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PROGRAMA

GESTIÓN ADMINISTRATIVA
Ficha: 2183503

Competencia:
• Contabilizar operaciones de acuerdo con las normas vigentes y las políticas
organizacionales.
Resultado de aprendizaje:
• Aplicar con transparencia las normas comerciales, tributarias y laborales y los
procedimientos para el ciclo contable en un proceso manual y sistematizado.
• Interpretar los fundamentos contables según los principios de contabilidad generalmente
aceptados.
• Verificar el registro y contabilización de las operaciones contables, teniendo en cuenta
la normatividad vigente y los principios de contabilidad generalmente aceptados.
• Diligenciar los soportes contables
• Codificar y diligenciar documentos de acuerdo con el PUC del sector.
• Clasificar documentos comerciales y títulos valores.
• Elaborar los documentos que se generan en el proceso contable, aplicando con
transparencia normas comerciales, contables y tributarias.
• Interpretar los conceptos y propósitos de la Contabilidad de Costos: costeo por procesos,
por órdenes de producción o cualquier otro sistema de costos.
• Contabilizar los diferentes tipos de operaciones de la empresa, aplicando metodologías de
costos y presupuestos
• Interpretar contratos, y los documentos integrales del contrato para su contabilización.
• Preparar y elaborar los estados financieros y anexos de costos.

Actividad 1 Reflexión Inicial

Actividad Nro. 1 El siguiente cuento “El Regalo Invisible” narra la


historia de Carlitos, quien cumple años en día de Reyes y recibe
regalos por partido doble. Una vez leído el cuento en forma
individual, reflexione sobre las vivencias de Carlitos y responda a
las siguientes preguntas:

1. Realice un resumen de las vivencias de Carlitos


2. Que significa en el cuento “recibía regalos por partida doble”
Represente a través de una balanza
3. Como se identifican en el cuento los regalos de cumpleaños y los regalos por Reyes.
4. Que vivencia tuvo Carlitos cuando se le apareció el anciano, comente
5. Cuales cambios en el estado de ánimo de Carlitos observa en él cuento, explíquelos.
6. De acuerdo con las palabras de Carlitos a sus padres de ahora en adelante iba a preferir “hacer
que tener”, “viajar que guardar”, “aprender que recibir”. Con relación a la partida doble en
contabilidad cuales serían esos principios

Cuento: El Regalo Invisible

Era el día en que Carlitos cumplía ocho años, pero era también el Día
de Reyes, pues Carlitos había nacido un 6 de enero. Como sabes, en
muchos países se acostumbra a dar regalos a los niños en esa fecha,
igual que en otros lugares los obsequios se entregan en diciembre.

Para el niño había sido siempre muy emocionante esperar su fiesta de


cumpleaños pues recibía regalos por partida doble, y sus padres
dejaban armado el árbol de Navidad para que, junto con las luces y
guirnaldas, el pastel, la vela y los gorritos de fiesta y los globos
formaran un hermoso escenario para celebrar.

Junto al árbol eran depositados los paquetes brillantes que con lazos
rojos y verdes anunciaban los hermosos y caros juguetes que le habían
comprado por Reyes, y sobre la mesa se acomodaban los envoltorios
de papel con festivas figuritas de colores que contenían los regalos de
cumpleaños.

Carlitos se vistió con su ropa nueva y bajó al salón en el que lo esperaban familiares y amigos y
escuchó como las notas del “Cumpleaños feliz” sonaban en el piano que con gran maestría tocaba
Ana, su hermana mayor.
Todos los invitados cantaron sus deseos de prosperidad y lo acompañaron a soplar las ocho velitas
y a partir el pastel. Tres de sus tíos, disfrazados de reyes empezaron a entregarle los muchísimos
regalos que le habían traído, y pronto, la fiesta era una verdadera algarabía.
En medio de la celebración Carlitos subió a su habitación para guardar
los obsequios. Hizo varios viajes de ida y vuelta hasta que logró reunir
sobre su cama todos los paquetes; y cuando pensó en un lugar para
dejarlos, descubrió que en realidad no había un solo espacio, pues
eran tantos y tantos que, si se sumaban a los de los años anteriores
que ya atiborraban cajones y estanterías, no había forma de
acomodarlos. Aunque aquello debería ser motivo de felicidad, el niño
sintió una especie de tristeza, pues lo cierto era que la alegría de los
juguetes duraba muy poco, y al final, el niño los olvidaba, porque no
tenía tiempo de jugar con todos ellos, y tampoco de usar toda la ropa
que le daban, que le quedaba pequeña cuando por fin le llegaba su
turno de estrenarla.

