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TESTAMENTO

El Código define al testamento como «el acto por el cual una persona dispone
para después de su muerte de todos sus bienes o de parte de ellos» (art. 667).
De esta definición se ha dicho que no es completa ni exacta, y con razón. Aun
así, nos puede resultar útil para resaltar algunas de las notas esenciales que
tradicionalmente se han atribuido al negocio jurídico cuyo estudio comenzamos
en este apartado. El testamento es, de conformidad con el art. 667 CC, un
negocio jurídico mortis causa. Está destinado, por consiguiente, a regular
situaciones y relaciones jurídicas que se producirán después de la muerte del
sujeto que lo celebra (el testador), y como consecuencia de dicho fallecimiento;
y, además, un negocio jurídico de naturaleza patrimonial.

El testamento es la expresión de última voluntad mortis causa del testador.

El testamento también es la declaración de ultima voluntad, relativa a os bienes


y otras cuestiones; reconocimientos filiales, nombramientos de tutores,
revelaciones o confesiones.

En efecto, como veremos en su momento, dentro del posible contenido del


negocio testamentario se incluyen un buen número de disposiciones que
carecen de naturaleza patrimonial. El propio Código se refiere, en su art. 223, a
la posibilidad de nombrar en el testamento a un tutor u ordenar cualquier otra
disposición respecto de la persona de los hijos menores o incapacitados del
testador; y el art. 741 regula la eficacia del reconocimiento de un hijo realizado
en testamento. De esta manera, no puede mantenerse ya, ni siquiera desde la
perspectiva puramente legislativa, la naturaleza exclusivamente patrimonial del
negocio testamentario.

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