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Filosofía Política
AUTORES:
Bianculli, Maria.
Cachuco, Juan
Duran, José.
Faría, Vicente.
Pérez, Gerardo
Piña, Alejandro.
Urdaneta, Mervin.
Valeri, Carlos.
Abarcaremos algo que se ha tratado muy poco en este texto como lo es el concepto
de bondad, dado que simplemente fue mencionado en una que otra parte del bien de una
persona y que quedaría este determinado a hacer un plan de vida más racional, pero todo el
tiempo se fue sentando una sociedad bien ordenada y que dentro de esta sociedad bien
ordenada existen concepciones de ciudadanos acerca del propio bien y de los principios del
derecho más reconocidos y adaptados a los diferentes primarios bienes.
Ahora bien, la forma en la que se puede utilizar este término para los proyectos de
vida puede pues definir el tipo de proyecto que quiere llevar a cabo una persona. Para
explicarlo de una manera simple, tenemos que entender que toda persona tiene el libre
albedrio de qué quiere hacer con su vida y por lo tanto que proyecto de vida quiere llevar a
cabo. Pero se tiene que saber que cada persona debe estar consciente de los actos que va a
realizar pues para que un proyecto de vida funcione debe ser racional, porque todo proyecto
que genere frutos es un buen proyecto. La viabilidad de cada proyecto depende de los
deseos de la persona pues esta debe fijarse metas realistas y coherentes para que así el
proyecto tenga resultados fiables y seguros. Cuando un ser humano ha decidido que quiere
ser en la vida ha empezado pues su camino hacia el desarrollo personal y deberá saber que
habrá situaciones en la que no pasará buenos momentos y que deberá aprender de sus
errores para seguir creciendo como persona.
Adquirir nuevas habilidades hace más efectiva alcanzar este objetivo y es una forma
de motivación, pues según el principio aristotélico se establece que, en circunstancias
iguales, los seres humanos disfrutan del ejercicio de sus capacidades hechas realidad (sus
facultades innatas o adquiridas), y que este disfrute aumenta cuando aumenta la capacidad
que se realiza, o cuanto mayor es su complejidad. Es decir que cuando una persona
aprovecha sus conocimientos y los aplica y estos generan ganancias, ya sea física o
monetaria, los hace sentir mejor con ellos mismos y saben que el camino que han elegido es
el correcto. Este proyecto, si quiere ser aceptado en sociedad, debe ser bajo las normas pues,
en caso contrario, va a ser rechazada y denigrada.
Pero, enfocándose más concretamente en el punto de la racionalidad, Rawls expone
sobre el libre albedrío decisional en cada individuo, determinándole como racionalidad
deliberativa. Expresa que las elecciones están valorizadas por medio de la importancia que
tienen éstas en el individuo, por consiguiente, se acciona sobre lo que debe ser más
importante para él. Como consecuencia, él adopta la posición de Henry Sigdwick en el
contexto de una racionalidad deliberativa, la cual expone como un factor del ente en el cual
se postula una valoración de sus acciones por medio de la ponderación que tienen dichas
acciones en su vida, proyectando así hacia el futuro un bienestar mayor. “El bien de un
individuo es la composición hipotética de las fuerzas impulsivas que resulta de la reflexión
deliberativa que cumple determinadas condiciones”.
Bajo este postulado, Rawls expresa que el mejor proyecto (llámese proyecto de
vida, etc.) es el que se ha analizado deliberadamente, con una reflexión cuidadosa en la que
el individuo considera que la acción a tomar es la mejor, con previa investigación sobre
dicha acción, cumpliendo así con sus deseos más fundamentales. La deliberación racional
es como cualquier otra actividad en la búsqueda de la construcción del ser, o de la sociedad.
Una vez que se está consciente de los costos de deliberar es irracional pensar en un mejor
proyecto, puesto la deliberación es la que ofrece una mejor perspectiva a nivel temporal.
Es preciso tener presentes algunos puntos para evitar malos entendimientos de este
principio. En primer lugar, formula una tendencia, y no una pauta invariable de elección y,
como todas las tendencias, puede ser superada. Inclinaciones contrapuestas pueden inhibir
el desarrollo de la capacidad verificada y la preferencia por actividades más complejas.
Diversos azares y riesgos, tanto psicológicos como sociales, se hallan implícitos en el
aprendizaje y en la realización esperada, y los temores a ellos pueden vencer la propensión
original. Debemos interpretar el principio en el sentido de que permite estos hechos.