Carlitos salió de su habitación, caminó hacia la escalera y comenzó a bajar, sintiéndose un poco
confundido por ver a la gente tan contenta, y estar sintiendo esa especie de tristeza. Entonces pasó
algo muy extraño y fue que, entre los invitados, Carlitos desde lo alto de la escalera descubrió a un
anciano al que no conocía, y que seguro, no formaba parte de su familia o amigos. Al menos el niño
no lo había visto antes de aquella tarde.

Hizo memoria, repasó en su cabeza historias y álbumes de fotos, trató de recordar si había un
abuelito de alguno de sus primos o vecinos del que hubiera oído hablar, pero fue inútil.
Después notó algo mucho más raro: el anciano caminaba entre la gente, pero nadie más parecía
darse cuenta de su presencia, y eso que se movía con dificultad apoyado en un bastón, y de una
manera tan lenta y temblorosa, que habría llamado la atención.
Después de la extrañeza vino el miedo. Carlitos se asustó mucho cuando comprendió que realmente
estaba viendo un fantasma y estuvo a punto de gritar. Fue mucho peor cuando observó con los ojos
muy abiertos que el anciano atravesaba los muebles y los cuerpos de las personas para no
molestarse en esquivarlos.
La razón por la que no gritó en ese mismo instante fue muy simple: no pudo. La voz se le ahogó en
la garganta.
Del miedo, el niño pasó al espanto, luego al horror, luego al pánico… y luego a la calma (pues no
había más categorías en la medida del miedo), cuando el anciano empezó a subir las escaleras
cruelmente jorobado sobre un bastón ¡DE ORO!

En medio de tantas emociones Carlitos comprendió que el bastón del anciano era de oro puro y que
le pesaba tanto que, más que por la vejez, era por el peso del bastón que el anciano parecía a punto
de caer.
Se quedó el niño como una estatua, literalmente paralizado, hasta que el anciano se le acercó y le
habló de esta manera:
• No me lo estás preguntando, Carlitos, pero mi nombre es Carlos. Soy tú, pero no hoy, sino
dentro de 88 años y he venido, hoy Día de Reyes, a entregarte tu obsequio de cumpleaños
El anciano estiró su bastón de oro y se lo ofreció al niño que lo miraba
asombrado.
Más por estar desprevenido que por verdadero valor, el niño trató de
tomar el bastón, pero pesaba mucho más de lo que había imaginado, así
que se le soltó de las manos, y si no hubiera sido porque desapareció en
el aire antes de tocar el suelo, habría hecho todo un estruendo.
Mirándose las manos vacías, Carlitos pudo al fin hablar y murmuró con
apenas un hilo de voz:

• Tengo miedo, ganas de llorar y no entiendo nada.

El anciano sonrió y le dijo que se tranquilizara, que nada malo iba a pasarle. Que solo quería que
recibiera ese regalo invisible para que comprendiera que las cosas son solo cosas y que a veces
pesan demasiado, pero también pueden desaparecer.

• El mejor regalo —dijo mientras acariciaba la cabeza del niño— siempre es invisible. Por si no te
has dado cuenta ya no tienes lugar para guardar tantos regalos, y mientras tanto, hay muchos
niños a los que les harían mucho bien. No es necesario tener tanto que no puedas disfrutarlo de
verdad. Serías más feliz si en vez de cosas para tener, tuvieras experiencias para contar y
compartir. Quiero que lo aprendas y no llegues a mis años cargando el peso terrible de un bastón
de oro.

En los días siguientes, Carlitos regaló la mayoría de su ropa y juguetes y se quedó solo con lo más
necesario. Dijo a sus padres que de ahora en adelante iba a preferir hacer que tener, viajar que
guardar, aprender que recibir.

El único regalo que tuvo cuando cumplió los nueve, además de ropa nueva (había crecido
muchísimo), fue un tubito para hacer pompas de jabón. Ana y él salieron al patio a estrenarlo, y
curiosamente, cada pompa que estallaba en el aíre sonaba como una dulce nota en el piano. En
medio de muchas risas, Ana y Carlitos se pusieron a componer canciones.

Cuentos Cortos, El baúl de los cuentos


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