encima se agrupan, constituyéndose en minoría,
¿no pueden desestructurar el orden social?
La crisis emerge cuando lo tipificado, lo clasificado ya no nos alcanza
para definir quiénes somos y quiénes son ellos, cuando mediante la interac-
ción social se producen nuevas producciones que no podemos circunscri-
bir ni enmarcar por dentro de lo conocido, ¿cómo sostener entonces el
orden necesario y vital?
Retomemos el proceso de construcción de la realidad y de las represen-
taciones sociales no ya como resultantes de una lógica evolucionista, o
natural, sino como productos que sostienen una distribución social del
poder. Si indagamos en este proceso social de construcción de la realidad,
a partir de la experiencia empírica, veremos que nos encontramos, como
decíamos anteriormente que accionamos desde representaciones sociales,
pero no podemos olvidar que dichas representaciones son productos que
devienen del pasaje del concepto a la representación.
Es decir, que un concepto que pertenece a una zona limitada de significa-
dos, que proviene de un modelo de pensamiento teórico comienza a discu-
rrir por otros espacios y por esta razón ya es seleccionado y descontextuali-
zado de la teoría de origen. Al producirse la descontextualización ya el con-
cepto deja de ser el mismo y comienza a transformarse en representación
social, puesto que se le asignan nuevos significados al mismo significante.
Violeta Schwarcz López Aranguren: Crisis social o movimientos propios... 77
podemos enmarcar dentro de las categorías conocidas. Que por más que
forzamos dichas tipificaciones la realidad se nos impone y este es el punto
de emergencia, “es ella la que nos ataca desde la inseguridad reinante”, “es
ella la que nos modifica en nuestras prácticas y vínculos”, “es ella la que no
nos permite proyectar hasta donde llegaremos”…
Nuevamente hemos enumerado a partir de las experiencias del sentido
común las representaciones sociales que circulan, pero como hemos di-
cho, ubicándonos por dentro de una zona limitada de significados, tene-
mos que abrir dichas representaciones y trabajar con los conceptos.
El sentido común conoce, internaliza los significados reifi- cadamente,
es decir, como objetos dados, naturales, que están ahí, y no se cuestiona
por los procesos. Desreificar es la praxis necesaria para poder dar cuenta
de cuáles son los sentidos que enlazan y crean una trama que va desde la
inseguridad, el control social, el mantenimiento de las instituciones, los
mecanismos conceptuales como límite del proceso de institucionalización,
legitimaciones que caen, emergencia de la crisis, estado de indefensión y
angustia asociada. Y como consecuencias nuevos dispositivos de poder
que perpetúan distribuciones hegemónicas, asegurando y asegurados por
la tendencia conservadora de los sistemas.
Ahora, necesitamos llegar a la materia prima de todas estas construc-
ciones humanas, que llamamos instituciones, representaciones, conocimien-
tos, información etcétera, que hemos estado analizando, dando cuenta que
no son más que significados. Herramientas de la co-construcción del suje-
to y lo social, instrumentos fundamentales del poder a través de los discur-
sos, de los haceres cotidianos que se expresan en el lenguaje tanto verbal
como no verbal.
Pero si nos olvidamos que somos nosotros los constructores de signi-
ficados, que los producimos en cada interacción que desarrollamos con los
otros, que los negociamos y consensuamos, y los tomamos como natura-
les, como si siempre hubiesen existido, es decir “que son así”, estaremos
pensando, reflexionando, investigando erróneamente, ya que estaremos
reificando la realidad. Nuestro pensamiento será reificado y la contradic-
ción que se plantea es que por dentro de la realidad de la vida cotidiana,
desde el sentido común nos manejamos reificadamente, pero por dentro
de un área de conocimiento, ciencia, disciplina o investigación científica
justamente debemos desreificarlos (Sandoval Moya, 2010).
80 Martín Wainstein y Otros: Escritos de Psicología Social
Referencia bibliográfica
Martín Wainstein
L
a familia es uno de los primeros contextos sociales del desa-
rrollo humano. Sin embargo, ha tenido escasa presencia en los cu-
rrículos universitarios tradicionales. Hoy, la terapia familiar se en-
cuentra ante el desafío de cumplir la expectativa social de ser un lugar de
referencia en un contexto descreído de las creencias de validez general.
A partir del siglo XIX, la antropología, la etnología y la sociología se intere-
saron por la familia como motivo de estudio, comparando su existencia y di-
versidad en diferentes regiones geográficas y culturas y en distintas épocas
históricas. El conocimiento científico se introducía en un tema que, hasta ese
entonces, como otros muchos temas, había sido patrimonio de la religión.
Las teorías sobre su origen y el sentido de su constitución admitieron
varias versiones. El estudio comparativo de la familia entre los diferentes
pueblos y culturas suscitó polémicas y llamativos cambios de orientación
en el corazón del pensamiento antropológico.
Durante el siglo XIX y principios del siglo XX, los antropólogos trabaja-
ban bajo la influencia del evolucionismo biológico. Su idea era ordenar los
datos de forma que coincidieran las instituciones de los pueblos más simples
con una de las primeras etapas de la evolución de la humanidad, mientras que
las de la modernidad corresponderían a las etapas más avanzadas de la evolu-
ción. Así, por ejemplo, la familia basada sobre el matrimonio monógamo –que
en nuestra sociedad se consideraba la institución más loable y apreciada– no
podía encontrarse en las sociedades salvajes, eso era propio de las sociedades
típicas de los albores de la humanidad. Se inventó, caprichosamente, una
periodización de la historia en etapas “primigenias” en las que rigió el “matri-
monio de grupo” y la “promiscuidad”. Se acudió, por consiguiente, a una
distorsión y a una interpretación errónea de los hechos. El inicio de los tiem-
pos se explicaba por el contraste de una sociedad bárbara que desconocía las
sutilezas de la vida social, presentadas como propias del hombre civilizado
posterior y actual. Las diferencias entre culturas se catalogaban cuidadosa-
mente como vestigios de un tipo más ancestral de organización social.