El principio forma parte del fondo que regula estos juicios. Siempre que sea cierto y
conduzca a conclusiones equiparables a nuestras convicciones acerca de lo que es bueno y
de lo que es malo (en equilibrio reflexivo), tiene un lugar adecuado en la teoría moral. Aun
cuando esta concepción no sea verdadera para algunas personas, sigue siendo aplicable la
idea de un proyecto racional a largo plazo. Podemos resolver lo que es bueno para ellas, de
un modo muy similar al de antes. Por ejemplo, imaginemos a alguien cuyo único placer
consiste en contar briznas de hierba en diversas zonas geométricamente conformadas, como
parterres y espacios bien recortados.
Por lo demás, es inteligente y posee, en realidad, aptitudes poco comunes, pues vive
de lo que gana resolviendo difíciles problemas matemáticos. La definición del bien nos
obliga a reconocer que el bien para este hombre consiste, ciertamente, en contar briznas de
hierba o, más exactamente, que su bien está determinado por un proyecto que concede un
lugar especial a esta actividad. Naturalmente, nos sorprendería que tal persona existiese.
Por último, vemos que toda persona buena tiene entre sus propiedades de base
amplia, las virtudes fundamentales entre las que destacan la eficacia, la durabilidad y la
facilidad de mantenimiento. Pero a su vez, los valores naturales también entran a ser
propiedades de base amplia y entre ellos encontramos a la inteligencia y la imaginación, la
fuerza y la resistencia. Todos estos atributos determinan lo que es una persona buena,
siendo racional que los miembros de una sociedad bien ordenada deseen que sus semejantes
los posean.
Y es por ello que, con el sentido de explicar una vez más la exposición de los
valores y la congruencia entre el sujeto particular y la acepción general del bien y la justicia,
Rawls se decide a interpretar la permanencia reflejada de esta bondad para con uno mismo,
al poner en manifiesto el como la concepción de todo aquello cuanto incluye el carácter
tanto valorativo como moral, que se desprende de los planteamientos realizados por todos
en función de nuestros intereses y capacidades. Es decir, él mantiene esta auto estimación
como el fundamento de un bien primario en sí mismo, dado que se realiza basado en un
plan de vida, debe constar de un sentido o cierto grado importancia, de tal manera que, de
presentar una ausencia en este aspecto, los juicios valorativos tenderían a recaer en todo
aquello que promueve el nihilismo y sus derivados al estructurar objetivos y planes que no
tienen trascendencia alguna.
Es por ello que el autor emplea a la bondad como racionalidad para la estructuración
de estos matices que engloban los principios de la sociedad. Tendiendo a la necesidad de
mantener objetivos viables y significativos como la confirmación de nuestras posibilidades
y capacidades, vemos que estas gozan de cierta estima precisamente porque van
acompañadas de la consideración e otros.
Sin embargo, Rawls le determina que este escenario puede resultar por poco viable
por no decir realista. En sí mismo, la posibilidad de fomentar los intereses y capacidades
comunes para la imposición de una base del respeto propio se considera compleja, incluso
sólo refiriéndose a un grupo específico y limitado, dotado con facultades similares, pero que
además cuenta con intereses consistentes. Es por ello que los tejidos asociativos que
resaltan y otorguen importancia a una característica particular es más que suficiente para la
confirmación y reforzamiento de este auto estimación.
Es decir, Rawls no busca labrar su teoría en función de una misma base del respeto
común, sino más bien, que la agrupación de diversos grados interpretativos del respeto
común es la base misma que fomenta la realización en el individuo. No centra su punto en
el qué sino en el por qué. Pese a ello, si bien remarca en la importancia de este
entendimiento mutuo entre las partes cuando refiere al grado de auto aceptación. También
enfatiza en la vergüenza tanto natural como moral que fundamenta este carácter primario de
la emoción.
La segunda, por otro lado, surge de la contraposición entre las características que
subjetivamente son cosechadas por el individuo como virtuosas o buenas y es asociado al
estado de vergüenza, Dando a entender que el propósito regulador de estas reside en las
propiedades que tanto la sociedad como uno mismo contempla.
De forma tal que, una vez analizados todos los puntos contemplados en el esquema
de Rawls somos capaces de reconocer una serie de conclusiones específicas; en primera
instancia, que la bondad aceptada en el título del problema que ofrece Rawls no refiere, en
sí misma, una acepción general de la concepción misma, sino que, por el contrario,
representa un marco conceptual que consoliden los bienes primarios previamente
seleccionados gracias a los preceptos de imparcialidad y de justicia, siéndose estratégico su
cumplimiento que se ve abocado a una racionalidad específica, y que no sienta las bases de
la bondad, sino de los bienes primarios que la rigen.