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Obsolescencia Programada
Obsolescencia Programada
Industrial
Obsolescencia Programada
En los últimos años se empiezan a notar las consecuencias de las decisiones tomadas
por nuestras sociedades anteriores, la evolución nos muestra que la idea principal es
mejorar la calidad de cada cosa que se realiza y también la durabilidad de la misma,
esto se mantuvo presente durante muchos años. Uno de los primeros inventos más
revolucionarios fue la bombilla, con el tiempo se realizaban más y más patentes en una
especie de competencia por quien lograba obtener una con la mayor durabilidad, pero,
como se ha visto en la historia, surgen ideas que directa o indirectamente van
modificando lo que se tiene, la creación de un grupo que controlara a nivel mundial la
producción de estas fue el inicio de la obsolescencia programada, donde se propone
acortar la vida útil para aumentar las ventas de los productos, se impuso que la
durabilidad de este producto no debía pasar de cierta cantidad porque la consecuencia
sería una multa exorbitante, lo que obligó a los empresarios a modificar dicho producto
para reducir su calidad.
Continuamente, se mostró que este cambio en el contexto de calidad antes que cantidad
dio frutos, un aumento del consumo motivado a que la duración de los productos era
menor. Esta situación se dio en plena revolución industrial, por lo que con la llegada de
las máquinas la producción aumentó al punto en el que estos eran tan accesibles que
los consumidores compraban por diversión y no por necesidad. Surge la fecha de
caducidad, lo que establecía que los productos debían contar con una fecha límite
después de la cual debía ser tirados, se considerarían inservibles. Luego de ello, con el
tiempo se quiso poner un alto, lo que trajo consigo una depresión económica que incluía
un enorme desempleo, por lo que surge una idea de obsolescencia programada un poco
modificada, donde ya no se trataría de imponer, sino seducir al consumidor para que el
mismo se convirtiera en víctima de este sistema de manera inconsciente.
Asimismo, se presentaban dos enfoques, uno europeo que contaba con la idea de un
producto que tuviese un tiempo de duración muy largo, por lo que podría usarse en más
de una ocasión y uno americano cuya filosofía era una moda, crear un producto
determinado al que en un tiempo se le sacaría una nueva versión, por lo que el
consumidor lo vendería de segunda mano para comprar la nueva solo porque era nueva.
Hoy en día, se presta atención a lo nuevo, lo bonito, lo moderno y no a la durabilidad o
calidad del producto, se convirtió en una especie de compra solo por apariencia y es la
manera como se sigue trabajando hoy en día.
Actualmente, parece que la filosofía es crecer ilimitadamente con productos ilimitados
pero sin un fin determinado, solo crecer por crecer, pero es algo que no es sostenible a
largo plazo en un planeta con recursos limitados, lo cual es bastante ilógico como para
entender que llegará el punto en que ya no haya recurso y nos estrellaremos de frente
con un muro de concreto, destrucción total, lo cual me hace pensar como es posible que
aún sabiendo todo esto, parece más importante cualquier otra cosa menos la
sostenibilidad del planeta donde vivimos. Ghandi tiene una filosofía que dice “el mundo
es lo suficientemente grande para satisfacer las necesidades de todos, pero siempre
será demasiado pequeño para la avaricia de algunos” cuanta razón, vivimos en una
sociedad en donde todo es apariencia, pareciera que de la cantidad de cosas que
posees es de donde se toma en cuenta tu felicidad o tu valor, pero irónicamente mientras
más se tiene menos feliz eres, me pregunto en que momento cambiará la manera tan
egoísta que se tiene de pensar, o será que como siempre se reacciona es cuando ya es
muy tarde.
Una de las alternativas que pueden colaborar en alguna forma es el costo real de las
cosas, todos los recursos que se utilizan son incluso ilimitados, por ejemplo, el petróleo
es no renovable, que pasará cuando ya no se cuente con él, será el momento donde sí
se buscarán alternativas, cuando ya no hay más opciones. Si las grandes empresas
supieran realmente cual es el costo real desde cero, de cada producto que sale a la
venta, considerarían calidad antes que cantidad, sería más factible que estos contaran
con una durabilidad más amplia para un consumo menor y un respiro a los recursos.
Yuliana Maldonado