86 Martín Wainstein y Otros: Escritos de Psicología Social
Familia y Psicología
Han pasado algo más de cien años desde que en 1896 Lightner Witmer
estableció la primera clínica psicológica en la Universidad de Pennsylvania
y –poco después– fundó la primera revista especializada en el tema, pro-
poniendo una nueva profesión con el nombre de “Psicología Clínica”. En
estos cien años, cada teoría psicoterapéutica que surgió se auto postuló
como basada en ciertas verdades fundamentales sobre el ser humano. To-
das fueron renuentes a autoevaluarse como emergentes y contribuyentes
de su contexto histórico cultural y del espíritu de su tiempo. Las teorías se
convirtieron en “escuelas”, con toda la resonancia institucional, cultural,
profesional y de intereses que el concepto conlleva. Esto motivó que algu-
nos años atrás, Gergen (1991) propusiera contemplar las psicoterapias
Martín Wainstein: Familia, terapia y posmodernidad 89
El impacto de la posmodernidad
Referencias bibliográficas
E
l concepto de familia tiene múltiples acepciones e implicancias.
Las diferencias transculturales están vinculadas a dos variables cla-
ves en el desarrollo humano, el tiempo y el espacio. Nos referimos
con esto a que la definición misma de familia, así como los miembros que
la componen, la forma en que se vinculan entre sí y las funciones que se
espera que cumplan, dependen de la cultura –en una época histórica y un
lugar específico– en la que la familia está inserta.
En este capítulo abordaremos esas preguntas desde la perspectiva de la
Psicología Social construccionista, definiendo previamente algunas ideas
que resultan de importancia para entender la postura teórica desde la que
construimos el mundo.
A modo de introducción
Referencias bibliográficas
Sandra Sale
L
a familia es un escenario caracterizado por la complejidad y
la diferencia. Es el sistema básico de organización social, una herra-
mienta fundamental en la transmisión de valores sociales y cultu-
rales, el contexto principal de crianza y desarrollo infantil como también el
marco de crecimiento y evolución adulto.
Wainerman y Geldstein (1994) encuentran por lo menos, dos acep-
ciones del término “familia”, una más frecuente en el ámbito de la antro-
pología y la otra en el de la sociología. El sentido de la primera es “la
totalidad de las personas conectadas por casamiento o filiación”. El de la
segunda, “las personas relacionadas que viven bajo el mismo techo”, es de-
cir, el conjunto de personas en general emparentadas, que viven en la misma
casa y que participan en común de actividades ligadas a su mantenimiento
cotidiano. En otras palabras, la primera alude a la noción de parentesco, la
segunda a la de parentesco y corresidencia amalgamadas. Para esta segun-
da, que recién se introdujo en el siglo XIX, se utilizan también como sinó-
nimos los términos “unidad doméstica”, “grupo doméstico” y “hogar”.
Gracia Fuster y Musitu Ochoa (2000), consideran la definición de
“la familia” como uno de “los primeros y más complejos problemas, tal
dificultad “estriba en que normalmente asumimos la preeminencia de la
familia nuclear y expresamos la creencia de que comprendemos su signi-
ficado, pero el análisis más superficial revela una gran diversidad de for-
mas de familia que poco o nada tienen que ver con el concepto mayorita-
riamente compartido”.
La OMS define familia como “los miembros del hogar emparentados
entre sí, hasta un grado determinado por sangre, adopción y matrimonio.
El grado de parentesco utilizado para determinar los límites de la familia
dependerá de los usos, a los que se destinen los datos y, por lo tanto, no
puede definirse con precisión en escala mundial”.
En tanto, la Organización Mundial de la Salud califica la familia como
“conjunto de personas que conviven bajo el mismo techo, organizadas
104 Martín Wainstein y Otros: Escritos de Psicología Social
Ciclo vital
Más allá de la ambigüedad del término “familia”, todos los autores com-
parten la idea que las familias transitan, en su desarrollo, una sucesión de
etapas discontinuas, entre las cuales se producen procesos que fueron des-
criptos como “transiciones” (Barnhill y Longo, 1978), “ritos de paso”
106 Martín Wainstein y Otros: Escritos de Psicología Social
El período de galanteo
Los límites al exterior del sistema implican reglas de interacción entre la fami-
lia y otros sistemas. Se considera subsistema a la unión de miembros para desarro-
llar funciones, los cuales están formados por generación, género, interés,
función, etc. Los subsistemas principales son:
a) el subsistema conyugal o marital (pareja),
b) el subsistema paterno (padres-hijos),
c) el subsistema fraterno (hermanos).
Familias en la Argentina
Solteros 49 Varón
HOGAR Separados/
UNIPERSONAL
14 divorciados 21 53
Viudos 26
Solteros 37 Mujer
HOGAR FAMILIAR Separados/
MONOPARENTAL 26 divorciados 35 72
Viudos 25
Casados por
HOGAR DE Civil e Iglesia 40 Varón 88
PAREJA 15 Unidos
SIN HIJOS
de hecho 31
Casados por
HOGAR FAMILIAR
Civil e Iglesia
39 Varón 92
DE PAREJA
CON HIJOS 45 Unidos
35
de hecho
por amigos, conocidos y hasta por los padres, que también quieren vigilar
a sus hijos y las parejas de éstos.
La violencia en los noviazgos es un problema en aumento. Es el com-
portamiento en la pareja o expareja que causa daño físico, sexual o psicoló-
gico, incluidas la agresión física, la coacción sexual, el maltrato psicológico
y las conductas de control.
Las víctimas de los noviazgos violentos suelen ser mujeres de entre 14
y 21 años donde los rasgos fundamentales de estas relaciones son la asime-
tría de poder y la dominación que ejerce uno sobre otro.
Tal vez, estos guarismos permitan acercarnos a la comprensión de la
violencia de género, fenómeno que se presenta en la Argentina con por-
centajes escalofriantes. La ONG La Casa del Encuentro informó que en
2014 se registraron 277 muertes de mujeres y niñas por femicidios y otras
29 “vinculadas” de hombres y niños. Desde 2008 hasta junio del 2015,
suman 1.808 las mujeres asesinadas por violencia de género en el país.
Costumbres argentinas
La casa sigue siendo el tipo de vivienda más elegido por los argentinos:
el 79% de los hogares se establecen en casas, mientras que el 16% habita en
departamentos. En la Ciudad de Buenos Aires, la relación es inversa: sólo
el 24% de los hogares son casas, contra el 71% que vive en departamentos.
Curiosamente, entre las cosas que siguen perdurando y conservando
nuestro país, es la tradición de reunirse a comer con la familia extendida.
Al menos una vez al mes, 7 de cada 10 personas mantienen este hábito.
Esta conclusión se desprende de estudios realizados por TNS Gallup
para la marca Matarazzo. También es alta, en comparación con otros paí-
ses, la cantidad de veces que padres e hijos argentinos se juntan a comer:
8 de cada 10 familias que viven en el mismo hogar comparten la mesa
todos los días.
En relación a la organización de las tareas cotidianas familiares, se redu-
jo el número de horas dedicadas a la preparación de las comidas, que pasó
de ser dos horas diarias a 20 minutos. Esto se tradujo en un incremento de
la ingesta de comida industrializada y un retroceso en la incorporación de
vegetales y frutas.
124 Martín Wainstein y Otros: Escritos de Psicología Social
Con el advenimiento del mundo 3.0, seis de cada diez usuarios argenti-
nos consideran que las redes sociales incrementaron la frecuencia de co-
municación y el acercamiento de familiares lejanos, mejorando la relación
con los mismos.
Las vacaciones en familia siguen siendo el modo más elegido por los
argentinos cuando llega el verano. El 44% usa su descanso laboral para
estar con los suyos, porcentaje que no ha variado en la última década, aun-
que sí se acortó la cantidad de días de vacaciones usados con la familia. La
tendencia hoy es a repartir el descanso entre familia, pareja y amigos.
Según los resultados de la encuesta nacional de mascotas, elaborada
por Millward Brown Argentina, para las marcas de alimento balanceado
Pedigrée y Whiskas, el 78% de los argentinos tiene mascotas en su casa, en su
mayoría perros (63%), y en menor medida gatos (26%), a los cuales se los
considera miembros de la familia. La Argentina es el país de América Lati-
na con mayor penetración de mascotas en hogares, con 9 millones de pe-
rros y 3 millones de gatos, y supera en porcentajes a Chile (71%), México
(54%), Brasil (44%) y Colombia (35%).
El 70% de los perros pasa la mayor parte del tiempo dentro de la casa,
el 40% vive exclusivamente en ella, mientras que, en el caso de los gatos,
los porcentajes son levemente mayores y alcanzan un 46% que viven exclu-
sivamente en el hogar. De esta manera, queda evidenciada la tendencia a la
humanización de las mascotas que comparten el techo y costumbres del
hogar con sus dueños.
Martín Wainstein: La construcción social de la mente... 125
Referencias bibliográficas
Luisa Acrich
E
l interés por el estudio de las redes sociales y el apoyo social en
en las personas mayores tiene su origen en tres circunstancias.
Por un lado, el incremento en términos absolutos y relativos de la
población mayor, ya mencionado, trae aparejado el aumento en las necesi-
dades de atención específica para este grupo de edad. Por el otro, los siste-
mas asistenciales gubernamentales, ante el aumento de la demanda, propi-
cian el desarrollo y fortalecimiento de las redes sociales como una forma
de complementar y a veces sustituir su accionar. Por último, procesos típi-
camente asociados a la edad mayor, como la jubilación, la posible viudez, el
fallecimiento de coetáneos y la independencia de los miembros jóvenes del
núcleo familiar, hacen que decrezcan las oportunidades de interacción so-
cial. Baltes (1999) identifica la viudez, el no haber tenido hijos y la institu-
cionalización como las causas más frecuentes de disminución de los con-
tactos sociales en la vejez.
Sluzki (1996) describe una serie de situaciones que atentan contra el
mantenimiento de las redes sociales. Ellos son: el incremento de las perso-
nas que viven solas, muchas parejas deciden no tener hijos o tienen hijos
adultos que viven lejos, las migraciones internas rompen el entramado de la
red social, hay menos presión social a participar de actividades en la comuni-
dad y una merma en las actividades ligadas al mantenimiento de los vínculos
con la familia extensa.
La realidad de la vida cotidiana es compartida con otros en situaciones
que van desde encuentros “cara a cara” a interacciones en las que se va
acrecentando el anonimato. (Berger y Luckmann, 1966). Elaboran así la
idea de un continuum, donde ubican en uno de los extremos a las personas
del círculo íntimo, y en el otro extremo a las relaciones anónimas, con las
que nunca se interactuará “cara a cara”. Incluyen no sólo a los contempo-
ráneos, sino también a los ascendientes y descendientes. Estos tienen su
influencia ya que forman parte de la realidad de la vida cotidiana. Desta-
can también que debe considerarse el grado de interés en cada relación
130 Martín Wainstein y Otros: Escritos de Psicología Social
1. La red relacional en sentido amplio o red social, destruida por las actua-
les condiciones de vida y paradójicamente reemplazadas por redes “asis-
tenciales”. Estas intentan suplir desde la sociedad lo que la misma socie-
dad destruye.
2. La red centrada sobre una familia, a veces llamada red primaria.
3. La red institucional o asistencial también llamada red secundaria, mu-
chas veces creadas porque se destruyeron las familiares por la exclusión,
las visualiza como una forma de control social.
Estas tres realidades se superponen entre sí, una penetra a la otra y los
límites entre una y otra son endebles. En el trabajo barrial, tal como lo
realiza Pluymaekers (1989) esto se evidencia a cada paso. Propone el
trabajo en red de redes, práctica de red que desarrolló en la siguiente pro-
puesta de trabajo:
1. Fuerte énfasis en la recepción de la persona y el problema. Aquí se
permite a la persona que trae su problema encontrar un ámbito de
donde pueda expresar y compartir el problema que lo aqueja y solici-
tar algo concreto.
2. Luego se trata de detectar a aquellos que pueden querer involucrarse: el
vecino que acompañó, el grupo de amigos o compañeros con el que
vino, el hecho de compartir una problemática en común permite agru-
parlos. Se forma así la red de pares. Al trabajar de esta manera, sorprende
que los problemas que traen los vecinos de un mismo barrio son muy
similares entre sí.
Las redes de pares emergen en torno a un problema específico, y una
vez resuelto éste, se disuelven. En caso de necesidad por presentarse un
nuevo problema, se vuelve a armar. Por tal motivo considera necesario
afianzar las redes en instituciones barriales para que no se pierda el es-
fuerzo y éste quede cristalizado. Se constituye así una red iniciadora de redes,
que permite el surgimiento de redes específicas para abordar problemas
específicos y permitir que los problemas sean abordados con los recur-
sos que posee la misma comunidad.
134 Martín Wainstein y Otros: Escritos de Psicología Social
Veiel (1990) diferencia las relaciones que proveen apoyo social de otras
relaciones sociales. Las relaciones que brindan apoyo social son las que
satisfacen, desde la red social, las necesidades de la persona. Considera que
hay una correspondencia entre la estructura de la red social y las necesida-
des que se nos presentan. Propone diferenciar red social de red de apoyo,
siendo esta última la que satisface las necesidades. Necesidades que clasi-
fica en dos tipos: materiales y psicológico-sociales. Los materiales hacen
referencia a lo instrumental, comprenden los recursos tangibles, la reali-
zación de tareas y la satisfacción de demandas ambientales. Mientras que
las psicosociales engloban la necesidad de contacto, intimidad, influen-
cia. Las primeras apuntan a la utilidad y a la satisfacción de las necesida-
des básicas, las segundas a lo vincular y al mantenimiento de relaciones
interpersonales.
140 Martín Wainstein y Otros: Escritos de Psicología Social
Puede establecerse una diferencia entre los efectos directos y los efec-
tos indirectos del apoyo social (Fernández Ballesteros, 1989) Los direc-
tos están vinculados con la necesidad de la integración social y al verse ésta
satisfecha, influye directamente en el bienestar de las personas. En cuanto
a los efectos indirectos, la existencia de una red social de apoyo y la percep-
ción del apoyo social aumentan la autoestima y la autoeficacia. Esto lleva a
una consideración del apoyo social como una dimensión cognitiva y subje-
tiva ya que se vincula a la percepción que se tiene del apoyo social.
El efecto amortiguador (o buffer) está vinculado a la teoría del estrés (La-
zarus y Folkman, 1986) De acuerdo a esta teoría, ante situaciones perci-
bidas como amenazantes, las personas no permanecen pasivas, sino que,
por el contrario, tienden a cambiar las cosas o a cambiar el sentido de la
situación a través de los mecanismos de afrontamiento. El énfasis está puesto
en el significado del evento. La evaluación cognitiva que se hace del evento es
la que decide si este es potencial fuente de estrés, entendido como una
demanda que supera la capacidad de respuesta del organismo. Es un pro-
ceso mental que implica dos momentos: el primario, donde se determina si
el evento es amenazante y por lo tanto estresante; y el secundario donde se
determina si se dispone de mecanismos que permitan afrontar el evento en
cuestión. En este segundo momento el acento está puesto en la autoeficacia.
En el proceso primario se determina si un acontecimiento es positivo, irrele-
vante o neutro, o fuente potencial de stress. La evaluación como potencial-
mente estresante puede ser de tres tipos:
1) como potencialmente dañino que provocará una pérdida.
Luisa Acrich: Las redes sociales y el apoyo social 145
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148 Martín Wainstein y Otros: Escritos de Psicología Social
—Explicame cómo es que tu amiga Sofi y mi amigo Tomás “tienen una relación”
en Facebook…
—¿Me estás cargando? ¿No viste la foto de ellos juntos que subió él a Instagram?
Están saliendo. Ella no para de tuitear sobre vivir el amor y cosas así...
—¡No lo puedo creer! Pero, ¿cómo se conocieron?
—Por Tinder! Ella me dijo que físicamente mucho no le gustaba, pero que cuando
lo googleó, encontró en YouTube unos videos de él tocando con su banda y se
enamoró fuerte
Y si él YA subió una foto de ella al parecer también debe estar
enganchado. En general no le importan mucho las redes sociales. Ni siquiera
tiene foto en su perfil de LinkedIn y ahora se hace el romántico...
Jajaja, la gente cambia ¿viste? Te dejo que me están llamando mis sobrinitos por
Skype y hace mil que no hablo. ¡Beso!
2. El concepto de nodo, viene del latín (nodus : nudo). Aplicado a la física remite a puntos que permanecen
fijos en estructuras que cambian, permiten la conexión entre diferentes elementos.
156 Martín Wainstein y Otros: Escritos de Psicología Social
control? Sibilia (2012) postula al consumo como eje al que está dirigido el
control digital. Toda la información recolectada en perfiles de los usuarios-
consumidores “se almacenan para ser consultadas, vendidas y compradas y utiliza-
das por las empresas en sus estrategias de márketing. De ese modo, el mismo consumidor
pasa a ser un producto en venta ”. Se comprende entonces que la característica
central de los modelos subjetivos actuales es que son efímeros y descarta-
bles, mercaderías que pueden ser compradas de forma inmediato y descar-
tadas por los distintos tipos de consumidores a los cada una se dirige, lo
que genera un espiral de consumo en incremento constante (Sibilia; 2012).
Entonces, si el poder es un efecto del discurso, podemos afirmar que
el discurso dominante es el del consumo constante. La figura del consu-
midor ha desplazado en nuestra sociedad a la figura del ciudadano (Lew-
cowicz, 2004). El control, aunque cumple múltiples funciones en nues-
tra sociedad actual, es esencialmente control-para-el-consumo.
estudiar cómo los patrones relacionales en una red particular generan opor-
tunidades y restricciones que afectan el acceso de los actores a recursos
tales como el conocimiento, la información, la riqueza o el poder. Es decir,
el foco de la investigación se corre de la pregunta acerca de por qué la gente
hace lo que hace hacia la comprensión de los condicionantes estructurales
de sus acciones (San Menéndez, 2003). Así planteadas las cosas, parecería
que el ARS asume que la estructura de las relaciones sociales de la que
participa una persona, un grupo o una organización, afecta de manera
unidireccional su conducta, sus actitudes, sus creencias o sus posibilida-
des de elección. Sin embargo, este tipo de análisis no deja de considerar
que tanto los sujetos como las organizaciones inician, construyen, man-
tienen y rompen las relaciones y, a través de estas acciones, determinan y
transforman la estructura global de la red
Para explorar más ampliamen-
te los aportes iberoamericanos (San Menéndez, 2003; Requena Santos y
a la investigación en ARS pue- Ávila Muñoz, 2002).
des visitar el sitio de REDES Según González y Molina (2003), el cre-
Revista Hispana para el Aná-
lisis de Redes Sociales en:
ciente interés por el análisis de las redes so-
http://revista-redes.rediris.es/ ciales en América Latina tiene que ver, por
un lado, con la influencia de Niklas Luhman
y su teoría de los sistemas sociales en tanto constituidos por comunicacio-
nes, y por otro lado, con los cambios producidos a fines del siglo XX en las
políticas sociales y económicas en la región que, al dejar a merced del mer-
cado la regulación del desarrollo social y económico, trasladaron a los acto-
res y a sus redes la tarea de organizarse y aprovechar su capital social. En
este contexto, la idea de redes sociales se convirtió en sinónimo de herra-
mienta para la mejora de una situación mediante el uso de activos sociales
ya existentes. Como consecuencia, en la región la preocupación no está en
desarrollar algoritmos sino en usarlos para comprender mejor la realidad
social y eventualmente intervenir. Esto se hace evidente en los tipos de
temáticas abordadas desde el enfoque de redes.
Este panorama incluye:
Estudios sobre redes de apoyo en situaciones de vulnerabilidad (enfer-
medades crónicas, violencias, discapacidades, violación de derechos,
etcétera)
Investigaciones sobre desarrollo personal, comunitario y nacional.
A. Bonelli; V. González; C. Gueglio y M. Ussher: Redes sociales y comunicación 171
Por otra parte, la Ley de Salud Mental 26657, vigente en nuestro país
desde el año 2010, establece la importancia de los abordajes desde las redes
territoriales intersectoriales para trabajar en la asistencia, prevención y pro-
moción de la salud, así como la necesidad de trabajar en fortalecer, resta-
blecer y promover las redes personales (Ussher, 2015).
Aun siendo este apenas un recorte de las temáticas que se abordan
desde el enfoque de redes es una ventana interesante para vislumbrar los
numerosos aportes que pueden hacerse articulando la Psicología Social y
este enfoque de investigación e intervención.
9. Desafíos
Referencias bibliográficas
Jorgelina Di Iorio
(Castel, 1991).
negativa. Se pone el acento en un estado individual –estar por fuera de– más
que en describir las condiciones estructurales que generan estas situacio-
nes (sociales, culturales, económicas, históricas y políticas). Además, como
el mismo término se alude a una diversidad de situaciones y se pierde cierta
especificidad. Por eso preferimos utilizar el término de expulsión
(Duschastky y Corea, 2004) o vulnerabilización (Fernández y López,
2005). De esta manera esa heterogeneidad de situaciones de exclusión es
abordada como producto de procesos sociales, más que como estados au-
tónomos de determinados grupos sociales.
“La expulsión social, entonces, más que denominar un estado cristalizado
por fuera, nombra un modo de constitución de lo social” (Duschastky y
Corea, 2004).
Dimensión histórico-económica
4.El término centro-periferia es utilizado para referirse a las desigualdades sociales y económicas y su
desigual distribución espacial a nivel mundial. Aluden a esta categoría el par países desarrollados-países
subdesarrollados, primer mundo-tercer mundo. Entre los países periféricos ubicamos a los países
latinoamericanos.
5.En la Argentina este modelo estuvo vigente desde el primer peronismo hasta la última dictadura
cívico-militar que se inició el 24 de marzo de 1976.
Jorgelina Di Iorio: Perspectiva psicosocial de las vulneraciones sociales... 181
Dimensión política
Con la Ley Nacional de Educación (2006), se propone una educación pública inclusiva, ex-
tendiendo la obligatoriedad en el sistema educativo desde preescolar hasta la secundaria.
En la misma línea, la creación de universidades públicas en el conurbano bonaerense tam-
bién amplía el acceso a la educación superior para sectores sociales que tradicionalmente
han quedado afuera o “excluidos”.
En el caso de los jóvenes de sectores populares y en condiciones de vulnerabilidad, la inclu-
sión y permanencia dentro del espacio escolar se convierte en una herramienta de transfor-
mación de la matriz social. Esto no quiere decir que no existían hasta este momento prácti-
cas educativas inclusivas o alternativas a la expulsión que genera el sistema escolar, sino
que, desde ahora, ese tipo de propuestas se institucionalizan y pasan a ser parte de las
políticas públicas.
La escuela secundaria dejó ser “para unos pocos, para los que llegaban”, para pasar a ser
para todos. Esto genera que se implementen prácticas para que los considerados “vagos,
problemáticos, duros, que no les da, que tienen problemas” permanezcan dentro del siste-
ma escolar.
Dimensión social
7. Al respecto, tanto dentro del campo de la salud como de la educación, se registran multiplicidad de
experiencias qué, explicitando los procedimientos, las herramientas y los resultados obtenidos, se
definen como buenas prácticas en inclusión social. Se entienden por “buenas prácticas” aquéllas
188 Martín Wainstein y Otros: Escritos de Psicología Social
que fomentan otras formas de inclusión a partir de contemplar la diversidad, de contribuir a crear
expectativas favorables, de facilitar dentro de lo posible el acceso a recursos materiales y simbólicos,
de partir del principio de igualdad de oportunidades, de fundamentarse en la perspectiva de
derechos y por ser susceptibles de ser replicadas.
Jorgelina Di Iorio: Perspectiva psicosocial de las vulneraciones sociales... 189
Referencias bibliográficas
Eduardo Tissera
Introducción
E
l presente material tiene un objetivo específico y limitado de sesgo
pedagógico. Pretende brindar la posibilidad de cotejar, contras-
tar, algunos de los conceptos trabajados en la Cátedra de Psicolo-
gía Social I, Profesor Martín Wainstein, de la Facultad de Psicología de la
UBA, con ciertos procesos de naturaleza psicosocial producidos en el mar-
co de un proyecto de características comunitarias, así como en su contexto
social próximo.
Es por ello que tal objetivo implica una mediación a través de herra-
mientas conceptuales y metodológicas propias de una Psicología Social
Aplicada.
La historia, los objetivos, el contexto y el tipo de prácticas en el proyec-
to aludido convocan a que tal aplicación esté orientada por los aportes y
perspectivas de la Psicología Social Comunitaria (también denominada sim-
plemente Psicología Comunitaria). Lo dicho implica, entonces, al menos
una mínima puesta en común de su historia, algunas definiciones, así como,
y creemos que principalmente, ciertas distinciones internas a esta orienta-
ción (Montero, 1994).
Por otra parte, para poder compartir las reflexiones, objetivo de este mate-
rial, será imprescindible caracterizar al proyecto comunitario en cuestión.
En forma conjunta se deberán exponer las características de la pobla-
ción a la que se dirige el mismo, y, en general una síntesis del panorama
contextual del territorio donde se desarrolla.
Una vez llegado a este punto será posible (como se adelantó) relacionar,
cotejar, poner a prueba algunos de los conceptos de la Cátedra.
192 Martín Wainstein y Otros: Escritos de Psicología Social
Proyecto comunitario
Saldo de lo presentado
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Eduardo Tissera: Aspectos particulares sobre socialización e identidad... 207
Experiencia en instituciones totales
y construcción social de significado
Valeria Wittner
L
ugar de residencia o trabajo, donde un gran número de individuos
en igual situación, aislados de la sociedad por un período apre-
ciable de tiempo, comparten en su encierro una rutina diaria, ad-
ministrada formalmente.
Si los seres humanos somos seres sociales, siendo que nuestro desarro-
llo evolutivo depende absolutamente de las interacciones en las que esta-
mos inmersos, cuando pensamos en la vida en prisión surgen inevitable-
mente algunas preguntas. ¿Cómo es vivir en una prisión? ¿Qué efectos tiene en la
vida de las personas? ¿Qué ocurre con la salud mental de las personas detenidas? ¿Qué
ocurre en el caso específico de las mujeres?
Apenas uno comienza a adentrarse en la temática de las mujeres priva-
das de su libertad, resulta llamativo el dato de que ha sido exponencial el
crecimiento de esta población en todo el mundo. En nuestro país en parti-
cular, un informe elaborado por la Defensoría General de la Nación, la
Procuración Penitenciaria y el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS,
2011) describe que la población femenina carcelaria ha crecido en un 350%
entre los años 1990 y 2007. Pese a ello, la Psicología en la Argentina poco
se ha dedicado a tal colectivo dejando varios interrogantes sin estudiar.*
Este capítulo propone una reflexión desde una visión de la psicología
social construccionista sobre los efectos de la vida en prisión, focalizando
especialmente en la problemática de las mujeres privadas de su libertad. Se
entiende la cárcel como una institución social y total, que impone una cons-
trucción rígida, única y limitante que mediante el proceso de prisionización
impone la alternación de la identidad. En el caso particular de las mujeres
la detención implica una problemática específica que merece ser tenida en
cuenta y entendida a la luz de las cuestiones de género.
*La autora ha publicado recientemente por este mismo sello editorial (JVE) el título Salud mental entre
rejas. Una perspectiva psicosocial y de género, en el que aborda de modo exhaustivo la temática relativa a la
actualidad de las cárceles en general y en particular, de las de mujeres [N. del E.].
Valeria Wittner: Experiencia en instituciones totales... 209
La perspectiva psicosocial
La Institución total
El perder el contacto con sus hijos, el no saber muchas veces qué pasó
con ellos o dónde están, agregado a que frecuentemente son abandonadas
por las personas más significativas, sobre todo por sus parejas, luego por
sus familiares y amigos (mucho más que los hombres en la misma situa-
ción), son de las problemáticas que más afectan la salud de estas mujeres
en cuanto a su bienestar físico y emocional (Carcedo González y Revi-
riego Picón, 2007). El encierro trae aparejado desmembramiento familiar
y alejamiento, pudiendo considerar esta situación como una pena que se
agrega a la condena (CELS, 2011).
A todo lo ya expuesto podemos agregar que, en el imaginario social, las
mujeres que delinquen no sólo transgreden la ley, si no, y sobre todo, el
orden de lo femenino y las expectativas sociales de género: ahora también
es mala madre-esposa-hija. Para la sociedad, la mujer presa representa la
anti-mujer, la que rompió el pacto y la expectativa social y sexual, traicionan-
do el mandato social de género bajo el rol de buena hija, buena esposa,
buena madre, y desviándose de los códigos de lo femenino, justamente
para involucrarse en algo que es cosa de hombres: el delito (Antony, 2007;
Arduino, et al., s. f.; Galván, et al., 2006; León Ramírez y Roldán Gon-
zález, 2007; Yagüe Olmos y Cabello Vázquez, 2005). Esta mirada social
es uno de los principales problemas de las mujeres en conflicto con la ley
afectando la identidad misma. Los inagotables efectos de la vida entre re-
jas, que no se limitan a la estadía en prisión, marcando la vida las mujeres y
sus familias para siempre.
Y de repente cuando salís te das cuenta que ni tus hijos te esperan, y creo
que eso es lo más doloroso (…) El sistema social tampoco te contiene
cuando salís (Wittner, 2015). Las rejas parecen no terminar de abrirse nunca.
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Profesional en Psicología, XXII Jornadas de Investigación, XI Encuentro de Inves-
tigadores en Psicología del Mercosur.
220 Martín Wainstein y Otros: Escritos de Psicología Social
Introducción
L
a materia propone un Trabajo de Campo donde los alumnos
indaguen, comprendan y analicen alguna situación de la vida
cotidiana a partir de los autores propuestos en el Programa de la
Cátedra. Lo llamamos Trabajo de Campo (TC) porque implica obtener o
construir datos de una temática o problemática social, acercándose a una
realidad concreta. El TC debe verse como una actividad para desarrollar en
el alumno un conocimiento e interés por las prácticas de investigación. No
es una monografía, ya que ésta consiste en un tema único claramente deli-
mitado abordado desde la teoría, sin articulación con la práctica. Tampoco
es un trabajo de investigación del tipo específico que supone la presencia
de investigadores acreditados y una institución que acredite ese tipo de
trabajos. En síntesis, el objetivo del trabajo propuesto por la Cátedra es
que el alumno elija un tema de interés, recolecte material y luego lo analice
desde los autores estudiados.
¿Para qué?
Si bien los alumnos tienen el requisito de hacer este trabajo, hay otros
beneficios que se pueden obtener más allá de aprobar la materia. Lo que se
busca es que desde la carrera de grado puedan ir tendiéndose puentes entre
la teoría y la práctica, y que la cursada de la materia no se base en repetir
conceptos sin detenerse a reflexionar sobre sus posibilidades de uso. Al
realizar una aplicación que conecte los conocimientos teóricos con las vici-
situdes de la vida cotidiana de los psicólogos cuando trabajan en equipos y
de la gente con la que los psicólogos toman contacto en sus trabajos, se
espera que los alumnos se apropien de estos conceptos y los utilicen,
222 Martín Wainstein y Otros: Escritos de Psicología Social
¿Cómo hacerlo?
los resultados finales del conocer, como el juicio sobre su valor y utilidad
también serán producto de negociaciones y consensos colectivos.
Como nos alerta la socióloga e investigadora Minayo:
“(…) la labor científica trabaja siempre en dos direcciones: en una, elabora
sus teorías, sus métodos, sus principios y establece sus resultados; en otra,
inventa, ratifica su camino, abandona ciertas vías y se encamina para ciertas
direcciones privilegiadas. Y, al hacer tal recorrido, los investigadores aceptan
los criterios de la historicidad, de la colaboración y, sobre todo, se embeben
de la humildad del que sabe que cualquier conocimiento es aproximado, es
construido”. (Minayo, 2004)
2. El punto de partida
que el trabajo sea un texto coherente desde el inicio hasta el final, con un
mismo estilo de redacción y con ideas presentadas de manera cohesionada.
Este punto se desarrollará más adelante en el ítem 9.
3. El tema y el problema del TC. El proceso de su construcción
3. 1. Tema del TC
4. La definición de objetivos
Los objetivos son enunciados que nos permiten circunscribir más deta-
lladamente qué cosas queremos hacer a lo largo de la realización del TC.
Por eso, los objetivos se relacionan con el planteo del problema y a su vez,
se relacionan con la metodología porque por medio de ella vamos a conse-
guir cumplir con los objetivos. Como los objetivos se definen al inicio y
son las intenciones del grupo, puede que, al tener contacto con la realidad,
en la obtención de datos, haya que modificar algunos objetivos según lo
que vayamos a hacer.
Es importante tener en cuenta que los objetivos se redactan con un
verbo en infinitivo y que éstos guían las acciones en términos de los
productos que se quiere lograr (por ejemplo: indagar, comprender, anali-
zar, explorar, conocer, describir). Es por esto que los objetivos tienen
que ser claros, precisos y alcanzables. Si tenemos varias acciones a reali-
zar, se escribirán varios objetivos, pero siempre dentro de la misma deli-
mitación temática.
4. 2. Tipos de objetivos
Una vez que está formulada la pregunta que orienta el TC, pueden plan-
tearse conjeturas previas que ensayan una respuesta posible a las preguntas
que nos planteamos. Cuando estas conjeturas son hechas en forma de enun-
ciados declarativos (o proposiciones) en las que se afirma una relación
esperada entre fenómenos, se las llama hipótesis.
En el caso del enfoque cualitativo, que es el que se utilizará en el TC, a
las hipótesis se las suele llamar supuestos, dado que no siempre es posible
establecer una hipótesis porque se puede carecer de información para ello.
Estos orientan el proceso de relevamiento.
En un TC realizado sobre el consumismo estético en mujeres adultas y
adolescentes, por ejemplo, se pudieron establecer los siguientes supuestos:
–Las adolescentes están más influenciadas por los medios de comunica-
ción en cuanto al consumismo estético y la búsqueda del “cuerpo ideal”.
–Las mujeres adultas se encuentran motivadas al consumismo estético por
la autoestima y la preservación del propio cuerpo.
Una vez que el grupo decidió el problema que orientará el TC, estable-
ció los objetivos, pensó supuestos y diagramó la muestra de participantes,
hay que recolectar los datos de la realidad.
Para poder llevar a cabo la recolección y posterior análisis de los datos,
se utilizan diversas fuentes de información que son denominadas fuentes
primarias y fuentes secundarias. La fuente primaria es aquella información
que proviene de la recolección de datos del propio trabajo de campo; mien-
tras que la fuente secundaria remite a aquella información que proviene de
investigaciones anteriores, censos, estadísticas, libros, etc., que se utilizan
para poder ampliar los análisis sobre los datos (Alesina et al., 2011).
En el desarrollo del TC se pueden utilizar diferentes técnicas para reco-
lectar la información. Las más utilizadas son: la observación participante,
la entrevista y la toma de cuestionarios (López Sáez, 2008), y la técnica de
grupos de discusión o grupo focal (Hernández Sampieri, Fernández
Collado y Baptista Lucio, 2006).
7. 1. Observación participante
7. 3. Entrevistas
7. 4. Grupos focales
malas condiciones se desprendería dos categorías más que serían las ra-
zones que dieron los entrevistados: bajos sueldos y maltrato de los em-
pleados; y de la categoría buenas condiciones se desprenderían las dos
justificaciones que dieron los entrevistados: posee una guardería para los
hijos de los empleados y dan premios por el buen rendimiento (ver Figu-
ra 1) (Strauss y Corbin, 2002).
Figura 1
Categorías de análisis de las condiciones laborales
8. La articulación conceptual
1. CARÁTULA:
9. Observaciones finales
Resumen
La Cátedra de Psicología Social I propone un Trabajo de Cam-po (TC) para que
los alumnos se acerquen, comprendan y analicen alguna situación de la vida coti-
diana a partir de los autores propuestos en su Programa. En este contexto, este
capítulo pretende ofrecer una orientación sobre los procedimientos para la realiza-
ción del TC, que se inicia con la delimitación del tema y finaliza con la realización de
un informe; e introducir al alumno en el aprendizaje del lenguaje académico en el
abordaje y presentación de una problemática psicosocial.
Palabras clave: trabajo de campo - metodología - psicología social.
S. Tomé; V. González C.; M. Beramendi y L. Petit: Orientación para la realización...243
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Las escalas de medición como una
herramienta para el trabajo de campo en
Psicología Social: alcances y limitaciones
Maité Beramendi
E
l objetivo de este capítulo es ofrecerles a los alumnos técnicas de
recolección de información cuantitativas, útiles para realizar
su Trabajo de Campo (TC). Para ello se describirán sus propiedades
y se explicará el modo de adaptación para que sean incluidas en el TC de la
materia de Psicología Social I de la Facultad de Psicología de la Universidad
de Buenos Aires. Además, se las comparará brevemente con las técnicas de
recolección de información cualitativas y se describirán sus limitaciones.
Cuestionarios
Escala Likert
0 1 2 3 4 5
Ni en
Totalmente Muy en Algo en Algo de Muy en
desacuerdo
en desacuerdo desacuerdo acuerdo desacuerdo
ni en
desacuerdo
acuerdo
10. Cuando las mujeres son vencidas por los hombres en una
competición justa, generalmente ellas se quejan de haber 0 1 2 3 4 5
sido discriminadas.
1 Solidarios 1 2 3 4 5 6 7 Egoístas
2 Honestos 1 2 3 4 5 6 7 Deshonestos
3 Exitosos 1 2 3 4 5 6 7 Fracasados
4 Confiables 1 2 3 4 5 6 7 No confiables
5 Desarrollados 1 2 3 4 5 6 7 Subdesarrollados
6 Alegres 1 2 3 4 5 6 7 Tristes/Melancólicos
7 Trabajadores 1 2 3 4 5 6 7 Ociosos/Vagos
Expresivos/Comunicativos 1 2 3 4 5 6 7 Inexpresivos/No
8 comunicativos
9 Honrados 1 2 3 4 5 6 7 Corruptos
1 No emprendedor/No 1 2 3 4 5 6 7 Emprendedor/Proactivo
0 activo
1 Sociables 1 2 3 4 5 6 7 No Sociables
1
1 Cultos 1 2 3 4 5 6 7 Ignorantes
2
1 Simpáticos 1 2 3 4 5 6 7 Antipáticos
3
1 Cuestionadores 1 2 3 4 5 6 7 Sumisos
5
1 Considerados/Respetuos 1 2 3 4 5 6 7 Prepotentes/Irrespetuos
6 os os
1 Vivos/Piolas 1 2 3 4 5 6 7 Giles
7
1 Inteligentes 1 2 3 4 5 6 7 Tontos
8
1
Capaces 1 2 3 4 5 6 7 Incapaces
9
2
0 Sinceros 1 2 3 4 5 6 7 Mentirosos
2
1 Creativos 1 2 3 4 5 6 7 No creativos
254 Martín Wainstein y Otros: Escritos de Psicología Social
Al igual que en las escalas Likert, para esta técnica se deben realizar
análisis estadísticos para comprobar la estructura interna de la escala y la
validez de la misma (Hernández Sampieri et al., 2006) y también las
puntuaciones de las escalas se calculan a partir de la estructura teórica que
la sustenta. Por ejemplo, en la Escala de Autoestereotipos Nacionales Argentinos
(Espinosa y Beramendi, 2012 en Beramendi, 2014) se calculan las
puntuaciones a partir de la agrupación de los adjetivos en tres dimensiones:
competencias-expresividad, moralidad y argentino avivado.
Según Osgood et al. (1976), esta técnica tiene una ventaja en relación
a otras y es que es rápida de contestar. Según los autores, se puede diseñar
un instrumento con suficientes ítems y así recoger más información.
Al igual que sucedía con la Escala Likert, los miembros del grupo
tienen que tener bien definidos los objetivos del trabajo para poder diseñar
esta técnica.
Según Osgood et al. (1976) el estímulo (p. ej., aquello que se le
pregunta al participante) puede desarrollarse como una pregunta, un verbo
o un sustantivo; la forma en que se lo redacte depende de los interesas
del investigador.
Al igual que en el caso de las Escalas Likert, el gradiente de respuesta
puede variar. Según los autores, cuando la gente tiene un mayor nivel
educativo conviene utilizar un gradiente de 7, en cambio cuando las personas
tienen un menor grado educativo, recomiendan usar una escala de 5 puntos.
Sin embargo, estudios posteriores también plantean que el gradiente
depende de la temática que se quiera indagar. Por ejemplo, si es una temática
que se polariza, conviene que el gradiente contenga más valores para poder
recoger más información.
Continuando con el ejemplo de la investigación sobre las creencias del
matrimonio y el concubinato, se podría generar esta diferencia semántica:
A continuación, se le presenta un listado con adjetivos opuestos entre
sí. Marque con un círculo el número que más se acerca al adjetivo que
refleja su opinión. Ejemplo: estable: estable 1-2-3-4-5-6-7 inestable. 1.
Totalmente estable, 2. Muy estable, 3. Algo estable, 4. Ni estable, ni inestable,
5. Algo inestable, 6. Muy inestable, 7. Totalmente inestable.
Maité Beramendi: Las escalas de medición como una herramienta para el trabajo 255
El matrimonio es un:
Deber 1 2 3 4 5 6 7 Deseo
Sacrificio 1 2 3 4 5 6 7 Placer
Referencias bibliográficas
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